Eugenia Insúa Lacave “El Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Pasado, presente y futuro” PRESENTE Y FUTURO. LA FORMACIÓN DEL BIBLIOTECARIO Cuando me invitaron a participar en esta mesa redonda lo primero que pensé fue qué podría aportar yo a un tema como el de la formación de los bibliotecarios; la respuesta fue fácil, el único valor añadido era el de mi propia experiencia, personal y profesional, pues ambos son ámbitos inseparables desde el momento en el que, en 1996, decidí dejar Cádiz para comenzar mis estudios de biblioteconomía y documentación en Madrid, esa carrera entonces desconocida para muchos y que tanto costaba pronunciar: “Bibliotecomanía”… ¿Biblio… qué?, eran expresiones que habitualmente escuchaba en boca de mis amigos y familiares cuando les hablaba de mis proyectos, de mi decisión de dedicarme al mundo de las bibliotecas, de la documentación. Mis primeros años de carrera fueron duros. Todo eran conocimientos y materias nuevas: la CDU y los lenguajes documentales, las reglas de catalogación, la numismática, la paleografía y la diplomática, las bases de datos… Pero lo cierto es que poco a poco fui entrando en un mundo nuevo para mí y que a día de hoy se ha convertido en un trabajo estimulante y apasionante, una profesión que cada día me plantea nuevos retos y oportunidades de aprendizaje. La formación universitaria en biblioteconomía y documentación ha sido uno de los puntos fuertes que sin duda me ayudaron en el duro trance de las oposiciones al Cuerpo Facultativo, ése del que este año conmemoramos su 150 aniversario. De no haber sido por mi formación de base me hubiera resultado mucho más difícil enfrentarme al reto que suponían los exámenes teóricos, el temido examen oral, pero sobre todo los consabidos supuestos prácticos de gestión de bibliotecas y de bibliografía y documentación, para el que las prácticas profesionales que realicé durante la carrera fueron fundamentales. Pero lo cierto es que para ser un buen profesional todo esto no es suficiente, no es más que el principio de un complejo proceso de formación permanente y multidisciplinar, que en nuestro caso se deberá extender a lo largo de toda nuestra vida profesional. Las bibliotecas hoy en día son instituciones cambiantes que evolucionan de manera vertiginosa en paralelo a la tan aclamada sociedad de la información y del conocimiento. Por ello, los bibliotecarios no podemos quedarnos atrás y debemos estar al día, en un constante proceso de reciclaje profesional y de formación continua. Debemos estar al día en todo lo referente a las distintas áreas de trabajo que interactúan en la biblioteca, pues las colecciones han cambiado (se van introduciendo nuevos soportes y materiales bibliográficos que implican nuevas herramientas de descripción bibliográfica así como nuevas formas de preservación digital) y los servicios digitales evolucionan casi tan rápido que a veces no somos conscientes de ello. Nos movemos en un entorno 1 Eugenia Insúa Lacave “El Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Pasado, presente y futuro” de bibliotecas híbridas, con servicios presenciales y virtuales, con nuevas demandas de unos usuarios, cada vez más formados, que nos obligan a adaptarnos de lleno a esta nueva forma de prestar servicios, cada vez más virtual y menos presencial. Además, la complejidad de la biblioteca actual –servicios públicos por excelencia- y la búsqueda de la calidad y la eficacia hacen necesaria una planificación de su gestión, la utilización de herramientas de organización (antes casi exclusivas del mundo empresarial), lo que lleva implícito un proceso de evaluación continua en aras de alcanzar un mayor rendimiento y una optimización de los recursos disponibles, generalmente bastante escasos. Por ello, es necesario que los profesionales responsables de gestionar unidades de información cuenten con sólidos conocimientos de gestión y organización administrativa, así como de legislación administrativa y presupuestaria, sobre todo si hablamos de gestión de entidades del ámbito público. Siguiendo al hilo de mi experiencia, otro punto sobre el que me gustaría incidir, y éste se deriva ya de mi experiencia profesional en el área de las bibliotecas especializadas –concretamente, de las bibliotecas de museos- es la necesidad acuciante de trabajar por la “especialización de la profesión”. Es fundamental adaptar la formación de los bibliotecarios a la evolución de los diferentes perfiles profesionales y garantizar una formación adaptada a lo largo de toda la carrera profesional. Definitivamente, no es lo mismo trabajar en la gestión de bibliotecas dirigidas a un público general que en bibliotecas académicas o de investigación, dirigidas fundamentalmente a investigadores y profesionales expertos en alguna materia científico-técnica. Sus necesidades y demandas de información son radicalmente distintas a las del público general. La especialización temática lleva a peculiaridades organizativas, a modos característicos de prestar los servicios, a demandas y necesidades de los usuarios diferenciadas. Por ello, cada vez es más necesario formar bibliotecarios especializados, con una formación mixta y pluridisciplinar, pero con complementos de formación en el área de especialización de su biblioteca o centro de documentación. Es imprescindible adquirir un conocimiento básico de la disciplina, sobre todo a partir de la gestión de la colección, de la comunicación con los especialistas y de la formación complementaria en el área concreta de investigación. Algunas recomendaciones útiles en este sentido son: - Conocer la actividad investigadora de la institución, centro de investigación o facultad de la que depende la biblioteca. Estar al día de sus publicaciones y actividades de formación, así como visitar su página web con asiduidad. Mantener un contacto directo con los profesionales de otros departamentos, y en definitiva, fomentar la integración del servicio en la vida diaria de la institución de la que depende, haciendo partícipes activos al resto del personal e investigadores de la gestión de la colección para fomentar su uso y su utilidad real. 2 Eugenia Insúa Lacave “El Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Pasado, presente y futuro” Además, otras acciones encaminadas a mejorar las habilidades del bibliotecario especializado serían: - - - Leer textos básicos en el área de especialización de la biblioteca, tener siempre a mano un diccionario especializado o incluso asistir a clases teórico-prácticas, conferencias, seminarios, etc. Conocer la propia colección hojeando las revistas de la especialidad, así como el uso que se hace de la misma, utilizando estadísticas de préstamo, averiguando cuales son los intereses y las necesidades reales de los investigadores, etc. Contactar y compartir experiencias con otros profesionales de bibliotecas del sector, a través de la suscripción a listas de discusión, a través de la participación en foros profesionales, congresos, jornadas o con la adhesión a organizaciones bibliotecarias especializadas. En definitiva, se trata de un proceso de aprendizaje continuo en el que cada nuevo trabajo supone un nuevo reto, pues si bien hablamos de bibliotecas en general, cada institución es un mundo distinto, con perfiles de usuarios diferenciados, con necesidades y demandas de información concretas… Pero una formación versátil y polivalente debe ser la pauta para una buena adecuación al puesto. En mi opinión, esa es la clave, formar profesionales de la información que cuenten con habilidades interdisciplinares, con capacidad de auto-aprendizaje. Por todo ello, los profesionales hemos de asumir que, de forma progresiva, deberemos ir adquiriendo nuevas habilidades y competencias y redefinir, incluso, si llegara el caso, nuestro perfil profesional. Corresponde a los responsables de las universidades, de forma coordinada con las asociaciones profesionales e incluso con los propios profesionales de la información, diseñar programas efectivos de formación universitaria inicial y continua a lo largo de toda la vida profesional y procurar los medios necesarios para llevarlos a cabo. 3