Ponencia - Extension UNICEN

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lll Jornadas de Extensión del Mercosur.
Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires. Facultad
de Derecho.
Ponencia.
Autores: María Silvina Delbueno- María Isabel Labbataglia.
El estudio de la literatura comparada nos ha permitido atisbar, al decir de
Guillén, el “relampagueo de la otredad”, la percepción de una tensión entre lo particular
y lo general, o mejor aún, entre lo local y lo universal. 1 El mito subyace, y se renueva,
en especial el mito griego que horadó los espacios y los tiempos de todas las fronteras,
tal como afirma Gèly (2012:13): “…´Mythos` est dans tous les cas le scénario de
l`histoire racontée, jouée ou citée tel que le poète à chaque fois l`invente. Mais il existe
des ´mythoi` hérités, transmis par une mémoire collective, et des “mythoi” inventés,
nouveaux…”.2
La literatura griega ha ahondado infinidad de veces y de maneras muy disímiles
en la concepción del ser humano y de su mundo, de modo tal que las problemáticas que
lo han aquejado y lo sumieron en el desconcierto, traspasaron sus fronteras y pudieron
espejarse en otras culturas y en otras realidades. Es entonces cuando esa literatura, ese
micro-cosmos pervive en nosotros. Desde sus inicios, el mito griego ha caracterizado a
Medea como la mujer bárbara, la transterrada,3 la desesperada, la hechicera y la filicida.
Calificativos éstos que, en mayor o menor medida, han sostenido los numerosos autores
que la han reescrito desde el siglo V a.C. hasta nuestra era, dado el carácter polisémico
que este personaje adquiere. Ella encarna la marginalidad que significa ser mujer y
extranjera en la Atenas de Pericles,4 una suerte de alteridad que carga con una serie de
impulsos y de reacciones, en particular la cólera desmedida, el furor pasional que le ha
permitido trascender la exclusividad del ámbito literario e incorporarse definitivamente
en la pluralidad de las artes: la literatura, el cine, la pintura y la música; y en la
pluralidad de los tiempos.
1
Guillén (2005:29).
Gèly (2012:13). Mito es en todo caso el escenario de la historia contada, interpretada o citada
de tal manera que el poeta la inventa cada vez. Pero existen los mitos heredados, transmitidos
por una memoria colectiva y los mitos inventados nuevamente.
3
Pórtulas (2001: 138). El vocablo toma la acepción de descolonizada.
4
Sala Rose (2002: 295). “…El año 431 fue la fecha en que también se inició la Guerra del
Peloponeso. Eurípides dio entrada a la tradición Occidental al personaje que con mayor
rotundidad iba a simbolizar los peligros de la intrusión de lo marginal en el mundo civilizado.
Medea, bárbara entre los griegos, es una indeseable sumida en un entorno que le es hostil por
naturaleza…”.
2
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Ya Eurípides en el año 431 a.C resemantizó el relato tradicional al implementar
el rito iniciático de la muerte de los hijos. A posteriori, la literatura de Occidente vuelve
sobre esta imagen en la que se siguen indagando los aspectos psicológicos de la mujer y
de la madre con los aportes decisivos que cada autor ha gestado en ella.
Desde el trasfondo mítico compiten en Medea un aspecto masculino y un
aspecto femenino,5 cada uno de ellos desdoblado en pasión y razón respectivamente.
Como mujer tiene la cualidad esencial de reproducción, aludida en el sema γυνή, en
tanto que del ámbito masculino proviene, en un primer momento, la cualidad de
deliberar, de planear, de maquinar y, finalmente la de ser la ejecutora del curso de la
acción. Sin embargo, la separación de funciones ha dado en llamarse una “sexualización
del espacio” en que a las mujeres se les asigna el orden doméstico y a los hombres el
ámbito público. Frente al πόνος, el trabajo del hombre,6 se diseña un modelo negativo
de la vida de las mujeres, al que se alude siempre para establecer un contraste, la mujer
sometida, la mujer sin derechos. De este modo, en el mundo helénico, obraba la
tripartición: hombre/bestia, varón/mujer y griego/bárbaro. Es esa relación entre los
géneros que opera como leit motiv para plantear el conflicto trágico. Sin embargo, es
un empleo recurrente entre los poetas griegos la inversión de roles, es decir héroes
feminizados o bien mujeres virilizadas. En nuestro personaje ambos aspectos confluyen
y devienen en ἀκρασία, la incapacidad para refrenarse en la comisión de una acción
prohibida impulsada por la pasión.7 De allí deviene el carácter monstruoso que, de
acuerdo con Vernant,8 retomado por Loreaux y luego por Rodríguez Cidre,9 oscila entre
dos polos: lo aterrador y lo grotesco. La mujer aparecería asociada en la cultura griega
con lo animal instintivo y lo salvaje, lo irracional, lo no domesticado. Son estas mujeres
las que focalizan la anarquía para el reglado mundo masculino de la πόλις y en
consecuencia representan la ὕβρις (en la acepción de extralimitación) y la
desproporción. Entonces el matrimonio vendría a funcionar como un mecanismo
civilizatorio.10 El amor como un sentimiento irracional es un tema predominante en el
teatro de Eurípides, en donde muestra el aspecto destructivo de Eros.
5
Foley (1994).
Loreaux (2004).
7
Biglieri (2005:70 y ss).
8
Vernant (2001).
9
Rodriguez Cidre (2002: 277-293).
10
Rodríguez Cidre (2010:30).
6
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El carácter polisémico que todo mito adquiere, al igual que uno de sus rasgos
inherentes, la maleabilidad, nos ha permitido acercarnos desde el mito a la realidad de
las mujeres filicidas de la Unidad Penal Nº 52 de la ciudad de Azul. La experiencia ha
sido única. En la conformación de un taller literario dependiente la Facultad de
Derecho, las tres mujeres filicidas en encuentros semanales han empezado a leer los
inicios de la literatura griega hasta llegar a Eurípides, el trágico del siglo V a.C. con su
obra Medea. La lectura nos ha brindado a Isabel y a mí, la posibilidad de contextualizar
a estas mujeres en la situación de desterradas de la sociedad, de extranjeras pues no
pertenecen a la comunidad azuleña, a causa del filicidio. Logramos, luego de un arduo
trabajo, la puesta en escena de la obra en el marco de las Jornadas Cervantinas de esta
ciudad el pasado año. Nuestro objetivo fue una propuesta humanizante del mito a la
realidad, una manera de intentar insertarlas a la sociedad de la que fueron excluidas.
Ahora bien, como ha mencionado Silvina, al observar y comunicarnos con estas
mujeres, pudimos concluir que todas han padecido violencia de género, entendida ésta
como aquella violencia ejercida hacia una persona sobre la base de su sexo o género.
Específicamente, se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u
omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el
privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad,
integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su
seguridad personal y quedan también comprendidas las perpetradas desde el Estado o
por sus agentes. Asimismo se toma en cuenta la violencia indirecta de toda conducta,
acción, omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en
desventaja con respecto al varón.
En este sentido, para asegurar un adecuado servicio de justicia a las víctimas de
violencia de género, el Estado obligó entre otras cosas, a difundir el derecho a las
mujeres a una vida libre de violencia, fomentar la educación y capacitación de los
integrantes del sistema de administración de justicia, brindar patrocinio jurídico
especializado y promover la integración transversal de género, y ello por medio de la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer (Convención de Belén Do Pará) y la ley 26.485 de Protección Integral para
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prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos que
desarrollan sus relaciones interpersonales.
Los instrumentos jurídicos mencionados reconocen que la violencia contra las
mujeres constituye una violación de sus derechos humanos y, que los Estados deben
adoptar medidas decisivas para garantizar su vigencia, tanto en la esfera pública como
privada.
Se busca investigar ese tipo de denuncias con el fin de esclarecer lo ocurrido, a
sancionar al responsable, y a brindar asistencia integral a las víctimas. En el caso de la
ley 26485, la definición incluye no sólo hechos de violencia directa, sino situaciones
que pongan a las mujeres en desventaja con respecto a los varones a los que se
denomina violencia indirecta. Asimismo, se enuncian distintos tipos de modalidades
que adquiere la violencia de género (violencia física, psicológica, sexual, económica y
simbólica., violencia doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva,
obstétrica y mediática. La ley también incorpora una serie de derechos y garantías
mínimos, que son de aplicación a todo tipo de procesos, sin diferencia de fueros y sin
discriminar si la mujer está involucrada como víctima o como imputada.
Lo cierto es que pese a la normativa nacional y/o internacional, no todos los
operadores jurídicos están familiarizados con ellos y no los utilizan en la práctica
judicial por desconocimiento.
Hay mucho por hablar, y para no extender las jornadas voy hacer referencia
brevemente a lo normado por la ley 26485. Esta plantea objetivos muy amplios, entre
ellos propone la eliminación de la discriminación entre mujeres y varones en todos los
órdenes de la vida, el derecho a vivir una vida sin violencia, el desarrollo de políticas
públicas tendientes a erradicar la violencia, la remoción de patrones socioculturales que
promueven y sostienen la desigualdad de género, y finalmente, favorecer el acceso a la
justicia de víctimas de violencia.
Hasta la sanción de la ley 26485, las normas sobre violencia en Argentina se
agrupaban, en forma excluyente, en normas de carácter civil y penales (abuso,
homicidio, violación), pero con esta nueva ley lo que se busca es la protección integral
de la mujer en todas las situaciones de violencia en la cual pueda verse afectada. Y
como lo hace, en primer lugar define diversas modalidades de violencia y cuáles serían
las personas protegidas. Asimismo aborda políticas públicas que permitan establecer su
aplicabilidad con medidas efectivas ordenando a los distintos ministerios (Jefatura de
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Gobierno, Ministerio de Educación, Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos
Humanos con sus diferentes secretarías (de Justicia y Seguridad), Ministerio de Trabajo,
Ministerio de Defensa y a la Secretaría de Medios de Comunicación de la Nación).
Luego analiza ciertos aspectos jurídicos puntuales que son relevantes para determinar
las facultades y deberes de diversas personas habilitadas para plantear denuncias en
casos de violencia contra las mujeres, medidas de protección que se pueden solicitar a
las autoridades competentes; la competencia para la interposición de distintas denuncias
por las formas de violencia previstas en los procedimientos aplicables (como por
ejemplo la prohibición de celebrar audiencias con la participación de ambas partes
víctimas y perpetrador).
Se intenta buscar el respeto al derecho de la confidencialidad y a la intimidad, el
acceso a la justicia, creando un órgano específico para realizar políticas públicas
tendientes a garantizar la efectiva ejecución de la ley, el Consejo Nacional de las
Mujeres. Este organismo es el que debe elaborar un plan Nacional de acción para la
prevención asistencia y erradicación de la violencia contra las mujeres, de manera
interdisciplinaria con todos los organismos del Poder Ejecutivo, generar estándares
mínimos de detección precoz y abordaje para la situación de violencia, brindar
capacitación temática a los funcionarios de la justicia, a los profesionales que, en razón
de sus actividades, puedan llevar a intervenir en caso de violencia y a las fuerzas de
seguridad, promover la asistencia integral o gratuita de todas las mujeres que padecen
violencia, recabar datos estadísticos y realizar una guía de servicios que brinde
información sobre programas y servicios de asistencia directa y garantizar el acceso a
los servicios de atención específica para mujeres privadas de libertad.
Se deja en claro que la persona que atraviesa una situación de violencia tiene la
facultad de denunciar el hecho y a la persona sindicada como responsable, generando
medidas de protección (por ejemplo apartar el agresor, asistencia médica y psicológica).
La normativa es extensa y para no explayarnos demasiado, es necesario saber
que existen herramientas legales que protegen a las mujeres de víctimas de violencia, no
sólo nuestra carta magna nos obliga a ello si no que hay compromisos internacionales
que así lo exigen.
La idea central del proyecto que presentamos, es tomar conciencia que las
mujeres hoy, gracias al cambio de paradigma del Estado, “son sujetos de derecho”. No
es el sistema penal que debe sancionar la violencia hacia ellas, sino que se debe realizar
una política de protección integral teniendo como objetivo promover y garantizar el
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derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia, ejercidas por diversas
personas, sean parejas, convivientes o perpetradores masculinos, en miras de la igualdad
y no discriminación, (finalidad de la ley 26.485).
Creemos firmemente que para ello, existe una necesidad de acciones
coordinadas, donde el poder judicial es un actor clave en la prevención, sanción y
erradicación de la violencia contra las mujeres. Criminalizar a la mujer filicida, sin tener
en cuenta todas las circunstancias que la llevaron a ello, sin partir de la premisa de su
condición de víctima de violencia de género que la conlleva a ello, sería una doble
victimización ejercida por el estado.
Si no se logra una mayor articulación interinstitucional con otros organismos
públicos que tienen el mandato de velar por los derechos de las personas, las acciones
de justicia no serán suficientes para proteger a la mujer víctima de violencia.
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