Poder Judicial de la Nación ESTUPEFACIENTES. INCONSTITUCIONALIDAD DEL ART. 14 2DA.. PARTE DE LA LEY 23.737.SOBRESEIMIENTO DECLARACIÓN INDAGATORIA: Nulidad al no contar con asistencia letrada en dicho acto. Remisión causa “Gramajo” (Expte. 3314, S.II). Sin efecto del procesamiento y recepción de nueva declaración. (Juez FLEICHER) SOBRESEIMIENTO *Adhesión respecto de la falta de asistencia letrada. *Conducta atípica. Cantidad de sustancia estupefaciente que no afecta el bien jurídico protegido. Remisión causas “Hasemblag (Expte. 16.645), “Escobar” (Expte. 15.301) y “Leal (expte. 16.255) entre otros. USO OFICIAL *Inconstitucionalidad del art. 14 2do. Parr. Ley 23.737. remisión precedentes Ex Sala III y actual Sala II “Asworth” (Expte. 10.727) ;”Raimondo” (Expte. 11.389). (Juez SCHIFFRIN). *INCONSTITUCIONALIDAD DEL ART. ART. 14, SEGUNDA PARTE DE LA LEY 23.737. SOBRESEIMIENTO * CONSIDERACIONES SOBRE LA CONSTITUCIONALIDAD O NO DE LA NORMA. APLICACIÓN AL CASO DEL FALLO “BAZTERRICA” CSJN *Obligatoriedad de hecho de los precedentes en determinadas condiciones. Estabilidad del ordenamiento jurídico y necesidad vital de adaptabilidad constitucional. Equilibrio . La fórmula del fallo “Cerámica San Lorenzo” CSJN. Doctrina del stare decisis en la CSJN. Fallo “Montalvo”.Voto en disidencia del Ministro Petracchi. * Las decisiones constitucionales de entidad deben ir precedidas necesariamente por un debate público que si bien, no se lleva a cabo solamente en los procesos judiciales, debe mantenerse alejado de la impronta mediática que arrebata y simplifica a fin de evitar la maleabilidad * Cuando un tribunal constitucional arriba a una decisión máxima, ésta solamente debería ser dejada de lado a resultas de un debate constitucional profundo y abierto, con gran participación y ante la aparición de nuevos razonamientos tal como lo hemos visto desde los fallos de la Corte referidos. * El fallo “Montalvo” no debe ser considerado precedente de aplicación en este caso, toda vez que un cambio de doctrina constitucional no puede ser solamente el resultado de modificaciones en la composición del tribunal, como tampoco consecuencia de un abrupto cambio de puntos de vista de sus integrantes. Esto echaría por tierra el principio de la estabilidad y no conduce a la adaptabilidad constitucional sino a la imprevisibilidad jurídica. * Los fallos desplazados por el pronunciamiento que aquí nos ocupa no pueden ser considerados precedentes por un motivo que bien puede ser calificado de previo y especial pronunciamiento. Fueron sentencias de un tribunal designado ilegítimamente, que ejerció sus funciones de “intérprete constitucional” en un contexto de inconstitucionalidad absoluta. Por tal motivo no debe ubicarse a “Collavini” y “Balerio” en el lugar de precedentes constitucionales que limiten la actividad interpretativa de jueces legítimos regularmente designados. *ANALISIS DE LA FIGURA TÍPICA. * De una lectura integrada de ambos párrafos del artículo el tipo penal resultante es: el que tuviere en su poder estupefacientes… para uso personal. Descripta la conducta prohibida, la confusión con el consumo liso y llano es inevitable. * Las acciones que cada individuo realice teniéndose a sí mismo como destinatario directo no son objeto de regulación jurídica. Las acciones autorreferentes se encuentran fuera del ámbito del legislador penal. * PROTECCIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL. La intervención del estado en este ámbito es la negación de la propia base del pensamiento jurídico moderno y el reconocimiento de la interioridad del individuo como valla para la acción del Estado es, sin duda, la base liminar del derecho penal moderno. * EL ESTADO DE DERECHO. La aparición del estado de derecho consagrado en las constituciones y declaraciones resultantes de las revoluciones burguesas no es sino la culminación de un proceso de secularización que comenzó con la modernidad en la que se disolvió el feudalismo cuya consecuencia de mayor impacto es la protección del individuo y su esfera privada. ANÁLISIS DEL ART. 19 PRIMERA PARTE DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL. ANTECEDENTES NORMATIVOS : EL ART. 5* DE LA DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO DE 1789, EL ESTATUTO PROVISIONAL PARA LA DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO DE 1815, EL REGLAMENTO PROVISORIO PARA LA DIRECCIÓN DEL ESTADO DE 1817 Y LAS CONSTITUCIÓNES DE 1819 Y 1826. “Las acciones modo ofendan privadas al orden tercero, están sólo reservadas los magistrados. de y los hombres que de ningún a la moral pública, ni perjudiquen a un a Dios, y exentas de la autoridad de Ningún habitante de la Nación será hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.” obligado a Poder Judicial de la Nación * En nuestro texto constitucional, el artículo 19 es la cláusula que con mayor amplitud consagra y protege la libertad. Esta libertad puede ser vista como autonomía, es decir, una libertad jurídicamente relevante tanto en el ámbito privado, o individual, al que me he venido refiriendo, cuanto al ámbito público. Si se lee atentamente el artículo bajo análisis se verá que consagra la autonomía en sus dos esferas de competencia1. La primera parte, que consagra la autonomía privada y la segunda, que afirma la autonomía pública a partir de la definición del principio de legalidad en su manifestación más fuerte. Sólo la ley nos manda o nos prohíbe. * El resultado de una lectura comprensiva del texto constitucional en general y del artículo 19 en particular nos lleva a concluir que el objetivo constitucional es una sociedad de personas que se autogobiernen. En su ámbito privado, a partir de la toma de las decisiones que consideren adecuadas y aceptando, en su accionar público, limitaciones impuestas por la ley, que no es otra cosa que su propio producto pero en tanto integrantes del colectivo social. USO OFICIAL * Como dice Habermas la persona moralmente libre tiene que poder comprenderse al mismo tiempo como autora de los mandamientos morales bajo cuyo mandato se encuentra como destinatario (Habermas, Jürgen, La inclusión del otro, Paidos, Barcelona, 1999, pág 61) * El autogobierno requiere de una correcta identificación de competencias, definir qué queda en el ámbito de la autonomía privada y qué le corresponde a la pública. A tal fin y a partir de esta diferenciación de ámbitos es que se puede hablar de cooriginalidad de la autonomía privada y la autonomía pública y esto se da a través de la “autolegislación” o sea cuando los destinatarios son a la vez autores de sus derechos (Habermas, Jürgen, Facticidad y Validez, Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso, Editorial Trotta, Madrid, 1998, pág 169). . (Juez ALVAREZ) PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN ///Plata 19 de mayo de 2009.- R.S. 2 T 98 f* 33/39. VISTA. esta causa, registrada bajo el N° 5002, caratulada “MALDONADO, GUSTAVO GABRIEL S/INF. ART. 14 1° PÁRRAFO DE LA LEY 23.737", procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia N° 1 de Lomas de Zamora.Y CONSIDERANDO: EL DOCTOR FLEICHER DIJO: I. Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de esta Alzada, en virtud del recurso de apelación interpuesto(…), en representación de M., contra la resolución (…)que dispuso el procesamiento del último nombrado por considerarlo prima facie penalmente autor material y penalmente responsable del delito de tenencia de estupefacientes para consumo personal, previsto y reprimido en el artículo 14, segundo párrafo, de la ley 23.737. El recurso es concedido (…) y mantenido (…). II. Se observa en autos, que el imputado M. no contó con asistencia letrada en el acto de prestar declaración indagatoria. Ahora bien, teniendo en consideración lo resuelto por esta Sala en causa n° 3314 caratulada “Gramajo, Oscar Rafael s/ Inf. Ley 23.737",(1) del 02/02/2006, considero que, en aquellos casos en los cuales la declaración indagatoria es llevada adelante sin la presencia del defensor técnico, corresponde adoptar la solución allí propuesta. En tal sentido, cabe destacar que la garantía de defensa en juicio requiere que el proceso penal se desarrolle en paridad de condiciones con quien ejerce la acción pública. En consecuencia, resulta necesario que el imputado sea asistido por un defensor en el acto de prestar declaración indagatoria, para que, de este modo, se haga efectiva la garantía mencionada. Por lo expuesto, corresponde declarar la nulidad de la declaración indagatoria prestada por M. (…) dejar sin efecto el procesamiento dictado en su perjuicio, ordenando al a quo se le reciba nueva declaración indagatoria, en los términos que resultan de la presente resolución. Así lo voto. EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO: I- Si bien comparto lo observado por el colega preopinante, respecto a la falta de asistencia letrada por parte del imputado en el acto de prestar declaración indagatoria, a mi juicio, la solución a la que cabe arribar en los presentes autos es más amplia, por las razones que expongo a continuación. En mi opinión, la cantidad de sustancia estupefaciente secuestrada (0,62 y 0,35 gramos de marihuana, con un 0,63% y 0,59% respectivamente de THC -v. fs. 46/47-) no resulta apta para afectar el bien jurídico protegido. En consecuencia, la conducta de M. resultó Poder Judicial de la Nación atípica (ver, entre otros, causa “Hasemblag”, expte. n°16.645, de 19 de marzo de 1996, “Escobar, José A.”, expte. n°15.301, del 31 de mayo de 1996, “Leal, Carlos A.”, expte. n°16.255, del 13 de junio de 1996). II-De todos modos, más allá de lo apuntado en el considerando anterior, estimo, como lo ha hecho el a quo respecto a este punto, que los elementos probatorios indican que la sustancia secuestrada a M. estaba destinada al propio consumo por parte del imputado, y, por ende, su conducta no puede ser pasible de sanción penal, pues se enmarca dentro del ámbito de reserva que prescribe el art. 19 de la C.N. Si bien la Corte Suprema a partir del precedente “Montalvo” declaró la constitucionalidad de la penalización de la conducta que trae el art. 14, USO OFICIAL segundo párrafo, de la ley 23.737, la nueva conformación del Alto Tribunal permite contemplar una posible variación de la doctrina de la Corte sentada a partir de dicho fallo. En este sentido, y de acuerdo a los fundamentos dados por el suscripto in re 10.727, “Asworth, Lidia I” del 1/6/90,(1 bis) 11.389 “Raimondo, Hugo Roberto -Escrich Enrique Pedro”, del 5/4/91, criterio que he seguido en numerosos precedentes de la antigua ex Sala III y actual Sala II, propongo declarar la inconstitucionalidad del art. 14, segundo párrafo, de la ley 23.737 y, por lo tanto, dictar el sobreseimiento de M.. Por lo expuesto, propongo al Acuerdo, revocar la resolución apelada y dictar el sobreseimiento de M.. Así lo voto. CÉSAR ÁLVAREZ DIJO: I. En atención a lo expuesto por el doctor Schiffrin en el voto que antecede, y a los efectos de resolver sobre la constitucionalidad o no de la figura penal prevista por la segunda parte del artículo 14 de la ley 23.737, corresponde realizar una serie de consideraciones. En este sentido debo analizar la existencia o no de precedentes de la Corte que resulten aplicables al caso. Conforme a mi criterio el fallo que reviste las características de precedente aplicable a la presente causa sigue siendo el recaído en el caso “Bazterrica, Gustavo” (Fallos 308:1392), en el que la Corte declaró la inconstitucionalidad del tipo penal contenido en el artículo 6 de la ley 20.771, similar al descripto en la norma que nos ocupa. Llego a esta conclusión toda vez que considero que los fallos posteriores del Máximo Tribunal no han reunido la condiciones que el propio Tribunal se ha impuesto para la modificación de sus decisiones de interpretación constitucional. Es doctrina que viene aplicando desde antiguo, tanto nuestro Alto Tribunal como la Suprema Corte de los Estados Unidos de América, la que establece la obligatoriedad de hecho de los precedentes en determinadas condiciones. II. Los precedentes integran la norma constitucional desde un esquema que podríamos denominar de obligatoriedad fáctica relativa. A través de ellos se produce el equilibrio entre dos objetivos centrales: la estabilidad del ordenamiento jurídico y la adaptabilidad constitucional. Los criterios jurisprudenciales permiten completar el texto constitucional que de por si está escrito, como necesariamente debe ser, en un lenguaje abierto susceptible de interpretación. Esta interpretación, realizada por los jueces en su función de sintetizar dialécticamente la tensión que se da entre la normalidad y la normatividad, permite el proceso de adaptabilidad constitucional, a través del cual, un texto jurídico históricamente producido en un momento distinto y por lo general muy distante al actual, da respuesta a situaciones novedosas. A la vez, también es cierto que esa necesidad vital de adaptabilidad constitucional debe mantener un claro equilibrio, ya apuntado, con la estabilidad del ordenamiento jurídico. Este delicado equilibrio se puede encontrar siguiendo la fórmula que resumida en el caso “Cerámica San Lorenzo” (Fallos 307:1094), tiene su origen en el remoto caso “Pastorino” (“Pastorino, Bernardo capitán de la Barca ‘Nuovo Principio’ c/ Ronillon Marini y Cía.”, del 23 de junio de 1883, Fallos 25:364), y ha recibido adecuaciones y refuerzos en gran cantidad de fallos (1 ter). Es posiblemente la exigencia de nuevos argumentos para apartarse del precedente el elemento central de esta doctrina que combina la estabilidad con la necesidad de dejar una puerta abierta a la aparición de nuevos criterios lo que resulta imprescindible para desarrollar la adaptabilidad del texto constitucional. Poder Judicial de la Nación III. Esta obligatoriedad de hecho de los precedentes con la válvula abierta de nuevas argumentaciones, no sólo tiene como destinatarios a los tribunales inferiores, sino también a la propia Corte, en lo que se conoce como doctrina del stare decisis (estar a lo decidido). Esta doctrina ha llevado especialmente a la Corte de Estados Unidos a realizar severas y profundas argumentaciones para apartarse de sus propios precedentes (2). Entre los pronunciamientos de nuestra Corte Federal merece ser destacada la razonada disidencia del Ministro Petracchi precisamente en el caso “Montalvo, Ernesto” (Fallos 313:1333, del 11 de noviembre de 1990). Es la autosujeción del propio tribunal constitucional la que cierra el sistema, toda vez que de no ser así, la aplicación de los precedentes solo implicaría una limitación inaceptable a la función USO OFICIAL jurisdiccional de los jueces de tribunales inferiores que verían gravemente afectada su independencia y su capacidad de resolución. Por otro lado el equilibrio entre permanencia y cambio guarda relación con la necesidad de vincular sanamente la función de interpretación constitucional en cabeza de los jueces y el proceso político. La decisión judicial no encuentra su legitimación única ni principal en la fortaleza y sabiduría del juez o los jueces, sino en el hecho de ser el resultado de un proceso de discusión, claramente dialógico, de intercambio discursivo. La decisión judicial es la conclusión dialéctica del debate previo. Es por esto que las decisiones constitucionales de entidad deben ir precedidas necesariamente por un debate público que si bien, no se lleva a cabo solamente en los procesos judiciales, debe mantenerse alejado de la impronta mediática que arrebata y simplifica a fin de evitar la maleabilidad. El debate constitucional es útil a los efectos de la interpretación del texto de la ley suprema, pero se convierte en imprescindible cuando ella concluya con un precedente de gran amplitud, una decisión que podríamos llamar máxima, allí donde el tribunal intérprete busca definir los alcances de una cláusula constitucional con un impacto general. IV. Las decisiones máximas son propias de los cambios de época y por lo general coinciden con el establecimiento de nuevos paradigmas jurídicos. “Bazterrica” es una decisión máxima y su impacto integrador del artículo 19 de la Constitución Nacional es innegable. Es uno de los casos que marcan un cambio de época no sólo en la Corte sino también en la sociedad en su conjunto. En este sentido baste recordar que al momento del fallo no se habían cumplido tres años del restablecimiento constitucional. Cuando un tribunal constitucional arriba a una decisión máxima, ésta solamente debería ser dejada de lado a resultas de un debate constitucional profundo y abierto, con gran participación y ante la aparición de nuevos razonamientos tal como lo hemos visto desde los fallos de la Corte referidos. V. A partir del razonamiento previo concluyo que el fallo “Montalvo” no debe ser considerado precedente de aplicación en este caso, toda vez que un cambio de doctrina constitucional no puede ser solamente el resultado de modificaciones en la composición del tribunal, como tampoco consecuencia de un abrupto cambio de puntos de vista de sus integrantes. Esto echaría por tierra el principio de la estabilidad y no conduce a la adaptabilidad constitucional sino a la imprevisibilidad jurídica. Si los argumentos hasta aquí vertidos me llevan a considerar que “Montalvo” no es de aplicación automática a casos como el presente, podría plantearse que el pronunciamiento en “Bazterrica” también implicó desconocer fallos anteriores. De todos modos no considero pertinente dicho análisis. Los fallos desplazados por el pronunciamiento que aquí nos ocupa no pueden ser considerados precedentes por un motivo que bien puede ser calificado de previo y especial pronunciamiento. Fueron sentencias de un tribunal designado ilegítimamente, que ejerció sus funciones de “intérprete constitucional” en un contexto de inconstitucionalidad absoluta. Por tal motivo no debe ubicarse a “Collavini” y “Balerio” en el lugar de precedentes Poder Judicial de la Nación constitucionales que limiten la actividad interpretativa de jueces legítimos regularmente designados. VI. En la resolución del presente caso el análisis de la constitucionalidad del segundo párrafo del artículo 14 de la ley 23.737 no ha de limitarse sólo a la aplicación automática del precedente “Bazterrica”. Corresponde que nos detengamos a fin de precisar la figura típica contenida. Así de una lectura integrada de ambos párrafos del artículo el tipo penal resultante es: el que tuviere en su poder estupefacientes… para uso personal. Descripta la conducta prohibida, la confusión con el consumo liso y llano es inevitable. Digo esto por cuanto el consumo personal de la sustancia “tenida” forma parte de la acción típica. A partir de esto se deben USO OFICIAL realizar algunas precisiones. He de afirmar en este sentido que las acciones que cada individuo realice teniéndose a sí mismo como destinatario directo no son objeto de regulación jurídica. Las acciones autorreferentes se encuentran fuera del ámbito del legislador penal. La protección a la libertad individual, objetivo central tanto de nuestro texto constitucional como de todo el constitucionalismo moderno, es consagrada a partir del establecimiento de un diagrama de círculos concéntricos que van desde el núcleo duro e irreductible de la interioridad del individuo hasta las esferas más laxas de protección, que se dan allí donde, siempre con limitaciones claras y en situaciones excepcionales, se tolera algún tipo de intervención del aparato estatal. En el centro de los círculos concéntricos está el propio individuo, con su ámbito de interioridad, con sus sentimientos, pensamientos, deseos. Aquello que no puede observarse desde fuera: la absoluta interioridad. Como dice Magariños: “Aquello que una persona decide sin exteriorizar, aquello que es, siente o piensa, debe resultarle irrelevante al legislador penal”. (Magariños Mario, Los límites de la ley penal en función del principio constitucional de acto. Una investigación acerca de los alcances del artículo 19 de la Constitución Nacional, Ad Hoc, Buenos Aires, 2008, pág 69). Acompañando en la entidad de la tutela están las acciones que sólo se dirigen al propio autor. En definitiva, toda vez que el destinatario es el propio autor no reúnen los requisitos necesarios para constituir una acción social (3). La intervención del estado en este ámbito es la negación de la propia base del pensamiento jurídico moderno y el reconocimiento de la interioridad del individuo como valla para la acción del Estado es, sin duda, la base liminar del derecho penal moderno. El derecho penal moderno es un derecho limitado. Este es el salto de calidad y la consagración del paradigma de la modernidad sin el que no se puede hablar de estado de derecho. La aparición del estado de derecho consagrado en las constituciones y declaraciones resultantes de las revoluciones burguesas no es sino la culminación de un proceso de secularización que comenzó con la modernidad en la que se disolvió el feudalismo cuya consecuencia de mayor impacto es la protección del individuo y su esfera privada. VII. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789, en cuyo artículo 5° se afirma que “la ley no tiene derecho a prohibir más que las acciones perjudiciales a la sociedad” es producto de ese proceso histórico (4). El precepto tiene dos componentes: por un lado, sólo se pueden prohibir acciones, pero no cualquier acción; deben ser acciones perjudiciales a la sociedad. Por impulso del presbítero Antonio Saénz en 1815 una fórmula similar se incorporó por primera vez en nuestro embrionario ordenamiento jurídico. En el Estatuto Provisional para la Dirección y Administración del Estado, de 1815, en cuya Sección séptima, Capítulo primero, Artículo I, puede leerse: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofenden el orden público, ni perjudican a un tercero, están solo reservadas a Dios, y exéntas de la autoridad de los Magistrados”. Poder Judicial de la Nación Se repite en los textos del Reglamento Provisorio para la Dirección del Estado de 1817 y de la Constitución de 1819 y se reitera en la Constitución de 1826. La obra de Sáenz permite ver en todo su alcance la magnitud de los límites a la competencia del legislador. En ella afirma que “uno de los principales derechos magestaticos es la potestad legislativa, ó la facultad de hacer Leyes que sirvan de norma y regla á los Individuos del Estado para sus actos exteriores y públicos” (Antonio Sáenz, Instituciones elementales sobre el Derecho natural y de gentes. Curso dictado en la Universidad de Buenos Aires en los años 1822-1823, pág 80, el énfasis me corresponde). La primera parte del artículo 19 de la Constitución USO OFICIAL Nacional es similar al texto de 1815, con la única inclusión novedosa de la referencia a la moral pública que resultó de la intervención del convencional por Corrientes Pedro Ferré. VIII. Resulta obvio que con este texto constitucional no es posible aceptar que la ley prohíba acciones que no tengan directa, o indirectamente, a otros como destinatarios. En nuestro texto constitucional, el artículo 19 es la cláusula que con mayor amplitud consagra y protege la libertad. Esta libertad puede ser vista como autonomía, es decir, una libertad jurídicamente relevante tanto en el ámbito privado, o individual, al que me he venido refiriendo, cuanto al ámbito público. Si se lee atentamente el artículo bajo análisis se verá que consagra la autonomía en sus dos esferas de competencia (5). La primera parte, que consagra la autonomía privada y la segunda, que afirma la autonomía pública a partir de la definición del principio de legalidad en su manifestación más fuerte. Sólo la ley nos manda o nos prohíbe. Es preciso remarcar que no es casual que antes de abrir paso a la competencia del legislador se establezca una valla a su atribución. Antes de habilitar a la ley, resultado de la voluntad colectiva y símbolo de la autonomía pública, el constituyente le sustrajo el ámbito de la autonomía privada de su esfera de acción. El resultado de una lectura comprensiva del texto constitucional en general y del artículo 19 en particular nos lleva a concluir que el objetivo constitucional es una sociedad de personas que se autogobiernen. En su ámbito privado, a partir de la toma de las decisiones que consideren adecuadas y aceptando, en su accionar público, limitaciones impuestas por la ley, que no es otra cosa que su propio producto pero en tanto integrantes del colectivo social. Como dice Habermas la persona moralmente libre tiene que poder comprenderse al mismo tiempo como autora de los mandamientos morales bajo cuyo mandato se encuentra como destinatario (Habermas, Jürgen, La inclusión del otro, Paidos, Barcelona, 1999, pág 61). El autogobierno requiere de una correcta identificación de competencias, definir qué queda en el ámbito de la autonomía privada y qué le corresponde a la pública. A tal fin y a partir de esta diferenciación de ámbitos es que se puede hablar de cooriginalidad de la autonomía privada y la autonomía pública y esto se da a través de la “autolegislación” o sea cuando los destinatarios son a la vez autores de sus derechos (Habermas, Jürgen, Facticidad y Validez, Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso, Editorial Trotta, Madrid, 1998, pág 169). IX. En el ámbito de la autonomía privada nos encontramos con la capacidad de cada individuo de definir su propio proyecto de vida, de elaborar sus propias reglas de conducta, en definitiva de ser y de hacer consigo mismo lo que mejor le parezca sin interferencias, ni de los otros ni del Estado. Esta concepción es el piso mínimo de marcha. Sin este alcance no hay posibilidad de tutela del individuo. Por otro lado, esta idea de libertad es imprescindible para la posibilidad de igualdad como pauta objetiva y punto de partida de una sociedad integrada. Si en términos políticos concebimos a la libertad como no dominación, en el ámbito de la propia persona, tanto en su interioridad como en lo tocante a las acciones autorreferentes, no podemos sino consagrar el principio de no interferencia libertad, Losada, Madrid, 2006). (conf. Petit, Philippe, Una teoría de la Poder Judicial de la Nación Las normas penales asignan responsabilidad a personas por sus propias acciones. En los delitos de comisión, tal es el presente caso, el fundamento de la responsabilidad es que el autor amplía su ámbito de organización sin consideración a otras personas y a costa de ellas (Jakobs, Günther, Derecho Penal Parte General. Fundamentos y Teoría de la Imputación, 2ª edición corregida, Marcial Pons, Madrid, 1997, pág. 258). Debe existir un punto de encuentro ineludible con el ámbito de organización de otro, sin el cual desaparece todo fundamento aceptable de la responsabilidad penal. X. En atención a las consideraciones expuestas, entiendo que corresponde declarar la inconstitucionalidad de la segunda parte del artículo 14 de la ley 23.737, conforme lo propone el doctor Schiffrin en el USO OFICIAL voto que antecede, revocar la resolución apelada y dictar el sobreseimiento de M.. Así lo voto. Por ello y por mayoría, el Tribunal RESUELVE: I.- Revocar la resolución apelada y dictar el sobreseimiento de M.. II.- Regístrese, notifíquese y devuélvase.Firmado Jueces Sala II Gregorio Julio Fleicher. Leopoldo Héctor Schiffrin y César Álvarez Ante mí. Dra. Ana M.Russo. Secretaria NOTAS: A) del voto del juez Fleicher (1): publicado en el rubro FALLOS DESTACADOS-carpeta temática PENAL (FD.147)-del sitio www.pjn.gov.ar.Cliquear: 1) Fueros Federales; 2)Justicia Federal La Plata y Fallos destacados-carpeta temática; B) del voto del Juez Schiffrin (1 bis) publicado en el rubro y sitio citado, carpetas temáticas CONSTITUCIONAL y ESTUPEFACIENTES (FD.715); C) del voto del Juez Alvarez: (1 ter) : Pulcini, Luis Benjamín y Oscar Alberto Dobla, Fallos 312:2007; Rolón Zappa, Victor Francisco s/queja T.311,P.1644;Lloyds Bank (BLSA) limited c/Okecki, Juan José, Fallos 318:2060; y Sabio,Edgardo,Fallos 330:3092,entre otros; (2) Es un caso paradigmático en este sentido Lawrence vs Texas fallado en 2003, en el que se deja sin efecto la doctrina de Bowers vs Hardwick de 1986 con la severa oposición del juez Scalia.; (3) “La acción social, por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo” (Weber, Max, Economía y Sociedad. Esbozo de Sociología Comprensiva, Pág 5, 2005, 16ª reimpresión, Fondo de Cultura Económica, México); (4) Este artículo 5 es la consecuencia de innumerables aportes que van desde el pensamiento humanista de Erasmo, y toman forma con Hobbes, Spinoza y Montesquieu entre otros. Un adecuado y exhaustivo análisis de este tema así como de cuestiones atinentes a las fuentes, alcance e interpretación del artículo 19 de la Constitución Nacional puede leerse en la obra de Mario Magariños, Los límites de la ley penal en función del principio constitucional de acto. Una investigación acerca de los alcances del artículo 19 de la Constitución Nacional, Ad Hoc, Buenos Aires, 2008 ; (5) Sin ser exactamente equivalentes se puede trazar un paralelo con los dos conceptos de libertad de que nos habla Isaiah Berlín: la libertad negativa, que niega participación a terceros, que excluye a los otros de nuestra propia área de competencia y la libertad positiva que tiene que ver con la participación en la definición de las cuestiones del conjunto. (Berlin, Isaiah, Dos conceptos de libertad y otros escritos, Alianza Editorial). En el mismo sentido es interesante observar las dos libertades de las que hablaba Benjamín Constant en la célebre conferencia que bajo el título De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos, brindó en el Ateneo de París, en febrero de 1819. : :