Número de registro: 20231 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 98/2007.
Número de registro: 20231
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXVI, Julio de 2007
Página: 2348
AMPARO DIRECTO 98/2007. MARÍA CRISTINA CRUZ SALDAÑA Y OTRO.
CONSIDERANDO
QUINTO. Son inatendibles, inoperantes, infundados y fundados pero inoperantes los
conceptos de violación expuestos por los quejosos.
En principio debe señalarse que en el juicio de amparo directo 97/2007 que se falla de
manera relacionada con este asunto, se otorgó al ahí quejoso José Luis Castro Rodríguez, el
amparo y protección de la Justicia de la Unión para el efecto de que la autoridad responsable
deje insubsistente la sentencia que pronunció el quince de enero de dos mil siete y en su lugar
emita otra en la que al analizar de manera conjunta los medios de convicción que obran en el
sumario de origen, se abstenga de considerar simulado el contrato de compraventa otorgado
en escritura pública el veintinueve de mayo de mil novecientos noventa y siete, desestime los
agravios expresados por Paulina Castell Romero y, finalmente, confirme la sentencia de
primera instancia.
En tal virtud, los conceptos de violación que en este juicio constitucional tienen por objeto
cuestionar la sentencia de segunda instancia, desde la perspectiva de que con las pruebas
valoradas por el tribunal ad quem se justifica la nulidad por simulación deducida como
acción en contra de los aquí quejosos, no habrán de ser atendidos, dado que, por los efectos
de dicho fallo constitucional, a nada práctico conduciría su ponderación.
Sentado lo anterior, debe consignarse que los quejosos inician su argumentación señalando
que se adhirieron a los recursos de apelación interpuestos por Paulina Castell Romero y por el
representante legal de Tecnohule Mexicano, Sociedad Anónima de Capital Variable, sin
embargo, dicho señalamiento no corresponde con las constancias de autos, en virtud de que el
indicado recurso accesorio sólo lo dedujeron al sumar su inconformidad a la expresada por la
señalada sociedad anónima, y no así a la hecha valer por la actora en el juicio de nulidad.
En efecto, como se advierte del toca de apelación, Víctor Manuel Méndez Márquez y María
Cristina Cruz Saldaña al contestar los agravios expresados por Luis Armando Castro Castell,
apelante del fallo de primera instancia en lo relativo a la acción reivindicatoria deducida en
contra de su representada, se adhirieron a ese medio de impugnación expresando agravios en
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cuanto a la procedencia de la acción por ellos deducida en el juicio que se acumuló al de
nulidad incoado en su contra; por tanto, carece de sustento legal la afirmación inicial que
vierten en su demanda de garantías, pues es falso que hayan hecho valer el recurso de que se
trata en contra de las apelaciones que mencionan.
Para así advertirlo debe citarse, en lo conducente, y de manera textual lo expresado por los
adherentes al recurso de apelación de referencia: "... Que habiéndose dictado sentencia
definitiva en los autos en que promovemos, relativo al juicio de nulidad de escritura pública
de contrato de compraventa y juicio reivindicatorio que tenemos promovido en contra de la
sociedad mercantil denominada Tecnohule Mexicano, S.A. de C.V., y la demandada
Tecnohule Mexicano, S.A. de C.V., interpuso recurso de apelación en contra de la sentencia
que declaró improcedente la acción reivindicatoria y dejó a salvo nuestros derechos, para
ejercitarlos como estimemos procedentes y no nos condenó en costas; por medio de este
escrito venimos a dar contestación a los infundados agravios que expresa Luis Armando
Castro Castell, en su carácter de representante legal de la sociedad mercantil demandada, en
el juicio reivindicatorio y con fundamento en lo dispuesto por los artículos 490, 491, 492 y
demás relativos del Código de Procedimientos Civiles abrogado, nos adherimos a la
apelación, y formulamos los siguientes agravios: ... adhesión al recurso de apelación: Hecho
infractor. Lo constituye el punto del fallo número tres, en relación al considerando décimo
que lo rige, de la sentencia definitiva de fecha trece de enero de dos mil seis, dictada dentro
del expediente 733/04; en el que se expresa: ‘TERCERO. Se declara improcedente la acción
reivindicatoria, ejercida por Víctor Manuel Méndez Márquez y María Cristina Cruz Saldaña,
dejándose expeditos sus derechos para ejercitarlos en los términos que estimen pertinentes
...’."
De esta manera, si los ahora quejosos únicamente se adhirieron a la apelación interpuesta por
el demandado en el juicio reivindicatorio acumulado al de nulidad promovido ante el Juez
Quinto de lo Civil del Distrito Judicial de Puebla, no puede otorgarse credibilidad a la
afirmación que expresan en el sentido de haberse incorporado con la misma pretensión
impugnatoria a los recursos de apelación que se sustanciaron ante la Segunda Sala en Materia
Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado, concretamente al deducido por Paulina
Castell Romero.
Señalado lo anterior, debe indicarse que aun cuando es fundado su argumento en el sentido
de que el tribunal de alzada omitió pronunciarse en cuanto a la pretensión adhesiva que
dedujeron ante él, por razones que ven al fondo, lo así expresado deviene inoperante para el
fin que lo proponen, pues finalmente ello no evidencia la ilegalidad del fallo que atacan.
Sobre este particular cobra aplicación la jurisprudencia VI.2o. J/16, sustentada por el
entonces Segundo Tribunal Colegiado del Sexto Circuito, mismo que ya especializado en
materia civil ahora resuelve, visible en la página ciento cincuenta y tres de la Gaceta 19-21,
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del Semanario Judicial de la Federación correspondiente a los meses de julio-septiembre de
mil novecientos ochenta y nueve, Octava Época, que dice: "CONCEPTOS DE VIOLACIÓN,
FUNDADOS PERO INOPERANTES. Si del estudio que en el juicio de amparo se hace de
un concepto de violación se llega a la conclusión de que es fundado, pero claramente se
desprende que por diversas razones que ven al fondo de la cuestión omitida, resulta inepto
para resolver el asunto favorablemente a los intereses del quejoso, dicho concepto, aunque
fundado, debe declararse inoperante y, por tanto, en aras de la economía procesal, debe
negarse el amparo en vez de concederse para efectos, o sea, para que la responsable,
reparando la violación, entre al estudio omitido, toda vez que este proceder a nada práctico
conduciría, puesto que reparada aquélla, la propia responsable, y en su caso el tribunal, por la
vía de un nuevo amparo que en su caso y oportunidad se promoviera, tendría que resolver el
negocio desfavorablemente a tales intereses del quejoso; de ahí que no hay que esperar dicha
nueva ocasión para negar un amparo que desde luego puede y debe ser negado."
Así, debe destacarse que el recurso de apelación adhesiva tiene por objeto incorporar al
trámite del recurso principal todas aquellas circunstancias que, ante lo incorrecto o deficiente
de las consideraciones que sirven de apoyo al fallo que les es favorable, otorguen un soporte
argumentativo que conduzca a la confirmación o modificación de esa determinación, la cual se insiste- sería favorable a los apelantes adherentes.
Por ilustrativa se cita, en lo conducente, la jurisprudencia 3a./J. 26/94, sustentada por la
entonces Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en la página
diecisiete de la Gaceta 83, del Semanario Judicial de la Federación, correspondiente al mes
de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro, Octava Época, que a la letra dice:
"APELACIÓN ADHESIVA EN MATERIA CIVIL. DEBE INTERPONERSE POR QUIEN
OBTUVO TODO LO QUE PIDIÓ CUANDO LA SENTENCIA APELADA SE ESTIMA
INCORRECTA O DEFICIENTE EN SUS CONSIDERACIONES, SIN SER APLICABLE
LA TESIS QUE EXONERA DE TAL OBLIGACIÓN A LAS PARTES EN UN JUICIO
EJECUTIVO MERCANTIL. (Legislación del Estado de Jalisco). Si bien es cierto que los
artículos 428 y 430, del Código de Procedimientos Civiles del Estado de Jalisco,
respectivamente establecen que no podrá apelar el que obtuvo todo lo que pidió y en lo
relativo a interposición de la apelación adhesiva emplea el vocablo puede dirigido a la parte
que venció, tales disposiciones no deben entenderse en el sentido de que el vencedor está
impedido para hacer valer ese medio de impugnación accesorio o que su ejercicio es
potestativo, toda vez que atenta la finalidad de ese medio de defensa, el ganador debe
agotarlo cuando, a pesar de que la parte resolutiva de la sentencia apelada le favorezca, la
considerativa se estima incorrecta o deficiente, y que por lo mismo pueda ser considerada
infundada por el tribunal de apelación con base en los agravios que exprese el vencido, sin
que sea aplicable en el caso la sexta tesis relacionada con la jurisprudencia número 189, que
aparece publicada en el último Apéndice al Semanario Judicial de la Federación, Segunda
Parte, páginas 337 y 338, del rubro: ‘APELACIÓN, CUESTIONES QUE DEBEN
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ESTUDIARSE OFICIOSAMENTE EN LA, A PESAR DE NO HABER SIDO MATERIA
DE LOS AGRAVIOS’, toda vez que el criterio a que ahí se alude tuvo su precedente en un
asunto de naturaleza mercantil, materia donde el examen oficioso que se impone al tribunal
de segunda instancia sobre todos aquellos aspectos que formaron parte del debate, tiene su
justificación en virtud de que en el sistema de recursos que establece el Código de Comercio
no se prevé el de la apelación adhesiva, en tanto que la legislación procesal civil sí la
establece, de tal forma que no pueden aplicarse a esta última, reglas procesales ajenas a su
materia y regulación."
De igual forma, en la legislación procesal civil vigente en el Estado de Puebla hasta el treinta
y uno de diciembre de dos mil cuatro, el recurso de apelación adhesiva está supeditado a la
suerte que corra el recurso principal en relación con el cual se hace valer, pues por la
finalidad que le es propia, sólo pueden constituir agravio en él las cuestiones que tengan por
objeto dotar de mayor solidez a aquellas consideraciones en que se sustenta la sentencia de
primer grado, ante la posibilidad de que éstas devengan endebles o incompletas, o bien,
sucumban ante el embate del apelante principal; además, la indicada relación de dependencia
entre la apelación adhesiva y la principal deriva de lo establecido en el artículo 501, fracción
I, de la abrogada legislación, en el que se señala que la adhesión a la apelación se desechará
cuando no se admita la apelación principal, de manera tal que si no prospera el indicado
recurso no puede hacerlo el que a éste se le incorpora.
En este último aspecto hace cita la tesis de la otrora Tercera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, visible en la página trece del Volumen CXXII, Cuarta Parte, de la Sexta
Época del Semanario Judicial de la Federación, cuyos rubro y texto son: "APELACIÓN
ADHESIVA. (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE OAXACA). Cuando el artículo 672 del
Código de Procedimientos Civiles del Estado de Oaxaca estatuye "que la adhesión al recurso
sigue la suerte de éste", sólo significa que si no se da curso a la apelación de la parte
contraria, ésta desiste del recurso, se le declara desierto o sin materia, o por cualquier otra
causa no se substancía, la apelación por adhesión corre la misma suerte; y si aquélla se
admite y se tramita hasta pronunciarse sentencia definitiva, de igual manera se substanciará y
decidirá la del adherente; pero sin que el referido enunciado del precepto en cuestión quiera
decir que si la apelación del perdidoso prospera y obtiene lo que pretende, o fracasa, del
mismo modo ha de prosperar o fracasar la del adherente, ya que siendo opuestos sus intereses
y sus puntos de vista, lógicamente no será posible que las dos partes obtengan lo que desean."
Por tanto, si el recurso de apelación adhesiva de que se trata debe analizarse, en términos
generales, de manera posterior a la ponderación del principal al que se suma, y si se desecha
éste debe suceder lo mismo con aquél; se concluye que en el caso particular, al no haberse
atendido los agravios expresados por el representante legal de Tecnohule Mexicano,
Sociedad Anónima de Capital Variable, y estar supeditado a su análisis el que deba efectuarse
de los propuestos por los aquí quejosos, sin que la indicada empresa se hubiere inconformado
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con la omisión en que incurrió la alzada, ninguna lesión se causa a los ahora quejosos con la
falta de análisis de los agravios adhesivos que expresaron ante el tribunal ad quem, pues
finalmente el fallo de primera instancia en lo relativo a la acción reivindicatoria por ellos
deducida continúa incólume en ese aspecto y, por ende, ningún objeto tendría que se ordenara
el análisis de la postura procesal de los disconformes, si finalmente subsiste el fallo de primer
grado en este aspecto, máxime que su teleología estriba en dotar a esa resolución de una base
argumentativa eficiente que conduzca a su confirmación o modificación.
Ahora bien, si los aquí quejosos pretendían a través del recurso de apelación adhesiva
inconformarse con la desestimación por improcedente que se hizo de la acción reivindicatoria
por ellos deducida, debe señalarse que los indicados agravios debieron expresarlos no en la
adhesión a la apelación interpuesta por Tecnohule Mexicano, Sociedad Anónima de Capital
Variable, ante la omisión en que incurrió el a quo en lo que a la condena en costas se refiere,
sino mediante diverso recurso de apelación principal que estaban obligados a interponer ante
lo adverso de aquella determinación, y así poder obtener la revocación de ese fallo.
En tal virtud, si en los agravios adhesivos a que se hace referencia, en esencia, explican las
razones por las cuales estiman que su acción real sí era procedente y ese motivo de
inconformidad debieron exponerlo ante el tribunal ad quem interponiendo el recurso de
apelación principal, es inconcuso que la omisión en que incurrió la autoridad de segundo
grado no trasciende en perjuicio de los quejosos pues, aun cuando se ordenara su
ponderación, la Sala tendría que desestimarlos por inoperantes, precisamente, por la
obligación que les asistía de inconformarse en contra del fallo que decretó la improcedencia
de la acción reivindicatoria que accionaron en el procedimiento acumulado.
Por su parte, todos aquellos motivos de inconformidad incluidos en los conceptos de
violación, que giran en torno de la improcedencia de la acción de nulidad deducida en contra
de los aquí quejosos, así como en la falta de análisis oficioso de la integración de los
presupuestos procesales en que incurrió el tribunal responsable, devienen inoperantes.
Para así sostenerlo, debe reiterarse que el Juez de primera instancia, al resolver los juicios
acumulados de nulidad de escritura de compraventa y reivindicatorio, abordó el análisis del
primero de ellos, atendiendo el fondo de la litis planteada por los contendientes, en virtud de
que ante la ponderación del material probatorio rendido en esa instancia estimó que Paulina
Castell Romero no había probado la acción de nulidad ante él deducida y, en consecuencia,
absolvió a los demandados de las prestaciones exigidas, sin embargo, la acción
reivindicatoria, acumulada al juicio de nulidad, como ya se señaló, la consideró
improcedente, dejando a salvo los derechos de los promoventes de ese procedimiento para
accionar en la forma en que lo estimaran oportuno.
De esta manera se advierte que el Juez de primera instancia al analizar la acción de nulidad lo
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hizo atendiendo a lo debatido en cuanto al fondo de esa contienda.
Además, de lo narrado en el considerando cuarto de la sentencia pronunciada en el juicio de
amparo directo que de manera relacionada se resuelve con el que da motivo a esta resolución,
se advierte que la sentencia de primera instancia, en lo relativo a los puntos resolutivos y
consideraciones expuestas en torno de la acción de nulidad, únicamente fue recurrida por
Paulina Castell Romero, actora en dicho juicio.
En tal virtud, si en el fallo de primera instancia emitido en cuanto al juicio de nulidad se
resolvió el fondo de la litis entablada entre los contendientes y dicha resolución únicamente
fue apelada por la actora Paulina Castell Romero, se concluye que el tribunal de apelación, al
tenor de lo establecido en el artículo 508 del abrogado Código de Procedimientos Civiles
para el Estado de Puebla, sólo podía tomar en consideración los agravios expresados por la
recurrente de aquella determinación, estando impedido para fundarse en teorías o doctrinas
que no hubieren sido expuestas en los agravios o en su contestación, ni citadas en la sentencia
primaria.
Así las cosas, si el tribunal ad quem sólo puede ocuparse de los agravios ante él expresados,
queda claro que no puede atender a cuestiones distintas de lo expuesto en ellos.
Ahora bien, si los aquí quejosos Víctor Manuel Méndez Márquez y María Cristina Cruz
Saldaña estimaban que la acción deducida en el juicio de nulidad promovido en su contra era
improcedente, no obstante que la sentencia de primer grado les hubiere sido favorable, al
tenor de lo establecido en los diversos 490, 491 y 492 del indicado Código de Procedimientos
Civiles para el Estado de Puebla, en todo caso, tuvieron a su alcance la adhesión al recurso de
apelación interpuesto por Paulina Castell Romero, para así proponer ante el tribunal de
segundo grado el análisis de todos aquellos motivos de inconformidad que tendieran a
evidenciar la improcedencia de la acción incoada en su contra, empero, como no lo hicieron,
el tribunal ad quem no estuvo en aptitud de analizar la satisfacción de los presupuestos
procesales, en cuya ausencia sustentan su argumentación los promoventes de esta demanda
de garantías.
En efecto, al tenor de las disposiciones legales citadas y como ya se señaló, la apelación
adhesiva tiene por objeto que la sentencia impugnada se apoye en consideraciones de mayor
solidez que las sostenidas por el Juez natural, cuando se estime que el fallo apelado se funda
en razonamientos endebles o incompletos. Por tanto, la parte vencedora debe adherirse al
recurso de apelación para impugnar aquellas consideraciones con las que no esté conforme,
para así obtener su confirmación o, en su caso, modificación, pero con argumentos más
sólidos que den sustento a dicha resolución.
De esta manera, si lo aducido en los conceptos de violación expuestos por los quejosos en lo
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relativo a la omisión en el análisis que debió emprender el tribunal ad quem de la satisfacción
de los presupuestos procesales, que por su ausencia determinan la improcedencia de la acción
entablada en su contra no fue llevado por Víctor Manuel Méndez Márquez y María Cristina
Cruz Saldaña al conocimiento de la autoridad responsable, a través de la adhesión al recurso
de apelación que interpuso Paulina Castell Romero, es inconcuso que devienen inoperantes
para el fin que los proponen, en la medida en que pretenden cuestionar la legalidad del fallo
de segundo grado, partiendo de argumentos en relación con los cuales la alzada no tuvo
oportunidad de pronunciarse.
Sobre este particular, cobra aplicación la tesis sostenida por este tribunal, publicada en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXV, febrero de dos
mil siete, página mil seiscientos quince, cuyos rubro y texto son: "APELACIÓN ADHESIVA
EN MATERIA CIVIL. CUANDO EL QUE OBTIENE SENTENCIA FAVORABLE EN
PRIMERA INSTANCIA, ESTIMA INCORRECTAS O DEFICIENTES LAS
CONSIDERACIONES QUE SOPORTAN ESE FALLO, Y NO SE ADHIERE AL
RECURSO DEL VENCIDO, LOS CONCEPTOS DE VIOLACIÓN EN QUE PRETENDA
COMBATIR LA RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL DE SEGUNDO GRADO, QUE POR
ESE MOTIVO NO SE PRONUNCIÓ SOBRE TALES CUESTIONES, DEBEN
DESESTIMARSE POR INOPERANTES (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA).
De la interpretación relacionada de los artículos 490 a 492 del Código de Procedimientos
Civiles para el Estado de Puebla, vigente hasta el 31 de diciembre de 2004, se concluye que si
aquél que obtiene sentencia favorable en primera instancia, estima incorrectas o deficientes
las consideraciones que sustentan ese fallo, debe adherirse a la apelación interpuesta por su
contraparte, para así proponer ante el tribunal de alzada el análisis de los agravios en que se
aduzcan consideraciones de mayor solidez a aquéllas en las que se sustenta el fallo primario,
pues ante el evento de que éstas devengan endebles o incompletas, o bien, sucumban ante el
embate del apelante, a efecto de obtener la confirmación o, en su caso, la modificación de esa
resolución, debe proponer el análisis de aquellas cuestiones que brinden un soporte más
sólido y eficaz a la aludida decisión jurisdiccional. En tal virtud, si el que obtiene sentencia
favorable en primera instancia omite adherirse a la apelación del vencido y con tal postura no
incorpora al trámite de alzada los agravios que tengan por objeto reforzar o corregir la parte
considerativa de ese fallo, los conceptos de violación en que se pretenda combatir la
sentencia del tribunal de segundo grado, partiendo de argumentos respecto de los cuales
dicha autoridad no tuvo oportunidad de pronunciarse, deben desestimarse por inoperantes,
dada su novedad."
Además, el análisis de la satisfacción de los presupuestos procesales sólo puede emprenderlo
oficiosamente el Juez de primera instancia, por ser una cuestión de orden público; empero, el
tribunal de segundo grado sólo podrá realizar el estudio de esas cuestiones, si en los agravios
(principales o adhesivos) se le dan las bases para ello.
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Sobre este particular cobran aplicación las jurisprudencias emitidas por la entonces Tercera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicadas con los números 6 y 5 en el
Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, Tomo IV, Materia Civil, Parte
Suprema Corte de Justicia de la Nación, páginas seis y cinco, respectivamente, que a la letra
dicen: "ACCIÓN. ESTUDIO OFICIOSO DE SU IMPROCEDENCIA. La improcedencia de
la acción, por falta de uno de sus requisitos esenciales, puede ser estimada por el juzgador,
aun de oficio, por ser de orden público el cumplimiento de las condiciones requeridas para la
procedencia de dicha acción." y "ACCIÓN. EL ESTUDIO DE SU IMPROCEDENCIA POR
EL TRIBUNAL DE APELACIÓN NO PUEDE HACERSE SI EN LOS AGRAVIOS NO SE
PROPORCIONAN LAS BASES PARA ELLO. Si bien esta Tercera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, en jurisprudencia definida ha reconocido las facultades del
juzgador de primera instancia para examinar de oficio la improcedencia de la acción, cabe
aclarar que el tribunal de apelación sólo puede emprender ese examen, siempre y cuando en
el pliego de agravios sometidos a su consideración se haga valer la correspondiente
inconformidad y se proporcionen las bases suficientes para que establezca cuáles requisitos
de la acción dejaron de cumplirse, o sea, que en la segunda instancia sólo pueden examinarse
los elementos de la acción y los hechos constitutivos de la misma, a la luz de los agravios
respectivos."
De esta manera, si al tenor de lo establecido en los artículos 490 a 492 y 508 del Código de
Procedimientos Civiles para el Estado, vigente hasta el treinta y uno de diciembre de dos mil
cuatro, a la apelación interpuesta por el vencido en la primera instancia del juicio de que se
trate, puede adherirse el que obtuvo resolución favorable para expresar los agravios que en su
caso conduzcan a confirmar o modificar la sentencia que le beneficia y el tribunal de
apelación sólo puede ocuparse de los agravios que hagan valer el o los apelantes, se concluye
que el tema relacionado con la improcedencia de la acción debieron llevarlo al conocimiento
del tribunal ad quem Víctor Manuel Méndez Márquez y María Cristina Cruz Saldaña,
adhiriéndose al recurso interpuesto por Paulina Castell Romero, y si no procedieron en los
indicados términos, es inconcuso que la autoridad responsable no tuvo oportunidad de
pronunciarse en relación con la improcedencia de la acción que ahora alegan.
Asimismo, debe establecerse que el tribunal de apelación al abordar el análisis de los
agravios propuestos por Paulina Castell Romero no obró con plenitud de jurisdicción, como
lo pretenden hacer ver los quejosos en su demanda de garantías, pues ello sólo ocurre cuando
aborda el análisis de alguna cuestión omitida por el Juez de primer grado, y al no existir
reenvío, debe ocuparse de lo no resuelto por el a quo, si fuere el caso.
Un ejemplo de lo descrito, en el párrafo que precede, se da en aquellos casos en que el Juez
de primer grado por estimar la improcedencia de la acción no entra al análisis del fondo de la
cuestión debatida y al resultar fundado el agravio expuesto, en torno a la procedencia de la
pretensión y no existir reenvío, el tribunal de segunda instancia reasume la jurisdicción de
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aquél y aborda como Juez de primera instancia la justificación de sus extremos, para
establecer finalmente la condena o absolución del demandado, pues se ocupa de un tema no
considerado por el a quo.
Sin embargo, si como en la especie, el juzgador de primera instancia se ocupa de resolver el
fondo de la litis ante él entablada y el que no obtuvo sentencia favorable interpone el recurso
de apelación para cuestionar las consideraciones que rigen lo relativo a la justificación de los
extremos de su respectiva postura procesal, en principio, queda claro que el tribunal de
segundo grado sólo puede ocuparse de los agravios ante él planteados; pero, en segundo
término, debe establecerse que, al estimar fundados los agravios del apelante, no procede a
ocuparse de un tema o cuestión omitida por el juzgador a quo, sino que, en su lugar, expone
las consideraciones que deben regir el punto debatido y con ello no obra con plenitud de
jurisdicción, sino atento al principio de litis cerrada que rige en la segunda instancia, de
conformidad con lo establecido en el diverso 508 de la legislación adjetiva civil local.
Al caso cobran aplicación las jurisprudencias y tesis aislada emitidas por este tribunal previo
a su especialización en materia civil, publicadas en el Semanario Judicial de la Federación,
Octava y Novena Épocas, Tomos VIII, septiembre de mil novecientos noventa y uno, II, julio
de mil novecientos noventa y cinco y XV-2, febrero de mil novecientos noventa y cinco,
páginas sesenta, ciento diecisiete y doscientos veintitrés, respectivamente, que a la letra
dicen: "APELACIÓN. FACULTADES DEL TRIBUNAL DE. (LEGISLACIÓN DEL
ESTADO DE PUEBLA). Según lo establecido en la sección segunda del capítulo décimo
sexto del libro segundo del Código de Procedimientos Civiles del Estado de Puebla, referente
al recurso de apelación, no existe reenvío, de manera que el tribunal de alzada sí tiene
facultades para examinar y resolver con plenitud de su jurisdicción las cuestiones
indebidamente omitidas en la sentencia apelada, sin que ello implique violación del artículo
508 de dicho ordenamiento. En este orden de ideas cabe señalar que si el recurrente, en su
escrito de apelación, alega por vía de agravios que el Juez a quo omitió examinar la acción
que ejercitó, eso es más que suficiente para que la Sala responsable proceda, a analizarla
ocupándose de todos y cada uno de sus elementos, puesto que tal examen, lo realiza
reasumiendo jurisdicción. Por ello es innecesario que en estos casos a través de los agravios
alegue y pruebe cómo se justificaron los extremos de la referida acción."; "APELACIÓN.
MATERIA DE LA. Si en el recurso de apelación hecho valer en contra de la sentencia de
primera instancia, prosperan los agravios formulados por el demandante (perdidoso en el
primer grado), el tribunal de alzada no puede declarar justificada la acción que aquél ejercitó,
sin antes realizar el estudio de aquellas excepciones que el juzgador natural no examinó; ello
es así porque no habiendo reenvío en la alzada, dicho tribunal reasume plenamente su
jurisdicción, y porque de no hacer ese análisis violaría lo dispuesto por el artículo 14
constitucional, en perjuicio de la parte que no apeló por haberle sido totalmente favorable el
fallo en cuestión."; y, "APELACIÓN, FACULTADES DEL TRIBUNAL DE. En el sistema
procesal en que no existe reenvío, el tribunal de apelación debe examinar y resolver, con
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plenitud de jurisdicción, las cuestiones indebidamente omitidas en la sentencia apelada,
reclamadas en los agravios, sin limitarse a ordenar al inferior que las subsane, porque debe
corregirlas por sí mismo."
De lo anterior se obtiene que, si el juzgador de primer grado resolvió la controversia
suscitada entre los contendientes, absolviendo a los demandados, es inconcuso que efectuó un
análisis oficioso de la satisfacción de los presupuestos procesales, el cual le condujo
precisamente a ocuparse del fondo de la cuestión planteada, aun cuando no hubiere expresado
las consideraciones que sustentan su proceder en lo relativo a la procedencia de la acción;
además, si ante el tribunal de apelación no se expresó algún agravio en el que se propusiera la
ponderación de ese tema, se concluye que la ad quem no estaba obligada a abordarlo bajo la
perspectiva de reasumir la jurisdicción del juzgador natural, pues éste no omitió atender esa
cuestión.
Aquí, hace cita por ilustrativa la jurisprudencia VI.2o.C. J/245, sustentada por este tribunal,
publicada en la página mil novecientos veintiuno, Tomo XX, octubre de dos mil cuatro, del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, que dice: "ACCIÓN. SU
IMPROCEDENCIA Y LA NO JUSTIFICACIÓN DE SUS ELEMENTOS, SON
CONCEPTOS DIVERSOS. No debe confundirse la improcedencia de la acción con la falta
de acreditación de sus elementos, pues la primera versa sobre su no procedibilidad por no
haber sido idónea para deducir los derechos de la parte actora, o bien, por haberse tramitado
en la vía incorrecta, casos en los que la autoridad de instancia se encuentra impedida para
efectuar pronunciamiento alguno sobre la sustancia del negocio en la sentencia definitiva, en
cambio, la justificación de la acción implica el reconocimiento de su procedencia por ser la
idónea y por haberse tramitado por la vía adecuada, y de que se satisficieron los elementos de
la misma, circunstancia que conlleva necesariamente una decisión sobre el fondo de la
controversia."
De igual forma, no puede emprenderse el análisis de los presupuestos procesales con sustento
en lo establecido en el artículo 118 bis del Código de Procedimientos Civiles para el Estado,
actualmente abrogado, sobre la base de que en esa disposición no se distingue si la "autoridad
judicial" es el juzgador de primer o de segundo grado.
Se sostiene en el indicado sentido en virtud de que, con motivo de la adición del artículo 118
bis efectuada en mil novecientos noventa y ocho, ninguna modificación sufrió lo preceptuado
en cuanto al trámite y forma de resolución del recurso de apelación, concretamente lo
establecido en el artículo 508 de la legislación en cita; de manera tal que la utilización de la
frase "autoridad judicial" debe entenderse acotada a la que como autoridad de primera
instancia analiza la satisfacción de los presupuestos procesales, bien se trate del juzgador a
quo o del tribunal ad quem cuando reasume su jurisdicción; sin embargo, si aquél se ocupa de
resolver el fondo de la cuestión debatida y, con ello, implícitamente estima satisfechos los
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presupuestos procesales, no hay razón para establecer que la aludida obligación oficiosa de
emprender su análisis, subsista para el tribunal de segundo grado, si para éste, sus facultades
se encuentran expresamente establecidas en el citado artículo 508 del Código de
Procedimientos Civiles para el Estado, esto es, sólo puede ocuparse de los agravios
expresados por el apelante principal o adherente y, le está vedada la posibilidad de ocuparse
de teorías o doctrinas no propuestas por el o los recurrentes o citadas en la sentencia apelada.
Lo anterior encuentra sustento en la tesis VI.2o.C.292 C, emitida por este tribunal al resolver
el juicio de amparo directo 466/2002, visible en la página mil ciento veinte del Tomo XVII,
abril de dos mil tres, del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,
que indica: "PRESUPUESTOS PROCESALES. SU ESTUDIO EN LA APELACIÓN CIVIL
(LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA). El examen de los presupuestos procesales a
que se refiere el artículo 118 bis del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de
Puebla, por parte del tribunal de alzada, sólo procede a la luz de los agravios vertidos sobre
ese aspecto en el recurso de apelación, ya que dicho órgano jurisdiccional se encuentra
impedido para introducir planteamientos no formulados expresamente por el recurrente,
conforme a los artículos 479 y 508 de la legislación adjetiva invocada."
Tampoco se está en el supuesto de aplicar la jurisprudencia 1a./J. 144/2005 emitida por la
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXII, diciembre de dos mil
cinco, página ciento noventa, que enseguida se citará, en virtud de que de la lectura de la
ejecutoria que le da origen se advierte que aun cuando la indicada instancia se ocupó del
análisis del litisconsorcio pasivo necesario y, en relación con él, retomando un criterio
jurisprudencial del Pleno del Alto Tribunal, sostuvo que existe obligación de analizar su
integración en cualquier momento del juicio y de oficio por la autoridad de primer y segundo
grado, hizo extensivo su tratamiento a los tópicos inherentes a la personalidad, competencia y
procedencia de la vía, sobre la base de que éstos y aquél constituyen presupuestos procesales;
sin embargo, lo cierto es que, atento a lo establecido en el artículo 192 de la Ley de Amparo,
la jurisprudencia emitida por el Tribunal Pleno vincula a todos los órganos jurisdiccionales de
inferior jerarquía, incluido en ellos, este Tribunal Colegiado de Circuito, razón por la cual se
está en el caso de aplicar como obligatoria la jurisprudencia P./J. 40/98 y las consideraciones
que se contienen en la ejecutoria que le da origen, emitida al resolver la contradicción de tesis
23/94, las cuales aparecen publicadas, respectivamente, en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo VIII, agosto de mil novecientos noventa y
ocho, página sesenta y tres, y mismo Tomo, septiembre de mil novecientos noventa y ocho,
página cuatrocientos cuarenta y nueve, y siguientes.
La jurisprudencia inicialmente citada en el párrafo que precede a la letra dice:
"LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. ES UN PRESUPUESTO PROCESAL QUE
DEBE ANALIZARSE DE OFICIO POR EL JUZGADOR EN CUALQUIER ETAPA DEL
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AMPARO DIRECTO 98/2007.
JUICIO (LEGISLACIONES DEL ESTADO DE JALISCO Y DEL DISTRITO FEDERAL).
El litisconsorcio pasivo necesario previsto en los artículos 49 y 53 de los Códigos de
Procedimientos Civiles del Estado de Jalisco y del Distrito Federal, respectivamente, tiene su
razón de ser en la existencia de juicios en los que debe haber una sola sentencia para todos
los litisconsortes, dado que legalmente no puede pronunciarse una decisión judicial válida sin
oírlos a todos, pues en virtud del vínculo existente en la relación jurídica de que se trata, es
imposible condenar a una parte sin que la condena alcance a las demás. En este aspecto,
dicha figura jurídica, al igual que las cuestiones sobre personalidad, competencia y
procedencia de la vía, constituye un presupuesto procesal que debe analizarse de oficio por el
juzgador, incluso en segunda instancia, pues no puede dictar una sentencia válida si no se
llama a todos los litisconsortes. Así, se concluye que el juzgador puede realizar el análisis de
la integración del litisconsorcio pasivo necesario no sólo en la sentencia definitiva que
resuelva el juicio, sino que tiene la obligación de hacerlo en cualquier etapa de éste, ya que la
falta de llamamiento a juicio de uno de los litisconsortes puede dar como resultado una
sentencia nula y ningún caso tendría la existencia de un procedimiento en el que habiéndose
ejercitado una acción, finalmente se obtuviera una resolución judicial que no pudiera hacerse
efectiva y, por lo mismo, tampoco resolviera la litis planteada. En efecto, de no ejercitarse la
acción contra todos los litisconsortes, el fallo podría ser nulo si se impugna la sentencia por
no haber sido notificados los no emplazados; de ahí que al tratarse de una anomalía procesal
grave -equiparable a la falta de emplazamiento al juicio- y, por tanto, de una cuestión de
orden público, podrá analizarse en cualquier estado del juicio, incluso en la apelación."
El criterio acabado de citar tuvo origen en el análisis de dos posturas que otorgaban una
distinta solución a un mismo supuesto jurídico: Cuál habría de ser el momento para analizar
la integración del litisconsorcio pasivo necesario, esto es, si al tenor de las disposiciones
contenidas en los Códigos de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal y del Estado de
Jalisco, esa ponderación debía efectuarse en cualquier momento del juicio, o sólo al
pronunciarse sentencia definitiva. No obstante lo anterior, la jurisprudencia con que derivó la
contradicción de tesis 117/2005, además de abordar el tema objeto de ese procedimiento
unificador de criterios, otorgó al litisconsorcio pasivo necesario la misma connotación que la
conferida a los presupuestos procesales, haciendo extensiva, en términos generales, la
afirmación de que debía emprenderse su análisis en cualquier momento del juicio y de
manera oficiosa por el juzgador de primer grado o por el tribunal ad quem, soportando esta
última conclusión en lo resuelto por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en
la contradicción de tesis 23/94.
Empero, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al resolver la indicada
contradicción de tesis sostuvo que el litisconsorcio pasivo necesario constituye "una
modalidad del procedimiento", cuyas características particulares lo distinguen de la
generalidad de los casos en que todas las partes acuden al procedimiento natural oponiendo
sus defensas y excepciones, y precisamente en función de ese aspecto particular es que debe
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AMPARO DIRECTO 98/2007.
emprenderse su análisis, incluso por el tribunal de segundo grado, sin que con el
establecimiento y definición de esa obligación se trate de introducir cuestiones ajenas a la
litis.
De esta manera -sostuvo el Pleno del Alto Tribunal-, aun cuando el litisconsorcio pasivo
necesario tiene relación con la acción intentada en el juicio y, en relación con este tema la
Tercera Sala de esa instancia se pronunció atento a lo establecido en las jurisprudencias de
rubros: "ACCIÓN. ESTUDIO OFICIOSO DE SU IMPROCEDENCIA." y "ACCIÓN. EL
ESTUDIO DE SU IMPROCEDENCIA POR EL TRIBUNAL DE APELACIÓN NO PUEDE
HACERSE SI EN LOS AGRAVIOS NO SE PROPORCIONAN LAS BASES PARA
ELLO." (mismas que han quedado transcritas en este considerando), dichos criterios
jurisprudenciales -aclaró el Tribunal Pleno- se refieren en "términos generales" al estudio
oficioso de la improcedencia de la acción; sin embargo, esas consideraciones no pugnan con
el tratamiento otorgado a la figura del litisconsorcio pasivo necesario, pues ésta se trata de
una "cuestión especial", cuyas características particulares la distinguen de la generalidad de
los casos, y por lo mismo no pueden analizarse de manera indiferenciada y, por tal razón, no
eran de aplicarse las jurisprudencias citadas, pues debido a su contenido genérico no
resuelven lo relativo al problema de la integración del litisconsorcio pasivo necesario.
Para advertir con mayor nitidez el pronunciamiento efectuado por el Pleno de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en la ejecutoria pronunciada en la contradicción de tesis 23/94,
conviene citar de manera textual lo que en lo conducente en ella se dice: "... De lo antes
reproducido se advierte que uno de los objetivos principales de la figura del litisconsorcio
pasivo, es el de que sólo pueda haber una sentencia para todos los litisconsortes dado que
legalmente no puede pronunciarse una decisión judicial válida sin oírlos a todos ellos, pues
en virtud del vínculo existente en la relación jurídica de que se trata, no es posible condenar a
una parte sin que la condena alcance a la otra, de donde se genera, que es necesario dar
oportunidad de intervenir a todas las partes interesadas en el juicio para que puedan quedar
obligadas legalmente por la sentencia que llegue a dictarse.-Tal apreciación es coincidente
con la opinión del Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito al señalar
que en la hipótesis de que existieran causas de nulidad de la compraventa, de su ratificación,
protocolización e inscripción en el Registro Público de la Propiedad no podría declararse la
nulidad invocada en la reconvención, pues no se demandó a la parte vendedora, ni al notario
respectivo, dado que la reconvención sólo se entabló en contra del comprador y en virtud del
vínculo jurídico que generó el contrato referido no sería correcto condenar a una de las
partes, por lo que se debe dar oportunidad de intervenir a todos en el juicio y queden
obligados por la sentencia que se llegara a dictar. Al respecto el Tribunal Colegiado invocó el
criterio de la Tercera Sala visible en la página 99, Volumen XCVIII, Sexta Época del
Semanario Judicial de la Federación, cuyo contenido concuerda con las apreciaciones antes
vertidas según se desprende del texto siguiente: ‘LITISCONSORCIO PASIVO
NECESARIO.-Cuando las partes vendedora y compradora, se encuentran directamente
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vinculadas en la relación jurídica que generó el contrato de compraventa, de modo tal que no
sería posible condenar a una de ellas, sin que la condena alcance a la otra parte contratante, se
está en el caso típico de litisconsorcio pasivo necesario, debiéndose dar oportunidad de
intervenir a ambas en juicio, para que así puedan quedar obligadas legalmente por la
sentencia que sobre el particular llegue a dictarse.’.-En el caso a estudio, dentro de lo
razonado por el Tercer Tribunal Colegiado del Primer Circuito, se pueden diferenciar con
claridad los elementos del litisconsorcio necesario, pues en una primera premisa señala que
en el caso sometido a su consideración existe un vínculo en la relación jurídica y que en esa
virtud no podría declararse la nulidad del contrato de compraventa que se intentó en la
reconvención, dado que no se había demandado a la parte compradora, y en su caso el notario
que protocolizó el contrato.-De dicha relación jurídica, en la que las otras partes pueden estar
interesadas, se hace derivar una segunda premisa consistente en la necesidad de que dichas
partes tengan intervención en el procedimiento, ya que las cuestiones que en él se decidan
puede afectarlas y como en la especie sólo se admitió la reconvención en contra del
comprador, la sentencia que llegare a dictarse si bien es cierto que tiene valor jurídico podría
dejar de tenerlo si se impugnare antes de que causara ejecutoria.-Además el Tribunal
Colegiado menciona en su sentencia de manera destacada, que la necesidad de dar
oportunidad a todos los litisconsortes para intervenir en el juicio tiene como consecuencia el
que éstos queden obligados por la sentencia que llegue a dictarse.-Por estas razones concluye
el Tercer Tribunal Colegiado, que el tribunal de apelación puede analizar de oficio si se llamó
a juicio a los integrantes de litisconsorcio pasivo necesario con la finalidad de resolver lo que
proceda, inclusive siendo omisos los agravios sobre el particular.-Tales consideraciones se
estiman sustancialmente acertadas para establecer que la tesis que sostiene el Tribunal
Colegiado cuyos argumentos se analizan es apta para prevalecer con el carácter de
jurisprudencia, pues debe decirse que el litisconsorcio pasivo necesario constituye una
modalidad del procedimiento, cuyas características particulares lo distinguen de la
generalidad de los casos en que todas las partes acuden al juicio natural oponiendo sus
defensas y excepciones en relación con la acción intentada, tal aspecto particular de la figura
a la que nos referimos es el que permite su análisis de oficio por el tribunal de apelación, si
por falta de emplazamiento a juicio de uno de los litisconsortes pueda dar como resultado una
sentencia nula, pues estos aspectos (la falta de citación a juicio y de efectividad de la
sentencia) deben considerarse cuestiones de orden público, ya que ningún caso tendría la
existencia de un procedimiento en el que habiéndose ejercitado una acción, finalmente se
obtuviera una resolución judicial que no pudiera hacerse efectiva y por lo mismo tampoco
resolviera la litis planteada; siendo este último aspecto esencial que toca la tesis del Tercer
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito.-Lo anterior puede advertirse
claramente en el criterio pronunciado por la Tercera Sala mencionada visible en la página 39
del Informe correspondiente al año de 1979, rendido por el Presidente de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, Segunda Parte, que dice: ‘LITISCONSORCIO PASIVO
NECESARIO. EN CASO DE DARSE EN UN JUICIO EN EL QUE EL AD QUEM
ORDENA REPONER EL PROCEDIMIENTO EN FAVOR DE UN SOLO DEMANDADO,
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AMPARO DIRECTO 98/2007.
DEBE COMPRENDER TAMBIÉN A LOS RESTANTES LITISCONSORTES
CODEMANDADOS.-El litisconsorcio, como es sabido, es una modalidad del proceso, y
aquél puede ser voluntario o necesario. El primero se presenta como una facultad que la ley
concede para que se promueva. En el litisconsorcio necesario, en cambio, el juicio no puede
iniciarse sino a condición de que vengan a él o se llame a todos los litisconsortes, porque las
cuestiones jurídicas que en él habrán de ventilarse, pueden afectar a todos ellos, de tal manera
que la sentencia no puede pronunciarse sin oírlos a todos. En la especie se demandó la
disolución y liquidación de una sociedad anónima, o sea, que por tratarse de un negocio en
que existe un litisconsorcio pasivo necesario y propio, la reposición de procedimiento
decretada por el ad quem en favor del quejoso (por haber sido emplazado en forma ilegal),
obviamente debe comprender también a los litisconsorcios codemandados.’.-Dichos
planteamientos responden a la argumentación sostenida por el tribunal contendiente, pues en
este caso no se trata de introducir cuestiones ajenas a la litis, dado que ésta por el momento
no se discute, sino que, lo que en realidad se persigue es aclarar si se configura o no una
modalidad procesal que trae aparejadas las consecuencias precisadas en el párrafo que
antecede, además, el criterio contenido en la tesis que debe prevalecer colma las lagunas que
al respecto existen sobre la efectividad de la decisión judicial pues se advierte, que el tribunal
contendiente del Séptimo Circuito apoya sus razonamientos en criterios jurisprudenciales
relativos al estudio ‘oficioso’ de la acción, sin embargo del examen de tales criterios
jurisprudenciales se desprende que no llegan a resolver el problema que se plantea ya que en
nada hacen referencia en relación con la validez de la sentencia que se pronuncie en el juicio
respectivo.-En efecto, no pasa inadvertido para este Tribunal Pleno que el estudio de
litisconsorcio pasivo necesario también tiene relación con la acción intentada en juicio, que
es un tema respecto del cual la Tercera Sala de la anterior Suprema Corte de Justicia de la
Nación integró la jurisprudencia definida número 18, consultable en la página 25 de la
Segunda Parte del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación mil novecientos
diecisiete a mil novecientos ochenta y ocho, en la que se estimó que la improcedencia de la
acción (por falta de unos de sus requisitos esenciales) puede ser analizada por el juzgador aun
de oficio, por ser ésta una cuestión de orden público.-Por otra parte la misma Sala integró la
diversa jurisprudencia 9/92 visible en la página 16 de la Gaceta Número 54 del Semanario
Judicial de la Federación correspondiente al mes de junio de mil novecientos noventa y dos,
en la que aclaró la jurisprudencia número 18 antes citada, en el sentido de que el examen de
la improcedencia de la acción por parte del tribunal de apelación sólo puede llevarse a cabo,
siempre y cuando en el pliego de agravios se haga valer la inconformidad y se
proporcionaron las bases suficientes para que se estableciera cuáles requisitos en la acción se
dejaron de cumplir.-Dichos criterios jurisprudenciales textualmente dicen: ‘ACCIÓN.
ESTUDIO OFICIOSO DE SU IMPROCEDENCIA.’ (transcribe su texto) y ‘ACCIÓN. EL
ESTUDIO DE SU IMPROCEDENCIA POR EL TRIBUNAL DE APELACIÓN NO PUEDE
HACERSE SI EN LOS AGRAVIOS NO SE PROPORCIONAN LAS BASES PARA
ELLO.’ (la transcribe).-Como puede advertirse las jurisprudencias transcritas se refieren en
términos generales al estudio oficioso de la improcedencia de la acción así como los aspectos
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aclaratorios de ese texto.-Sin embargo, tales consideraciones no pugnan con el sentido de esta
resolución dado que el presente asunto versa sobre una figura jurídica especial, cuyas
características particulares la distinguen de la generalidad de los casos, y por lo mismo no
pueden analizarse de manera indiferenciada razón por la cual no es el caso de aplicar las
jurisprudencias antes transcritas, pues como se ha dicho antes, debido a su contenido genérico
no resuelven el problema planteado por la figura del litisconsorcio pasivo necesario,
consistente en que la sentencia que se pronuncie tenga plena validez y resuelva legalmente la
litis."
En tal virtud, y de conformidad con lo establecido en el artículo 192 de la Ley de Amparo,
este tribunal se ciñe al criterio obligatorio establecido por el Pleno de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación y, congruentemente con él otorga a la figura del litisconsorcio pasivo
necesario un tratamiento diferenciado del que debe darse a la generalidad de los casos, en la
cual se encuentra ubicado lo relativo a la procedencia de la acción y, en la identificación de la
forma en cómo debe ser abordado por el tribunal de segundo grado, aplica las jurisprudencias
emitidas por la Tercera Sala de la indicada instancia superior, atento a las cuales, la ad quem
sólo puede ocuparse de esa cuestión cuando en los agravios se dan las bases para ello.
De esta manera, es que se desestiman por inoperantes todos los agravios expresados en torno
al tema de la improcedencia de la acción hechos valer por Víctor Manuel Méndez Márquez y
María Cristina Cruz Saldaña, en la medida en que no los incorporaron al trámite de la
segunda instancia a través de la adhesión a la apelación que interpuso Paulina Castell
Romero.
Ahora bien, es infundada aquella diversa alegación de los quejosos, en la que sostienen que la
prueba de la simulación del contrato en que intervinieron debe obtenerse de manera directa y
no en forma indirecta, debido a que en la compraventa de que se trata intervino la propia
Paulina Castell Romero.
Aquí, cabe precisar que el indicado motivo de inconformidad por estar vinculado con una
consideración efectuada por el tribunal de segunda instancia, de manera preliminar a aquellas
que le condujeron a estimar simulado el contrato de compraventa de veintinueve de mayo de
mil novecientos noventa y siete, debe ser atendido por este tribunal, en virtud de que sobre el
referido tópico los quejosos no han tenido oportunidad de pronunciarse.
Lo anterior es así en la medida en que el ad quem al estimar fundados los agravios que sobre
el particular expuso la apelante del fallo de primera instancia, identificó la forma en que
habrían de analizarse los medios de convicción rendidos por los contendientes, y dicha
consideración es diversa de las efectuadas en relación con el alcance que en su conjunto
otorgó al citado material probatorio, siendo que estas últimas, como se indicó al inicio,
resultaron ilegales atento a lo resuelto en la sentencia pronunciada en el juicio de amparo
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AMPARO DIRECTO 98/2007.
directo 97/2007 que de manera relacionada se falla con este asunto.
Lo infundado del motivo de inconformidad citado descansa en dos circunstancias:
La primera de ellas estriba en que, al tenor de lo establecido en el artículo 2051 del Código
Civil para el Estado de Puebla, en la demostración de la simulación de los actos jurídicos, son
admisibles todos los medios de prueba establecidos por la ley; de manera tal que si el tribunal
de apelación emprendió el análisis conjunto de los que se rindieron durante la secuela del
procedimiento y, del enlace de todos ellos obtuvo de manera refleja o indirecta la
justificación de los extremos de la acción de simulación emprendida en contra de los
quejosos y otros, con dicho proceder no contravino la disposición legal de análisis; además,
su actuación encuentra apoyo, en todo caso, en lo establecido en el diverso 442 del Código de
Procedimientos Civiles para el Estado, actualmente abrogado, en el que se establece que:
"Los Jueces, según la naturaleza de los hechos, la prueba de ellos y el enlace más o menos
necesario que exista entre la verdad conocida y la que se busca, apreciarán discrecionalmente
el valor de las presunciones humanas.", pues al actuar en la forma en como lo hizo efectuó la
ponderación de la prueba presuncional derivada de los hechos debidamente probados en
autos.
Para así advertirlo debe puntualizarse que al respecto, el tribunal ad quem consideró lo
siguiente: "Expuestos los elementos de la acción que se deben surtir por parte de los
interesados, es menester resaltar, que tratándose de la simulación, resulta obligatorio el
estudio en forma adminiculada de todas las pruebas para poder apreciar si se desprende o no
alguna presunción, que por el enlace preciso entre el hecho demostrado y aquel que se trata
de deducir, lleve a la existencia de una simulación y, con apoyo en el resultado de dicho
análisis, resolver lo que en derecho proceda y no concretarse únicamente a estimar los
contratos celebrados por las partes en la forma literal en que están suscritos, sin analizar la
materia propia de la litis del juicio natural, es decir, sin dilucidar si contienen o no el acto
jurídico real llevado a cabo por los contratantes; de lo anterior se colige que tratándose de
este tipo de acción, se admite la prueba refractaria o la prueba indirecta; ello es así, porque
quienes celebran un contrato simulado, se esfuerzan por encubrir la simulación con
apariencias de legalidad, por los que impugnan tienen que demostrar hechos anteriores,
concomitantes o posteriores a ese contrato, de los cuales podrá inferirse presuntivamente la
simulación; teniendo al caso aplicación la tesis de jurisprudencia, consultable en el
Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Sala Auxiliar, Tomo CX, página 1282,
bajo el rubro: ‘SIMULACIÓN DE CONTRATOS, PRUEBA DE LA.’.-En suma, los datos
para apreciar la simulación de un contrato, deben buscarse examinando las circunstancias que
hayan precedido al contrato mismo, las que hayan tenido lugar en el momento de su
celebración y las posteriores."
Por tanto, si el tribunal de segundo grado en la apreciación del material probatorio que obra
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en el sumario de origen lo atendió desde la perspectiva del análisis de la prueba presuncional,
se concluye que lo así actuado encuentra apoyo en las disposiciones legales citadas con
anterioridad; de ahí que su proceder no sea contrario a derecho, tal como lo afirman los
quejosos.
Pero, en segundo lugar, no puede pasar inadvertido que Paulina Castell Romero no tenía
obligación de rendir prueba directa de la simulación de la compraventa celebrada por su
mandatario, en virtud de que en el contrato de compraventa de referencia, no intervino en lo
personal, sino que su participación se tuvo por realizada a través de la actuación de quien a
ese acto concurrió como su representante legal, y precisamente a éste y a quienes con él
contrataron (los aquí quejosos) les atribuye la simulación del acto jurídico traslativo de
dominio que le perjudica.
Esto es, la prueba directa de la simulación, al tenor de los criterios jurisprudenciales citados
por los quejosos, sólo debe exigirse cuando quien la solicita intervino de manera
personalísima en la celebración del acto jurídico cuya anulación pretende, pues en tal evento
le consta de manera mediata lo irreal del acto celebrado; sin embargo, dicha carga procesal
no se actualiza si el mismo lo otorga otro en su nombre, y el motivo de la nulidad descansa en
la ejecución, contra su voluntad actual, del poder conferido en favor de su mandatario.
Por tanto, se concluye que en el caso no les asiste razón a los quejosos en cuanto a que la
justificación de los extremos de la acción deducida en su contra debe probarse en la forma
que indican y no en la manera en que la tuvo por demostrada la Sala responsable.
Así las cosas, si el tribunal de segundo grado, al atender los agravios expresados por Paulina
Castell Romero como apelante del fallo de primera instancia, valoró de manera conjunta los
medios de convicción rendidos durante la secuela procesal de dicho juicio y de tal
ponderación concluyó que en el caso existe prueba indirecta de la simulación que vicia el
contrato de compraventa celebrado en su nombre el veintinueve de mayo de mil novecientos
noventa y siete, entre José Luis Castro Rodríguez, Víctor Manuel Méndez Márquez y María
Cristina Cruz Saldaña, dicho proceder es correcto.
Por tanto, al haber resultado inatendibles, inoperantes, infundados y fundados pero
inoperantes los conceptos de violación expresados por los quejosos, debe negárseles el
amparo y protección que solicitan de la Justicia de la Unión, en contra del acto que reclaman
de la Segunda Sala en Materia Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Por lo expuesto, y con fundamento en los artículos 107, fracciones III y IX, de la
Constitución General de la República, 46 y 158 de la Ley de Amparo y, 35 y 37, fracción I,
inciso c), de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, es de resolverse y se
resuelve:
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ÚNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a María Cristina Cruz Saldaña y a
Víctor Manuel Méndez Márquez, en contra del acto que reclaman de la Segunda Sala en
Materia Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla, consistente en la
sentencia dictada por dicha Sala el quince de enero de dos mil siete, en el toca de apelación
número 693/2006, que enmendó los puntos resolutivos segundo y cuarto del fallo de trece de
enero de dos mil seis, pronunciado por el Juez Quinto de lo Civil de esta capital, en el
expediente 733/2004, relativo al juicio de nulidad absoluta de escritura pública promovido
por Paulina Castell Romero, en contra de los hoy quejosos y otros, y al reivindicatorio
promovido por los quejosos, en contra de Tecnohule Mexicano, Sociedad Anónima de
Capital Variable.
Notifíquese; remítase testimonio de esta resolución a la Sala responsable y, en su
oportunidad, archívese el expediente.
Así, por unanimidad de votos, lo resolvió el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil
del Sexto Circuito, integrado por los Magistrados Raúl Armando Pallares Valdez, Gustavo
Calvillo Rangel y Ma. Elisa Tejada Hernández. Fue ponente el segundo de los nombrados.
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