Documento 7503283

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PREGÓN SEMANA SANTA 2016
AGRADECIMIENTOS
El pasado octubre, a propuesta de tres hermandades, la Junta de Cofradías me eligió
para ser pregonero de la Semana Santa de 2016. Mi agradecimiento de corazón a
toda su Junta de Diputación.
Lo he dicho desde que se me nombró pregonero: no soy literato, periodista ni erudito;
pero soy un humilde Conquense Nazareno que vive la Semana Santa todo el año
desde la Fe, la Devoción y la Pasión, y desde ahí voy a intentar hacer este pregón.
Gracias Noelia por tus palabras.
Quiero dedicar este pregón a mi familia.
A mis padres, que sin tener ningún vínculo con la Semana Santa, se preocuparon de
inscribirme y vincularme en mis hermandades y sacarme en las procesiones, en una
palabra, de hacerme nazareno. En especial a mi madre que me estará escuchando
desde el cielo.
A mi mujer, hija de nazareno, ella nazarena, esposa, madre y abuela de nazarenos.
Ella, como cualquier mujer de Cuenca que vive la Semana Santa, se encarga de todo:
preparativos de túnicas, capuces, escudos, guantes… Sin su silencioso trabajo nada
sería igual. Sirva esta pequeña dedicatoria como homenaje a todas las esposas,
madres y abuelas de nazarenos por su dedicación a la Semana Santa.
A mis hijos. El mayor, nazareno de gorra de plato, como denominó Antonio Pérez
Valero en su pregón a los músicos de la banda de Cuenca, que no ha dejado ni su
capuz ni su horquilla el Miércoles y Viernes Santo siempre que se lo permiten sus
obligaciones con la banda.
De mi otro hijo, tengo un amigo que me dice, “este te ha salido nazareno, nazareno” y
en verdad, a pesar de su juventud, lleva ya tiempo implicado en la Junta Directiva del
Ecce Homo de San Miguel. Actualmente es el representante. Hace diez años, en una
conversación entre nazarenos debatiendo sobre temas de desfile, le dije que se
involucraba demasiado y su respuesta fue: “Si no me hubieras enseñado y metido en
este mundo, no sería así”. Y me sentí orgulloso y emocionado, como cualquier
nazareno al que su hijo le hubiera dicho lo mismo.
A mi pequeño nieto, a quien entre todos le hemos inculcado el amor a la Semana
Santa desde que tenía meses. El pasado Jueves Santo me llamó por teléfono y me
dijo: “Abuelo, que anoche no rompí la tulipa”, porque anteriormente yo le había dicho
que tuviera cuidado que la había usado su padre y su tío y ellos no la habían roto.
También orgullo de abuelo que si Dios quiere el próximo año seremos uno más.
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PRÓLOGO
Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Obispo, Presidente de la Junta de Cofradías, Vicario
General de la Diócesis, amigos y compañeros de la Comisión Ejecutiva y Junta de
Diputación, Directivos de las diferentes hermandades, Autoridades, Nazarenos,
Señoras y Señores, querida familia.
Tengo como compañero de escenario a esta preciosa talla del Ecce Homo de San
Miguel al cual me gustaría dirigirme:
Ecce Homo, aquí tienes a este hombre
que te quiere y que te ama
que te reza y te suplica
y duelen las veinte espinas
que sangran en tu cabeza.
Ecce Homo, Señor de San Miguel
que pagaste por las culpas de nosotros
ayúdame en este, mi pregón
y tuyo también.
No puedo comenzar este pregón sin antes recordar una efeméride muy importante.
Hoy se cumplen 19 años, fue también un 18 de Marzo de 1997, cuando Monseñor
Guerra Campos, Obispo emérito, que en Paz Descanse, hizo su pregón con Él delante
(señalando al Ecce Homo), pero aquella vez en otro escenario: el Auditorio.
El pasado mes de diciembre, con la Navidad casi en puertas, nos dejaba un
Conquense, Nazareno, Poeta, Escritor y defensor de costumbres y tradiciones de
Cuenca. Pregonero en 1980. El que fuera el ideólogo de que el pregón se celebrara
aquí, en esta antigua Iglesia y con Él delante. Han pasado 36 años. Me refiero al gran
José Luis Lucas Aledón. Sé que desde allá arriba me estás escuchando.
Lamentablemente, otro conquense, nazareno y pregonero en el año 2000, Alejandro
de la Cruz Ortiz, nos abandonaba tristemente el primer fin de semana de esta
Cuaresma. Mi recuerdo hacia él también.
Dicen que pregonar es poner en acontecimiento lo que va a ocurrir. Hoy aquí no hace
falta, todos lo sabemos, es que Cuenca, nuestra ciudad está preparada para otro año
más vivir su Semana Santa, su mayor manifestación: LA RELIGIOSA. Para vivir la
Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Lo mejor que tenemos es
nuestra Semana Santa con la grandeza de sus hermandades y sus desfiles por
nuestras calles de la parte alta y antigua y de la parte baja y moderna, en nuestras
iglesias desde la Catedral, San Pedro, San Felipe, El Salvador, San Esteban, la de
nuestra patrona la Virgen de Luz, la conventual de las Concepcionistas y la antigua de
San Andrés.
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Todo está preparado. En Cuenca se siente, se respira la mayor manifestación de Fe,
nuestra Semana Santa. Túnicas, capuces, etc tienen ya dueño, raro es el hogar donde
no hay un uniforme nazareno. Las subastas están realizadas, los pasos en andas.
Todos los artesanos hemos cumplido con los diferentes encargos de nuestras
hermandades: innovaciones, reparaciones y arreglos puntuales. Las bordadoras han
confeccionado estandartes, guiones, gualdrapas. Las floristas tienen ya ánforas,
centros repletos y adornados de flores frescas para nuestros pasos y monumentos.
Es Semana Santa.
SÍ, ES SEMANA SANTA.
Si me permitís, ya como pregonero dejaré que hable el corazón. Agradecer a la Junta
de Cofradías su trabajo y a la Comisión Ejecutiva con el presidente a la cabeza.
Gracias por vuestro trabajo. A la Junta de Diputación, esta junta joven que tenemos de
nazarenos y nazarenas con ganas de trabajar: permaneced como hasta ahora, unidos,
todos juntos mirando por la institución, en definitiva por esta Semana Santa.
Dijo San Agustín “Aquel que se pierde en su pasión pierde menos que el que pierde la
pasión”. Pues no la perdamos, ni tampoco la fe ni la devoción, pero todos juntos.
Autoridades, nuestra Semana Santa es lo más grande que tenemos. Sean del color
político que sean, piensen como piensen, sigan colaborando y apoyando a la Junta de
Cofradías de la Semana Santa, a Cuenca.
A los sacerdotes, a los curas de nuestras parroquias nazarenas, a los consiliarios.
Tengamos paciencia todos, sacerdotes y nazarenos, estamos unidos por lo mismo, el
amor a Dios, aunque sea a veces cada uno a su manera.
Como decía: todo está preparado. La banda de trompetas y tambores ya tiene listo el
repertorio, llevan ensayando muchos meses en la nave de andas, aguantando frío y
cansancio. Su director, Javier Poyatos, y los más veteranos, mentalizan a los más
jóvenes y debutantes del esfuerzo que hay que hacer desfilando de Domingo a
Domingo y sin protestar. Nos sentimos orgullosos de vosotros, gracias por vuestro
esfuerzo y tesón.
La Banda de Música de Cuenca que acabamos de escuchar, NUESTRA BANDA, los
nazarenos de gorra de plato, nuestros músicos, los de aquí. Nadie como ellos para
interpretar las marchas procesionales. Podrán actuar muchas bandas con grandes
puestas en escena, pero como la nuestra ninguna. ¿Os habéis fijado en la solapa de
su chaqueta? Llevan el escudo de Cuenca, el de nuestra ciudad. Y, ¿sabéis qué llevan
en el corazón? El escudo de las hermandades a las que pertenecen, porque son tan
nazarenos y nazarenas como el que más. No se si sabréis que aquí en Cuenca la
mayoría de los músicos no cuentan los años que llevan en la banda como en el resto
de las ciudades y pueblos, que debutan en la festividad de su patrona, Santa Cecilia,
el 22 de noviembre. No, en Cuenca lo hacen por Semana Santas desfiladas. Que
orgullo ¿verdad? Porque son nazarenos desde el Director hasta el último educando.
Gracias por todo lo que hacéis.
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También acabamos de escuchar al Coro del Conservatorio, formado también por
nazarenos y nazarenas de voces cálidas que permanecen expectantes a la llegada de
todas nuestras tallas en las escaleras de San Felipe para interpretar como solo ellos
saben nuestro Miserere o Stabat Mater. Si no estuviérais, los desfiles no serían lo
mismo. Gracias también.
Nueve días hemos estado los conquenses, hombres y mujeres, acompañando a la
Madre en su Santuario de extramuros. Nueve días viendo amanecer en la orilla del
Júcar por el Puente de los Descalzos. Todos los años los mismos devotos, pero el
tiempo no perdona y hay bajas. Hemos rezado a las llagas del Señor, escuchando al
Sacerdote en sus homilías, pidiendo por causas diferentes y cantando la Salve y el
himno.
Ayer, “Jueves de Dolores” trasladamos al Ecce Homo a ésta su antigua iglesia, para
que hoy presida este acto. Sea quien sea el pregonero, Él es testigo mudo pero no
ignorado. Un acto muy íntimo de mi hermandad que, quien les habla, lo vive con gran
satisfacción.
Hoy Viernes de Dolores le hemos rendido homenaje a la Madre, a la patrona de la
Diócesis. Todavía de noche escuchábamos la primera misa y besábamos su manto.
Toda la ciudad de Cuenca pasa por el santuario a rendirle homenaje y rezarle, es la
primera manifestación de Fe de mi Cuenca, de este pueblo nazareno.
Angustias te pusieron Angustias
Angustias por tu cara de Pena
Con tu hijo en los brazos
Y tu triste mirada.
“Tener Fe no es solamente aceptar la verdad si no adherirse a ella con la mente y el
corazón. Por la Fe el hombre se entrega libremente a Dios” dice el Papa Francisco.
En Cuenca, hay Fe, hay Pasión y hay Devoción.
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SEMANA DE PASIÓN
Comienza la semana de Pasión según Cuenca.
Y desperté una mañana
y ya era Semana Santa
Y sonaban los tambores
Incipiente primavera
De la mano de los niños
En ramos y palmas
Y Jesús en San Andrés
En borrico bajaba
Escribía el nazareno conquese José Francisco Martínez Zamora.
Es Domingo de Ramos de los años 1964 y 1965 .En la calle Caballeros, en los bajos
de la Iglesia de San Felipe se encontraba la Cruzada Eucarística. Hasta allí acudíamos
los niños y las monjas nos vestían “de samaritano” decían. Era un traje de hebreo. A la
salida en la puerta, un hombre con un hacha pequeña en la mano cortaba de una
palma las ramas y nos las daba. Unos pocos nazarenos, 12 o 14, sacaban las andas y
la imagen para montarla en la calle y, formados en las aceras, esperábamos al Señor
Obispo y un sacerdote con un megáfono decía: “Niños moved las palmas”. Era Don
Camilo.
……………….
A las nueve y media en punto de la mañana, acompañados por el Presidente Ejecutivo
de la Procesión y el Presidente de la Junta de Cofradías, los Hermanos Mayores
llaman a la puerta de la antigua iglesia de San Andrés. Comienza la procesión del
Hosanna, palabra esta que significa Salvación. Al mismo tiempo en la Calle Solera la
Banda de la Junta de Cofradías comienza a tocar, suena el primer toque de tambor de
la Semana Santa, sale Jesús Entrando en Jerusalén montado en una borrica, es el
Señor que va a entrar en nuestra Jerusalén, en nuestra Cuenca, tras Él la Madre que
ya no lo dejará. Esperanza, Pricense, de Priego donde el Stmo Cristo de la Caridad.
De allí la trajo Eduardo Ladrón de Guevara, que la quiere como lo que es, la Madre, y
que la cuida como a una hija: mantos, vestidos, andas... ¡Que más se puede pedir!
La procesión se dirige hacia la parte baja de la Ciudad. En las inmediaciones de la
iglesia de San Esteban el pueblo de Cuenca y los niños con sus padres esperan la
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"llegada del Señor, todos elegantes (nos decían de pequeños “Domingo de Ramos el
que no estrena nada se le caen las manos”) alegres, sonrientes, miran las imágenes.
Se oye a un niño que dice, “mamá mira la Borriquilla”. Qué alegría ¡Hosanna al hijo de
David! Quien les habla participa como hermano en la fila con palma acompañado estos
últimos años con y por mi nieto, disfrutando del Domingo de Ramos de MI Semana
Santa.
La procesión ya completa asciende hacia la parte antigua, se nota la alegría de este
día hasta en los banceros. La Banda de Música de Cuenca comienza a tocar.
La llegada a San Felipe es esperada por el Cabildo Catedralicio con el Señor Obispo,
revestidos para la ocasión. Todos aclaman al Señor moviendo las palmas, ¡Hosanna al
hijo de David, Hosanna! Otra vez la Fe del pueblo nazareno. Se da lectura al
Evangelio y ya comienza la Liturgia que culminará en la Santa Iglesia Catedral
Basílica.
La procesión quiere terminar, es tanta la manifestación de Fe que hay en la Plaza
Mayor, que apenas las imágenes y hermanos pueden pasar. Es el pueblo de Cuenca
otra vez. ¡Hosanna al hijo de David, paso al Rey de Israel! A los acordes del Himno
Nacional y Marcha de Infantes entran las imágenes en la Catedral. En silencio,
marcando el paso los banceros con los pies, dejan las imágenes y se abrazan con
satisfacción porque todo ha salido bien.
Pero no ha terminado, no. Sí la procesión pero el ritual continúa con la Santa Misa. La
Plaza Mayor sobrepasa su aforo, es un Domingo de Ramos, grande, feliz y de Fe. Es
el Domingo de Ramos de Cuenca.
Ya entrada la noche del Lunes Santo, una vez terminada la eucaristía, parte la
procesión de la Vera Cruz de la Santa Catedral Basílica. Siete palabras que escuchará
el pueblo de Cuenca, que vuelve hacer otra manifestación de Fe, llenando la Plaza
Mayor. Mi ciudad va a hacer penitencia. Son las palabras dirigidas a Cristo, una talla
del siglo XVIII. Negro es su uniforme, la campana avisa la llegada. Primera palabra en
la puerta de la Catedral, proclamada por el Señor Obispo, “Perdónalos Señor que no
saben lo que hacen”, y así hasta siete veces, en las puertas de iglesias y conventos.
Marca el paso un tambor destemplado. Cristo con la mirada perdida perdona, está con
todos en el paraíso, mira a las Madres de Cuenca, nos pide que no le abandonemos,
que no tengamos sed de Dios, dice que ya todo está consumado y nos pone en manos
del Padre. Es Cristo en la Cruz y en Cuenca. Tras el paso, el coro Alonso Lobo con
hábito monacal, interpreta motetes y cantos gregorianos, finalizando con el miserere.
Ya es madrugada en la puerta de la iglesia de San Esteban, donde finaliza la
procesión. Ya es Martes Santo, la Semana Santa no ha hecho nada más que empezar.
Perdón y misericordia Señor te piden tus nazarenos de Cuenca en la noche de Martes
Santo. “El perdón, es un acto de amor, misericordia y gracia. La misericordia de Dios
acaricia las heridas de nuestros pecados”. Dice el Papa Francisco en el Año de la
Misericordia.
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En los años 63-64, a media tarde acudía con mi primo al último piso del número 16 de
la Calle Cervantes, donde vivía la camarera de la hermandad de San Juan Bautista.
Allí los monaguillos éramos revestidos del uniforme nazareno de la hermandad, pero
no llevábamos capuz, era un babero con el emblema de la hermandad en el pecho.
Aquella mujer se llamaba Sagrario Delgado, su esposo Antonio Pinós, matrimonio
volcado en aquellos años con la hermandad de San Juan Bautista. Al llegar a la iglesia
nos colocaba dentro de la capilla, allí estaba Mariano Lopez Évole que junto con Pinós
eran los que llevaban la voz cantante de la hermandad y un jovencísimo Pedro Lucas
que ya colaboraba. Gente muy comprometida.
Cuando el paso salía a la calle Sagrario nos ubicaba delante de la imagen y le
encargaba al hermano mayor que nos cuidara, nos juntaba las manos y nos decía que
fuéramos así durante todo el recorrido. Hace tiempo que falleció, pocos le han
reconocido su labor, ni la de su marido, la de Mariano López Évole, la de Pedro Lucas,
sirvan estas palabras de este humilde pregón de recuerdo hacia todos ellos.
A las siete de la tarde, vestido con mi uniforme de San Juan Bautista, me acerco a la
iglesia del Salvador. En la puerta saludo a los hermanos que esperan. Dentro, la
imagen está preparada. Veo al hermano y amigo José Ramón y quedamos para
colocarnos juntos en la fila, en el banzo mi hijo y el suyo, esperando a ver si nos dejan
alguna tirada. Saco las horquillas colaborando en la puerta, que todos los años me lo
pide el actual capataz de banceros y amigo, Julián Lucas.
Es Juan el Bautista, el precursor, el más grande nacido de mujer, el primero en pedir
perdón. Sobre andas de olivo, hechas por las manos artesanas en el taller de los
hermanos Gallego. Engrandecidas por unos grupos de forja de Victoriano Carbonero,
hermano también de la hermandad, grupos durante un tiempo apartados y
recuperados después, sobrios, que enaltecen el paso. A golpe de horquilla San Juan
camina hacia la Plaza Mayor y suenan las trompetas heráldicas.
Juan, a sus pies un cordero. Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo, sobre el gallardete de la mano izquierda y con el índice de la derecha, señala.
Son mis hermanos del Cristo de la Luz los que portan a hombros a María Magdalena,
que pide perdón y misericordia.
Escuela de banceros de la hermandad del Cristo de la Luz. Yo también aprendí en su
día con María Magdalena en los años 70 con mis amigos Oscar y César. Son los más
jóvenes acompañados de veteranos que se resisten a marcharse, dulce su desfile
siempre.
Buenos capataces con experiencia Modesto Pérez y José Luis Llandres que en paz
descansen y Antonio Armero Patiño en la actualidad. Fueron muchos los vestidos que
lució hace años cada Martes Santo, siendo motivo de incertidumbre para los hermanos
y espectadores saber cual tocaría en cada procesión; fueron diseñados,
confeccionados y donados por el matrimonio Emilio y Matilde, era su Magdalena, era
como una hija.
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Es la Magdalena la que ungió al Señor de perfume, y la que ya, al igual que la Madre,
no lo abandonará.
En la antigua iglesia de San Andrés espera la Virgen, María Santísima de la
Esperanza, ¡otra vez la Madre! Recuerdo cuando recibía culto en la capilla junto al
Salvador y desde allí partía en procesión, esperando en la plaza que lleva su nombre.
¡Silencio! Ante un motete del coro y Ella mirando al cielo de Cuenca, pide a sus
hermanos que perdonen.
La procesión asciende hacia la Plaza Mayor y a la llegada a San Felipe, capuces
granates inundan la calle, son los esclavos de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli,
ante Él piden perdón y misericordia por sus pecados. Coronado de espinas, tez
morena, larga melena: oraciones, peticiones y sacrificios. Es el Señor que a los
acordes del himno nacional se incorpora a la procesión, tras Él los penitentes.
Penitentes que me recuerdan mucho a mi visita anual al Santuario de Lourdes con la
hospitalidad de Cuenca, en peregrinación. Allí, en la gruta, ves a gente de todas las
nacionalidades, edades, con situaciones de todo tipo que pasan por debajo de la
Madre con velas, rezando... hay tantas cosas que pedir a la Virgen, al Señor, al Jesús
de Medinaceli de Cuenca, de Madrid, del mundo... ¡A DIOS!
Penitentes de nuestra Semana Santa que con fe acompañáis a nuestras imágenes:
pedid, pedid por todos, pedid por este pueblo nazareno.
Perdón y misericordia, es Martes Santo, Señor.
Por la calle de San Pedro se escucha la marcha de Fernando Ugeda, Bautizando a
Jesús. El Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo ha abandonado la iglesia de San
Pedro para incorporarse a la procesión del Perdón.
El Señor que se ha puesto en la cola de los pecadores para ser bautizado por Juan.
Se abrieron los cielos
Y descendió el Espíritu Santo sobre Él
Y una voz desde el cielo dijo
Y desde el cielo se escuchó
Tú eres mi hijo, mi hijo amado
En ti tengo mis complacencias
En ti me complazco
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Entra la madrugada y el Perdón toca a su fin.
“El silencio es el elemento en el que se forman todas las cosas grandes” dijo un
historiador escocés. Es Miércoles Santo, es día importante para este nazareno. Hay
algo grande, la procesión del Silencio, lo acompaño a ÉL, al Señor de San Miguel.
Durante los años 64-65 todos los Miércoles Santos mi madre me acercaba al Salvador
para salir acompañándolo. No lo hacía con mucho agrado pues llevaba una túnica de
cola.
Unos años después, a media tarde, acudía a la imprenta Minerva situada en la Plaza
de Cánovas. Era su dueño Aurelio Martínez Velasco, por aquellos años el Secretario
de la hermandad, testigo que con el paso de los años recogería su hijo Aurelio
Martínez Pérez. Al final del local la mujer y madre Angustias Pérez preparaba las
túnicas y las capas, hacía de todo por las hermandades del Ecce Homo y de Jesús
con la Caña. Me colocaba la túnica, me la sujetaba con alfileres y decía “te está un
poco grande, pero bueno, con la capa no se nota”. Salía en procesión como se suele
decir de prestado, todo me lo dejaba ella, hasta el cartón del capuz.
Ya en San Pedro me decían lo que me tocaba portar en la procesión: bien estandarte o
farol, yo nunca subastaba. El hermano Santos Cañas llevaba el Guión dejando los
demás enseres para los jóvenes. Así estuve varios años. Tal era la confianza que un
año subastaron todo y me quedé sin salir... ¡qué disgusto! Al año siguiente mi madre
hizo dos túnicas, una para mi hermana y otra para mi, y hasta ahora.
En la actualidad, es alrededor de las seis de la tarde cuando me visto con el uniforme
de la hermandad y me acerco a San Esteban porque me gusta ver salir la procesión.
La Oración del Huerto, el primer grupo escultórico de la noche de los olivos que salen
a la calle para unirse a los chopos, al árbol del amor y la hiedra de la calle Alfonso VIII.
Blanco el capuz en la noche blanca de Cuenca, silencio piden los hermanos del
Huerto. “Padre mío aparta de mi este cáliz” El ángel guarda silencio con el cáliz en su
mano, el silencio es total, los apóstoles duermen, solo se oyen las horquillas de los
banceros.
“Al que yo bese, ese es, prendedle”. Es el Prendimiento, con un beso me vendes. Es
el Beso, así le gusta a sus hermanos denominarlo, el Beso de Judas. Blanco sobre
blanco, otra vez el olivo, ramas frescas cogidas en nuestro campo, andas de los
hermanos Pérez del Moral, Nemesio y Modesto, talladas por sus manos en maderas
de nuestros montes.
Unos versos de David Prieto reflejan este pasaje:
Un beso de prendimiento
Cantó el metálico badajo
Tres veces
Treinta golpes secos sin aliento
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Las hermandades emprenden su recorrido hacia la Plaza y me dirijo hacia San Pedro
en busca de mi hermandad. Al pasar por la plaza del Salvador, en la puerta de la
iglesia, preparados para su incorporación la Hermandad de Ntra. Sra. De la Amargura
con San Juan. Es la Madre con el discípulo amado que ya no lo dejará. La Madre del
silencio en su amargura, afligida y desconsolada, es Juan el que con ella acompaña al
Señor en el silencio. De azul se tiñe el silencio. La Amargura, la Madre del Miércoles
Santo, sale a acompañar a su hijo en el principio de su agonía.
Ya por la calle de San Pedro veo a los hermanos del Ecce Homo, todos en la misma
dirección vamos a acompañarlo. En la plaza de San Pedro los pasos de la Negación y
San Pedro Apóstol, y dentro junto a su capilla El Señor, ÉL. Nos disponemos a
merendar en hermandad, juntos, por familias: los Garrotes, Saiz Garrotes, Miranzos,
Pérez Caballero, Pérez Page, los Caballero Diacha y familia, los Amador, Redondo el
pintor, Miguel Ruiz con su familia, hermanos Rogelio y Joaquín, Romeros, David Ruiz,
Olarietas, Angustias Cañas y su familia, los Andrés Fuero, Hipólito Ruiz y familia,
Tortajadas, Manolo Calzada con su incensario... y Jesús Ortega, hermano octogenario
entre otros muchos. Los míos también, mi mujer, mis hijos, mi nieto, mis sobrinos.
Somos las familias del Ecce Homo, todos juntos, unidos porque es Miércoles Santo.
San Pedro abre camino, grupo escultórico de Marco Pérez. Sus hermanos, por la calle
que lleva su nombre, piden silencio a golpe de horquilla. El olivo parece querer romper
los faroles, las ramas rozan las paredes. Pedro combatiendo con la espada a Malco. El
Señor es el que dice: “Pedro, envaina la espada”.
Detrás la Negación. Bomberos y policías locales que durante todo el año velan por
nuestra seguridad los que pueblan sus listas. “Antes de que cante el gallo me negarás
tres veces”, le dijo el Señor a Pedro. Y éste, todo orgulloso, le contesta: “Aunque tenga
que morir contigo no te negaré”.
Nuestra hermandad está preparada. A los acordes del himno nacional interpretado por
la banda amiga de Mota del Cuervo, se incorpora el Santísimo Ecce Homo de San
Miguel. “He aquí al hombre. He aquí al Señor”.
Suena la marcha Ecce Homo de D. José López Calvo, sirva para tener un momento de
agradecimiento al maestro por lo que ha hecho por nuestra Semana Santa con sus
obras musicales.
Filas ya formadas y tulipas encendidas, el Señor comienza su procesión. Se mueve el
cordón que prende sobre sus hombros.
Lo que os relato a continuación es algo especial que sentí cuando bajaba por la calle
de San Pedro. El pasado año tuve la gran satisfacción de volver a ser bancero y
compartir banzo junto a mi hijo mayor durante toda la procesión; mi otro hijo debutaba
como representante de la hermandad, mi nieto en la fila ya con su tulipa por primera
vez. ¡Qué orgullo de familia! No sé expresar el sentimiento, la emoción no se podía ver
porque el capuz no le dejaba. A los acordes de la marcha procesional de la hermandad
cada golpe de horquilla contra el empedrado de la calle era un latido fuerte del
corazón, pareces estar en una nube. Entiendo que a cualquier nazareno le ocurra lo
mismo cuando comience el desfile con su hermandad.
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Por la acera veo a una hermana que no viste con el uniforme pero que lo va
acompañando, se seca las lágrimas. Apoyado en la pared otra persona lo mira
boquiabierto, se santigua al paso de la imagen. Por el cuerpo entran unos escalofríos y
las piernas te tiemblan, el capuz se empapa, pero hay que bajar de la nube porque
hemos llegado a la Plaza.
Desde la Catedral ha salido el paso de la Santa Cena, setenta banceros soportan el
peso, es su capataz con experiencia de años de bancero, Rafa, el que dirige la
maniobra de salida. La procesión está completa. “Tomad y comed, este es mi cuerpo.
Tomad y bebed esta es mi sangre”. Es la cena del Señor en la noche blanca del
Miércoles Santo de Cuenca.
Es la llegada a San Felipe del Santísimo, gran momento de recogimiento. Se interpreta
el Et Secundus. De fondo suenan las horquillas del paso de la Madre del silencio en su
Amargura que va acercándose para que el coro del conservatorio le interprete el
Stabat Mater.
La procesión con paso firme y a golpe de horquilla deja el Escardillo, la Audiencia, la
Trinidad y Carretería para llegar a San Esteban, iglesia de partida.
Breve parada y a los acordes de la marcha Mater Mea de Dorado la Madre se une a
su hijo, testigo Juan. Dos hermandades del Silencio que lo guarda en la madrugada ya
del Jueves Santo. No abandona nadie el desfile, desde el puente del Huécar se
vislumbran las tulipas de mis hermanos y de la Amargura, fieles a sus creencias y
tradiciones hasta el final.
Otros años el Señor se ha despedido de la Madre del Silencio pero el tiempo es
implacable y ya no puede ser. Mangana toca las tres y media de la madrugada y
suena el himno nacional para dar la despedida. Pepe Bodoque relata al respecto:
Te pierdes Solera arriba en la madrugada
Cuenca duerme
Tú sigues caminado
¿Dónde te llevan Señor tus hermanos?
El Señor entra en San Andrés, mis hermanos de tulipa lo arropan y los “moteños” lo
despiden con el himno. El Miércoles Santo en Jueves Santo ha acabado. Otro año
más me despido de mis amigos músicos y les deseo buen viaje, habrá amanecido
cuando lleguen a Mota.
Dentro de San Andrés, abrazos, lágrimas, fotos y a cantar desentonando el miserere al
Señor.
Que orgullo nazarenos de Cuenca ver a tantos hermanos del Ecce homo al término de
la procesión. Todos con el reloj parado, no importa la hora, importa la hermandad, la
unión y el amor a ÉL, al Señor de San Miguel.
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De camino a casa pasamos a saludar a los hermanos del Beso, tres túnicas granates
entre las blancas, somos mis hijos y yo. Llego a casa amaneciendo y me quito la
túnica y doy gracias a ÉL porque un año más lo he acompañado, y son ya muchos, así
hasta que Él lo permita.
Uno de los tres jueves que brilla más que el sol, día del amor fraterno, es la procesión
de Paz y Caridad.
El Papa Francisco nos acerca al amor y la caridad con estas palabras: “Más difícil que
amar a Dios es dejarse amar por él, llevamos la paz y la gracia como un tesoro para
dar al mundo. La caridad no es un simple asistencialismo. NO, eso no es amor, el
amor es gratuito”
La iglesia de la patrona de mi ciudad, la Madre de la Luz, abre sus puertas, testigos
mudos el Júcar y en el cerro de la Majestad las tres cruces blancas, llenas de amor y
pidiendo Paz y Caridad.
Suena la campana anunciadora de la llegada del Cristo de las Misericordias, que
acompañaba a los reos que entraban en capilla.
Otra vez en escena el huerto. Sois vosotros hortelanos, orfebres de la ribera, no
importa si son del Júcar o del Huécar. Son los hortelanos que piden Paz y Caridad.
Mirad al Ángel, no quiere apartar el cáliz.
Es Jueves Santo.
Julián Aguirre le compuso al Amarrao una marcha procesional. Jesús Amarrado a la
Columna, flagelación, el sayón con cara de rabia que azota el cuerpo del Señor. ¡Que
conjunto con tanta belleza! Dos imágenes sobre andas doradas adornadas por faroles.
Pie negro y desgastado de tantos besos de sus hermanos que también piden Paz y
Caridad.
Lo coronaron de espinas, le pusieron un manto y de cetro una caña en la mano. Rojo
es el uniforme de la hermandad de la Caña, como la sangre que derrama el Señor de
su cabeza dolorida y de su cuerpo azotado. También he participado y con mis
hermanos algunos Jueves Santos he pedido Paz y Caridad.
Pilatos, Ecce Homo, ¡He aquí el Hombre! Medio cuerpo que lo dice todo, mirada al
cielo, brazos cruzados, dos lictores escoltan al Señor. Es el Ecce Homo de San Gil, de
San Antón, de Marco Pérez, es ÉL, el Señor del día del amor fraterno, el que suplica
Paz y Caridad.
Y Pilatos repite, “que la sangre de este justo caiga sobre vosotros”
Verónica, mujer que limpia el rostro de Jesús. Recuerdo cuando a hombros la bajaban
los hermanos desde el colegio Salesiano a la puerta de la iglesia para su incorporación
a la procesión. Hermanos que arropan a Jesús Caído y a su Verónica y también
quieren que haya Paz y Caridad.
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Morado se engalana el puente de San Antón. Jesús del Puente, hermanos que doblan
filas para acompañar a sus dos pasos. El auxilio, otra vez el cireneo ayuda al Señor y
Rufo testigo de la escena. El Júcar guarda silencio al paso del Nazareno del Puente,
solitario, cargando con su cruz Camino del Calvario, sobre andas de nogal. Pero no va
solo, no lo abandonan, rezan junto a ÉL y piden Paz y Caridad.
Javier Pelayo en el año 1995 le dedica estos versos:
Avanza nazareno en un torrente morado
deslizando tu figura con la agonía de las aves.
Hoy la vida y la muerte en Ti hacen puente
y en una noche mortal, ingrata y oscura clamará tu final.
Y TÚ lo sabes.
La Madre hace presencia en la procesión, bajo palio, coronada, con manto de gala.
Como una reina llevan a la Soledad del Puente. Dicen que el sufrimiento de un hijo es
la tristeza más grande para una madre. Ella no está sola en su sufrimiento, sus
hermanos la consuelan, la quieren y piden también Paz y Caridad.
La procesión se encamina hacia la Plaza, me dirijo al Salvador a visitar el monumento.
Apenas se puede caminar por las aceras y entrar a la iglesia, otra vez el pueblo de
Cuenca manifiesta su Fe.
En la Catedral se celebra la Liturgia del día, la cena del Señor y el lavatorio de los
pies. Oficiada por el Sr. Obispo acompañado por el Cabildo Catedralicio y el pueblo de
Cuenca. “El Señor después de levantarse de la cena, echó agua y se puso a lavar los
pies a los discípulos”.
Es el Jueves Santo de mi ciudad, el Santísimo se coloca en el monumento y huele a
flor fresca.
Hay tres procesiones en Cuenca, tres emociones diferentes, tres representaciones, la
muchedumbre se echa a la calle. Viernes Santo, el día más largo del año, Cuenca
sufre una metamorfosis.
Es la Cruz la protagonista. En palabras del Papa Francisco: “La Cruz sigue siendo
escándalo, pero es el único camino seguro”.
De madrugada acuden los hermanos a la iglesia del Salvador a preparar las imágenes
para la procesión. Abandonan el templo los adoradores que han estado velando toda
la noche al Santísimo, es la adoración nocturna de hombres.
En la plaza del Salvador, la turba espera.
No voy a hablar de algo que no conozco, por ello recojo las palabras de José Aguilar:
“Hay turbos y turberos, los turbos respetan la tradición y los turberos no respetan lo
anterior”. ¿Sabéis por qué? Porque están en otro mundo diferente y porque dan pena.
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A las cinco y media de la madrugada se abren las puertas del Salvador. Jesús
Nazareno del Salvador que comienza el Camino del Calvario de Cuenca, Nazareno del
alba. La turba vive el primer momento mágico de la noche, suenan clarines y
tambores; y Banceros que ayudan al Señor con su Cruz y alivian al Cireneo.
Tras ÉL la segunda caída, otra vez Verónica, esa mujer valiente que seca el rostro de
Jesús. Jóvenes de la hermandad, banceros, que marcan un paso alegre bajo las
órdenes de un curtido capataz que ya lleva muchas madrugadas, “Nazo” Picazo.
Aparece el discípulo amado, El Evangelista. Juan con su palma en la mano, señalando
por dónde va el Señor camino del Calvario. Es Juan, el guapo. Sí, el guapo porque lo
es, sobre unas preciosas andas de los hermanos Pérez del Moral. Siempre con un
alegre movimiento, como tiene que ser.
Silencio sublime. El guión negro marca la salida de nuestra Madre, Señora de la
Soledad de San Agustín, precedida por el Encuentro del Señor. Soledad de nuevo. Los
herreros encienden sus fraguas para que no pase frío en la madrugada. Es en la calle
Alonso de Ojeda donde alberga su fragua el hermano Antonio López. Suenan
yunques y bigornias. Son Antonio “hijo” y amigos los que interpretan un motete a la
Madre.
Oh soledad, la madrugá,
Tu amargura acogerá.
Sola en tu llanto no estarás,
El fuego y llama aliviarán,
Martillo y yunque
Te acompañarán
Oh soledad, soledad.
Cuenca está completa, un río de túnicas en las calles y numeroso público en las
aceras. Camino del Calvario de mi ciudad, emoción de este pueblo nazareno.
De camino a ver la procesión por la Audiencia y el Escardillo, me acerco antes a
Palafox y desde la salida de la calle San Juan, veo la “clariná” que preparan un grupo
de turbos, lugar donde se ubica el monumento a las turbas. El paso se va acercando
para que el rostro del Señor pueda ver la turba. Suena esa gran “clariná”, los turbos se
felicitan y se aprestan a subir hacia el escardillo.
Cabe destacar en este instante la reseña del sentimiento que un nazareno y turbo vive
en esta madrugada. Se trata de Antonio Garrote, amigo y compañero de la directiva
del Ecce Homo de San Miguel:
“Habiendo sido Jesús abandonado por el cobarde procurador Poncio Pilato a la turba
desgañitada.
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Calles y callejuelas, plazas y plazoletas donde el público contempla inerte a ese Jesús
armonioso e imperturbable que no se desconcierta hasta llegar a la curva de la
Trinidad con Palafox donde un monumento escenifica la simbólica y sagrada tradición
de las Turbas.
Cada individuo percibe sensaciones distintas y variadas, incluso opuestas. Es el
tambor el símbolo del ruido ensordecedor y el enloquecido del gentío y la
muchedumbre –es una noche y un amanecer sin horario-, y es el clarín el símbolo de
los insultos desgañitados.
Para nosotros la procesión es mucho más que salir una noche de juerga y pasar un
buen rato. Para nosotros es acompañar al Jesús de la mañana en ese camino
simbólico hacia el Calvario.”
Gracias Antonio, sirvan también estas palabras y este momento como homenaje a otro
nazareno turbo, José Miguel Hernansaiz, fallecido este pasado mes de Enero. Este
año también recorrerá un Camino del Calvario distinto.
Desde el Escardillo veo pasar al Nazareno, una corriente de turbos que parece ir de un
lado a otro, el guión entre los banzos y los banceros penetrando con la imagen entre la
turba, hasta el Cireneo empuja con la cruz. Qué rostro tan precioso el del Señor, el del
Nazareno del alba. En Él se refleja todo lo que sucede y va a suceder.
Suena la marcha de Nicolás Cabañas dedicada al titular, es la banda de Horcajo, el
paso del “guapo” otra vez. Veo a mi hijo que va de bancero. Con qué orgullo y qué
bien portan los hermanos al Evangelista, con alegría y al son de su marcha. Soy
hermano y tuve el honor de ser bancero de turno cedido por mi suegro, disfruté
mucho, es una de las mejores sensaciones que he vivido.
Madre de los herreros, no es el carbón el que te calienta, son nuestros corazones
nazarenos. Madre de los herreros, no te sientas sola que nosotros los conquenses te
queremos.
La procesión continúa hacia la Plaza Mayor. Me dirijo con mi mujer a la ermita a
acompañar en su dolor a la Virgen de las Angustias, hay que esperar otra vez. Cuenca
entera manifiesta su Fe para ver al Hijo, besamos la llaga de la rodilla y le rezamos a
la Madre que se encuentra sola en su camarín, enlutada.
El público abarrota San Felipe a la espera de la llegada de la procesión y escuchar el
miserere más impactante del día, roto por el estruendo de la masa que burla al Señor
a pesar de ser inocente de todo lo inculpado.
Pero a mi todavía me espera un largo atardecer vestido de morado y oro viejo.
Me dirijo al domicilio familiar de mi mujer. Es la hora, en la percha el uniforme de mi
hermandad del Cristo de la Luz, túnica de terciopelo, regalo de mi madre. Como sabía
que el Señor la llamaba, quiso que me la probara en pleno mes de Agosto. En
Septiembre nos abandonó, hace ya doce años. A la siguiente Semana Santa no quería
estrenarla porque ella no la podía ver y mi mujer me animó a que lo hiciera en su
memoria.
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Camino del Salvador, todos los años igual. Recuerdo a un amigo, un amigo que se fue
joven, con el que fui bancero, con el que compartí muchos buenos momentos en la
hermandad del Cristo de la Luz. ¿Su nombre? Oscar Pinar Martínez, que en paz
descanse.
Ya dentro del templo lo miro a ÉL, al Señor muerto en la Cruz, en una cruz de espejos,
donde se reflejan todos nuestros sentimientos, nuestros pesares, nuestras peticiones.
Todos los domingos del año cuando voy a misa le rezo en su capilla, cristo muerto,
cabeza caída, el corazón abierto. ¡Señor tú me escuchas, sí, sé que me escuchas!
Durante siete años fui Representante de la hermandad ante la Junta de Cofradías. Por
ser la hermandad más antigua del desfile, preside la procesión En el Calvario, por lo
tanto el representante es el Presidente Ejecutivo, acuerdo que tomó la Junta de
Cofradías en el año 1970. En el transcurso de ese tiempo trabajé mucho, a veces
solo, pero no me arrepiento de nada, al contrario, me siento orgulloso de mi trabajo a
pesar de que fueron años difíciles. El resultado ahí está, lo hice por amor a mi
hermandad y a una procesión que siento muy dentro de mí.
Es la segunda emoción de un día largo, la segunda representación, procesión En el
Calvario, la procesión de los Cristos de mi Cuenca, procesión multicolor, es la Cruz
ahora más que nunca. “Tu Cruz adoramos señor, por el madero ha venido la alegría al
mundo entero”
Cristo del Perdón, Exaltación, el Señor crucificado y elevado en el Calvario de nuestra
Cuenca. Túnica color tierra como la del Calvario, capuz granate como la sangre del
Señor. Le duelen a sus hermanos los clavos y se esfuerzan para sujetar la cruz que no
caiga.
“De patria venimos vestidos los cofrades del Cristo de la Agonía”, dijo el nazareno
José Miguel Carretero en su pregón del año 1987. Sí, y no se puede expresar mejor y
con la joya de la corona, el Cristo de Marfil, joya que se guarda en nuestro Museo.
Hermanos que lo portan con gran elegancia, es un Cristo del año 1730. Tras ÉL, el
titular, Cristo en su Agonía, en la Cruz, Juan y María son testigos. “Mujer ahí tienes a
tu hijo y dirigiéndose al discípulo amado le dice, ahí tienes a tu madre”. El Señor
agoniza y sus hermanos quieren evitar el sufrimiento pero saben que se cumplirá, está
escrito.
Morado y capuz oro viejo vestimos los hermanos del Cristo de la Luz. El Señor expira,
es Longinos el que atraviesa con su lanza el cuerpo de Cristo, es el paso de la
Lanzada otro grupo escultórico del Calvario de Cuenca, dos partes forman este paso,
la superior con Cristo y Longinos a caballo y la inferior, la Madre, Magdalena y Juan.
Un magnífico grupo de hermanos banceros ya veteranos, fieles a su paso de la
Lanzada, dirigidos por un capataz experimentado, Pedro Fuentes.
“¡Padre en tus manos encomiendo mi espíritu! El centurión no da crédito a lo que ve y
dice: ¡Sí, este hombre era el hijo de Dios!”.
¡Cristo muerto en el Calvario! Grandiosa imagen clavada en una cruz de espejos, en la
que en el mediodía del Viernes Santo se reflejan los cielos, las ramas de los árboles y
el vuelo de los pájaros.
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¡Cristo muerto!
Los banceros caminamos lentamente, andando con suavidad, en silencio, solo se
escucha el roce de los pies en el empedrado. Nos miramos en el espejo de su Cruz y
le pedimos perdón por nuestros pecados.
Cruz de luz, Cruz de espejos, sostienes a nuestro Cristo muerto e iluminas nuestro
Viernes Santo, eres luz para los hermanos.
Pepe Bodoque, como respuesta a mi petición de escribir un poema al Cristo de la Luz
al ser nombrado pregonero, unió vivencias y dejó correr tintas en el papel:
“El me preguntó: ¿Por qué no un poema a mi Cristo de los Espejos?
No sé hermano, las palabras no brotan.
Cómo puedo escribir lo que siento,
cuando veo su Cruz perderse en el cielo.
Cuando miro ese trono de suave cristal,
donde la muerte pare serena.
Cómo puedo contar a la gente,
que aunque el camino se hace eterno,
Los capuces de oro viejo rezan y lloran.
Que las cuentas del rosario,
Que en su cintura llevan colgado,
Son perlas que cuentan historias.
Historias de promesas cumplidas,
de plegarias por el amigo perdido.
Historias de familias nazarenas
haciendo el camino contigo.
Por todo eso, hermano,
no puedo escribirte nada
de mi Cristo de los Espejos.
Ese Cristo que cada primavera,
convierte Cuenca en calvario,
llenando mi alma de Luz.
Cristo de la Salud, luto riguroso en sus hermanos. José de Arimatea pide el cuerpo de
Jesús y lo baja de su cruz, Descendimiento. Orgullos debéis sentiros los hermanos de
las Jornadas Mundiales de la Juventud de 2011, en ese Vía Crucis que contempló el
mundo, en su décimo segunda estación ante el Santo Padre Emérito Benedicto XVI.
Mostrásteis nuestra Semana Santa, procesionásteis por las calles de la capital de
España, con la cabeza bien alta y con la pasión de los nazarenos de Cuenca, sin
ningún tipo de complejo ante tanta obra religiosa de gran calado de otras ciudades.
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El Señor descansa sobre el suelo, es la Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Ntra.
Sra. De las Angustias.
A las cruces solo les queda el sudario.
Otra ocasión de manifestación de fe bajo las túnicas moradas y los capuces negros.
Son muchos los hermanos que acompañan a la Virgen de las Angustias en el Viernes
Santo del Calvario. Cristo descendido abriendo camino y tras Él la Madre sola, con el
Señor en los brazos. Soy hermano, he sido bancero varias veces, mi madre era muy
devota de la Virgen y le gustaba que yo la portara. Cierran otra vez el desfile los
penitentes de mi cuenca bajo el anonimato, piden y dan gracias. Son muchos los que
acompañan nuestra Madre en su dolor y le dan el pésame por la muerte de su hijo, el
hijo de Dios. “Madre del divino verbo, échale la bendición a este pueblo nazareno”
Tras el descanso reglamentario se reanuda la procesión, es la hora donde en todas las
parroquias de esta ciudad nazarena se celebran los oficios del Viernes Santo: la
liturgia de la palabra, oración universal, adoración a la Cruz (mirad el árbol de la Cruz,
venid a adorarlo) y la sagrada comunión (el Santísimo se traslada desde el
monumento al altar)
Los nazarenos que participamos en la procesión celebramos los santos oficios dentro
de ella, vamos acompañando al Señor, orando y portando su Cruz.
Me gustaría destacar algo muy bonito de esta procesión de los Cristos, de las cruces.
Si tú, nazareno o espectador, te colocas junto a la fuente del monumento del
nazareno, cuando llega la primera podrás ir divisando desde allí todas a la vez. Desde
que pasa la Exaltación, llegarás a ver la Cruz con el sudario de la Madre, de esa
Madre de las Angustias de la iglesia de la Virgen de la Luz, ubicada durante la
Semana Santa en la “monjillas de la Puerta Valencia” a la que pertenece la mitad de
este gran pueblo nazareno, que le guarda devoción y respeto y algo muy grande: Fe
mucha fe.
Madre de las Angustias, Madre de piedad, fe y amor te tiene Cuenca entera.
Llegamos a la iglesia de partida, con la interpretación por parte de la banda de la
marcha dedicada a Él (Cristo de la Luz) en otros tiempos la Muerte no es el final por
parte de la banda de la Academia de Infantería de Toledo. Colocamos a nuestra
sagrada imagen en su capilla. Casi todos los años me suelo marchar con el hermano,
amigo y compañero bancero José Miguel Martínez Duque y siempre comentamos lo
mismo: bueno otro año, cada año pesa más. Es otro buen nazareno, amigo y hermano
del Cristo, y así será hasta que Él, este Cristo muerto en la Cruz que amamos sus
hermanos nos deje.
Cristo ayúdame, Cristo quiéreme, luz de luz en ti me miro.
Es la hora. Miserere mei deus. Desde la Santa Iglesia Catedral Basílica se dispone a
partir el cortejo, el Santo Entierro. La tercera emoción y la tercera representación del
Viernes Santo de mi Cuenca nazarena. El entierro del Señor, Cristo Yacente, otra
manifestación de fe, el pueblo espera en la plaza mayor al Señor muerto para
acompañarlo.
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Son hermanos que representan a todas las cofradías que ya han desfilado, junto a los
guiones y hermanos mayores, no falta nadie.
Otra vez silencio, roto por las horquillas de “La Cruz”, Cruz Desnuda de Jerusalén,
obra de los hermanos Gallego. Uniforme Franciscano visten sus hermanos. La cruz
sola, es el sudario del Señor lo único que queda.
Un guión negro que anuncia su llegada, la Congregación del Muy Ilustre Cabildo de
Caballeros, ellos mismos son los que escoltan al Cristo Yacente con hachones
encendidos, en el centro el maestre y el prior con cetro, los congregantes portan a
hombros al Señor muerto, en silencio, apenas se oye su caminar, cuatro hachones en
las andas iluminan su cuerpo. En la calle, le muestran respeto y silencio al paso del
yacente.
Detrás, las mujeres de la Congregación de riguroso luto acompañan a la Virgen en su
dolor y soledad. Son también congregantes los banceros de Ntra. Sra. De la Soledad y
de la Cruz.
Es el entierro del Hijo de Dios.
Al discurrir la procesión por la Calle de Los Tintes, el Huécar se hace notar
quebrantando el silencio. Los pasos dentro del templo ya, con una oración del Sr.
Obispo se da por concluido el Viernes Santo, el día más largo, las tres emociones, las
tres representaciones han terminado, Cuenca vuelve a la normalidad.
Sábado Santo, nueve de la noche. Junto con mi mujer me dirijo a nuestra parroquia
del Salvador a celebrar la Vigilia Pascual. “Hermanos en esta noche Santa en que el
Señor ha pasado de la muerte a la vida”. ¡Feliz Pascua! nos deseamos al terminar con
los miembros del coro del Salvador de la misa de una, fieles a su compromiso con la
parroquia desde muchos años.
¿Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado? Ha resucitado, no está aquí.
Diez de la mañana y parte de la Antigua Iglesia de San Andrés la hermandad de Jesús
Resucitado y María Santísima del Amparo. Mis hermanos han encendido el cirio y han
celebrado la eucaristía previamente a la salida. Pertenezco a esta hermandad hace
más de cuarenta años, he participado durante muchos años y en el 2011 tuve el honor
de ser Hermano Mayor con mi gran amigo Cesar Palomares. Disfrutamos mucho. Ya
no hay capuces, el Señor ha resucitado. Esta vez con alegría las hermandades
acompañan con sus guiones, estandartes y hermanos mayores. Jesús resucitado va al
encuentro de su Madre por diferente recorrido con el júbilo que merece. Ella, todavía
de luto sigue el caudal del Huécar hasta la llegada al encuentro. En la Plaza del
Nazareno se le retira el negro manto; himno nacional, suelta de palomas, aplausos,
alegría, gozo… el Señor ha resucitado y se ha encontrado con su Madre. Con flores y
oraciones en el monumento al nazareno se da por finalizado el momento esencial de
esta procesión.
“Todo lo escrito se ha cumplido” La procesión está completa.
En el espíritu de Cristo Resucitado, ALELUYA, ALELUYA.
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SEMANA SANTA PARALELA
Hermanos nazarenos, en el año 1986 Rafa Pérez “padre” hizo alusión en la parte final
de su pregón a la otra “Gran Semana”, la paralela. Yo vuelvo a afirmar, sí, la paralela,
la que este humilde conquense vive con sus amigos nazarenos.
A principios de los años ochenta conocí, en el taller donde trabajaba, a Luis Zafra
Pérez que lo visitaba por motivos profesionales y de su mano a José Luis Marco
Nielfa. Con los dos empecé a trabajar para la Semana Santa, concretamente para la
hermandad del Resucitado a la que ya pertenecía y para la hermandad de “La
Borriquilla” formando parte los dos de sus juntas directivas. Algunos Martes Santos
teníamos que arreglar horquillas de las estropeadas el Domingo de Ramos para
usarlas el de Resurrección porque no había suficientes para todos los pasos.
Recuerdo que un Sábado Santo, tuve que cortar un abarcón y volverlo a soldar con el
banzo puesto, pues este se había doblado de tal forma que no cabía.
Junto a Manuel García, otro año, reparamos los abarcones de las andas de la Virgen,
todo lo hacíamos altruistamente, no había dinero, en algunas ocasiones José Luis
invitaba de su bolsillo, cuánto he aprendido de él, es un padre para mi en este mundo
nazareno. La mayor enseñanza que me ha dado ha sido la de trabajar para nuestra
Semana Santa. Gracias por tu enseñanza José Luis.
También conocí a Fernando Soria Higueras en su viejo taller de electricidad de nuestro
barrio de Diego Jiménez. Tras la puerta de la pequeña oficina guardaba de un año
para otro el listado de baterías que colocaba a los pasos, me visitaba en mi taller y
apoyándose en el banco decía “déjame unas horquillas y te las voy desmontando,
pero ponme La Saeta”. Él me sacó el apodo de “herrero de la pasión”. También
visitaban mi taller otra gran pareja de nazarenos amigos, Pepe López y Pedro Paños,
cuerpo, alma y extremidades de la hermandad de San Juan y la Virgen. Un año se les
ocurrió hacer un artilugio metálico para sujetar el puchero y calentar el chocolate del
Miércoles Santo, incansables trabajadores. A Pepe lo conocí en la Junta de Cofradías,
es también una gran referencia para mí en este mundo, me ha enseñado mucho,
formando equipo con Eduardo Fernández Palomo, directivos ambos de la institución,
de él aprendí a ser plural, a colaborar y trabajar para la Junta de Cofradías. Me
introdujo en el mundo de las bandas de música, gracias también por tus consejos y
apoyo.
Terminando la década de los ochenta, conviví con los compañeros de la directiva del
Cristo de la Luz, José Luis Llandres Solera, Paco Pérez Cortijo y Paco Jiménez..En el
Salvador bajábamos las imágenes de La Lanzada para cambiarles la ropa en la
antigua casa de Don Emilio y Matilde, revisábamos horquillas, almohadillas, todos los
preparativos tradicionales. Formábamos un buen grupo de directivos, de ellos aprendí,
sobre todo de José Luis Llandres, el amor a la hermandad de nuestro Cristo.
Recuerdo las innumerables llamadas a la casa parroquial para que nos abrieran la
iglesia, allí estaban como cariñosamente los apodé los “curas de la pasión”. D. Santos
casi cuarenta años de párroco, D. José treinta de vicario, el cual se llevó una gran
alegría cuando lo propusimos consiliario de la hermandad del Cristo, y D. Teodoro que
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presidió una treintena de años la procesión En el Calvario. Esta Semana Santa se une
a los anteriores para vivir la pasión un nuevo párroco: Don Gonzalo.
Por aquella época también me hice amigo dentro de la directiva del Ecce Homo de la
mejor persona que he conocido dentro de la Semana Santa, Rafael Pérez Caballero.
Mi amigo nazareno. Cuánto y bien hemos trabajado por el Ecce Homo, en silencio
como a él le gusta, sin ruido, pasando desapercibido. Me siento orgulloso de poder
haberlo conocido a él, a su familia, a su mujer, así como de haber sido su presentador
el día que proclamó su pregón. Gracias amigo nazareno, algo tiene el Señor de San
Miguel que de sus listas salimos tantos pregoneros. Será por la fe que le tenemos,
gracias de corazón.
Por esos años formamos un equipo de de trabajadores de la Semana Santa. Con mis
amigos Juanjo y Javi Soria, carpinteros, su padre Esteban Soria Benito, buen ebanista,
mejor persona y con un gran corazón nazareno. Arreglos y reparaciones de andas,
horquillas, de todo, no hay Semana Santa que no tengamos algo que hacer. Lo
hacemos como nos enseñó Esteban, por amor a lo que amamos.
Y tendremos Comisión de Bandas, otro gran equipo de representantes: Manolo
Calzada; Presidente y Pregonero, que tuve también el honor de ser su presentador en
el año 2007. Francisco Moraleja, José Luis Torralba, Fernando Cuesta, Nazo Picazo,
Luis Fernández “ferroli”, Miguel Cantero, Pepe Bodoque, Antonio Miranzo y Julián
Ramal. Viajamos y recorrimos los pueblos de nuestra provincia, hicimos amigos con
los miembros de las bandas. Recordaré con especial cariño cuando formalizamos el
hermanamiento la Junta de Cofradías con la Academia de Infantería de Toledo, siendo
su director el General Romay y Antonio Sendra por aquel entonces que era
Comandante y Director de la Unidad de Música. Fue el 20 de Febrero de 1999 cuando
se llevó a cabo la firma del documento de hermanamiento y la Unidad de Música
interpretó el Concierto Inicio de Cuaresma, nunca olvidaré esa fecha ni esa Semana
Santa, mi hijo era uno de los componentes de la Unidad de Música.
Acercándonos al tiempo cuaresmal visitará el taller “Canito” otro amigo nazareno, que
me comenta el problema que tiene con el abarcón del paso de la Verónica, y además
me informará que Luis “ferroli” vendrá a traer las horquillas para repararlas. Y este
bromeando me dice, “las vamos hacer de hierro para que no las rompan”. Cuanto ha
trabajado por su hermandad y lo que le queda, y como no nos gusta, hablaremos y
hablaremos de nuestra Semana Santa.
También se dejará ver mi amigo el Cura, como le denomináis, mi amigo y el de
muchos nazarenos, José Javier. Cuanto te echamos de menos los hermanos del Ecce
Homo y los miembros de la Junta de Cofradías. El que dice que todo lo dejamos para
el final y a última hora, sí, pero también a él le suceden imprevistos. Recuerdo un año
que, realizando una puesta de andas en Villar de Olalla, faltando de tres días para el
Viernes de Dolores, se rompió el tornillo de sujeción de “La Dolorosa” y la trasladó a mi
taller envuelta en una tela para intentar solucionarlo. Para que digan que los curas no
trabajan. Pues este realizaba puesta de andas y reparaba imágenes.
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Tendré la ayuda de mi amigo Ángel Yagüe preparando casquillos para las horquillas y
pintándolos. No puedo dejar de nombrar también a “Miguelón”, gran nazareno, más
que su estatura. Ama tanto la Semana Santa y el trabajo por ella que siempre pasa por
mi taller dispuesto para ayudar y así lo hace. Al compás de las marchas procesionales,
del hilo musical del taller, él va desmontando horquillas.
Otro colaborador, Mario, capataz del Cristo Yacente, pasará por el taller para
solucionar pequeños ajustes en los hachones de las andas, preocupado para que
estos no se apaguen el Viernes Santo. Pruebas y pruebas hasta conseguirlo, otro
buen capataz.
En el barrio de Diego Jiménez o Casablanca, en el bar estaré con mi precursor, amigo
nazareno, José Aguilar “Pataco”. Construiremos una, dos, tres... procesiones del
Silencio. Se nos para el reloj, pero la dueña del bar con el cepillo en la mano nos
recuerda la hora y el momento toca a su fin. No sin antes tener nuestros más y menos,
él turbo y hermano del Jesús Nazareno, yo hermano del Cristo de la Luz de la
procesión En el Calvario, en la puerta nos despedimos y me dice: “Adiós nazareno,
hermano de concordia”. Me emociono.
Otro acontecimiento a destacar con estos amigos y otros muchos más serán las
meriendas en mi taller. Haremos piña, charlaremos de lo que amamos y estaremos
acompañados del Delegado Episcopal, antes José Javier y ahora Joaquín. En
palabras de José Javier, “la Iglesia está presente, no olvidemos a Dios” y bendice la
mesa. Al terminar los jóvenes le piden catequesis, ¡Pater! le dicen, y él les atiende.
Varias bodas llevamos y algún que otro bautizo de nazarenos.
El Miércoles de esta semana previa a la Semana Santa, los jóvenes de la directiva de
la Borriquilla acuden al taller de la mano de mi hijo y celebran una cena. Es “Jota” el
cocinero y todos forman un gran grupo, estoy con ellos un tiempo y me marcho, me
voy contento porque la línea sucesoria está resuelta, los “treintañeros” han entrado
para no marcharse.
Y tal día como ayer al anochecer lo trasladamos a Él. En hombros, tapado con una
manta, en camilla con un traje y capucha hecho por las monjas blancas o en andas, lo
traemos a esta su antigua Iglesia los hermanos en un acto íntimo, nuestro. Da igual la
forma porque el destino está marcado. Y lo dejamos por una noche para que presida el
pregón. Lo hacemos con orgullo, con orgullo del que le tiene fe. La idea no fue
nuestra, ya dije al comienzo quién fue y le estaremos eternamente agradecido los
hermanos, gracias hermano “Lucas” otra vez. Después nos iremos a cenar y
cantaremos vivas y vivas al Hermano Mayor y este se emocionará. Estaremos todos:
Javi Gonzalez “Boniches” acompañado de su esposa “Queti”, el que nos dirigirá en el
canto del miserere. Los jóvenes se vendrán arriba imitando el sonido de las turbas.
Recuerdo que hace ya más de veinte años, mi esposa y Goyi, mujer de José Ramón
nos reñían por llevarnos a nuestro hijos Carlos y Javier a la cena, decían “con lo
pequeños que son, tenerlos a esas horas por ahí”. Que bonita es la Semana Santa
hermanos nazarenos, ahora son ellos los que nos llevan a nosotros, que satisfacción.
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DESPEDIDA
Y otra vez es Viernes de Dolores y al amanecer con mi mujer escucharemos la primera
misa en honor a la Madre, le besaremos el manto y comienza la primera manifestación
de fe de la Semana Santa.
Os acabo de relatar lo que vivo, siento y amo. Termino como empecé, con la misma fe,
devoción y pasión y con la humildad de un Conquense de profesión herrero pero con
un gran corazón nazareno.
Nazarenos y nazarenas, cuando tropiezo y caigo, cuando me pierdo, me fijo en Él.
(Ecce Homo). Cuando veas que te sucede lo mismo, míralo a Él, el Señor de San
Miguel te ayudará, igual que lo hace con este humilde siervo suyo.
Nazarenos y nazarenas que esta Semana Santa no dejemos de sentir en cada una de
nuestras procesiones la presencia de Cristo y el Señor que murió por nosotros.
Gloria a Cristo Jesús.
Conquenses, nazarenos y visitantes. Ha comenzado en esta bendita Cuenca,
ciudad castellana y sencilla, flanqueada por sus ríos Júcar y Huécar, amurallada
pero con las puertas abiertas, el 2016 aniversario de la Pasión, Muerte y
Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, hijo de Dios.
Nuestra sagrada Semana Santa.
Hágase Tu voluntad
Gracias por su atención.
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