El carácter Laico de un Estado puede expresarse en dos líneas diferentes, el laicismo o la laicidad. El primero refiere a la negación de todo espacio público a la religión y la relegación plena de esta al ámbito de lo privado. El segundo corresponde a una separación entre iglesia y Estado que sin embargo reconoce a la religión como una visión de mundo más en medio de las demás presentes en el tejido social, en virtud de lo cual merece ser oída al igual que otras posturas en el debate público de la comunidad política. “(…)la laicidad descansa en dos grandes principios: el de la igualdad de trato y la libertad de conciencia, así como en dos procedimientos que permiten la ejecución de estos principios, a saber, la separación de la iglesia y el Estado y la neutralidad del Estado respecto de las religiones.”1 Tenemos un laicismo cuando el carácter laico de un Estado enfatiza los procedimientos por sobre los principios, es decir, la separación de la iglesia y el Estado por sobre la igualdad de trato y la neutralidad por sobre la libertad de consciencia. Sin embargo la separación de la iglesia y Estado, e independencia de este último respecto de aquella no implica la ausencia de confesión en el espacio público, ni tampoco la no presencia de lo religioso en el espacio público o en organismos estatales. Más bien implica, tal cual lo señala su primera definición, una independencia, es decir, que ni el espacio público ni el Estado, dependen o 1 Laicidad y libertad de conciencia (Laïcité et liberté de conscience), Charles Taylor y Jocelyn Maclure, traducción de María Hernández, Alianza Editorial, Madrid, 2011. Pág.34. 1 están determinados por una religión o sistema de creencias . Yo no dependo de mis Padres, sin embargo puedo oír sus consejos y recibir su ayuda en múltiples maneras. Cuando la religión es excluida del espacio público, lo que ocurre es que la visión de mundo que el Estado detenta ha tomado el lugar de la religión, de manera que aquel Estado pese a poder ser laico en lo normativo, no lo es en los hechos toda vez que mantiene un patrón de funcionamiento confesional. El Estado no confesional ha de ser un Estado que no defiende él mismo una visión de mundo en particular, sino que principios comunes necesarios para la convivencia. Principios tales como la libertad de conciencia y la igualdad de trato. “El Estado Democrático debe ser neutro o imparcial en sus relaciones con las distintas religiones. Además, debe tratar de la misma manera a los ciudadanos que actúan en función de creencias religiosas y a los que no lo hacen; dicho de otra forma, debe ser neutro respecto de las distintas visiones de mundo y los conceptos del bien seculares, espirituales y religiosos con que se identifican los ciudadanos”2 Un Estado Laico es ante todo un Estado Neutral, secularismo o ateísmo no son sinónimos de Laicismo ni de Laicidad. Muy por el contrario cuando un Estado ha abrazado el secularismo, a perdido su carácter de Laico, está relegando a una categoría de ciudadanos de segunda categoría a aquellos ciudadanos que sostienen una confesión religiosa. Un Estado Laico no puede adoptar la misión de secularizar a sus ciudadanos como parte de su programa. De manera que el Laicismo corresponde a una interpretación sesgada del carácter Laico del Estado, que viola los principios de igualdad de trato y libertad 2 Ibíd. Pág. 21. 2 de consciencia. En tanto la Laicidad constituye una interpretación de lo Laico que es fiel a sus principios básicos y que permite una sociedad pluralista, inclusiva y respetuosa de la diversidad presente en la comunidad política. “Si se retrocede lo suficiente en un sistema de ideas, finalmente se llegará a un punto de arranque. Algo ha de tomarse como auto-existente, realidad última y origen de todo lo demás. No hay razón que explique su existencia; simplemente es.”3 Las creencias religiosas y las creencias naturalistas poseen el mismo carácter respecto de la certeza del conocimiento: son creencias. Esto quiere decir que son asumidas con anterioridad a la experiencia. Por ejemplo, la ciencia asume que la realidad es como nosotros la experimentamos y que nuestra experiencia no es sólo nuestra experiencia, sino que coincidecon la realidad. Cuando el Estado esgrime supuestos científicos en contra de supuestos de origen religioso, ha salido de lo Laico y opera en lo confesional. Si una estadística seria indica que 9 de cada 10 niños de 13 años de Edad ha iniciado su vida sexual fuera de todo compromiso, eso sería un hecho, pero que en base a ese hecho determinamos que dicha conducta es normal, es una creencia. Así una política pública que educara a niños para tener una vida sexual activa antes de los 14 años basada en este hipotético estudio, no lo haría basado en un hecho científico, sino que en una creencia. Ahora el problema no es que dicha política pública se haya ejecutado en base a una creencia, sino si acaso al hacerlo no 3 Verdad Total, Libera al cristianismo de su cautiverio cultural, Nancy Pearcey, Editorial Jucum, 2014. Pág. 43. 3 jerarquizo los sistemas de creencias presentes en la comunidad política tomando partido por uno en particular relegando a los demás a un segundo plano. La separación Iglesia-Estado( procedimiento que busca expresar el principio de neutralidad) se concretó en Chile con la Constitución del año 1925, la cual no señala de forma explícita que el Estado Chileno sea un Estado laico, sino más bien solo enuncia la libertad de conciencia haciendo énfasis en la libertad religiosa que se deriva de esta última. “La Constitución asegura a todos los habitantes de la República: La manifestación de todas las creencias, la libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público, pudiendo, por tanto, las respectivas confesiones religiosas erigir y conservar templos y sus dependencias con las condiciones de seguridad e higiene fijadas por la leyes y ordenanzas”. Por su parte, la Constitución de 1980 tampoco establece de forma expresa el carácter laico del Estado Chileno, mas establece, al igual que la Constitución de 1925, principios de laicidad como base de nuestro régimen, señalando que “la Constitución asegura a todas las personas (…) la libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejerciciolibre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al ordenpúblico.” Así, considerando lo expuesto, vemos en las dos últimas Constituciones Chilenas, un Estado Laico entendido como un régimen de laicidad, esto es como aquel que se funda y opera en la neutralidad respecto de las visiones de mundo 4 ostentadas por sus ciudadanos, neutralidad expresada en una efectiva libertad de conciencia e igualdad de trato para todos los miembros de la comunidad política. Sin embargo, pensamos que en aras de una mayor justicia en las relaciones entre los distintos sectores de la sociedad, la Laicidad de nuestro régimen debe ser fortalecida y profundizada en cuanto a las implicaciones prácticas de sus principios. 5