Una exploración sobre el Estado laico y sus desencuentros

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Una exploración sobre el Estado laico y sus
desencuentros
*Carmen Mendoza Pastor
Quizá existan conceptos que a lo largo de la historia se han mantenido en la mesa para su discusión. A
veces estos conceptos pueden ser objetivos o subjetivos, tal es el caso de los que hoy nos ocupa, son
términos sencillos a simple vista, pero a la vez tan complejos, complejos por los alcances en la vida
cotidiana como ciudadanos, pues marcan nuestro actuar en esta realidad moderna, son términos que
parecieran tan subjetivos que no vemos como objetivarlos y ponerlos a la luz para el entendimiento y
comprensión del ciudadano común; esta complejidad ha hecho que a lo largo del tiempo permanezca
la discusión sobre ellos, pero desde el siglo XIX, han cobrado relevancia, nos referimos a: Laico y
laicidad. ¿Cuál es su origen, cuál es su alcance y, cómo afecta a nuestra vida? Para comprender su justa
dimensión es necesario remontarnos en la historia y desmenuzar los acontecimientos, pues como todo
en la vida habrá que buscar su origen.
De esta manera podemos decir que nuestra reflexión tiene que ver con la declaración de que México
es un Estado laico, un país que ha pasado por distintos conflictos religiosos, sí, pero que finalmente se
dice, y la historia nos han enseñado, que existe una separación entre las funciones de la iglesia -católica,
por supuesto- y el Estado, por lo tanto, entendemos que vivimos en un Estado laico y como
consecuencia tenemos una educación laica”, ¿hasta dónde esto es verdad o hemos vivido en el engaño?
Lo anterior nos conduce a reflexionar que a cada periodo o etapa del desarrollo histórico le corresponde
un tipo determinado de educación. De esta manera podemos decir que la misión de la educación
consiste en constituir las bases de la nación a partir de la formación de hombres y mujeres, pero, eso
depende de la visión que se tenga sobre el tipo de sociedad que se desea formar. Por ejemplo, si
queremos buenos súbditos estaremos hablando de sociedades y, por lo tanto, escuelas monárquicas;
si queremos buenos sacerdotes, estaremos hablando de escuelas teológicas, si queremos buenos
soldados, estaremos hablando de sociedades con gobiernos dictatoriales, pero si queremos buenos
ciudadanos, entonces estaremos hablando de pueblos o sociedades civilizadas, es decir, de sociedades
modernas donde se formen hombres y mujeres libres, individuos que sean capaces de juzgar la vida,
de producir su sustento y forjar una sociedad más libre y más democrática.
Entonces, como vemos, existen alrededor del concepto laico otros conceptos que sin duda tienen
relación directa e indirecta, que nos permite visualizar la importancia de su significado y, sobre todo, la
influencia para la vida en esta sociedad actual. De ahí su importancia y su revisión a lo largo de la
historia, y con ello, entender el porqué de su espinoso debate.
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Si recordamos la historia, la iglesia “católica”, ha tenido un papel preponderante - sobre todo en el
medievo- en la vida pasada, así como en la actual; la sociedad ha pasado por conflictos donde se le ha
excluido de la vida civil, pues, no es para menos, en sus manos estaba buena parte de las funciones
civiles.
El término “laico” (y su gama de significados) es reciente, se planea por estudiosos del tema que se
remonta alrededor del S. XIX. Sin embargo, ¿cuál es el origen de este concepto?; los orígenes del
laicismo, se remontan hasta la doctrina de las “dos espadas” (1), que el papa Gelasio I elaboró en el
siglo V, para atestiguar la independencia del emperador; esta doctrina ha sido retomada muchos siglos
después. (Bovero, M.)
Es a partir de la doctrina de Gelasio I, que se vislumbra una especie de modelo de separación entre el
Estado y la iglesia, visión y teoría que vendrían a transformar la cultura política laica para el siglo XIX.
Bovero, por ejemplo, plantea que también existe otra línea de surgimiento de la división de iglesia y
Estado; él considera que las raíces se pueden encontrar en las sectas del “libre espíritu” que proliferaron
en el siglo XIII en el norte de Europa e Italia, en particular, seguidores de doctrinas panteístas,
hedonistas e igualitarias inspiradas en la profecía de la llegada de la “Edad del espíritu” de Gioacchino
de Fiure… (2)
Dicha postura, claramente transgresora a la autoridad eclesiástica logra transmitirse a las sectas
libertinas que surgen en Francia en el S. XVI. Este movimiento cultural extendido en Francia en el S.XVII,
tenía como referencia al “Espíritu Libre” (3).
________________.
1) La teoría de las dos espadas aparece por cuestiones teológicas civilizadas a la disputa que
protagonizaron los papas con los emperadores, acerca de los límites de las jurisdicciones civiles y
eclesiásticas, es decir, las relaciones entre Iglesia y el Imperio… Según la cual la sociedad humana, por
disposición divida, tenía dos autoridades, la civil y la eclesiástica. Las espadas no podían estar en una
sola mano, correspondiendo una a la potestad secular y la otra a la espiritual, que se debían reciproca
protección. El poder laico tiene poder para hacer, pero los Papas tienen autoridad moral para censurar
las actuaciones de los poderes laicos. Surge así la teoría de los dos poderes o las dos espadas, si bien la
iglesia y el papado deben obedecer las leyes promulgadas por el Emperador, entonces el Emperador
debe respetar la autoridad del papado en cuestiones de orden religioso y moral.
2) Las ideas principales del “Libre espíritu”, fueron de carácter anti-jerárquico; sostenían que Dios
estaba en todo y en todos a través de la presencia del Espíritu Santo. Esta creencia de que Dios estaba
en todos llevó a negar la existencia del pecado y, por tanto, llegaron a defender que es innecesario
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recurrir al auxilio de los sacramentos, ya que el hombre no debía someterse a las limitaciones que
impone la ley moral. Estas posturas de abierto rechazo del papel y validez de la iglesia, hicieron que
fuesen condenados por el papa Inocencio III (1198-1216)
3) Los libertinos son reflejo del renacimiento cultural exaltando el carácter natural del hombre, frente
a la interpretación más teológica de la redención de cristo, que llevó en su opinión a una renovación no
solo del espíritu sino también del cuerpo humano.
El movimiento se desarrolla en el siglo XVII y se identifica con un núcleo de convicciones y posiciones
compartidas que plantean que las religiones nacen de hechicerías populares con el único propósito de
dominio y manipulación y, por lo tanto, genera una actitud de rechazo a las creencias y a los códigos
morales de origen religioso. Por esta razón el libertinismo se considera heredero del pensamiento
renacentista y precursor de las batallas laicas de iluminismo.
Esas posturas, nos dice Bovero, coinciden en una lucha única: la libertad de conciencia y de
pensamiento por un lado, y la independencia individual y colectiva, por el otro.
No menos importantes son las condiciones culturales favorables al nacimiento y difusión del laicismo
en Europa en los albores de la modernidad.
El surgimiento de otras visiones del mundo funciona como alternativa a la concepción religiosa
imperante “la católica”; tal es el caso de la reforma protestante (1510-1550), a partir de la doctrina
luterana, quien cree en Jesucristo como el fundador espiritual, además comparte la interpretación
bíblica que Dios no justifica a los hombres por sus obras buenas, sino más bien por su fe. Este
acontecimiento dio origen a varias ramas denominadas protestantes entre ellas: La iglesia Luterana –
propiamente- los calvinistas y la Iglesia Anglicana fundada a petición de Enrique VIII de Inglaterra. (4)
En este contexto, en Europa se da la desavenencia de la unidad de los cristianos y el estallido de las
guerras religiosas, escenario que va a ser determinante para el surgimiento de pensadores que
reflexionarán sobre las formas de neutralizar el poder confesional, emergiendo con ello los principios
capitales del pensamiento laico a partir del simple iluminador uso de la razón.
Como podemos ver son las condiciones históricas las que van dando forma, o moldeando el surgimiento
de conceptos que siendo complejos son determinantes para el funcionamiento de la sociedad que esté
emergiendo.
________________.
4) Merece especial mención el Rey Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547), quien en un principio rechazo
la conducta de Lutero, sin embargo, el tiempo haría que el Rey Enrique VIII cambiara de opinión.
Deseoso de un heredero varón para asegurar la dinastía Tudor, viendo que su esposa Catalina de Aragón
no podía darle ese hijo, solicitó la anulación de su matrimonio. Roma le negó la anulación. El Rey Enrique
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VIII estaba enamorado de Ana Bolena, la que fue su segunda de las seis esposas que tuvo; proclamando
que el rey no podía tolerar que nadie se opusiera a su poder ni a su autoridad y, por extensión, tampoco
a sus deseos carnales, con su indicación y orientación el Parlamento inglés anulo su primer matrimonio
y ratificó el segundo; ante esto, la respuesta de Roma fue la excomunión de Enrique VIII. Por su parte,
el Rey, para poder mantener su autoridad tomó la decisión de separar la Iglesia de Inglaterra de la de
Roma. Durante los siglos XVII y XVIII se difundió el Anglicanismo fuera de Inglaterra en favor de la
expansión marítimo-colonial, del Anglicanismo nacen los metodistas, inspirado en Wesley.
Entonces, existen condiciones económicas, sociales y políticas favorables al nacimiento y difusión de
conceptos como el laicismo en Europa en los albores de la modernidad.
Así, durante el siglo XVIII el mundo cambia apresuradamente, se transforman los métodos de
producción, los conocimientos sobre la naturaleza, el modo en que los hombres se ven a sí mismos, el
modo en que los hombres ven a la sociedad y a los gobiernos; sin duda estamos en los albores del
pensamiento ilustrado, o el “Siglo de las luces”.
El laicismo (Francia S.XVIII) se identifica con la gama de visiones del pensamiento ilustrado: deísmo
(Voltaire) materialismo (Diderot y (Holbach, Looke), quienes tienen una postura anticlerical.
El pensamiento ilustrado de la Europa racional, se plantea libre de supersticiones y fanatismos, quienes
asumirán como objetivo estratégico derrocar al poder eclesiástico, así como la injerencia en la
administración de la justicia mundana. Sin duda, estamos ante las raíces de lo que hoy en día
conocemos como la separación de la Iglesia y el Estado; sin embargo, no será el pensamiento ilustrado
el que plantee tal separación, sino será el Italiano César Beccaria quien diseñe el principio jurídicopolítico fundamental del laicismo, y quien haga la distinción entre delito y pecado, pues considera que
aquello que la iglesia considera prohibido no necesariamente lo será para el Estado.
Es así como inicia una etapa del desarrollo moderno de la sociedad. Por lo tanto, al poder público no le
será lícita la intervención en la esfera de carácter religioso y a las sociedades religiosas no les será
permitido intervenir en las funciones públicas. Sin duda este es el origen del concepto que hoy nos
ocupa.
A pesar del tiempo, las organizaciones eclesiásticas –sobre todo la iglesia católica- cada que puede o
se le permite –en el sentido de que el Estado deja una rendija-, se reactiva el conflicto; las iglesias no
quitan el dedo del renglón: reconquistar la “Esfera Pública”, tanto en los medios de comunicación (en
la T.V cerrada existen canales religiosos), en el ámbito político de manera directa o indirecta (dan
directrices a sus feligreses en los procesos electorales y/o forman sus organizaciones sociales seculares
con fines político-electorales), y en las instituciones públicas, con el propósito de que las normas
públicas, emanadas por vía democrática resulten conforme a la verdad moral vigilada por la iglesia
(católica), como lo plantea Max Weber.
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En este sentido es importante revisar hasta donde se tiene un Estado confesional o un Estado laico;
entonces partamos de lo más simple, la definición de conceptos, para lo cual sin duda habrá que revisar
la gama de significados,
Retomaré la conceptualización de M. Bovero, que dice: Laicidad obedece a dos núcleos principales:
a) Laicismo, implica una serie de concepciones que se identifican en oposición a las visiones religiosas
del mundo. “Laico”, significa en general “no religioso”
b) Laicismo, este concepto no se contrapone a la religiosidad ni al confesionalismo, entendido este
como teoría y práctica de la subordinación de las instituciones culturales, jurídicas y políticas de una
comunidad, a los principios metafísicos y morales de una religión, los cuales son establecidos por los
clérigos. “Laico” significa en general “no confesional”, “no clerical”.
En este sentido, cuando se habla de laicismo, este término significa oposición o exclusión de lo religioso
de la esfera pública, en especial de las instituciones del Estado. Por consiguiente, Laicidad, tiene que
ver con la forma que permite y favorece la convivencia y el diálogo entre creencias religiosas y las no
creencias.
Entonces, Laico se distingue de “Religioso” y, laicidad, se opone a “Confesional” y “Clerical”.
Por su parte Carlos Monsiváis plantea: Un Estado laico es un régimen político que establece la
independencia frente a toda influencia eclesiástica, al prescindir de todo credo religioso. El Estado laico
no profesa religión alguna y considera que todas las asociaciones religiosas son iguales y poseen
idénticos derecho y obligaciones. Y agrega: en un Estado laico no se habla de tolerancia, sino de respeto
absoluto (Monsiváis, 2008)
Mientras un Estado permita intervenciones o injerencias políticas indebidas, se descalifica como
laicista. Por lo tanto, la forma democrática de gobernar implica la garantía de la coexistencia de una
pluralidad de orientaciones políticas, de su convivencia y competencia pacífica.
Como plantea Monsiváis, en su libro El Estado laico y sus malquerientes (Debate/UNAM), la noción del
Estado laico en México, comenzó a tener sentido y significado reales cuando se asimilo la noción de
derechos humanos. Mientras que la gente, la sociedad, se consideraba sin derechos humanos, no
admitía los derechos de los demás. Sólo la apropiación de ese concepto le dio al Estado laico la
posibilidad real de existir como una atmósfera cotidiana de la sociedad, no simplemente como el
conjunto de leyes que ahí están y que sirven extraordinariamente en el proceso educativo, sino en el
proceso de la vida cotidiana, (Monsiváis, 2008). Esto quiere decir entonces que al igual que en el mundo
desarrollado el concepto es joven, en nuestro país los es aún más, al grado tal que dice: “Si no se
establece el Estado laico no tendríamos país, porque era tal el poder, la fuerza, la irracionalidad del
clero que no había modo de gobernar de manera independiente”. (Monsiváis, 2008)
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En nuestro país desde la conquista se nos implantó la religión católica. Recordemos que la conquista
fue también espiritual, siendo la religión católica la única –la invención de la Virgen de Guadalupe fue
fundamental- para crear identidad; también Miguel Hidalgo utilizó el estandarte de la Virgen de
Guadalupe en la lucha por la independencia y el papel fundamental que juega José María Morelos con
los Sentimientos de la Nación, donde se establece que la religión católica será la única en este México
por Independizarse, añadiendo de manera clara, que no se tolerara ninguna otra religión. (Cervantes
Rodríguez, J.)
Sin lugar a dudas, lo anterior pone de manifiesto el gran poder de la iglesia católica sobre la vida social.
Es ahí donde encontramos la raíz en nuestro país del proceso modernizador al que aspiraba la nación
mexicana y que se concretizó con lo que conocemos como las Leyes de Reforma, las cuales definieron
la independencia del poder estatal respecto al clero y a la religión, lo que consolidó a la nación
mexicana, al Estado en México país
La iglesia, como le era habitual acaparar bienes tanto terrenales como celestiales, buscó siempre
mantener sus privilegios, organizó un movimiento armado llamado los polkos (jóvenes católicos
recalcitrantes,) en contra de las Leyes de Reforma, que se puede decir que son el antecedente a la
“Guerra Cristera” acontecida en México (1926-1929); estos y otros movimientos siempre han buscado
mantener los privilegios y la supremacía de la religión católica.
Ni las ideas liberales que aportaron conceptos y teorías basadas en la libertad individual, ni el tiempo,
han podido detener los apetitos de la iglesia que continúan vigentes. La libertad de independencia del
Estado de cualquier iglesia y la igualdad civil de todos los ciudadanos al margen de sus creencias
religiosas son algunas de las ideas esenciales en defensa de un Estado laico.
Sin embargo, la realidad nos contradice, en ocasiones no entendemos si vivimos en un estado laico –
simulado- como se nos ha hecho creer, o vivimos en un estado confesional disfrazado, dado los
acontecimientos ocurridos en los últimos tiempos. Recordemos que con Carlos Salinas se reforma el
artículo 130 constitucional, “Esta Reforma le permite a la iglesia participar en el baile junto al Estado,
en la misma pista, pero no bailar entre ellos” (Cervantes R, Javier). Hemos observado la intromisión en
la política mexicana, con el consentimiento explícito o implícito por parte del Estado Mexicano o, al
menos, mostrando una actitud omisa (y servil) ante tal intervención.
Con Vicente Fox, la entrega del crucifijo en público por parte de su hija en un acto gubernamental, el
asistir a misa antes de la toma de posesión como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, retirar
el retrato de Benito Juárez (Benemérito de las Américas y promotor de las Leyes de Reforma) de la
residencia oficial de Los Pinos, la visita al vaticano con Martha Sahagún como la pareja presidencial,
para solicitar la anulación de su matrimonio religioso, y un conjunto de atropellos más, que si los
enumeramos, podríamos abarcar gran parte de esta hoja. Y cuando se trata de políticos con ideología
conservadora, religiosa, hasta cierto punto es entendible, pero, cuando políticos de izquierda plantean
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que en una vida verdaderamente democrática se debiera permitir a los ministros de culto ser
candidatos a ocupar puestos de elección popular, ya que esto representaría un avance en la vida
democrática (Cervantes R, Javier), entonces se hace imposible coincidir con ellos.
Otro episodio no menos importante es el papel de un político jalisciense, quien decide otorgar una
limosna millonaria a favor de una congregación cristera. Si fuera dinero propio del mandatario, creo,
está en su libertad de hacer uso de él como le venga en gana, pero cuando se trata de recursos públicos,
entonces ¿dónde queda el Estado laico?, ¿cuál es el límite entre Estado e Iglesia? Y como estos
acontecimientos existen otros en diferentes Estados de la República, de repente algún gobierno, Estatal
o Municipal, lleva a cabo misas al interior de las instituciones públicas, permiten manifestaciones
religiosas en la vía pública, o cambian nombres a las calles y plazas públicas: el caso de Puebla, cambiarle
de Puebla de Zaragoza a Puebla de los Ángeles, afortunadamente se regresó a su nombre original. Un
día emblemático es el 12 de diciembre (señalado por la jerarquía eclesiástica para honrar a la Virgen de
Guadalupe) casi, casi es un día de asueto nacional, instituciones bancarias, educativas, empresariales y
todo tipo de organizaciones políticas y sociales suspenden labores.
Como dijera Monsiváis, el Estado laico en México ha experimentado un proceso muy complicado,
vivimos momentos de retrocesos; para establecer, -si es que lo somos- un Estado laico, se pasó por
guerras civiles, invasiones, ataques a la tolerancia, reivindicación de la educación pública,
enfrentamientos con terratenientes y al propio clero, en fin, nuestra historia está plagada de luchas,
entre ellas este conflicto aún vigente.
El Estado laico es la garantía sólida del proceso educativo. Recordemos que la Constitución de 1917
reivindica el carácter laico de la educación: Sin embargo, todo apunta a que la iglesia quiere retomar su
participación en la vida civil, su objetivo quiero dudarlo, restablecer el poder político-religioso
cercenado durante las Leyes de Reforma.
Para concluir, creo que se hace necesario insistir que el término de laicidad no es anticlerical, no es
estar en contra de la religión, es simplemente la división entre estos dos términos: Estado y Religión.
La laicidad respeta la libertad que como ciudadanos tenemos derecho, el tema es la libertad en
general, no la libertad religiosa; es decir, cuando se habla de libertad laica comprende la libertad de
conciencia, la libertad de información, la libertad de decisión, la libertad de actuación y la libertad de
elegir la religión que cada individuo en plena conciencia desee, por lo tanto, el papel del Estado es
garantizar estas libertades, que cada persona sea libre de decidir hacer algo, siempre y cuando este
dentro del marco jurídico. En este sentido, el Estado laico trata con ciudadanos, y en los espacios
públicos se construyen ciudadanos, tal es el caso de la educación que brinda el Estado. Por eso cuando
vemos que las organizaciones clericales se entrometen en asuntos públicos y el Estado disimula no
darse cuenta, no coincidimos en que somos un Estado laico o en el mejor de los casos, nos asalta la
duda de hasta dónde está esa línea de separación de las funciones de estas dos instituciones.
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Bibliografía
Alcalá, F.G. (2012, Marzo 1) La laicidad como espacio público. La Jornada
Berman, S. (2012,) Educación científica o religiosa. Proceso
Bovero, M, Laicidad. Un concepto para la teoría moral, jurídica y política. http://catedralaicidad.unam.mx/wp-content/uploads/2013/08/-El-concepto-de-laicidad-Michelangelo-Bovero.pdf
Campos,A.V.(2013, junio 14) El Estado laico y sus malquerientes. La jornada
http://laicismo.org/detalle.php?tg=119&pg=1&pk=28730
Monsivais, C (2008) El Estado laico y sus malquerientes. Mexico. Debate/UNAM
Vargas, A. (2008, junio viernes 13). Los derechos humanos llevaron al Estado laico a existir como
atmosfera cotidiana. La jornada
Savater, F. (2012, Marzo 1) Laicismo. Cinco Tesis. La Jornada.
*Acerca del autor: Mtra en Economía de la Facultad de Economía de la BUAP. Actualmente imparte clases en la Facultad de
Contaduría Pública.
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