35 CAPÍTULO 2.2.- IMPLANTACIÓN 2.2.1.- Introducción La implantación de un olivar va intrínsecamente unida a sus perspectivas de mecanización. Para ello, y en primer lugar hay que proceder al estudio del medio de cultivo, considerando como tal clima, suelo y agua, tiene gran importancia y, aunque el olivarero, sólo puede influir en él hasta ciertos límites, debe ser muy considerado. • El clima por su incidencia en la vegetación. • El suelo porque, además de ser el soporte de las plantas, le proporciona el agua y los nutrientes. • El agua por su influencia en la fotosíntesis. Al hacer hoy una plantación de olivar se debe tender a tener un período improductivo corto, a aprovechar al máximo el medio y a buscar la mecanización integral del cultivo, para lo que es fundamental usar planta con calidad sanitaria, pureza varietal y bien desarrollada, siendo las plantas propagadas bajo nebulización, formadas como se muestra en la figura siguiente, las que mejores características ofrecen (Barranco et al, 1997). Figura 2.2.1.- Planta de olivo propagada bajo nebulización. • El clima es el primer factor a tener en cuenta al hacer una plantación, básicamente está definido por factores tales como temperatura, luz y pluviometría. 36 Para conocer el clima reinante en una posible zona de plantación se deben consultar los datos correspondientes a la estación meteorológica más próxima y como mínimo determinar, además de las temperaturas extremas, la duración del período anual de vegetación, ya que por ser el olivo particularmente sensible a las heladas, los accidentes ocasionados por ellas pueden ser grandes, llegando a producir desde la destrucción de yemas hasta la muerte de órganos e incluso de toda la planta. La temperatura es necesario tenerla en cuenta ya que durante el reposo, temperaturas comprendidas entre -5º C y -10º C pueden causar daños no sólo a brotes y ramas de poca edad, sino que en ocasiones pueden provocar la muerte de ramas de gran tamaño e incluso de toda parte aérea, durante la vegetación los olivos son más sensibles al frío y puede asegurarse que, a pesar de su gran rusticidad, en esta época, temperaturas próximas a 0º C pueden causar daños en brotes, provocando la muerte de yemas y hojas tiernas, y durante la fructificación, temperaturas inferiores a 0º C merman la producción y disminuyen la calidad del aceite obtenido. Es importante tener en cuenta además que los daños son mayores cuanto más larga es la duración de las bajas temperaturas y la brusquedad con que se produzcan. La luz es necesario tenerla en cuenta porque es responsable de la fotosíntesis. La pluviometría es preciso considerarla porque el agua constituye un factor limitante de la producción, y cuando es escasa e irregularmente repartida, produce desequilibrios nutritivos que reducen la capacidad productiva. • La vida del olivo en la que se pueden distinguir tres fases: período juvenil, período productivo y período de vejez, las cuales, al diseñar una nueva plantación es necesario tenerla en cuenta (Humanes J. et al, 1977). En el período juvenil, el árbol se desarrolla, y prácticamente no florece. Durante este período es importante, para, en el futuro, poder realizar con eficiencia la recolección mecanizada de las aceitunas conseguir olivos de porte erguido, con un solo tronco, diáfano, de más de 100 cm de 37 altura, con dos o tres ramas principales tendentes a la verticalidad y con tamaño que no sea excesivo para poder ser manejado por los vibradores. Agronómicamente durante el período juvenil es preciso dedicar grandes atenciones, ya que en él se determinan las características de la plantación. Al ser costoso, un período juvenil corto es necesario, por lo que el uso de plantones con buen estado de desarrollo es aconsejable. En el período productivo, se da una abundante fructificación y un crecimiento suficiente como para desarrollar ramificaciones que aseguran su rejuvenecimiento, siempre considerando que la transmisión de la vibración exige reducir los cambios de dirección. Económicamente el período productivo es el más interesante, pues es la fase de la vida del árbol en la que produce más beneficios. La duración del período productivo interesa que sea máxima, y aunque cada especie frutal tiene sus propias características y puede verse influida por las características de cultivo, de suelo y de clima, en contra de opiniones generalizadas el olivar que se recoge mecánicamente debe tener una vida mucho más corta que la que hoy se considera. En el período de vejez acaban las grandes producciones y aunque el árbol produce, no desarrolla suficientes ramificaciones como para rejuvenecer. • La variedad a utilizar en la implantación, aunque el olivo es un árbol de gran longevidad y una rusticidad que le permite adaptarse a las más adversas condiciones de cultivo, como en cualquier plantación frutal la elección de la variedad a cultivar es muy importante, ya que además de estar adaptada al medio, debe ofrecer las características de vigor, producción, resistencia y valor comercial adecuados. Hasta hoy las variedades cultivadas de olivo son el resultado de una evolución natural, no habiendo en la actualidad oferta comercial de variedades específicas. Resulta arriesgado hacer nuevas plantaciones con material diferente del normalmente utilizado en la zona, pues todo cambio 38 debe ir acompañado de un período experimental, ya que, sin él, los resultados pueden no ser los previstos. • El marco de plantación una vez elegida la variedad a cultivar, por ser la luz, el agua y el suelo los tres factores más importantes a tener en cuenta, es por lo que, es preciso tratar que las plantas compitan mínimamente por ellos. También es necesario tender hacia la mecanización de todas las operaciones de cultivo. Cuando no se presentan limitaciones topográficas, el marco apto para la mecanización exige una distribución de los olivos a distancias regulares, que permitan el desarrollo regular de los olivos en tamaño y con forma globosa, en cambio cuando las pendientes del terreno son importantes, la plantación debe ser hecha según las curvas de nivel del terreno, lo cual aunque dificulta y encarece la mecanización, pero se facilita la lucha contra la erosión y la pérdida de agua por escorrentía. Figura 2.2.2.- Olivar plantado en curvas de nivel. En terrenos con grandes siguiendo las curvas de nivel es construcción de bancales en los regular, si bien su elevado coste resultar prohibitivos. pendientes la construcción de terrazas obligada, siendo a veces aconsejable la que se distribuyen los olivos de forma y su elevado impacto ambiental pueden Figura 2.2.3.- Cultivo del olivar en terrazas. 39 En terrenos con dificultad de drenaje, a los que el olivo es particularmente sensible, se recurre a utilizar sistemas de drenaje o a plantar los olivos sobre grandes caballones, lo que permite preservar, al menos inicialmente, las raíces de los posibles encharcamientos (Pastor, 1998). a) Antes de la lluvia b) Después de la lluvia Figura 2.2.4.- Olivos plantados sobre caballones de tierra. 2.2.2.- Diseño de la plantación Para realizar una nueva plantación es preciso definir tres conceptos: densidad, disposición y orientación. • La densidad de plantación, que es muy variable, debe recordarse que cada olivo debe disponer de un volumen de suelo tanto mayor cuanto peores sean las características del medio. • La disposición puede hacerse en marco real o rectangular, y a tresbolillo. En ésta se sitúan los árboles en los vértices de un triángulo equilátero, lo que ofrece como ventaja una mayor utilización del suelo y como inconveniente una mayor incomodidad en la realización de las faenas de cultivo. • La orientación, que no tiene gran importancia en olivar debido a su típica formación libre, es conveniente señalar que la colocación según la dirección norte-sur de las filas es la que ofrece mejores resultados en cuanto a iluminación de los árboles. Las densidades utilizadas en plantaciones tradicionales de olivar varían desde 20 olivos/ha en Sfax (Túnez), hasta 400 olivos/ha en Toscana (Italia). En España, las plantaciones tradicionales son en marco real de unos 70-80 olivos/ha, cultivados mayoritariamente con 2-3 pies/olivo.. 40 Figura 2.2.5.- Olivar en el desierto del sur de Sfax (Túnez). Trabajos de investigación aplicada, fundamentalmente a la búsqueda de sistemas de plantación aptos para la mecanización intengral del olivar, entre los que se han distinguido los del equipo de Humanes J., han llevado a aconsejar plantaciones con unos 250 olivos/ha con un sólo pie por árbol, que curiosamente representan el mismo número de pies/ha que las tradicionales, pero distribuidos uniformemente en el terreno. Existe, al diseñar una plantación, bien la opción de hacerla manteniendo constante la densidad o bien la de reducirla paulatinamente. Según los conceptos de la nueva olivicultura, la densidad, en el primer caso, debe estar comprendida entre 200 y 300 olivos/ha. En el segundo caso la densidad inicial puede alcanzar los 600 e incluso los 2000 olivos/ha, y aunque con ella se consigue una rápida entrada en producción, cuando se hace un arranque parcial de los olivos, aparecen problemas agronómicos muy variados, que no se ven compensados con las altas producciones obtenidas en el período inicial, como son los mayores gastos derivados de la plantación, cultivo y arranque. El intercalado de olivos en las plantaciones tradicionales, no ha dado resultados satisfactorios, ya que los olivos intercalados se desarrollan muy lentamente. El método más aconsejable para cambiar de una plantación tradicional a una moderna, puede ser arrancar los olivos viejos y realizar una plantación completamente nueva con arreglo a los criterios descritos, si bien, los aspectos económicos pueden aconsejar realizar el cambio paulatinamente. 41 Se está propugnando la idea de llevar a cabo sistemas de plantación de olivar en forma de seto intensivo, basándose para ello en que así será posible la utilización de máquinas vendimiadoras con las que se podría llegar a la mecanización integral de este cultivo. Esta idea, por el interés de su propuesta y por el momento que vive el olivar, resulta tan atractiva que hace incluso olvidar conceptos que son básicos para mecanizar las operaciones de recolección y poda de frutales arbóreos, y aunque en ciertas especies frutales se han realizado mejoras en la reducción del tamaño de los árboles mediante portainjertos enanizantes, o encontrando variedades enanas o recurriendo al empleo de reguladores de crecimiento, en la actualidad el olivo no tiene patrones enanizantes, ni variedades genéticamente enanas, ni se conoce en este sentido el manejo de reguladores del crecimiento (Porras et al, 1999). Cuando se hace un análisis geométrico del volumen de los olivos y de su superficie externa, se obtiene que, considerando como premisa la capacidad productiva de un determinado medio, medida como volumen/ha foliar que es capaz de generar, un mayor número de árboles/ha proporciona una mayor superficie externa iluminada y por tanto una mayor capacidad de interceptar energía solar y más altas las producciones previsibles. En olivar la formación en seto intensivo es un sistema de conducción que a priori se presenta como muy adecuado para el desarrollo de sistemas continuos de recogida de aceituna, pero es preciso tener en cuenta hábitos de crecimiento y fructificación del olivo, árbol que cuando se le cultiva sin limitaciones de agua, suelo o clima alcanza un extraordinario vigor. Como tiene yemas en las axilas de las hojas que permiten la ramificación; se desarrolla una competencia por el espacio y por la luz, que es esencial para el correcto funcionamiento de las hojas y para el desarrollo de los frutos, que limita la máxima densidad con la que se pueden realizar las plantaciones con variedades convencionales. Además las plantaciones en forma de seto intensivo utilizando variedades convencionales de olivos, éstos tienden naturalmente a sobrepasar la reducida zona que tienen las máquinas vendimiadoras para trabajar. Es por lo que las posibilidades de aplicación de este sistema parecen escasas, o al menos muy discutibles. El énfasis que en ciertos lugares se está dando a las formaciones en seto intensivo de olivos, hoy por hoy no está suficientemente justificado y 42 es poco probable que se puedan producir grandes cambios en un futuro inmediato. Por todo ello, se puede afirmar, que las plantaciones de olivar deben hacerse con distancias entre plantas en las líneas de cultivo, suficientes como para permitir una buena penetración de la luz para la fotosíntesis, y con calles con fácil acceso para las operaciones de laboreo, de poda y recolección, lo que exige líneas de plantas separadas entre 6 y 8 m, distancia suficiente como para permitir el acceso de la maquinaria de cultivo y de recogida y para asegurar una adecuada exposición a la luz solar. Los árboles deberán ser formados con un sólo tronco, diáfano, lo bastante alto como para poder adaptarse los vibradores e incluso como para permitir un trabajo cómodo de las estructuras recogedoras (1±0’2 m), deben cultivarse a todo viento, guiados al principio por tutores adecuados. El coste de formación de los árboles durante los primeros años puede ser importante, ya que mecánicamente la recolección exige eliminar las ramas fructíferas largas. Éstas que antes se consideraban importantes en el potencial productivo, ofrecen una transmisión de la vibración tan baja que apenas se mueven los frutos, y aunque la producción pueda verse reducida, la productividad se verá positivamente afectada. Interesa señalar que una vez formados los árboles se debe ir al mínimo de intervenciones con la poda. Figura 2.2.6.- Olivar con marco de plantación 6·4 m. En resumen, árboles de porte erguido y con un sólo tronco alto y diáfano son los mejor adaptados a la recogida mediante vibradores de troncos. 43 Figura 2.2.7.- Vibrador de inercia. • La poda, una vez realizada la plantación, constituye la más importante técnica de control del cultivo. Gracias a ella, se consigue un equilibrio fisiológico entre crecimiento y fructificación, necesario para producir una superficie foliar adecuada no sólo para que la cosecha alcance el máximo potencial sino también para producir un número suficiente de yemas que permitan asegurar una buena cosecha el año siguiente. Humanes y Pastor han demostrado que, en olivar joven, los experimentos con poda mecánica han proporcionado resultados interesantes y se puede considerar como una herramienta de trabajo que puede ser imprescindible, junto con la poda manual, para el manejo de plantaciones intensivas, una vez que ésta ha alcanzado su óptimo desarrollo. No obstante consideran que, como en cualquier otro frutal, la poda mecánica no constituye un substituto definitivo de la poda manual (Pastor M, 1995). Figura 2.2.8.- Podadora mecánica aplicada a olivar intensivo. 44 2.2.3.- Preparación del terreno para plantación La implantación de un olivar en un suelo exige en ocasiones intervenciones que precisan máquinas que requieren una elevada potencia de tracción y unas características tales que es difícil que puedan formar parte de la maquinaria de una explotación agrícola normal, por lo que, en general, sólo es posible realizarlas contratando con empresas privadas y cooperativas. Además cuando se pretende implantar en un terreno virgen se pueden encontrar árboles, arbustos, raíces, piedras, lo que obliga a utilizar maquinaria muy variada. Son los tractores de cadenas con potencias que oscilan entre 100 y 250 C.V. los más usados en este tipo de trabajos ya que requieren una potencia de tracción elevada y, en ocasiones, unas condiciones de estabilidad a vuelco importantes. Figura 2.2.9.- Tractores de cadenas. También es posible utilizar tractores de ruedas o de neumáticos, de 2 y 4 ruedas motrices con potencias de 120-130 C.V. e incluso de 300 C.V. los cuales tienen numerosas ventajas, aunque su capacidad de tracción es menor. 45 Figura 2.2.10.- Potente tractor de neumáticos. • La implantación de un olivar exige a veces la realización de movimientos de tierras, para ello se pueden utilizar: bulldozers, traillas, palas cargadoras y niveladoras • El bulldozer también se usa para el derribo de árboles de troncos no muy gruesos, y cuando se trata de establecer el cultivo en lugares inaccesibles a los tractores se usan motosierras y desbrozadoras. Figura 2.2.11.- Motosierra de cadena .Figura 2.2.12.- Desbrozadora portátil. • Para sacar los restos de raíces que inundan el suelo tras el derribo de los árboles y arbustos es necesario antes de empezar la plantación su eliminación, para lo que se usan dispositivos tales como los trípodes de tracción vertical a base de polipactos manuales, y también se utilizan láminas dentadas y garras de arranque, que actúan por empuje o por tracción. Hay ocasiones en las que se realiza el arranque por extirpación, para ello se usan útiles que además de un movimiento de elevación y descenso general de los brazos que soportan, tienen un movimiento de inclinación longitudinal, que les permite clavarse primeramente en la tierra y a continuación girar realizando la extirpación. Figura 2.2.13.- Arrancadora extirpadora. Una técnica de arranque que se ha usado en la replantación de olivar son los barrenos, con ellos, además de sacar las raíces se obtiene un terreno mullido hasta profundidades próximas a 1 m, y deben utilizarse cuando los 46 suelos sean muy pedregosos, y siempre en suelos secos, ya que en terrenos húmedos pueden producir compactación que puede perjudicar el drenaje. En todo caso se usarán como explosivos derivados nitrogenados que no dejen residuos nocivos para la vegetación. • La eliminación de pequeña vegetación superficial se realiza con máquinas conocidas como trituradoras de eje vertical o de eje horizontal. También se usan pesados cilindros arrastrados que cuando son autopropulsados se llaman tanas, los cuales, por su elevada masa, al avanzar destruyen la vegetación con gran rapidez. • Para limpiar el terreno de troncos y ramas gruesas se usan los rastrillos desbrozadores. • Para eliminar piedras se usan rastrillos despedregadores. Figura 2.2.14.- Rastrillo despedrador. Existen, cuando la cantidad de piedra es muy abundante trituradoras que utilizan potentes martillos de acero accionados a gran velocidad. • La limpieza del terreno de restos vegetales pequeños se puede hacer bien mediante el quemado de residuos y el astillado, que constituye la mejor forma de eliminación de restos pues evita los peligros de incendio, de plagas y con él se consigue un máximo aporte de materia orgánica de la que, en general, los olivares son deficitarios. • El drenaje constituye una mejora difícil y cara, que en olivar, por su baja resistencia a la asfixia radicular, se hace necesaria en zonas en las que hay una capa impermeable de roca o de arcilla que impide la 47 percolación del agua, hasta hacer que el suelo tenga un nivel tan bajo de aireación que hace difícil, a veces imposible el cultivo. El drenaje se realiza bien mediante fosas a cielo abierto, o bien utilizando conducciones enterradas mediante máquinas excavadoras de cadena de cangilones, de rueda de cangilones y rejas abrezanjas. 2.2.4.- Realización de la plantación Una vez preparado el terreno, lo que evita la pérdida de plantas y asegura su rápido desarrollo, se procede al replanteo, el cual consiste en señalar la posición de los árboles con el marco elegido, indicando en el suelo el lugar exacto donde se debe realizar el hoyo para colocar la planta. No hace mucho tiempo, manualmente se hacia un hoyo de aproximadamente un metro cúbico de volumen, en el que se enterraban varias estacas que lentamente enraizaban y producían los correspondientes brotes de los cuales se iban seleccionando lentamente los pies que constituirían el olivo adulto; en cambio, hoy, teniendo en cuenta que las plantas de vivero tienen un cepellón que no supera los cuatro litros es suficiente con unos 50 cm de profundidad y otros tantos de diámetro y aunque se puede hacer con retropalas, es más práctico el uso de ahoyadoras. Las retropalas deben ir equipadas con palas de pequeño tamaño y las ahoyadoras usar barrenas pequeñas, pues en caso contrario se hace un hoyo tan grande que para rellenarlo es necesario mover manualmente un volumen de tierra tan importante que encarece y hace incómoda la operación. El tiempo de trabajo incluido el transporte en apertura de hoyos en terreno preparado no llega a ser ni tan sólo de un minuto por hoyo. Figura 2.2.15.- Ahoyadora accionada por la toma de fuerza del tractor. 48 Es importante destacar que en suelos arcillosos las ahoyadoras generan una pulimentación en las paredes del hoyo que es conveniente romper, pues su impermeabilidad puede impedir el normal desarrollo del sistema radical de los plantones o incluso causar su muerte por asfixia en caso de lluvias abundantes. Cuando se trata de terrenos sueltos y profundos y que han sido bien preparados, si su humedad es la adecuada, los hoyos se pueden hacer a mano, en el momento de hacer la plantación, aprovechando el punto de corte de dos pasadas perpendiculares de apero profundo, lo que en ocasiones se utiliza para hacer el replanteo. Hoy día el material aconsejado para realizar la plantación es un plantón de vivero con un buen sistema radicular, una altura de alrededor de 1 m, una edad comprendida entre 1 y 1’5 años y desarrollado en un contenedor de unos 4 l de capacidad, sano y formado con un sólo eje en el que se eliminan las brotaciones bajas (Pastor,M., 1977). Plantones de vivero como los descritos, se puede plantar en cualquier época del año, si se cuida mínimamente. No obstante los mejores resultados se obtienen plantando en otoño. Una vez colocada la planta es conveniente dar un riego abundante. Figura 2.2.16.- Colocación de plantones de olivo. La mecanización integral exige que el tronco se desarrolle verticalmente, para lo que es necesario colocar un tutor suficientemente fuerte y capaz de durar como mínimo tres años sin pudrirse, clavado en el terreno hasta que tenga una buena fijación. Como tutores, además de los 49 clásicos de madera, tratados con sulfato de cobre, se emplean varillas de acero corrugado, las cuales tienen como único inconveniente el de provocar heridas en la planta si existen movimientos indeseados. Para evitar problemas de desarrollo deben vigilarse frecuentemente las ataduras corregir posiciones defectuosas de las plantas y evitar posibles estrangulamientos. 50