Entorno Nuclear RADIACIÓN Y MATERIA La materia en el mundo en que vivimos está constituida por átomos, conformados por un núcleo compuesto de protones, con carga positiva, y neutrones sin carga alguna. El núcleo atómico está a su vez rodeado por capas de electrones con carga negativa, en cantidad que equilibra la carga positiva del núcleo. El átomo es por lo tanto eléctricamente neutro. En función del balance en el número de protones y neutrones que un núcleo atómico contiene, existen átomos inestables que emiten espontáneamente partículas cargadas (partículas alfa y beta), neutras (neutrones) o fotones de alta energía (rayos X y gamma), a fin de transformarse en un ente más estable. A esta transformación espontánea de algunos átomos se le conoce como radiactividad y a las partículas o rayos emitidos, radiaciones. Cuando la radiación pasa por un medio, deposita energía en el material del mismo. Las partículas alfa y beta tienen carga eléctrica y depositan energía mediante interacciones eléctricas con los electrones del material. Los rayos gamma y X pierden energía de diversas maneras, pero todas implican la liberación de electrones que orbitan a los átomos, electrones que a su vez interaccionan con otros electrones. Los neutrones también pierden energía de varias formas, siendo la más importante la colisión con protones1 de los núcleos atómicos. Los protones adquieren movimiento y dado que tienen carga eléctrica, depositan su energía también mediante interacciones eléctricas. De modo que en todos los casos, la radiación produce en última instancia interacciones eléctricas con el material. En algunos casos, un electrón del material puede recibir suficiente energía para escapar de un átomo, dejando el átomo o la molécula de la Figura 1. Ionización de una molécula de agua por una partícula cargada * Traducción libre del tercer capítulo del libro Radiation, people and environment, publicado por el Organismo Internacional de Energía Atómica, Austria, febrero de 2004 1 8 Contacto Nuclear Más exactamente, se trata de la colisión de los neutrones con núcleos de hidrógeno (que son protones). La liberación de protones mediante la reacción neutrón – núcleo es relativamente rara para núcleos más pesados que el del hidrógeno. 1 cual es parte el átomo, con una carga eléctrica positiva. La figura 1 ilustra este proceso en una molécula de agua. La molécula tiene diez protones y diez electrones en total, pero sólo nueve electrones permanecen después del paso de la partícula cargada; la molécula como un todo queda con una carga positiva en exceso. El proceso mediante el cual un átomo o una molécula neutra se vuelve cargada es llamado ionización y la entidad resultante es un ion. Una vez removido de un átomo, un electrón puede a la vez ionizar otros átomos o moléculas. A cualquier radiación que causa ionización, ya sea directamente, tal como las partículas alfa y beta, o indirectamente como los rayos gamma y X y los neutrones, se le conoce como radiación ionizante. Las partículas cargadas, a su paso por la cercanía de los átomos, también pueden ceder energía a los electrones atómicos sin removerlos, proceso al que se le da el nombre de excitación. Ionización en el tejido biológico Cada vez que una partícula cargada ioniza o excita un átomo, pierde energía hasta que ya no tiene suficiente para interaccionar; el resultado final de estas pérdidas de energía es un ligero aumento de la temperatura del material. De esta manera, toda la energía depositada en el tejido biológico por la radiación ionizante es eventualmente disipada como calor en la forma de un incremento de las vibraciones de la estructura molecular o atómica. La ionización inicial y los cambios químicos resultantes son la causa de los efectos biológicos dañinos. La unidad básica del tejido biológico es la célula, la cual tiene un centro de control llamado núcleo. El núcleo de una célula es una estructura compleja y no debe confundirse con el núcleo de un átomo. Alrededor del 80% de la célula es agua, mientras que el otro 20% son compuestos biológicos complejos. Cuando la radiación ionizante pasa por el tejido celular, produce moléculas de agua cargadas. Estas se descomponen en entidades llamadas radicales libres, tales como el radical libre hidroxilo (OH), compuesto de un átomo de oxígeno y otro de hidrógeno. Los radicales libres son altamente reactivos químicamente y pueden alterar moléculas importantes de las células2. Una molécula particularmente importante es el ácido desoxirribonucleico, ADN, que se encuentra principalmente en el núcleo de la célula. El ADN controla la estructura y función de la célula y proporciona copias de sí mismo; sus moléculas son grandes y las estructuras que lo acomodan, los cromosomas, son visibles con un microscopio. Todavía no se comprenden cabalmente las diversas formas en las que la radiación daña a las células, pero puede ser que estén involucrados los cambios en el ADN. Existen dos maneras en las cuales esto puede ocurrir: la radiación puede ionizar una molécula de ADN causando directamente un cambio químico, o el ADN puede cambiar indirectamente cuando interacciona con un radical hidroxilo producido por la radiación en el agua de la célula. En cualquier caso, el cambio químico puede causar un efecto biológico dañino que conduzca al desarrollo de cáncer o bien a defectos genéticos hereditarios. Una de las propiedades más importantes de los diferentes tipos de radiación es su capacidad para penetrar la materia. La profundidad de la penetración de un tipo de radiación dado se incrementa con su energía, pero varía de un tipo de radiación a otro para la misma cantidad de energía. Con partículas cargadas como las alfa y las beta, la penetración depende de su masa y de su carga. A energías iguales, una partícula La producción de radicales también se lleva a cabo por substancias derivadas de los nutrientes ingeridos («oxidantes»). En este sentido, el efecto de la radiación y el de los alimentos son en última instancia, los mismos. 2 Contacto Nuclear 1 9 beta penetrará más que una partícula alfa. Las partículas alfa difícilmente penetran la capa inerte más externa de la piel humana; consecuentemente, los radionúclidos que las emiten no presentan riesgo, a no ser que se introduzcan en el cuerpo mediante la respiración, la comida o una herida en la piel. Las partículas beta penetran alrededor de un centímetro de tejido, de modo que los radionúclidos que las emiten son un riesgo para los tejidos superficiales pero no para los órganos internos, a menos que sean introducidos en el cuerpo. Para la radiación indirectamente ionizante como los rayos gamma y los neutrones, el grado de penetración depende de la naturaleza de sus interacciones con el tejido. Los rayos gamma pueden pasar a través del cuerpo, de manera que los radionúclidos que los emiten pueden causar daño tanto si se encuentran en el exterior como en el interior del cuerpo. Los rayos X y los neutrones también pueden atravesar el cuerpo. Magnitudes para las dosis Aunque no podemos detectar la radiación mediante nuestros sentidos, podemos detectarla y medirla por otros medios. Estos incluyen métodos establecidos que se basan en películas fotográficas, tubos geiger–müller y contadores de centelleo, así como nuevas técnicas que utilizan materiales termoluminiscentes y diodos de silicio. Las mediciones efectuadas pueden interpretarse en términos de la energía que la radiación depositaría en el cuerpo humano o en una parte del mismo. Cuando la medición directa no es posible, por ejemplo cuando un radionúclido está depositado en un órgano interno, podemos calcular la dosis siempre que conozcamos la cantidad de actividad retenida en el órgano. La cantidad de energía que una radiación dada deposita por unidad de masa de un material, tal como el tejido humano, es llamada la dosis 2 0 Contacto Nuclear Tabla 1. Factores de ponderación relacionados con el riesgo asociado a tejidos u órganos absorbida. Se expresa mediante una magnitud llamada gray, representada con el símbolo Gy, donde un gray es igual a 1 joule por kilogramo. Frecuentemente, se usan submúltiplos del gray, tales como el miligray, mGy. El nombre de gray se deriva del físico inglés Harold Gray. Los diferentes tipos de radiación difieren en la forma en que interaccionan con los materiales biológicos, de modo que a dosis absorbidas iguales (o sea cantidades iguales de energía depositada) no se tienen necesariamente los mismos efectos. Por ejemplo, una dosis de 1 Gy en tejido debida a la radiación alfa es más dañina que 1 Gy de radiación beta, debido a que una partícula alfa, al moverse lentamente y estar más cargada, pierde energía densamente a lo largo de su trayectoria. Por lo anterior y a fin de establecer una base de comparación con respecto al potencial de la radiación para causar daño, es necesario establecer otra magnitud de medida, la llamada dosis equivalente, la cual se expresa mediante una unidad llamada sievert, cuyo símbolo es Sv. Es común el empleo de submúltiplos como el milisievert, mSv. El sievert se nombra en honor del físico sueco Rolf Sievert. La dosis equivalente es igual a la dosis absorbida, multiplicada por un factor que toma en cuenta la forma en que un tipo particular de radiación distribuye energía en el tejido, de manera que podamos incluir su eficiencia relativa para causar daño biológico. Para los rayos gamma, rayos X, y las partículas beta, este factor de ponderación se fija en 1, por lo que la dosis absorbida y la dosis equivalente son numéricamente iguales. Para las partículas alfa, el factor se fija en 20, de modo que la dosis equivalente es 20 veces la dosis absorbida. Los valores del factor de ponderación para neutrones de diferentes energías varían entre 5 y 20. Definida de esta manera, la dosis equivalente proporciona un índice de la probabilidad de daño a un órgano o tejido determinado debido a la exposición a varios tipos de radiación, independientemente de su tipo o energía. Por lo tanto 1 Sv de radiación alfa en el pulmón crearía el mismo riesgo de cáncer mortal que 1 Sv de radiación beta. El riesgo en diferentes partes del cuerpo humano varía de un órgano a otro. Por ejemplo, el riesgo de malignidad mortal por cada unidad de dosis equivalente es menor en la tiroides que en el pulmón. Por otra parte, hay otros tipos importantes de daños tales como el de cánceres no mortales o el riesgo de daños hereditarios severos causados por la irradiación de los testículos o los ovarios. Estos efectos son diferentes tanto en tipo como en magnitud y debemos tenerlos en cuenta al evaluar el detrimento total de la salud de los seres humanos, derivado de la exposición a la radiación. Podemos resolver todas estas complejidades multiplicando la dosis equivalente en cada uno de los principales tejidos y órganos del cuerpo por un factor de ponderación relacionado con el riesgo asociado a dicho tejido u órgano (tabla 1). La suma de todas estas dosis equivalentes ponderadas es una cantidad llamada la dosis efectiva, la cual nos permite representar las diferentes dosis equivalentes en el cuerpo con un solo número. La dosis efectiva también toma en cuenta la energía y el tipo de radiación y por lo tanto da una indicación general del detrimento de la salud. Por otra parte, se aplica por igual a la exposición externa e interna y a la irradiación uniforme o no uniforme. A veces es útil tener una medida de la dosis total de radiación administrada a grupos de personas o a toda una población. La magnitud empleada para expresar este total es la dosis colectiva efectiva. Se obtiene mediante la adición, para todas las personas expuestas, de la dosis efectiva que cada persona en ese grupo o población ha recibido de la fuente de radiación de interés. Por ejemplo, la dosis efectiva debida a todas las fuentes de radiación es, en promedio, 2.8 mSv en un año. Dado que la población mundial es de unos 6,000 millones, la dosis colectiva anual de la población es el producto de estos dos números, alrededor de 17 000 000 hombre sievert, u hombre-Sv. Es común abreviar el término «dosis efectiva» empleando simplemente «dosis», así como usar «dosis colectiva» en lugar de «dosis efectiva colectiva». Contacto Nuclear 2 1