Revista Electrónica de ADA - POLI-RED

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Relada
(Revista Electrónica de ADA)
Vol. 1 (1) 2007
ISSN: 1988-5822
Relada 1 (1): 11-21, 2007
ISSN: 1988-5822
La evaluación como aprendizaje:
una tarea aún pendiente
Leonor Margalef García
Departamento de Didáctica. Facultad de Documentación. Universidad de Alcalá
[email protected]
Resumen: La primera parte de este trabajo se centra en profundizar sobre el
marco de referencia de una propuesta didáctica para favorecer el aprendizaje
virtual e identificar algunos principios de procedimiento que guíen nuestras
actuaciones docentes. Entre ellos se propone contribuir a un aprendizaje
activo, participativo, crítico, situado y colaborativo. Se aportan algunas ideas
para concretar estos principios a través de todos los componentes del proceso
didáctico haciendo especial hincapié en la propuesta de actividades que
traduzcan los esquemas de pensamiento en acción.
En la segunda parte, la reflexión tiene como eje la evaluación formativa y
continua. Se desarrollan algunas características básicas para favorecer este
modo de entender la evaluación, principalmente a través de la explicitación de
los criterios y de la diversidad de procedimientos de evaluación.
Palabras clave: Evaluación formativa. Aprendizaje virtual. Educación superior.
Abstract: The first part of this work focuses on a didactic framework that
favours virtual learning and identifies some principles in the procedure that
guide our teaching actions; within them, to contribute to active learning,
participative, contextualized and collaborative. Some ideas are supplied to offer
concrete examples for these principles through the didactic process and
activities that follow action research.
In the second part, the reflection is centred on the axis of formative and
continuous assessment. Some characteristics are developed in order to favour
this way of understand assessment, mainly through the specifying criteria and a
diversity of assessment procedures.
Key words: Continuous assessment. E-learning. Higher-education.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de estos años de desarrollo del Proyecto ADA hemos aprendido
que enseñar utilizando como soporte una plataforma de teleformación
representa un cambio pedagógico profundo y requiere un nuevo modo de
entender el proceso didáctico. Sin duda, hemos pasado por diferentes fases y
no todos hemos transitado al mismo ritmo y experimentado las diferentes
situaciones de enseñanza de igual modo. Lo cierto es que poco a poco se ha
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ido cambiando el centro de gravedad, es decir, de centrarnos sólo en los
contenidos, en su elaboración y transmisión a diseñar actividades que faciliten
el aprendizaje de nuestros estudiantes; de preocuparnos, principalmente, por el
soporte técnico (en este caso la plataforma) y tratar de adecuarnos a él a
centrarnos en la propuesta didáctica y diseñar cómo la plataforma puede
ayudar, complementar y organizar la enseñanza para que los estudiantes
aprendan mejor. La idea en la que hemos ido sustentando nuestra propuesta
busca aprovechar las ventajas que las redes telemáticas nos aportan para
desarrollar un ambiente de aprendizaje flexible centrado en la construcción del
conocimiento por parte del alumno y no de una mera recepción pasiva o un
consumo de información.
Si bien, el diseño y elaboración de los contenidos es un aspecto
fundamental, es importante considerar que diseñar una asignatura supone
preocuparse por otras cuestiones además de los contenidos. En este sentido,
poco a poco en el ámbito del Proyecto ADA hemos avanzado en la necesidad
de tener en cuenta que el eje central de nuestras reflexiones y propuestas
pasa por hacer consciente la perspectiva teórico-didáctica que sustenta
nuestras decisiones. Si queremos cambiar, transformar los entornos virtuales
tenemos que partir de nuevos modos de entender la enseñanza y el
aprendizaje. Por tanto, la preocupación no debería limitarse, como muchas
veces nos ha pasado, a introducir contenidos en diferentes formatos, ni a
traspasar información o documentos de corte informativo a un formato HTML.
Necesitamos plantear una nueva concepción de enseñar y aprender basada en
una planificación y estructuración diferente. En este sentido, ponemos el acento
en el diseño de actividades, medios y materiales, secuencias y tiempos,
criterios y procedimientos de evaluación. Pero somos conscientes que no se
trata sólo de diseñar todos estos componentes sino de tener una coherencia
interna en la interrelación de los mismos, especialmente, entre los
componentes propuestos y la evaluación que realizamos. Esta es una tarea
aún pendiente sobre la que necesitamos reflexionar, y por ello es el tema
principal en este monográfico.
Teniendo en cuenta este contexto más amplio hemos centrado nuestras
orientaciones y señas de identidad en el planteo inicial de las intenciones y en
preguntarnos en el porqué y para qué enseñamos.
¿Para qué ? Finalidades, principios
¿ Qué ?
Materia
conocimiento
Toma de
decisiones
personal, realista
contextualizada
posible
¿Cómo?
Enseñanza
Estilo profesor
¿Para quién ?
estudiante
aprendizaje
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La idea central es reflexionar en torno a: ¿para qué y cómo utilizamos los
diferentes recursos y herramientas tecnológicas a nuestra disposición? ¿qué
principios nos guían y orientan nuestra toma de decisiones?
UN MARCO DE REFERENCIA QUE ORIENTA NUESTRA PROPUESTA
DIDÁCTICA
Fruto de estas reflexiones fuimos construyendo un marco de referencia
que nos permitió la puesta en práctica de una serie de principios de actuación,
criterios y características que identifican la propuesta didáctica de las
asignaturas del Proyecto ADA .
El aprendizaje virtual, y muy especialmente el diseño de un entorno de
aprendizaje a través de Internet, requiere revisar todos los componentes del
acto didáctico, entendido como un proceso de interacción, no sólo entre
profesor/es y estudiantes sino también entre los estudiantes, que en el caso del
Proyecto ADA se enriquece con la presencia de estudiantes de diferentes
universidades, carreras y cursos. También destacamos la interacción e
interconexión entre los diferentes componentes de la práctica educativa, la
interacción entre el profesor y los contenidos para realizar una transposición
didáctica de los mismos, y no una reducción, simplificación o “traducción lineal
en otro formato”; la interacción de los alumnos con esos contenidos para
construir un aprendizaje duradero y, fundamentalmente, la interacción con las
actividades de aprendizaje que transforman los esquemas de pensamiento en
acción o lo que es lo mismo “poner en acción los conocimientos” (Gimeno,
2005:171). Podemos representar estas interacciones en el siguiente gráfico y
llamamos la atención sobre lo difícil que resulta transitar del “saber transmitido”
a la apropiación subjetiva del mismo por parte de nuestros estudiantes. Este
proceso implica una construcción y reconstrucción fruto de una acción. Este es
un desafío en el que necesitamos seguir trabajando.
Contenido
Entorno
Aprendizaje
Tarea
Acción
Interacción: profesores,
entre estudiantes universidades
Saber transmitido
Saber construido
ACTIVIDADES
Individuales
Grupales
Sin duda, las decisiones que tomemos en el diseño de nuestra asignatura
dependerán de la concepción de enseñanza-aprendizaje y de las teorías en las
que nos sustentemos. No simplemente por el hecho de utilizar una plataforma
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e-learning estaremos innovando o favoreciendo el aprendizaje virtual.
Seguiremos reproduciendo prácticas educativas tradicionales, encasillándonos
en un modelo orientado a la reproducción del conocimiento si reducimos la
plataforma y sus recursos en contenedores o repositorios de información y nos
preocupamos sólo por el uso de las herramientas que facilitan una evaluación
de aprendizajes basados en la memoria, la repetición o la resolución de
problemas de rutina. Lo que necesitamos tener claro es el marco de una
propuesta educativa que genere la autonomía del estudiante, la comprensión y
la reflexión ya que si no se facilitan y proponen a través de actividades,
materiales y apoyos explícitos no se generará este tipo de aprendizaje, por
más que mejoremos constantemente la plataforma.
Pero también necesitamos reconocer y valorar a través de la evaluación
estas capacidades y competencias de orden superior que queremos
desarrollar. No sólo debemos proponer actividades ricas y variadas, contenidos
controvertidos sino también ser coherentes en la valoración de estas
actividades, explicitarlas en nuestros criterios de evaluación y ser parte de
nuestros procedimientos de evaluación.
En este sentido es importante desarrollar algunos principios que nos
acerquen a una propuesta educativa que busque la calidad del aprendizaje de
los estudiantes y se conviertan en una orientación para asegurar que esas
condiciones estén presentes en la planificación y desarrollo de nuestras
asignaturas, no sólo en la consideración de los componentes básicos del
modelo educativo sino considerando nuestra responsabilidad por favorecer un
aprendizaje:
• Aprendizaje activo y comprensivo: exige plantear un tipo de tareas
para la comprensión y no sólo para la repetición, lo que supone la realización
de actividades de resolución de problemas, de búsqueda y selección de
información, de síntesis, interrelaciones, interpretaciones, aplicaciones y
transferencia de conocimientos.
• Aprendizaje autónomo y reflexivo: este principio tendremos que llevarlo
a la práctica con estrategias metodológicas que favorezcan la implicación de
los estudiantes en actividades que permitan el desarrollo de capacidades,
habilidades y destrezas intelectuales, sociales y afectivas que fomenten la
autonomía del estudiante. Es decir, argumentar, proponer ideas, elaborar
puntos de vistas. Llevar a la práctica este principio implica proponer actividades
que supongan la elaboración de ideas, la expresividad y la capacidad de
comunicación.
• Aprendizaje significativo y constructivo que conecte con los intereses,
experiencia y conocimientos previos. Esto lo lograremos si somos capaces de
realizar una propuesta de actividades iniciales, problemas reales, indagar
sobre concepciones previas. Esto es más imperioso en el contexto de los
estudiantes del Proyecto ADA que provienen de diferentes cursos y áreas
disciplinares. Un aprendizaje que se va construyendo y reconstruyendo a lo
largo del curso y no que está sólo para ser consumido y reproducido.
• Aprendizaje colaborativo: lo que supone favorecer el diálogo y el
intercambio en un proceso de comunicación interactiva. Una característica
reconocida de la teleformación es la interactividad y la creación de espacios
virtuales específicos para favorecerla. Para ello contamos con diversas
herramientas (foro, Chat, correo, grupos de trabajos) que podemos utilizar. Lo
importante es el uso que hagamos de ellas y las actividades grupales que
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propongamos para contribuir a un aprendizaje grupal y colaborativo. Esto
también se facilita con una propuesta de co-evaluación y tutoría a través de
pares. Estas ideas nos acercan cada vez más a la concepción de comunidades
de aprendizaje, una comunidad virtual que requiere de un marco participativo y
exige la redefinición de roles y funciones de profesores y estudiantes.
• Aprendizaje participativo: el desafío es compartir con los estudiantes la
organización de la asignatura, poner a su disposición herramientas de gestión
como el calendario, anuncios, tareas que no sólo orienten sino también tengan
en cuentan sus posibilidades y necesidades para organizar mejor sus
aprendizajes.
• Aprendizaje situado y diverso nos exige el desafío de realizar un
planteamiento flexible, con actividades divergentes, ricas y variadas que
permita no sólo adaptarnos a la diversidad de intereses, estilos y ritmos de
aprendizaje sino a la vez proponer actividades y tareas que supongan la
aplicación de algunos contenidos a sus situaciones particulares, la resolución
de problemas, estudio de casos y trabajo de campo. Ello contribuye a conectar
con sus experiencias personales y aprovechar, además, sus propias
aportaciones en el diseño de situaciones de aprendizaje por descubrimiento.
• Aprendizaje global e integrado: que rompa las fronteras estrictamente
disciplinares porque el estudiante necesita integrar los contenidos para
comprender la realidad. Esto es más fácil en el marco del Proyecto ADA, y de
las características de las asignaturas que pueden incluir contenidos que
respondan a problemáticas globales no ligadas necesariamente a un área de
conocimiento. En este caso, es coherente asumir la presentación del contenido
como una construcción histórica y social, con sus respectivas interrelaciones
entre diferentes ámbitos del saber. Un contenido problemático, en el que no
sólo existen consensos sino también disensos, diferentes miradas, métodos y
paradigmas. Es una oportunidad además para relacionar los contenidos con las
aplicaciones a diferentes ámbitos profesionales y las demandas de la sociedad
actual. Todo ello contribuye a generar interés, curiosidad intelectual y a
plantear situaciones más desafiantes (Hargreaves, Earl y otros, 2001).
Hacer realidad estos principios exige que el profesorado no sólo los tenga
en cuenta en la etapa deldiseño sino también en la fase de desarrollo y
evaluación. Es decir, si seguimos las fases de la enseñanza o las actividades
del profesorado, estos principios de actuación deberían estar presentes en
todas ellas:
1) En la fase preactiva: en la selección y organización de los contenidos,
en la elaboración y preparación de los mismos, en la búsqueda y localización
de recursos, en el diseño de actividades, en la elaboración de los criterios de
evaluación y en la propuesta de procedimientos e instrumentos de evaluación.
2) En la fase interactiva: en el desarrollo mismo de la enseñanza virtual
que requiere respetar esa interactividad a través de las herramientas de
comunicación pero también de un seguimiento a través de las actividades que
hemos propuesto y que necesitaremos profundizar, ampliar, estimular o
reconducir. No basta con abrir un foro, es necesario lograr esa comunidad de
aprendizaje virtual con los medios que tenemos a nuestro alcance.
3) En la fase post-activa: no sólo para evaluar y acreditar aprendizajes de
nuestros alumnos, sino también para evaluar nuestro proceso, reflexionar sobre
la acción con la calma que nos brinda la reflexión sobre la acción (Perrenoud,
2004).
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LA EVALUACIÓN COMO FACILITADORA DE LOS
ORIENTADORES DE NUESTRO MARCO DE REFERENCIA
PRINCIPIOS
Es importante reconocer que en el ámbito de la teleformación se ha
avanzando mucho en el tema de la evaluación. Una característica fundamental
es la transparencia y el carácter público respecto a los componentes de la
práctica educativa. A través de las plataformas podemos acceder a todos los
componentes del proceso didáctico, se hace cada vez más explícita la
propuesta o guía de lo que se va a hacer, podemos además valorar la
elaboración de los contenidos, las propuestas de actividades, la frecuencia de
conexión de profesores y estudiantes, el tiempo de respuesta, todo ello se
encuentra a nuestra disposición. También incluso podemos valorar la
participación de los profesores/tutores en los foros y en otras herramientas.
Todos estos componentes que en la enseñanza presencial permanecen mucho
más ocultos, y tienen una mayor privacidad.
Pero en este espacio limitado no voy a centrarme en la evaluación de las
plataforma, ni de los criterios de calidad ni de los indicadores para evaluar las
asignaturas, ni de las funciones de los profesores, sino el objetivo es apuntar
una reflexión sobre la evaluación de los alumnos. ¿Cómo ser coherentes en
nuestros criterios y procedimientos de evaluación con los principios explicitados
anteriormente? ¿Cómo favorecer una evaluación “formativa” y no sólo
continua? ¿Cómo aprovechar las posibilidades del aprendizaje virtual para
desarrollar una evaluación también rica y diversa? ¿Qué criterios priorizamos?
¿Cómo favorecemos a través de la evaluación el aprendizaje colaborativo?
- La evaluación formativa y continua
La evaluación sin duda cumple muchas funciones, a veces incluso
contradictorias. En este caso me centraré en la función “educativa” “formativa”
de la evaluación. ¿Cómo podemos favorecer el aprendizaje autónomo, activo,
duradero, participativo a través de la evaluación?. Algunas cuestiones que
pueden aportar a la reflexión de esta función educativa y que he apuntado en
otro lugar (Margalef, 2005), nos pueden servir de referencia:
• Proporcionar tiempo y atención a los alumnos.
• Tutorizar y apoyar sus procesos de aprendizaje.
• Facilitar diversos tipos y estilos de aprendizajes.
• Generar actividades de aprendizaje apropiadas a los propósitos y
finalidades manifiestas.
• Proporcionar una retroalimentación e información pertinente y en el
tiempo adecuado que contribuya a que los alumnos aprendan, corrijan sus
errores, completen sus ideas, remedien sus deficiencias, aumenten su
comprensión, profundicen caminos y respuestas alternativas.
• Descubrir las potencialidades que tienen nuestros estudiantes para
determinados temas, capacidades, habilidades o destrezas. Estimular a que a
través de nuestras prácticas educativas puedan desarrollarlas.
• Despertar intereses y estimular pensamiento creativo
Insistir en la evaluación continua lleva a poner el acento en que la
evaluación no queda para el final de la asignatura, ni al finalizar una unidad o
un tema, que no se limita sólo a la evaluación de los resultados sino que la
evaluación es un proceso que nos va a proporcionar información desde que los
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alumnos se inician en su proceso de aprendizaje virtual. Sabemos que los
estudiantes aprenden más y mejor cuando
tienen conciencia de que
progresan y cuando son y se sienten reconocidos y valorados en ese progreso
(Gimeno, 2005).
En la enseñanza virtual, aún todavía más que en la presencial, es
fundamental hacer un seguimiento de los procesos de aprendizaje de los
estudiantes y retroalimentar dicho proceso de manera constante, ya que no
cuentan con otros elementos, como puede ser el gestual. Por ello ayuda, por
ejemplo, seguir la reflexión que puedan realizar a través del foro, puede
servirnos para seguir de cerca los procesos de construcción de conocimientos,
comprender sus experiencias y puntos de vista. Podemos también reencauzar
procesos, evitar lagunas, completar información si para ello hemos propuesto
actividades individuales o tareas grupales que permitan darnos esta
información y poder valorar dificultades en la comprensión. A veces, con la
propuesta de elaboración de una tarea de síntesis o de un mapa conceptual
que muestra la interrelación de ideas, obtenemos información sobre la
comprensión de los estudiantes. Necesitamos adecuarnos a los ritmos y
procesos de aprendizaje y dar una respuesta lo más individualizada posible.
Esto es factible si gestionamos esos aprendizajes y si contamos con un número
razonable de alumnos por tutor.
Poner el acento en la evaluación formativa significa entender la
evaluación en su acepción más amplia, no sólo como calificación, ni como
cuantificación, ni como evaluación de conocimientos solamente. Boud (1997)
nos advierte que en la educación superior evaluamos un conjunto muy limitado
de habilidades, capacidades y conocimientos. La evaluación como aprendizaje
nos lleva a evaluar también otras habilidades además de las intelectuales. Por
ejemplo, habilidades sociales, en este caso será más complejo, pero contamos
con herramientas que nos pueden ayudar a analizar qué actitudes asumen los
estudiantes, por ejemplo en el foro. También podemos analizar qué aspectos y
dimensiones destacan cuando planteamos un trabajo en equipo.
- Los criterios de evaluación
Una cuestión esencial que hemos detectado en estos años es que no
explicitamos suficientemente los criterios de evaluación. En la enseñanza
virtual en la que los alumnos necesitan conocer lo qué van a aprender y cómo,
también necesitan saber qué se va evaluar, y en base a qué criterios. Los
estudiantes tienen derecho a conocer que se espera de ellos, cuáles serán las
tareas y obligaciones, que procedimientos utilizaremos pero también con que
criterios evaluaremos. Explicitarlos ayuda a garantizar la transparencia de los
procesos de evaluación, evita la arbitrariedad y contribuye a la equidad. Los
criterios de evaluación tienen que estar claros desde el comienzo para informar
las pautas de actuación y ayudar a los estudiantes a guiar su aprendizaje. Este
último punto, aún, continúa siendo una tarea pendiente.
En este sentido, Brown y Glasner (2003:101) consideran que un aspecto
fundamental en la introducción de innovaciones en la evaluación es “ayudar a
los estudiantes a entender los criterios de evaluación y participar ellos mismos
en su elaboración”.
En nuestra guía de la asignatura tenemos que comunicar cuáles son los
criterios básicos que consideramos prioritarios pero también si queremos
fomentar un aprendizaje activo y participativo, si valoramos la implicación
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personal de los estudiantes en su proceso podemos dejar un espacio abierto
para que los propios estudiantes incluyan criterios. Por ejemplo, para evaluar
los trabajos grupales, para tener en cuenta dimensiones del proceso en la que
ellos tienen una información “de primera mano” por haber sido partícipes
principales. Sin duda necesitamos aprender de la experiencia y prestar
atención a los procesos.
Lo que tenemos claro es que no podemos asumir un doble discurso, es
decir, señalar en nuestros objetivos e intenciones que damos importancia a la
participación, a la búsqueda de información, a la comprensión, y luego no
reconocer ni valorar estas cuestiones en los criterios de evaluación y menos
aún en la calificación. Es importante establecer un clima de respeto y de
garantías que reconocemos la autonomía de pensamiento, que fomentamos la
tolerancia y aceptamos la discrepancia, que animamos las discusiones
argumentadas; que vale equivocarse y rectificar, que no quitará puntos
atreverse a pensar por sí mismos.
Existen diversidad de criterios según nuestra propuesta pero sólo a modo
de sugerencia y para generar debate podríamos considerar:
- Criterios sobre la participación en los foros, chat, videoconferencias
• Frecuencia en la participación
• Calidad de las aportaciones
• Contribuciones al debate
• Actitud hacia los compañeros
- Criterios sobre los contenidos y elaboración de trabajos
• Identifica ideas principales y estructura lógicamente sus aportes
• Expresa estos contenidos a través de técnicas de síntesis; mapas
conceptuales, esquemas, gráficos.
• Incorporan lecturas obligatorias
• Amplia información recomendada y otra información complementaria
aportada por el estudiante
• Elabora ideas propias que partan del reconocimiento de sus
conocimientos y de la capacidad de escucha y receptividad y que no
representen la mera repetición sino que pueda observarse su interpretación e
incorporación en los conocimientos personales
• Presenta el texto con claridad, corrección y cuidado expositivo
• Presenta el trabajo con corrección formal
- Criterios para un aprendizaje crítico
• Muestra conciencia del aprendizaje realizado y de los interrogantes
que se han producido en los procesos.
• Presenta propuestas alternativas
• Se cuestiona y propone indagar interrogantes
• Utiliza conocimiento disponible, tanto en discusiones, debates,
documentos para contrastar sus propias ideas, apoyarlas, fundamentarlas.
- Diversidad de herramientas y procedimientos de evaluación
Si queremos responder a los principios de diversidad y flexibilidad
también tendremos que utilizar una diversidad de estrategias y procedimientos
de evaluación que abarquen diferentes habilidades y capacidades, ámbitos y
estilos de aprendizaje, y especialmente, tengan en cuenta diversas
dimensiones: intelectual, social, emocional y moral. Ello supone superar los
estrechos márgenes de un pensamiento convergente que exige la búsqueda de
respuestas únicas, observables y uniformes. Plantear una evaluación que
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supere el dominio exclusivo de la dimensión intelectual exige partir de una
concepción de enseñanza y aprendizaje que encierre un profundo respeto a las
otras dimensiones que en el ámbito universitario parecen no tener cabida
(Brockbank y McGill, 2002).
Entre esos procedimientos podemos sugerir algunos que seguramente
utilizamos pero que no siempre incorporamos como “evaluación legitimada”
- Exámenes y test: no sólo cerrados y a través de la plataforma que en
muchos casos limita las posibilidades de valorar un conocimiento más abierto y
flexible sino también la utilización de exámenes abiertos y de aplicación que
reducen la dependencia de los estudiantes al aprendizaje memorísticoy
contribuyen a evaluar habilidades de comprensión, relación y utilización de la
información. Muchas veces, en las discusiones y preocupaciones por la
evaluación online nos hemos centrado sólo en la discusión de las herramientas
informatizadas y hemos puesto el acento en los instrumentos en sí y no tanto
en los procedimientos.
- Estudio de casos y resolución de problemas que facilitan síntesis,
análisis, aplicación, juicio crítico y ese aprendizaje situado que mencionábamos
en nuestros principios.
- Simulaciones: ayuda a poner al alumno en situación real.
- Ejercicios de investigación o indagación que permitan resolver
situaciones desconocidas disponiendo de materiales.
- Elaboración de ensayos que integran de un modo reflexivo, personal y
crítico lo aprendido
- Elaboración de propuestas o proyectos de aplicación según el
contenido de la asignatura.
- Elaboración y presentación grupal de producciones
Una propuesta que puede englobar todas ellas es la del Portafolios o
carpetas de aprendizaje, ya se habla mucho del e-Portfolio o portafolios
electrónicos que nos pueden ayudar a integrar todas las evidencias de lo que
los alumnos han aprendido. Pero no se trata de reducir el portafolio a la
recopilación de información sino avanzar hacia la reflexión de lo aprendido.
Incluso no reducirla a la evaluación individual sino también avanzar hacia la
evaluación grupal. Sin duda, en las asignaturas que desarrollamos con pocos
créditos es difícil incorporar esta visión más amplia del portafolio no sólo como
recopilación sino como reflexión.
- La co-evaluación
La evaluación entre compañeros, evaluación colaborativa o co-evaluación
es otra dimensión que podemos tener en cuenta en la enseñanza virtual. No
me refiero sólo a la co-evaluación entendida en su sentido más restringido, es
decir a la corrección por los compañeros de un trabajo, ejercicio o actividad.
Sino también en el sentido más amplio que permite una retroalimentación entre
los estudiantes, a los aportes y señalamientos que entre ellos pueden hacer
para realizar un mejor aprendizaje. Cuando se aplica en este último sentido las
investigaciones han mostrado que favorece la cohesión de los grupos, cumple
una función de apoyo y ayuda a los estudiantes a centrarse en el aprendizaje
(Brown y Glasner, 2003).
Algunas investigaciones han destacado que la evaluación por
compañeros genera numerosos beneficios en términos de proceso de
aprendizaje porque motiva el pensamiento, incrementa la confianza entre los
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estudiantes, desarrolla habilidades y capacidades comprensivas, a la vez que
desarrolla habilidades sociales. Pero un aspecto fundamental que se ha
destacado es que contribuye a una mayor autonomía en el aprendizaje del
alumno. Autonomía que se traduce en la implicación en sus propios procesos
de aprendizaje y en la responsabilidad que asumen al compartir el poder de la
evaluación (Margalef, 2004).
Si se utiliza la evaluación por los compañeros únicamente como modo de
alivianar el trabajo del profesor o como sistema de corrección y calificación, es
obvio que no se desarrollaran las potencialidades que acabamos de mencionar.
Para evitar este uso de la co-evaluación podemos fomentar los grupos de
trabajo, la construcción colectiva de conocimiento a través de diferentes
aportes. No como división de tarea y suma de partes sino contribuir a que los
estudiantes aprovechen el espacio virtual para complementar y construir su
conocimiento con el aporte de todos.
Por ejemplo el foro al ser una herramienta compartida por todos y a la
que pueden tener acceso libremente puede ser un medio para fomentar la coevaluación. Hay otros modos como el acceso al trabajo elaborado por los
compañeros, asistir mediante una videoconferencia a la presentación de los
diferentes grupos, acceder a las producciones elaborados por los propios
estudiantes de ese curso o de cursos anteriores. Todo ello permite reconocer y
valorar las producciones de los estudiantes a la vez que les presenta el desafío
de tener una audiencia, de saber que presentan ante sus compañeros y no sólo
al profesor como un requisito más para ser “aprobados”.
A MODO DE CONCLUSIÓN
El desafío de transformar la enseñanza y el aprendizaje no deja de ser
muy complejo e incierto y, aún más, cuando se trata de un entorno virtual. En
este sentido, hemos avanzado mucho y nos centramos, cada vez más, en los
aspectos medulares reconociendo que nuestro centro de gravedad está en
garantizar las condiciones y facilitar al máximo las oportunidades para que los
alumnos aprendan. Pero reconocemos que aún tenemos el desafío de
transformar la evaluación. Si queremos facilitar el aprendizaje virtual con todo
lo que ello implica tenemos que cambiar nuestros modos de concebir la
evaluación en los procesos de teleformación.
Reflexionar sobre la evaluación como un derecho y un deber de nuestros
estudiantes nos impone la obligación de facilitar y garantizar una evaluación
que sea coherente con nuestra propuesta didáctica. Si queremos transformar
nuestras prácticas, si queremos innovar no sólo con la incorporación de las
nuevas tecnologías sino desde una renovación y replanteamiento profundo de
nuestras prácticas docentes tenemos que asumir el desafío de trabajar para
que las condiciones de calidad estén presentes en los procesos e incidan en el
aprendizaje de nuestros estudiantes.
Tal vez, un modo de comenzar es empezar a evaluarnos a nosotros
mismos, a realizar un ejercicio de autoevaluación y reflexionar hasta qué punto
favorecemos en nuestra práctica un aprendizaje flexible, abierto, duradero,
crítico, cooperativo. Eso sí, primero tenemos que estar convencidos de que
compartimos esos objetivos y esos principios de aprendizaje.
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BIBLIOGRAFÍA
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