Zumava Vina guipuz - Hemeroteca Digital

Anuncio
HERALDO DE MADRID
E
m i s
a n d a n z a s
DIARIO
PAGINA g
*por
la
I "'''"'''''''"'''''''"''''•'•''"•"'•''"••'''••''''••>'<<'<"''''>i>i<<>y<><<i>i<>>i>><ii'<iii>>iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinrnriiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Península, uno de los l u - i |
'fl
<
gares que más intensa•;- •:• R E P O R T A J E DE -:•
mente viven en mi corazón
M Zumaya. El recuordo de unas jorJOSÉ R I C O D E E S T A S E N
nadas de amor que tan venturosas
ífcKV.V.'V *.- : « - W J *
V XrX-:V\-V\X ^- X.'VXW .VXX-.V:V^V.V.V.X^.X X
fueron ha supervivido en mí «a través de las horas, de las distancias y u i i l M i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i i l u i i i i i i i i f i i i i i i i i i i i i i i l i i i i i i i i i i l l l i i i i i i J i i i i i i i i i i i i i i i i i i i n i n
de los pensamientos», para ser en
este momento propicio para la evocación el poderoso acicate que inspira mi mente y mueve mi pluma.
Yo recomiendo una visita a Zumaya a todos aquellos que, cual yo
en un momento histórico de mi pobre existencia, deseen recobrar una
salud perdida, busquen grato recreo
para el espíritu, luz para los ojos, sosiego para el alma, perfume para sus
cinco sentidos...
En recompensa de aquellos días
estivales que gocé de su regazo perfumado y fecundo, bien ganado tiene Zumaya el tributo de veneración
que voy a dedicarle.
INDEPENDIENTE
iniMnniiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinnniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiHiniiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiMiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin'
Zumava
Vina guipuz
II
ilillininniiiiiiliiiniMii
iiiiiiiiniiiiiiiiniillilliniliiiiiniiiniiiiiiiiiliiiniinillliililliliiiliMllliiiiini
iiiiiiiliiliiiiillliiliiiiiiiiiiiiiiillt.
sar espafíol, abrazada ya la carrera
de la santidad, partió de Zumaya
para Loyola y Oñate no se £ué solo.
En su compañía marchó el licenciado Hernani, vicario de Zumaya, que
no se resignó a separarse del que
consideraba ya como al hombre providencial que había de salvarle.
LA
VIDA
PLAR,
ABNEGA-
DA
Y
HEROICA
DE
J9SE
ZUBIA,
POR TIERRAS D E
GUIPÚZCOA.
ZU-
Capilla y museo de Zuloaga
MAYA LA BELLA.
MARAVILLA
DE
LA CORNISA CAN-:-
TABRICA
-:-
Zumaya, siempre lo he visto, se
ofrece toda entera conñada y feliz.
Con el prurito de agradar tiene el
noble afán de parecer bella, de saberse estimada, de que la posean
limpia, buena, alegre, reidora. Y
de ahí su espíritu cordial, su natural encanto, la maravilla de su perfil urbano que diríase burilado por
divinos artífices.
Zumaya es uno de los pueblos
más pintoresco.s de la cornisa cantábrica. En la desembocadura del río
Urola, entre Dova y Guetaria, en
mitad del sendero de ilusión que va
de Sa.n Sebastián a Bilbao, cerca
P a r a el viajero que se dirige de
de Zarauz y de Ar-peitia, en. los días Zumárraga a San Sebastián, siguienfecundos del dorado estío es lugar do la cuenca del Urola, Zumaya es
de esparcimiento para los que, tras la realiz.a.ción de un sueño quimé-
Al pie del monte de Santa Clara,
junto a una vega fértil, en el punto
culminal en que el río Urola, como
queda consignado, vierte sus aguas
en el Cantábrico; estación de término en el ferrocarril eléctrico del
Urola (de Zumárraga a Zumaya) y
de tránsito y enlace en la vía férrea de los Vascongados; con puerto excelente en el que entran setecientos buques anuales para la exportación de cien mil toneladas do
cemento, constituye un. florón de la
tiei'ra eúsciira del que muy bien
—como ha dicho el ilustre publicist a señor Martínez Kleiser en un interesante libro que lleva por título
«La villa de Villagrana de Zumaya»—, si existe la casa que fué hospital de arribo y en la que estuvo
hospedado el marqués de Lombay.
La lej'cnda o la tradición popular
asegura que existe, aun cuando las
versiones no con.vengan en atribuir
a determinado edificio el señalado
honor de tal recuerdo histórico. Lo
que no admite dudas es que cuando
el enamorado de la esposa del Cé-
rico. x\l doblar un recodo surge inesperadamente ant-e las atónitas miradas del qué llega, destacando la
mancha clara de su caserío de entre una punta de tierra que se interna en el mar audazmente, con
sus chalets de recreo, con sus alamedas de árboles corpulentos, con
la avenida del Puerto, con su malecón atrevido, con las innumerables
embarcaciones que se balancean deliciosamente sobre ¡a quietud de la
ría...
El conjunto, la combinación de
elementos tan dispares es tan perfecta, tan armoniosa, tan decorativa que el viajero no tiene más remedio que detenerse allí. El aspecto de la población le h a ganado la
voluntad, le ha robado la calma.
Abandonado el volant*, caJIado el
TQotor, tirado sobre el asiento el
guardaipolvo y la gorra de viaje, emprende acto seguido la conquista espiritual de Zuuiaya.
Zumaya, situada, como Fuenterrabía, Guetaria, Deva y Zarauz, a la
orüla del mar, h a hecho d e l v e r a n e o
un poderoso aliado para remozarse.
MARÍA
"MARI"
En el muelle de Zumaya, frente a
la ría plácida y.serena, frente al anchuroso mar, hay un sencillo monumento con esta sola frase: «Mari».
José María Zubia, «Mari», como llamaban todos a este marino de Zumaya, fué un modesto patrón de
lancha, con residencia en San Sebastián, diestro en el manejo de la
embarcación. Su vida fué una larga
serie de actos de abnegación. Dispuesto siempre a favorecer a sus semejantes, con riesgo de su propia
exist-encia, hízose a la mar el 13 de
junio de 1861 y rescató a tres náufragos que, juguetes de las olas, caminaban hacia una muerte segura.
El 9 de enero de 1866 salió de nuevo pon su lancha a aiTcbatar a la
Pálida nuevas víctimas propiciatorias. Una ola gigantesca volcó su
frágil barquilla y pereció a la vista
de millares de espectadores que desloe al muelle de la Bella Easo presenciaban su arrojo con la emoción
que es fácil suponer.
La ciudad de San Sebastián erigió
en el puerto un grandioso monumento para honrar, frente al lugar de
sus hazañas, la memoria de este au
daz marino.
Vista actual de Zumaya. En el centro se eleva la parroquia
lograr en Cestona la salud del cuerpo, completan en Loyola la quietud
del alma.
El pueblo tiene un secreto encanto aco^gedor y cordial. Villa pesquer a muy antigua y muy moderna, deslumbra al viajero con el tesoro de
sus bellezas naturales, de las que le
hace ofrenda generosamente. Todo
lo pone al servicio de los demás;
la umbría de sus campos, las flores
de sus jardines, el fruto de sus
huertas, el sosiego de sus calles, el
abolengo de sus caserones nobiliarios, el tesoro de sus tradiciones,
la flor de su hidalguía.
EJEM-
puede enorgullecerse la nación entera.
Hay en la población dos erm.itas:
la de San Telaio y la de la Natividad de Nuestra Señora de Arridokieta, más generalmente llamadaAndré María, que fué la primitiva
parroquia del lugar. San Francisco
de Borja visitó en 1551 el hospital
que había esta.blecido en este santuario, lo llenó do poesía con su presencia y devolvió la fe a los sencillos pescadores enamorados de la
santidad que de su figura irradiaba.
Probado el hecho precisa averiguar,
para rendirle la debida veneración
parroquial
Descargar