república de colombia

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CORTE CONSTITUCIONAL
Sentencia C-545/07
Referencia: expediente D-6658
Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 37 de la Ley 1015 de 2006
Actor: César Augusto Ospina Morales
Magistrado Ponente:
Dr. MARCO GERARDO MONROY CABRA
Bogotá D.C., dieciocho (18) de julio de dos mil siete (2007)
La Sala Plena de la Corte Constitucional, conformada por los magistrados
Doctores Rodrigo Escobar Gil, -quien la preside- Jaime Araujo Rentería, Manuel
José Cepeda Espinosa, Jaime Córdoba Triviño, Marco Gerardo Monroy Cabra,
Nilson Pinilla Pinilla, Humberto Antonio Sierra Porto, Álvaro Tafur Galvis y Clara
Inés Vargas Hernández, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y en
cumplimiento de los requisitos y trámites establecidos en el Decreto 2067 de 1991,
profiere esta sentencia con fundamento en los siguientes,
I. ANTECEDENTES
En ejercicio de la acción pública de inconstitucionalidad, el ciudadano César
Augusto Ospina Morales, actuando en nombre propio y haciendo uso de los
derechos consagrados en el artículo 40 numeral 6 y 95 numeral 7 de la
Constitución Política, demandó la inconstitucionalidad del artículo 37 (parcial) de la
Ley 1015 de 2006.
II. NORMA DEMANDADA
Se transcribe el texto del artículo contentivo de la norma acusada:
Ley 1015 de 2006
Por medio de la cual se expide el Régimen Disciplinario para la Policía
Nacional.
ARTÍCULO 37. OTRAS FALTAS. Además de las definidas en los
artículos anteriores, constituyen faltas disciplinarias la violación al
régimen de inhabilidades e incompatibilidades, las prohibiciones, el
abuso de los derechos o el incumplimiento de los deberes
contemplados en la Constitución Política, los tratados públicos
ratificados por el Gobierno colombiano, las leyes y los Actos
Administrativos.
PARÁGRAFO. Para efectos de determinar la gravedad o levedad de la
falta, por vía de remisión, constituye falta gravísima la que está
taxativamente señalada en la ley o aquella que constituya causal de
mala conducta. En las demás, se determinará si la falta es grave o
leve con base en los siguientes criterios:…”.
III. LA DEMANDA
El ciudadano de la referencia considera que la norma acusada vulnera los
artículos 29 y 13 de la Constitución Política Nacional, así como el principio de
legalidad.
Para comenzar, estima que se viola la norma superior cuando el legislador
estipula que toda causal de mala conducta se considera como falta gravísima y su
respectiva sanción es la destitución, pues con ello se deja de lado la subjetividad
de la conducta realizada por el servidor publico, introduciendo el tipo de
responsabilidad objetiva en el juzgamiento del mismo.
Sobre el particular, el actor se pregunta, “cuál obrar del servidor público es el que
se hace disciplinable?”, a lo cual responde que “la Ley 1015 de 2006 no establece
la descripción de lo que se constituye como falta disciplinaria, pero por remisión de
su articulo 20, ‘Aplicación de principios e Integración Normativa”, en lo no previsto
allí nos debemos remitir por lo contenido en la Ley 734 de 2002, o Código
Disciplinario Único’ ”.
El actor considera que es una falta contra la proscripción de la responsabilidad
objetiva el tratamiento dado por el Legislador a todas las causales de mala
conducta, pues se debe juzgar por el acto y no por el resultado y no debe obviarse
la subjetividad con que actúa el servidor público.
Considera que el hecho de que el servidor público miembro de la Policía Nacional
detente las armas, lo diferencia de los demás servidores públicos y lo condiciona a
que se le sancione objetivamente en cuanto a causales de mala conducta, lo que
resulta violatorio de la norma constitucional teniendo en cuenta que el Policía, en
el cumplimiento de sus funciones, está en constante riesgo.
El actor objeta que a causales de mala conducta que admiten la modalidad de
culpa grave y leve, se les dé la connotación de gravísima, lo cual deja de lado la
subjetividad del acto del servidor publico policial. Con esto se viola el derecho a la
igualdad, pues de la norma acusada se aprecia un trato diferente entre los
miembros de la Policía Nacional y los demás servidores públicos, para quienes el
Legislador, dentro de las causales de mala conducta, contempla la culpa grave o
leve.
En este contexto, el actor considera vulnerado el derecho a la igualdad en cuanto
la Ley 734 de 2002 contempla la modalidad de culpa grave y leve dentro de las
causales de mala conducta para los servidores públicos, y en la Ley 1015 de 2006
“Nuevo régimen Disciplinario para la Policía Nacional” no contempla que las
causales de mala conducta admitan la modalidad de culpa grave o leve, lo que
indica un trato más severo para los servidores públicos de la Policía Nacional. De
ello se logra inferir que el Legislador no tuvo en cuenta el principio de
proporcionalidad, que no es otro que buscar un equilibrio entre los interese
jurídicos de las personas que puedan resultar afectadas por excesos o abusos
provenientes del ejercicio del poder de la administración.
Y si la discriminación entre uno y otro servidor público proviene del manejo de las
armas que ostenta el miembro de la Policía nacional, resulta aún mas violatorio,
pues es claro que ésta condición pone en riesgo su seguridad, ya que son el
blanco de la delincuencia común, lo que hace pensar que a mayor responsabilidad
asignada, mayores consecuencias en relación a la sanción.
En consecuencia, solicita se declare la inexequibilidad de la norma acusada.
IV. INTERVENCIONES
1. Intervención del Ministerio de Defensa
En representación del ministerio de la referencia intervino la abogada Sandra
Marcela Parada Aceros, que considera que la norma demandada debe ser
declarada exequible.
En defensa de su postura, la interviniente apela a la distinción existente entre
servidores públicos y miembros de la Policía Nacional “atendiendo al principio de
separación entre autoridades administrativas y judiciales”. La interviniente asegura
que la diferencia entre uno y otro régimen radica en las faltas disciplinarias y sus
sanciones, sin que por esto los miembros de la Policía Nacional queden exentos
de la aplicación del régimen de los demás servidores públicos.
Al respecto la Corte señala que, “La diferencia entre los estatutos de las fuerzas
militares y de la Policía Nacional frente a los demás regímenes de esta clase, es la
descripción de las faltas en que pueden incurrir sus miembros y las sanciones que
se les pueden imponer, precisamente por la índole de las funciones que están
llamados a ejecutar, las que no se identifican con las de ningún otro organismo
estatal, pero no es diferente en cuanto al procedimiento de las mismas, pies este
puede ser similar al de los demás servidores públicos, de ahí que el Legislador
haya decidido establecer uno sólo, el consagrado en el Código Disciplinario
Único”.
Ahora bien, con relación a la norma demandada, ésta no se refiere a todas las
conductas realizadas por el servidor público, sino a las desarrolladas bajo el límite
de sus funciones, pues las demás conductas estarán regidas por el ordenamiento
penal.
El hecho de que los miembros de la Policía Nacional estén bajo un régimen
especial no conduce a que exista una aplicación desproporcionada de la norma
frente a los demás servidores públicos, teniendo en cuenta que las faltas y sus
sanciones se desprenden necesariamente de su condición.
Por lo anterior solicita se declare la exequibilidad de la norma acusada, al no
evidenciarse ningún quebrantamiento de la Carta Política.
2. Intervención de la Policía Nacional
En representación de la Policía Nacional, intervino oportunamente el ciudadano
Alfonso Quinteto García, que defendió la constitucionalidad del Art. 37 de la Ley
1015 de 2006, de acuerdo con los siguientes argumentos:
Señaló que el Derecho Disciplinario está integrado por todas las normas que
exijan conductas a los servidores públicos, tal como lo señaló la Sentencia C1155 de 2002, que afirmó que en Derecho Disciplinario, a diferencia del Derecho
Penal, las normas que contienen conductas constitutivas de falta son tipos
abiertos debido a la dificultad de enlistar todas las posibles conductas que
configuren una conducta reprochable. En consecuencia, la jurisprudencia
Constitucional justifica el parágrafo único del art. 37 de la Ley 1015 de 2005.
Asegura que de acuerdo con Sentencia C-653 de 2001, el legislador dio
cumplimento a lo exigido por la Corte Constitucional según lo cual, en virtud del
principio de legalidad y el derecho fundamental al debido proceso, las normas
deben “establecer un criterio claro que conduzca a identificar la sanción
disciplinaria que ha de imponerse”, tal como lo hace la norma demandada, que
determina la sanción por imponer, con lo cual se anula la subjetividad del juez
disciplinario.
Considera que siendo la norma demandada un tipo abierto, con la remisión a la
norma que establece la causal de mala conducta, el tipo se cierra, haciendo
inequívoca la tipificación de la falta. Al respecto, reseñó que la jurisprudencia
Constitucional ha considerado que la técnica de los tipos penales en blanco es
admisible constitucionalmente: “específicamente en Derecho Disciplinario la
tipicidad de las infracciones se regulan por la lectura sistemática de la norma que
establece la función, la orden o la prohibición y de aquella otra que de manera
genérica prescribe que el incumplimiento de tales funciones ordenes o
prohibiciones constituye una infracción disciplinaria”.
Finalmente, señaló que para imponer una sanción en un proceso disciplinario se
atiende a los criterios para determinar la gravedad o levedad de la falta y los
criterios de gradación de la sanción, por lo que no siempre el hecho de incurrir en
una causal de mala conducta conduce a la destitución.
V. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACION
El Procurador General de la Nación, Edgardo Maya Villazón, emitió el concepto de
rigor y solicitó a la Corte declarar la exequibilidad de la norma.
Señala que la Corte Constitucional, refiriéndose a los miembros de la fuerza
publica y demás servidores públicos, afirma que el problema consiste en la
dificultad que existe para diferenciar las funciones de los servidores del Estado,
pero para los miembros de la Policía Nacional es necesario determinar cuáles son
sus funciones y las posibles conductas a realizar y así obtener las que constituyen
falta disciplinaria.
Al respecto, sostuvo que de “todas maneras, si el Legislador considera viable
establecer no sólo diferencias en cuanto al alcance de las normas sustantivas,
sino también en relación con el procedimiento señalado para llevar a cabo la
función disciplinaria, no por ello es posible argumentar la existencia de una
irregularidad que afecte la constitucionalidad de los preceptos legales que así lo
consagren, ya que el reconocimiento de un régimen disciplinario especial le otorga
competencia per se al Legislador para crear, regular y delimitar infracciones y
sanciones disciplinarias por fuera del régimen común, y para prever
procedimientos o tramites específicos que garanticen su efectiva imposición”.
A juicio de la Procuraduría, la norma acusada no vulnera ninguna disposición
constitucional, pues “el Legislador hizo usos de su libertad de configuración
normativa” y al darle a todas las causales el carácter de gravísimas lo hizo
precisamente por la naturaleza de las mismas y teniendo en cuenta a quienes van
dirigidas.
Según lo asegurado por el demandante en cuanto a que se castiga al servidor
publico miembro de la Policía Nacional “por lo que es que y no por lo que hace”
permitiendo de está manera la configuración de la responsabilidad Objetiva, el
Procurador considera que aquél confunde la clasificación de las faltas con el
concepto de culpabilidad, al afirmar que “todas las causales de mala conducta
erigidas en faltas gravísimas generan destitución, sin permitir la gradación
contenida en el art. 33 de la Ley 1015 de 2006”. No obstante, dice la Procuraduría,
si el demandante fija su atención en ello, las faltas gravísimas pueden ser
cometidas bajo la modalidad culposa, por lo que se transformarían en faltas
graves, sin olvidar que las faltas gravísimas, dada su naturaleza, no son
predicables de ser consideradas como graves y leves.
A esto se refiere el art. 37 de la Ley 1015 de 2006, es decir, este articulo contiene
la gradación de las faltas en graves y leves y no de las gravísimas por su propia
naturaleza. Dentro de la misma ley, encuentra que una falta gravísima puede ser
cometida con culpa grave, lo que a todas luces desvirtúa la postura del
demandante cuando afirma que estas faltas sólo pueden ser cometidas a título de
dolo.
Con relación a la violación del derecho a la igualdad, el Ministerio Público
considera que tal no existe, pues el Legislador en pleno uso de su facultad
determinó las diferentes faltas en que puede incurrir un miembro de la Policía
Nacional, teniendo en cuenta su régimen especial y según esto es lógico el trato
distinto especialmente por su particular condición.
VI.
CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS
1. Competencia de la Corte
Por dirigirse la demanda contra una disposición que forma parte una Ley de la
República, la Corte Constitucional es competente para decidir sobre su
constitucionalidad, tal y como lo prescribe el artículo 241-4 de la Constitución
Política.
2. Problemas jurídicos de la demanda
Los cargos de la demanda de la referencia pueden sintetizarse del siguiente
modo, tal el orden en que fueron expuestos por el demandante.
a) Al establecer que toda causal de mala conducta debe erigirse en falta
disciplinaria gravísima, el legislador instaura en el sistema jurídico de la Policía
Nacional un régimen de responsabilidad por la sola comisión del acto, pues reduce
el rango de apreciación de la subjetividad de la conducta.
b) En la medida en que la causal de mala conducta se asimila a la falta gravísima
en el derecho disciplinario de la Policía Nacional, el legislador instaura un régimen
de responsabilidad objetiva porque sanciona con destitución la sola comisión del
acto, sin atender al elemento subjetivo del comportamiento.
c) Este tratamiento es violatorio del principio constitucional de igualdad, porque
resulta más severo que el de los demás servidores públicos, para quienes las
causales de mala conducta –que, además, son del tipo abierto-admiten la
comisión de la conducta bajo las modalidades de culpa grave o leve.
Para resolver los interrogantes planteados, esta Corporación estudiará los cargos
pertinentes, pero en un orden distinto al planteado por el actor, más propicio al
análisis lógico de los problemas jurídicos planteados.
Así, la Corporación analizará, inicialmente, si la norma acusada efectivamente
quebranta la Constitución al prever un modelo de responsabilidad objetiva del
miembro de la Policía Nacional. Posteriormente, estudiará si esa responsabilidad
objetiva implica la imposición predeterminada de una sanción; y finalmente
analizará si la asimilación jurídica entre causales de mala conducta y faltas
disciplinarias gravísimas quebranta el principio de igualdad constitucional. Luego
de resolver los interrogantes previos, la Corporación tendrá criterios suficientes
para establecer si dicha asimilación es inconstitucional o si puede el legislador
señalar tal equivalencia en virtud del principio de igualdad constitucional.
3. Proscripción de la responsabilidad objetiva
Dado que el cargo más drástico del actor apunta a descalificar la norma acusada
porque, a su juicio, habría introducido en el sistema jurídico un caso de
responsabilidad objetiva, esta Corte empezará por definir los contornos generales
de dicha figura a efectos de establecer la corrección jurídica de la acusación.
De conformidad con el artículo 29 constitucional, “Toda persona se presume
inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable”. La introducción
del elemento de culpabilidad como condicionamiento de la imposición de la
sanción constituye la declaración inequívoca de que el régimen sancionatorio
colombiano proscribe la responsabilidad objetiva como fuente de responsabilidad
personal.
Lo anterior implica que el régimen sancionatorio nacional impide la asignación de
sanciones por la sola realización de la conducta. El modelo de responsabilidad
objetiva persigue la sanción de la conducta que se ajusta a la descripción del tipo
punible, sin reparar en el grado de conocimiento y volición del sujeto que la
realiza. Ello quiere decir que el modelo de responsabilidad objetiva niega, de suyo,
el principio de culpabilidad.
No obstante, el régimen sancionatorio local superó y actualmente repudia el
esquema de responsabilidad objetiva.
La exigencia de que en materia sancionatoria deba tenerse en cuenta siempre la
conducta del justiciable implica que la imposición de la sanción sólo es posible si
el sujeto activo ha cometido la falta con dolo o culpa, esto es, con conocimiento y
voluntad positiva en la obtención de los resultados de su comportamiento, o con
simple conocimiento del mismo, pero en inobservancia de un “deber de cuidado o
diligencia”1.
En otros términos, para imponer la sanción penal, disciplinaria o administrativa no
basta con que el actor ejecute el comportamiento reprochable: es requisito sine
qua non que la autoridad sancionatoria verifique las condiciones en que se produjo
la falta y examine el grado de conocimiento y voluntad que intervinieron en la
configuración del comportamiento. Por ello la Corte ha dicho que la culpa es
supuesto “ineludible y necesario de la responsabilidad y de la imposición de la
pena lo que significa que la actividad punitiva del estado tiene lugar tan sólo sobre
la base de la responsabilidad subjetiva de aquellos sobre quienes recaiga” 2. En
esta línea, la corriente contemporánea del derecho sancionatorio ha propugnado
1
2
Sentencia C-181 de 2002 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra
C- 626 de 1996 M.P. José Gregorio Hernández Galindo
la consolidación de la culpabilidad como elemento protagónico del derecho de la
sanción, llegando incluso a elevarla a rango de principio fundante constitucional de
tal disciplina3.
Sobre este particular, la Corte Constitucional ha establecido:
“En el campo del derecho disciplinario, el artículo 18 del Código
Disciplinario Único prevé que a dicho régimen le son aplicables los
principios rectores del Código Penal, uno de los cuales erradica la
responsabilidad objetiva del ámbito del derecho punitivo penal del
Estado. La norma del estatuto penal señala que “Sólo se podrá
imponer penas por conductas realizadas con culpabilidad. Queda
erradicada toda forma de responsabilidad objetiva.”(Art. 12 del Nuevo
Código Penal. Ley 599 de 2000).
“Del recuento normativo precedente es fácil deducir que en materia
penal, al igual que en el campo del derecho disciplinario, la sanción
imponible por la comisión de una conducta reprochable sólo tiene
lugar en presencia de acciones dolosas o culposas.
“Ciertamente, la proscripción de la responsabilidad objetiva que acoge
el régimen jurídico colombiano impone la restricción de sancionar la
conducta por el sólo hecho de la ocurrencia del resultado y exige, en
cambio, verificar la finalidad dolosa o culposa en la ejecución de la
acción que se investiga.”. (Sentencia C-181 de 2002 M.P. Marco
Gerardo Monroy Cabra)
Las consideraciones precedentes, hechas en general a propósito del ius puniendi
del Estado, son ineludibles respecto de una de sus principales manifestaciones: el
derecho disciplinario de los servidores del Estado. La Corte Constitucional ha
establecido que uno de los principios estructurales de dicha especialidad es la
responsabilidad subjetiva del servidor sancionable, por lo que la falta disciplinaria
sólo será imponible si ha sido cometida con dolo o culpa. De allí que el artículo 13
de la Ley 734 de 2002, por la cual se expide el Código Disciplinario Único -código
cuyos principios generales irradian los catálogos disciplinarios especiales4-,
disponga de manera categórica que, en materia disciplinaria “queda proscrita toda
forma de responsabilidad objetiva. Las faltas sólo son sancionables a título de dolo
o culpa”.
Sobre dicho particular, esta Corporación ha sostenido:
“Si la razón de ser de la falta disciplinaria es la infracción de unos
deberes, para que se configure violación por su incumplimiento, el
3 “Hoy ya podemos estar seguros de que la exigencia, o no , de la culpabilidad no corresponde al legislador
ordinario sino que es la Constitución (en la interpretación del Tribunal de ese orden) quien lo ha declarado ya
de una vez y para siempre. Con la consecuencia por tanto, de que la ley que disponga lo contrario es
inconstitucional”. Nieto García, Alejandro. Derecho Administrativo Sancionador. 2º ed. Ampliada, Edit,
Tecnos S.A. Madrid. Citada
4 “Ley 734 Artículo 21. Aplicación de principios e integración normativa. En la aplicación del régimen
disciplinario prevalecerán los principios rectores contenidos en esta ley y en la Constitución Política. En lo no
previsto en esta ley se aplicarán los tratados internacionales sobre derechos humanos y los convenios
internacionales de la OIT ratificados por Colombia, y lo dispuesto en los códigos Contencioso
Administrativo, Penal, de Procedimiento Penal y de Procedimiento Civil en lo que no contravengan la
naturaleza del derecho disciplinario”.
servidor público infractor sólo puede ser sancionado si ha procedido
dolosa o culposamente, pues como ya se dijo, el principio de la
culpabilidad tiene aplicación no sólo para las conductas de carácter
delictivo sino también en las demás expresiones del derecho
sancionatorio, entre ellas el derecho disciplinario de los servidores
públicos, toda vez que “el derecho disciplinario es una modalidad de
derecho sancionatorio, por lo cual los principios de derecho penal se
aplican mutatis mutandi en este campo pues la particular consagración
de garantías sustanciales y procesales a favor de la persona investigada
se realiza en aras del respeto de los derechos fundamentales del
individuo en comento, y para controlar la potestad sancionadora del
Estado”5. (Sentencia C-155/02 M.P. Clara Inés Vargas Hernández)
3. ¿Constituye la norma demandada
responsabilidad objetiva del sancionable?
un
ejemplo
de
la
proscrita
Hechas las precisiones anteriores, resulta necesario preguntarse si –como lo
afirma el actor- la disposición acusada constituye un ejemplo de responsabilidad
objetiva. La Corte debe establecer si del contenido de la norma acusada puede
inferirse que el miembro de la Policía que quebrante el ordenamiento e incurra en
causal de mala conducta es responsable por la sola concreción de la conducta, sin
consideración al grado de culpabilidad con que actúe.
El artículo acusado dispone que son faltas gravísimas las que están señaladas
como tales en el ordenamiento y las que la ley considere como causales de mala
conducta.
El demandante cuestiona el hecho de que toda causal de mala conducta sea
asimilable a falta gravísima, porque – a su juicio- las faltas gravísimas derivan
indefectiblemente en la destitución del servidor público, lo que implica que toda
causal de mala conducta sea sancionada con destitución.
No obstante, de la simple lectura de las disposiciones concordantes es posible
llegar a una conclusión distinta.
En primer lugar, el numeral 9º del artículo acusado señala que “La realización
típica de una falta objetivamente gravísima cometida con culpa grave, será
considerada falta grave”, lo cual da a entender, de manera inmediata, que la
gravedad de la falta depende del grado de culpa con que sea cometida.
Ciertamente, si el comportamiento del sujeto se ajusta desde el punto de vista
fáctico a la descripción típica de una falta gravísima, pero quien la realiza lo hace
con culpa grave, la falta dejará de ser gravísima para convertirse en falta grave, lo
cual implica a su vez que las sanciones imponibles son las previstas por la ley
para las faltas graves.
Esta declinación de la gravedad de la falta, subordinada al grado de culpabilidad
con que se comete la conducta, demuestra que, por lo que respecta a los
comportamientos clasificados como falta gravísima, la Ley 1015 consagra un
sistema de reconocimiento de responsabilidad subjetiva, no objetiva. Igualmente,
demuestra que no siempre la realización de una conducta descrita en el
ordenamiento como falta gravísima obliga la imposición de las sanciones previstas
para dicho tipo de faltas.
5
Cfr. Sentencias C-195 de 1993, C-280 de 1996, C-306 de 1996, C-310 de 1997, entre otras
Ocurre lo mismo con las causales de mala conducta, pues los comportamientos
fácticos que las generan también admiten graduación culpabilística: el artículo 50
de la Ley 734 de 2002, que consigna las normas rectoras del derecho disciplinario,
según lo dispone el artículo 21 de dicho compendio, establece de manera directa
que los “comportamientos previstos en normas constitucionales o legales como
causales de mala conducta constituyen falta disciplinaria grave o leve si fueren
cometidos a título diferente de dolo o culpa gravísima”. Del contenido de dicha
norma se evidencia que el grado de culpa en la realización de la conducta puede
llegara a convertir en falta grave o leve un comportamiento que desde el punto de
vista meramente descriptivo ha sido catalogado por la ley como causal de mala
conducta. En esos términos, la sola configuración de la conducta no basta para
consolidar la causal de mala conducta. Para que pueda llamársela de esa forma,
se requiere que el comportamiento provenga de dolo o culpa gravísima.
En Sentencia C-037 de 1996, por la cual la Corte Constitucional revisó la
constitucionalidad de la Ley Estatutaria de Administración de Justicia, la
Corporación hizo una precisión que resulta pertinente al caso: la Corte analizó la
exequibilidad de una norma que calificaba como causal de mala conducta el
incumplimiento de los términos procesales y determinó que la sola comisión de la
conducta no podía considerarse como elemento suficiente para imponer la
sanción, dado que correspondía a la autoridad sancionatoria verificar las
condiciones subjetivas del incumplimiento. La Corte concluyó con una tesis que
resulta ajustada a lo que ha sido objeto de comentario y es que un
comportamiento que objetivamente puede catalogarse como causal de mala
conducta puede no constituir dicha falta si no cuenta con el elemento subjetivo,
elemento fundamental en el régimen de la culpa.
Sobre este particular, la Corte sostuvo:
“ARTICULO 4o. CELERIDAD. La administración de justicia debe
pronta y cumplida. Los términos procesales serán perentorios y
estricto cumplimiento por parte de los funcionarios judiciales.
violación constituye causal de mala conducta, sin perjuicio de
sanciones penales a que haya lugar.
ser
de
Su
las
“(…)
“Consecuencia de los argumentos precedentes, fue la consagración en
el artículo 228 superior del deber del juez de observar con diligencia los
términos procesales y, principalmente, de sancionar su incumplimiento.
Por ello, la norma bajo examen establece que de darse esta situación, el
respectivo funcionario podrá ser sancionado con causal de mala
conducta. La Corte se aparta así de las intervenciones que cuestionan
este precepto, pues, como se vio, él contiene pleno respaldo
constitucional. Sin embargo, debe advertirse que la sanción al
funcionario judicial que entre en mora respecto del cumplimiento de sus
obligaciones procesales, es asunto que debe ser analizado con sumo
cuidado. En efecto, el responsable de evaluar la situación deberá
estimar si dicho funcionario ha actuado en forma negligente o si, por el
contrario, su tardanza se encuentra inmersa dentro de alguna de las
causales de justificación de responsabilidad, tales como la fuerza
mayor, el caso fortuito, la culpa del tercero o cualquier otra circunstancia
objetiva y razonable. Asimismo, debe esta Corporación advertir que la
función en comento le corresponde asumirla al Consejo Superior de la
Judicatura, a los Consejos Seccionales -como se desprende de lo
dispuesto en los numerales 3o y 4o del artículo 256 de la Carta Política-,
o a los jueces cuando ejercen la potestad disciplinaria respecto de sus
subalternos, salvo en lo que atañe a los magistrados que gozan de fuero
constitucional especial, caso en el cual esa labor deberá ser realizada
por el Congreso de la República, sin perjuicio de la competencia
preferente de la Procuraduría General de la Nación, para “vigilar la
conducta oficial de quienes desempeñen funciones públicas (...)” (Art.
277-6 C.P.)6. Para lograr los anteriores cometidos, naturalmente
deberán respetarse las prescripciones propias del debido proceso y la
posibilidad de ejercer el derecho de defensa para explicar las razones
por las cuales se incurrió en mora injustificada en el trámite de los
asuntos judiciales.” (Sentencia C-037 de 1996 M.P. Vladimiro Naranjo
Mesa)
Así las cosas, tampoco asiste razón al demandante cuando advierte que la norma
acusada instaura un modelo de responsabilidad objetiva al ordenar que toda
causal de mala conducta deba ser tenida como falta gravísima. Tal como se deriva
del principio general consagrado en el Código Disciplinario Único, y de su
integración con el Régimen Disciplinario de la Policía Nacional, sólo aquellos
comportamientos típicos que son realizados con dolo o culpa gravísima pueden
considerarse causales de mala conducta –cuando la ley prevea dicha modalidad-,
y sólo ellos pueden ser asimilables –en cuanto causales de mala conducta- a
faltas gravísimas, para efectos de la imposición de las sanciones
correspondientes.
En resumen, la Corte encuentra que el cargo del demandante, según el cual la
norma acusada consagra un modelo responsabilidad objetiva, carece de sustento
jurídico alguno, pues tanto respecto de las causales de mala conducta como de
las faltas disciplinarias gravísimas, el legislador ha señalado una serie de criterios
de graduación que permiten verificar que la sola configuración de la conducta
típica no basta para la imposición de la sanción; que siempre es requerida la
valoración del elemento de la culpabilidad a efectos de asignar la sanción
correspondiente, pues es la culpa, en últimas, la fuente directa de la
responsabilidad personal del sancionable.
En este sentido, la disposición está en consonancia con los principios generales
del derecho disciplinario, reproducidos en lo pertinente por el artículo 11 de la
propia Ley 1015 de 2006 que advierte: En materia disciplinaria queda proscrita
toda forma de responsabilidad objetiva y las faltas son sancionables a título de
dolo o culpa.
4. La norma acusada no impone una sanción sin consideración al grado de
culpabilidad del sujeto activo
Sostiene el demandante que la norma acusada constituye ejemplo de
responsabilidad objetiva porque al asimilar las causales de mala conducta a las
faltas disciplinarias gravísimas, condena a todo aquel que cometa causal de mala
conducta a la destitución, pues las faltas gravísimas tienen asignada esa sanción
específica.
6
Sobre los alcances de la competencia del Congreso y de la Procuraduría General de la Nación para investigar
y sancionar disciplinariamente a los magistrados que gozan de fuero constitucional especial, Cfr. Corte
Constitucional. Sala Plena. Sentencia No. C-417 del 4 de octubre de 1993. Magistrado Ponente: José Gregorio
Hernández Galindo.
Para responder a dicho interrogante, esta Sala debe precisar, en primer lugar, que
de acuerdo con el régimen disciplinario de la Policía Nacional, recogido en la Ley
1015 de 2006, no toda falta gravísima conduce indefectiblemente a la destitución.
Los numerales 1º y 2º del artículo 39 de dicho estatuto precisan que las faltas
disciplinarias clasificadas como gravísimas sólo derivan en la destitución cuando
han sido cometidas con dolo o culpa gravísima, es decir, con conocimiento y
voluntad de realización de la conducta disciplinariamente reprochable o “por
ignorancia supina, desatención elemental o violación manifiesta de reglas de
obligatorio cumplimiento” (Art. 39-par. Ley 1015 de 2006). Por su parte, las faltas
gravísimas en que se incurre por culpa grave, es decir, “por inobservancia del
cuidado necesario que cualquier persona del común imprime a sus actuaciones”
(Art. 39-par. Ley 1015 de 2006), serán sancionadas con suspensión e inhabilidad
especial, entre seis y doce meses, sin derecho a remuneración.
En efecto, el artículo 39 de la Ley 1015 de 2006 dispone lo siguiente:
ARTÍCULO 39. CLASES DE SANCIONES Y SUS LÍMITES. Para el
personal uniformado escalafonado, se aplicarán las siguientes
sanciones:
1. Para las faltas gravísimas dolosas o realizadas con culpa gravísima
Destitución e Inhabilidad General por un término entre diez (10) y veinte
(20) años.
2. Para las faltas gravísimas realizadas con culpa grave o graves
dolosas, Suspensión e Inhabilidad Especial entre seis (6) y doce (12)
meses, sin derecho a remuneración.
Así pues, no es cierto, que cualquier falta disciplinaria catalogada como gravísima
genere la destitución del servidor de la Policía. De acuerdo con la ley, sólo derivan
en dicha sanción aquellas faltas gravísimas en que se incurre con dolo o culpa
gravísima.
Ahora bien, establecido que la comisión de una falta típicamente gravísima no
genera destitución, sino cuando se comete con dolo o culpa gravísima, es posible
dar respuesta al segundo interrogante del cargo, según el cual, la norma atacada
genera por este aspecto un caso de responsabilidad objetiva. Ha quedado
suficientemente establecido -en el punto anterior de la sentencia, así como en la
norma que acaba de transcribirse- que la falta disciplinaria gravísima sólo genera
la destitución del cargo cuando se comete con dolo o culpa gravísima, lo cual
implica reconocer que el elemento subjetivo de la culpabilidad es factor
determinante para asignar la sanción correspondiente.
La razón anterior permite entender entonces que el legislador no ha entronizado
ningún ejemplo de responsabilidad objetiva al asimilar las causales de mala
conducta a las faltas gravísimas, pues, para efectos de la sanción, la destitución
sólo es viable, en ambos casos, cuando se comete con dolo o culpa gravísima, lo
que implica sin ninguna duda que el legislador ha dejado de lado la sanción por la
mera configuración de la conducta –responsabilidad objetiva- y, en cambio, ha
consagrado la necesidad de verificar el elemento subjetivo del comportamiento.
5. Supuesta violación del principio de igualdad constitucional. La
interpretación de las normas invocadas no se ajusta a su contenido
normativo.
El demandante señala que la norma acusada quebranta el principio de igualdad
constitucional porque no se justifica que el régimen disciplinario de la Policía
Nacional asimile las causales de mala conducta a las faltas gravísimas, habida
cuenta de que para el resto de los servidores públicos del Estado dicho
tratamiento no está previsto.
En efecto, el demandante sostiene que mientras el artículo acusado ordena que
para el personal de la Policía Nacional las causales de mala conducta se asimilen
a las faltas gravísimas, el régimen general de la Ley 734 permite que una causal
de mala conducta pueda considerarse como falta grave o leve. Al efecto, cita el
artículo 50 de la Ley 734 de 2002, según el cual, los “comportamientos previstos
en normas constitucionales o legales como causales de mala conducta
constituyen falta disciplinaria grave o leve si fueren cometidos a título diferente de
dolo o culpa gravísima”.
No obstante, a juicio de esta Corporación, el cargo del demandante incurre en un
defecto de suficiencia de argumentación y parte de una interpretación contraria al
contenido normativo de las disposiciones invocadas.
En primer término, en cuanto a la sustentación general del vicio de
inconstitucionalidad, esta Corporación ha dicho que el análisis de
constitucionalidad del cargo por violación al principio de igualdad requiere que el
actor justifique de manera precisa por qué un tratamiento diferenciado constituye
un trato discriminatorio por parte del legislador. Para sustentar el cargo de
inconstitucionalidad por violación al principio de igualdad, no basta con señalar
que una institución está sujeta a una regulación diversa y que por tanto es
contraria a la Constitución. Como se dijo, es requerido que el impugnante precise
por qué las diferencias de régimen son desproporcionadas, injustificadas o
irrazonables, exigencias que no fueron cumplidas en el cargo de la referencia7.
Como sustento de lo anterior puede decirse que, en principio, el legislador es
autónomo para definir el régimen disciplinario de los miembro de la fuerza pública
y de los demás servidores del Estado y, en esa medida, a menos que el
demandante argumente con suficiencia que un trato diferenciado específico es
irrazonable, injustificado o desproporcionado, las diferencias en los regímenes
correspondientes están legitimadas.
A juicio de la Corporación, no sólo es constitucional, sino necesario, que el
legislador prevea y regule de manera diversa los regímenes sancionatorios de de
los servidores del Estado, pues las características distintivas de cada grupo exigen
modular los parámetros y criterios que deben tenerse en cuenta para imponer las
sanciones correspondientes. Sobre el particular, la Sentencia C-1079 de 2005 hizo
las siguientes precisiones:
“De todas maneras, si el legislador considera viable establecer no sólo
“…[E]l Legislador cuenta con un margen de configuración normativa en el momento de expedir las leyes. En el
ejercicio de ese ámbito de configuración, el Legislador tiene la facultad de establecer diferenciaciones. No se
puede pretender que la Corte, a través de sus sentencias de constitucionalidad, sustituya al Congreso en la
facultad de hacer diferenciaciones en el momento de dictar las leyes.
Por eso, todo cargo que se base en este tipo de violación del principio de igualdad - omisión de incluir a uno
de los varios grupos eventualmente excluidos - debe estar acompañado de la fundamentación acerca de la
razón por la cual una determinada clasificación legal comporta un trato discriminatorio en contra de un
subgrupo de personas. De ese material debe, entonces, deducirse que, a la luz de parámetros objetivos de
razonabilidad, la Constitución ordena incluir a ese subgrupo dentro del conglomerado de beneficiarios de una
medida”. (Sentencia C-1052 de 2004 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa)
7
diferencias en cuanto al alcance de las normas sustantivas, sino también
en relación con el procedimiento señalado para llevar a cabo la función
disciplinaria, no por ello es posible argumentar la existencia de una
irregularidad que afecte la constitucionalidad de los preceptos legales que
así lo consagren, ya que el reconocimiento de un régimen disciplinario
especial le otorga competencia per se al legislador para crear, regular y
delimitar infracciones y sanciones disciplinarias por fuera del régimen
común, y para prever procedimientos o trámites específicos que garanticen
su efectiva imposición.” (Sentencia C-1047 de 2005 M.P. Rodrigo Escobar
Gil)
Dichas precisiones recogieron las consideraciones de la Sentencia C-310 de 1997,
en la que la Corte sostuvo:
“Como lo que pretende el demandante es que se elimine el régimen
especial y, en consecuencia, se aplique la totalidad de las normas del
Código Disciplinario Único a los miembros de la Fuerza Pública, basta
recordar, como ya se expuso en párrafos anteriores, que es la misma
Constitución la que autoriza al legislador para expedir el régimen especial
disciplinario aplicable a los miembros de la Fuerza Pública ; y que el
legislador, de acuerdo con una política preestablecida, goza de autonomía
y cierta discrecionalidad para describir las conductas que constituyen falta
disciplinaria, las sanciones imponibles y el procedimiento que ha de
seguirse para su aplicación, siempre y cuando con este comportamiento no
vulnere normas superiores. Ante estas circunstancias mal podría el
legislador desconocer la Constitución y ordenar la abolición del citado
régimen especial”. (Sentencia C-310 de 1997 M.P. Carlos Gaviria Díaz)
Así pues, dado que el legislador está autorizado por la Constitución y avalado por
la jurisprudencia para dotar de regímenes sancionatorios distintos a los miembros
de uno y otro grupo, el sustento de un cargo de inconstitucionalidad contra una
norma de esta naturaleza no puede residir en la sola consideración del trato
diferenciado. La premisa general de la competencia configurativa del legislador en
la materia exige una carga de argumentación mayor para justificar la alegada
vulneración del principio de igualdad.
En el caso concreto, el demandante aduce que se rompe el principio de igualdad
porque la norma establece un trato diferenciado injustificado entre los miembros
de la fuerza pública y los demás servidores del Estado. Amén de que la premisa
está sustentada en una supuesta consagración de un régimen de responsabilidad
objetiva, el cargo no explica con suficiencia ni concreción por qué esa diferencia
de trato es inconstitucional. Ello hace que, en principio, la Corte no pueda abordar
el estudio correspondiente.
De cualquier manera, esta imposibilidad se ve reforzada por el hecho de que, a
juicio de la Corporación, el demandante también hace una lectura de las normas
pertinentes que no se compadece con su contenido normativo.
Ciertamente, el demandante parte de un entendimiento distinto del artículo 50 de
la Ley 734 de 2002, cuyos alcances ya han sido brevemente esbozados en esta
providencia. El impugnante considera que el artículo 50 del régimen disciplinario
general de los servidores públicos permite que ciertas causales de mala conducta
sean consideradas faltas graves o leves. De allí deduce que pueden existir faltas
que podrían denominarse, en esa lógica particular de la demanda, “causales de
mala conducta graves o leves”, categorías que en el mismo orden de
razonamiento no tendrían cabida en el régimen disciplinario de la Policía Nacional,
en el que –por disposición de la norma acusada- todas las causales de mala
conducta son gravísimas. En resumen, de acuerdo con la lógica del actor,
mientras el Código Disciplinario Único permite la existencia de “causales de mala
conducta graves y leves”, el Régimen Disciplinario de la Policía Nacional sólo
admite la existencia de “causales de mala conducta gravísimas”, por lo que el
último resulta más gravoso y, por tanto, discriminatorio de los miembros de la
Policía Nacional, respecto del resto de los servidores públicos.
Una lectura detenida del artículo 50 de la Ley 734 de 2002 permite entender, sin
embargo, que el legislador no ha establecido dicho tratamiento y que los alcances
del artículo citado no son los indicados por el actor.
En efecto, el artículo 50 de la Ley 734 de 2002 precisa que los “comportamientos
previstos en normas constitucionales o legales como causales de mala conducta
constituyen falta disciplinaria grave o leve si fueren cometidos a título diferente de
dolo o culpa gravísima”.
En primer lugar, la disposición legal hace énfasis en factor objetivo de la falta al
precisar que aquellos comportamientos previstos en normas constitucionales y
legales como causales de mala conducta serán tenidos como faltas disciplinarias
graves o leves. Así, de entrada, la disposición precisa que su intención es la de
regular la calificación jurídica de conductas, comportamientos, acciones que
inicialmente han sido catalogados en la constitución y la ley como causales de
mala conducta.
Acto seguido, el artículo 50 ibídem ordena que dichos comportamientos, es decir,
dichas descripciones de la realidad fáctica, que han sido calificados por la
constitución y la ley como causales de mala conducta, que no se cometen a título
de dolo o culpa gravísima, constituyan faltas graves o leves, con lo cual pretende
señalar que una conducta objetivamente catalogada por la normativa jurídica
como causal de mala conducta, se convierte en falta grave o leve al ser cometida
con culpa grave o leve.
Del aparte final de la disposición se infiere que sólo constituyen causales de mala
conducta los comportamientos típicos descritos como tales en la constitución y la
ley, que han sido cometidos con dolo o culpa gravísima, pues aquellos
comportamientos que no lo sean, como consecuencia de haber sido cometidos en
uno de estos grados de culpabilidad, constituyen faltas graves o leves.
De lo anterior se tiene que, ante la presencia de una conducta que, en términos de
la ley, puede considerase causal de mala conducta, el legislador ha limitado la
consolidación de la causal a las cometidas dolosamente o mediante culpa
gravísima. De donde se sigue también que si ese comportamiento es producto de
una falta grave o leve, no puede calificarse como causal de mala conducta, sino,
simplemente, como falta grave o leve, según el caso.
Así las cosas, es claro que no todo comportamiento objetivo que haya sido
catalogado por el legislador como causal de mala conducta constituye una falta de
esta naturaleza, pues existe la posibilidad de que una conducta que califique como
tal, y haya sido cometida con culpa grave o leve, admita la imposición de
sanciones distintas a la destitución. Por ello, cuando el artículo acusado de la Ley
1015 de 2006 hace referencia a las causales de mala conducta, para asimilarlas a
las faltas gravísimas, sólo se refiere a los comportamientos descritos como tales
que han sido cometidos con dolo o culpa gravísima.
A este respecto, la Corte resalta que el legislador es en principio autónomo para
determinar cuáles comportamientos configuran causal de mala conducta, pues tal
definición es propia de su libre potestad de configuración8. En ese sentido, es
también posible que en ejercicio de dicha facultad, el legislador señale que para
una causal de mala conducta no se impondrá una sanción de destitución. En la
Constitución Política no existe ninguna disposición que obligue a que
determinados comportamientos –además de los expresamente consignados en
ella- deban catalogarse como causales de mala conducta, así como tampoco
impone que todas los comportamientos que hayan sido catalogados como tales
deban tener como sanción final la destitución del cargo. Lo que sí impone la Carta,
por virtud del principio sancionatorio tantas veces resaltado, es que no se imponga
ninguna falta por la sola comisión de la conducta, sino que se evalúe, siempre, el
grado de culpabilidad del sujeto que la comete.
La consecuencia evidente respecto del cargo de la demanda es que sólo los
comportamientos descritos como causales de mala conducta que han sido
cometidos dolosamente o mediante culpa gravísima pueden ser asimilados a
faltas gravísimas. A su paso, las conductas que, siendo descritas objetivamente
como causales de mala conducta, se cometen con culpa grave o leve, no pueden
asimilarse a faltas gravísimas en cumplimiento de la orden de remisión del artículo
acusado.
Por ello, el actor se equivoca al sugerir que mientras el régimen general admite la
existencia de causales de mala conducta graves o leves, el régimen de la Policía
eleva a faltas disciplinarias gravísimas a todas las causales de mala conducta. La
asimilación de la norma sólo tiene lugar frente a comportamientos dolosos o en
que se incurra con culpa gravísima.
Las consideraciones previas son sólidas incluso a pesar de los comentarios del
actor que sugieren, sin mayores justificaciones ni argumentos, que las causales de
mala conducta son del “tipo abierto”, es decir, que se configuran por violación de
normas de deberes y no como consecuencia de la transgresión de la descripción
típica efectuada por la ley. Del texto del artículo 50 de la Ley 734 de 2002 se
concluye, sin mayor duda, que la causal de mala conducta a que se refiere la
norma es aquella “descrita como tal por la Constitución o la ley”, con lo cual se
quiere significar que para dichos efectos el legislador exige una descripción típica
de la conducta, y de lo cual se sigue también que la disposición legal no deja al
arbitrio de la autoridad sancionadora la determinación de las conductas que a su
juicio pueden denominarse como causales de mala conducta.
De hecho, en Sentencia C-386 de 1996, la Corte Constitucional precisó en que no
resulta ajustado a la Constitución que la determinación de un comportamiento
como causal de mala conducta descanse en la autoridad encargada de imponer la
sanción correspondiente. En dicha oportunidad, la Corporación estudió la
exequibilidad del artículo 259 de la Ley 5ª de 19929 que otorgaba a las Cámaras la
facultad de determinar cuándo una conducta disciplinariamente reprochable podía
constituirse en causal de mala conducta. Sobre ese particular la Corte sostuvo:
8
Sentencia C-819 de 2006 M.P. Jaime Córdoba Triviño
Ley 5ª de 10992. ART. 259.—Incumplimiento en los informes. El no presentarse oportunamente, en los
términos establecidos, los informes obligatorios o los que se soliciten, acarrea consecuencias que pueden
llegar a calificarse por las cámaras respectivas como de mala conducta por parte del funcionario responsable.
9
“Ahora bien, uno de los principios esenciales en materia
sancionatoria es el de la tipicidad, según el cual las faltas
disciplinarias no sólo deben estar descritas en norma previa sino
que, además, la sanción debe estar predeterminada. En este caso
este requisito no se cumple por cuanto la calificación como mala
conducta de un determinado comportamiento de un funcionarios no
viene predeterminada por la ley sino que está sujeta a la discreción
de las Cámaras, que ex post facto pueden calificar la conducta del
funcionario de mala conducta. Nótese en efecto que la norma no
define la omisión como mala conducta sino que simplemente señala
que ésta puede ser calificada como tal por las Cámaras. De esa
manera no sólo se violan los principios de legalidad e igualdad en el
campo disciplinario sino que el Congreso se atribuye funciones
disciplinarias de otros órganos, pues no le corresponde a ese cuerpo
representativo calificar disciplinariamente la conducta concreta de un
servidor público que no le está jerárquicamente subordinado sino
que su atribución es la de definir, de manera general, la ley
disciplinaria. Por ello la Corte declarará inexequible la atribución de
las Cámaras de calificar en concreto la conducta de un determinado
funcionario como de mala conducta”. (Sentencia C-386 de 1996 M.P.
Alejandro Martínez Caballero)
En el mismo sentido se pronunció la Corte en Sentencia C-310 de 199710, cuando
confirmó la tesis esbozada en la providencia previamente citada, y dijo que en ella
se había consagrado la necesidad de la descripción típica de las causales de mala
conducta11, con lo cual también pierde sustento jurídico la apreciación del
demandante sobre dicho particular.
Así las cosas, tampoco por este aspecto es abordable el cargo de
inconstitucionalidad, pues los supuestos de los que parte el demandante no se
ajustan a la realidad jurídica en el tratamiento de las referidas faltas. Dado que el
cargo de la demanda está elaborado sobre una interpretación distorsionada de la
norma legal, no es posible que la Corte analice si la disposición acusada vulnera el
principio constitucional de igualdad. Por ser incorrecta la premisa de la
argumentación, resulta imposible indagar sobre la certeza de sus conclusiones.
En conclusión de todo lo dicho, verificado el contenido de la norma acusada y de
las normas concordantes que complementan el régimen, esta Corporación no
encuentra que, por los cargos analizados, el artículo 37 de la Ley 1015 de 2006
sea contrario a la Constitución Política, específicamente al principio derivado del
artículo 29 constitucional que consagra para el régimen sancionatorio nacional la
proscripción de la responsabilidad objetiva. Desde el punto de vista del derecho a
la igualdad, la Corte encuentra que el cargo de la demanda parte de un supuesto
equivocado, por lo que se abstendrá de emitir pronunciamiento de fondo en la
materia.
10
M.P. Carlos Gaviria Díaz
Sobre la necesidad de que sea el legislador quien predetermine o describa claramente los
comportamientos que constituyen causal de mala conducta como garantía plena del principio de tipicidad
y legalidad, dijo la Corte al declarar inexequible el aparte del artículo 259 de la ley 5/92, que autorizaba a
las Cámaras para calificar como de mala conducta la no presentación oportuna de informes por parte de
los funcionarios responsables: "en este caso este requisito (principio de tipicidad) no se cumple por
cuanto…” (Sentencia C-310 de 1997 M.P. Carlos Gaviria Díaz)
11
VII. DECISION
En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional, administrando justicia, en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
Exclusivamente por los cargos analizados en esta providencia, declarar
EXEQUIBLE la expresión “aquella que constituya causal de mala conducta”,
contenida en el artículo 37 de la Ley 1015 de 2006.
Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional, cúmplase y archívese el expediente.
RODRIGO ESCOBAR GIL
Presidente
AUSENTE EN COMISION
JAIME ARAÚJO RENTERÍA
Magistrado
MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA
Magistrado
AUSENTE EN COMISION
JAIME CÓRDOBA TRIVIÑO
Magistrado
MARCO GERARDO MONROY CABRA
Magistrado
NILSON PINILLA PINILLA
Magistrado
HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO
Magistrado
ÁLVARO TAFUR GALVIS
Magistrado
CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ
Magistrada
MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
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