ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y

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ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUMANIDADES
401215- Seminario Autor Filosofía Medieval
Reconocimiento unidad 2
Lectura 1 Gnoseologia
La Gnoseología de Tomás de Aquino
Aunque la palabra ―Gnoseología va a ser inventada por Alejandro Godofredo
Baumgarten (1714-1762), en el siglo XVIII, muchos conceptos de Santo Tomás de
Aquino y de otros filósofos, tanto anteriores como posteriores a él, tratan de esta
disciplina, que busca desarrollar todo lo relacionado con la posibilidad y los
alcances del conocimiento. Santo Tomás no se ocupó, por tanto, de desarrollar
una teoría del conocimiento como la que podemos encontrar en los filósofos
modernos y contemporáneos. Su preocupación sobre el problema del
conocimiento se relaciona, más bien, con el problema del conocimiento y sus
implicaciones en la teología y la psicología. Los conceptos de Santo Tomás sobre
el conocimiento, igual que los de Aristóteles, servirán de base al desarrollo ulterior
de la gnoseología.
Jerarquía de los Seres
Siguiendo el esquema medieval de jerarquías (jerarquía eclesiástica, jerarquía
militar, nobleza, etc.), Tomás plantea, también, una visión jerárquica y piramidal de
toda la creación, suponiendo una separación infinita entre Dios y las creaturas. La
participación en el ser de Dios no se puede dar de una manera perfecta en las
creaturas.
Para Tomás las creaturas son seres compuestos y la jerarquía se estructura de la
mayor a la menor simplicidad de los seres. Eso permite afirmar que en la cúspide
la jerarquía están ubicados los ángeles porque no tienen materia sino solamente
forma. Los siguen los hombres, que tienen alma, la cual es su forma sustancial. El
hombre sería un intermedio entre lo que es meramente corporal (los animales, por
ejemplo), de lo meramente espiritual (como los ángeles). Luego siguen las demás
creaturas que están compuestas de materia y forma y, por lo tanto, tienen esencia
y existencia.
El alma humana, aunque esté vinculada al cuerpo, puede existir
independientemente del mismo porque sus funciones superiores de entendimiento
y voluntad no están limitadas por lo sensible. Al contrario, los seres sensitivos,
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como los animales, o los vegetativos como las plantas, no pueden existir sin la
materia, y por lo mismo se ubican en un grado inferior de la jerarquía de la que
venimos hablando.
El alma humana, aunque esté vinculada al cuerpo, puede existir
independientemente del mismo porque sus funciones superiores de entendimiento
y voluntad no están limitadas por lo sensible. Al contrario, los seres sensitivos,
como los animales, o los vegetativos como las plantas, no pueden existir sin la
materia, y por lo mismo se ubican en un grado inferior de la jerarquía de la que
venimos hablando.
En el mismo sentido, podemos afirmar que los seres inertes (como las rocas o los
minerales), son los más imperfectos y están ubicados en la parte inferior de la
jerarquía.
En conclusión podríamos decir:
En Dios se dan todas las condiciones del ser en forma perfecta (eterno, necesario,
infinito y único.
-Los demás seres no pueden formar parte de ese ser, porque el ser único no
puede estar formado de partes. Todo no es Dios.
- Los seres no necesitan ser porque la perfecta unidad del ser que es Dios excluye
la multiplicidad.
- Los seres son contingentes, en el sentido de que tienen la existencia de modo
participado.
- La existencia de Dios se puede colegir no a priori sino a posteriori por la
causalidad.
- Los seres se organizan en una jerarquía que está organizada de lo más puro (los
seres espirituales), a lo más simple (los seres inertes), según los modelos
jerárquicos propios de la Edad Media.
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Lectura 2 Conocimiento
La explicación del conocimiento:
Sto. Tomás no se ocupó específicamente de desarrollar una teoría del
conocimiento, del modo en que se ocuparán de ello los filósofos modernos. Al
igual que para la filosofía clásica, el problema del conocimiento se suscita en
relación a otros problemas en el curso de los cuales es necesario aclarar en qué
consiste conocer. En el caso de santo Tomás esos problemas serán
fundamentalmente teológicos y psicológicos. No obstante, la importancia que
adquirirá el estudio del conocimiento en la filosofía moderna hace aconsejable que
le dediquemos un espacio aparte.
Todo nuestro conocimiento comienza con los sentidos; siguiendo la posición
aristotélica al respecto, santo Tomás, habiendo rechazado las Ideas o formas
separadas, estará de acuerdo con los planteamientos fundamentales del
estagirita. El alma, al nacer el hombre, es una "tabula rasa" en la que no hay
contenidos impresos. Los objetos del conocimiento suscitan la actividad de los
órganos de los sentidos, sobre los que actúan, produciendo la sensación, que es
un acto del compuesto humano, del alma y del cuerpo, y no sólo del alma como
pensaba Platón. Para que haya conocimiento es necesario, pues, la acción
conjunta de ambos, por lo que la posibilidad de una intuición intelectual pura, que
ponga directamente en relación el intelecto y el objeto conocido, queda
descartada.
Santo Tomás seguirá la explicación del conocimiento ofrecida por Aristóteles. El
objeto propio reconocimiento intelectivo es la forma, lo universal; pero esa forma
sólo puede ser captada en la sustancia. Por lo tanto, es necesario que la
sustancia, la entidad concreta e individual, sea captada mediante los sentidos,
para poder ofrecer al entendimiento su objeto propio de conocimiento. Esta
actividad primaria es realizada por los sentidos, quienes, en colaboración con la
imaginación y la memoria, producen una imagen sensible ("phantasma") de la
sustancia, que sigue siendo una imagen concreta y particular; sobre esa imagen
actuará el entendimiento agente, dirigiéndose a ella para abstraer la forma o lo
universal, la "especie inteligible", produciendo en el entendimiento paciente la
"species impressa" quien, a su vez, como reacción producirá la "species
expressa", que es el concepto universal o "verbum mentis". El proceso de
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abstracción consiste, pues, en separar intelectualmente lo universal, que sólo
puede ser conocido de esta manera. La consecuencia es la necesidad de tomar
como punto de partida la experiencia sensible en todo conocimiento. También en
el conocimiento de las cosas divinas, por lo que Sto. Tomás adoptará el método "a
posteriori" en su demostración de la existencia de Dios a través de las cinco vías.
Al igual que para Aristóteles, pues, el objeto del verdadero conocimiento es la
forma, lo universal, y no lo particular: de la sustancia concreta: conocemos la
forma, no la materia, que en cuanto materia prima resulta también incognoscible.
Por lo demás, aunque el punto de partida del conocimiento sea lo sensible, lo
corpóreo, su objeto propio es la forma, lo inmaterial. ¿Qué ocurre entonces con
aquellas sustancias no materiales? Para Sto. Tomás está claro: no es posible
tener en esta vida un conocimiento directo de ellas (los ángeles y Dios). El
conocimiento de estas sustancias sólo se puede obtener por analogía, en la
medida en que podamos tener un conocimiento de los principios y de las causas
del ser.
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