La historia de los Ceroni

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Mons. Giancarlo Menetti
La historia de los Ceroni
Stefano Casanova – Editor
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La traducción de Mons. Menetti, en el texto de
Mita escrito en latín, está hecha literalmente. Es
mi ambición de hacer la mía tratando de
conservar en lo posible, el estilo bastante arcaico
del Mita, teniendo siempre presente que sólo soy
una aficionada a la lengua italiana que tanto
amo. Y esta traducción es mi legado. Lo dejo con
mucho amor a mis hijos, mi nieto Guillermo que
hizo posible encontrar las antiguas huellas de
nuestros antepasados en Italia, y para todos sus
descendientes. Con este empeño, creo haber
logrado rescatar a través de los siglos, el recuerdo
de nuestro origen Ceroni.
Margarita Ceroni
La Serena, 15 de junio de 2003.
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A todos mis parroquianos de Casola Valsenio
junto a los cuales ha transcurrido la mitad de mi
vida, como testimonio del apasionado amor que
comparto con ellos por nuestro pueblo.
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Presentación
Al entregar este pequeño trabajo para su impresión, permítanme presentarlo
brevemente para justificar la forma un tanto periodística en su desarrollo
debido a lo poco claros de algunos documentos que habrían requerido una
atención mayor y citas más detalladas.
Este es un trabajo que nació para una publicación casolana mensual llamada
“El Espejo”, que aparece, o más bien, aparecía casi regularmente desde hace
unos treinta años. Fue fundada aquí en la Parroquia por un grupo de
muchachos scout que un buen día me pidieron conocer algo más de la historia
del pueblo.
Inmediatamente pensé en Mita quién, para muchos, era un Carneade y me
dije que sin empezar por este documento base, no se podía escribir de historia
local.
Por todo un verano me dediqué a la traducción del texto más antiguo hasta
entonces conocido, que era la edición de 1827. A medida que hacía este
trabajo, me entusiasmaba más, y así fue como a la vez me dediqué a hacer
averiguaciones más profundas. Aparecieron algunos árboles genealógicos,
como asimismo revisé un poco todos los archivos parroquiales de la zona.
También consulté a viejos notarios de la localidad.
Verdaderamente es este un trabajo que dura hasta hoy y que da también una
rara satisfacción. Lo comparo al trabajo de los Tartufos, claro que ahí hay
también un perro que colaboraba, mientras que yo tengo que guiarme sólo por
la intuición.
Si la obra de Mita, que fue terminada alrededor de 1630-1634, es hoy
familiar para nosotros, se debe al cariño del Cardenal Giovanni Soglia Ceroni
por el que era también su propio terreno. Encontrándose el Cardenal en
trágicas circunstancias, prisionero de Napoleón I junto al Papa Pío VII, fue
confinado a Casola Valsenio después de haber estado un año preso en las
cárceles de la Finestrelle en Piamonte, encontró entre los papeles de su
difunto maestro, Don Antonio Linguerri Ceroni, una de las pocas copias
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manuscritas del pequeño libro de Mita que estaba celosamente custodiado por
familiares Ceroni y Mita. Una vez de regreso a Roma, la publicó para los
diarios de Filippo y Nicolás de Romanis, en su texto original latino, en 1827
He tenido la suerte como diré más adelante al iniciar mis “notas”, de tener a
mano la misma copia que el Cardenal Soglia encontró aquí en Casola en
1811-1912 y basándose en ella, he revisado toda mi versión.
Lamentablemente hay pocas huellas sobre la figura de este benemérito
sacerdote sobre el cual, extrañamente el pueblo de Casola Valsenio ha sido
muy ingrato. No hay una lápida en su honor, una calle, ni siquiera un
recuerdo.
Que sirva esta publicación para reparar en parte este olvido.
Informaciones sobre Don Domenico Mita.
Don Domenico Mita nació el 20 de enero de 1590, hijo de Roberto Mita y
Bartolomea Bertozzi, en Fontanelice donde el padre estaba viviendo
provisoriamente con sus primos Gabriello y Fabricio, notarios hijos de
Raffaele. Sin embargo, se le considera de Tossignano porque la familia se
trasladó a ese lugar después de la muerte del padre. Hizo como cabeza de
familia su hermano César, hombre de leyes y bastante mayor que Don
Domenico, ya que en 1592 tenía una oficina en Tossignano. Un nefasto día,
Cesar fue asesinado en las cercanías de S. Giovanni en el campo. Domenico,
después de sus primeros años en una escuela de Fontanelice fue llevado a
Imola, donde los Jesuitas, donde completó sus estudios, también en leyes,
abandonándolos luego por la carrera eclesiástica. En 1622 fue nombrado
párroco de la iglesia S. Margherita de Stifonti, territorio de Ceruno. En
Settefonti murió su madre Bartolomea el 3 de octubre de 1623. Ha quedado
el registro de su muerte, hecho por el hijo sacerdote, con hermosa caligrafía y
una invocación: “Que el Señor le conceda la luz y la paz”.
Don Domenico permaneció en Stifonti (hoy Settefonti) hasta 1627. Luego
fue trasladado a la iglesia parroquial de S. Agnese de Goccianello. Es aquí,
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donde un par de años después, emprende la tarea de escribir en buen latín, la
historia de los Ceroni.
Fue párroco abnegado y caritativo. Se hizo cargo de un sobrino, hijo de una
hermana que había enviudado. Se dedicó a los estudios patrióticos,
publicando para los impresores, Carlo Zenero, en Bolonia, una obra sobre los
sermones de S. Pier Crisologo que tuvo una halagadora acogida.
Murió en 1648, a la edad de 58 años.
Giulio Pappotti en sus “memorias históricas imolesas”, en el tomo VI, y
Benacci en sus “memorias históricas de Tossignano”, lo mencionan entre los
hombres ilustres.
El cardenal G. Soglia Ceroni, en el prólogo a una pequeña biografía, escrita
en latín sobre la vida del siervo de Dios, el casolano Giovanni Battista
Ridolfi, (1588-1621) monje Fuliense, dice textualmente: “Hace poco he
entregado para editar algunos recuerdos de la familia Ceroni, obra de D.
Domenico Mita... libro pequeño de porte pero en cambio bastante celebrado y
juzgado digno de ser inscrito en “Monumentis Rerum Italicarum” di A.
Ludovico Muratori”. De verdad no me parece poco.
Casola Valsenio, 20 de enero de 1998, en el 408 aniversario del nacimiento de
Mita.
Sac. Giancarlo Menetti
Arciprete di Casola Valsenio
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Algunos antiguos recuerdos y memorias sobre la estirpe de los Ceroni
deducidas de viejas tradiciones y documentos muy antiguos encontrados entre
los papeles de esta familia o en escritos conservados en los archivos de Imola,
Tossignano, Brisighella, Casola y Riolo, presentadas ordenadamente por
Domenico Mita, en año del Señor de 1634.
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Prólogo
Para rescatar la memoria de los Ceroni.
He oído contar muy a menudo cual es el origen de los Ceroni que desde los
tiempos más remotos han habitado en la Emilia como asimismo de sus
empresas memorables, que han sido tantas y sobre las cuales no hay mucha
claridad, que he pensado que sería muy grato a mis conciudadanos si buscara
los viejos documentos que han quedado escondidos y repartidos en manos de
privados. Una vez encontrados y examinados con el mayor cuidado,
confrontándoles entre ellos, podría reunir cuanto había de verdad para
salvarlos a través de mis escritos del olvido de los hombres. Y así, como pueda
lograrlo, y con la ayuda de Dios, intentaré con mi estilo un poco rústico,
transmitirlos a la posteridad.
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Situación geográfica y política de Ceruno
1.- Ravenna, capital y metrópoli del Emilia, tiene en su jurisdicción, a
Faenza e Imola. El territorio de estas diócesis se extiende hasta los Apecinos
desde los cuales nacen los ríos Amona y Senio que descorriendo, el primero
junto a las murallas de Faenza y el segundo a distancia igual entre las dos
ciudades, se vacían en el Po. (de Panaro).
1.- (original) Ravenna caput, et metropolis Aemiliae Inter-alias urbes
Faventiam habet, ac Forocornelium. Harum dioecesanus ager ad Alpes
Apenninas producitor ex quibus Ammonius et Senius amnes progressi
infleunt in Padum alter secus moenia Faventiae, alter inter utrasque urbes
pari distantia prolapsus.
Nota: (mía) En esta forma comienza el texto de Mita.
2.- De allá del Senio, hacia Aquilone, entre esas montañas alpestres, se
extiende la aldea de Casola al sur de la cual, en el valle de Amone y bajo las
diócesis de Imola, algo distante y un poco fuera de mano, se levanta sobre un
monte el villorrio de Ceruno. Este tiene como su parroquia, la iglesia de
Santa Margherita di Stifonti. Confinan con ella otras seis parroquias, esto
es, Foso, S. Andrea in Sintria, Pagnano, Casola, Valsenio y Mongardino. De
las memorias de la familia Ceroni que nos han llegado por ininterrumpida
tradición, se llega a la conclusión que aquella aldea en los tiempos remotos, se
llamaba Monte Cervino.
La Leyenda del Ciervo
3.- En tiempos cuando Carlomagno expulsó a los Longobardi de Italia y
entregó el reino a su hijo Pipino, un noble y valeroso soldado, (si era forastero
o de la provincia, se ha perdido el recuerdo a lo largo de los siglos) para
sacarse de encima las grandes fatigas del servicio militar ejercido desde la
juventud hasta la madurez, ya fuera en tiempos de guerra o de paz,
abandonó su oficio para retirarse a vivir junto a los hijos en estas tierras.
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4.- Poco tiempo después, este soldado que se había iniciado en la caza de
bestias salvajes junto a sus vecinos, en el lugar donde hoy está el pueblo
(Ceruno) que era de su propiedad, capturó un ciervo maravilloso que sus
perros habían correteado en vano, fuera de los bosques. El ciervo, casi sin
aliento, se detuvo, como en un acto de súplica, a los pies de aquel hombre,
agachando la cabeza. El noble soldado, que era de buen corazón, lo domesticó
con gran cariño y lo mantuvo vivo por muchos años. Poco después, construyó
en el lugar un villorrio con una fortaleza bien sólida, eligiéndola como
morada para él y su familia, y tomando como buen auspicio al ciervo, quiso
que el lugar fuera conocido por todos como Monte Cervino.
El Escudo
Luego, eligiendo un nuevo escudo de armas gentilicio, pintó un ciervo alzado
en campo azul (sobre sus patas posteriores) teniendo en alto, en la pata
derecha anterior, un lirio. Era como si de este escudo, de manera muy gentil,
quisiera traer a los habitantes de Monte Cervino buenos augurios, para que
gozaran gracias a la bondad del lugar y de su clima, una vida larga y feliz, y
pudieran perseguir a las serpientes, vale decir a los enemigos, a la manera de
las bestias salvajes; como al contrario, deberían honrar y recibir con los
brazos abiertos y de corazón, a sus señores y amigos. La posteridad recuerda
muy bien, por tradición secular, todo lo que aconteció, ya sea en la guerra
como en la paz, entre los habitantes de Monte Cervino.
Con el pasar de los años, cambiados los tiempos y las costumbres, sucedió que,
por degeneración de la palabra, el villorrio fue comúnmente llamado Ceronio,
mientras el escudo permanece invariable, y la gente que aquí tuvo su origen
fue nombrada como Ceronio o de Cervino.
La fidelidad y el valor de los Ceroni
6.- Esta gente, a pesar de estar siempre sometida a la misma autoridad, aún
estaban conformes de sacrificar libremente a sus señores sus bienes y su vida;
por tanto, altaneros en su posición y además poderosos por el lugar que
ocupaban y los bienes que poseían, se dieron cuenta a través del favorable
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curso de los acontecimientos, y siendo dotados de cierta rudeza de caracteres
y modales que bien podrían ser jueces en diversas partes, adquirió autoridad
sobre sus vecinos y obtuvo con ellos ventajosos matrimonios, vengando de
este modo las propias ofensas y las de sus amigos, siendo así reconocidos por
su indiscutible liderazgo.
7.- De esta estirpe salieron, en épocas diversas, capitanes y prefectos
militares, que a menudo lograron reunir entre los propios parientes una
nutrida compañía que unieron al ejército de los príncipes.
Estamos, sin embargo obligados a dejar bajo el silencio sus valerosas gestas
porque a pesar de ser meritoriamente dignas de mención, debido al fuego de
los enemigos que muchas veces incentivaron los escritos y las casas de los
Ceroni, no se ha podido tener conocimiento de la mayoría de estos hechos en
la posteridad.
La fusión de los Ficchi
8.- Sobre la base de documentos que han permanecido y de una constante
tradición, se tiene la certeza que hacia el año 1225 de esta fusión, (o
emparentamiento) se unieron a la familia de los Ceroni, algunos hombres
oriundos de Perugia que fueron igualmente llamados “de Ceruno”. Eran de la
noble familia de los Ficchi, del rango de Senadores en su ciudad de origen,
llenos de riquezas y eminentes por su ingenio y poder. Porque muchas veces
habían vengado con las armas los antiguos rencores, aprovechándose de las
discordias ciudadanas, andaban día a día allegándose a nuevas facciones. Y
así sucedió que una vez que algunos de los Ficchi asesinaron unos enemigos
en una riña, fueron encarcelados y no se veía el modo de librarlos para
impedir que fueran conducidos al suplicio por el Pretore (juez de paz) los
otros, los que quedaron libres, decidieron de sacarles de la prisión a viva
fuerza, y formando una cuadrilla de parientes y amigos, asaltaron a los
guardias, matando a cuantos se resistían, echaron abajo las puertas y los
liberaron.
9.- Huyendo rápidamente de la ciudad, no sólo se echaron encima la ira de los
enemigos sino también la mas viva indignación del príncipe. Por esta causa,
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desterrados de su propia patria, Guido, Ettore y Silvestro más algunos
allegados, después de haber buscado en su exilio varias veces un lugar donde
establecerse, terminaron por fin en Emilia, y en Val d’Amone se instalaron
con gran cantidad de dinero. Aquí fueron acogidos con gran cordialidad por
los señores Manfredi, primados de la ciudad de Faenza. Por su seguridad, se
les ordenó que subieran a los montes Amonii, y se establecieran una parte en
la antiquísima fortaleza de Calamello que era propiedad de los señores de
Fantolini, y la otra en Monte Albergo que estaba al frente.
Comportamiento de los recién llegados
Estos extranjeros con mucha prolijidad tomaron conocimiento del lugar y de
sus moradores, en principio disimulando de dónde venían y sus nombres, para
evitar que sus enemigos y el indignado príncipe se enteraran de su nuevo
asilo, sobre todo, trataron de ganarse el favor de los poderosos y el cariño de
los nobles que habitaban las ciudades vecinas, esto es, con majestuosidad,
lealtad y laboriosidad. Estaban prontos a socorrer de palabras y obras a sus
coterráneos, de modo de ganarse la buena voluntad de todos.
11.- Los Ceroni, considerando que todo esto pudiera ser provechoso para
ellos, pensaron bien en hacerlos socios, dividiendo cada fortuna con ellos y
haciéndoles corteses invitaciones les prometieron de unirse con estos Ficchi
para comprar casas y poderes, declarando a la vez que gustosos estrecharían
lazos de parentesco si esto fuera requerido.
Estos forasteros, considerando convenientes estos lugares, decidieron con
firmeza de aceptar la propuesta de estrechar lazos con los Ceroni,
concertando matrimonios, adoptando el mismo escudo, apellido y patria, y
estrechando así con ellos una alianza perenne.
12.- Desde este momento, la aldea de Ceruno empieza a ser habitada por los
Perugini, quienes de a poco y acrecentando su patrimonio gracias a los
campos tan fértiles de Casola y monte Oliveto, ya no quieren llamarse más
Perugini, sino Ficchi Ceroni.
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En seguida, para que la alianza entre las dos familias fuera aún más
duradera, un hombre llamado Ceruno, muy rico, dio en matrimonio a su única
hija a Antonio Ficchi a quien declaró heredero de todo su patrimonio, con la
condición que los hijos de ese matrimonio, aún conservando el apellido
paterno, se consideraran y fueran realmente de descendencia Ceroni.
La sociedad de los Ceroni
13.- En torno a aquel período, los Ceroni, que eran a menudo reclutados por
los florentinos y los Venecianos como capitanes y jefes de tropas, combatieron
contra los enemigos de modo valerosos logrando a menudo óptimos botines
con los cuales aumentaron su patrimonio notablemente. Empujados por la
esperanza de acrecentarlo aún más, se ganaban de este modo la gloria que los
distinguía.
No muchos años antes de esta fecha, alrededor del año 1309, la República de
Florencia empezó a ser convulsionada ferozmente por las desavenencias
civiles entre guelfos y gibelinos. Los guelfos fueron expulsados de la ciudad y
gran parte de ellos se refugió junto a los Ceroni, sus viejos amigos, allegados a
los cuales y acogidos con toda cortesía pensaron permanecer ahí hasta que
cambiaran los vientos. Pero sucedió que un poco después, Uguccione de la
Faggiola, valeroso guerrero y capitán de la soldadesca gibelina; armó un
ejército con la intención de abatir a los guelfos, preparándose para destruir
Ceruno.
Uguccione de la Faggiola es rechazado por los Ceroni
14.- Para defenderse en la mejor forma posible, tanto ellos como sus nobles
huéspedes ya de tanto tiempo beneméritos, los Ceroni que habían formado un
pequeño ejército con los amigos que acudieron prontamente al llamado como
también con los prófugos florentinos, saliendo con gran ímpetu del villorrio,
se precipitaron sobre las cuadrillas de los enemigos armados que ya estaban a
mitad del cerro produciéndose un feroz encuentro; muchos quedaron heridos,
otros muertos, y el resto retrocedió en vergonzosa fuga a través de los
boscajes sin caminos. Uguccione, que combaría con encarnizamiento,
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abandonado por los suyos y además rodeado de enemigos (son palabras de
Paolo Giovio que en los “Elogios de los hombres ilustres”, dejó escritas estas
cosas sobre Uguccione), mientras se retiraba, herido en una pierna y con el
yelmo medio desarmado, logró reunirse con los suyos, llevando incrustadas en
su escudo pedestre cuatro jabalinas y unas trece flechas disparadas por
pequeños arcabuces. Entre los nuestros, los heridos fueron muchos; pero poco
los muertos. Los florentinos que con tan pocas esperanzas lograron escapar al
eminente peligro, quedaron aún más agradecidos con los Ceroni, sea de
corazón o con los hechos, participando en sus guerras según sus fuerzas,
cumpliendo los principales encargos; ya sea para guiar tropas como para
reclutarles. Los nuestros, luego de combatir con valor y el mayor empeño por
sus señores regresaban a la familia cargados de loas y bienes.
La afiliación de los Ceroni de Serina
15.- No mucho tiempo después, fueron los mismos habitantes de Florencia
provocados por el Emperador Enrique y los Milaneses con una dura guerra.
Muchos de nuestros Ceroni combatían para la República florentina;
entonces, mientras los prefectos pasaban revista al ejército llamando por su
nombre a los soldados, se notó que un centurión con algunos otros, se
arrogaba el apellido Ceroni. Este hecho empujó a los nuestros, apenas
tuvieron permiso para hablar; a preguntar quienes eran, de quién habían
obtenido ese apellido y de qué lugar eran. Cuentan que el centurión respondió
así: “nosotros descendemos de una antigua familia de Serina alta en el
Bergamasco, en la Lombardia al otro lado del Po, de dos hermanos
fundadores de la propia Serina y que eran originarios de Germania,
precisamente de la ciudad de Eniponte. (Innsbruck). Según una tradición
difundida entre los germánicos se cree que los primeros habitantes de
Eniponte habían sido los judíos dispersos por varias partes del mundo por la
persecución del emperador Tito Vespasiano”. Como hallan sido las cosas,
queda claro que nuestros primeros antepasados ya habían llegado a ser, desde
muchísimo tiempo atrás, dueños de Serina, posesión que tienen hasta hoy; así
como también es cierto que algunos de ellos tomaron el apellido de un ilustre
hombre llamado Bentione. Estos de Bentioni se quedaron por un tiempo en la
ciudad de Crema. Así en efecto se puede leer con letras muy claras en una
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lápida de mármol puesta en la iglesia de San Giacomo de Serina alta. Y así
sigue el relato del centurión.
Escudo de los Ceroni de Serina Batalla de Lepreno
16.- “Nosotros, según la tradición de nuestros padres, tenemos como emblema
una encina (de variedad cerro) sobre un fondo rojo con un ciervo echado sobre
sus raíces. En tiempos pasados; los Torriani de Milán, cabecillas de la parte
guelfa, juntaron un gran ejército para venir a apropiarse de nuestras
posesiones pero los nuestros los rechazaron rápidamente se mataron a
algunos, quedaron muchos heridos y el resto retrocedió en vergonzosa fuga.
Debido a esto, los enemigos que cada vez se enfurecían más, aumentaron de
número y de fuerzas a sus tropas y amenazaron con perseguir con mayor rigor
a nuestra facción gibelina. Y así fuimos obligados a abandonar la patria y
nuestras casas para evitar las frecuentes perversidades de los prepotentes y a
combatir bajo el mando de príncipes extranjeros hasta que con la ayuda de
Dios finalizaran nuestras desgracias”.
17.- Nuestros Ceroni, sintiendo piedad por aquellos hombres y por su
situación se pusieron de acuerdo para que una vez terminada la guerra, los
acogerían como amigos, haciéndose partícipes de sus infortunios a cambio que
abandonaran el partido gibelino cambiándose a los guelfos y aceptaran su
escudo tomando el nombre y todos sus derechos Ceroni de Romagna. Así
podrían probar en el futuro una suerte más benigna, y fue así como los
Lombardi después de consultarse entre ellos aceptaron las condiciones y
establecieron un recíproco pacto de sociedad y amistad, viniéndose a vivir
junto a los nuestros, en Ceruno. Aquí recibieron buenas casas y dignos enseres
y más allá de la estrecha relación de la nueva sociedad junto a la hospitalidad
recibida, se agregó también aquella del parentesco, gracias a felices
matrimonios.
18.- Algunos entre los más antiguos de los Ficchi, viendo cómo andaban las
cosas, en principio no los miraron con buenos ojos, porque temían quizás que
estos nuevos Ceroni, por amor al antiguo partido de los Lombardi (=Serina)
se unieran la los gibelinos, o bien que estos recién llegados, a causa de
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desavenencias debidas a sus toscas costumbres, obligaran a los propios
nativos a emigrar. Pero cuando quedó claro que los pactos de alianza
establecidos y sancionados si se desvanecían se habían hecho bajo juramento
a perpetuidad, los nuevos fueron aceptados por todos como de la casa. Por lo
tanto los Ceroni a pesar de ser de patrias diferentes de linajes diversos y de
facciones contrarias, se unieron espontáneamente para formar una sola
familia y porque día a día llegaron a ser más notables ya sea por cantidad o
fuerzas, se convirtieron en personas aún más molestosas para los adversarios
pero muy del agrado de los Príncipes.
Ceroni ilustres en Roma y Sezze (Latina)
19.- En aquélla época fueron también algunos oriundos de Ceruno que se
dedicaron al estudio de las leyes y con mucho celo al conocimiento de las
buenos disciplinas. Estos lograron llegar hasta la Curia Romana para servirla
según su capacidad, y en Roma establecieron su colonia. Entre estos como
dan fe, Vilano y Sansovino, hubo un Giovanni Ceroni que en 1351, por
votación popular, fue elevado al honorífico cargo de Gobernador de la
ciudad.
En nuestros días, algunos de estos Ceroni Romani, viven en la pequeña
ciudad de Sezze y se encuentran entre ellos hombres ilustres y de valor en las
ciencias, los cuales, según la ocasión, se dedican a la educación de los jóvenes,
a las actividades forenses o al gobierno de poblados.
Los Ceroni empeñados en la defensa de Imola
20.- Volviendo a hablar de los nuestros, debo registrar que en la época en que
el Rey Roberto de Nápoles fue Rector de la provincia Flaminia (= de la
Romagna) a nombre del Papa, y la tradición lo señala hacia el año 1311,
tuvo gran temor que la ciudad de Imola fuera asediada por las armas del
Vizconde de Milán y como le fuera negada toda ayuda a la República
Florentina, para dispersar el asalto de los enemigos y salvar al pueblo, mandó
que todo el trigo y el forraje fueran llevados a la ciudad. Después, enroló a
350 soldados bien armados entre los más valerosos además de pedir la ayuda
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de unos 300 civiles entre los montañeses más audaces. Estos últimos casi
fueron elegidos en su totalidad entre los Ceroni, que se unieron a los de la
ciudad y de este modo juzgó que había procedido con suficientes ventajas
para enfrentar los hechos y así fue confirmado plenamente después.
La Señoría de los Manfredi sobre Ceruno
21.- En aquellos años, sucedió que Francesco Manfredi, Señor de Faenza,
vendió a sus hijos ya emancipados, Ricardo y Tino, los derechos y la Señoría
de mercado de Frattaglia, la fortaleza de Monte Mauro, de la colina de
Pozzo y del villorrio de Ceruno. En 1340, murió Francesco y el heredero del
principado paterno fue su hijo Riccardo. Tino en cambio, quedó conforme con
la señoría de Ceruno y los lugares ya señalados en los cuales podía pasar una
vida tranquila y sin preocupaciones.
Los Ceroni fueron muy atentos y corteses con este personaje, tanto que les
dieron una de sus hijas como esposa para uno de ellos, Silvestro Ficchi. Si era
hija legítima o natural, el tiempo ha borrado la posibilidad de recordarlo.
Silvestro era un hombre de bien, bastante rico, y tuvo con ella, entre otros
hijos, uno llamado también Tino.
Tino Ficchi de Ceruno
22.- Pero este nieto de índole noble y clara inteligencia murió cuando aún era
adolecente. Otro nieto también fue llamado Tino, valeroso y fuerte soldado
tan admirado que quedó el dicho popular “es acaso Tino de Ceruno?” cuando
alguien adquiría cierta importancia en una empresa.
Este Tino fue a lo largo de casi toda su vida un soldado valeroso, ya fuera en
la defensa o en batallas de campo abierto, siempre desdeñoso de los peligros.
Fue muy apreciado por Alfonso de Aragón, duque de Calabria, para el cual
trabajó Tino como capitán de infantería, desde 1472 hasta 1490,
combatiendo en varias batallas con coraje indómito y probado valor.
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23.- Los últimos cinco años de su vida transcurrieron al servicio del ejército
del Papa Alessandro VI. Ya sintiéndose acabado por las fatigas de las armas
y de la edad, confió su compañía militar que estaba formada en gran parte
por sus Ceroni, a Dionisio Naldi de Brisighella que era su sobrino por parte
de una hermana. Los Ceroni y los Naldi, gracias a unos cuantos matrimonios,
eran parientes. Dionisio, aunque joven, era su lugarteniente al mando de la
compañía. Muy pronto falleció Tino, colmado de glorias.
Dionisio Naldi, se licenció después del ejército pontificio y se trasladó con su
compañía a los Venecianos, siendo acogido favorablemente por la Serenísima
República que al tanto de sus experiencias en el arte militar, lo nombraron
capitán general de infantería. Combatiente valeroso y de gran capacidad,
Dionisio fue la gloria y la esperanza de la familia Naldi. Murió en 1510 a la
edad de 45 años. Sus restos descansan en Venecia, en la iglesia de los santos
Giovanni y Paolo.
Pasado el año 1455, Marsimilia Sforza esposa de Tadeo Manfredi, mujer de
carácter fuerte y orgullosa por haber ascendido a la nobleza de Signoria
(tenía en efecto el gobierno de Imola y Tossignano), creía ser provocada por
los Ceroni por el hecho de haber dado muerte a cuatro de sus caballeros;
presentó un edicto público, ordenando dar muerte a cualquier Ceroni que se
encontrara en sus dominios. Los Ceroni, burlándose de este bando, se
dedicaron entonces a causar daños en las tierras de Imola y Tossignano,
persiguiendo y matando con más énfasis a sus adversarios. La Signora no
soportaba la audacia de estas ofensas que consideraba dirigidas a ella de
parte de sus enemigos y no sabiendo cómo poderlas reprimir, le pidió al Duque
de Milán que era su pariente, doscientos lanceros y al mismo tiempo le
escribió a Astorre Manfredi, príncipe de Faenza y de Val de Amone,
invitándole a unir con ella sus fuerzas para acabar con el insoportable
atrevimiento de los Ceroni. Astorre los llamó y aconsejó amigablemente, les
rogó con afecto paternal y muchas buenas razones persuadiéndoles a
desistirse de seguir haciendo daño. Los Ceroni que amaban a este único
príncipe que tenían, reconociendo lo mucho que le debían, no sólo le
obedecieron sino que además hicieron una alianza con los de Tossignano,
ratificada en un documento público el año de 1459, comprometiéndose a
cambiar el odio por el amor y la ferocidad por el respeto.
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El asesinato de Galeotto Manfredi cometido por su esposa
25.- No habían pasado muchos lustros desde que Galeotto, después de la
muerte de Astorre III, se había hecho cargo del poder en Faenza y Val de
Amone, cuando fue asesinado por su esposa Francesca, hija de Giovanni
Bentivoglio, tirano de Bolonia. Ofendida por una bofetada que le había dado
el marido. La mayoría pensó que había actuado de acuerdo con su padre, por
lo que los Faentini, temerosos a causa de este asesinato quisieron que fueran
llamados los Ceroni, conociendo el respeto que éstos le tenían a los Manfredi.
Se les pidió que defendieran la ciudad. Los Ceroni tomaron inmediatamente
las armas, preparando una escuadra entre parientes y amigos de Val de
Amone de alrededor de 300 soldados y partieron inmediatamente a Faenza
donde recibieron la misión (del Senado) de custodiar el palacio del príncipe y
la Plaza.
26.- Un día después, Giovanni Bentivoglio, los Rangoni de Modena, con una
turba de hombres armados entraron por la puerta de la fortaleza ocupada por
la mujer asesina, invadieron la ciudad y trataron de tomarse la plaza. Todo el
pueblo se levantó al grito de “muerte a los enemigos”y los rodeó por todos
lados decididos a exterminarlos. Bentivoglio se dio cuenta entonces que él y
los suyos corrían un serio peligro de vida porque el pueblo estaba armado y
enfurecido. Entonces hizo llamar a los Ceroni para negociar, poniéndose así
en sus manos junto con los suyos, protestando antes que todo, que había
traído consigo a gente amiga y no a tropas enemigas, para que lo ayudaran a
hacerse cargo de la Plaza y dijo estar pronto a retirarse de la ciudad si esto
era más grato al Senado y al pueblo. Poco le creían los Faentini. Los Ceroni,
que tenían un buen ascendiente sobre los Faentini, ya fuera por amistad o
autoridad, calmaron con habilidad a la plebe y al ánimo de los nobles y
abriendo las puertas, dejaron salir de la ciudad a Giovanni con su gente. De
este modo evitaron a los ciudadanos una matanza inminente. Bentivoglio,
salvado del peligro se sintió muy agradecido con los Ceroni, enviándoles, si la
ocasión lo requería, dinero y soldados como ayuda contra los enemigos. Los
Rangoni, después ya en amable familiaridad con ellos, no pocas veces
aprovecharon esta relación para honorables misiones.
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Empiezan las venganzas entre las familias: crimen Rondanini.
27.- Hacia el año 1490, un sacerdote de la familia Ceroni regresaba desde la
Roma hacia su patria llevando un diploma en el cual lo nombraba el sumo
pontífice, párroco de la iglesia de la Pideura (Apro).
En los Apeninos lo asaltaron unos maleantes, robándole el diploma;
persiguiéndolo e injuriándolo.
Los Ceroni, convencidos que este ataque era obra de la familia Rondanini que
aspiraba a esa parroquia, resolvieron no pasarse a llevar ni tolerar por más
tiempo una injuria tan grave y así, le encargaron a César, hijo de Rinaldo,
para tomar venganza. Este entonce, con 11 hombres armados entró en
Faenza; en la plaza se enfrentó a Sisto Rondanini, hombre de corte y
secretario de los príncipes Manfredi. Lo mató a flechazos y huyó de la
ciudad. Uno de los suyos sin embargo, en la retirada, se equivocó de camino,
y sus compañeros al no verlo, retornaron a la ciudad para darle una mano.
Pero el asunto no resultó como lo habían proyectado. Por orden del Pretor, se
cerraron las puertas y fue dada la alarma. Los soldados corrieron a las armas
y los culpables fueron arrestados y conducidos por los guardias a las cárceles
de la fortaleza.
Para liberarlos, los Ceroni acudieron donde Lorenzo de Medici, el Magnífico
(en Florencia) gobernante de la República, porque él era, por decreto, tutor
del príncipe Astorre IV, sucesor de Galeotto. Los Ceroni eran muy apreciados
por Lorenzo, por lo tanto dio órdenes para que sólo cuatro de los detenidos
permanecieran en la cárcel y se liberaran a los otros, bajo garantía; mientras
se estudiaban los pro y los contra de los acusados, de acuerdo a las leyes. A
los Ceroni les pareció que las cosas iban para largo y entonces Brunorio
Ceroni que era oficial estable de la República de Florencia, capitán de
infantería, con algunos de los suyos se presentó de nuevo ante Lorenzo
rogándole humildemente para que liberaran a los cuatro prisioneros bajo
convenientes condiciones.
20
Medici entonces sentenció la liberación de los Ceroni, pero para satisfacer a
la justicia y a la ley, ordenó, fuera ajusticiado un amigo forlivece (de Forli)
que estaba junto a ellos en la cárcel. Al oir todo esto, los Ceroni exclamaron a
una sola voz: “lejos de nosotros una venganza así tan detestable a querer
salvarnos a costa de un amigo; por lo tanto, condénanos a muerte cruel a
cada uno, a cambio que sea liberado nuestro amigo”. Lorenzo quedó
maravillado como también los cortesanos que le hacían compañía, los cuales
compararon a los Ceroni con los antiguos Damone y Pizia.
Corrió la voz que el mismo Lorenzo indicó en secreto a Brunorio el modo de
librar de la muerte a los prisioneros.
Los Ceroni retornaron entonces a sus casas, llenos de fe, juntaron una
cuadrilla de hombres, fueron a Faenza y asaltaron de improviso a dieciocho
personajes de corte que se trasladaban a la iglesia de la Observanza, fuera de
los muros de la ciudad; los secuestraron y condujeron inmediatamente bajo
escolta, como rehenes, a la fortaleza de Monte Mauro mientras fueran
liberados los prisioneros y canjeados sin condiciones, con estos personajes.
Compadretto Rinaldi defensor de Monte Mauro
28.-Dirigía la defensa de esta fortaleza, Compadretto de Rinaldi, desde 1500
a nombre de Val de Amone, hermano de César, ya nombrado, el cual junto a
unos cincuenta de sus hombres estaba de guardia en la fortaleza cuando
Vitellozzo, prefecto de las tropas de César Borgia, llega con su ejército en
posición de combate con la intención de tomarla. Compadretto con éxito,
rechazó a los enemigos, mueren algunos y con muy poco daño dentro de los
suyos logran dispersarlos, dándose a la fuga.
César Borgia, al enterarse de la derrota, preso de una ira ciega se prepara con
todas sus fuerzas para asaltar la fortaleza, la asedia, jurando masacrar hasta
el último de sus defensores. Como al décimo día de este acoso, cuando
faltaron los víveres y la esperanza de una ayuda, Compadretto con su gente
abandonó la fortaleza y a través de caminos desconocidos aprovechando la
oscuridad de la noche, lograron ponerse a salvo. La fortaleza, sin un solo
21
defensor fue tomada y destruida. Compadretto, tiempo después y bajo el
pontificado de Giulio II como capitán de infantería, cayó combatiendo
valerosamente en la Bastía** y quedó herido; luego de una corta
convalecencia fue distinguido con grandes honores por el Pontífice.
Los Ficchi: gente trabajadora y frugal
29.- Al llegar a este punto de la historia será conveniente referirse a las
vivencias de la familia Ceroni en general, antes de tocar otros temas.
Diré por lo tanto que con el pasar del tiempo, los Ficchi se multiplicaron y
crecieron en número tal que muchos de ellos se separaron de los parientes y
formaron varias colonias. Ocuparon de esta manera, algunos poderíos de
Monte Romano, en la Señoría de Val de Amone, donde construyeron
hermosas casas. Nuccio y Ficchio, suplantando casi del todo a la estirpe de
Maghinardo Pagani, casi extinta y con su castillo desmantelado, llegaron a
ser propietarios de casi todo el territorio, además de tener algunos terrenos en
el Villorrio de Baffadi.
Otros se establecieron en Monte Oliveto en Pagnano, en San Ruffillo, en
Stifonte (= Settefonti) en Pozzo y en S. Andrea donde compraron tierras y
construyeron numerosas casas. Aquellos poseedores de mayores bienes,
reconstruyeron en la llanura, hacia el río Senio, con mayor amplitud, la aldea
de Casola que en un tiempo estaba sobre la colina (Iglesia de arriba) y que
había sido destruida en 1200 por los Faentini. Vivieron aquí en la aldea,
instalándose un mercado, ejercitándose en varios oficios de artesanía, y en
parte, también en el comercio. No eran entonces de aquellos que se dejan
corromper por el lujo o por el ocio, sino al contrario, eran de aquellos que con
valentía y fuerzas, se dedicaron con pasión al arte de las armas y cuando se
presentaba la ocasión, servían con valor en la milicia, iban de caza,
cabalgaban y se preocupaban de las necesidades de sus señores y de sus
amigos. Acogían con cordialidad a muchos que para distraerse iban al campo
y los visitaban, u otros que, por temor a los castigos o exilio, se refugiaban
*
Nota mía: creo que la palabra Bastía, que no aparece en el diccionario, puede significar bastión.
22
junto a ellos en busca de asilo. A todos les daban hospedaje y alimentos en
conformidad con su rango social.
El poder que poseían en el teriitorio de Val de Amone, de Imola y lugares
aledaños, los proveía de todo lo necesario, tanto para los víveres como para el
ropaje. Su riqueza aumentaba cada día, gracias a su frugalidad. A los
huéspedes que llegaban de improviso, les preparaban una mesa no sólo sobria,
sino que además espléndida, y los alojaban en buenas casas decoradas con
bellos enseres y vajilla de plata, todo fruto del botín logrado en la ciudad.
Si alguno se destacaba por su inteligencia o piedad, trataba de entrar a la
carrera eclesiástica y de conseguir el ministerio de las parroquias vecinas o de
consagrarse a la disciplina monástica. Otros, interesados en las leyes,
ejercitaban el oficio de abogados, jueces o notarios. Los restantes, que sólo
eran campesinos, y pobres de medios, cultivaban como mucho los bienes de los
parientes. Las mujeres, por naturaleza, se dedicaban a trabajos de lino, de
lana y como tantas Caie en el gobierno y manejo de la casa eran superiores a
muchas otras.
Y así sucedió que los Ficchi, llegaron con facilidad a ser los más ricos de los
Ceroni.
Los descendientes de Matteo Ceroni
30.- Aquellos Ceroni que se habían trasladado aquí desde Serina Alta, no
eran por carácter o costumbres diferentes a los otros, sino porque eran muy
prolíficos, tanto, que sólo Matteo que estaba en 1390 en la flor de su edad,
tuvo tres hijos gracias a los cuales, en un solo siglo, fue cabeza de familia de
nueve generaciones. En efecto, engendró a Cecco y este a Salvuzio del cual
nació Brunorio el primogénito de los Brunori: Cecco por otra parte engendró
a Silvestro quien fue padre de Baldassarre del cual derivan los Baldassarri.
El segungo hijo de Matteo fue Cristoforo del cual nació Laulo que dio origen
a la familia Lauli. (Lolli o Loli) finalmente, el tercer hijo de Matteo fue
Giovanni, llamado “El Lanciere” por su valentía y pericia en el lanzamiento
de la lanza. Éste, además de Melchiorre quien fue sacerdote, tuvo a otros seis
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hijos los cuales dieron origen a otras tantas diferentes familias, i Ravagli de
Bartolomeo llamado con el sobrenombre de Ravaleo, los Rinaldi de Rinaldo,
los Berti de Bertone, los Poli de Paolo, los Giacometti de Giacomo y los
Marándoli de Michele llamados el Marandolo.
Todos estos se multiplicaron y crecieron en número tal, que se vieron
obligados a abandonar el villorrio de Ceruno y a ocupar los caseríos
repartidos y una parte de la aldea de Casola.
Los Brunori y los Ficchi
31.- Los Brunori fueron poco prolíficos pero superaron a los parientes en
prestigio y riquezas, y como tenían buenas residencias en Casola, prefirieron
siempre vivir unidos a varios de los Ficchi, en Ceruno y en el vecino caserío de
Renzuno. Además, de común acuerdo con los Ficchi y con los Mita, sus
parientes por vía de los matrimonios, construyeron también en Ceruno una
Iglesia dedicada a S. Giacomo imitando así la de Serina Alta. Aquí podían
asistir a misa y sepultar a sus muertos, por lo cual convinieron un suculento
estipendio anual con el sacerdote oficiante.
Nuccio, valeroso hombre de armas que por largo tiempo había militado en
Francia, bajo la bandera de su Rey y había obtenido la aprobación real para
agregar a su escudo familiar los lirios de oro que son la insignia recibida del
cielo para los Reyes franceses, se enriqueció lo suficiente como para eregir en
la Iglesia de Santa Lucía en Casola un altar dedicado a la Asunción de la
Santísima Virgen, que dotó de una finca llamada Turricchia (en la parroquia
de Pozzo) para el mantenimiento del Rector, reservándose el derecho de
patrimonio para sus descendientes.
Pero, con el transcurso de varias generaciones, la mayor parte de los antiguos
Ceroni se extinguió, confirmando así la sentencia de Sallustio: “Todo aquello
que nace y crece, está destinado a envejecer y a morir”.
Quedaron sin embargo algunos que eran llamados Galli, Linguerri y de la
Soglia, y todavía sobrevive un número pequeño, de modestas condiciones, de
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aquellos que no habiendo sido reconocidos como descendientes de Matteo de
Serina, declaran ser provenientes del antiguo origen primitivo (indígena).
Los Mita
32.- Ya que más arriba hemos nombrado al pasar a los Mita, no estaría
además referirse a cómo el apellido Ficchi se transformó en Mita. Entre los
más notables de aquellos que por primra vez llegaron a Romagna desde
Perugia ( y fueron los primeros) hubo uno que fue importante, ya sea por sus
riquezas o por su valor militar que tuvo un hijo al cual llamó Fecchio del cual
descendieron después los Ficchi que han vivido en Casola hasta hace pocos
años. Tuvo luego un segundo hijo de nombre Silvestro, que vivió en el
villorrio de Ceruno y del cual a través de ininterrumpidas generaciones (seis)
dieron origen a otros tantos personajes llenos de valor, fuertes en las batallas
y capitanes de compañías. De Silvestro nació Antonio que fue el padre de
Cerunio y que recibió el sobrenombre de Midas por analogía con Midas, rey
de Frigia, quien superaba en riquezas a todos los reyes. Sus coetáneos que lo
comparaban con todos los otros como el más rico en propiedades y dinero, le
pusieron este sobrenombre, que ya sea por error de traducción o por
ignorancia popular, se transformó en Mita.
Mita fue el padre de Tommiaso, del cual nació Pietro que se casó con
Claradia, hija de Berto que era el hermano de Riccardo Alidosi, Conde de
Tossignano, Fontana y Castel del Río. Pietro fue el padre de Ceruno, que al
llevar el nombre de su abuelo, también fue llamado Mita, y así este apellido
fue heredado por sus descendientes.
El caso de Raffaele Brunori
33.- De Brunorio nació Raffaele, que siguiendo sus inclinaciones se dedicó a
la profesión de las armas al servicio de la República Veneciana y se
especializó en varias batallas como capitán de infantería en los tiempos en
que había entre los príncipes de la alianza de Cambrai un pacto contra la
propia República. (10-12-1508).
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Por un cierto período de tiempo, Raffaele estuvo en Bolonia bajo las órdenes
militares de Ramazzotto, hijo de Alessandro de Scaricalasimo (el nombre de
Ramazzotto era por demás odioso a los Ceroni). Aquí se enamoró de su hija
Lucía y la pidió en matrimonio.
Muy complacido Ramazzotto accedió a la petición de Raffaele, ya sea porque
consideraba bien colocada a la hija, o como hombre astuto que era, veía
ofrecérsele con este parentesco, el modo de meterse tranquilamente entre los
Ceroni para espiar y conocer el modo de vivir de esta gente, partidaria de los
guelfos. Este matrimonio, fue el principio de la ruina de nuestros Ceroni.
Los Ficchi, que conocían mucho mejor que otros parientes, la dudosa
naturaleza de Ramazzotto, su fuerza en las armas y que sabían que tenía
parte del comando sobre Apeninos de todos los gibelinos, recibieron la noticia
del matrimonio con más desilusión y aprehensiones de lo que se pudiera
pensar. Quizás temían que Raffaelo que estaba a cargo de la fortaleza
familiar, cambiara y fuera atraido por las facciones gibelinas del suegro,
abandonando a los suyos, o que a través de una conjura, se destruyera el
poder y el buen nombre de los Ceroni. Las discusiones y desavenencias entre
las dos partes, tenían los ánimos de los Ceroni divididos en dos frentes.
34.- Apenas Ramazzotto tuvo índicios de esta situación, le pareció que se le
ofrecía un óptimo pretexto para arruinar a sus nuevos parientes, para lo cual
puso todo en manos de su amigo y socio de armas Guido Vaina, con quien, de
común acuerdo, hizo el juramento de destruir a los nuestros, pensando así
debilitar la fuerza de los Ceroni partidarios de los guelfos y atajar la
insolencia de Raffaele, que con insistencia y según lo convenido, exigía del
suegro la dote de la esposa como se había pactado.
Vaina entonces asume la tarea de proceder a cara descubierta, mientras
Ramazzotto tramaba en las sombras las insidias.
Guido, capitán de milicias y en buenas relaciones con los Señores, era de
Imola. Rico y poderoso, era el capo indiscutible del partido gibelino en
nuestras comarcas: después de la derrota sufrida en Ravena donde
combatieron también y murieron algunos de los nuestros (Ceroni) y donde el
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propio Ramazzotto había sido herido y derribado a tierra medio muerto,
salvado por los Españoles que tenía cerca, aún así persistía en su manía de
dominio, pensando que difícilmente podría realizar sus proyectos sin someter
a todos los guelfos de la montaña como lo había hecho con los de la llanura.
Tenía también miedo de los Ceroni, porque sabía que ningún enemigo hasta
entonces había podido dominarlos y confinarlos. La rabia hacia ellos crecía
continuamente, sobre todo por el hecho que los Ceroni eran aliados con los
Sassatelli, sus enemigos declarados, por lo cual creía que lo odiaban en forma
acrecentada.
Mientras Vaina va rumiando todo esto, con su inquieta manera de ser,
comprende que lo mejor que se puede hacer es denunciar al Rector de la
provincia a los Ceroni, como renuentes a pagar los impuestos al Papa y de
haber maltratado y arrojado de sus tierras a los encargados de cobrar estos
impuestos. Aprovechándose de la oportunidad, Ramazzotto y Vaina
sugirieron al Rector que mandara tropas para asediar el pueblo de los Ceroni
como el remedio más saludable y de exigir así, por medio de las fuerzas, el
pago de los impuestos. Con este consejo, esperaban que fueran asesinados
todos los que se opuesieran como a la vez incendiadas sus casas. El Rector
aprobó la sugerencia, y llamando a Chiappino Vitteli, capitán de la caballería
ligera que militaba para el Papa, le ordenó de formar un batallón y con la
ayuda de los aliados proceder tal como se lo habían aconsejado.
El intento para destruir Ceruno
35.- Fue así como el 4 de diciembre de 1522, (Santa Bárbara) Vitelli con cien
caballos y Vaina con otros tantos hombres armados del partido gibelino,
llegaron a Casola del Senio y desplegaron las tropan contra los Ceroni.
Apenas entrados en los campos de Casola, debieron detenerse a orillas del río
porque nuestros Ceroni rechazaron gallardamente a los primeros que
avanzaban y amenazaron de muerte a los que se acercaran. En seguida
mandaron embajadores a Vitelli para informarse a qué se debía todo ese
aparato militar en su contra. Vitelli responde que no había sido mandado por
la autoridad para hacer la guerra, sino para discutir las justas razones que
27
querían exponerles pacíficamente. Los embajadores se comprometieron
voluntariamente a aceptar cuantas peticiones hicieran con el compromiso que
se alejara inmediatamente Guido Vaina y los otros hombres armados del
partido gibelino, que eran sus enemigos. Al oir esto y viendo que sus trampas
no daban resultado, Vaina abandonó libremente la empresa y también porque
un poco antes, con un disparo de ballesta, le habían volado el sombrero, tiro
hecho desde una pequeña colina por el experto Galbetto, cosa que los había
atemorizado a todos ante el peligro de una emboscada a las filas de los
gibelinos. Así pues Vaina regresó rápidamente con los suyos al lugar de donde
había venido. Cuando vieron partir a Vaina, los Ceroni encargaron a
Chiappino a dos rehenes que habían tomado: Gian Pietro Ficchi y Babino de
la Soglia, los que fuieron conducidos a Riolo Secco (Riolo Terme) para ser
ustodiados en la fortaleza. Vitelli con toda la caballería, se detuvo después
por tres días como huésped de los Ceroni, siendo tratado espléndidamente y
dando después al Rector una justa relación y favorable a nuestras familias.
Un nuevo intento de asaltar Ceruno
36.- Ramazzotto y Vaina ardiendo de rabia porque sus planes no habían
resultado, saliendo los Ceroni sin ningún daño después del encuentro, se
pusieron, inútilmente, a tramar nuevas insidias. Habiendo fallecido
recientemente el Papa Adriano VI, en Romagna, el 14 de septiembre de 1523,
dada la situación del momento, se recurría a las armas por el más mínimo
motivo. Ramazzotto y Vaina, viendo que el camino del engaño no les
resultaba, decidieron declarar la guerra abiertamente a los Ceroni con el
pretexto ya señalado de los impuestos pendientes.
Preparativos para la Batalla
Por lo tanto, Guido Vaina armó una escuadra de unos 4.000 gibelinos entre
los cuales se podían contrar los componentes de por lo menos cuarenta linajes
diversos que participaban por lo demás voluntariamente, mientras los
soldados adiestrados en la guerra, no eran más de doscientos. Estaban
armados de arcabuces que lanzaban bolas de plomo, (terrible tormente de
plomo de demoledoras consecuencias!) y que habían traído escondidos desde
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los arsenales de Ramazzotto. Hechos todos los preparativos para la
expugnación y la guerra, el 27 de octubre del mismo año 1523, el batallón
salió de Imola y por el camino más corto llegó a Casola. A lo largo del viaje,
los soldados obligaban a los campesinos que encontraban a gritar junto a
ellos: “Que viva Guido que va a exterminar a los Ceroni!).
La estrategia de los Ceroni
38.- Apenas los Ceroni tuvieron noticias de este nuevo ataque, se volcaron en
masa donde Raffaele (Brunori) que custodiaba la fortaleza (di Ceruno) y
llenos de indignación como si fuera él la causa de esa desgracia, lo
enfrentaron con duras palabras, amenazándolo hasta de muerte si no se
lanzaba inmediatamente contra los enemigos armados.
Rafaelle, experto en la guerra y muy acostumbrado al riesgo de las armas, los
tranquilizó, diciéndoles que no era necesario tomar las cosas tan trágicamente
como lo estaban hciendo los pobladores. Les asegura que está convencido que
aquel tropel de bandido no hubieran osado a adentrarse en aquellos lugares
áridos donde era imposible desplegar su artillería pesada si hubieran estado al
tanto de esas condiciones adversas y si lo hubieran intentado, se podría
detenerlos con un puñado de hombres y dispersarlos gracias a la aspereza del
lugar donde ellos no tenías práctica alguna para desplazarse. Finalmente, les
dijo que Dios omnipotente, primer hacedor de todas las cosas, está
acostumbrado a castigar las injusticias de manera tremenda.. Les aconseja no
tener miedo de esa gentuza que se acerca, porque, según él, los enemigos se
derrotan más con la habilidad que con la fuerza y número de hombres. Sabe,
como a menudo en el pasado, con pocos pero valerosos soldados, se habían
sostenido victoriosas batallas contra una multitud de enemigos y afirma
tener fe en la ayuda de Dios porque ahora sucedería lo mismo ya que los
Ceroni se empeñarían a derrotarlos, dado su reconocido valor, tanto del
corazón como de sus fuerzas. Recomienda que se reúnan los amigos en el
mayor número posible para formar compañías de batalla, de manera tal que
unida la habilidad a la fuerza, sea posible con pequeñas escuadras derrotar la
preponderancia numérica de los enemigos, inexpertos en aquellos lugares
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montañosos y obligarlos a la fuga. Por su parte, estaba dispuesto a hacer
frente a cualquiera prueba y a soportar fatigas y peligros.
Los Ceroni acogieron con aprobación estas palabras y gritaron a una voz de
querer combatir con valor si los hechos le daban la razón a las palabras de
Raffaele, de pelear por la patria, los hijos, las mujeres y la gloria, hasta la
victoria o la muerte, eligiendo luego el lugar de la batalla. Decidido esto,
todos unidos se dedicaron a fortificar su aldea y la fortaleza donde
amontonaron todos sus enseres más preciosos. Llamaron en ayuda a sus
amigos de las montañas prepararon el lugar de las celadas y reunieron a todas
las mujeres con sus niños en una habitación vecina a la fortaleza, después
dehaber colocado debajo de esta casa montones de leña para que, en el caso de
que los enemigos ocuparan el pueblo, los cuidadores de las mujeres
incendiarán el lugar antes que dejarlas en las manos lujuriosas de estos
enemigos.
Aunque casi todos los amigos llamados para ayudar acudieron al monte de los
Ceroni (= a Ceruno), hay una parte que no usa las armas y miedosa había
tomado camino a las montañas vecinas en espera o de volverse a juntar con
sus propios familiares o de buscar refugio sobre las cumbres.
Apenas 300, entre Ceroni y socios, todos armados, siguieron a Raffaele quien
los repartió en tres grupos, asignando a cada uno sus tareas.
Se preparan en espera de los asaltantes
39.- Los Ficchi, que por motivos señalados más atrás se habían destanciado
de Raffaele, en esta ocasión tan peligrosa, poco se fían de él. Por este motivo
eligieron la tarea de defender la fortaleza y el villorrio de Ceruno. Y para
reforzar a los combatientes, reclutaron a Francesco de Pietramala, hombre
idóneo y experto en armas quien llegó con 40 vigorosos y valientes ballesteros.
Gian Battista, hijo de Ravaleo, (Bartolomeo llamado Ravaglia) se escondió
en el boscaje con 60 hombres, como en una trinchera, hacia el poniente, poco
lejos del pueblo con el objeto de tender trampas en el camino de los enemigos.
30
Luego Raféale con 130 de las más valerosos, se instaló cerca de Meleta,
escondido por las colinas y los árboles para atajar la retirada. Había llevado
a su esposa Lucía, la hija de Ramazzotto, quien estaba armada de una larga
pica, dispuesta a lanzarla contra los enemigos y hasta sobre su mismo padre,
como era presumible en caso que lo hubiera encontrado. De este modo, los
centinelas en sus puestos, esperaban la llegada de los enemigos.
Guido Vaina ocupa e incendia Casola
40.- El 28 de octubre, fiesta de los apóstoles, santos Simone y Tadeo, se vió a
Guido Vaina, con tropas desplegadas, ocupar la llanura del Senio y sembrar
por todos lados el terror entre los campesinos. Luego de haber mandado
adelante a exploradores hasta el caserío de Casola, y haberse informado que
sus habitantes habían abandonado sus casas, las ocupó y permitió que sus
soldados robaran todo lo que los nuestros, por el apuro, no habían podido
llevarse. En este punto, dividió a su ejército en dos partes, ordenando a los de
armadura ligera a adelantarse atravesando el puente sobre el río y
enfrentando en órden la subida del monte hasta Ceruno donde tenían que
tratar de saquear el villorrio. Pronto los seguiría él con la otra parte del
ejército y con los cañones para abatir la fortaleza y destruir las casas. Con el
fin de hacer daño e infundir terror a los Ceroni, empezó a incendiar las casas
del pueblo, que eran como unas ochenta, pero esta acción sirvió para
aumentar aún más la ira de los Ceroni contra los propios enemigos.
La batalla de los toneles
Mientras tanto, estos enemigos habían llegado casi a la cima del monte, por
una subida árida y difícil, cuando Ravaleo, saliendo de la emboscada, disparó
sobre ellos con gran estruendo un poco de la artillería. Los gibelinos se
detuvieron, devolviendo el fuego y cuando se preparaban para perseguirlos,
del alto de la colina empiezan a rodar toneles llenos de piedras dirigidos
expresamente a los atacantes. Esta escaramuza de los Ficchi, los hizo huir
espantados. Y de improviso, del lado izquierdo del monte, aparece Raffaele
con sus hombres, sembrando el terror entre los enemigos y fulminando con
disparos de arcabuz a los que tenía más cerca. Al mismo tiempo, desde fuera y
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con toda su gente, aparece nuevamente Ravaleo, gritando amenazas de
exterminio a los enemigos que estaban más cerca y ya con los arcabuces
cargados, los cuales huyen llenos de pánico (ya habían sufrido la experiencia
de los toneles), siendo perseguidos por disparos de arcabuz y flechas. Los
gibelinos, heridos y rodeados por todas partes no pudieron sostener el ataque;
pusieron marcha atrás y como un torrente impetuoso, saltando entre
despeñaderos y lugares desconocidos para ellos, se precipitaron hacia el bajo.
No hubo precipicios, grandes saltos ni despeñaderos que los detuvieran. No
tenían otro temor fuera del que tenían a los Ceroni. Fue así como la mayor
parte se precipitó en el río desde gran altura, donde perecieron. Los nuestros,
gracias también a las particulares condiciones del terreno, los persiguieron en
la fuga causando estragos y dispersándoles.
La ira de Vaina
42.- Guido Vaina, montando su caballo y todo cubierto con una armadura de
coraceros, apenas había cruzado el puente (de la Soglia) cuando se percató de
la precipitada fuga de sus hombres. Se lanzó inmediatamente contra ellos con
toda la guardia de escolta, ordanándoles detenerse y volver a combatir. Les
echó en cara el haber tenido miedo de cuatro campesinos dándose a la fuga;
amenazó con exterminarlos a todos si no regresaban y ordenó a sus guardias
de pasar por las armar a los primeros que trataran de huir y de empujar
nuevamente a la turba a reanudar el combate mientras él, con esa pesada
artillería, estuviera listo para combatir con todo el rigor en la cuesta.
El temor más grande, venció el menor. Se detuvieron y regresaron para pelear.
Pero he aquí que los Ceroni los perseguían nuevamente y los aliados de los
Ficchi bajaban en grupos chicos, para hacerles creer que eran muy numerosos.
Descendían desde Ceruno, gritando salvajemente. El valle retumbaba con el
tronar de los cañones, y grandes piedras rodaban a lo largo del declive
golpeando a los enemigos. Los imoleses se espantaron en tal forma, que
volvieron a huir, mientras eran perseguidos por las flechas lanzadas desde
lejos. Guido Vaina no logró por sí solo detener a la turba que ya huía
aterrorizada y desordenadamente, y poco faltó para que en su indignación
obligara a los cañoneros a disparar contra los fugitivos, volcando así contra
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los suyos, todos sus deseos de exterminio que tenia para los nuestros (Ceroni).
Aplacó como pudo su ira, y habiendo quedado solo, tuvo que retirarse de la
batalla. Dejó en el lugar cuanto había llevado para el asalto, y atravesando
las escarpadas colinas, fue hasta Tossignano. Los otros, siguiendo por el
fondo del valle, retornaron a su ciudad de donde habían salido.
Osada maniobra de los Ficchi
43.- Cuando los Ficchi se aseguraron que ningún otro peligro amenazaba su
villorrio, sacaron a sus mujeres de la casa donde las habían recluido y para
intimidar a los enemigos, rodearon por todos lados la fortaleza con soldados
armados, una defensa de pocos soldados de las más antiguos, para cerrarles la
entrada en vez de perseguirlos. Esta idea había sido de Tessuccio y Galbetto.
Luego, el resto de los hombres vadearon el río bajo Casola y avanzando
rápidamente entraron en los campos de Buratta, enfrentándose cara a cara
con los fugitivos. Los gibelinos se detuvieron. No se habían enfrentado hasta
entonces y el terreno era plano, así que confiados en el hecho de ser mucho
más numerosos, tomaron las armas. Inmediatamente, de uno y otro bando,
empieza el combate, Raffaele, mientras tanto, estaba al otro lado del río,
entretenido con el abundante botín que habían dejado en su huída los
enemigos, y pensaba mientras tanto si perseguirlos o no, ya que consideraba
que se había hecho bastante para derrotarlos. Y así aconsejaba a sus hombres
que cesaran en la persecución. Pero cuando llegó la noticia que los Ficchi
habían empezado a pelear de nuevo, dejaron a unos pocos cuidando los
enseres, y emprendieron de carrera a través de los campos de Casola, la
sorpresa de atacarlos por la espalda. De este modo los enemigos, entre dos
frentes, muchos heridos y amenazados, fueron nuevamente abatidos. Los que
lograron salvarse, confiando más en sus piernas que en las armas, buscaron
las guaridas más cercanas, y así con la complicidad de la noche y por senderos
imprevistos, fueron regresando como pudieron a sus casas. Con la derrota y
fuga de los enemigos se dio fin a la batalla y los Ceroni tocaron retirada.
33
La aventura de Ravaleo
44.- Ravaleo, (Giambattista Ravaglia) tomó un caballo y con un grupo de los
suyos salió a la caza del Vaina para capturarlo. Lo tuvieron a la vista,
lanzándole mucha artillería, pero no lograron su objetivo porque el hombre
estaba protegido por una sólida armadura. Sin embargo, Vaina corrió un
peligro de muerte cuando el caballo lo llevó dentro de una zanja profunda y
larga y luego sobre una escarpada roca. Se dio cuenta de lo peligroso que era
retroceder, con los nuestros pisándole los talones, y no encontraba una via de
escape. Mientras daba vueltas y vueltas; uno de los Ceroni le clavó la punta
de una larga lanza (o cuchillo corvo) entre las junturas de la armadura,
tratando de derribarlo del caballo. Cuando Vaina se dio cuenta del peligro;
soltó los estribos y con un gran salto al otro lado del ataque y aún con la
punta del cuchillo clavado en la armadura, pudo librarse y volver sano y
salvo a su casa. Debido a este hecho, esa larga zanja lleva el nombre de:
“Salto del Vaina”.
Entre los nuestros, hubo quienes acusaron a Ravaleo de avaricia e
incapacidad porque había tenido más de una ocasión para tomar priosionero
a Vaina, ya que había bastado derribar su caballo con un disparo de arcabuz;
pero Ravaleo pretendía adueñarse de la hermosa bestia, por lo tanto no quiso
matarla. De esta forma, así perdió, ya sea por incapacidad o por avaricia, la
posibilidad de conquistar la gloria más amplia; el preciso caballo y también el
noble caballero.
Desbaratados los enemigos, se recoge el botín de guerra. Había dos
pesadísimos cañones de bronce, llamados “bombarde” cada uno arrastrado por
cuatro pares de bueyes. El primero con el escudo del Senado de Imola y el
segundo con aquel de la estirpe de los Vaina. Había además ocho cañones de
fierro, cada uno montado sobre un carro. Todos fueron acomodados en la
fortaleza de Ceruno donde estuvieron custodiados hasta el año 1610 cuando
Mario, el nieto de Raffaele, desarmando en trozos los de bronce los hizo
transportar a Florencia (regalados o vendidos) al Gran Duque. En cuanto a
los de fierro fueron destinados a varios usos por Stefano, el hijo de Mario.
34
Además de los cañones, hay que agregar al botín las vituallas, las municiones
para la artillería, los arcabuces, los carros, los bueyes y varios otros tipos de
armas dejadas por los muertos y los fugitivos; las banderas militares, las
elegantes vestiduras además de todos los enseres robados en nuestras casas,
aún intactos. De acuerdo con los soldados, Raffaelle dividió todo entre los
socios. Se dejó para él los bueyes y los objetos más valiosos para compensar en
parte la promesa de la dote no cumplida por el suegro,y también se dejó las
banderas militares.
Los cadáveres de los enemigos fueron sepultados en el mismo lugar donde
cayeron. En el campo de la Buralta habían muerto unos 300 hombres y otro
centenar había caido al otro lado del río, vecino a la Soglia. De los nuestros
hubo unos cuantos heridos pero solamente cuatro muertos: Virgilio y
Federico Giacometti, Tolomeo de Cilotto Ficchi y Massotto de Pietramala.
Sus cuerpos fueron transportados solemnemente a la Iglesia de Santa María
de Casola para una honorable sepultura.
Se decretó finalmente con voto público, como agradecimiento a Dios, de hacer
solemne la fiesta de los Santos Apóstoles, Simone y Taddeo (28 de octubre)
todos los años a perpetuidad.
Carta de Vaina
45.- Pocos días después, Vaina le escribió una carta a Raffaele en la cual lo
calificaba, como coronándolo el mismo, como Pequeño Rey (Regulus) de estas
montañas y con calurosas expresiones le pedía de estrechar lazos con él y los
Ceroni, haciendo un pacto de amistad. De esta forma, se apaga desde ese
momento casi toda la enemistad que había entre los Vaina y los Ceroni.
Felicitaciones de los vecinos
46.- Varias personas de las ciudades vecinas vinieron a felicitar y alegrarse
con los nuestros por la bella victoria lograda y otras mandaron cartas en las
cuales magnificaban la gloria de los Ceroni. En Toscana, , hubo quien
parangonó a los Ceroni con los Fabbii de Roma, comentando que así como
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éstos habían volcado toda su capacidad al cultivo de las tierras, logrando
tener tanto poder en Roma que podían vencer en pequeñas contiendas sólo
con la ayuda de los esclavos y parroquianos, así también los Ceroni, en su
mayor parte agricultores, habían sido capaces de derrotar y desbaratar a los
ejércitos enemigos sólo con su fuerza y habilidad, llegando a dominar en esas
montañas no por señorías, sino por su gran autoridad y poder. Por tanto se
confiaba en que este poderío aumentara cada día, y así se mantuviera en el
tiempo en tanto sus descendientes siguieran siendo los legítimos hijos de sus
padres y no se destruyeran entre ellos a costa de discordias y partidismos.
Y como ejemplo de cuanto se había comentado, sucedió que Jacopo, un
florentino de la noble familia de los Salvati, cuando se enteró de la querella
que los de Imola había propiciado contra los Ceroni, se dirigió donde el Papa
Clemente VII ( que por entonces se encontraba en Bolonia para la coronación
del Emperador Carlo V) y con estas palabras hizo su defensa: “Beatísimo
Padre, se sabe muy bien que los Ceroni, en momentos de necesidad, siempre
han estado dispuestos a favor de los Señores y los Príncipes; puedo asegurarle
a vuestra Santidad, que ellos, como un cantón suizo, están arriba de sus
montañas, siempre en defensa de la Santa Sede y de la casa de los Medici,
listos para lo que se les ordene, no importándoles los peligros, atentos al más
mínimo llamado de sus señores”. “Pienso por tanto que no debiera seguir
siendo perseguido por una tan leve falta”.
No hay dudas que también muchos otros que estaban a nuestro favor,
actuaron y hablaron de manera solidaria para ayudarnos.
La aventura de Ramazzotto
47.- Ramazzotto en cambio, enemigo declarado de los Ceroni, y alimentando
contra ellos sentimientos malvados, se preparaba con perversidad a proseguir
con todo lo que de tan mala manera había comenzado. Había sido elegido por
el Pontífice Clemente VII, en 1530, Conde de Tossignano, Fontana y
Sassoleone y ya se había acercado mucho a los nuestros, primero con
frecuentes entrevistas con Raffaele y otros de sus hombres, haciéndoles creer
que, sobre todo, la sospecha de haber conjurado con Vaina era una falsedad,
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luego intrigado con los Ficchi para enemistarlos con sus parientes Ceroni,
echándole la culpa a ellos de maquinaciones secretas contra Raffaele y otros
Ceroni. Esta falsedad podía tener cierta apariencia de verdad, porque los
Ficchi eran considerados como gentes de ánimo belicoso, de manos siempre
listas y que no soportaban las injurias. Además eran superiores a todos los
otros miembros de la familia, por la gloria, las riquezas y los favores de los
Príncipes debido al arte militar al que por largo tiempo estaban dedicados.
No había entre los nuestros ninguno más, salvo Raffaele, que pudiera estar a
la altura de ellos.
Debido al incendio de las casas y de sus bienes de lo cual ya hemos hablado,
habían tenido un daño avaluado en por lo menos ocho mil escudos, además
que en el enfrentamiento con el Vaina, habían perdido un pariente y un socio,
miraban con rencor a Raffaele, considerándolo la causa de sus desgracias y
otro hecho que empeoró las cosas fue que uno de los Poli, como solían hacer
los jóvenes, entró de noche a un huerto a robar fruta o grano. Fue
sorprendido y apaleado por unos desconocidos en tal forma despadiada que
murió a los dos meses.
Como no se pudieron descubrir a los culpables, se les echó la culpa a los
Ficchi, porque como se sabía, los hechos habían ocurrido en sus terrenos. Todo
esto sirvió de gran manera para la venganza. Ramazzotto mientras tanto,
andaba aseverando a sus más íntimos que para poder vadear un río, había
que dividirlo en arroyos, si este río era ancho y profundo. Del mismo modo
podía debilitar el poder de los Ceroni si lograba dividirlo en facciones. Dios
quiso que su deseo fuera ampliamente satisfecho.
Los crímenes de S. Lucia y S. Cassiano
48.- Aquellos Ceroni oriundos de Serina, llamados también Lancieri, se
conjuraron para matar a los Ficchi que vivían en Casola, y fue sobre todo
Raffaele (Brunori) que por su autoridad y riquezas, lideraba este proyecto.
Como primera cosa, simularon una gran amistad y familiaridad hacia los
Ficchi; invitaciones a comer, negocios en común, encendidas palabras de
repudio contra los enemigos y proyectos para realizar juntos todo esto
cubierto por una absoluta falsedad. Una vez acordado el día propicio,
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Morando de Salvuzio, Ottaviano de Brocolo, Gabrone de Federico, Relicco
de Mero, Ottaviano de Berto, Uguzzone de Rinaldo, Ottaviano de Sforzino,
Balbino Poli (de Paolo) y otros completando unas 25 personas, asesinaron a
traición a sus víctimas, (Raffaele no participaba porque estaba enfermo con
fiebre). Tesuccio de Catone y Ser Mengotto de Alessandro, ambos de la
familia Ficchi. Fueron asesinados como víctimas sacrificadas en el altar,
cuando venían saliendo junto con otros de la iglesia de Santa Lucía,
justamente después de la misa. Los asesinos se dieron a la fuga
inmediatamente. Por este delito, los Ficchi y los Lancieri se convirtieron en
acérrimos enemigos, y no es fácil enumerar los tumultos y sediciones debidos a
esta rivalidad. De uno y otro bando, se tramaban toda suerte de intrigas
hasta que, por mandato del Presidente de Romagna, Bartolomeo Valori, se
hizo un tratado de paz, una tregua que si no era cumplida, tenía una multa
de 1000 escudos de oro, que se repartirían por mitades entre el fisco y los
ofendidos; todo esto bajo garantías y tiempo determinado.
Nació en aquella época una división también entre los Ficchi. Aquellos que
eran descendientes de aquel Ceruno llamado Mida, habiendo contraído lazos
familiares conlos Brunori, el 13 de julio de 1532, se separaron de los otros
(Ficchi), haciendo un pacto de tregua por 25 años con los otros Ceroni, y
prometiendo no ayudar de ninguna manera a los Ficchi de Casola. Todo esto,
gracias a la astuta perfidia de Ramazzotto. Otro pacto, dos meses después,
de mantener a perpetuidad dicha tregua entre ellos, bajo pena de mil escudos
de oro a quién la rompiera, y como garantía los bienes (terrenos y casas) que
poseían. El resto de los Ficchi, con sentimientos más de orgullo que de
prudencia, juraron vengar la muerte de sus parientes, sobre todo eliminando a
Raffaele que consideraban el gestor de toda la conjura. Era como castigar el
origen de todos los delitos.
Y fue así como un año después, el 14 de mayo de 1533, los hermanos
Antonio, llamado Gabetto, y Annibale, hijos de Simone Ficchi de Ceruno, en
compañía de Ettore Temprone, Battista y Baronio, atacaron a Raffaele
Brunori en Imola, cerca del Duomo de S. Cassiano. Raffaele caminaba junto
a un pequeño grupo de hombres armados, y siendo sorprendido, lo asesinaron
en medio de una riña. También hirieron de gravedad, en su brazo derecho, a
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Ottaviano de Berto, quien falleció después de un mes de sufrimientos. Los
atacantes en cambio, sin sufrir bajas, huyeron de la ciudad.
Mediación entre amigos y enemigos
49.- El triste caso conmovió a un gran número de amigos los cuales
decidieron intervenir para impedir que estos hechos tan desgraciado entre
parientes, se prolongaran indefinidamente. Trataron de convencer con buenas
razones a las dos partes a fin de establecer una paz decorosa entre todos.
Cuando las partes estaban por llegar a un acuerdo, gracias a esos buenos
oficios, Ramazzotto que pretendía apagar el incendio no con agua sino con la
ruina, convocó inmediatamente a todos los Lancieri en la iglesia de Santa
María del Corso, mandando a la punta del cerro a cualquier proyecto de paz.
Con lágrimas y falsas palabras, deploraba el asesinato de Raffaele y les
prometía toda clase de ayuda contra los Ficchi. Se dedicó en cuerpo y alma a
excerbar los ánimos en tal forma casi hasta llevarlos a la locura, como se verá
más adelante. Como ejemplo, los hizo comprometerse en muchos pactos
injustos y estúpidos como que ningún Ceroni podría pretender hacer un
armisticio con los Ficchi o ser inducidos a alianzas o tratados para
defenderse de los enemigos sin la unánime aprobación de Ramazzotto,
Morando, Marcantonio y Giacomo Brunori.
Otro, que cualquier ofensa que recibiera cualquiera de ellos, debía
considerarse como si hubiera sido hecha a todos de modo que recíprocamente,
el uno por el otro, debía comprometerse con su patrimonio, su vida y su honor
en defender el honor y los intereses de los otros.
No podían pertenecer ni a los guelfos ni a los gibelinos, solamente prestar
devoción incondicional a la Iglesia Romana y a la casa de los Medici,
obedeciendo a los Ministros nombrados por la autoridad. El que no cumpliera
estas reglas, debía pagar una multa de 200 monedas de oro a la Cámara (vale
decir a Ramazzotto).
Y así finalmente, lisonjeando a los nuestros en sus beneficios y aún más, en
su honor, (en el ardor de las pasiones, todo buen sentido había abandonado
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sus mentes) hizo redactar por Alessandro Bassi, un compromiso notarial, acta
que fue firmada el 24 de abril de 1535 y con tantas otras cláusulas
repugnantes y vergonzosas que he preferido silenciar, para no mover a risa y
hasta al asco a mis lectores.
Codicia y sordidez de Ramazzotto1
50.- No mucho tiempo después, el carácter infame de Ramazzotto se
manifestó en su avidez por devorar también nuestros bienes. Había adquirido
del fisco un amplio poder sobre Montecatono, pagándolo con la mísera suma
de 1127 escudos de oro. Este mando se le había confiscado a Gian Pietro de
Alessandro Ficchi por la ruptura con los Lancieri. Como Gian Pietro debía
pagar a los Brunori y a los Berti 700 escudos y el resto al fisco como ya se
había acordado, Ramazzotto adquirió de este último el derecho de 1.000
escudos que los Lancieri (los mismísimos!) debían reembolsar a la Cámara
Apostólica por el asesinato de los Ficchi y satisfacer a nombre de los Lancieri
con otros 700 escudos de oro. De este modo, Ramazzotto profitó aumentanto
casi cuatro veces de su adquisición.
El delito de Biforco de Marradi
51.- Los Ficchi se encontraron entonces viviendo entre enemigos de su propia
familia. No soportaban la señoría de Ramazzotto, su enemigo neto, y no
queriendo incurrir en las iras del Papa o en el furor de sus consanguíneos,
decidieron abandonar su pueblo. Tomaron la decisión de refugiarse en los
territorios del Gran Duque de Toscana, Alessandro de Medici, y con la
mediación de algunos amigos, trataron de conseguir este asilo Antonio
Galbetto y Ettore Temprone eran ya conocidos desde hacía tiempo por la
Serenísima y les fueron enviados rápidamente los nombramientos como
capitanes de infantería. Otros parientes fueron llamados a otros cargos
militares. Mientras se preparaban para el traslado se alojaron por algunos
días donde los Fabroni, de Maradi.
Nota mía: a veces tengo dudas que mi traducción no alcance a revelar hasta qué punto la maldad de Ramazzotto,
enquistado en la familia por parentesco político, fue la mano infame que destruyó a gran parte de nuestros ancestros.
1
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Los Lancieri, ayudados por espías, muy pronto estuvieron al tanto de estos
movimientos, y luego de estudiar todas las posibilidades y consultado
Rammazzotto que también estaba informado sobre la partida y el recorrido
de los Ficchi, emprendieron su plan de ataque. Salieron de noche con un
pelotón de hombres rumbo a Maradi, (sobre las colinas) y en un lugar que
tiene el triste nombre de Biforco (horca de dos dientes) se prepararon para el
asalto, escondiéndose entre los bosques a la espera de los Ficchi que tendrían
que pasar por el lugar al día siguiente.
Al amanecer, aparecen los Ficchi, unos catorce hombres, armados sólo de
espadas y acompañados de un pequeño grupo de campesinos que llevaban el
equipaje, y donde menos sospechaban encontrar una celada, fueron
repentinamente atacados con disparos de fusil y de ballestas. No obstante la
enorme desproporcion de fuerzas, los Ficchi se defendieron valerosamente con
las espadas, combatiendo por largo rato, hasta que Galbetto y Cristoforo
cayeron acribillados a tiros. Temprone, valientemente como ningún otro
Ceroni, combatía con una flecha clavada en su espalda.
Los Lancieri cuando vieron que casi todos sus deseos se habían realizado,
temiendo ser rodeados por los lugareños ya al tanto de los hechos, si se
demoraban más en su ataque, en orgullosa retirada con el estandarte en alto,
regresaron a sus casas.
Temprone con sus propias manos se sacó la flecha de la espalda y regresó a
Maradi sin pensar que la herida podría ser mortal. Estaba tranquilo, sin
embargo a los cuarenta días murió a causa de la flecha que estaba
envenenada. Con su muerte, prolongó la vida de los Lancieri.
Los Ficchi y los Mita abandonan el valle
52.- Los Ficchi sobrevivientes del atentado y sus parientes, buscaron aquí y
allá en Italia, un lugar donde vivir, confiándose en la suerte, y no regresaron
nunca más a su pueblo. Un gran número de familias, perseguidas por el
infortunio doquiera que fuesen, y llenas de temor ante la ferocidad de los
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enemigos los cuales, con la fuerza del derecho, por medio de la injuria, la
delación y toda clase de atropellados trataban de adueñarse de sus bienes,
decidieron partir con sus hijos. Fue así como abandonaron en los valles del
Senio y del Lamone, sus casas y sus campos, empobreciéndose después de
haber sido ricos y enriqueciéndo con sus bienes a sus enemigos.
Los Mita y sus familiares, no confiando para nada en los pactos estipulados
y para evitar las intrigas de los Ceroni (Lancieri) se fueron por algunos años a
vivir en la fortaleza de monte Battaglia que estaba bajo la jurisdicción del
Conde Alessandro Bonmercati de Imola.
El escudo con la venda
53.- Los Lancieri se dieron cuenta que se habían comportado de un modo
vergonzoso e indigno con sus propio congéneres y para limpiar su honor,
decidieron publicar un documento, completamente falso, testificando que los
Ficchi no eran oriundos del Ceruno, sino que descendían de un soldado
llamado Silvestro Calamelli y que a los Ceroni se habían unido sólo por
pactos sociales, como si por ejemplo ellos, los Lancieri, si hubieran vivido en
Ceruno, según el recuerdo de las gentes, no podrían llamarse Lancieri.
Por instigación de Ramazzotto, cambiaron entonces el escudo que había sido
hasta entonces común a las dos ramas familiares, agregándole al suyo una
venda de lino atravesando el ciervo por la mitad, de manera de distinguir
claramente los Ceroni de los Ficchi y de los Mita y promulgaron un decreto
por el cual se disponían que éste sería el emblema reservado a los Ceroni
también en el fututo; con los Mita y los Ficchi excluidos.
El señor Ricardo Alidosi, señor de Castel del Río, al enterarse de estos
hechos, parece haber salido desdeñosamente con este contraataque: “después
de esto, que otra cosa les falta a los Lancieri que no sea devorarse entre
ellos?”
La modificación del ciervo, si no me equivoco, simboliza el odio mortal dentro
de la propia familia y cada cual se dará cuenta que ha sido justamente
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añadida una venda al escudo para vendarse las mutuas heridas. Y esta
suposición se hizo realidad como lo demostraré más adelante. Pero,
principalemente hablaré de Ramazzotto, al cual la justicia devina y como
realizando en gran parte nuestros deseos, no le permitió ni adueñarse
gozosamente de lo ajeno, ni huir de las merecidas penas por sus perfidias.
La caída y el fin de Ramazzotto
54.- El Papa Paolo III fue informado que Ramazzotto, para castigar la
violación de su hija Attilia, atribuida Francesco Montino de Val Abate, le
había dado muerte colgándolo de los pies desde una ventana de la fortaleza
de Tossignano y al mismo tiempo había ordenado el exterminio de toda esa
familia, incluyendo hasta los hijos lactantes.
También fue acusado de otras acciones criminales por el Presidente de la
Provincia; se le llamó a declarar pero no se presentó. Fue condenado en
rebeldía y todos sus bienes confiscados. A la vez, el Presidente organizó una
compañía de cinco mil hombres en armas, y en el mes de octubre de 1536
marcharon contra Tossignano, tomando el poblado fácilmente debido a la
espontánea rendición de sus habitantes. En cambio, durante varios días
debieron atacar la fortaleza porque el Vizconde de Ramazzotto, a pesar de
no oponer mucha resistencia, se negaba a abandonarla sin primero informar a
su primo Ramazzotto de los hechos sucedidos en sus dominios.
El Presidente fue obligado con esta actitud a prolongar el asedio, pero
finalmente, irritado por la demora, dio órdenes de abatir la fortaleza, desde
una altura adecuada, con la artillería pesada desmantelando y destruyendo
sin tregua con proyeciles de fierro, los muros de protección.
Pocos días después, el Vizconde, lleno de temor logró un acuerdo con el
Presidente, y abandonó e lugar que fue asaltado por la tropas y destruido
antes de su retirada. Mientras tanto, Ramazzotto ya sin salvación, se había
refugiado en las montañas de Pietramala, donde su hija Attilia, tuvo que
llevar una vida llena de sufrimientos, entre los escondrijos más oscuros y
fétidos de la casa para librarse del castigo del Príncipe. Castigado por la
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censura eclesiástica hasta el día de su muerte, no tuvo sepultura cristiana
hasta que fue reconciliado con la iglesia.
Volviendo a los nuestros, puedo asegurar que demasiado tarde esta mala
bestia puso el pié en la trampa. Y también demasiado tarde habían cesado las
intrigas de tan cruel enemigo. De ahora en adelante el dado ya había sido
tirado y también nuestras fuerzas se encontraban debilitadas.
Continua venganza entre Rinaldi contra Ravaglia
55.- Al alejarse los Ficchi como ya se ha señalado, sólo quedaron los Ceroni
habitando sus lugares patrios.
Cuando el Cardenal Sangiorgio, legado Pontificio de la Romagna tuvo que
renovar en 1552 el séquito de soldados para la Sede Apostólica, enroló a los
Ceroni entre veinte y cincuenta años de edad y apenas pudo juntar a 300
hombres. Al difundirse este golpe de suerte, prendió el temor entre los que se
habían alejado, envidia entre los exliados y encendió aún más la prepotencia
y belicosidad de estos Ceroni (sobre todo a causa de Gellino, Relicco y Garrino
resentidos vástagos naturales de nuestros antepasados) dándose la paradoja
que mientras más ascendían, tanto más vergonzosamente rodaban cuesta
abajo. Se despertaron entre ellos enemistades, feroces envidias y repentinos
odios generados por fútiles motivos, sin que ninguno estuviera dispuesto a
apagar el incendio cuando recién empezaba y esta rivalidad creció a tal
punto, que los Lancieri que eran los más poderosos se dividieron también en
dos partes, por un lado los Ravagli, apoyados principalmente por los Loli y
los Poli y por el otro los Rinaldi con los Giacometti y los Berti a su favor.
Recelaban entre ellos mirándose de reojo, y no pocas veces se desafiaban
enredándose en pleitos por los más mínimos motivos. La situación llegó a tal
punto, que no sólo fueron llamados al orden por ejércitos forasteros, sin ceder
ni dejar de pelear encarnezidamente y sin tregua, hasta que en el breve
espacio de un año y medio hubo por lo menos veinte víctimas de uno y otro
bando, en su mayoría entre las gentes de más edad abatidas con ferocidad.
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Se hacen aborrecibles al Papa y al Gran Duque
56.- Los unos y los otros presentaban continuamente denuncias, ya sea ante
el Papa Pio IV o ante el Gran Duque de Toscana, Cosimo I acusando al
adversario de numerosos delitos cometidos en sus principados. Se echaron
encima por lo tanto, también la indignación de aquellos señores que no
obviaron ninguna ley con el fin de castigarlos, ya fuera a las personas o en los
bienes. Se los citaba a juicio y no comparecían. De esta forma se ganaban el
exilio y la confiscación de sus bienes.
El delito de Possente Poli precipita el final
57.- Pero el delito más funesto fue aquel que cometió insensatamente
Possente Poli. Debido a que, según él, había sido profundamente ofendido
por los Fabroni (de Maradi), familia a la que pertenecía su esposa, estudiaba
la forma de vengarse. Llevó hasta Marradi a veinte de sus hombres con la
intención de eliminar a cualquier Fabroni que encontrara en su camino, pero
como le fue mal, antes de retirarse con sus hombres, atacó a Pelinguerra que
era hijo de Zanotto y vigilante de la fortaleza, y lo asesinó, dándose después
a la fuga. Pero esta víctima era muy apreciada por el Gran Duque de
Toscana, además eran compadres, así que cuando se enteró del bárbaro
asesinato, profundamente golpeado, decidó de vengarlo en la forma menos
pensada. En efecto, después de una entrevista con el Papa (Pio IV)
informándolo de este hecho, confió a Angelo Guicciardini el comando de dos
mil soldados, con órdenes bien precisas. Guicciardini bajó de las montañas
alpinas con su ejército que iba acrecentándose con la afluencia de
voluntarios, enemigos de los Ceroni, o atraídos por el milagro del botín y
saqueos que de vez en cuando les caían del cielo.
La Derrota
58.- Guicciardini llego a Susinana el 10 de septiembre de 1563. Aquí lo
esperaban, según lo acordado, alrededor de mil hombres entre guardias y
soldados de las milicias Pontificias que el Prefecto había enrolado en los
pueblos vecinos con el objeto de ayudarlo. Las tropas se juntaron y durante
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cuatro días estuvieron estacionadas en el valle, sometiendo a fierro y fuego
todo lo que se encontraba entre Baffadi y Sassatello. Violando los derechos
humanos y divinos al igual que los Turcos o los sin Dios, sin omitir ninguna
maldad.
Un centenar de las casas de los Ceroni, fueron saqueadas e incendiadas,
siendo éstos totalmente inocentes y sin que hicieran resistencia. (Los
nuestros, evadiendo a los soldados, se habían refugiado en otros lugares, para
no incurrir, si combatían, en las más severas represiones del Pontífice).
Finalmente capturaron a Bartolomeo y Lorenzo Ravagli ya desde hacía
tiempo desterrados y que se refugiaban en Castel del Río, junto a Ciro Alidosi
fueron conducidos encadenados a Florencia donde fueron decapitados.
Toda esta chusma, que más bien debiera llamarse de bandidos en vez de
militares, recibió finalmente del Prefecto las órdenes de retirarse. Lo que
hicieron lentamente, cargados como iban con todo lo robado. El daño de
tanta ruina fue estimado en ochenta mil monedas de oro.
En seguida fueron enviados a Roma, a los pies del Papa, Pietro Poli y
Annibale Ungania como embajadores del Ayuntamiento, para presentar una
querella por las injurias y daños tan injustificadamente sufridos. El Papa,
que se enteró demasiado tarde de los hechos, quedó impactado al saber como
se habían desarrollado los acontecimientos, e hizo enviar cartas en las cuales
se condenaba a los depredadores a la excomunión, si no devolvían, hasta el
tercer aviso, los bienes robados. Cuando fueron divulgadas estas órdenes en
Toscana por intermedio de los párrocos, los embajadores fueron amenazados
por los sicarios, y debieron retirarse con las manos vacías. De este modo los
Ceroni, para los cuales la fortuna y sus costrumbres habían cambiado,
privados de bienes y cansados de ánimo y fuerzas, obligados por la necesidad
depusieron las armas, se dedicaron intensamente a las labores agrícolas y a
reconstruir sus casas y estrechar nuevamente entre ellos los lazos familiares.
Muerto el Gran Duque, Cósimo el Grande, le sucedió Francesco I. Éste trató
con bondad a los Ceroni, acogió sus súplicas e indultó a los 120 de ellos que
habían sido desterrados de sus dominios, siendo todos nuevamente admitidos
como sus súbitos.
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Paolo (o mejor dicho Aldo) Manuzio, descubre todos estos acontecimientos en
un documento escrito el 4 de julio de 1577. Por lo tanto, desde entonces, los
Ceroni retornaron a su antigua obediencia hacia aquellos Serenísimos
Príncipes, les sirvieron ya sea en la guerra como en la paz, obteniendo así de
estos príncipes favores y dignidad.
Conclusión
Creo suficientes por ahora haber recopilado estos pocos hechos referentes a la
historia de los antiguos Ceroni; habrá otros que escriban sobre los más
recientes. Querría sobre todas las cosas, que estas viejas historias que con
mucha fidelidad y con la ayuda de Dios he recogido, se grabaron en el alma
de mis coterráneos, para que así conozcan, por lo menos en parte, quiénes
fueron nuestros antepasados en esa antigua época, y aprendan a lo que puede
conducir el hacer alianzas y parentela con los enemigos. Por ejemplo, seguir
sus consejos, no cumplir con los compromisos jurados, negar la paz a quien la
invoca, ser cruel con los propios consanguíneos tachándolos de enemigos, la
desobediencia a la autoridad, el cometer nefastas acciones que se había jurado
no cometer, destruir los emblemas, todas estas malas acciones condujeron a la
decadencia del linaje. Si para nuestros contemporáneos ha cesado toda
grandeza, este daño fue hecho con las propias manos y transmitido a las
generaciones posteriores, inocentes a todos estos errores.
Finalmente, si en el futuro alguien más quiere conocer con más minuciosidad
otros hechos acaecidos, los busque con más prolijidad de la que yo en mi
incapacidad he podido transmitir. Ojalá los encuentre y perfeccione este
trabajo.
Sean por siempre alabados, Dios, la Santísima Virgen María y todos los
Santos. Amén.
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Presentación de apuntes
Esta historia del Mita que has podido leer en las páginas procedentes, tiene
algo singular. Había sido traducida de la edición de 1828, del Cardenal
Giovanni Soglia Ceroni, varios años antes, para nuestra revista pueblerina
“Lo Specchio”, (El Espejo) con el objeto que los parroquianos conocieran este
documento fundamental para la historia del pueblo y de los Ceroni. Se había
tratado también de comentarla, según nuestras posibilidades. Pero nos había
quedado un deseo secreto; poder meter mano en el texto original. Sabíamos
que Monseñor Giovanni, posteriormente Cardenal, había tenido en sus manos
los papeles de su maestro don Giovanni Antonio Linguerri, fallecido en
Casola en 1811, y entre estos, había encontrado el manuscrito de don
Domenico Mita “Ceroniae Gentis in Emilia vetusta aliquot Monimenta”...
que había publicado después; pero, donde terminaba aquel manuscrito?
Nuestras averiguaciónes en las bibliotecas de Imola, di Faenza y del Colegio
Campana di Osimo, no había llegado a nada. Quedaba la publicación del
texto latino y una traducción de don Filippo Lanzoni de 1884 (sobre los
orígenes y la gesta de la familia Ceroni memorias del Sacerdote Domenico
Mita, traducidas por primera vez del latín al italiano. Tip. Marabini,
Faenza.) y que no se referían al texto del Soglia. Para nuestra traducción,
escogimos referirnos a aquella del texto de 1827. Por lo tanto, publicamos por
varios meses en “Lo Specchio” esta nueva traducción, y todo habría
terminado ahí si no hubiera sido por la insistencia de un Ceroni, el ingeniero
Pier Giacomo Rinaldi Ceroni que me ha obligado aa hacer una publicación
aparte. Un trabajo que requirió una completa revisión.
Mientras se hacían todos los preparativos para editar el libro, sucedió que
una noche, en el invierno de 1997, justamente cuando estaba revisando mis
papeles, tocaron a mi puerta. Se presentaron dos gentiles personas, marido y
mujer, algo incómodas pidiendo disculpas por la molestia. Venían de Bolonia,
por primera vez a este lugar, y decían ser descendientes del Cardenal Soglia
Ceroni. Me sonreí levemente, porque conociendo la vida del Cardenal, sabía
que sólo tenía dos hermanas. Con pocas preguntas quedé plenamente
convencido: estaban delante de mi, los hijos de los bisnietos de la hermana del
Cardenal, la Anunziata, casada Bona (apellido Boni?) Conversamos
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largamente del ilustre antepasado y así supe que una tía le había dejado de
herencia una valija con documentos y un cuadro al óleo del Cardenal.
Curiosidad de mi parte, consentimiento de ellos, interesados en el libro, la
cosa es que en menos de una semana tenía el cuadro y los papeles en mi poder.
Entre diversos documentos, preferentemente de órden económico; contratos,
testamento, etc. Me encuentro con un librito titulado “ Ceroniae gentis... ya
demasiado conocido para mi. Me emocioné. El original? no eso no, pero si la
copia más antigua que había visto, aquella de 1719, debidamente
autenticada (legalizada) por el Notario Spannocchia de Tossignano. Más
abajo otro manuscrito, para mi también precioso; la traducción del librito
hecha por un cierto Giuseppe Negri al cual había acudido el Cardenal para
aclarar el latín del seiscientos del Mita. El traductos había hecho lo mejor
que pudo, y además hizo un pequeño volumen, todo escrito a mano, con una
dedicatoria altisonante:
“Quod digesta mili latio Sermone Ceronum contigit ilalicis facta referee
modis in tenue labor est sed cum te Soglia spectet laus mili de tenué magna
labore venit”.
“El trabajo que me ha tocado de traducir del latín, al italiano, las empresas
de los Ceroni, ha sido para mi fatigoso, pero, como cosa que tanto te
concierne, oh Soglia, de un leve trabajo recibiré grandes elogios”.
La traducción había sido hecha, pero en un italiano arcaico indigerible. El
propio Cardenal se empeñó en corregirlo, pero luego dejó el trabajo a la mitad
y sólo publicó el texto latino. A lo mejor lo hizo en consideración por
Giuseppe Negri...
Teniendo entre mis manos tanto el texto como las correciones, he tenido la
sensación de recibir un mensaje singular, que me ha llegado después de 172
años: “continúa el sutil trabajo”!
Podría ser una fantasía, pero a veces conviene creer en estas circunstancias
extraordinarias. Yo no creo en fantasmas, pero si creo en el amor, y aquel del
Soglia por su pueblo fue siempre muy grande, sin lugar a dudas,
inmensamente grande.
49
Casola Valsenio, 1998
D. Menetti
D.O.M
A Dios bien supremo
Nota a la introducción:
Mita, hablando de los Ceroni, parte con la convicción de que son originarios
de una sola familia; una de las más antiguas de la Emilia Romagna.
Familias Ceroni, en realidad, se encuentran un poco en toda Italia y en todas
las épocas. Un Zaccaria Ceroni, secretario episcopal de Cesena, es recordado
en la Regesta Pontificum Romanorum, en 1182; un fraile llamado Keroldo
Ceroni, oriundo de Tossignano, vivió hacia el año 755 en el monasterio de S.
Gallo en Suiza, y parece haber sido un hombre de letras porque a él se le
atribuyen traducciones en Alemán y obras en prosa y en versos.
Los historiadores Curzio y Villani, se refieren a que en Roma, en el año 1350,
fue elegido rector de la ciudad Giovanni Ceroni, hombre de gran prestigio. El
apellido Ceroni, por tanto, no es exclusivo del valle del Senio (río) ciertamente
en el lugar se originaron sobrenombres, como de Ceruno, fue Zirone en la
antigüedad, también Cirrone o Cerrone tomados con toda vericimilitud de
“cerro” una variedad de encina de gran tamaño. Otros sobrenombres son:
“Castagno”, “Querceto”, “Faggeto”, etc. y que perdurarán hasta hoy.
Mis comentarios a los puntos 1, 2 y 3 (del Mita)
Con el nombre de Emilia, Mita se refiere a la provincia de Romagna. El
Senio se vacía en el Reno y no en el Po, pero en 1634 todavía desembocaba en
el Padovetere.
La descripción del número 2 corresponde a las divisiones eclesiásticas
vigentes en el año de 1634. Sólo en 1818, todo el territorio comprendido entre
el Senio y la Sintria pasó a depender del gobierno de Casola. Justamente
50
Mita afirma que Ceruno está en el Val d’Amone, vale decir, bajo la
jurisdicción de Brisighela, aunque, como diócesis, también bajo la de Imola.
La leyenda del ciervo, de donde nace monte cervino y del guerrero de Carlo
Magno, es tal como la describe.
Mita confunde a Carlo Magno con Carlo Martello, su abuelo, y Pipino es el
padre de Carlo Magno, no su hijo.
Según la leyenda el origen de Ceruno sería hacia el año 750, pero, en realidad,
es mucho más reciente. Ceruno no se menciona, y menos como castillo y
fortaleza en los tiempos de Maghinardo como en cambio es recordado el
castillo de Seteffonti, que está sólo a pocos cientos de metros de distancia.
El episodio del ciervo tuvo origen como se relata y probablemente la
inspiración para el antiguo escudo de los Ceroni que tiene a un ciervo alzado
sobre campo azul. El hecho de representar un ciervo en el emblema, indicaba
que correspondía a una familia que vivía en medio de las selvas, en lugares
alpestres, como lo era Ceruno en esa época. La misma leyenda de un ciervo
capturado en los bosques de la Pila, en Mugello se puede encontrar en la
historia de la familia ubaldini (G.B. Ubalini: “Storia di sua famiglia”.
Firenza 1588), esta célebre familia que por siglos dominó sobre nuestros
Apeninos (El Poder) y que se ha emparentado con la de Maghinardo Pagani.
Sobre su escudo, los Ubaldini han colocado dos astas de ciervo igual como
dan fe los escudos del Cardenal Ottaviano Ubaldini y del Arzobispo Ruggeri,
el mismo representado como el conde Ugolina en la Divina Comedia. Si
además queremos dar total crédito a la leyenda, podemos formular la
hipótesis que en la antigüedad, aquella zona se llamaba Monte Cervino y que
con el pasar del tiempo y alteración de la palabra llegó a llamarse Monte
Ceruno.
Un amigo me ha hecho notar que tomando en consideración el hecho que se
habla de un guerrero de Carlo Magno como el fundador del apellido, en
francés ciervo, se dice chevron (o suena así) y de ahí derivarían Cerono
Cerone. También puede ser!
51
Puntos 4-5
Ceruno fue efectivamente un pueblo fortificado. Actualmente sólo permanece
legible la parte central con la torre y la iglesita de S. Giacomo construida
mucho después, pero, tanto a la izquierda de la torre como al lado oriente de
la misma, todavía se notaban hacia la mitad del 1800 los restos de numerosas
habitaciones particulares de lo que dan fe las pinturas de Romolo Liberan.
Sobre el origen verdadedo de Ceruno sólo hay conjeturas. Nuestra zona está
llena de castillos fortificados. Por lo menos se encontraba uno sobre cada
colina importante. Según la opinión de Fortunato Cortini, Ceruno podría ser
una de las tantas fortificaciones necesarias para la Abadía de Valsenio, como
protección delas numerosas incursiones de bandas de montañeses que bajaban
de las montañas de Toscana (y de montibus tuscis viene el apellido de
montuschi) dispuestos a depradar a los campesinos del bajo valle, más
afortunados que ellos.
Es una hipótesis que por lo menos explica la causa de tantas fortalezas, pero
aún falta para confirmarla. Algunos de los castillos eran de mayor
importancia, como la fortificada Settefonti. Asediada varias veces por el
propio Maghinardo.
Se puede fijar el nacimiento de Ceruno hacia fines del 1200 y la primera
mitad del 1300, como lo refiere el Padre Serafino Gaddoni en un documento
de 1292. Allí vivían un cierto número de familias que, como el lugar,
tomaban el mismo apellido: de Ceruno o Ceroni.
Notas: 6-7-8-9-10-11.
Los Ceroni, como es natural, eran súbditos de la Santa Sede, una sujeción que
no les motivaba grandes sentimientos. El Papa estaba lejano, en Avignon y
en Romagna mandaban como patrones los principotes. Especialmente en Val
de Lamone, la familia Manfredi de Faenza que ya desde 1309, estando en
Tonduzzi, había adquirido aquellos territorios de Fantolino de Zerbugnano.
(Storie di Faenza di G. C. Tonsuzzi 1675, per Giuseppe Zarafagli).
52
Francesco Manfredi, desde fines de 1313, se hace dueño de Faenza y es así
también dueño de todo el valle de Lamone.
Hacia mediados de 1300, el Papa envía al Cardenal Albornoz para recuperar
el territorio de la Santa Sede entonces en manos de la señoría (Signorie) y en
esa ocasión fue expulsado de faenza Giovanni, el nieto de Francesco
Manfredi, pero logró, con el consenso del Cardenal Albornoz, conservar la
propiedad del valle del Lamone y de sus fortalezas (rocche=ciudadelas,
fortalezas).
Los Ceroni fueron constantemente fieles a los Manfredi, incluyendo también
la facción guelfa. Esta fidelidad fue recompensada por la familia Manfredi
con las frecuentes misiones como encargados de la seguridad de las fortalezas
entre miembros de las familias Ceroni. Pronto los Ceroni llegaron a ser un
grupo de cierta importancia en la zona, de modales un poco rudos y
desenvueltos, pero un grupo muy unido y siempre dispuesto a vender sus
servicios ya sea a los Manfredi de este lado de los Apeninos, o a Florencia,
del otro lado. Rápidamente se convirtieron en una verdadera compañía
exitosa, una sociedad de parientes, amigos, vecinos, al mando de cualquiera
de ellos ya práctico en las artes militares. Eran conocidos como Compañía de
Ceruno o, simplemente “Los Ceroni”.
La necesidad de poder contar con un mayor número de combatientes,
obligaba al grupo a estar abierto a recibir más adhesiones, como lo será con la
familia de los Ficchi. Pero, los Ficchi, son de Ceruno? Las averiguaciones
hechas en la Biblioteca de Perugia no han tenido éxito. No parece que allá
hubiera vivido alguna vez una familia Ficchi, Fichi, Fechi o algo parecido,
por lo menos de extracción noble o senatorial. Por lo tanto, estamos en espera
prudente de poder enganchar con otras pistas.
Ciertamente que en lo que se refiere al relato de Mita, se pueden adelantar
algunas dudas, sobre todo en relación con las fechas. Sobre el año de la fusión
de estas familias, tenemos reservas. No estaríamos aceptando de 1225 como
fecha, dado que por entonces los Manfredi no tenían aún ningún poder en
Faenza ni sobre las ciudadelas de Val Lamone. En 1224 en Faenza, la
53
autoridad era Uberto di Uzina de Milán, y no existía entonces ningún
Manfredi que pudiere proteger a estos fugitivos enviándolos a la fortaleza de
Calamello. Es posible que Mita halla leído mal, y la fecha sea alrededor de
1325. Es como para dudar que fueran presos políticos de Perugia, pero todo
puede ser posible, como la hipótesis que fueran una de las tantas familias
dedicadas a las armas, quizás con algunas cuentas con la justicia o que los
Manfredi hubieran contratado desde allá, lejos de la ciudad, a gente para
custodiar Calamello o Monte della Vecchia como es llamado hoy.
Lamentablemente, de las dos fortalezas, quedan apenas unas pocas ruinas.
De todos modos los Ficchi no son de aquí. Eran gente muy hábil, buenos
administradores y sobresalían en el comercio. Hicieron muy luego cierta
fortuna que les permitió llegar a ser propietarios de terrenos en la zona de
Valsenio. De ellos, sin embargo, no se sabe más que el nombre de los primeros
instalados en el lugar: Guido, Ettore y Silvestro.
Esto nos permite crear un árbol genealógico gracias a Mita que se considera
uno de sus descendientes. En el árbol se destaca un nombre en particular:
Ciruno, llamado con el sobrenombre de Mida o Mita, que tiene como padra a
Tomasso de Antonio, hijo del primer llegado, Silvestro. Un par de cálculos
nos permiten aceptar como válida la llegada de los primeros Ficchi alrededor
del año 1325. Hay un documento del Notario Lancia de los Lancia de
Tossignano que oficializa la compra de un terreno hecha por Mita en 1492
(S.A.S.1. Lancia delle Lancie I c.n. 27-12-1492) “Marchus quondam Pauli
olim Marchi Fabri de Baffado comitatus Imolae vendidit Ciruno alias Mita
filio Tomasii olim Antoni de Ciruno petian térrea”.
Este Marco (Marchus) adoptará posteriormente el apellido de Poli (Pauli)
dando origen a los Poli de Baffadi.
En relación a los puntos: 12-13-14-15-16-17,
Hablando siempre de los Ficchi, tenemos documentos notariales de sus
actividades en la zona de Monte Oliveto. La riqueza de la familia emergente,
la posibilidad de acrecentar el poderío de los componentes del grupo,
54
(consortería) son buenas razones que motivan a los Ceroni para aceptar
compromisos matrimoniales.
Se hace también mención a un escudo abandonado, pero sin dar ninguna
descripción y esto me refuerza en la duda que se trate de una familia noble.
En cambio, en la segunda sociedad con el tronco de los Ceroni, no hay dudas.
Se unen con el grupo de Serina, ahí encontramos un indicio del escudo
original. Los matrimonios existieron, y desde ese momento los Ficchi pasan a
formar parte de la familia Ceroni y como parientes poseedores de todos los
beneficios y efectos relacionados con el clan. Así este grupo está aumentando
en número y riquezas. En relación a Ceruno, hay que señalar que los Ceroni
habían recibido esas tierras en eufitensis, (arriendo) los de Abbazia de
Valsenio ubicadas en el plano del Monte Olivetto, llamado después
Castelvecchi hacia el siglo XI. Lo podemos deducir de un pasaje del libro de
don Giovanni Antonio Linguerri, “Storia della Valle del Senio” (inédita)
donde se relata: “se revoca una absolución hecha en 1373 por el prior del
Monasterio de S. Giovanni de Valsenio, Cola de Versa, a Cecco, figlio del
fallecido Tura (Bonaventura) de la villa de Cerone, curia de Casola, condado
de Imola, y se le conmina a devolver los bienes que tenía en arrendamiento de
dicho Monasterio, en la curia de Casola y de Stifonti, según escrituras
notariales de Matteo, en lo que fue Banconventio de Cavina, notario.
(Matteo)”. Como sucederá también por parte de los Sassatelli, hay un reclamo
porque los Ceroni profitaban impunemente de los bienes del Monasterio,
(gracias a la gestión del Prior de Valsenio) sin pagar la renta correspondiente.
Es indudable que se refiere a los antiguos Ceroni, porque el árbol genealógico
del Abate Ferri, se inicia justamente desde Bonaventura, Cecco, etc.
En cuanto a lo relatado en el punto 13, diremos que efectivamente en los
primeros años de 1300, Florencia fue teatro de feroces discordias entres
Guelfos y Ghibelinos, Negros y Blancos. Basta recordar a Dante Alighieri.
Muchas familias de los negros (guelfos) se refugiaron a este lado de los
Apeninos, y algunas en Ceruno. El episodio de Ugoccione de la Faggiola, jefe
de los gibelinos, que habría venido a asaltar Ceruno, inicialmente me ha
hecho dudar. Es demasiado parecido a un análogo episodio de Guido Vaini
en 1523. Pero luego, con sorpresa he vuelto a leer el mismo episodio narrado
por Paolo Giovo (1483-1552) en su obra “Elogios de los hombres ilustres”
55
(Elogi degli uomini illustri) que Mita leyó con prolijidad: “... quadam in
pugna ad Caeronium pagum a suis dosertas et ab hostibus prope
circumventus quum sese fortites receperet, vulnerato altero erure, el collisa
vehamenter galea, in oblongo pedestri sento quatuor trgulas et tredeeim
veruta ex minorubus balistis in fixa ad suos retulit”.
También Scipione Ammirato (1531-1601) en sus “Istoria Fiorentine”
(Historias Florentinas), retoma paso a paso el párrafo de Giovo y habla de
“una cierta batalla librada en Cerone”. Y llegó al resultado que, de Cerone,
sobre nuestros Apeninos, sólo hay esto.
El episodio de Ugoccione della Faggiola, (que no tiene nada que ver con el
monte del mismo nombre en Palazzuolo) tuvo por cierto una connotación y
consagró a los Ceroni como paladines guelfos, defensores aguerridos de las
fortalezas y esta fama se extendió en sus tiempos por Ceruno y sus
alrededores. Puedo hacer una disgresión? Quizás en este tema, se puede
remontar hasta la familia Ozzani, llamados después Tozzoni que, partiendo
de Bologna en 1330, eligieron Casola Valsenio para establecerse por varios
años en ese lugar. Y bien, el escudo de los Tozzoni es idéntico al de los
Ceroni. Probablemente, si eran partidarios de los guelfos, esta familia tuvo
que abandonar sus lugares de origen para librarse de las venganzas de los
adversarios. Aquí en Casola, han creído hacer lo correcto al adoptar el
emblema de los Ceroni si no queremos pensar en algún matrimonio entre ellos
y nuestro clan en Ceruno. El historiador Luigi Angeli en sus “Memorie
biografiche di pui uomini Imolesi” (Imola-Galeati 1828) la hace oriunda de
Ozzano y afirma que después de una veintena de años, esta familia Tozzoni
dejó Casola para trasladarse a Imola, donde subieron de rango. Basta
recordar el espléndido palacio Tozzoni en calle Garibaldi.
Me agrada citar aquí cuanto ha escrito un moderno Ceroni.
56
Tozzoni de Imola
Se retiene con una cierta seguridad que la noble familia Tozzoni de Imola,
por haber vivido por cerca de cuarenta años en Casola, formaron parte de la
familia Ceroni y luego adoptaron su escudo.
Los Tozzoni, familia rica pero no noble de Lucca, fueron expulsados de la
ciudad por los guibelinos ya que ellos eran partidarios de los guelfos. En un
principio se refugiaron en Ozzano, cerca de Bologna y sucesivamente, no
sintiéndose más seguros, ni menos en esa zona, se trasladaron a Casola
Valsenio que por entonces era refugio seguro para los guelfos y ahí vivieron
por algunos decenios.
En el árbol genealógico de los Tozzoni, queda en evidencia que algunos
miembros de la familia habitaban en Casola Valsenio, queriendo destacar con
esto que fue un periodo importante para sus familias.
Pietro Bono (III) de Tozzoni de Ozzano, vivió en Casola alrededor del 1340,
padre de Giacomo y Bartolomeo. Bartolina (Bartolomeo III) de Pietro Bono
de Tozzoni de Ozzano, habitante en Casola distrito de Imola.
Giacomo (IV) de Tozzoni, habitante en Casola alrededor de 1376
Terminado el peligro de las candentes divisiones entre guelfos y gibelinos, se
trasladaron a Imola donde prosperaron en el comercio. Pero les faltaba
aquella nobleza necesaria para poder figurar bien en la buena sociedad de esa
época. Cuando adquirieron el título nobiliario, adoptaron el escudo que para
ellos era más familiar, el de los Ceroni con quienes habían convivido por
tantos años: un ciervo alzado (sin lirio en la pata) de color natural sobre un
campo rojo y en la parte superior los tres lirios de Francia sobre campo azul.
(de un estudio de P.G. Rinaldi Ceroni “Lo Stemma dei Ceroni de Romagna).
Si para los Ficchi las investigaciones han dado pocos frutos, no ha sido así
para el grupo de los Ceroni de Serina. De ellos hay una amplia
57
documentación y todavía hoy, tanto Ceroni como Carrara son de los apellidos
más conocidos y frecuentes en la zona.
Serina, en la Val Brembana está sobre el lago de Iseo, una espléndida cuenca
de montañas, en la provincia de Bergamo. Ahora es un gran centro, pero
antiguamente no se extendía más allá de un pequeño villorrio llamado
Lepreno. Es la cuna de los Ceroni de Serina2. Tiene una iglesia dedicada a
San Giacomo en la cual está esculpido en piedra, un escudo con un ciervo
echado bajo una encina (una cerro?) y una fecha: 1551.
Una antigua publicación del 1668, posterior a la de Mita, lleva el título
“Campidoglio di guerreri et altri illustri personaggi de Bergamo” escrita por el
padre Donato Calvi, editada en Milano para Francesco Vigone, en las
páginas 38-40, reporta noticias de Serina y Lepreno que coinciden
perfectamente con cuanto ha referido Mita. Además, esta publicación
asevera que el origen del pueblo se atribuye a dos hermanos venidos desde
Alemania: Ceronio y Carrerio.
Otra publicación, “Historia quadripartita di Bergamo et suo territorio” del
Padre Celestino capp. Editada en Bergamo para Valerio Ventura en el año
de 1617, en el capítulo XIX hay una minuciosa descripción de un hecho de
armas que resumimos aquí.
En un año no bien preciso de la segunda mitad de 1200, los Dalla Torre o
Torriani de Milán, poderosa familia milanesa con propiedades también en
Valbrembana, decidieron adueñarse del territorio de Serina, o mejor dicho
Lepreno y que entonces se llamaba Rovere. Armaron por tanto un pequeño
ejército al mando de un cierto Ambrogio Tiraboschi, natural del lugar y
emparentado con los Ceroni. Al enterarse de la invasión, un valeroso Ceroni
de nombre Antonio, se alió con sus propios parientes de Brescia. los Brusati,
dispuestos a una defensa desesperada. Podían contar apenas con unos 400
hombres mientras el ejército enemigo era mucho más fuerte (El padre
Celestino habla de miles, quizás exagerando). Repitiendo la gesta bíblica de
Gedeón, Antonio con sus soldados atacó en la noche y de improviso a sus
2
Nota: entienden mis descendientes que somos de los Ceroni de Serina – Lepreno, en el bergusco, prov. de Bergomo hoy.
58
enemigos, agitando antorchas y tocando tambores. Desde el campanario de la
iglesia se tocaba a rebate. Los enemigos se arrancaron atropelladamente, muy
asustados, y la victoria tuvo algo de milagrosa porque desde la figura
pintada sobre el muro de San Giacomo, que había sido golpeada por un
furioso enemigo con su lanza, empezó a brotar sangre.
Al alba, se vio a una liebre blanca huir hacia el campo enemigo, lo que fue
tomado como un buen auspicio. Desde entonces, el lugar Roveré se llamó
Leverè, y de este último nombre viene Lepreno.
El Mita, ciertamente nunca estuvo en Serina, y es difícil que pudiera leer
estas historias locales, y del resto, mucho antes que el Padre Celestino
escribiera, en Serina ya estaba la iglesita de S. Giacomo (1475) como
(testimonanza) testimonio de cuan vivo estaba el recuerdo de la tierra de
origen de los Ceroni de Serina. El Mita seguramente oyó la historia de viva
voz de los antiguos Ceroni o la leyó en documentos relacionados con la
familia. También por lo que concierne a la familia De Bentioni de Crema, es
tal como la relata el padre Celestino. Son Cerroni descendientes de un cierto
Benzone.
Quisiera recordar a uno menos joven que el obispo de Imola, Benigno Carrara,
que era precisamente de Serina.
Hemos tenido la oportunidad de consultar una apasionada búsqueda hecha
por el señor Renato Ceroni, de Mestre, en base a documentos notariales, un
hermoso número para citarlos todos, en que demuestra como, con las
modificacones constantes de los apellidos, los Ceroni de la alta Italia,
descienden del mismo tronco de Lepreno: Cerón, Zirón, Cerroni... Que la
familia es de antiquísimos orígenes está por lo demás comprobado; ya no
existen dudas. Lo prueban documentos que se remontan al 1100. Querer en
fin remontar su presencia en Bergamo, como la descendencia alemana noble,
no es totalmente comprobado, aunque hay que admitir que el nombre Gero y
Gerone (de aquí Cerone) es bastante repetido en los árboles genealógicos de los
Magravi, de Brandeburgo.
59
La tradición sin embargo, los hace derivar del Tirol, de la zona de Innsbruck
(Eniponte en latín), y las tradiciones siempre tienen su peso. Extrañamente,
también la familia de los Ubaldino alarga sus propias raíces hasta tierra
alemana y dice descender de nobles Tedeschi (alemanes) llegados a Italia con
Ottone y emparentados con Carlo Magno.
Nadie puede prohibir a pensar que realmente se trate de auténticos alemanes.
Diversas familias, para nosotros mucho más conocidas omo los Manfredi de
Faenza, debían tener ascendencia alemana. No por nada, el lema de la
familia Manfredi era: “Wann ich Mach”vale decir “hago cuanto puedo).
Desde el siglo X se radicaron ciertamente en Italia excombatientes que
pertenecieron a las comitivas de los emperadores. De alemanes residentes en
los confines de la Diócesis de Bergamo y de los lugares de Serina, tenemos
noticias en el Codice Diplomático (archivo de la Catedral de Bergamo) a
partir del siglo VIII.
Los Ceroni de Serina junto a los de Carrara, eran sin duda gentes que se
aliaban para redondear la balanza, y así tuvieron muy pronto en el valle de
Serina una cierta supremacía. Desde Lepreno, las varias familias se
repartieron en la zona, perdiendo o diversificando el apellido. Desde un cierto
Vincenzo, en Oltre il Colle, un alegre pueblito a los pies dell’Albeu, sus
descendientes se harán llamar Vincensi. Siguiendo la investigación de Renato
Ceroni, aceptamos como ramas más antiguas aquellas de los Cochi o Quoqui,
asentadas en comunidad con los Beloli. No es fácil enganchar a una de estas
ramas al grupo de Ceruno; pero sabemos que el cabecilla se llamaba Matteo y
que en 1390 todavía era un joven y que uno de sus hijos, Giovanni, sería
llamado posteriormente de Lanciere. Mita dice que lo apodaron así porque
era un experto con la lanza, pero a nosotros nos consta que también una
rama de los Ceroni de Brescia, precisamente los que vivían en Nave, a las
puertas de la ciudad, también se llamaron Lancieri.
El nuevo grupo de Ceroni se arraigó en el tronco de nuestros antiguos Ceroni
del Valle del Senio al cual se integraron de maravilla, ciertamente mucho
mejor que aquellos correspondientes a los Ficchi que se mantuvieron siempre
un poco reservados sin integrarse demasiado a los Ceroni de origen, y fueron
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sin duda alguna más prolíficos que estos. De Matteo nació Cristóforo cabeza
de familia de los Loli o Lolli, Francesco, respectivamente de los Brunori
desendientes de su hijo Sabuccio y de los Baldassari de su hijo Silvestro.
Giovanni Lancieri formó una hermosa familia, con por lo menos siete hijos
varones. Estos tomaron inicialmente el apellido Lancieri Ceroni, para
después subdividirse en seis bien definidas estirpes, según el nombre del jefe
de familia:
De Alberto o Bertone: los Berti Ceroni
De Paolo o Polo: los Poli Ceroni
De Michele, llamado Marondolo: los Marondoli
De Bartolomeo nombrado Ravaglio: los Ravagli
De Giacomo o Giacometto: los Giacometti, y
De Rinaldo: los Rinaldi Ceroni
Notas sobre los puntos: 18-19-20-21-22-23
La actitud desconfiada de los Ficchi es más que natural y nos confirma que
para la estirpe de nuestros Ceroni del Senio debemos pensar en una fusión de
troncos diversos. (ceppi). En cuanto a la controversia de la facción gibelina
que tendría su origen en los Ceroni de Serina, hay algunas reservas y se sigue
investigando.
En el Cronicon Bergomense, se recuerda una batalla en Albino Superior, el
19-21 de mayo de 1398 en la cual resultaron muertos como una treintena de
guelfos; pues bien, entre estos hay dos Ceroni y por supuesto de Lepreno: un
hijo de Francesco Cochi y el otro de Giovanni Beloli. Cómo imaginarlos
entonces gibelinos? Pero lo que hace cavilar es el hecho que también los
Torriani o Dalla Torre, de Milán, eran guelfos, por lo tanto, la batalla de
Lepreno, más que por motivos políticos, pudiera haber tenido otros menos
nobles, simplemente económicos.
En cuanto a los hombres ilustres en que se hace mención en al punto 19, es
verídico que Villani registra la noticia de Giovanni Ceroni, Prefecto de
Roma, pero que este Giovanni y los Ceroni pertenecientes a la Curia Romana
61
procedieron justamente de Ceruno, es un tema que aún no se ha aclarado
bien.
Resulta bastante interesante y significativo un documento que me mostró el
ingeniero Pier Giacomo Rinaldi Ceroni y que incluye en el trabajo que editó
sobre el escudo de los Ceroni y que se los dio a conocer cuando se reunieron en
Casola Valsenio en 1997.
“El escudo de los Ceroni de Romagna”. Mi amigo Pier Giacomo tomó una
fotografía de un escudo en la sala de guardia del Castel S. Angelo en Roma
que sin duda alguna es de los Ceroni. Representa a un ciervo alzado bajo un
árbol y tiene los tres lirios de oro en su parte superior. Se puede colegir que el
árbol sea una encina cerro en tanto que la posición del ciervo es idéntica a la
de nuestro escudo, solamente que ya no tenemos el árbol. Se podría tratar del
escudo más antiguo??
En 1310, el Papa Clemente V, alarmado por las insurrecciones de los
Gibelinos, nombró por ocho años al rey Roberto de Napoli como Rector de
Romagna. El rey Roberto envió hacia allá a su vicario Nicolo Caracciolo. Era
protector de los gibelinos el vizconde de Milano. Caracciolo recurrió a los
Ceroni porque temía un inminente asalto a Imola. Este episodio sucedió
mucho antes que se instalaran ahí los Ceroni de Serina. Hay testimonios ya
desde entonces de la fama que tenían los Ceroni como valientes y temibles
combatientes, aliados en el clan y se documenta también la fuerza de sus
hombres de armas en más o menos trescientas unidades.
Francesco Manfredi, hijo de Alberghettino, era señor de Faenza, como lo
atestiguan en sus escritos Tonduzzi y Zama, por el año 1313. Además
Ricardo y Malatestino, (llamado Tino) tenía otro hijo que llevaba el nombre
de su abuelo, Alberghetino. Este último acusado de conspirar para consignar
Bologna a Lodovico el Bavaro, fue arrestado y decapitado junto con otros
conspiradores en 1329. Francesco quizás porque estaba dolido por esta
muerte o por motivos políticos, decidió ese mismo año vender a sus dos hijos
restantes, una gran parte de sus bienes, entre los cuales estaba el territorio de
los Ceroni.
62
En lo que se refiere al año de la muerte de Francesco Manfredi, Mita está
equivocado. Francesco sobrevivió a sus dos hijos. Tino murió en 1336 y
Ricardo en 1340. Francesco, en cambio, murió el 29 de mayo de 1343. No
sabemos si Malatestino llamado Tino hubiese tenido hijas naturales, puede
ser probable. Sin embargo no consta que las hijas legítimas fueran:
Margherita casada con el conde Guido de Batifole y Anna aún soltera a la
muerte del padre.
Silvestro Ficchi, después de hacer un par de cálculos, podría ser el primero
que llegó de Perugia. Por lo tanto, desde sus orígenes, los Ceroni han tenido
conflictos de sangre con los Manfredi (hanno avuto addentallati di sangue
con i Manfredi)
El tan famoso Tino de Ceruno, tío del todavía más célebre Dionisio Naldi,
habría muerto alrededor de 1495, ateniéndonos a lo aseverado por Mita que
debía tener a mano documentos que así lo acreditaban. Tino había combatido
a las órdenes del Papa Innocenzo VIII y también de Alessandro VI.
Se cita el nombre de Alfonso, duque de Calabria, triste figura de hombre y de
político. Era hijo del rey Ferrante de Aragón y sucedió a su padre en el reino
de Nápoles en 1494. Su hija Sancia, se casó Jofré Borgia, el hermano de
Valentino.
Un cronista francés de la época (Filippo de Commines), escribe que Alfonso
era el hombre más cruel, más perverso vicioso y vulgar como jamás se había
visto. Dicho por un francés, su opinión había que medirse, pero era, y sin
exageraciones, un digno hijo de su padre. Eso si que en relación con las
armas, sabía harto. Tino de Ceruno está entre sus capitanes y junto a Gian
Giacomo Trivulzio, capitán general de Ferrante, forma parte con su
compañía formada mayoritariamente por habitantes de Ceruno, Brisighella y
Casola, en hechos de armas notables, como aquel de mayo de 1485en
Montorio, donde fueron expulsadas las tropas pontificias guiadas por el
capitán de soldados Roberto Sanseverino que era una autoridad en el campo
militar.
63
Tino murió alrededor de 1495, por lo tanto no podía ser el nieto de
Malatestino Manfredi muerto 159 años antes.
Gracias a la “Storia de Brisighella”, de Metelli, que reporta algunas actas
notariales de Giovanni Zardelli, llegamos a conocer el nombre del padre de
Tino, que fue Nuccio.
Tino, como hemos afirmado, fue el tío materno de Dionisio Naldi, el
fidelísimo partidario de la República di Venecia y el creador de los famosos
“Brisighelli” (soldados fogosos y sin miedos) que hicieron época por entonces
Dionisio se había formado junto a su tío, y de él heredó su compañía, la que
muy pronto reorganizó y potenció. Siempre, gracias a Metelli, descubrimos
que Dionisio era hijo de Giovanni de Naldo y que su madre, Violante, era
hija del Señor de Lozzano. Hoy no es fácil localizar dónde estaba Lozzano.
Tengo una hipótesis. En vista que en un censo del 1850 se menciona a una
localidad en la parroquia de Pozzo (sabemos que Lozano debía estar
precisamente en el valle de la Sintria y en la susodicha parroquia), a maás o
menos trescientos metros de la iglesia, poblado con un grupo de casas y “due
torri” (dos torres) se puede llegar a pensar que Lozzano sea hoy aquella casa
colonial “Torracce”. Quizás fue aquí donde murió Tino y aunque hubiera sido
un Ficchi o un Ceroni, que es lo mismo, seguramente después de su muerte y a
través de los años fuera nombrado como Lozano o Lozzani.
Notas, punto 24
El nombre de Dionisio Naldi merece un estudio en profundidad por la
importancia histórica que tuvo en el campo militar y por haber sido por largo
tiempo el leader indiscutido del clan Ceroni. Aún antes de pertenecer a la
planta de oficiales pagados por la Serenísima, (Venecia) Dionisio ya era una
autoridad en el campo de las compañías de alto riesgo. Mientras trabajó bajo
las órdenes de su tío Tino, se ganó la fama de hombre vengador y despiadado.
Tanto en Brisighella como en sus alrededores, constantemente se tenían
noticias de las rivalidades que laceraban con continuos enfrentamientos a
estas dos ramas; Caroli y Naldi. Por cada homicidio, se respondía con otro y
así fue que familias enteras, de una y otra parte, se fueron exterminando.
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En relación al caso de Marsimilia Sforza, hay que hacer algunas
rectificaciones. No se trata de una Sforza sino de una hija de Galazzo Pio de
Carpi y no era por cierto emparentada con el duque de Milán. El padre
Serafino Gaddoni en “I fratti minori in Imola”, editado por Quaracchi, 1911
– pag. 93, la llama Marsibilia Pia y la declara gran benefactora
“dell’Osservanza di Imola” lugar donde fue sepultada. Por lo tanto, fue
también una mujer dedicada a obras caritativas.
La razón de la discordia con los Ceroni, debe encuadrarse en el disentimiento
entre Tadeo, marido de Marsimilia y el tío Astorgio II, ambos Manfredi, uno
señor de Imola y el otro de Faenza. Los Ceroni eran partidarios de Astorgio
al cual ya le habían dado una mano en los asaltos de Montebattaglia,
Baffadi, Riolo y Settefonti. Divertirse con los menosprecios y saqueos a costa
de Tadeo, tenía que avivar demasiado el fuego de sus espíritus guerreros. En
este punto, sin embargo, ya debía estar pactada la paz de 1462 entre los dos
Manfredi y desde esto la aprobación de Astorgio a las cartas de Francesco
Sforza y el consiguiente viraje por parte de los Ceroni, en su postura con
aquellos de Tossignano. En estas incursiones y saqueos nada tenía que ver
nuestro Dionisio.
Nota al punto 25
En el número 25, Mita da un salto excesivo de años, de 1460 al asesinato de
Galeotto Manfredi, en 1488. No nos gusta porque, así, silencia
completamente la vida y obras de Carlo II Manfredi, el hermano de Galeotto,
que por lo menos merece una mención. Fue en realidad el fundador del
condado de Valdisenio, y en este punto tampoco es muy preciso Mita en su
relato. Carlo es hijo de Astorgio II y no III; para referirnos en un par de
cosas a Carlo Manfredi II hemos recogido información en dos fuentes; una,
del breve pero brillante trabajo del profesor Leonida Costa, el más
documentado investigador de la historia del valle del Senio, (“Carlo II
Manfredi y el Condado de Valdisenio”, Faenza – Tip. Lega 1979) y del
manuscrito de don Giovanni Antonio Linguerri de fines de 1700 (inédito) y
en vías de editar.
65
Ya nos hemos referido a las rivalidades entre Tadeo y Astorgio II. Basta
recordar aquí, a grandes rasgos, que toda la parte alta del Senio conlas
fortalezas de Montebattaglia y Riolo, habían permanecido como propiedades
de Astorgio. Pero cuando este se separó de su alianza con los Fiorentini para
formar parte de la de los Veneziani, los Fiorentini saquearon el valle con las
tropas del duque de Urbino. Quisieron castigar así la traición de Astorgio.
De este modo, el valle fue devastado con ignominia, porque se asesinó, se
robó de cada casa los enseres, el grano, los animales, hasta la ropa “le quali
cose si vendiano cum poco presio, si che desfeceono una parte de quella
vallata...” (editado en el libro de Costa: todas estas cosas fueron vendidas a
bajo precio mientras destruían aquel valle...). Incluso se temió una epidema.
Astorgio II trató como pudo de detener el asalto, pero, quizás porque ya no
estaba muy bien de salud, tres meses después del saqueo, hizo su testamente a
favor de su hijo Carlo para que lo sucediera. Murió el 12 de marzo de 1468
(ref. de Tonduzzi a la fecha) Carlo II gobernó el principado desde 1468 al
1477. Tenía la señoría sobre Faenza y sobre los valles del Lamone y del
Senio, declarados condados. Nuestro condado empezaba desde el castillo de
Montefiore, (prácticamente todo el valle de la Cestina) del ayuntamiento del
Castel pagano (S. Apollinare, Mercatele) comprendiá el pueblo de Baffadi, de
Casola, de Riolo Secco (Riolo Terme, Mazzolano, etc. vale decir todo,
exceptuando Monte mauro, la Sintria, Valdifusa).
Nunca el príncipe Manfredi fue tan solidario y preocupado del bienestar del
valle como su hijo Carlo II. Restauró los castillos de Montebattaglia, y
Riolo, contratando a los maestros constructores más famosos de la época,
llamados “maestros comacini” porque eran originarios del lago de Cómo.
Diversas familias de maestros se quedaron en el valle, tomando el apellido de
Lombardi.
Consiguió poner orden entre las rivalidades familiares, en el comercio y la
agricultura.
Creó el centro del Condado de Riolo donde construyó la casa de la comunidad
donde se reunía el Consejo del Valle presidido por el “Massaro Generale”
(recaudador). Cada comunidad elegía a su propio recaudador que tenía el
66
cargo de cobrar las tasas (los impuestos) y vigilar sobre eventuales delitos,
dando cuenta al Massaro y al Consejo.
Al término del mandato, tanto el jefe como los recaudadores de cada
comunidad, podían ser reelegidos después que el “sindicato” juzgara su buen
comportamiento y lo hiciera llegar al Consejo para su aprobación.
A Riolo se trasladó el mercado más importante, manteniéndose en Casola el
que se instalaba los martes en el Foro Boario. Por las escrituras del notario
Cattani, sabemos que el área de Foro Boario, (donde hoy está la Canónica y
las Escuelas Elementales) era propiedad del Hospital de S. Lucía y de la
antiquísima fraternidad de Santa María erigida en la iglesia de Santa Lucía.
Se trasladó también a Riolo el “Bancum Juris” a tribunal del Condado que
veía las causas civiles y penales.
Carlo II promulgó también los estatutos del Valle del Senio donde se podían
fiscalizar los actos públicos.
Con tan buen gobierno, todo hacía augurar una larga gestión, pero en
cambio, al buen Carlo se le hacía la vida difícil por sus propios hermanos y
parientes. Galeotto, el hermano más rudo e impulsivo, trataba de cualquier
modo de suplantarlo en el principado: el otro hermano Federico, Obispo de
Faenza, volcaba hacia la casa Manfredi su carga de demasiados rencores
guardados a causa de su avidez y avaricia. El primo Tadeo de Imola, no
cesaba de aspirar a adueñarse y hacer los intentos, de las fortalezas del
condado. Por poco no obtuvo la de Calamello, conjurado con Ugolino de
Viarana, que a último momento desertó, bandido como era, obteniendo
refugio bajo la protección del Duque de Milán.
Pero Carlo, por lo menos tuvo buena suerte dentro de su familia por haberse
casado con una buena mujer: Constanza de Rodolfo Varano, de Camerino,
quien le dio un hijo, Ottaviano.
En 1477, una sublevación popular decretó el fin de su gobierno. Carlo,
enfermo se exilió en Rimini donde falleció probablemente de peste.
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Lo reemplazó el secreto artífice de la rebelión, su hermano Galeotto.
Mientras tanto en Imola, Guidaccio, el hijo de Taddeo Manfredi, presionado
y envalentonado por su madre, encarceló a su propio padre para usurparle el
poder.
Notas, punto 26
El asesinato de Galeotto Manfredi, ocurrió un día sábado, el 31 de mayo de
1488 el mismo año que en Forli fue asesinado Girolano Riario, marido de
Caterina Sforza. Fue consumado en el dormitorio de su esposa, Francesca
Bentivoglia, verdadera artífice de la conjura y también materialmente
culpable de la puñalada que fue el golpe de gracia. Cómo se había llegado a
este delito?
Si Carlo II en la geneología de los Manfredri representó al príncipe sabio y
pacífico y abierto a las influencias culturales del Renacimiento, Galeoto, en
cambio, era el prototipo del hombre pasional e impulsivo, demasiado
aficionado a las cábalas y a la astrología. Eran tiempos turbulentos, en Forli
se había cometido el delito de Riario, en Florencia la conjura de los Pazzi
contra los Medici, En Faenza, Galeotto tenía miedo de todos, pero su gran
ambición era llegar a ser Vicario reconocido en la ciudad, seguramente
pensando en la ayuda de Girolamo Riario que era sobrino del Papa. Sin
embargo, las cosas salieron muy diferentes. Y qué pronosticaba la astrología?
Galeotto que quería hacerse pasar por un conocedor, platicaba a menudo con
una ambigua figura de fraile versado en la materia, Fray Silvestro de Forli,
franciscano.
Los dos pasaban horas y horas hablando de conjunciones de astros y
pronósticos. Muy luego el fraile tuvo tal poder de influencia sobre el proceder
y el alma del príncipe, que en el palacio Fray Silvestro llegó a ser el personaje
más reverenciado e intrigante. Imponía sus propios puntos de vista incluso en
el gobierno del principado. Francesca Bentivoglio lo veía como una mala
sombra, ya que se sentía doblemente traicionada por el asunto de las
68
adivinaciones y el desapego de su marido. Galeotto no hacía misterio de sus
intrigas extramatrimoniales. Diversos hijos bastardos recorrían los salones
dándose aires de dueños y una tal Cassandra, de Ferrara, que descendía de los
Faentini, y señalada como la favorita del príncipe, paseaba por los salones
vestida ostentosamente, lo que le valió el sobrenombre de “Pavona”. De ella
tuvo Galeotto a su hijo Giovanni Evangelista.
Francesca también tenía a su legítimo heredero, Astorgio, y no podía
comprender que hubiera otros pretendientes a la sucesión.
Una vez estando en Tonduzzi, Francesca espiaba, escondida, uno de los
encuentros entre el fraile y su marido, donde quizás habló de una posible
muerte violenta de Galeotto o del hijo a manos de una conjura (porque no de
Bentivoglio de Bologna??) entonces salió muy ofendida de su escondrijo y se
enfrentó al fraile y al marido con toda clase de improperios. A cambio, recibió
una ofensa mayor: Galeotto la echó del lugar, dándole una bofetada.
Este bofetón fue la gota que rebalsó la copa, la fatídica gota. En la casa
Manfredi, un gesto similar había determinado el asesinato de Alberico “dalle
fruta del mal orto”como lo recuerda la “Divina Comedia”.
Francesca huyó con el pequeño Astorgio a Bologna, junto a su padre, e hizo
todo lo que pudo por conseguir una reconciliación. Se pidieron pesadas
excusas a Galeotto y la obligación de licenciar al fraile y recluir en un
convento a Pavona. Francesca regresó, pero hasta qué punto fue válida la
reconciliación, quedó precisamente demostrado en los hechos del 31 de mayo
de 1488.
Francesca hizo llamar a su marido a su dormitorio avisándole que estaba
enferma en cama. Cuando entró, se encontró con una habitación casi oscura.
Al acercarse a abrir las persianas, fue atacado por tres hombres que salieron
de debajo de la cama. Pudo defenderse como un león, y cuando ya casi se
libraba del ataque, la mujer salió del lecho y lo apuñaló mortalmente.
El delito tuvo un efecto muy diverso a lo que había previsto Francesca. El
pueblo no la apoyó en ese asesinato donde vieron las garras de Bentivoglio.
69
Por todas partes se gritaba: “Abajo el Bentivoglio que quiere adueñarse de
Faenza!” Francesca, tuvo que refugiarse en la fortaleza. Efectivamente,
desde Bologna partió Bantivoglio cuando se informó del caso, y se instaló a
las puertas de Faenza con hombres armados de Modena y Forli. El consejo
de la ciudad se reunió de urgencia y proclamó príncipe al pequeño Astorgio, y
llamó a los Ceroni a defender la ciudad, aquellos de Val di Amone que eran,
en realidad, casi todos Ceroni, bajo el mando de Dionisio Naldi. Estos
acortaron el litigio, evitando lo peor, y salvaron al mismo Bentivoglio
haciéndolo prisionero y así librándolo de una muerte segura. Hasta aquí
estamos de acuerdo con el relato de Mita, pero encontramos que no concuerda
con el relato de Tonduzzi en su “Historia de Faenza”, en página 533. Aquí se
lee que Bentivoglio prisionero fue entregado en manos del embajador
florentino Antonio Boscoli. Este lo habría llevado a Modigliana para evitar
Val di Amone, donde, además de los Ceroni, Bentivoglio tenía muchos
enemigos, De ahí a la villa de Cafaggiolo en Mugello, desde donde, Lorenzo
el Magnífico finalmente lo hizo llegar a Bologna. También Metelli tiene esta
tesis. Nosotros, sin embargo, tenemos amplias dudas, y la primera nace de la
sospecha que las cosas, desenvolviéndose con todo honor a favor de los
Ceroni, hallan sido voluntariamente tergiversadas. Los Ceroni, como es
natural tenían numerosos adversarios, entre ellos los Cavina o de Cavina,
originarios del valle de Sintria. Lo sabían muy bien los presidentes de
Romagna (de la zona) que teniendo necesidad de mantener a freno a los
Cavina, se valían de los Ceroni, como asegura Guidiccioni. También
Guicciadini, el historiador, tenía antipatía hacia los Ceroni a quienes describe
como “toscos y bestiales”. Pero, para no seguir en estas opiniones, tenemos
que reconocer que estas descripciones de Tonduzzi, no son un relato histórico,
no vienen de una pluma así, sino que de la de Pietro María Cavina que, a la
muerte de Tonduzzi que aún no había terminado su trabajo, recibió el
encargo de terminar la edición que quedó a la mitad. Está claro que Cavina
no podía tolerar que los Ceroni se destacaran con tan bella figura.
Mita escribe primero de Tonduzzi, (cuando es reemplazado por Cavina)
apenas esta descarnada alusión: “... hicieron entonces armar al pueblo, y
convocadas todas las milicias del Estado, especialmente de Valdelamone...”
(pág. 533)... “entre todos, daban lástima... aquellos de Valdilamone, entre
70
otros, metieron más bulla y se esforzaron más y lograron salvar a Bentivoglio
de muchas manos que querían matarlo...” (pág. 534).
Un vuelco más, por añadidura. Es un poco difícil para los historiadores,
explicarse como entre Bentivoglio y los Ceroni, las relaciones hallan sido
inmediatamente después cordiales cuando antes nunca lo habían sido.
Notas, punto 27.
Se relata aquí un hecho acaecido en 1491: el asesinato de Sisto Rondanini.
Quién había sido este sacerdote a quien le robaron el diploma y luego mataron
en los Apeninos?
En un litigio protocalizado por el notario (o en un pleito registrado por el
notario) Ser Franco Macolini (folio 112), citado por Metelli en el año 1494,
se hace relación a un pacto de paz firmado entre los Ceroni y los Carroli (o
Caroli). Macolini relata que los Caroli, hijos y nietos de Dodo de Montecchio
di Pozzo, habían reclamado el saldo de un crédito en dinero que tenían con
los Ceroni, y como éstos no reconocieron el compromiso, los Caroli cerraron
algunos caminos que pasaban por sus propiedades y de los cuales hacían uso
los habitantes de Ceruno. Esto provocó una violenta reacción. Los Ceroni
incendiaron las casas de los Caroli, y estos saquearon su iglesia, San leonardo,
donde era prior don Melchiorre Rinaldi Ceroni. El anciano sacerdote tenía un
sobrino también prete, y todo hace pensar que a este sobrino llamado
Cristóforo, se le traía el diploma robado, o nombramiento para que se hiciera
cargo de la iglesia de S. Lorenzo en reemplazo de su anciano tío.
Pero los Rondanini en qué se interesaban? Entre los Caroli y Rondanini
había un buen entendimiento. Si se trataba de venganza, todo servía a un
Rondanini.
Dirige el escuadrón de castigo Cesare Rinaldi Ceroni, que sería después el
hermano de don Cristóforo, hijo de Rinaldo de Giovanni, el Lanciere, debiera
de haberse llamado Lancieri, como en efecto se llamaron por un breve período.
Rinaldo tenía una numerosa familia. Además de Cesare y don Cristóforo, sin
71
contar las mujeres, se recuerdan como hijos de Rinaldo a: Benedetto llamado
el Comparino, defensor de Montemauro; Filippo, llamado Doro, Pier
Antonio, Achielle, Uggozzone o Gozone, Gentile y Giovanni.
Habiendo sido Rinaldo un hombre de armas, ya había sido escogido en
septiembre de 1481 por Galeott Manfredi para custodiar la fortaleza de los
Calamello, también los hijos habían continuado en el oficio de las armas. (así
lo registra Tonduzzi).
A la familia Rinaldi, además de Montemauro, tambien se le entregó la
custodia de montebattaglia. La familia pertenecía a la parroquia de
Pagnano, y es muy probable que vivieran en el caserío de Castelleto, hoy
llamado Casoletto, porque sólo a un centenar de metros, dominando sobre el
cerro, estaba la fortaleza de Tana. (castillo) de la cual aún quedan las ruinas.
En Pagnano, justamente en Castelletto, se legalizaron varios contratos en los
cuales figura el nombre de casi todos los hijos de Rinaldi, que fue el jefe de la
familia del ramo que se extendió por Casola y Valsenio y desde ahí emigró a
Imola donde tuvo su origen la rama de los Compadretti-Ceroni.
Volvamos al homicidio de Rondadini. Según Metelli, este crímen se cometió
el 10 de septiebre de 1491. Fue un penoso hecho para el pobre Sisto; la única
razón de pertenecer a la familia Rondanini era porque les trabajaba como
secretario y a menudo era empleado en la casa Manfredi.
Astorgio III sólo tenía 6 años, era el príncipe heredero, por tanto la cosa
pública se manejaba por el Consejo, pero a la sombra del Comisario florentino,
debido a que Lorenzo de Medici era el tutor de Astorgio III (y no IV como
relata Mita).
El hecho, a grandes rasgos, ocurrió como está descrito. Para salvarse, los
Ceroni tenían una sola salida: pedir la intervención de Lorenzo el Magnífico
¿Qué halla sido así? De la diplomacia de los Medici también se podía esperar
su aprobación en el secuestro de respetables faentinos. La hermosa vivencia
que conmovió a Lorenzo, adornada de una imagen tan acorde con el
72
Renacimiento, como aquella de Damone y Pizia* prevalece aquí, quizás en la
duda de disfrazar un poco los hechos. ¿Cuándo se pidió la intervención de
Lorenzo? En los primeros meses del año, después del asesinato, tomando en
cuenta que poco después, el 8 de abril de 1492, el Magnífico entregaba su
alma a Dios.
Los faentinos secuestrados fueron transferidos a Montemauro, fortaleza
inaccesible que era custodiada como ya se ha dicho, por Antonio Rinaldi
Ceroni.
Notas al punto 28
Sobre el episodio de la defensa de Montemauro a cargo de Comparino,
tenemos la confirmación de Tonduzzi que agrega además el número de
enemigos muertos, que fueron doce por los defensores que en una atrevida
hazaña lograron después abandonar la fortaleza.
El asalto debe haber sido un noviembre de 1500, en ocasión de la primera
tentativa de Valentino para tomarse Faenza. Cesare Borgia para esta
empresa, se había rodeado de los más valerosos capitanes, como Paolo y
Giulio Orsini, el Vitellozzo, Gianpaolo Baglioni, Onorio Savelli, Ferdinando
Farnese y otros. Cesare Borgia había designado al Vitellozzo para que se
hiciera cargo de la toma de todas las fortalezas en Val di Lamone. Dionisio
Naldi y los suyos facilitaron las cosas, de manera que no hubo mayores
dificualtades en las tomas de ninguna, salvo la de Montemauro. Vitellozzo
la asedió con una tropa con quinientos caballos y se esperaba que también ese
inexpugnable valuarte capitulara, pero Comparini, fiel a los Manfredi, no
cedió ni siquiera a los halagos de los Naldi, por lo demás amigos de los
Ceroni, Vitellozzo examinó la situación. Era impensable asaltar mientras se
dedicaba a pensar como destruir a los asediados si no se rendían. Mientras
tanto Comparino, con sus cincuenta hombres se atrevía a desafiar a un
ejército mucho más numeroso. Con una salida improvisada logró hacer
Damone y Pizia, filósofos y amigos, fueron calumniados en tiempos de Dionigi il Giovane, tirano de Siracusa. Pizia fue
condenado a muerte, pero ante la necesidad de tener que alejarse momentáneamente para resolver graves asuntos de negocios
pidió a su amigo que lo reemplazara en la cárcel, lo que aceptó Damone aún corriendo peligro su vida. Pizia, gran caballero,
regresó a tiempo para liberar a su amigo. Dionigi, admirado de un gesto tan noble, indultó a Pizia y fue desde entonces
amigo de los dos.
*
73
retroceder a Vitellozzo, dejando los muertos en el terreno. Como pequeño
estratega, no lo hacía mal. Vitellozzo luego rodeó completamente la fortaleza
y resolvió rendirlos por el hambre. Esperó. Sería cuestión de días. Pero los
días pasaban y desde el lugar sitiado no habían señales de capitulación.
Después, una hermosa mañana desde la fortaleza siempre rigurosamente
cerrada ninguno respondió a las intimidaciones de rutina. Comparini con los
suyos, se habían desaparecido en la noche, dejándola abandonada como un
caparazón muerto. Cómo lo habían logrado? Misterio. Sólo sabemos que toda
la montaña de Montemauro es rica en grutas y galerías subterráneas. Por
alguna de estas, con seguridad, los defensores se pusieron a salvo,
refugiándose en Ceruno.
Borgia no atacó jamás Ceruno. Conocía a los Ceroni y, especialmente “a los
Rinaldi”como escribe en una de sus cartas, como unos posibles adversarios de
todo respeto: recomienda a sus capitanes que se hagan amigos con ellos. No se
sabe mas.
Volviendo a Comparini, sabemos de su combate en Bastia y que fue herido.
Cuándo? Probablemente en 1509, en mayo, cuando llegó a Romagna el
Duque de Urbino con el ejército pontificio. El Cardenal Francesco Alidosi de
Castel del Río, era el Legato Pontificio. Estamos a las puertas de la lega di
Cambrai y para Venecia comienza la decadencia en tierras de la Romagna.
En las cercanías de la Bastia cayó herido Comparini, y probablemente recibió
del mismo Legato los testimonios de honor que se citan. Se sabe que
Comparini gozó de una serena vejez. Tenía casa también en Riolo, pero
prefería vivir en Gozzo di Baffadi en casa de su hermano Achille. Murió
soltero en 1510 y dejó a Achille como heredero. Y ha quedado como el
campeón y la gloria de la familia Rinaldi.
Comentarios al punto 29
Se hace un elogio idílico sobre los Ficchi. Mita se considera uno de ellos y
exagera un poco su admiración por esta familia. Que fueron como Virgilio
74
tan frugales y modestos? Es como para dudarlo. También ellos estaban
entregados en los manejos y conducción de la política del momento. Se habían
adueñado de gran parte del territorio del Monte Romano y no es de creer que
lo hubieran hecho por medios pacíficos.
Es verdadero que Nuccio di Perusino tenía terrenos en Baffadi.
Fecchio y los suyos habitaron de preferencia en Casola. Querer atribuir a los
Ficchi la reconstrucción de Casola en 1216 (y no en el 1200) es una
inexactitud grosera. En esos tiempos, los Ficchi aún no habían llegado a
Casola. Pero el pueblo, visto que ya en 1216 tenía su “Castellazzo”, junto a
la “Chiesa di sopra” (iglesia de arriba), a qué época se remonta? Ciertamente
al año 1000/1100. Esto significa que, exceptuando quizá Palazzuola ya en
el “Podere” de los Ubaldini, Casola Valsenio es considerada, pero lejos, el
pueblo más antiguo del valle; más que Riolo y de Castelbolognese y más que
la misma Brisighella que fue fundada por Maghinardo Pagani.
El que venga a Casola, no puede dejar de fijarse en un esbelto campanario
sobre la colina noroeste, el cual es un venerado monumento que testifica como
allí, por muchos siglos, estuvo la parroquia, preservada aún en 1216 cuando
fue destruida totalmente el castillo y las casas que lo rodeaban. La
jurisdicción eclesiástica era entonces de la Pieve de Montemauro, la iglesia
madre del valle; la otra jurídica, al menos en bastantes tierras sobre las que se
extendía el pueblo, pertenecía a la Abadía S. Giovanni in Senno, centro
espiritual de la zona; pero, la vida parroquial ya estaba en acción y se
concentraba, en primer lugar, en “La Iglesia de arriba” (La Chiesa di Sopra)
alrededor de la cual se enterraba a los muertos. Y cómo era el pueblo? Como lo
indica su nombre; Casola, o caseríos repartidos trepando hacia la punta del
Monte Fortino donde había otra parroquia en honor de San Michel
Arcangelo, y con otras casas repartidas en su entorno y que se llamaba
“Casola di Sopra” (Casola de arriba) distinguiéndola así de la nuestra que era
más importante y que la nombraron como “Casola de los casolinos”.
Es verdad que los Ficchi vivieron aquí cuando mucho después de la
destrucción recordada, se empezó a construir sobre la orilla alta del río.
También se dedicaron al comercio, y como eran trabajadores se enriquecieron
lo que fue uno de los motivos de las desavenencias con sus parientes Ceroni
75
Notas al punto 30
El número 30 está dedicado a los Ceroni de Lepreno, y empieza con un
pequeño árbol genealógico muy interesante para tantas familias casolanas y
para el grupo de los Ceroni del valle del Senio. Hay una fecha bien precisa: el
año 1390. En este año Matteo, en la plenitud de su madurez, se casa en
Ceruno. Si esta es la fecha del emparentamiento, nuestros Ceroni pudieron
conocer a aquellos de Serina con ocasión de la alianza que hicieron los
Fiorentini, el Señor de Carrara y Astorgio Manfredi contra Gian Galeazzo
Visconti para la defensa de Bologna. Fue como la unión de fuerzas que se
desplegaban en pequeñas escaramuzas, sin ninguna verdadera batalla. Los
nuestros eran pagados por Florencia y fue allí donde se encontraron con una
compañía con su mismo apellido. La amistad, la compasión, la posibilidad de
poder reforzar la compañía, fue lo que indujo al grupo a fusionarse. Y así
Matteo se casa con una Ceroni del Senio, y tiene por lo menos, tres hijos
varones: Cecco, Cristóforo y Giovanni, llamado el Lanciere. Para mayor
claridad de estas fusiones familiares, remitámosno al árbol genealógico que
pudimos reconstruir, gracias también a los apuntes del abate Ferri. Por éste y
por los sucesivos árboles genealógicos, doy mis más profundos
agradecimientos al Rag. Pascuale Beca, de Imola, el más deligente y
detallista investigador de las genealogías de las familias imolesas y del
condado. Sin su ayuda, no habríamos podido progresar mucho en este campo.
Notas, punto 33.
El capitán Raffaele Brunori, nació alrededor de 1490, en una familia
dedicada al oficio de las armas. Su hermano Alessandro, en 1505, fue capitán
y custodio de la fortaleza de Montebattaglia, para la República Veneta.
Giacomo, otro hermano fue también capitán en su propia compañía. El sueño
de Raféale es, no digo imitar a Alberico de Barbiano o Attendolo Sforza,
pero si más modestamente de seguir las huellas de Dionisio Naldi que por la
época de esta historia ya trabajaba a tiempo completo, para la República de
S. Marco. Una de las actividades de Naldi, era reclutar, especialmente en
nuestra zona, soldados para la Serenísima.
76
En una carta de S. Cansini publicada en el Dizionario Biografico Geografico
Storico del Comune de Firenzuola (III volumen, pag. 37), el Consiglio degli
Otto, (consejo de los Ocho) le escribe al Vicario de Firenzuola:
“... empleados en encontrar reclusos para Dionizi Naldo y cualquier cosa que
se averiguara , se avisaría...” (23-05-1502).
Raffaele podría haber formado parte perfectamente bien de los reclutas de
Naldi, cuando, con el mismo oficio de formar infanterías, y en el mismo
tiempo, estaba Ramazzotto Ramazzati de Scaricalasino, esta vez peleando
contra la República Florentina, y quien sería el enemigo número uno de los
Ceroni. Era hijo de Alessandro que había sido asesinado, y sólo esperaba ser
mayor para vengarse de los sicarios. Ramazzotto, desprejuiciado y
despiadado, se había destacado como un fiel partidario de la casa Medici y
trabajaba activamente para poder traer de regreso a Florencia a los dos hijos
de Lorenzo el Magnífico; el Cardenal Giovanni que después fue el Papa
Leone X y Giulano, ambos exiliados en Bologna.
Nuestros valles eran un verdadero semillero de hombres de armas, y como es
natural, se ponían a las órdenes de quien pagaba mejor. Raffaele fue
seguramente contratado por Ramazzotto y viajó a Bologna con sus hombres.
Raffaele que ya por entonces se empezaba a destacar como un pequeño
estratega valeroso, frecuentando la casa de Ramazzotto se enamoró de su
hija Lucía, y la pidió en matrimonio. Hubo promesas de dote matrimonial que
luego no se cumplieron; se celebró una gran fiesta y luego después Lucía
Ramazzotti hizo su entrada en Ceruno como la legítima esposa de Raffaele.
Los otros Ceroni, muy especialmente los Ficchi, fueron decididamente
contrarios a esta elección de Raffaele. Ramazzotto era conocido y su fama no
era precisamente la de un caballero. Además era de la facción gibelina y con
amigos como Gozzadini de Bologna y Vaini o Vaina de Imola, acérrimos
jefes de compañíasde la misma fación. Los Ceroni, en cambio, eran
partidarios de los guelfos y amigos de la casa Sassatelli, guelfa. Lucía
trataba de congraciarse con sus nuevos parientes, pero sin embargo no lo
conseguía.
77
Quien en cambio empezó a hacerse detestable hasta de su propia hija fue
Ramazzotto, distinguiéndose tristemente luego del famoso saqueo de Prato.
Junto a sus soldados se unió a los Spagnoli de Cardona, causando
exterminios al estilo turco. Los excesos perpretados en la ciudad de Prato,
horrorizaban a Florencia por lo que abrió las puertas a los Medici. Entre los
soldados que cometieron ese horrible saqueo, no sabemos si participaba
Raffaele Brunori, pero es probable, a menos que ya hubiera estallado la grave
discordia con el suegro a causa de la dote jamás pagada.
Notas, punto 34
Raffaele Brunori se encontraba entre dos fuegos; por una parte, sus Ceroni,
que no aprobaban su matrimonio, y por la otra del suegro, quien enriquecido
de modo desproporcionado, con las rapiñas descritas, se mostraba como un
hombre de gran tacañería. En efecto, después del saqueo del Prato y sus
alrededores, Ramazzotto había llenado su palacio de Bologna, con infinidad
de obras de arte y platería. Además, se había preocupado de hacerse construir
un espléndido supulcro de mármol en la iglesia de S. Michele in Bosco, obra
de Lombardi, hoy en la pinacoteca de Bologna y un suntuoso palacio en
Tossignano. Por lo tanto, no tenía ninguna dificultad para pagar lo
convenido en el matrimonio de su hija. Raffaele insistía, quizás con cierta
petulancia, y las relaciones se deterioraban día a día. Pero los motivos de la
dote eran lo de menos. Ramazzotto, aliado doblemente con sus amigos
gibelinos, consideraba a Raffaele y a la familia Ceroni como una peste,
porque eran y seguirían siendo por siempre unos incurables guelfos. Su
amistad con Guido Vaina, hizo el resto. Porque Guido era un enemigo jurado
de los Sassatelli que en Imola eran los dirigentes del partido guelfo. Entre
Vaina y Sassatelli había muchas cuentas por arreglar: destrucciones de casas,
feroces asesinatos, en fin, desavenencias de todo tipo.
En 1503, la República de Venecia había conquistado todo el valle del Senio,
desde Baffadi a Gallistema, y sobre el torreón de Montebattaglia, flameaba
el estandarte del león de S. Marco. Los Ceroni eran partidarios de Venecia.
Más tarde, en 1505, con el Para Giulio II que no disimulaba de querer
expulsar de las poseciones pontificias a todos los intrusos, Venecia se apuró
78
en devolver al Papa Montebattaglia y el valle para contar con su amistad.
Pero era mucho más lo que pretendía. Giulio II quería que le devolvieran
Raverum Cervia, Faenza y todo el resto sobre la costa adriática.
Por el momento aceptó Montebattaglia. El castellano que le entregó las
llaves al delegado del Papa, Teodoli, era el hermano de Raffaele Brunori,
Alessandro.
Guido Vaini, mientras tanto, se había emparentado con el Cardenal
Francesco Alidosi de Castel del Rio, casándose con la hermana de éste. El
Cardenal Alidosi, era íntimo amigo del Papa. Un hermano del mismo
Cardenal, se había casado con la hermana de Cagnaccio Sassatelli y así esta
unión equilibraba un poco las fuerzas de las dos facciones.
El 24 de mayo de 1511, sucedió un delito que dio mucho que hablar. En
Ravenna, en la calle S. Vitale, el Cardenal Alidosi fue apuñalado a muerte
por el sobrino del Papa, Francesco María della Rovere. El Cardenal
sobrevivió unas pocas horas y murió asistido por una vieja señora que había
acudido a ayudarlo. “Muero por mis pecados” había dicho el prelado, besando
el crucifijo. Y de pecados, por lo menos atribuidos, tenía muchos por los que
dar cuenta... como legado pontificio se había distinguido por lo poco
justiciero, gran avidez y también una cierta cobardía. Había abandonado
Bologna, ya invadida, atribuyéndole la culpa a Francesco Maria della
Rovere. Junto a él, aquella mañana del asesinato, cabalgaba su cuñado
Vaina, quien escapó ante el ataque de Dalla Rovere.
Un año después, siempre en Ravenna, se llevó a cabo la terrible batalla de
Pascua (Semana Santa), 11-04-1512; entre las fuerzas del Papa y los
Francesi. Vencieron estos últimos, pero en la batalla perdió la vida su
comandante Gastone de la Foie y este hecho fue como si hubieran perdido.
Para el anciano pontífice fueron años dolorosos, sin embargo logró reponerse
y reaccionar luego como un león. En Ravenna, Ramazzotto por poco no
perdió la vida. En esta batalla, además de Naldi, estaba también Cagnaccio
Sassatelli, que por ese entonces no era mirado con buenos ojos por el
pontífice. Había dado a una hija en matrimonio a la casa de Bentivoglio y
esto era un handicap a los ojos de Giulio II.
79
En 1513 murió Giulio II y lo sucedió Leone X de la casa de los Medici. Gran
triunfo para Ramazzoto e indirectamente para su amigo Vaini.
En Roma, el nuevo Papa honra al pequeño aventurero de Scaricalasino, con
las investiduras de solideo y estoque. Es la culminación de la gloria para
Ramazzotto. En 1517 encontramos a Cagnaccio a dependencia de Venecia, y
por lo tanto, lejos de casa. En Imola, los patrones eran los Vaini.
El 1° de diciembre de 1521 murió el Papa Leone X a quien sucedió Adriano
VI que estaba lejos de Roma. Se produce como una prolongación de sede
vacante. En Bologna, los Bentivoglio hacen el intento de retomar la ciudad.
A su lado está Cagnaccio. Giulio de los Medici, legado del Papa, autoriza a
Ramazzotto para venir a Imola y encarcelar a los guelfos traidores. Estamos
en mayo de 1522. Los Vaini se aprovecharon de estas circunstancias
favorables para saldar cuentas del estropicio cometido contra ellos, en 1504,
por los Sassatelli. Se consumó una venganza que tuvo el color de una
verdadera masacre; más de cincuenta muertos. También perdió la vida el
párroco de Croara, don Paride Corneta que era de los Poggi del lugar. Su
hermano don Doménico, tenía a su cargo la parroquia de Casola Valsenio.
Notas, punto 35
Es en este contexto que se produce el primer intento de reducir a los Ceroni
guelfos. Ahora es Guido Vaini el patrón de Imola y Cagnaccio no tiene la
audacia para acercarse.
Guido y Ramazzotto tramaron de hacer una cabalgata a Casola. Buscaron
un pretexto. Parece que los Ceroni se habían negado a pagar ciertas
contribuciones y se les había declarado culpables en los enfrentamientos con
Alberto Orsi y Giovanni Marocchi, dos imoleses que habían sido ahorcados
después del debido proceso. Era presidente de Romagna Monseñor Orlando
Carretti, de Savona, pero como recién nombrado en el cargo, no estaba bien al
tanto de los hechos, y se confió ciegamente en las palabras de Ramazzotto y
Vaina. Ordenó al Capitán Chiappino Vitelli de marchar contra Casola, junto
80
a los soldados deVaina; Ramazzotto trató de no hacerse ver. Para él, este
ataque significaba pelear contra su propia hija. Un poco demasiado...
La expedición se puso en marcha el 4 de diciembre de 1522.
Capitán de Casola era Pantaleone de Giovanni Pantaleón, noble de Imola,
que con toda seguridad vivía en la ciudad, limitándose a hacer una o dos
escapadas al año a Casola. No intervino en lo más mínimo y quizás ni
siquiera fue puesto al corriente de lo que tramaba. Todo ocurrió tal como lo
cuenta Mita. Guido Vaina y Ramazzotto tras los bastidores, debieron
avergondzados tomar el camino de retorno. Ramazzotto indignado y Guido
con terror ante una aventura que podía haberle contado la muerte. Desde una
torrecilla que sobresalía del puente levadizo de entrada al pueblo un tal
Antonio Ficchi llamado el Galbetto, había desparado un tiro de ballesta
magistral a la cabeza de Guido que estaba incitando a sus hombres a vadear
el río para asaltar al pueblo. Montado en su caballo, no era un blanco fácil y
salvó su vida sólo por unos pocos centímetros. El dardo le voló el sombrero de
la cabeza, y pálido de terror enmudeció de golpe.
Chiappino Vitelli que era un hombre sensato, quizo entrevistarse con los
Ceroni antes de regresar y rápidamente le quedó claro que el enfrentamiento
sólo se había perpetrado gracias a las intrigas urdidas por sus dos compadres.
Permaneció como huésped de los Ceroni un par de días y luego regresó a
informar al Presidente de cuanto había descubierto.
Comentarios, punto 36
El fracaso sufrido no los acobardó sino que más bien incendió las iras de estos
dos enemigos de los Ceroni. Los Ceroni eran un hueso duro de roer, visto que
nadie, hasta ahora, había logrado ponerlos de rodillas.
El año 1523 empezó con la visita del Presidente Mons. Orlando Carretti a
Imola. Ni Ramazzotto ni Vaini le volvieron a tocar el tema de los Ceroni.
Vaini tuvo que trasladarse a Roma donde probablemente, enterándose de
tantos homicidios y estropicios, había tenido oportunidad de hacerse un
81
lavado de cerebro. Si es que se lo hizo, muy pronto se lo sacó de encima,
porque el Papa murió el 14 de septiembre de 1523. Se abría así un nuevo
vacío de gobierno lo que significaba en la práctica, que cada uno se vengaba y
hacía justicia como mejor le gustara. Las crónicas registran una serie
impresionante de estos abusos. En Tossignano, hubo muertos después de ser
asaltados. El momento era demasiado atrayente para que Ramazzotto y
Vaini no quisieran lavar la afrenta sufrida el año anterior en las aguas del
Senio. La tensión era alta, y los Ceroni estaban alertas a cualquier soplo,
espacialmente los que llegaban de los guelfos de Imola que también se
transmitían hacia aquí arriba.
El 24 de octubre de 1523, de parte de Cotignola y parece que también de
Cagnaccio, los gibelinos dieron caza a unos diez guelfos a los que asesinaron
y les quitaron sus banderas y tambores. Envalentonado con esta victoria y
apoyado esta vez abiertamente por Ramazzotto, Guido Vaini decidió repetir
el ataque a Ceruno. Se trataba de ahora o nunca.
Aquí recurrimos profundamente al diario de G. Battista Catan de Toranello,
guelfo, para informarnos. El hecho está registrado en el archivo de Sassatelli
y citado con detalles por Sanzio Bombardini en “Il diavolo nel Tamburo”, (el
diablo en el tambor) Universidad de Bologna, 1982. Guido, en gran secreto,
hizo jurar al Consejo de no informar sobre sus intenciones de reducir a la
obediencia a los Ceroni, y los hace aprobar una contribución para armar a su
tropa. Hecho el juramento, el día señalado, martes 27 de octubre de 1523, la
caballería se puso en marcha, al alba, por las montañas cercanas a Casola.
Punto 37
Con este corto capítulo se inicia el relato de la gesta épica de los Ceroni y de
la gloria de Raffaele Brunori.
Mita, en un latín al estilo de Tácito, untando su pluma con el más genuino
entusiasmo, nos describe la memorable y patriótica aventura de la
consortería: la defensa de Ceruno que ha sido popularmente transmitida como
“la battaglia delle botti” (la batalla de los toneles).
82
Nosotros, sin embargo, tenemos que sacarla un poco de los laureles y sobre
todo, hacer cuentas sobre los muertos. Cuáles fueron las fuentes para este
episodio? Ciertamente que Mita consultó los “Quaderni di Tossignano”
(cuadernos de Tossignano), como lo confirma Linguerri, pero de dichos
cuadernos, una especie de crónicas locales conservadas en los archivos, no
queda ni rastro en la actualidad. Mucho se atiene a la tradición oral de los
Ceroni, y éstos, se sabe, siempre agrandaban las cosas. Otros documentos
escritos, como asevera en el prólogo, eran conservados en las familias, pero no
se han dado a conocer hasta hoy.
Creemos que sobre las cifras de los que participaron en el ataque, podemos
aceptar unos doscientos hombres armados, no más. A estos, se sumaron
ciertamente chacales como en todas las guerras respetables, y muchos
curiosos.
En los “Ricordi”, (recuerdos) familiares y urbanos de ser Battista di Ser
Carlo, de Toranello (B.C.I, carte 27-60) “Recuerdo como Guido Vaini junto
con la parte gibelina, fue a Casola de Val de Senio y empezaron a quemarse
varias casas... inciendiaron la iglesia de Santa Lucía, (el viejo Sufragio en la
calle Malteotti, donde justamente en aquellos años se habían asentado los
padres de San Domenico) otra iglesia en Poggio (y aquí se trata sin dudas de
la Iglesia de Arriba, o parroquial) y también la casa del Comune, (puede ser el
municipio) y luego no saciados con el saqueo, tuvieron el atrevimiento de
dirigirse a Ceruno”. 27-octubre-1523, el martes, al alba.
Notas, punto 38
Cuántos fueron los muertos? Catan habla de unos treinta o cuarenta, aunque
quizás fueron menos. Entre los Ceroni, apenas cuatro bajas: dos Giacometti,
Virgilio y Federico, un Ficchi, Tolomeo de Cilotto, y un tal Masotto de
Pietramala que pertenecía a un grupo de ballesteros.
Pero volvamos a la descripción de los hechos. Aquí surge la figura de
Raffaele con toda su capacidad de estratega y su fuerza de coraje. Organiza,
reúne ayuda, estimula a los suyos y en la pluma de Mita, destacado
sacerdote, se atribuyen a Raffaele las mismas palabras nobles que la Biblia
83
pone en boca de Giuda Maccabeo. Para la defensa de Ceruno, Raffaele ha
concentrado todas las fuerzas sobre la colina, abandonando prácticamente el
pueblo donde la defensa podía ser mucho más débil. Aquí no disponía ni de
murallas ni de fortalezas. Singular la estratagema de recluir a las mujeres en
una casa minada, vale decir, preparada para ser incendiada en caso de una
derrota. Quería que los Ceroni se jugaran el todo por el todo.
Estos preparativos nos convencen que el asalto de Vaini no era una sorpresa.
Los Ceroni habían sido informados con tiempo, lo que justifica la presencia
de ballesteros venidos desde afuera. Con cuántos hombres habrá contado
Raffaele Brunori? A grueso modo con unos trescientos, que era la fuerza con
que contaba la consortería.
Notas, punto 39
Sobre las disposiciones estratégicas, ciertamente Mita se ha basado en los
relatos orales de los más viejos que conocían y transmitían los detalles de la
empresa.
El teatro de batalla está señalado: a la izquierda, hacia el noreste con el
bosque de la Meleta y hacia el sur, suroeste con aquel de Smuraglio.
Para subir a Ceruno, es el camino más corto, pero aquí se trata de una
escarpada pendiente que desde el puente de la Soglia corta el vallecito de los
Paverotti. Imposible arrastrar por ahí pesadas piezas de artillería: Y
Raffaele ideó tomar a los enemigos en una especie de tenazas, cuando reción
iban a mitad de la subida.
Punto 40
Auque Cattani ha registrado todos los hechos como acaecidos del 27 de
octubre, a nosotros nos parece imposible que Vaini pueda haber terminado la
batalla en un día y justamente en esa estación cuando son tan cortos; es más
verosímil que la pelea verdadera se haya llevado a cabo el 28, como asevera
84
Mita y como es recordada por tradición de los Ceroni que durante siglos han
celebrado la fiesta de S. Simone y S. Giuda que cae el 28 de octubre.
Desde los campos de Meleta los Ceroni presenciaron los incendios de sus
casas e impotentes, acumularon desdén y rabia por tantos estragos.
Notas, punto 41
Entre las fuentes orales a las que ha echado mano el Mita, nos gusta
imaginar a su viejo y primer maestro de Fontanelice: aquel don Sebastiano
Carreti que tuvo historias con la Inquisición por haber contratado a un fraile
del servicio doméstico que en Fontanelice había asegurado que el fruto del
pecado de Adán y Eva había sido un higo, una verdadera tontería, pero que
don Sebastiano no pasó por alto. Quizás fue un poco exagerado en la crítica,
el hecho es que fue denunciado a Imola y en el Vescovado (Obispado) tuvo
que soportar un poco de tortura, como recuerda Cortini, antes de ser absuelto.
Era un sacerdote de una cierta cultura y Mita lo tuvo como su primer
profesor.
Don Sebastiano Carretti, varios años antes de Fontanelice, había dirigido la
iglesia de S. Bartolomeo de Pagnano atrás de la cual está el pequeño valle,
teatro de la “Batalla de los toneles”, y por lo tanto él, don Sebastiano, había
oído contar miles de veces el épico encuentro de los Ceroni con Guido Vaini.
Para subir a Pagnano, desde Casola, don Carretti debía rodear precisamente
aquellos espolones que dominan el río; un salto de por lo menos treinta metros
hacia el cual los Ceroni empujaban a la masa desordenada de los enemigos en
fuga. Es entretenido imaginar las peripecias contadas con tanta vivacidad
por el viejo maestro.
Notas, punto 42
La descripción del enojado gibelino que en su caballo corre hacia los que
habían retrocedido conminándolos a regresar y amenazándolos, confirma el
orgullo y la impetuosidad de este jefe. No es improbable que más de alguno le
halla pedido cuentas. (?)
85
Debe de haber sido de gran efecto la entrada al campo de batalla de
Pietramola con sus ballesteros, más o menos unos cuarenta, que bajaban
corriendo en pequeños grupos separados, lanzando gritos terroríficos. Estos
eran el peligro más temido y contra ellos trata de subir Guido montado en su
hermoso caballo.
Notas, punto 43
La estrategia de Raffaele plenamente exitosa, hizo a los Ceroni sentirse más
temerarios.
Teruccio y Galbetto, ése que disparó la flecha al sombrero de Vaini, tomaron
por su cuenta la iniciativa de cortar el camino al enemigo. Vadean el río bajo
el Molino de Arsella, y llegan a la Burata. De esta manera, el enemigo queda
entre dos fuegos. Este acto tuvo el mérito del coraje, pero no de la prudencia.
Con poco, en realidad, el éxito obtenido podía transformarse en un desafío a
la reacción de los Imolesi, viéndose tan acorralados. Por suerte entonces
intervino Raffaele, dejando libre la colina por el lado de Prugno, desde donde
los Ceroni empujaron y siguieron por largo rato a Guido y los suyos. La
victoria fue completa, y como ya era bastante tarde Raffaele llamó a
retirada.
Guido y los sobrevivientes de su desventurada empresa, abandonando todo,
armas y equipajes, se refugiaron maltrechos en Imola, vía Tossignano. Quedó
en manos de los Ceroni todo el botín abandonado, los cañones con los varios
pares de bueyes que los arrastraban, y las banderas y tambores ya
conquistados en Cotignola. Raffaele se asignó en la repartición los bueyes,
como parte de la dote que jamás le pagaron. Los Ficchi que por culpa de la
bravata de Tesuccio y Galvetto se habían ganado una buena reprimienda,
tuvieron que contentarse con repartir el resto entre los varios Ceroni.
86
Notas a los puntos 44-45
Es verídico, se firmó la paz entre Vaini y los Ceroni, pero también es cierto
que de alguna forma fue bajo presión que cumplieron las órdenes del buen
Obispo de Chiusi, Mons. Nicolo Buonafede. La sinceridad que hubo en estas
paces, cada cual puede imaginarla.
Notas, punto 46
Entre las cartas de congratulaciones que enviaron a Ceruno, se destaca la de
la Comunidad de Tossignano, firmada por el notario Alessandro Bassi,
mencionada por Pietro Salvatore Linguerri en su libro “Cenni Storici sulla
valle del Senio”, Imola la imprenta de Giuseppe Beunacce. 1827 que en la
página 14 confirma lo relatado en el cuaderno de Tossignano al que ya nos
hemos referido. La carta está dirigida “a los ilustrísimos señores Capitanes
Raffaele Brunori, Bartolomeo Ravaglio, Vincenso de Simone Linguerri y
Taddeo Loli, consobrinos y parientes consanguíneos, señores de Cerone”Con
este dato, queda bien definido cual era el pequño grupo más notable de la
Consortería. Nos extraña no encontrar ninguna huella de los Ficchi. Ya
había empezado la ruina? (¿estaban ya en la ruina?).
Después de haber cumplido con las frases de protocolo, conviene releer esto en
la carta... “rogando al cielo por cada glorioso avance, mientras esperamos
complacidos las últimas instrucciones que nos llegarán por boca del portador
mecer Luciano, nuestro conciudadano, quedamos respetuosamente a vuestros
pies...” ¿Qué instrucciones? No es prudente darlas por escrito, mejor será a
viva voz...
La vaga respuesta de los Ceruno nos da pocas luces “... en cuanto a la
solicitud por intermedio de vuestro enviado, cuando las circunstancias así lo
requieran, estaremos siempre atentos a complacerlos”. “Rocca de Cerone, 1512-1523”. Una vaga promesa que intervendrán a su debido tiempo.
No es necesaria mucha agudeza para comprender que los Tossignanesi hacían
regularmente peticiones de ayuda para librarse del yugo de la Señoría de
87
Ricciardo Alidosi. Ricciardo, como su gente de Castel del Rio, era un pequeño
déspota. Afortunadamente para los de Tossignano, no era bien visto ni
siguiera por el Presidente que recibía continuas quejas sobre él.
Así pues, los Ceroni están en la cresta de la ola. Están en paz con los Vaini,
en gracia con el mismo Presidente al mando del cual han obedecido su
petición de paz, en buenas relaciones con la casa Sassatelli y como grupo han
dado pruebas de unidad y habilidad. Pueden ser buenos mediadores.
Pero lo que ni los Tossinanesi ni aquellos de Cerone han entendido, es que
sobre el fuego de su rebelión ante Ricciardo, sopla nuestro Ramazzotto, que
justamente un mes antes de la carta mencionada, ha tenido una gran
satisfacción: la elección a Papa de Clemente VII de la casa Medici. Con tan
importante protector, Ramazzotto que ya andaba por los 60 años, aspiraba a
algo grande: ser investido con el título de Conde y Tossignano le venía muy
bien. Sus aspiraciones fueron cumplidas al cabo de siete años. El presidente
de Romagna, Lionello de Capri remueve a Alidosi usando del “beneficio de
las armas de los señores de Cerone”. Una vez despedido Ricciardo. El Papa
nombra a Ramazzotto conde de Tossignano, Fontanelice, Belvedere,
Valmaggiore, etc. Con sus propias manos, los Ceroni le habían preparado el
nido a la bestia venenosa que sería su ruina.
El hecho que protagoniza Salviati, no está muy documentado, pero debió ser
así. Tener altercados entre los ciudadanos, era demasiado invitante para los
Ceroni.
Notas, punto 47
No hay dudas que Mita trata a Ramazzotto como a un maquiavélico
señorote, que actúa en contra hasta de su propia sangre. En realidad, el
nuevo conde de Tossignano, pretendía extender los dominio de su condado
hasta Ceruno y su grupo. La llave para destruir el poder de los Ceroni, era
dividirlos. Pero no alcanzó a vivir tanto como para hacerse dueño hasta de
Casola. “Cuál era su desempeño como conde? Hay pocas referencia de
Benacci, historiador de Tossignano: “... no muy diferente fue su gobierno del
88
de Alidosi, de carácter prepotente, ambicioso, de costumbres disolutas, no
podía ser otra cosa que un patrón duro y amargado.
Notas, punto 48
Quizás nos repetimos, pero es importante subrayar que el grupo de los
Lancieri tiene su origen en Giovanni de Matteo (de Serina) a menos que se
constate que era de los Lancieri de nave, cerca de Brescia.
Giovanni tuvo una numerosa familia como lo prueba el árbol genealógico que
incluimos. De los siete varones tuvieron su orige otros tantos linajes: de
Alberto, llamado Berto, los Berti; de Paolo o Polo, los Poli, de michele
llamado marondolo, los Marondoli; de Bartolomeo llamado Ravaglio, los
Ravaglia; de Rinaldo, los Rinaldi; de Giacomo o Giacometto, los Giacometti.
Melchiorre fue sacerdote. A este grupo se agregaron como últimos parientes
los Brunori, los Baldassarri y los Loli.
Es extremadamente interesante conocer los nombres de los aliados,
especificando que:
Morando de Salvuzio es un Brunori
Ottaviano de Brucolo es un Ravaglia
Gabrone de Federico es un Giacometti
Relicho de Mero es un Loli
Ottaviano de Berto es un Berti
Uguzzone es un Rinaldi
Ottaviano de Sforzino es un Baldassarri
Babino es un Poli
Otras familias de Ceroni como los Mita, los Soglia, los Linguerri, no
participaron en la conjura ¿En qué año se produjo? Según los varios
armisticios, podríamos hablar de 1530-1531. Seguramente un domingo o día
festivo, y con muchas probabilidades en período invernal. Raffaele estaba en
cama, con fiebre alta, y los conjurados, tomando en cuenta que se usaban
largas capas con capuchón para el frío, no tuvieron problemas para esconder
bien los puñales. Nada se sabe sobre las razones inmediatas, sobre las
89
rencillas precisas, nada como se escogieron a las víctimas. Como a Mengotto
se le da el calificativo de “Ser”, se puede pensar en un notario u hombre de
cierta autoridad. A lo mejor es hermano de Gian Pietro Ficchi, propietario de
aquel gran poder de Montecatone, y al cual se decía que Ramazzotto no lo
podía tolerar. Se decía que lo tenía “atravesado en la garganta”
Vemos que las sucesivas paces pactadas o mejor dicho juramentos sacrílegos,
se hacían en la iglesita de S. Maria del Carmine al Corso. Estando en la
jurisdicción de Ramazzotto, los pobres frailes no podían negar a su Señor de
hospedar a las diferentes familias de Ceroni que convocaba al lugar. Aquí se
firmó un tratado de paz el 10 de octubre de 1531. Los Ficchi y Mita se
separan de los otros. El 13-7-1532 se firmó otro tratado, después del
asesinato de Raffaele Brunori, y un tercero, dos meses después. Da lástima
leer hoy cada uno de estos tratados. Se trata de compromisos jurados de
destruir de la manera que sea a los Ficchi, a no prestarles ningún tipo de
ayuda, empeñándose en eterno en un odio sin reservas. Asombra que para
todos estos turbios manejos se usara una iglesia.
El Convento del Corso, del cual sólo queda una fotografía de los años 30 de
algunas ruinas y un viejo pozo en desuso a la derecha bajando de Sellectra
hacia Fontana, y hacia el final de la bajada, había sido fundado hcia el XV
siglo, como un lugar de retiro para la órden carmelita. Era el período de gran
expansión de esta órden y había llegado hasta nuestras montañas. El
convento se clausuró en 1783, no se sabe si con razón o por una tontería, la
cosa es que los superiores de la órden consideraron que la vida religiosa
transcurrida en una zona tan desolada, había perdido simpleza y frescura. Se
recuerda que en los últimos años, los frailes se trasladaban a menudo sin
ábitos y que se habían apasionado demasiado a la caza. Este convento tuvo
su momento de gloria cuando el Papa Giulio II se detuvo ahí para reponerse
un poco, en octubre del 1506, cuando vino con su corte de Cardenales desde
Palazzuolo a Tossignano. Se reunió entorno mucha gente a quienes el Papa
dio su bendición antes de proseguir su viaje al vecino Tossignano.
90
Notas, punto 50
Sobre las movidas financieras de Ramazzotto, Mita parece un poco confuso.
En el fondo, debía pagar al Fisco 1127 escudos por el poderío que compraba,
pero al final, sacando dinero de las multas que conseguía por promesas no
cumplidas de los Ficchi y los Lancieri, finalmente se guardó esos dineros y
sólo pagó 700 escudos al Fisco.
Notas, punto 51
Ya hemos aludido al deseo de Ramazzotto de ser conde también del valle del
Senio, pero no siempre se puede realizar todos los deseos y a pesar de todo su
poder no le había resultado.
El 14 de enero de 1532, el Papa nombró conde del Valle del Senio al los
Calderini de Bologna, una ilustre familia que desde hacía tiempo tenía tierras
en el valle. Al suprimirse la Abadía de Valsenio, habían quedado muchos
terrenos que se dieron en arriendo transformándose así en propiedad privada.
A lo mejor los Medici tenían compromisos con los Calderini y para
Ramazzotto fue un duro golpe ver que su condado terminaba al Corso de
Montebattaglia.
A Domenico María Calderini y a su sobrino Lodovico, el Papa Clemente VII
les asignó todo el territorio comprendido desde Caltelpagano, Montefiore,
(valle de la Cestina) Baffadi, Casola, Prugno, Valsenio, Mongardino hasta
Settefonti. Los Calderini tenían su palacio en la Buratta. Vinieron desde
Bologna a tomar posesión de su nuevo condado, trámite que dejaron en
manos, al inicio, de Valerio Passeri, de Tossignano y después fue su
administrador el boloñese Urzo Caccianemici. Fue un condado de poca
duración, debido a que Imola, que se había visto empobrecida a causa de las
continuas divisiones de sus campos, había iniciado un litigio sin fin con la
Santa Sede para recuperar la posesión de Casola para recuperar la posesión de
Casola y sus alrededores.
Después de apenas cinco años, el condado se acabó.
91
Regresando al relato de los nuestros, la decisión de emigrar de los Ficchi, fue
la correcta. Estaban entre demasiados enemigos, ya sea en Casola como en
Tossignano. A Galbetto y Temprone, como líderes con buena fama, no les
faltaban ofertas de trabajo y eligieron cruzar los Apeninos y establecerse en
Toscana al servicio del Gran Duque.
En Marradi, donde se detuvieron sólo un día y una noche, alojaron donde los
Fabroni que eran sus parientes y amigos. Según un manuscrito inédito de don
Giovanni Antonio Linguerri, fueron espiados por un cierto Giovanni María
Manini (pág. 217) que se había encaramado en un parrón y llegado hasta la
ventana de la pieza donde estaba el grupo poniéndose de acuerdo para su
viaje. De este modo, los Lancieri fueron advertidos y ya desde algunos días
les estaban siguiendo la pista como sabuesos.
La matanza de Biforco impresionó a todos y en vez de aplacar los odios, los
aumentó.
En el valle no quedó ningún descendiente de los Ficchi y por lo que se,
también actualmente no existen rastros een la provincia de esta familia.
Hay recuerdos de un ingeniero Ficchi autor del proyecto de villa Spada de
Brisighella, y de un pintor boloñés, citado por Meloni en sus memorias, que
decoró la capilla de la Madonna del Rosario en San Domenico de Imola. Es
difícil aseverar que descendieron de los nuestros.
Notas, puntos 52-53
Junto a los Ficchi, también emigraron los Mita. De estos, es un poco más
fácil seguir sus rastros. Una parte se fue hacia el valle de Lamone y la otra
hacia el de Santerno.
Nuestro Mita, que conserva recuerdos de familia, asegura que por un breve
período, los suyos permanecieron como custodios de la fortaleza de
Montebattaglia, a las órdenes del conde Bonmercati.
92
En 1538 los encontramos en Osta de Castel del Rio y más tarde en
Fontanelice, y casi al mismo tiempo, en Tossignano. La dificultad en las
investigaciones se ve aumentada debido a que diversas familias abandonaron
el apellido Mita para asumir el de Vighi o Vicchi que viene de un cierto Vigo
Ficchi. Sobre la discusión que en el siglo pasado se produjo entre Vesi de
Fontanelice y Benacci de Tossignano, sobre la verdera patria de nuestro don
Mita (“Dichiarazione de Giuseppe Benacci intorno al ragionamento di
Antonio Vesi sulla vera terra natale del Sacerdore Domenico Mita”. Faenza,
presso Montanari e Marabini 1840, debemos darle la razon a los dos,
especificando eso si que si Tossignano fue su pueblo de adopcio’n por haber
vivido allí desde su juventud, no es menos cierto que nació en Fontanelice y
ahí fue bautizado. Lo que nos extraña es como los dos historiadores no han
logrado conocer el verdadero apellido de la madre. Los dos se equivocan. La
madre de don Domenico Mita era una Bertozzi, como su propio hijo lo
escribe con su bella caligrafía en el registro de los difuntos de Settefonti,
donde precisamente murió Bartolomea Bertozzi.
Regresando a las hostilidades tenemos que constatar que los Ceroni no
bromeaban. Según el juicio despiadado del historiador Francesco
Guicciardini, que debió conocerlos por sus interminables disputas en los
tiempos que el mismo fue Presidente de Romagna, Los Ceroni fueron:
“bestiales, mortíferos... dispuestos a cualquier maldad”. (obra inédita, vol.
IX, pág. 287). Cuando tiene oportunidad de hablar... echa pestes.
Seguramente tuvo más de un desencuentro con ellos... En la furia de enlodar
a los Ficchi, aparece ahora un nombre curioso: Silvestro Calamelli. ¿Sería éste
el verdadero apellido de los Ficchi? Ciertamente, dicen los adversarios; así se
llamaba un oscuro soldado. Pero probablemente la verdad es más simple.
Entre un soldado de la fortaleza de Calamello, a lo mejor llamado Silvestro y
una muchacha de Ceruno, hubo un matrimonio que unió a las dos familias,
dando inicio a la Consortería. Y el escudo fue común y por supuesto sin la
venda transversal.
El escudo original del que dan fe los Tozzoni de Imola, era con fondo azul;
más adelante, las diferentes familias quisieron distinguirse entre ellas,
93
cambiando el color: los Rinaldi con fondo rojo, los Poli, fondo dorado y los
Soglia, fondo verde. El resto de las familias mantuvieron el azul, y los tres
lirios en la parte superior y el cuarto en la pata del ciervo.
Notas, punto 54
1534. con el advenimiento al solio pontificio de Alessandro Farnese, (Paolo
III) empieza a apagarse la buena estrella de Ramazzotto. El nuevo Papa es
ciertamente contrario al pulular de tantos condes, condados y propiedades
diversas que entorpecen el buen gobierno. Pronto suprimirá pacíficamente la
de los Calderini, y un poco más bruscamente, aquella de Ramazzotto, el cual
en verdad, ya estaba dando demasiados quebraderos de cabeza al Presidente
Mons. Gregorio Magalotti obispo de Chiusi. Uno de los últimos delitos que
hizo rebalzar el vaso, fue la matanza de la familia de Francesco Montino o
Montini de Val de Abate de Belvedere. Este era un asesino de Ramazzotto
que frecuentaba el palacio de Tossignano donde vivía el conde con su hija
Attilia. Tendamos un piadoso velo sobre el comportamiento frívolo de la
dama o del soldado, pero, el pobre Francesco, acusado de violencia en sus
relaciones con la hija del conde, tuvo que soportar una muerte atroz por la
presunta culpabilidad. Triste espectáculo, colgado de los pies desde una
ventana de la fortaleza; pero lo peor se supo unos días después: toda la
familia Montini había sido asesinada, incluso los ancianos, mujeres y niños.
Llamado a comparecer ante el Presidente, por éste y otros varios delitos,
Ramazzotto creyó librarse, alejándose más allá de los confines del estado
pontificio. Condenado por rebeldía, escapó a la justicia pontificia,
escondiéndose en casa de la hija de Attilia que se había casado mientras
tanto con un Adamo de Baldo Pagnoni de los Valles cerca de Pietramala,
vale decir, en territorios toscano. En Tossignano había dejado a un sobrino,
Cornelio de Michelino quien intentó una cierta resistencia apenas las tropas
del Presidente de Romagna, invadieron el pueblo. Luego, a los primeros
disparos de artillería, Cornelio se rindió, y todo lo que había sido de
Ramazzotto fue confiscado: el palacio, muebles, bienes, etc. Además
Ramazzotto había sido excomulgado, así que cuando murió, probablemente
en Scaperia, no encontró sepultura eclesiástica. Había hecho su testamento
94
con el Notario Ser Bernardo de Benedetto Betti, el 13 de agosto de 1539.
Murió un día después.
Don Stefano Casini, en su “Dizionario Biografico, Geografico e Storico del
Comune di Firenzuola” se refiere a este testamento. De él se desprende que
Ramazzotto tuvo un hijo, Pompeo, muerto ya en 1539, el cual dejó una
viuda, Gineva de Bologna, y dos hijos hombres: Alessandro y Ramazzottino.
También dejó dos hijas Lucia la viuda de Raffaele Brunori Ceroni del cual
tuvo a u hijo Marcantonio, muerto en 1590, padre de Mario, muerto en
1623. Attilia, esposa de Adamo de Baldi Pagnoni, tuvo cuatro hijos:
Pompeo, Sforza, Cesare y Ramazzotto. Hijas y nietos serán sus herederos
universales. Sólo después de mucho tiempo, Ramazzotto absuelto de la
censura, pudo tener digna sepultura en Bologna.
Notas, punto 55
Con la muerte de Ramazzotto, se podría esperar un período de paz entre los
Ceroni; pero ya la nefasta y mala planta de la discordia, había echado
profundas raíces en la familia.
En 1552 cuando el Cardenal de San Giorgio, Girolamo Ricenati, Legado, se
vió en la necesidad de apaciguar a faenza, convulsionada con un intento de
sublevación militar, acudió a las compañías del territorio. Y bien, los Ceroni
enrolados aún llegaban a unas trescientas personas. Cuando los Ceroni tenían
oportunidad de desahogarse de sus energías prepotentes en los campos de
batalla, había paz entre ellos, pero cuando se encontraban tranquilos a
orillas del Senio, se despertaban invariablemente feroces rivalidades entre los
caseríos (aldeas).
Ya alejados los Ficchi, quedaron dos familias en lucha permanente entre
ellas. ¿era por la supremacía? ¿o por cualquier insignificante delito por
fútiles motivos? Es difícil decirlo. Ahora se combatían ferozmente los
Rinaldi y los Ravaglia. En 18 meses 20 muertos. Más de uno al mes. Los
diferentes grupos se devoran entre ellos. Y así se cumple la profesía de
Ricciardo Alidosi.
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Notas, puntos 56-57
Y así hemos llegado hacia el 1560. Recordemos brevemente que a Giulio III
sucedió Marcello II por sólo 21 días y a este Paolo IV y luego Pio IV, un
Medici de Milano, que se decía era pariente del Granduca de Toscana. Esta
parentela permitó que con el trágico hecho en Marradi, el asesinato de
Pellinguerra, amigo del Granduca, estallara la tempestad de la represión
definitiva de los Ceroni. Hasta cuando las fuerzas pontificias y toscanas se
mantuvieron disgustadas entre ellas, los Ceroni tenían buen juego, con su
altanería burlesca. Si eran perseguidos de una parte, se trasladaban a otra,
viviendo como caballeros entre los 2 estados. Pero sucedió que las fuerzas se
pusieron de acuerdo, (pontificias y toscanas) y así llegó el fin.
La represión se desencadenó desde el 1° al 14 de septiembre de 1563. Guiaba
el operativo el Toscano Angelo Guicciardini, hermano del más conocido
Francesco. Dalmonte comandaba las tropas pontificias. Ante lo inevitable de
la invasión, hubo quienes hablaron de huir del valle, como los dos Ravaglia,
Bartolomeo y Lorenzo, quienes confiados en la hospitalidad de esa triste
figura que fue Ciro Alidosi, escaparon a Castel del Rio. Ciro los traicionó,
entregándolos a los florentino que los decapitaron.
Sobre esta explicación arrasadora, quedan algunas cartas que enviaba desde
el lugar Guicciardini al Granduca de Florencia. Son interesantes porque
revelan que de parte de las tropas pontificias eran más benevolentes y se
dejaba escapar impunemente a los asaltados.
En todo caso, se arrasó con todo, por las dos partes. El pueblo quedó
postrado. Las casas incendiadas fueron muchas. La resistencia, si es que la
hubo, tuvo que ser insignificante.
Muchos prisioneros atravesaron los Apeninos para repletar las cárceles de
Florencia. Sólo después de la muerte de Cosimo el grande, y con la llegada de
Francesco I, los Ceroni reencontraron un poco de tranquilidad. Estaban
ahora ligados doblemente a Florencia. Serán desde ahora en adelante uno de
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los tantos grupos válidos para el enrolamiento, pero la antigua gloria de la
consortería de los Ceroni, se había apagado para siempre.
Y así termina la vieja historia de Domenico Mita que hace la invitación a
cuantos quieran completarla o profundizar más, a tratar de investigar con
más deligencia.
He tenido la tentación de secundarlo un poco.
Nota: no he creído necesario transcribir las cartas que se agregan al final del
libro, mandadas los días de la represión por Guicciardini al Granduca de
Firenza. Se encuentran en el archivo de estado de esa ciudad. Son cuatro
cartas con detallados, latosos y dudosos relatos de las operaciones. Sigue la
traducción de un apéndice (agregado).
Margherita Ceroni
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Agregamos estos datos al texto original, precisando que probablemente son de
otro autor.
En la más antigua trancripción que se conocen del manuscrito de don
Domenico Mita, que es del 3 de enero de 1719, protocolizada por el notario
Giovanni Pánfilo de Giovanni Sannocchia de Tossignano que asegura de
haberla controlado palabra por palabra del original, se encuentra un
agregado escrito por la misma mano que dice:
“Sequitur Catalogus Ceroniensium qui litteris, armisve insignes fuere quórum
penes me memoria extal”. Quiere decir que como al traductor le quedan más
memorias o documentación de insignes Ceronis que se han distinguido en las
letras o en las armas, agrega esta información.
Giovanni Ceroni, Rector de Roma en 1351
BRUNORI
Brunorio: conductor de milicia en la República di Firenze en 1480.
Raffaele y Giacomo, su hijo, capitanes de milicias, uno de Venecia y el otro
para la iglesia contra los turcos en Pannonia
Mario, segundo hijo de Marcantonio, comandante de milicias por tierra y por
mar para el Granduca de Toscana.
Gentile, tercer hijo de Marcantonio, prefecto de coraceros para la República
Veneta.
Morando, Capitán para la iglesia y el rey de Francia, bajo Pietro Strozzi.
RINALDI
Compadretto y Rinaldo capitanes de soldados para la iglesia, Papa Giulio II,
1510.
Dorio, padre e hijos doctores en leyes y a menudo magistrados.
Orazio, hombre de gran autoridad y riqueza.
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Aurelio I.U.D.: abogado y magistrado.
Camillo y Paolo, hijos de Rinaldo, doctores en leyes.
Padre Pietro Martire, O.P. doctor en teología e inquisidor de Cremona y de la
Romagna.
Battista de Antenore, procurador en Roma.
Lorenzo, procurador en Ravenna.
Padre Gian Battista, conventual, doctor en Teología y famoso predicador en
1670
BERTI
Tomassino, capitán de soldados, para Firanze
Stefano, capitán para el rey de Francia en Liguria
Andrea, J.U.D.: canónico de Loreto
Angelo su sobrino, J.U.D.
FICCHI
Son comandantes de militares:
Peruccino por Venecia, alrededor de 1404
Nuzio y su hijo para el rey de Francia
Tino, su nieto, para el duque de Calabria y la iglesia
Gianantonio, llamado Bellone, bisnieto para Venecia, Lombardía y Ravenna,
jefe de infantería, y nombrado en el libro rojo de la república Veneta.
Nuzio, hijo del bisnieto para el rey de Francia, bajo Pietro Strozzi.
Antonio llamado Galbetto y Ettore llamado Temprone, destinados como
capitanes en Firenza.
Tesuccio de Catone, para la iglesia y Venecia
Sebastiano, llamado Checche, prefecto de soldados en la guardia de Leone X y
Clemente VII, y castellano de Forli.
Giovanni Battista, su hijo, para el rey de Francia, bajo Strozzi
El reverendísimo padre Agostino de Castel
Gidardo, famosísimo predicador y Obispo de Gravina, sobrino de Matteo
Ficchi de Ceruno que había emigrado en el Piceno en 1531
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Bernardo Ficchi, hombre rico y piadoso, que había edificado un oratorio
junto a las murallas de Modigliana, dotándolo de mucha tierras y dejando
como heredero del oratorio a la congregación del Buon Gesú de Ravenna
MITA (que derivan del los Ficchi)
Fra Angelo de Imola, de la órden franciscana de observancia estricta y
santidad de vida.
Fra Francesco, capellán, predicador
Cesare, famoso procurador y hombre de leyes para la Curia de Bologna y con
otro Cesare, abogado, en los años 1690.
Vergone, de Dionisio, valiente soldado, célebre por la victoria del desafío de
1570.
POLI
Marcello y Ottavio, hijos de Pietro, capitanes de tropa para Venecia, en
Grecia y Creta.
Orazio, J.U.D. y Canónico de la catedral de Imola
Padre Pietro, O.P. célebre doctor en teología y predicador
Bernando J.U.D. abogado en la curia de Imola
Scevola, doctor en filosofía y medicina y hermano de Paolo J.U.D. abogado
en la curia de Imola
RAVAGLIA
Alessandro, capitán de tropas para Venecia
Giovanni Battista, capitán en Venecia y Firenza
Giacomo J.U.D. procurador en Bologna
BALDASSARRI
Sforzino, párroco muy instruido
100
LOLI
Toniolo, conductor de soldados para el rey de Francia.
Giacomo, jefe de tropas para la iglesia
Domenico J.U.D. padioso y erudito párroco de Casola Valsenio
DA LA SOGLIA
Girolamo, jefe de tropas para Venecia, valiente soldado en la batalla de
Lepanto en 1571
Siempre como apéndice a la misma transcripción del 1719 se reportan un par
de páginas donde se escribe minuciosamente cuanto ya se sabe sobre el origen
del grupo de Cerina, (aquí se dice directamente de Lepreno en Val Brembana)
y de la famosa batalla con los Dalla Torre de Milano, ganada por los Ceroni
que eran guiados por Antonio, se relatan el episodio de la liebre blanca, de la
estratagema de las antorchas y tambores, de los toneles llenos de piedra
rodando cerro abajo, y sobre todo del milagro de la imagen de S. Giacomo que,
golpeada por un soldado, empezó a sangrar.
También se recuerda el parentesco con los de Brescia (Brusati) y aquellos de
Crema (Benzoni).
A nosotros nos queda finalmente, copiar el título de estas páginas:
“Infrascriptam Chronicam fuisse a cap. Raphaele cap. Ni marci Antoni
Ceroni filio de Lombardia de anno 1581 ad pagum Ciruni traslata ut refert
P. Ángelus Jacometti ord. Min. Ob. S. Francisci in ejus manuscripta de
Ceroniana Gente historia vulgari idiommate exposita anno 1608. Por lo
tanto, dos cosas:
1.- que existía una crónica escrita en lengua latina antes de 1608, novedad
absoluta. No es por lo tanto Mita el primer historiador de los Ceroni.
2.- que el padre Angelo Giacometti ha traducido en vulgar, esto es, en
italiano, dicha historioa de la cual nadie ha visto una copia.
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Ni siquiera las traducciones son por lo tanto, una novedad. Si aceptamos la
veracidad de esta crónica llegada a Ceruno a finales del 1500, debemos
admitir que Mita no ha podido revisar tantos documentos conservados en el
archivo de las familias Ceroni. ¿Dónde habrán ido a parar los documentos
más antiguos relativos a los Ceroni?
Por la historia de Mita tendremos que suponer que: o la familia Mita de
Tossignano que ha conservado celosamente los originales o la familia Rinaldi
de Tossignano a la cual pertenece la primera transcripción autorizada y
protocolizada por el notario Spannocchia en 1719 y considerando que viene
provista de un árbol genealógico que aquí se agrega incerto en dicha familia,
ambas han poseído muchos documentos pero no han permitido su publicación.
En el archivo de don Giovanni Antonio Linguerri, el Cardenal Soglia ha
encontrado sólo esta traducción. Seguramente también él ha buscado en vano
el original.
Yo que igualmente he tenido en mis manos no menos de tres o cuatro
transcripciones de la misma historia de Mita, no habría llegado a aquella de
1719, sino fuera por una curiosa circunstancia, como si el buen Cardenal
hubiese querido darme una mano.
Domenico Menetti
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