TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 15 de agosto de 2015 04 | COMPORTAMIENTO Más emoción en el vino chileno Hace pocos años la escena del vino local era calificada de predecible y muy formal. Ahora en cambio son tiempos agitados. Probablemente más que en toda su historia. Viñateros independientes, viñas grandes que se despeinan, nuevos valles, nuevas fronteras, rescate de cepas y tradiciones antiguas y una percepción internacional que valida y celebra este entretenido panorama. POR: U chos productores, tituló su informe como “The Newer Chile” (“El Chile más nuevo”) y le dió algunos de sus mejores puntajes a etiquetas como Bodegas RE, Clos de Fous, Ribera del Lago, Calyptra, Montsecano o Maitía Aupa (este último, un pipeño). Ninguna de ellas había sido antes siquiera mencionada en Wine Advocate. Y cada una, a su modo, venía desde hace un tiempo abriendo nuevos caminos para el vino local. Además, subrayó que viñas chilenas ya conocidas, como Undurraga o De Martino, podrían haberse perfectamente cambiado el nombre, porque lo que estaban haciendo hoy poco tenía que ver con su pasado. “Bienvenidos al futuro”, escribió, celebrando el panorama. Las transformaciones atraviesan toda la industria, reflexiona hoy. “No es algo solo de los pequeños como MOVI o Vigno [asociaciones de viñateros más independientes]. Los grandes también están cambiando”. El especialista británico Peter Richards, presentador de la BBC y autor del libro The Wines of Chile (2006), no esconde su entusiasmo respecto a esta reciente evolución. “Ha sido rápida, frenética y fascinante”, cuenta desde Inglaterra. “Debe ser una de las escenas más convincentes mueven rápido como lanchas. “Cada año aparecen nuevos vinos, nuevos estilos y nuevos rincones de Chile que se van descubriendo. Fascinante”, dice Eduardo Brethauer, editor de la revista Vitis, quien pronto publicará Vinos con cuento, un libro que pretende en parte cristalizar este nuevo panorama. Esta nueva escena está siendo celebrada por algunos de los críticos más gravitantes del mundo. Uno de ellos, al español Luis Gutiérrez, tiene una historia singular. Apenas lo contrataron hace dos años en The Wine Advocate (la publicación del influyente crítico Robert Parker) para ser quien evalúe los vinos chilenos, se compró todos los libros que encontró del tema y se puso de cabeza a estudiar, organizado como el ingeniero que es. Pero cuando pisó territorio chileno el año pasado se topó con otra cosa. “Un Chile que no estaba en los libros. Un momento de cambio en el que se está no sólo cuestionando cómo se hacen las cosas. Se están buscando sitios nuevos, maneras nuevas, climas más frescos, darle valor a lo que ya se tiene, como el carignan del Maule o la cepa país. No sólo seguir recetas”, dice. Gutiérrez, tras catar más de 700 vinos y reunirse con mu- del planeta en este momento”. Su compatriota, la crítica Jancis Robinson —para algunos, la voz más influyente hoy en el mundo del vino— no opina distinto. “La escena del vino chileno se ha vuelto repentinamente emocionante, sólo en unos pocos años, después de haber sido bastante predecible por una o dos décadas”, sostiene. Dentro de todos los giros de la industria, la mayoría de los expertos destaca el rescate que se está haciendo de olvidadas zonas del sur del país. En especial, de valles como Maule e Itata y sus sectores con viñedos antiguos, de secano (sin riego), donde hoy se hacen vinos muy serios con uvas por años menospreciadas como carignan, país, cinsault o moscatel. Cepas que presuntamente no eran “finas”, como las francesas por todos conocidas. “De algún modo la rehabilitación de Maule e Itata es el acontecimiento más significativo porque es único de Chile”, opina Robinson. La británica, que también vino en el último año y escribió sobre su experiencia para el Financial Times, destacó varios vinos característicos de este “Nuevo Chile” (título de su artículo), entre ellos el moscatel de viña Koyle (la viña que los Un- FOTO: VIÑA CASA SILVA FOTO: VIÑA CONCHA Y TORO n aficionado entra a una tienda especializada en vinos el año 2005. La oferta de etiquetas no es poca. Es, de hecho, abundante. Pero esa supuesta variedad de nombres y colores es, en el fondo, un espejismo. Detrás de ellas se encuentran varios buenos vinos, pero se parecen entre sí y son casi todos de un mismo estilo. Cuesta distinguirlos. Y en la copa, Chile no es largo como en el mapa, sino que corto y acotado a dos o tres regiones. Encima mucho más angosto de lo que, por naturaleza, es. Diez años después esa historia no podría repetirse. En una década el panorama es otro. Se producen vinos de cordillera a mar. De cepas que antes nadie hablaba. En el norte se han afianzado los valles del Limarí y Elqui, e incluso se hacen vinos en el desierto (Tara, de Ventisquero). Y en el sur, más allá del Biobío hay un valle llamado Malleco y algunos se atreven a hacer vinos en Lago Ranco (Casa Silva). Los productores también son otros. Hay cada vez más alegres viñateros independientes, haciendo vinos que disfrutan. Aunque las grandes bodegas también cambiaron. Se olvidaron de que son unos buques y se Cristóbal Fredes RR En Lago Ranco viña Casa Silva tiene uno de los viñedos más australes. RR Viejas parras de uva país con las que se hace Marqués de Casa Concha.