Facultad de Filosofía Bogotá, 18 de julio de 2014

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JEAN VANEL GEORGES
VERUM FACTUM VS. PRIMUM VERUM.
HISTORIA Y POESÍA EN GIAMBATTISTA VICO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Filosofía
Bogotá, 18 de julio de 2014
JEAN VANEL GEORGES
VERUM FACTUM VS. PRIMUM VERUM.
HISTORIA Y POESÍA EN GIAMBATTISTA VICO
Trabajo de Grado presentado por Jean Vanel Georges, bajo la dirección
de la profesora Anna Maria Brigante Rovida, como requisito parcial para
optar al título de Filósofo
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Filosofía
Bogotá, 18 de julio de 2014
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ............................................................................................. 6
CAPÍTULO I
VERUM FACTUM VS. PRIMUM VERUM........................................................... 11
La primera verdad cartesiana ................................................................................. 11
El cogito ............................................................................................................. 13
Vico y el proyecto anti-escéptico cartesiano ......................................................... 15
El ―cogito‖ y la ―certeza‖................................................................................... 16
Momento de ruptura entre Vico y Descartes: las cuestiones metodológicas ......... 18
Conclusión ............................................................................................................. 24
CAPITULO II
EL PRINCIPIO DEL VERUM FACTUM APLICADO A LA HISTORIA EN LA
CIENCIA NUEVA ............................................................................................ 27
Aceptación, refutación y originalidad de Vico frente a la posición cartesiana sobre
la historia .................................................................................................................... 28
El surgimiento de la Historia en el rango de las Ciencias ..................................... 33
El desarrollo de la mente como clave para entrar en la historia de las naciones. .. 34
CAPÍTULO III
LA INTERRELACIÓN ENTRE LA HISTORIA Y LA POESÍA EN VICO ............... 45
La barbarie retornada ............................................................................................. 48
La Edad Media como barbarie retornada ........................................................... 50
El descubrimiento del verdadero Homero ............................................................. 54
El carácter poético, la patria y la edad de Homero ............................................ 55
Clave interpretativa del ―Descubrimiento del verdadero Homero‖. .................. 58
Homero y Dante, la configuración de un pueblo ................................................... 61
CONCLUSIÓN ............................................................................................... 65
4
AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a la Compañía de Jesús y en particular a la comunidad del filosofado
por su colaboración directa o indirecta en la realización de este trabajo de grado.
También, quiero manifestar mi gratitud a la Facultad de Filosofía de la Pontificia
Universidad Javeriana y en especial a la infatigable profesora Anna Maria Brigante pues
gracias a su bondad, sabiduría poética y acompañamiento a lo largo de mi proceso
académico logré escribir este trabajo, fruto de rigurosas lecturas de la obra de
Giambattista Vico. A mi familia. A mi madre Merciliette Jolivert quien desde Haïti me
anima para seguir adelante.
5
INTRODUCCIÓN
El racionalismo de René Descartes a través de las ideas claras y distintas que ofrecen las
matemáticas no sólo influenció a sus contemporáneos en Francia sino también a los
matemáticos y filósofos de toda la Europa intelectual, entre quienes se encontraba
Giambattista Vico. En su juventud Vico fue educado por sacerdotes bajo una atmósfera
muy religiosa de Nápoles, pero además de esto, fue formado en la corriente intelectual
dominante de la época: el nuevo racionalismo en especial en su forma cartesiana. Vico
fue un gran lector de las obras de Descartes: el Discurso del método, las Meditaciones,
los Principios y también emprendió el análisis de dos ciencias apreciadas por Descartes,
la física y la matemática, encumbradas en detrimento de la historia. Así, con la lectura
del filósofo francés, el napolitano se convirtió al cartesianismo. Sin embargo, algún
tiempo más tarde llegaría a rebelarse en su contra. Tal vez fue el humanismo natural de
Vico, su amor por cada una de las materias que Descartes rechazaba, lo que motivó esa
rebelión.
Este trabajo hace una aproximación al pensamiento filosófico de Giambattista Vico,
pensador italiano del siglo
XVII-XVIII
(1668-1744), quien se caracterizó por ser crítico
del racionalismo cartesiano al sustentar una defensa del importante papel que
desempeña la imaginación y la fantasía en los procesos cognitivos del hombre.
Vico fue un crítico de la modernidad naciente al denunciar una razón que,
excediendo sus funciones, no tenía en cuenta el mito y la imaginación fabulística. Ante
el racionalismo extremo de Descartes y sus seguidores, Vico asume elementos del
humanismo renacentista. En las páginas que siguen se mostrará cómo el napolitano es
un promotor de una racionalidad ampliada gracias al auxilio de la poesía y de la
historia.
Para ello, este trabajo tomará en cuenta algunas obras de Vico como la Ciencia
nueva o Principios de una Ciencia nueva en torno a la naturaleza de las naciones,
(como fue llamada finalmente); La antiquísima sabiduría de los italianos; Las
oraciones inaugurales y su Autobiografía. A partir de allí, haremos una aproximación a
la filosofía de Vico, a la comprensión de un pensador poco leído que incluso puede
aportar muchas ideas al mundo contemporáneo.
En el primer capítulo de este trabajo se abordará la relación de Vico con Descartes.
Se mostrará cómo el napolitano asume, inicialmente de forma positiva, los
planteamientos del pensador moderno. En las Oraciones inaugurales, Vico aplaudió a
Descartes por haber descubierto una ciencia que responde al criterio claro y distinto.
Esa ciencia es la matemática. Pero eso no le impidió a Vico convertirse en un pensador
que se posiciona en contra de la filosofía cartesiana. Todo empieza con el cogito que,
según Descartes, es la primera verdad en el plano epistemológico. Sin embargo, según
Vico con el cogito sólo es posible tener una primera evidencia pero no la verdad. El
problema de la verdad y la eventual disputa contra el escepticismo es planteada por
Vico desde una innovadora idea: el verum factum, aquel principio de la filosofía
viquiana, a partir del cual sólo ―conocemos lo que hacemos‖.
En una atenta revisión sobre la concepción cartesiana de las matemáticas y la física,
Vico descubre un error gravísimo en el proyecto cartesiano que pretende aplicar el
método geométrico a la física. Para él los axiomas de la matemática son ficciones de la
mente, o dicho de otra manera son una invención humana. Tenemos conocimiento de
ellas porque las hacemos. El mundo físico, en cambio, no es hecho por el hombre y por
tanto no puede ser conocido a cabalidad. Este mundo es conocido totalmente por Dios
porque es Él quien lo hace. Con este nuevo principio metodológico de que ―conocemos
lo que hacemos‖, se verá cómo Vico logra unir filosofía, historia y poesía.
En el segundo capítulo, se muestra el trabajo del napolitano con respecto a la
búsqueda de una ciencia del hombre que no se obtenga mediante el método claro y
distinto de las ciencias físico-matemáticas que por ser tan rígidas y perfectas no abarcan
la totalidad de lo humano. Para él esta ciencia de lo específico humano se identifica con
la historia. En este caso, Vico pretende haber dado un conocimiento de la estructura y
sentido de la historia al sostener que el hombre puede tener la ciencia del mundo
humano por cuanto él mismo la ha hecho. En la siguiente cita, se ve cómo Vico logra
aplicar el principio del verum factum a la historia:
7
Efectivamente, basándose en el principio gnoseológico del
verum factum, esto es, de que conocemos solamente aquello
que somos capaces de hacer, considera que la ciencia de la
historia es realmente posible para los hombres porque en ella se
da la conversión del verum y del factum, por el hecho indudable
de que el mundo histórico ha sido hecho por los hombres y, por
tanto, puede ser por ellos conocido.1
Con este principio aplicado a la historia, el pensador napolitano tiene claro haber
descubierto una verdadera ciencia que une historia y filosofía. A esta ciencia, la llama
Ciencia nueva.
Parafraseando al profesor González García, la Ciencia nueva tiene como referentes la
creación del mundo humano por el hombre mismo en el desarrollo de la historia. Si el
hombre es quien hace la historia, entonces es posible encontrar sus causas y principios
en las modificaciones de la mente humana. En este sentido, esta exploración servirá
para explicar el devenir histórico y ―establecer los verdaderos principios de la
naturaleza humana que se convertirán al mismo tiempo en los principios de la historia
universal‖2. Esta es la novedad y el talante científico de la filosofía de Vico: entender la
historia a través del desarrollo de la mente. En este sentido, se puede decir que la
historia tiene un orden fundamental regido por leyes que pueden ser encontradas en las
diversas modificaciones de la mente humana. Para Vico no existe la menor duda de que
la historia ha sido hecha por el hombre. Este es el primer principio incontestable de la
Ciencia Nueva:
En tal densa noche de tinieblas en la que se encuentra cubierta
la primera y para nosotros antiquísima antigüedad, aparece esta
luz eterna, que nunca se oculta, esta verdad, que no se puede de
ningún modo poner en duda: que este mundo civil ha sido
hecho ciertamente por los hombres, por lo cual se pueden, y se
deben, hallar los principios en las modificaciones de nuestra
propia mente humana.3
Así, Vico hace una comparación entre la estructura de la mente humana con los tres
momentos o aspectos del espíritu humano que son: sentido, fantasía y razón, como bien
se expresa en la dignidad 53: ―los hombres primero sienten sin advertir, después
1
Giambattista Vico, Ciencia nueva (Madrid: Tecnos, 2006), xxvi.
Vico, Ciencia nueva, xxvi.
3
Vico, Ciencia nueva, § 331, 177.
2
8
advierten con ánimo perturbado y conmovido y finalmente reflexionan con mente
pura‖4. En esta afirmación se encuentra el fundamento filosófico del ritmo histórico de
las tres edades: ―edad de los dioses, edad de los héroes, edad de los hombres‖.5
Para indagar en las dos primeras etapas de la historia de la humanidad considerada
como divina y heroica, el filósofo napolitano hace una invitación a retroceder en el
tiempo, una caída en esas mentes por penetración imaginativa, un don que él llama
fantasía. Este ha sido un gran logro suyo pues abre la caja negra de la comprensión de la
historia cultural «descifrando» mitos, ceremonias, leyes e imágenes artísticas.
Al observar muy de cerca la presentación de la estructura de la mente, se puede decir
que el primer movimiento de la mente humana no es el de la lógica conceptual, sino el
de la fantasía y de la imaginación. De modo que Vico puede afirmar que la ―sabiduría
poética‖ es la primera forma de sabiduría del género humano y que los primeros
pueblos pueden definirse como ―creadores‖ porque fueron sobre todo inventores de
ficciones históricas, de mitos y de metáforas.
Finalmente, el tercer capítulo comprende el papel fundamental que la poesía asume
en la viquiana teoría filosófica de la historia, ya que ésta no es sólo una parte distinta de
la actividad humana, sino que constituye el elemento caracterizador de una entera fase
de la evolución histórica y cultural de la humanidad. Como soporte de esta concepción
filosófica de la poesía, Vico elabora la conocida teoría de los ―universales fantásticos‖
refiriéndose a dos grandes poetas, Homero y Dante Alighieri que configuraron la
manera de sentir de toda una colectividad. El encuentro de esos dos poetas es posible en
Vico gracias a dos tiempos que ocurren en la historia de las naciones bajo los términos
―curso‖ y ―recurso‖. Como ya quedó dicho, Vico divide la historia de la humanidad en
tres edades. Para explicar esas edades, el napolitano hace una analogía al desarrollo del
ser humano. Después de eso, Vico demuestra cómo al inicio del primer curso de la
historia de la humanidad existía ya una barbarie de los sentidos. Al cumplir un ―curso‖
completo, es decir terminando la edad humana donde se llega al culmen de la razón, el
pueblo cae en una nueva barbarie que es la barbarie de la reflexión, y de ahí empieza un
4
5
Vico, Ciencia nueva, § 218, 140.
Vico, Ciencia nueva, §31.
9
nuevo ciclo que él llama ―recurso‖. La pregunta que queremos rastrear a lo largo de este
último capítulo es la siguiente: ¿es posible el encuentro entre filosofía, historia y
literatura? Así, el tercer capítulo demostrará en detalle cómo el napolitano logra
establecer este vínculo.
10
CAPÍTULO I
VERUM FACTUM VS. PRIMUM VERUM
La primera verdad cartesiana
Por ello Descartes nos pone de manifiesto que la
primera verdad es ésta: «Pienso, luego soy». Y en
verdad el plautino Sosia, movido a dudar de sí
mismo, de si es, por Mercurio, que había asumido
su propia imagen —del mismo modo que el genio
falaz de Descartes o el sueño enviado por la
divinidad del estoico—, meditando sobre la misma
cuestión, confía en esta primera verdad.6
El proyecto filosófico de Vico está enfocado en una dimensión práctica de la sabiduría
humana. Con esto, el napolitano se expone como un filósofo que se erige contra las
bases geométricas del cartesianismo, y con esto de su verdad primera: el cogito. Esta
primera verdad ha sido presentada en muchas obras del filósofo francés como las
Meditaciones Metafísicas, el Discurso del método, los Principios de la filosofía y las
Reglas para la dirección del espíritu. Sin embargo, la primera verdad se plantea de
forma contundente en la ―Segunda meditación‖. La meta de esta consiste en establecer
que podemos conocer con mayor certeza el alma que el cuerpo. De este modo,
Descartes sostiene que el conocimiento de nosotros mismos como seres pensantes es
primario, intuitivo, y no sensorial.
Junto a la reivindicación de lo verosímil, el proyecto filosófico viquiano pasaba por
la crítica del cogito y la formulación de un principio alternativo. Las críticas más
directas y frontales de Vico a Descartes se encuentran en el De Antiquissima. En esta
6
Giambattista Vico, Obras (Barcelona: Anthropos, 2002), 141.
11
obra Vico no sólo formula una crítica al cogito cartesiano por sus efectos indeseables,
sino en particular por sus carencias teóricas intrínsecas. Esta es una crítica que el
filósofo de Nápoles puede hacer por encontrarse en posesión de una primera verdad
alternativa. En rigor, es la defensa de ella misma la que le empuja a atacar abierta y
rotundamente las insuficiencias del principio cartesiano.
Este primer capítulo está dividido en tres partes: la primera, trata explorar y
esclarecer ciertos aspectos del llamado razonamiento del cogito; en la segunda, se
presenta el proyecto antiescéptico en el cual están desarrolladas la crítica y la evidencia
cartesiana a la luz del De Antiquissima y, en la tercera parte, se enseña el momento de la
ruptura entre Vico y Descartes por cuestiones metodológicas: Vico hace una crítica a la
aplicación del método geométrico a la física. En esta última parte el uso del libro Del
método de estudios de nuestro tiempo será fundamental.
El cogito
Si se hubiese contentado con suspender su juicio ante lo dudoso, Descartes no habría
quitado la blanda almohada donde duerme el escepticismo, para huir, en sueños, ante
los fantasmas. Precisamente porque niega sistemáticamente todo lo incierto, la
existencia del mundo, del prójimo, de su propio cuerpo, así como el buen
funcionamiento de la razón, de repente descubre que esta negación envuelve siempre la
afirmación de quien la piensa. Si pienso, soy. Esta toma de conciencia resiste a los
reiterados embates de la duda y al genio más maligno. Por lo tanto, es preciso concluir y
aceptar como constante que la proposición yo soy, yo existo es contundentemente
verdadera. Esta es, en las Meditaciones, la expresión más matizada del célebre ―Pienso,
luego existo‖:
Pero ya he negado que tenga algún sentido ni cuerpo alguno.
Vacilo, sin embargo, pues, ¿qué se sigue de ahí? ¿Soy de tal
modo dependiente del cuerpo y de los sentidos que no pueda
existir sin ellos? Pero he llegado a convencerme de que no
había absolutamente nada en el mundo, que no había ni cielo, ni
tierra, ni espíritu, ni cuerpo alguno. ¿Acaso no me he
convencido también de que no existía en absoluto? No, por
cierto; yo existía, sin duda, si me he convencido, o si solamente
he pensado algo. Pero hay un engañador (ignoro cuál) muy
12
poderoso y muy astuto que emplea toda su habilidad en
engañarme siempre. No hay, pues, ninguna duda de que yo
existo si me engaña, y engáñeme cuando quiera, jamás podrá
hacer que yo no sea nada en tanto que piense ser alguna cosa.
De modo que después de haber pensado bien, y de haber
examinado cuidadosamente todo, hay que concluir y tener por
establecido que esta proposición: yo soy, yo existo, es
necesariamente verdadera siempre que la pronuncio o que la
concibo en mi espíritu.7
Este pasaje es conocido como un ejemplo del ―razonamiento del cogito‖. Dicho
razonamiento se encuentra de otra manera en el Discurso del Método: ―Pienso, luego
existo‖ que constituye la primera ―verdad‖ y el ―primer principio de la filosofía‖.
Pero inmediatamente después advertí que mientras yo quería
pensar de ese modo que todo era falso era preciso
necesariamente que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y
notando que esta verdad pienso, luego soy, era tan firme y
segura que no eran capaces de conmoverla de las más
extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué que podía
aceptarla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía
que buscaba.8
Se encuentra también en los Principios de la Filosofía (I, 7) otro modo de expresar el
cogito:
Ahora bien, rechazando así todo aquello que de algún modo
podemos dudar, y aun imaginando que es falso, suponemos
fácilmente por cierto que no existe ningún Dios, ningún cielo,
ningún cuerpo; y que incluso nosotros mismos no tenemos
manos, ni pies, ni, en fin cuerpo alguno; pero no por eso
nosotros, que pensamos tales cosas, somos nada: pues repugna
considerar que lo que piensa, al mismo tiempo que piensa, no
existe. Y, por consiguiente, este conocimiento: pienso, luego
existo, es el primero y más cierto de todos los que se presentan
a cualquiera que filosofa con orden.9
No se trata, pues, de la simple constatación de un hecho, sino de la intuición intelectual
de una relación necesaria. En las Reglas, los ejemplos matemáticos simples son un
7
René Descartes, Obras escogidas. (Argentina: Charcas, 1980), AT, IX, 19.
Descartes, Obras, AT, VI, 32.
9
Descartes, Obras, AT, VIII, 7.
8
13
modelo de intuición, de la misma manera que «cada cual puede ver por intuición, que
existe, que piensa»10.
Vico y el proyecto anti-escéptico cartesiano
Las primeras referencias concretas que Vico hace a Descartes se encuentran en las sus
Oraciones inaugurales. En ellas, el napolitano no dejaba de elogiar al filósofo francés.
En la Oración tercera se refiere a Descartes, de una manera que puede sorprender,
como uno de los sabios que contribuyeron al avance y expansión de su filosofía:
Oye a Descartes, que cosas nuevas y dignas de admiración
investigó sobre el movimiento de los cuerpos, sobre las
pasiones del alma, el sentido de la vista, que meditó acerca de la
verdad primera, cómo ha introducido el método geométrico en
la doctrina física, y dirás que es un filósofo que no ha sido
modelado a imitación de otros.11
En verdad, no se trata de un elogio a la filosofía cartesiana, sino al hecho de que se hace
en un contexto de ironía a cualquier filosofía que aspire a la verdad única y absoluta. Al
inicio, el napolitano parece no haber comprendido las falacias de la metafísica de
Descartes. Por su manera de elogiar a la física y, sobre todo, a la primera verdad, es
decir, al cogito ergo sum, demuestra que Vico no mantiene desde el principio posiciones
ideológicas anticartesianas. Antes bien, el cambio surgirá después, en la medida en que
Vico tome conciencia de los efectos sociales, pedagógicos y académicos del ―método de
los modernos‖. Vico se distancia de Descartes por exigencias de la «razón práctica, y
ésta impondrá la reformulación de una razón teórica a ella subordinada»12. Así, en los
siguientes apartados, se expondrá cómo Vico retoma de manera positiva a Descartes
para al mismo tiempo rebelarse contra él.
10
Descartes, Obras, AT X, 368.
Vico, Obras, 30-31.
12
José Manuel Bermudo, ―Vico y Descartes‖, Cuadernos sobre Vico 9-10 (1998): 26.
11
14
El “cogito” y la “certeza”
En esta parte es conveniente recordar la diferencia que existe entre el dogmatismo y el
escepticismo. Los dogmáticos son aquellos que han convertido el cartesianismo en
ideología. Para ellos el método exige que se dude de todo y que no se acepte nada como
verdadero a no ser que se tenga evidencia de que así es. En cuanto al escepticismo,
Descartes hace una transición significativa en el ámbito de la metafísica que instaura
una verdad primera: existimos como cosas pensantes, verdad evidente e indudable,
fuente central gracias a la cual empieza a recuperarse el universo puesto en entredicho y
a derivarse verdades segundas de las demás ciencias. Sólo esta metafísica del cogito las
fundamenta.
Así las cosas, por un lado, el dogmático duda de todo excepto de que él mismo es,
pues él es quien tiene conciencia de que piensa y obtiene así su primera verdad; por otra
parte, el napolitano no falta a la razón al decir que el escéptico no cuestiona ni su
pensamiento ni su existencia:
El escéptico no duda de que piensa; más aún, manifiesta que es
tan cierto que le parece verlo, y con tanta firmeza que lo
defiende incluso con sofismas y argucias; y no duda de que él
es; es más, procura salir bien parado dejando en suspenso el
prestar su conformidad al testimonio de sus percepciones, para
no añadir a los inconvenientes que comportan las cosas mismas
aquellos otros de la opinión.13
Lo que el escéptico cuestiona, observa Vico, no es su pensamiento ni su propia
existencia, sino la creencia en que la autoconciencia de ambas cosas sea algo más que
mera conciencia, es decir, creer que dicha conciencia del pensar y de la propia
existencia sea ciencia, pues sostiene que su certeza no es ―ciencia‖, sino ―conciencia‖.
La distinción entre ―ciencia y conciencia‖, está en que «la ciencia es un orden de
razones y la conciencia un simple modo del espíritu»14. Más bien, de lo que se trata es
de distinguir el verum y el certum. Eso permite afirmar que ―la certeza o conocimiento
intuitivo, subjetivo y particular se diferencia del conocimiento verdadero, pues saber es
13
14
Vico, Obras, 141.
Bermuda, ―Vico y Descartes‖, 39.
15
estar en posesión del género o forma en que la cosa se origina‖15. Entre reconocer (la
existencia) y conocer (la génesis) existe un frontera importante; lo mismo existe entre
saber que se cree algo, y creer que se sabe algo: ―en verdad el pensar no es la causa de
que yo sea mente, sino la señal de ello; más la señal no es la causa; en efecto, el
escéptico sensato no negará la certidumbre de las señales; sí, en cambio la de las
causas‖16.
El conocimiento de los signos es distinto al conocimiento de las causas; mediante los
signos se conoce la existencia de algo pero mediante las causas, su esencia o naturaleza,
por lo que igualar estos dos órdenes es un error. El cogito, dice Vico, establece una
evidencia pero no aporta una ―racionalidad‖. El dilema está en la pretensión que tiene el
filósofo francés de acceder directo a la mente y conocerla. Este será el blanco de ataque
de la crítica viquiana, pues para el napolitano ―nuestra idea clara y distinta de la mente
no puede ser criterio, no ya de las restantes verdades, sino incluso de la propia mente;
pues, mientras la mente se conoce, no hace y, puesto que no hace, desconoce el género
o la forma en que se conoce‖17.
Se puede tener ―conciencia‖ de pensar, pero a la vez ignorar cómo se produce el
pensamiento en nuestra mente. La revelación de la mente pensando es prueba de su
existencia, pero no del conocimiento de ella; se puede oír una voz e ignorar quién ha
gritado: ―el pensar no es la causa de que yo sea mente, sino la señal de ello; más la señal
no es causa‖18. La certeza cartesiana no traspasa el umbral de la conciencia; por tanto,
no garantiza la ciencia. El cogito no es una verdad, sino una simple certeza, un dato.
Vico no cuestiona la certeza cartesiana, sino el sentido de la misma, ya que pretende
una objetividad gratuita, saliéndose de su límite de mera conciencia. Es aceptable como
signo, pero negable como fundamento racional de la verdad. El napolitano cree que el
escepticismo resiste a la pretendida victoria cartesiana sobre él mismo y que, por tanto,
ya no se trata de rechazar el primum verum cartesiano por sus efectos, sino que se le
rechaza como criterio de certeza por sus defectos teóricos. Sin embargo, Vico ya cuenta
15
Vico, Obras, 141.
Vico, Obras, 142-143.
17
Vico, Obras, 139.
18
Vico, Obras, 143.
16
16
con una alternativa: «no existe ninguna otra vía expedita, por la que poder arrancar de
raíz el escepticismo, salvo que el criterio de lo verdadero sea haberlo hecho»19.
En rigor debería decir ―cuando se sabe hacerla‖, pero son otras razones las que llevan
a Vico a diferenciar entre ―saber hacer una cosa‖ y ―haberla hecho‖. Es el principio del
verum factum, que así parece derivarse de la nueva concepción del saber, de la ciencia,
como conocimiento de la génesis de las cosas, como comprensión desde sus causas:
―esta comprensión de las causas en la que se contienen todos los géneros, o todas las
formas […] es la primera verdad‖20.
Momento de ruptura entre Vico y Descartes: las cuestiones
metodológicas
Este capítulo fue inspirado en Alberto Damiani, y en particular, en su manera de
desarrollar el problema de la Teoría y praxis en De Nostri Temporis studiorum
Ratione 21 . En las siguientes líneas, está presente el modo en que Vico entiende al
conocimiento y la acción humana en De ratione, punto a través del cual ha tomado
distancia de Descartes. Como se ha venido diciendo, la crítica al racionalismo
constituye para Vico una base necesaria y contundente para la formulación de su teoría
científica sobre la praxis en la Ciencia nueva.
Descartes privilegia la matemática como aquella ciencia en la cual la verdad se
presenta con mayor claridad y distinción. Por esto, es una ciencia capaz de responder a
los criterios del método cartesiano. Con esto, Descartes ha encontrado una disciplina
que se escapa a la duda y que sirve de fundamento sobre el que le es posible construir el
edificio de la ciencia. Sólo gracias a una hipótesis tan extrema como la del genio
maligno es que las verdades matemáticas pudieron ser puestas en duda por Descartes.
De hecho, el francés deja constancia una y otra vez, de que de todas las ciencias
19
Vico, Obras, 143.
Vico, Obras, 143.
21
Alberto Damiani, ―Teoría y praxis en De nostri temporis studiorum ratione‖, Cuadernos
sobre Vico 3 (1993): 53-66.
20
17
desarrolladas por el hombre, únicamente la matemática se encuentra libre de
incertidumbre, hasta el punto que incluso el entendimiento más mentecato deduce
correctamente un término de otro. La matemática vale como modelo porque parte de
naturalezas simples y las relaciona por vía estrictamente deductiva. Así mismo, el
método busca nociones evidentes a las que accederá por el análisis, para luego
componerlas por deducción. La evidencia que producen las verdades matemáticas es,
para Descartes, el máximo ejemplo del tipo de convicción que debe producir el objeto
buscado por la filosofía. Quienes buscan la verdad deben tratar sólo con objetos que se
presenten con la misma certeza de la demostración matemática. La geometría es
considerada, pues, como la ciencia por excelencia; sus juicios constituyen el paradigma
de un juicio verdadero22.
En este punto puede afirmarse que con relación a la geometría Vico y Descartes
están de acuerdo, esto se puede ver desde De nostri temporis studiorum ratione (IV)
hasta la última edición de la Ciencia nueva (§347). Sin embargo, bajo este aparente
acuerdo se oculta una profunda diferencia. La geometría, en tanto ciencia verdadera por
excelencia, constituye un tema cartesiano que, paradójicamente, Vico utiliza para
criticarlo. Pero lo relevante, en esta disputa, no es que se acepte la geometría como
ciencia verdadera sino las razones que llevan a su aceptación. La pregunta es entonces:
¿cuál es el criterio de verdad por el que se determina que los enunciados de la geometría
son verdaderos?
En De ratione Vico identifica tres elementos presentes en toda disciplina: el fin, los
medios auxiliares y los instrumentos. Hay ciencias, por tanto, que son utilizadas como
instrumentos para el estudio de otras. La geometría será, en la consideración viquiana,
no sólo una ciencia que utiliza como instrumento el análisis algebraico, sino ella misma
es a la vez un instrumento al servicio de la nueva física. El interés de Vico recaerá sobre
esta utilización de la geometría como instrumento de la física23. La introducción del
método geométrico en física será un blanco para las objeciones de Vico al racionalismo:
«debemos mirar por qué el método geométrico, introducido por los nuestros [los
22
23
Véase René Descartes, Obras escogidas (Madrid: Alianza, 1984). AT X, 373-379.
Véase Vico, Obras, 78-79.
18
modernos] en la física, no importe consigo el inconveniente de que, no siendo posible
negar nada de él sin atacar su propio fundamento»24.
Al resultar falsa una consecuencia deductiva, su error debe derivarse de un error de
los axiomas. Al aplicar el método geométrico a la física, si una consecuencia resulta
falsa toda la ciencia es refutada. En realidad esto no es un problema de la física
experimental moderna que, representada por Galileo y Bacon, es reivindicada por Vico
frente al proyecto cartesiano de la Mathesis Universalis25.
Los modernos físicos parecen asemejarse a aquellos a quienes
les han sido dejadas en herencia por sus padres unas mansiones
donde nada se echa en falta para su magnificencia y su utilidad,
de modo que tan sólo les queda el cambiar de lugar el
amplísimo ajuar o decorarlas con alguna obra insignificante
según la moda del momento.26
Para Vico el racionalismo se limita a ordenar deductivamente sus leyes, pues considera
a este ordenamiento como el reflejo conceptual de la naturaleza. De esta manera, se
hace prácticamente inútil la observación de los fenómenos, puesto que, así ordenada, la
física expresaría la estructura íntima del mundo natural. Con esto, Vico advierte que
en caso de que ésta [la naturaleza] se haya dispuesto de un
modo diverso, de que una sola regla acerca del movimiento sea
falsa —por no decir que no sólo una falsa se ha descubierto
ya— que se preocupen y continúen preocupándose de no
conducirse seguros en lo que de la naturaleza resulta ya
inseguro.27
En efecto, la seguridad que provoca un sistema deductivo de la naturaleza puede
desbaratarse cuando la más particular consecuencia deductiva de las leyes universales
sea refutada. En este mismo capítulo, Vico insiste en la diferencia ontológica entre el
objeto de la geometría y el de la física. Más allá de los peligros contenidos en la anterior
advertencia, esa diferencia impide aplicar legítimamente el método geométrico al
estudio de la naturaleza:
24
Vico, Obras, 86.
Véase Gemma Muñoz-Alonso López, ―La Crítica de Vico a Descartes‖, Cuadernos sobre
Vico 2, (1992): 51-63.
26
Vico, Obras, 86.
27
Vico, Obras, 86.
25
19
Estos métodos, estos sorites, así como en las cuestiones
geométricas son veracísimas vías y métodos de demostración
muy veraces también, ya se los objetaban, en aquellas otras
donde el asunto no permite demostración muy veraces también,
ya se los objetaban, en aquellas otras donde el asunto no
permite demostración —como un género argumentativo viciado
y capcioso—, las antiguas escuelas filosóficas a los estoicos,
que se servían de tal arma discursiva.28
Por tanto, la demostración deductiva de la verdad científica sólo es posible en los casos
en que el objeto al que se aplica se preste a ella. Vico observa aquí que si bien esas
largas cadenas de razones, esos silogismos engarzados (sorites), constituían la garantía
de la verdad geométrica, en la física, por el contrario, crean una seguridad infundada e
ilusoria. Los cartesianos creen reproducir en la física la certeza propia de la geometría,
con solo aplicar el método de una a la otra. No obstante, según Vico, la evidencia a la
que se accede en geometría es imposible en física. ―Por ello esas cosas de la física que
se nos presentan como verdaderas por la fuerza del método geométrico no son sino
verosímiles, y de la geometría toman sin duda el método, mas no de la demostración‖29.
El método geométrico no es aplicable legítimamente al estudio de la naturaleza.
Cuando los cartesianos lo aplican caen en la ilusión de creer que por el sólo uso de la
deducción es posible construir una física con enunciados tan claros y distintos como los
de la matemática. Por ello, para Vico las leyes físicas dejan de ser verdaderas al modo
de las afirmaciones geométricas y pasan a ser consideradas como simples
verosimilitudes. No existe, pues, una ciencia de la naturaleza tal como Descartes la
propone. El fundamento de esta imposibilidad de introducir el método geométrico en
física se deriva de aquello que hace posible la verdad en geometría e imposible en
física. La diferencia ontológica de los objetos de estas disciplinas está basada en el
principio verum ipsum factum.
Parafraseando a Damiani, Vico y Descartes consideran a la geometría la ciencia por
excelencia, pero lo hacen por razones diferentes. Descartes halla en los juicios de la
geometría un ejemplo de claridad y distinción cercano al exigido por su método; Vico,
por su parte, explica la posibilidad de esta ciencia al decir que el origen de sus
28
29
Vico, Obras, 86-87.
Vico, Obras, 87.
20
principios se encuentra en la mente humana. En ello se cifra la diferencia con el
cartesianismo: en el lugar que ocupa la matemática. En Descartes se amplía hasta
constituir una Mathesis Universalis que refleja la estructura íntima de la naturaleza. En
Vico, en cambio, los objetos matemáticos aparecen como ficciones, productos de la
abstracción. Por ello, el aparente acuerdo entre Vico y Descartes con respecto a la
valoración de la matemática como ciencia strictu sensu debe estudiarse a profundidad
para evitar confusiones de cualquier tipo. En la matemática se muestra con claridad que
la seguridad de sus verdades se deriva del hecho de que sus objetos han sido creados por
el propio científico. Los puntos, las líneas, los números son ficciones producidas por el
científico por medio de la abstracción. Pero como se señaló antes, este reconocimiento
de la matemática encierra una limitación esencial: la verdad lograda en matemática no
es trasladable a otros ámbitos.
Al impugnar la aplicación del método geométrico a la física, Vico desacredita la
Mathesis Universalis. Si conocemos lo geométrico porque lo hemos hecho, lo físico
posee una heterogeneidad ontológica que lo hace difícilmente alcanzable. El rigor de la
matemática es la contracara de la incapacidad humana para conocer la realidad, el
mundo físico no ha sido creado por el espíritu del científico. De ese mundo no
poseemos los elementos de los que se compone ni el modo de su composición. Sólo la
matemática —ciencia establecida sobre la imperfección de la mente humana— logra
acceder a una verdad semejante. Pero, al final se trata sólo de una verdad acerca de sus
propias ficciones.
El principio gnoseológico viquiano aparece por primera vez enunciado en De ratione
como principio metodológico: ―demostramos las cuestiones geométricas porque las
hacemos; si pudiésemos demostrar las físicas, las haríamos‖ 30 . En la base de los
inconvenientes de la introducción del método geométrico en física se encuentra la
imposibilidad de acceder a la verdad en esta disciplina. No basta con ordenar
deductivamente los contenidos de la física según el modo geométrico para alcanzar el
ideal de una física científica. Para que esto ocurriese, las condiciones para conocer el
objeto de la geometría y de la física tendrían que ser las mismas. Pero mientras que el
30
Vico, Obras, 87. Como se dice en el De antiquissima: Verum ipsum factum.
21
primero es una ficción producida el hombre; el segundo es una realidad creada por Dios.
Si pudiésemos conocer científicamente lo físico, lo habríamos producido. La condición
de posibilidad del conocimiento verdadero es haber producido el propio objeto de
conocimiento. Ya en 1708 se encuentra bajo esta forma el principio que constituirá el
fundamento gnoseológico de las siguientes obras de Vico: sólo podemos conocer
aquello que hemos producido.
En el conocimiento físico sólo alcanzamos verosimilitud experimental, ―en efecto,
tan sólo en Dios Óptimo Máximo son verdaderas las formas de las cosas, por las que su
misma naturaleza ha sido conformada‖.31 Sólo Dios posee la ciencia de la naturaleza.
Sólo Él contiene dentro de sí los elementos que la componen y el modo de dicha
composición. El hombre debe contentarse con sus verdades ficticias y sus
verosimilitudes experimentales. Esta primera formulación del criterio de verdad
viquiano se fundamenta en la base epistemológica de la matemática. No obstante,
teniendo en cuenta el carácter polémico del texto, su finalidad consiste sobre todo en
impugnar la física cartesiana. Vico nos presenta la pretensión de poseer verdades sobre
la naturaleza como una expresión de soberbia, de orgullo desmedido. El racionalismo, al
desconocer el límite de nuestras capacidades, pretende con su método mirar la
naturaleza desde la mente de Dios.
Partiendo de la noción de ciencia que se sigue del principio verum ipsum factum,
Vico encuentra dos tipos de saber: el saber divino y el saber humano. En el primero lo
verdadero se identifica con el hecho porque Dios es el creador del objeto que conoce: la
naturaleza. Sólo Dios crea y genera. ―Crear‖ en un sentido teológico es fabricar a partir
de la nada; ―generar‖, algo que sale directamente de su esencia. Las verdades conocidas
por los hombres se las encuentran sólo en la matemática. La ciencia divina y la
matemática son los únicos ejemplos que pueden darse de ciencia, y la diferencia entre
sus sujetos se distingue en los objetos por ellas producidos y conocidos. Mientras que el
saber infinito de Dios crea toda la realidad natural, la mente humana compone sólo
ficciones mediante definiciones nominales. De las dos ciencias que legitima el criterio
viquiano, una nos está vedada de verdad; la otra, en cambio, consiste en un conjunto de
31
Vico, Obras, 87.
22
definiciones convencionales que no hacen referencia a lo real. Si se señaló al criterio
viquiano de verdad como el elemento positivo que resulta de la polémica con los
cartesianos, se puede ver ahora que, siguiendo este criterio de verdad, todo acceso
científico a lo real resulta imposible. El verum ipsum factum no se limita a refutar el
programa de la Mathesis Universalis, sino que implica también una posición agnóstica.
Si lo verdadero se identifica con lo hecho, sólo tendremos conocimiento de esas
definiciones convencionales que nosotros mismos establezcamos y de las consecuencias
que de ellas podamos deducir. En rigor, lo que a Vico le interesa no es el acceso a una
verdad segura y firme, sino la crítica a la posibilidad de este acceso fuera del ámbito de
la geometría: esta es la crítica a la filosofía crítica y a su versión pedagógica. El
resultado positivo de esa crítica no debe buscarse en el conocimiento verdadero que el
principio gnoseológico fundamenta, sino en otros aspectos falsos del hacer humano.
Conclusión
Se puede resaltar, como diría Bermudo, que Vico comparte con Descartes el proyecto
anti-escéptico. La batalla filosófica del napolitano no es en el fondo anticartesiana, sino
anti-escéptica. Su creciente crítica a Descartes, cada vez más fuerte y fundada, no está
enfocada hacia los objetivos del Proyecto cartesiano en cuanto a sus consecuencias, que
son insatisfactorias epistemológica y culturalmente. Con relación a la insatisfacción
epistemológica, se critica al cogito como primum verum:
El cogito cartesiano no es, para Vico, un argumento adecuado
contra el escepticismo, pues éste no duda de la ―certeza‖, sino
de la ―verdad‖; no duda de la ―existencia‖, sino de su
―conocimiento‖. Vico formula el verum factum contra el
primum verum cartesiano, el cogito ergo sum, porque ni
conseguía sus objetivos antiescépticos ni, en rigor, salvaba otra
32
ciencia que las matemáticas .
Así, es evidente el descontento que, en última instancia, se convierte en el punto de
quiebre entre la crítica viquiana y el pensamiento de Descartes. Según el principio
epistemológico más importante del napolitano, el verum factum est, el filósofo francés
32
Bermudo, ―Vico y Descartes‖, 10.
23
se equivocaría al pretender acceder directamente a la mente, a la conciencia 33. ¿Por
qué?, ¿cuál es este principio epistemológico? Como ha sido mencionado anteriormente
en De Antiquissima:
Podemos colegir con todo fundamento que el criterio y la regla
de lo verdadero es haberlo hecho: de ahí que nuestra idea clara
y distinta de la mente no pueda ser criterio, no ya de las
restantes verdades, sino incluso de la propia mente; pues
mientras la mente se conoce no hace y puesto que no hace,
desconoce el género o la forma en que se conoce.34
Es de recalcar que el verum factum ya había sido enunciado antes de Vico. Por eso su
originalidad debe buscarse no tanto en el hecho de haberlo descubierto, sino en la
aplicación de este principio al mundo humano. Es en el De Antiquissima donde elabora
esa teoría, pero será en los Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza de
las naciones cuando la aplicará a la historia.
Lo verdadero coincide con lo hecho, es decir, sólo puede conseguirse la verdad de
aquellas que hacemos. Esto permite a Vico diferenciar entre las ciencias del hombre,
como la geometría (el hombre conoce y consigue la verdad, sólo en aquello que hace), y
las ciencias divinas, que son las ciencias naturales, como la física (sólo Dios conoce el
mundo natural que él ha creado). A Vico le parecería que según el estado de la
investigación experimental de su tiempo, como el hombre no podía crear fenómenos
naturales, tampoco podía conocer todos los elementos que conformaban la verdad
natural, y, por tanto, el hombre podía conocer el mecanismo interno de la matemática,
pero no el de la física. Esto quiere decir que la verdad humana se opone a la verdad
divina.
Así pues, la física trata de objetos de la naturaleza que no han sido creados por los
hombres. Isaiah Berlin dice lo siguiente:
el primer paso de Vico, entre 1708 y 1710, fue degradar la
física desde la cúspide en la que Descartes la había colocado, al
nivel de otros estudios sobre cosas que los hombres descubren,
pero que no han sido hechas por ellos; aunque es considerada
Véase Anna Maria Brigante, ―La Razón Poética de Giambattista Vico‖, Universitas
philosofica (2008), 184.
34
Vico, Obras, 139.
33
24
superior a la Historia, a la literatura y a disciplinas semejantes,
está clasifica en ese mismo grupo; son disciplinas de las que no
podemos tener ciencia, sino únicamente consciencia.35
En el De Antiquissima, utiliza el verum-factum para criticar la física y la metafísica
cartesianas. Lo que hace el hombre es la matemática, y lo que no hace es la física, pero
solo más adelante, en los Principios de una ciencia nueva afirmará que el hombre hace
la historia. Con su crítica al cogito, afirma que éste no puede ser un criterio de verdad
pues no está demostrado científicamente, sino construido por meras informaciones que
parten de la conciencia y le dan únicamente una cierta certeza.
El pensar no es la causa del ser, sino que es una prueba, porque probar por causas
equivale a hacerlas, y con el pensamiento no hacemos al ser, pues es Dios quien lo hace,
y la existencia de Dios no puede demostrarse con pruebas a priori. Por esta razón, el
cogito ergo sum no puede ser criterio de verdad, y tampoco las ideas claras y distintas
pueden ser la norma de la verdad, sino que, en conclusión, la norma de la verdad será el
haberlo hecho36.
Como hemos visto, el hacer es considerado por Vico como la metafísica de la mente
o, en otras palabras, como punto de partida en el proceso cognitivo. Para el autor
partenopeo, hay que dejar de concebir la mente humana ―como una araña quieta en la
glándula pineal tal como aquella en el centro de su tela; y cuando, desde algún lugar
cualquier hilo de tela resulte movido, la araña lo siente; y, en cambio, cuando sin
moverse la tela la araña presiente el momento oportuno, mueve todos los hilos de su
tela‖37. Con esta parodia de la glándula pineal, Vico quiere denunciar un pensamiento
en el que hay una discontinuidad entre cuerpo y mente: La araña se baja de su tela y
continúa su camino. Sin embargo, también sugiere que la asignación de la función de la
glándula pineal en Descartes es un síntoma de que en realidad cómo se produce el
pensamiento38.
35
Isaiah Berlin, Vico y Herder (Madrid: Cátedra, 2000).
Rais Busom, Vico: antología. (Barcelona: Península, 1989), 11-12.
37
Vico, Obras, 142.
38
Véase Brigante, ―La Razón Poética‖, 183.
36
25
Vico se vale del principio epistemológico del verum factum para desmontar la
racionalidad cartesiana, partiendo de la formulación del napolitano a Descartes: no
podemos acceder a los objetos naturales porque el proceso de conformación es externo a
nosotros. Sólo Dios, en cuanto lo crea, tiene acceso total al mundo. El hombre crea el
mundo humano y por tanto, es lo que puede conocer. Esto nos lleva a decir que el
hombre puede conocer su historia porque la construye. Bertram diría:
Vico abrió las puertas a un concepto nuevo, que daba gran
credibilidad a la vida, es decir, afirmaba la enorme importancia
de lo realizado como expresión de la mente del actor: ello
significaba que el mundo real o la historia es la gran fuente que
nos permite conocer las evoluciones del pensamiento pasado y
39
quizá
lo
que
nos
depara
el
futuro.
39
Vico, Ciencia nueva, xxi.
26
CAPITULO II
EL PRINCIPIO DEL VERUM FACTUM APLICADO A LA HISTORIA EN LA
CIENCIA NUEVA40
En los Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las naciones
(1725, 1730, 1744), Vico instauró una ciencia que indagará por la investigación de las
leyes propias de la historia humana. Sugiere que el conocimiento de los asuntos
humanos puede llegar a ser científico, y que la ciencia debe tener fundamentos
filosóficos que proporcionen los elementos para comprender el mundo de las naciones.
Lo anterior se da en un ambiente intelectual impregnado de la filosofía de Descartes,
por lo que es comprensible que la Ciencia nueva se oponga a la metafísica tradicional y
al racionalismo cartesiano, y proponga un nuevo método de pensamiento científico que
reafirme la tradición humanística. Así, el autor censura el ―pensamiento racional‖
cuando asegura que el conocimiento puramente deductivo, extraído de primeras
premisas, obstaculiza la comprensión de la historia porque excluye todo lo propio de la
acción humana41.
40
Ahora bien, las características fundamentales de la Ciencia nueva (1744) se encuentran en
la parte correspondiente a ―Del método‖, de las cuales se puede mencionar:
–La ciencia nueva es una ―teología civil razonada de la providencia divina‖, o sea la
demostración del orden providencial que se va realizando en la sociedad humana a medida que
el hombre se levanta de su caída y de su miseria primitiva. Vico opone esta teología civil a la
teología física de la tradición, que demuestra la acción providencial de Dios en la naturaleza.
–La ciencia nueva es ―una historia de las ideas humanas, sobre la cual parece actuar la
metafísica de la mente humana‖. Es, por lo tanto, la determinación del desarrollo intelectual
humano desde sus toscos orígenes hasta la ―razón toda explicada‖. En este sentido es también
una ―crítica filosófica que demuestra el origen de las ideas humanas y su sucesión‖.
–La ciencia nueva tiende a describir ―una historia ideal eterna, por la cual transcurren
oportunamente las historias de todas las naciones en sus orígenes, progresos, estados,
decadencias y fines‖. Como tal, la ciencia nueva es también una ciencia de los principios de la
historia universal y del derecho natural universal.
–La ciencia nueva es, por lo demás, una filosofía de la autoridad, o sea de la tradición, ya
que de la tradición deduce las pruebas de hecho (o filológicas) que logran el orden de sucesión
de las edades de la historia. Citado por: Silvestre M. H. ―La cuestión de la ciencia en la filosofía
de Vico‖. Cuadernos sobre Vico 17-18 (2004-2005) 106.
41
Silvestre M. H. ―La cuestión de la ciencia en la filosofía de Vico‖. Cuadernos sobre Vico
17-18. (2004-2005) 105.
Ahora bien, la concepción de una ―ciencia humana‖ parte de dos argumentos: el
primero se basa en que el conocimiento del mundo de los fenómenos humanos puede
ser tan riguroso y científico como el conocimiento del mundo de los fenómenos
naturales. El segundo es que, en tanto que ―ciencia humana‖, tiene que recurrir al
conocimiento previo de la experiencia de lo que es ser humano, lo cual hace sus
resultados mucho más claros que los de cualquier ciencia puramente natural. Y la
metodología que hace esto posible se deriva del principio verum factum (sólo podemos
conocer ciertamente lo que hemos hecho).
De acuerdo con esto, la finalidad del segundo capítulo es mostrar las similitudes
entre el proceder matemático, y en concreto la geometría, y la metodología desarrollada
por el filósofo napolitano, aunque los objetos de estudios sean distintos refiriéndose a
las abstracciones mentales (matemáticas) y los productos culturales (mundo civil).
Se sustentará, entonces, que para formar y hablar de un sistema de pensamiento hay
que saber su objeto de reflexión. Para esto se presentará el sistema de Vico y se
intentará establecer una comparación y aplicación del mismo, la metodología de la
geometría y la concepción de una ―ciencia humana‖, con su propio objeto de estudio
que es el mundo civil, el cual puede conocerse científicamente en tanto que es una
creación humana.
Aceptación, refutación y originalidad de Vico frente a la posición
cartesiana sobre la historia
En el Discurso del método, Descartes había enunciado claramente que la historia no
puede ser considerada como ciencia. Para él, además de no ser fuente invariable de
conocimiento, la historia termina por alienar al historiador del presente pues éste se
haya perdido en el denso pasado. Por tanto, Descartes ataca la ausencia de una
estructura lógica en los escritos históricos y se pregunta: ¿qué podrían reclamar saber
nuestros mejores historiadores romanos, que no le fuera conocido a una esclava de
Cicerón? ¿Era ésta una meta digna de un serio buscador de la verdad? En palabras de
Descartes:
28
Es cierto que mientras sólo consideraba las costumbres de los
demás hombres apenas encontraba seguridad y advertía casi
tanta diversidad como antes en las opiniones de los filósofos
[…] Pero después que hube empleado algunos años en estudiar
así el libro del mundo y en tratar de adquirir alguna experiencia,
tomé un día la resolución de estudiar también en mí mismo y de
emplear todas las fuerzas de mi espíritu en elegir los caminos
que debía seguir. Lo que logré mucho mejor, me parece, que si
jamás me hubiese alejado de mi país y de mis libros.42
Según Descartes, la historia no es digna de merecer el nombre de ciencia porque no se
presenta bajo las leyes claras y distintas de las ciencias matemáticas. En este orden de
ideas, diría Berlín: ―la historia, y los estudios humanísticos en general, fueron relegados
por Descartes a la región de información diversa con la que un hombre serio podría
entretenerse una o dos horas, pero que constituía un objeto indigno de una vida de
estudio y meditación‖.43
Vico aplaudió esta afirmación en un primer momento, pero más adelante, por su
formación teológica basada en la tradición histórica, el filósofo napolitano se sintió
obligado a replicar a Descartes, respondiendo algo muy interesante:
sí, es verdad, las matemáticas constituyen un logro maravilloso.
Es un cuerpo de verdades irrefutables. Pero es un cuerpo de
verdades no porque constituya una clase de armazón o
representación de verdades eternas sobre la naturaleza y el
mundo, sino porque es verdadera a costa de no dar información
acerca de nada. No describe nada en absoluto. Las matemáticas
son una concatenación de ―ficciones‖. Las reglas de las
matemáticas son creadas por nosotros, por los seres humanos.
Los símbolos de las matemáticas son inventados por nosotros.
Desde luego que el razonamiento matemático es válido. Pero es
así porque así lo hemos hecho.44
Por tradición, las matemáticas reflejan los hechos más permanentes de la naturaleza
externa o de la experiencia humana, pero nada de esto son las matemáticas. Vico pensó
que ellas no describían la estructura general de la realidad, sino que eran el resultado de
la aplicación de reglas hechas por el hombre, por lo que constituían una pura invención
humana. De ahí que la reivindicación de que las matemáticas enseñan más sobre el
mundo que cualquier otra disciplina no podía sostenerse. Era una ―ficción‖ útil,
42
Descartes, Obras, AT VI, 10-11.
Berlín, Vico y Herder, 43.
44
Berlin, Isaiah. ―Giambattista Vico‖. Cuadernos sobre Vico 11-12, (1999-2000): 22.
43
29
coherente. No una ficción en el sentido de ser falsa, sino de no describir hechos. Una
vez que se llega a algo que no sean las puras matemáticas, como a la física, su método
algebraico no sirve. Es así porque en este punto contacta con la realidad, algo
independiente de la voluntad y las reglas hechas por el hombre45.
Para alejarse del filósofo francés, Vico retoma la formulación de los antiguos
romanos: ―comprendemos aquello y sólo aquello que nosotros hemos hecho‖. No se
comprende algo completamente a menos que se haya creado. Existe un ejemplo de
Isaiah Berlín que ilustra mejor este punto: un novelista tiene un conocimiento perfecto
del mundo de sus personajes sólo porque él los ha creado; un artista conoce su obra de
arte porque la ha creado. Sólo Dios, dice Vico, tiene un conocimiento perfecto del
mundo porque Él es su autor, porque Él lo ha creado. El hombre no ha creado el mundo.
Lo observa solamente, y puede registrar lo que allí encuentra y la forma en que eso se
comporta. Estos son los datos últimos para las generalizaciones de las ciencias
naturales, y es posible usar las matemáticas como un recurso que integre y generalice
ese gran cuerpo de conocimiento que, en última instancia, descansa sobre la
observación y la experimentación, con el fin de contestar cuestiones específicas. De
acuerdo con Vico, esto es conocer lo existente del universo al percibir cómo son sus
contenidos, cómo suenan o a qué huelen.
Pero hay algo que no se conoce de ellos, y es la finalidad de su existencia. No lo
sabemos porque no hemos creado el mundo. Esta proposición es, en algún sentido, un
lugar común teológico: solamente Dios comprende el mundo porque Él lo ha creado,
mientras que el hombre sólo puede describir lo que Dios ha hecho, sin saber cuál es su
propósito o motivo. En este punto, Vico dio un paso atrevido y original: declaró la
capacidad del ser humano para comprender que aquello que ha hecho sobrepasa con
amplitud la de los meros artefactos, gracias a lo cual es capaz de comprender otro
ámbito: la historia humana. No solamente observamos, sino que podemos conocer por
qué lo hacemos, podemos reconocer nuestros propios motivos y propósitos46. Por esto,
45
46
Véase Berlin, Vico y Herder, 42-53.
Véase Berlin, Isaiah. ―Giambattista Vico‖. Cuadernos sobre Vico11-12, (1999-2000): 22-
23.
30
su preocupación en la Ciencia nueva, con las palabras de Moisés González García
citando a León Pompa:
Fue la búsqueda de una ciencia del hombre que, en su opinión,
no podía obtenerse mediante el método propio de las ciencias
físico-matemáticas, ya que no puede abarcar la totalidad de lo
humano ni lo específicamente humano, siendo, pues, necesaria
una nueva ciencia que él cree encontrar en la historia.
Efectivamente, basándose en el principio gnoseológico del
verum factum, esto es, de que conocemos solamente aquello
que somos capaces de hacer, considera que la ciencia de la
historia es realmente posible para los hombres porque en ella se
da la conversión del verum y del factum, por el hecho indudable
de que el mundo histórico ha sido hecho por los hombres y, por
tanto, puede ser por ellos conocido». Vico está totalmente
convencido de haber descubierto un mundo nuevo, el mundo de
la realidad histórica, del que era posible lograr una verdadera
ciencia que fuese al mismo tiempo historia y filosofía de la
humanidad. A esta ciencia, dice él mismo, había que darle el
ambicioso título de ―ciencia nueva‖, siendo éste precisamente el
título de su obra principal: Ciencia nueva.47
Después de este recorrido se ve que nada de lo que dice Descartes era imperativo para el
filósofo napolitano. Vico resolvía la diversidad del mundo a través de algunas
constantes fundamentales ofrecidas por la historia. Además, el alejamiento del país y de
los libros de Descartes es inverosímil, pues jamás puede alejarse de lo que se es. La
certeza de Vico reside en el hecho de que la historia es obra de los hombres, de que
sigue la naturaleza humana; y el mundo puede ser explorado por la mente desde sus
comienzos. Que la providencia desempeña un papel, no cabe duda; pero es un papel
cooperativo pues el hombre conoce la historia, puede figurarla internamente, definir la
parte y el todo, imaginarle las formas e intuir los orígenes de la sociedad humana. La
historia, como lugar en que la ciencia y la conciencia radicalmente se entrelazan 48 ,
supera el programa cartesiano, según el método viquiano, cuyo edificio reposa en las
columnas de la filología y de la filosofía49.
47
Vico, Ciencia nueva, xxvi.
Lucchesi, Marco. ―La poética de la Ciencia nueva‖. Cuadernos sobre Vico 11-12, (19992000): 289-290.
49
En el parágrafo 138 de la Ciencia nueva, Vico dice a propósito: ―La filosofía contempla la
razón, de donde surge la ciencia de lo verdadero; la filología observa la autoridad del albedrío
humano, de donde surge la conciencia de lo cierto‖.
48
31
El surgimiento de la Historia en el rango de las Ciencias
Recuerda que la condición de posibilidad del conocimiento verdadero es haber
producido el propio objeto de conocimiento. Este axioma tiene su origen en el hecho de
que se puede conocer el objeto de la geometría porque el hombre lo ha creado. Y esto le
sirve a Vico como fundamento gnoseológico cuando sostiene que sólo podemos conocer
aquello que hemos hecho. Tal precepto se trasluce en la siguiente cita:
[...] todos los filósofos intentarán seriamente conseguir la
ciencia de este mundo natural, del cual, puesto que Dios lo hizo,
Él sólo tiene la ciencia; y, sin embargo, olvidarán meditar sobre
este mundo de las naciones, o sea, mundo civil, del que, puesto
que lo habían hecho los hombres, ellos mismos podían alcanzar
la ciencia.50
Es posible aplicar el principio viquiano al mundo civil, al ser este un producto humano,
y, por tanto se puede acceder a él a través de la ciencia que de acuerdo con Vico, ―[...]
es el conocimiento del género o del modo con que se hacen las cosas, en tanto que la
mente conoce el modo porque compone los elementos‖51. Y así, para la cuestión de la
ciencia en la filosofía de Vico, para que un discurso pueda ser considerado científico es
necesario que la mente del investigador haya compuesto el objeto de estudio a partir de
sus elementos. Sólo es posible la ciencia si la mente contiene dentro de sí las causas del
objeto y produce el objeto a partir de sus causas. Para que la ciencia sea posible es
necesario que la mente que conoce tenga dentro de sí los elementos con los cuales
pueda formar sintéticamente la cosa conocida. Para Vico, el mundo civil ha sido hecho
por los hombres, y por ello mismo se pueden hallar los principios dentro de las
modificaciones de nuestra misma mente humana52. Con esto, la Ciencia Nueva acontece
en una episteme del mundo histórico, y de este modo, la posibilidad de conocer
científicamente la obra humana: las instituciones culturales como la religión, el derecho,
50
Vico, Ciencia nueva, 331.
Vico, Obras, 28.
52
Véase Vico, Ciencia nueva, 31.
51
32
el arte, la ciencia, entre otras. Se asemeja, entonces, al proceder geométrico, pues los
principios que las rigen se encuentran en la mente. El autor en estudio afirma:
Así, esta Ciencia procede igual que la geometría, que, mientras
construye o contempla sus elementos, ella misma produce el
mundo de las dimensiones, pero con tanta más realidad cuanto
es mayor la realidad de los órdenes referentes a los asuntos de
los hombres, que la que tienen puntos, líneas, superficies y
figuras.53
Lo anterior guarda similitud con el fundamento epistemológico de las matemáticas, en
tanto que la firmeza de las verdades matemáticas no procede de la claridad y distinción
de sus conceptos, sino del hecho de que el objeto sobre el que predican es una ―ficción
producida por el hombre‖ quien posee las causas de dicho objeto.
En contraparte a lo expuesto, en la Ciencia nueva, Vico presenta las leyes referentes
a las acciones humanas, esencialmente distintas a las de la geometría, pues el objeto que
rigen ya no es una ―ficción‖, un nombre definido mediante convenciones, sino un
producto humano real. El ejemplo idóneo está en la historia, que estudia un objeto real:
el mundo civil, es decir, la totalidad de las instituciones producidas históricamente por
el hombre.
En dicho texto, los seres humanos y su mundo civil son objeto de estudio, y si bien
esto ya se investigaba desde el siglo
XVIII,
la caracterización del pensamiento viquiano
se encuentra en el intento por independizar a la ciencia que se ocupa del hombre de la
ciencia natural, es decir, se propende por la separación de modelos y categorizaciones
para cada campo de acción. Así, el individuo conoce la realidad, y la condición de
posibilidad de tal ciencia está en el hecho de que el hombre sea el creador del objeto, y
con esto, creador del mundo civil. No obstante, Damiani precisa:
El mundo civil ha sido hecho por hombres, pero por hombres
que ignoraban la realidad que producían y que, al ignorarla, no
podían proponérsela como tarea, como un fin a realizar. El
mundo civil ha sido hecho por hombres que nunca tuvieron la
53
Vico, Ciencia nueva, 349.
33
intención de hacerlo, sino que siguiendo otros fines hicieron el
mundo de las naciones.54
En este contexto, parecería que el hombre hace el mundo civil sin proponérselo, como si
ignorara la estructura de su obra sin reconocerse a sí mismo como el agente productor.
En su acción, el hombre no sólo produce un mundo, sino que se transforma a sí mismo.
El hombre al hacer el mundo civil hace las cosas a partir de sí mismo y,
transformándose en ellas, se convierte, pues ―[...] el hombre, en verdad, no es más que
lo que él mismo hace de sí; y lo que él mismo hace —su naturaleza— puede conocerla
justamente porque ha sido hecha por el hombre‖.
El desarrollo de la mente como clave para entrar en la historia de las
naciones
Recoger las páginas de la Ciencia Nueva sugiere el
descubrimiento de un mundo formidable, de horizontes que no
terminan, de ríos profundos y caudalosos, de grandes paisajes
celestes. Como en un concerto grosso, vemos pasar los
comienzos de la Historia. Hombres y dioses. Gigantes y
héroes. Como pensaban los primeros hombres. Cómo nacieron
las lenguas. Cómo la poesía llegó antes que la prosa. Los
universales fantásticos. Los universales lógicos. El significado
de los mitos. El sentido de las religiones. La historia ideal
eterna rigiendo el curso de las naciones. Toda una sociología
del conocimiento emergiendo de esa divina comedia barroca,
con su inventario de sombras e iluminaciones, armonías y
disonancias. Giambattista Vico es el arquitecto de imágenes y
conceptos que resuenan en la maravillosa catedral de esta
Ciencia Nueva.55
Para resaltar la idea de progreso en la historia viquiana, es conveniente postular la tesis
de Pollard (1971) y Carr (1976) sobre este tema:
La historia exhibe cambios, los cuales muestran patrones de
regularidad que indican su rumbo y los cambios históricos
tienen como punto de referencia un modelo, el cual puede
encontrarse dentro o fuera del ámbito de la historia misma. […]
Los cambios se manifiestan en grandes edades o etapas
54
Damiani, Mario. Giambattista Vico: la ciencia anticartesiana, 97-98.
Lucchesi, M. ―La poética de la Ciencia nueva‖. Cuadernos sobre Vico 11-12. (19992000): 287-294.
55
34
históricas, así como en el advenimiento de los grandes ciclos
que atraviesan las culturas. El punto de referencia de estos
cambios lo constituye la historia ideal eterna, mediada por la
providencia divina.56
La cita anterior permitirá explicar el particular modo en que se puede hablar de progreso
en la historia viquiana a la luz de las edades y de los ciclos. Ante todo, para Vico no
existe la menor duda de que la historia ha sido hecha por los hombres. Este es el primer
principio incontestable de la Ciencia nueva:
En tal densa noche de tinieblas en la que se encuentra cubierta
la primera y para nosotros antiquísima antigüedad, aparece esta
luz eterna, que nunca se oculta, esta verdad, que no se puede de
ningún modo poner en duda: que este mundo civil ha sido
hecho ciertamente por los hombres, por lo cual se pueden, y se
deben, hallar los principios en las modificaciones de nuestra
propia mente humana.57
Si la razón de la historia es de naturaleza humana, de acuerdo con el criterio de verdad
de Vico del verum ipsum factum, los hombres podrán dar razón de tal ley. En el texto
citado, Vico apunta dónde está la clave interpretativa de la historia en su totalidad. Esa
clave es la propia mente humana, analizada a través de sus modificaciones históricas.
Conocer la mente del hombre es poseer el principio de la historia, que permite adentrar
en su profundo y misterioso fluir. Vico se atrevió a afirmar que los principios de la
historia universal debían ser buscados en los principios de la historia de la naturaleza
humana:
De la manera que Ciencia viene a ser a la vez una historia de las
ideas, de las costumbres y de los hechos del género humano. Y
de estas tres cosas se verán surgir los principios de la historia de
la naturaleza humana y que éstos son los principios de la
historia universal, que parecía carecer de ellos hasta ahora.58
El devenir histórico que corresponde a la estructura de la mente humana viene a ser
fijado por Vico en tres momentos o aspectos del espíritu humano, que son sentido,
fantasía y razón. Como lo expresa la tan célebre dignidad 53: ―los hombres sienten sin
percibir, luego, perciben con espíritu perturbado y conmovido, y por último, reflexionan
Iverson, K. M. ―La idea del progreso en Giambattista Vico‖. Filosofía Univ. Costa Rica,
(2010): 38.
57
Vico, Ciencia nueva, 177.
58
Vico, Ciencia nueva, 206.
56
35
con mente pura‖59. Cada una de estas disposiciones para conocer y percibir el mundo
señala un momento específico en la historia de los pueblos gentiles.
En la historia viquiana aparece, en primer lugar, la edad de los dioses, luego la de los
héroes, y por último la de los hombres. Al descubrir los orígenes de las cosas humanas y
divinas, la Ciencia nueva, en su propósito de meditar la naturaleza común de las
naciones a la luz de la providencia divina, establece un sistema de derecho natural de las
gentes a través de la historia: en la primera etapa, la edad de los dioses, los hombres
gentiles creían vivir bajo gobiernos divinos, y todo era ordenado mediante los auspicios
y los oráculos; en la edad de los héroes, surgieron Repúblicas aristocráticas, ya que
algunos hombres hijos de pobladores, originarios de un territorio o que hubiesen
realizado actos heroicos en vida, sostenían la superioridad natural con respecto a los
sirvientes; y finalmente, en la edad de los hombres, todos se reconocieron como iguales
en su naturaleza humana, constituyendo primero Repúblicas populares y luego
monarquías.
Por motivos de convivencia, en cada una de estas tres clases de gobiernos se
consolidaron tres tipos de lenguas: la jeroglífica fue una lengua muda de signos que
guardaban una relación natural con las ideas o los referentes a significar; la lengua
heroica o simbólica procuró comunicar mediante insignias, es decir, por semejanzas,
comparaciones, metáforas y descripciones; por último, apareció la lengua humana,
epistolar o vulgar, formada por convención de los pueblos.
Luego de haber expuesto las distintas especies de lenguas y las edades de la historia
humana en que surgen, Vico introdujo una importante tesis que fue fundamental dentro
de su propuesta y que combatió lo defendido por los filólogos respecto del nacimiento
de las letras y de las lenguas. Para estos, la aparición de las lenguas precede a aparición
de las letras y, en el caso de Vico, ocurrió de forma distinta: en las naciones nacieron de
la mano y devinieron simultáneamente, en sus tres edades, las letras y las lenguas. Es lo
que Vico llama un parto de gemelas.
59
Vico, Ciencia nueva, 218.
36
El nacimiento de las naciones sería imposible de comprender sin enunciar el
descubrimiento que constituye la llave maestra de la obra: la poesía. Por necesidad
natural, los primeros pueblos del mundo gentil fueron poetas que, por consiguiente,
declamaron palabras conformadas por imágenes de dioses, sustancias animadas y
héroes, tan cargadas de fuertes pasiones y emitidas por hombres con un raciocinio aún
débil.
Las tres etapas históricas que plantea Vico se corresponden con un periodo en el que
predomina cada una de las facultades humanas. Como se vio anteriormente, la primera
etapa es aquella en la que el hombre siente, la de sentir sin reflexión (época de los
sentidos, si se quiere). La segunda, en la que los hombres comienzan a tener un cierto
grado de reflexión y se aperciben ―con ánimo y conmovido‖ (época de la fantasía). En
tercer lugar, la etapa en la que el hombre es capaz de pensar con mente pura (época de
la razón)60.
De alguna manera las dos primeras épocas llegan a formar una unidad frente a la
tercera, ya que la fantasía no traspasa el mundo del sentir primitivo, sino que lo asume.
Se diferencian estas dos etapas, sin embargo, del pensar de la razón, constituyéndose
como un ámbito de sabiduría distinta de la racional, basada en el sentir común y que, si
bien es incapaz de ofrecernos una verdad analíticamente demostrada, puede dar cuenta,
no obstante, de una certeza evidente e inmediatamente expresada.
Por ello, siguiendo a Vico, entre fantasía y razón parece que se abre un abismo difícil
de traspasar, puesto que se trata de dos facultades o de dos edades que se oponen entre
sí en una relación inversa. Cuanto más fuerte sea una de ellas, más débil necesariamente
ha de ser la otra: ―la fantasía es tanto más fuerte cuanto más débil es el raciocinio‖61.
La fantasía aparece como una facultad emancipada de la razón que puede ser tomada
en tres sentidos: ―es memoria cuando recuerda las cosas; fantasía, cuando las altera y
desfigura; ingenio cuando las delimita y las dota de seguridad y certeza‖62. Por tanto,
esta facultad, rememora y reconstruye lo que ya ha sido creado mediante transposición
60
Vico, Ciencia nueva, 218.
Vico, Ciencia nueva, 185.
62
Vico, Ciencia nueva, 819.
61
37
y combinación de los materiales de la sensibilidad, y se configura siempre como la
potestad que hace al hombre capaz de expresar mediante imágenes aquellos
sentimientos que conmueven el alma humana.
Según Vico, la fantasía es la facultad de la humanidad primitiva, incapaz aún de
clarificar racionalmente su fuerte impulso interno y de dominar su tumultuosa
sensibilidad. Esa humanidad que aún no ha visto desarrollada su mente para el pensar ve
potenciada entonces su capacidad de expresar su cosmovisión mediante imágenes.
De la pobreza en la reflexión surge toda una cultura específica, incomprendida desde
nuestra perspectiva histórica, caracterizada por el establecimiento de una relación
espontánea, natural y creadora del hombre con su entorno. Esta es una cultura del
ingenio y, en tanto que está fundada en la fantasía, es una sabiduría poética (el modo en
que discurre la mente primitiva), para la cual el lenguaje es el elemento fundamental de
la configuración del mundo. Sólo desde la comprensión de este mundo hecho por
poetas, expresado en caracteres poéticos y construidos según una lógica poética 63
cobran sentido las instituciones, las vivencias, la narrativa de la vida y la experiencia
colectiva de dichos hombres (ya que la fantasía penetra toda la actividad del hombre
primitivo).
Si es verdad, como dice Vico, que ―los hombres por naturaleza tienden a conservar el
recuerdo de las leyes y órdenes que les mantienen dentro de la sociedad‖64, se tiene una
posibilidad de acceso a la verdad de este mundo primitivo a través de los testimonios de
estos hombres: de las narraciones fantásticas y de los mitos que se apoyan en el sustrato
del pensamiento común de los pueblos. Y si también es verdad, como añade Vico, que
―la mente humana se complace por naturaleza en lo uniforme‖65, hemos de ver en estas
narraciones y fábulas verdades ideales, surgidas de un proceso de unificación y
generalización de caracteres, o relaciones concretas o individuales, todas ellas expresión
y testimonio de la visión colectiva del mundo y de la historia.
63
Vico, Ciencia nueva, 376 y 400.
Vico, Ciencia nueva, 201.
65
Vico, Ciencia nueva, 204.
64
38
En este sentido, si bien la fantasía trabaja siempre sobre lo individual, es capaz de
unificar en una imagen las propiedades y características concretas de un universo de
casos particulares. De aquí surgen los géneros poéticos, como una universalización
desde lo particular pero que mantiene siempre una relación directa con este universo.
A diferencia del pensamiento racional, que formará universales abstrayendo el caso
particular y dejándolo atrás en el proceso, los universales de la sabiduría poética que son
los universales fantásticos66, siempre tienen como referente primero y último la realidad
concreta de la que surgen. Tales caracteres poéticos o universales fantásticos son, pues,
arquetipos que surgen naturalmente de la necesidad de comprenderse y de organizar el
mundo de estos hombres primitivos:
Los primeros hombres, como niños del género humano, no
siendo capaces de formar géneros inteligibles de las cosas,
tuvieron necesidad de imaginarse caracteres poéticos, los cuales
son géneros o universales fantásticos, para reducir a ellos, como
a modelos verdaderos o a retratos ideales, todas las especies
particulares semejantes a cada uno de los géneros.67
Está claro que aquí la calificación de verdadero adquiere de modo necesario una
resonancia diferente, fundamentalmente porque se trata de dos modos de la reflexión
que se yuxtaponen sin confundirse. Una reflexión a partir de ideas, construidas según
una lógica racional, es distinta de una reflexión que se expresa en metáforas y que
tipifica en sujetos ideales lo que es incapaz de concretar como propiedad abstracta68.
Pero la genialidad viquiana no sólo está en distinguir entre estos modos de
reflexionar, sino en emancipar al segundo respecto del primero. Si bien histórica y
genéticamente la sabiduría poética precede a la filosofía y, en este sentido, la
imaginación y los caracteres poéticos preceden a la razón y sus conceptos, (aunque,
como señala Vico, esta etapa poética es indispensable puesto que sin ella no sería
posible el paso a la reflexión filosófica, a una lógica de conceptos) no hay en su
pensamiento un camino explícito que nos permita ir de esa sabiduría poética a la
filosofía.
66
Vico, Ciencia nueva, 209.
Vico, Ciencia nueva, 209.
68
Vico, Ciencia nueva, 816.
67
39
Sólo por un proceso de progresivo decaimiento de la fantasía debido al desarrollo de
la mente en su avance hacia la reflexión, los mitos que se habían mantenido durante
largo tiempo, que ―fueron en su nacimiento narraciones verdaderas y severas […], se
hicieron después impropias, se alteraron luego y después se hicieron inverosímiles,
oscuras, […] y, por último, increíbles‖69.
Por tanto, desde la perspectiva viquiana es necesario acercarse a este mundo
simbólico, a este pensamiento mítico desde los presupuestos de la cultura en que surge
(estado de desarrollo de la mente), puesto que sólo desde la clave poética son
inteligibles y verdaderas tales narraciones, sólo partiendo de la lógica encarnada se halla
sentido en los universales fantásticos.
Frente al intelectualismo reinante en su época que negaba toda relevancia al ámbito de
la sensibilidad y consideraba a los productos de la imaginación como superfluos y
puramente ornamentales, Vico reivindica un lugar específico para estas producciones.
El mundo humano comienza sencillamente con un saber diferente, pre-lógico,
metafórico, que no es subsidiario del poder de la razón —ni puramente accesorio ni
convenientemente útil— sino una producción espontánea que surge naturalmente de las
fuerzas más elementales de la naturaleza humana.
Frente a la artificialidad de los conceptos que son el producto de un proceso de
construcción y deconstrucción de los elementos de la realidad y de las ideas, los
universales fantásticos se presentan como una creación natural expresada en un lenguaje
igualmente natural, cuyo carácter verdadero surge de la ausencia de mediación,
precisamente, con respecto a la realidad.
Este mundo poético que expresa en imágenes la propia realidad a la que da forma, se
distancia necesariamente del mundo de la lógica y de la metafísica racional empeñada
en superar lo particular en lo universal. La lógica y la metafísica poéticas tratan, por el
contario, de ver lo particular como universal y del grado de verdad de sus sentencias
dependerá, justamente, el grado de cercanía a lo particular:
69
Vico, Ciencia nueva, 814.
40
las sentencias poéticas se han formado mediante el sentido de
las pasiones y de los afectos, a diferencia de las sentencias
filosóficas que se forman reflexivamente mediante los
raciocinios. Por ello éstas están tanto más próximas a la verdad
cuanto más se aproximan a lo particular.70
No se trata, por lo tanto, de que la misma verdad de la filosofía se presente todavía
confusa o sin desarrollar, se trata de «otra verdad», creada y comunicada en clave
poética, porque se trata de «otra mente» y de «otros hechos». De ahí la insistencia de
Vico en considerar a Homero no como un filósofo arcaico, en cuyos escritos se da
cuenta de la filosofía y la teología griegas, sino como poeta de fuerte y primitiva
fantasía que expresa la cultura de su tiempo71. De esta clara distinción entre sabiduría
poética (pensamiento mítico) y pensamiento racional, entre universales fantásticos y
conceptos, surge la opinión de que es posible considerar a Vico como el fundador de la
estética moderna. Pero esta opinión mantenida por Croce ha sido contestada por otros
como Ruggiero:
Entre las muchas ciencias aspirantes el calificativo de ―nueva‖
en la obra viquiana, ninguna estaba, más que la estética, lejos de
merecerla, al menos en la intención de Vico. Tomando como
símbolo el universal fantástico, encontramos que en éste el
elemento estético está expresado por el adjetivo, el elemento
intelectual por el sustantivo; y ésta es la relación real entre los
dos términos. […] Los valores del intelecto se manifiestan y se
explican mediante, y sin saberse bien cómo, a través de las
imágenes de la fantasía, determinando una interrumpida
continuidad de las dos fases del desarrollo de la racionalidad
humana. De un dominio autónomo de la estética no se tiene
ningún derecho a hablar: se trata de una misma región que en
dos fases sucesivas se expresan de dos modos diferentes, en un
plano rigurosamente unitario.72
Esta sospecha de que aún quedan restos intelectuales en el pensamiento viquiano puede
derivar de su consideración: siendo lo racional lo más humano, y a pesar de la
magnificencia de la cultura primitiva de los poetas, es un período de indigencia que no
se puede entender sino atendiendo a la razón.
70
Vico, Ciencia nueva, 219.
Vico, Ciencia nueva, 836.
72
Ruggiero, G. D. Da Vico a Kant. (Bari, Laterza, 1968) 55.
71
41
Lo anterior puede dar pie a la interpretación de que estas dos etapas no son tan
independientes como parecen sino que, por el contrario, están unidas por cuanto sería la
misma razón la que funcionaría como impulso latente, provocando y determinando el
desarrollo del período fantástico. Esta presencia de la razón en el ámbito de la fantasía o
del estadio superior del desarrollo de la mente en el inferior, supone, como señala
Ruggiero, que la historia surge en la prehistoria dirigiéndola hacia sí finalísimamente73.
Esto explica, a su vez, la universalidad de los caracteres fantásticos, que no proviene
de las fuerzas elementales del hombre (de las cuales sólo podría surgir la individualidad
de los sentimientos y pasiones), sino de ese fondo racional. Gracias a éste, y a través de
los trabajos de la fantasía, se manifiesta un contenido universal.
De hecho, el propio Croce encuentra una cierta naturaleza híbrida en los universales
fantásticos, a los que entiende como un término medio entre la intuición, que es
individual, y el concepto, que universaliza, teniendo en sí mismos un principio de
contradicción: son un concepto que quiere ser imagen y una imagen que quiere ser
concepto, una transición entre algo que no es todavía y algo que ha dejado de ser74.
Pero si bien es cierto que en la filosofía viquiana se considera la sabiduría poética
como algo inferior, en cierto modo (es una etapa necesaria, pero previa al despertar
definitivo del hombre a la razón), lo que no se puede pretender es encontrar en Vico una
razón dialéctica desde la que se entienda la historia como un despliegue del principio
racional, a la manera hegeliana. La historia para Vico es la historia del desarrollo de la
mente, tiene un cierto sentido finalista pero, no por ello, cada época deja de tener
sentido en sí misma (incluso si es vía de acceso a la siguiente).
Comprender los universales fantásticos desde una clave racional supone no haber
comprendido aquello en lo que Vico tanto ha insistido: la sabiduría poética es un modo
específico de reflexión y de relación con lo real que sólo podemos entender desde sus
propias claves y no desde los prejuicios racionalistas que limitan la ratio al
conocimiento intelectual. El universal fantástico es, como para Aristóteles, el
73
74
Ruggiero, Da Vico a Kant, 42.
Croce, Benedetto. La filosofía de G. B. Vico. Bari: Laterza, 1933) 55.
42
«imposible creíble» que alcanza su condición de verdadero según un principio (distinto
a los del saber racional), y que da a la poesía la posibilidad de ser un vehículo único de
expresión de la mentalidad y de los sentimientos de toda una colectividad.
Dos aspectos llaman la atención en lo expuesto:
1º) El paralelismo entre la geometría y la filosofía de Vico, o el proceder indagatorio,
en cuanto al objeto de estudio. La geometría crea los objetos, y el objeto que le interesa
al pensador napolitano es lo creado por el hombre: el mundo civil y sus distintos
―objetos‖ (la lengua, la jurisprudencia, los mitos, la cultura). Y la carga teológica
latente, pues a pesar del desarrollo de la física y del reconocimiento obtenido por las
ciencias naturales en la época de estudio de Vico, este filósofo sostiene que el
conocimiento de las causas es exclusivo de Dios.
2º) Una cuestión más de fondo, en orden a que en Vico hay una necesidad de las
cuestiones humanas que se evidencia por la ciencia, esto tiene su antecedente en una
concepción de cierto conocimiento previo, producto de la experiencia. Es así que su
ciencia se basa en un determinado tipo de hacer humano, el cual es cognoscible gracias
al conocimiento de ciertas modificaciones de la mente. Esto se adquiere mediante un
proceso de introspección. La afirmación de que el conocimiento previo proviene de la
experiencia se sustenta en la distinción epistemológica entre la idea de ciencia natural y
ciencia humana, por lo que es pertinente observar que, de acuerdo con Vico, el mundo
natural no puede ser conocido totalmente porque Dios crea su contenido, mientras que
el mundo humano puede ser conocido porque el hombre es el creador. Los hombres de
hoy conocieron el mundo que los primeros hombres hicieron, y de ahí pudieron
entender cómo llegaron a ser humanos. De este principio se desprende que mientras la
naturaleza es inteligible sólo a Dios, las matemáticas, la historia y la poesía son
inteligibles al hombre. Esto no quiere decir que las cosas son creadas al ser conocidas,
sino sólo que el haber sido creado por el que conoce es una condición lógica para que
sean conocidas75.
Silvestre M. H. ―La cuestión de la ciencia en la filosofía de Vico‖. Cuadernos sobre Vico
17-18, (2004-2005): 113.
75
43
Para ser posible esta introspección, se debe recorrer el camino que llega a esta
metafísica desde los orígenes de la conciencia. Y para evitar aplicar nuestras categorías
a un objeto que no les corresponde, y así ocultar o alterar el objeto, debemos dejarlas de
lado un momento e intentar entender cómo ha sido el primer pensamiento humano. Sólo
así será posible encontrar las causas del mundo civil.
Para hallar el modo en que surgió el primer pensamiento
humano en el mundo gentil, encontramos ásperas dificultades
que nos han costado una investigación de casi veinte años, y
(debimos) descender desde estas nuestras humanas naturalezas
civilizadas a aquellas totalmente salvajes e inhumanas, que no
podemos imaginar del todo y sólo a duras penas logramos
comprender.76
La Ciencia Nueva consiste en un descenso retrospectivo al origen del mundo civil.
Descender hasta las naturalezas fieras y crueles implica hacer abstracción de la
racionalidad de nuestra mente humana civilizada, e incluso de la realización (factum) de
la fantasía mediante un ánimo perturbado que da un sentido mítico a lo que percibe. Si
nuestra mente humana civilizada es el resultado del desarrollo histórico de la mente, de
algún modo se encuentran en nosotros los elementos que a los autores del mundo civil
les permitieron hacerlo. El descenso es el modo de ganar la perspectiva que permite
interpretar el desarrollo del mundo civil como efecto del desarrollo de las
modificaciones
de
la
mente
que
76
lo
ha
producido.
77
Vico, Ciencia nueva, 338.
Damiani, A. ―Hermenéutica y metafísica en la Ciencia nueva‖. Cuadernos sobre Vico 5-6,
(1995-1996): 54-56.
77
44
CAPÍTULO III
LA INTERRELACIÓN ENTRE LA HISTORIA Y LA POESÍA EN VICO
Los universales fantásticos son el fruto de la interpretación que hace Vico de la relación
de la filosofía y la poesía. El napolitano es un lector de Aristóteles quien en la Poética
compara filosofía, poesía e historia. El historiador narra los eventos particulares tal
como sucedieron, asumiendo así una sucesión de hechos que no es necesariamente
causal; el poeta, en cambio, narra lo que podría suceder y organiza los hechos de forma
causal y ordenada, es por ende universalmente válido. ―Aun cuando ocurriera que en su
poesía narre sucesos reales, no por esto deja de ser menos un poeta; pues nada impide
que algo de lo que sucedió realmente, sea de tal índole que pudiera suceder
probablemente. Justo ahí se halla lo que hace a alguien poeta‖78. Esta paradoja muestra
lo que Aristóteles tenía en mente. El arte poético es más filosófico que la historiografía,
pues la obra del poeta es un fruto de la reflexión sobre las grandes cuestiones de la vida
humana, mientras que el historiador expone un acontecimiento 79 . En palabras de
Aristóteles:
Resulta claro […] que no corresponde al poeta decir lo que ha
sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la
verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta
no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa […]; la
diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo
que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica
y elevada que la historia; pues la poesía dice más bien lo
general y la historia lo particular.80
La poesía se encuentra entre la historia y la filosofía: no es historia porque no representa
el particular propio de la misma, sino lo universal posible; no es filosofía porque no
78
Aristóteles. Poética. Trad. (Madrid: Gredos, 1992), 1451b 29-33.
Düring, I. Aristóteles. (México: Universidad Autónoma de México, 1987), 259.
80
Aristóteles, 1992, 1451b 5-10.
79
representa lo universal en sentido puro, sino un universal sui generis 81 . Este cuasiuniversal de inspiración aristotélica, es el punto de partida de Vico que, sin embargo, en
muchos otros aspectos se distancia del estagirita. No obstante, esto forma parte de otra
indagación. Baste decir que para el filósofo partenopeo lo universal de la poesía no se
comporta de la misma manera que lo universal de la filosofía. De hecho, no se trata de
un proceso de abstracción filosófico en el que se hace uso de la razón, sino un particular
que contiene un potencial de universalidad. Esto significa que ―un individuo o una cosa
particulares se vuelven el modelo ejemplar de una especie de individuos o cosas en
cuanto aquel individuo particular y aquella cosa particular representan una realización
excelente de la cualidad de la que devienen ejemplo universal‖82. Gracias a la poesía, la
cosa particular se torna modelo. Entonces, si la historia narra únicamente lo sucedido, la
poesía construye el género ejemplar, narrando lo que debe ocurrir según verosimilitud.83
En la parte llamada ―Metafísica poética‖, el napolitano expone su teoría de los
universales fantásticos, sobre todo en las narraciones de la Grecia antigua. Entre ellos se
puede recordar a Júpiter que, según el decir viquiano, es el primero de los universales
fantásticos que está presente en la mitología de muchos pueblos bajo nombres
diferentes.
Esto quiere decir que si se hace un recuento cuidadoso de los universales fantásticos,
es posible rebatir la idea de algunos intérpretes de Vico, que aseguran que la respuesta
final del napolitano es una suerte de dislocación temporal de las distintas edades
históricas, donde el reino de la poesía quedaría relegado a las primeras edades, divina y
heroica, y vedado a la última edad, en la que predominaría la razón. Esta situación
estaría en completa contradicción con la propuesta, aquí presentada, de una razón
integrativa contrapuesta a una segregativa.
Frente [a una separación tan radical de las dos edades] al
hombre no le quedaría más que vivir alternativamente en un
mundo esquizofrénico ora la estación vivida de la fantasía, ora
la estación árida de la razón. Se iría así a una radical
81
Pareyson, L. Problemi di estética, II storia. (Milán: Mursia, 2000), 105.
Kurotschka, V. G. Il sapere poetico e gli universali fantastici. La presenza di Vico nella
riflessione filosofica contemporanea. (Napoli: Alfredo Guida Editore, 2004) 22.
83
Kurotschka, Il sapere poetico, 23.
82
46
polarización de las dos edades y, por consiguiente, a la ruptura
radical de la sincronía de las varias facultades y categorías
humanas.84
Se tratará, entonces, de que el pasado fantástico y poético de los antiguos pueda, de
algún modo, confluir en el presente en una suerte de dislocación temporal de las
diversas edades históricas y no de sucesión. Esta convivencia de épocas es posible
gracias al concepto viquiano de ―recurso‖ histórico: una especie de retorno a tiempos
pasados que destituye la idea de que una época es homogénea. La teoría del ―recurso‖
no supone un mecanismo repetitivo de la historia y, de hecho, el autor se refiere a los
recursos entre fases históricas discontinuas. Para Vico, pensador barroco, toda época es
una convivencia de modos de pensar. Esto supondría la necesidad de comprender la
convivencia y eventual articulación de esta variedad de modos de pensar, de favorecer
el recurso de lo antiguo en lo moderno, de que el fuerte sentir mito-poético de los
antiguos retorne en la débil reflexión de los modernos bajo la forma de una reflexión
corporal, bajo el signo de una racionalidad más amplia.
Así, la búsqueda de una articulación entre el pensamiento poético pre-reflexivo y la
racionalidad filosófica, se convierte en un ideal. Esto supone comprender que los
universales fantásticos no son una prerrogativa de las épicas antiguas, sino que se hallan
también fuera del tiempo de Homero y los primeros poetas. De hecho, el filósofo
napolitano habla de escritores italianos como Dante Alighieri, como los creadores de
nuevos universales fantásticos, padres de una nueva nación.
Dado lo anterior, este capítulo se divide en tres partes. La primera presenta el tema
de la barbarie retornada o el ―recurso‖; la segunda, la clave interpretativa para descubrir
a Homero; la tercera, la comparación entre Homero y Dante como representantes de
toda una comunidad, de toda una cultura.
84
Patella, G. Giambattista Vico. Tra Barroco e Posmoderno. (Milano: Mimesi, 2005) 55-56.
47
La barbarie retornada85
En el apartado anterior se veía que Vico divide la historia de las naciones en tres
grandes edades: edad de los dioses, edad de los héroes, y edad de los hombres. Estas
tres edades en su conjunto forman el ―curso‖. Pero justamente a partir de este punto, la
humanidad empieza a entrar en un período de agotamiento y decadencia, pues el
refinamiento de las costumbres no implica el fortalecimiento de la sociedad en torno a
objetivos e instituciones progresivas, sino más bien su disolución, dando lugar a
fenómenos como la corrupción, la demagogia y una discusión filosófica carente de
sustancia. Por eso es que el hombre necesita regresar a su primera infancia: al terror
primitivo a los dioses, para que le devuelvan la sencillez, la pasión elemental, y la fe
originaria. A partir de aquí se da inicio a una nueva curva histórica denominada
―recurso‖ que abre un período de ―repetición ampliada‖ de las tres edades antes
descritas. En el Libro primero ―Del establecimiento de los principios‖ Vico explica que:
Debemos empezar por un conocimiento cualquiera de Dios, del
que no han sido privados los hombres por salvajes, fieros y
crueles que sean. Demostramos que tal conocimiento es éste: el
hombre, caído en la desesperación de todos los socorros de la
naturaleza, desea una cosa superior que le salve. Mas una cosa
superior a la naturaleza es Dios, y tal es la luz que Dios ha
esparcido entre todos los hombres.86
En otras palabras, el conocimiento de Dios no se da a partir de un proceso de
pensamiento filosófico-religioso complejo y trabajoso, sino que el deseo del hombre de
ser salvado de las fuerzas naturales lo ha llevado a refugiarse en un ser que concibe
como superior. Para Vico,
85
Barbarie retornada se debe comprender por los siguientes elementos: la corrupción; son
esclavos del lujo, la delicadeza, la avaricia, la envidia, la soberbia y el fasto. Viven una vida
disoluta. Son viciosos, orgullosos, mentiros, pícaros, calumniadores, ladrones, y fingidores.
Sólo piensan en las propias utilidades. Viven en la mayor gloria o locura de sus cuerpos como
las bestias crueles. Nadie se puede poner de acuerdo en un mismo punto. Solitarios
espiritualmente. Se dan constantes guerras civiles. Las ciudades se convierten en selvas.
Finalmente se llega a una barbarie de la reflexión, que hacía de las gentes bestias más crueles,
que cuando habían sido bestias del sentido. Hasta que saturados de la reflexiva malicia, pierden
el gusto y el placer, hundiéndose en lo puramente necesario para la vida. Ahora bien, una vez se
llega a este extremo de la barbarie, los pueblos empiezan a regenerarse.
86
Vico, Giambattista. Principios de una ciencia nueva sobre la naturaleza común de las
naciones. Tomo I. (Buenos Aires: Aguilar, 1960) 208.
48
la religión constituye uno de los instrumentos más importantes
de cohesión social, de allí que cuando los hombres se creen
autosuficientes y pierden el temor a Dios, la sociedad entra en
un período de disolución, que solamente es superado en el
momento en que de nuevo la religión florece en el seno de los
hombres.87
Según Allen Cordero, citando a Alfredo Poviña, el punto de partida del ―recurso‖ en
Vico ―está en la época en la que comienza el sujeto de la ciencia‖. La humanidad creada
por Dios sufrió un retroceso y de nuevo cayó en una nueva barbarie que esta vez
consiste en la barbarie de la reflexión. Se inicia los tempi barbari ritornati, en los que se
encuentra el germen del resurgimiento de los pueblos. Al cerrarse un nuevo ciclo, que
supone la posibilidad de su incesante reanudación, las sociedades como el fénix
resurgirán nuevamente. Si bien el ―recurso‖ tiene las mismas etapas que el curso, el
paralelismo establecido por Vico es más de tipo conceptual que histórico. Para Poviña
esta es la parte más débil de la obra desde el punto de vista histórico, pero
sociológicamente completa el esquema estructural de la ley de la evolución de la
humanidad. Con el surgimiento de las Repúblicas populares se cierra el primer corso, al
tiempo que se abre el ―recurso‖, cuya primera etapa es el tiempo bárbaro retornado en el
que los hombres vuelven a la simplicidad original y a Dios88.
La Edad Media como barbarie retornada
Katherine Iverson, en su artículo titulado ―La idea del progreso en Giambattista Vico‖89
comparte la idea de que el recurso, es decir, la decadencia del curso anterior y el inicio
de un nuevo curso, sigue el mismo patrón general que el curso anterior, pero hay tres
cambios cualitativos significativos:
En primer lugar, las diferencias entre las edades de la segunda
barbarie son menos claras, menos precisas, que las de la
primera barbarie. En segundo lugar, en la ―última barbarie‖ o
los comienzos de la Edad Media, Vico habla del retorno de
algunas prácticas e instituciones romanas, pero éstas han sido
formadas e incorporadas en un contexto cultural nuevo y
distinto. En tercer lugar, el segundo estado bestial o ferino se
Cordero, A. ―Vico y la decadencia‖. Costa Rica: Rev. Filosofía Univ 49-55 (1993): 50.
Cordero, ―Vico y la decadencia‖, 50.
89
Iverson, K. M. ―La idea del progreso en Giambattista Vico‖. Costa Rica: Rev. Filosofía
Univ, (2010): 37-43.
87
88
49
distingue del primero en el hecho de que el primer estado ferino
carecía del cristianismo y el segundo cuenta con él. Por ende,
los demás estados del segundo curso, es decir, el heroico y el
humano, serían igualmente distintos de sus estados homólogos
del primer curso.90
Tomando como punto de partida la cita anterior se pretende demostrar a continuación
que la Edad Media es una barbarie retornada. Ahora bien, al cumplir un curso completo
de las tres etapas ya mencionadas (edad de los dioses, edad de los héroes, edad de los
hombres), la humanidad se hunde en una nueva barbarie que abre un recurso de
renovación. El Imperio Romano es el gran modelo que ilustra este comportamiento: su
caída y posterior surgimiento de la ―última barbarie‖ representada por la Edad Media.
Vico observa en esta barbarie retornada rasgos similares a la ―primera barbarie‖ o al
primer estado ferino91. Se trata de un nuevo estado ferino que, al mismo tiempo, detenta
rasgos de un nuevo estado divino y, en un cierto sentido, heroico: ―Y es maravilloso el
retorno de tales cosas humanas civiles de los tiempos bárbaros retornados‖92.
Además, ya que desde el Quattrocento, al comenzar muchas
naciones bárbaras a invadir Europa, y también Africa y Asia, y
al no entenderse los pueblos vencedores con los vencidos,
debido a la barbarie de los enemigos de la religión católica,
sucede que de aquellos tiempos férreos no se encuentra ninguna
escritura vulgar propia de aquellos tiempos, ni italiana, ni
francesa, ni española y ni siquiera alemana […], y entre todas
las naciones mencionadas no se encuentran escrituras más que
en latín bárbaro, con la cual se entendían poquísimos nobles,
que eran los eclesiásticos: por lo que queda imaginar que en
todos esos siglos infelices las naciones volvieron a hablar entre
ellas una lengua muda. Por esta escasez de letras vulgares,
debió retornar por todas partes la escritura jeroglífica de las
enseñas gentiles.93
Como dice Iverson Katherine, la concepción viquiana de la historia no es, de ninguna
manera, linealmente ascendente. En el plazo de un curso, al llegar al tercer estadio (la
Iverson, ―La idea del progreso‖, 41.
Previo a la edad de los dioses, Vico describe un estado ferino esencialmente corrupto,
producto de la caída de gracia, en la cual los hombres están ―apartados del todo de la justicia por
el pecado original y... hacen casi siempre lo distinto a ésta y aún lo contrario‖ (Ciencia nueva §
2). El estado ferino es un retroceso inicial, necesario para dar a luz a las edades posteriores, pues
cada estadio anterior prepara el escenario para el estadio siguiente e, igualmente, cada estadio
en curso es el resultado del estadio anterior.
92
Vico, Ciencia nueva, 1050.
93
Vico, Ciencia nueva, 1050.
90
91
50
edad de los hombres), brilla la razón y la humanidad ha desarrollado su
institucionalidad, a tal grado que puede obtener la mencionada «felicidad civil»
intencionalmente. Luego viene la recaída de la humanidad en la barbarie, totalmente
«permitida» por la providencia, lo cual podría parecer un retroceso. Vico no es ningún
iluminista optimista, pero tampoco es fatalista ni pesimista; no es la recaída lo que más
le interesa, sino el resurgimiento, en el cual se da el sentido del devenir histórico.
El primer curso es la narración e interpretación de la guía providencial de las
naciones gentiles pre-cristianas; el segundo es la de la guía providencial —ahora menos
necesaria— de naciones más iluminadas, gracias al cristianismo. Vico aplaude el hecho
de que el cristianismo rige las naciones de Europa en su propia época: por todas partes
brilla en la Europa cristiana la humanidad y abunda en todos los bienes que pueden
hacer dichosa la vida humana, tanto para las necesidades corporales como para los
placeres de la mente y del ánimo. ―Todo eso gracias a la religión cristiana, que enseña
verdades tan sublimes que se avienen a servir las más doctas filosofías de los gentiles
[…] De modo que, también para los fines humanos, la cristiana es la mejor de todas las
religiones del mundo, porque une la sabiduría ordenada con la razonada‖94. En este
caso, Amoroso afirma:
Más que de una filosofía general de la historia, Vico está
interesado en una indagación de las constantes fundamentales
de la experiencia humana a través de una indagación comparada
de las analogías estructurales entre culturas de tiempos y de
lugares diversos; precisamente en este sentido él estudia el
Medioevo confrontándolo con el mundo arcaico. Un problema
que se presenta a Vico, al católico Vico, está en el hecho que el
Medioevo viene después de Cristo, es más, es una época
dominada (en el Occidente) del propio cristianismo.95
Si bien lo anterior es cierto, al inicio de este apartado está plenamente incluida la
concepción viquiana de la historia. En primer lugar, la historia exhibe cambios que
detentan ciertos patrones de regularidad que indican su rumbo, lo cual se traduce en los
ciclos y edades viquianas. En segundo lugar, los cambios históricos tienen como punto
de referencia un modelo: la historia ideal eterna, mediada por la providencia divina. No
94
95
Vico, Ciencia nueva, 1094.
Amoroso, L. Lettura della Scienza nuova di Vico. (Turin: UTET, 1998).
51
es un progreso lineal, ascendente, inevitable e irreversible, sino un progreso de
superación global y cíclica. Cuanto mayor sea el esfuerzo de preservar las instituciones
de la religión, los matrimonios y las sepulturas, tanto menor será el peligro de caer de
nuevo en la barbarie. Pero ni siquiera la recaída en la barbarie constituye un grave
retroceso dentro del esquema cíclico porque es un nuevo punto de partida. Lejos de ser
una marcha atrás inexorable, es una nueva oportunidad para desarrollar la
institucionalidad y para realizar la «naturaleza inteligente» de manera intencional e
históricamente lúcida.
Después de todo este recorrido, se puede concluir que, a diferencia de la ―primera
barbarie‖, la «última barbarie» cuenta con el cristianismo y, así, este ciclo no empieza
desde cero: sus comienzos barbáricos cuentan con un elemento iluminador adicional. La
humanidad de esta época tendrá más herramientas cognoscitivas a su disposición y,
entonces, este segundo ciclo muestra una cierta mejoría con relación al primero. El
esquema viquiano de la historia muestra un progreso cíclico global: los patrones
generales de comportamiento colectivo se repiten pero se da una cierta mejoría o
superación globalizante. Vico se alegra por la cristiandad que brilla en su época y a la
vez siente disgusto por ―la infame maldad del mundo sin ley‖96, cuando se practicaba el
incesto y no existían los matrimonios. Lejos de añorar pasados que no tenían nada de
prístinos, Vico prefiere su propia época de naciones, «tiempos luminosos, cultos y
magníficos», en contraposición a los ―orígenes de la humanidad, los cuales debieron ser
naturalmente pobres, bastos y muy oscuros‖97. De todo eso se trata el libro quinto de la
Ciencia nueva. Y de ahí viene su importancia:
Ahora, mediante este recurso de las cosas humanas civiles, que
se ha razonado en particular en este libro, reflexiónese sobre las
confrontaciones que a lo largo de toda esta obra se han hecho en
un gran número de materias en torno a los tiempos primeros y
últimos de las naciones antiguas y modernas; y se tendrá
explicada toda la historia, no ya la particular de una época de
las leyes o los hechos de romanos o de griegos, sino que, (bajo
la identidad sustancial a entender y la diversidad de sus modos
de explicarse) se tendrá la historia ideal de las leyes eternas,
sobre las cuales transcurren los hechos de todas las naciones, en
96
97
Vico, Ciencia nueva, 336.
Vico, Ciencia nueva, 123.
52
sus orígenes, progresos, estados, decadencias y fines, aunque
sucediera (lo cual es ciertamente falso) que de tiempo en tiempo
nacieran de la eternidad mundos infinitos. De ahí que no
podamos dejar de dar a esta obra el envidioso título de Ciencia
nueva, ya que hubiera sido defraudarla demasiado injustamente
en su derecho y razón que tiene sobre un argumento universal
como es el que versa en torno a la naturaleza común de las
naciones, en virtud de aquella propiedad que posee toda ciencia
perfecta en su idea, y que Seneca nos explicó con esta magna
expresión: Pusilla res hic mundus est, nisi id, quod quaerit,
omnis mundus habeat.98
El problema de la decadencia es central en este apartado. Y a propósito del ―recurso‖, es
posible afirmar que un pueblo no puede avanzar, no puede levantarse y continuar
construyendo su historia sin haber caído antes; es el ―recurso‖ lo que permite escapar a
la civilización de la barbarie retornada99. Pero es asombroso, sobre todo, el retorno de
las cosas humanas a los primeros asilos del mundo antiguo de los tiempos divinos. En
este orden de ideas, se verá cómo los temas de primera barbarie y de la barbarie
retornada están presentes directa o indirectamente en las obras de los dos grandes
poetas: Homero y Dante.
El descubrimiento del verdadero Homero
Este apartado muestra cómo Vico aborda el asunto del ―Descubrimiento del verdadero
Homero‖. Para lograr este cometido, se tiene en cuenta: primero, tres aspectos
relevantes con relación a Homero: su ser poeta, su patria y su edad; segundo, la
comparación entre el poeta griego y Dante, la cual es una clave interpretativa para
descubrir al verdadero Homero; tercero, Homero y Dante como representes de toda una
comunidad y de toda una cultura.
98
Vico, Ciencia nueva, 1096.
Tessitore, F. ―Vico y la decadencia del recurso‖. Cuadernos sobre Vico 23-24, (20092010): 67-85.
99
53
El carácter poético, la patria y la edad de Homero
Vico insiste en el poder creativo de la imaginación, típica de una etapa primitiva de la
humanidad, porque ―la fantasía es tanto más robusta cuanto más débil es el
raciocinio‖ 100 . La fantasía tiene el poder de la invención, así que la fantasía es
importante para la poesía, ya que el poeta es ―el que crea‖. Para Vico la antigüedad (una
manera de imaginar la primitiva) es un sinónimo de la poesía.
Vico no considera que los primeros poetas hayan recibido una ―sabiduría‖ de alguna
fuente misteriosa. Para él, de hecho, la palabra griega mythos originalmente significa
―palabra verdadera, verdadera historia‖. Esta idea de Vico, contrasta con la forma en
que el término ―mito‖ ha sido entendido usualmente como ―la historia no verificable‖.
Pero la explicación dada por Vico tiene una justificación filosófica importante: el
―mito‖ es, realmente la ―verdad‖ de los hombres antes del nacimiento del pensamiento
abstracto.
Con el ejemplo de Júpiter, arriba mencionado, queda claro que para Vico cada
civilización tiene su propio Júpiter; otra fábula que se repite en diferentes civilizaciones
como el diluvio. Júpiter, así como la gran inundación del mundo, es un universal
fantástico creado por el hombre primitivo sobre la base de su propia experiencia. En
suma, lo universal fantástico es una imagen creada por el hombre, cuando aún no es
capaz de utilizar el concepto abstracto. La fantasía se opone una vez más a la lógica, al
razonamiento, y da lugar a una ―Lógica poética‖.
Estos universales fantásticos son la expresión no sólo del poeta, sino de toda una
comunidad. En este orden de ideas, para Vico el ―universal fantástico‖ presente en la
Ciencia nueva es útil para abordar lo que él mismo llamará el ―Descubrimiento del
verdadero Homero‖. Homero es un poeta ―primitivo‖, es decir, un poeta que transmite,
el sentir de un pueblo. Ciertamente, las imágenes de las obras de este autor griego son
verdaderos ―universales fantásticos‖ que pueden ser reconocidos por sus atributos y
cualidades inteligibles para todos los hombres. En este sentido, Homero no crea
personajes literarios, pero sí crea caracteres poéticos como Aquiles y Ulises.
100
Vico, Ciencia nueva, dignidad xxxvi.
54
Después de analizar el trabajo de Homero, Vico pone el principio del libro tercero de
la Ciencia nueva la siguiente pregunta: ¿acaso Homero fue un filósofo? En la tradición
occidental, en la que el napolitano está inscrito, la cuestión de la sabiduría del poeta
griego se había abordado de diversas maneras. Incluso en un trabajo anterior, titulado
La antiquísima sabiduría de los italianos (1710), Vico había abrazado la idea de que en
Homero había una ―sabiduría recóndita‖. Ahora, el autor partenopeo abandona este
punto de vista para preguntarse simplemente si Homero había querido transmitir con su
poesía un mensaje filosófico y, sobre todo, ético.
Según Gravina, la ―sabiduría recóndita‖ de los antiguos mitos (o las ―fábulas‖), son
las enseñanzas de la vida y la práctica moral. Vico ironizó sobre esta interpretación.
Después de una revisión rápida de las conductas de los personajes de Homero, Vico
llega a una respuesta negativa a la pregunta sobre el carácter filosófico de la obra del
poeta. ―¿Qué podemos decir después de lo que cuenta: que sus héroes se deleitan tanto
con el vino que cuando, tienen el ánimo muy afligido, ponen todo su consuelo, y sobre
todo el sabio Ulises, en emborracharse? ¡Preceptos de consolación, en verdad, muy
dignos de un filósofo!‖101. Y más adelante afirma:
Que tuviese la gravedad y corrección del pensamiento de un
filósofo quien se entretenía en buscar fábulas de viejas para
entretener a los niños, de las que Homero llenó su otro poema
de la Odisea. […] Tales costumbres groseras, villanas, feroces,
salvajes, cambiantes, irracionales o irracionalmente obstinadas,
ligeras y erróneas, como las que demostramos en el libro
segundo en los Corolarios de la naturaleza heroica, no pueden
ser más que de hombres que por su debilidad de mente son casi
como niños, por la robustez de la fantasía como mujeres, por el
bullir de las pasiones como jóvenes violentísimos; por lo que se
ha de negar a Homero toda sabiduría profunda. Las cosas aquí
razonadas son los motivos por los que comienzan a surgir las
dudas que nos llevan a la necesidad de la búsqueda del
verdadero Homero.102
Para Vico, Homero jamás podría ser caracterizado como filósofo. Sobre todo porque su
obra surge en plena edad de los héroes, donde brilla toda una lógica poética marcada
por los sentidos, no compatible con las abstracciones. Los primeros poetas, por tanto,
101
102
Vico, Ciencia nueva, 784.
Vico, Ciencia nueva, 556, 786-787.
55
eran también historiadores, pero el poeta está siempre ligado a la pasión, los sentidos, y
no al razonamiento. El poeta se opone al filósofo, precisamente por su total entrega a las
pasiones. El filósofo, por su parte, quiere abarcar todo con la reflexión. Esto determina
con nitidez la imposibilidad de que un mismo hombre sea poeta y filósofo sublime. La
metafísica razonada busca lo universal, la poesía se interesa por lo universal fantástico.
Homero no era filósofo sino poeta. Como poeta, representa el sentir de un pueblo que
tradicionalmente necesita siempre un poeta para contar su historia. En este caso, si todo
pueblo tiene un poeta que cuenta su historia, el poeta mismo puede convertirse en un
universal fantástico.
Homero jamás existió como persona sino como carácter poético de los hombres
griegos, mientras narraba, cantando, sus historias. Vico destruye a la persona de
Homero, pero no la unidad de las obras que le son atribuidas, pues les confiere el mismo
carácter poético. Así pues, este Homero, universal fantástico, fue un incomparable
poeta, ordenador de la política griega, de la civilización. Patriarca de todos los poetas,
fuente de todas las filosofías, sin haber existido jamás, sino tan sólo como carácter
poético.
Acto seguido, Vico se interroga sobre la patria de Homero, pero a la luz de lo
anteriormente mencionado, es evidente que nada cierto se puede decir sobre su origen.
Por esto, se dice que el poeta nació en todas las ciudades que lo reivindican y en todos
los tiempos que con él se identifican. ―La contienda de las ciudades proviene de que
casi todas observan en sus poemas voces, locuciones y términos dialectales que eran
vulgares de cada una de ellas‖103. Vico vio en Homero no una persona individual que
escribió la Ilíada y la Odisea, sino el genio nacional del pueblo griego, por cuanto
articula la visión de su propia experiencia a través de los siglos: ―tales y tantas
dificultades, junto a sus poemas que nos han llegado, parecen forzarnos a afirmarlo a
medias: que este Homero ha sido una idea o un carácter heroico de los hombres
griegos‖104. Siete ciudades griegas rivalizaron por el honor de ser el lugar de nacimiento
103
104
Vico, Ciencia nueva, 790.
Vico, Ciencia nueva, 873.
56
de Homero, no porque hubiera nacido en alguna de ellas, sino porque no había nacido
en ninguna: ―todos esos pueblos griegos fueron este Homero‖105.
Luego, en esta misma línea, Vico pasa a la consideración de la edad de Homero. Para
demostrar la complicación del asunto, es mejor referirse a las dos grandes obras del
autor. El joven Homero compuso la Ilíada cuando Grecia era joven, y el viejo Homero
compuso la Odisea, cuando la Grecia enfriaba los ánimos con la reflexión. Por eso
admiró a Ulises, héroe de la sabiduría, porque en los tiempos de Homero joven, los
pueblos de Grecia apreciaban atrocidades y barbarismo. Dicho de otra manera, Homero
es la imaginación poética creativa de todos los griegos, el símbolo de «muchos siglos»
que separaron la Ilíada —escrita por un poeta del norte de la Grecia oriental, quien
canta «el orgullo, la cólera, la venganza […] por lo que admiró a Aquiles, héroe de la
fuerza»— de la Odisea, escrita por un hombre del suroeste, que celebra los lujos de
Alcínoo, las delicias de Calipso […] los cantos de las sirenas» y a Ulises, héroe de la
sabiduría106. Así se demuestra que Homero, el autor de la Ilíada, precedió en mucho
tiempo a Homero, el autor de la Odisea.
Después de esas revelaciones sobre el carácter poético, la patria y la edad de
Homero, Vico pasa a la comparación de Homero con Dante. ¿Qué puede acaso unir a
dos poetas que nacieron en dos épocas distintas, con dos visiones diferentes?
Clave interpretativa del “Descubrimiento del verdadero Homero”.
Como se sabe, Vico expone sus convicciones sobre la índole de la auténtica poesía, a
partir de la figura y la obra poética de Dante y de las condiciones en las que el
cartesianismo había sumido el estudio de las humanidades en Europa en muchas de sus
escritos, como Prefazione a un commento della Divina Commedia, en De mente heroica
donde comparaba la libertad de la inventiva y de la creatividad de la mente humana con
el poder creativo divino y, finalmente, en la segunda Ciencia nueva. En esta última
105
106
Vico, Ciencia nueva, 875.
Vico, Ciencia nueva, 879-881. Véase también 789 y 904.
57
obra, Vico atribuye a Dante el título de ―toscano Omero‖107 y precisamente desde la
similitud y comparación que establece entre este con el poeta griego, promueve un
enfoque tan novedoso y original que lo convertiría en uno de los anticipadores de la
moderna crítica dantesca.
A partir del artículo de Amparo Zacarés: ―La Scienza nuova y el gusto estético‖, se
puede decir que la Divina Comedia, expresa poéticamente la teología escolástica, pues
apela e incorpora la antigüedad clásica a través de la figura de Virgilio que acompaña al
poeta florentino en su viaje por el infierno, el purgatorio y el paraíso. Pero si Vico
conectó el análisis dantesco a la cultura y a la civilización medieval fue porque
pretendía, a partir de los cánones historiográficos que él mismo había propuesto, dar
cuenta de la nueva barbarie retornada. La figura y la obra de Dante serían de gran
importancia para el esclarecimiento de su doctrina sobre los «recursos» de la historia,
tal como la expuso en el libro V de la Ciencia Nueva segunda, allí admitió que las
experiencias sociales, jurídicas y políticas de los primeros siglos de la historia
grecorromana se repetían en la sociedad medieval, entendida ésta como nueva barbarie.
Esta barbarie retornada acontecía no sólo a nivel político o jurídico, al ser una época en
la que predominaban los latrocinios, la esclavitud, las penas crueles de un derecho
represivo, sino que se producía también en la desmesurada fantasía de los artistas y es
desde este punto de vista, desde el cual Vico introdujo la figura de Dante. La
importancia de la obra dantesca es tan grande en la teoría de los ―recursos‖ que se ha
dicho que si Dante no hubiese existido, Vico hubiera tenido que inventarlo. El trabajo
de Homero es semejante al de Dante. Así, en la lógica propia de la visión de épocas
históricas retornadas, se insiste más en interpretarlas como un cotejo o comparación
entre ellas, que en una literal repetición de las mismas. Detrás del corromperse de la
razón, de una nueva barbarie que surgiría al final del curso de la civilización, regresarán
los tiempos primitivos, y aunque este retorno no posea ya la inmediatez y la
espontaneidad de la barbarie de la edad de los sentidos y de la fantasía, supondrá la
decadencia de la razón y la apertura de un nuevo ciclo de barbarie.
107
Vico, Ciencia nueva, 786.
58
Si Dante fue un gran poeta no lo fue a pesar del momento histórico en el que vivió,
sino precisamente por haber vivido en aquella edad bárbara retornada. Es cierto que
Florencia se debatía en aquel tiempo entre luchas y pasiones asesinas, pero tales luchas
no fueron un obstáculo a la poesía de la Divina comedia, sino más bien el sustrato
necesario para que naciera tal poesía. Nada más ajeno al poeta auténtico que gozar de
un reposado ocio literario tal como pretendía la concepción humanista de la poesía.
Vico elogiaba a Homero y a Dante, al mismo tiempo que se entristecía por la
desaparición en su época del auténtico espíritu poético que acontecía a consecuencia del
cartesianismo. El momento cultural en él que vivió nuestro autor no fue capaz de
generar grandes poetas pues éstos sólo aparecen, según sus propias tesis, en las épocas
en las que la sabiduría predominante es una sabiduría sensitiva más que razonada.
Vico encontró numerosos puntos de semejanza entre la Ilíada y la Odisea y el
purgatoria y el paraíso dantescos respectivamente. Según Amparo Zacarés, la conexión
la estableció en el ―colérico ingenio‖ y la grandeza de la ―fantasía‖ que ambos poetas
desplegaron en su obra literaria. En su opinión la poesía muestra una gran
incompatibilidad con la filosofía, pues aquella sumerge la mente en la infancia y asume
como regla el juicio de los sentidos. La grandeza de la sabiduría homérica residía en su
pobreza intelectual y en su desbordante mentalidad fantástica. No puede conciliarse ser
un gran filósofo y un gran poeta al mismo tiempo. No se pueden construir a la vez
pensamientos abstractos e imágenes corpulentas y vigorosas. En definitiva, es imposible
tener el ánimo infantil y especular a la vez sobre moral y teología.
Se puede concluir que Dante como el ―Homero retornado‖, como un bárbaro y
pasional cantor de heroísmo retornado, adquiere su grandeza no de su filosofía ni de las
alegorías de su teología, sino por su psicología de poeta divino.
59
Homero y Dante108, la configuración de un pueblo
Es central decir que en los tiempos de Homero estaban ya provistos de la lengua heroica
o divina todos los pueblos de Grecia, salidos ya de la barbarie, tanto que Homero los
escoge como los mejores para tejer sus poemas. Una operación análoga habría
completado Dante quien al comenzarse a mitigar la barbarie, recogió las locuciones en
su Divina Comedia de todos los dialectos de Italia.
Dada la pobreza del habla vulgar, Dante, para explicar su
Commedia, debió recoger una lengua de todos los pueblos de
Italia como, puesto que vino en tiempos semejantes, Homero
recogió la suya de todos los de Grecia: de ahí que luego,
reconociendo cada uno en sus poemas sus hablares nativos,
todas las ciudades griegas contasen que Homero fue ciudadano
suyo.109
El problema de la barbarie se encuentra presente en la época de los dos grandes poetas.
De ahí surge el reconocimiento de la obra creativa llevada a cabo por ellos sobre la
lengua. Vale la pena, para la comprensión del proceso de pensamiento en curso,
mantener separados los dos niveles.
Para un contraste entre la épica pagana y cristiana, ninguna figura se presta más que
la de Dante, cumbre más excelsa entre los épicos del cristianismo. Como cantores de
leyendas nacionales se destacan con siluetas gigantescas en la historia. Esos dos rostros
conocidos por toda la humanidad, nada gemelos por sus rasgos físicos, tienen sin
embargo muchas líneas de vate que los asemejan. En sus raptos poéticos los dos intuían
con realismo sin igual la imagen que destellaba en sus visiones; ambos le daban en los
caracteres de sus distintas lenguas una verdad objetiva casi confundible con lo descrito.
Sabían uno y otro retocar vigorosamente los perfiles del detalle y presentarle un amplio
escenario de la naturaleza.
Y tan vigoroso realismo procedía en ambos de las mismas facultades; íntimo
comercio con el mundo que los rodeaba, y poderosa facultad de observación. Si Homero
Cristofolini, P. (2006-2007). ―De Dante a Homero, de Gravina a Vico‖. Cuadernos sobre
Vico 19-20, (2006-2007): 16.
109
Cristofolini, ―De Dante a Homero‖,16.
108
60
dio origen al estilo épico en general, Dante creó a su vez el gusto artístico del pueblo
italiano que se ha hecho tradicional en la historia. Y si Homero ocupa el primer lugar
entre los poetas, muy cerca de él está Dante, que por su temperamento figurará siempre
entre los primeros vates.
Dante nacido en pleno cristianismo, es la figura que permite hacer un contraste entre
la poesía épica cristiana y la de Homero. La historia sigue su curso, los acontecimientos
marcan el cambio de las civilizaciones. El nacimiento del cristianismo dividió en dos
partes la sucesión de los tiempos, con él se introdujo al mundo una nueva fuerza
sobrenatural, mas sin destruir los constitutivos esenciales humanos. Verdad que crece en
proporción directa con la cultura del autor y llega casi a su máximum en vates de
conocimiento tan universales como el Dante. la Divina Comedia 110 llamada por
Ozannán: ―suma literaria y filosófica de la Edad Media‖, por Carlyle: ―el alma de una
época comprendida y manifestada por el Dante‖111.
Entre Homero y Dante se nota un tipo de reminiscencia. Catalogar los detalles de
recuerdos homéricos sería largo. Dante no supo griego, no leyó a Homero en su lengua,
pero sí en sus múltiples imitaciones, comenzando por la Eneida. La misma concepción
general de excursión por las ruinas de ultratumba tiene su origen en la Odisea.
Dante fue un asiduo lector de la Antigüedad y de ella extrajo todos los símbolos de
sus escenas y de su poesía. Pero Dante vivía en un mundo transformado; era visionario
de lejanías insospechadas para el hombre antiguo. En expresión de San Juan, Jesucristo
había aparecido en la tierra como una luz en las tinieblas. La Antigüedad le dio también
una gran copia de leyendas; la escritura le esclareció la realidad de la otra vida; las
edades cristianas le prepararon un gran caudal de concepciones del mundo de
ultratumba; su genio singular dio a todo ese material el relieve dantesco.
110
La Divina Comedia se divide en tres partes: Infierno, Purgatorio, Paraíso. En total tiene
100 cantos, de los que el primero es introducción, aunque vaya incluido detrás del título de la
primera parte, y luego se suceden tres grandes grupos de 33. Véase Gonzalez Ruiz, Obras
completas de Dante Alighieri, (BAC: Madrid, 1956) 12.
111
Andrade J. C. Homero y la Épica Universal. (C. de J: Bogotá, 1938) 185.
61
Mas ¿dónde está el contraste con Homero por lo que toca a la concepción de
conjunto? No ciertamente en haberse eximido del influjo de su época; este sería un
milagro superior a las fuerzas del más grande de los genios. Si Homero reflejó la
civilización de su tiempo, a su vez Dante concibe el mundo tal cual lo concibió la Edad
Media: gobernado por el papado y el Sacro Imperio. El contraste de sus concepciones
tan marcado depende de otro factor; las pupilas de Dante estaban tocadas con luz de
eternidad; y los ojos de Homero ciertamente estaban cegados con noche de paganismo.
El poeta de la Grecia no pudo prescindir del mito; mas al reflejar los errores de las
creencias religiosas de su pueblo, sólo nos dio una comedia a lo humano de lo divino;
en cambio Dante al presentar la proyección de este mundo en la eternidad nos da una
comedia a lo divino de lo humano.
Según Vico la comedia de Dante puede ser leída según tres preocupaciones: 1) La
historia de los tiempos de barbarie y de Italia; 2) una fuente de hermosas dialectos
toscanos; y 3) un ejemplo de la poesía sublime. Para la primera, en la Ciencia nueva de
la naturaleza de las naciones Homero es el primer historiador de los gentiles, y sin duda
entre los primeros historiadores romanos habíamos entendido Ennio, que cantó las
guerras cartaginesas: y entre los primeros historiadores italianos se inscribe Dante112.
Lo que se mueve en su comedia como poeta, es cuestión del infierno o el purgatorio o
del paraíso. Ahora surge esta pregunta en virtud del contexto religioso: ¿en la religión
cristiana, cuál nos enseña las recompensas y castigos de nuestras operaciones? Lo bueno
o lo malo y en lugar de lo temporal, lo eterno. La segunda conexión del precedente que
ha de ser leído es que es una fuente pura y ancha de la hermosa Toscana donde se han
reunidos todos los dialectos de Italia. Finalmente lo que es más propio de sublimidad de
Dante, fue el destino de un gran talento para nacer en el momento de expirar la barbarie
de Italia.
Ahora, es necesario decir que Dante no parte de cero para presentar su poema sobre
el infierno, el purgatorio y el paraíso. Ha retomado la Antigüedad con Homero que es
considerado como el primer historiador de su tiempo y creador de una lengua a partir de
112
Cristofolini, P. Giambattista Vico: La discoverta del vero Omero seguita dal Giudizio
sopra Dante. (Fiorentino: ETS, 2006).
62
los dialectos. Segundo, de la barbarie retornada donde se expresa el recurso, y al final,
su influencia por el cristianismo. Teniendo esto en cuenta, el juicio de Vico sobre Dante
está nítidamente desarrollado en tres puntos:
En primer lugar, Dante merece ser considerado ―el primero o
entre los primeros de los historiadores italianos‖. En segundo
lugar, a partir de la confutación de la ―falsa opinión‖
renacentista (y graviniana, y viquiana) de la ―recogida‖ de los
dialectos, Dante es alabado como ―pura y caudalosa fuente de
estupendas fabuladores toscanos‖. En el tercer y más
importante momento, tenemos la loa a la ―sublime poesía‖ y a
sus principales fuentes113.
Ahora, como la facultad poética de Homero es declarada por su parte ―inenarrable‖, lo
mismo se puede decir de un ingenio como el de Dante, floreciente ―en el tiempo de la
expirante barbarie de Italia‖.
En fin, con Amparo Zacarés Pamblanco, se puede afirmar que la metafísica y la
lógica poéticas que Vico presenta en la Ciencia nueva responden a la pregunta por
¿cómo imaginaron los seres humanos el mundo que les rodeaba? La respuesta pasa por
considerar el hombre primitivo por sí mismo poeta y por admitir a la poesía como
fuente reveladora de verdad. El filósofo napolitano asestó un golpe mortal a los
preceptos de la poética clásica y adelantó el camino que los estudios históricofilológicos y estéticos tendrían en el siglo
XIX.
Pero Vico no realizó una labor
exhaustiva de crítica literaria que sirva para explicar la fuerza poética de Homero y de
Dante, poetas que para él concentran la potencialidad fantástica de la poesía primitiva
en oposición al gusto academicista y refinado de los poetas del siglo
XVI,
sino que
desarrolla la evolución de las naciones y la formación de las categorías cognitivas de las
edades humanas, alcanzando el curso que hacen las naciones» en su formación y
desarrollo114.
Cristofolini, ―De Dante a Homero‖. (Omero essere il primo storico della gentilità; e
certamente il primo Storico de Romani a noi conosciuto fu Ennio, che canto le guerre
Cartaginesi: agli stessi esempli il primo, o tra’ primi degl’istorici italiani egli si fu il nostro
Dante).
114
Cristofolini, ―De Dante a Homero‖, 172.
113
63
CONCLUSIÓN
En tiempos de Homero, los pueblos de Grecia ya estaban dotados de las lenguas divina
y heroica. Así pues, habían salido ya de la barbarie de los sentidos hasta tal punto que
Homero escoge dichas lenguas como las mejores para entramar sus poemas. También,
Dante había hecho una operación análoga, al comenzarse a moderar la barbarie, pues
anduvo recogiendo las locuciones de todos los dialectos de Italia en su Divina Comedia.
El tema de la barbarie en la historia de la humanidad, se encuentra presente ya en la
época de los dos grandes poetas. Sin embargo, es importante establecer una diferencia
entre los tipos de barbarie que los poetas afrontan: antes de Homero existía una barbarie
sentida, en cambio, antes del tiempo de Dante, la barbarie era reflexiva, razonada. Cada
uno de estos creadores, entonces, configura su obra y su lengua y, de algún modo, su
nación.
Vale la pena, para la comprensión del proceso de pensamiento en curso, mantener
separados los siguientes dos niveles: en primera instancia, Homero es el representante
de la cultura griega primitiva. Se ha apreciado ya su valor como ―fuente‖ de
conocimiento histórico de la sociedad griega más antigua. La obra de Homero está en su
totalidad inspirada por un pensamiento relativo a la naturaleza humana y a las leyes
eternas del ―curso‖ del mundo. La inevitable omnisciencia del poeta se revela en su
manera de ver las conexiones entre lo humano y lo divino. Basta pensar en la Edad
Media, en la cual no interviene fuerza alguna divina y todos los sucesos se desarrollan
desde el punto de vista del acaecer subjetivo y de la actividad puramente humana, para
darse cuenta de la diferencia de la concepción poética de la realidad propia de Homero.
Por su parte, la figura y la obra de Dante serían de gran importancia para el
esclarecimiento de la doctrina de Vico sobre el ―recurso‖ de la historia, tal como la
expuso en el libro V de la Ciencia nueva segunda, donde admitió que las experiencias
sociales, jurídicas y políticas de los primeros siglos de la historia grecorromana se
repetían en la sociedad medieval, entendida ésta como ―nueva barbarie‖.
Vico vivió en una época cruzada por una tensión muy fuerte. Mientras alababa a
Homero y a Dante, al mismo tiempo que se afligía por la desaparición en su época del
auténtico espíritu poético que sucedía a consecuencia del método cartesiano. El
momento cultural en el que vivió Vico no fue capaz de generar grandes poetas; pues
éstos sólo aparecen, según sus propias tesis, en las épocas en que la sabiduría
predominante es una sabiduría sensitiva más que razonada. Por ello, el gusto literario de
los contemporáneos de Vico se hallaba distante de la predilección por Dante u Homero,
y, a contracorriente, el filósofo napolitano, ensalzó todo aquello que resultaba extraño a
la restauración clasicista.
Para combatir y completar la corriente cartesiana que predominaba en esta época,
Vico hizo una relación fina entre filosofía, historia y literatura (poesía) que le ayudara a
abarcar todo el hombre. Según él, la relación entre filosofía y literatura (poesía) en la
Ciencia nueva se puede ver como una ―interpretación imaginaria‖ de la realidad. El
trabajo de la imaginación es lo que hace inmediatamente vinculante el efecto poiéticoinventivo del mito y la reconstrucción genealógica de los orígenes de la historia de la
humanidad (a través del nacimiento de los primeros lenguajes inarticulados, de las
primeras formas de civilización y corrección de las costumbres ferinas, de las primeras
manifestaciones de la piedad religiosa). El lento proceso de formación del mundo civil
se articula, al principio, según una ―simulación de sentido‖, y para comprender este
proceso que marca el inicio de la humanidad, habría que hacerse un descenso, posible
gracias al poder imaginativo de la fantasía.
La fantasía, para Vico, representa un obligado punto de transición no solamente para
una poética diversa que se nutre de lo simbólico y lo poiético, sino también, y,
probablemente sobre todo, para indicar un proceso radicalmente diverso de
reconstrucción e interpretación de toda la experiencia humana, que se remonta a su
génesis tópica e ingeniosa. El hacer poético, pero también la misma narración fantástica,
no representan un grado inferior y subordinado respecto a verdades filosóficosistemáticas y ontológicas, ni tampoco constituyen una representación alterada o
aproximativa de lo real. La sabiduría poética y su lógica constituyen para Vico los
presupuestos de una hermenéutica de la experiencia mito-poiética, cuyas expresiones
reivindican una forma autónoma de saber, que por ejemplo, no hace de las fábulas
65
productos inadecuados e incompletos, ni tampoco meramente alegóricos del
pensamiento calculante, sino más bien ―verdaderas y severas historias de las costumbres
de las antiquísimas gentes‖ y que hace de la poesía religiosa una fenomenología de los
mitos de los antiguos dioses, así como de la poesía épica una secuencia de las ―historias
verdaderas‖ que están a la base de la formación de las naciones.
El hecho de que el programa viquiano de fundación de una ciencia nueva se centre,
en primer lugar, en una consciente hermenéutica filológica, tópica y genealógica del
mito y de sus fenomenologías poéticas y fantásticas, subvierte la tradicional relación
jerárquica entre razón y poesía, entre realidad e ilusión, entre verdad e invención. De
esta manera, con la superación de algunas representaciones estereotipadas de la poética
barroca, la decisión del filósofo napolitano de dedicar la parte más consistente de su
obra maestra a la sabiduría poética es coherente con una idea de poesía que se
constituye como una verdadera alternativa filosófica y gnoseológica al racionalismo
cartesiano, ya que la poesía no es sólo artificiosa creación de la fantasía y de la
inventiva humanas, ni tampoco es solamente fuente de placentero dilecto, sino que es
una verdadera necesidad natural por la cual devienen históricos y reales los orígenes de
la civilización que dejan de ser considerados como falsedades o invenciones.
Se comprende así que Vico pueda hablar de su tarea filosófica en el sentido de una
hipótesis que no es sólo metodológica, sino también y, sobre todo, filosófica, de
constitución de un nuevo arte crítico profundamente innovador respecto a los
paradigmas tradicionales tanto de la crítica erudita como de la crítica metafísicoracionalista.
En este punto resultan más que plausibles las interpretaciones de Vico que han
considerado la fantasía como un acto constitutivo del mundo histórico del hombre.
Poesía e imaginación, fantasía y actividad ingeniosa no constituyen solamente
peculiares procedimientos cognoscitivos e interpretativos de la realidad, ni sirven sólo
para representar una esfera no marginal de la experiencia cultural del hombre. Por el
contrario contribuyen, de manera decisiva, a delinear las modulaciones esenciales de
toda la teoría de la historia de Vico. Más allá del importante y no infundado topos
historiográfico del nexo entre producción de los hechos y la cognoscibilidad de la
historia e incluso más allá del reconocimiento de la sociabilidad como rasgo
66
constitutivo de la historicidad de las naciones y de los procesos culturales de la
civilización, lo que resulta filosóficamente relevante y original en la teoría viquiana (ya
a partir del De ratione y del De Antiquissima) es el programático intento de definir no
sólo la serie de los paradigmas metódicos útiles para el estudio de lo que es objeto de la
nueva ciencia (el mundo humano), sino también, y sobre todo, los indispensables
principios de orden teorético que permiten captar la génesis del mundo humano.
Esta conclusión es posible por la radical torsión que Vico imprime al nexo entre
crítica y tópica. De manera decididamente innovadora, Vico cree que la tópica debe
anteceder a la crítica, o sea, que viene primero el momento de la invención y el
conocimiento y luego el de la reflexión y el juicio. Como se ha dicho y se dice con
razón, en Vico se halla la construcción de un consciente dualismo entre ―facultades
sensibles y facultades racionales‖ y, por ende, una distancia entre las dos formas de
conocimiento que de estas facultades en primer lugar se derivan: ―nada contrasta más
con la razón como la fantasía‖115, se lee en la VI Oración inaugural. La conciencia del
dualismo, sin embargo, no induce a Vico a renunciar a una visión unitaria de la ciencia
histórico-antropológica puesto que su objetivo es precisamente dar vida a tal ciencia.
Así que se trata de hallar los posibles modos de interrelación entre tópica y crítica,
metafísica e historia. La mente humana exhibe una cohabitación entre filosofía y
sensibilidad, razón y fantasía. Esta mente ya no se puede conformar sólo con la
exactitud y la validez lógica, sino que también necesita devenir ingeniosa. Se trata
entonces de un procedimiento indispensable que viene antes de la intervención reflexiva
de la filosofía.
También por ello Vico puede sostener que la sabiduría poética sobrepasa la
especificidad del hecho artístico, poético y literario y se constituye en primer lugar
como momento genético de la humanidad gentilicia; una sabiduría, pues, que no
procede de la abstracta razón de los ―adoctrinados‖, sino de ese mundo sentido e
imaginado, propio de los hombres aún poco avezados al raciocinio, hombres que tenían
―todos robustos sentidos y vigorosísimas fantasías‖.
115
Véase Patella, Tra Barocco e postmoderno, 53-54.
67
Memoria, fantasía e ingenio son para Vico, principios constitutivos del mundo
humano. Pero al plano ontológico, debe necesariamente unirse el plano histórico, puesto
que aquellos principios caracterizan el dato de experiencia de la primera sabiduría del
hombre. La actividad mito-poiética, la capacidad de concentrar las reminiscencias en un
acto de la fantasía, el trabajo desempeñado por el ingenio con los materiales del
recuerdo, caracterizan el procedimiento de la mente humana en una época en la que,
como observa Vico, ―no estaba sutilizada por ningún arte de escribir, ni espiritualizada
por práctica alguna de contar y calcular, ni hecha abstractiva por tantos vocablos
abstractos‖.
Después de lo que se ha dicho anteriormente, la teoría viquiana de la historia puede
ponerse en una voluntaria oscilación entre racionalidad y fantasía. Este será el hilo
conductor en la interpretación de los pasajes clave del pensamiento viquiano. Se puede
poner la obra de Vico en los orígenes del moderno proceso de determinación de una
lógica de la historia que no se reduzca al registro del evento y a su interpretación, sino
que funde, junto a esta última, la que en otra oportunidad, como cree Giuseppe
Cacciatore, llegó a ser una extraordinaria tesis filosófica, o sea, la consciente
construcción de una teoría de la historia que justo porque atribuye a la fantasía la
facultad de activar procedimientos de formalización conceptual, está en condiciones de
mantener el delicado y necesario equilibrio entre la metafísica de los principios y la
insoslayable empiricidad del mundo humano.
68
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71
DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVE EN ESPAÑOL E INGLÉS
Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos
descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Alfonso
Borrero Cabal S.J en el correo [email protected], donde se les orientará).
ESPAÑOL
INGLÉS
Verum factum, primum verum, Historia
Poesía, pensamiento filosófico
Racionalismo cartesiano, sensibilidad
Fantansía, cogito, primera verdad
Procesos cognitivos del hombre
Verum factum, primum verum, History
Poetry,philosophical thought
Cartesian racionalism, senbility
Fantasy, cogito, a priori truth
Human cognitive processes
Método claro y distinto, Homero
Clear and distinct method, Homer
Dante, ciencia del hombre
Dante, human science
Edad de los dioses, héroes, hombres
Age of gods, héroes, men
Universales fantásticos,
Fantastic universal
Cursos y recursos
Courses and re-courses
RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS
(Máximo 250 palabras - 1530 caracteres)
RESUMEN:
Este trabajo titulado VERUM FACTUM VS. PRIMUM VERUM. HISTORIA Y POESIA EN
GIAMBATTISTA VICO, hace una aproximación al pensamiento filosófico del autor y a su
crítica contra el racionalismo cartesiano. En esta dirección, el napolitano sostiene una
defensa del papel que desempeñan la sensibilidad y la fantasía en los procesos cognitivos
del hombre.
El primer capítulo se abre con una exposición sobre la teoría cartesiana del cogito
considerado como la primera verdad. Se muestra cómo el napolitano asume, inicialmente de
forma positiva, los planteamientos del pensador moderno. Sin embargo, tiempo después, su
crítica se dirige al corazón del cogito.
En el segundo capítulo se muestra el trabajo del napolitano relacionado con la búsqueda de
una ciencia del hombre que no se obtenga mediante el método claro y distinto de las
ciencias físico-matemáticas. Dicha ciencia se identifica con la Historia, dividida en tres
edades (de los dioses, héroes, hombres). Vico sostiene que el hombre puede poseer una
ciencia del mundo humano porque él mismo lo ha hecho. En consecuencia, la historia
responde perfectamente al principio Verum factum est.
En el tercer capítulo, para demostrar la interrelación entre la historia y la poesía, se expone
la teoría de Vico sobre los universales fantásticos y su comprensión de los cursos y recursos. Entonces se puede comprender la apropiación que Vico hace de los dos grandes
poetas: Homero, ubicado en la edad heroica, expresa el curso de las naciones, y Dante, al
final de la edad de los hombres, expresa el re-curso.
ABSTRACT:
This work, entitled VERUM FACTUM VS PRIMUM VERUM. HISTORIA Y POESÍA EN
GIAMBATTISTA VICO, makes an approach to the philosophical thought of Giambattista Vico
and his critique of Cartesian rationalism. In this direction, the Neapolitan defends the role of
sensitivity and fantasy in the human cognitive processes.
The first chapter opens with a discussion of the Cartesian cogito theory considered the first
truth. It is shown how the Neapolitan assumes, initially in a positive way, the approaches of
the modern thinker. Later on, however, his criticism goes to the heart of the cogito.
The second chapter shows how the work of the Neapolitan is related to the search of a
science of man not obtained by the clear and distinct method of Physical-Mathematical
Sciences. Such a science is identified with History divided into three ages (age of gods,
heroes, men). Vico holds that man can acquire knowledge of the human world because he
himself has done it. Consequently, History responds perfectly to the principle Verum factum
est.
In the third chapter, in order to demonstrate the relationship between History and Poetry,
Vico’s theory of the fantastic universals and his understanding of the courses and re-courses
is explained. Thence we can understand the appropriation Vico makes of the two great poets:
Homer, placed in the heroic age, expresses the course of nations, and Dante, at the end of
the age of men, expresses the re-course.
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