G78248630 16-abril-2013 COMPARECENCIA ANPE JUNTA GENERAL DEL PRINCIPADO LEY DE AUTORIDAD DEL PROFESOR Gumersindo Rodríguez Sáiz, Presidente en Asturias de ANPE, Sindicato Independiente. Buenos días, Señorías. Quiero agradecer la invitación que se nos ha cursado, lo que nos permite manifestar nuestro punto de vista respecto a la proposición de Ley reguladora de la Autoridad del Profesorado. ANPE, como saben, es un sindicato exclusivamente profesional y exclusivamente del sector docente público, desde Infantil hasta la Universidad, que es al ámbito al que me voy a referir. ANPE-Asturias considera que el reconocimiento por Ley de la Autoridad del Profesorado en nuestra Comunidad es absolutamente necesario, porque supone el inicio de un camino hacia un modelo educativo que permitirá el pleno ejercicio del Derecho a la Educación, consagrado por el art. 27 de la Constitución, y devolverá al profesorado el pleno ejercicio de la labor docente. ANPE lleva alertando del deterioro del clima de convivencia y gobernabilidad en los centros educativos desde el año 2004. En ese año reclamábamos la creación del Observatorio por la Convivencia, que vió la luz tiempo después. Continuamos luego con la campaña “Tolerancia Cero” con la que pretendíamos concienciar a la sociedad de un problema que iba en aumento y cuya principal reivindicación era ya entonces el reconocimiento de la autoridad pública del profesorado en el ejercicio de su función. A esta iniciativa añadimos la creación del servicio del Defensor del Profesor, año 2005, que anualmente presenta un informe con las cifras a nivel estatal y autonómico. Más recientemente, en 2010, pusimos en marcha la campaña “Yo también soy Defensor del Profesor”, con el objetivo de mostrar la importancia de respetar y defender la tarea docente, recogiendo los apoyos recibidos de padres, alumnos, profesores, periodistas y personalidades de todos los ámbitos, como Fernando Savater, Jorge Valdano, Roberto Arce, Pilar Rubio, Javier Urra, Alejandra Vallejo-Nágera, “Lobo” Carrasco o Vicente del Bosque...todos ellos convertidos también en defensores del profesor, al haber firmado el Manifiesto por la Dignidad de los Docentes. El Defensor del Profesor es un servicio de ANPE que lleva funcionando desde el año 2005 a nivel estatal y desde 2006 en Asturias, asesorando y prestando asistencia psicológica y jurídica a los docentes víctimas de violencia escolar, lo que ha permitido elevar el nivel de concienciación del problema y ha impulsado la puesta en marcha de medidas para reforzar la autoridad del profesorado: una de esas medidas ha sido la modificación del Decreto de Derechos y Deberes de los Alumnos en Asturias en 2007, tras el Acuerdo Social para la Mejora de la Convivencia en los centros educativos, alcanzado por la mayoría social del Principado de Asturias en diciembre de 2006 y que fue suscrito también por esta organización sindical. Hoy tendremos la oportunidad de escuchar en la JGPA argumentos a favor y en contra de la necesidad de reconocer por ley la autoridad del profesorado. Quienes la rechazan, niegan la existencia misma del problema, optan por mirar para otro lado, minimizando la incidencia de los casos en nuestra región. Sin embargo, la realidad es tozuda y demuestra exactamente lo contrario. Pero, para que nadie me acuse de parcialidad, no me voy a referir sólo a los datos de los diversos estudios, encuestas y testimonios ofrecidos por la experiencia del Defensor del Profesor, que confirman la urgencia de reinstaurar en los centros educativos un clima de trabajo y respeto a las normas, ante los problemas para dar clase derivados de la creciente tendencia a la indisciplina en las aulas, lo que lleva al profesorado a perder gran parte de su tiempo (alrededor del 20%) en mantener el orden necesario para poder desarrollar su tarea; las faltas de respeto; los insultos y amenazas; las denuncias y falsas acusaciones; las presiones para modificar las notas; los daños contra la propiedad o el uso de las nuevas tecnologías como elemento de acoso... Otorguemos más credibilidad, por el contrario, a las recomendaciones que el propio Fiscal General del Estado, en reconocimiento de un problema creciente, formuló a las Fiscalías territoriales, en diciembre de 2008, para que consideraran como atentado contra funcionario público todas las agresiones, empleo de fuerza, intimidaciones o resistencia grave cuya víctima fuera un funcionario docente. Una iniciativa apoyada por el difunto Fiscal Jefe de Asturias Gerardo Herrero, quien en declaraciones a La Nueva España el 14-noviembre-2006 anunciaba: «hay que hacer algo para reforzar la autoridad de los profesores, porque los colegios se están convirtiendo en una jungla y el fenómeno de la violencia sigue creciendo». Una opinión refrendada apenas hace cuatro meses por el fiscal de Menores del Principado, Jorge Fernández Caldevilla, quien, en declaraciones a la prensa el 18enero-2013, urgía a promulgar «una ley de autoridad del profesorado que acabe con una situación absurda, un fallo en el ordenamiento», un análisis que realizaba tras reconocer que «una treintena de enfrentamientos entre alumnos y profesores llegan cada año a los tribunales asturianos» y que «padres y docentes son conscientes de que en ningún caso se puede corregir a un alumno dándole un cachete, porque el castigo físico está totalmente prohibido por nuestra legislación», para afirmar a continuación que, sin embargo, «los profesores tienen derecho a corregir a los menores de otras formas». ANPE coincide en la necesidad de dar un paso más e instar al legislador a la consagración legal de esta reivindicación, porque el número de casos no disminuye. Algunas CCAA lo han hecho ya: Madrid, Valencia, Galicia, La Rioja, Murcia, Extremadura (en su Ley de Educación) o Cataluña (en la figura de los directores de los centros educativos), un modelo similar al que concede la condición de autoridad al servicio de Inspección Educativa en todas las CCAA. En otras CCAA, como Cantabria o Castilla y León, se está desarrollando. Andalucía, por su parte, ha firmado distintos Protocolos para la efectiva protección de los docentes. Y no estamos solos en esta demanda: según una encuesta 7-enero-2010, el 95% del profesorado asturiano cree que los docentes deben tener la consideración de Autoridad en el ejercicio de sus funciones, "para que se le respete". La descoordinación del Estado en política educativa, con legislación específica sobre este tema en las distintas comunidades autónomas, no puede seguir sirviendo de coartada para no hacer nada: el profesorado asturiano no debe desempeñar su tarea en peores condiciones que el resto de funcionarios docentes del Estado. Los docentes asturianos carecen de asistencia jurídica, más allá de la que puedan proporcionarse particularmente y, en la mayoría de los casos, a la denuncia se suma la apertura de expediente por parte de la Administración al funcionario, que sufre así doble escarnio. En este asunto, Asturias va por detrás: el vacío legal que supone la no promulgación de la Ley de Autoridad del Docente que ya tienen otras CCAA, permite la perdurabilidad de una auténtica lacra social, que impide al profesor el derecho a ejercer la labor docente, a dar clase con normalidad, y, lo que es más grave, coarta el derecho a la educación de otros alumnos que sí quieren aprender. Por sí solas, estas razones deberían ser suficientes para justificar la necesidad de una ley de Autoridad, pero hay más. Esta Ley es necesaria: 1. Porque garantiza la efectiva ejecución del Derecho Fundamental a la Educación reconocido en el artículo 27 de la Constitución Española. 2. Porque refuerza el carácter disuasorio ante estas conductas agresivas que deterioran la convivencia en los centros docentes. 3. Porque, sin la recuperación de la autoridad del profesorado, será difícil recuperar la calidad en la enseñanza y reducir las actuales cifras de fracaso y abandono escolar. 4. Porque otorga prestigio y dignidad al profesorado, como elemento esencial para la calidad del sistema educativo. 5. Porque la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo de Educación, establece que serán las administraciones educativas las encargadas de velar para que el profesorado reciba el trato, la consideración y el respeto acordes con la importancia social de su tarea. 6. Porque la falta de los resultados esperados en las Leyes que han regido la Educación en España en las últimas décadas, ha dificultado el desarrollo de la actividad educativa de los centros en un adecuado ambiente de convivencia y respeto. 7. Porque a diario se producen hechos que devalúan la profesión docente. 8. Porque los docentes están desprotegidos legalmente ante el acoso. 9. Porque los centros educativos y los docentes necesitan saber a qué atenerse en cada momento, con medidas que incidan directamente sobre la falta. 10.Porque la autoridad no tiene nada que ver con la denigración ni con cualquier maltrato psicológico o físico, evidente o sutil, porque su ejercicio parte necesariamente del respeto por el otro. 11.Porque en la escuela se ha instalado cierta impunidad, prevaleciendo el derecho de algunos frente al de la mayoría, profesores y alumnos. En ANPE creemos, además, que para que la Ley sea realmente eficaz, debe contemplar necesariamente: 1. La presunción de veracidad del profesorado. 2. Un protocolo de actuación que permita conocer con claridad cuáles son los pasos a seguir en los casos de violencia y/o acoso escolar, cuando haya alguna conducta perjudicial para la convivencia, algún incidente o denuncia en el que esté implicado cualquier empleado público del centro educativo. 3. Un servicio de asistencia jurídica, psicológica y administrativa de apoyo al profesorado, que garantice la adecuada protección de los profesores, así como la cobertura de su responsabilidad civil en relación con los hechos que se derivan de su ejercicio profesional, tanto dentro como fuera del centro educativo. 4. Sanciones y medidas cautelares ante conductas contrarias a la convivencia que tengan lugar en el recinto escolar, durante la realización de actividades extraescolares, durante de la prestación de servicios de comedor y transporte escolar y también fuera del recinto escolar, siempre que estén motivadas o directamente relacionadas con la vida escolar y afecten a algún miembro de la comunidad educativa. 5. Medidas ejemplarizantes y educativas, que obliguen a reparar el daño causado, tanto moral (empezando por algo tan de sentido común como pedir perdón a la víctima y la publicación en los medios de comunicación del centro y en cualesquiera otros que hubieran sido utilizados para propagar el daño/ofensa), como material (hacerse cargo del coste económico de su reparación, siendo los padres o tutores legales los que asuman la responsabilidad civil). ANPE defiende un modelo educativo que garantice la igualdad de oportunidades, mediante el conocimiento, la disciplina y el esfuerzo, en un ambiente normalizado. Para ello, ANPE considera ineludible dignificar la labor docente y la figura del profesorado, aumentando su autoridad y creando mecanismos que proporcionen mayor seguridad en su entorno laboral y que posibiliten un desarrollo efectivo de su trabajo, en beneficio del derecho a la Educación.