AMPARO DIRECTO: 230/2011

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AMPARO DIRECTO: 51/2012
QUEJOSA: ********** (en prisión)
MAGISTRADO PONENTE: JUAN JOSÉ OLVERA LÓPEZ
SECRETARIO: SAÚL COTA MURILLO
México, Distrito Federal. Acuerdo del Primer Tribunal
Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, correspondiente a
la sesión de veintiséis de abril de dos mil doce.
V I S T O S, para resolver, los autos del juicio de
Amparo Directo 51/2012; y,
RESULTANDO
1. La referida quejosa promovió juicio de amparo en
contra de la sentencia definitiva dictada el doce de abril de dos mil
siete por la Tercera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal en el toca 18/2007; así como su ejecución al
Juez Vigésimo Segundo Penal del Distrito Federal.
En la aludida decisión de alzada se modificó1 la de
primer grado y se le condenó por el delito Violación Equiparada,
razón por la cual se le impusieron las siguientes sanciones: a) doce
años, tres meses, quince días de prisión; b) pérdida de la patria
potestad y derechos sucesorios con respecto a la menor ofendida, y
c) suspensión de sus derechos políticos; asimismo, se le negaron
el sustitutivo y la suspensión condicional de la prisión.
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La modificación consistió en precisar el cálculo de la pena privativa de la libertad con
respecto a la quejosa, pues la Sala la consideró culpable del segundo de los delitos de
Violación Equiparada Agravada. Asimismo, la Sala precisó —a petición del Agente del
Ministerio Público— que era procedente sancionar a la quejosa con la pena de la pérdida de
la patria potestad y derechos sucesorios de la ofendida. Por otro lado, se dijo que se
absolvía a la quejosa de la reparación del daño, ante la falta de pruebas provistas por el
Ministerio Público que permitan su cuantificación, y no por tratarse de un ilícito de mera
conducta.
Amparo Directo 51/2012
2. El presidente de este tribunal admitió la demanda
el treinta y uno de enero de dos mil doce y el asunto se turnó al
ponente el siete de febrero siguiente.
CONSIDERANDO
I. Este tribunal es competente en términos de los
artículos 103, fracción I, y 107, fracción V, inciso a), de la
Constitución, 44, 46 y 158 de la Ley de Amparo, 37, fracción I,
inciso a), 38 y 39 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación, así como el Acuerdo General 11/2011 del Pleno del
Consejo de la Judicatura Federal, dado que se trata de un amparo
directo contra una sentencia definitiva dictada por la citada
autoridad jurisdiccional penal residente en este circuito.
II. La existencia del acto reclamado se acredita con el
informe justificado que rindió la citada autoridad responsable, así
como con los autos que adjuntó en los que consta la resolución
combatida; asimismo, la certeza del acto atribuido a la autoridad
ejecutora se demuestra con base en la presunción que deriva de
su omisión de rendir informe justificado y, además, precisamente
porque dicho acto no se reclama por vicios propios sino como
consecuencia de la resolución de alzada.
III. Uno de los conceptos de violación es fundado y
suficiente para conceder el amparo.
La quejosa refiere que la Sala transgredió lo dispuesto
en el artículo 14 de la Constitución Federal, porque se le
sentenció como coautora y en comisión por omisión del delito
Violación Equiparada Agravada, sin que pueda atribuírsele que
haya omitido impedir el delito en su calidad de madre de la menor
ofendida.
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Amparo Directo 51/2012
No está acreditado el actuar doloso de la aquí quejosa,
necesario para fincarle una responsabilidad en el delito de
violación por el que fue acusada.
Se explica. La Sala condenó a la quejosa bajo el
siguiente escenario: la menor ofendida fue víctima de violación
equiparada en dos ocasiones por el Coacusado (su amasio), ya
que no tiene capacidad de comprender el significado de una
relación sexual, por su retraso mental moderado, de lo que
resultaron dos embarazos y el nacimiento de dos hijos; sobre lo
cual se atribuye a la quejosa la omisión consistente en no haber
protegido
la
integridad
y
seguridad
sexual
de
su
hija,
concretamente en la segunda ocasión, lo que la hace coautora del
delito.
Empero, atento a los principios de prohibición de
responsabilidad meramente objetiva y de culpabilidad, que
regulan los artículos 3o. y 5o. del código punitivo capitalino2, la
coautoría en comisión por omisión que se le atribuye exigía
demostrar cualquiera de estos aspectos:
1) Que su omisión fue con dolo directo, de modo que
conocía la situación y quería que su hija siguiera siendo objeto de
violación, pues tras el nacimiento del primer hijo no hizo lo que le
era exigible para impedir que se repitiera una situación de esa
índole (artículo 18, segundo párrafo, del mismo código punitivo,
en la parte relativa a conocer y querer);
2) Que su omisión fue con dolo eventual, porque sabía
de la primera violación y previó como posible que siguiera
ocurriendo y aceptó que así fuera, al no hacer lo que le era
2
Los cuales disponen:
“Artículo 3o. (Prohibición de la responsabilidad objetiva). Para que la acción o la omisión
sean penalmente relevantes, deben realizarse dolosa o culposamente”.
“Artículo 5o. (Principio de culpabilidad). No podrá aplicarse pena alguna, si la acción o la
omisión no han sido realizadas culpablemente. La medida de la pena estará en relación
directa con el grado de culpabilidad del sujeto respecto del hecho cometido, así como de la
gravedad de éste”.
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exigible para impedirlo (artículo 18, segundo párrafo, del mismo
código punitivo, en la parte relativa a prever y aceptar); o,
3) Que su omisión fue con culpa consciente, en tanto
que previó que seguiría ocurriendo la violación pero confió en que
no aconteciera, aunque violó el deber de cuidado respecto de la
menor que debía observar (artículo 18, tercer párrafo, del mismo
código punitivo, en la parte relativa a prever y violar un deber de
cuidado pero confiar en que no ocurra).
De entrada, las opciones primera y tercera deben
descartarse. La primera porque ni en el acto reclamado se
sostiene ni tampoco hay prueba alguna de que la quejosa quisiera
o contribuyera para que se diera la segunda violación. Es decir
que supiera que el activo habría de violarla en lugar y momento
determinado y ella, con vista de ello, decidiera ausentarse
precisamente para que la pasivo no fuese auxiliada por ella, que
tenía el deber de auxiliarla. Y la tercera
opción se descarta
porque se trata de un actuar culposo, pero este delito no admite
esta forma de omisión en tanto que en los términos de los
artículos 19 y 76
del código penal capitalino no está
expresamente mencionado entre los delitos que lo admiten.
De modo que sólo resta analizar el caso desde la
perspectiva de un dolo eventual de la quejosa. Lo que exige
demostrar que sabía de la primera violación, que previó que
volvería a ocurrir y que lo aceptó, al no hacer lo que estaba a su
alcance —realmente— para evitarlo.
Esta exigencia probatoria derivara de la conjunción de
las reglas del dolo (eventual) y la comisión por omisión del código
penal capitalino que disponen:
16 (Omisión impropia o comisión por omisión). En los delitos de
resultado material será atribuible el resultado típico producido a
quien omita impedirlo, si éste tenía el deber jurídico de evitarlo,
si:
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I. Es garante del bien jurídico;
II. De acuerdo con las circunstancias podía evitarlo; y
III. Su inactividad es, en su eficacia, equivalente a la actividad
prohibida en el tipo.
Es garante del bien jurídico el que:
…
d) Se halla en una efectiva y concreta posición de custodia de la
vida, la salud o integridad corporal de algún miembro de su
familia o de su pupilo”.
“18 (Dolo y Culpa). Las acciones u omisiones delictivas
solamente pueden realizarse dolosa o culposamente.
Obra dolosamente el que, conociendo los elementos objetivos
del hecho típico de que se trate, o previendo como posible el
resultado típico, quiere o acepta su realización.
…”.
De lo anterior se obtiene que para dictar sentencia
condenatoria en contra de la quejosa como coautora y en
comisión por omisión con dolo eventual, debería haberse probado
en su contra lo siguiente:
1. Que tenía el deber jurídico de evitar que, a partir de
la primera violación, el Coacusado volviera a
cometer el delito contra la víctima, en su calidad de
garante por ser su madre, por lo que se hallaba en
una posición efectiva y concreta de custodia;
2.a Que de acuerdo con las circunstancias podía
evitarlo; o que su inactividad es, en su eficacia,
equivalente a la violación misma; y,
2.b Que previó que el Coacusado siguiera violando a
su hija, a partir del nacimiento del primer hijo, y
aceptó que ocurriera, al no impedirlo.
Empero, este escenario no está probado con el
estándar
de
prueba
exigible
para
dictar
una
sentencia
condenatoria, es decir, plenamente.
Es así porque si bien desde la perspectiva del deber
jurídico (del deber ser), está claro que la quejosa tenía la
obligación de evitar que volviera a ocurrir la violación, porque se le
pudiera exigir que rompiera con las circunstancias que la
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posibilitaban, ya sea excluyendo al Coacusado o a la víctima de
su domicilio, es decir, que corriera al primero o que mandara a su
hija a otro lugar (por ejemplo con su abuela donde originalmente
vivía), mas esto no sólo debe ser exigible sino posible en el
ámbito del ser, de lo que acontece realmente; es decir, se
requiere que efectivamente la quejosa estuviera en posibilidad de
evitar que el Coacusado volviera a violar a la víctima, que pudiera
correrlo para que no lo volviera a hacer o que pudiera enviar a su
hija a otro lugar.
Y en el caso, no hay prueba suficiente para arribar al
hecho de que la quejosa, por sus circunstancias personales,
económicas, sociales y culturales, estuviera en condiciones reales
de evitar que el Coacusado violara de nuevo a la menor víctima.
Véase el contexto probatorio de la versión de cargo.
La menor ofendida vivía con una tía y con su abuela en un pueblo
en el estado de **********, luego se fue a vivir con la quejosa (su
madre) y el Coacusado, el cual, cuando se quedaba a solas con la
víctima, se aprovechaba de su discapacidad mental para tener
relaciones con ella. Estos hechos se entienden demostrados con
precisión en dos ocasiones, de acuerdo con su resultado final del
nacimiento de dos hijos, y a partir del primero, se puede
evidenciar el conocimiento por parte de la quejosa de lo que
ocurría.
Así
lo
manifestó
la
menor
ofendida
en
sus
declaraciones, pues dijo que inicialmente vivía en el pueblo de
**********, en el estado de **********, con su abuela, pero después
la llevaron a vivir con su madre y el Coacusado; que desde su
llegada —en ese entonces de **********años de edad— el
coacusado “le tocaba sus partes” (indicando con su mano derecha
que se refiere a sus senos, área púbica y glúteos); cuando su
mamá (la quejosa) no estaba el Coacusado “le quitaba la ropa, la
dejaba encuerada, la acostaba en el piso o a veces en la cama, le
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bajaba el pantalón y su calzón y le metía su pitirrín (precisando
que es con el que hace pipí)”; agrega que “le abría las piernas, se
le encimaba y le metía el pitirrín acá (indicando con su mano que
se refiere a su vagina), y en otras ocasiones se lo metía por atrás
(por donde hace “popó”), lo cual hizo muchas veces; cuando
quedó embarazada le dijo a la quejosa pero su reacción fue de
enojo porque le dijo que se “había revolcado con su marido”;
luego el Coacusado le dijo a su madre que el hijo que había
tenido la ofendida era de él, ante lo cual se quedó callada; su
primer hijo de nombre ********** es de ********** de edad (a la
fecha de su declaración en agosto de dos mil seis); siguieron
viviendo en el domicilio y su madre nunca le reclamó al
coacusado; luego quedó nuevamente embarazada del Coacusado
y nación su segundo hijo de nombre ********** de ********** de
edad (a la fecha de su declaración).
Lo cual se soporta, en cuanto al déficit mental de la
menor ofendida, con los dos dictámenes en materia de psiquiatría
que se le practicaron, de los que resultó que tiene un síndrome de
déficit intelectual a nivel de “retraso mental medio”.
Y por lo que hace a las circunstancias de lo ocurrido,
el Coacusado ********** manifestó que en el año dos mil dos
conoció a la quejosa y luego de seis meses se hicieron novios,
además de que posteriormente decidieron vivir en unión libre; que
desde hacía dos años (de acuerdo con la fecha de su declaración
que es de agosto de dos mil seis) la menor ofendida llegó a vivir
con ellos; que la víctima, cuando se quedaba sola con él se le
acercaba, lo agarraba del cuello y de los hombros, por lo que le
pedía que no lo hiciera porque si su madre se enteraba se
enojaría, pero no le hacía caso, al contrario, le decía que no se
preocupara e incluso le preguntaba que si no la quería, al grado
de que le dijo que quería tener dos hijos; que las relaciones
sexuales que tuvo con la víctima siempre fueron de manera
voluntaria y que es el padre de los dos hijos que tuvo; que la
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quejosa sí estaba enterada de que tenía relaciones sexuales con
la menor ofendida y que los dos niños son suyos, aunque en
ocasiones si le reclamaba.
Pues bien, lo manifestado por la menor ofendida se
torna de trascendencia porque se trata de la víctima que resintió
directamente los hechos; lo cual además es aceptable en tanto
que si bien no tiene capacidad de comprender lo que significa
tener relaciones sexuales al grado de poder tomar la decisión de
acceder o no, esto no le impide narrar lo ocurrido con el lenguaje
y expresiones que su desarrollo le proporciona, pues se expresa
en forma lisa y llana con palabras relacionadas a ese déficit pero
suficientes para dar cuenta de lo que aconteció. Además, el
propio Coacusado acepta que tuvo relaciones con la víctima y que
la quejosa estaba enterada, incluso que es el padre de los dos
hijos, y aunque dice que la quejosa le reclamó, esto no fue
suficiente para que siguiera ocurriendo. Esto es significativo
porque se trata de violación equiparada, de modo que la
aceptación de que había relaciones sexuales, sumada a la
discapacidad mental de la menor, basta para probar el delito, con
precisión al menos en dos ocasiones con igual número de
resultados en hijos. Y es importante también que en cada caso
haya nacido un hijo, porque hace patente lo que estaba
ocurriendo, en tanto que la quejosa sabía que el padre era el
Coacusado y desde el primero no hizo lo suficiente para evitar el
segundo.
En suma, está demostrado que el Coacusado tenía
relaciones con la menor ofendida y la quejosa tenía conocimiento
de ello, pero eso no prueba por sí mismo que, teniendo la
obligación de evitarlo, no haya hecho lo que estaba a su alcance
para impedirlo.
La quejosa alega que se enteró de la primera violación
cuando la víctima se volvió a embarazar y que sí le reclamó al
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Coacusado, incluso en diferentes ocasiones lo corrió de su casa
para proteger a su hija, pero su necesidad la obligaba a vivir en el
mismo techo, nunca pudo sacarlo de la casa en la que vivían.
Además, de los datos que manifestó en su declaración
preparatoria se destaca que en agosto de dos mil seis tenía
**********años de edad, que no tenía estudio alguno, se dedicaba
a ********** con ingresos de ********** pesos mensuales, que su
condición social y cultural es baja.
Véase pues que la quejosa no niega que tenía el
deber de proteger a su hija, pero no dice que aceptaba el hecho
de que volviera a ser violada, como se requiere para un dolo
eventual, además de que afirma que hizo lo que estaba a su
alcance para impedirlo, dentro de sus condiciones personales,
sociales, económicas y culturales. Esto significa que la carga
probatoria que tenía el fiscal no se limitaba a demostrar una
omisión simple de no impedir la violación, sino una comisión por
omisión que implica la exigencia de demostrar que efectivamente
pudo haberlo evitado.
Y lejos de que haya prueba suficiente de ello, las que
se desahogaron en juicio llevan a concluir que carecía realmente
de opciones, en grado tal que no tomarlas la hagan penalmente
responsable de la violación, como si ella la hubiere realizado.
Ciertamente, antes se precisó que era posible que la
quejosa hiciera algo por impedirlo ya sea corriendo al Coacusado
de su casa o bien enviando a su hija a otro lugar, por ejemplo con
su abuela donde originalmente vivía. Pero de la mera posibilidad
al hecho probado de que es realmente viable hay una distancia
considerable y la carga de la prueba es del fiscal. No se trata de
una simple omisión sino de una concreta situación de hecho que
demuestre que efectivamente la quejosa estaba en posibilidad de
hacer una u otra cosa.
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En relación con la posibilidad de expulsar al
Coacusado del domicilio la quejosa explica que intentó hacerlo y
no lo logró por la necesidad de vivir en el mismo techo, sobre lo
cual son relevantes su datos personales, que reflejan una
condición social y económica bajas, o al menos no está probado
que tuviera la posibilidad real de subsistir en el mismo domicilio
sin la presencia del Coacusado. Recuérdese que dijo contar con
**********años de edad y la víctima **********, lo que significa que
la tuvo a los ********** años, recuérdese que la víctima sufre de
retraso mental desde que nació; tómese en cuenta que la activo
dijo que no tiene estudio alguno, que trabaja ********** y que gana
**********pesos al mes, y de todo esto no hay prueba alguna de
que sea de otra manera; y por último tómese en cuenta que ni
siquiera se aportó prueba por parte de la fiscalía de que ella
contaba con bienes muebles o ahorros mínimos, para trasladarse
a otro lugar y, por tanto, que dispusiera de cualquier forma de otro
inmueble para establecerse. Y a todo esto se suma que la víctima
es desempleada, lo que representa una carga adicional que
implica que sea inviable suponer que se quedó por deliberación, y
en esa medida con responsabilidad penal.
Y por lo que hace a la posibilidad de enviar a su hija al
cuidado de un tercero, tampoco hay prueba que demuestre que
efectivamente eso era una opción viable para la quejosa, pues
aunque dice que la víctima vivía inicialmente con su abuela, no
hay dato alguno que explique por qué se fue a vivir con la
quejosa, o al menos que ponga en clara evidencia que sí podía
enviarla de regreso. Sobre esto el fiscal no se ocupó de aportar
prueba alguna.
Finalmente, debe destacarse que el dolo eventual
mínimamente exigido implica que la segunda violación se haya
producido en un momento que ella estaba en condiciones reales
de evitar, y no es así porque de la misma acusación deriva que
ocurrió cuando ella tenía la necesidad de salir del domicilio,
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concretamente cuando ella salía a comprar comida (tortillas) luego
de que también había salido a trabajar. Diferente hubiera sido, por
supuesto, si ella abandonara el lugar ya no obligada por otras
necesidades
también
básicas,
incluso
sin
justificación
ni
explicación alguna, en tanto que entonces sí cabría aceptar que
fue en ejercicio libre de su arbitrio que incumplía un deber de
cuidado pudiendo evitarlo y con plena conciencia de que podía
ser aprovechado por el activo para realizar la violación.
En su real situación, queda claro con el material
probatorio de que se dispone, que la quejosa asumió, en su
concepto, la obligación que estaba a su alcance, que era hacerse
cargo del niño producto de la primera violación, lo que aleja aún
más la posibilidad de que hubiere coadyuvado dolosamente a que
el activo perpetrara la violación.
En relación con ambas posibilidades de evitar
realmente la segunda violación por parte de la quejosa, es
esencial subrayar que no le corresponde a ella probar que no
pudo hacerlo, sino que era una carga de la parte acusadora y no
se aportó prueba alguna. Al fiscal le correspondía demostrar los
extremos precisos de la comisión por omisión, más allá del deber
de evitar la segunda violación, los datos específicos que
sustenten que estaba en condiciones reales de evitarlo.
En suma, al resultar fundado uno de los conceptos de
violación, lo que procede es conceder a la quejosa el amparo y
protección de la Justicia de la Unión contra el acto que reclamó de
la Tercera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal, a fin de que de inmediato se le absuelva y,
correlativamente, y de manera paralela a aquella resolución, se le
ponga en absoluta libertad por lo que a esta causa penal se
refiere. Concesión que se hace extensiva a los actos de ejecución
atribuidos al Juez Vigésimo Segundo Penal del Distrito Federal, al
impugnarse en vía de consecuencia y no por vicios propios.
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Por lo expuesto y fundado se
RESUELVE
ÚNICO. La Justicia de la Unión ampara y protege a
********** contra los actos que reclamó de las autoridades
precisadas en el resultando 1 de este fallo, por las razones
expuestas en el considerando III del mismo.
Notifíquese;
con
testimonio
de
esta
ejecutoria,
devuélvanse los autos a su lugar de origen y, en su oportunidad,
archívese el expediente como asunto concluido.
Así, lo resolvió el Primer Tribunal Colegiado en Materia
Penal del Primer Circuito, por unanimidad de votos de los
magistrados: presidente José Luis Villa Jiménez, Juan José
Olvera López y Luis Pérez de la Fuente, siendo ponente el
segundo de los mencionados.
Firman el presidente y magistrados que integran el
tribunal ante la secretaria de acuerdos que da fe, hoy veintiséis de
abril de dos mil doce.
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