Acuerdo N° 168 - Sala 2° 01/12/2004 "ROSSINI Luis E. y otra c/BACCIFAVA Rodolfo y otros s/DAÑOS Y PERJUICIOS" DENUNCIA. CULPA O MALICIA DEL DENUNCIANTE. OBLIGACIÓN DE RESARCIR. A C U E R D O N̊ 168 En la ciudad de Rosario, a los 1 días del mes de diciembre de dos mil cuatro, se reunieron en Acuerdo los vocales de la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario doctores José Humberto Donati, Alicia García y José María Serralunga con el fin de dictar sentencia en los autos caratulados “ROSSINI Luis E. y otra c/BACCIFAVA Rodolfo y otros s/DAYOS Y PERJUICIOS” Expte. N̊ 149/2004 (Juzg. Civ., Com. y Lab. de la 2ª Nominación - Distrito Judicial N̊ 6 (CaZada de Gómez)), venidos en apelación del fallo de fs. 406/418. Efectuado el estudio de la causa, se resolvió plantear las siguientes cuestiones: 1ª. ¿ES NULA LA SENTENCIA IMPUGNADA? 2ª. ¿ES JUSTA LA SENTENCIA IMPUGNADA? 3ª. ¿QUÉ PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR EN DEFINITIVA? A la primera cuestión el vocal doctor Serralunga dijo: el recurso de nulidad no ha sido mantenido en esta instancia, y no encontrándose vicios u omisiones que hagan necesaria su declaración oficiosa, corresponde desestimarlo. A la misma cuestión el vocal doctor Donati dijo: por las mismas razones que invoca el colega preopinante, adhiero a sus conclusiones y voto en igual sentido a la primera cuestión. A la misma cuestión la vocal doctora García dijo: advirtiendo la existencia de dos votos totalmente concordantes que hacen sentencia válida, me abstengo de emitir opinión (art. 26, ley 10160). A la segunda cuestión el vocal doctor Serralunga dijo: I) Luis Ernesto Rossini y Edith María Zurcher demandaron por daZos y perjuicios a Rodolfo Roberto Baccifava, Clotilde Verón, Armando Reyes, Teresa E. de Reyes, Nélida María Sampaolesi, Marta Marzorati, Juan Carlos Aguilera y Gustavo Aguilera, persiguiendo el resarcimiento del daZo moral que se les ocasionara a ellos y al honor de la familia Rossini, como consecuencia de la ofensa proferida a la memoria del difunto Ernesto Rossini -padre y cónyuge de ellos, respectivamente- en la suma que fijare el tribunal, estimando el monto indemnizatorio en $ 25.000 para ambos. La ofensa que motivaba este juicio se habría producido a través de un escrito presentado en la causa N̊ 593/97, caratulada: “Imputados LUIS ALBERTO ZURCHER y JORGE JOSÉ FRANETOVICH s/ESTAFAS REITERADAS”, tramitados por ante el Juzgado en lo Penal de Distrito Judicial N̊ 6, Secretaría de Instrucción de la ciudad de CaZada de Gómez, suscripto por todos los demandados, con el patrocinio de los Dres. Néstor José Pelagagge y Carina Viviana Baccifava, en el que, en síntesis, se acusara al padre y cónyuge de los actores -Ernesto Pedro Rossini-, como integrante de una “mafia” o “asociación ilícita”, liderada por su concuZado Luis Alberto Antonio Zurcher, a quien se calificara como “Jefe” y “Padrino”. La Sentencia de fs. 406/418, haciendo lugar a la demanda condenó a los accionados a pagar, en diez días de ejecutoriado el fallo, la suma de $ 3.000 a cada uno de los actores, con más un interés desde la fecha del evento y hasta la del dictado de la sentencia a la tasa pasiva promedio mensual sumada del Nuevo Banco de Santa Fe SA, y costas. La demandada apeló el fallo, y ya en la Alzada expresó agravios a fs. 430/441, los que fueron contestados por la contraria, a fs. 444/449. II) La sentencia tras establecer que no existía controversia sobre la existencia del escrito al que se atribuyera generar la responsabilidad de los demandados, y que del mismo surgía que entre los imputados se incluía al padre y cónyuge de los actores -Ernesto Pedro Rossini- como integrante de una “mafia” o “asociación ilícita”, liderada por su concuZado Luis Alberto Zurcher, consideró que, al margen de la vulgaridad de los términos empleados, se trataba de una denuncia en una causa criminal ya iniciada, con el propósito de promover la investigación de determinados ilícitos. Que la demandada habría reconocido los hechos expuestos, pero alegando el desconocimiento de la muerte del Sr. Rossini, entendería caber el rechazo de la demanda, por no existir dolo ni culpa de su parte, habiéndose limitado a ejercer su derecho de defensa, denunciando hechos ciertos que podrían constituir delitos, y habiendo actuado con diligencia en la averiguación de los hechos. Seguidamente el fallo consignó que Ernesto Pedro Rossini, fue denunciado en el aZo 1997 y no estando en discusión que habría fallecido en 1989, entendía no darse el supuesto de lesión al honor, sino de eventual violación de los derechos personalísimos de los actores, conforme a la doctrina citada por éstos al demandar. Que genéricamente se ha reconocido la posibilidad de ofensa a la memoria que tienen del difunto sus familiares, y el derecho de éstos al resarcimiento del daZo moral por tal concepto, relacionándolo con la violación al derecho a la intimidad, tutelado por el art. 1071 bis del Código Civil. Citando cierta opinión doctrinaria dijo que, cuando la conducta ofensiva se produce después de la muerte, no se está poniendo en juego el interés del difunto, sino de ciertas personas vivas (la familia) en la memoria del difunto, y esos daZos civilmente deberá resarcirse siempre que se acredite el daZo (material o moral) propio. Es que, aunque el hecho pueda referirse a una persona ya fallecida, perturba a los parientes y allegados que participan de ese ambiente íntimo, como hijos, padres, esposo, etc., quienes estarían legitimados para accionar en tanto se produjere un ataque directo. En relación al tema del honor respecto a personas fallecidas, dijo que se seZalarían cuatro hipótesis que solían confundirse, una de las cuales, que aquí interesaría, sería la denominada “ofensa contra la memoria del difunto”, no tratándose del honor de los muertos sino del valor contenido en el recuerdo de los allegados sobrevivientes, de las virtudes que tenía el fallecido. Así, la invasión a la memoria de una persona fallecida, podría afectar la intimidad de sus allegados, según Matilde Zavala de González, que citara. En los límites así referidos, estableció que una presentación ante la justicia exteriorizando hechos que para el denunciante revelarían la existencia de un delito, no podría calificarse como una ofensa antijurídica, más allá de que en definitiva se concluyese en la inocencia del imputado, y ello por la necesidad social de que los hechos delictivos lleguen a conocimiento de las autoridades para su investigación y represión. Por ello, para responsabilizar civilmente, por dolo o culpa, en caso de acusación calumniosa (art. 245 C. Penal y 1090 C. Civil) la absolución o el sobreseimiento del imputado sería un elemento esencial, constitutivo del derecho a indemnización, que de faltar no permitiría plantear la cuestión en sede civil. Pero, aun dado ese presupuesto, la doctrina judicial y autoral, considerarían improcedente el resarcimiento si resultase que el demandado no obró maliciosamente o formuló la denuncia no conociendo la inocencia, o en forma culposa. Luego de una serie de consideraciones al respecto con cita de doctrina y jurisprudencia, yendo al caso de autos, estableció que la denuncia presentada por los demandados no fue objeto de decreto ni resolución alguna respecto de ninguna persona; no fue desestimada, ni consta se hubiese instruido causa en el sentido de la denuncia, lo que hubiera sido inviable en lo que hacer a Ernesto Pedro Rossini por estar fallecido. Que las excusas de los accionados -la ignorancia del fallecimiento y que las diligencias previas a la denuncia evidenciarían no haber culpa grave, por una actuación precipitada y temeraria- habrían quedado desvirtuadas por las pruebas allegadas a la causa, y si bien no podría atribuírseles a los demandados una intención específica de ofender, lo que descartaría el dolo, sí en cambio el accionar sería culposo. En tal sentido, citó el informe de la Municipalidad de CaZada de Gómez (fs. 209), que como parte del expediente penal trajera la demandada, en el que consta el fallecimiento de Rossini, que de haber sido evaluado por los denunciantes debió llevarles a no incluirlo en la denuncia, por no poder ser sujeto de investigación o proceso. Por otra parte para denunciar hechos que podrían constituir eventualmente delitos, no se requería hacer una imputación personal y directa con una terminología vulgar y efectista, impropia de un escrito judicial. Por todo lo cual consideró ser los demandados responsables en los términos de los arts. 1071 bis, 1109 y 1075 del Código Civil, de afectar derechos personalísimos de los actores por actuar culposamente perturbando sus sentimientos respecto del difunto, máxime al haber desvinculado a éste de su desventura de ser perjudicados por Zurcher, al absolver posiciones. Dada la existencia del daZo moral en cabeza de los demandantes, en orden a la cuantificación del resarcimiento, tuvo en cuenta que la imputación no fue ventilada, ni trascendió, en principio, más allá del juicio penal; al que sólo podían acceder quienes tuviesen un interés legítimo; que no medió dolo de parte de los demandados, aunque sí imprudencia; y que, más allá de que los accionados al absolver posiciones se escudaron en la labor de los profesionales que los patrocinaran, sin desconocer la importancia de la misma, no cabría liberarlos de responsabilidad como suscriptores de la denuncia. III) Los agravios de los recurrentes son: a) que se considerara culposa su conducta por involucrar en su denuncia a Rossini, siendo que éste había fallecido, lo que hacía no fuese pasible de proceso o investigación. En la cuestión dicen que la denuncia realizada no tuvo por objeto someter a una persona fallecida a proceso o investigación, sino demostrar la existencia de una asociación ilícita, constituida por relaciones de parentesco y societarias durante un prolongado lapso, en la que Rossini, en vida, tuvo participación, por lo que era útil, necesario e ineludible su mención; b) se considerara que para la denuncia penal no se requería hacer imputaciones personales y directas con una terminología vulgar y efectista, impropia de un escrito judicial, ante lo cual, expresan que la construcción terminológica, “somática” (sic) y sintáctica de su escrito de denuncia es aceptada social y públicamente y resultaba acorde a los parámetros culturales y literarios de la época en cuestiones de interés público, teniendo por objeto una censura al comportamiento del grupo Zurcher-Rossini, que tomara anterior estado público a través de los medios de prensa; c) se les atribuyese ser responsables de afectar derechos personalísimos de los actores, actuando culposamente, siendo que el escrito de denuncia no materializó una acusación culposa a Rossini que daZase a los accionantes, obedeciendo su mención a una serie de antecedentes que revelaban que el mismo, por su conducta, parentesco y negocios, estaba dentro del entorno de Zurcher; d) se reputase antijurídica su conducta, mortificando los sentimientos de los actores con un actuar culposo, sin ningún interés superior que lo justificase, lo que contradeciría el reconocimiento en el fallo de que el escrito en cuestión fue en defensa de un interés propio, cual fue la legítima defensa de derechos patrimoniales lesionados por estafas reiteradas, participación criminal, asociación ilícita, insolvencia fraudulenta y otros delitos; y e) no se consideraran defensas que legitimarían su obrar y justificarían el rechazo de la demanda, aludiendo así a la doctrina de la real malicia, inexistencia del “animus injuriandi”, el “animus defendendi”, “animus narrandi”, “animus corrigendi”, inexistencia de contumelia, atipicidad de la conducta de calumnia e injuria enjuiciada y achacada por la actora, y la verdad del contenido del libelo. IV) No resulta controvertido por los recurrentes el que la sentencia considerara que, habiendo los accionados invocado la ignorancia del fallecimiento de Ernesto Pedro Rossini al tiempo de formular la denuncia penal en la que se lo mencionara, tal circunstancia no pudo ser desconocida por ellos de haber evaluado debidamente cierto material utilizado para la denuncia, del que surgía el óbito del citado. Habiendo el fallo establecido que por ello el incluirlo en la denuncia carecía de toda finalidad, porque ninguna investigación o proceso podía tenerlo por sujeto, por lo que el accionar de los demandados al respecto resultaría culposo, no pudiéndoseles atribuir una intención específica de ofender, que descartaría el dolo, quienes recurren arguyen que la inclusión de Rossini no habría tenido por fin el que se le sometiera a proceso o investigación, sino el demostrar la existencia de una asociación ilícita de la que habría participado en vida Rossini, lo que habría hecho necesaria e ineludible su mención. Más allá de haber negado el conocimiento del fallecimiento de Rossini, -con lo que se habría querido justificar su inclusión en la denuncia penal-, para ahora argüir que tal inclusión no habría tenido el propósito de que se lo investigara y sometiera a proceso, sino evidenciar el que en vida, por relaciones de parentesco y sociedades, habría formado parte de una asociación ilícita con Zurcher, siendo necesaria e ineludible su mención, en orden a los hechos sujetos a dilucidar como delictivos, no puede obviarse en este último aspecto el que los demandados, al absolver posiciones, desvincularan a Rossini de su desventura de ser perjudicados por Zurcher -tal como consignara la sentencia- lo que evidencia la innecesariedad de su inclusión en la denuncia. Pero a ello debe sumarse el que -como lo estableciera el aquo- si bien una presentación ante la justicia exteriorizando hechos que a juicio del denunciante serían reveladores de la existencia de un delito, no podría calificarse como ofensa jurídica, susceptible de resarcimiento -aun cuando en definitiva se arribase a la convicción de que los hechos delictivos lleguen a las autoridades para su investigación y represión, no poniendo obstáculos al efecto-, ello será así en tanto no se hubiese obrado maliciosamente, formulando la denuncia con conocimiento de la inocencia, o en forma culposa, por obrarlo con ligereza, negligencia o imprudencia. Si bien en el caso, Rossini -por estar fallecido- no pudo ser sujeto pasivo de acusación calumniosa, dolosa o culposa, la responsabilidad de los denunciantes resultaría en cuanto la conducta ofensiva, sería violatoria del derecho a la intimidad de los actores, de preservar el respecto a la memoria que guardarían del fallecido, su esposo y padre. En otro aspecto cabe seZalar que no resulta contradicción alguna en el fallo -como pretenderían los recurrentes- del hecho de reconocerles haber actuado en interés propio al presentar el escrito de denuncia, y considerar que no habría un interés superior que justificase una conducta antijurídica mortificando los sentimientos de los actores con su actuar culposo, porque ésto habla del exceso en que incurrieran en el ejercicio de sus derechos. Finalmente que resultan inaceptables los argumentos subjetivos con que se pretenden controvertir los fundamentos del fallo -que para una denuncia penal, no hacía falta realizar imputaciones personales en términos vulgares impropios de un escrito judicialde que las expresiones usadas serían aceptadas social y públicamente, y acordes a pautas culturales y literarias de la época; así como el que no se consideraran ciertas defensas legitimantes de su obrar, que por las razones apuntadas por el aquo como fundantes de la decisión, estaban implícitamente descartadas, haciendo innecesaria una referencia puntual sobre ellas. Por todo lo cual, en la cuestión propuesta me pronuncio por la afirmativa. A la misma cuestión el vocal doctor Donati dijo: por las mismas razones que invoca el colega preopinante, adhiero a sus conclusiones y voto en igual sentido a la segunda cuestión. A la misma cuestión la vocal doctora García dijo: me remito a lo expresado al tratar la primera cuestión. A la tercera cuestión el vocal doctor Serralunga dijo: acorde al resultado de las votaciones precedentes, corresponde rechazar los recursos deducidos, con costas a los recurrentes vencidos (art. 251 CPCC). Los honorarios profesionales en la Alzada deben regularse en el 50% de los de primera instancia (art. 19, ley 6767). A la misma cuestión el vocal doctor Donati dijo: el pronunciamiento que corresponde dictar es el que propone el doctor Serralunga, y así voto. A la misma cuestión la vocal doctora García dijo: me remito a lo expresado al tratar la primera cuestión. Por ello, esta Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario, RESUELVE: rechazar los recursos interpuestos, con costas a los recurrentes. Regular los honorarios profesionales en la Alzada en el 50% de los de primera instancia. Insértese, agréguese copia a los autos y hágase saber. (Autos “ROSSINI Luis E. y otra c/BACCIFAVA Rodolfo y otros s/DAYOS Y PERJUICIOS” - Expte. N̊ 149/2004) JOSÉ MARÍA SERRALUNGA JOSÉ HUMBERTO DONATI GARCÍA ALICIA (art. 10160) Mónica A. Ferrero S-ROSSINI 149 26, ley