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ESTUDIOS
1.
Derecho civil
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
37
Revista de Derecho
de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
XXXVI (Valparaíso, Chile, 2011, 1er Semestre)
[pp. 37 - 67]
La reserva de Chile a la “Convención de
Viena” de 1980
[“The Chilean Reservation to the 1980 Vienna Convention”]
Francisco José Grob Duhalde*
Universidad de Chile
Resumen
El trabajo tiene por objeto analizar
la reserva de los principios del consensualismo y libertad de forma consagrados
en la “Convención de Viena” de 1980,
formulada por Chile conforme a los artículos 12 y 96 de la misma Convención. Su
propósito es precisar el correcto sentido y
alcance que debe atribuirse a esta reserva
y, de paso, hacer algunas críticas respecto
la forma como ha sido interpretada por la
doctrina y jurisprudencia nacionales.
Palabras clave
“Convención de Viena” – Compraventa internacional de mercaderías
– Reserva chilena de la “Convención
de Viena”.
Abstract
This article addresses the analysis of
the exception of the consensualism and
freedom of form principles established in
the “Vienna Convention” of 1980, drawn
up by Chile according to articles 12 and
96 of the same Convention. Its purpose
is to specify the correct sense and scope
ascribable to this exception and, also,
to make some criticism about the way
this has been interpreted by the Chilean
doctrine and jurisprudence.
Keywords
“Vienna Convention” – International Purchase and Sale of Goods – Chilean
Exception of the “Vienna Convention”.
[Recibido el 10 de noviembre de 2010 y aprobado el 28 de abril de 2011].
* Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile.
Diplomado en Derecho Internacional por Washington College of Law de la American
University. Ayudante del Departamento de Derecho Económico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Correo: [email protected]
38 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
I. Introducción
A pesar de su éxito a nivel internacional, contando hoy en día con más
de 75 Estados signatarios1, para nadie es un misterio que la Convención sobre
la compraventa internacional de mercaderías aprobada en Viena en 1980
(en adelante la “Convención de Viena” = CV. o la Convención) ha tenido
escasa aplicación práctica en nuestro país. De hecho, a partir de una revisión
efectuada a la jurisprudencia nacional sólo es posible encontrar unas cuantas
sentencias en las cuales ésta ha sido aplicada. Atribuimos este fracaso, fundamentalmente, al desconocimiento de parte de la doctrina nacional respecto a
la correcta aplicación de este cuerpo normativo. En particular, creemos que
la reserva del artículo 96 en relación al artículo 12, formulada por nuestro
país al ratificar la Convención, ha introducido un elemento de incertidumbre
que ha evitado que abogados y jueces la apliquen a los contratos de compraventa internacional, a los cuales está llamada a regular. Es por esto que en el
presente trabajo nos abocaremos a clarificar los efectos de la citada reserva,
partiendo por un análisis del principio del consensualismo y la libertad de
forma en la Convención, para luego analizar las diversas interpretaciones que
ha originado su aplicación.
II. La “Convención de Viena” en Chile
El 11 de abril de 1980, tras una conferencia diplomática celebrada en la
ciudad de Viena, Austria, 62 Estados provenientes de las más variadas tradiciones jurídicas aprobaron por unanimidad el texto de la Convención.
Pese a haber suscrito el Acta final del tratado como signatario original,
nuestro país no ratificó la Convención sino hasta diez años más tarde, esto
es, el 7 de febrero de 1990 cuando finalmente efectuó el depósito del instrumento de ratificación ante el Secretario General de la Organización de
las Naciones Unidas. En el plano interno, la Convención fue promulgada en
virtud del decreto Nº 544, publicado en el Diario Oficial el 3 de octubre de
1990. Desde esa fecha, la Convención constituye en Chile ley especial para
los contratos internacionales de compraventa de mercaderías2.
1
Al 28 de marzo de 2011, 76 Estados habían suscrito la Convención. Para consultar
el estado actual de ratificación de la Convención: http://www.uncitral.org/uncitral/
es/uncitral_texts/sale_goods/1980CISG.html
Mereminskaya, Elina. Contratos internacionales e “internacionalización” de
contratos nacionales, en Anales de la Facultad de Derecho, 5ª época, 1 (Universidad de
Chile, 2005).
2
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
39
III. El principio del consensualismo y la libertad de forma
en la “Convención de Viena”
De acuerdo al artículo 11 CV.: “[...] el contrato de compraventa no tendrá
que celebrarse ni probarse por escrito ni estará sujeto a ningún otro requisito
de forma. Podrá probarse por cualquier medio, incluso por testigos.” Esta disposición lleva envuelta dos ideas fundamentales. Por una parte, consagra el
principio del consensualismo en la Convención y, por otra, garantiza el reconocimiento de este principio en materia probatoria estableciendo la libertad
de forma a efectos de acreditar el contrato de compraventa internacional3.
En armonía con esta disposición, el artículo 29 CV. agrega que “[...] el
contrato podrá modificarse o extinguirse por mero acuerdo entre las partes”.
Sin embargo, esto último no será posible si los contratantes, habiendo otorgado el contrato por escrito, acuerdan que toda modificación o extinción
por mutuo acuerdo se haga del mismo modo. Dicho de otro modo, prima
la autonomía de la voluntad de las partes4. Sin perjuicio de esto, la misma
disposición agrega que incluso en estos casos “cualquiera de las partes quedará
vinculada por sus propios actos y no podrá alegar esa estipulación en la medida
en que la otra parte se haya basado en tales actos.”
Es importante señalar que el reconocimiento al principio del consensualismo y la libertad de forma no fue, sin embargo, una cuestión pacífica
durante los Travaux préparatoires de la Convención5. En efecto, al momento
de discutirse esta disposición en la Comisión de las Naciones Unidas para
el Derecho mercantil internacional (CNUDMI), diferentes Estados manifestaron sus dudas respecto al alcance de esta norma. Algunos temían que
el artículo 11 CV. anulara las regulaciones nacionales relativas al control
de importaciones y exportaciones y que exigen la presentación de ciertos
documentos a la autoridad6.
La verdad, no obstante, es que esta inquietud puede ser fácilmente solucionada si analizamos el artículo 4 CV. De acuerdo a esta disposición, la
Convención “[...] regula exclusivamente la formación del contrato de compra3
Rajski, Jerzi, Comments on Article 12, Comments on Article 11, en Bianca, C.
- Bonell, M. Commentary on the International Sales Law (Milano, Giuffrè, 1987).
En el mismo sentido: Wang, Xiaolin - Andersen, Camila, The Chinese “Declaration
against Oral Contracts under the CISG”, en Vindobona Journal of International Commercial Law & Arbitration, 8 (2004), pp. 145-164.
4
Un caso interesante donde un Tribunal falló en este sentido lo encontramos en el
ICC Arbitration Case N° 9117, de Marzo de 1998.
5
Honnold, John, Uniform Law for International Sales under the 1980 United
Nations Convention (3ª edición, La Haya, Kluwer Law International, 1999), sección
127ª.
6
En Chile, véase por ejemplo el Documento Único de Salida (DUS).
40 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
venta y los derechos y obligaciones del vendedor y del comprador dimanantes
de ese contrato.” Por tanto, dado el ámbito de aplicación de la Convención,
ésta no puede interferir con las regulaciones nacionales antes mencionadas.
Por lo demás, durante los travaux préparatoires se dejó en claro que “todas las
sanciones administrativas o penales por infracción de las normas de cualquier
Estado que requieran que dichos contratos sean por escrito, a efectos del control
administrativo del comprador o del vendedor, o a efectos de respetar leyes de
control de cambios o por cualquier otra razón, siguen siendo aplicables contra
una parte que haya celebrado el contrato no escrito aunque dicho contrato sea
aplicable [es decir, válido] entre las partes”.7
1. El principio del consensualismo y la libertad de forma ante la jurisprudencia.
La expresión más clara del principio del consensualismo en la Convención
la encontramos en el reconocimiento a la validez de los contratos celebrados oralmente o por medio de la conducta adoptada por las partes8. Así,
por ejemplo, aplicando la Convención la Corte de Apelaciones de Colonia
concluyó que un contrato celebrado en virtud de un acuerdo verbal entre un
vendedor cuyo establecimiento estaba en Nigeria, y un comprador alemán
era perfectamente válido y la posterior carta de confirmación simplemente
probaba su existencia9. Otro Tribunal, también alemán, concluyó que la
prueba sobre el envío de las mercaderías por parte del vendedor y su recepción y aceptación por parte del comprador era suficiente para tener por
acreditada la existencia de un contrato de compraventa entre las partes10. Del
mismo modo, se ha sostenido que para celebrar válidamente un contrato de
acuerdo con la Convención: “las partes no necesitan observar ningún requisito
Naciones Unidas, Documento A/CONF.97/5 (1979), Comentarios sobre el
Proyecto de Convención sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, preparados por la Secretaría, p. 21.
8
De acuerdo al artículo 18 N° 1 de la Convención, constituye aceptación: “Toda
declaración u otro acto del destinatario que indique su asentimiento a una oferta”. Por su
parte, el N° 3 del mismo artículo agrega que el asentimiento del aceptante puede consistir en la ejecución de un acto como, por ejemplo, “la expedición de las mercaderías” o
“el pago del precio”. Así, por ejemplo, se ha fallado que la aceptación de las mercaderías
por el comprador indica su asentimiento a la oferta. Véase: Oberlandsgericht Frankfurt
[Corte de Apelaciones de Frankfurt, Alemania], 23 de mayo de 1995. Véase también al
respecto, el artículo 29 de la Convención.
9
Oberlandsgericht Köln [Corte de Apelaciones de Colonia, Alemania], 22 de febrero de 1994.
10
Oberlandesgericht München [Corte de Apelaciones de Munich, Alemania], 8
de marzo de 1995.
7
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
41
particular relativo a la forma de su acuerdo”11. En este mismo sentido se ha
pronunciado la jurisprudencia francesa, holandesa, austríaca, norteamericana, suiza, eslovaca, etc12.
Es importante recalcar, sin embargo, que el principio del consensualismo
sólo se aplica a aquellas materias reguladas por la Convención conforme a su
artículo 4 (formación y efectos del contrato) y, por tanto, corresponderá
a la legislación doméstica aplicable en virtud de las normas del derecho
internacional privado; por ejemplo, determinar la validez de una cláusula
arbitral13.
Como ya adelantamos, la Convención garantiza también la libertad de forma. El fundamento de esto radica en asegurar que las partes no se encuentren
sometidas a las leyes domésticas relativas a los medios probatorios admisibles
para acreditar el contrato de compraventa internacional14. En concordancia
con este principio, en un reciente fallo un Tribunal norteamericano descartó
aplicar la parol evidence rule a un caso regido por la Convención, señalando
que, en conformidad con este estatuto: “el Tribunal no excluirá la evidencia
extratextual de las negociaciones o acuerdos, como [...] las comunicaciones por
correo electrónico, efectuadas con anterioridad al contrato de 2004, relativas
al alcance de los derechos y obligaciones contraídos por las partes”15. Aplicando
el mismo criterio, otro Tribunal norteamericano sostuvo que, de acuerdo
con la Convención: “el contrato puede ser probado a través de un documento,
declaraciones orales efectuadas por las partes, conductas, o una combinación
de las tres”16.
Nótese que sobre la base del principio de la libertad de forma, la jurisprudencia extranjera ha aceptado como medios probatorios, entre otros: un
Landgericht Potsdam [Tribunal de primera instancia de Potsdam, Alemania], 7
de abril de 2009.
12
Véase a modo de referencia: Federal Court of Appeals for the Eleventh Circuit
[Estados Unidos], 29 de junio de 1998; Oberster Gerichtshof [Corte Suprema, Austria], 6 de febrero de 1996; Rechtbank Breda [Tribunal de primera instancia de Breda,
Países Bajos], 16 de enero de 2009; Tribunal de Primera Instancia de Dolny Kubin
[Eslovaquia], 17 de junio de 2008; Cour d’appel Grenoble [Corte de Apelaciones de
Grenoble, Francia], 28 de noviembre de 2002; Corte di Cassazione [Corte de Casación, Italia], 13 de octubre de 2006; Oberlandsgericht Graz [Corte de Apelaciones de
Graz, Austria], 7 de marzo de 2002.
13
Ferrari, Franco - Flechtner, Harry - Brand, Ronald A., The Draft UNCITRAL Digest and Beyond: Cases, Analysis and Unresolved Issue in the U.N. Sales Convention (Londres, Sellier European Law Publishers, 2004), p. 208.
14
Ibíd., p. 212.
15
Federal District Court de Pennsylvania [Estados Unidos], 29 de enero de 2010.
Traducción libre del autor.
16
Federal District Court de Nueva York [Estados Unidos] 21 de agosto de 2002.
11
42 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
fax sin firma17, una factura junto con los documentos del transporte de las
mercaderías18, telegramas y télex19, ciertas conductas adoptadas por las partes
como es la apertura de una carta de crédito20, y prueba testimonial acerca de
la existencia del contrato21.
La Convención, en todo caso, como bien lo ha declarado la doctrina22 y
jurisprudencia extranjera23, no establece ninguna jerarquía respecto al valor
probatorio de los distintos medios de prueba. En consecuencia, corresponderá al juez que conoce de la causa, respetando las disposiciones de la Convención, valorar la prueba de acuerdo con las normas del foro24.
2. El principio del consensualismo y la libertad de forma en el comercio
internacional.
Los principios del consensualismo y la libertad de forma han sido ampliamente acogidos en el comercio internacional. Prueba de ello encontramos en
la consagración normativa de estos principios en diversos proyectos de unificación del derecho a nivel internacional. Así por ejemplo, el artículo 3.2 de
los principios formulados por el Instituto Internacional para la Unificación
del Derecho Privado (UNIDROIT) dispone que “[...] todo contrato queda
perfeccionado, modificado o extinguido por el mero acuerdo de las partes, sin
ningún requisito adicional.” El artículo 1.1 del mismo estatuto señala que “[...]
nada de lo expresado en estos Principios requiere que un contrato, declaración o
acto alguno deba ser celebrado o probado conforme a una forma en particular.
El contrato puede ser probado por cualquier medio, incluidos los testigos”. Por
su parte, el artículo 2:101(2) de los Principios del Derecho Europeo de los
Contratos señala que “[...] el contrato no necesariamente se debe concluir ni
hacer constar por escrito y no queda sujeto a ninguna otra exigencia de forma.
Se puede probar su existencia por todos los medios posibles, incluida la prueba
testifical.” A su vez, la Cámara de Comercio Internacional (ICC por su sigla
en inglés) ha destacado la importancia del principio del consensualismo en
Handelsgericht des Kantons St. Gallen [Tribunal de Comercio], Suiza, 5 de diciembre de 1995.
18
Arbitraje Compromex [México], 4 de mayo de 1993.
19
Véase la decisión en Corte de Apelaciones de Helsinki [Finlandia] 26 de octubre
de 2000.
20
Véase Arbitraje Compromex [México], 29 de abril de 1996.
21
Oberlandsgericht München [Corte de Apelaciones de Munich, Alemania], 8 de
Marzo de 1995.
22
Ferrari, Franco, cit. (n. 13), p. 212.
23
Véase la decisión del Landgericht Memmingen [Tribunal de primera instancia,
Alemania], 1 de Diciembre de 1993.
24
Naciones Unidas, Compendio de jurisprudencia relativo a la Convención de las
Naciones Unidas sobre los contratos de compraventa internacional de mercaderías.
17
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
43
sus comentarios al artículo 11 CV., enfatizando que gran parte del comercio
internacional se desarrolla sobre la base de contratos orales25.
3. Límites al principio del consensualismo y la libertad de forma.
Sin perjuicio de lo señalado hasta aquí, nada impide a los contratantes
exigir la observancia de ciertas formalidades para la celebración del contrato
de compraventa internacional. El artículo 6 CV. es claro cuando señala que
“[...] las partes podrán excluir la aplicación de la presente Convención o, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 12, establecer excepciones a cualquiera
de sus disposiciones o modificar sus efectos”. Por esta razón es perfectamente
posible, por ejemplo, que las partes acuerden que el contrato no se entienda
perfecto mientras no se otorgue por escrito. De hecho, es relativamente
común en el comercio internacional que el oferente establezca como condición para la aceptación que ésta sea formulada por escrito26. Con todo, se
ha resuelto que en estos casos es fundamental que el otro contratante esté
en conocimiento de esta limitación puesto que, de lo contrario, una aceptación oral será igualmente válida para perfeccionar el contrato27. Asimismo,
estimamos que las partes podrían dejar sin efecto una cláusula como la que
comentamos si no obstante se acredita a partir de la conducta desplegada
por ellas una intención en este sentido28.
También puede ocurrir que el principio del consensualismo sea excluido
por los usos o prácticas que las partes hayan convenido o establecido entre
ellas en conformidad con el artículo 9 CV.29.
Asimismo, algunos Tratados Internacionales pueden afectar al principio
del consensualismo o la libertad de forma respecto a determinadas cláusulas
del contrato de compraventa internacional. Por ejemplo, la “Convención
Rajski, Jerzi, cit. (n. 3).
En este sentido: Rajski, Jerzi, cit. (n. 3).
27
Véase en este sentido: Oberster Gerichtshof [Corte Suprema, Austria], 6 de febrero de 1996.
28
De acuerdo al artículo 8 número 3 servirá para determinar la intención de los
contratantes, entre otros, el comportamiento ulterior de las partes. Así, por ejemplo, si
no obstante haber acordado que el contrato no se entendería perfecto si no es otorgado
por escrito las partes ejecutan sus obligaciones de conformidad con el mismo. En este
sentido: Rajski, Jerzi, cit. (n. 3).
29
Esta disposición señala que “[…] las partes quedarán obligadas por cualquier uso
en que hayan convenido y por cualquier práctica que hayan establecido entre ellas.” El
mismo artículo agrega que “[...] salvo pacto en contrario, se considerará que las partes han
hecho tácitamente aplicable al contrato o a su formación un uso del que tenían o debían
haber tenido conocimiento y que, en el comercio internacional, sea ampliamente conocido
y regularmente observado por las partes en contratos del mismo tipo en el tráfico mercantil
de que se trate”.
25
26
44 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
de Nueva York” sobre el reconocimiento y la ejecución de las sentencias arbitrales extranjeras de 1958 exige que la cláusula arbitral conste por escrito,
no siendo admisible a su respecto los demás medios probatorios30.
Con todo, la excepción más importante al principio del consensualismo
y la libertad de forma la encontramos en la reserva formulada por ciertos
países conforme al artículo 96 en relación con el artículo 12 CV.
IV. La reserva del artículo 96 CV.
El artículo 96 en relación al artículo 12 CV. autorizan a aquellos Estados cuya legislación exija que los contratos de compraventa se celebren o se
prueben por escrito, para formularle una reserva (en adelante la “reserva del
artículo 96” o sencillamente la “reserva”). Con arreglo a tal reserva, “cualquier disposición del artículo 11, del artículo 29 o de la Parte II de la presente
Convención que permita que la celebración, la modificación o la extinción por
mutuo acuerdo del contrato de compraventa, o la oferta, la aceptación o cualquier otra manifestación de intención, se hagan por un procedimiento que no
sea por escrito no se aplicará en el caso de que cualquiera de las partes tenga su
establecimiento en ese Estado”. El artículo 12 CV. agrega además que “[...] las
partes no podrán establecer excepciones a este artículo ni modificar sus efectos”.
En consecuencia, esta disposición constituye una calificada excepción al principio de la autonomía de la voluntad consagrado en el artículo 6 CV.31.
Como sabemos, las reservas son una institución de derecho internacional
público que permiten a un Estado declarar su voluntad a fin de no quedar
obligado por determinadas disposiciones de un Tratado que ha suscrito32. En
el caso particular del artículo 96, la exclusión se refiere, fundamentalmente,
a aquellas disposiciones de la Convención que reconocen los principios del
consensualismo y la libertad de forma para acreditar el contrato de compraventa internacional de mercaderías.
En todo caso, y pese a la curiosa redacción de los artículos 12 y 96 CV.,
la verdad es que el ámbito de aplicación de la reserva no es tan amplio como
Véase el artículo II de la “Convención de Nueva York” de 1958, según el cual el
acuerdo de arbitraje debe constar por escrito.
31
La razón de esto se explica claramente si consideramos que el propósito de la
reserva es hacer respetar los requisitos del país que la ha formulado en tanto éstos son
considerados de orden público.
32
De acuerdo al artículo 2 letra d) de la “Convención de Viena” de 1969 sobre el
derecho de los tratados: “se entiende por ‘reserva’ una declaración unilateral, cualquiera
que sea su enunciado o denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o
aprobar un tratado o al adherirse a él, con objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos
de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado”.
30
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
45
pudiese parecer. En efecto, los artículos 12 y 96 CV. circunscriben el ámbito
de aplicación de la reserva a los artículos 11 y 29, además de la Parte II de la
Convención (es decir, a sus artículos 12 al 22)33. En consecuencia, los efectos
de la reserva, a los cuales nos referiremos más adelante, se encuentran limitados, exclusivamente, a la formación del contrato, su modificación o extinción
por mutuo acuerdo. Por tanto, la reserva no cubre todas las comunicaciones
o avisos requeridos por la Convención34. Otras manifestaciones de voluntad,
como aquella que puede efectuar una de las partes a fin de establecer un
plazo para el cumplimiento de las obligaciones del otro contratante35, o
especificando la naturaleza de la falta de conformidad de las mercancías36, o
solicitando una reducción de los precios37, podrán ser formulados por cualquier medio siempre y cuando éstos resulten adecuados a las circunstancias
del caso conforme lo dispone el artículo 27 CV.38.
Al ratificar la Convención, nuestro país formuló la reserva del artículo 96
CV. Curiosamente, y pese al impacto de esta reserva en la aplicación de la
Convención, existe escasa bibliografía a nivel internacional que se aboque a
tratar esta materia. En Chile, por su parte, si bien se han publicado algunos
trabajos que han tenido como objeto de análisis la Convención, ninguno
de ellos se ha preocupado de precisar en detalle el sentido y alcance de la
reserva formulada por nuestro país39. Esta será nuestra tarea en los siguientes
párrafos.
1. Antecedentes históricos de la reserva del artículo 96 CV.
La reserva del artículo 96 CV. surgió originalmente como una suerte de
acuerdo para lograr que aquellos Estados pertenecientes a la entonces Unión
Soviética, en los cuales era común que se establecieran estrictos controles
Véase al respecto: Naciones Unidas, Documento A/CONF.97/5, cit (n. 7),
p. 21. En el mismo sentido; Rajski, Jerzi, cit. (n.3) y; Schlechtriem, Peter, Uniform
Sales Law - The UN-Convention on Contracts for the International Sale of Goods (Vienna, Manz, 1986).
34
En este sentido: Rajski, Jerzi, cit. (n. 3); Schlechtriem, Peter, cit. (n. 33).
35
Véanse los artículos 47 y 63 de la Convención.
36
Véase el artículo 39 de la Convención.
37
Véase el artículo 50 de la Convención.
38
Naciones Unidas, Documento A/CONF.97/5, cit (n. 7), p. 21. En el mismo
sentido: Rajski, Jerzi, cit. (n. 3).
39
Al respecto véase: López Blanco, José Luis, Compraventa internacional de mercaderías (Santiago Chile, Ace Ediciones y Publicaciones S.A., 2001); Paillás, Enrique,
La compraventa internacional de mercaderías (Santiago, Chile, Editorial Jurídica. de
Chile, 2006); y Vidal, Álvaro, La protección del comprador: régimen de la Convención
de Viena y su contraste con el Código Civil (Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2006).
33
46 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
formales para las operaciones de comercio internacional40, adhirieran a la
Convención41. De hecho, el artículo 144 de las “Bases de la legislación civil de
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de las Repúblicas Federadas”
sancionaba expresamente el incumplimiento de la forma escrita en los actos
jurídicos relativos al comercio exterior con la invalidez del contrato42.
Por este motivo, durante los Travaux préparatoires de la Convención los
representantes de la Unión Soviética insistieron en la necesidad de establecer
algún mecanismo que les permitiera preservar dichos requisitos que a su
juicio constituían disposiciones de orden público, frente al lenguaje liberal
de la Convención43. La mayoría de los delegados, sin embargo, consideraban
que esta clase de requisitos eran contrarios a las prácticas comerciales modernas, dada la rapidez e informalidad con las cuales éstas se desarrollan en
las economías de mercado. Con todo, debido a la intención de los redactores
de lograr que el Tratado fuera suscrito por el mayor número de Estados,
finalmente se accedió a esta inquietud y se estableció la reserva del artículo
96 CV. tal como consta en el texto.
Además de nuestro país, la reserva del artículo 96 CV. ha sido formulada
por: Argentina (1983), Hungría (1983), Bielorrusia (1989), Ucrania (1990),
Rusia (1990), Lituania (1995), Letonia (1997), Paraguay (2006), Armenia
(2008) y China44 (1986). La reserva de este último país tiene un lenguaje
ligeramente distinto al de los demás Estados. Pese a esto, la mayor parte de
la doctrina45 y jurisprudencia46extranjera le atribuye los mismos efectos. Al
Las bases (también llamados principios) de la legislación civil de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de las Republicas Federadas es una suerte de constitución del derecho privado soviético que regía en todas las repúblicas y a cuyas normas
debían adaptarse los distintos Códigos Civiles de los miembros de la Unión.
41
Rajski, Jerzi, cit. (n. 3). En el mismo sentido: Honnold, John, cit. (n. 5), sección 129ª.
42
Rajski, Jerzi, cit. (n. 3). El autor cita además una lista de cuerpos normativos encargados de regular el comercio exterior en la ex Unión Soviética que dan cuenta de la necesidad
de escriturar el contrato como un requisito para su validez. Véase también: Marín, Pascual,
El nuevo derecho civil de la Rusia Soviética: principios de la legislación civil de la U.R.S.S. promulgados el 1 de mayo de 1962 (Madrid, Instituto Editorial Reus, 1963), p. 16.
43
Honnold, John, cit. (n. 5), sección 128ª.
44
“The People’s Republic of China does not consider itself bound by [...] article 11
as well as the provision of the Convention relating to the content of article 11”.
45
Entre otros: Yang, Fan. The Application of the CISG in the Current PRC Law
and CIETAC Arbitration Practice, en Nordic Journal of Commercial Law, 2 (2006); y
Wang, Xiaolin - Andersen, Camila. The Chinese Declaration against Oral Contracts
under the CISG., en Vindobona Journal of International Commercial Law & Arbitration, 8 (2004).
46
Véase el caso: China International Economic & Trade Arbitration Commission
(CIETAC), China, 15 de diciembre de 1997.
40
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
47
ratificar la Convención, Estonia también formuló esta reserva pero la retiró
el año 200447.
Como se observa de esta lista de países, salvo ciertas excepciones, la mayoría de ellos proviene de regímenes socialistas caracterizados por establecer
estrictos controles formales para las operaciones de comercio exterior. En
estos países la reserva ha cumplido con el objetivo para el cual fue concebida,
evitando que los requisitos formales relativos a la escrituración del contrato,
se vean anulados por las disposiciones de la Convención que garantizan la
libertad de forma y el principio del consensualismo en el contrato de compraventa internacional. Con todo, aun en ellos podemos encontrar voces
disidentes que abogan por su eliminación48.
2. Marco jurídico de las reservas autorizadas por la “Convención”.
Si bien la Convención permite a los Estados Contratantes formular declaraciones o reservas a fin de excluir la aplicación de determinadas disposiciones
del Tratado, esta facultad se encuentra restringida, únicamente, a aquellas
reservas contempladas por la Convención en sus artículos 92 a 96 CV. En
efecto, el artículo 98 CV. es categórico al señalar que: “[...] no se podrán hacer
más reservas que las expresamente autorizadas por la Convención”.
Del mismo modo, y atendido su carácter excepcional, en caso de formular una de estas reservas, el Estado contratante respectivo deberá sujetarse
estrictamente a los términos y condiciones establecidos por el tratado a estos
efectos49. Por consiguiente, si la reserva exige el cumplimiento de determinados requisitos, el Estado que la pretenda formular deberá estarse a ellos. Este
es precisamente el caso de las reservas de los artículos 93, 94 y 96.
Pues bien, al ratificar la “Convención de Viena” nuestro país formuló la
reserva del artículo 96 CV.50. De acuerdo con lo dispuesto en este artículo,
sólo están autorizados para formular esta declaración aquellos Estados “cuya
legislación exija que los contratos de compraventa se celebren o se prueben por
escrito”. Este requisito es de toda lógica toda vez que, como hemos dicho,
la finalidad de la reserva es precisamente proteger aquellas normas del de47
Véase la situación de la Convención en los distintos países en: http://www.uncitral.org/uncitral/en/uncitral_texts/sale_goods/1980CISG_status.html
48
Wang, Xiaolin y Andersen, Camila, cit. (n. 45).
49
Véase al respecto los artículos 19 y siguientes de la “Convención de Viena” de
1969 sobre el Derecho de los tratados.
50
“El Estado de Chile declara, en conformidad con los artículos 12 y 96 de la Convención, que cualquier disposición del artículo 11, del artículo 29 o de la Parte II de la
Convención que permita que la celebración, la modificación o la terminación por mutuo
acuerdo del contrato de compraventa o cualquier oferta, aceptación u otra manifestación
de intención se hagan por cualquier procedimiento que no sea por escrito, no se aplicará en
el caso de que cualquiera de las Partes tenga su establecimiento en Chile”.
48 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
recho doméstico de un Estado contratante que exigen la escrituración del
contrato, ya sea como requisito de forma o prueba, y que, en ausencia de
la reserva, se verían desplazadas por las disposiciones de la Convención que
establecen la informalidad del contrato y que, atendido su carácter de lex
specialis, se deben aplicar con preferencia. De no existir tales normas, la reserva simplemente carecería de toda utilidad toda vez que no habría normas
que proteger a través de ella. Por esta razón, la doctrina extranjera ha visto
en este requisito una suerte de condición habilitante para poder formular
válidamente la reserva51.
En este orden de ideas, a continuación examinaremos las diversas interpretaciones que ha suscitado la reserva del artículo 96 CV. en la doctrina y
jurisprudencia tanto nacional como extranjera.
3. Alcance y efectos de la reserva del artículo 96 CV. según la doctrina
extranjera.
En general, la doctrina y jurisprudencia extranjera está de acuerdo en
que el efecto inmediato de la reserva es excluir o dejar sin aplicación aquellas
disposiciones de la Convención que permiten que el contrato se celebre o se
pruebe por escrito. Las divergencias, empero, surgen a la hora de determinar
la legislación que debemos aplicar en reemplazo de aquellas normas excluidas. Como veremos, además, los autores dan por sentado que la legislación
doméstica del Estado reservatario efectivamente exige que los contratos de
compraventa se celebren o se prueben por escrito. Veamos.
Una primera posición sostiene que basta con que cualquiera de las partes
tenga su establecimiento en un Estado que haya formulado la reserva para
que los requisitos de forma de dicho Estado -en tanto se relacionen con la
exigencia de escrituración del contrato y no otros requisitos adicionales52le sean aplicables automáticamente y con prescindencia de las normas del
derecho internacional privado53. Si bien esta interpretación pudiese parecer
Entre otros: Ferrari, Franco, cit. (n. 13), pp. 213-214; Yang, Fan, cit. (n. 44); y
Schroeter, Ulrich. Backbone or Backyard of the Convention? The CISG’s Final Provisions, en El mismo, Sharing International Commercial Law across National Boundaries (Wildy, Simmonds & Hill Publishing, 2008).
52
Schlechtriem, Peter, Uniform Sales Law - The UN-Convention on Contracts
for the International Sale of Goods (Vienna, Manz, 1986); y Honnold, John, cit. (n.
5), sección 129ª.
53
En este sentido: Winship, Peter. The Scope of the Vienna Convention on International Contracts, en Galston, N. - Smit, H. (editores), International Sales: The United
Nations Convention on Contracts for the International Sale of Goods (Matthew Bender,
1984), pp. 1-53. Véase también: Honnold, John, cit. (n. 5), sección 129ª. En cuanto a
la jurisprudencia extranjera, véase: Tribunal de Arbitraje Comercial Internacional de la
Cámara de Comercio e Industria de la Federación Rusa, 16 de febrero de 2004.
51
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
49
razonable a la luz del confuso lenguaje empleado por los artículos 12 y 96
CV., presenta una importante objeción de acuerdo a la historia legislativa
de la Convención. Como bien señala el delegado de Polonia, profesor Jerzi
Rajski, durante los Travaux préparatoires se propuso reformular el lenguaje
de la reserva acorde con esta interpretación, lo cual, sin embargo, no prosperó.
La propuesta fue rechazada por cuanto se estimó que su adopción haría aplicables más allá de lo razonable los requisitos formales del Estado reservatario
y excluiría además las normas de derecho internacional privado del foro, sin
que el Estado donde éste se encuentra ubicado haya consentido en ello54.
Para ilustrar los efectos de la reserva conforme a esta interpretación,
analizaremos a continuación un ejemplo. Supongamos que un exportador
(en adelante “E”) cuyo establecimiento se encuentra en Chile celebra por
teléfono un contrato de compraventa internacional para el suministro de
determinados bienes a un “retailer” (en adelante “R”) cuyo establecimiento
se encuentra en EE. UU. (país que no ha formulado la reserva de artículo
96 CV.). En este caso, y de acuerdo a la interpretación recién examinada, el
contrato quedará sujeto en principio a los requisitos de forma de nuestro país,
aun cuando el foro no se encuentre en Chile, y con prescindencia del lugar de
su celebración o cualquier otro factor de conexión del derecho internacional
privado. Más adelante nos referiremos a los requisitos que deberá cumplir el
contrato en una situación como esta.
Una segunda posición –mayoritaria por lo demás–, y a la cual adherimos,
sostiene que el mero hecho de que una de las partes tenga su establecimiento
en un Estado reservatario no significa necesariamente que los requisitos de
forma de dicho Estado deban ser aplicados al contrato. Por el contrario,
dependerá de las normas del derecho internacional privado del foro determinar si ha de observarse algún requisito de forma55. Por consiguiente, cuando
estas normas se remitan a la legislación de un Estado que ha formulado la
reserva, los requisitos de forma de dicho Estado relativos a la escrituración del
contrato deberán ser aplicados en reemplazo de las normas de la Convención
excluidas56. Si la norma de conflicto, en cambio, se remite a la legislación de
Rajski, Jerzi, cit. (n. 3).
Schlechtriem, Peter, cit. (n. 52); Ferrari, Franco, cit. (n. 13), pp. 213-214;
Lookofsky, Joseph M., The 1980 United Nations Convention on Contracts for the
International Sale of Goods, en J. Herbots, j. - Blanpain, R. (editores). International
Encyclopedia of Laws Contracts (La Haya, Kluwer Law International, Suppl. 29 de Diciembre de 2000); y Perales Viscasillas, María del Pilar. El contrato de compraventa internacional de mercancías (“Convención de Viena” de 1980). En Chile véase:
Paillás, Enrique, cit. (n. 39), p. 37. Si bien este último autor no toma partido cita al
profesor Claude Witz quien adhiere a esta postura.
56
Rechtbank Rotterdam [Tribunal de Primera Instancia de Rotterdam, Países Bajos], 12 de julio de 2001.
54
55
50 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
un Estado no reservatario, se nos abren nuevamente dos alternativas según
consideremos para estos efectos que la Convención forma parte de la legislación de dicho Estado o no. Si consideramos que forma parte, el contrato no
estará sujeto a requisito de forma alguno ya que será plenamente aplicable lo
dispuesto en el artículo 11 CV.57. Si concluimos lo contrario, en cambio, al
contrato le serán aplicables los requisitos de forma o prueba de la legislación
doméstica no uniforme del Estado no reservatario58.
Volvamos a nuestro ejemplo. Si adoptamos esta interpretación, habrá
que analizar las normas de derecho internacional privado del foro para
determinar la legislación aplicable a esta materia. Suponiendo que el foro se
encuentra en Chile, debemos aplicar el principio lex locut regit actum como
se desprende del artículo 14 CCCh. En consecuencia, los requisitos de forma
del contrato estarán sujetos a la ley del lugar de su celebración59. Dado que
la Convención sólo precisa el momento en el cual el contrato se perfecciona
mas no el lugar donde éste debe entenderse celebrado60, tendremos que
En este sentido: Schlechtriem, Peter, cit. (n. 52); Perales Viscasillas,
María del Pilar, cit. (n.55); y Adame Goddard, Jorge, Análisis de un dictamen de la
Compromex sobre un caso de compraventa Internacional, en Revista de Derecho Privado,
Nueva Serie, 1 (2002). Véase también: Hooge Raad [Corte Suprema, Holanda], 7 de
noviembre de 1997.
58
En este sentido: Flechtner, Harry, The Several Texts of the CISG in a Decentralized System: Observations on Translations, Reservations and other Challenges to the
Uniformity Principle in Article 7(1), en Journal of Law and Commerce, 17 (1998).
59
Ramírez, Mario. Análisis crítico del Derecho internacional privado chileno (Santiago, LexisNexis, 2007).
60
De acuerdo a los Comentarios sobre el Proyecto de Convención sobre los contratos
de compraventa internacional de mercaderías, preparados por la Secretaría, cit. (n. 7), la
Convención: “no incluye norma expresa respecto del lugar en que se celebra el contrato.”
Sin embargo, “el hecho de que en el artículo 21 (hoy artículo 23), en relación al artículo
16 (hoy artículo 18), se fije el momento en que se celebra el contrato puede interpretarse
en algunos sistemas jurídicos, como si determinara el lugar de celebración”. De hecho, a
lo menos un Tribunal llegó a esta conclusión, véase al respecto: Federal Court, South
Australian District [Adelaide, Australia], 28 de Abril de 1995. En nuestra opinión, sin
embargo, el lugar de celebración es claramente una cuestión no resuelta por la Convención ni puede ser resuelta por los principios que la informan; por lo que, de acuerdo
al artículo 7(2) de la misma, deberá resolverse “de conformidad con la ley aplicable en
virtud de las normas de derecho internacional privado”. Para igual conclusión, véase: Perales Viscasillas, María, Comments on the draft Digest relating to Articles 14-24
and 66-70, en Ferrari, Franco, cit. (n. 13), pp. 281-282. Sin ir más lejos, en Chile el
lugar de celebración del contrato no puede inferirse necesariamente del momento de su
celebración. En efecto, los artículos 99 y 101 CCom. acogen la teoría de la declaración
para determinar el momento en que la aceptación produce sus efectos mientras que
el artículo 104 del mismo cuerpo legal señala que el lugar de celebración del contrato
corresponde al de la residencia del aceptante sin que importe donde éste haya declarado
57
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
51
estarnos a estos efectos a lo dispuesto en el artículo 104 CCom. De acuerdo
a esta disposición el contrato se entiende celebrado en el lugar de residencia
del aceptante cuando este y el destinatario tengan su residencia en lugares
distintos. De esta forma, si la aceptación es formulada por R el contrato
quedará sujeto, en cuanto a sus requisitos de forma o prueba, a la legislación
de EE.UU., puesto que R tiene su establecimiento, y presuntamente su
residencia en dicho Estado.
En esta hipótesis surge el problema que habíamos advertido anteriormente en cuanto a la determinación de la ley aplicable. Según se siga una u
otra posición la ley aplicable será: ya sea la “Convención de Viena” como
parte de la legislación doméstica de EE.UU., lo que importa además aplicar el
artículo 11 CV. y con ello el principio de la libertad de forma; o la legislación
doméstica no uniforme de EE.UU, vale decir, el Uniform Commercial Code.
En este último caso, sin embargo, se daría la paradoja de aplicar el Statute
of frauds61 norteamericano y descartar con ello que en nuestro ejemplo se
haya celebrado válidamente un contrato, aun cuando EE. UU. no formuló la
reserva del artículo 96 CV., demostrando con ello su voluntad de reconocer
los contratos celebrados oralmente.
Creemos que esta solución puede conducir, como de hecho ocurre en
nuestro ejemplo, a consecuencias absurdas haciendo aplicable al contrato
requisitos formales que jamás pretendieron ser introducidos dentro del
régimen de la “Convención de Viena”; ni por el Estado reservatario, puesto
que no son sus propios requisitos, ni por el Estado no reservatario, que
voluntariamente renunció a ellos al ratificar la Convención sin formular la
reserva del artículo 96 CV. Por este motivo, estimamos preferible aplicar en
estos casos la “Convención de Viena” como parte integrante de la legislación
del respectivo Estado al cual se remite la norma de conflicto y de esta manera
garantizar la libertad de forma consagrada en el artículo 11 CV.
Ahora bien, si la norma de conflicto se remite a la legislación chilena, habrá
que examinar nuestro derecho doméstico a fin de determinar los requisitos
de forma o prueba que tendremos que aplicar al contrato de compraventa en
reemplazo de las normas de la Convención excluidas por la reserva. Nótese
que este mismo ejercicio tendrán que hacer aquellos que consideren que el
efecto de la reserva es hacer automáticamente aplicables los requisitos de
forma o prueba del Estado reservatario.
su aceptación (lo cual perfectamente puede ocurrir estando éste en un lugar distinto al
de su residencia).
61
Véase el artículo § 2-201 del UCC.
52 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
4. Requisitos formales aplicables al contrato de compraventa según la legislación chilena.
En lo que concierne a la validez del contrato, nuestra legislación nacional
no ha establecido requisito de forma alguno que el contrato de compraventa
deba cumplir. Por el contrario, nuestra legislación ha reconocido expresamente su carácter consensual, como lo demuestra el artículo 1801 CCCh.,
cuando dispone que “[...] la venta se reputa perfecta desde que las partes han
convenido en la cosa y en el precio”62. A partir de este momento, nace el contrato sin que sea necesario para ello la entrega de la cosa, el pago del precio
o el cumplimiento de ulterior solemnidad63.
Sin perjuicio de esto, es cierto que existen excepciones a esta regla, tales
como la compraventa de bienes raíces, naves, las ventas forzosas, entre otras.
Sin embargo, estos casos se encuentran fuera del ámbito de aplicación de la
Convención y, por tanto, mal podríamos aplicar las solemnidades establecidas
en ellos al contrato de compraventa internacional de mercaderías. En consecuencia, descartamos desde ya que, a consecuencia de la reserva, el contrato de
compraventa internacional esté sujeto a la observancia de alguna solemnidad
relativa a su escrituración como requisito para su validez.
Ahora bien, tratándose de la prueba del contrato, creemos que el efecto
de la reserva dependerá, en definitiva, del carácter civil o comercial del acto
para las partes. De este modo, si el contrato de compraventa internacional
es además constitutivo de un acto de comercio, tendremos que aplicar las
normas del Código mercantil a esta materia. En caso contrario, habrá que
estarse a lo dispuesto a estos efectos por el derecho común.
En nada obsta a esta conclusión el que el artículo 1 N° 3 CV. disponga
que “[a] los efectos de determinar la aplicación de la presente Convención,
no se tendrán en cuenta ni la nacionalidad de las partes ni el carácter civil o
comercial de las partes o del contrato” puesto que esta disposición excluye la
mercantilidad del acto como un criterio relevante para determinar la aplicación de la Convención. En este caso, en cambio, la mercantilidad del acto
es un criterio para determinar la legislación aplicable en reemplazo de las
normas de la Convención excluidas. Veamos entonces.
Pues bien, al tratar esta materia el artículo 128 CCom. señala que “[...]
la prueba de testigos es admisible en negocios mercantiles, cualquiera que sea la
cantidad que importe la obligación que se trate de probar, salvo los casos en que
la ley exija escritura pública”. Por su parte, el artículo 129 CCom. establece
que “[...] los juzgados de comercio podrán, atendidas las circunstancias de la
Artículo 1801. Véase también artículo 1443 CCCh.
Véase por ejemplo: Alessandri, Arturo. De los contratos (Santiago, Editorial
Jurídica de Chile, 1994).
62
63
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
53
causa, admitir prueba testimonial aun cuando altere o adicione el contenido de
las escrituras públicas”. Se sigue de estos artículos, entonces, que en materia
mercantil nuestra legislación no sólo acepta y reconoce plenamente el principio del consensualismo sino también el de la libertad de forma.
En consecuencia, dado que nuestro Código de Comercio no ha establecido
exigencias especiales respecto a la prueba del contrato, ni contiene limitaciones particulares en cuanto a la admisibilidad de los medios probatorios,
debemos concluir, entonces, que en todos aquellos casos en los cuales concurran respecto al contrato de compraventa internacional regulado por la
Convención criterios de mercantilidad reconocidos en nuestra legislación
comercial, el contrato no estará sujeto a ninguna restricción especial en lo
que se refiere a su prueba, aun cuando nuestro país haya formulado la reserva
del artículo 96 CV.
Ahora bien, la situación es distinta si el acto es civil. En efecto, en esta
hipótesis tendremos que estarnos a lo dispuesto en el Código del ramo y, en
particular, a los artículos 1708 y 1709 CCCh. para determinar los efectos
prácticos de la reserva.
Pues bien, de acuerdo con el artículo 1708 CCCh.: “[...] no se admitirá
prueba de testigos respecto de una obligación que haya debido consignarse por escrito”. Por su parte, el artículo 1709 CCCh. precisa que: “[...] deberán constar
por escrito los actos o contratos que contienen la entrega o promesa de una cosa
que valga más de dos unidades tributarias”. Agrega la misma disposición en
su inciso segundo que: “[...] no será admisible la prueba de testigos en cuanto
adicione o altere de modo alguno lo que se exprese en el acto o contrato, ni sobre
lo que se alegue haberse dicho antes, o al tiempo o después de su otorgamiento,
aun cuando en algunas de estas adiciones o modificaciones se trate de una cosa
cuyo valor no alcance a la referida suma.”
A diferencia de lo que algunos pudiesen pensar, estas disposiciones no
exigen que el contrato sea probado necesariamente por escrito sino que tan
solo excluyen la admisibilidad de la prueba testimonial como un medio
directo para acreditar su existencia o modificación. En consecuencia, estimamos que cuando la legislación civil resulte aplicable a esta materia el efecto
práctico de la reserva será simplemente excluir la prueba testimonial como
medio directo para acreditar la existencia, modificación o terminación del
contrato de compraventa internacional regulado por la Convención, en los
términos establecidos en los artículos 1708 y 1709 CCCh.
5. Comentarios respecto a la justificación de la reserva de acuerdo a nuestra
legislación doméstica.
Pese a la falta de historia legislativa del establecimiento de la reserva
en Chile, todo parece indicar que la declaración formulada por nuestro
54 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
país encuentra su justificación en la diferencia existente entre el régimen
de prueba contemplado en la Convención y aquel establecido por nuestra
legislación civil64.
Ahora bien, no resulta del todo claro que una justificación como ésta sea aceptable desde la órbita de la Convención. En efecto, de acuerdo al artículo 96 sólo
están autorizados para formular esta reserva aquellos Estados “cuya legislación
exija que los contratos de compraventa se celebren o se prueben por escrito”. En Chile,
en cambio, aun cuando se encuentra excluida la prueba testimonial, conforme
lo hemos señalado, no es necesario que el contrato se pruebe exclusivamente por
escrito o, en otras palabras, a través de prueba instrumental. Por el contrario, es
perfectamente posible acreditar el contrato de compraventa y las obligaciones
que de él nacen, a través de otros medios probatorios, tales como la confesión
judicial, sin que sea imprescindible contar con prueba instrumental.
Por otra parte, ni siquiera la exclusión de la prueba testimonial es absoluta
pues el mismo artículo 1711 CCCh. admite su procedencia, cualquiera sea
la cuantía del acto, cuando haya sido imposible obtener una prueba escrita o
cuando exista un principio de prueba por escrito. Luego, aun fuera de estas hipótesis, a nuestro juicio, y tal como señalamos precedentemente, los artículos
1708 y 1709 CCCh. sólo excluyen la prueba testimonial como medio directo
para acreditar el contrato mas no impiden que las partes puedan valerse de
este medio probatoria para acreditar la existencia de determinados hechos
que puedan servir de base para presunciones judiciales y, por esta vía, obtener
que el tribunal de por probada la existencia, modificación o terminación del
contrato de compraventa internacional65.
Tampoco pareciera ser ésta una materia de orden público que justifique
ser protegida mediante una reserva. Así, por ejemplo, la jurisprudencia
ha sostenido que “[...] el artículo 1709 CCCh. [...] no es prohibitivo, sino
meramente reglamentario de la testifical. Es así como el propio Código Civil
la acepta en casos expresos. Tampoco se trata de una norma de orden público,
porque el legislador, que es uno solo, estatuye un principio diverso en el Código
de Comercio, en que la regla general es la procedencia de la prueba de testigos,
sin que sea concebible que atentare contra su propio orden público”66.
Si a esto sumamos que buena parte de los Estados que ratificaron la Convención sin formular esta reserva, disponen en sus respectivas legislaciones
domésticas la exclusión de la prueba testimonial para acreditar los contratos
64
Según Paillás esta sería aparentemente la razón. Sin embargo, el citado autor no
cita ninguna fuente.
65
A modo de ejemplo se puede ver: Corte de Apelaciones de Santiago, 29 de octubre de 1980, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, 77 (1980), sección 2ª, p. 163.
66
Corte Suprema, 18 de mayo de 1961, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, 58,
sección 1ª, p. 132.
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
55
de compraventa que excedan de cierto valor67, la justificación de nuestro
país se torna aún más cuestionable. En efecto, es posible suponer que si estos
Estados no formularon esta reserva, fue seguramente en el entendido de que
una norma de esta naturaleza no los habilitaba para ello.
A lo anterior cabe agregar que la doctrina extranjera ha señalado que
para que un determinado Estado esté habilitado para formular esta reserva
es necesario que los requisitos del artículo 96 CV. sean exigidos por la legislación doméstica de dicho Estado a todos los contratos de compraventa y no
sólo a ciertas categorías68. En Chile, en cambio, los únicos “requisitos” que
podemos encontrar son las limitaciones a la admisibilidad de la prueba testimonial contenidas en el Código Civil; y ni siquiera ellas se aplican de forma
general sino sólo en aquellos casos en los cuales el contrato de compraventa
internacional no esté sujeto, en lo que respecta a su prueba, a la legislación
mercantil conforme lo hemos señalado.
Atendido todo anterior, más de alguno podría concluir que la legislación
chilena simplemente no cumple con las condiciones necesarias para habilitar
a nuestro país para formular la reserva del artículo 96 CV.69. Enfrentados
a una situación como ésta, algunos autores extranjeros han postulado que
corresponde a los tribunales declarar derechamente la invalidez de la reserva
al conocer de un asunto en que ella tenga incidencia70.
Sin perjuicio de lo que hemos señalado hasta aquí, no estamos de acuerdo
con esta postura pues no existe disposición alguna en la Convención que permita a un tribunal calificar el cumplimiento por parte de un Estado reservatario de los requisitos del artículo 96. Por el contrario, la misma Convención
en su artículo 97 N° 4 establece el procedimiento a seguir para dejar sin efecto
esta reserva sin contemplar la posibilidad de que sean los tribunales quienes
realicen esta tarea71. En consecuencia, mientras la reserva no sea retirada
Véase la sección 2-201 del UCC de Estados Unidos, el artículo 1341 CC. francés
y el artículo 2721 CC. italiano, entre otros.
68
Schroeter, Ulrich, Backbone or Backyard of the Convention? The CISG’s Final Provisions en El mismo, Sharing International Commercial Law Across National
Boundaries (Wildy, Simmonds & Hill Publishing, 2008), quien cita además a: Alejandro Garro, Peter Schlechtriem y Jersi Rajzki.
69
Se ha presentado un problema similar a propósito de la reserva formulada por
China ya que tras la reforma del año 1999 de su derecho uniforme de los contratos
es posible actualmente celebrar válidamente contratos de forma oral o por cualquier
otro medio. Al respecto, véase: Oberster Gerichtshof [Corte Suprema, Austria], 17 de
diciembre de 2003.
70
Véase al respecto: Schroeter, Ulrich, cit. (n. 68), p. 436.
71
De acuerdo al numeral 4 del artículo 97: “[...] todo Estado que haga una declaración conforme a la presente Convención podrá retirarla en cualquier momento mediante
notificación formal hecha por escrito al depositario”.
67
56 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
formalmente, conforme al procedimiento establecido para estos efectos por
el Tratado, debemos aceptar que ésta continúa plenamente vigente.
Ahora bien, así las cosas, es importante que la reserva sea interpretada
correctamente; es decir, de forma coherente y consistente con nuestra
legislación domestica de modo que sus efectos se encuentren restringidos
a excluir la admisibilidad de la prueba testimonial en los casos en los cuales
el legislador chileno lo ha hecho (a saber, cuando el contrato de compraventa pueda ser calificado de civil). Sólo en estos casos podría colegirse
que existe un interés legítimo en conservar las disposiciones de derecho
interno evitando así que sean desplazadas por las normas de la Convención
que admiten toda clase de medios probatorios para acreditar el contrato de
compraventa internacional. Veremos a continuación, sin embargo, que la
doctrina y jurisprudencia nacional ha atribuido a la reserva un alcance muy
distinto al que hemos postulado, llegando incluso a sostener que el contrato
de compraventa internacional de mercaderías debe considerarse solemne en
Chile producto de la reserva.
6. Análisis crítico de las interpretaciones propuestas por la doctrina nacional
a la reserva del artículo 96
En nuestro país no son muchos los autores que se han referido a los
efectos de la reserva del artículo 96. Luego, los que sí lo han hecho proponen
interpretaciones que se alejan notablemente de aquellas que gozan de mayor
aceptación en la doctrina y jurisprudencia extranjera y que analizamos precedentemente. A continuación trataremos estas interpretaciones.
a) Sandoval. Para este autor72, el efecto de la reserva del artículo 96 es
el de excluir totalmente la aplicación de la parte II de la Convención relativa
a la formación del contrato (artículo 14 a 24). En efecto, el autor señala
que la “segunda parte de la ‘Convención de Viena’ de 1980 puede excluirse
totalmente de aplicación mediante una declaración ad hoc efectuada por los
Estados al momento de hacerse partes de dicha Convención”. Agrega el autor
que: “[...] el mecanismo de exclusión o reserva se basa en los artículos 12 y 96
del texto uniforme”. De este modo “cuando el establecimiento de uno de los
contratantes se encuentre radicado en alguno de los Estados que hayan realizado
la referida declaración, el contrato de compraventa internacional de mercaderías
celebrado estará sometido a la aludida Convención, excepto en lo relativo a su
perfeccionamiento, materia que será regida por el derecho nacional que resulte
aplicable conforme a las reglas del Derecho internacional privado”.
Estamos en desacuerdo con esta interpretación. Como señaláramos
Sandoval, Ricardo, Los contratos mercantiles (Santiago, Editorial Jurídica,
2003), I, pp. 259-260.
72
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
57
precedentemente, el efecto de la reserva con arreglo a los artículo 12 y 96
CV. no es el de excluir por completo la parte II de la Convención, sino sólo
aquellas disposiciones que permitan que la celebración, la modificación o la
terminación por mutuo acuerdo se haga por un procedimiento que no sea
por escrito. De este modo, las normas de la Convención sobre su formación
y que, por ejemplo, requieren de una oferta y una aceptación para que el
contrato se entienda celebrado, subsistirán plenamente aplicables en todo
aquello que no pugnen con lo dispuesto en los artículos 12 y 96 CV. De
hecho, el concluir lo contrario importaría confundir la reserva del artículo
96 con la del artículo 92 CV., que permite a los Estados signatarios excluir
la aplicación de la parte II o la parte III de la Convención. Esta reserva no ha
sido formulada por nuestro país y por ende no corresponde aplicarla bajo la
forma del artículo 96 CV.
Creemos que este es precisamente el error en el que incurre Sandoval. De
hecho, al referirse a esta materia el autor enumera una serie de Estados que al
30 de enero de 1991 habían formulado esta reserva, confundiendo dentro del
mismo grupo a aquellos que habían formulado la reserva del artículo 96 CV.
con aquellos que habían formulado la declaración del artículo 92 CV.73.
b) Lopez Blanco. El profesor López Blanco74 también se ha referido a
esta materia. A su juicio: “para que un contrato de compraventa internacional
de mercaderías tenga valor en Chile se requiere, de acuerdo con la disposición
recién transcrita [artículo 96 CV.], que dicho contrato conste por escrito”. Todo
parece indicar que este autor se refiere al término valor como sinónimo de
validez. Esta conclusión, además, se ve corroborada cuando el autor afirma
que a causa de la reserva del artículo 96, que: “en lo que se refiere al contrato
de compraventa internacional, sujeto a las disposiciones de la ‘Convención de
Viena’, la norma chilena no permite que el contrato se entienda perfecto sin que
conste por escrito”. En consecuencia, según este autor, y producto de la reserva,
el contrato de compraventa internacional de mercaderías sujeto a la Convención debe considerarse solemne75. Con todo, el mismo autor agrega que: “[...]
no se requiere a este efecto ninguna solemnidad especial; basta, simplemente,
que los términos del referido convenio, consten, de alguna manera, por escrito;
Sandoval, Ricardo, cit. (n. 72), p. 260.
López Blanco, José Luis, cit. (n. 39), pp. 65-66.
75
Para una conclusión similar, véanse los siguientes fallos: Alto Tribunal Arbitral
de la Federación de Rusia, Arbitraje, 25 de marzo de 1997; Federal District Court de
Nueva Jersey, 7 de octubre de 2008; y Federal District Court de Florida, 19 de mayo de
2008. Un caso interesante que involucró a una parte cuyo establecimiento estaba situado en Chile podemos encontrar en: Rechtbank van Koophandel [Tribunal de Primera
Instancia, Hasselt, Bélgica], 2 de mayo de 1995.
73
74
58 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
sea, en un solo documento, suscrito por ambas partes; o, también, a través de
intercambio de correspondencia en que consten la oferta y su aceptación”.
Tampoco estamos de acuerdo con esta interpretación. El propósito de
esta reserva no es erigirse como un requisito adicional a los contemplados por
la legislación del Estado reservatario, sino proteger los requisitos de forma o
prueba ya existentes en dicho Estado, haciéndolos aplicables al contrato; no
obstante las disposiciones de la Convención que establecen la informalidad
del mismo y que, en ausencia de la reserva, desplazarían a estos requisitos
dejándolos sin aplicación. En este sentido, debe recordarse que es a causa de
la legislación doméstica de un Estado que no reconoce el principio del consensualismo o la libertad de forma para acreditar el contrato, que la reserva
impide que el contrato de compraventa internacional sea celebrado por un
procedimiento que no sea por escrito, no al revés. En consecuencia, si el
contrato de compraventa en Chile es consensual, la reserva simplemente no
puede ser interpretada de modo que constituya una excepción a esta regla
puesto que, por sí sola, tan solo excluye la aplicación de ciertas disposiciones
de la Convención sin transformar automáticamente al contrato en solemne.
Esto último, en definitiva, dependerá de la legislación que resulte aplicable
en esta materia conforme a las normas de derecho internacional privado del
foro. De este modo, si la legislación aplicable es la chilena, tendremos que
estarnos a lo dispuesto en el artículo 1801 CCCh., que establece expresamente la consensualidad de la compraventa, sea ésta civil o mercantil, y, en
consecuencia, el contrato de compraventa internacional no estará sujeto a
solemnidad alguna que exija su escrituración como requisito de validez.
Tampoco puede estimarse que el legislador chileno haya pretendido
hacer una excepción a la consensualidad del contrato de compraventa internacional mediante la formulación de esta reserva. Para ello, y sin perjuicio
de que semejante interpretación es abiertamente contraria a la finalidad de
la reserva, tendría que haber existido una razón que justificara aplicar a los
contratos de compraventa internacional regulados por la Convención una
regla distinta a aquella que rige para los contratos de compraventa internos y
los internacionales que escapen del ámbito de regulación de la Convención76.
Tal razón, sin embargo, no existe.
Dado su ámbito de aplicación y, en particular, el criterio de internacionalidad
escogido por la ley uniforme, es perfectamente posible que un contrato de compraventa
sea calificado como internacional en nuestro país aun cuando escape del campo de aplicación de la Convención. Si las partes no han sujetado este contrato a una legislación en
particular, el juez deberá hacer uso de las normas de derecho internacional privado para
determinar el derecho aplicable. Suponiendo que esas normas apuntan a la legislación
chilena, tendríamos que aplicar el artículo 1801 CCCh. por lo que se nos daría la paradoja de que este contrato de compraventa internacional sería consensual, al igual que el
76
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
59
En suma, estimamos que la interpretación de López Blanco debe ser
descartada en atención a las razones expuestas precedentemente.
c) Maluenda. Maluenda77, por su parte, también se ha pronunciado
respecto a los efectos de la reserva en comento. Al referirse a este tema el
autor sostiene en su obra que existen a lo menos dos formas de interpretar
la reserva del artículo 96 CV. Una de ellas es considerar que a causa de la
reserva “las normas de la Convención que establecen que la compraventa
internacional es consensual, no se aplicarán, por lo que debería aplicarse las
disposiciones internas correspondientes”. Atendido el reconocimiento al principio del consensualismo en nuestro derecho doméstico, el autor concluye
que “en este caso, no habría ninguna diferencia entre la compraventa interna
e internacional, relativo al modo en que se perfecciona”.
La otra interpretación posible según Maluenda, y a la cual él adhiere, es
aquella que sostiene que producto de la reserva del artículo 96 CV.: “la oferta,
la aceptación, la celebración, la modificación o la terminación del contrato de
compraventa internacional, deberán hacerse por escrito cuando cualquiera de
las partes tenga su establecimiento en Chile.” En este caso –señala el autor–:
“[...] existiría una diferencia de trascendencia en materia de compraventa. Si ella
es internacional, siempre debería dejarse constancia por escrito, y si es interna,
en cambio, sólo en ciertos casos”. Los casos a los cuales se refiere el autor son
aquellos que resultan de distinguir la compraventa civil de la compraventa
mercantil. En este sentido, el autor concluye que: “[...] en virtud de la reserva,
[el contrato de compraventa internacional] debe probarse por escrito en ambos
casos, sin relación al valor de la cosa sobre la que versa el contrato”78.
Tampoco estamos de acuerdo con esta interpretación. La reserva no
produce como consecuencia inmediata que el contrato deba probarse por
escrito, sino que esto dependerá, en definitiva, de la legislación que deba aplicarse en reemplazo de las normas de la Convención excluidas por la reserva.
Si esta legislación es la chilena, la única limitación que podemos encontrar
relativa a la prueba del contrato es la de los artículos 1708 y 1709 CCCh..
Sin embargo, estas normas sólo serán aplicables cuando no sean desplazadas
por las disposiciones del Código de Comercio, en tanto ley especial en esta
materia; y, aún en estos casos, su efecto será simplemente excluir la prueba
testimonial para acreditar el contrato de compraventa internacional sin que
ello impida probarlo por lo demás medios probatorios.
contrato de compraventa interno, mientras el contrato de compraventa internacional
sujeto a las normas de la Convención (y a la reserva) sería, en cambio, solemne.
77
Maluenda, Rodrigo, Contratos internacionales en el Derecho chileno (Santiago,
ConoSur, 1998), pp. 196-197.
78
Ibíd., p. 337.
60 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
Atendido estas razones, estimamos que la interpretación de Maluenda
debe ser igualmente descartada.
V. Comentario a un fallo nacional
que interpretó y aplicó la reserva del artículo 96 CV.
El fallo al cual nos referimos fue pronunciado por la Corte de Apelaciones de San Miguel el 2 de julio del año 2003, siendo confirmado por la
Corte Suprema el 10 de agosto de 200579. Los hechos son básicamente los
siguientes.
Un grupo de sociedades francesas vendieron a una sociedad chilena una
serie maquinarias e insumos agrícolas, quedando constancia de esto en diversos documentos, entre ellos, facturas y guías de despacho, sin que existiera,
empero, contrato alguno otorgado por escrito entre las partes. Las sociedades
francesas luego cedieron sus créditos a una sociedad chilena y esta última
decidió demandar a la sociedad deudora ante los tribunales chilenos, para
así obtener el pago de los créditos que previamente había adquirido.
Pues bien, ni en primera ni en segunda instancia las partes hicieron referencia alguna a la Convención; por el contrario, se limitaron a litigar única y
exclusivamente sobre la base del derecho interno80.
Al examinar los hechos, sin embargo, la Corte de Apelaciones de San
Miguel notó que la controversia versaba sobre créditos cuya causa eran
contratos de compraventa internacional de mercaderías, por lo que decidió
aplicar la Convención tras comprobar que las partes originarias tenían sus
establecimientos en Estados signatarios diferentes (Francia y Chile) y que
no había evidencia de que éstas hubieran acordado excluir la aplicación de
la Convención a su contrato, conforme lo dispuesto en su artículo 6.
Sin embargo, al referirse al ámbito de aplicación de la Convención la Corte
sostuvo que, “a virtud de la reserva antes indicada, y de lo preceptuado por el
artículo 4 recién recordado, la “Convención de Viena” sólo regula, del contrato
que ocupa este análisis, lo concerniente a sus efectos, esto es, a los derechos y obligaciones que nacen para las partes, comprador y vendedor, una vez celebrado
el convenio” (considerando N° 4). Agrega la Corte que: “establecido como
está que, para los efectos de determinar la formación, existencia, o prueba del
contrato no rigen en la especie las normas de la ‘Convención de Viena’, preciso
es concluir que en la situación de nuestro país, la compraventa internacional de
79
“Sociedad Gildemeister S.A. con Sociedad Agrícola Gildemesiter S.A.”, Corte
Suprema, 10 de agosto de 2005, rol N° 2528-2003.
80
Respecto a la posibilidad de excluir la aplicación de la Convención a raíz de este
hecho, véase: Ferrari, Franco, cit. (n. 13), pp. 130-132.
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
61
mercaderías plantea mayores exigencias para su formación que la compraventa
de mercaderías en el ámbito nacional” (considerando N° 15).
Como se aprecia de estos considerandos, la Corte estimó que el efecto
de la reserva era el de excluir por completo la formación del contrato del
ámbito de aplicación de la Convención, por lo que, a su juicio, no solo resultaban inaplicables las disposiciones de la Convención que permiten “que la
celebración, la modificación o la extinción por mutuo acuerdo del contrato de
compraventa, o la oferta, la aceptación o cualquier otra manifestación de intención, se hagan por un procedimiento que no sea por escrito”, sino que la parte
II de la Convención por completo. Así, a juicio de la Corte, la formación del
contrato de compraventa internacional de mercaderías en Chile escaparía
a la regulación de la Convención. Esto no es efectivo, y nos remitimos a lo
señalado al abordar la interpretación que hace Sandoval sobre la materia.
Ahora bien, y sin perjuicio de lo anterior, a juicio de la Corte: “el hecho
de que la compra, como la que se analiza, deba constar por escrito, no conlleva
necesariamente el otorgamiento de un acabado pacto, por escrito”. Citando a
López Blanco, la Corte sostiene que: “basta simplemente, que los términos del
referido convenio consten, de alguna manera por escrito: sea, en un solo convenio,
suscrito por ambas partes, o también, a través, de intercambio de correspondencia
en que consten la oferta y su aceptación” (considerando N 15°).
De este modo, y tras analizar la prueba rendida, la Corte estimó que era
posible dar por acreditado la existencia de un contrato de compraventa entre
las partes. Sin embargo, debido a su particular interpretación de la reserva,
no aplicó a esta materia ninguna disposición de la Convención. Como el
demandado, eso sí, no acreditó haber pagado el precio de las mercaderías
que recibió, la Corte acogió la demanda y lo condenó a pagar al actor el
importe de las facturas.
Esta interpretación de la reserva nos parece del todo desafortunada. Primero que nada, la Corte debió haber precisado el lugar de celebración del
contrato a fin de determinar si el mismo se encontraba o no sujeto a algún
requisito de forma o a alguna limitación probatoria. Es importante recordar
al respecto, que Francia no ha formulado la reserva del artículo 96 CV. por
lo que, de acuerdo a lo que hemos señalado, de ser aplicable su legislación
regiría plenamente lo dispuesto en el artículo 11 CV.
Ahora bien, suponiendo que la residencia del aceptante se encuentra en
Chile y que, por tanto, el contrato debió entenderse celebrado en nuestro
país, para establecer los efectos prácticos de la reserva la Corte debió haber
determinado si al contrato le era aplicable el estatuto civil o el estatuto
comercial. En el primer caso, el efecto de la reserva habría sido excluir la
prueba testimonial como medio de prueba directo para acreditar la existencia,
modificación o terminación del contrato de compraventa. En el segundo, en
62 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
cambio, la reserva no habría producido ningún efecto práctico pues nuestra
legislación comercial no ha establecido requisito de forma o prueba alguno
en relación a la contrato de compraventa mercantil.
A diferencia de esto, la Corte sostuvo que producto de la reserva el
contrato de compraventa internacional debía necesariamente constar por
escrito (aunque entiende que este requisito se satisface con lo que pareciera
ser un principio de prueba por escrito). Esta interpretación de los efectos
de la reserva nos parece errada y nos remitimos a las razones expuestas precedentemente.
En suma, creemos que este fallo, confirmado por la Corte Suprema81,
sienta un peligroso y negativo precedente. Esperamos, en consecuencia, que
en una siguiente ocasión nuestros tribunales corrijan esta interpretación y
enmienden el criterio.
VI. Conclusiones
Los principios del consensualismo y la libertad de forma consagrados en
la “Convención de Viena” de 1980 han gozado de amplio reconocimiento
en el comercio internacional. Prueba de ello encontramos en su consagración
normativa en diversos proyectos de armonización y unificación del Derecho
llevados a cabo por distintos organismos internacionales. Los tribunales también han enfatizado la importancia de estos principios al aplicar la Convención
como queda de manifiesto en los diversos fallos examinados.
Dentro del marco de la Convención, la excepción más importante a estos
principios lo constituye la reserva del artículo 96 en relación a su artículo
12 CV. De acuerdo al análisis efectuado, creemos que la interpretación que
mejor se ajusta a los propósitos e historia legislativa de la Convención es aquella
que sostiene que es necesario acudir a las normas de derecho internacional
privado del foro para determinar la legislación aplicable a los requisitos
de forma del contrato. De este modo, cuando estas normas se remitan a
la legislación de un Estado que no ha formulado la reserva, la Convención,
en tanto forma parte de la legislación de dicho Estado, regirá el contrato,
lo que importa además aplicar el artículo 11 CV. y con ello el principio del
consensualismo y la libertad de forma. Si, por el contrario, estas normas
se remiten a la legislación doméstica de un Estado reservatario, habrá que
analizar dicha legislación a fin de determinar si el contrato debe o no cumplir
81
Nótese que el demandado recurrió de casación en el fondo por falsa aplicación
de la Convención al caso, argumentando que ella no resultaba en absoluto aplicable a la
controversia. No cuestionó, empero, la aplicación particular y concreta de las normas
de la Convención hecha por la Corte.
La reserva de Chile a la “Convención de Viena” de 1980
63
con algún requisito de forma relativo a su escrituración. En caso de existir
tales requisitos, deberá estarse a ellos.
Con todo, esto no quiere decir que en una hipótesis como esta debamos
excluir totalmente la aplicación de la parte II de la Convención. Por el contrario, aquellas normas de la Convención relativas a la formación del contrato
que no pugnen con lo dispuesto en los artículos 12 y 96 CV. subsistirán
plenamente aplicables.
Ahora bien, si la norma de conflicto se remite a la legislación chilena
tendremos que aplicar nuestra legislación doméstica, en reemplazo de las
normas de la Convención excluidas por la reserva. Dado que el contrato de
compraventa en Chile es consensual, debemos descartar que el contrato de
compraventa regulado por la Convención deba cumplir con alguna solemnidad como requisito para su validez.
En cuanto a las posibles limitaciones probatorias aplicables al contrato de
compraventa internacional a consecuencia de la reserva, debemos distinguir
si el acto que envuelve la compraventa internacional es civil o mercantil,
conforme a las reglas establecidas en nuestro derecho doméstico a estos
efectos. De este modo, si el acto puede ser calificado como mercantil la
reserva no producirá efectos prácticos ya que nuestra legislación comercial
no ha establecido limitaciones particulares en lo que respecta a la prueba del
contrato de compraventa.
Si el acto es civil, en cambio, el contrato de compraventa internacional
quedará sujeto, en lo respecta a su prueba, a los artículos 1708 y 1709 CCCh.
y, por tanto, el efecto de la reserva será (únicamente) excluir la admisibilidad de la prueba testimonial como medio de prueba directo para acreditar
la existencia, modificación o terminación del contrato de compraventa
internacional.
Con todo, dado el ámbito de aplicación de la Convención y, en particular,
lo dispuesto en su artículo 1, en cuanto a excluir las compras hechas para uso
personal, familiar o doméstico y, por otra parte, los criterios establecidos por
nuestra legislación doméstica para calificar la mercantilidad de un determinado acto, creemos que la regla general será que el contrato de compraventa
internacional de mercaderías constituya a su vez un acto de comercio y, en
consecuencia, en todos estos casos no estará sujeto a solemnidad alguna
relativa al modo en que se perfecciona o prueba; pese a la reserva formulada
por nuestro país.
64 Revista de Derecho XXXVI (1er Semestre de 2011)
Francisco José Grob Duhalde
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