proyecto de reglas minimas de las naciones unidas para la

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LAS REGLAS MINIMAS DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ADMINISTRACION DE
LA JUSTICIA PENAL O REGLAS DE MALLORCA Y EL NUEVO SISTEMA PROCESAL
PENAL 1
Arturo Yañez Cortés 2
SUMARIO: I. Introducción. II. Las “Reglas de Mallorca” o “Proyecto de Reglas Mínimas de
las Naciones Unidas para la Administración de Justicia Penal”. III. El Sistema Procesal
Penal Boliviano en la Perspectiva de las Reglas de Mallorca. IV. Análisis. V.
Conclusiones.
I.
INTRODUCCION
Si bien antiguamente era considerado como una utopía, ahora es imposible resistirse a
admitir que el mundo actual está caracterizado por la desaparición cada vez más evidente
de las antiguas fronteras que signaron la realidad en los siglos pasados, separando así
las culturas y las mentes de los seres humanos. Hoy, si hacemos una lectura objetiva y
desapasionada de la realidad jurídica, admitiremos que desde fines del siglo pasado,
existe un paulatino acercamiento de los sistemas jurídicos que antiguamente forjaron
aquellas lejanías.
Este fenómeno no hubiera sido seguramente posible de lograr sin el concurso de varios
factores que obedecen a distintos orígenes; entre ellos -sin pretender identificarlos
exhaustivamente- será menester por lo menos señalar algunos de los más determinantes
para el tema que empiezo a desarrollar.
Así, es imposible ignorar el efecto del surgimiento de una comunidad mundial de naciones
–las Naciones Unidas- que agrupando a la mayoría de los Estados que componen el orbe
y salvando las respetables diferencias existentes entre todos, se ha constituido en un
referente mundial en diversos órdenes. Además, en éste ámbito no cabe la menor duda
que el modelo de organización indiscutible propugnado desde ésta comunidad, no es otro
que el Estado Democrático de Derecho, con todo lo que ello conlleva entre muchos
ámbitos. Finalmente, el vertiginoso desarrollo de la tecnología y especialmente de las
comunicaciones, ha hecho que las fronteras de todo tipo, sean cada vez más simples
rasgos que sólo sobreviven en los mapas cartográficos.
Obviamente, el derecho no pudo permanecer ajeno a esos influjos de la realidad mundial
y, aunque tal vez en menor medida que otras ramas como el derecho comercial o civil,
tampoco el derecho procesal penal pudo permanecer ajeno a éste nuevo orden mundial.
Reflejo de ese fenómeno y siempre en concurso con otros factores de índole política
como ha sido la recuperación de los regímenes democráticos en latinoamérica, es el
1
Publicado en “IDENTIDAD JURIDICA” Revista del Ministerio Público de Bolivia; año 1, Nº
1. Sucre, noviembre de 2005
2
Abogado, ha sido Defensor Público; Coordinador de Defensa Pública en Chuquisaca; Consultor
de la GTZ para la Fiscalía General de la República y Corte Suprema de Justicia en la
implementación del NCPP; Miembro del Equipo Técnico de Implementación del NCPP; Director
Nacional del Instituto de Capacitación del Ministerio Público; Abogado Asistente de la Sala Plena
de la Corte Suprema de Justicia y, actualmente es Responsable de Coordinación Interinstitucional
y Normativización del Proyecto de Apoyo a la Reforma Procesal Penal de la GTZ, con sede en
Sucre.
1
surgimiento en la década de los años 70 -80 del siglo pasado, del movimiento de reforma
de la justicia penal, cuyos resultados han comenzado a percibirse en nuestro país a partir
de la reinstauración de la democracia (1982) y el posterior inicio de la reforma (1994)
hasta plasmarse con la sanción del nuevo Código de Procedimiento Penal (1999) y el
proceso de implementación del nuevo sistema, aún en desarrollo.
En el ámbito iberoamericano, es indiscutible que el modelo a seguir fue iniciado en los
años 70 por el Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal a través del “Código
Procesal Penal Modelo para Iberoamerica” que, ha tenido un peso preponderante en las
posteriores reformas procesales realizadas en Córdoba – Argentina; Costa Rica; El
Salvador; Guatemala; Honduras; Venezuela; Ecuador y claro, Bolivia. Posteriormente,
Chile, Perú y Colombia, entre otros varios.
En el orden mundial, si es que habría que identificar un referente universal que resuma la
pretensión de los ciudadanos del mundo para contar con un sistema procesal penal que,
resumiendo las luces y sombras de la humanidad y el anhelo de contar con un sistema
que refleje el avance de la civilización traducido en el ámbito político jurídico en la idea del
Estado Democrático de Derecho, tenemos que remitirnos a las denominadas “Reglas de
Mallorca” o “Proyecto de Reglas Mínimas de las Naciones Unidas Para la Administración
de Justicia Penal”.
I.
LAS “REGLAS DE MALLORCA” O “PROYECTO DE REGLAS MÍNIMAS DE
LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
PENAL”.
Este documento fue resultado del trabajo sostenido por un grupo de expertos constituido
por Pedro David Asesor de las NNUU; Enrique Ruiz Vadillo del Tribunal Supremo de
España; Antonio Gonzales de la Universidad Autónoma de Madrid; Wolfgang Penizart de
la Comisión Europea de Derechos Humanos; Eberhard Struense de la Universidad de
Munster; Wolfgang Schöne de la Universidad de Freiburg; Klauss Tiedemann de la
Universidad de Freiburg; Anabela Miranda de la Universidad Coimbra; Giorgio Marinucei
de la Universidad de Milano; José Hurtado Pozo de la Universidad Freiburg; Enrique
Bagigalupo del Tribunal Supremo de España; Gabriel García Planas de la Universidad de
las Islas Baleares; Juan Carlos Carbonell de la Universidad Complutense de Madrid;
Rafael Perera del Colegio de Abogados de Baleares y Guillermo Vidal Andreu de la
Audiencia Provincial de Baleares, entre otros más.
Esta comisión se reunió en Palma de Mallorca – España entre noviembre de 1990 y
febrero de 1992, bajo el auspicio de la Sub-División de Prevención del Delito y Justicia
Penal de la Oficina de las Naciones Unidas en Viena – Austria y el Gobierno Balear.
El preámbulo del proyecto, hace referencia a que la propuesta parte de los derechos
fundamentales que, por respeto a la dignidad del hombre se encuentran proclamados en
la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la Convención Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en otros instrumentos internacionales; en
nuestro continente, por ejemplo el Pacto de San José de Costa Rica.
Considera además que la realización efectiva de los derechos consagrados en esos
instrumentos internacionales, requieren de una formulación en reglas concretas. También,
considera acertadamente que la justicia penal es un instrumento de poder de los Estados
que, afecta de manera esencial a los derechos del individuo y además, proclama que las
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reglas tratan de armonizar las exigencias de una justicia penal eficaz con el debido
respeto de las garantías de las personas cuyos derechos resultan afectados por el
proceso penal, por lo que recomiendan la adopción de las reglas mínimas citadas para el
procedimiento en materia penal.
II.
EL SISTEMA PROCESAL PENAL BOLIVIANO EN LA PERSPECTIVA DE
LAS REGLAS DE MALLORCA.
Como no podía ser de otra manera, la demagogia también se manifiesta en el derecho y,
efecto del revolucionario proceso de reforma procesal que atraviesa nuestro país, han
sido muchos quienes haciendo gala de un absoluto desconocimiento de las tendencias
contemporáneas del derecho penal, suelen atribuir al nuevo sistema procesal encarnado
por la Ley Nº 1970 del nuevo Código de Procedimiento Penal; la Ley Nº 2175 de la Nueva
Ley Orgánica del Ministerio Público de 13 de febrero de 2001; la Ley Nº 2298 de
Ejecución y Supervisión Penal; La Ley Nº 2496 de la Creación de la Defensa Pública y
otras normas conexas, de tratarse de una copia de algunas legislaciones externas e
incluso han catalogado el proceso como una imposición de algunas potencias extranjeras.
En mi criterio, nada es más alejado que la realidad, toda vez que como se ha señalado
brevemente al inicio, la nueva legislación procesal penal obedece a múltiples influencias,
entre las cuales -fuera imposible no hacerlo- están también presentes las de origen
mundial o continental, sin dejar de considerar la nueva realidad política del país –se
dejaron atrás los regímenes autoritarios para recuperar los democráticos- e incluso,
nuestras particularidades propias tales como la naturaleza multiétnica y pluricultural del
Estado Boliviano. 3
En ésta oportunidad, mi análisis se concentrará exclusivamente en el grado de recepción
de las Reglas de Mallorca por parte de nuestra nueva legislación procesal penal. No
obstante, habrá también que ponderar que como corresponde a un Estado como el
nuestro, gran parte de la legislación, especialmente en áreas fundamentales y conforme la
doctrina constitucional boliviana acostumbra a definirla, constituyen normas de desarrollo
constitucional; por ejemplo: el régimen cautelar.
Para ello, a riesgo de ser insistente en el tema, considero atinente reiterar que más allá
del avance formal que ésta propuesta haya tenido en el ámbito interno de las NNUU, no
es menos cierto que la propuesta tiene una validez indiscutible en el derecho procesal
contemporáneo caracterizado principalmente por intentar conciliar el garantismo con la
exigencia de la sociedad para contar con una justicia penal eficaz, todo en el ámbito que
implica el respeto de las reglas impuestas por el Estado Democrático de Derecho.
Por ello, lo que haré a continuación será, a partir de las reglas mínimas para la
administración de justicia penal desarrolladas, analizar la correspondencia o disidencia de
nuestra legislación. Espero, contribuya a develar la naturaleza de nuestro sistema como
instrumento para avanzar en la construcción de un verdadero Estado de derecho afín con
nuestra realidad democrática.
III.
ANALISIS
3
Para profundizar el estudio de la situación de la administración de justicia penal, bastará consultar
el “Estudio del Funcionamiento del Sistema Penal en Bolivia”. ILANUD, 1992.
3
Por motivos de espacio analizaré las reglas mínimas más importantes proclamadas en el
proyecto, que aparecen a partir de ahora en negrillas y cursiva y luego se harán las
puntualizaciones sobre nuestra legislación penal.
A. Principios generales del proceso
Regla 1ª. La persecución del delito, de acuerdo con la Ley, es competencia
exclusiva del Estado.
Las legislaciones nacionales reglamentarán en qué medida la persecución penal
podrá depender de iniciativa privada y cuándo se otorgarán funciones de acusación
a los particulares. En este último caso, el Estado pondrá a disposición, por lo
menos de la víctima, los medios necesarios para el ejercicio de este derecho.
Cuando la función acusadora incumba a órganos estatales, se establecerán
mecanismos de control judicial para el supuesto de omisión o denegación del
ejercicio de la acción penal por aquéllos.
Según nuestra legislación interna (arts. 15 y sgtes NCPP), la acción penal por la que se
persigue el delito tratándose de delitos de orden público en los que existe
preponderantemente un interés público por afectar de manera directa a la sociedad y al
Estado, es responsabilidad del Ministerio Público que, constitucionalmente representa al
Estado y la Sociedad. También, se ha regulado los casos en los que existiendo
preponderancia del interés privado, la acción penal sea ejercitada exclusivamente por la
víctima sin la intervención del Ministerio Público (arts. 18 y 20 NCPP). Entre ambos
extremos, surge la acción penal pública a instancia de parte (art. 19 NCPP) en los que
ambos intereses se encuentran comprometidos sin existir una clara preponderancia de
uno sobre el otro.
Asimismo, la víctima tiene amplias facultades para ejercitar la acusación particular incluso
en delitos perseguibles de oficio, facultad que puede ser ejercitada sin ninguna
dependencia al órgano acusador público. La víctima podrá promover la acción penal
pública mediante querella tratándose de delitos de acción pública o privada (art. 78
NCPP) y para tener por instada la acción, bastará su denuncia en los delitos de acción
penal pública a instancia de parte, (art. 17 NCPP).
En todos los casos, la víctima aunque no se haya constituido en querellante tendrá
derecho a ser informada y escuchada antes que se adopte cualquier decisión que
implique la suspensión o extinción de la acción penal, pudiendo en esas condiciones
impugnar la decisión (art. 11 NCPP).
El art. 6 de la nueva Ley Orgánica del Ministerio Público (NLOMP en adelante) impone al
Ministerio Público bajo su responsabilidad, promover de oficio la acción penal pública,
toda vez que tenga conocimiento de un hecho punible y existan suficientes elementos
fácticos para verificar su comisión, reiterando el principio que, la acción penal pública no
se podrá suspender, interrumpir o hacer cesar, salvo en los casos y bajo las formas
expresamente previstas por ley.
En lo que hace a mecanismos de control para el supuesto que en el ejercicio de la acción
penal a cargo del Ministerio Público sea omitida o denegada, se tiene por un lado la
posibilidad de convertir a pedido de la víctima la acción penal pública en privada según los
casos previstos para el efecto (art. 26 NCPP).
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Por otro lado, ante las resoluciones denegatorias del Ministerio Público para abrir o
continuar la acción, es decir el rechazo o el sobreseimiento, se ha otorgado facultad a la
víctima para objetar o impugnar la resolución denegatoria fiscal (arts. 304 y 324 NCPP,
respectivamente), aunque a diferencia de lo que recomienda la regla en cuestión, en éste
caso, no se trata de un mecanismo de control judicial sino de control interno dentro del
mismo órgano, puesto que se ejerce a través del superior jerárquico, es decir en la misma
órbita del Ministerio Público.
En este rubro, los mecanismos de control que se encuentran en poder del órgano judicial
son los referidos a las salidas alternativas, en las que, tratándose de la aplicación de
criterios de oportunidad, suspensión condicional del proceso, el procedimiento abreviado y
la homologación de la conciliación, se debe acudir ante el órgano jurisdiccional quien
puede aceptar o negar el procedimiento, según la regulación específica.
Regla 2ª. Las funciones investigadora y de persecución estarán estrictamente
separadas de la función juzgadora.
La policía y los funcionarios que actúen en tareas de investigación en un
procedimiento penal deberán depender funcionalmente del Ministerio Fiscal o de
los Jueces y Tribunales.
Una de las principales distorsiones que el nuevo sistema ha pretendido superar es,
precisamente la concentración de funciones investigativas, acusadoras y contraloras que
acaparaba el antiguo juez instructor del sistema inquisitivo. Ahora - nótese que el
concepto debe ser entendido extrapolándose hacia lo político- en reflejo al principio
republicano de la división de poderes previsto en nuestra CPE, se ha producido una clara
y tajante reasignación de las funciones procesales de los intervinientes en el proceso
penal, de forma tal que el juez sólo está encargado de juzgar, el fiscal de investigar y
acusar y la defensa de defender. Recuérdese el principio rector en sentido que los fiscales
no podrán realizar actos jurisdiccionales, ni los jueces actos de investigación que
comprometan su imparcialidad (art. 279 NCPP).
En consonancia con la regla comentada, los órganos que realizan tareas investigativas
(art. 277 in fine NCPP) han quedado bajo la dirección funcional del Ministerio Público (art.
297 NCPP) y ambos, la Fiscalía y la Policía Nacional, actúan siempre bajo control
jurisdiccional (art. 279 in fine y 54 inc. 1º NCPP).
Obviamente que la NLOMP (art. 14), reitera entre las funciones del Ministerio Público, la
de ejercer la dirección funcional de la actuación policial en la investigación de los delitos y
velar por la legalidad de esas investigaciones.
Regla 3ª. Cuando los fiscales estén investidos de facultades discrecionales, se
establecerán, en la Ley o reglamento publicado, directivas para promover la
equidad y coherencia de los criterios que adopten para acusar, ejercer la acción
penal o renunciar al enjuiciamiento.
Al respecto existen varias normas contenidas principalmente en el NCPP y la NLOMP, así
como en la normativa interna de la Fiscalía General.
En relación con la imputación formal cabe referirse a las escasas reglas contenidas en el
art. 301 inc. 1 y especialmente el art. 302 NCPP -¿serán suficientes?- en referencia a la
presencia de suficientes indicios sobre la existencia del hecho y la participación del
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imputado. Sobre la acusación, se tiene el inc. 1º del art. 323 NCPP que sostiene que será
presentada cuando el fiscal estima que la investigación proporciona fundamento para el
enjuiciamiento público del imputado. Finalmente, el último párrafo del art. 278 NCPP
prevé que el Fiscal se abstendrá de acusar cuando no encuentre fundamento para ello.
Tratándose de la renuncia del enjuiciamiento, nuestra legislación –entiendo por el rotundo
cambio que ha significado introducir la excepción al principio de legalidad procesal penal
propio de los sistemas inquisitivos- ha sido mucho más precisa.
Así, los principios rectores aparecen inicialmente en el art. 16 NCPP al puntualizar que el
ejercicio de la acción penal pública no se podrá suspender, interrumpir ni hacer cesar,
salvo en los casos expresamente previstos por ley (algo inadmisible al menos
formalmente en la lógica inquisitiva del antiguo sistema), para luego en el art. 21 NCPP
introducir taxativamente la excepción al principio de legalidad procesal penal, mediante la
aplicación de criterios de oportunidad reglados, señalando primero el principio: “…la
Fiscalía tendrá la obligación de ejercer la acción penal pública en todos los casos que sea
procedente…”, para luego introducir la excepción: “…no obstante, podrá solicitar al juez
prescinda de la persecución penal, de uno o varios de los hechos imputados, respecto de
uno o alguno de los partícipes, en los siguientes casos…”.
En el mismo sentido, la NLOMP en su art. 5 prevé expresamente esa posibilidad al
señalar que cuando deba solicitar la aplicación de criterios de oportunidad y demás
salidas alternativas, lo haré en base a razones objetivas y generales. Su art. 6 ya citado
antes, reitera que la acción penal pública no puede suspenderse, interrumpirse o cesar,
salvo en los casos y bajo las formas expresamente previstas por ley y, su art. 64, que en
aquellos casos en que sea procedente la aplicación de la salidas alternativas, los fiscales
deberán solicitarlas sin demora, en cuanto concurran las condiciones legalmente
establecidas.
Regla 4ª. El enjuiciamiento y fallo, en materia penal, estarán siempre a cargo de
Jueces independientes sometidos únicamente a la Ley.
Los tribunales deberán ser imparciales. Las legislaciones nacionales establecerán
las causas de abstención y recusación. Especialmente, no podrá formar parte del
Tribunal quien haya intervenido anteriormente de cualquier modo, o en otra función
o en otra instancia, en la misma causa. Tampoco podrán hacerlo quienes hayan
participado en una decisión posteriormente anulada por un Tribunal superior.
Toda persona tendrá derecho a ser juzgada por los Tribunales de Justicia
ordinarios con arreglo a procedimientos legalmente establecidos.
El juzgamiento, en caso de delitos graves, deberá ser competencia de Tribunales
colegiados. Los delitos leves o faltas podrán ser juzgados por Tribunales
unipersonales.
En relación a los dos primeros puntos, debe admitirse que la anterior legislación -al menos
formalmente- contenía también similares principios que derivan de nuestra Constitución y
que se han mantenido en la actual (art. 3 NCPP). No obstante, resulta oficioso apuntar
que dado el diseño del nuevo proceso, especialmente durante la etapa del juicio, los
principios de independencia e imparcialidad resultan mejor garantizados
comparativamente con el anterior sistema; por ejemplo, el sólo hecho que el juez o
tribunal dicte sentencia inmediatamente después de la producción de la prueba y los
alegatos presenciados y escuchados por las partes, garantiza de mejor manera los
principios mentados.
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Obviamente, la nueva legislación contiene las causales de excusa y recusación (arts. 316
y sgtes., NCPP) más, a lo largo de todo el procedimiento ordinario y los restantes, existe
una clara separación de funciones no sólo entre acusadores y juzgadores sino incluso, al
interior del órgano acusador, no existiendo posibilidad que quien haya cumplido una
función anteriormente de cualquier naturaleza, aparezca luego como juzgador en otra
instancia (art. 316 inc. 9 NCPP, por ejemplo).
En lo que hace al derecho de la persona para ser juzgada por los tribunales ordinarios con
arreglo a los procedimientos legalmente previstos, es evidente que el NCPP, al introducir
los jueces ciudadanos en la administración de justicia penal ha dado un paso gigantesco
en lo que hace a la participación, transparencia y control social en la administración de
justicia, retornando hacia los primigenios orígenes de la concepción literal del juez natural,
es decir, aquél que provenía de la comunidad a la que partencia el imputado de forma que
era juzgado por sus propios pares.
En algún momento, apoyados en una errónea concepción –demasiado literal del principio
como aparece formulado en nuestra CPE- se sostuvo que la constitución del tribunal de
sentencia en momentos posteriores a los hechos juzgados era contrario al principio del
juez natural, lo que fue acertadamente desechado por la vía jurisprudencial a partir de la
línea jurisprudencial sentada por la SC No. 491/03-R de 15 de abril, que entiende al juez
natural, como al juez competente, independiente e imparcial para conocer una causa.
En todo caso y relacionando el punto 3 con el 4, el juzgamiento de los delitos graves que
son de interés de la comunidad son de competencia de dos Jueces técnicos y tres Jueces
ciudadanos que componen un Tribunal de Sentencia, de esa forma la comunidad es
representada por esos miembros en los delitos de mayor relevancia social y gravedad
(art. 52 NCPP), mientras que para el juzgamiento de los delitos leves, se establecen
Jueces de Sentencia unipersonales (art. 53 NCPP); es decir, se ha seguido la regla
comentada que recomendó tribunales colegiados para los delitos graves y unipersonales
para los leves.
B. Principios de realización del proceso.
Regla 5ª. Los poderes públicos deberán, en materia penal, colaborar con la
autoridad judicial y procurarle la información que ésta les solicite.
En el primer caso, la nueva legislación contiene una serie de normas tendientes a la
obtención de la información requerida ya sea por la autoridad judicial o por la fiscal. Así, el
fiscal, juez o tribunal, para el cumplimiento de los actos que ordenen en el ejercicio de sus
funciones dispondrán la intervención de la fuerza pública y las medidas que sean
necesarias (art. 122 NCPP); cuando sea necesario, los jueces y fiscales podrán recurrir
de manera directa a otra autoridad judicial o administrativa, para la ejecución de un acto o
diligencia y podrán también solicitar información de manera directa cuando ésta se vincule
con el proceso, debiendo las autoridades requeridas tramitar sin demora las diligencias
legalmente transmitidas bajo pena de ser sancionadas (art. 136 NCPP). Finalmente,
tratándose de investigaciones internacionales, la Fiscalía podrá coordinar la investigación
con otros países u organismos internacionales (art. 148 NCPP).
En el caso de los fiscales, para el cumplimiento de sus funciones, toda persona,
institución o dependencia pública o privada, tiene la obligación de proporcionar la
información requerida por el Ministerio Público, bajo responsabilidad (art. 16 NLOMP).
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Incluso, tratándose de la Defensa Pública se ha introducido el deber de colaboración (art.
6) en sentido que, dentro del marco de sus competencias, las entidades estatales,
organismos policiales y de seguridad, brindarán en forma gratuita, la cooperación que les
sea requerida por el SENADEP para el cumplimiento de sus fines.
Regla 6ª. Todo proceso penal se desarrollará sin dilaciones indebidas. Los estados
deberán establecer esta obligación en sus legislaciones.
Sobre este tema, bastará considerar dos elementos. El primero de orden estructural en
sentido que el diseño del nuevo proceso penal de corte oral por sus características
peculiares tiende a ser menos retardatario que el de cuño escrito y el segundo, de orden
normativo, contenido en los arts. 133 y 134 NCPP que prevén un plazo máximo de
duración de la etapa preparatoria de seis meses –computables ahora desde la imputación
formal según Sentencia Constitucional Nº 1036/02-R- y que la duración del proceso tendrá
una duración máxima de tres años, computables desde el primer acto del procedimiento,
salvo rebeldía.
C. Derechos del imputado
Regla 7ª. Las decisiones que afecten a derechos personales o procesales del
imputado no podrán ser adoptadas sin audiencia previa de éste. Cuando la decisión
haya afectado alguno de estos derechos, el Juez o Tribunal que la adoptó deberá
oírle en el plazo más breve posible para modificarla, si hubiere lugar a ello.
Si bien inicialmente esta regla no tuvo una recepción normativa precisa en lo que hace al
señalamiento de la audiencia previa, éste elemento fue introducido jurisprudencialmente
por las Sentencias Constitucionales Nº s 547/02-R de 13 de mayo y 1272/02-R de 21 de
octubre, cuya ratio decidendi en coherencia con la naturaleza oral y pública del nuevo
proceso y a partir de la consideración que el derecho de defensa es inviolable en juicio,
impone tratándose de la consideración de un pedido de una medida cautelar, su
consideración en audiencia.
Respecto de la posibilidad de modificar la decisión que afecte derechos personales o
procesales del imputado, nuestra legislación ha otorgado la facultad del imputado para
apelar esas decisiones; por ejemplo, la apelación incidental del art. 251 NCPP e incluso,
de manera excepcional, tratándose de medidas cautelares de índole personal, el auto que
imponga o rechace una medida de esa naturaleza, puede ser revocable o modificable,
aun de oficio.
Regla 8ª. La persona sobre la que pese sospecha de parte de los órganos de
persecución no podrá ser interrogada sin ser advertida, previamente, que tiene el
derecho a contar con la asistencia de un abogado y a guardar silencio o a
abstenerse de declarar contra sí misma.
Asimismo, tendrá derecho a contar con un intérprete gratuito en todas las fases del
procedimiento.
En este punto, nuestra legislación procesal ha establecido que el imputado desde el inicio
de su captura tendrá derecho a ser asistido y a entrevistarse en privado con su defensor
(art. 84 NCPP); antes de iniciar su declaración se le advertirá que puede abstenerse de
declarar y que esa decisión no le acarreará perjuicio alguno (art. 92 NCPP) y para el
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desarrollo de su declaración, se le informará el derecho que tiene a guardar silencio,
pudiendo declarar todo lo que considere útil para su defensa (art. 95 NCPP).
Además, entre los principios básicos de actuación que deben observar los efectivos
policiales cuando realizan una aprehensión (art. 296 b4 NCPP), está el de informar al
aprehendido el motivo de su aprehensión, que tiene derecho a guardar silencio sin que
ello le perjudique y a designar abogado defensor.
En ejercicio de su defensa técnica, todo imputado tiene derecho irrenunciable a la
asistencia y defensa de un abogado desde el primer acto del proceso hasta el fin de la
ejecución de la sentencia (art. 9 NCPP).
Finalmente, el imputado que no comprenda el castellano tendrá derecho a elegir un
traductor o intérprete para que lo asista en todos los actos necesarios para su defensa y,
cuando no haga uso de ese derecho o no cuente con recursos suficientes, se le designará
uno de oficio (art. 10 NCPP).
Es más, se prevé que si bien en todos los actos procesales se empleará como idioma el
español, las declaraciones o interrogatorios se podrán realizar en el idioma del declarante
e incluso, para constatar que el acta es fiel, el declarante tendrá derecho a solicitar la
intervención de un traductor de su confianza (art. 111 NCPP). En el juicio y en las demás
audiencias orales se utilizará el español, pero alternativamente, mediante resolución el
juez o tribunal podrá ordenar la utilización del idioma originario del lugar donde se celebra
el juicio y, si alguna de las partes, los jueces o declarantes no comprenden con facilidad el
idioma o lengua utilizada, se nombrará un traductor común (art. 113 NCPP). Cuando se
trate de personas que no puedan expresarse fácilmente en español o que adolezcan de
un impedimento manifiesto, el juez o tribunal de oficio o a petición de parte, dispondrá las
medidas necesarias para que los interrogados sean asistidos por un intérprete o traductor,
o se expresen por escrito o de la forma que facilite la realización de la audiencia (art. 115
NCPP).
En relación a la sentencia, luego de su pronunciamiento y lectura, el juez o tribunal
dispondrá la explicación de su contenido en la lengua originaria del lugar donde se
celebró el juicio (art. 114 NCPP).
Regla 9ª. El imputado tiene el derecho irrenunciable a declarar libremente o a
guardar silencio sobre los hechos que se le atribuyan. No podrá ser constreñido o
inducido a confesar mediante violencia, amenaza, engaño, recompensa u otro
medio de efecto semejante.
Las legislaciones nacionales deberán prever sanciones penales y disciplinarias
contra los funcionarios que quebranten la regla anterior.
Al margen de algunos de los elementos ya señalados en el anterior acápite en el que se
establece claramente el derecho del imputado a declarar libremente o a guardar silencio
sobre los hechos atribuidos sin perjuicio de ninguna naturaleza, cabe también mencionar
que durante la declaración que el imputado podrá prestar durante la audiencia de juicio,
podrá manifestar lo que crea conveniente en su declaración (art. 346 NCPP) y que
durante la audiencia de juicio, podrá hacer las declaraciones que considere oportunas,
siempre que se refieran a su defensa (art. 347 NCPP).
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Bajo el parágrafo de métodos prohibidos para la declaración, se prevé que en ningún caso
se exigirá juramento al imputado, ni será sometido a ninguna clase de coacción, amenaza
o promesa, ni se usará medio alguno para obligarlo, inducirlo o instigarlo a declarar contra
su voluntad, ni se le harán preguntas tendientes a obtener su confesión (art. 93 NCPP).
Sobre las sanciones contra los funcionarios que quebranten esas normas, nuestra
legislación no prevé una norma taxativa que sancione esas conductas, siquiera como
ocurre en la última parte del art. 77 NCPP, salvo la imposibilidad de fundar ninguna
decisión contra el imputado, si no se observaron las normas previstas para su declaración
(art. 100 NCPP).
Regla 10ª. Las pruebas obtenidas mediante la transgresión de los derechos
consagrados en las reglas 8a. y 9a. no podrán ser utilizadas en el proceso.
Al margen del art. 100 ya señalado, es pertinente considerar también para ésta regla el
principio de legalidad de la prueba, por el cual los elementos de prueba sólo tendrán valor
si han sido obtenidos por medios lícitos. No tendrá valor la prueba obtenida mediante
torturas, malos tratos, coacciones, amenazas, engaños o violación de los derechos
fundamentales de las personas, ni la obtenida en virtud de información obtenida en un
procedimiento o medio ilícito (art. 13 NCPP). Además, carecerán de toda eficacia
probatoria los actos que vulneren derechos y garantías consagradas en la CPE,
Convenciones y Tratados Internacionales vigentes y otras leyes, así como la prueba
obtenida en virtud de información originada en un procedimiento o medio ilícito (arts. 172
NCPP y 59 NLOMP).
Regla 11ª. Sin perjuicio de su derecho a defenderse a sí mismo, el imputado, en
todas las fases del procedimiento, y el condenado durante la ejecución de la
condena tienen el derecho de contar con un abogado de su libre elección.
Igualmente, el imputado carente de medios tiene derecho a contar con la asistencia
de un abogado.
En aquellos procedimientos en los cuales las consecuencias jurídicas puedan
consistir, directa o indirectamente, en la privación de libertad, la intervención de
abogado será siempre necesaria.
La defensa material o autodefensa ha sido expresamente introducida en nuestra
economía jurídica penal mediante el art. 8 NCPP configurado como el derecho del
imputado a defenderse por si mismo, a intervenir en todos los actos del proceso que
incorporen elementos de prueba y a formular las peticiones y observaciones que
considere oportunas.
Al margen de las disposiciones sobre defensa técnica en todas las fases del proceso ya
señaladas (arts. 9; 84; 92; 94 y otros citados), se prevé tratándose de la defensa estatal
del imputado, que el defensor podrá representar a su defendido en todas las instancias
del proceso sin necesidad de poder expreso (art. 109 NCPP).
Cuando exista contradicción entre la defensa material y la técnica, deberá primar la
defensa material (art. 11, Ley No. 2496).
Asimismo, la Ley de Ejecución Penal y Supervisión (art. 8) establece el derecho irrestricto
de todo interno a su defensa material y técnica, para lo que tiene derecho a entrevistarse
con su defensor, sin sujeción de horario establecido ni ninguna otra limitación.
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D. Derecho de la defensa
Regla 12ª. El abogado defensor podrá asesorar el imputado en todas las fases del
procedimiento.
Ningún interrogatorio del imputado podrá ser tomado en consideración cuando su
abogado defensor no haya podido asesorarle sobre si le conviene o no declarar, o
advierte sobre el significado inculpado de sus manifestaciones.
Sólo por decisión judicial debidamente motivada y por un tiempo determinado, se
podrá limitar el derecho del imputado a comunicarse con su abogado. Esta decisión
debe ser fundada en la Ley y basada en especiales circunstancias de concreto
peligro para la seguridad de las personas que provengan de la vinculación del
imputado con una organización delictiva violenta.
Se garantiza el secreto de las comunicaciones entre el imputado y su abogado en el
marco de la relación profesional.
Las pruebas obtenidas mediante violación del derecho a la defensa son nulas y, en
consecuencia, no podrán ser utilizadas como tales en el proceso.
Como se arguyó, existen varias disposiciones que prevén la defensa técnica a lo largo de
todo el procedimiento: todo imputado tiene el derecho irrenunciable a la asistencia y
defensa de un abogado desde el primer acto de proceso hasta el fin de la ejecución de la
sentencia (art. 9 NCPP) y, el condenado durante la ejecución de la condena tendrá los
derechos y garantías que le otorgan la Constitución, las Convenciones y Tratados
Internacionales vigentes y las leyes, pudiendo a éste efecto plantear ante el juez de
ejecución penal las peticiones que estime convenientes (art. 429 NCPP), así como la Ley
de Ejecución Penal y Supervisión en su art. 8, ya señalado líneas arriba.
Acerca del interrogatorio del imputado sin la presencia y asesoramiento de su abogado,
nuestra normativa ha establecido que la Policía sólo podrá interrogar al imputado con la
presencia del fiscal y de su abogado defensor, excepto para constatar su identidad (art.
92 NCPP); que la declaración del imputado sin la presencia del fiscal y de su abogado
defensor que contenga una confesión del delito será nula y no podrá ser utilizada en el
proceso, sin perjuicio de la responsabilidad administrativa de quienes la reciban o utilicen
(art. 93 NCPP) y que las declaraciones del imputado no podrán llevarse a cabo sin la
presencia de su abogado defensor (art. 94 NCPP).
En lo que respecta a la incomunicación del imputado con su defensor por un tiempo
determinado, no existe en nuestra legislación procesal una disposición de tal naturaleza,
debiendo diferenciarse del caso, la reserva de las actuaciones (art. 281 NCPP). En el
caso de la incomunicación (art. 231 NCPP) ésta se permite en casos de notoria gravedad
cuando existan motivos fundados que el imputado obstaculizará la investigación, pero no
impedirá que el imputado sea asistido por su defensor antes de la realización de cualquier
acto que requiera de su intervención personal.
Es más, la última parte del 84 NCPP entre los derechos del imputado, manda que éste,
desde el inicio de su captura tendrá derecho a ser asistido y a entrevistarse en privado
con su defensor e incluso, prevé para el caso que se encuentre privado de libertad, que el
encargado de su custodia transmitirá al juez sus observaciones o peticiones que formule
en las 24 siguientes, debiendo facilitar en todo momento su comunicación con el defensor.
Lo propio en relación con el condenado, como se refirió en el caso del art. 8 de la Ley de
Ejecución Penal y Supervisión.
11
La Ley de Creación del Servicio Nacional de la Defensa Pública (Ley No. 2496 en
adelante), prevé también que la defensa técnica proporcionada por el SENADEP se
extiende desde el primer acto del proceso penal hasta el fin de la ejecución de la
sentencia, manteniéndose inalterable para la interposición de y correspondientes trámites
de los sucesivos recursos establecidos por ley (art. 3).
En relación a garantizar el secreto de las comunicaciones entre abogado e imputado, la
Ley No. 2496, impone la obligación a los miembros del SENADEP de mantener reserva
sobre la información que conozca o genere con relación a los casos concretos (art. 8). El
inc. 7º del art. 26 de la misma norma, entre las obligaciones del defensor público,
contempla la de proteger la confidencialidad y trato reservado de su representado,
guardando discreción respecto de todos los hechos e informaciones vinculadas a los
casos que representa, cualquiera que sea la forma que las haya conocido.
En relación a la prohibición de utilización de las pruebas obtenidas mediante la
conculcación del derecho de defensa, hemos receptado mediante el art. 13 NCPP la
denominada legalidad de la prueba, que castiga con nulidad los medios de prueba
obtenidos ilícitamente, así como la prueba obtenida mediante torturas, malos tratos,
coacciones, amenazas, engaños o violación de los derechos fundamentales, o la obtenida
en virtud de información originada en un procedimiento o medio ilícito. En el mismo
sentido, se prohíbe a los fiscales utilizar contra el imputado pruebas obtenidas en
violación a la CPE, Convenciones y Tratados Internacionales y leyes (art. 71 NCPP y 59
NLOMP)); pero además, no se permite fundar ninguna decisión contra el imputado, si en
la recepción de su declaración no se observaron las normas establecidas en el capítulo
relativo a ese tema (art. 100 NCPP).
En la misma línea, el principio rector de la actividad procesal defectuosa precisa que no
podrán ser valorados para fundar una decisión judicial ni utilizados como presupuestos de
ella, los actos cumplidos con inobservancia de las formas y condiciones previstas en la
CPE, Convenciones y Tratados Internacionales vigentes y el propio Código, salvo que el
defecto pueda ser subsanado o convalidado (arrt. 167 NCPP) y, entre los defectos
absolutos (art. 169 NCPP), se consigna que no serán susceptibles de convalidación los
defectos concernientes a la intervención, asistencia y representación del imputado, en los
casos y formas que el Código establece y los que impliquen inobservancia o violación de
derechos y garantías previstos en la CPE, Convenciones y Tratados Internacionales y el
Código, debiendo recordarse que el art. 16 de la CPE establece que el derecho de
defensa es inviolable.
Nuevamente, entre las exclusiones probatorias, se reitera el principio citado en sentido
que carecerán de eficacia probatoria los actos que vulneren derechos y garantías
consagradas en la CPE y demás normas ya varias veces citadas, así como la prueba
obtenida en virtud de información generada en un procedimiento o medio ilícito (art. 172
NCPP y 59 NLOMP).
Regla 13ª. El defensor tiene derecho a participar en los actos de investigación en
los que se requiera la presencia del imputado. Igualmente podrá aportar pruebas e
intervenir en la práctica de las mismas, por sí, o, en el caso de pruebas periciales, a
través de un experto. Contra la denegación de la práctica de una prueba, la defensa
tiene el derecho de recurrir.
12
Al respecto, se ha establecido que el imputado podrá ejercer todos los derechos y
garantías que la CPE, las Convenciones y Tratados internacionales vigentes y el Código
le reconozcan, desde el primer acto del proceso hasta su finalización (art. 5 NCPP); que el
imputado sin perjuicio de la defensa técnica tendrá derecho a defenderse por sí mismo, a
intervenir en todos los actos del proceso que incorpore elementos de prueba y a formular
las peticiones y observaciones que considere oportunas (art. 8 NCPP), así como a contar
con defensa técnica que implica la asistencia y defensa de un abogado desde el primer
acto del proceso hasta el fin de la ejecución de la sentencia (arts. 9 NCPP y 3 de la Ley
No. 2496).
Tratándose de pruebas periciales, el procedimiento permite autorizar la intervención en el
proceso de consultores técnicos propuestos por las partes (art. 207 NCPP). También,
éstas podrán proponer peritos y proponer u objetar los temas de la pericia (art. 209
NCPP).
En el caso del anticipo de prueba (art. 307 NCPP) nuestra normativa interna permite su
realización, previa citación a las partes. Ante el rechazo, se podrá acudir ante el tribunal
de apelación que deberá resolver el pedido.
Finalmente, es obvio que en virtud del principio de inmediación, el juicio donde se
introducirán las pruebas deberá realizarse con la presencia ininterrumpida de los jueces y
las partes, lo que implica también la presencia ininterrumpida del defensor (art. 330
NCPP).
Regla 14ª. El defensor estará autorizado a tomar conocimiento de las actas,
documentos y demás medios de prueba de los que disponga el Tribunal o de los
que éste pudiera llegar a disponer.
Antes de formalizar la acusación, el conocimiento de las actas, documentos y
demás medios de prueba podrá ser denegado, cuando con ello se pongan en
peligro los fines de la investigación.
No existe una normativa clara sobre los dos temas anteriores, salvo la relativa a los
documentos de la investigación que señala que durante la etapa preparatoria no se
formará un expediente judicial y que las actuaciones del fiscal y documentos obtenidos se
acumularán en el cuaderno de investigación (art. 280 NCPP).
La reserva de las actuaciones prevé en los casos que sea indispensable para la eficacia
de la investigación, que el juez a solicitud del fiscal, podrá decretar la reserva de las
actuaciones incluso para las partes, por una sola vez y por un lapso no mayor a diez días,
salvo delitos vinculados a organizaciones criminales (art. 281 NCPP).
A más de ello, si bien nuestro NCPP no consigna de manera expresa que el defensor
tenga acceso a tomar conocimiento de los medios de prueba, ello debe deducirse
favorablemente a la luz del principio de igualdad (art. 12 del NCPP) que taxativamente
impone que las partes tendrán igualdad de oportunidades para ejercer durante el proceso
las facultades y derechos que les asisten y en virtud a las varias disposiciones citadas en
relación con el ejercicio irrestricto de la defensa técnica y material desde el inicio del
procedimiento hasta su conclusión, es evidente que ese derecho inherente al de defensa
no puede ser siquiera limitado y menos vedado.
E. Medios coercitivos
13
Regla 16ª. Las medidas limitativas de derecho tienen por objeto asegurar los fines
del procedimiento y estarán destinadas, en particular, a garantizar la presencia del
imputado y la adquisición y conservación de las pruebas.
Regla 17ª. En relación con la adopción de las medidas limitativas de derechos,
regirá el principio de proporcionalidad, considerando, en especial, la gravedad del
hecho imputado, la sanción penal que pudiera corresponder y las consecuencias
del medio coercitivo adoptado.
Regla 18ª. Sólo una autoridad judicial ajena a la investigación podrá dictar medidas
procesales que impliquen una limitación de los derechos de la persona. Por el
contrario, si las resoluciones mencionadas son adoptadas por la misma autoridad
judicial que tenga a su cargo la investigación, se preverá un recurso de rápida
tramitación ante un Tribunal superior. Esta regla deberá tener especial aplicación
en relación con la prisión preventiva.
Las medidas tomadas por el Ministerio Público y por la Policía que impliquen
directamente limitaciones de los Derechos Fundamentales de la Persona deberán
ser autorizadas judicialmente, a instancia del referido Ministerio Público.
Sólo por razones de urgencia, expresamente previstas en la Ley, el Ministerio
Público o la Policía podrán adoptar tales medidas y en este caso deberán ser
homologadas judicialmente en el plazo más breve posible.
En nuestra normativa interna, la libertad personal y los demás derechos y garantías
reconocidos en favor de la persona por la CPE, Convenciones y Tratados y el Código,
podrán ser restringidos cuando sea indispensable para asegurar la averiguación de la
verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley (art. 221 NCPP).
Las medidas cautelares personales se ejecutarán con criterio restrictivo y excepcional, en
caso de duda, ésta favorecerá al imputado, debiendo ser ejecutadas de modo que
perjudiquen lo menos posible a la persona y reputación de los afectados (arts. 7 y 222
NCPP).
La autoridad encargada de aplicar una medida de la naturaleza que nos ocupa es el
órgano jurisdiccional que, como se ha señalado líneas arriba, no es ya el encargado de la
investigación, sino tiene como función principal –tratándose del juez instructor- el control
de la investigación que está a cargo de un órgano diferente: el fiscal con el auxilio de la
Policía y el Instituto de Investigaciones Forenses.
Como ya se puso de manifiesto, en el caso de las medidas cautelares personales se
prevé la posibilidad de revocarlas o modificarlas aun de oficio (art. 250 NCPP) pudiendo
ser también objeto de apelación incidental (art. 251 NCPP). En el caso de las medidas
cautelares de carácter real, se prevén incidentes sobre la calidad de bienes y acreencias
(arts. 255 y 256 NCPP), además de los recursos de apelación incidental (art. 403 inc. 11
NCPP).
Como se dijo, en todos los casos la Fiscalía y la Policía actúan bajo control jurisdiccional
(art. 279 NCPP), por lo que todo acto que implique lesión de derechos fundamentales, por
ejemplo la detención preventiva, el allanamiento (art. 180 NCPP) u otra, debe ser
autorizada por el juez y, las medidas de urgencia en las que el Ministerio Público o la
Policía están autorizadas a realizar, deberán ser comunicadas al juez –aprehensión fiscal
en 24 horas (art. 226 NCPP) u 8 horas en aprehensión policial (art. 227 NCPP)- .
14
Regla 19ª. La detención de una persona sólo se podrá decretar cuando existan
fundadas sospechas de su participación en un delito.
En virtud del art. 233 inc 1), la detención preventiva podrá ser ordenada por el juez,
cuando, entre otros requisitos adicionales, se demuestre la existencia de elementos de
convicción suficientes para sostener que el imputado es, con probabilidad autor o
partícipe de un hecho punible.
Todo detenido deberá ser presentado, a la mayor brevedad, ante la autoridad
judicial y ésta, después de oírle, resolverá inmediatamente respecto de su libertad.
Los Estados fijarán en sus legislaciones nacionales un límite máximo de duración
de la detención que nunca excederá de 72 horas.
En nuestra realidad, la denominación detenido habría que entenderla como aprehendido
en cuyo caso, el fiscal tiene 24 horas para poner al aprehendido a disposición del juez,
para que resuelva en el mismo plazo sobre la aplicación de alguna medida cautelar o su
libertad por falta de indicios (art. 226 NCPP). Tratándose de la aprehensión policial, el
plazo para poner a disposición del Fiscal se reduce a 8 horas (art. 227 NCPP) y en caso
de aprehensión por particulares en flagrancia, éstas deberán entregar al aprehendido
inmediatamente a la policía, fiscal o autoridad más cercana (art. 229 NCPP).
Todo detenido tiene derecho a comunicarse, lo antes posible, con un abogado de
su elección. En cualquier caso, su detención deberá ser comunicada de inmediato a
su familia o a las personas de su confianza por él designadas.
Ya se indicó reiteradas veces que el imputado, desde el inicio de su captura –léase
aprehensión- tendrá derecho a ser asistido y a entrevistarse en privado con su defensor
(art. 84). La designación del mismo se efectuará sin dilación ni formalidad alguna desde
el momento de la detención, apresamiento o antes de iniciarse la detención del imputado
(art. 9 NCPP).
Incluso, entre las funciones del Ministerio Público (art. 14 LOMP), los incs. 5 y 6 mandan
que es obligación del Ministerio Público informar al imputado, sobre los derechos y
garantías constitucionales que le asisten; asignar un defensor estatal al imputado carente
de recursos económicos o a favor del que se niegue a designar uno particular.
Obviamente, el art. 3 de la Ley No. 2496 refiriéndose a la extensión de la defensa técnica
proporcionada por el SENADEP sienta el principio que ésta se extiende desde el primer
acto del proceso penal hasta el fin de la ejecución de la sentencia, manteniéndose
inalterable para la interposición y trámites sucesivos.
Regla 20ª. La prisión preventiva no tendrá carácter de pena anticipada y podrá ser
acordada únicamente como “última ratio”. Sólo podrá ser decretada cuando se
compruebe peligro concreto de fuga del imputado o de destrucción, desaparición o
alteración de las pruebas.
Las medidas cautelares personales sólo serán aplicadas cuando sea indispensable para
asegurar la averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley,
serán autorizadas por resolución judicial fundamentada y sólo durarán mientras subsista
la necesidad de su aplicación (art. 221 NCPP). Además de la exigencia de la probabilidad
de autoría o participación, debe concurrir la existencia de elementos de convicción
15
suficientes de que el imputado no se someterá al proceso u obstaculizará la averiguación
de la verdad (art. 233 -2 NCPP).
Sólo se podrá ordenar la prisión preventiva cuando la pena que previsiblemente se
pueda imponer sea privativa de libertad y superior a dos años. Contra esta decisión
cabrá un recurso ante un Tribunal superior. En todo caso, los ordenamientos de los
Estados establecerán los límites máximos de duración de la prisión preventiva.
Nuestro Código impide la aplicación de la detención preventiva en los delitos de acción
privada, en los que no tengan pena privativa de libertad y los sancionados con pena
privativa de libertad cuyo máximo legal sea inferior a tres años, pudiéndose en esos
casos, aplicar medidas sustitutivas a la detención preventiva (art. 232 NCPP).
Siguiendo las reglas analizadas, se han establecido límites máximos de duración de la
detención preventiva, en dos sentidos: a) cuando su duración exceda el mínimo legal de
la pena establecida en el delito juzgado y b) su duración exceda 18 meses sin sentencia o
24 sin que hubiera adquirido calidad de cosa juzgada (art. 239 NCPP). Además,
siguiendo posiciones doctrinales mayoritarias, se prevé la cesación de la medida cuando
nuevos elementos de juicio demuestren que ya no concurren los elementos que la
fundaron o tornen conveniente que sea sustituida por otra medida.
El sometido a prisión preventiva podrá comunicarse con su abogado siempre que
lo estime necesario. Los presos preventivos estarán separados de los condenados.
Sobre el primer aspecto, el art. 8 de la Ley de Ejecución Penal y Supervisión, con carácter
general refiere que todo interno tiene derecho a entrevistarse con su defensor, sin
sujeción a horario establecido ni ninguna otra limitación.
Mientras, sobre el segundo: los detenidos preventivamente serán internados en
establecimientos especiales, diferentes de los que utilizan para los condenados o al
menos en seccione separadas de las dispuestas para estos últimos (art. 237 NCPP), lo
que actualmente es imposible de cumplir dadas las actuales condiciones carcelarias.
Regla 23ª. Toda intervención corporal estará prohibida salvo que se cuente con el
consentimiento del afectado. Sin embargo, y sólo cuando no exista otro medio para
descubrir el presunto delito, la autoridad judicial podrá acordarla, atendida la
gravedad del mismo y la falta de peligro para la salud del afectado.
La intervención corporal deberá ser siempre practicada por un profesional de la
medicina de acuerdo con la lex artis y con el máximo respeto a la dignidad e
intimidad de la persona.
En este rubro, nuestra legislación interna peca de insuficiente ya que la única disposición
bastante reducida sobre el tema expresa que, tratándose de exámenes médicos, el fiscal
–no la autoridad judicial- podrá ordenar la realización de exámenes médico forenses del
imputado o la víctima, cuando éstos sean necesarios para la investigación del hecho
denunciado, los que se realizarán preservando la salud y el pudor del examinado (art. 206
NCPP).
Regla 24ª. La entrada y registro en lugar cerrado requiere siempre de autorización
judicial conforme a la ley y debidamente motivada, en el marco de las reglas 16ª y
17ª, salvo en los casos de delitos flagrantes graves.
16
En correspondencia con nuestra norma constitucional, cuando el registro deba realizarse
en un domicilio se requerirá resolución fundada del juez y la participación obligatoria del
fiscal, no pudiendo allanarse un domicilio o residencia particular en horas de la noche. El
allanamiento únicamente podrá efectuarse durante las horas hábiles del día, salvo delito
flagrante (art. 180 NCPP).
F. Juicio Oral
Regla 25ª. El imputado tiene derecho a un juicio oral.
Los debates serán públicos, salvo las excepciones reconocidas
instrumentos internacionales de protección de derechos humanos.
en
los
En Bolivia, no se ha establecido –como en otras realidades- el derecho incluso de índole
constitucional del imputado al juicio oral, disponiéndose de una norma muy general en el
que se establece que el juicio es la fase esencial del proceso y que se realiza sobre la
base de la acusación, en forma contradictoria, oral, pública y continua, para la
comprobación del delito y la responsabilidad del imputado, con plenitud de jurisdicción
(art. 329 NCPP).
En el segundo aspecto, con carácter general se establece que los actos del proceso serán
públicos, aunque el órgano jurisdiccional podrá ordenar fundadamente que algunos actos
del proceso se realicen en forma reservada, total o parcialmente, cuando se afecte el
pudor o la vida privada de alguna de las partes o de otra persona citada; corra riesgo la
integridad física de los jueces, de alguna de las partes o de otra persona citada; peligre un
secreto oficial, particular, comercial o industrial previsto legalmente o cuando el imputado
o la víctima sea menor de 18 años (art. 116 NCPP).
Ya durante el juicio, sobre la participación de los medios de comunicación, el juez o
tribunal autorizará la instalación en la sala de equipos de grabación, fotografía, radiofonía,
filmación u otros, de tal manera que estos medios no perjudiquen el desarrollo del debate,
siempre que no se trate de juzgamiento de menores (art. 331 NCPP).
Regla 26ª. El juicio oral no se celebrará contra un acusado ausente
involuntariamente. Si se trata de un delito grave, la presencia del mismo será
imprescindible.
A diferencia del anterior sistema, el NCPP permite solamente el juzgamiento en rebeldía
durante la etapa preparatoria (art. 90 NCPP) mientras, durante la fase del juicio oral
donde la contradicción alcanza su mayor grado, está expresamente prohibido el
juzgamiento del ausente, aunque no impide el juzgamiento de los restantes coimputados
presentes, interrumpiéndose el término de la prescripción para el mismo. Esa norma
obedece a que el juzgamiento del ausente declarado rebelde resulta conculcatorio de su
derecho de defensa.
Cabe finalmente anotar que nuestra legislación no ha previsto –como en la regla
comentada- alguna disposición acerca de la gravedad del delito, lo que implica que la
suspensión del juzgamiento para el rebelde aplica en cualquier caso, sin considerar la
levedad o gravedad del hecho juzgado.
17
Regla 27ª. En el juicio oral se practicarán con plenitud todas las pruebas tendentes
a acreditar los hechos imputados y también las que contribuyan a demostrar la
inocencia del acusado.
Al respecto, puedo citar el objeto del juicio oral descrito en sentido que es la fase oral del
proceso, realizándose sobre la base de la acusación en forma contradictoria, oral, pública
y continua, para la comprobación del delito y la responsabilidad del imputado, con plenitud
de jurisdicción (art. 329 NCPP). Además, refiriéndose a la dirección de la audiencia, se
señala que el juez o el presidente del tribunal dirigirá la audiencia y ordenará los actos
necesarios para su desarrollo, garantizando el ejercicio pleno de la acusación y de la
defensa (art. 339 NCPP).
Regla 28ª. La totalidad de dicho juicio se deberá celebrar necesariamente ante los
mismos miembros del Tribunal sentenciador.
Regla 29ª. Todas las pruebas habrán de ser practicadas ante el Tribunal
sentenciador.
Ambas reglas las entiendo dentro de los alcances del principio de inmediación que exige
el contacto directo de las partes y del órgano jurisdiccional con las pruebas. Estás, para
que puedan ser usadas en sentencia, deberán haber sido sólo las producidas durante la
audiencia de juicio. En ese sentido, se ha dispuesto que el juicio se realizará con la
presencia ininterrumpida de los jueces y de todas las partes, precisando además que si el
defensor abandonará la audiencia o se retirará de ella, se considerará abandonada la
defensa y procederá a su reemplazo. En el caso del fiscal, si no acude a la audiencia o se
retira de ella sin justificación, se suspenderá el acto y pondrá en conocimiento del superior
jerárquico para que asigne otro fiscal (art. 330). Al inicio de la audiencia, se deberá
necesariamente verificar la presencia de las partes (art. 344 NCPP).
En la misma línea, entre las causales de suspensión de la audiencia de juicio, se
considera cuando algún juez u otro sujeto procesal tengan un impedimento físico
debidamente comprobado que les impida continuar su actuación en el juicio, salvo que
sea el fiscal o el defensor y puedan ser sustituidos inmediatamente (art. 335 inc. 2 NCPP).
Nuestro Código ha introducido previsiones destinadas a que el juicio se celebre ante los
mismos miembros que lo iniciaron. Así, una vez reanudado el juicio luego de una
suspensión determinada, en caso de ausencia de un miembro del tribunal, únicamente se
dispondrá la interrupción del juicio, cuando no cuente por lo menos con tres de sus
miembros y siempre que el número de jueces ciudadanos no sea inferior al de los
técnicos (art. 336 del NCPP).
Los fiscales, en la acumulación y la producción de prueba, preservarán las condiciones de
inmediación de todos los sujetos procesales con los medios de convicción y harán una
interpretación restrictiva de de las normas de interpretación de prueba por lectura (art. 60
NLOMP).
Si la comprobación de un hecho se basa en la percepción de una persona, deberá
ser ésta interrogada en el juicio oral. Este interrogatorio no puede ser reemplazado
por la lectura de un documento o declaración anteriormente escrita. Las Leyes
nacionales establecerán las excepciones a este principio por razón de imposibilidad
o grave dificultad de la reproducción de esta prueba. En estos casos, se podrá
utilizar en el juicio oral las declaraciones practicadas con anterioridad, siempre que
18
hubiesen tenido lugar con intervención del defensor y se garantice a las otras
partes la oportunidad de oponerse a la prueba aportada (principio de
contradicción).
Aunque no existe una norma tan precisa como la de la regla en cuestión, cabe remitirse a
una de orden más general que –al margen del principio de contradicción previsto en el art.
329 del NCPP- establece que el juicio será oral y excepcionalmente podrán incorporarse
por lectura, las pruebas recibidas conforme al anticipo de prueba, sin perjuicio que las
partes o el tribunal exijan la comparecencia del testigo o perito cuando sea posible (art.
333 inc. 1 NCPP).
El acusado y su defensor tienen derecho a interrogar a los testigos.
Si bien ya se abordó ampliamente la defensa técnica y material (arts. 8 y 9 NCPP), cabría
señalar que en el tema del interrogatorio se ha previsto con carácter general que después
que el juez o el presidente del tribunal interrogue al testigo o perito sobre su identidad
personal y circunstancias generales para valorar su declaración, se dará curso al
interrogatorio directo comenzando por quién lo propuso, continuando con las otras partes
y luego serán interrogados por el presidente y demás miembros del tribunal (art. 351
NCPP)
Regla 30ª. La prueba pericial deberá ser practicada por expertos imparciales,
objetivos e independientes.
Al respecto, se ordenará pericia cuando para descubrir o valorar un elemento de prueba
sean necesarios conocimientos especializados en alguna ciencia, arte o técnica (art. 204
NCPP), siendo designados peritos quienes, según reglamentación estatal acrediten
idoneidad en la materia (art. 205 NCPP).
Para garantizar su imparcialidad, los peritos podrán excusarse o ser recusados por los
mismos motivos que los jueces (art. 210 NCPP).
Asimismo, el Instituto de Investigaciones Forenses está encargado de realizar, con
autonomía funcional, todos los estudios científico – técnicos requeridos para la
investigación de los delitos (art. 75 NCPP). Principio ampliado en la NLOMP (art. 80) que
reitera que el IDIF tiene en sus funciones técnicas carácter independiente y emite
informes y dictámenes conforme a las reglas de la investigación científica.
31ª. El abogado defensor formulará su alegato final después de la acusación.
No parece muy precisa esta regla cuando es trasladada a la secuencia de nuestra
normativa. Aún así, entiendo que el alegato final del defensor no seguirá a la acusación
sino a la producción de pruebas. En nuestra realidad, el defensor formula su alegato –
presenta o expone su defensa- luego de escuchados los fundamentos acusatorios del
fiscal y del querellante y prestada su declaración si lo hizo (art. 346 NCPP). Más adelante,
producida la prueba de cargo y descargo, le corresponde la última intervención al
defensor formulando sus conclusiones (art. 356 NCPP).
El acusado tendrá derecho a la última palabra.
19
Producidas así las conclusiones de todas las partes, el presidente del tribunal preguntará
al imputado si tiene algo más que manifestar, para luego inmediatamente después
declarar cerrado el debate e ingresar a las deliberaciones de la sentencia (art. 356
NCPP).
Regla 32ª. El acusado tiene derecho a la presunción de inocencia.
Siguiendo la directriz constitucional prevista por el art. 16-I de la CPE, se ha hecho un
desarrollo detallado de las consecuencias de la presunción de inocencia. Se empieza
dejando sentado que todo imputado será considerado inocente y tratado como tal en todo
momento, mientras no se declare su culpabilidad en sentencia ejecutoriada; para luego
establecer que no se podrá obligar al imputado a declarar en contra de sí mismo y su
silencio no podrá ser utilizado en su perjuicio; que la carga de la prueba corresponde a los
acusadores y que se prohíbe toda presunción de culpabilidad (art. 6 NCPP).
Obviamente, a partir del principio rector y las demás líneas derivadas del mismo, todas se
han desarrollado las normas correspondientes en los regímenes de medidas cautelares,
prueba y en las disposiciones relativas a las declaraciones del imputado, entre otras.
Regla 33ª. Los jueces valorarán libremente la prueba, con arreglo a la lógica y a la
experiencia. En los casos de incertidumbre el juez aplicará el principio in dubio pro
reo.
No se tomarán en cuenta las pruebas obtenidas ilícitamente de manera directa o
indirecta, que quebranten derechos fundamentales. La vulneración de esta
prohibición acarreará la nulidad de pleno derecho de las resoluciones judiciales
que las utilicen.
En el ejercicio de la libertad de apreciación de la prueba, los jueces en los
supuestos de testigos de referencia, declaración de arrepentidos y situaciones
análogas, tendrán en cuenta que sólo con otras pruebas corroboradas de tales
testimonios podrá dictarse sentencia condenatoria.
Nuestra legislación interna ha recepcionado las anteriores reglas facultando al juez para
admitir como medios de prueba todos los elementos lícitos de convicción que puedan
conducir al conocimiento de la verdad histórica del hecho, de la responsabilidad y de la
personalidad del imputado, dándole además competencia para limitar los medios de
prueba ofrecidos, sí resultaren manifiestamente excesivos o impertinentes (art. 171
NCPP).
Ya en el tema específico de la valoración, nuestro sistema ha sido adscrito al de la sana
crítica, cuando dispone que el juez o tribunal asignará el valor correspondiente a cada uno
de los elementos de prueba, con aplicación de las reglas de la sana crítica, justificando y
fundamentando adecuadamente las razones por las cuales les otorga determinado valor,
en base a la apreciación conjunta y armónica de toda la prueba esencial producida (art.
173 NCPP).
También, refiriéndose a las exclusiones probatorias se prevé que carecerán de toda
eficacia probatoria los actos que vulneren derechos y garantías consagradas en la CPE,
en las Convenciones y Tratados Internacionales vigentes, el Código y otras leyes, así
como la prueba obtenida en virtud de información originada en un procedimiento o medio
ilícito. Tampoco tendrán eficacia los medios de prueba incorporados al proceso sin
observar las formalidades previstas en la Ley Nº 1970 (art. 172 NCPP y 59 NLOMP).
20
Uno de los defectos de sentencia tiene que ver precisamente con que se haya basado en
medios o elementos probatorios no incorporados legalmente al juicio o incorporados por
su lectura en violación de las normas respectivas (art. 370 inc. 4º NCPP).
No se ha previsto ninguna norma en referencia a la última previsión de la regla sobre el
valor de los testigos referenciales, arrepentidos y otras situaciones, las que quedarían
inmersas con carácter general en las anteriores disposiciones.
Sin embargo, habría que considerar entre los defectos de sentencia, la disposición relativa
a que la condena en el proceso ordinario se haya fundado en el reconocimiento de
culpabilidad efectuado en el procedimiento abreviado denegado (art. 370 inc. 7º NCPP),
toda vez que en éste régimen, se tiene la prohibición expresa que ante el rechazo del
procedimiento abreviado (art. 373 NCPP), ya durante el proceso ordinario el juez o
tribunal no podrá fundar la condena en la admisión de los hechos por parte del imputado
(art. 374 NCPP).
Regla 34ª. La sentencia penal deberá ser motivada, con indicación expresa de las
pruebas que la fundamentan y de las normas jurídicas aplicadas. Asimismo, la
sentencia será redactada de manera comprensible para los que Intervienen en el
proceso.
A nivel general, es decir de aplicación a todos los actos y resoluciones judiciales, se prevé
que las sentencias y autos interlocutorios serán fundamentados, expresando los motivos
de hecho y de derecho en que basan sus decisiones y el valor otorgado a los medios de
prueba, aclarando además que la fundamentación no podrá ser reemplazada por la
simple relación de los documentos o la mención de los requerimientos de las partes (art.
124 NCPP).
En el capítulo referido a Deliberación y Sentencia, se exige que la sentencia penal sea
debidamente motivada, cuando dispone que el tribunal valorará las pruebas producidas
durante el juicio de un modo integral conforme a las reglas de la sana crítica y expondrá
los razonamientos en que fundamenta su decisión (art. 359 NCPP), para más adelante,
entre los requisitos de la sentencia consignar el apartado 3 del art. 360: el voto de los
miembros del tribunal sobre cada una de las cuestiones planteadas en la deliberación,
con exposición de los motivos de hecho y de derecho en que se fundan.
Sobre el tema, entre los defectos de la sentencia (art. 370 NCPP), se consigna: que no
exista fundamentación de la sentencia o que ésta sea insuficiente o contradictoria (inc.
5º); que exista contradicción en su parte dispositiva o entre ésta y la parte considerativa
(inc. 8) y la inobservancia de las reglas previstas para la deliberación y redacción de la
sentencia (inc. 10º).
G. Recursos
Regla 35ª. Todo condenado tiene derecho a recurrir la sentencia ante un Tribunal
superior
Este elemento que compone el debido proceso se halla también recogido aunque de una
manera más amplia -no está restringida al condenado- cuando, se dispone que el derecho
de recurrir corresponderá a quien le sea expresamente permitido por ley, incluida la
víctima aunque no se hubiere constituido en querellante (art. 394 NCPP), previendo
además la posibilidad de la adhesión (art. 395 NCPP) en favor de quien tenga derecho a
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recurrir. En esa línea, nuestro sistema se adscribe a la corriente configurada en sentido
que el derecho a recurrir se establece en los casos previstos por la norma (art. 394
NCPP), cuando señala: las resoluciones judiciales serán recurribles en los casos
expresamente establecidos por este Código.
Regla 36ª. El ejercicio del derecho a recurrir ante un Tribunal superior debe excluir
la posibilidad de que el recurrente sufra, como consecuencia de dicho ejercicio, un
perjuicio en su situación.
Se trata de la prohibición de reforma en perjuicio, expresamente introducida en nuestra
economía –aunque la Ley de Fianza Juratoria ya lo había hecho antes implícitamente- al
señalar que cuando la resolución haya sido impugnada por el imputado o su defensor no
podrá ser modificada en su perjuicio (art. 400 NCPP), ampliando expresamente sus
efectos al juicio de reenvío: el fallo que se dicte en el nuevo juicio no podrá contener una
sanción más grave que la impuesta en la primera sentencia (art. 425 parte in fine NCPP).
Regla 37ª. Durante la instrucción o procedimiento judicial previo se deberán
establecer recursos contra todas las medidas judiciales que afecten los derechos a
la libertad, propiedad e intimidad. La desestimación de estos recursos no excluirá;
el derecho a reiterarlos periódicamente mientras subsistan las aludidas
restricciones de derechos.
Al respecto, se tiene previsto el recurso de apelación incidental (art. 403 NCPP) cuyos
incisos 3º); 7º) y 10º) se refieren a medidas cautelares, libertad condicional y reparación
del daño respectivamente. Asimismo, se tiene previsto similar recurso con un trámite más
rápido tratándose de las resoluciones que dispongan, modifiquen o rechacen las medidas
cautelares (art. 251 NCPP).
Además, el auto que impone o rechaza una medida cautelar, es revocable o modificable
incluso de oficio (art. 250) y, en el caso específico de las medidas cautelares reales, se
tienen previstos incidentes sobre la calidad de los bienes y sobre las acreencias (arts. 255
y 256 NCPP) y la apelación incidental prevista en el inc. 11 del art. 403 NCPP.
Regla 38ª. Podrán ser impugnadas las sentencias firmes condenatorias fundadas en
un error debido al desconocimiento de hechos que prueben la inocencia del
condenado.
Se tiene previsto el mal llamado “recurso” de revisión que, procede en todo tiempo y en
favor del condenado, según las amplias causales desarrolladas en el art. 421 del NCPP.
Regla 39ª. Los Estados procurarán establecer sistemas jurídicos de reparación en
los supuestos de error judicial y mal funcionamiento de la Administración de
Justicia.
Se ha creado el Fondo de Indemnizaciones administrado por el Consejo de la Judicatura
que es un fondo permanente para atender el pago de indemnizaciones a las víctimas de
error judicial (art. 276 NCPP), cuando, a causa de la revisión de sentencia, por error
judicial, el condenado sea absuelto o se le imponga una pena menor. En éste caso, el
absuelto o sus herederos serán indemnizados en razón del tiempo de privación de libertad
o de inhabilitación cumplidas y se procederá a la devolución de la multa pagada (art. 274
NCPP).
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H. La víctima
Regla 40ª. Durante todo el procedimiento se debe procurar a la víctima ya los
perjudicados por el delito la ayuda necesaria.
Regla 41ª. Los Estados deberán adoptar las medidas necesarias para garantizar un
trato humano y digno a las víctimas y perjudicados por el delito.
Regla 42ª. Las víctimas y los perjudicados por el delito tendrán derecho a ser oídos
ya ser asistidos por abogado, el que, en casos graves, podrá ser designado de
oficio.
Regla 43ª. Se recomienda a los Estados la creación de fondos para la reparación a
las víctimas o a los perjudicados por el delito. Así como la adopción de medidas
que permitan una mejor defensa de los derechos de las víctimas y de los
perjudicados en el procedimiento penal.
La víctima tiene derecho a ser escuchada antes de cada decisión que implique la
extinción o la suspensión de la acción, pudiendo impugnarla en su caso (art. 11 NCPP).
Aunque no haya intervenido en el proceso penal, deberá ser informada por la autoridad
responsable de la persecución penal sobre sus derechos y por el juez o tribunal sobre los
resultados del proceso (art. 77 NCPP). Podrá promover la acción penal mediante querella
en los delitos de acción pública o privada, los menores de edad e interdictos declarados,
podrán hacerlo por medio de sus representantes legales y en caso de incapacidad
temporal, sus derechos podrán ser ejercidos por sus familiares (art. 78 NCPP).
Una de las funciones del Ministerio Público establecidas en el art. 14 de su Ley orgánica,
radica en informar a la víctima sobre sus derechos en el proceso penal y sobre el
resultado de sus investigaciones, aunque no fuere querellante (inc. 4º).
Sin embargo, conforme el sentido de la regla no existe en nuestra legislación la
posibilidad de designar un abogado de oficio a favor de la víctima, toda vez que el
abogado de la misma es el fiscal. En ese sentido, en correspondencia con los arts. 124 y
125 de la CPE, la NLOMP (art. 3) señala que el Ministerio Público es un órgano
constitucional que tiene por finalidad promover la acción de la justicia, defender la
legalidad, los intereses del Estado y la sociedad, representándolos conforme la CPE y las
leyes.
En nuestra legislación interna, no existe previsión alguna respecto de la fondos para la
reparación a las víctimas o perjudicados por el delito.
IV.
CONCLUSIONES.
Como había señalado desde el inicio, las Reglas de Mallorca son estándares universales
mínimos que los Estados que componen la comunidad internacional están llamados a
observar en sus sistemas de enjuiciamiento penal.
A diferencia del Código Procesal Penal Modelo que ha realizado un desarrollo completo
del modelo a través de artículos, las reglas son precisamente eso, principios a seguir a
partir de los cuales, los Estados deberán ajustar su legislación interna, según su propia
necesidad y realidad.
Por tanto, cada Estado podrá introducir u omitir algunas de las reglas conforme a su
particular situación pero sin dejar de seguir la concepción original, como ha ocurrido en
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nuestro país, en el que siguiendo el modelo proclamado, se han introducido también
normas internas afines con nuestra realidad. Me refiero por ejemplo a la justicia
comunitaria (art. 28 NCPP), la diversidad cultural (art. 391 NCPP) o la violencia doméstica
(art. 390 NCPP), entre muchas otras.
No se trata entonces de recetas que deban ser importadas y copiadas textualmente, sino
–conforme el avance del derecho e incluso la civilización- traslucen un conjunto de
declaraciones principistas o elementos comunes que superando los estrictos límites del
derecho procesal penal, abarcan a la organización político institucional de los Estados
contemporáneos. Me refiero obviamente al Estado Democrático de Derecho que, en el
mundo actual, constituye universalmente el paradigma de organización, lo que conlleva la
vigencia de un conjunto de principios que -matices más o matices menos- deben estar
necesariamente presentes en la legislación interna. Entre ellos, puedo citar:
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La estricta separación de las funciones investigativa, juzgadora y defensiva.
La vigencia de los derechos y garantías consagrados en favor del ciudadano (sea
víctima o imputado) por la Constitución Política del Estado, Tratados y
Convenciones vigentes y Leyes internas.
El intento –siempre difícil- de equilibrar esas garantías con la eficacia del sistema
penal en la persecución del delito.
El establecimiento al interior del sistema penal, de un sistema de pesos y
contrapesos.
La otorgación de mayores funciones al Ministerio Público o Fiscal, entre las cuales
destaca la responsabilidad por la investigación; decidir la acusación y la
abstención; la dirección funcional de la investigación y la introducción de
excepciones al principio de legalidad procesal penal.
El señalamiento de límites temporales máximos de duración de las etapas y del
mismo proceso penal, como último remedio para evitar la retardación de justicia.
La afirmación de la naturaleza procesal de las medidas cautelares, en reemplazo
de los fines sustantivos que habían pervivido durante la cultura inquisitiva.
La valorización de la víctima, como la principal perjudicada por el hecho.
La reinstauración del juicio oral, como mecanismo central del proceso penal.
La refuncionalización del sistema de recursos, preservando, por un lado el derecho
del ciudadano al recurso como componente del debido proceso y, por otro lado, el
mantenimiento de los principios informadores del proceso oral; por ejemplo, la
inmediación o la contradicción.
Para terminar, como hemos analizado puntualmente extrapolando las reglas al caso
boliviano, puedo concluir, que todos los puntos anteriores han sido recepcionados a
través de las normas introducidas mediante el proceso de reforma procesal penal,
ubicando de esa manera a nuestro país, en un lugar expectante en el concierto mundial.
Obviamente, se ha dado el primer paso que siempre será de naturaleza normativa, aún
nos encontramos inmersos en el proceso más difícil que tiene que ver con la efectiva
implementación del nuevo sistema, lo que requiere además del concurso de todos los
operadores, el mantener la reforma procesal penal como una verdadera política del
Estado boliviano a largo plazo.
Sucre, Capital de la República de Bolivia, noviembre de 2005.
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