Una propuesta de armonización de la enseñanza superior en los

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UNA PROPUESTA DE ARMONIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR
EN LOS CENTROS PENITENCIARIOS
Dra. Alicia Rodríguez Núñez
Coordinadora del Programa de Estudios Universitarios en Centros Penitenciarios
UNED, paña
El desarrollo de la enseñanza en las prisiones viene avalado por una amplia batería de
acuerdos y declaraciones internacionales que obliga a los Estados signatarios a adaptar sus
legislaciones internas a lo convenido para todos sus ciudadanos sin distinciones sobre su
situación personal.
Las personas privadas de libertad legalmente por una sentencia dictada por un Juez o Tribunal
únicamente quedan afectadas en sus derechos por los términos de la sentencia en cuanto a la
restricción de la libertad de movimiento, en ningún caso podrá quedar legalmente suprimido el
derecho a la educación, y esto porque precisamente la instrucción facilita la integración social
que debe ser la última meta de la pena. Otra cuestión es que la enseñanza en las prisiones
plantee unas dificultades especiales por el lugar en que debe impartirse y por las
características de los alumnos.
Es necesario un marco legal que respalde el derecho de los presos a recibir educación dentro
de los centros penitenciarios y obligue a los estados a arbitrar los medios para su desarrollo.
Marco legal internacional
La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) establece que “Toda persona,
como miembro de la sociedad, tiene derecho… a obtener la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su
personalidad”1. Uno de estos derechos es el derecho a la educación que la misma Declaración
recoge más adelante exponiendo que “toda persona tiene derecho a la educación” y que “el
acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de sus méritos
respectivos”2. La educación ha de tener “por objeto el pleno desarrollo de la personalidad
humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales”3.
En la misma línea se pronuncia el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC) que obliga a los Estados firmantes a reconocer “el derecho de toda
persona a la educación … que debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad
humana y del sentido de la dignidad … [así como] fortalecer el respeto por los derechos
humanos y las libertades fundamentales … [teniendo como finalidad] capacitar a todas las
personas para participar efectivamente en una sociedad libre …”4. “La enseñanza superior
debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre la base de la capacidad de cada uno …”5.
Para asegurar el respeto universal de los derechos humanos y la igualdad de posibilidades de
acceso a la educación, la Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la
esfera de la enseñanza (CLDEE) insiste en que “la educación debe tender al pleno
desenvolvimiento de la personalidad humana y a reforzar el respeto de los derechos humanos
y de las libertades fundamentales”6. Define la “discriminación” como “toda distinción, exclusión,
limitación o preferencia… que tenga por finalidad o por efecto destruir o alterar la igualdad de
trato en la esfera de la enseñanza y en especial: a) excluir a una persona o a un grupo del
1
Art. 22 DUDH
Art. 26.1DUDH
3
Art. 26.2 DUDH
4
Art. 13.1 PIDESC
5
Art.13.2.c) PIDESC
6
Art. 5.1.a) CLDEE
2
1
acceso a los diversos grados y tipos de enseñanza; b) limitar a un nivel inferior la educación de
una persona o grupo…”7.
En el mismo sentido, la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) 8 insta a los
Estados Partes a adoptar providencias para lograr progresivamente la plena efectividad de los
derechos que se derivan … sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la
Organización de los Estados Americanos (COEA), que a su vez apuesta por la “erradicación
rápida del analfabetismo y ampliación, para todos, de las oportunidades en el campo de la
educación” 9. Así mismo la Carta Democrática Interamericana (CDI) anima a desarrollar
“programas y actividades dirigidos a promover los principios y las prácticas democráticas…
considerando que la democracia es un sistema de vida fundado en la libertad y el mejoramiento
económico, social y cultural de los pueblos”10.
En el ámbito penitenciario, que interesa en este trabajo, el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP) determina que “el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento
cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados”11, sin olvidar
que “todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual
protección de la ley”12. Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (RMTR)
establecen que “el fin y la justificación de las penas y medidas privativas de libertad son, en
definitiva, proteger a la sociedad del crimen” y que “sólo se alcanzará ese fin si se aprovecha el
período de privación de libertad para lograr, en lo posible, que el delincuente una vez liberado
no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus necesidades, sino que sea capaz de
hacerlo”13. Para lograr este propósito, el régimen penitenciario debe emplear “todos los medios
curativos, educativos, morales, espirituales y de otra naturaleza”14 y “reducir las diferencias que
puedan existir entre la vida en la prisión y la vida libre en cuanto éstas contribuyan a debilitar el
sentido de responsabilidad del recluso o el respeto a la dignidad de la persona”15. En el
tratamiento individualizado, orientado a la formación profesional16, “no se deberá recalcar el
hecho de la exclusión de los reclusos de la sociedad, sino, por el contrario, el hecho de que
continúan formando parte de ella”, por lo que la institución penitenciaria habrá de hacer
gestiones para proteger los derechos relativos a los derechos civiles y otras ventajas sociales
de los reclusos17. Igualmente habrá de tomar disposiciones para mejorar la instrucción de
todos los reclusos capaces de aprovecharla. “La instrucción de los reclusos deberá
coordinarse, en cuanto sea posible, con el sistema de instrucción pública a fin de que al ser
puesto en libertad pueda continuar sin dificultad su preparación”18.
Esto ha sido ratificado por la ONU cuando la asamblea general, en su resolución 43 / 173 de 9
de diciembre des 1988, adoptó el Conjunto de Principios para la protección de todas las
personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión, donde se acordó que “no se
restringirá o menoscabará ninguno de los derechos humanos de las personas sometidas a
cualquier forma de detención o prisión reconocidos o vigentes en un Estado…”19. Como
complemento a todo lo anterior los Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos
(PBTR) recogen que “todos los reclusos tendrán derecho a participar en actividades culturales
7
Art. 1.1 CLDEE
Art. 26 CADH
9
Art. 34.h COEA
10
Art. 26 CDI
11
Art. 10.3 PIDCP
12
Art. 26 PIDCP
13
Regla 58 RMTR
14
Regla 59 RMTR
15
Regla 60 RMTR
16
Regla 66 RMTR
17
Regla 61 RMTR
18
Regla 77 RMTR
19
Principio 3
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2
y educativas encaminadas a desarrollar plenamente la personalidad humana” 20. Sin embargo,
estos Principios apuntan tímidamente las dificultades con las que puede chocar el desarrollo de
las actividades recomendadas cuando reconocen que “la persona detenida o presa tendrá
derecho a obtener, dentro de los límites de los recursos disponibles si se trata de fuentes
públicas, cantidades razonables de materiales educacionales, culturales y de información, con
sujeción a condiciones razonables que garanticen la seguridad y el orden en el lugar de la
detención o prisión”21.
Educación en prisión para la reinserción social de delincuentes.
Aunque se habla rehabilitación para la “reinserción” frecuentemente nos encontramos antes
personas que nunca estuvieron insertadas en la sociedad. La reinserción de los reclusos se
concibe como un proceso de formación integral de su personalidad, con un estudio de sus
carencias y habilidades, a la vez que se les dota de instrumentos eficientes para su propia
emancipación. Con esto se pretende hacer del infractor una persona con la intención y la
capacidad de vivir respetando la ley así como de subvenir a sus necesidades.
Los centros penitenciarios son un ámbito apropiado para el desarrollo de programas que
tengan como objetivo el aprendizaje a lo largo de la vida. Los alumnos, que en un alto
porcentaje son adultos, pueden desarrollar habilidades a través de este aprendizaje con el fin
de subvenir a sus necesidades y a las de sus familias cuando adquieren la libertad.
La enseñanza a distancia, con su estructura organizativa y su fácil expansión territorial, permite
su arraigo en espacios que, de otra manera, quedarían fácilmente excluidos de los circuitos
generales de la educación. En la enseñanza superior el modelo educativo de la UNED
española ha demostrado, tras una larga experiencia de 30 años, su capacidad de intervención
en ámbitos de difícil acceso para otros modelos de enseñanza superior.
No se debe poner cortapisas a la progresión de los que adquirieron el nivel de estudios
secundarios. Para ellos la enseñanza superior a distancia contribuye a la creación de
oportunidades específicas para el perfeccionamiento personal. La metodología de la
enseñanza a distancia presenta unas características idóneas para acercar la enseñanza a
colectivos socialmente desfavorecidos, proporcionando la independencia necesaria para
estudiar de forma autónoma y así conseguir un título que mejore las oportunidades de acceso a
la oferta laboral. Toda Universidad tiene una misión social, pero la clara vocación de la
enseñanza a distancia por llegar a los lugares más recónditos se confirma, en su más profundo
sentido de acción social, entrando en las prisiones donde cumple una doble finalidad: la
formación y la reinserción. No cabe duda de que las especiales dificultades de este colectivo
suponen un reto para la educación a distancia
El concepto de formación a lo largo de la vida adquiere mayor sentido cuando esta vida
aparece interrumpida por una condena a prisión. La necesidad de formación para mantener la
competitividad en el mercado laboral, se convierte en la necesidad de mantenerse vinculado al
futuro cuando se termine la reclusión.
Por una parte, la educación es una de las más importantes vertientes de la vida social
normalizada; y, por otra, la vida en los centros penitenciarios ha de ser el reflejo de la misma
vida en libertad. Por tanto es necesario promover la cooperación entre instituciones de distinto
cariz, académicas y penitenciarias, comprometidas con la educación de adultos en reclusión
brindando una oportunidad a colectivos con peligro de marginación. A esto habría que añadir la
importancia que los especialistas conceden a la actividad educativa de cara la posterior
reinserción social del convicto.
La privación de libertad del delincuente no tiene sentido práctico para la sociedad si no se
proyecta un cambio de actitud del sujeto preso para que pueda reintegrarse a la sociedad en
20
21
Principio 6 PBTR
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3
convivencia pacífica. Con la introducción de la enseñanza en las prisiones la sociedad se
apresta a recibir un triple beneficio a su inversión: en primer lugar, se eleva el nivel educativo
de un colectivo; en segundo lugar, si se consigue la reinserción, el delincuente deja de interferir
en la pacífica convivencia social; y en tercer lugar, si el infractor no vuelve a delinquir, no habrá
necesidad de desviar una parte del presupuesto estatal para su mantenimiento y vigilancia
pudiéndose emplear los fondos en otras acciones sociales como la educación o la sanidad.
La formación de los sujetos detenidos en centros penitenciarios se sustenta sobre dos pilares
básicos: la formación cultural y el trabajo. En esta exposición sólo nos interesan las
actividades educativas que se complementas con otras de contenido cultural y profesional.
Según las declaraciones y acuerdos internacionales recogidos en la primera parte de esta
exposición los Estados firmantes están obligados a permitir y promocionar el acceso a la
educación a toda la población que se encuentra en el país, incluso a los inmigrantes llegados
de otros países. Los niveles de enseñanza deben adaptarse a las necesidades de la población
reclusa entre la que puede haber niños que, sin haber delinquido, viven con sus madres dentro
de la prisión.
Así lo deseable es que haya:
-
una educación infantil: para los niños pequeños que se encuentran viviendo con sus
padres
-
una formación básica: dirigida a los analfabetos, a los extranjeros que desconocen el
idioma del país de residencia y a las personas con problemas específicos para su
acceso a la educación.
-
una enseñanza obligatoria, integrada en el sistema educativo general
-
una enseñanza superior, que permita cursar carreras universitarias con la obtención
de un título oficial.
El Programa de Estudios Universitarios en Centros Penitenciarios de la UNED de
España.
En concordancia con lo expuesto, la Constitución española reconoce el derecho de los presos
a estudiar integrados en el sistema público de educación y determina que las penas privativas
de libertad han de estar orientadas hacia la reeducación y la reinserción social.
El principio inspirador del cumplimiento de las penas privativas de libertad considera al recluso
como un sujeto de derecho que no se halla excluido de la sociedad, sino que continúa
formando parte de ella. Por ello hay que favorecer los vínculos, la colaboración y la
participación de las entidades públicas y privadas así como el acceso a las prestaciones
públicas.
La enseñanza a distancia es un instrumento especialmente adecuado para desarrollar
Programas de Enseñanza Superior en los Centros Penitenciarios. La población penitenciaria
refleja el nivel cultural de un país. Así, a medida que la población en general eleva su nivel
cultural también las personas privadas de libertad tienen la preparación necesaria para acceder
a estudios superiores. La UNED viene trabajando en este campo desde hace más de veinte
años con excelentes resultados y comprobando que el número de solicitudes de matrícula
aumenta cada curso. Esto coadyuva a mejorar las condiciones de la oferta educativa
universitaria para los hombres y mujeres que integran la población reclusa a la vez que se
promueve la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres así como la cohesión social y
económica.
El Programa de Estudios Universitarios en Centros Penitenciarios de la UNED es un ejemplo
de colaboración de una entidad pública en la vida de la prisión. A través de los convenios los
presos tienen acceso a un servicio público que les brinda oportunidades semejantes al resto de
4
los ciudadanos. Pueden obtener, nacionales y extranjeros, un título universitario reconocido
oficialmente por el Estado español con la misma validez que el que puede obtener cualquiera
de nuestros alumnos y, por tanto, tienen la oportunidad de competir con ellos y los de otras
Universidades en el mercado de trabajo.
Es importante aunar el marco legal y las técnicas propias de la enseñanza a distancia. El
marco legal acordado entre los entes afectados permite operar en un ámbito muy difícil donde
priman las medidas de seguridad y las restricciones de todo tipo. Por este motivo, el uso de
los medios más avanzados de la educación a distancia, sobre todo la aplicación de las nuevas
tecnologías, presentan dificultades añadidas pues hay que compatibilizar las medidas de
seguridad del centro de retención con la circulación de la información, donde se prima el flujo
en plena libertad.
La UNED en combinación con el Ministerio de Educación y Deporte ha firmado cuatro
convenios marco con las instituciones que tienen a su cargo detenidos para facilitar la
realización de estudios universitarios en condiciones similares al resto de los españoles. Estas
instituciones son la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, para las prisiones del
territorio nacional salvo Cataluña; el Departamento de Justicia de la Generalidad de Cataluña,
para las prisiones de ese territorio; el Ministerio de Defensa, para las prisiones militares; y la
Dirección General de Asuntos Consulares y Protección de los Españoles en el Extranjero
(Ministerio de Asuntos Exteriores), para españoles detenidos en el extranjero.
Se trata de una “comunidad educativa” apenas existente en el Mundo, en el caso de España
es una población muy minoritaria, 900 de entre más de 50.000 reclusos. Sin embargo, como se
ha dicho anteriormente, hay que apostar por la reformulación de la vida de estas personas y,
sobre todo, por sus posibilidades de reinserción en el momento de la salida de la cárcel.
La estrecha colaboración entre el personal de la UNED y los funcionarios de prisiones es la
base del buen funcionamiento del Programa acoge a alumnos en diferentes situaciones
penales: penados, preventivos, en libertad condicional o con suspensión de condena.
La UNED les oferta todas las carreras que imparte, salvo las que tienen prácticas con
productos peligrosos o máquinas de difícil transporte que, por motivos obvios, no están
autorizadas dentro del recinto penitenciario. Para obviar los problemas económicos, todo
alumno tiene derecho a la subvención de la matrícula y a la bibliografía básica para preparar
las asignaturas, siempre que cumpla con el rendimiento académico mínimo preestablecido por
la Comisión de Seguimiento del Programa. El alumno que pierde la subvención, si se puede
costear los gastos, no pierde el derecho a ser examinado por el tribunal desplazado al centro
penitenciario.
La enseñanza a distancia aún se topa con un escollo importante constituido por el veto a las
nuevas tecnologías de la información en los centros por motivos de seguridad. Todo ello, en
una etapa histórica en que las tecnologías de la información y la comunicación posibilitan
desarrollar programas de estudios educativos en estos niveles superiores con un grado de
eficiencia más que suficiente. La propia tecnología habrá de superar la contradicción entre el
acceso a la información y la seguridad en el control de tal acceso.
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