¿EXISTE DIOS? “Dios es para el espíritu humano no una verdad evidente, sino un problema doloroso que, para ser resuelto, exige paciencia y trabajo”1. Paciencia y trabajo, porque se trata siempre de una decisión importante y difícil de tomar; importante porque esta decisión compromete a la persona entera y dolorosa porque el definir su existencia hace que el hombre oriente su vida de una forma o de otra. La afirmación o la negación de Dios son igualmente posibles y para ambas cosas se encuentran argumentos, pero ni ningún argumento es suficiente y ninguna afirmación es suficientemente válida. De esta igualdad de posibilidad de la afirmación o de la negación de Dios no se sigue que esta opción sea neutra… Hoy es perfectamente demostrar razonablemente la existencia de Dios con argumentos necesarios; seguramente se nos viene a la cabeza las famosas pruebas de la existencia de Dios que muchos filósofos teólogos han intentado elaborar a lo largo de la historia. ¿Se puede <<probar>> la existencia de Dios? Las pruebas clásicas de la existencia de Dios hoy han perdido interés tanto para ateos como para creyentes sobre todo por hacer alusión a una imagen del mundo ya superada. Pero ciertamente para múltiples pensadores y para nosotros son de gran valor. 1. Las principales <<pruebas>> clásicas de la existencia de Dios. Tenemos tres series de <<vías hacia Dios>>: a) Las <<pruebas>> a partir de la realidad Son las llamadas pruebas cosmológicas porque se basan en el hecho de la existencia del mundo material y del universo (cosmos). Son probablemente las más antiguas; responden a las grandes preguntas de la humanidad. Estas pruebas fueron recogidas por los primeros teólogos y filósofos cristianos, los padres de la Iglesia, antes de que las precisara y sistematizara santo Tomás de Aquino en el siglo XIII. Son: Dios, causa del mundo Partiendo de que en el universo todo tiene una causa, se concluye que si el universo existe, debe ser necesariamente por una causa, Dios. Se constata además que este universo está en constante cambio y movimiento. Se marca aquí a Dios como el motor inmóvil (Aristóteles). Como el universo es contingente, no tiene en sí mismo su razón de ser, se ve en Dios la respuesta. Dios, fuente del orden del mundo Es la prueba por la finalidad o <<argumento teleológico>>, argumento que parte del orden real que existe en el mundo llegando a cuestionarse sobre si es posible que este sea obra de una inteligencia soberana. Ya decía Voltaire: “El universo me asombra y no 1 E. Borne, Dieu n`est pas mort, 24 puedo menos de pensar que este reloj marche sin haya un relojero.” Esta prueba es la más popular de todas. Observaciones sobre estas pruebas: Estas pruebas parecieron irrefutables durante mucho tiempo, pero hoy se sabe que no pueden, por sí solas, llevar a admitir la necesidad de la existencia de Dios. Ya Pascal en el XVII subrayaba que era ingenuo y vano decir a los que no tienen fe que no tienen más que ver la más pequeña cosa que les rodea y llegarán a descubrir allí a Dios.2 La ciencia hoy ha hecho que el hombre evolucione mucho más en su pensamiento b) Las <<pruebas>> a partir del hombre Parten de la realidad interior del espíritu humano, subraya que la idea de Dios es natural en el hombre y que seguirá estando inquieto mientras no tenga conciencia de la presencia efectiva de Dios en su propia interioridad, tenemos aquí a San Agustín con su famosa frase “Tú nos has orientado hacia ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti´”. El hombre tiene necesidad de fundamentar los grandes valores en <<algo>> sólido, y no puede ser más que la perfección absoluta, oscuramente no puede ser más que Dios; por tanto Dios existe. Kant conservaba esta aproximación a Dios por la reflexión moral, pero la postulaba como una realidad aceptable como verdadera pero sin poder probar su verdad. Observaciones sobre estas pruebas. Estos argumentos no parecen más demostrativos que los otros. No porque yo tenga en mí la idea de Dios, este Dios existe realmente; por otra parte, se podría muy bien admitir que no hay nada que responda a esta necesidad de superación del hombre y de justificación de los valores que le parecen esenciales. c) La <<prueba>> a partir de Dios mismo o el <<argumento ontológico>>. Argumento expuesto en primer lugar por San Anselmo en el siglo XI, fue recogido por varios filósofos especialmente por Descartes, Leibniz y Hegel. Se basa en la idea que uno se hace de Dios. Al hablar de Dios, tengo la idea de un ser perfecto. Si e ese ser perfecto no existiera, no sería perfecto, y a que le faltaría precisamente esa perfección que es la existencia. Luego existe. Observaciones sobre el argumento ontológico. Fue muy criticado por Santo Tomás y Kant, ambos coinciden que no se puede pasar del terreno de las ideas al de la existencia de ese ser perfecto. 2. Los límites… y el interés de estas pruebas a) Estas <<pruebas>> están lejos de ser decisivas… 2 B. Pascal, Pensamientos, n. 242 2 Estas pruebas tenían mucho peso en otro tiempo, en un mundo religioso, en donde era natural ver la presencia de Dios; hoy de hecho resultan frágiles hasta para el propio creyente. De hecho estas pruebas no muestran nada decisivo desde un punto de vista demostrativo, de hecho lo que hacen es robustecer la fe de los creyentes. AFIRMAR A DIOS HOY 1. Una opción esencial. Trataremos de justificar la opción de la aceptación o el rechazo de Dios; sea cual sea la respuesta que se dé, esta opción es esencial. Se trata en el fondo de una cuestión existencial, una cuestión que compromete a todo el hombre. Esto nos conlleva a un compromiso real del hombre y la respuesta debe ser libre, voluntaria y maduramente reflejada y no solo de argumentos intelectuales. Partiremos de las cuestiones antes anunciadas y de la vida misma. Se trata de una opción libre pero razonada y no significa ni mucho menos una opción arbitraria. Hoy le es posible al creyente justificar su creencia de una forma razonable y coherente. 2. La cuestión del sentido Toda esta cuestión nos ha llevado a plantearnos la cuestión del sentido de nuestra existencia. Muchos autores se han preguntado sobre esta cuestión entre ellos Maurice Blondel. En la respuesta evidentemente influyen mucho lo que hemos vivido, leído y experimentado. En el corazón de la cuestión se encuentran Dios y el hombre; se debe hablar de uno y del otro, inseparablemente. Son inseparables en la reflexión. 3. Los dos términos de la alternativa. a) El vértigo de lo infinito y la tentación del nihilismo. ¿Qué ocurrirá si se niega la hipótesis de la existencia de Dios? Si negamos la existencia de Dios no encontramos la razón de ser fundamental del hombre y del mundo, decidiríamos contra una finalidad y un sentido último de la realidad. No podemos fuera de él, encontrar razón que justifique realmente al existencia nuestra y del mundo. La <<muerte de Dios>> es, en efecto un, acontecimiento inmenso de consecuencias inimaginables, con ella aparecen el frio y la noche mortal del nihilismo, del sin-sentido y del no-valor de la realidad. En efecto no quedaría nada claro, evidente, sólido. Así con ello caerían incluso los valores habituales b) Dios como fundamento último de la realidad. Si, por el contrario, se admite que Dios existe, encontramos en él, el sentido último de la realidad y de nosotros mismos. Así será él, el sentido último, el fundamento, origen y apoyo y el fin de toda realidad. También los valores tradicionales tendrían un fundamento sólido en que apoyarse. 4. ¿Por qué, en definitiva, la opción de Dios? a) La opción por Dios… 3 Esta opción parece clara a la hora de plantear la cuestión de la realidad, porque permite dar mejor sentido a ella misma en la medida en que se ve en quien tiene su origen. Lo cual no quiere decir que los no creyentes no sean capaces de dar valor y coherencia a su vida, pero si les costará encontrar una respuesta adecuada a las grandes cuestiones de la vida. Tampoco equivale a que el creyente lo tendrá todo fácil, pero si tendrá razones. b)… y su dificultad… Aceptar la existencia de Dios supone de parte de quien lo acepte un compromiso muy fuerte y siempre frágil por el mero hecho de la duda; pero el mero hecho de aceptar a Dios supone de por si un adherirse a su certeza y para ello se necesita primero que todo un acto de confianza que no puede ser meramente racional sino que venga de todo el hombre partiendo de su propia experiencia. 5. Sí a Dios Sobre el telón de la interrogación humana se inscribe la cuestión de Dios, y es ahí mismo donde encuentra su solución, la cual es el sí a Dios del creyente; así el cristiano aún sin poder demostrarlo no carece de argumentos para poder demostrar la existencia de Dios, el cual lo compromete por entero en su persona viva. John Anderson Murillo Escobar Coordinador Facultad de teología, filosofía y humanidades Fundación Universitaria Católica del Norte [email protected] BIBLIOGRAFÍA Dominique Morin; Para decir DIOS; Editorial Verbo Divino1990; Pág. 85-105 4