Prescripción de la acción para reclamar los daños y perjuicios

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RELACIONES LABORALES
Prescripción de la acción para reclamar los daños
y perjuicios derivados de accidente de trabajo
JOSÉ LUIS GIL Y GIL, profesor titular de Derecho del Trabajo de la Universidad
de Alcalá y miembro del Consejo Asesor de Sagardoy Abogados
La sentencia del Tribunal Supremo,
Sala de lo Civil, de 5 de enero de
2008 ha declarado que la inobservancia de las normas de seguridad y
salud en el trabajo constituye un incumplimiento contractual, sometido
al plazo de prescripción de un año
que establece el Estatuto de los Trabajadores para las acciones derivadas
del contrato de trabajo. Por eso, el
Tribunal considera prescrita, en el caso enjuiciado, la acción para reclamar
los daños y perjuicios derivados de un
accidente de trabajo. La viuda e hijos
de un trabajador fallecido en junio de
1989, al precipitarse al vacío desde la
planta primera de un edificio en construcción, reclamaron una indemnización de veinticinco millones de pesetas.
Entre el último acto interruptivo, que
acaeció el 24 de septiembre de 1991,
y la interposición de la demanda, el 17
de junio de 1993, habían transcurrido
casi veintiún meses.
RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
POR INOBSERVANCIA DE LAS
NORMAS DE SEGURIDAD Y
SALUD EN EL TRABAJO
El primer problema jurídico que resuelve la sentencia es el del carácter
de la responsabilidad por inobservancia de las normas de seguridad y
salud laboral.
El deber de protección de la seguridad
y salud del trabajador tiene una doble naturaleza: pública y privada. Tal
y como se ha señalado, el origen legal
del deber de protección no prejuzga la
naturaleza pública del mismo, pues de
la norma estatal derivan tanto deberes
públicos como privados. Más que la
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fuente última del deber, lo definitorio
es: en cuanto al deber privado, que se
corresponde con intereses individuales de los trabajadores, y se integra
en el contenido del contrato, y en lo
que hace al deber público, el objetivo
de proteger los intereses generales,
con independencia de que nazca con
ocasión del contrato. En definitiva, las
vertientes pública y privada del deber
de protección se distinguen en atención al interés protegido y, en consecuencia, al tipo de sanción que se
arbitra para su protección jurídica. Así
pues, la seguridad y salud laboral debe considerarse como una obligación
contractual y como un deber público.
En efecto, la normativa sobre prevención de riesgos laborales tiene relevancia contractual, en cuanto de ella
derivan derechos y deberes a cargo de
cada una de las partes contratantes;
pero, por otro lado, impone ciertas
garantías de carácter administrativo,
que el empresario debe cumplimentar, y que escapan del estricto marco contractual, como pueden ser la
adopción de medidas para prevenir
los accidentes, o la instalación de servicios higiénicos.
La necesidad de adoptar medidas que
eviten los riesgos a la seguridad y salud deriva del artículo 14 de la Ley
de Prevención de Riesgos Laborales.
El derecho de los trabajadores a una
protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo supone la
existencia de un deber correlativo del
empresario de proteger a los trabajadores frente a los riesgos laborales
(art. 14.1 LPRL). La obligación esencial
del empresario estriba en “cumplir las
obligaciones establecidas en la nor-
mativa sobre prevención de riesgos
laborales” (artículo 14.3 LPRL). Pero,
además, en cumplimiento del deber
de protección, y con independencia
de la norma expresa o llenando sus
vacíos, el empresario está obligado a
garantizar “la seguridad y salud de los
trabajadores a su servicio en todos los
aspectos relacionados con el trabajo”
(art. 14.2 LPRL). La jurisprudencia subraya que es obligación genérica del
empresario emplear todos los medios
posibles de seguridad en beneficio de
sus trabajadores, con una observancia escrupulosa de las medidas preventivas. Cabe ejercitar acciones de
responsabilidad civil en los supuestos
de incumplimiento de las normas en
materia de seguridad y salud laboral.
Los artículos 123.3 y 127.3 de la Ley
General de la Seguridad Social y el
artículo 42.1 de la Ley de Prevención
de Riesgos Laborales disponen que las
responsabilidades y correspondientes
sanciones son compatibles, en su caso, con las responsabilidades civiles
que se deriven de los incumplimientos
del empresario. Existe controversia sobre si la responsabilidad es contractual
o extracontractual. Sea como fuere,
cabe asegurar tal responsabilidad civil
(art. 15.5 LPRL).
Pues bien, según la sentencia de la
Sala de lo Civil que comento, la inobservancia de las normas de seguridad
y salud en el trabajo supone un incumplimiento contractual. El Tribunal
Supremo señala que la doctrina de la
yuxtaposición de las responsabilidades contractual y extracontractual y
la teoría de la unidad de la culpa civil
no pueden llevarse hasta el extremo
de incurrir en una contradicción. No
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de los hechos enjuiciados, el ya citado
artículo 14.2 de la Ley de Prevención
de Riesgos Laborales.
PLAZO PARA RECLAMAR
LA INDEMNIZACIÓN POR
DAÑOS Y PERJUICIOS
Una vez dilucidado el carácter contractual de la responsabilidad, queda
por establecer el plazo de prescripción dentro del cual debe ejercitarse
la acción para reclamar los daños
y perjuicios. Dos soluciones son posibles: o aplicar el plazo general de
quince años, que establece el artículo
1.964 del Código Civil para las acciones de carácter personal, o el plazo
específico de prescripción de un año,
que fija el artículo 59 del Estatuto de
los Trabajadores para las acciones derivadas del contrato de trabajo.
es coherente rechazar la aplicabilidad del artículo 1.968, párrafo segundo, del Código Civil a favor de la
empresa demandada que lo alegue
frente a una reclamación de daños
y perjuicios por culpa extracontractual en un accidente de trabajo, con
el argumento de que la culpa no es
extracontractual sino contractual y,
al mismo tiempo, negar también la
aplicación del artículo 59 del Estatuto
de los Trabajadores con el argumento
de que, siendo contractual la culpa del
empresario en la causación del accidente por inobservancia de las normas
sobre seguridad y salud en el trabajo
vigentes a la sazón, el cumplimiento
de esas normas no dimana del contenido literal del contrato de trabajo,
sino del principio general establecido
para todos los contratos en el artículo
1258 del Código Civil. Como destaca
el Tribunal Supremo, la propia sentencia impugnada sostiene, para rechazar la prescripción del artículo 1.968,
apartado segundo, del Código civil,
en materia de responsabilidad extracontractual, que el daño generado se
incardina dentro de la esfera de las
obligaciones y derechos que integran
el contenido de la relación laboral.
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Para el Tribunal Supremo, el derecho a
la protección de la seguridad y salud se
encuadra en la relación de trabajo. En
la prestación de servicios, el trabajador
tiene derecho “a su integridad física y
a una adecuada política de seguridad
e higiene” [art. 4.2 d) ET], y a “una
protección eficaz en materia de seguridad e higiene” [art. 19.1 ET]. La obligación que impone el Estatuto de los
Trabajadores forma parte del contenido del contrato de trabajo. En efecto,
el artículo 1.258 del Código civil, que
integra lo expresamente pactado en el
contrato con todas las consecuencias
conformes al uso y a la ley, en relación
con el artículo 3.1 del Estatuto de los
Trabajadores, que confía la regulación
de los derechos y obligaciones concernientes a la relación laboral a las disposiciones legales y reglamentarias antes
que a la voluntad de las partes, conduce a considerar la inobservancia de las
normas sobre seguridad y salud en el
trabajo como un incumplimiento contractual, pero precisamente del contrato de trabajo en su contenido propio,
y no en una especie de ámbito general
civil superpuesto al específico laboral.
Viene a corroborar esta circunstancia,
con mayor claridad todavía, después
Según el Tribunal Supremo, si la responsabilidad del empresario no se
considera extracontractual, sino contractual, el plazo de prescripción de
la acción no es el general de quince
años del artículo 1.964 del Código
civil, sino el específico de un año que
establece el artículo 59 del Estatuto de
los Trabajadores. La sentencia recuerda que la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo aplica tal plazo a las acciones
indemnizatorias de daños y perjuicios
por accidentes de trabajo (SSTS de 22
de marzo de 2002, Art. 5.995; 20 de
abril de 2004, Art. 3.695, y 4 de julio
de 2006, Art. 8.675).
La sentencia reafirma, pues, la naturaleza contractual del incumplimiento
del empresario, y el sometimiento de
la acción para reclamar los daños y
perjuicios derivados del accidente de
trabajo al plazo de un año del Estatuto
de los Trabajadores. Llama la atención
el hecho de que la Sala de lo Civil del
Tribunal Supremo haya zanjado el litigio quince años después de que la
viuda y las hijas del trabajador fallecido
ejercitasen la acción, y ocho años después de que interpusiesen el recurso
de casación. ¿Respeta un proceso tan
dilatado el derecho a la tutela judicial
efectiva, que garantiza el artículo 24
de la Constitución? \
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