Symposium Internacional. SICA ´O8. Programas que ayudan a desarrollar el buen manejo del espacio en niños con capacidades diferentes. Camila Crosa. Natalia Sienra. Programas que ayudan a desarrollar el buen manejo del espacio en niños con capacidades diferentes. 1- Introducción. El aprendizaje de las nociones de tiempo y espacio constituye un hito esencial en el proceso de desarrollo personal durante la infancia. En esta etapa de la vida humana, la adquisición progresiva de la conciencia del tiempo y del espacio desempeña un papel decisivo en el proceso de aprendizaje y en la propia capacidad de adaptación al medio. Así mismo, la percepción del tiempo y del espacio tanto como el valor atribuido a ambas nociones, suelen sufrir variaciones importantes en las diferentes etapas de la vida de las personas. Por esta razón los mecanismos de aprehensión de las nociones espaciotemporales constituyen una de las líneas de investigación prioritarias en el ámbito de la didáctica. Muy a menudo estamos resolviendo problemas de carácter espacial, aunque en muchas ocasiones no tenemos conciencia de ello y lo hacemos siguiendo estrategias intuitivas y poco eficaces. Los esquemas espaciales que tenemos registrados en nuestras mentes nos sirven para actuar, son los planos orientativos de nuestra acción e inciden de manera sustantiva en la consecución de otros aprendizajes como es el caso de la implicación del dominio del esquema espacial corporal en el aprendizaje de la lectura y la escritura. La escritura no es posible en tanto el niño no haya adquirido la manipulación simultánea de las relaciones arriba – abajo, derecha – izquierda, adentro – afuera. Para que el niño llegue a construir esas relaciones y aprenda el uso del sistema de las coordenadas del espacio, debemos utilizar distintos ejercicios en orden creciente. La vida cotidiana nos hace aprender a pensar en términos espaciales, pero la instrucción específica nos puede ayudar a desarrollar estrategias que enriquezcan nuestro pensamiento espacial, lo hagan más experto y por lo tanto más eficaz y consciente de lo que hacemos y de por qué lo hacemos. 2 – Marco teórico. Según Kant, el espacio como el tiempo, no es una realidad objetiva, real y absoluta. Es una representación, fruto de las construcciones mentales de los individuos, basadas en las representaciones mentales que nos hacemos de la realidad. No se trata de entidades reales, son construcciones mentales, esquemas orientadores que ponen orden y sentido a todo lo que nos rodea, desde el hecho más cotidiano y cercano a las cuestiones tan trascendentes como de dónde venimos y dónde estamos en el infinito universo del que formamos parte. Más que espacio como entidad absoluta podremos hablar pues, de representaciones del espacio. La teoría del desarrollo de los conceptos espaciales planteada por Piaget (Piaget e Inhelder, 1956) proporciona un modelo básico universal en la construcción de conceptos espaciales relativos a las propiedades geométricas del espacio. En ellas se trata de demostrar que se produce en la mente infantil una progresiva diferenciación de propiedades geométricas del espacio con el paso del tiempo y siguiendo un esquema evolutivo. Este proceso de diferenciación se inicia partiendo de aquellas propiedades globales del espacio que son independientes de la forma y tamaño de los objetos, las llamadas propiedades topológicas. Estas propiedades hacen referencia a: • La proximidad (vecindad, cerca/lejos). • Separación y continuidad (frontera, límite...). • Ordenación (sucesión lineal). • Cierre (abierto/cerrado, interior/exterior). El segundo grupo de propiedades que según Piaget distinguen las mentes infantiles son las llamadas propiedades proyectivas, que suponen la capacidad de predecir que aspecto tendrá un objeto visto desde diversos puntos de vista o ángulos de visión. El reconocimiento de las propiedades proyectivas exige un proceso de descentración espacial, producto de la superación del egocentrismo infantil. Casi en paralelo a las propiedades proyectivas, en la evolución de los esquemas espaciales mentales de los niños se reconocen las propiedades euclidianas que hacen referencia al tamaño y por tanto a la medida del espacio, distancias y direcciones. Aprender a pensar el espacio supone un proceso de superación de la dictadura del yo perceptivo. Este proceso no sigue una evolución lineal, ordenada, siguiendo un orden desde lo más cercano geográficamente hablando a lo más lejano, ya que la proximidad o lejanía psicológica, no coincide con la geografía. El tiempo y el espacio son construcciones mentales correlativas en cuya elaboración interviene un complejo sistema de relaciones. Integran junto con la noción de objeto y la noción de causalidad las cuatro categorías fundamentales de la inteligencia. El espacio es el producto de una relación entre el individuo y el medio “que se explica por el progreso de la inteligencia misma” (Piaget). Implica la elaboración por parte del sujeto del ordenamiento de los elementos en el mundo y la inclusión de él mismo como integrante de ese universo. El campo temporal supone también una evolución paulatina desde la inmediatez propia del egocentrismo hasta la objetividad del acontecer exterior. La percepción del espacio en el niño no escapa a la regla fundamental de su evolución general, que avanza en una dirección marcada por tres etapas esenciales: • La etapa de lo vivido. • La etapa de lo percibido. • La etapa de lo concebido. Primeramente, el niño vive el espacio. Ese espacio vivido sólo puede ser un espacio físico con el cual el niño se halla en contacto biológico. Más aún, por lo general, el niño vivencia ese espacio mediante el movimiento. A partir de allí, llegará a la segunda etapa de aprehensión del espacio: la del espacio percibido. En esta etapa el niño llega a ser capaz de percibir el espacio sin tener que experimentarlo biológicamente, como en el estadio anterior. Por lo tanto, si enseñar al niño a analizar el espacio (a distinguir las distancias, las posiciones, adelante, atrás, dentro, fuera, etc.) sólo era posible haciéndole vivir esas distancias y posiciones, ahora será suficiente hacérselas percibir. Se ha desarrollado lo que los psicólogos llaman la distanciación del niño con relación al espacio: el niño retrocedió ante su objeto para conocerlo mejor. En la edad del ciclo elemental y el ciclo medio el niño es capaz de distinguir las distancias al observar un paisaje o una fotografía, y de precisar la posición de los objetos por la mera observación. En esta etapa, el niño descubre no sólo el “aquí” sino también el “allá”, ese “allá” que le transmite a sus sentidos, que su cuerpo, su movimiento, ya no tiene que experimentar en forma directa. Del aquí al allá, existe, pues, una ampliación del campo empírico del niño, un ensanchamiento que nos dará el sentido de nuestra acción pedagógica posible, pues ahora, enseñar al niño a analizar el espacio significa pedirle que lo haga no ya desde su movimiento, sino a través de la mera observación. Es un adelanto considerable pero no definitivo. Porque a partir de ese estadio, hacia los once o doce años, el niño será capaz de aprehender el espacio concebido. Se trata del espacio matemático, del espacio abstracto tal como se encuentra por doquier: las formas ya no reciben un contenido concreto. Sólo contienen relaciones. La imagen que el niño se hace de su propio cuerpo, se va generando poco a poco durante los diez primero años aproximadamente. “Es el resultado y la condición de la existencia de relaciones adecuadas entre el individuo y su medio” (H. Wallon, citado por J. Tirman). Desde los cinco a los siete años, el niño toma paulatinamente conciencia de su cuerpo con sus distintas partes, mostrándolas y nombrándolas. De los seis a los nueve años, aparece lentamente la posibilidad de transferir a los objetos y a otra persona lo que ha comprobado en sí mismo. Se trata de ayudar al niño a aprehender un espacio independiente de él, a “deslindar” el espacio de su propio punto de vista. Se tratará, además, de ayudarle a considerar el espacio independientemente del objeto que en él se encuentra, o sea nuevamente, a deslindar los objetos exteriores del espacio que ocupan. Piaget llama descentración a estos fenómenos. 3- Conceptualizaciones de términos básicos. • Aprendizaje: Proceso de adquisición del dominio por parte del que aprende, de la autorregulación a través de la asimilación y acomodación en la interestructuración con el medio (Piaget). El aprendizaje humano presupone una naturaleza social específica y un proceso, mediante el cual los niños acceden a la vida intelectual de aquellos que lo rodean (Vigotsky). Los aprendizaje realizados por los alumnos deben incorporarse a su estructura de conocimiento de modo significativo, por lo que una buena disposición (Ausubel). • Aprendizaje significativo: Los aprendizajes mediante los cuales adquirimos conocimientos son proceso de construcción de significados. La nueva información que se incorpora a la estructura mental establece conexiones no arbitrarias entre ésta y los esquemas. Cuantas más conexiones existan tanto más significativo será el aprendizaje. Para que se produzcan aprendizajes significativos son necesarias dos condiciones: que el contenido sea potencialmente significativo, tanto desde el punto de vista lógico como psicológico y que el alumno este motivado. • Capacidades diferentes: En todo sujeto existe un desarrollo del código genético e influye la acumulación y absorción de experiencias en el medio socio-cultural en el cual crece. Esto hace de él una persona diferente. Si bien estos factores influyen en las capacidades, cualesquiera que sean éstas, siempre es posible desarrollarlas y optimizarlas. • Cuerpo: Es una entidad física, en el sentido material del término, con su superficie, su masa y su profundidad. • Educación especial: La misma ya no puede entenderse como la educación de un tipo determinado de personas sino como un conjunto de recursos educativos puestos a disposición de los alumnos que en algunos casos podrán necesitarlos de forma temporal y otros de forma más continuada y permanente. (Garanto, 1993) • Esquema corporal: Conjunto de representaciones simbólicas que cada uno tiene de su cuerpo. • Espacio: Es una representación, fruto de las construcciones mentales de los individuos, basadas en las representaciones mentales que nos hacemos de la realidad. • Espacio gráfico delimitado: Es un soporte que permite volcar al hombre sus manifestaciones gráficas. • Lateralidad: Predomino de uno de los dos dispositivos de una mano, de un ojo, que determina la existencia de diestros o zurdos, manuales o oculares. (Pierón) • Motivación: El aprendizaje significativo exige una cierta predisposición por parte del alumno a relacionar el nuevo conocimiento con lo que ya sabe teniendo interés por entender lo que en ese momento se le plantea como un problema. Además debe encontrarle sentido a ese aprendizaje. Las razones de ese sentido pueden ser distintas pero sin un impulso que movilice los esquemas de conocimiento, no se producirá tal aprendizaje. • Nociones topológicas: Propiedades que deben mantenerse en una transformación para poder considerar a dos o más figuras como equivalentes, desde el punto de vista de la topología. Estas nociones son vecindad o proximidad, separación, orden, cierre, envoltura y continuidad. 4- Modo de trabajo, apoyándonos en los Tic. A partir de lo explicitado anteriormente, para favorecer el desarrollo del manejo del espacio en niños con capacidades diferentes, nos apoyamos en diversos programas que nos fueron explicados y ofrecidos durante el curso, los cuales consideramos que podrían favorecer a dicho desarrollo de una manera motivadora y diferente a la que los niños están habituados a trabajar. Pudimos observar que el estímulo de poder trabajar con la computadora ya era en sí motivador, así como también lo llamativo de los diferentes programas que detallaremos a continuación. Los programas utilizados son: • SensWitcher. • Bee-Bot • Clic Otras herramientas que no pudimos utilizar pero que consideramos que hubieran sido de gran ayuda son: el Bee-Bot en el plano con la abeja y la alfombra aplicada a los diferentes programas. 5- A modo de síntesis. La primera dirección en que debemos ejercer nuestra labor pedagógica se referirá a la estructuración misma del espacio. El sincretismo de la percepción del niño es la causa de que no pueda desprender el objeto exterior de su espacio y, por consiguiente, llegar a discernir las distintas categorías espaciales que se le ofrecen (nociones de cerca de, abajo, al borde de, etc.). Por lo tanto debemos: • Ayudar al niño a tomar conciencia del espacio ocupado por su cuerpo. • Ayudarle a tomar conciencia de la orientación del espacio. • Ayudarle a tomar conciencia de la delimitación del objeto en el espacio. • Ayudarle a tomar conciencia de las posiciones relativas de los objetos en el espacio. • Ayudarle a tomar conciencia de las distancias de los intervalos y a penetrar en el mundo de la medida y la esquematización del espacio. Las actividades propuestas fueron planificadas y organizadas según los intereses, conocimientos previos y etapa, en la que se encontraba cada uno de los niños con los cuales se trabajó. Dichas actividades se basaron tanto en la utilización de los programas ya mencionados como en actividades fuera de la computadora. Se intentó mediante ellas, mantener siempre la motivación de los niños, por este motivo se apuntó a plantear actividades lúdicas. 6- Bibliografía. • Giacobbe, M. (1993) “Enseñar y aprender Ciencias Sociales”. España. Edit. Homo Sapiens. • Dienes, Z. (1982) “Los primeros pasos en matemáticas. Exploración del espacio y práctica de la medida”. España. Edit. Teide. • ANEP- CODICEN. “Programa de educación especial preparatorio- preescolares. • Trepat, C. A. (1991) “El tiempo y el espacio en las didácticas de las Ciencias Sociales” España. Universidad de Barcelona. Edit. Graó. • Vallet. “Tratamiento de problemas de aprendizaje”.