PLATÓN 2013

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PLATÓN.
ÍNDICE
1. TEXTO
2. ESTRUCTURA Y RESÚMENES ………………………….….PG.4
- Explicación general: las interpretaciones del mito ………………PG.7
3. CONCEPTOS Y NOCIONES
- 3.1. Los prisioneros y las sombras………………………………….……PG.8
- 3.2. La subida al mundo de arriba y el sol………………………………PG.10
- 3.3. El regreso a la caverna y las tinieblas……………………………...PG.13
4. TEMAS Y SÍNTESIS DOCTRINALES
- 4.1. La Teoría de las Ideas ………………………………………………PG.14
- 4.2. La educación platónica ……………………………………………....PG.19
5. CONTEXTUALIZACIÓN
- Vida y obra de Platón………………………………………………………PG.27
- Obra del fragmento: “La República” …………………………………….PG.30
- Influencias: Platón y la historia de la filosofía
- Influencias recibidas……………………………………………………..PG.31
- Influencias legadas……………………………………………………….PG.32
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1. TEXTO DE PLATÓN, “La República”
Libro VII, 514a-518b (Madrid, Alianza, 1998, pp. 368-375).
I. - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto
a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.
Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada,
abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, unos hombres que están en ella
desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar
únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz
de un fuego que arde algo más y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un
camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido
a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben
aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo -dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de
objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra
y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos
que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto
otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la
parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
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- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a
aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez
que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la
sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus! -dijo.
- Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más
que las sombras de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso -dijo.
- Examina, pues -dije-, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su
ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera
desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y
cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver
aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que
antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la
realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera
mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es
cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le
parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más -dijo.
II. - Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que
se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que
estos son realmente más claros que los que le muestra?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada
subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y
llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella
que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería
más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos
reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el
contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas
y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro
lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría
en condiciones de mirar y contemplar.
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- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y
los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas
cosas que ellos veían.
- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos
compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les
compadecería a ellos?
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o re-compensas que concedieran
los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y
acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con
otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees
que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y
poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría
decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro
destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
- Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no
crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido
constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele
asentado todavía los ojos, ve con dificultad –y no sería muy corto el tiempo que necesitara para
acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de que, por haber subido arriba, ha vuelto con los
ojos estropeados, y que no vale la pena ni aún de intentar una semejante ascensión? ¿Y no
matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y
hacerles subir?
- Creo que sí -dijo.
III. - Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo
que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la viviendaprisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de
arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma
hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas
conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me
parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero,
una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas
las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en la
inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza
que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
- También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.
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- Pues bien -dije-, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han
llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden
siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también esto
concuerda con la imagen de que se ha hablado.
- Es natural, desde luego -dijo.
- ¿Y qué? ¿Crees -dije yo- que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las
contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo
cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las
tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en los tribunales o en otro lugar
cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas reflejo, y a
contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí?
- No es nada extraño -dijo.
- Antes bien -dije-, toda persona razonable debe recordar que son dos las maneras y
dos las causas por las cuales se ofuscan los ojos al pasar de la luz a la tiniebla y al pasar de la
tiniebla a la luz. Y una vez ha ya pensado que también le ocurre lo mismo al alma, no se reirá
insensatamente cuando vea a alguna que, por estar ofuscada, no es capaz de discernir los
objetos, sino que averiguará si es que, viniendo de una vida más luminosa, está cegada por
falta de costumbre, o si, al pasar de un mayor ignorancia a una mayor luz, se ha deslumbrado
por el exceso de ésta; y así, considerará dichosa a la primer alma, que de tal manera se conduce
y vive, y compadecerá a la otra, o bien, si quiere reírse de ella, esa su risa será menos ridícula que
si se burlara del alma que desciende de la luz.
- Es muy razonable -asintió- lo que dices".
PLATÓN: “La República”, Libro VII, 514a-518b.
2. ESTRUCTURA Y RESÚMENES
El texto lo vamos a dividir en cinco fragmentos:
1. Compara la naturaleza humana con la descripción de la caverna, afirmando que los prisioneros son
como nosotros.
2. Relata la liberación de un prisionero y su adaptación lenta y gradual hasta la luz exterior, afirmando
que el sol es la causa de todo lo que ha visto.
3. Describe el regreso a la caverna del liberado, adaptación de nuevo de su visión a la oscuridad,
sufriendo el rechazo de sus antiguos compañeros.
4. Desvela el significado de la alegoría: la cueva como el mundo visible (sensible), el exterior
como la región inteligible, la liberación como la ascensión del alma hacia la verdad y el sol como la Idea
de Bien, causa última de todo.
5. Conclusión sobre la adaptación de la vista del liberado: de las sombras a la luz y de la luz a las
tinieblas, es decir, el paso del alma de la ignorancia a la sabiduría y de ésta a los “miserias humanas” de
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nuevo.
RESÚMENES
FRAGMENTO 1: (“Y a continuación […] Es enteramente forzoso”)
En el texto Platón afirma que la naturaleza humana sin educación es comparable al siguiente
relato imaginario. La escena consta de unos prisioneros encadenados desde niños al fondo de una caverna y
obligados a mirar de frente. Entre ellos y un fuego situado más arriba, desfilan unos hombres, ocultos a los
presos por un tabique, portando figuras por encima de éste, mientras algunos de ellos van hablando. Se
concluye que los prisioneros, por tanto, solo pueden ver las sombras que proyectan la luz de la hoguera
sobre las figuras en el fondo de la cueva y piensan que las voces que escuchan provienen de las sombras.
La tesis principal del texto es que los prisioneros son iguales a nosotros porque ellos creen que las
sombras es la única realidad.
FRAGMENTO 2: (“Examina pues […] vendría a pensar en eso otro”)
El texto versa sobre la liberación de uno de los prisioneros como el remedio a su ignorancia. El preso
deberá ir acostumbrando la mirada a una mayor luz para discernir bien las figuras. Concluirá que los
objetos que ve ahora son más reales que las sombras.
Después si se le obligara trabajosamente a salir de la caverna por una tortuosa gruta, la adaptación de
su visión a la luz exterior sería mayor. Pasaría por ver, en primer lugar, las sombras y los reflejos de los
objetos exteriores; en segundo lugar, esos objetos mismos, y, finalmente, ver los astros y el sol, hasta llegar
a mirarlo directa y exclusivamente, y concluir (tesis del fragmento) que el sol es el autor de todas las cosas
que había visto.
FRAGMENTO 3: (“¿Y qué? Cuando se acordara […] Creo que sí -dijo-.”)
Este fragmento de Platón trata sobre las consecuencias de la liberación de la caverna. El preso
liberado, feliz por el cambio, reconoce su anterior error y compadece la indeseable situación de sus
compañeros de cárcel y la falsa ciencia de las opiniones de los expertos en el conocimiento de las
sombras.
El autor nos plantea el difícil y forzado regreso del liberado a la cueva. Su visión, perjudicada por la
vuelta de la luz a las tinieblas, no podría discernir con claridad las sombras, causando la burla de los
encadenados y la excusa para no salir fuera, hasta el punto de asesinar a quién intente liberarlos.
FRAGMENTO 4: (“Pues bien, -dije- […] Es natural, desde luego -dijo-”)
En este fragmento Platón nos explica el significado de las imágenes del mito. Compara la región
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visual con la caverna, el fuego con el sol, la liberación del preso al exterior con la ascensión del alma al
mundo inteligible y el sol con la Idea de Bien, que al ser lo último que se ve, se concluye (tesis del
fragmento) que es la causa de la belleza, la verdad, el conocimiento y la sabiduría privada y pública.
Finalmente, añade que el alma liberada tiende a permanecer en ese estado y es reticente a volver a la
caverna y ocuparse de los temas mundanos.
FRAGMENTO 5: (“¿Y qué? ¿Crees -dije yo- […]-asintió- lo que dices”)
En este texto, nuestro autor explica que es natural mostrarse torpe cuando se pasa de contemplar la luz
exterior a mirar de nuevo las sombras en la cueva. Pues son dos las formas de acostumbrar la vista: de las
tinieblas a la luz y de la luz a las tinieblas. Al alma le ocurre lo mismo. La tesis del fragmento consiste en
afirmar que la torpeza del alma que desciende de la sabiduría es menos ridícula que la torpeza del alma
que sale de la ignorancia.
EXPLICACIÓN GENERAL: Las interpretaciones del mito de la caverna
El fragmento que vamos a analizar y explicar pertenece al libro VII de “La República” de Platón
donde se narra el famoso y célebre Mito de la Caverna.
Debemos comenzar señalando que son cuatro las posibles interpretaciones de este mito: ontológica,
epistemológica, antropológica y pedagógica, aunque todas ellas se complementan perfectamente y dan
lugar a lo que se conoce como Teoría de las Ideas. El tema principal del texto es la educación y lo que
le sucede al alma en este proceso. Durante el desarrollo de los temas (interpretaciones del mito),
desarrollaremos de forma combinada estas cuatro interpretaciones de la alegoría. Veamos cuáles son y en
qué consisten.
LA INTERPRETACIÓN ONTOLÓGICA: Tiene que ver con el modo en que se clasifica la realidad y
el mundo. La escena podemos dividirla en dos espacios: la caverna-prisión y el exterior a
dicha caverna, se describen con cierto detalle los elementos que existen en cada una de las partes y
sus características que habrá que tener muy en cuenta; los dos espacios expresan la concepción
dualista de Platón, que le lleva a hacer la distinción entre mundo sensible e inteligible o mundo de las Ideas.
La cueva simboliza el mundo sensible y el exterior el mundo inteligible o de las Ideas, las cuales se
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corresponden en el mito con los seres y objetos que hay fuera de la caverna.
La INTERPRETACIÓN EPISTEMOLÓGICA nos muestra los distintos grados de conocimiento que
corresponden a cada uno de los niveles antes distinguidos, así como al tipo de objeto según ocupe una
posición determinada en los espacios de dentro o fuera de la caverna. Podemos distinguir distintos estados de
conciencia según las creencias o los conocimientos que cada uno puede alcanzar, divididos también, en
dos, como la realidad: la opinión (dóxa) que proporciona el conocimiento de las cosas del mundo
sensible (sentidos) y la ciencia (epistéme) o verdadero conocimiento que es el intelectual y nos lo
proporciona la razón o alma racional. Platón, subdivide a su vez la opinión y la ciencia, como veremos más
adelante, con sus correspondientes grados.
La tercera interpretación, la INTERPRETACIÓN ANTROPOLÓGICA corresponde a la
concepción dualista que tiene Platón del ser humano. El hombre está compuesto por dos realidades
distintas: el alma (que es inmortal e indivisible, reflejo de la influencia del pitagorismo y Sócrates) y el
cuerpo (que es perecedero y divisible). El mito nos relata la situación del alma inmortal encerrada en el
cuerpo, representado en el mito como la caverna-prisión. El alma debe transformarse a través del
conocimiento de las Ideas, (simbolizado en la liberación del prisionero), con las que en otro momento
convivió en el mundo suprasensible, tanto alma como las Ideas son eternas e inmutables. Conocer es recordar
(anamnesis).
Y, por último, la INTERPRETACIÓN PEDAGÓGICO-POLÍTICA, que es con la que se inicia
explícitamente el texto. La liberación del preso representa el proceso de educación para liberar al alma
racional de las cadenas del cuerpo y la ignorancia. Según esta interpretación aquellos que se quieran
dedicar al gobierno de la polis ideal, necesitarán de un largo y dificultoso proceso de educación, de
salida de la caverna y descubrimiento de la verdad en las ideas. El deber del liberado consiste en, una vez
logrado el conocimiento supremo, la sabiduría filosófica, volver a la caverna para liberar, guiar y educar a
los demás prisioneros, sacarlos de su ignorancia para mostrarles la auténtica realidad del mundo exterior a la
cueva, del mundo de las Ideas.
3. CONCEPTOS Y NOCIONES
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3.1. LOS PRISIONEROS Y LAS SOMBRAS
El término «prisión» posee en Platón diversos significados. Por un lado, somos prisioneros de la
ignorancia, el carecer del conocimiento de la verdad nos lleva a concebir simples opiniones («doxa»), ante las
cuales, y al igual que al ciego, nos impedirá reconocer el camino más adecuado. Por otro lado, somos
prisioneros de los sentidos; ellos nos inducen a pensar que la realidad captada por ellos es la única, y nos
privan de alcanzar la verdad por la vía de la inteligencia que es el único camino del conocimiento. Pero
además, desde un punto de vista antropológico también el cuerpo es una prisión del alma, pues Platón sigue la
tradición órfico-pitagórica que lleva a creer que el hombre es un compuesto de cuerpo mortal y alma
inmortal, y que el alma queda presa en el cuerpo (como los prisioneros están atados de pies, manos y cuello),
y siendo lo peor que esto le puede pasar al alma, su único destino ha de ser la liberación de estas ataduras a
través de un largo y costoso proceso de ascendencia, identificado en Platón con el proceso de aprendizaje,
que es una liberación. Las sombras, son el contexto natural de la caverna, la falta de luz, de visión clara, de
conocimiento verdadero son, al fin y al cabo, las responsables de la situación en la que viven los prisioneros.
En el mito de la caverna Platón explica cómo el prisionero o, como nosotros sabemos, el hombre sin
conocimientos, está convencido de que las sombras que ve son la auténtica realidad, con lo que
acentúa todavía más la patética situación a la que se hallan sometidos los prisioneros en la caverna.
Platón ofrece aquí una imagen pesimista del ser humano, quien parece estar encadenado a su ignorancia y
a sus prejuicios y ser incapaz de acceder a la verdadera realidad. Sin embargo, el mito de la caverna es una
espléndida metáfora de la liberación que supone el saber y el conocimiento, pues romper con las cadenas
supone romper con nuestra ignorancia común y el destino del hombre es hacerlo como único modo de
acceder a la felicidad.
Los prisioneros, de quien dice Sócrates, que son iguales a nosotros, representan a la mayoría de las
personas del pueblo, creen en el mundo de los sentidos e identifican la realidad con el mundo sensible. Solo
conocen sombras e ignoran lo que hay detrás de ellas, o lo que las produce; no distinguen la realidad de sus
imágenes, pero no son culpables ya que su pobre vida les condiciona. Otra realidad está fuera de sus
posibilidades y solo conciben imágenes distorsionadas y copias defectuosas. Dentro de la caverna se
encuentran también «los portadores», contribuyen al engaño, pero también son presos de lo sensible pues
llevan objetos fabricados, y están condenados a un pasar incesante; sin embargo su estancia está abierta a la
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luz, lo que les permite distinguir objetos, aunque tampoco pueden escapar de la caverna, ni conocen la
existencia de un mundo fuera de la caverna: la auténtica realidad. No es casualidad que esta contribución al
engaño coincida con la crítica que Platón hace a los Sofistas y a su teoría del engaño del lenguaje.
LAS SOMBRAS Y LOS OJOS QUE LAS MIRAN: Representan el conocimiento sensitivo, un
conocimiento que Platón sitúa entre la ignorancia (la ausencia absoluta de saber) y la ciencia o
conocimiento verdadero. Todo falso conocimiento es DOXA (opinión), que Platón identifica con un
determinado estado del alma respecto a la falta de educación. En la doxa se incluye tanto un
conocimiento de sombras, como de imágenes o representaciones de las cosas (que será denominado
por Platón EIKASIA –imaginación-), como la propia visión de las cosas reales físicas, que será el
nivel de conocimiento propio de los portadores que pasan incesantes por el camino del interior de la
caverna cuya realidad es también penumbrosa – este otro nivel de DOXA será denominado PISTIS:
creencia. Así pues, eikasia y pistis, imaginación y creencia, serán los dos niveles incluidos en la doxa.
Algunas consideraciones, nos llevan a interpretar el hecho de que los prisioneros vayan opinando de
aquello que observan; y, en su error, algunos se crean más sabios que los otros por saber distinguir mejor
unas sombras de otras, como una crítica, por parte de Platón, al relativismo sofista. Podríamos afirmar que el
más listo de los de allí abajo, es igualmente necio. En un nivel ontológico, la realidad que se nos muestra en la
caverna, tanto respecto a las sombras como a los objetos que allí habitan, es una realidad múltiple, plural,
aparente y sin vida, copias de la auténtica realidad que no habita en este mundo sino en otro, ese otro que ha
de ver aquel que busque el conocimiento verdadero, que no es físico ni sensible y que por ello tampoco se
percibirá con los sentidos sino con la inteligencia, hablamos del mundo suprasensible donde sus realidades
son de otra naturaleza. La concepción de Platón del mundo sensible está influenciada por devenir continuo de
la filosofía de Heráclito de Éfeso, donde “Todo cambia y nada permanece”.
La caverna y el exterior de la caverna, son los dos mundos que se representan, muestran la diferente
actitud del hombre según el espacio que ocupe dentro o fuera de la caverna, pero el hombre puede cambiar
de lugar, si bien Platón, deja claro el dolor y el esfuerzo que ello conlleva.
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3.2. LA SUBIDA AL MUNDO DE ARRIBA Y EL SOL
EL MUNDO DE ARRIBA, o mundo exterior a la caverna representa desde un punto de vista
ontológico el mundo inteligible, mundo suprasensible, o mundo de las Ideas o auténticas realidades eternas
e inmateriales. Desde un punto de vista epistemológico, esto es, en relación al conocimiento, representa el
mundo de la verdad, de donde obtendremos un verdadero conocimiento (ciencia o episteme). La salida de
la caverna simboliza desde un punto de vista antropológico la liberación del alma racional del hombre de
las cadenas que le suponen estar preso de lo corporal y de lo material. Y desde un punto de vista
pedagógico, respecto a la educación, supone el abandono paulatino y gradual de la ignorancia y las
opiniones («doxa») para alcanzar el verdadero conocimiento («episteme»), donde encontraremos
finalmente la sabiduría, y en el mejor de los casos el bien y la felicidad, que es la consecuencia del
conocimiento de la verdad. El hecho de que este mundo se encuentre arriba, muestra el carácter en vertical
del pensamiento platónico que, tal y como representa Rafael en el fresco del Vaticano “La escuela de
Atenas”, lleva a Platón a señalar hacia el cielo. La verticalidad del mundo y del conocimiento va de menos
a más verdad, realidad, luz, inmaterialidad, felicidad, bien, etc. según ascendemos en un proceso de subida.
La subida al mundo de arriba, es también una expresión que simboliza el aspecto ascético, místico y
teológico del platonismo. La vida en la dimensión de lo sensible es la vida en la caverna, mientras que la
vida en la dimensión de lo inteligible es la vida a plena luz. El paso de lo sensible a lo inteligible está
representado como una liberalización de las ataduras, como una conversión de la persona al hacerse sabia y
feliz, y al rodearse de luz . La visión suprema del sol y de la luz en sí es la visión del Bien y la
contemplación de lo divino.
EL SOL representa la Idea de Bien en el mundo inteligible, que es el vértice o la cúspide, supraidea
o superidea, por encima de todas las ideas que «las supera en poder y en hermosura», en palabras de
Platón. La luz del Sol es un beneficio para resto de seres, ilumina todos los objetos del mundo
suprasensible, dotándolos del bien y de la verdad que ellos poseen, así como el propio sol beneficia al
mundo sensible dando la posibilidad del calor, crecimiento, generación, y la posibilidad de ver y conocer a
los propios ojos, que sin luz estarían ciegos, y carentes de la capacidad de ver. Pero más importante en la
simbología del mito es la luz que ilumina la inteligencia, que procede del Bien y la dota de la capacidad de
conocer. El Bien concluye todos los procesos, con respecto a la realidad (desde un punto de vista
ontológico) es la causa última de todo lo real; respecto al conocimiento (punto de vista epistemológico)
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hace posible cualquier conocimiento, pues la búsqueda del bien y el amor al bien prepara al alma para el
conocimiento y la sabiduría; desde un sentido político el Bien hace posible la justicia tanto en la política –
vida pública- como en la propia vida personal e íntima –vida privada-.
La subida al mundo exterior hace referencia al proceso educativo del hombre hasta convertirse en
filósofo. Pasar desde la doxa a la episteme, desde la caverna al mundo exterior, es un ascenso progresivo, al
que habrá que acostumbrarse el hombre, que supone pasar por un proceso gradual hasta alcanzar la verdad
suprema. Al principio, el prisionero liberado, una vez fuera de la caverna, y habiendo superado los niveles
de la eikasia (imaginación) y la pistis (creencia), que se dan en el interior de la caverna, deberá dedicarse al
pensar matemático o lógico, este conocimiento simboliza el propio del razonamiento deductivo y
matemático, pensar por conceptos, es la DIANOIA o pensamiento. El PENSAMIENTO es el
conocimiento discursivo, propio de las matemáticas y otras ciencias exactas (música, astronomía...).
Aunque se trata de un buen conocimiento, no es el más elevado, pues no se desliga por completo de lo
sensible.
Y sólo cuando haya acostumbrado su vista a la luz del mundo exterior podrá mirar al sol mismo «el
propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y
contemplar », lo que simboliza el haber preparado al alma para adquirir verdadero conocimiento; podrá
conocer entonces las ideas y sobre todo la última y más importante, tal es la idea de Bien. El conocimiento
de la idea de Bien se obtiene con trabajo y sólo le está permitido a aquellos que poseen virtudes éticas y
habilidades intelectuales; por otra parte tal conocimiento Bien nunca está asegurado: se recomienda
prudencia y sólo actuando justamente se reconocerá que el origen de la justicia es la idea de Bien.
Alcanzar esta capacidad es entrar en el último grado de conocimiento, se alcanza tarde, tras haber
alcanzado una mayoría de edad (que Platón cifra pasados los cuarenta), tener conocimientos matemáticos y
virtudes éticas. Es la NOESIS: INTELIGENCIA. Es entonces cuando la razón aprende por medio de la
ciencia Dialéctica, saber riguroso que sólo trata de ideas, que se imponen por sí mismas a todo
pensamiento como auténticos principios, y del que puede deducirse todo (este término Platón lo identifica
con la idea de Bien). Es por el bien por lo que la dialéctica es capaz de renunciar a las hipótesis del
matemático. Una vez conseguido este nivel es necesario volver a mirar hacia bajo, pero ya es una mirada
sabia, que sabe ver la auténtica realidad, y no se engaña en un falso y sensible conocimiento. Platón afirma
que el más alto grado de conocimiento se da cuando el intelecto, dejando de lado las sensaciones y todos
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los elementos ligados a lo sensible, capta las ideas puras, elevándose de idea en idea hasta alcanzar la idea
de Bien. Ahora bien, hay dos aspecto o procesos de la dialéctica: Uno ascendente, que es aquella que
liberada de los sentidos y de lo sensible, llegando a alcanzar las ideas, y más tarde, se eleva de idea en idea,
hasta alcanzar la idea de bien. Y otro descendente, que recorre el camino opuesto: parte de la idea suprema
hasta determinar cual es el lugar que una idea en particular ocupa dentro de la estructura jerárquica del
mundo ideal, reconociendo así su utilidad y beneficio.
El hombre común, aquel que se conforma con poco y no busca el auténtico conocimiento, se detiene en
los dos primeros grados de la forma más imperfecta de conocimiento (doxa). Los matemáticos se elevan
hasta la dianoia, y sólo el filósofo accede a la noesis, el más alto estado de conocimiento.
UNA ILUSTRACIÓN SOBRE LOS GRADOS RESPECTO A LOS NIVELES EN EL
CONOCIMIENTO, SEGÚN EL ESTADO DE EDUCACIÓN, VISTO EN LOS APARTADOS
ANTERIORES
MUNDO
INTELIGIBLE
(tó noetón)
MUNDO
SENSIBLE
(tó oratón)
IDEAS
INTELIGENCIA
(Noesis)
OBJETOS
MATEMÁTICOS
PENSAMIENTO
(Dianoia)
OBJETOS
SENSIBLES
CREENCIA
(Pistis)
IMÁGENES
CIENCIA
(Episteme)
OPINIÓN
(Doxa)
IMAGINACIÓN
(Eikasía)
3.3. EL REGRESO A LA CAVERNA Y LAS TINIEBLAS
El REGRESO A LA CAVERNA representa la obligación de salvar a los prisioneros de la caverna por
aquellos que habiendo sido liberados, y tras haber pasado su proceso de acostumbramiento-educación al
mundo de arriba ahora conocen la verdadera realidad y es sabio y filósofo, como lo es el propio bien. La
memoria recuerda su anterior vida en la caverna y esto hace que el que está libre recuerde y se compadezca
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de la miseria de sus antiguos compañeros, y de la ignorancia de la verdad en la que viven, sólo concibiendo
opiniones siempre discutibles. Pero los prisioneros no harán este proceso solos, necesitan la ayuda del
maestro que les prepara para la liberación, y por ello el filósofo es también político y gobernante; nunca
debe perder el interés por el interior de la caverna y ha de regresar, para dar razón de todos los mundos, ha
de ayudar a los que allí quedaron (educación), y ello lo hace por amor al bien y a la verdad. Preparar a los
demás a salir de la ignorancia, y prevenir de los errores que podrían provocar volver a caer en la caverna,
un resbalón fatal en el proceso de subida, una trayectoria vital que no toma la dirección segura, por miedo o
por dolor. El camino debe ser recorrido sin pausa.
Hay una interpretación política del regreso a la caverna que expresa la imposibilidad en el mundo
griego de concebir la felicidad de un modo individual, un griego lo es para su ciudad y sus ciudadanos. Al
igual que Sócrates prefiere la muerte a vivir en el Exilio fuera de Atenas, al igual se salva con su ciudad o
perece; no hay un sentido individual de la existencia, sino colectivo, esto es, político. La polis, supera al
individuo en importancia y valor, pero para tener una polis justa y buena hemos de construir personas que
dirijan sus vidas hacia la justicia y el bien. Los hombres más idóneos para establecer la justicia y el bien
serán aquellos que por su dedicación hayan llegado al estado de conocimiento más elevado, conocen la
justicia y el bien y saben establecer un orden justo y bueno en la ciudad. Es por esto, que de un modo
inevitable, el filósofo-sabio se ve obligado a una función política, debe gobernar, mal que le cueste, y esta
es la función más importante que un griego puede desempeñar en la vida.
El texto de la caverna, expresa una terrible paradoja cuando narra los peligros que ha de correr
aquel que quiere liberar a los prisioneros. En primer lugar y tras volver a la caverna, el sabio dará muestras
de torpeza, pues cegado por la falta de luz y vuelto a las tinieblas no será capaz de distinguir ninguno de los
objetos, que los que allí habitan, acostumbrados a las sombras, distinguen. Dirán de él que ha vuelto ciego,
extraviado y torpe, y que por ello nada merece el salir de la caverna, dará lugar a risas y a mofas, lo
tomarán por loco. Y cuando el considerado loco pretenda desatarlos, lo matarían si pudieran. Otra muestra
más del conocimiento de Platón respecto de las miserias de la naturaleza humana: la injusticia, la violencia
se liga a la ignorancia, y en la oscuridad ningún bien prevalece. Un suceso en la vida de Platón marca esta
consideración: los demócratas, representantes del pueblo, dieron muerte al hombre más bueno y justo de su
tiempo, tal fue su maestro Sócrates, que negó su defensa ante el tribunal que le acusaba consciente de la
imposibilidad de que aquellos que no conocen el bien ni la justicia, pudiesen entender las palabras de un
14
hombre iluminado y conocedor de tales cosas. Pensemos en la cantidad de salvadores, sabios y hombres
santos asesinados en las manos de aquellos mismos que pretendían liberar. El pueblo y el sabio-gobernante
están condenados a no entenderse, de ahí la necesidad que todos los individuos de la ciudad sean educados
convenientemente desde la infancia, en la virtud que a cada cual se corresponde. No otra va a ser la misión
del filósofo convertido en gobernante.
4. TEMAS Y SÍNTESIS DOCTRINALES
4.1.LA TEORÍA DE LAS IDEAS.
Una gran aportación original de la doctrina de Platón, que no deriva de sus predecesores, es la
«teoría de las ideas» o de las «formas», teoría que es en parte lógica y en parte metafísica. Consiste en
el descubrimiento de una realidad distinta del mundo sensible, y desde donde lo sensible puede ser
entendido y explicado. Platón, como los filósofos presocráticos, se va a preguntar por la causa de lo físico
y mecánico, pero, apartándose de las respuestas que habían dado los presocráticos, descubrirá esta causa
en algo que no es físico ni mecánico, que no pertenece a este mundo material. La auténtica realidad, que
explica este mundo sensible, la situará en un mundo de esencias eternas, invisibles, dotadas de un modo
de “existencia” (de ser) diferente al de las cosas concretas de nuestro mundo. Este mundo es el que él
denominará mundo de las ideas, mundo inteligible o mundo suprasensible.
Esta teoría supone que para que exista cualquier objeto físico, hay una causa suprema y última, que
no es de carácter físico, sino de carácter meta-físico. Platón reconoce la existencia de dos planos del ser:
uno de ellos, fenoménico y visible, captable por los sentidos, es decir, sensible, y para Platón todo lo
sensible es contradictorio; mientras que el otro es invisible, meta-fenoménico, aprehensible sólo con la
parte racional del alma, entendimiento o inteligencia, y, en consecuencia, puramente inteligible.
La teoría de las ideas es, pues, la respuesta de Platón al problema de saber cuál es la verdadera
realidad y en qué consiste el verdadero conocimiento (frente a las apariencias); con ello Platón se sitúa
contra los sofistas, para quienes era imposible hablar de un verdadero conocimiento, más allá de las
meras opiniones. Su maestro Sócrates había tratado de superar el relativismo y escepticismo de los
sofistas a través de lograr acuerdos, entre los interlocutores, en relación con determinados conceptos
morales; pero Platón va más lejos, construye una "ontología" (teoría del ser) y una "epistemología" (teoría
del conocimiento) que recibe el nombre de teoría de las ideas o de las formas.
El nombre de idea viene del griego eidos, que quiere decir “forma”. Por lo tanto, las ideas de las que
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hablaba Platón no son representaciones puramente mentales (conceptos subjetivos de la mente), sino que
son entidades, sustancias (conceptos objetivos). Las ideas no son simples pensamientos, sino aquello en lo
lo que se piensa al descubrir el verdadero ser y la realidad auténtica, una vez que el alma racional se ha
liberado de las ataduras del cuerpo sensible. Es decir, las ideas platónicas son esencias de las cosas,
aquello que hace que cada cosa sea lo que es.
Para Platón, el "verdadero ser" no se presenta a los sentidos, sino que es el propio modelo,
forma o arquetipo (su determinación ontológica), desde donde podemos explicar los propios objetos
sensibles, es decir, aquello por lo que decimos que esa cosa es tal cosa y no otra. Así el "verdadero ser" de
un árbol, no es ese árbol que tenemos delante sino su "idea", su forma, su determinación ontológica,
aquello por lo que decimos de esa cosa que es árbol. El árbol concreto cambia continuamente y un día
dejará de serlo; su idea, el conjunto de notas que "definen" lo que "es árbol", esto es: su esencia
(empleando un término más aristotélico que platónico), seguirá teniendo validez una vez que ese árbol
concreto desaparezca, esto es pues lo único que permanece de él. Si bien los objetos físicos existen de un
modo múltiple, el modelo o idea es sólo uno; así podemos decir que hay unidad en la diversidad, y que
todos los seres múltiples participan por imitación de su sola idea. Los seres del mundo sensible, que
vemos o tocamos, serían "imágenes" o copias de lo que verdaderamente "es": las ideas. O dicho de otro
modo, los seres que vemos o tocamos "participan" de las ideas que corresponden a cada uno de ellos.
Si a propósito de las ideas de Platón planteamos la cuestión de su "existencia"; debemos decir
que, en sentido estricto, no "están" en ninguna parte, solamente «son» (tienen el ser). Si estuviesen en
alguna parte serían cosas y no las formas o modelos de las cosas. Por tanto tienen una validez absoluta,
validez en sí y por sí, no dependiente de ningún hecho. Platón en algunos pasajes de su obra habla de que
el lugar donde habitan las ideas es el "hiperuranio", que significa "lugar sobre el cielo" o "sobre el cosmos
físico"; el problema está en interpretar estas palabras en un sentido mítico o en un sentido literal.
Platón atribuye a las formas o ideas cuatro características: son eternas o intemporales, únicas (a
cada término general corresponde una sola forma), simples (no se componen de partes) e inalterables o
inmutables; características semejantes al "ser" de Parménides.
¿Qué relación existe entre el mundo sensible y el mundo suprasensible de las ideas? (Si bien
bien esta cuestión queda fuera del contenido del tema, vamos a entrar con objeto de tener un
conocimiento más completo de Platón, pero debe ser muy resumida si se quiere tocar en examen).
Según Platón, el mundo físico procede, como una copia, del mundo de las ideas, éste actúa como un
principio formal. Pero la constitución del mundo físico también necesita la existencia de un principio
16
material, sensible, ilimitado, e indeterminado de carácter físico, que estaría originariamente en un estado
caótico. Sería una especie de materia eterna dispuesta para adquirir todo tipo de formas. Existe un
Demiurgo, un artífice divino o genio hacedor, que tomando como modelo el mundo de las ideas, ordena
este caos de acuerdo con dicho modelo, y construye el mundo físico, siendo el mejor de los mundos
posibles.
Respecto a la clasificación de las ideas, Platón distingue dos tipos de ideas: ideas inferiores que
definen o determinan a los seres o entes particulares (caballo, árbol, hombre); y otro tipo de ideas
superiores o fundamentales como la idea de "belleza", de ‘’justicia’’ o la idea de "bien". Dentro de este tipo
de ideas Platón establece una jerarquía, siendo la idea de Bien (tal y como aparece en la "República") la
determinación ontológica fundamental, aquella por la cual "es" todo lo que es y por la que todo es
conocido.
A partir de lo dicho, se deduce que los contenidos del conocimiento intelectivo, del verdadero
conocimiento, no pueden ser extraídos pura y simplemente del conocimiento sensible, porque en éste
último no encontramos lo que existe en el conocimiento superior. Las ideas o formas, no las obtendremos
de nuestro contacto con las cosas sensibles, han de estar ya ante nuestra "vista" de antemano (a priori)
para que las podamos conocer (reconocer), podremos hallarlas en el interior de nosotros mismos. Platón
explica que conocer es recordar lo que hemos visto, en otro momento, en el mundo de las ideas. Sin ideas
ni siquiera podríamos delimitar cosas en nuestro conocimiento sensible y de algún modo, el conocimiento
de ideas no tiene lugar al margen del conocimiento sensible. Podemos afirmar que las ideas no son objeto
de nuestra construcción, sino que son objeto de descubrimiento, y cuando descubrimos las ideas de las
cosas es cuando propiamente las conocemos.
Nos queda una última cuestión: ¿Cómo se llega a la captación de las ideas?
La respuesta de Platón es mediante el método dialéctico ¿Qué es la dialéctica y cómo la
concibe Platón?
Platón se refiere a la dialéctica denominándola “armonía” (nómos) y “viaje” (poreía). Los diálogos
son el mejor ejemplo de lo que significa el método dialéctico: desechar mediante adecuadas negaciones las
hipótesis que plantean los antagonistas de Sócrates como supuestas tesis verdaderas, hasta que emerja la
verdad.
Este proceso dialógico (tal y como se expresa en el “mito de la caverna”) es un viaje ascendente y
descendente (para el que no es apropiado el método de la matemática) que nos debe llevar a la
contemplación (noésis) de lo que son las ideas, que están en la cúspide de todo (éste es el momento
17
ascendente del proceso dialéctico).
Existe un segundo momento: la dialéctica descendente. En el “mito de la caverna” se ejemplifican
de un modo ejemplar, como ya hemos dicho, estos dos momentos. Allí se nos muestra como el filósofo
liberado que había contemplado la luz de la verdad (fuera de la caverna), se ve en la obligación de volver
dentro de la caverna con una misión pedagógica. Platón alude al compromiso político de Sócrates que,
como se insinúa en este texto, le costó la vida. El horizonte es el necesario proceso ético-político de
renovación de la vida de la polis con el que Platón estaba comprometido.
Hay que ver en este descenso también un aspecto más teórico: la dialéctica descendente supone
captar a la luz de las ideas el verdadero significado del mundo sensible. Desde las ideas es desde donde
puede haber una verdadera comprensión de este mundo aparente que nos desconcierta. Es así y sólo así
como captamos su verdadera esencia. Quienes comprenden este significado dejan de ser “prisioneros” de
esta cárcel (en claro paralelismo a la situación que vive el alma encerrada en el cuerpo).
El objetivo último de todo este proceso ascendente y descendente no es otro sino la contemplación
de la idea suprema: el Bien (la llamada “hiperousia”) como preparación para la vida y para la muerte, y los
que aspiran a esta comprensión no son otros que los filósofos-gobernantes de la polis justa.
UN CUADRO EXPLICATIVO DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LAS IDEAS Y LOS SERES
FÍSICOS:
IDEAS PLATÓNICAS
SERES FÍSICOS-NATURALES
Universales
Particulares
Inmutables
Cambiantes
Eternas
Perecederos
Inteligibles
Sensibles
Objetivas
Subjetivos
Absolutas
Relativas
Necesarias
Contingentes
Trascendentes
Inmanentes
Perfectas
Imperfectos
Independientes
Dependientes
Inmateriales
Materiales
Indivisibles, simples
Divisibles, compuestos
Únicas, idénticas
Plurales, diferentes
ORIGINALES (Causas)
COPIAS (Causadas)
REALES Y VERDADERAS
APARENTES E ILUSORIOS
18
4.2. LA EDUCACIÓN PLATÓNICA
El tema de la educación en Platón está estrechamente relacionado con el alma, al fin y al cabo educar
es un proceso de cuidado del alma que se transforma en relación con la verdad, y adquiere la virtud. Por
ello leemos al comienzo del fragmento esta relación: «compara con la siguiente escena el estado en que,
con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza». El estado del alma determinará
el tipo de persona que se es, así como el papel que se ha de desempeñar en la ciudad. Según esto, Platón
habla de tres clases sociales que integran la República, de cuya educación y organización dependerá el
éxito o fracaso de la ciudad. La cuestión política y la organización del Estado ideal platónico están en la
base de todo el proyecto educativo platónico, recordemos que el hombre aislado no puede ser bueno ni
sabio: necesita la comunidad política, es decir, el Estado, concepción del individuo social que es
compartida por todo el pensamiento griego. La educación tiene pues dos enfoques: hacia la ordenación
adecuada de la vida privada y de la vida pública. Platón no dedica mucho esfuerzo en explicar cómo ha de
ser la educación en todos los ciudadanos, aunque sí lo hace respecto a la formación de los gobernantes,
pues han de ser sabios y filósofos.
Hay un importante debate en la época sobre si la educación y el conocimiento es posible o no lo es. Debemos
tratar brevemente el tema. En el pensamiento presocrático no se plantea el tema de la educación ya que la
concepción de la aristocracia y las clases hace que cada tipo de persona se determina por cuestión de sangre
y linaje, y no de la educación que haya recibido. A partir de los Sofistas, la educación se convierte en un tipo
de adiestramiento para el éxito social, aprender no tiene un sentido interior sino exterior, dar una imagen,
convencer y hablar de modo que consigas la aprobación, admiración y reconocimiento de los demás (en
realidad, no creen los sofistas en la posibilidad del conocimiento tal y como nosotros podemos entenderlo).
Sobretodo con Sócrates y Platón, la educación adquiere una importancia crucial en la formación de la
persona y en el cuidado de sí, considerando ahora que el tipo de persona que se es se construye a través del
proceso educativo. El alma humana es maleable, se la puede conducir -no es casual que Platón la represente
alegóricamente por medio de un carro tirado de caballos y guiado por un cochero- por el buen camino, por el
camino justo -ése es precisamente el significado originario de educare en latín y de la paidéia griega, de la
«ped-agogía», el llevar de la mano, el conducir al niño a la escuela-. La educación ha de cumplir el papel
fundamental de capacitar a cada ciudadano para que ocupe en la sociedad el lugar que le corresponde de
forma óptima. De la educación dependerá, por tanto, la viabilidad del sistema.
Sin embargo, para resolver los problemas planteados por los sofistas sobre la imposibilidad de conocer
(en especial en Gorgias); Platón afirma que el conocimiento es ANAMNESIS, es decir, una forma de
recuerdo, un reemerger de algo que existe desde siempre en la interioridad de nuestra alma1 (el alma
1
Platón en su teoría del conocimiento está recuperando la teoría socrática de la verdad: "la verdad se encuentra en nuestro interior,
sólo hay que hacerla salir".
19
humana, antes de esta vida, ha estado en contacto directo con el mundo inteligible2, conociendo y
conviviendo con todas las ideas). En el Menón se trata por primera vez esta temática, y se relaciona, por
una parte con la inmortalidad del alma que antes de caer en el cuerpo vivía con las ideas y era sabia, y por
otra con la capacidad que demuestra el alma de descubrir por sí misma conocimientos a través de la
mayeútica.
Hemos visto que uno de los grandes sentidos del mito de la caverna es el pedagógico y político, el
primero (la educación), como un proceso por medio del cual el alma se prepara para el cuidado y gobierno
de sí misma a través de la virtud, obtenida por medio del conocimiento. El segundo (la política) tiene que
ver con el cuidado y el gobierno de los otros, pero para Platón los que consiguen lo primero han de ser los
que se dediquen a lo segundo. Platón se ocupa de hablar de los futuros gobernantes y de su educación, pues
los gobernantes han de ser filósofos, lo que ya fue intentado por Pitágoras, y es habitual en el mundo griego
que los filósofos, los más sabios, colaboren en el establecimiento de las leyes. Los filósofos han de ser
reyes, donde el espíritu y el poder filosófico y la grandeza política se identifiquen con la sabiduría.
«Luego, una vez llegados a los cincuenta, a los que hayan superado todos los obstáculos y descollado
extraordinariamente tanto en la ciencia como en la práctica, habrá que inclinarlos a que dirijan la mirada de su alma
al ser que proporciona la luz a todos, pues así viendo el bien mismo, se servirán de él como modelo cuando, en el
resto de su vida, les llegue el turno de atender a la ciudad, a los particulares o a sí mismos. Es cierto que
dispondrán del mayor tiempo posible para el estudio de la filosofía; pero a la vez, y llegada la ocasión, tomarán con
más celo los asuntos políticos y se dispondrán a gobernar a la ciudad, no ya poseídos de que es un bien el que
hacen, sino una imperiosa necesidad.» Platón, La República, cit. VII, 540 c
Platón propone un modelo educativo total que ha de servir para formar tanto el cuerpo como el espíritu
-ideal que posteriormente sintetizarán los latinos con el mens sana in corpore sano. Platón había quedado
muy impresionado e influido por el sistema educativo espartano -ascético y severo- que condujo a Esparta a
la victoria sobre Atenas en la guerra del Peloponeso. Así, pues, la educación básica constaba de dos partes:
1) Gimnástica, que incluía el cuidado del cuerpo en general (medicina), el deporte y la
gimnasia, pero también el cuidado de la alimentación y el ejercicio de la virtud de la moderación y de
2) Música, que incluía la formación en general. Se ocuparán, de los veinte a los treinta años, de los
cuatro estudios de Pitágoras, aritmética, geometría, astronomía y armonía. Se cultivan las cualidades de la
seriedad, el decoro y el valor, reduciendo al mínimo las emociones personales.
Por esta educación básica habían de pasar todos los ciudadanos. Los niños que destacaran en ella por
2
El alma humana está hecha de material del mundo de las ideas.
20
su inteligencia y fortaleza serían seleccionados para constituir las clases superiores de guardianes y gobernantes. Estos debían recibir una educación rigurosamente ascética, en la práctica monacal, a través de la
cual tendría que aniquilarse todo sentimiento de individualidad -estos ciudadanos estaban destinados a
servir al bien común- suprimiendo, por ejemplo, la propiedad privada, aboliendo la institución del matrimonio y la familia, instaurando la igualdad total entre hombres y mujeres. Dentro de este grupo se seleccionaría a los más dotados: pues sólo aquellos que estén en posesión de un alma noble y con facilidad
para el aprendizaje pueden ser elevados al conocimiento del Bien.
«Entonces, lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y otorga al que conoce el poder de conocer,
puedes decir que es la Idea del Bien. Y por ser causa de la ciencia y de la verdad, concíbela como cognoscible; y
aun siendo bellos tanto el conocimiento como la verdad, si estimamos correctamente el asunto, tendremos a la Idea
del Bien por algo distinto y más bello que ellas. Y así como dijimos que era correcto tomar a la luz y o la vista por
afines al sol, pero que sería erróneo creer que son el sol, análogamente ahora es correcto pensar que ambas
cosas, la verdad y la ciencia, son afines al Bien, pero sería equivocado creer que una u otra fueran el Bien, ya que
la condición del Bien es mucho más digna de estima.» Platón, La República, cit. VII, 508e c
En La República, Platón desarrolla un ejercicio político de ordenación social, una sociedad imaginaria
cuya aplicación práctica ha de garantizar la justicia y, por ende, la felicidad de los ciudadanos, es un reflejo
o proyección de su modo de entender la naturaleza tripartita del alma. Se trata de una ciudad basada en la
organización de los tipos de hombres según su estado psicológico, y se compone, de acuerdo con ello, de
los siguientes tres estamentos:
1) El estamento de los gobernantes, en quienes prima la parte racional. Se trata de ciudadanos
amantes de la sabiduría que conocen el bien y que están por tanto capacitados para ponerlo en
práctica, El gobernante no sólo gobierna, sino que está también facultado para promulgar leyes
justas. La virtud como Sabiduría: es amor al conocimiento de la verdad y la capacidad de conocerla,
conocimiento de las ideas y, al final, de la idea de Bien, pero también como conocimiento de uno mismo
(sophrosyne). La sabiduría nos acerca al único concepto de virtud en donde todas ellas adquieren su
sentido, al ser contempladas a la luz de la Idea Suprema.
2) El estamento de los guardianes, en quienes prima el ánimo, la parte irascible, encargados de la
defensa exterior y del mantenimiento del orden interior establecido. Se trata, claro está, de la clase del
ejército y la policía.
3) El estamento de los productores, es decir de los artesanos, comerciantes, agricultores, etc., que son
los encargados de abastecer materialmente al sistema y en los que prima la parte concupiscible del alma.
21
La virtud es Purificación en estas dos últimas clases sociales, el hombre virtuoso es el que purifica su
alma de las pasiones y toma el camino del buen ciudadano, exige dos virtudes básicas: fortaleza y
templanza, la primera en los guardianes y la segunda será la virtud que mejor cuadre a los productores.
PARTES DEL
ALMA
Racional (inmortal)
Cabeza (cerebro)
Irascible (mortal)
Pecho (corazón)
Concupiscible
(mortal)
Abdomen (hígado)
ARMONÍA ENTRE
LAS PARTES DEL
ALMA
CLASES
SOCIALES
VIRTUDES
Gobernantes
(filósofos)
Hombres de oro
Guerreros
(guardianes)
Hombres de plata
Trabajadores
Hombres de bronce
ARMONÍA ENTRE
LAS CLASES
SOCIALES
Prudencia
(sabiduría) capacidad
de conocer el bien
Fortaleza (valor)
constancia del alma, necesita
sabiduría para no ser
constante a una causa
equivocada .
Templanza: guiarse por la
idea de lo mejor, atenuando las
pasiones.
JUSTICIA
En un sistema social así estratificado, logrará sin duda el éxito en la guerra contra Estados poco más o
menos iguales, y asegurará el sustento de un pequeño número de gente. Es probable que no produzca ni arte ni
ciencia, a causa de su rigidez. La destreza en la guerra y una alimentación suficiente eran los mejores bienes que
un hombre de Estado podía realizar, pues Platón había conocido la derrota y el hambre de Atenas. Sólo pueden
verse garantizados a través del imperio de la justicia, que consiste, grosso modo, en que cada uno de los
ciudadanos cumpla a la perfección el papel que le ha sido asignado bajo la tutela y guía del gobernante o clase
gobernante, que cada uno se ocupe de sus tareas sin mezclarse ni meterse en las de los demás. El Estado
platónico es una organización política estrictamente jerarquizada. No todos los hombres están igualmente
dotados por la naturaleza, ni deben realizar las mismas funciones. En cada uno predomina una parte del alma, y
ello determina su estado psicológico y la tipología de hombre a la que pertenece, y ha de ser educado de acuerdo
con las funciones que debe realizar. El Estado platónico es, ante todo, una institución educativa.
22
5. CONTEXTUALIZACIÓN
5.1. VIDA Y OBRAS DE PLATÓN.
Nació en Atenas en el 428/427 a.C. en los primeros años de las guerras el Peloponeso. Era un aristócrata
acomodado, emparentado con varias personas que tomaron parte en el gobierno de los Treinta Tiranos. Era joven
cuando Atenas fue derrotada, y pudo atribuir tal derrota a la democracia. Probablemente su posición social y
relaciones familiares contribuyeron a que la despreciase. Fue discípulo de Sócrates, de quien tuvo un profundo
afecto y respeto; y Sócrates fue condenado a muerte por la democracia. La muerte de Sócrates (399), a quien
había conocido ocho años antes, cuando él contaba 20, le produjo un gran desengaño de la política y no es
sorprendente que se volviese hacia Esparta en la búsqueda de un modelo para su república ideal.
ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS: Al final del siglo, 404 a.C., la guerra del Peloponeso,
terminará con la victoria de Esparta sobre Atenas. El tratado de Paz fue humillante: destrucción de los
muros de Atenas, pérdida de las colonias, sometimiento a la política espartana y abolición de la
democracia que se suplanta por el régimen de los Treinta Tiranos. Los Tiranos caen pronto y se instala
una nueva democracia que pronto se corrompe al dedicarse a satisfacer venganzas personales, como en
el caso de la condena de Sócrates. La desmoralización trajo como consecuencia el fracaso de esa
cultura que se lanzó impacientemente a la conquista del conocimiento, a la búsqueda del placer, de la
virtud y de la voluntad de poder. La obra de Platón puede considerarse en este aspecto como una
meditación sobre este fracaso. , La retirada de Platón hacia la filosofía, hacia sus viajes al sur de Italia
y su actividad en la Academia ( Carta VII ). A partir del año 360 a.C. Platón permanece en Atenas
dirigiendo la Academia, hasta su muerte en el 347 a.C. (con alrededor de 81 años).
La Academia existió hasta el 549 de nuestra era y pretendía la formación moral, religiosa y
política, así como la formación intelectual. Se inspira en el modelo de la secta pitagórica. A diferencia
con los Sofistas no se cobraba por la enseñanza, sino sólo con contribuciones voluntarias; aunque el
fin era el mismo: capacitar al alumno para la vida política y la conquista del poder. Es importante la
labor interna de la Academia como búsqueda de la verdad a través de la convivencia entre amigos y el
esfuerzo común.
La filosofía de Platón es fundamentalmente ética y cuando deja de serlo no pasa al lado de la
ciencia, sino en busca de lo divino; en Atenas se ha perdido la orientación moral debido al naufragio
de la ciudad y a la influencia del relativismo de los Sofistas. Platón pretende restituir la auténtica
virtud a través del conocimiento y la educación.
El objetivo de la filosofía platónica es la reforma del hombre y del Estado. Los seis temas
fundamentales de su filosofía son: la virtud, las Ideas, el alma, el amor, la educación y el Estado.
23
Los escritos de Platón nos han llegado en su integridad. Aunque no hay un acuerdo completo entre los
especialistas sobre su orden cronológico 3, basándose en su contenido, puede considerarse como válido el
siguiente esquema:
1) PERÍODO DE JUVENTUD O PERÍODO SOCRÁTICO (de los 28 a los 38 años, de 399 a 389):
Escribe diálogos centrados en temas de carácter socrático, donde Platón se mantiene fiel a las doctrinas
transmitidas por su maestro. El primero de ellos es la Aplología de Sócrates donde se expresa el discurso de
Sócrates ante la Asamblea defendiéndose de impiedad y de la acusación de corrupción a los jóvenes; compite
con Alcibíades que plantea como tema principal la necesidad del cuidado de sí; en el Critón se reflejan los
últimos momentos de la vida de Sócrates en la cárcel; el Laqués es un intento de definición de la valentía o
fortaleza como virtud; Carmides pretende lo mismo con la templanza; Lisias plantea el tema de la amistad y
Eutifron donde se pretende definir la piedad. Problemática predominantemente ética (ético-política). Ión donde
se trata la poesía como un don divino. El último de estos diálogos es Protágoras donde trata el tema socrático
sobre si la virtud es enseñable, con una respuesta positiva aunque en la práctica no se realice por necesitar de la
existencia de hombres virtuosos.
2) PERÍODO DE TRANSICIÓN (de los 38 a los 41 años, de 389-385): En este período encontramos
opiniones que no podemos considerar estrictamente socráticas, con ejemplos de su propia cosecha algunos de los
cuales apuntan ya hacia la teoría de las ideas. Alejamiento de las doctrinas socráticas y va perfilando su propio
pensamiento, aunque éste no aparecerá como tal hasta el período de madurez.
En esta época tiene lugar su primer viaje a Siracusa, viaje que termina en fracaso siendo vendido como
esclavo y rescatado por un conciudadano. Influido por los pitagóricos en su primer viaje a Sicilia, aparece su
aprecio por las matemáticas , su concepto de inmortalidad y transmigración del alma, la búsqueda de lo real a
partir de lo formal. Obras de esta período son Hipias Mayor y Menor (que tratan sobre la belleza y sobre la
verdad respectivamente), Gorgias (que trata sobre la naturaleza de la retórica o el arte de hablar), Menón donde
se vuelve al tema de la enseñanza de la virtud pero ligada ahora a la inmortalidad del alma y a la teoría de la
anamnesis. Otras obras de este período son Eutidemo, Cratilo, Menexeo, Lisis.
3) PERÍODO MADUREZ (de los 41 a los 56 años, 386-370): Encontramos el pensamiento de Platón en
toda su dimensión. La influencia de Sócrates es mínima. Se expresa el ideal de vida entre maestros y discípulos
que quedará expresada en el modo de funcionar de la Academia fundada en este preciso momento y a quien
dedica la actividad central de este período. Donde se exponen sus teorías de modo completo y personal será en
los grandes diálogos que surgen ahora: como Fedón donde se habla de la inmortalidad del alma y la aparición de
la teoría de las ideas; el Banquete que es un tratado sobre el amor que considerado como filósofo se define como
aquello que tiende a la belleza como una aspiración y al saber de la belleza misma. República (Politeia) donde se
trata el tema de la justicia desde distintos aspectos confeccionando la idea de una comunidad ideal y perfecto
para el desarrollo de la virtud y el conocimiento a través de la educación; Fedro trata sobre la belleza, el amor, el
alma y la retórica con los célebres relatos del mito del carro alado o el mito de Theuth y Thamus.
3
Platón no cita hechos históricos excepto la muerte de Sócrates. No hay referencia de unas obras a otras que nos
permitiera saber cuales son primeras. Diógenes Laercio (s.III) habló de la no publicación en vida de las leyes, luego ésta debe
ser su última obra. El método estilométrico, que analiza el tipo de escritura mediante la aparición de adjetivos y la forma en
que se exponen las distintas teorías de menos a más completas, aporta algunos datos valiosos.
24
3) ÉPOCA DE VEJEZ (de los 56 hasta a los 80 años, 370-347). Un segundo viaje a Sicilia le llevará a
ser encarcelado por Dionisio II, su liberación y vuelta a Atenas en el 365 a.C. le lleva a una crítica y revisión de
sus propias teorías tomando en cuenta antiguos problemas y el nacimiento de otros nuevos. Un estilo de escritura
mucho más seco y crítico despreocupado ya de adornos literarios y de ejemplificaciones en mitos. Obras como
Teeteto (sobre el conocimiento), Parménides (una crítica a la teoría de las ideas), Sofista (lenguaje, retórica y
conocimiento), Político (sobre política y filosofía), Timeo (cosmología), Critias (descripción de la antigua
Atenas con el mito de la Atlántida), Filebo (sobre el placer y el bien), Las leyes (descripción de la ciudad ideal,
considerada una revisión pesimista de la República); y la Carta VII (una conocida y breve autobiografía).
Los diálogos platónicos: En sus escritos, Platón, trata de reproducir el espíritu del dialogar
socrático, reproduciendo su incesante interrogar, con el perpetuo aguijón de la duda que mayéuticamente impulsa
hacia la verdad, sin que sea revelada pero, empujando al alma del oyente para que la encuentre. Para Platón el
escrito filosófico constituye un diálogo cuyo protagonista, en la mayoría de los casos, será Sócrates, que discute
con uno o más interlocutores. El Sócrates de los diálogos es el personaje que representa la postura de Platón ante
los diversos problemas que se plantean.
En los diálogos platónicos hay que destacar el uso que su autor hace de los mitos. Sócrates había condenado
la utilización del mito. Al principio Platón comparte la postura socrática, pero a partir del Gorgias comienza a
conceder valor al mito, empleándolo de manera constante y adjudicándole una gran importancia sobretodo en el
campo de la pedagogía y considerando no tanto lo que dicen sino aquello que representan, esto es, lo que
pretendían explicar.
5.2. LA OBRA DEL FRAGMENTO: LA REPÚBLICA.
El obra de La República, considerada por algunos como el diálogo más importante de Platón,
consta de tres partes entre sus 10 libros (lo que nosotros entenderíamos por capítulos). La primera
incluye los cinco primeros libros (hasta casi el final del libro V) y consiste en la construcción de un
Estado ideal, se trata de la primera de las Utopías de la historia del pensamiento y una de sus
conclusiones es que los gobernantes han de ser filósofos. La segunda parte comprende los libros VI y
VII, y tratan de definir la palabra filósofo, y caracterizar las cualidades, estados del alma, y funciones
de los filósofos. La tercera parte va de los libros VIII al X donde se entra principalmente en una
discusión sobre varias constituciones de Estados reales, analizando sus méritos y sus defectos.
El propósito principal de la república es definir la « justicia», en el individuo y en el Estado,
indagando en lo que hace que un Estado sea justo, como uno de los atributos básicos de un buen
Estado, que el propio Platón se encarga de diseñar, como alternativa de Platón a la crisis política y
decadencia de la ciudad. En Grecia no hay salvación del hombre si no es a través de la ciudad, es por
ello que en el pensamiento griego ética y política se identifican. Dos defectos piensa Platón, que son
las causas de la decadencia de Atenas: la ignorancia y la incompetencia de sus políticos, mostrado
tanto el periodo de los regímenes tiránicos ( Los 30 tiranos), como durante la nueva democracia
instaurada en Atenas. La base de la reforma política ha de venir desde planteamientos profundamente
filosóficos, concluyendo que la política ideal para una ciudad perfectamente organizada ha de ser el de
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una República Aristocrática. Donde los aristos, los mejores hombres, han de serlo desde su catadura
moral y su formación intelectual: aspectos unidos en el intelectualismo moral socrático.
Se da una caracterización del filósofo como aquel que posee las siguientes cualidades: Posee amor
a la verdad, una manera fácil de comprender, y buena memoria así como una capacidad natural para
captar esencias. Si el vulgo critica al filósofo es por su propia incapacidad de cultivar la filosofía y el
conocimiento. La necesidad de un buen orden político, contrario al existente, tiene por finalidad el que
las instituciones resulten adecuadas a la naturaleza del filósofo. En toda polis justa han de cumplirse:
1. Negación de la ambición individual, evitando el interés personal, económico y familiar.
2. Ordenar la educación de los ciudadanos de acuerdo con sus funciones sociales, y según las
virtudes de cada uno (predeterminación social).
3. El gobernante ha de ser filósofo, por ser el más sabio, sólo en cuya fuerza y sabiduría pueden
apoyarse la instauración de Leyes ideales. La función del gobernante ha de ser educadora recurriendo
al convencimiento, la persuasión, las leyes, y en último extremo a la fuerza de los castigos.
La Idea Suprema de la República es el Bien, que es el objeto al que mira el filósofo y la referencia
absoluta que garantiza la verdad de nuestro conocimiento. Platón investiga lo que es el bien en la
metáfora del Sol, que explica la verdadera función del Bien como causa de la ciencia y de la verdad.
Estos temas son los que se recogen de una forma alegórica en NUESTRO TEXTO y en el mito de la
caverna, pasaje quizás sobre el que más se haya escrito en la historia de la literatura y la filosofía.
5.3. INFLUENCIAS: PLATÓN Y LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
Influencias recibidas:
Podemos encontrar en Platón muchos elementos de las doctrinas presocráticas, pero sus grandes
influencias, hablando en general fueron: Pitágoras, Parménides, Heráclito y Sócrates.
De Pitágoras, Platón extrajo (posiblemente a través de Sócrates) los elementos religiosos (órficos)
de su filosofía: la creencia en la inmortalidad, el otro mundo, el tono sacerdotal, y todo lo que encierra
la metáfora de la caverna, su respeto a las matemáticas y la manera de mezclar el intelecto con el
misticismo. De Parménides derivó la creencia de que la realidad es eterna e intemporal, y que
lógicamente todo cambio tiene que ser ilusorio. De Heráclito (su primer maestro Cratilo fue discípulo
de Heráclito), la doctrina negativa de que no hay nada permanente en el mundo sensible: Esto, junto
con la doctrina de Parménides, le condujo a la conclusión de que el conocimiento no se puede obtener
de los sentidos, sino que solo se forma por el intelecto; lo que también concordaba con el pitagorismo.
De Sócrates aprendió, probablemente, a meditar sobre problemas éticos y a buscar más bien
explicaciones basadas en los fines (teleológicas) que en los principios mecánicos del mundo (aspecto
presente en muchos presocráticos); la idea de «lo bueno»que donina en su pensamiento debemos
atribuirlo también a la influencia de Sócrates.
Influencias Legadas: La filosofía después de Platón.
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La influencia de Platón ha sido decisiva en la historia de la filosofía occidental. Aquello que se ha
entendido por filosofía en el seno de nuestra cultura adquirió con él su primera formulación precisa.
Todo lo que después se ha hecho en este campo tiene de algún modo que ver con la caracterización
que él dio a este tipo de conocimiento.
Además de esta presencia permanente en la historia de la filosofía, su influencia directa
puede concretarse en los siguientes términos:
a) La Academia que Platón había fundado continuó existiendo durante casi diez siglos, en ella, a pesar
de su evolución en relación con los cambios históricos y las doctrinas filosóficas posteriores, el
pensamiento platónico siguió siendo referencia importante en la discusión y la enseñanza filosófica.
b) Aristóteles (384-322 a.C.) fue el más brillante de los discípulos directos de Platón. Su crítica a la
Teoría de las Ideas supone el punto de partida de un sistema filosófico distinto del platónico.
Aristóteles entendió que todo ser, incluido el ser humano, estaban compuestos de materia y forma. La
forma, a su vez, puede ser accidental o sustancial. La forma sustancial de algo es lo común a todos
los particulares, es lo que lo define como algo, es la determinación de la especie, es decir, la
estructura interna y común de todos los seres naturales de la misma clase, que no es sino el resultado
de introducir en los seres materiales concretos la Idea platónica como su estructura. Es decir, si en Platón
la Idea era una realidad inmaterial separada de los seres materiales que percibimos por los sentidos,
relacionada con estos por imitación o participación (es, pues, trascendente a este mundo, existe en
otro mundo, más allá de éste y separado de él), para Aristóteles la forma esencial o sustancial (que sería lo
equivalente a la Idea platónica) no existe separada de los seres individuales, materiales y
sensibles, no es trascendente a ellos, sino que es parte de ellos, constituyendo su esencia. Ambos
comparten el esencialismo, pero el platónico es trascendente y el aristotélico es inmanente.
c) El Neoplatonismo, la corriente más vigorosa de la filosofía helenística de la época romana
(s. III después de Cristo), significó una recuperación del pensamiento platónico, especialmente de
su dimensión mística y espiritualista. Su máximo representante es Plotino (s. II) y consiste en una
jeraquización de estilo platónico de los seres cuya cúspide recae en Lo Uno y del cual emanan las
esencias del mundo en distintos grados de realidad hasta la pura materia
informe en el grado más bajo de realidad.
d) La filosofía platónica y neoplatónica constituyeron un elemento decisivo en la
configuración de la primera formulación doctrinal del cristianismo realizada por los Padres de la
Iglesia. El más importante de los Padres de la Iglesia latina es, sin duda, Agustín de Hipona. Su
pensamiento puede entenderse como una síntesis platónico-cristiana, pues en él se integran
importantes tesis platónicas y neoplatónicas. El agustinismo, por otra parte, constituirá la
referencia filosófica y teológica fundamental de la Edad Media hasta el siglo XIII, protagonismo
que, a partir de esa fecha y hasta final de la Edad Media -en el seno de las iglesias cristianas
también hasta el presente-, compartirá con la síntesis cristiano-aristotélica elaborada por Tomás de
Aquino.
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e) El espíritu de la filosofía platónica se halla también presente en el comienzo de la Edad
Moderna. En el Renacimiento, y dentro del interés general por las humanidades clásicas, la
recuperación de Platón alcanzó singular importancia, sobre todo en la Academia de Florencia.
Marsilio Ficino y Juan Pico della Mirandola serán, quizás, los más brillantes representantes de la
corriente platónica renacentista. Por otra parte, su influencia se dejará sentir también en
el nacimiento de la nueva ciencia y en el Racionalismo, la primera corriente filosófica de la Edad
Moderna propiamente dicha.
f) Nietzsche, en la segunda mitad del siglo XIX, como veremos en su momento, construye su
filosofía contra el platonismo, omnipresente en la historia de la filosofía occidental, al que considera
un error, el error más largo y peligroso de dicha historia. En este sentido, por contraste con el vitalismo
nietzscheano, el platonismo y el cristianismo son los dos pilares a derribar.
Si hay un filósofo que haya influido en la historia de la civilización occidental, por afinidad
u oposición, ese es Platón. Su pensamiento ha sido tan fecundo que ha inspirado a lo largo de la
historia a un gran número de filósofos, pero también de artistas. Los mitos, que habían sido la clave de
la interpretación del mundo, permitieron a Platón exponer sus teorías con una belleza inigualable. En
su filosofía se plantean muchos de los problemas que han ocupado a los pensadores posteriores,
aunque vistos desde su época y contexto. Por ello, el profesor A. Whitehead dijo, probablemente
exagerando, que la historia de la filosofía no es más que una nota a pie de página a la obra platónica.
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