Revista Catalana de Teologia 2 (1977) pp. 233-264. @ Facultat de Teologia de Barcelona (%(:c. St. Pacia). IIERECHOS DE LOS FIELES, DERECHO ADMINISTRATIVO CANONICO, JUSTICIA ADMINISTRATIVA por JAIME TRASERRA 1. LOS DERECHOS SUBJETIVOS DE LOS FIELES Y LAS DECISIONES ADMINISTRATIVAS 1. Los derechos subjetivos de los fieles La constituciijn «Lumen Gentium» del Concilio Vaticano 11 ha considerado, en !su capítulo VII, la tensión que existe entre el definitivo «ya cumplido» y el «no cumplido todavía» en la vida de los fieles y en la misma Iglesia. Si por una parte la Iglesia fue constituida por Cristo como sacramento universal de salvación y se reviste de una verdadera santidad, por otra parte no será llevada a su perfección sino cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas. Asimismo, los fieles poseen las primicias del Espíritu y son de verdad hijos de Ilios, pero deben llevar a cabo la obra que el Padre les ha confiado eii el mundo y trabajar por su salvación. Esta tensión entre presente y futuro pone de manifiesto que el fiel no puede considerar su vida cristiana de una manera estática o como si hubiera ya cristalizado definitivamente, sino que debe tener conciencia de que se halla por hacer, en devenir, sujeto a la ley de crecimiento. Por t:llo, debe descubrir su propia misión: la tarea de realizarse, el trabajo por el crecimiento cristiano. No es necesario que expliquemos con detalle que tal realización cristiana del fiel debe realizarse normalmente en la Iglesia de Cristo, ya que en ella encuentra la plenitud total de los medios de sdvación, ni que, precisamente, en la actualización reiterada de la Palabra y de los signos sacramentales se constituye la comunión de los fieles con el Señor y de éstos entre sí. 234 JAIME TRASERRA Nos interesa, sin embargo, destacar que esta tarea y deber propios d d fiel y su necesaria conexión con las acciones de la Iglesia dan origen a «un núcleo de relaciones que se expresan y actualizan como "ius" y "communicatio" e integran el dinamismo de la comunidad eclesial)) l. Es decir, cuando se afirma que el fiel tiene como tarea la de crecer en la vida cristiana que se actualiza por la acción de la Iglesia, se afirma también que existe una necesaria ordenación de las acciones de la Iglesia hacia el fiel y, en consecuencia, se configura un poder o señorío propio del cristiano en orden a participar, actuar o exigir aquellas acciones eclesiales. A su vez, ya que la trayectoria de cada cristiano debe realizarse en el ejercicio de su libertad, es necesario que la comunidad respete la autonomía personal del fiel para que éste pueda realizarse libremente. Con ello estamos afirmando la existencia del derecho subjetivo del fiel, entendido como la facultad moral de tener acceso a los bienes necesarios para alcanzar su fin y, también, como la autonomía inviolable de la persona 2. Diversos son los derechos subjetivos que forman el patrimonio jundico del fiel. Sin embargo, ni todos tienen idéntico origen, ni todos se encuentran por igual en cada uno de los fieles. La aptitud radical para ser titular de derechos subjetivos la adquiere el bautizado al recibir el bautismo, puesto que por este acto sacramental se incorpora a Cristo y se inicia en él la tarea de desarrollar y perfeccionar en la Iglesia esta incorporación primera 3. A su vez, el bautizado adquiere por el bautismo el conjunto de derechos subjetivos fundamentales por los que puede incorporarse a la actividad sacramental de la Iglesia. Tales derechos subjetivos tienen como objeto los bienes espirituales y los auxilios necesarios peculiares de la comunidad cristiana. Precisamente porque derivan del bautismo, los derechos subjetivos fundamentales se encuentran en todos los fieles y son expresión de 1. M. USEROS, «Statuta Ecclesiae~ y «Sacramenta Ecclesiae» en la Eclesiología de Sto. Tomás, «Analecta Gregonanan 119, Roma 1962, p. 191. 2. A. PRIETO, LOS derechos subjetivos públicos en la Iglesia, Revista Española de Derecho Candnico 20 (1964) 866: «El derecho subjetivo, en consecuencia, desde el punto de vista de la reflexibn filosófica entraña un poder moral sobre algo, pero también una esfera o ámbito de autonomía.» 3. W. BERTRAMS,De influxu Ecclesiae in iura baptizatoritm, Periodica de re morali canonica liturgica 49 (1960) 426: <¿Horno charactere baptismali capax redditur recipiendi et ita intendendi finem suurn supernaturalem personalem.» DERECHOS DE LOS FIELES 235 la igualdad radical que existe en los miembros del pueblo de Dios 4. To'mando ccmo base esta igualdad radical, uno de los principios propuestos en el Sínodo de los Obispos de 1967, para la futura revisión del Cócligo de Derecho Canónico, fue la de redactar el estatuto jurídico del fiel, comprensivo de los derechos y deberes comunes a todos los fieles y anterior a cualquier diferenciación entre los mismos Una declaración de los derechos y deberes de los fieles debería formar parte del contenido de la Ley fundamental de la Iglesia. De hecho, el Proyecto de Ley Fundamental de la Iglesia (texto enmendado) en los cánones 10 a 25, enumera las obligaciones y derechos fundamentales de los fieles6, lo cual, a parte de las correcciones - «a considerable que sean necesarias al texto es - dice W.J. LADUE step forward and should be recognized and applauded as suchn '. Diversos de los derechos subjetivos fundamentales son los derechos de los que el cristiano es titular por razón diversa de la del bautismo. Son dcrechos adquiridos con posterioridad al bautismo, se originan por aquiellos hechos que la norma jurídica ha reconocido como causas de su producción. Tales hechos reciben el nombre de hechos jurídicos y su clasificación puede hacerse según diversos criterios, teniendo, sin embargo, en cuenta que son ilimitados en número y heterogéneos por naturaleza Entre los derechos subjetivos adquiridos hay que señalar los que se originan por la diversa función que se confía a los fieles en la iglesia, vg.: sacerdotal, religiosa o laical. Tales derechos diversifican el patrimonio jurídico de las personas en la Iglesia y, por tanto, 4. E. HAMEL,A,zqualitas fundamentalis omnium christifidelium in Ecclesia secundum Concilium Vaticanum ZZ, Periodica de re morali canonica liturgica 56 (1967) 247-266. 5. PONTIFICIA COMMISSIO CODICIIURISRECOGNOSCENDO, Acta Commissionis: Principia quae Codicis Iuris Canonici recognitionem dirigant, «Comrnunicationes», 1969, p. 82: «mento proponitur ut in futuro Codice ob radicalem aequalitatem quae iiiter ornnes christifideles vigere debet, tum ob humanam dignitatem turn ob receptum baptisma, statum iuridicum omnibus cornrnune condatur, antequam iura et officia recenseantur quae ad diversas ecclesiasticas functiones pertinenbx 6. REDACCION IUSI CANONICUM, El Proyecto de Ley Fundamental de la Iglesia, texto bilingüe y análisis crítico, Pamplona 1971, pp. 29-32. 7. W.J. LADUE,.4 written Constitution for the Church? en: The Jurist 32 (1972) 6. 8. G. MICHIELS, Principia generalia de personis in Ecclesia, París 1955, p. 568: «Facta, quae, curn contingunt, ad normam legis iura pariunt, modificant, aut adimunt, ideoque iuridicas quasdam consequentias operantur, facta iuridica nuncupanturs... &acta illa fere innumera sunt atque natura sua maxime heterogenea». 236 JAIME TRASERRA sus posibilidades de tener, obrar o exigir son también distintas. En la Iglesia existe -ha dicho A. DEL PORTILLO- «una igualdad fundamental junto a una desigualdad funcional» g. La afirmación de la existencia de los derechos subjetivos del fiel -tanto fundamentales como adquiridos- no exime de una preocupación por el ejercicio efectivo de los mismos. Un simple reconocimiento teórico -a nivel incluso de ley de rango constitucional -, que no vaya acompañado de una posibilidad real de ejercer los derechos no es otra cosa que una asuma de palabras» o un documento jurídico meramente fonnal. La lesión de los derechos del fiel o la imposibilidad de ejercitarlos introduce siempre en la Iglesia un demento perturbador, ya que -al igual que en toda convivencia humana - lo también en la Iglesia el reconocimiento de los derechos y deberes es el fundamento de una convivencia ordenada, fecunda y propia de la dignidad humana. El interés y el deseo de que los derechos subjetivos de los fieles sean protegidos con eficacia en el ordenamiento de la Iglesia, postulan unos cauces legales por los que el fiel pueda hacer valer su reclamación o reivindicación siempre que se crea injustamente lesionado. Reclamación que puede dirigirse no sólo contra la actividad injusta de otro fiel o grupos de fieles, sino también contra las decisiones de aquellos que ejercen el servicio de la autoridad en la Iglesia. En este segundo supuesto, cuando el fiel debe reivindicar su derecho frente a la autoridad en la Iglesia, se exige una protección más cierta y eficaz -si cabe- que en el primer caso, por tratarse de una controversia en la que la misma autoridad debe dirimir la cuestión y por hallarse el fiel en una situación de subordinación y dependencia irrenunciable respecto de aquélla. No es nueva la queja de que el ordenamiento canónico no protege suficientemente los derechos de los fieles en sus controversias con la autoridad eclesiástica. escribió: Así W. ONCLIN «Scientia theologica ac canonica praesertim semper affirmarunt quae a fidelibus ad bonum Ecclesiae conferri debent, non autem eodem modo quae hi ab Ecclesia requirere possunt. Praxis etiam canonica magis cura9. A. DEL PORTILLO,Fieles y laicos en la Iglesia, Pamplona 1969, p. 48. 10. JUAN XXIII, Encíclica «Pacern in terris)), en: Acta Apostolicae Sedis SS (1963) 265-266. DERECHOS DE LOS F~ELES 237 vit de promovenida legum applicatione quam de tuenda iurium subiectivorum observantia» ". También A. RANAUDO: «La legislaziorie ecclesiastica per tutti questi anni trascorsi ha posto i'accento per la risoluzione del problema suli'autonomia e l'incondizionato rispetto dell'autorjtk, piutosto che suila difesa del ricorrente~l2. La Canon Law Society of America y la School of Canon Law of the Catholic University of America en un simposio que tuvo lugar en octubre de 1968 declararan: «At present, although canon law states that every right shaU have a remedy, there are no effective remedia1 procedures within the Church for dealing with claims of violations of basic Christian freedoms» 13. La Pontificia Comisión para la reforma del Código de Derecho Canónico se hizo eco de esta queja y reconocib: «Communis opiiiio canonistarum censet recursus administrativos non parum deficere in ecclesiastica praxi et administratione iustitiae~14. 2. Las decisiones administrativas Los actos de la autoridad eclesial que más fácilmente pueden incidir en el campo de los derechos subjetivos del fiel son los que se dictan en ejercicio de la función administrativa. Esto se explica por la amplitud propia de la tarea que se encomienda a la función administrativa, que no puede limitarse a ejecutar lo establecido en las leyes, y se extiende a procurar directa e inmediatamente, con los medios aptos para ello, el mantenimiento y perfeccihn de la vida social. La función adrniinistrativa en la Iglesia ha de ser creadora, dinámi11. W. ONCLIN, Considerationes de iurium subiectivorum in Ecclesia, fundamento ac naiura. en.: Acta Conaressus Znternationalis Iuris Canonici. Romae 1953, p. 226. 12. A. RANAUDO, 11 Contenzioso administrativo canonico. en: Monitor Ecclesiasticus 93 (1968) 551. 13. Symposion on a declaration of Christian freedoms, en: The Jurist 29 (1969) 6. 14. PONTIFICIA CO~IMISSIO ( 7 0 ~ 1 ~IURIS 1 CANONICI RECOGNOSCENDO, Acta Commisionis, O.C. p. 83. - 23 8 JAIME TRASERRA ca, amplia en sus propósitos. En consecuencia, sus atribuciones deben ser múltiples y eficaces. Precisamente por esta variedad de atribuciones y de propósitos resulta difícil llegar a definir con exactitud terminológica, la función administrativa. Junto a la actividad ejecutiva o de aplicación de la ley, deben reconocérsele otras actividades que se asemejan a las propias de la función legislativa, ya que dicta normas generales, o a las propias de la función judicial, ya que resuelve controversias sobre derechos. En la Iglesia se exige actualmente que la función administrativa sea rápida y eficaz y elimine los trámites lentos y complicados que se convierten en un freno para su actividad. Valga como ejemplo la disposición del Concilio Vaticano 11: «...con d fin de que el obispo pueda proveer las parroquias más fácil y más convenientemente, suprímanse, salvo el derecho de los religiosos, cualquier derecho de presentación, de nombramiento o de reserva, y donde exista, la ley d d concurso, sea general o particular» y también «...abrogada la distinción entre párrocos movibles e inamovibles, hay que revisar y simplificar el proceso en el traslado y separación de los párrocos para que el obispo, salva siempre la equidad natural y canónica, pueda proveer mejor a las exigencias del bien de las almas» 15. Con ello la función administrativa sale robustecida y con menos trabas para poner en práctica sus decisiones. Los ejemplos podrían multiplicarse, porque cualquier aspecto de la vida social puede exigir una intervención administrativa rápida y eficaz. Es más, las intervenciones son prácticamente ilimitadas puesto que no puede establecerse un número determinado de casos fuera de los cuales no pueda recaer una decisión administrativa 16. Dotar a la administración de nuevas atribuciones y remover los obstáculos que pudieran inútilmente frenar su actividad, significa aumentar y asegurar su eficacia. Sin embargo debe reconocerse que existe d peligro de sacrificar en aras de la eficacia administrativa la seguridad jundica de los fieles. Se aplica también aquí la afirmación de J. GONZÁLEZPEREZ, referidas a los ordenamientos civiles: «Eficacia o seguridad. He aquí el gran drama de nuestro tiempo. Es cierto, como ha dicho el profe- 15, DECRETUM DE PASTORAL1 EPISCOPORUM MUNERE 1N ECCLESIA: Sacrosanctum Oecumenicum Concilium Vaticanum 11, Constitutiones, Decreta, Declarationes, Tipis Polyglottis Vaticanis 1966, n. 31, p. 308. 16. M. CASTELLANO, De Decreto Episcopali administrativo, en: Monitor Ecclesiasticus 77 (1952) 79. 239 DERECHOS DE LOS FIELES sor finlandés Merikoski, que en materia de administración la cuestión de la seguridad jurídica y de Ia eficacia están siempre en conflicto, luchan por su preponderancia» 17. El conflicto entre poder de la función administrativa y seguridad jurídica de las personas privadas no debe radicalizarse de tal forma que solamente quepa la opción en contra de una y en favor de otra. Las soluciones de síntesis de ambos aspectos deben ser intentados también en esta cuestión. Por otra parie, aun cuando ajena al ámbito canónico, tenemos ya la experiencia llevada cabo en los ordenamientos civiles y las soluciones intentadas. Baste recordar la sumisión de las personas privadas respecto a la autoridad pública en los siglos XVI a XVIII, y la justificación dada, al decir, que al súbdito le queda «la gloria de la obediencia)) 18. La función administ.:ativa al estar exenta de un verdadero control jurídico colocaba al súbdito en una situación de imposible defensa de sus derechos. En reacción contra este estado de cosas, la Declaración de los Derechos d d Hombre y del Ciudadano, adoptada por la Asamblea francesa el 26 de Agosto de 1789, quiso reconocer una zona de autonomía de la persona en la que el Estado no1 pudie~aintervenir, y afirmó la existencia de los derechos naturales anteriores al Estado a los que éste debe reconocer. Esta declaración de 1789 -a la que siguieron otras eii 1793. 1795 y 1848- ha exrito P. BISCARETTI «fue absorbida de modo indeleble, en sus principios esenciales, por el ordenamiento constitucional francés y mantenida siempre en vida por el mismo a través de múltiples vicisitudes» lg. Junto al reconocimiento de los derechos subjetivos, un nuevo principio aparece en la Constitución francesa de 1791 y se repite en numerosas Cartas y Constituciones de otros países europeos, durante la etapa liberal que se inicia en 1815. Se trata del principio de sumisión del Estado al Derecho, y en concreto de la función administrativa al imperio de la Ley. Con esta sumisión se quería evitar tanto la posible injusticia de ki Administración como su arbitrariedad, extremos ambos que redundan en perjuicio de los ciudadanos. A su vez, sometiendo la Administración a la Ley y únicamente a la Ley, se la pro17. J. GONZÁLEZ PÉREZ, El procedimiento administrativo, Madrid 1964, D. 117. 18. J.A. MARAVAI-I,, Estado Moderno y Mentalidad Social, r, 1972, v. 297, 19.- P. BISCAREITI, Derecho Constituciorzal, Madrid 1965, p. 669. Madrid 240 JAIME TRASERRA tegía de las intromisiones de los parlanientos judiciales que en Francia eran considerados hostiles a los principios revolucionarios. Cuando a mediados del siglo XIX se fue sintiendo paulatinamente la necesidad de dar mayor eficacia a la intervención de la Administración en la vida social, se superó la inicial actitud abstencionista para dar paso a siempre mayores prestaciones en favor de los ciudadanos, pero no se abandonó el principio de sumisión a la Ley, sino que se configuró, en Francia y países que siguieron el sistema francés (en contraposición al sistema de rule of law) un conjunto de normas que regularan la actividad y organización de la funci6n administrativa, compaginando la eficacia y la intervención con la legalidad. Tal es el origen del Derecho Administrativo. Junto a las dos anteriores conquistas de la Revolución Francesa y del Estado liberal, debe reconocerse una tercera: la creación de unas garantías para la tutela de los derechos lesionados por la actividad administrativa. El ciudadano contaría, en adelante, con la posibilidad de reclamar contra la Administración. Para ello tanto en Francia como en otros países se estableció un sistema de garantías ofrecidas al ciudadano frente a la Administración. He aquí enunciadas tres técnicas jurídicas propias de los Estados en el siglo XIX para armonizar las prerrogativas de la Administración con el respeto a los derechos y libertad del individuo: 1) reconocimiento de los derechos subjetivos, 2) sumisión de la Administración a la Ley y creación del Derecho Administrativo, 3) garantías jurídicas en favor de las administrados en sus controversias con la Adrninistrativa. La necesidad de no descuidar en la Iglesia la protección de los derechos subjetivos de los fieles, conduce al canonista a preguntarse cuáles son las técnicas jurídicas que podrían ser aplicadas en el ordenamiento canónico, teniendo en cuenta tanto la trayectoria seguida en los Estados civiles, como la peculiar naturaleza del derecho de la Iglesia. P. LOMBARDÍA ha escrito respecto a este punto: «Si la Iglesia es una sociedad jerárquicamente organizada debe refrendar su doctrina sobre este tipo de cuestiones con un vigoroso testimonio. Las soluciones técnicas no pueden ser las mismas que las de los Estados, sino que han de adecuarse a la peculiar naturaleza de la comunidad eclesial; sin embargo, al inevitable «mutatis mutandis» con que es preciso matizar el planteamiento del problema no justificaría nunca la contradicción en que incurren hoy no pocos gobernantes eclesiásticos DER~CHOSDE LOS FIELES 241 cuando hablan con un gran calor del sentido cristiano de la tutela de los derechos humanos, al enjuiciar -como no puede menos de hacer la Iglesia- el orden temporal y, al mismo tiempo, escamotean mediante bellos discursos acerca de lo pastoral sobre lo jurídico en el ámbito sleskl, el grave problema de la tutela de los derechos de los fieles frente a posibles abusos en el ejercicio del poder pastoral...» ". La influencia ejercida en otras épocas por los derechos seculares sobre el derecho canónico es comúnmente reconocida, en especial la del derecho romano en el derecho canónico clásico u. No hay por qué negar que pueda ser beneficioso y representar, también hoy, un progreso para el derecho canónico, la recepción de determinadas técnicas jurídicas que los ordenamientos civiles han ido construyendo para mejor proteger lcls derechos de la persona humana. Veamos, en concreto, d sometimiento de la Administración a la ley y la Justicia Administrativa. 11. SOMETIMIENTO DI3 LA ADMINISTRACION A LA LEY La seguridad cle los derechos subjetivos se encuentra gravemente amenazada siempre que las decisiones administrativas puedan ser dictadas sin necesidad de ajustarse a ninguna norma jurídica. Pronto se dejan sentir los eft:ctos de la arbitrariedad, del capricho o del abuso de los que ejercen la función administrativa. El sometimiento de la Administración a la Ley pretende ser un medio de protecci¿in de los derechos subjetivos. Ha escrito GARC~A DE ENTERRIA: «... el principio de legalidad constituye, desde luego, un instrumento directamente lanzado contra la estructura política del Estado absoluto: frente al poder personal y arbitrario, el ideal del gobierno por y en virtud de las leyesnU. Se entiende por principio de legalidad el sometimiento de las actuaciones administrativas al derecho objetivo o, lo que es lo misma 20. P. LOMBARDÍA, Principios y técnicas del nuevo derecho canónico, en: Zus Canonicum 11 (19'11) 27. 21. P. LEGENDRE, La pénétration du droit romain dans le droit canonique classique de Gratien 2 Innocent ZV (1140-1254), París 1964. 22. E. GARC~A DE ENTERRIA, Revolución Francesa y Administración Contemporhnea, Madrid 1972, p. 10. Teología Catalana 16 242 JAIME TRASERRA la sumisión de los gobernantes, en el ejercicio de su función, a la norma jurídica 23. Este principio excluye una actividad incontrolada o ilimitada de la Administración y, por d contrario, prescribe que su comportamiento deberá ajustarse a lo establecido en la norma previamente promulgada. El conjunto de normas que regulan la organización o la actividad administrativas reciben el nombre de derecho administrativo y son distintas (al menos en el tiempo presente, por las exigencias de la misma vida social) de las normas que regulan la actividad de las personas privadas en sus mutuas relaciones jurídicas. Las normas de derecho administrativo han ido paulatinamente aumentando en los ordenamientos civiles a medida que la actividad de la Administración se ha encaminado a prestar una serie de servicios de interés público. Al asumir nuevas tareas se han hecho necesarias nuevas normas juridicas que regularan esta actividad intervencionista y expansiva de la Administración. Sin embargo, la multiplicación de normas en el campo administrativo no nos debe hacer olvidar que la función administrativa exige un margen de iniciativa, de gestión ágil, de creatividad que no puede ser nunca ahogada por una normativa minuciosa y rígida. Debe reconocerse que si la función administrativa ha de cumplir la misión que se le encomienda precisa que algunos aspectos o momentos de su actividad queden a su discreción. Cuando se habla de discrecionalidad de la Administración se quiere indicar que algunos o varios aspectos de un acto administrativo no están previamente regulados por la ley sino que se dejan a la misma iniciativa de la Administración. Esta sucede, por ejemplo, cuando no se establece en la ley cuándo o. cómo debe actuar la Administración en un determinado caso. Por tanto, reconocer que la función a&nistrativa tiene un margen discrecional de actuación no significa que en algún momento pueda actuar al margen de todo límite o control. La discrecionalidad de la función administrativa puede ser más o menos amplia, pero siempre se encuentra vinculada por el fin que debe perseguir: el interés o utilidad públicos. La existencia de normas canónicas de carácter administrativo no puede ser negada, ya que son muchas las normas jurídicas dictadas De principio legalitatis in exercitio potestatis ecclesiasticae, 23. J . HERRANZ, en: Acta Conventus Znternationalis Canonistarum, Cita Vaticano 1970, p. 221. DERECHOS DE LOS FIELES 243 para establecer los órganos de la función administrativa en la Iglesia, así como su comportamiento o actividad. Tienen indudable caráctm administrativo las normas contenidas en la Constitución Apostólica «Regimini Ecclesiae Universaen de Pablo VI, en orden a la reforma de la Curia Romana 24, al igual que las conbidas en le1 reforma de Pío X prevista en la Constitución Apost a c a «Sapienti Consilion y en el «Ordo Servandusn para su aplicación 25. Aun cuando se reconozca que existen normas de derecho canónico administrativo no debe concluirse que nos hallamos ante una rama del derecho canónico perfectamente configurada y distinta, Al contrario, el derecho canónico administrativo --incluso el nombre no es usado coi1 frecuencia por los canonistasZ6- se encuentra en una etapa inicial de elaboración y estudio. Gregorio DELGADO ha puesto de relieve la falta de normas canónico-administrativas: «la discrecionalidad de los órganos administrativos y canónicos, si no es absoluta, sin duda alguna es excesiva en extensibn e intensidad» 27. Una dificultad de inegable fuerza sugestiva que pondría en crisis la existencia del derecho canónico administrativo es la que se basa en la afirmación de que el Romano Pontífice no está obligado a someter sus decisiones administrativas al imperio de ninguna ley canónica positiva. Asimismo, las Congregaciones romanas, en cuanto vicarias del Romano Pontífice, podrían, por decisi6n del mismo, ser eximidas de someter sil actividad a lo establecido en la ley siempre que se considere oportuno ". Esta dificultad ha surgido entre los canonistas al tratar del proyecto de Ley fundamerital para la Iglesia, pero se plantea igualmente en el campo administrativo. Es cierto que ninguna ley positiva puede limitar la potestad del Romano Pontífice. Sin embargo debe tenerse en cuenta la puntuali24. PAULUS VI, Constitutio Apostolica «Regirnini Ecclesiae Universae, 15. VIII.1967, en: Acta Apostolicae Sedis 59 (1967) 885-928. 25. Plus x, Con~stitutioApostolica cdapienti Consilio, 29. VI. 1908, en: Acta Apostolicae Sec!is 1 (1909) 7-19 y Ordo servandus in sacris Congregationibus, Tribunalibus, Officis Romanae Curiae, 29. IX. 1908, en Acta Apostolicae Sedis 1 (1909) 36-108. DE ANTA, utiliza el termino «derecho canónico admi26. M. CABREROS nistrativo*, Comentar,;osal Cddigo de Derecho Canónico 1, Madrid 1963, p. 37. Desconcentración Orgánica y Potestad Vicaria, Pam27. G. DELGADO, plona 1971, p. 215. Contenzioso amministrativo canonico. en: Atti del 28. G. CASUSCELLI, Congresso Znternazio~ialedi Diritto Canonico. La Chiesa doPo- il Concilio ZZ, Milano 1972, p. 329. 244 JAIME TRASERRA zación de J. HERVADA:«Late en todo este problema una confusión. El Brecho se entiende como la norma que el superior da al inferior; en este sentido la ley rige al súbdito en cuanto que es un mandato del superior, pero el superior no se rige por la ley sino por su prudencia y recto juicio. Pero esta concepción del derecho es muy simplista. El Derecho es más que esto, es la ordenación justa de la sociedad. El Derecho positivo es, en realidad, una positivación y formalización de las exigencias y reglas de justicia y de orden social que rigen todas las manifestaciones de la vida social. También el ejercicio de1 poder. Consiste entonces tanto1 en el descubrimiento de las exigencias y del orden inherente a cada realidad y en la decisión de aceptarlos y seguirlos, como en la elección de un orden determinado (opción histórica) y la decisión de seguirla» 29. Asimismo debe distinguirse el modo ordinario de ejercitar la funci6n administrativa por parte del Romano Pontífice o las Congregaciones Romanas que se someten a lo establecido en las leyes, del modo extraordinario en que, por especiales circunstancias, pueden actuar al margen da la ley. Esta posibilidad, por excepcional, no contradice la existencia del derecho administrativo y está de acuerdo con la función del Primado. Por otra parte, la existencia del Código y de las demas leyes de la Iglesia no ha resultado ineficaz o desprovista de sentido, a pesar de que el Romano Pontííice, por no estar directamente vinculado por la ley positiva % pudiera haber prescindido de ella en algunos casos. Creemos, por tanto, que es posible el derecho canónico administrativo como conjunto de normas jurídicas reguladoras de la función administrativa en la Iglesia. Es más, creemos que debe proclamarse la necesidad de un mayor perfeccionamiento de esta rama del Derecho] Canónico, en la que sobra numerosas cuestiones no existe mandato expreso de las leyes y reiteradamente se echan de menos los principios objetivos que han de dirigir la actividad administrativa. Cuando en un ordenamiento jurídico existen normas de Derecho Administrativo suficientemente perfeccionadas y la función adminisEl Romano Pontífice, El Proyecto de ley fundamental de 29. J. HERVADA, la Iglesia, Pamplona 1971, p. 175. J. MANZANARES, De Schemate Legis Ecclesiae furadamentalis in colloquio hispano-germanico adnotationes, en: Periodica de re morali canonico liturgica 61 (1972) 655: <<Praetereaoblivioni dan nequit quod potestats Summi Pontificis non est quid absolutum sed datum in bonum Ecclesiae, ideoque exigentiis iuris divini et boni comrnunis vinculata». 30. G . MICHIELS, Normae Generales Iuris Canonici 1, París 1949, p. 363-366. DERECHOS DE LOS FIELES 245 trativa actúa sometida a d a s , no hay duda que puede obtenerse más eficazmente que. las relaciones entre Administración y administrados no estén domin,adas por la fuerza o la arbitrariedad, sino por la justicia y d servicio. Tal objetivo es deseable en toda sociedad humana y, también, en la Iglesia. Establecida 1;i norma administrativa -a través de las diversas fuentes par las que ,puede llegar a la vida jurídica - las decisiones de todos aquellos que en la Iglesia han de ejercer la función administrativa encuentran el camino por el cual proceder justamente. Asimismo los fides, conoce don:^ de lo establecido en la ley, saben que ninguna decisión administrativa p u d e lesionar injustamente sus derechos. Es especia1mi:nte importante afirmar que la norma administrativa señala también la diferencia entre la actividad legítima e ilegítima de los titulares de la función administrativa: 1) La actividad legítima de la Administración es aquélla que se ajusta a lo dispilesto en la norma jurídica tanto substantiva como adjetiva. Eintonces se cumple el principio de legalidad: la actividad administrativa su-jeta al imperio de la ley para la protección de los derechos de las personas. Tal actividad administrativa aun cuando sea legítima, puede, en determinados casos, causar lesión o perjuicio a los derechos subjetivos de una persona o de un grupo de personas. Cuando las decisiones administrativas, de acuerdo con 10 prescrito en la ley y en orden a conseguir el bien común, causan perjuicio o daño al patrimonio jurídico singular de una persona, nos hallamos ante un caso en el que la actividad es legítima, la lesión no es antijurídica y la persona concreta está obligada a soportar tal perjuicio. El bien común puede exigir un tal sacrificio de los derechas subjetivas de una persoiia. Así, por ejemplo, en el canon 1470 párrafo 1, 2." del Código de Derecho Canónico se prevé que d derecho de patronato puede extinguirse «si la Santa Sede revocare el derecho de patronato o suprimiera a perpetuidad la Iglesia o beneficio)). En la doctrina administrativa civil el instituto de la INDEMNIZACI6N tiene como fin cc~ncederuna reparación al titular de los derechos subjetivos lesionados por la actividad legítima de la Administración. En la Iglesia también los fieles, perjudicados por una decisión administrativa, han intentado obtener el oportuno resarcimiento. Así, valga entre otros ejemplos, la pretensión deducida ante el Tribunal de la Rota Romana, en la causa Ovetense, coram Bond, y en la cual la segunda parte del IIUBIO se estableció en los siguientes término&: 246 JAIME TRASERRA 11 «Si el Excmo. Ordinario de Oviedo está obligado al resarcimiento de daños al actor tanto por la construcción de la Iglesia, casa parroquial y escuelas, como por los gastos provocados al actor coa la negativa de trasladar el beneficio parroquid a la nueva Iglesia así como por el interés, debiéndose determinar la cantidad y el tiempo)»31. Sin embargo, no basta que algunas sentencias rotales hayan reconocido el derecho a la indemnización, sino que debiera establecerse con claridad en la doctrina administrativa canónica el principio general de la indemnización y los requisitos para que se reconozca a 10s fieles este derecho. 2) Por contraste con la actividad legítima de la Administración, la actividad ilegítima es aquella en la que existe discrepancia entre lo establecido en la norma jurídica y la decisión o actividad administrativa. Puede decirse que la actividad ilegítima de! la Administración es siempre una violación de lo establecido en la ley 32. Conviene determinar más en concreto los distintos capítulos por los que un acto administrativo puede estar en contradicción con lo establecido en la ley. Para ello, nos fijamos por separado en el sujeto, el objeto, d fin y las formalidades del acto) administrativo. El sujeto capaz de realizar un acto administrativo es aquel al que se ha encomendado la función administrativa (sea mediante la concesión de un oficio, sea por delegación). Todas las situaciones contrarias a la ley que hayan podido surgir en la concesión del oficio o de la delegación, repercuten en la función administrativa, y, por consecuencia, en la legitimidad de sus actos administrativos. Asimismo, el sujeto titular de la función administrativa ha de someterse en el ejercicio de su actividad y cometido1 a los límites de carácter territorial, funcional (por razón de la materia) y jerárquico (por razón de la reserva hecha en favor de otros oficios) establecidos en la ley. Actuar en contra de tales límites es incurrir en el vicio de INCOMF%TENCIA. En segundo lugar, atendiendo al contenido o efecto que se quiere conseguir, un acto administrativo incurre en el vicio de VIOLACION DE LEY (en sentido propio) cuando no se ajusta a lo dispuesto en 31. Decisio Oveten., Iunum, 9 maü 1960, coram Bonet, Decisiones Rotae, vol. LII, p. 265ss. 32, G . LOBINA, La cornpetenza del Supremo Tribunale della Segnafura Apostolica con particolare riferimento alla «Sectio Altera» e alla problematica rispettiva, Roma 1971, p. 99: «Per violazione di legge s'intende la violazione di norme giundiche in cui taluni includono i vizi attinenti al soggetto, i vizi del contenuto e della forma c anche i vizi di procedmiento». I I DERECHOS DE LOS F~ELES 247 d derecho administrativo, cuando infringe una norma penal o es de imposible realización. Se incluyen bajo este capítulo -dice RANAUw - no solamente «atti emessi contro il divieto di una legge» sino también aatti, <:he in vario modo eluendo la legge o da essa risultano difformi)) 3-. En tercer luigar, atendiendo al fin,debe recordarse que todo acto administrativo, al menos en cuanto al objetivo a conseguir, es un acto reglado. SE:exige a la función administrativa que oriente su actividad a la consecución de aquellos objetivos que la misma ley haya contemplado, es decir, en orden al interés público o bien común. Cuando el titular de la función administrativa, respetando su competencia y sin violas la ley, prescinde del elemento final o, lo que es lo mismo, inspira su actuación en otros fines que los establecidos en la ley, incurro en el llamado vicio de DESVIACidN DE PODER 34. Distinto del fin es el elemento causal del acto administrativo y que responde a la pregunta «por qué». Definimos como «causa» del acto administrativo la «circunstancia que justifica en cada caso que un acto administrativo se dicten 35 y SU comprobación consiste normalmente en la veriíicación de un hecho: vg. un oficio vacante es la causa o circunstancia que justiíica la válida provisión canónica consiguiente (can. 150 párrafo 1). Finalmente, atendiendo al elemento formal, el acto administrativo está sujeto a un conjunto de formalidades y trámites por los que se llega a su prodiicci6n y, en un momento posterior, a su exteriorización. «Este sometimiento de la acción administrativa a un cauce forPBREZ- se ha justificado desde dos mal -ha dicho J. GONZÁLEZ perspectivas distintas: como garantía del interés público y de los derechos de los particulares)) 36. La falta de cualquiera de los anteriores elementos en un acto ad33. A. RANAUDD, Note circaz il contenzioso amministrativo canonico e gli atti amministrativi canonici, Nápoles 1969, p. 46. 34. M. UPEZ ALARC~N, El abuso de Derecho en el ordenamiento canónico, en: lus Cantmicum 9 (1969) 121-125, donde estudia el abuso de derecho y su versión iuspublicista, el abuso de poder, destacando de este último su eIemento caractc:rístico: el bien público a conseguir. 35. F. GARRIDO FALLA,Tratado de Derecho Administrativo 1, Madnd 1966, p. 489; asimismo R. ENTRENA CUESTA,Curso de Derecho Administrativo, Madnd 1965, p. 537. Creemos que no es suficiente clara la definición de RANAUDO cuando dice: ccPer causa intendiarno I'interesse che ha la Chiesa ad emanare un atto amministrativo, quella necessitos o utilitas Ecclesiae cioe, cui deve informarsi tutta l'attivittt ecclesiale, e in modo speciale l'atto arnministrativon, O.C. p. 45. 36. J. GONZALEZ P ~ R E ZEl, procedimiento administrativo, Madnd 1964, p. 59. 248 JAIME TRASERRA ministrativo concreto muestra un comportamiento ilegítimo de la Administración, en cuanto que prescinde de alguna disposición obligatoria establecida en la norma jurídica. Esta actividad ilegítima puede, asimismo, lesionar algún derecho subjetivo, en cuyo caso no existe en la persona lesionada ninguna obligación de soportar tal perjuicio y puede, por tanto, reaccionar contra la Administración. La actividad ilegítima de la Administración puede ser impugnada tanto porque perturba el orden jurídica (en cuanto que es ilegítima) como, en su caso, porque causa perjuicios o lesión en el patrimonio jurídico de las personas. Históricamente ambas pretensiones han dado lugar a tratamiento distintivo según el juez debiera entender de la ilegalidad del acto administrativo o debiera pronunciarse sobre el reconocimiento de derechos subjetivos lesionados por la actividad ilegal de la Administración 37. Sin embargo, la defensa de los derechos subjetivos es el objetivo inmediato y directo que las personas privadas pretenden obtener cuando reaccionan contra la actividad ilegítima de la Administración, sin excluir que! indirectamente se pretenda también el restablecimiento de la legalidad. Las cuestiones sobre la sola legitimidad de los actos administrativos, y el consiguiente contencioso de la legitimidad, ha dicho el «...non respondet cuidam Ecclesiae necessitati, sed P.I. GORDON: est quid artificiosum, inducium (ut videtur) sub influxu iustititae administrativae italicae.. .» j8. 111. LA JUSTICIA ADMINISTRATIVA «Rights depend upon remedies» 39. Una verdadera y eficaz protección de los derechos subjetivos exige de parte del ordenamiento jurídico el establecimiento de los cauces por los que las personas que se consideren lesionadas por las decisiones administrativas puedan hacer valer sus pretensiones. Pertenece, por tanto, al Derecho Administrativo señalar los medios por los que se puede introducir la im37. J . GONZ~LEZ PÉREZ, Derecho Procesal Administrativo 1, Madrid 1965, p. 325-334. 38. 1. GORDON, De Iustitia administrativa ecclesiastica, en: Periodica de re moral;, canonico, liturgica, 61 (1972) 336 y también en La Renovación de la Signatura Apostolicd, en: Revista Española de Derecho Canónico 28 (1972) 599-604. 39. H.W.R. WADE,Administrative Luw, Oxford 1971, p. 107. DERECHOS DE LOS FIELES 249 pugnación de la actividad ilegal de la Administración, así como establecer los órganos destinados a recoger y tramitar aquella impugnación con las corisiguientes normas de procedimiento. El conjunto de medios que el derecho positivo establece en favor de los administrados para que puedan hacer valer sus derechos frente a la Administración, cuando ésta actúa ilegítimamente, recibe el nombre de JLJSTICIA ADMINISTRATIVA 40. Una vez más, insistimos aquí en d aspecto1 ilegítimo de la actividad administrativa, no englobando, por tanto, todas las controversias que pudieran suscitarse entre la Administración y los administrados sino solamente aquellas que se originan por un comportamiento de la Administración que se halla en desacuerdo con lo establecido en las normas jurídicas. La distinción más importante que nos parece debe ser establecida, desde d primer momento, al estudiar la justicia Administrativa en la Iglesia, es la siguiente: de una parte la impugnación de los actos administrativos d~elos Obispos y titulares de la función administrativa inferiores a la Sede Apostólica y, de otra parte, la impugnación de los actos administrativos emanados de la Sede Apostólica o Santa Sede (que ;a tenor d d can. 7 comprende «no sólo el Romano Pontífice sino también las Congregaciones, los Tribunales, los Oficios por medio de los cuales el mismo Romano Pontífice suele despachar los asuntos de la Iglesia Universal»). En ningún mclmento de la evolución seguida por la Justicia Administrativa canóriica se ha delineado esta distinción, sino que siempre las normas que han regdado una y otra impugnación han sido diversas y con especiales características propias. Nos interesa, por tanto, estudiarlas sep,aradamente. 1. Impugnación a'e los actos administrativos de los obispos y titulares de la función administrativa inferiores a la Sede Apostólica El cauce legal por el que los fieles pudieron impugnar una decisión del Obispo y de los demás titulares de la función adrninistrativa infe~ioresa la Sede Apostólica, desde la edad clásica del Derecho 40. Preferimos utilizar el término general JUSTICIA ADMINISTRATIVA más que el término CONTENC1C)SO ADMINISTRATLVO, cuya aplicación se reserva, en algunos autores, a un determinado tipo de recurso ante la jurisdicción contenciosa administrativa, en contraposición a los recursos administrativos ante la Atlministración. 250 JAIME TRASERRA Canónico hasta el año 1908, fue la APELACIÓN EXTRAJUDICIAL («appellatio extraiudicialis»). Desde la Ley Propia de la Sgda. Rota Romana, en 1908, hasta nuestros días es el RECURSO ADMINISTRATIVO («recursus»). Apelación extrajudicial y recurso coinciden en el objeto: es un medio para impugnar un acto administrativo del Obispo o de otros titulares inferiores. Discrepan y se oponen en la autoridad llamada a resolver la impugnación: la apelación extrajudicial la resuelve el Juez en ejercicio de su función judicial, el recurso lo resuelve el titular de la función Administrativa de rango superior. De uno y otro aspecto vamos a ocuparnos más detalladamente. La apelación extrajudicial es aquella que se interpone contra actos, mandatos, decretos, que causan perjuicio a una persona o por los que teme ser perjudicada, dados fuera de juicio ya sea por el Juez no actuando como tal sino como Magistrado u Ordinario del lugar, ya sea por otra persona distinta del Juez 41. No hay duda que se incluyen en la apelación extrajudicial todas las controversias que tenían por objeto la impugnación de la actividad administrativa ilegítima del Obispo cuando lesionaba los derechos de los fieles. Expresamente notaban los autores que por medio de la apelación, tanto judicial como extrajudicial, se ejercía una «legítima defensa)) 42. El recurso previsto en el canon 16 de la Ley Propia de la Sgda. Rota y en el canon 1601 del Código es el remedio legítimo para impugnar «los decretos de los Ordinarios», siendo]el decreto el acto típico de la potestad administrativa ". Se trata, por tanto, de las mismas controversias entre los fieles y los Ordinarios, surgidas a raíz de un acto administrativo, que constituían el objeto material de la apelación extrajudicial. No existe en este punto diferencia. La profunda modificación introducida por Pío X en 1908 en el sistema de Juticia Administrativa de la Iglesia consistió en la abrogación de la apelación extrajudicial y su substitución por el recurso administrativo propiamente dicho. La apelación extrajudicial se resolvía ante el juez superior al Obispo que había dictado la disposición administrativa que se impugnaba. 41. P. LDURENIO, Forum Ecclesiasticum 11, Venetiis 1729, p. 440: «Extrajudicialis est quae fit ab actibus, mandatis, decretis, extrajudicialibus quibus aliquis gravatus ve1 se gravandum lunet a Judice extrajudicialiter (seu etiam non qua tali sed tamquam Magistratu et Loci Ordinario) procedente...» 42. AAREIFFENSTUEL, ZUS Canonicum Universum 111, Pansis 1882, p. 308: ((Apellans non facit iniuriam judici, a cujus sententia appellat utitur enim legitima defensione sibi de iure concessan. De decreto episcopalr administrativo, O.C. p. 81. 43. M. CASTELLANO, DERECHOS DE LOS FIELES 251 Era un pleito judicial, en el que las partes litigantes eran respectivamente el fiel actor y el Ordinario demandado. Con precisión notaba el Cardenal Lega que una cuestión hasta entonces no judical (sino administrativa) por el hecho de ser apelada extrajudicialmente, se convertía en un pleito judicial y de aquí el nombre de «provocatio ad causam» que se encuentra ya en los canonistas del siglo XII14j. Las decisiones administrativas de aquellos que tienen inferior autoridad al Obispo se apelaban extrajudicialmente ante el Obispo diocesano, las de éstiv y su Vicario General ante el Arzobispo-Metropolitan0 y la última instancia se resolvía ante los Tribunales pontificios. L a apelación extrajudicial conducía, en consecuencia, a que los actos administrativos de los Obispos fueran revisados por la jurisdicción judicial. Eii terminología civil, el sistema de garantías ofrecido por el instituto de la apelación extrajudicial era el de «única jurisdicción» o «sistema judicial» en el que la competencia sobre las controversias entre :la Administración y los particulares se atribuye a los tribunales ordinarios 46. Dicho sistema da única jurisdicción fue abrogado por Pío X al establecer en d canon 16 de la Ley Propia de la Sgda. Rota Romana que: «Contra dispositiones Ordinariorum quae non sint sententiae forma iudiciali latae non datur appellatio seu recursus ad Sacram Rotam, sed earum cognitio Siicris Congregationibus reservatu» 4'. Se excluye, por tanto, que las decisiones de los Ordinarios dictadas en el ejercicio de su función administrativa puedan ser revisadas en la vía judicial (como stucedía en la apelación extrajudicial). Tales controhersias sobre decisiones administrativas son resueltas por las Congregaciones Romanas, las cuales son, fundamentalmente, órganos de la función administrativa pontificia. 44. M . LEOA,I'raelectiones in textum luris Canonici de ludiciis Ecclesiasticis 1, vol. 11, Romae 1898, p. 600 «...et ita adducitur in contentionem iudicialem negotium hacknus extraiudicialex 45. Para un estudio detallado sobre la apelación extrajudicial en la época clásica, H., SCIIMITZ, Appellatio Extraiudicialis. Entwicklungslinien einer kirchlichen Gerichsbarkeit über die Verwaltung im Zeitalter der klassiscken Kanonistik (1140-1348). München 1970. 46. También en el sistema anglo-sajón del «nile of l a m tales controversias se someten a los tribunales ordinarios. Sobre la existencia de tribunales administrativos y desc:nvolvimiento del derecho administrativo inglés, J. VERDE ALDEA,LOS Tribunales Administrativos en la Gran Bretaíia, en: Cuadernos de Derecho anglo-americano, 14-15 (1960) 1-41. 47. Lex propriir Sacrae Romanae Rotae et Signaturae Apostolicae, Acta Apostolicae Sedis 1 (1909) 24. 252 JAIME TRASERRA El canon 1601 del Código de Derecho Canónico recogió y reafirmó la nueva disciplina introducida por Pío X en los siguientes términos : «Contra Ordinariorum decreta non datur appellatio seu recursus ad Sacram Rotam sed de eiusmodi recursibus exclusive cognoscunt Sacrae Congregationes». La expresión «exclusive cognoscuntn, al igual que la de «cognitio Sacris Congregationibus reservaturn de la Ley Propia, quiere indicar la competencia propia y exclusiva de las Sagradas Congregaciones para conocer cuantas controversias se originen contra los decretos administrativos de los Ordinarios. Se trata, por tanto, de un recurso administrativo o «impugnacibn de un acto administrativo ante un órgano de este carácter» 48 y se excluye que pueda dirigirse a un órgano imparcial e independiente del que dictó el acto impugnado. El recurso administrativo previsto en el canon 1601 queda establecido con una tal generalidad que resulta difícil introducir ulteriores diferencias entre «recursos por cualquier motivo» o urecursos por motivos tasados en la ley», «recursos contra cualquier clase de disposición administrativas» o solamente «contra determinados actos administrativos)), etc. El procedimiento por el que se llevará a cabo la tramitación y resolución del recurso no queda fijado en el Código, siendo necesario acudir a las normas espiecíficas que regulan la actividad de las Sagradas Congregaciones de la Curia Romana. Creemos que existe una laguna en el ordenamiento canónico en cuanto a las normas que rigen el recurso administrativo y esta falta de regulación legal puede ocasionar, sino la injusticia, al menos la arbitrariedad para con los fieles que recurren. Por cuanto se ha dicho, también resulta difícil establecer una posible distinción entre los recursos administrativos canónicos: de alzada, de reposición y revisión, ya que los datos contenidos en el C6digo son tan elementales y escasos que obligan a mantener un solo tipo de recurso administrativo, tal como se establece en el canon 1601. Nótese que el mismo G. ~XLGADO DEI, Rfo, que ha estudiado los recursos de reposición y revisión en la actual legislación canónica, se pregunta acerca del recurso de reposición previsto en el c. 2153 pá48. J. GONZÁLEZPÉREZ, El Procedimiento Administrativo, o s . , p. 747. DERFXHOS DE LOS PIELES 253 rrafo 1 : «¿Tienc:n verdadero carácter de recursos de reposición? ¿Son simplemente una1 súplica? No podemos precisarlo» 49; y acerca del recurso de revisióii dice: «En el derecho canónico existe una figura especial que no es propiamente un recurso: el beneficium novae audientiae. Es una gracia en orden a considerar de nuevo el asunto» Señaladas las dificultades que se originan de la redacción tan general del canon 1601 y de la falta de normas reguladoras del recurso administrativo ccmónico, nos interesa, sin embargo, dejar claramente establecido, que el nuevo sistema introducido por Pío X, para la protección jurídica de los fieles frente a los actos administrativos da los Ordinarios, fue el llamado sistema del Administrador-Juez. Recibe este nombre aquel sistema de Justicia Administrativa en el que la misma Administración tiene la exclusiva competencia para conocer las controversias que se originan a raíz de los actos administrativos. Puede decirsei que, e.n este sistema, la Administración es simultáneamente Juez y parte. Entre los mo,tivos varios por los que se abandonó en la Iglesia el sistema de jurisdicción única y se adoptó el sistema del Administrador Juez (que es el que más débilmente asegura la protección de los administrados) hay que mencionar, por su importancia decisiva, la distinción introducida en la misma Curia Romana entre organismos con función y competenaa administrativa y los Tribunales con función y competenc.ia judicial Al reconocer -como se hace en la reforma de la Curia Romana de 1908 - a las Congregaciones Romanas su carácter de organismos administrativos era lógico que se les atribuyera competencia exclusiva ea los asuntos en los que intervenían los Ordinario6 coino titulares de la función administrativa. Se daba por sentado que juzgar a la Administración era también administrar, como había sucedido en otros ordenamientos civiles. El sistema del Administrador Juez descarta la posibilidad de que las controversias sobre actos administrativos se resuelvan en sede judicial. Diversos canonisttas -que conocían los textos de la reforma de Pío x y lo estzblecido en el canon 1601 - intentaron introducir 49, G . DELGADO DEL Rfo, Los recursos administrativos canónicos, en: Atti del Congresso Zizternazionale di Diritto Canonice, Comunicazioni, Milano 1972. D. 529. 50.- Ibid., p. 530. 51. J. BESSON,La réorpanisation de la Curie Romaine. en: Nouvelle Revue Theologique 40 (1908) 71.5: «Mais la skparation des pouvoirs que le Pape est inhabile a introduire dans sa propre autorité, il peut l'établir dans la communication qu'il fait de cette autorité a d'autres personnes. C'est effectivement ce qui se realise dans la rkorganisation de la Curien. 254 JAIME TRASERRA la distinción entre impugnación de los decretos de los Ordinarios por razón de su ilegitimidad e impugnación por razón de la lesión de derechos o daños causados. En el primer caso -dijeronsólo cabe el recurso administrativo, en el segundo cabe también la acción contenciosa ante los Jueces Eclesiásticos. Se trataba, por tanto, de una distinción entre ilegitimidad de la decisión administrativa acusada por sí misma y pretensión de resarcimiento de daños o reconocimiento de lesión de derechos causados por una decisión ilegítima de la Administración. Tal distinción había dado lugar en Italia, a partir de 1865, a un contencioso de anulación o de legalidad (el Juez ha de limitarse a anular el acto ilegal) distinto del contencioso de derechos subjetivos que se tramitaba ante los tribunales judiciales (el Juez puede llegar a condenar a la Administración a indemnizar daños y perjuicios) que ejerció indudable influjo sobre los canonistas italianos". Tal como hemos expuesto en nuestra monografía, el recurso administrativo canónico, desde 1908 hasta nuestros díass, es el único medio establecido por el derecho canónico para impugnar los decretos administrativos de los Ordinarios, tanto si se pretende el resarcimiento de daños o el reconocimiento de derechos subjetivos lesionados, como si se pretende acusar su ilegitimidad, debiendo excluirse la posibilidad de plantear una causa judicial anta los Tribunales competentes (en el caso de los Obispos residenciales sería, en virtud del c. 1557 párrafo 2, 1.9 la Sgda. Rota Romana) en base a una interpretacibn obvia de lo prescrito en el canon 1601 y en la Respuesta del Presidente de la Pontificia Comisión para la Interpretación auténtica del Código, de fecha 22 de mayo de 1923", que prohiben la acción judicial contra los decretos, actos y disposiciones de los Ordinarios, incluso cuando solamente pretende e1 resarcimiento de daños. La posibilidad de un cambio en este punto ha sido anunciado en el esquema de la Pontificia Comisión para la reforma del Código de Derecho Canónico, cuando admite que podrá introducirse una causa judicial contra los actos administrativos que hayan lesionado un derecho subjetivo, concediendo al Juez ordinario competencia para restablecer el derecho lesionado, reparar los daños y fijar los demás 52. 1. GORWN, La Renovación de la Signatura Apostólica, en: Revista Española de Derecho Canónico 28 (1972) 596-599. La tutela de los derechos subjetivos frente a la Admi53. J. TRASERRA, nistracián eclesiástica, Barcelona 1972. 54. Acta Apostolicae Sedis 17 (1924) 251. DERECHOS DE LOS FIELES 255 efectos de la lesión, sin que pueda, sin embargo, anular o reformar el acto administrativo 55. 2. Impugnación de los actos administrativos del Romano Pontífice y de las Cortgregaciones Romanas Queda absolutamente claro que los autores que estudiaron la apelación extrajudicial reconocen que ésta no puede utilizarse para impugnar las decisiones del Romano Pontíñce «cum veluti Vicarius Christi superioretn in terris non recognoscatn 56 y recuerdan que si alguno se atreviere a apelar, contra el Papa, al futuro Concilio Universal, incurriría ipso facto en excomunión. La misma afirmación se recoge en el canon 1556 cuando dice: «La primera Secle por nadie puede ser juzgada.» No cabe, por tanto, ningún recurso contra las decisiones del Romano Pontífice, ni existe en la Iglesia órgano alguno capaz de revisar o controlar las decisiones poiitificias. La posibilidad de un recurso que respetara en todo momento la potestad del Papa y la obediencia debida por los fieles a sus disposiciones, pero que, a su vez, devolviera la causa al Romano Pontífice para que éste decidiese reformar su anterior decisión, ha sido sugeen w comentario a la Ley Fundamental de rido por J. HERVADA la Iglesia 57. Las Sagradas Clongregaciones Romanas fueron creadas por el Papa Sixto v, a finales del siglo xvr, como reuniones o grupos de Cardenales que ayudarían ai Romano Pontífice en la resolución de las causas que le eran presentadas. Las Congregaciones nacieron para desarrollar su actividad en el campo disciplinar o extrajudicial sin entrar en concurrencia con la función que realizaban los Tribunales de la Santa Sede. En la práctica, sin embargo, las Congregaciones Romanas progresivamente intervinit:ron en la tramitación y resolución de causas ver55. PONTIFICIA CIIMMISSIOCODICIIURIS CANONICI RECOONOSCENDO, Acta Comrnisssionis: Cornrn~unicationes11, Romae 1970, p. 193. 56. A. REIFFENSTIUEL, IUS Canonicum Universum 111, Parisis 1882, p. 310. 1'1 Romano Pontífice: El Proyecto de Ley Fundametztal 57. J. HERVADA, de la Iglesia, Pamplo.na 1971, p. 179, 256 JAIME TRASERRA daderamente contenciosas que, de por sí, pertenecían a la competencia de los Tribunales pontificios 58. Tanto en sus resoluciones administrativas como en sus resoluciones judiciales las Congregaciones Romanas no estaban bajo el control de ningún otro organismo pontificio. Eran Supremas en cuanto que eran Vicarias del Romano Pontífice. Este sentido) hay que dar a las expresiones que usan los canonistas refirikndose a las Congregaciones: «actúan en nombre del Papa», «tienen potestad apostólica», «por su medio el Papa gobierna a la Iglesia», «son la voz de la Santa Sede», etc. La posibilidad de introducir una apelación extrajudicial contra las decisiones de las Congregaciones era negada por los canonistas. He aquí el razonamiento: «Ni se puede apelar de las setencias o decretos dados p r las Sagradas Congregaciones de Cardenales, pues como éstas constituyen un Supremo Tribunal que representa al Romano Pontífice, de sus decisiones no se admite apelación. Es práctica, sin embargo, que después de la resolución dada por las Sagradas Congregaciones aún se obtenga a veces lo que se llama "novae auditionis beneficium", en este caso se propone y discute nuevamente la causa aduciéndose nuevas razones y pruebas si las hay y según lo que resulte se revoca <Y se confirma la primera sentencia)) L a promulgación del Código de Derecho Canónico no introdujo ninguna variación en este punto; contra las decisiones de las Congregaciones Romanas no cabe recurso administrativo de ninguna clase. El beneficio de nueva audiencia, mencionado en el texto citado, no es propiamente un recurso administrativo. Se trata de una gracia o concesión de la misma Congregación por la que admite la nueva discusión de una causa ya resuelta y la posibilidad de una modificación o revocación de la decisión ya pronunciada. No existe, sin embargo: ninguna obligación por parte de las Congregaciones de conceder d beneficio de nueva audiencia, y, por tanto, no constituye una verdadera garantía para los fieles. Por otra parte, 58. M. LEGA,Praelectiones in textum Zuris Canonici, De ludiciis Ecclesiasticis 1, vol. 11, Romae 1898, p. 19: cexercitium potestatis iudicialis in dics magis evolutum essc apud Sacras Congregationesn; y respecto a la Congregación del Concilio, cn concreto, G.I. VARSANYI, De competentia et procedura Sacrae Congregationis Concilii ab origine ad haec usque nostra tempora: La Sacra Congregazione del Concilio, Vaticano, 1964, p. 112: «Qiiod S. Congregatio Concilii suam potestatem contentiosam revera saltem a fine saec. XVII, si non ex iure expreso, de facto tamen ex consuetudine et uso tacite probato, exercuerat omnes concedunb. Derecho Canónico según el orden de las Decretales 59. R. O'CALLAGHAN, de Gregorio IX 1, Tortosa 1899, pp. 459-460. DERECHOS DE LOS FIELES 257 la misma Congregación puede excluir previamente esta gracia añadiendo a su decisión las palabras cet amplius non proponatur». Cuando se concede el beneficio de nueva audiencia es el mismo organismo o autoridad administrativa, que fue autor de la primera resolución, el que admite a nuevo estudio el asunto y recibe nuevas alegaciones y pruebas antes de decidir nuevamente6". Para que el beneficio de nueva audiencia pudiera ser considerado como una verdadera garantía para los fieles sería necesario que se estableciera legalmente 1st obligación por parte de las Congregaciones de admitir, tramitar y resolver la impugnación formulada contra sus decisiones. Un recurso administrativo lleva consigo «il diritto di ottenere una decisiolae dell'autoriti, alla quale egli si rivolge, e I'amministrazione ha, a sua volta, l'obbligo di emanare la decisione stessa» de lo contrario r.10 es un recurso. En consecuencia, a pesar de la existencia del beneficio de nueva audiencia, debemos concluir que, hasta nuestros días, las decisiones de las Congregaciones Romanas no han podido ser impugnadas por ningún recurso administrativo y los fieles, ante las mismas, no han contado con una verdadera protección jurídica. Esta situación ha sido modificada por el Papa Pablo VI en el año 1967 al promulgiir la Constitución Apostólica «Regirnini Ecclesiae Universae~62 y cc)nstituir una ~SectioAltera» en el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica. En el artículo 106 de la mencionada Constitución, se establece que «la Signatura Apc~stólica,por medio de la Segunda Sección, resuelve las controversias surgidas de un acto de la potestad administrativa y que la son devaidas en virtud de la interposición de una apelación o recurso contra la decisión d d competente Dicasterio, siempre que se pretenda que esit;: acto ha violado alguna ley. En estos casos, resuelve sobre la adimisión del recurso y sobre la ilegitimidad del acto impugnadon 63. Se crea, por tanto, un organismo pontificio ante el cual se pueden 60. A. ALONSO,(Tornentarios al Código de Derecho Canónico 1, Madrid 1963, p. 580: «Contra las resoluciones tomadas por la Curia Romana en forma disciplinar no cabe apelación de ningún género, sino el beneficio de nucva audiencia, que debe sriplicarse en el plazo de diez días, a contar desde la fecha de su publicación; esa gracia la concede, o niega, el mismo organismo que había sido autor de la resoluci6n (cf. c. 43) y dado caso que no la hubiera confirmado el Papa». 61. L. RAGNISCO - M. ROSSANO,Z ricorsi arnministrativi, Roma 1954, p. 1. 62. Acta Apostolicae Sedis 59 (1967) 885-928. 63. Ibid., p. 921. Teologla Catalana 17 258 JAIME TRASERRA impugnar las decisiones de las Congregaciones Romanas. La diñcultad de someter las Congregaciones -por su preeminencia - a otros organismos pontificios de menor rango -en concreto los Tribunales pontificios - ha sido obviada, dice el Cardenal Staffa, de modo que no se rebaja la dignidad de las Congregaciones, «cum earum decreta Constitutio "Regirnini Ecclesiae universae" non subiciat Tribunali iudiciali, sed Tribunali administrativo)) 64. Esta es la primera nota a destacar respecto a la «Sectio Altera)) del Supremo Tribunal de la Signatura Apost6lica: no es un órgano de la Administración activa, no es tampoco un Tribunal judicial, sino que se trata de un Tribunal Administrativo. No existe unanimidad entre los canonistas acerca de la naturaleza de la «Sectio Altera» del Tribunal de la Signatura A p o s t ó l i ~ ay~ ~ algunos autores lamentan que el tema de lo contencioso administrativo no se haya atribuido al Tribunal de la Rota Romanae. Nos inclinamos por nuestra parte a considerar válidas las razones alegaen sus recientes estudios sobre el tema, y a recodas por 1. GORDON nocer en la «Sectio Alteran un tribunal administrativo. Como consecuencia de tal reconocimiento, es necesario afirmar que se ha modificado el sistema de justicia administrativa en la Iglesia. Si desde 1908, todas las impugnaciones de los fieles contra las decisiones de los Ordinarios debían ser resueltas por las Congregaciones, sin salir nunca del ámbito administrativo y no cabía ningún recurso contra las decisiones de éstas últimas, a partir de 1967, se ha introducido la posibilidad de recurrir contra las decisiones de las Congregaciones y a su vez de llevar la controversia al ámbito de un tribunal administrativo. No hay duda que unas nuevas garantías se ofrecen a los fieles a partir de esta modificación. Es cierto que la ~SectioAltera» solamente juzga las decisiones de las Congregaciones -y no recibe directamente ninguna controversia entre los Ordinarios y los fieles - pero este hecho es suficiente para decir que en la Iglesia se ha introducido el sistema llamado de «doble jurisdicción», en cuanto que, junto a los Tribunales ordinarios 64. Qrd D. STAFFA,De Supremo Tribunali Administrativo seu de Secunda Sectione Supremi Tribunalis Signaiurae Apostolicae, en: Periodica de re morali canonica liturgica 61 (1972) 21. 65. 1. GORDON, De Zustitita Administrativa Ecclesiastica, en: Periodica de re morali canonico liturgica 61 (1972) 305-313 y también La Renovación de la Signatura Apostólica, en: Revista Española de Derecho Canónico 28 (1972) 592-593. 66. Entre otros cf. C. DIEGO-LORA, El control judicial, en: Zus Canonicum 11 (1971) 355. DERECHOS DE LOS FIELES 259 y los órganos de la Administración activa, se ha creado un Tribunal administrativo al que pueden acudir los fieles en orden a impugnar las decisiones atiministrativas de las Congregaciones (de manera inmediata) y las cle los Ordinarios (de manera mediata). La introducción de un sistema de justicia administrativa distinto d d sistema del «Administrador-Juez» es un -paso en favor de una mejor protección de los derechos de los fieles, ya que el sistema del «Administrador-Juez» es d menos evolucionado, el más dependiente de la misma Aciministración y ha perdido vigencia, en cuanto tal, en los Estados cle Derecho. El sistema de «doble jurisdicción» aun cuando sdamenta iniciado en la Iglesia, con limitaciones y exigencia de ulteriores precisiones legales, es anuncio de un futuro desenvolvimiento de los tribunales administrativos y de una mejor garantía para los fieles. La posibilidacl de acudir a la «Sectio Alteran no ha suprimido los posibles recurijos administrativos ante las Congregaciones sino que los presupone. Precisamente para poder introducir el recurso ante aquel Tribunal administrativo (recurso «contencioso-administrativo>>, en terminología cle muchos) es necesario haber interpuesto recurso administrativo y haber agotado la vía administrativa. Tal como hemos indicado, no puede fo'rmularse ninguna pretensión ante la «SStio Alteran de la Signatura Apostólica que no haya sido presentada ante las Congregaciones. Así pues, la impugnación de las decisiones de los orclinarios deberá hacerse mediante recurso administrativo a la Congregación competente y las decisiones de las Congregaciones (tanto si ha existido iina previa controversia entre 10s fieles y los Ordinarios, como si ésta no ha existido) mediante recurso contenciosoadministrativo al tiibunal administrativo de la Signatura Apostólica 67. Una última cuestián creemos que debe ser tratada antes de p n e r fin a nuestro trabajo: el objeto de la controversia que se juzga en la «Sectiol Alteran. Se juzga en primer lugar la ilegitimidad de un acto administrativo. Creemos que tal aspecto es fundamental por tratarse de un recurso o medio de defensa ofrecido a los fieles en el marco de la Justicia Administrativa. Ya dijimos que se entendía por Justicia Administrativa el conjunto del medios reconocidos en el derecho positivo para reaccionar contra la actividad ilegítima de la Administración. Explícitamente se establece en el ya citado art. 106 de la Cons67. PONTIFICIA CO~MISSIO DECRETIS CONCILI VATICANI 11 INTERPRETANDIS, Responsa al proposita Dubia, Acta Aposrolicae Sedis 63 (1971) 329. 260 JAIME TRASERRA titución «Regirnini Ecclesiae Universaen que la «Sectio Altera)): «resuelve sobre la ilegitimidad del acto impugnado». La ilegitimidad de un acto administrativo -como hemos dicho -, puede entenderse en sentido amplio incluyendo la ilegitimidad por incompetencia. violación de ley, desviación de poder, quebrantamiento de forma; o puede entenderse en sentido estricto refiriéndose entonces, solamente, a la ilegitimidad por violación de ley. Esi nuestra opinión, nos inclinaríamos por una interpretación extensiva o amplia del concepto de ilegitimidad, a fin de que los actos ad3ninistrativos que por cualquier motivo son ilegítimos pudieran ser juzgados en la «%ti0 Altera)), compartiendo también el deseo de C. LOBINA de que se revise d texto legislativo «nel senso estensivo comunemente accolto dalla dottrina arnministrativa civile, contemplando oltre alla violazione di legge, anche I'incompetenza e l'eccesso di potere, 68. Además de la ilegitimidad, juzga también la «Sectio Alteran, la lesión de los derechos de los fieles y el resarcimiento de daños causados por la decisión administrativa ilegítima de las Congregaciones (y mediatamente las de los Ordinarios si hubiera precedido recurso administrativo). El pronunciamiento sobre la lesión de derechos y el resarcimiento de daños exige un previo pronunciamiento sobre la legitimidad del acto administrativo causante de los mismos. Es una condición previa. La conexión que existe entre ambas cuestiones se había ya puesto de relieve entre los canonistas, al estudiar la competencia del Tribunal de la Rota sobre las causas por daños y perjuicios derivados de una decisión administrativa de los Ordinarios. Juzgar solamente sobre los daños o perjuicios conducía fácilmente (inexorablemente) al juicio del nzismo acto administrativo. Así ha sido recordado por una decisión de la Signatura Apostólica 69 La competencia de la «Sectio Altera» sobre las controversias encaminadas a obtener una reparación del derecho Iesionado y e1 debido resarcimiento de daños creemos queda establecida en el ya citado art. 106 de la Constitución «Regirnini Ecclesiae Universaen cuando 68. G. LOBINA,o.c., p. 100. 69. IURISPRUDENCIA SUPREMITRIBUNALIS SIGNATURAS APOSTOLICAE, SECTIO ALTERA, De factorum iudiricorum declaratione, 1-XII-1970, en: Periodica de re morali, canonica liturgica 61 (1972) 172: «In comperto esse quam faciie fiat transitus ex cognitione damnomm, quae illata asseruntur, ad ipsam decretorum seu actuum administrativomm cognitionem contra prohibitionem can. 1601% DERECHOS DE LOS FIELES 261 dice: «La Signatura Apostólica dirime las controversias surgidas de un acto de la potestad administrativa.)) Tal interpretación es confirmada por la práctica de la misma «Sectio Altera» que juzga de hecho causas en las que se deciden cuestiones sobre derechos subjetivos lesionadas y resarcimiento de daños m. Negar que 1ii Signatura Apostólica en su nueva Sección tenga competencia para juzgar las controversias de los fieles encaminadas a la defensa de :;us derechos y deba limitarse a juzgar la ilegitimidad de las decisiones administrativas, significaría sustraer de la «Sectio Altera» la parte más viva y que más interesa a los fieles, y, a su vez, negada la competencia tanto del tribunal administrativo como d d tribunal judicial (en virtud del canon 1601), solamente las Congregaciones podrían resolver las controversias sobre lesión de derechos y resarcimiento de daños. En este supuesto no se habría introducido ninguna iiueva garantía en favor de los fieles. Finalmente, no juzga la ~SectioAlteran del merito del acto administrativo. Expresamente fue establecida por la Comisión Pontificia para la Interpretación de los Decretos del Concilio Vaticano 11 en fecha 11 de enero de 1971: «S'upremum Signaturae Apstolicae Tribunal - Sectionein Alteram - videre tanturn de illegitimate actus impugnati)) 71. Debe entendenre por mérito del acto administrativo los aspectos discrecionales o no reglados por la norma jurídica. Sobre estos aspectos, que la misma norma ha dejado en manos de la libre decisión de los órganos ad.ministrativas, no pueden interponerse controversias ante la «Sectio Alteran. Nótese claramente que el juicio de mérito no tiene por objeto la legitimidad del acto administrativo, sino su oportunidad. De acuerdo con RANAUWdiremos: «Accertare quando un determinato atto ammiiiistrativo canonico contenga o no vizi di merito spetta, nel sistema canonico, al solo Superiore gerarchicon n. IV. CONCLUSIONES 1. La dignidad del fiel y sus derechos subjetivos son cuestiones que suscitan en la Iglesia de hoy profundo interés y están en sinto70. Algunas decisiones de la Sectio Altera de la Signatura Apost6lica son publicadas en la revist:~Periodica de re rnorali liturgica canonica. 71. Cf. nota 67. 72. A. RANAUDO,C;li atti amrninistrativi canonici, Nápoles 1969, p. 47. 262 JAIME TRASERRA nía con los esfuerzos que se llevan a cabo para promover el respeto a los derechos de la persona humana. El reconocimiento de los derechos del fiel no puede limitarse a la enumeración programática de los mismos sino que exige una tutela ágil y &caz que los defienda. 2. El servicio de la autoridad en la Iglesia comporta, entre otras, una función que puede ser llamada administrativa. Su objetivo no es solamente aplicar o ejecutar lo establecido en la ley sino también impulsar, ayudar, proyectar, una comunidad cristiana siempre viva. Para cumplir este propósito! necesita atribuciones y medios. En este cometido, los titulares de la función administrativa en la Iglesia pueden con sus decisiones lesionar los derechos de los fieles, a pesar de su buena fe y de su recta intención ". 3. Es necesario, en consecuencia, establecer unas normas jurídicas que compaginen simultáneamente la eficacia de la actividad administrativa y el reconocimiento y tutela de los derechos del fiel. 4. Una técnica jurídica encaminada a proteger el fiel de la posible injusticia o arbitrariedad de las decisiones administrativas es el sometimiento de la Administración al derecho. La norma jurídica señala la conducta a seguir por los titulares de la función administrativa. Si su actividad está de acuerdo con 10 establecido en la ley, su actividad els legítima. Si su actividad (por incompetencia del titular, por violación de ley, por desviación de poder, por quebrantamiento de forma se aparta de lo establecido en la ley, su actividad es ilegítima. La actividad ilegítima da la Administración puede además causar perjuicio o lesión en los derechos del fiel injustamente. 5. El conjunto de medios establecidos en el derecho positivo por los que el fiel lesionado puede reaccionar contra las decisiones administrativas ilegales recibe el nombre de Justicia Administrativa. En la Iglesia, debe distinguirse por una parte, la impugnación de las decisiones administrativas de los Obispos y demás titulares inferiores a la Sede Apostólica, y, por otra, las del Romano Pontífice y de las Sgdas. Congregaciones da la Curia Romana. 73. Card. D. STAFFA, De Supremo Tribunali Administrativo o.c., p. 19: «&en enirn potest ut variae partes adrninistrationis, quamvis sincerissirna fide rectaque intentione operentur, iura laedant sive ChrisNidelium sive membrom cleri diocesani ve1 religiosi,. DERECHOS DE LOS FIELES 263 6. Respecto a los Obispos y titulares inferiores estuvo vigente hasta 1908 la apelación extrajudicial por la que los tribunales judiciales (tribunal metropolitano y tribunales pontificios) tramitaban y sentenciaban las controversias entre los fieles y las decisiones de los Ordinarios. A partir de 1908 solamente las Congregaciones Romanas, mediante recurso administrativo, pudieron conocer aquellas controversias sujetas hasta entonces al instituto de la apelación extrajudicial. 7. Se exclqp cualquier recurso contra las decisiones administrativas del Romariol Pontífice. Respecto a las Congregaciones Romanas, desde su creaci~jnhasta 1967, ningún recurso podía ser introducido contra sus daiciiones, por cuanto se les reconocía vicarias del Papa y no sujetas a ningún tribunal u organismo pontificio. A partir de 1967, se crea la ~SectioAlteran del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, al cual se le atribuye competencia para juzgar, coino Tribunal Supremo, las decisiones administrativas de las Sagradas Congregaciones, en determinadas circunstancias. Jaime TRASIERRA Diputación, ;!3 1 BARCELOIVIA - 7 Summary The interest and desire the faithful's subjective rights to be efficaciously protected in Church's right, demand legal channels through which the faithful can assert their complaint when they feel unjustly injured, either by other faithful's behaviour, or by the judgements of those who exercice the Church's authority. The legal solution appliable t o the canon regulation could be inspired by the scilution the civil regulation has forged (recognition of subjective righta, Administration's si~bmissionto law, administrative Justice) whenever they are reconcilable with the special nature of the Church's right. To be exact, it is dealt with here, in order to be applied in the canon field, with the administrative activity submission t o law arid with the canonical administrative justice system. Submission cif the administrative activity to law means that the former is submitted to what objective right establishes. In the Church there exists adrriinistrative right norms, but this legal field is insufficiently developed. It is important to give it greater amplitude and perfection. 264 JAIME TRASERRA The existence of the canonical administrative right sets out the difference between legitimate and illegitimate activity of the incumbents of the administrative function. Legitimate activity is in accordance with law and, i f in any case it hurts the faithful's rights, injury is not antilegal, and the person affected must bear the damage (see canon 1470 9 1, 2.a1 though he can try to get his indemnification. lllegitimate activity is always a violation of what is established in law and it can be contested. Administrative Justice is the whole of means the positive right establishes in favour of the administered in order to defend their rights against the Administration's illegitimate acts. In the Church it must be distinguished on the one hand the impugnation of Bishops and the rest of those persons inferior to the Apostolic See incumbent's administrative judgements and, on the other hand, His Holiness the Pope's and the Holy Congregations of the Curia's ones. With regard to the Bishops and inferior incumbents, the extrajudicial appeal, according to which judicial courts -metropolitan court and pontifical courts - transacted and sentenced controversies between the faithful and Bishops judgements, was valid till 1908. From 1908 the Roman Congregations alone, through an administrative expedient could know those controversies subject, up till then, to the extrajudicial appeai institute. Any expedient against the Pope's administrative judgements is excluded. With regard to the Roman Congregations, from their creation until 1967, no expedient could be introduced against their judgements, then they were recognized to be the Pope's vicars and therefore non subject to any court or pontifical institution. From 1967 the ~[Sectio Altera» of the Apostolic Signature Supreme Court was created, to which competence is conferred to judge, as a Supreme Court, the Holy Congregations' administrative judgements, in certain circumstances.