DOCUMENTOS DE TRABAJO El estado actual de las desigualdades de género en México: una revisión de la bibliografía reciente. Eréndira Negrete Flores Agosto 2015 1 629 El estado actual de las desigualdades de género en México: una revisión de la investigación reciente. Eréndira Negrete Flores1 Fundación Rafael Preciado Hernández A.C. Documento de Trabajo No. 629 Agostos 2015 Clasificación temática: Política, Equidad y Género Resumen El objetivo del documento de trabajo es realizar una revisión de la investigación actual sobre las desigualdades de género en México, desde la perspectiva económica, social y cultural. Para ello, se revisan las publicaciones académicas y de organismos especializados que abordan el tema desde diferentes enfoques, que permitan apreciar las diferentes formas en que se ha estudiado la desigualdad de género en los diferentes ámbitos, así como los efectos de la misma en la vida de las personas. 1 Correo electrónico: [email protected] Las opiniones contenidas en este documento corresponden exclusivamente a los autores y no representan necesariamente el punto de vista de la Fundación Rafael Preciado Hernández A.C. 2 Contenido I.- INTRODUCCIÓN ................................................................................................. 4 II.- JUSTIFICACIÓN DE LA RELEVANCIA DE LA INVESTIGACIÓN.......... 5 III.- OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN .......................................................... 6 IV.- PLANTEAMIENTO Y DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA....................... 7 V.- MARCO TEÓRICO DE REFERENCIA ............................................................ 8 VI.- FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS.................................................................. 13 VII.- PRUEBAS EMPÍRICAS O CUALITATIVAS DE LA HIPÓTESIS. ....... 14 VIII.- CONCLUSIONES. ...................................................................................... 19 IX.- BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................... 20 3 I.- Introducción El estudio de las desigualdades en México tiene una larga tradición en las ciencias sociales. Sin embargo, es hasta hace treinta años, con el desarrollo en México de la perspectiva de género, que Este documento tiene por objeto presentar un panorama de los estudios de género en México, centrado en los siguientes aspectos. En la primera parte, se justifica la relevancia de la investigación en las reformas de 2001 y 2011 al artículo 1º Constitucional, concretamente en la prohibición de discriminación por motivo de género así como la interpretación de los derechos humanos a partir del principio pro homine, entendidas como una obligación del Estado mexicano. En la segunda parte, se describen los objetivos de la investigación. En la tercera parte se hace el planteamiento y delimitación del tema. En la cuarta parte, se desarrolla el marco teórico de referencia a partir de los antecedentes de los estudios de género en México, el desarrollo del concepto de género y su introducción en las políticas públicas. En el siguiente apartado, se formula la hipótesis, y en el capítulo de pruebas empíricas o cualitativas de hipótesis, se presentan los resultados de la investigación. En esta parte, se discuten los resultados de investigaciones empíricas sobre los temas de economía, conciliación de vida laboral y familia, cuidados, maternidades, paternidades, sexualidad y movilidad urbana. Finalmente, se presentan unas breves conclusiones y se plantea la necesidad de profundizar en esta investigación para abordar otros temas que se fueron esbozando en el apartado conceptual. Los diferentes artículos y capítulos de libros que fueron revisados para la elaboración de este documento de trabajo muestran un caleidoscopio de los estudios de género en México, que no se limita a la multiplicidad de disciplinas desde las cuales son abordados los problemas de estudio, sino que nos hablan de las tonalidades de quienes escriben, así como de los lugares desde dónde observan la realidad. En este sentido, lo que aquí se presenta se nutre, en gran medida, de compilaciones y colecciones editadas por centros de investigación reconocidos a nivel nacional, así como de las publicaciones periódicas de revistas especializadas en el tema. Sin embargo, este trabajo no es exhaustivo, pues se seleccionó un grupo de temas que permitieran una lectura fluida. 4 II.- Justificación de la Relevancia de la Investigación La obligatoriedad del Estado mexicano para atender el fenómeno de desigualdad por motivos de género, deriva de la reforma constitucional de 2001, al Artículo 1º Constitucional, cuyo tercer párrafo prohíbe la discriminación. Así como la más reciente reforma Constitucional de 2011, que obliga a todas las autoridades a aplicar los tratados internacionales de derechos humanos e interpretar las normas jurídicas de la manera que más se beneficie a la persona (principio pro persona). A partir de estas reformas, se han emitido una serie de legislaciones secundarias sobre igualdad, no discriminación y género, que a su vez han dado lugar al encargo de investigaciones y publicaciones por parte de los poderes del estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) que les permitan incorporar estos enfoques a su quehacer cotidiano. 5 III.- Objetivos de la Investigación Objetivo general Presentar un panorama de la investigación de las desigualdades de género en México, a partir de la selección de compilaciones y colecciones publicadas por los principales centros de investigación en el país. Objetivos específicos Presentar los antecedentes de los estudios de género en México. Realizar un breve análisis del desarrollo y significado del concepto de género. Analizar la incorporación del concepto de género en las políticas públicas. Discutir las investigaciones recientes sobre los temas elegidos dentro de los estudios de género. 6 IV.- Planteamiento y Delimitación del Problema Se han definido los estudios de género como la disciplina que estudia la diferencia hombre o mujer, pero sin incorporar una teoría explicativa de la desigualdad de género. Y, se observa una diferencia importante en el uso de los conceptos dependiendo de la disciplina desde la cual se aborda la problemática inherente a la diferencia sexual. Por ejemplo, existe una gran tradición en los estudios de género en México en la sociología y la antropología, principalmente, y nutriéndose de estos trabajos y de la producción teórica de Estados Unidos también se ha desarrollado un trabajo importante en los estudios culturales. También se encontraron trabajos importantes en la historia de las mujeres. Sin embargo, no se ha formado un corpus teórico estrictamente mexicano, o estudios de género mexicanos, lo que presenta una limitante importante al intentar escribir un estado del arte. En este sentido, la finalidad de este cuaderno de trabajo es hacer un balance del desarrollo de la investigación de la desigualdad de género, centrándonos en cinco temas: economía, conciliación, cuidados, sexualidad y movilidad. Pero apuntando los conceptos y temáticas claves, y resaltando las orientaciones y problemáticas a las que apuntan los textos revisados, sobre todo en aquéllas compilaciones o colecciones que realizan balances sobre esta temática. 7 V.- Marco Teórico de Referencia Antecedentes de los estudios de género en México La fundación y desarrollo de los primeros centros de investigación sobre el tema de las mujeres y de relaciones de género en México, se puede ubicar en la década de los ochentas, del siglo XX. Desde 1976, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia se imparte un Seminario de la Mujer para alumnas y alumnos de la carrera de Antropología. Otro antecedente nos remite a los simposios organizados por investigadoras para la discusión de avances de investigación y la reflexión colectiva. El primero de ellos, en 1981, fue el “Núcleo de Estudios de la Mujer” surgido en el Centro de Estudios Económicos Sociales del Tercer Mundo (CEESTEM), que realizó un simposio en Guanajuato sobre estudios de la mujer, y estableció un Centro de Documentación y Consulta (Lau, 2013). Posteriormente, en 1982, inició actividades el área de Investigación Mujer, Identidad y Poder” en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Y, un año después, en 1983, se constituyó el Programa Interdisciplinario de Estudios la Mujer (PIEM) en el Colegio de México (Tepichin et. al., 2010; Lau, 2013), cuyo programa de trabajo se fundamentó en el seminario de Oaxtepec “Perspectivas y prioridades de los estudios de la mujer en México”, celebrado un mes antes a la constitución del PIEM, y que tuvo como objetivo revisar las investigaciones que se habían realizado en el país sobre la problemática de la mujer (Urrutia, 1991). En 1984 se forma el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de México (UNAM), que a su vez, da origen al Programa de Estudios de Género (PUEG), fundado en 1993 (Lau, 2013). Para 1994, surge el Programa Institucional de Investigación sobre Relaciones de Género de la Universidad Iberoamericana (Tepichin et. al., 2010). A la fecha, a lo largo del país hay más de 35 centros de estudios de la problemática de género, donde se imparten cursos, seminarios, maestrías y doctorados sobre el tema (Lau, 2013). Aunque en sus inicios los estudios de género eran entendidos como el equivalente al de “estudios sobre las mujeres”, el campo de análisis se ha expandido para dar cuenta de las relaciones entre mujeres y hombres, lo que a su vez ha dado paso a nuevos sujetos de estudio (Laguarda, 2013). 8 La categoría de “género” empezó a utilizarse en el ámbito universitario mexicano hasta finales de los noventa. Los entonces llamados “estudios de la mujer” iniciaron documentando y visibilizando la vida de las mujeres en la política, la ciencia y el arte. Así, la incorporación del análisis de género en disciplinas que abordan temas tradicionales (por ejemplo, mercados de trabajo, familia, participación política y migración) mostraron la manera en que la diferencia sexual se transforma en desigualdad. A su vez, han surgido otros tópicos a partir del cuestionamiento a la realidad social, como los derechos reproductivos, la violencia de género, el cuerpo como lugar de inscripción de los fenómenos de la sociedad y de las diversas sexualidades, la cultura y los procesos de identidad (Tepichin et. al., 2010). Hoy en día, por ejemplo, son cada vez más comunes las investigaciones que dan cuenta de la desigualdad de género desde los “estudios de las masculinidades” o de la situación de las personas transgénero. ¿De qué hablamos cuándo hablamos de género? En los estudios de género hay varios elementos en controversia, pero se pueden distinguir dos grandes campos: uno teórico y otro social. El primero, se refiere al conjunto de categorías que forman el corpus teórico del género, como una forma de abordar analíticamente la diferencia sexual. El segundo, se refiere al plano social, esto es, al género como una categoría ordenadora de las estructuras sociales, y explicativa de un tipo de desigualdad específica. Y, entre estos dos usos del género, se produce una ambigüedad que se refiere a la producción de una cierta metanarrativa que tienen como objeto y sujeto central a la mujer y su condición de subordinación (Barquet, 2002). De acuerdo con Marta Lamas (2013), los antecedentes de la categoría de género nos remiten a Simone de Beauvoir2 quien plantea que las características consideradas como “femeninas” son adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social, es decir, que no se derivan “naturalmente” de su sexo. Sin embargo, no es hasta el texto de Gayle Rubin3 que se apunta hacia la problemática central de género: la segregación generada por la división sexual del trabajo y su consecuencia en 2 Para mayor referencia ver: Simone de Beauvoir, El Segundo sexo, Siglo Veinte, Buenos Aires, 1962. Título original en inglés: “The Traffic in Women: Notes on the ‘Political Economy’ of Sex”, publicado en Rayna Reiter (comp.), Toward an Anthropology of Women, Monthly Review press, Nueva York, 1975. Se puede consultar en español, en: “El género. La construcción cultural de la diferencia sexual”, en Marta Lamas (comp.), México, PUEG/Miguel Ángel Porrúa, pp. 35-96. 3 9 la separación de los ámbitos público/privado. Es decir, ¿hay o no una relación entre la diferencia biológica y la diferencia sociocultural?, y con más precisión ¿por qué la diferencia sexual implica desigualdad social? Rubin señaló que la subordinación de las mujeres es consecuencia de las relaciones que organizan y producen el género; definió el sistema sexo/género como el conjunto de arreglos por los cuales una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en los que estas necesidades sexuales transformadas son satisfechas; y, lo planteó como una manera de analizar la opresión de las mujeres, de las minorías sexuales y de algunos aspectos de la personalidad humana (Lamas, 2013). Otro texto clave para los estudios de género, señala Lamas (2013), es el de Joan W. Scott4, quien hace una revisión histórica sobre los diferentes usos del concepto. Hay un uso descriptivo del término, en el que se le reduce al “estudio de cosas relativas a las mujeres”; también se emplea para “trazar coordenadas de un nuevo campo de estudios” como mujeres, niños, familias e ideologías de género, respaldado por un “enfoque funcionalista enraizado en el último extremo en la biología”; además, se usa para designar las relaciones sociales entre los sexos, con la insistencia de que el mundo de las mujeres es parte del mundo de los hombres y rechaza la utilidad interpretativa de las esferas separadas. Scott propone una definición de género cuyo aspecto central es la conexión entre dos ideas: “El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género, es una forma primaria de relaciones significantes de poder” (Scott, citada en Lamas, 2013: 17). Por su parte, Marta Lamas (2013), retomando a Bourdieu trata de mostrar que el género es una especie de “filtro” cultural con el que interpretamos el mundo, y también una especie de armadura con la que constreñimos nuestra vida. Dice, la eficacia de la lógica del género es absoluta, ya que está imbricada en el lenguaje y en la trama de los procesos de significación. De la lógica del género se desprende la actual normatividad, jurídica y simbólica, sobre el uso sexual y reproductivo del cuerpo, y puesto que dicha lógica se toma por “natural” genera represión y opresión. 4 “El género: una categoría útil para el análisis histórico” en Marta Lamas (comp.), México, PUEG/Miguel Ángel Porrúa, pp. 265-302. 10 El enfoque de género en las políticas públicas en México El discurso sobre la institucionalización del enfoque de género5 dio lugar al paradigma de la política pública con perspectiva de género, lo que de fondo se refiere a una reforma estructural del aparato público y de las culturas institucionales que permiten y/o refuerzan la reproducción de valores de desigualdad. Dentro de este paradigma se insertó el concepto de transversalización de la perspectiva de género como un medio para transformar la operación del gobierno, en el afán de modificar la situación y condición de las mujeres en las relaciones de desigualdad con respecto a los hombres. Sin embargo, la ambigüedad en su definición conceptual en los documentos de política pública ha permitido la apropiación del dispositivo como medio para institucionalizar políticas dirigidas a “mujeres”, pero sin el componente de “género” (Incháustegui y Ugalde, 2006; Maier, 2010; Tarrés, 2006, 2010; Tepichin, 2010). María Luisa Tarrés (2010) señala que el concepto de género ha sido aceptado en la sociedad mexicana como una forma de entendimiento de la subordinación de las mujeres, pero, en su proceso de inserción en las políticas públicas se presentaron conflictos para definir la perspectiva de género entre quienes participaron en el diseño institucional. Asimismo, señala que se han presentado problemas de aplicación, interpretación y apropiación del término por parte de funcionarios, actores políticos y sociedad civil, particularmente en su uso en los documentos rectores de la política pública; a la par, que el “tono neutral tecnocrático” adquirido en los círculos políticos ha permitido la apropiación del discurso por parte de la élite gobernante. Ana María Tepichin (2010) coincide con ello al señalar que los documentos de la política pública y programas, presentan variedad de acepciones de la palabra género, y que ha sido utilizada inclusive para aludir a cualquier asunto que tenga que ver con las mujeres y sus derechos. Sin embargo, esta misma ambigüedad también ha posibilitado una confluencia de grupos con distintas posturas que buscan “mejores condiciones para las mujeres y la erradicación de mecanismos de reproducción de las desigualdades de género” (Tepichin, 2010: 39). Además, la autora señala que esta convergencia política no fue lograda por los movimientos feministas, sino por sectores y movilizaciones de corte más conservador, lo cual considera que se debe, en cierto 5 Este discurso surge de la convergencia de la crítica feminista y neoinstitucionalista a la ciencia política. 11 sentido, a la neutralización del concepto, su reformulación y apropiación, teniendo como consecuencia revertir inclusive la propuesta original. Por su parte, Elizabeth Maier (2010), advierte que se trata de un debate por la significación y resignificación de los conceptos, ligado a los obstáculos de la integración sistemática de la igualdad de género, en la que subyace la deconstrucción del patriarcado y la devaluación de sus construcciones y representaciones culturales, así como la reconsideración de lo que es público y privado. 12 VI.- Formulación de Hipótesis Las investigaciones empíricas sobre las desigualdades de género en México se nutren del debate teórico de los estudios de género, pero también tienen una influencia de los conceptos introducidos en los documentos que rigen la política pública. 13 VII.- Pruebas Empíricas o Cualitativas de la Hipótesis. El estado actual de las desigualdades de género en México: una revisión a la bibliografía reciente. Economía y género Durante muchos años, dicen Brown y Domínguez, la economía dejó de lado la propuesta de los estudios de género, por considerarlo propio de la sociología. Sin embargo en los últimos 20 años ha aumentado el interés por conocer el vínculo entre el género y la economía (2010). Por ejemplo, Teresa Rendón Gan (2010) considera que uno de los elementos que definió el perfil del trabajo en México durante el siglo XX, fue la cambiante participación de las mujeres en las actividades económicas extradomésticas y la persistencia de la segregación ocupacional por sexo. La desigualdad de género en el mercado laboral mexicano, se expresa en 1) asimetrías entre hombres y mujeres respecto a las tasas de participación, 2) segregación laboral, 3) desempleo, 4) dispares condiciones de trabajo, 5) nivel de permanencia de las mujeres en el empleo, 6) calidad desigual de los puestos a los que hombres y mujeres tienen acceso, 7) niveles de ingresos, y 8) brecha de disparidad salarial (Brown y Domínguez, 2010). En una investigación realizada por Flor Brown y Lilia Domínguez (2010), en la que examinan la desigualdad salarial entre mujeres y hombres en la industria manufacturera mexicana maquiladora y no maquiladora en el periodo reciente (2001)6, encuentran que las diferencias salariales no están determinadas por transacciones individuales en el mercado, sino por un proceso de fijación salarial económico, político y cultural, enmarcado en un proceso institucional. Concluyen que hay una persistencia de la desigualdad salarial entre mujeres y hombres, incluso que ésta se ha incrementado en el último decenio. En el tema de la economía doméstica, Ángulo (2010) aborda los usos del dinero, tanto del que proviene del programa de microcréditos, como de los ingresos que obtienen las mujeres por la venta de diversos productos y servicios. Analiza también las maneras en que se etiquetan los recursos de acuerdo con los significados que se les atribuyen. Así, se desentraña la imbricación que tienen los aspectos no monetarios y no 6 Cuando se llevó a cabo la investigación no se encontraba disponible la Encuesta Nacional de Empleo 14 comerciarles en las relaciones y procesos económicos, para comprender cómo las prácticas de producción y venta se entretejen con expectativas y compromisos con las redes familiares y sociales, y, a su vez cómo se llevan a cabo transacciones de compraventa, préstamos e inversiones. Por su parte, Tuñón (2010) evalúa el impacto en las condiciones socioeconómicas, calidad de vida y procesos de empoderamiento de las beneficiarias de los programas de crédito a proyectos productivos para mujeres desarrollados entre 2000 y 2003 por cuatro dependencias federales (Sedesol, CDI-INI, Fonaes y SRA) en los estados de Tabasco, Campeche y Quintana Roo. Así mismo, valora las oportunidades de desarrollo individual, familiar y comunitario de las mujeres que participan en dichos proyectos, se identifican las características de operación de los programas a fin de detectar deficiencias en su desempeño, y se sugieren alternativas viables para mejorar la implementación y el impacto social de los mismos. Es decir, como señala Hernández (2011), la división sexual del trabajo establece espacios y afecta de diferente manera a hombres y mujeres, orienta papeles, permea la elección de carrera, entre otros aspectos, marcando la actividad de unos y otras como una extensión de los roles de género. Desde la perspectiva de género, se indaga si los hombres tienen desventajas o ventajas al laborar en un empleo considerado tradicionalmente “femenino”, la segregación sexual en el trabajo y la carga simbólica que tienen el cuerpo y la masculinidad como un privilegio, resultado del llamado “dividendo patriarcal”. Para abalizar este aspecto, Hernández (2011) estudia el caso de los enfermeros, quienes al ocupar un espacio sexuado que “no les corresponde”, enfrentan sanciones sociales, según el régimen de género establecido. Conciliación de la vida familiar y laboral Irma de Lourdes Alarcón Delgado (2012) explora la conformación de relaciones intergenéricas en parejas heterosexuales7 en la Ciudad de México, concretamente, cómo logran conciliar su participación en la vida familiar y en el ámbito laboral, encontrando que el área más reacia a la transformación fue el trabajo doméstico. De acuerdo con 7 Participaron 10 parejas de entre 29 y 53 años, con título universitario y en ejercicio profesional, con o sin hijos. Se incluyeron sólo personas con título universitario y en ejercicio profesional, con la finalidad de asegurar que las diferencias en la pareja no proceda por aspectos como el acceso a la cultura, la economía, entre otros. 15 Alarcón (2012), la naturalización de la desigualdad hombre-mujer tiene su origen en la institución del matrimonio que obliga a vivir en esferas separadas y jerárquicamente relacionadas a hombres y mujeres, circunscribiendo a la mujer al ámbito de la domesticidad. Son cuantiosos los estudios en torno a la mujer y el trabajo, sin embargo, la relevancia del tema permite continuar indagando y conocer las vivencias actuales de sus protagonistas. Es precisamente el propósito de este trabajo analizar las reflexiones de madres-padres contemporáneos respecto al ejercicio de la maternidad y el trabajo. Desde la perspectiva sociocultural y como parte de una metodología cualitativa, la investigación de Covarrubias (2012) se basa en entrevistas en profundidad a madres y padres de clase media, residentes de la zona conurbada de la Ciudad de México. Como resultado de su investigación, se reportan sus reflexiones y las razones por las cuales renuncian las mujeres al campo laboral. Prácticas de cuidado, maternidades y paternidades En los últimos 30 años, se ha transformado el ejercicio de la maternidad de las mujeres en México, a partir de la confluencia de distintos fenómenos macro y microsociales. Por un lado, han ocurrido importantes cambios económicos y sociodemográficos que han afectado tanto la estructura de la población como la estructura de las familias. Por el otro, ha disminuido el índice de mortalidad y se ha incrementado la esperanza de vida; la población en edad productiva ha aumentado en detrimento de la población menor de 15 años; las mujeres tienen menos hijos e inician la vida de pareja y la procreación a edades más avanzadas que las de generaciones anteriores (Sánchez et. al., 2004). Estos fenómenos se han visto acompañados por la creciente participación de las mujeres en el mercado de trabajo, el incremento de mujeres cabeza de familia y por las restricciones económicas que afectan la economía familiar (Sánchez et. al., 2004). Sin embargo, la función de la reproducción social ha sido, desde siempre, una parte medular del sistema de género, en tanto que en dicha función se conjugan de manera paradigmática las diferencias biológicas de los sexos y las producciones culturales en torno a éstas. En términos de género es fácil advertir que, si bien la reproducción 16 biológica se sabe compartida por ambos sexos, la reproducción social se asume como una responsabilidad de las mujeres (Palomar, 2004). De esta manera, la maternidad se torna una experiencia sobrecargada de significados sociales. Se trata, por una parte, de una experiencia subjetiva, pero es también una práctica social que —paradójicamente, respecto a la sobrecarga simbólica que conlleva— no suele ir acompañada de un proceso reflexivo acerca de lo que motiva la experiencia ni acerca de las formas que adopta. Tampoco se dirige ningún cuestionamiento respecto a lo que fundamenta el deseo de vivir la maternidad en términos generales, lo cual parece hablar de que “todos sabemos” de qué se trata ese deseo. El fenómeno de la maternidad se estructura, pues, sobre una serie de sobreentendidos de género sin que medie ninguna evaluación sobre los costos que implica el que siga siendo de esta manera (Palomar, 2004). En este sentido, Palomar (2004, 2007, 2010) parte de la afirmación de que la maternidad es un fenómeno compuesto por discursos y prácticas sociales que emanan de distintos lugares, y que conforman un imaginario complejo y poderoso que es, a la vez, fuente y efecto del género en todas sus dimensiones (Palomar y Suárez, 2005), ya que produce tanto símbolos culturales y conceptos normativos, como instituciones e identidades sociales (Scott, 2013). Dicho imaginario sobre la maternidad se entiende más como un mosaico discursivo compuesto de fragmentos que como un cuerpo coherente, compacto y unitario. Por su parte, Siles (2012), aborda el tema de las paternidades a partir de algunas reflexiones sobre las concepciones de varones-padres, miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, comúnmente conocidos como mormones, en torno a las relaciones que entablan con su pareja, hijos e hijas, particularmente, como relaciones de poder y afectivas. Siguiendo estas ideas, explora los significados atribuidos por estos varones a su posición de poder sobre los diversos actores familiares, su posibilidad de ejercer sobre ellos una autoridad o influencia y/o ser influidos por ellos. Asimismo, a la luz de la normatividad religiosa del credo mormón, analiza el componente afectivo de estas relaciones, como un referente simbólico importante para la significación y el ejercicio de la actividad paterna (Siles, 2012). Figueroa y Flores (2012) reflexionan en torno a las prácticas de cuidad realizadas por varones en el espacio familiar, a partir de evidencia empírica de un grupo 17 de varones que realizan actividades de cuidado al interior de sus familias, debido a reacomodos asociados a separación, viudez o bien a que la pareja hace el trabajo extradoméstico. Para ello, se centran en la categoría de modelos emergentes y consideran las dimensiones de motivos, emergencia de nuevas relaciones sociales, cambios o permanencias en la división sexual del trabajo y percepciones de oposición, valoración y aceptación (Figueroa y Flores, 2012). Sexualidad y género Gallego (2007), se fundamenta en los resultados de una investigación que busca identificar y comprender la configuración biográfica de varones con prácticas homoeróticas en la ciudad de México en el año 2006. Con la finalidad de comprender eventos y transiciones socio-sexuales en una muestra intencional de 250 varones, usa del enfoque biográfico y de curso de vida, así como una encuesta retrospectiva. Con la riqueza de la información recolectada comprendió el debut sexual homoerótico, la primera relación de pareja o “primer noviazgo” entre varones, y la primera relación corresidente o “primera unión” (Gallego, 2007). Movilidad urbana Dunckel-Graglia (2013), explora la relación entre movilidad urbana de las mujeres y la violencia en su contra en el transporte público. En particular, explora los temas de género que influyen en el abuso sexual en tal transporte, con atención tanto en los roles tradicionales de la mujer como ama de casa y no como figura pública, así como en el debate innato o adquirido en la explicación del comportamiento del hombre. Dado que los servicios de transporte exclusivo para mujeres fueron implementados para resolver esta problemática, sirve como un punto de referencia para la discusión. Este estudio examina, analiza y evalúa el transporte para mujeres y los efectos que el mismo tiene sobre la movilidad de ellas en relación con estos debates de género. Concluye que el “transporte rosa” ayuda a las mujeres a romper la división entre lo público y lo privado en la que están atrapadas al llevar el tema de la discriminación de género a la atención del público. 18 VIII.- Conclusiones. Las investigaciones recientes sobre los estudios de género nos muestran un caleidoscopio de temas y las diversas perspectivas desde las cuales son estudiadas. Por ejemplo, un sector de mujeres poco estudiado y atendido ha sido el perteneciente a la teología desarrollada en México durante la última década. Otro campo de estudio que hace falta explorar, es el de las mujeres que interesadas en crear un mundo libre de violencia. Así también, los estudios sobre las masculinidades son relativamente recientes. Pero en general, hace falta investigar la historia de género y generar un corpus teórico propiamente mexicano, entre otros temas pendientes. Otro aspecto que importante, es hacer un balance en el que se incorpore la perspectiva de las diferentes regiones del país (noroeste, noreste, occidente y sureste), pues abundan publicaciones de la Ciudad de México, mismas que se basan solamente en la investigación que se lleva a cabo en la región central, olvidándose de otros contextos y de las temáticas particulares que surgen en cada lugar. Para terminar, este acercamiento apenas vislumbra algunos temas. Por lo que sería necesario darle continuidad para tener un panorama más amplio que permita la toma de decisiones. 19 IX.- Bibliografía Alarcón Delgado, Irma Lourdes, 2012, “Conciliación de la vida familiar y laboral en parejas heterosexuales con intenciones de equidad de la Ciudad de México”, México, La Ventana, Núm. 35., enero - junio, pp. 58-92. Angulo Salazar, Lourdes, 2010, “Circulación, usos y significados del dinero en mujeres usuarias de microcréditos”, México, La Ventana, Núm. 32, diciembre, pp. 117176. 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