Dentro y fuera del corazón “El corazón es lo primero que vive y lo último que muere” Introducción El nombre de esta nueva sección y de su primer artículo corresponden a una analogía en la que el corazón es en sí mismo un universo, pero que a su vez forma parte de otro mayor, el cuerpo humano, sin el cual no se concibe su existencia ni su razón de ser. Así, el corazón puede ser comparado con una “caja” contenida dentro de otra mayor que corresponde al cuerpo humano y de la relación entre ambos. Desde esta perspectiva se puede analizar lo que ocurre dentro y fuera del corazón (“la caja”) y comprender cómo una enfermedad cardiaca puede manifestarse con signos y síntomas en otras partes del cuerpo y cómo una enfermedad en otro órgano o sistema puede afectar al corazón. La metáfora de comparar al corazón con una caja analizándolo desde su perspectiva interior y exterior se aplica, entre otras cosas, al quehacer del médico en su práctica cotidiana: el cardiólogo debe valorar el contexto integral del paciente y no solo la enfermedad cardiaca que lo afecta. Mis contribuciones anteriores a la revista en la sección de “Bradicardias y ritmos lentos” así como el resto de mis manuscritos han versado exclusivamente desde la perspectiva científica. Esta sección también abordará los temas con un enfoque científico pero desde un punto de vista filosófico e histórico. Intentaré liberarme de los tecnicismos y gradualmente pasar a un estilo más coloquial. Dentro del corazón En la biología se dice que la forma de un órgano se adapta a la función para la que fue creado. Así el corazón es un órgano muscular hueco compuesto por cuatro cavidades cuyo fin es bombear la sangre al sistema circulatorio. Dentro de la sustancia del corazón se encuentra distribuído un grupo especializado de células que tienen el propósito de generar y propagar un impulso eléctrico en un período de tiempo. De esta forma, la frecuencia y el ritmo del corazón son propiedades inherentes al mismo (las palabras en itálica señalan los futuros títulos de la sección). Así, la teoría miogénica (muscular) del latido cardiaco sostiene que en el corazón radican los elementos necesarios para iniciar y mantener el latido cardiaco. El corazón posee esta capacidad debido a que sus células cuentan con conductos que permiten el paso de sodio, potasio y calcio a través de su membrana. La actividad eléctrica producida por el flujo de estos elementos químicos desencadena el impulso eléctrico con cierto período o cadencia (los tiempos del corazón). La presencia de dichos canales eléctricos y su correcto funcionamiento están determinados por la herencia o genética del corazón. La genética, a su vez, explica que la distribución de las propiedades eléctricas en el corazón no sea homogénea, sino que sea diferente en las diversas estructuras que lo componen, logrando que un grupo especializado de células tenga el control de la actividad eléctrica cardiaca (la heterogeneidad del corazón). Fuera del corazón El corazón está localizado en el tórax, en medio de los pulmones, y está conectado al cuerpo mediante vasos sanguíneos y nervios. Gracias a las aportaciones de la física provenientes de la antigua Grecia fue posible concebir que el sistema circulatorio era cerrado, es decir que toda la sangre que sale del corazón a través de las arterias regresa al mismo por medio de las venas. Hace más de cien años se pensaba que el sistema nervioso era el responsable de iniciar el latido cardiaco, a lo que se le conocía como el origen neurogénico (nervioso) del latido cardiaco, circunstancia que hoy sabemos es errónea. Ciertos órganos (como la glándula suprarrenal y la tiroides) producen hormonas que liberan al torrente circulatorio y ejercen una influencia en la actividad eléctrica cardiaca. De esta forma, los sistemas respiratorio, circulatorio, nervioso y endocrino regulan o modifican la actividad eléctrica intrínseca del corazón (los mecanismos del corazón, los reflejos del corazón). Existe un experimento en la fisiología cardiaca que consiste en extraer el corazón de un animal anestesiado (conejo o gato) y comprobar que el órgano continúa latiendo mientras se mantenga oxigenado, con un aporte de azúcar y a una temperatura estable. Este experimento da soporte a la teoría del origen miogénico del latido cardiaco anteriormente citada. La visión ritual-religiosa de este fenómeno está plasmada en la cultura azteca mediante el sacrificio de la extracción del corazón a un ser humano para ser ofrecido a los dioses. Dentro y fuera del corazón El primer signo de vida en un embrión es el latido cardiaco que se detecta mediante un ultrasonido practicado a la madre, y el fin de la vida biológica ocurre cuando el corazón deja de latir independientemente de la enfermedad del paciente. La misma actividad eléctrica que explica el origen del latido en condiciones normales es la que puede, bajo condiciones de enfermedad, producir una arritmia cardiaca (el orden y el caos del corazón). Las perturbaciones en la actividad eléctrica del corazón pueden provenir de alteraciones propias del mismo (como las genéticas) o bien de la influencia de enfermedades en otros órganos o sistemas (la vulnerabilidad del corazón). La alteración en la actividad eléctrica del corazón es una condición predisponente para desarrollar una arritmia cardiaca, siendo las dos más importantes la fibrilación auricular y la fibrilación ventricular (paro cardiaco súbito). En la electrofisiología cardiaca existen dos opciones para el tratamiento invasivo de las arritmias cardiacas: la ablación con catéter y el implante de dispositivos eléctricos. La ablación consiste en la destrucción de pequeñas zonas del corazón que sustentan las arritmias mediante la aplicación de calor o frío a través de un catéter (la temperatura al servicio del corazón). Existen tres tipos de dispositivos artificiales que están conectados al corazón mediante cables y cuyo fin es proveer actividad eléctrica para reemplazar o restaurar las condiciones normales: marcapaso, resincronizador y desfibrilador (la electricidad al servicio del corazón). Finalmente, tanto la ablación como la estimulación eléctrica con marcapaso pueden producir cambios en la función eléctrica debido a que el corazón “recuerda” haber sido sufrido los efectos de una arritmia cardiaca o de una estimulación artificial por un período de tiempo (la memoria del corazón).