Provincia Centroamérica – 7ma parte

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PLAN DE FORMACIÓN DE LAICOS-AS y JESUITAS
PROYECTO PROVINCIA CENTROAMERICANA
DE LA COMPAÑÍA DE JESUS
- DOCUMENTOS DE FORMACIÓN 2009 -
Guatemala de la Asunción
FORMACIÓN DE LAICOS-AS Y JESUITAS
PROVINCIA CENTROAMERICANA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Comisión de Espiritualidad.
Eje Crecimiento y Desarrollo Humano
1. El estudio del desarrollo humano durante el ciclo vital
Períodos de desarrollo
Para facilitar el estudio, el ciclo vital suele dividirse en tres grandes períodos de
desarrollo: infantil, adolescente y adulto. El primero y el último se subdividen además
en sub-etapas. El desarrollo infantil incluye el período prenatal, la infancia, la niñez
temprana y la niñez intermedia. El desarrollo adulto incluye la juventud, la edad
madura y la vejez.
Periodo prenatal (de la concepción al nacimiento)
Comprende el proceso de desarrollo que tiene lugar entre la concepción y el
nacimiento, tiempo en que el organismo humano crece de una célula fertilizada a
miles de millones de células. En este período se forman los órganos y la estructura
corporal básica; y tanto la herencia como el ambiente influyen en el desarrollo.
Durante los primeros meses el organismo es más vulnerable a las influencias
ambientales y negativas que en cualquier otro período de crecimiento.
Infancia (los dos primeros años)
Se extiende desde el nacimiento hasta el segundo año de vida aproximadamente, es
un período de cambios increíbles en el que se desarrollan la capacidad y la
coordinación motora del niño, así como sus capacidades sensoriales y de lenguaje.
En esta etapa el niño se apega a los miembros de la familia y a otras personas que la
atienden, aprende a confiar o a desconfiar y a expresar y o a reprimir amor y afecto.
Aprende a expresar sentimientos y emociones básicas y desarrolla cierta
interdependencia y sentido de sí mismo. Ya en esta etapa los niños manifiestan
considerables diferencias de personalidad y temperamento.
Niñez temprana (de los 3 a los 5 años)
Es el tiempo preescolar en el que los niños continúan su rápido crecimiento físico,
cognoscitivo y lingüístico. Ahora pueden cuidarse mejor, empiezan a desarrollar un
auto concepto así como identidad, adquieren roles de género y se muestran
interesados en jugar con otros niños. La calidad de la relación padre-hijo es
importante en el proceso de socialización que tiene lugar en este periodo.
Niñez intermedia (de los 6 a los 11 años)
Los niños hacen avances notables en su habilidad para la lectura, escritura y la
aritmética; para comprender su mundo y para pensar de manera lógica. El logro
académico adquiere una importancia vital, lo mismo que un ajuste exitoso con los
padres. La calidad de las relaciones familiares sigue ejerciendo una gran influencia
sobre el ajuste emocional y social.
Adolescencia (de los 12 a los 19 años)
Es el período de transición entre la niñez y la vida adulta durante el cual acontece la
maduración sexual, empieza el pensamiento de operaciones formales y ocurre la
preparación para ingresar al mundo de los adultos.
Una tarea psicosocial importante de esta etapa es la formación de una identidad
positiva. A medida que los adolescentes buscan una mayor independencia de los
padres, también desean un mayor contacto y un sentido de pertenencia y compañía de
sus pares.
Juventud (los veinte y los treinta)
Durante los años de la juventud o vida adulta temprana, deben resolverse retos
importantes como alcanzar la intimidad, elegir carrera y lograr el éxito vocacional. Los
jóvenes adultos enfrentan otras decisiones como el matrimonio, la elección de pareja y
la posibilidad de convertirse en padres. Algunos enfrentan la probabilidad del divorcio
y de contraer nuevas nupcias, lo que puede dar por resultado una familia compuesta.
Muchas de las decisiones tomadas establecen el escenario para la vida posterior.
Edad madura (los cuarenta y los cincuenta)
Durante la edad madura, mucha gente empieza a sentir que el tiempo se le escapa a
medida que su reloj social y biológico sigue su paso. En algunos, esto da lugar a una
crisis de la edad madura, durante la cual reexaminan muchas facetas de su vida. Para
los padres cuyos hijos han dejado el hogar, los años de la edad madura pueden ser un
tiempo de mayor libertad porque ahora están libres para atender sus propios
intereses.
Es un período en que mucha gente alcanza una máxima responsabilidad personal y
social, así como éxito profesional. Sin embargo, es necesario ajustarse a los cambios
corporales y a las situaciones emocionales, sociales y laborales.
Vejez (los sesenta en adelante)
La vejez es un momento de ajustes, particularmente a los cambios en las capacidades
físicas, las situaciones personales y sociales y las relaciones. Es necesario prestar
mayor atención al cuidado de la salud para mantener el vigor físico y el bienestar. La
persistencia de las capacidades verbales permite que algunos individuos continúen
desarrollando su conocimiento y habilidades cognoscitivas. Las relaciones con los hijos
adultos, los nietos, los parientes adquieren un nuevo significado, especialmente para
los que han enviudado. Mantener y establecer amistades significativas con los pares
es especialmente importante para el bienestar. En esta etapa la gente reporta un alto
grado de felicidad y satisfacción con la vida y poco temor a la muerte.
2.
La filosofía del desarrollo durante el ciclo vital
El desarrollo es multidimensional e interdisciplinario:
El desarrollo humano es un proceso complejo que generalmente se divide en cuatro
dimensiones básicas: desarrollo físico, cognoscitivo, emocional y social. Aunque cada
dimensión subraya un aspecto particular, hay una interdependencia considerable
entre las áreas. Por ejemplo las capacidades cognoscitivas pueden depender de la
salud física y emocional así como de la experiencia social; el desarrollo social está
influido por la maduración biológica, la comprensión cognoscitiva y las reacciones
emocionales.
Desarrollo físico
Incluye las bases
genéticas
del
desarrollo,
el
crecimiento físico de
todos
los
componentes
del
cuerpo, los cambios
en el desarrollo
motor, los sentidos y
los
sistemas
corporales.
Se
relaciona con el
cuidado de la salud,
la nutrición, el sueño,
el abuso de drogas y
el
funcionamiento
sexual.
Desarrollo
cognoscitivo
Incluye todos los
cambios en los
procesos
intelectuales
del
pensamiento,
el
aprendizaje,
el
recuerdo,
los
juicios, la solución
de problemas y la
comunicación.
Incluye influencias
tanto hereditarias
como ambientales
en el proceso de
desarrollo.
Desarrollo
emocional
Se
refiere
al
desarrollo
del
apego, la confianza,
la seguridad, el
amor y el afecto y
una variedad de
emociones,
sentimientos
y
temperamentos.
Incluye el desarrollo
del concepto de uno
mismo y de la
autonomía y un
análisis del estrés,
las perturbaciones
emocionales y la
conducta.
Desarrollo social
Hace hincapié en
el proceso de
socialización, el
desarrollo moral
y las relaciones
con los pares y
los miembros de
la
familia.
Reflexiona sobre
el matrimonio, la
paternidad,
el
trabajo, los roles
vocacionales y el
empleo.
El desarrollo continua a lo largo del ciclo vital:
Aunque algunos aspectos del crecimiento físico se detienen, el desarrollo en términos
de cambio y adaptación continúa durante todo el ciclo vital. Incluso en el sentido
físico, las personas que fueron enfermizas durante la niñez y la adolescencia pueden
convertirse en adultos saludables. La maduración emocional y el proceso de
socialización continúan.
La herencia y el ambiente influyen en el desarrollo:
Si la herencia juega el papel principal, entonces sería posible mejorar la raza humana
mediante ingeniería genética para eliminar las fallas innatas. Si el ambiente juega el
papel principal, la tarea consistiría en determinar qué influencias positivas mejoran el
desarrollo y controlarlas para obtener los resultados deseados.
En realidad, tanto natura (la herencia) como natura (el ambiente) ejercen influencias
importantes.
La pregunta importante no es qué factor (la herencia o el ambiente) es el responsable
de nuestra conducta, sino cómo es que ambos factores interactúan y de qué manera
pueden ser controlados para que tenga lugar un desarrollo óptimo.
El desarrollo refleja continuidad y discontinuidad:
En la actualidad, la mayoría de psicólogos no se ubica en puntos extremos, sino que
reconocen que algunos aspectos del desarrollo son continuos, mientras que otras
muestras características similares a las etapas.
El desarrollo es acumulativo:
Todos reconocemos que lo que sucedió antes afecta nuestra vida actual. Los
psicoanalistas enfatizan especialmente la influencia de las experiencias vividas en la
niñez temprana sobre los ajustes posteriores.
Otros estudios proponen un vínculo entre las primeras experiencias familiares y la
depresión u otros problemas psicológicos de la vida adulta.
¿Significa esto que si tenemos una infancia desdichada estamos condenados a la
infelicidad y desajuste cuando adultos? Un incidente traumático o un abuso sufrido en
la infancia pueden tener consecuencias serias, pero no permiten predecir con total
certeza el ajuste posterior.
El desarrollo refleja estabilidad y cambio:
¿Existen elementos de la personalidad que permanecen estables? Si una persona
manifiesta ciertas características de personalidad durante la niñez ¿persistirán éstas en
la adolescencia o la vida adulta?
Los psicólogos no están de acuerdo en qué tanto de la personalidad puede cambiar y
qué tanto permanece estable. Todo lo que se puede asegurar es que existe cierta
evidencia de que en algunos individuos la personalidad es estable y en otras presenta
cambios.
El desarrollo es variable:
El crecimiento es desigual. No todas las dimensiones de la personalidad crecen a la
misma tasa. Un niño puede ser excepcionalmente brillante, pero su crecimiento y
desarrollo físico puede retardarse.
El desarrollo a veces es cíclico y repetitivo:
Durante la vida pueden darse algunas repeticiones de las fases de ajuste. Una persona
puede enfrentar una crisis de identidad durante la adolescencia y otra en la edad
madura.
Además de la repetición en la vida individual, puede haber una repetición de fases
similares que ocurren en momentos diferentes en el ciclo vital de otros individuos.
Distintas influencias moldean cada vida, produciendo rutas alternas (uno puede
casarse y otro permanecer soltero). Diversos factores aceleran o hacen más lento el
itinerario, e incluso pueden detener el proceso de desarrollo.
El desarrollo refleja diferencias individuales:
Aunque existe cierta repetición de las secuencias del desarrollo de una persona a otra,
también existe una amplia gama de diferencias individuales.
Los individuos difieren en el tiempo y tasa de desarrollo; en factores como la estatura,
peso, complexión corporal, capacidades físicas y salud; también en las características
cognoscitivas, las reacciones emocionales y las características de personalidad.
Difieren en habilidades sociales, en los pensamientos que prefieren, en las relaciones
amistosas, intereses vocacionales, competencia en el trabajo, estilo de vida.
El desarrollo refleja diferencias culturales:
Las diferencias culturales también ejercen una influencia profunda sobre el desarrollo
humano. Un estudio de las variaciones en los arreglos de sueño de infantes y niños
pequeños reveló que todos los niños mayas dormían en la cama de sus madres hasta
que empezaban a andar. Una comparación con niños estadounidenses reveló que
ninguno dormía en la cama de su madre. Los padres mayas enfatizaban el valor de la
cercanía con los niños, mientras que los padres estadounidenses hacían hincapié en el
valor de la independencia de los niños.
3. Desarrollo infantil:
a. Perspectivas del desarrollo infantil y adolescente
El desarrollo infantil es una disciplina especializada que se dedica a la comprensión de
todos los aspectos del desarrollo humano del nacimiento a la adolescencia. Las teorías
modernas hacen hincapié en el hecho de que los seres humanos continúan
adaptándose a su ambiente.
Es un campo de estudio relativamente nuevo.
Una razón de la demora del interés por el desarrollo infantil es que durante la Edad
Media y siglos posteriores no se consideraba a la niñez como una etapa separada de la
vida.
Antes de las modernas técnicas de control natal, muchos de los niños traídos al mundo
eran no deseados por lo que se les consideraba una carga más que una bendición.
Hasta el siglo XX, el trabajo infantil era una práctica aceptada. Como los animales y los
esclavos, los niños eran obligados a realizar una variedad de arduas tareas para el
beneficio económico de la familia.
Bushnell afirmaba que la familia, como grupo social, influye en la vida y el carácter de
los niños, y que el amor y la gracia de Dios eran mediados por padres afectuosos. “el
niño no sólo debe ser equipado con emociones gentiles hacia lo que es correcto, sino
que debe amar con un amor fijo, por principio, y recibirlo como una fuerza vital y
formativa.
La segunda filosofía de importancia fue la de John Locke, quien afirmaba que los niños
son moralmente neutros. Decía que los niños son una tabula raza, expresión latina
que equivale a papel en blanco. Lo que quiere decir que los niños no nacen con
tendencias innatas, no son buenos ni malos, y como sean dependerá de lo que
experimenten mientras crecen.
La tercera de las grandes filosofías es la adoptada por Jean Jacques Rousseau que decía
que los niños son buenos salvajes, dotados con el sentido del bien y el mal. Se
desarrollarán positivamente de acuerdo con el plan de la naturaleza, porque tienen un
sentido moral innato.
La teoría de Arnold Gessel tiene una orientación biológica según la cual la maduración
es mediada por los genes y la biología que determinan los rasgos conductuales y las
tendencias del desarrollo. Como el desarrollo está biológicamente determinado,
decía, es muy poco lo que padres y maestros pueden hacer para alterar este progreso.
John Dewey afirmaba que el salón de clases debería ser un laboratorio de la vida y
ofrecer a los niños experiencias que les permitieran crecer física, mental y moralmente
de forma que puedan contribuir al desarrollo de una mejor sociedad.
4. Desarrollo adolescente:
La palabra adolescencia viene del verbo latino “adolescere” que significa crecer o
llegar a la madurez. La adolescencia es el período de crecimiento que comienza en la
pubertad y termina con el inicio de la vida adulta. Es una etapa de transición entre la
niñez y la vida adulta por la cual deben pasar los individuos antes de que puedan
tomar su lugar como mayores.
La pubertad es el periodo o edad en que una persona alcanza la madurez sexual y
adquiere la capacidad para tener hijos.
Se utiliza el término pubescencia para denotar la totalidad del período en que se
tienen lugar los cambios físicos relacionados con la maduración sexual. Significa
literalmente, volverse velludo o peludo, lo que describe el crecimiento del pelo
corporal que acompaña a la maduración sexual. La pubertad no sólo es acompañada
por cambios biológicos, sino también por cambios psicológicos y sociales.
Madurez es la edad, etapa o momento de la vida en que se considera que una persona
ha alcanzado su pleno desarrollo social, intelectual, emocional, físico y espiritual.
G. Stanley Hall dijo que la pubertad es el tiempo de trastornos, desajuste emocional e
inestabilidad que corresponde a la transición del género humano del salvajismo a la
civilización.
Ana Freud caracterizó a la adolescencia como un periodo de conflicto interno,
desequilibrio psíquico y conducta errática. El desequilibrio es causado por el
incremento de las pulsiones instintivas en el momento en que tiene lugar la
maduración sexual.
De acuerdo con Erickson, la tarea psicosocial principal de la adolescencia es el logro de
la identidad. La identidad tiene muchos componentes: sexual, social, vocacional,
moral, ideológico y psicológico.
El adolescente que fracasa en la búsqueda de la identidad experimentará duda,
difusión y confusión de rol.
Existen cuatro maneras posibles en que los miembros de los grupos étnicos pueden
participar en una sociedad culturalmente diversa: por asimilación, integración,
separación y marginalidad.
Havighurst describió 8 tareas psicosociales importantes para la adolescencia: aceptar
el físico y usar el cuerpo de manera efectiva, formar relaciones nuevas y más maduras
con compañeros de la misma edad de ambos sexos, lograr un rol sexual-social
masculino o femenino, lograr la independencia emocional de los padres y de otros
adultos, prepararse para el matrimonio y la vida familiar, desear y lograr conducta
socialmente responsable y adquirir un conjunto de valores y un código ético que les
sirvan como guía de conducta.
5. Desarrollo adulto
a. Perspectivas del desarrollo adulto
El ciclo de la vida adulta ha sido dividido en tres periodos de edad: juventud o edad
adulta temprana (los veinte y los treinta) madurez o mediana edad (los cuarenta y los
cincuenta) y vejez o edad adulta tardía (de los sesenta en adelante).
Levinson describe a la edad madura como el tiempo comprendido entre los 40 y 59
años y la vejez como el tiempo que transcurre a partir de los 60 años.
Al envejecer los costos de la medicina y la seguridad se disparan y se espera que los
viejos ejercerán un considerable poder político al demandar el respeto de sus
derechos.
Es necesario modificar las normas relacionadas con la edad para tener en
consideración el hecho de que la gente vive vidas más largas y activas.
b. El significado de la adultez
La adultez significa cosas diferentes para personas distintas, pero tiene dimensiones
sociales, biológicas, emocionales y legales; su principal significado es social.
De acuerdo con un estudio, las características del adulto se agrupan en 11 categorías:
responsabilidad, independencia financiera, autonomía en la toma de decisiones,
madurez emocional, potencial para el compromiso, adaptabilidad, madurez física,
altruismo, nivel educativo, comprensión y conciencia del yo y sucesos vitales
importantes.
c. Transición a la vida adulta
La transición a la vida adulta es un proceso complicado en las sociedades muy
industrializadas en las que los individuos tienen que pasar por diversos ritos de
transición en la medida en que se socializan (en que aprenden y adoptan las normas,
valores, expectativas y roles sociales del grupo).
Convertirse en adulto significa la culminación exitosa de una serie de tareas del
desarrollo. El desarrollo continúa y las tareas cambian durante la juventud, la madurez
y la vejez.
Los jóvenes enfrentan las tareas de lograr la autonomía, moldear una identidad,
desarrollar estabilidad emocional, establecer una carrera, encontrar intimidad, llegar a
formar parte de grupos sociales, elegir pareja y ajustarse al matrimonio, establecer y
manejar una residencia, convertirse en padres y criar a sus hijos.
Los adultos de mediana edad se enfrentan a las tareas de ajustarse a los cambios
físicos, encontrar satisfacción en sus carreras, asumir responsabilidades sociales y
cívicas, despedir a sus hijos, revitalizar su matrimonio, reconsiderar su actitud hacia sus
padres que envejecen, reorientar los roles sociales, desarrollar nuevas redes sociales y
actividades para disfrutar del tiempo libre. Su meta global consiste en encontrar un
nuevo significado a la vida.
Los ancianos se enfrentan con las tareas de mantener la salud física y ajustarse a las
limitaciones, mantener un ingreso adecuado, ajustarse al cambio en los roles laborales,
establecer condiciones adecuadas de vida y vivienda, mantener la identidad y el
estatus social, encontrar compañía, aprender a usar de manera placentera el tiempo
libre, establecer nuevos roles en la familia y lograr la integridad por medio de la
aceptación de la propia vida.
d. Teorías del desarrollo adulto a lo largo del ciclo vital
Roger Gould utilizó siete grupos homogéneos de edad para definir los cambios y
ajustes que se requieren conforme la gente pasa por diversas etapas de la vida.
Daniel Levinson propuso un modelo del desarrollo adulto que describe periodos de
estabilidad relativa entremezclados con periodos importantes de transición
empezando a alas edades de 17, 40 y 60 años y transiciones menores a los 30 y los 50
años.
George Vaillant realizó un estudio longitudinal de las historias de los ciclos vitales de
hombres que estaban entre los mejores y más brillantes de la sociedad
estadounidense. Una contribución importante fue la comparación de los antecedentes
infantiles y el éxito en la vida adulta. Se observó que quienes fueron niños
desdichados: eran incapaces de divertirse, eran dependientes y faltos de confianza,
tenían mayor probabilidad de desarrollar una enfermedad mental y carecían de
amigos.
Las divisiones de edad en los tres estudios son totalmente arbitrarias. Los tres
investigadores describieron un periodo de transición entre la adolescencia y la
juventud y una crisis de la edad madura alrededor de los 40 años.
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
1. ¿Qué me aporta la teoría del Ciclo Vital, para el reconocimiento de las diversas
etapas del desarrollo humano?
2. ¿Qué aplicación concreta le puedo obtener al tema del Desarrollo Humano
desde el Ciclo Vital, para mi persona, mi familia, mi trabajo o los procesos que
acompaño?
3. ¿Qué me hace pensar sobre el desarrollo humano en general? ¡Es sencillo, Es
complejo!
PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL:
1. Como instituciones que estamos al servicio del desarrollo humano, ¿Qué me
aporta la teoría del Ciclo Vital para mis procesos personales de
acompañamiento o servicio?
2. ¿Qué tan importante es considerar las diversas etapas de la vida, dentro del
Ciclo Vital, para comprender, emitir juicios, acompañar, etc; a personas que se
relacionan con mi trabajo.
3. ¿Cuánto se requiere en los grupos humanos factores como la madurez y la
adultez en las relaciones humana y qué me aporta el tema de hoy para
comprender a cada uno-a desde su etapa vital?
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 1. Mes Febrero del 2009.
Eje Vida comunitaria y Trabajo en Equipo
1. LA GESTIÓN EMOCIONAL ECOLÓGICA
La capacidad de la ciencia y la tecnología actual de mejorar la calidad de la vida
humana depende de una elevación conjunta de la calidad de los sentimientos y
actitudes que conforman el carácter -aspecto normativo de la personalidad- sin lo cual
no es posible ser verdaderamente útil a la humanidad. De allí que la formación de un
carácter sano y positivo es una tarea ineludible para la educación de hoy, centrada en
la intelectualidad y en la capacitación tecnológica.
Actualmente, el carácter está siendo retomado, al ser entendido por algunos autores
como el equivalente de la “inteligencia emocional”, concepto en auge, que se está
reconociendo como responsable del éxito en la vida. La educación del siglo XXI,
caracterizado como un momento coyuntural para el género humano, debe retornar a
su base y complementar el desarrollo intelectual y tecnológico, con la educación moral
y afectiva.
Desde un marco ético-moral ecológico se propone un modelo psicoeducativo
tridimensional del carácter sobre la base de categorías de la inteligencia emocional
presentes en la vinculación con uno mismo, con los demás, con la naturaleza y el
aspecto trascendente de la existencia. Se aspira a que esta propuesta pueda aportar
elementos que orienten la tarea formativa del educador en la cotidianidad.
“Busco a la persona que sea capaz de amar al otro sin castigarlo por ello, sin hacerlo
prisionero o desangrarlo; esa persona del futuro que sepa llevar a cabo un amor
independiente de ventajas o desventajas sociales, para que el amor sea siempre un fin
en sí mismo y no siempre el amor con vistas a un fin”.
Este era el deseo que Jung expresó, en una carta dirigida a Freud, al inicio del siglo
pasado. ¿Acaso ya nos hemos convertido en esas “personas del futuro” que anhelaba
Jung o, en cambio continuamos castigando, aprisionando, desangrando o buscando
ventajas cuando iniciamos nuestras relaciones interpersonales o cuando formamos
pareja? ¿Qué nos mueve a elegir y por qué motivo a menudo acabamos tan lejos
conseguir amigos/as, o en la relación de pareja que anhelamos?
Una de las afirmaciones de la Ecología Emocional es que debemos convertirnos en “la
persona adecuada” en lugar de invertir energías buscando a la persona adecuada. Para
que una relación interpersonal, familiar o de pareja sea armónica es necesario que
cada ser tenga una vida propia con sentido. Cuando nuestra vida es coherente y
armónica desprendemos una elevada capacidad de atracción que nos acercará a quien
se encuentra en la misma sintonía.
En cambio, si somos personas incompletas y necesitadas sintonizaremos con personas
de las mismas características y uniremos necesidades y desespero. Esta relación estará
condenada al fracaso. La propuesta se basa en fomentar cuatro áreas que promueven
el equilibrio y armonía individual y de pareja: auto-dependencia, creatividad, conducta
amorosa y pacífica.
¿Qué significa ser emocionalmente ecológico?
Aunque pocos lo piensan, un especialista cuenta en estas páginas que también existe
el "calentamiento emocional global". Y cuenta por qué urge reflexionar, e impulsar
un cambio en las relaciones humanas.
Aumenta inexorable e impiadosamente la temperatura, sube el nivel de los mares,
decrece la superficie helada de los polos, desaparecen y peligran especies,
inundaciones catastróficas y sequías devastadoras manchan trágicamente el planeta.
¿Y qué pasa mientras tanto con nuestro ecosistema emocional y afectivo? ¿Hay
contaminación, partículas tóxicas y gases venenosos en nuestro medio ambiente
espiritual y psíquico?
Cuando se observan los índices crecientes de violencia en la sociedad contemporánea,
los episodios de intolerancia en la vida social y de manipulación en las relaciones
personales, la insatisfacción que empuja a legiones de personas angustiadas hacia los
consultorios psicoterapéuticos, el malestar afectivo que afecta a los vínculos humanos,
la relación inversamente proporcional entre el consumo –mucho– y la felicidad –poca–,
el fenómeno de la incomunicación humana paralelo al alto desarrollo tecnológico en
las conexiones, la explosiva expansión en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, la
pandemia de adicciones encubiertas o socialmente aceptadas, parecería que, además
del fenómeno físico, que describe y denuncia el ex vicepresidente estadounidense Al
Gore en su ya célebre película (y ahora también libro) Una verdad incómoda, también
el ecosistema emocional humano está perturbado y necesita una urgente tarea de
desintoxicación y preservación.
La palabra ecología (creada en 1868 por el biólogo alemán Ernst Haeckel para designar
la relación entre los seres vivos y su medio ambiente) forma parte de nuestro
vocabulario habitual, aunque su concepción se ha ampliado y ha cambiado: ya no se
trata de la mera descripción del medio ambiente, sino de su protección y saneamiento.
Y abarca más que el mundo físico.
“Hace un tiempo tomamos conciencia de que padecemos mayor contaminación
emocional que atmosférica. Nos dimos cuenta de que los grandes principios de la
ecología eran aplicables a la gestión de nuestro mundo emocional y a partir de
entonces iniciamos un trabajo de investigación y de elaboración creativa de esta
categoría”, cuentan Mercé Conangla y Jaume Soler, investigadores del campo
psicológico y emocional de las relaciones humanas, quienes, con vasta experiencia
también en el campo de la salud y la educación, construyeron una categoría tan
necesaria como transformadora: la ecología emocional.
“Hemos adaptado los conceptos sobre ecología al mundo de las emociones para que
ayuden a explicarlas y a comprenderlas mejor. Así, hablamos de energías
emocionalmente ecológicas, reciclar emociones, clima emocional global, lluvia ácida,
basuras emocionales, contagio emocional, contaminación emocional, desertización,
vitaminas emocionales, espacios protegidos”, explican acerca de las bases de la EE.
¿El huevo o la gallina?
Puede parecer excesivo que la contaminación emocional supere a la atmosférica. No lo
es tanto si se toman en cuenta las palabras del médico y psicoterapeuta Norberto Levy
(autor de La sabiduría de las emociones y Aprendices del amor): “Todas las emociones
están en continua interacción con la mente, y sobre este vínculo existen muchos
malentendidos. En general creemos que ambas son adversarias esenciales y que
debemos elegir entre una u otra. La relación esencial entre las emociones y la mente es
de complementariedad, y cuando se desconectan de su condición de socias se
embarcan en una batalla sin solución en la que todos perdemos”.
Parecería que en la sociedad contemporánea se ha hecho un culto de los poderes de la
mente y sus creaciones (los adelantos tecnológicos, los experimentos científicos, los
modelos económicos, las relaciones humanas especulativas basadas en nociones tales
como conveniencia o rentabilidad). Frente a esto, lo emocional suele considerarse poco
seguro, imprevisible, ajeno a atributos tan preciados como “seguridad”, “certeza”,
“resultados”.
El biólogo inglés Rupert Sheldrake (figura clave en el movimiento que propone ligar
ciencia y espiritualidad) atribuye esta ruptura al dualismo que propugnó el filósofo
francés René Descartes (iniciador del racionalismo) cuando, en el siglo XVII, consideró
la naturaleza como una máquina inanimada. Como producto de este pensamiento, que
caló hondo en Occidente, el alma, las emociones, lo intangible de la existencia,
quedaron separados de todo lo físico (y luego incluso enfrentados). Acaso allí también
se incubó la creencia de que lo que se le hiciera a los espacios físicos y materiales en
nada afectaría a los emocionales y espirituales.
Sin embargo, para quienes adhieren a una visión holística e integral de los fenómenos
físicos, psíquicos, emocionales y espirituales, como lo hace Sheldrake, autor de Una
nueva ciencia de la vida y El renacimiento de la naturaleza, entre otras obras ya
clásicas, es necesaria y urgente la reinserción de la espiritualidad y la valoración de las
emociones en el vínculo entre las personas y de éstas con la naturaleza. Lo contrario
nos deja en lo que el ex sacerdote dominico estadounidense Mathew Fox (fundador en
Chicago del Instituto de la Espiritualidad en la Ciencia y la Cultura) llamó “una soledad
cósmica”. Entre ambas ecologías, la emocional y la física, parece establecerse así una
estrecha conexión de causa, efecto y necesidad. Mientras una procura salvaguardar los
ámbitos externos, la otra va en pos de la preservación del mundo interior.
Trabajo en equipo. Esto es lo que Soler y Conangla proponen profundizar con su
concepción de la ecología emocional. “Definimos ecología emocional, o psico-ecoafectividad, como el arte de gestionar nuestros afectos (emociones y sentimientos)
canalizando y dirigiendo creativamente su energía”, dicen. “Es un trabajo en equipo
mente-emoción. El concepto eco hace referencia a la importancia de que ambas
vertientes trabajen integradas, en armonía, de forma sostenible y equilibrada para que
nos muevan a efectuar acciones de mejora en nuestra persona y en los sistemas
humanos y sociales en los que estamos inmersos. Incluye dos valores esenciales: la
responsabilidad y la conciencia del impacto emocional global.”
Los investigadores catalanes recuerdan que, como la naturaleza, “también las personas
funcionamos en ciclos: de vida y de muerte, de descanso y de trabajo, de calma e
inquietud, de reflexión y acción, de construcción y destrucción. Tenemos todo un
mundo exterior para recorrer y todo un camino interior para encontrarnos y hacernos
nacer. En este camino, nuestra afectividad y nuestra inteligencia deben aprender a
trabajar en equipo para no destruirnos a nosotros, a nuestra especie y al mundo
maravilloso en el que vivimos”. En esto retoman un legado del legendario y respetado
biólogo humanista Gregory Bateson, quien así lo proponía en su monumental trabajo
Pasos hacia una ecología de la mente.
Principios ecológicos emocionales
Se sabe que la ecología física propone disminuir las emanaciones tóxicas, cuidar las
fuentes de agua dulce, evitar el vaciado irresponsable de material contaminante,
ahorrar energía en lugar de derrocharla; mantener, en fin, un vínculo consciente con el
planeta que nos cobija. ¿Cuáles son las herramientas de la ecología emocional y cuál su
aplicación?
La responsabilidad sobre la propia vida (hacerse cargo de ella y de sus decisiones) es
fundamental, para los creadores de la EE, en lo que llaman gestión emocional
ecológica. “Al pensar, analizar y reflexionar, vemos que no hay una sola vía de acción
ante las distintas situaciones de la vida. A veces decimos que no tenemos libertad para
tomar cierta decisión o ejecutar un acto, pero lo que ocurre es que no estamos
dispuestos a afrontar las consecuencias de esa acción. La libertad la tenemos y es así
casi siempre.”
Por el camino de la evitación o la inacción, sostienen, se terminan pagando precios aún
más altos y tomando un camino existencial basado en soluciones epidérmicas o en
consignas aprendidas y repetidas como leyes. Hacernos cargo de nuestras elecciones
(en los planos afectivo, familiar, laboral, vocacional, profesional, social o comunitario)
lleva a que cada acción se convierta en una nueva pieza de una construcción personal y
única.
La salud psico-afectiva, en términos de EE, requiere respeto por los propios tiempos
(distintos en cada persona), salir de los ritmos vertiginosos propuestos desde afuera,
recuperar el valor de la pausa y del silencio interior, así como la ecología física propone
respetar los tiempos, los espacios y los ritmos de la naturaleza. La EE esgrime un
principio según el cual lo profundo de la espiritualidad está en lo cotidiano y en lo
ordinario y es allí donde hay que buscarlo y honrarlo.
“Carpe diem no significa que debamos buscar y agotar hoy todos los placeres, sino que
debemos buscar y disfrutar de los hechos de hoy”, recuerdan, glosando al filósofo
Fernando Savater. Una buena pregunta para empezar el día, es: ¿qué bien puedo hacer
hoy? Un interrogante cotidiano que puede orientar los actos y las actitudes de la
jornada.
Los ecólogos emocionales subrayan algo muy significativo: no somos responsables de
lo que sentimos (las emociones no se eligen ni se planifican de antemano), pero sí de
aquello que hacemos con lo que sentimos. Rescatan así el valor de todas las emociones,
no las clasifican en buenas y malas, positivas y negativas. Todas cumplen una función.
Lo que importa es cómo se gestionan, lo que se hace con ellas. Escogemos nuestra
actitud y nuestra conducta, reza un principio de la EE. “Pensar que algo nos será dado
sin que hagamos algo por ello y quejarnos por no recibirlo, contribuye a la
contaminación emocional”, advierte el mismo principio.
Otra consigna de esta corriente apunta al valor del discernimiento. Concretamente,
aprender, desde la experiencia, qué aspectos de la realidad, y en qué circunstancias,
pueden ser modificados por nuestra conducta, y cuáles son inalterables. Del mismo
modo, incluir en nuestras expectativas y planificaciones el rol de lo imponderable, de
aquello que escapa de la voluntad, la decisión y la acción propia, y que sin embargo es
parte inexorable de la vida. Cuando el discernimiento no se hace presente, su lugar
suelen ocuparlo la intolerancia, la ansiedad, la inadaptación. Es decir, el sufrimiento
emocional.
La EE rescata el valor de las utopías. Sus creadores suelen recordar un relato del chileno
Alejandro Jodorowsky sobre un arquero que se empeñó durante años en acertar con
una flecha en el centro de la Luna. Por supuesto, jamás lo consiguió y muchos de sus
conciudadanos se mofaron de él. Sin embargo, al cabo de tantos años de intentarlo se
convirtió en uno de los mejores arqueros del mundo. “Todo lo que el hombre ha
conseguido o construido fue primero un sueño”. Algo que suele olvidarse en una era,
como la presente, signada por la obsesión por las certezas, por los resultados rápidos y
a cualquier costo, por la fugacidad, por la inmediatez y a menudo también por el temor
al compromiso o a afrontar las consecuencias de las propias elecciones.
Desde la EE “proponemos instaurar una pedagogía de la provisionalidad y la
transformación”, explican sus creadores. “Vivimos aferrados a criterios de seguridad y
permanencia, contratamos seguros para todo, queremos tener todo bajo nuestro
control. Los cambios y las transformaciones son parte natural de la vida, pero nos
cuesta asumirlo y lo vivimos como pérdidas, de modo que siempre nos encuentran sin
recursos.” Todos somos como un río, ejemplifican, que cambia de curso, que atraviesa
diferentes territorios, que pierde y gana cauce, que se hiela y se deshiela, pero jamás
pierde su esencia, el agua. Un principio ecológico emocional es el de aceptar el cambio
y la transformación para mantener y proteger nuestra esencia.
Hermes Trimegisto (“el tres veces grande”), considerado en la mitología griega como
un semidiós (mitad divino, mitad humano) y padre de la escritura y la cultura, señaló,
entre otras máximas, que lo de arriba proviene de lo de abajo y que como es adentro es
afuera. Al cabo de miles de años, asoma hoy una nueva comprensión para esta
consigna. Como tratemos nuestro ecosistema emocional, trataremos a los otros, y al
mundo.
¿De qué modo aplicar la ecología emocional en su trabajo con personas y en qué
áreas de las relaciones se ven hoy más necesarias?
Trabajar las competencias emocionales, supone beneficios en tres niveles. Respecto de
uno mismo: la mejora del conocimiento de los matices emocionales, la traducción
correcta de la información emocional y su incorporación en el mapa mental en el
momento de tomar decisiones; un buen equilibrio personal y mayor coherencia en el
eje mente-emoción-acción.
Respecto de nuestra relación con los demás: relaciones más honestas, coherentes y
profundas, mejor calidad de comunicación y capacidad de crear vínculos basados en la
libertad y no en la dependencia. Respecto de nosotros en relación con el mundo:
conciencia de la interdependencia de los sistemas vitales que habitamos la Tierra,
acciones creativas de mejora del mundo, mayor respeto al entorno.
Creemos que esto es afín a todas las áreas de las relaciones humanas. Si se aplicara en
el sector de enseñanza (profesorado de todos los niveles: universidad, escuelas medias,
primaria y preescolar), sería muy interesante y los resultados serían sorprendentes ya
que las personas que se hallan en posiciones de influencia tienen mayor posibilidad de
contagiar positivamente, pero también de contaminar y destruir con mayor rapidez.
¿El mundo emocional es un lugar desvalorizado o poco explorado en nuestra cultura?
¿Cuáles serían los principales malentendidos respecto de ese mundo?
Dedicamos toda nuestra vida a entrenar nuestra mente: adquirimos conocimientos y
nos enseñan a pensar, pero en el territorio emocional, en cambio, somos todos
autodidactas, en mayor o menor medida. Hay quien considera las emociones como
obstáculos que interfieren en nuestra dimensión racional.
Nada más equivocado, puesto que las emociones son un lenguaje distinto y
complementario. Una mente inteligente pero desconectada de las emociones
construiría mapas de decisión equivocados y peligrosos. Las emociones dan color al
paisaje y sirven para orientarnos en el mundo; nos indican si la ruta que hemos elegido
es adaptativa o destructiva. Enumeramos así las principales creencias erróneas
respecto de las emociones:
La creencia de que “hay emociones buenas y malas”: la ecología emocional defiende
que todas las emociones son legítimas y necesarias puesto que nos proporcionan
información sobre cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, y
sobre cómo llevamos nuestro proyecto de vida. Como dijo Dolly Parton: “Soy de la
opinión de que si usted quiere gozar del arco iris tendrá que soportar la lluvia”.
Considerar que entendemos perfectamente el sentir del otro: la misma emoción puede
ser vivida diferentemente en función del equipaje vital del otro. “Te entiendo
perfectamente” puede ser sólo una frase si no nos molestamos en preguntar al otro
cómo lo está viviendo.
Confundir retención emocional con autocontrol: las emociones no deben retenerse,
aunque sí deben controlarse. A veces pensamos que sólo puede perjudicarnos la
retención de determinadas emociones (ira, rencor, resentimiento, rabia), pero la EE
afirma que retener emociones tales como el amor, la alegría, la gratitud, también
perjudica nuestra vida y dificulta el crecimiento de nuestras relaciones. Autocontrol
supone capacidad para canalizar y dirigir la energía emocional hacia el objetivo
deseado.
Creencia de que uno es emocionalmente autosuficiente: la EE afirma que todas las
formas de vida son interdependientes. Andar por la vida es ir hacia uno mismo y
encontrar a los otros en el camino. Aislados no nos podríamos construir como
humanos.
Relación entre la EE y el equilibrio y la armonía del mundo externo. ¿Cómo
interactúan?
La EE plantea un dilema inicial: “¿crear o destruir?” y elige “crear”. Como dijo Erich
Fromm: “Toda la energía que no se dirige a crear se convierte en energía destructiva”.
De la misma forma que ya no consideramos admisible que alguien lance residuos
tóxicos y contaminantes a un río –porque sabemos que los peces y el río van a morir, no
podemos permitirnos el lujo de ir lanzando partículas emocionales tóxicas al exterior.
Las personas y la naturaleza son sistemas abiertos totalmente interdependientes.
Existe un clima emocional global que se está deteriorando cada vez más debido a
nuestro analfabetismo emocional y a nuestra irresponsabilidad. El clima emocional
global va a depender de la suma de las aportaciones de todos y cada uno de nosotros.
El calentamiento emocional global se manifiesta en multitud de síntomas: aumento de
las agresiones verbales, físicas, psíquicas y morales, estrés, aumento de patología
ansioso-depresiva, racismo, corrupción, guerras, terrorismo, enfermedad.. Ya es hora
de efectuar cambios preventivos en lugar de vernos obligados a recurrir a cambios
catastróficos; a veces, demasiado tarde. La EE defiende un modelo humano
psicoecoafectivo: personas que construyen un espacio interior armónico en el cual
razón y emoción unen sus fuerzas fomentando acciones más empáticas, generosas y
solidarias hacia los demás y hacia el mundo.
Principios para una vida emocionalmente ecológica
El modelo de ser humano EE: persona creativa, amorosa, pacífica, autónoma. Estos
cuatro ejes deben desarrollarse de forma sincrónica y equilibrada.
Principio de responsabilidad en la autogestión emocional. Podemos ser parte
de la solución o parte del problema de la humanidad. No podemos vivir
inundando a los demás con nuestra basura emocional. El precio es demasiado
caro.
Principio de prevención: “Hoy estamos otra vez en una de estas situaciones
decisivas en que la diferencia entre la solución violenta y la solución anticipada
puede significar la diferencia entre la destrucción y el fértil desarrollo de
nuestra civilización”. (Erich Fromm)
Buen uso y ahorro de energía emocional: elegir bien los objetivos y las personas en que
invertimos energía emocional. No despilfarrarla. Centrarnos en aquello que podemos
controlar y mejorar –nosotros mismos–, en lugar de empeñarnos en cambiar a los
demás.
Uso de fuentes de energía emocional limpias, renovables y no contaminantes:
movernos por el empuje de la alegría, la curiosidad, la confianza, la valentía, la
generosidad o el amor, en lugar de hacerlo por coacción, por un falso sentido de la
obligación, por lo que dirán los demás, por egoísmo o interés. La misma acción puede
dar lugar a resultados totalmente opuestos en función de si la fuente de energía
emocional es limpia o contaminadora.
Creación de espacios protegidos para especies emocionales en peligro de extinción, en
los que puedan crecer, entre otras, la ternura, el amor, la serenidad y la gratitud
Protección del clima emocional evitando las contaminaciones por quejas, rumores,
insultos, juicios de valores, menosprecios. Aplicar el principio del respeto.
Siete principios de la ecología emocional para las relaciones
Principio de la autonomía personal: “Ayúdate a ti mismo y los demás te
ayudarán”.
Principio de la prevención de dependencias: “No hagas por los demás aquello
que ellos pueden hacer por sí mismos”.
Principio del boomerang: “Todo lo que haces a los demás, también te lo haces a
ti”.
Principio del reconocimiento de la individualidad y la diferencia: “No hagas a los
demás aquello que quieres para ti. Pueden tener gustos diferentes”.
Principio de la moralidad natural: “No hagas a los demás aquello que no quieres
que te hagan a ti”.
Principio de la autoaplicación previa: ”No podrás hacer ni dar a los demás
aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo”.
Principio de la limpieza relacional: “Tenemos el deber de hacer limpieza de las
relaciones que son ficticias, insanas y no nos dejan crecer como persona”.
Guía para la reflexión personal:
1. ¿Qué opinión me merece el planteamiento de Jung acerca de nuestras
relaciones interpersonales: “Busco a la persona que sea capaz de amar al otro
sin castigarlo por ello, sin hacerlo prisionero o desangrarlo; esa persona del
futuro que sepa llevar a cabo un amor independiente de ventajas o desventajas
sociales, para que el amor sea siempre un fin en sí mismo y no siempre el amor
con vistas a un fin”? ¿Acaso ya nos hemos convertido en esas personas del
futuro que anhelaba Jung o en cambio continuamos castigando, aprisionando,
desangrando o buscando ventajas cuando iniciamos nuestras relaciones
interpersonales o cuando formamos pareja? ¿Qué nos mueve a elegir y por qué
motivo a menudo acabamos tan lejos de conseguir amigos/as, o en la relación
de pareja que anhelamos?.
2. ¿Qué me parecen las afirmaciones de la Ecología Emocional: “debemos
convertirnos en la persona adecuada en lugar de invertir energías buscando a la
persona adecuada”
Cuando nuestra vida es coherente y armónica
desprendemos una elevada capacidad de atracción que nos acercará a quien se
encuentra en la misma sintonía. En cambio si somos personas incompletas y
necesitadas sintonizaremos con personas de las mismas características y
uniremos necesidades y desespero.
3. ¿Por qué se afirma en el documento que el ecosistema emocional humano está
perturbado y necesita una urgente tarea de desintoxicación y preservación?
Padecemos mayor contaminación emocional que atmosférica.
4. ¿Qué me sugiere la afirmación de que es necesaria y urgente la reinserción de
la espiritualidad y la valoración de las emociones en el vínculo entre las
personas y de éstas con la naturaleza?
5. ¿Qué opinión le merece que la salud psico-afectiva en términos de ecología
emocional requiere respeto por los propios tiempos (distintos en cada persona)
salir de los ritmos vertiginosos propuestos desde afuera, recuperar el valor de
la pausa y del silencio interior?. La ecología emocional plantea que lo profundo
de la espiritualidad está en lo cotidiano y en lo ordinario y es allí donde hay que
buscarlo y honrarlo.
Guía para la reflexión grupal:
1. ¿Qué opinan sobre lo que plantea la ecología emocional sobre que escogemos
nuestra actitud y nuestra conducta: “Pensar que algo nos será dado sin que
hagamos algo por ello y quejarnos por no recibirlo, contribuye a la
contaminación emocional”?
2. Una consigna de la ecología emocional apunta al valor del discernimiento.
Cuando éste no se hace presente, su lugar lo ocupan la intolerancia, la
ansiedad, la inadaptación, es decir el sufrimiento emocional. ¿cómo se aplica
ese principio a la vida grupal y comunitaria?
3. ¿Qué aplicación podría hacerse en nuestras instituciones de la pedagogía de la
provisionalidad y la transformación: “vivimos aferrados a criterios de seguridad
y permanencia pero somos como un río, que cambia de curso, que atraviesa
diferentes territorios, que pierde y gana cauce, que se hiela y se deshiela, pero
jamás pierde su esencia, el agua?
4. Comente sobre los beneficios de trabajar las competencias emocionales a nivel
de uno mismo: la mejora del conocimiento de los matices emocionales, la
traducción correcta de la información emocional y su incorporación en el mapa
mental en el momento de tomar decisiones, un buen equilibrio personal y
mayor coherencia en el eje mente-emoción-acción.
5. Comente sobre los beneficios de trabajar las competencias emocionales en
nuestra relación con los demás: relaciones más honestas, coherentes y
profundas, mejor calidad de comunicación y capacidad de crear vínculos
basados en la libertad y no en la dependencia.
6. Comente sobre los beneficios de trabajar las competencias emocionales en
nuestra relación con el mundo: conciencia de la interdependencia de los
sistemas vitales que habitamos la tierra, acciones creativas de mejora del
mundo, mayor respeto al entorno.
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 2. Mes Marzo del 2009.
Eje Identidad Cristiana
1. Vocación de los discípulos misioneros (Aparecida) Principio de Identidad Cristiana.
CAPÍTULO 3
LA ALEGRÍA DE SER DISCÍPULOS MISIONEROS
PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO DE JESUCRISTO
(Tomado del documento conclusivo de la Conferencia de Aparecida.)
1.
En este momento, con incertidumbres en el corazón, nos preguntamos con Tomás:
“¿Cómo vamos a saber el camino?” (Jn 14, 5). Jesús nos responde con una propuesta
provocadora: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). Él es el verdadero
camino hacia el Padre, quien tanto amó al mundo que dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en Él tenga vida eterna (cf. Jn 3, 16). Esta es la vida eterna: “que te
conozcan a ti el único Dios verdadero, y a Jesucristo tu enviado” (Jn 17, 3). La fe en
Jesús como el Hijo del Padre es la puerta de entrada a la Vida. Los discípulos de Jesús
confesamos nuestra fe con las palabras de Pedro: “Tus palabras dan Vida eterna” (Jn 6,
68); “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16).
2.
Jesús es el hijo de Dios, la Palabra hecha carne (cf. Jn 1, 14), verdadero Dios y
verdadero hombre, prueba del amor de Dios a los hombres. Su vida es una entrega
radical de sí mismo a favor de todas las personas, consumada definitivamente en su
muerte y resurrección. Por ser el Cordero de Dios, Él es el salvador. Su pasión, muerte
y resurrección posibilita la superación del pecado y la vida nueva para toda la
humanidad. En Él, el Padre se hace presente, porque quien conoce al Hijo conoce al
Padre (cf. Jn 14, 7).
3.
Los discípulos de Jesús reconocemos que Él es el primer y más grande evangelizador
enviado por Dios (cf. Lc 4, 44) y, al mismo tiempo, el Evangelio de Dios (cf. Rm 1, 3).
Creemos y anunciamos “la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios” (Mc 1, 1).
Como hijos obedientes a la voz del Padre queremos escuchar a Jesús (cf. Lc 9, 35)
porque Él es el único Maestro (cf. Mt 23, 8). Como discípulos suyos sabemos que sus
palabras son Espíritu y Vida (cf. Jn 6, 63. 68). Con la alegría de la fe somos misioneros
para proclamar el Evangelio de Jesucristo y, en Él, la buena nueva de la dignidad
humana, de la vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y de la solidaridad con la
creación.
3.1 La buena nueva de la dignidad humana
4.
Bendecimos a Dios por la dignidad de la persona humana, creada a su imagen y
semejanza. Nos ha creado libres y nos ha hecho sujetos de derechos y deberes en
medio de la creación. Le agradecemos por asociarnos al perfeccionamiento del mundo,
dándonos inteligencia y capacidad para amar; por la dignidad, que recibimos también
como tarea que debemos proteger, cultivar y promover. Lo bendecimos por el don de
la fe que nos permite vivir en alianza con Él hasta compartir la vida eterna. Lo
bendecimos por hacernos hijas e hijos suyos en Cristo, por habernos redimido con el
precio de su sangre y por la relación permanente que establece con nosotros, que es
fuente de nuestra dignidad absoluta, innegociable e inviolable. Si el pecado ha
deteriorado la imagen de Dios en el hombre y ha herido su condición, la buena nueva,
que es Cristo lo ha redimido y restablecido en la gracia (cf. Rm 5, 12-21).
5.
Alabamos a Dios por los hombres y mujeres de América Latina y El Caribe que,
movidos por su fe, han trabajado incansablemente en defensa de la dignidad de la
persona humana, especialmente de los pobres y marginados. En su testimonio, llevado
hasta la entrega total, resplandece la dignidad del ser humano.
3.2 La buena nueva de la vida
6.
Alabamos a Dios por el don maravilloso de la vida y por quienes la honran y la
dignifican al ponerla al servicio de los demás; por el espíritu alegre de nuestros pueblos
que aman la música, la danza, la poesía, el arte, el deporte y cultivan una firme
esperanza en medio de problemas y luchas. Alabamos a Dios porque siendo nosotros
pecadores, nos mostró su amor reconciliándonos consigo por la muerte de su Hijo en
la cruz. Lo alabamos porque ahora continúa derramando su amor en nosotros por el
Espíritu Santo y alimentándonos con la Eucaristía, pan de vida (cf. Jn 6, 35). La Encíclica
“Evangelio de la Vida”, de Juan Pablo II, ilumina el gran valor de la vida humana, la cual
debemos cuidar y por la cual continuamente alabamos a Dios.
7.
Bendecimos al Padre por el don de su Hijo Jesucristo “rostro humano de Dios y rostro
divino del hombre” 1. “En realidad, tan sólo en el misterio del Verbo encarnado se
aclara verdaderamente el misterio del hombre. Cristo, en la revelación misma del
misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y
le descubre su altísima vocación” 2.
8.
Bendecimos al Padre porque todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien,
aun entre dificultades e incertidumbres, puede llegar a descubrir en la ley natural
escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15), el valor sagrado de la vida humana desde su
inicio hasta su término natural, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver
respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho
se fundamenta “la convivencia humana y la misma comunidad política” 3.
9.
Ante una vida sin sentido, Jesús nos revela la vida íntima de Dios en su misterio más
elevado, la comunión trinitaria. Es tal el amor de Dios, que hace del hombre, peregrino
en este mundo, su morada: “Vendremos a él y viviremos en él” (Jn 14, 23). Ante la
desesperanza de un mundo sin Dios, que sólo ve en la muerte el término definitivo de
la existencia, Jesús nos ofrece la resurrección y la vida eterna en la que Dios será todo
en todos (cf. 1Cor 15, 28). Ante la idolatría de los bienes terrenales, Jesús presenta la
vida en Dios como valor supremo: “¿De qué le sirve a uno ganar el mundo, si pierde su
vida?” (Mc 8, 36)4.
1
BENEDICTO XVI, Oración por la V Conferencia.
GS 22
3
EV 2
4
Cf. EN 8
2
10.
Ante el subjetivismo hedonista, Jesús propone entregar la vida para ganarla, porque
“quien aprecie su vida terrena, la perderá” (Jn 12, 25). Es propio del discípulo de Cristo
gastar su vida como sal de la tierra y luz del mundo. Ante el individualismo, Jesús
convoca a vivir y caminar juntos. La vida cristiana sólo se profundiza y se desarrolla en
la comunión fraterna. Jesús nos dice “uno es su maestro, y todos ustedes son
hermanos” (Mt 23, 8). Ante la despersonalización, Jesús ayuda a construir identidades
integradas.
11.
La propia vocación, la propia libertad y la propia originalidad son dones de Dios para la
plenitud y el servicio del mundo.
12.
Ante la exclusión, Jesús defiende los derechos de los débiles y la vida digna de todo ser
humano. De su Maestro, el discípulo ha aprendido a luchar contra toda forma de
desprecio de la vida y de explotación de la persona humana 5. Sólo el Señor es autor y
dueño de la vida. El ser humano, su imagen viviente, es siempre sagrado, desde su
concepción hasta su muerte natural; en todas las circunstancias y condiciones de su
vida. Ante las estructuras de muerte, Jesús hace presente la vida plena. “Yo he venido
para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud” (Jn 10, 10). Por ello sana
a los enfermos, expulsa los demonios y compromete a los discípulos en la promoción
de la dignidad humana y de relaciones sociales fundadas en la justicia.
13.
Ante la naturaleza amenazada, Jesús, que conocía el cuidado del Padre por las
criaturas que Él alimenta y embellece (cf. Lc 12, 28), nos convoca a cuidar la tierra para
que brinde abrigo y sustento a todos los hombres (cf. Gn 1, 29; 2, 15).
3.3 La buena nueva de la familia
14.
Proclamamos con alegría el valor de la familia en América Latina y El Caribe. Afirma el
Papa Benedicto XVI que la familia “patrimonio de la humanidad, constituye uno de los
tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Ella ha sido y es
escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en que la vida humana
nace y se acoge generosa y responsablemente… La familia es insustituible para la
serenidad personal y para la educación de sus hijos”6.
15.
Agradecemos a Cristo que nos revela que “Dios es amor y vive en sí mismo un misterio
personal de amor”7 y optando por vivir en familia en medio de nosotros, la eleva a la
dignidad de ‘Iglesia Doméstica’.
16.
Bendecimos a Dios por haber creado al ser humano varón y mujer, aunque hoy se
quiera confundir esta verdad: “Creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen
de Dios los creó, varón y mujer los creó” (Gn 1, 27). Pertenece a la naturaleza humana
el que el varón y la mujer busquen el uno en el otro su reciprocidad y
complementariedad8.
5
Cf. BENEDICTO XVI, Mensaje para la Cuaresma 2007.
DI 5
7
Cf. FC 11
8
Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la
colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo, 31 de mayo de 2004.
6
17.
El ser amados por Dios nos llena de alegría. El amor humano encuentra su plenitud
cuando participa del amor divino, del amor de Jesús que se entrega solidariamente por
nosotros en su amor pleno hasta el fin (cf. Jn 13, 1; 15,9). El amor conyugal es la
donación recíproca entre un varón y una mujer, los esposos: es fiel y exclusivo hasta la
muerte y fecundo, abierto a la vida y a la educación de los hijos, asemejándose al amor
fecundo de la Santísima Trinidad 9. El amor conyugal es asumido en el Sacramento del
Matrimonio para significar la unión de Cristo con su Iglesia, por eso en la gracia de
Jesucristo encuentra su purificación, alimento y plenitud (cf. Ef 5, 25-33).
18.
En el seno de una familia la persona descubre los motivos y el camino para pertenecer
a la familia de Dios. De ella recibimos la vida, la primera experiencia del amor y de la
fe. El gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una
vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la transmite y testimonia. Los
padres deben tomar nueva conciencia de su gozosa e irrenunciable responsabilidad en
la formación integral de sus hijos.
19.
Dios ama nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones. La presencia
invocada de Cristo a través de la oración en familia nos ayuda a superar los problemas,
a sanar las heridas y abre caminos de esperanza. Muchos vacíos de hogar pueden ser
atenuados por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias.
3.4 La buena nueva de la actividad humana
3.4.1 El trabajo
20.
Alabamos a Dios porque en la belleza de la creación, que es obra de sus manos,
resplandece el sentido del trabajo como participación de su tarea creadora y como
servicio a los hermanos y hermanas. Jesús, el carpintero (cf. Mc 6, 3), dignificó el
trabajo y al trabajador y recuerda que el trabajo no es un mero apéndice de la vida,
sino que “constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la
tierra”10, por la cual el hombre y la mujer se realizan a sí mismos como seres
humanos 11. El trabajo garantiza la dignidad y la libertad del hombre, es probablemente
“la clave esencial de toda ‘la cuestión social’”12.
21.
Damos gracias a Dios porque su palabra nos enseña que, a pesar de la fatiga que
muchas veces acompaña al trabajo, el cristiano sabe que éste, unido a la oración, sirve
no sólo al progreso terreno, sino también a la santificación personal y a la construcción
del Reino de Dios 13. El desempleo, la injusta remuneración del trabajo y el vivir sin
querer trabajar son contrarios al designio de Dios. El discípulo y el misionero,
respondiendo a este designio, promueven la dignidad del trabajador y del trabajo, el
justo reconocimiento de sus derechos y de sus deberes, y desarrollan la cultura del
trabajo y denuncian toda injusticia. La salvaguardia del domingo, como día de
descanso, de familia y culto al Señor, garantiza el equilibrio entre trabajo y reposo.
9
HV 9
LE 4
11
Cf. LE 9
12
Cf. Ibid. 3
13
Cf. Ibid. 27; 2 Tes 3,10
10
Corresponde a la comunidad crear estructuras que ofrezcan un trabajo a las personas
minusválidas según sus posibilidades 14.
22.
Alabamos a Dios por los talentos, el estudio y la decisión de hombres y mujeres para
promover iniciativas y proyectos generadores de trabajo y producción, que elevan la
condición humana y el bienestar de la sociedad. La actividad empresarial es buena y
necesaria cuando respeta la dignidad del trabajador, el cuidado del medio ambiente y
se ordena al bien común. Se pervierte cuando, buscando solo el lucro, atenta contra
los derechos de los trabajadores y la justicia.
3.4.2 La ciencia y la tecnología
23.
Alabamos a Dios por quienes cultivan las ciencias y la tecnología ofreciendo una
inmensa cantidad de bienes y valores culturales que han contribuido, entre otras
cosas, a prolongar la expectativa de vida y su calidad. Sin embargo, la ciencia y la
tecnología no tienen las respuestas a los grandes interrogantes de la vida humana. La
respuesta última a las cuestiones fundamentales del hombre sólo puede venir de una
razón y ética integrales iluminadas por la revelación de Dios. Cuando la verdad, el bien
y la belleza se separan; cuando la persona humana y sus exigencias fundamentales no
constituyen el criterio ético, la ciencia y la tecnología se vuelven contra el hombre que
las ha creado.
24.
Hoy día las fronteras trazadas entre las ciencias se desvanecen. Con este modo de
comprender el diálogo, se sugiere la idea de que ningún conocimiento es
completamente autónomo. Esta situación le abre un terreno de oportunidades a la
teología para interactuar con las ciencias sociales.
3.5 La buena nueva del destino universal de los bienes y ecología
25.
Con los pueblos originarios de América, alabamos al Señor que creó el universo como
espacio para la vida y la convivencia de todos sus hijos e hijas y nos los dejó como
signo de su bondad y de su belleza. También la creación es manifestación del amor
providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en
fuente de vida digna para todos. Aunque hoy se ha generalizado una mayor valoración
de la naturaleza, percibimos claramente de cuántas maneras el hombre amenaza y aun
destruye su ‘habitat’. “Nuestra hermana la madre tierra”15 es nuestra casa común y el
lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender
las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades
creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva,
contra la vida. El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe
contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador.
26.
La mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a
la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades,
sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al
Padre (cf. 1Cor 3, 21-23). El Señor ha entregado el mundo para todos, para los de las
14
15
Ibid. 22
FRANCISCO DE ASÍS, Cántico de las Criaturas 9.
generaciones presentes y futuras. El destino universal de los bienes exige la solidaridad
con la generación presente y las futuras. Ya que los recursos son cada vez más
limitados, su uso debe estar regulado según un principio de justicia distributiva
respetando el desarrollo sostenible.
3.6 El Continente de la esperanza y del amor
27.
Agradecemos a Dios como discípulos y misioneros porque la mayoría de los
latinoamericanos y caribeños están bautizados. La providencia de Dios nos ha confiado
el precioso patrimonio de la pertenencia a la Iglesia por el don del bautismo que nos
ha hecho miembros del Cuerpo de Cristo, pueblo de Dios peregrino en tierras
americanas desde hace más de quinientos años. Alienta nuestra esperanza la multitud
de nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y el heroísmo de muchas de
nuestras familias que, a pesar de las crecientes dificultades, siguen siendo fieles al
amor. Agradecemos a Dios la religiosidad de nuestros pueblos que resplandece en la
devoción al Cristo sufriente y a su Madre bendita, la veneración a los Santos con sus
fiestas patronales, en el amor al Papa y a los demás pastores, en el amor a la Iglesia
universal como gran familia de Dios que nunca puede ni debe dejar solos o en la
miseria a sus propios hijos 16.
28.
Reconocemos el don de la vitalidad de la Iglesia que peregrina en América Latina y El
Caribe, su opción por los pobres, sus parroquias, sus comunidades, sus asociaciones,
sus movimientos eclesiales, nuevas comunidades y sus múltiples servicios sociales y
educativos. Alabamos al Señor porque ha hecho de este continente un espacio de
comunión y comunicación de pueblos y culturas indígenas. También agradecemos el
protagonismo que van adquiriendo sectores que fueron desplazados: mujeres,
indígenas, afrodescendientes, campesinos y habitantes de áreas marginales de las
grandes ciudades. Toda la vida de nuestros pueblos fundada en Cristo y redimida por Él
puede mirar al futuro con esperanza y alegría acogiendo el llamado del Papa Benedicto
XVI: “¡Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor que transformará
Latinoamérica y El Caribe para que además de ser el Continente de la esperanza, sea
también el Continente del amor!” 17.
CAPÍTULO 4
LA VOCACIÓN DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS A LA SANTIDAD
4.1 Llamados al seguimiento de Jesucristo
29.
Dios Padre sale de sí, por así decirlo, para llamarnos a participar de su vida y de su
gloria. Mediante Israel, pueblo que hace suyo, Dios nos revela su proyecto de vida.
Cada vez que Israel buscó y necesitó a su Dios, sobre todo en las desgracias nacionales,
tuvo una singular experiencia de comunión con Él, quien lo hacía partícipe de su
verdad, su vida y su santidad. Por ello, no demoró en testimoniar que su Dios -a
diferencia de los ídolos- es el “Dios vivo” (Dt 5, 26) que lo libera de los opresores (cf. Ex
3, 7-10), que perdona incansablemente (cf. Ex 34, 6; Eclo 2, 11) y que restituye la
16
17
DI 1
DI 4
salvación perdida cuando el pueblo, envuelto “en las redes de la muerte” (Sal 116, 3),
se dirige a Él suplicante (cf. Is 38, 16). De este Dios –que es su Padre– Jesús afirmará
que “no es un Dios de muertos, sino de vivos” (Mc 12, 27).
30.
En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de Jesús su Hijo (Hb 1, 1ss), con
quien llega la plenitud de los tiempos (cf. Gal 4, 4). Dios, que es Santo y nos ama, nos
llama por medio de Jesús a ser santos (cf. Ef 1, 4-5).
31.
El llamamiento que hace Jesús, el Maestro, conlleva una gran novedad. En la
antigüedad los maestros invitaban a sus discípulos a vincularse con algo trascendente,
y los maestros de la Ley les proponían la adhesión a la Ley de Moisés. Jesús invita a
encontrarnos con Él y a que nos vinculemos estrechamente a Él porque es la fuente de
la vida (cf. Jn 15, 5-15) y sólo Él tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6, 68). En la
convivencia cotidiana con Jesús y en la confrontación con los seguidores de otros
maestros, los discípulos pronto descubren dos cosas del todo originales en la relación
con Jesús. Por una parte, no fueron ellos los que escogieron a su maestro. Fue Cristo
quien los eligió. De otra parte, ellos no fueron convocados para algo (purificarse,
aprender la Ley…), sino para Alguien, elegidos para vincularse íntimamente a su
Persona (cf. Mc 1, 17; 2, 14). Jesús los eligió para “que estuvieran con Él y enviarlos a
predicar” (Mc 3, 14), para que lo siguieran con la finalidad de “ser de Él” y formar parte
“de los suyos” y participar de su misión. El discípulo experimenta que la vinculación
íntima con Jesús en el grupo de los suyos es participación de la Vida salida de las
entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas
motivaciones (cf. Lc 6, 40b), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de
hacer nuevas todas las cosas.
32.
Con la parábola de la Vid y los Sarmientos (cf. Jn 15, 1-8), Jesús revela el tipo de
vinculación que Él ofrece y que espera de los suyos. No quiere una vinculación como
“siervos” (cf. Jn 8, 33-36), porque “el siervo no conoce lo que hace su señor” (Jn 15,
15). El siervo no tiene entrada a la casa de su amo, menos a su vida. Jesús quiere que
su discípulo se vincule a Él como “amigo” y como “hermano”. El “amigo” ingresa a su
Vida, haciéndola propia. El amigo escucha a Jesús, conoce al Padre y hace fluir su Vida
(Jesucristo) en la propia existencia (cf. Jn 15, 14), marcando la relación con todos (cf. Jn
15, 12). El “hermano” de Jesús (cf. Jn 20, 17) participa de la vida del Resucitado, Hijo
del Padre celestial, por lo que Jesús y su discípulo comparten la misma vida que viene
del Padre, aunque Jesús por naturaleza (cf. Jn 5, 26; 10, 30) y el discípulo por
participación (cf. Jn 10, 10). La consecuencia inmediata de este tipo de vinculación es la
condición de hermanos que adquieren los miembros de su comunidad.
33.
Jesús los hace familiares suyos, porque comparte la misma vida que viene del Padre y
les pide, como a discípulos, una unión íntima con Él, obediencia a la Palabra del Padre,
para producir en abundancia frutos de amor. Así lo atestigua san Juan en el prólogo a
su Evangelio: “A todos aquellos que creen en su nombre, les dio capacidad para ser
hijos de Dios”, y son hijos de Dios que “no nacen por vía de generación humana, ni
porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios” (Jn 1, 12-13).
34.
Como discípulos y misioneros estamos llamados a intensificar nuestra respuesta de fe
y a anunciar que Cristo ha redimido todos los pecados y males de la humanidad, “en el
aspecto más paradójico de su misterio, la hora de la cruz. El grito de Jesús: “Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15, 34) no delata la angustia de un
desesperado, sino la oración del Hijo que ofrece su vida al Padre en el amor para la
salvación de todos”18.
35.
La respuesta a su llamada exige entrar en la dinámica del Buen Samaritano (cf. Lc 10,
29-37), que nos da el imperativo de hacernos prójimos, especialmente con el que
sufre, y generar una sociedad sin excluidos siguiendo la práctica de Jesús que come
con publicanos y pecadores (cf. Lc 5, 29-32), que acoge a los pequeños y a los niños (cf.
Mc 10, 13-16), que sana a los leprosos (cf. Mc 1, 40-45), que perdona y libera a la
mujer pecadora (cf. Lc 7, 36-49; Jn 8, 1-11), que habla con la Samaritana (cf. Jn 4, 1-26).
4.2 Configurados con el Maestro
36.
La admiración por la persona de Jesús, su llamada y su mirada de amor buscan suscitar
una respuesta consciente y libre desde lo más íntimo del corazón del discípulo, una
adhesión de toda su persona al saber que Cristo lo llama por su nombre (cf. Jn 10, 3).
Es un “sí” que compromete radicalmente la libertad del discípulo a entregarse a
Jesucristo, Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6). Es una respuesta de amor a quien lo
amó primero “hasta el extremo” (cf. Jn 13, 1). En este amor de Jesús madura la
respuesta del discípulo: “Te seguiré adondequiera que vayas” (Lc 9, 57).
37.
El Espíritu Santo que el Padre nos regala nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos
a su misterio de salvación para que seamos hijos suyos y hermanos unos de otros; nos
identifica con Jesús-Verdad, enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias
ambiciones, y nos identifica con Jesús-Vida, permitiéndonos abrazar su plan de amor y
entregarnos para que otros “tengan vida en Él”.
38.
Para configurarse verdaderamente con el Maestro es necesario asumir la centralidad
del Mandamiento del amor, que Él quiso llamar suyo y nuevo: “Ámense los unos a los
otros, como yo los he amado” (Jn 15, 12). Este amor, con la medida de Jesús, de total
don de sí, además de ser el distintivo de cada cristiano no puede dejar de ser la
característica de su Iglesia, comunidad discípula de Cristo, cuyo testimonio de caridad
fraterna será el primero y principal anuncio, “reconocerán todos que son discípulos
míos” (Jn 13, 35).
39.
En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos y practicamos las bienaventuranzas del
Reino, el estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su
compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los
pequeños, su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su
vida. Hoy contemplamos a Jesucristo tal como nos lo transmiten los Evangelios para
conocer lo que Él hizo y para discernir lo que nosotros debemos hacer en las actuales
circunstancias.
40.
Identificarse con Jesucristo es también compartir su destino: “Donde yo esté estará
también el que me sirve” (Jn 12, 26). El cristiano corre la misma suerte del Señor,
incluso hasta la cruz: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo,
18
NMI, 25-26
que cargue con su cruz y que me siga” (Mc 8, 34). Nos alienta el testimonio de tantos
misioneros y mártires de ayer y de hoy en nuestros pueblos que han llegado a
compartir la cruz de Cristo hasta la entrega de su vida.
41.
Imagen espléndida de configuración al proyecto trinitario que se cumple en Cristo, es
la Virgen María. Desde su Concepción Inmaculada hasta su Asunción nos recuerda que
la belleza del ser humano está toda en el vínculo de amor con la Trinidad, y que la
plenitud de nuestra libertad está en la respuesta positiva que le damos.
42.
En América Latina y El Caribe innumerables cristianos buscan configurarse con el Señor
al encontrarlo en la escucha orante de la Palabra, recibir su perdón en el Sacramento
de la Reconciliación, y su vida en la celebración de la Eucaristía y de los demás
sacramentos, en la entrega solidaria a los hermanos más necesitados y en la vida de
muchas comunidades que reconocen con gozo al Señor en medio de ellos.
4.3 Enviados a anunciar el Evangelio del Reino de vida
43.
Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, con palabras y acciones, con su
muerte y resurrección, inaugura en medio de nosotros el Reino de vida del Padre, que
alcanzará su plenitud allí donde no habrá más “muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor,
porque todo lo antiguo ha desaparecido” (Ap 21, 4). Durante su vida y con su muerte
en cruz, Jesús permanece fiel a su Padre y a su voluntad (cf. Lc 22, 42). Durante su
ministerio, los discípulos no fueron capaces de comprender que el sentido de su vida
sellaba el sentido de su muerte. Mucho menos podían comprender que, según el
designio del Padre, la muerte del Hijo era fuente de vida fecunda para todos (cf. Jn 12,
23-24). El misterio pascual de Jesús es el acto de obediencia y amor al Padre y de
entrega por todos sus hermanos, mediante el cual el Mesías dona plenamente aquella
vida que ofrecía en caminos y aldeas de Palestina. Por su sacrificio voluntario, el
Cordero de Dios pone su vida ofrecida en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46), quien lo
hace salvación “para nosotros” (1Cor 1, 30). Por el misterio pascual, el Padre sella la
nueva alianza y genera un nuevo pueblo que tiene por fundamento su amor gratuito
de Padre que salva.
44.
Al llamar a los suyos para que lo sigan, les da un encargo muy preciso: anunciar el
evangelio del Reino a todas las naciones (cf. Mt 28, 19; Lc 24, 46-48). Por esto, todo
discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión al mismo tiempo que
lo vincula a Él como amigo y hermano. De esta manera, como Él es testigo del misterio
del Padre, así los discípulos son testigos de la muerte y resurrección del Señor hasta
que Él vuelva. Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino parte integrante de
la identidad cristiana, porque es la extensión testimonial de la vocación misma.
45.
Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, en razón de la gratitud y alegría
que produce, crece también el ímpetu de comunicar a todos el don de ese encuentro.
La misión no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia
del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a
persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos los confines del mundo (cf.
Hch 1, 8).
46.
Benedicto XVI nos recuerda que: “el discípulo, fundamentado así en la roca de la
Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus
hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando
el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo
Él nos salva (cf. Hch 4, 12). En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay
esperanza, no hay amor, no hay futuro” 19. Esta es la tarea esencial de la
evangelización, que incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción
humana integral y la auténtica liberación cristiana.
47.
Jesús salió al encuentro de personas en situaciones muy diversas: hombres y mujeres,
pobres y ricos, judíos y extranjeros, justos y pecadores…, invitándolos a todos a su
seguimiento. Hoy sigue invitando a encontrar en Él el amor del Padre. Por esto mismo
el discípulo misionero ha de ser un hombre o una mujer que hace visible el amor
misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y pecadores.
48.
Al participar de esta misión, el discípulo camina hacia la santidad. Vivirla en la misión lo
lleva al corazón del mundo. Por eso la santidad no es una fuga hacia el intimismo o
hacia el individualismo religioso, tampoco un abandono de la realidad urgente de los
grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo y,
mucho menos, una fuga de la realidad hacia un mundo exclusivamente espiritual 20.
4.4 Animados por el Espíritu Santo
49.
Jesús, al comienzo de su vida pública, después de su bautismo, fue conducido por el
Espíritu Santo al desierto para prepararse a su misión (cf. Mc 1, 12-13) y, con la oración
y el ayuno, discernió la voluntad del Padre y venció las tentaciones de seguir otros
caminos. Ese mismo Espíritu acompañó a Jesús durante toda su vida (cf. Hch 10, 38).
Una vez resucitado, comunicó su Espíritu vivificador a los suyos (cf. Hch 2, 33).
50.
A partir de Pentecostés, la Iglesia experimenta de inmediato fecundas irrupciones del
Espíritu, vitalidad divina que se expresa en diversos dones y carismas (cf. 1Cor 12, 111) y variados oficios que edifican la Iglesia y sirven a la evangelización (cf. 1Cor 12, 2829). Por estos dones del Espíritu, la comunidad extiende el ministerio salvífico del
Señor hasta que Él de nuevo se manifieste al final de los tiempos (cf. 1Cor 1, 6-7). El
Espíritu en la Iglesia forja misioneros decididos y valientes como Pedro (cf. Hch 4, 13) y
Pablo (cf. Hch 13, 9), señala los lugares que deben ser evangelizados y elige a quiénes
deben hacerlo (cf. Hch 13, 2).
51.
La Iglesia, en cuanto marcada y sellada “con Espíritu Santo y fuego” (Mt 3, 11),
continúa la obra del Mesías, abriendo para el creyente las puertas de la salvación (cf. 1
Cor 6, 11). Pablo lo afirma de este modo: “Ustedes son una carta de Cristo redactada
por ministerio nuestro y escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo” (2Cor 3,
3). El mismo y único Espíritu guía y fortalece a la Iglesia en el anuncio de la Palabra, en
la celebración de la fe y en el servicio de la caridad hasta que el Cuerpo de Cristo
19
20
DI 3
Cf. DI 3
alcance la estatura de su Cabeza (cf. Ef 4, 15-16). De este modo, por la eficaz presencia
de su Espíritu, Dios asegura hasta la parusía su propuesta de vida para hombres y
mujeres de todos los tiempos y lugares, impulsando la transformación de la historia y
sus dinamismos. Por tanto, el Señor sigue derramando hoy su Vida por la labor de la
Iglesia que, con “la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo” (1Pe 1, 12),
continúa la misión que Jesucristo recibió de su Padre (cf. Jn 20, 21).
Guía de reflexión personal:
1. ¿Me siento discípulo-a y misionero-a de Jesús y su Reino? ¿Qué es lo que me
hace pensar y sobre todo sentir que es así?
2. Si la fe es elemento fundamental para el seguimiento de Jesús y por tanto
poder ser discípulo-a y misionero-a ¿cómo valoro y me doy cuenta que mi fe
está fortalecida, formada, encauzada?
3. ¿Cuál es mi vinculación profunda con Jesús como el primer y más grande
evangelizador enviado por Dios? ¿Cómo me doy cuenta que al ser discípulo-a
misionero-a, estoy invitado-a a vivir y encarnar el evangelio?
4. ¿Qué buenas nuevas rescato o me hacen resonancia del documento, en cuanto
a la dignidad humana, la vida, la familia, la actividad humana (el trabajo, la
ciencia y la tecnología, los bienes y la ecología)?
5. Si me siento llamado-a al seguimiento de Jesucristo como vocación de los
discípulos misioneros ¿qué implicaciones trae consigo para mi vida personal, mi
vida familiar, laboral, social?
6. ¿Qué significa que al ser discípulos-as misioneros-as de Jesucristo estamos
“configurados-as con el Maestro” “enviados a anunciar el Evangelio del Reino
de Vida” y “animados por el Espíritu Santo”.
Guía de reflexión grupal:
1. Si en nuestra obra todos-as nos sentimos discípulos-as y misioneros-as,
seguidores de un mismo Jesucristo ¿En qué debiera notarse? ¿Cuál sería el
modo de proceder al interior, en nuestra relación interpersonal?
2. ¿Qué buena nueva nos puede proponer el documento respecto de la vida, la
familia y la actividad humana como el trabajo? ¿Cuál sería un modo práctico,
concreto y sencillo en el que pudiéramos vivir la experiencia de la alegría de ser
discípulos-as misioneros-as?
3. ¿Qué invitación me hace el tema, respecto a que el seguimiento de Jesucristo
traerá unas implicaciones para mi vida personal, familia, laboral y social?
¿Cómo se notaría?
4. ¿Cómo se vive en lo personal y en lo comunitario la experiencia que plantea el
tema: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero y a
Jesucristo tu enviado”?
5. ¿Cómo se vive en la obra a la que pertenezco la experiencia de que “Creemos y
anunciamos la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”? ¿De verdad, se
nota en lo personal y comunitario el deseo de escuchar a Jesús, ya que es el
único Maestro?
6. Con la alegría de la fe como discípulos-as misioneros-as vamos proclamando el
Evangelio de Jesucristo y con él la buena nueva de la dignidad humana, de la
vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y la solidaridad con la creación?
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 3. Mes Abril del 2009.
Eje Espiritualidad Ignaciana
1. Autobiografía de Ignacio de Loyola
“Peregrino, peregrino, que no sabes el camino: ¿Dónde vas?”
Admirable peregrino, todos siguen tu camino. (M. Machado).
Preparado por P. José Domingo Cuesta, sj
I: IÑIGO, EL BENJAMIN.
Iñigo López de Loyola, el futuro San Ignacio, nació en 1.491. Era hijo de Beltrán Ibáñez
de Oñaz y de Marina Sánchez de Licona, del linaje Oñaz-Loyola, una familia noble de
Guipúzcoa, España. Los Loyola residían en una casa-torre, que era residencia y
fortaleza al mismo tiempo, construida en piedra, como tantas otras del país vasco. En
esa casa-fortín nació Iñigo.
Contaba Iñigo unos seis años cuando murió su madre. Su padre, fallecería cuando
tuviera dieciséis. De aquí que para esta época, su padre, su hermano Martín y su
cuñada Magdalena de Araoz, cuidaron de la educación de Ignacio quien ya desde
pequeño, debió comprender que tenía que "labrarse un porvenir" al ser el menor de
una fecunda familia. Su infancia fue la de un muchacho noble, tal vez un poco
consentido, por su condición de benjamín y la ausencia de la figura materna. Recibió
una educación religiosa. Era un joven un tanto alocado, quizás pendenciero y muy
consciente de los privilegios que le otorgaban su nacimiento y condición de hidalgo.
II. JOVEN CABALLERO.
Cuando Iñigo tenía quince o dieciséis años fue a completar su educación a Arévalo
(Ávila) en casa de Don Juan Velázquez, contador mayor del reino de Castilla, quien era
amigo del padre de Iñigo y se ofreció a acoger como un hijo más al benjamín de los
Loyola.
En el palacio de los Velázquez conoció a los reyes y a la corte. Disfrutó de todos los
privilegios de la alta aristocracia de la época. Se dedico a la "buena vida": cacerías,
justas, torneos, saraos, juegos de lance (baraja y dados), y aventuras galantes. Años
más tarde, convertido ya en Ignacio de Loyola, confesaba que "era dado a las
vanidades del mundo" y que en aquella época cometió "travesuras de mancebo". Le
gustaba la música y el baile, tenía buena mano para la caligrafía y debió leer un buen
número de libros de caballerías. Fueron diez años de alegría juvenil, sin pensar
demasiado en el futuro.
A la muerte de Fernando el Católico cayó la desgracia sobre los Velázquez al oponerse
al Emperador. Poco después, en 1.517 moría Don Juan. Iñigo se quedó sin protector.
No tenía nada y la viuda de Velázquez le dio una cierta cantidad de dinero y cartas de
recomendación para el Duque de Nájera, Don Antonio Manrique de Lara, quien era
virrey de Navarra. Iñigo fue su hombre de confianza y le acompañó en diversas
gestiones reales y en sus visitas a la corte. Es posible que por entonces se fijara en la
princesa Catalina de Austria, ya que los biógrafos piensan que Iñigo alude a ella
cuando, más adelante, confesará que puso sus ojos en una dama de más alto rango
que marquesa y duquesa.
Iñigo no era lo que hoy llamamos un militar, es decir, un soldado profesional. Es un
noble, un caballero y como tal, diestro en el manejo de las armas. Tenía treinta años
cuando el virrey de Navarra reunió tropas para luchar contra el rey de Francia que
apoyaba al exiliado Enrique de Labrit para que ocupara el trono de Navarra. Entre los
convocados, además de Iñigo, estaba su hermano Martín.
III. LA PIERNA QUEBRADA.
Una tía monja de Iñigo, conocedora de sus andanzas le había vaticinado: "no sentarás
la cabeza ni escarmentarás hasta que te rompas una pierna". Las palabras de la buena
religiosa, se cumplieron. Iñigo fue herido por un obús en el asedio de Pamplona. Este
sería el principio de un cambio fundamental en su vida.
Las tropas francesas y navarras que querían devolver el trono a Enrique de Labrit se
presentaron a las puertas de la capital sin que los partidarios de Carlos I hubieran
podido reunir suficiente ejército y armas para hacerles frente. La población se entregó
sin resistencia, pero los hombres del duque de Nájera, Iñigo entre ellos, se encerraron
en la ciudadela amurallada. Viendo la desproporción de fuerzas la mayoría de los
sitiados, incluyendo al alcalde, se mostraron inclinados a entregar la plaza sin luchar.
Era suicida hacer frente a un ejército muy superior en número y bien provisto de
artillería. Iñigo no estaba de acuerdo con esta postura, pues le parecía deshonroso
capitular.
Los cañones empezaron a batir la fortaleza el 20 de mayo de 1.521. Durante el duelo
artillero una bala de cañón alcanzó a Iñigo rompiéndole una pierna y dejándole muy
maltrecha la otra. El 24 de mayo tras sufrir graves desperfectos en los muros, el castillo
se rindió. Los enemigos reconocieron caballerosamente el valor del menor de los
Loyola, y se ocuparon de la salud del adversario. La herida era grande y después de las
primeras curas, le aconsejaron que volviera a su casa donde podría recibir mejores
cuidados.
En unas parihuelas lo llevaron de Pamplona a Loyola. Podemos imaginar lo duro que
debió ser tal viaje y más con los huesos rotos y dislocados que, a cada mal paso o
traqueteo, le producirían dolores insoportables.
En Loyola el enfermo empeoró. Los médicos aconsejaron una operación para colocar
los huesos en su sitio, pues tal vez por el viaje o porque los cirujanos de Pamplona no
habían atinado, estaban fuera de su lugar. Años más tarde Ignacio calificó la operación
de carnicería. Sin embargo, dio muestras de una gran entereza. No profirió un solo
grito. Se limitaba a apretar los puños. La operación no fue un éxito. Iñigo se puso a
morir. Le dieron los sacramentos. Todos creían cercano su fin.
IV: EL GRAN CAMBIO
No se lo llevó la muerte. Iñigo sanó, pero descubrió que la pierna herida le había
quedado más corta y con un bulto que le sobresalía. Por eso se sometió, a petición
suya, a una segunda operación para eliminar esa deformidad. No fue menos dolorosa
que la anterior. Luego, hubo de estar postrado muchos meses con curas molestas y
soportando pesas y artilugios diseñados para alargarle el hueso. Durante este tiempo
se entretenía pensando en las gestas que acometería al servicio de su dama. En su
aburrimiento, pidió unos libros de caballería para que le dieran nuevas ideas. No los
había en la casa-torre. Sólo libros piadosos: una vida de Cristo y otro que recogía la
vida de varios santos.
De mala gana y para matar el rato, empezó su lectura. Y con sorpresa descubrió que le
gustaban y además experimentaba una gran paz y alegría. Lo contrario de lo que le
ocurría cuando alentaba sus fantasías caballerescas y guerreras, que le dejaban triste y
frustrado. Por otra parte, con frecuencia venía a su pensamiento que su vida anterior
no había sido la de un buen cristiano. Al calor de aquellos sentimientos que las lecturas
piadosas le suscitaban pensaba: "¿Qué sería si yo hiciese esto que hizo san Francisco y
eso que hizo santo Domingo?". Si ellos fueron capaces, él no se consideraba menos. Así
que se propuso lo que le parecía más difícil de realizar: ir a Jerusalén descalzo y hacer
las mismas y aún mayores penitencias que habían hecho los santos.
Los meses pasan. Poco a poco su corazón se va inclinando hacia Dios. El propósito que
acaricia es parecerse a los santos. Y junto a ello despunta una especial devoción a la
persona de Jesús y a la de su Madre. A primeros de 1.522 Iñigo ya está casi totalmente
restablecido y anuncia su partida.
V: EL HOMBRE DEL SACO.
A lomos de una mula, con su hermano Pedro y dos criados, dejó Loyola camino del
Santuario de Aránzazu. Después de dar gracias por su curación se despidió de
Pedro y puso rumbo a Navarrete (La Rioja), como había dicho a su familia. Luego
despidió a los criados y encaminó sus pasos hacia Montserrat. Pero no irá como un
noble, protegido por su dinero y posición social, sino como un peregrino
desconocido. A partir de este momento, Iñigo empieza a ocultar su identidad.
Desea empezar una vida nueva.
De camino por la Ribera y Aragón tuvo el incidente con el moro que dudaba de la
virginidad de María. Su cabalgadura le saca del lance. Antes de llegar a Monserrat,
compró tela de saco, un bordón y una calabacita para hacerse un vestido de peregrino.
Hacia el 20 de marzo llegó a los pies de "la Moreneta". Tres días pasó preparando la
confesión general de toda su vida. La víspera de la Anunciación (25 de marzo), pasó la
noche entera en la iglesia. Es su "vela de armas" como caballero de Dios. Luego
ofrendó a la Virgen la espada y el puñal, donó la mula al monasterio y sus vestidos de
caballero a un mendigo. Vistiendo el sayal de peregrino parte a pie hacia Manresa y se
aloja en un albergue de mendigos como un pobre más. Vive de limosnas y castiga su
cuerpo con duros ayunos. Pronto su aspecto es desastroso y los niños de Manresa le
bautizan como “el hombre del saco”, pero pronto surge otro apodo: "el hombre santo".
Lo pasó mal aquella temporada en Manresa. Pero no tardó en darse cuenta que a
través de los diversos estados de ánimo, Dios le estaba indicando su voluntad. Con la
oración y la lectura de los Evangelios, se va entusiasmando con la persona de Jesús,
asimilando sus actitudes y conformando su vida entera con la de Cristo.
VI: LO QUE DIOS QUIERA
La experiencia de aquellos días, cuidadosamente transcrita a papel, será el germen de
sus Ejercicios Espirituales, uno de los libros que más ha influido en la vida de la Iglesia.
En Manresa, confiesa el mismo Iñigo, Dios le trató como un maestro trata a un niño: le
enseñaba cómo quería que le sirviera. Un día, a orillas del río Cardoner, tuvo una gran
iluminación. Todo le pareció nuevo y distinto. Y descubrió que cada ser humano tiene
una vocación concreta y particular. Durante casi un año que pasó en Manresa, el
peregrino se entrega más y más a Dios, dispuesto en cada momento a seguir sus
inspiraciones. Sigue pensando en ir a Jerusalén, pero no por realizar una gran hazaña,
sino porque es la tierra de Jesús.
Si vive pobre no es ya por penitencia, sino porque Cristo fue pobre. Y empieza a ayudar
a los demás, a atender a los enfermos y necesitados, y hacer bien a los demás por
medio de conversaciones espirituales. Todo porque Jesús curó, predicó y nos libró de
nuestros pecados. Ya en Barcelona se embarcó para Italia. Consiguió ir gratis, pero le
obligaron a llevar su provisión de comida que logró pidiendo limosna. En marzo de
1523 se hacía a la mar. Cinco días después llegaba a Italia.
VII: EL PEREGRINO.
Para viajar a Tierra Santa era necesario un permiso del Papa, así que Iñigo echó a andar
hacia Roma y poco después, con el visado papal en la mano, hacia Venecia que era el
lugar de donde partían los barcos hacia Tierra Santa. En Venecia pasó hambre y
penalidades, vivía a la intemperie sin más abrigo que la confianza en Dios. Consiguió un
pasaje gratuito por mediación de un noble español, en un barco que debía zarpar para
la Tierra de Jesús en julio de aquel mismo año.
El 24 de Agosto de 1.523 arribaron a Jafa. El contacto directo con la tierra de Jesús
produjo en Iñigo emociones profundas. Con los ojos bien abiertos iba grabando en su
imaginación todos los detalles de aquellos lugares. Años más tarde, cuando ponga por
escrito las contemplaciones de la Vida de Cristo, aparecerán, en la breve descripción
de las escenas, numerosos rasgos que manifiestan su conocimiento de los sitios.
Dadas las circunstancias políticas, los peregrinos sólo pudieron visitar Jerusalén y sus
alrededores (Belén, Jericó y el río Jordán). Iñigo tenía intención de quedarse allí, pero
de ningún modo fue posible e incluso llegaron a amenazarle con la excomunión si
persistía en su propósito, por lo que no tuvo más remedio que desistir.
Sólo veinte días duró la estancia de Iñigo en Tierra Santa. Era ya enero del año 1.524
cuando llega a Venecia. Sabe que en mucho tiempo no tendrá posibilidad de volver a
Jerusalén.
VIII: UN ESTUDIANTE CONFLICTIVO.
Había notado que hacía mucho bien a las gentes que trataba. Pero como la Iglesia
estaba llena de ''iluminados'' y falsos predicadores, Iñigo no quería ser confundido con
uno de ellos y decidió ponerse a estudiar teología. Dejó Venecia camino de Barcelona,
donde llegó en febrero de 1.524. Allí, a los 33 años de edad, comienza los estudios de
gramática y latín, asistiendo a clase con jóvenes. Sigue viviendo de limosnas y
hablando de cosas espirituales con quien quiere escucharle. Dos años pasó en estos
estudios elementales. Luego sus profesores le aconsejaron trasladarse a la universidad
de Alcalá de Henares para estudiar Arte (lo que hoy llamaríamos Filosofía y Letras).
La estancia de Iñigo en Alcalá fue muy agitada. No aprovechó mucho en los estudios,
porque tuvo que afrontar tres procesos. El primer conflicto surgió por su indumentaria,
ya que tres estudiantes seguidores suyos vestían el mismo sayal que él. No gustó a los
inquisidores que, sin ser religiosos, llevaran algo parecido a un hábito. Obedecieron la
sentencia que les obligaba a cambiar de atuendo. La segunda pesquisa fue porque
algunas mujeres de buena posición solían ir a aconsejarse con Iñigo y no querían que
se supiera. Este secreto resultó sospechoso, pero la indagación privada no encontró
motivo de encausamiento. El tercer proceso fue más serio. Iñigo estuvo encerrado 42
días. Los inquisidores le preguntaron sobre eso que hoy llamamos Ejercicios
Espirituales y que Iñigo utilizaba con sus oyentes para llevarlos a una vida de mayor
compromiso cristiano. La sentencia fue absolutoria. A Iñigo le cuesta someterse, pues
ha descubierto que su experiencia espiritual ayuda a los demás. Acude personalmente
al arzobispo de Toledo y éste le aconseja que no vuelva a Alcalá y que siga sus estudios
en Salamanca.
Pero en la universidad de Salamanca se le torcieron las cosas desde el principio. A los
pocos días fue encarcelado y volvió a repetirse la sentencia de Alcalá: quedaba libre,
pero no podía "predicar a la manera apostólica". Entonces decide marcharse a París
para completar sus estudios.
IX: AMIGOS EN EL SEÑOR.
Siete años pasó Iñigo en París. Fueron decisivos. Llegó solo en febrero de 1.528 y
saldría, también solo, en abril de 1.533, pero ya como doctor en Filosofía y con los
estudios de Teología avanzados. Dejaba atrás un grupo de seguidores, fieles a su estilo
de vida.
En París continuó viviendo de limosnas, pero se dio cuenta de que eso perjudicaba sus
estudios. Gracias a algunos donativos y a las colectas que realizaba en período de
vacaciones por los Países Bajos e Inglaterra, pudo costearse su estancia en la
universidad de la Sorbona. Persistió en la captación de estudiantes. Empieza por sus
compañeros de cuarto en el Colegio Mayor donde reside: Pedro Fabro, Francisco
Javier, Diego Laínez… Todos tienen el mismo deseo: ayudar a los demás e ir a Tierra
Santa para evangelizar a aquellas gentes. Eran "amigos en el Señor" y querían estar
"cerca" de Jesús, incluso físicamente. De ahí su fijación con Jerusalén. Su ideal era
"predicar en pobreza" y vivir en grupo como los apóstoles. Otro rasgo que los distingue
es su generosidad. Se ofrecen para lo que "más" servicio sea de Dios y de los prójimos,
para lo "más" difícil. Este sentido tiene la frase que Iñigo repite: a "mayor" gloria de
Dios.
El 15 de agosto de 1.534 se reúnen los siete en la Iglesia de Montmartre para sellar su
compromiso. Dice la misa Fabro, el único que es entonces sacerdote y todos hacen
voto de pobreza, castidad y peregrinación a Jerusalén. Si no pudieran realizar ésta, se
pondrían a las órdenes del Papa. Así, había nacido el embrión de la futura Compañía de
Jesús.
Por este tiempo Iñigo se hace llamar Ignacio. Tal vez latinizó su nombre al matricularse
en la universidad. Su salud no es buena. Está pagando los excesos en la pobreza y las
penitencias. Los compañeros, de acuerdo con el médico, le fuerzan a que haga una
cura “de aires natales”, pues necesita reponerse, y lo mejor es su tierra. Quedan de
acuerdo en que se reunirán en Venecia dos años más tarde para intentar el viaje a
Jerusalén. Después de 13 años vuelve a Loyola.
X: PREDICAR EN POBREZA.
Muy distinto era este Ignacio que llega a Azpeitia en 1.535 de aquel otro Iñigo que
conocían sus paisanos. En contra del parecer de su hermano Martín se hospeda en el
albergue de los pobres. Se dedica desde el primer momento a enseñar el catecismo a
los niños y a arreglar algunos abusos morales que eran notorios, entre ellos el de su
propio hermano que tenía una amante. Vive pobre, atiende a los marginados de su
tiempo: mendigos, enfermos, apestados, prostitutas, niños abandonados. Y respeta la
libertad. Decían de él que era "hábil para componer voluntades". A lo largo de su vida
arregló a satisfacción numerosos conflictos. Esta breve estancia de Ignacio en su
pueblo (unos tres meses) resume sus años de apostolado en Roma donde además
atenderá a los judíos perseguidos o a las jóvenes en peligro.
En octubre de 1.535 se embarcó para Génova. De allí pasó a Venecia. Mientras
esperaba la llegada de sus compañeros de París, fijada para 1.537, se dedicó a
completar sus estudios de teología y, como siempre, a hacer el bien a todos los que
encontraba. Entre tanto, dio los Ejercicios a varias personas. Y consiguió que Diego de
Hoces y otras personas se adhiriesen al grupo. A la llegada de los compañeros
intentaron de nuevo el ansiado viaje a Jerusalén al que se habían obligado con voto.
XI: COMPAÑEROS DE JESÚS.
Era necesario el permiso del Papa para peregrinar a Tierra Santa. Por eso recomienda a
sus compañeros alojarse en hospitales para que se dediquen a cuidar y a aliviar a los
enfermos. Pasados dos meses los manda a Roma a pedir la bendición pontificia. Son
cuatro meses de caminatas en pobreza extrema. Obtienen el deseado permiso y,
además, la autorización para ser ordenados sacerdotes. Volvieron contentos con tales
nuevas a Venecia. Pero no todo fue fácil. Aquel año ninguna nave de peregrinos
zarparía para Tierra Santa.
En otoño de 1.537 se ordenaron todos y celebraron la primera misa, excepto Ignacio.
Tal vez porque confiaba en decirla en la Tierra de Jesús. Luego decidieron ponerse a las
órdenes del Papa. Ignacio, Fabro, y Laínez irían a Roma a ofrecerse al vicario de Cristo y
los demás se dispersarían por las ciudades de Italia. Antes de separarse convinieron en
que, si alguien les preguntaba quiénes eran, responderían: “compañeros de Jesús”. Es
el nombre que les pareció más adecuado ya que su ideal era parecerse a los apóstoles
y discípulos, es decir, a la “gente de Jesús” viviendo juntos en desprendimiento,
fraternidad y libertad.
A unos 15 kilómetros de Roma, Ignacio tuvo una experiencia espiritual profunda.
Orando en la capilla de la Storta, sintió que Dios le decía: “os seré propicio en Roma”.
Ignacio comprendió que Dios quería que le sirviera en Roma. Y desistió al instante de
su propósito de ir y quedarse en Tierra Santa.
XII: LAS RAMAS Y EL TRONCO.
Lo primero que hacen en Roma Ignacio y sus compañeros es ponerse a disposición del
Papa Paulo III, quien les encomendó tareas pastorales en la misma Roma. Las misiones
que les va dando el Pontífice plantean una cuestión: ¿deben permanecer unidos, y
para ello fundar una orden religiosa, o serán más libres si no tienen vínculos estables
entre ellos? Dedicaron largos meses a la oración y la reflexión de este tema y
decidieron constituirse en orden religiosa. El Papa dio su aprobación verbal y un año
más tarde, el 27 de septiembre de 1.540, la confirmó por escrito.
Ignacio fue elegido Superior y aunque se resistió, no tuvo más remedio que ceder ante
el voto unánime de sus compañeros. Se dedicó entonces a escribir las "Constituciones"
y a dirigir los primeros pasos de la Compañía de Jesús. El grupo tuvo un crecimiento
espectacular y los Papas empezaron a encargarles misiones cada vez mayores y más
complicadas.
Los compañeros de Ignacio parten para diferentes lugares y países: Fabro a Alemania,
Bobadilla a Nápoles. Rodríguez a Portugal, Javier a la India, Laínez y Salmerón al
Concilio de Trento...
La Compañía abre casas en Alemania, Francia, España, Portugal, India... Las ramas se
extienden por todo el mundo. Pero el andariego Ignacio, anclado en Roma, da
consejos, anima, orienta y escribe. Y escribe mucho: cartas, instrucciones para los que
están lejos. Y culmina la redacción de las Constituciones. Pero no por eso deja de
atender a las necesidades de los pobres, enfermos o perseguidos, porque eso es la
mayor gloria de Dios.
En sus últimos años padece una grave enfermedad de vesícula. De ella morirá al
amanecer del 31 de Julio de 1.556. La Compañía de Jesús, los jesuitas, ya eran
entonces más de mil. Durante más de cuatrocientos cincuenta años, con dificultades
que la llevaron hasta la supresión temporal, la Compañía ha servido a su único Señor:
Jesucristo.
DIEZ RASGOS DE IGNACIO
1. Un hombre
"deshecho del
mundo".
Logró
renunciar
a
aquello que le
impedía
acercarse
a
Dios.
2. Pecador. Se
siente frágil,
humano, pero
reconoce
siempre
la
acción de Dios.
3. Llamado por
Dios. Poco a
poco
va
aceptando que
Dios conduzca
su vida y se
convierta en su
absoluto.
4.
Peregrino
pobre. Peregrino
geográfico
a
veces, peregrino
espiritual
siempre.
5. En búsqueda
apasionada de
la Voluntad de
Dios.
El
discernimiento
es un arma
clave.
6. Con un
deseo
profundo: la
mayor gloria
de Dios. La
mayor gloria
de Dios es el
Reino de Dios,
que el ser
humano viva.
7. "Ayudar a
las ánimas": la
misión. Servir,
es un objetivo
absoluto.
La
formulación de
eso hoy: la FeJusticia.
8.
Amigo,
compañero.
Capaz
de
amistad
profunda. Una
amistad que no
sólo se basa en
vínculos
humanos.
9.
Contemplativo
en la acción.
Encuentra a Dios
en la historia y la
oración es sobre
la historia.
10. Un hombre
de Iglesia. Vive
ante una Iglesia
en
crisis
y
pecadora pero la
ama. Habla de
“sentir con la
Iglesia”.
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
1. Ignacio pensó que era posible conocer a Jesús y servirlo en los demás, viviendo
en Jerusalén. Este proyecto se derrumbó. Pero conservó lo fundamental. ¿Aquí y
ahora podemos conocer, amar y seguir a Jesús, ayudando a las “ánimas”? ¿Es
Jesús nuestro modelo de maestro? ¿Enseñamos a otros a ser como Jesús, a ser
Jesús en el mundo en que nos ha tocado vivir?
2. Su vida fue una vida de búsqueda, porque le tocó vivir situaciones de cambio de
época y buscó apasionadamente. El motor de esa búsqueda fue el MAGIS, hacer
lo mejor: cómo servir, cómo amar más, cómo salir de sí mismo. El Magis está
ligado a la capacidad de soñar grandes cosas. ¿Cómo se hace presente este
factor en mi vida?
3. La idea de misión fue clave en su caminar. Todo consistió en entregarle su vida
a Dios y a los demás, condensando en esa frase que aparece en la
Contemplación para alcanzar amor la clave de lectura en su quehacer: Amar es
servir. ¿Cuál es mi misión?
4. Nunca vio su crecimiento espiritual como algo que le pertenecía a él solo, sino
como un tesoro que debía comunicar a otros. Este saber lo que se quiere y
buscarlo con firmeza, es tal vez un rasgo temperamental de Ignacio, una de las
mociones que nos ha heredado. A esto estamos llamados.
PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL:
1. ¿Soy, somos, personas de aspiraciones? De no ser educadores, trabajadores,
¿estaríamos aspirando al “magis” ignaciano? Vivimos en un medio social que
favorece el menor esfuerzo. ¿Cómo superarlo?
2. ¿Estamos abiertos a una conversión más profunda? ¿Hay en nosotros una base
de fe, de donde pueda partir la gracia de Dios para lanzarnos a un verdadero
compromiso cristiano? ¿Qué testimonio damos a las personas con quienes
trabajamos?
3. ¿Somos personas de aguante y fortaleza? Dijo Jesús: “El Reino de Dios es de los
esforzados”; ¿damos testimonio de ser tales? ¿Ayudamos a las personas con
quienes trabajamos a que sepan afrontar los retos de la vida? ¿Entendemos y
explicamos que sin la gracia de Dios no podemos nada?
4. La vida del “peregrino” es un testimonio válido para cualquier cristiano.
¿Sentimos que nuestro trabajo nos acerca a esta espiritualidad o manera de ver
la vida interior? Como laico(a) cristiano(a), ¿me intereso en conocer más a
fondo y vivir mejor esta espiritualidad?
Textos de apoyo:
Mc 10,17-27: El joven rico.
Lc 10,38-42: Marta y María.
Ef. 6,10-21: Háganse fuertes.
Fil 2, 5-11: Tengan entre Uds. los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús.
Lc 14,25-33: Cuando uno de ustedes quiere construir una torre, ¿acaso no comienza
por sentarse a calcular los gastos, para ver si tiene con que terminar?
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 4. Mes Mayo del 2009.
Eje Compromiso Histórico
1. Análisis de la realidad (metodología). Globalización y Postmodernidad.
Preparado por P. Francisco Iznardo,sj.
LA POLITICA Y LA FE HOY 21
Entre el cinismo y la desconfianza, los sueños y la esperanza comprometida
I La Política: amenazados por el cinismo y el hundimiento de la confianza
La crisis económica y el fracaso de la ideología neoliberal como crisis de confianza
La crisis financiera primero, y la crisis económica luego, ambas de alcance mundial, que
estallaron con fuerza incontenible en 2008, han puesto de relieve el fracaso brutal de
la ideología neoliberal y la falta de verdad en el axioma de que el Estado no era “parte
de la solución” para los problemas de las necesidades de la gente, sino simplemente
“parte del problema”, o que “gobernar menos es gobernar mejor”.
Cuando se derrumbó el Muro de Berlín en noviembre de 1989 y se extinguió,
desmembrándose además, la Unión Soviética en diciembre de 1991, se escuchó el
grito de triunfo de los filósofos políticos del Capitalismo: hemos llegado al “fin de la
historia”22. La historia, siguiendo el hilo del pensar de Hegel, habría mostrado que ha
llegado su síntesis final y con ella el momento en que no puede ya avanzar
sustancialmente. No puede haber en el mundo perspectivas de progreso más allá del
capitalismo. Únicamente puede haber ya historias de progreso dentro del mismo
capitalismo. La gran historia ha llegado a su final. Sólo puede haber ya pequeñas
historias, que no cambian el fondo de la cuestión.
Como si hubieran previsto estos acontecimientos del final de la década, a mitad de los
ochenta el F.M.I., el B.M., el Tesoro norteamericano y Wall Street se habían unido en el
famoso Consenso de Washington para dar comienzo a “la era del ajuste estructural”,
es decir la era del empequeñecimiento del papel del Estado en la economía, la era de
la desregulación, especialmente, del mercado financiero, de la privatización de bienes
y servicios estatales, del recorte de impuestos a las grandes fortunas personales y a las
grandes corporaciones transnacionales, de la flexibilización del trabajo, y del recorte o
supresión de los programas gubernamentales de inversión social. No son, pues, las
libertades del mercado las que permitieron a la ideología neoliberal colocarse como
hegemónica en el mercado, sino, paradójicamente, las políticas intervencionistas,
éticamente cuestionables, del Estado obediente a las Instituciones Financieras
Multilaterales, con el agravante de que estas últimas no han sido electas por la
población y no responden democráticamente ante ella. Todo esto, en la época de la
globalización, llevó, gracias a la libertad casi absoluta de los mercados financieros, a
crisis brutales durante los noventa en México, Brasil, Rusia, Asia Oriental y del Sur, y al
comienzo del siglo XXI en Argentina, donde una población con recursos suficientes
21
22
Partes seleccionados de un artículo de Juan Hernández Pico en la revista Diakonía.
Fukuyama, Francis, The End of History and the Last Man, New York, Perennial-Harper Collins
Publishers, 2002, reimpresión de la edición original de 1992.
como para vivir decentemente, fue devuelta a la pobreza en grandes proporciones por
la huída de capitales en los bancos en los que los argentinos habían depositado sus
ahorros. Todos lo vimos a través de la televisión.
Hoy, estas crisis regionales se han convertido en una crisis mundial, la primera gran
crisis del capitalismo globalizado. El 10 de octubre de 2008, ya después de la caída el
14 de septiembre del banco de inversión Lehman Brothers, una de las más antiguas
“joyas de la corona” de Wall Street, un miembro de la redacción del Washington Post,
Anthony Faiola, escribía así: “Nadie está hablando sobre la muerte del capitalismo
excepto algunos Jefes de Estado marginales y algunos titulares quijotescos. Haberse
afiliado a las teorías del mercado libre, especialmente en Asia, ha ayudado a liberar de
la pobreza a cientos de millones en las recientes décadas. Pero está acrecentándose el
resentimiento hacia la marca de capitalismo que prevalece en los Estados Unidos, y
que al revés de la que prevalece –digamos- en Alemania, desprecia las regulaciones y
venera los riesgos”23.
De todos modos, es posible efectivamente que las campanas no doblen a duelo por la
muerte del capitalismo, es posible que este sistema se levante y vuelva a ser una vez
más un potente motor del crecimiento de la economía mundial, pero es cierto que no
lo será sin dejar a espaldas de esta crisis millones de víctimas en términos de pérdida
de sus casas y de sus empleos y de aumento del hambre en el mundo, y sin antes
revisar a fondo el papel político del Estado en la economía y sin estimular la
responsabilidad de la sociedad para luchar por un Estado al servicio de toda la
ciudadanía y no solamente de las clases económicamente dominantes. Ya no es cierto
sin más que “lo que es bueno para la General Motors o para Microsoft, y mucho
menos para Merryl Lynch o City Group, es bueno para los Estados Unidos” y menos
para la humanidad. Un periódico nada sospechosos de quijotismo afirma en uno de
sus titulares que “la economía de las principales potencias *ha caído+ a niveles de la
crisis del petróleo de 1973”. Y se apoya en datos de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que subraya que la economía de sus
miembros, incluida la de las 7 mayores potencias económicas del mundo, ha caído 1.1
puntos en diciembre de 2008 y 8.2% con respecto a diciembre de 2007. Para los así
llamados países emergentes el cuadro de descenso porcentual es peor en algunos
casos y mejor en otros. China ha caído 2.4 puntos en diciembre de 2008 y 14% en
comparación con diciembre de 2007. Rusia, 3.8 y 17.7%. La India 0.5 y 7.5%. Y Brasil
1.8 y 5.6% 24.
Hemos empezado esta reflexión sobre “la política y la fe hoy” por la crisis financiera y
económica que abruma al mundo, para resaltar el hecho de las relaciones que se
entretejen entre la política y la economía. No podemos hablar de la política sin hablar
de la economía. Porque los intereses económicos siempre intentan influenciar la
política e incidir en ella. Pero sobre todo porque no cabe duda de que la economía
tiene una autonomía de vida propia. Es indudable que la producción de bienes y
servicios depende fundamentalmente del acceso a materias primas necesarias, de la
23
Faiola, Anthony, Washington Post Staff Writer, Analysis: “The End of American Capitalism?”,
The Washington Post, Friday, October 10, 2008, page A01.
24
Reportaje de Alvaro Romero en El País del 06/02/09.
administración eficaz, eficiente, honrada y transparente de las empresas productoras,
de la inventiva tecnológica de los ingenieros, del ahorro para el mantenimiento y la
reinversión, del financiamiento sólido de toda la operación productiva, del control de
calidad y de la productividad de quienes trabajan en la empresa, directivos,
administradores, empleados y obreros. Y es evidente que todo ello y especialmente
sus productos pasan por el crisol del mercado para llegar a interesar o no a los clientes.
El aspecto más serio de la crisis actual en esa vida autónoma de la economía es el
hundimiento de la confianza que la gente ha de tener en ella para que la economía
funcione. Existe hoy una profunda crisis de confianza en el funcionamiento de la
economía global.
La crisis de confianza en los políticos y en la política
Dicho esto, tampoco se puede olvidar que no se puede hablar de economía sin hablar
de política, porque la autonomía de la economía es sólo relativa. También la política
tiene una vida autónoma. Responde al realismo de la ambición por el poder
dominador y a la utopía del poder al servicio del bien común. Y al responder de una u
otra manera se incide siempre en la economía, dejándola casi totalmente libre o
regulándola con leyes coherentes. Los impuestos con que se gravan las rentas, bien
gananciales bien salariales, de la gente, conducen a un Estado fuerte o a otro débil
para la inversión social. Los tipos de interés que los Bancos centrales señalan son
decisiones políticas que responden a las amenazas de inflación, de estabilidad de
precios o de deflación, y a la importancia de encarecer o abaratar el precio del dinero,
y por consiguiente el precio del crédito para los mismos bancos, para los inversores y
para los consumidores. La calidad, la cobertura y la profundidad de la regulación
financiera dependen de políticas públicas que creen en la capacidad de
autorregulación del mercado o que desconfían del carácter de casino o casa de
apuestas global que el mercado ha estado adquiriendo durante la globalización
financiera. Las tasas de desempleo aceptables o inaceptables dependen de que la
economía se abandone a su funcionamiento autónomo o de que el Estado asuma un
papel importante en estimular la economía con la inversión pública, con el manejo de
los impuestos, con mayores exigencias de productividad, con políticas educacionales y
de salud pública de mayor calidad y cobertura, con techos salariales más elevados, con
una protección mejor para el desempleo y con la búsqueda y el fomento de un diálogo
que acerque a un consenso entre empresarios, sindicatos, partidos políticos, grandes
universidades y centros de investigación, países cooperantes e instituciones
multilaterales. Y especialmente, en nuestro medio centroamericano, con el
planteamiento de una alianza entre los gobiernos cuyos países envían inmigrantes a
los Estados Unidos para llegar a un diálogo pluralista, relativamente transparente y
humanitario con el gobierno de ese país, en el que tengan también una palabra
democrática que decir los inmigrantes latinos ya asentados en los Estados Unidos.
En estos días la política y la responsabilidad ciudadana por lo público ha de contar con
la gran desconfianza que produce en la gente la crisis global de la economía. El crédito
se ha contraído de forma aguda. Para algunos analistas de la situación la economía se
ha paralizado víctima de un círculo vicioso cuyo motor es la desconfianza: “los
consumidores no consumen, los empresarios no contratan, los inversores no invierten
y los bancos no prestan” y todos ellos, en la medida en que son empresarios, despiden
a empleados y obreros y aumentan la crisis de falta de trabajo. Aunque, en esa
extrema gravedad, la desconfianza pueda ser peculiar de los países ricos, pero está
llegando a ser realidad en los países de economías más pobres. Para el caso
centroamericano, se van, muchos empresarios maquileros o despiden a muchos de
sus trabajadores y sobre todo trabajadoras, y la salida migratoria está siendo
bloqueada por el momento. Existen muchas ciudades norteamericanas donde los
emigrantes latinos se agolpan en las esquinas de las calles en espera de un empleador
que los contrate y que no llega nunca o que cuando llega contrata a unos pocos. No
sólo disminuye el monto de las remesas que se envían a las familias de los emigrantes
en nuestros países, sino que a veces se llega a tener que sostenerlos en los Estados
Unidos enviándoles fondos para que traten de aguantar la emergencia crítica sin echar
por la borda, al regresarse, tanta lucha, tanto esfuerzo y tantas penas. La gran angustia
que se ha vivido siempre frente a la miseria y la pobreza, y sobre todo frente a la falta
de trabajo o el duro, incontrolado y sobreexplotado trabajo informal, se agrava ahora
porque disminuyen y se alejan las expectativas de encontrar salida en la emigración.
Vivimos al mismo tiempo una desconfianza profunda y generalizada de la política y de
los políticos. La gente utiliza los medios democráticos y sus instituciones para ir a votar
periódicamente. Sin embargo, no cree que las políticas de la democracia vayan a
realizar los cambios estructurales profundos que se necesitan. Un 64.6% de la gente
en América Latina piensa que los gobernantes no cumplen sus promesas electorales
porque mienten para ganar las elecciones En nuestro medio las mismas y viejas
costumbres clientelistas de candidatas y candidatos, regalando fiestas, juegos
pirotécnicos, comidas, leche, camisetas, gorras, e incluso dinero, crean en el
electorado una imagen corrupta de la política. Muchas veces la recepción de los
regalos induce una conducta de “obligación” hacia quien regala. Peor todavía, cuando
se dan en las empresas amenazas de pérdida del empleo si no se vota por el partido y
los candidatos que representan los intereses de los empresarios. O cuando se condena
a distritos o regiones enteras al ostracismo mediante la despreocupación del Estado
porque sus habitantes han votado mayoritariamente por la oposición.
Impacta leer en el Estudio sobre la Democracia en América Latina que hay una mayoría
de la población (54.7%) que, enfrentada a la opción entre gobiernos democráticos
incapaces de resolver los problemas económicos y ayudar a salir de la pobreza, y
gobiernos autoritarios o dictatoriales que satisfagan esas necesidades materiales
perentorias, prefieren claramente a estos últimos. La necesidad vuelve a la gente
comprensiblemente obsesiva y miope, acortando sus horizontes. La democracia
socialmente ineficaz aviva el cinismo de la gente frente a la política. La desilusión anula
la esperanza de la gente de que es posible el cambio socioeconómico y político. Los
antiguos decían que “la peor de las corrupciones es la corrupción de los mejores”.
Además la infiltración en la política del capital delincuencial global, producto del
crimen organizado alrededor de todos los tráficos y contrabandos prohibidos, muestra
una capacidad de corrupción asombrosamente renovada, y profundiza como nunca
antes el cinismo del público ante la economía y la política: generalmente se logra crear
escenarios donde la gente parece recibir más beneficios económicos del sometimiento
al crimen organizado, bien de los que trafican con droga o de los que lo hacen con
armas, o de otros, que de la resistencia honrada frente a él, y más beneficios que de
los proyectos sociales que llegan por canales democráticos. Los enormes imperios
económicos transnacionales del capital delincuencial han elaborado alrededor del
mundo auténticos proyectos de asalto al poder político para favorecer sus intereses
económicos. Los medios violentos y crueles que usan les permiten entablar una
auténtica disputa para romper el monopolio de la violencia legítima de que han gozado
los Estados modernos. De estos poderes emergentes al margen de la legalidad brota
un desafío inédito al poder político y a la responsabilidad pública de la ciudadanía.
II La Fe: llamados a soñar y a comprometernos en esperanza
Compartir los sueños y las esperanzas de la humanidad
Hemos empezado esta reflexión con la hora de desconfianza, que prevalece en la
economía y en la política. Pero encontramos movimientos sociales y líderes políticos
que intentan superar esa desconfianza y seguir soñando en que la política puede ser
un camino para provocar la realización del bienestar y para animar a participar en la
construcción de la igualdad, la libertad y el servicio mutuo en la sociedad.
Es este también el núcleo del pensamiento político cristiano. Estos sueños y estas
esperanzas humanas son aquellas de las que el Concilio Vaticano II dijo que eran
también los sueños, el gozo y las esperanzas de la Iglesia (GS 1). Esto no significa vivir
en mundos ideales. La fe cristiana reconoce la compleja densidad de la realidad y parte
del desvanecimiento de tantas ilusiones revolucionarias en no pocos países pobres y
de la irrupción de una crisis mundial provocada por una exageración de codicia y
avaricia.
La parábola del trigo y la cizaña o del poder servicial y el poder dominador
La fe cristiana se fundamenta en una parábola de Jesús de Nazaret, para intentar
comprender que la realidad de este mundo está sembrada de trigo y de cizaña, del
bien y del mal (Mt 13 24-30), o, aplicándola a la política, de poder dominador y de
poder servicial. Sin embargo, lo sorprendente de la parábola es que Jesús pide a sus
discípulos no el exterminio del mal sino la paciencia con el mal, en nuestro caso con el
poder dominador. No porque haya que mantenerse pasivos ante ese poder
dominador, sino porque hay que contar con él realistamente, sabiendo que no es un
fruto que procede originalmente de la mano de Dios, sino que ha sido introducido en
el mundo, como dice la parábola, por “un enemigo”, es decir por la egoísta e
insolidaria voluntad de dominio de personas concretas cuya actuación ha convertido
esa voluntad de dominio en poder dominador estructurado en la sociedad.
Lo que Jesús vendría a decir en esta parábola, si la aplicamos al bien y al mal políticos,
a la voluntad de poder servicial y a la voluntad de poder dominador, es que el poder es
una criatura de Dios que permite a la humanidad ser cocreadora de la convivencia
social, y puede ser usado como Dios lo soñó al crearlo, es decir servicialmente, para
bien de mucha gente, o al revés, en contra del diseño divino, es decir
dominadoramente, para calamidad y desgracia también de mucha gente. Pero la
parábola nos avisa que si en vez de promover el poder servicial en la política queremos
eliminar de una vez por todas el poder dominador en este mundo, dentro de la
historia, acabaremos convirtiendo el mismo poder servicial en dominador también. El
fanatismo de la pureza política acabará transformando la política en dominación
absoluta, en despotismo y dictadura. Es decir, hay que tratar de acercarnos a
promover y practicar un poder servicial combatiendo el poder dominador, pero con
una cierta sabiduría que tiene paciencia con el inevitable rumbo dominador que toma
no pocas veces el poder, como consecuencia de una ambición desenfrenada. Porque
en última instancia el rumbo del poder depende de decisiones humanas.
Responsabilidad cristiana en la política
Todos los cristianos, por ser humanos, debemos preocuparnos de la política. En
nuestros tiempos preocuparnos de la política significa en primer lugar tratar de
conseguir una buena información sobre partidos y candidatos, sobre partidos y
funcionarios electos, es decir sobre el comportamiento político de hecho de aquellos
que pasaron de candidatos a gobernantes o legisladores y de aquellos que fueron
escogidos por los candidatos electos como funcionarios del gobierno, ministros,
viceministros, directores, jueces, fiscales, etc. Información sobre sus programas y
también sobre si sus programas fueron guía de sus actos o se convirtieron en papel
mojado. Es decir, información sobre si los políticos y políticas, por quienes deberemos
votar tantas veces en nuestras vidas, practican la verdad o viven del engaño y de la
mentira. Informarse así es equivalente a ejercer una auditoría social sobre la política,
aun sabiendo que los grandes medios de comunicación no informan con la
profundidad e imparcialidad con que debieran.
Preocuparnos por la política significa en segundo lugar y en el sistema democrático en
que vivimos, discernir con seriedad las diversas opciones políticas, es decir por qué
partido y qué candidatos hemos de votar tomando en cuenta sobre todo el bien más
probable del pueblo y especialmente de aquellos más pobres, desempleados,
marginados y abandonados. Y aborrecer la abstención electoral como un camino
irresponsable que es una cesión de ciudadanía, un abandono de la política llevados por
la desconfianza, la desilusión y el cinismo. Otra cosa es que, al ir a votar, pueda ocurrir
que la conciencia ciudadana nos exija un voto en blanco o una anulación del voto
porque no creemos en ninguna de las opciones.
La vocación política en el cristianismo hoy
Pero una postura cristiana ante la política puede, y para no pocos debe también,
traducirse en una vocación política, es decir en una vocación que nos empuje más allá
de una auditoría social o de una participación electoral y nos lleve a participar en un
movimiento social o en un partido político, y a postularnos para una candidatura de
concejal, de alcalde o alcaldesa, de diputado o diputada y de presidente o presidenta
de la república. Toda persona cristiana tiene la obligación de participar en política por
medio de la auditoría social que le prepare para ser un buen elector, es decir un
elector o electora competente, con buena información y aprovechándose de
oportunidades de formación política, porque la incompetencia como ciudadanos y
electores es la madre de muchas corrupciones. Pero no toda persona cristiana tiene
vocación política, no toda persona cristiana escucha en su corazón un llamado a ser
político o política por vocación.
Una vocación política significa un llamado a buscar el poder político y a usarlo
servicialmente como criatura de Dios, significa sentir en el corazón la pasión por el
poder, incluso la ambición sosegada de conseguirlo, para poder así servir a sus
conciudadanos y conciudadanas con el amor de mayor alcance que existe, el amor
político, con el mayor desprendimiento, con la mayor honestidad, denunciando y
combatiendo la corrupción en su opción política partidaria o en quienes forman parte
de su movimiento social, con paciencia para saber que la corrupción y la voluntad de
poder dominador se van a hacer presentes a su alrededor y que no por eso hay que
tirar la toalla y abandonar una vocación profundamente sentida, aunque alguna vez
esa misma vocación podrá exigir la renuncia de un partido o de un movimiento
irremediablemente corrompidos o desviados de sus fines.
No una vocación para la política cristiana sino para ser cristianos en la política
La vocación política hoy se ejercitará normalmente en un contexto constitucional
secular, donde el Estado es laico y se funda en valores pluralistas. Hoy en día no
seremos llamados por Dios para ejercer una política cristiana, es decir una política
cuyos fines y resultados sean en todo coincidentes con la fe y la moral cristianas. La
vocación política de una persona cristiana hoy será una vocación para ser cristianos en
la política, es decir políticos o políticas motivados por la fe cristiana propia para una
dedicación a un poder servicial. Es decir en lugar de ser, como en los tiempos, por
ejemplo de la Democracia Cristiana, una vocación para una política cristiana, será una
vocación para llegar a ser políticos o políticas cristianos, movidos en su vocación
política por la fe que da sentido a sus vidas. La vocación política de una persona
cristiana será, pues, una vocación para ser cristiano o cristiana en la política secular.
La vocación política de los cristianos hoy no será una vocación para que la política sirva
con preferencia a los intereses de la Iglesia católica, por ejemplo, o de ningún otro
grupo humano, sino para que sirva a los intereses de toda la ciudadanía, sin importar
su fe y su religión o su falta de fe, su identidad agnóstica o atea, sino importando por
encima de todo que se sirva al pueblo y especialmente a los intereses de los pobres,
los hambrientos, los desempleados, los sin techo, los migrantes, los niños y niñas de la
calle, los marginados urbanos y los campesinos sin tierra, y así sucesivamente. La
motivación de fe de una vocación a la política entre cristianos hará que estos pongan
en primer plano el bienestar y el desarrollo, la salud y la educación y el empleo para la
gente pobre y desamparada, es decir las condiciones sociales necesarias para que esa
gente tenga vida, una vida digna, que es una parte fundamental de lo que llamaríamos
cristianamente la “vida en abundancia” o la “gran vitalidad” que vino a traer Jesús (Jn
10, 10). Eso es lo que hará de su vocación a la política una vocación cristiana.
Los cristianos no podemos exiliarnos de la política
Lo que es cierto es que los cristianos no podemos exiliarnos de la política ni
abandonarla en manos de gente con ambiciones políticas de poder dominador. No
podemos abandonar la política en manos de gente “maquiavélica”, es decir de gente
que busca sólo las técnicas para alcanzar el poder por el poder, y no admite el
sometimiento del poder a ningún tipo de valores superiores y especialmente al bien
común y a aquellos “hábitos del corazón”25 que permiten a las personas y a las
sociedades convivir entre sí con mutuo respeto y en libertad y responsabilidad.
Tampoco podemos los cristianos abandonar la política en manos de “utópicos puros”,
es decir de gente que quiere usar el poder como si estuviéramos ya en el mejor de los
mundos o en un mundo de inocencia absoluta, sin maldad ni corrupción, de gente que
en lugar de usar la utopía como un horizonte que atrae y que hace caminar hacia él
aunque se aleje cada vez que intentarnos acercarnos a él, la quiere usar como una
herramienta idealista que conduce al fanatismo y a la intolerancia.
La visión de la vocación de los cristianos en la política es la visión de los que se
comprometen movidos por la esperanza de una sociedad mejor y por la convicción de
que tienen en sí mismos la competencia para forjar pacientemente ese mundo y los
cambios que se necesitan para irse aproximando a un mejor mundo, un mundo menos
lejano de aquel en que todos “poseían todo en común; vendían bienes y posesiones y
las repartían según la necesidad de cada uno…*de manera que+ no había indigentes
entre ellos” (Hch 2,44-45; 4, 34). Hay en la tradición cristiana una igualdad como meta
de las comunidades eclesiales fraternas. La mayoría de los exegetas piensa que esa
igualdad en las comunidades cristianas primitivas fue real, aunque siempre estuvo
amenazada y peligró volverse diferenciadamente elitista 26. Habrá que mantener
siempre la perseverancia de quien sabe que esa tarea de caminar políticamente hacia
la igualdad sólo se da como vocación a personas audaces con mucha paciencia,
valientes con mucha humildad, a gente lúcida con mucha honestidad, a gente
convencida con mucha apertura para las convicciones de los demás y con capacidad de
dialogar con ellas sin perder las propias; a gente, pues, que sea capaz de escuchar y
que crea en la juventud y en la novedad a la que siempre es más sensible que otras
edades de la vida.
La esperanza con memoria, que se compromete en la política
Para vivir el compromiso político como fruto de la esperanza cristiana, es decir como
fruto de una esperanza en un Dios que quiere lo mejor para este mundo y que nos
quiere a nosotros como testigos y cooperadores de sus deseos, hay que vivir la
vocación política anclados en la memoria de las injusticias y de los sufrimientos y de las
25
Así llamaba Alexis de Tocqueville a algunas costumbres que observó en los años treinta del
siglo XIX en los Estados Unidos y que, según él “contribuyeron a formar el carácter
americano… Resalta la vida familiar, [las] tradiciones religiosas y [la] participación en la política
local como elementos de ayuda para la creación de un tipo de persona que podría mantener
una conexión con una comunidad política más amplia y, de este modo, apoyar en última
instancia el mantenimiento de las instituciones libres.” Todo ello, contrapuesto al
“individualismo”, que podría “con el tiempo aislar a los norteamericanos entre sí y minar, por
consiguiente, las condiciones para la libertad.” Ver: Bellah, Robert N. et al., Hábitos del
corazón, Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 10.
26
Comenta, por ejemplo Fitzmyer: “El intercalado de los v. 43-45 introduce la copropiedad,
refiriendo cómo „tienen todo en común‟. Da la impresión de que tal agrupación comunal de
posesiones y bienes era obligatoria; pero más tarde esto deja de ser tan obvio y con el andar
del tiempo esta comunidad de posesiones y bienes desaparece por completo. Es difícil
determinar lo extendida que estaba esta práctica, aunque al menos para Lucas estaba lo
suficientemente generalizada como para mencionarla. Puede simplemente estar relacionada
con su deseo de enseñar a los cristianos cómo debían hacer uso de la riqueza…”, en Fitzmyer,
Joseph A., Los Hechos de los Apóstoles: Hch 1,1-8,40 (Vol I), Salamanca, Sígueme, 2003, p.
365.
catástrofes que han lastimado a la humanidad, y en especial a nuestros
conciudadanos. Los cristianos en la política nunca pueden justificar las víctimas de
injusticias, opresiones y guerras pasadas, nunca pueden justificar a la explotación y el
genocidio de la invasión española y del conflicto armado interno, no podemos justificar
el sufrimiento de las víctimas, la explotación y discriminación a los pueblos y personas
indígenas por más de 500 años, no podemos justificar el asesinato de Monseñor
Gerardi. Tampoco podemos olvidar las víctimas que son el peso inevitable que
cargamos porque nuestra política nunca es del todo honesta ni del todo generosa ni
del todo servicial. Metz es el teólogo cristiano que más ha insistido en el sustento de la
esperanza en la memoria de las víctimas en la historia, una memoria que así se vuelve
peligrosa para la política fundamentada en el poder dominador.
Si nos entregamos a la vocación política movidos por la fe en Jesucristo, no podemos
olvidar que nuestro hermano mayor Jesús de Nazaret fue condenado por blasfemo y
por subversivo (Mc 14,63; Lc 23, 2.5; Jn 19, 12) y fue un prisionero político torturado y
masacrado por el poder dominador. Por eso nos dejó en su última cena, identificado
con todas las víctimas de la tierra para las que aún no se ha cumplido el Reino de Dios,
un testamento: “Hagan esto en memoria mía” (1Cor 11, 24-25). Sin esta memoria de
Jesús crucificado se vuelve mitológica la fe en su resurrección. Sin la memoria de los
pobres de nuestra historia frustrados en sus expectativas, nunca será auténtica la
esperanza cristiana que se compromete en la política. Pero si la Iglesia mantiene viva
esta memoria y resiste su tremenda tentación de poder dominador, podrá desde la
humildad, decir muchas cosas muy útiles a los políticos cristianos y no cristianos.
Cuanto más servidora sea, más posibilidades habrá de que se escuche su testimonio.
Cuanto más viva internamente, en el modo de vivir de su jerarquía y en el de sus
comunidades, una “civilización de la pobreza”27 más podrá exigir un cambio a los ricos
de este mundo.
PREGUNTAS PERSONALES
1. ¿ Qué me sugiere el análisis de la realidad actual del documento? ¿Cómo se
podría concretar en Guatemala?
2. ¿Qué importancia tienen para el creyente la política, la economía... el contexto
que nos rodea?
3. ¿Qué es para mí la fe?
4. ¿Qué tiene que ver la fe cristiana con el mundo que nos rodea?
5. ¿Qué relación hay entre la Buena Noticia de Jesús y la realidad?
6. ¿Qué textos de la Biblia me iluminan para que fe y vida estén integrados, no
vayan separados?
27
La “civilización de la pobreza” es un concepto dialécticamente contrapuesto al de la
“civilización de la riqueza”, y apunta al necesario camino hacia una austeridad en el vivir que se
nos impone por consideraciones no sólo de solidaridad con los pobres sino también como
modo de lucha por la conservación ecológica del planeta y contra la avaricia de la globalización
financiera. Ambos conceptos fueron originalmente propuestos por Ignacio Ellacuría días antes
de su asesinato-martirio en la UCA de El Salvador, donde estamos celebrando en 2009 su
vigésimo aniversario.
7. ¿Qué me sugieren las expresiones de la espiritualidad ignaciana
“contemplativos en la acción”; “Fe y Justicia” ? (Ver documentos
complementarios)
PREGUNTAS GRUPOS
1. ¿Por qué el documento comienza con nuestra realidad actual para explicarnos
la relación entre fe y política?
2. Describa las tres cosas más importantes que caracterizan la realidad
guatemalteca de los últimos años.
3. ¿Cómo afecta la realidad guatemalteca nuestra actuación como cristianos?
4. ¿Por qué para nuestra fe católica es importante “no exiliarse” de la política?
5. ¿Conocen ustedes algún método para analizar nuestra realidad a la luz de la fe?
6. ¿Qué principios fundamentales (valores, “hábitos del corazón”) debería tener el
compromiso histórico de una persona católica?
7. ¿Qué conceptos de la espiritualidad ignaciana nos ayudan a entender mejor
esta temática de Fe y Justicia? (Ver documentos complementarios)
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 5. Mes Junio del 2009.
Eje Crecimiento y Desarrollo Humano
2. EL ENEAGRAMA COMO CAMINO DE CRECIMIENTO PERSONAL Y ESPIRITUAL
9
1
8
7
2
3
6
5
4
RAICES ANTIGUAS, PERCEPCIONES MODERNAS
El ACTUAL ENEAGRAMA de los tipos de personalidad no procede de una sola fuente. Es un
híbrido, una amalgama moderna proveniente de varias tradiciones de sabiduría
antigua combinadas con la psicología moderna. (…) Muchos autores antiguos atribuían
todo el sistema a los maestros sufis, lo cual ahora sabemos que no es así.
Para comprender la historia del Eneagrama es necesario distinguir entre su símbolo y
los nueve tipos de personalidad. Es cierto que el símbolo del Eneagrama es antiguo,
tiene unos 2.500 años de antigüedad o más. De igual modo, las ideas que finalmente
llevaron al desarrollo de la psicología de los nueve tipos se remontan por lo menos al
siglo IV y tal vez antes. Sin embargo sólo ha sido en las últimas décadas cuando se han
unido estas dos fuentes.
El origen exacto del símbolo del eneagrama se ha perdido para la historia; no sabemos
de donde procede, así como no sabemos quién inventó la rueda ni quien inventó la
escritura. Se dice que se originó en Babilonia alrededor del año 2500 a. de C., pero hay
pocas pruebas fehacientes de que sea así. Muchas de las ideas abstractas relacionadas
con el eneagrama, por no decir su derivación de la geometría y las matemáticas,
sugieren que podría tener raíces en el pensamiento griego clásico. Las teorías que
subyacen al diagrama se pueden encontrar en las ideas de Pitágoras, Platón y algunos
filósofos neoplatónicos. En todo caso, está claro que forma parte de la tradición
occidental que dio origen al judaísmo, el cristianismo y el islam, así como a las
filosofías hermética y gnóstica, aspectos de las cuales se encuentran en estas tres
grandes religiones proféticas.
En todo caso, de lo que no cabe duda es que el responsable de introducir el símbolo
del eneagrama en el mundo moderno fue George Ivanovich Gurdjieff. Gurdijieff era
armenio-griego nacido alrededor de 1875; de joven se interesó por el conocimiento
esotérico y se convenció de que los antiguos habían desarrollado una ciencia completa
para transformar la psique humana y que ese conocimiento se había perdido después.
Junto con un grupo de amigos que compartían su deseo de recuperar esa ciencia
perdida de transformación humana dedicó la primera parte de su vida a investigar
todo tipo de sabiduría antigua que lograba encontrar. (…) viajaron mucho, visitaron
Egipto, Afganistán, Grecia, Persia, India y Tíbet, pasaron períodos en monasterios y
santuarios remotos y aprendieron todo lo que pudieron acerca de las tradiciones de
sabiduría antiguas.
En algún lugar durante sus viajes, posiblemente en Afganistán o Turquía, Gurdjieff
encontró el símbolo del eneagrama. Después desarrolló su síntesis de lo que él y los
demás miembros del grupo habían descubierto…
Gurdjieff enseñaba un compendio vasto y complejo de psicología, espiritualidad y
cosmología cuyo objetivo era ayudar a los alumnos a comprender su lugar en el
Universo y su finalidad en la vida. Gurdjieff también enseñaba que el eneagrama era el
símbolo principal y más importante de su filosofía. Afirmaba que una persona no
comprende algo por completo mientras no lo entiende desde el punto de vista del
eneagrama, es decir, mientras no sabe colocar exactamente los elementos de un
proceso en los puntos correctos del eneagrama, para ver así las partes
interdependientes del todo que se sostienen unas a otras. Así pues, el eneagrama que
enseñaba Gurdjieff era ante todo un modelo de procesos naturales, no una tipología
psicológica.
Gurdiejff explicaba que el símbolo del eneagrama tiene tres partes que representa tres
leyes divinas que rigen toda la existencia.
La primera de estas partes es EL CÍRCULO, mandala universal usado casi en todas las
culturas. El círculo representa la unidad, la totalidad y la unicidad, y simboliza la idea
de que Dios es uno, la característica distintiva de las principales religiones
occidentales: el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Dentro del círculo encontramos el siguiente símbolo: EL
TRIÁNGULO.
En la tradición cristiana, representa la
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. De modo similar, la
cábala, enseñanza esotérica del judaísmo, afirma que
Dios se manifiesta inicialmente en el Universo en forma
de tres emanaciones o «esferas» las sefirot (Kéter, Biná y
Jojmá), que aparece en el principal símbolo de la cábala,
el Árbol de la Vida. En otras religiones también vemos
reflejos de esta idea trinitaria: los budistas hablan de
Buda, Drama y Sangha; los hindúes, de Visnú, Brama y
Siva, y los taoístas hablan del Cielo, la Tierra y el Hombre.
Es notable cómo casi todas las principales religiones del mundo enseñan que el
Universo es una manifestación no dualista, como enseña la lógica occidental, sino
trinitaria. Nuestra manera habitual de mirar la realidad se basa en pares de opuestos,
por ejemplo bueno y malo, blanco y negro, masculino y femenino, introvertido y
extrovertido, etcétera. Las tradiciones antiguas, no obstante, no ven hombre y mujer
sino hombre, mujer e hijo/a; Las cosas no son blancas o negras sino blancas, negras y
grises.
A este fenómeno Gurdiejff lo llamó la «Ley de Tres»; según esta ley todo lo que existe
es resultado de la interacción de tres fuerzas (las que sean, en una situación o
dimensión dada). Incluso parece que los descubrimientos de la física moderna apoyan
esta idea de la Ley de Tres; en la escala subatómica, los átomos están formados por
protones, electrones y neutrones, y en lugar de haber cuatro fuerzas fundamentales de
la naturaleza, como se creía antes, la física ha descubierto que en realidad sólo hay
tres: la fuerza fuerte, la fuerza débil y el electromagnetismo.
La tercera parte de este símbolo es LA HEXADA (la figura cuyo trazo sigue los números 14-2-8-5-7). Esta figura simboliza lo que Gurdieff llamó la «Ley de Siete», que tiene que
ver con el proceso y desarrollo en el tiempo; afirma que nada es estático, todo se
mueve y se convierte en otra cosa. Incluso las piedras y las estrellas se transforman
finalmente. Todo cambia, se recicla, evoluciona o se transfiere, aunque de modos
legítimos y previsibles según su naturaleza y las fuerzas que actúan sobre ello. Los días
de la semana, la tabla periódica y la octava de la música occidental se basan en la Ley
de Siete.
Uniendo los tres elementos (círculo, triángulo y hexada) obtenemos el eneagrama. Es
un símbolo que representa la integridad de una cosa (el círculo), cómo su identidad
resulta de la interacción de tres fuerzas (el triángulo) y cómo evoluciona o cambia con
el tiempo (la hexada).
Gurdjieff enseñaba el eneagrama mediante una serie de bailes sagrados, explicaba que
debería considerarse un símbolo divino, móvil, no estático. Sin embargo, en ninguno
de los escritos publicados de Gurdjieff ni de sus discípulos habla del eneagrama de los
tipos de personalidad. Los orígenes de ese eneagrama son más recientes y se basan
principalmente en dos fuentes modernas.
QUÉ ES EL ENEAGRAMA (Eneas = nueve)
El modelo del Eneagrama se aplica para delinear los procesos cosmológicos y el
desarrollo de la conciencia humana. Se trata de un diagrama, de una estrella de nueve
puntas, que puede ser utilizado para trazar el proceso de cualquier acontecimiento,
desde su principio y a través de todas las etapas de progreso de dicho evento en el
mundo material, pero nuestro enfoque es psicológico y está aplicado al estudio del
carácter humano.
El propósito principal del eneagrama es descubrir el tipo al que pertenece cada uno,
descubriendo así nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, a fin de lograr
en definitiva nuestra libertad, sanación y acercamiento a Dios. Es un viaje de
autoconocimiento. La compulsión típica de una personalidad se experimenta como
una fuerza básica que nos conduce como una fijación a reaccionar de manera
irresistible especialmente cuando permanece escondida, sin reconocer por nosotros
mismos. Todo ello debido a ciertas pautas o mandatos asimilados e introyectados en
nuestra infancia. "Nunca confíes en nadie". Si no tomas el poder, lo perdiste". Lo más
importante es ocultar los sentimientos. "No estamos en un mundo perfecto". "Yo no
valgo", "No soy digno de ser amado", "No merezco amor". Es como la imposibilidad de
llegar a ser lo que somos auténtica y verdaderamente.
El descubrimiento de esta compulsión supone una ruptura de la estrategia defensiva
cuidadosamente escondida que una persona ha desarrollado para su propia seguridad
y una existencia significativa. Cuando esta fuerza o compulsión que nos dirige no ha
sido enfrentada directamente tiene gran influencia en las decisiones que tomamos
sobre los que tenemos o no que hacer y cómo pensar en nosotros mismos en relación
con los demás.
El Eneagrama desde Gurdjieff:
El propósito principal del eneagrama es descubrir el tipo al que pertenecemos cada
uno, descubriendo así nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, a fin de
lograr en definitiva nuestra libertad, sanación y acercamiento a Dios. Es un viaje de
auto-conocimiento.
GEORGE GURDJIEFF: Rusia 1877. El Eneagrama ingresó en la cultura occidental a
través de las Escuelas de Gurdjieff, quien trabajó con sufíes y otras escuelas
tradicionales de conocimiento del tema en oriente. Posteriormente fue desarrollado
por Oscar Ichazo, boliviano y fundador del Instituto Arica, estudioso del yoga,
zen...quien desarrolló una aplicación al estudio psicológico del carácter.
El eneagrama tiene una larga pero velada historia. Se cree que se originó en
Afganistán, casi hace unos dos mil años; quizás en los primeros años de la influencia
cristiana en Persia y luego se infiltró en los círculos musulmanes después de que esta
religión invadiese Asia Central y el Subcontinente de India.
Hasta el anterior siglo ha permanecido estrictamente como una tradición oral y secreta
sólo dada a conocer a los adeptos del sufismo. Lo que en Occidente se conoce del
Eneagrama tuvo su inicio con George Gurdjieff, si bien no hay una descripción escrita
de dicho trabajo.
A Oscar Ichazo se le atribuye el conocimiento del eneagrama sufí en círculos
académicos, primero en Chile, de donde es originario y luego en EEUU. Ichazo se educó
en Bolivia y Perú y fue introducido en la tradición sufí del eneagrama por un hombre
cuyo nombre él prefirió no revelar. Algunos años después Ichazo atrajo la atención de
algunos miembros de Esalen (California), entre las que se encontraban Claudio
Naranjo, O`Leary, Helen Palmer y otros prestigiosos psiquiatras que actualmente
enseñan dicho conocimiento. El sistema del eneagrama fue introducido por primera
vez de manera pública en el Curso de Experiencias Religiosas realizado en 1971 en la
Loyola University de Chicago y posteriormente en distintos seminarios y talleres por
todo el planeta en los que se ha podido constatar experimentalmente la validez de
este sistema.
PROPÓSITO DEL ENEAGRAMA:
El propósito principal del eneagrama es descubrir el tipo al que pertenece cada uno,
descubriendo así nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, a fin de lograr
en definitiva nuestra libertad, sanación y acercamiento a Dios. Es un viaje de
autoconocimiento. La compulsión típica de una personalidad se experimenta como
una fuerza básica que nos conduce como una fijación a reaccionar de manera
irresistible especialmente cuando permanece escondida, sin reconocer por nosotros
mismos. Todo ello debido a ciertas pautas o mandatos asimilados e introyectados en
nuestra infancia. "Nunca confíes en nadie". Si no tomas el poder, lo perdiste". Lo más
importante es ocultar los sentimientos. "No estamos en un mundo perfecto". "Yo no
valgo", "No soy digno de ser amado", "No merezco amor". Es como la imposibilidad de
llegar a ser lo que somos auténtica y verdaderamente.
El descubrimiento de esta compulsión supone una ruptura de la estrategia defensiva
cuidadosamente escondida que una persona ha desarrollado para su propia seguridad
y una existencia significativa. Cuando esta fuerza o compulsión que nos dirige no ha
sido enfrentada directamente tiene gran influencia en las decisiones que tomamos
sobre los que tenemos o no que hacer y cómo pensar en nosotros mismos en relación
con los demás.
ESENCIA Y PERSONALIDAD
Comenzaré esta disertación por aclarar a lo que me voy a referir en el presente
comentario. Nacemos siendo Esencia Divina, es decir el Amor perfecto. Al paso de los
años vamos adquiriendo lo que no somos, pero que a la sombra del embrujo de la
vida, creemos ser, algo que tomamos de fuera de nosotros mismos y que se llama
personalidad.
Amor (lo que somos: la Esencia) y miedo o egoísmo (lo que no somos pero creemos
ser, la personalidad).
Hay dos raíces para todas las emociones, amor y egoísmo. El amor debiera ser el
estado natural de la vida humana; el egoísmo es el instrumento que el miedo utiliza
para controlar y poseerlo todo. Éstos no pueden coexistir simultáneamente: cuando el
amor es mayor o aumenta, el egoísmo se evapora; como nunca fue real se extingue
ante el Sol del Amor perfecto. Cuando el egoísmo aumenta, el amor se esconde y
aguarda con cautela y celo el momento propicio a que el individuo se “abra” de nuevo
a la verdad. El amor nunca puede ser destruido, pero al estar el ser humano dotado de
ciertos derechos como el libre albedrío, si el egoísmo insiste en las ilusiones el amor
desaparecerá, dejando lugar a las perversiones de la personalidad. Cada quien decide y
enarbola su cruz. Elige tú la tuya.
El egoísmo quiere poseer Todo, y niega la invencibilidad de la entrega, sirvienta
incondicional del Amor. El amor es una corriente universal y se da libremente, es el
propio egoísmo el que insiste en que el amor debe ser poseído, dicta que obedezca
estrictamente sus severos dictados del dónde cuándo y cómo. Sin embargo en esto el
egoísmo siempre fracasará, ya que pelea la batalla equivocada. El amor nunca podrá
ser limitado ni existir por separado o aislado, el amor es unidad. Sólo mediante la
renunciación del deseo a manipular y controlar es que el egoísmo se disolverá, dentro
del infinito universal Amor eterno.
Nunca será tratando de forzar a cambiar los sentimientos la manera en que éstos
cambian. Las emociones evolucionan sólo cuando son aceptadas exactamente como
son, quiero decir libre del justificarse, del mentirse a sí mismo. La llave para lograr esto
es dejar de juzgarlas. Las torcidas y oscuras teorías del egoísmo define lo “bueno y lo
malo”, según sus torcidos y oscuros intereses. Ésta es su herramienta principal para
controlar, es entonces que si algunos deseos son buenos y otros no, la vida se
mantendrá dividida y el actuar de aquel será por lo tanto incoherente. Sólo al separar
nuestras emociones del sistema de creencias al que nos han sometido, es el medio
para utilizar su poderosa energía para nuestro desarrollo personal.
Cuando se es atacado por hordas de demonios y pensamientos y emociones son
presas de éstos, por más que se esfuercen por librarse de ellos, no habrá escapatoria.
No es por medio del antagonismo, de la lucha que podrán sobreponerse, es decir
imponerse. Será sólo cuando dejen de juzgarlos y considerarlos como malvados, quiero
decir cuando dejen de echarles a ellos la culpa, entonces se transformaran en energía
para el propio desarrollo.
A medida que uno se torna consciente, aprende y comprende que todo lo que viene a
nosotros es nuestra propia creación y no la de otros. Con la claridad de este
entendimiento dejamos de gastar energía, luchando, resintiendo o reprimiendo lo que
creamos. Esto nos posibilita para utilizar la energía de nuestros deseos para alcanzar
un desarrollo espiritual más rápido.
LAS TRIADAS
Los vértices del triángulo formado por los número 9-6-3 también representan los tres
centros en los que se divide la psique humana según el eneagrama: instinto (9),
pensamiento (6) y sentimiento (3). Los nueve tipos de personalidad se agrupan así en
tres tríadas según el "componente de la psique menos capaz de funcionar libremente"
Tríada del Instinto.
Formada por los tipos ocho, nueve y uno. Falta de sentido de identidad corporal. La
pasión básica es la IRA. "Intentan usar su voluntad para influir en el mundo sin dejarse
influir por él".Temen ser dominados o explotados. Se vuelcan en la acción para
desconectar del aquí y ahora, se resisten al presente. Son instintivos y viscerales.
"PIENSAN QUE SIENTEN" pero en realidad "HACEN".
La Ira puede seguir tres direcciones:
- Hacia el mundo: el tipo ocho. La Venganza. Ponen límite a los estímulos externos,
para no ser heridos.
- Hacia dentro y trasformación en contrario: el tipo uno. El Perfeccionismo. Reprimen
los impulsos internos, la ira es un sentimiento inadmisible para ellos.
- Hacia dentro y hacia fuera: el tipo nueve. La Indolencia. Son pasivo-agresivos,
reprimen los impulsos internos y ponen límite a los estímulos externos, para que nada
altere su equilibrio.
Tríada del Sentimiento.
Formada por los números dos, tres y cuatro. Su pasión básica es la CARENCIA. Han
perdido el contacto con su verdadera naturaleza emocional, no se sienten amados ni
dignos de ser amados. Creen que tienen que hacerse valer para que los quieran, por lo
que dependen del apoyo y la aprobación de los demás. Tienen una forma de sentir
falseada, inauténtica. Crean una imagen de sí mismos con la que se identifican. Están
orientados hacia el pasado.
"HACEN QUE PIENSAN" pero en realidad, "SIENTEN".
La carencia de un sentimiento de valía puede solucionarse de tres formas:
Trasformándolo en su contrario: el tipo dos. La Adulación. Se vuelcan en complacer a
los demás para caerles bien. El amor es vivido como aprobación.
Hacia dentro: el tipo cuatro. El Victimismo. Se concentran en lo trágico y complejo de
sus vidas, para provocar lástima y conseguir así que lo atiendan. El amor es vivido
como empatía.
Hacia dentro y hacia fuera: el tipo tres. El Engaño. Busca la valía mediante logros. Tiene
bloqueados sus sentimientos. El amor es vivido como reconocimiento.
Tríada del Pensamiento.
Formada por los números cinco, seis y siete. La pasión principal es el MIEDO. Tienen
una mente que no para de elucubrar, planear, pronosticar, dudar... Les falta
orientación interna, lo que les genera mucha ansiedad e inseguridad con respecto a lo
que les va a pasar o qué es lo que tienen que hacer, sus pensamientos están enfocados
hacia el futuro. "SIENTEN QUE HACEN" pero en realidad, "PIENSAN".
Según la forma de manejar el miedo:
Hacia fuera y trasformación en lo contrario: El tipo siete. La Planificación. Son muy
aventureros, incluso pueden tener conductas temerarias. Tienen mucho miedo de lo
que puede haber en su mundo interior.
Hacia dentro: el tipo cinco. El Desapego. Tienen mucho miedo del mundo exterior por
lo que se retiran y se aíslan del mundo.
Hacia dentro y hacia fuera: el tipo seis. La Duda. Tiene miedo al miedo. Se abre al
mundo pero para actuar en él necesita un apoyo externo que le dé las pautas o las
normas a seguir. La indecisión lo paraliza.
Rasgos distintivos de cada uno de los centros:
Rasgo
Organo simbólico
Tema principal
Vísceras (8,9,1)
Aparato digestivo
La superviviencia, la
autoconservación,
la seguridad
Preocupación
El poder y la justicia
Funciones privilegiadas El movimiento, la
acción,
la
sexualidad,
la
necesidad
de
control, la llamada a
los valores, a las
convicciones y a la
fuerza de voluntad
de las que brota la
acción.
Filtro importante de la El oído ( la escucha,
realidad
como presupuesto
de
las
propias
acciones
y
reacciones)
Palabra clave
Verbo
Corazón (2,3,4)
El Corazón
Los demás, o las
relaciones
interpersonales
(Qué
necesitan,
me aceptan, cómo
me ven?)
La imagen y el
prestigio
Los sentimientos,
las
necesidades
relacionales,
la
atención a los
mensajes y a la
comunicación
verbal y no verbal
de
los
interlocutores, la
trascendencia.
El gusto y el tacto
(permiten
establecer
relaciones)
Cabeza (5,6,7)
El cerebro
Tener una visión
global de las cosas
para
afrontarlas
objetivamente.
El
temor
a
equivocarse
El
análisis
y
síntesis, el uso de
la fantasía y de la
imaginación para
dilatar
los
horizontes,
la
elaboración
de
planes
y
estrategias,
la
objetividad y el
procedimiento
lógico,
la
capacidad
de
decisión.
El
ojo,
para
observar, recoger
datos
e
informaciones con
vistas
a
una
decisión más sabia
El conocimiento (la
vida vista como un
enigma)
La acción (la vida El
proceso
vista como desafío) interactivo (la vida
vista
como
compromiso)
Hacer, crear
Sentir
Pensar
Es importante recordar que los tres centros están presentes en cada persona, pues no
se puede vivir sin cabeza, sin corazón o sin aparato digestivo. Cada centro hace su
aportación y ofrece una perspectiva para la integración de las potencialidades
humanas.
Guía de reflexión personal:
1. ¿Qué razones puedo dar para reconocer que el Eneagrama es una herramienta
de crecimiento humano y espiritual?
2. ¿Qué es lo que aporta el eneagrama para mi crecimiento humano y espiritual?
3. Al descubrir mis compulsiones, me atrevería para mi crecimiento personal,
desenmascarar la estrategia defensiva que se esconde en cada tipología?
4. ¿Qué me aporta el eneagrama para el manejo más sano de mis relaciones
interpersonales y conmigo mismo-a?
5. ¿Qué invitación siento que me hace el eneagrama, desde el centro de energía
predominante?
Guía de reflexión grupal:
1. ¿Qué me aporta el Eneagrama para el manejo más sano de mis relaciones
interpersonales y conmigo mismo-a?
2. ¿De qué manera nos podemos enriquecer como equipos, comunidades, grupos,
desde la positividad de cada centro de energía y de cada tipología en el
Eneagrama?
3. Si el Eneagrama me da elementos para distinguir lo sano y lo malsano de mi
manera de proceder…¿en qué disposición me encuentro para dejarme ayudar
desde la herramienta en mi crecimiento personal?
4. ¿De qué manera podemos hacer uso del Eneagrama para nuestro crecimiento
espiritual?
5. ¿De qué manera nos puede ayudar el Eneagrama para crecer como grupo y no
tanto para señalarnos nuestras limitaciones o deficiencias? ¿Qué me enseña o
aprendo acerca de la manera de ser y proceder de cada uno de mis
compañeros-as de trabajo o equipo?
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 6. Mes Julio del 2009.
Test del Eneagrama Esencial:
A. Enfoco las cosas con la actitud “o todo o nada”, sobre todo en los asuntos que
me importan. Valoro muchísimo ser fuerte, sincero y fiable. Me muestro tal
como soy. No me fío de los demás mientras no hayan demostrado que son
dignos de confianza. Me gusta que sean francos conmigo y sé cuando alguien
disimula, miente o trata de manipularme. Me cuesta tolerar la debilidad en las
personas, a menos que entienda el motivo de esa debilidad o vea que la
persona hace algo al respecto. También me cuesta acatar órdenes o seguir
instrucciones cuando no respeto o no estoy de acuerdo con la persona que está
al mando. Soy mucho mejor cuando tomo el mando yo. Me resulta difícil no
expresar mis sentimientos cuando estoy enfadado. Siempre estoy dispuesto a
defender a mis amigos y seres queridos, sobre todo si considero que se los
trata injustamente. Puede que no gane todas las batallas con los demás, pero
ellos sabrán que he luchado.
B. Particularmente doy muchísimo valor a la corrección, y procuro vivir a la altura
de esos valores. Me resulta fácil darme cuenta de lo que está mal en las cosas
cuando no son correctas, y tampoco me cuesta ver cómo se podrían mejorar.
Algunas personas podrían considerarme demasiado crítico o exigente, pero es
cierto que me resulta difícil pasar por alto o aceptar las cosas cuando no están
hechas correctamente. Me enorgullece pensar que si me responsabilizo de
realizar un cometido se puede tener la seguridad de que lo haré bien. A veces
siento resentimiento cuando las personas no tratan de hacer bien las cosas o
cuando actúan de modo irresponsable o injusto, aunque normalmente trato de
no manifestarlo abiertamente. Para mí el trabajo está antes que el placer y
reprimo mis deseos, cuando es necesario para cumplir con mis obligaciones.
C. Creo que soy capaz de ver todos los puntos de vista con bastante facilidad.
Incluso a veces puedo parecer indeciso, porque veo las ventajas y desventajas
de todos los lados. Esta capacidad me es útil para ayudar a las personas a
resolver sus diferencias, a veces me lleva a percibir las posturas, asuntos y
prioridades particulares de otras personas mejor que los míos. No es difícil que
me distraiga e interrumpa cosas importantes que estoy tratando de hacer.
Cuando me ocurre eso mi atención suele desviarse hacia tareas triviales sin
importancia. Me cuesta saber qué es verdaderamente importante para mí, y
evito los conflictos accediendo a los deseos de los demás. Se me suele
considerar una persona acomodadiza, complaciente y agradable. Hacen falta
motivos muy serios para que demuestre mi enfado abiertamente a alguien. Me
gusta que la vida sea agradable, armoniosa y que los demás me acepten.
D. Soy sensible a los sentimientos de los demás. Sé ver lo que necesitan, incluso
cuando no los conozco. A veces es frustrante ser tan sensible a las necesidades
de los demás, sobre todo de su dolor e infelicidad, porque no puedo hacer por
ellos todo lo que me gustaría. Me resulta fácil dar de mí, pero a veces quisiera
ser capaz de decir no porque acabo poniendo más energía en cuidar de los
demás que de mí mismo. Me duele que las personas crean que quiero
manipularlas o controlarlas cuando lo único que trato de hacer es
comprenderlas y ayudarlas. Me gusta que me consideren una persona buena y
afectuosa, pero cuando no se me toma en cuenta o no se me valora puedo
ponerme emotivo e incluso exigente. Las buenas relaciones significan tanto
para mí, que estoy dispuesto a trabajar muchísimo para tenerlas.
E. Ser el mejor en lo que hago es un poderoso estímulo para mí, y a lo largo de los
años he recibido muchísimo reconocimiento por mis logros. Trabajo
intensamente y tengo éxito en casi todo lo que emprendo. Me identifico
profundamente con lo que hago, porque en gran medida creo que la propia
valía se basa en lo que uno realiza y el reconocimiento que obtiene por ello.
Siempre tengo más cosas para hacer de las que es posible llevar a cabo, de
modo que suelo dejar de lado los sentimientos y la reflexión sobre mí mismo
para lograr mis objetivos. Dado que siempre hay alguna actividad que realizar
me cuesta quedarme sentado sin hacer nada. Me impaciento con las personas
que me hacen perder el tiempo. A veces prefiero hacer yo un trabajo que
alguien está realizando con demasiada lentitud. Me gusta sentir y dominar
cualquier situación. Si bien me gusta competir, también soy buen jugador de
equipo.
F. Yo me describiría como una persona callada y analítica que necesita más
tiempo a solar que la mayoría de las personas. Normalmente prefiero observar
lo que ocurre en lugar de estar metido en el medio. No me gusta que me
impongan demasiadas exigencias ni esperen que sepa y diga lo que siento. Soy
más capaz de conectar con mis sentimientos cuando estoy solo que cuando
estoy con otras personas, y suelo disfrutar más con las experiencias cuando las
estoy reviviendo que cuando estoy pasando por ellas. Casi nunca me aburro
estando solo porque tengo una vida mental activa. Para mí es importante
proteger mi tiempo y energía y, por lo tanto, vivir una vida sencilla, sin
complicaciones. Me gusta ser lo más autosuficiente posible.
G. Tengo una viva imaginación, especialmente cuando se trata de lo que podría
amenazar la seguridad. Por lo general soy capaz de detectar lo que podría ser
peligroso o dañino y llego a sentir tanto miedo como si estuviera ocurriendo de
verdad. O bien siempre evito el peligro o siempre le planto cara. Mi
imaginación también me favorece la inventiva y mi sentido de humor es bueno
aunque algo excéntrico. Me gustaría que la vida fuera más segura, pero en
general dudo de las personas y de las cosas que me rodean. Suelo ver los
defectos en las opiniones ajenas. Supongo que, como consecuencia de ello,
algunas personas podrían considerarme muy astuto. Tiendo a desconfiar de la
autoridad y no me siento nada cómodo si se me ofrece ejercerla. Dada mi
facilidad para captar lo que está mal en lo que generalmente se opina de las
cosas, tengo tendencia a identificarme con causas perdidas. Una vez que me
ha comprometido con una persona o un asunto, soy muy leal a ellos.
H. Soy una persona optimista que disfruta hallando cosas nuevas e interesantes
para hacer. Tengo una mente muy activa que se mueve con rapidez entre
diferentes ideas. Me agrada hacerme un cuadro global de cómo se ensamblan
esas ideas y me entusiasmo cuando logro conectar conceptos que al principio
parecían no estar relacionados. Me gusta trabajar en cosas que me interesan, y
tengo muchísima energía para dedicarles. Me cuesta perseverar en trabajos
repetitivos y poco gratificantes. Me gusta estar en el comienzo de un proyecto,
durante la fase de planificación, cuando puede haber opciones interesantes
que considerar. Cuando se me ha agotado el aliciente por algo, me cuesta
seguir con ello, porque deseo pasar a otro asunto que me resulte más atractivo.
Si algo me deprime, prefiero dedicar la atención a temas más gratificantes.
Creo que las personas tenemos derecho a disfrutar de una vida agradable.
I. Soy una persona sensible, de sentimientos muy intensos. Suelo sentirme
incomprendido y solo porque me siento diferente a la mayoría de la gente. Mi
conducta puede parecerles un poco dramática a los demás; se me ha criticado
por ser demasiado sensible y exagerar mis sentimientos. En el fondo lo que
anhelo es sentirme conectado emocionalmente y vivir relaciones profundas.
Me cuesta valorar las relaciones del momento porque ansío lo que no puedo
tener y tiendo a desdeñar lo que ya poseo. Ese deseo de conexión emocional
me ha acompañado toda mi vida, y pregunto por qué otras personas parecen
tener mejores relaciones y una vida más feliz que yo. Poseo un sentido estético
refinado y gozo de un mundo rico en emociones y sentido.
ENEAGRAMA ESENCIAL
CORRESPONDENCIA DE TIPOLOGÍAS CON PARRAFOS
A
TIPO 8
B
TIPO 1
C
TIPO 9
D
TIPO 2
E
TIPO 3
F
TIPO 5
G
TIPO 6
H
TIPO 7
I
TIPO 4
LOS NUEVE RASGOS
Según el sistema del eneagrama existen nueve tipos de personalidad humana o nueve
rasgos característicos. Lo que se intenta no es salir de nuestro rasgo principal sino
observarlo para combatir la automatización de nuestras vidas.
1. LA IRA. El Perfeccionista-Resentido
El tipo "uno" es la ira o la cólera, entendida en todas sus variantes y matices: irritación,
frustración, insatisfacción, resentimiento, impaciencia, desdén, intolerancia, rencor.
El elevado rigor ético y de comportamiento del 1 con las exigentes expectativas que
abriga respecto de sí mismo y de los demás, le hace percibir enseguida y sufrir la
diferencia existente entre el ideal y la realidad. A pesar de todos sus esfuerzos y de su
incansable trabajo, la realidad y las relaciones siguen siendo muy imperfectas y dejan
mucho que desear. El 1 aprieta los dientes para disimular su insatisfacción y
enmascarar su ira, que le produce malestar y disgusto, porque le hace dar una imagen
demasiado humana e imperfecta de sí. Está convencido de que las personas educadas
no tienen que airarse jamás y su insatisfacción se manifiesta y se somatiza en la
tensión de su rostro y en el tono de su voz.
El 1 es una olla a presión, cuya rabia contenida y controlada, puede manifestarse bajo
diversas formas, tales como:
La superioridad: La irritación ante las limitaciones de los demás puede traducirse en
actitudes de superioridad profesional, estética, intelectual, de comportamiento.
La crítica: constante inclinación a detectar instintivamente los errores y los aspectos
negativos de las personas, así como a puntualizar sistemáticamente las cosas que no
funcionan, tanto dentro como fuera.
El perfeccionismo: excesiva preocupación por los detalles, debida a su obediencia a
normas y autoridades abstractas, a su obediencia a normas y autoridades abstractas, a
su obsesión por la mediocridad y a su impaciencia consigo mismo y con los demás.
el moralismo: tendencia a imponer los propios criterios y juicios, adoptando un tono
de sermón y de reprimenda en relación con los comportamientos considerados
erróneos, el moralismo degenera a menudo en actitudes culpabilizadoras.
El supercontrol: la tendencia a la rigidez y a la falta de espontaneidad. La tensión
provocada puede dificultar la distensión, perturbar el sueño, complicar la digestión y
originar ulceras, gastritis, etc.
Los unos tienen su salida buena logrando la serenidad del corazón mediante la práctica
de actitudes como las siguientes:
Educarse en la afirmación de lo que hay de bueno y positivo en uno mismo y en los
demás, sin atormentarse por lo que sigue siendo incompleto e imperfecto.
Ser conscientes de que hay distintos modos de hacer las cosas, sin absolutizar el propio
y menospreciar los de los demás.
Transformar la cólera en energía positiva, sin necesidad de juzgarla o de justificarla,
sino canalizándola al servicio de la justicia y de la verdad.
Tener paciencia y apreciar los pequeños esfuerzos sin lamentarse por los errores
cometidos o las oportunidades perdidas.
Aprender a reírse de uno mismo, desdramatizando los propios desaciertos y
relativizando las angustias.
Valorar la importancia de las cosas objetivamente, sin hacer una montaña de un grano
de arena, ni de una pulga un elefante.
Consolarse con la idea de que la salvación del mundo no depende de los propios
esfuerzos y confiar en la providencia.
Convivir creativamente con las propias limitaciones e imperfecciones.
Crítico de sí mismo y de los demás. Convencido de que existe una sola forma correcta.
Se siente éticamente superior. Con frecuencia utiliza palabras como "debo" o "tengo
que".
Los unos evolucionados pueden ser héroes morales con excelente capacidad crítica.
Los Uno fueron niños buenos, aprendieron a portarse bien, a ser responsables y a
hacer lo correcto. Aprendieron a controlarse con severidad. Trabajadores rectos
independientes y perfectos. Perfeccionismo. Están en contra de las cosas como están.
Ellos creen que luchan por mejorar algo. Parecen personas muy justas y de gran
moralidad. Muy poca aceptación del otro. Intentan acomodar a su pareja a sus
expectativas. Son amas de casa "perfectas y pulcras". Puritanos: son más papistas que
el Papa. Tienen voz firme y pronunciado mentón. Corrigen lo que está mal, se fijan en
la mancha, no en el traje. Se dedican a causas benéficas. Exigentes y estrictos. Exigen
respeto. Piden JUSTICIA. Miedo a dejarse llevar, a la pasión. Aristócratas ordenados y
limpios. La palabra es CONTROL. Es una no aceptación de la naturaleza. Es realista, con
convicciones fuertes, prejuicioso y rígido. El deber está por encima del placer. Interés
por los reglamentos, por las normas. Tienen la compulsión de decir "cómo debería de
hacerse". Echan mano de la razón, abogacía innata.
2. EL ORGULLO. El que da
El pecado original de los 2 es el orgullo, que en la tradición cristiana ha sido
considerado a menudo como el más grave de todos los pecados. El 2 cree estar
animado en su servicio por los más altos motivos y hacerlo todo sin segundas
intenciones. En la práctica, le resulta bastante difícil observarse a sí mismo
interiormente y percibir su subjetivismo. El aparente altruismo de esta personalidad es
la manera legítima que tiene de vivir su propio egoísmo. En cierto sentido el 2 está
convencido de no tener necesidad de los demás y de que los demás en cambio si
tienen necesidad de el; está convencido de que él no necesita a Dios, sino que Dios
tiene necesidad de su ayuda para salvar al mundo.
El orgullo, que impide la capacidad de introspección y la aceptación global, no parcial
de la verdad, puede manifestarse de diversas maneras:
La hipervaloración: tendencia a sobrevalorar los propios méritos y a creer que puede
afrontar cualquier problema contando con las propias capacidades para administrar las
crisis y acudir en auxilio del prójimo. El 2 tiene una gran necesidad de sentirse
necesario y/o indispensable en la vida de los demás.
La hipersensibilidad emotiva: excesiva sensibilidad y ansiedad frente a las críticas o los
indicios de ser rechazado. Cuando se siente herido, el 2 se cierra en sí mismo y se hace
agresivo. De vez en cuando aparece la envidia como expresión de su necesidad de
mantener dependientes a las personas de su entorno.
El hedonismo: búsqueda del placer y de toda clase de gratificaciones, incluidas las
culinarias, para compensar la falta de afecto y de ternura.
La seducción: empleo de técnicas, verbales o no para atraer sobre sí la atención de las
personas que despiertan su interés o admiración.
La proyección: método recurrente de atribuir a los demás los propios sentimientos y
necesidades, como justificación para honrarles mediante el propio servicio y
disponibilidad.
La salida positiva del "orgulloso" consiste en practicar la humildad que no es otra cosa
que un orgullo sanado y santificado. Verse desnudo es como verse desnudo delante de
un espejo sintiendo gratitud por lo que este refleja, sin exagerar orgullosamente los
propios sentimientos, imaginándolos mayores de lo que son y sin minusvalorarse
negándose a aceptar lo que hay.
La humildad se practica a través de actitudes como las siguientes:
Aceptar las propias limitaciones, necesidades y sentimientos.
Reconocer que las propias motivaciones, a la hora de ayudar a los demás, están a
menudo mezcladas con exigencias personales de fondo.
Darse cuenta de que cuando estalla la cólera o el resentimiento es porque hay
necesidades reprimidas o insatisfechas que piden ser atendidas.
Aprender a ser uno mismo, más que esforzarse en complacer a los demás.
Quererse a uno mismo independientemente de la utilidad práctica que uno pueda
suponer para el prójimo.
Dejarse querer por los demás, sin ceder a la necesidad de comprar o ganarse su afecto
con el propio esfuerzo.
Alegrarse cuando las personas se hacen independientes y autosuficientes.
Encontrar espacios para estar a solas con uno mismo, como oportunidad para la
profundización interior.
Exige aprobación y afecto. Busca ser amado y apreciado volviéndose indispensable
para otra persona. Entregado a satisfacer las necesidades de los demás. Manipulador.
Los dos evolucionados son personas genuinamente consideradas y solícitas.
Los Dos poseen una tremenda necesidad de afecto y aprobación. "¿Les pareceré
simpático?" Desean ser amados, protegidos y sentirse importantes en la vida de los
demás. Durante su infancia estas personas obtuvieron amor y seguridad complaciendo
las necesidades de los demás. Por ello son muy intuitivos para captar la necesidad
ajena.
La persona orgullosa se siente tan maravillosa que no necesita exhibirse, pero su
máxima necesidad es la atención para lo cual seduce: a cada uno le da lo que quiere.
Promete más de lo que cumple. Le atraen las emociones y las caricias, necesita gente
para abrazar y contactar. Es un dar para recibir un estar en el otro para que le hagan
caso. Como princesas. Es una niña buena pero puede resultar fatal. Seduce con total
inocencia "Ya sé que soy maravillosa, pero no lo hago queriendo".
3. LA VANIDAD. El organizador. Falsificación.
El engaño o la mentira es el pecado capital del 3, una personalidad que busca el éxito
en todo cuanto hace para lo cual trata de embellecer y manipular la realidad. El 3
recurre a un montón de trucos para enmascarar la verdad o para vender sus propias
ideas o productos. Es un maestro del arte de la manipulación que emplea en lugar de
la honestidad, porque esta convencido de que las mentiras son un modo de transmitir
la verdad, pues considera que es verdadero todo lo que funciona.
La tendencia al engaño, más o menos evidente, puede manifestarse de las siguientes
formas:
La orientación al éxito: el 3 es instintivo y competitivo por naturaleza y no le interesan
más que los resultados. Sabe imprimir enseguida la marcha adecuada para avanzar
tanto en el campo profesional como en el de las relaciones.
El arte de la manipulación: se expresa en su instintiva habilidad para suscitar la
admiración y el favor de los demás y para exponer sus proyectos de manera
convincente a la hora de conseguir todo tipo de apoyos.
El pragmatismo: su filosofía de la vida está orientada a la acción, a posiciones y
estrategias concretas. Para el 3 es verdadero lo que es práctico y no existen verdades
objetivas.
La atracción sexual: esta personalidad se sirve de sus especiales aptitudes sociales y
comunicativas para despertar la atención y ganarse las simpatías, convencido de que
toda conquista afectiva es un nuevo éxito.
La ambigüedad. Tendencia a vivir de dos maneras diferentes: la más visible es la
orientada al exterior y está hecha de apariencia, de imagen y de adaptación, la otra
tiene que ver con el mundo interior y es más genuina, privada y protegida.
La salida buena de los organizadores consiste en integrar la virtud de la verdad, que se
cultiva mediante la práctica de actitudes como las siguientes:
Ser transparente y jugar con las cartas boca arriba, sin esconderse detrás de la
profesión, el cargo o la imagen.
Ser consciente de las mascaras y trucos que se emplean para manipular al prójimo o a
uno mismo.
Prestar más atención a los sentimientos y las necesidades del corazón, sin proyectarse
instintivamente en la acción o en los propios proyectos.
Saber percibir las diferencias entre la acción y el sentimiento, especialmente en las
relaciones interpersonales.
Reconocer la discrepancia existente entre la imagen pública que se quiere dar y el
mundo privado que se quiere esconder.
No permitir que la eficacia sea el principal criterio para valorar las situaciones y a las
personas.
Afrontar con humildad el misterio de la cruz y el fracaso como senderos hacia la
verdad de las cosas y aprender a decir "me he equivocado, discúlpame".
Busca ser querido por su rendimiento y logros. Competitivo. Obsesionado con la
imagen de triunfador y con status comparativo. Maestro de las apariencias. Pueden
aparentar ser más productivos de lo que son en realidad. Confunden su ser real con la
identidad del trabajo. Lo tres evolucionados pueden ser líderes efectivos, buenos
presentadores, capitanes de los equipos vencedores.
Los Tres fueron niños que recibían premios por sus logros y puesto que eran amados
por sus logros aprendieron a reprimir sus propias emociones y a adquirir el rasgo que
les garantizara el amor. La idea era esforzarse mucho para lograr el reconocimiento,
asumir posiciones de liderazgo y ganar, siendo muy importante evitar el fracaso.
Aparentan optimismo y bienestar, abandonando sus emociones y trabajando para
obtener recompensas externas. El trepador, el ejecutivo, la "superwoman" que a todo
llega.
Son muy activos y evitan el tiempo libre si no les hace escalar u obtener buenos
resultados. Su autoestima depende de su rendimiento. Su vida familiar es de anuncio:
"Viajamos juntos, hablamos mucho con los chicos, jugamos a tenis". Interpreta la
imagen profesional requerida. Competitivos, pasión por el éxito. Sienten que son sólo
lo que aparentan, una mujer puede identificarse con su bonita forma, su modo de
vestir (su máscara). Muy perfecto pero alienado. "No sé quien soy, pero lograré lo que
me proponga", "Debo ser el mejor para que me tengan en cuenta". Arrogantes,
ambiciosos, entusiastas, enérgicos, dominantes, tipo neutro, controlado, frío en las
emociones, gestos estudiados. Se encuentra mal en soledad, necesita ser admirada. No
pierde las formas, solo muestra su tristeza en la intimidad.
4. LA ENVIDIA. El Romántico - La comparación
La envidia, el pecado capital de los 4 es un sentimiento provocado por el deseo de
tener lo que no está al alcance de uno. Nace de percepción de la carencia de algo o de
alguien. Este sentimiento puede asumir una connotación sexual (el deseo de mantener
relaciones con alguna persona), social (la ambición de pertenecer a una clase
privilegiada o de desempeñar un papel importante), material (la codicia de bienes
físicos, casas, vestidos, alimentos...), intelectual (la atracción por personas cultas,
eruditas y estimulantes).
La envidia puede manifestarse de las siguientes maneras:
La pobreza de la imagen personal: La envidia parte de una insatisfacción por lo que se
es o lo que se tiene, el individuo tiene dificultad para aceptarse y reconciliarse consigo
mismo.
La competición: el miedo a encontrarse con alguien que podría resultar mas atractivo e
interesante que el lleva al 4 a entablar una competición para no perder la batalla. La
pugna puede situarse en el campo de la imagen, del vestido, del estilo de la vida, de las
armas de seducción empleadas para conquistar la atención de alguien.
La intensidad emotiva: para sentirse vivo y especial, el 4 busca todo cuanto es
profundo, hermoso y doloroso, y rechaza la rutina y la vulgaridad.
El maridaje con el sufrimiento: el sufrimiento es un aliado porque crea intensidad de
sentimientos, riqueza de vida, sensibilidad exacerbada y mayor profundidad en el
encuentro con los demás. A veces el 4 se desposa con el sufrimiento ensimismándose
en el papel de victima o incomprendido.
-la búsqueda de afecto: la superación del sentimiento de vacío, de soledad y de
abandono se produce mediante la Búsqueda de alguien que le ame de verdad, para
conseguir esa relación puede hacerse dependiente del otro.
La salida de los "cuatros" consiste en saber descubrir el equilibrio y la armonía
mediante la practica de actitudes como las siguientes:
Aceptar serenamente la insatisfacción de los propios deseos.
Aprender a satisfacerse sanando la tensión entre la atracción por lo que no hay y la
repulsión por lo que hay.
Vivir el presente, sin dejarse llevar por la nostalgia del pasado ni buscar
compensaciones imaginarias soñando con un futuro maravilloso.
No ceder a la autocomplacencia, sino encauzar las propias energías en acciones
constructivas, desarrollando las propias capacidades sociales.
Valorar con serenidad y apertura lo que es único y exclusivo y lo que es normal y
ordinario, tanto dentro como fuera de uno mismo.
-Transformar las propias heridas en compasión y comprensión para con los
sufrimientos de los demás.
Recuperar el equilibrio de la propia vida sentimental.
Amarse y aceptarse, aprendiendo a ser buena compañía para uno mismo.
Atraído por lo inaccesible; el ideal nunca está presente en el aquí y el ahora. Trágico,
triste, artístico, sensible, original; concentrado en el amante ausente, la pérdida de un
amigo.
Los cuatro evolucionados son creativos y pueden ayudar a mitigar el dolor en los
demás; están comprometidos con la belleza y vida apasionada: nacimiento, sexo,
intensidad y muerte.
De su infancia, los Cuatro recuerdan el abandono y como resultado sufren de un
sentimiento de carencia y de pérdida. Se quedan concentrados en el amor perdido, en
el amor imposible. Se deprimen con frecuencia. Algunos lo aceptan de forma fatalista,
permaneciendo en largos periodos de autoaislamiento, otros luchan contra la
depresión a través de una frenética hiperactividad, si bien los hay que pueden
profundizar en lado mas oscuro de las personas a través del arte. La melancolía crea
una atmósfera de dulce lamento, haciendo que los cuatro se sientan intensamente
vivos en estos cambios emocionales.
Se mantienen a una distancia segura, no muy lejos para que la nostalgia familiar no se
convierta en desesperación. Tiene miedo a ser nuevamente abandonado. Están en la
comparación. "Aquel tiene algo que a mi me falta". Buscan seres poderosos para
emparejarse, gente protectora. Tienden a despreciar a quien les ama ya que sienten:
"Qué poco vale esa persona que me aprecia, siendo como soy tan poco valiosa"
Carencia, necesidad de ser llenado con algo de fuera. Están en la queja. Rasgos físicos,
marcado entrecejo, falta de volumen corporal, imagen original, cara de bruja. Atraen el
amor necesitando más. "Se echa al suelo para que le levanten". "Intentos de suicidio
para llamar la atención". Nunca están conformes con su pareja. Intentan ampliar su
cultura y conocimientos para emular a los otros, llegando a ser muy refinados o
artísticos. No se conforman con ser como el otro, además quieren cortarle la cabeza.
Hay cierta relación con las maneras homosexuales. Son celosos "Si me quieren, no
valen lo suficiente. Críticos y mordaces
5- LA AVARICIA. El Observador-La Negación
El 5 tiende a retenerlo todo para si. Tras haber construido con esfuerzo su patrimonio
intelectual y su mundo personal, no está dispuesto a privarse de lo que tiene o de lo
que sabe por miedo a empobrecerse. La avaricia se manifiesta en distintos contextos:
en el ámbito intelectual como tendencia a no comunicar los propios conocimientos e
intuiciones; en el ámbito afectivo, como inclinación a no compartir los sentimientos y a
mantenerse emotivamente distante; en el ámbito social como resistencia a implicarse
y a emplear el tiempo en cosas superficiales; en el ámbito material, como apego
excesivo a las cosas queridas.
Las modalidades concretas en que puede expresarse la avaricia son las siguientes:
La autonomía: el 5 tiene una especial necesidad de exclusividad e independencia,
posee una gran capacidad de supervivencia y manifiesta un estilo de vida austero.
Acumular conocimientos: esta personalidad se distingue por su especial predilección
por ampliar su patrimonio intelectual mediante la reflexión y la discusión incluso sobre
conceptos abstractos y mediante la lectura de temas interesantes y estimulantes.
Distanciamiento emotivo: esta tendencia se advierte en el limitado nivel de
autoconciencia emotiva, en la sensación de vulnerabilidad en la relación con las
personas al nivel de los sentimientos y en el miedo a la implicación afectiva y al
consiguiente peligro de dependencia.
La huida de los compromisos: el 5 se siente incomodo a la hora de asumir
compromisos a largo plazo, porque podrían privarle de la necesaria libertad e
independencia. Puede por ejemplo negarse al matrimonio porque le nacimiento de los
hijos le exigiría emplear un tiempo y unas energías que no esta dispuesto a sustraer a
otras esferas vitales de su existencia.
Dejarlo para más tarde: Prefiere observar y pensar a actuar y tiende a diferir la acción y
a renunciar al propio protagonismo.
La salida que tienen los "cuatro" para su crecimiento consiste en cultivar la virtud del
desinterés que se practica mediante actitudes como las siguientes:
Compartir los propios conocimientos sin temor a empobrecerse.
No dar por supuesto que la manera de pensar de uno sea superior a la de los demás,
sino ser conscientes de que hay diversos tipos de inteligencias.
Tomar la iniciativa de revelar los propios sentimientos para establecer relaciones de
intimidad.
Implicarse en la acción y con los demás a fin de disminuir el propio aislamiento
Esforzarse por trabajar en equipo, sin limitarse a confiar en los propios recursos.
Dejar que la vida sea maestra, mejor que depender de los propios esquemas mentales
de referencia
Mantenerse en contacto con la propia corporeidad y encauzar las energías hacia la
acción.
Mantiene una distancia emocional con respecto a los demás. Protege su privacidad, no
se conecta. Se siente agobiado por los compromisos y las necesidades de los demás. Se
aísla de los sentimientos, de las personas y de las cosas.
Los cinco evolucionados pueden poseer excelente poder de decisión, pueden ser
grandes intelectuales y monjes.
Son personas tímidas, cerradas e introvertidas, les gusta vivir aislados o solos, lejos de
las tensiones emocionales. A menudo desconecta el teléfono y están apartados en los
grupos.
De niños, los Cinco se sintieron invadidos, por lo que guardan su espacio y su
privacidad. El mundo exterior es percibido como invasivo y peligroso, así que se
conforman con lo poco que tienen antes de arriesgarse a salir de casa. Y lo que tienen
es gran imaginación y gran capacidad de pensamiento. Encontrarán formas de evitar el
contacto. Viven su propia vida como espectadores, intentando no involucrarse. Sienten
gran necesidad de afecto pero se ven paralizados para acercarse por lo que vive
desconectado de sus emociones creando un enlace mental con el mundo. Son los
sabios solitarios.
Avaricia de Tiempo o de energía (no sólo de dinero). Es un cerrarse para no dar. "Si doy
lo poco que tengo, me quedo sin nada". Se cansa de la vida social pero en su retiro
goza de cada relación con el recuerdo. Se siente carente, retiene lo que posee. Agrede
mediante la retirada del cariño. Prefiere estar libre de obligaciones, huye del
compromiso. Prefiere confiar en sí mismo. Se guardan lo que sienten, no lloran
fácilmente. Tienen problemas sociales de comportamiento. Se amuralla para no ser
invadido. Sin movimiento, como catatónicos. Desconecta del otro a través del
desconectar de sí. Orden intelectual. Inaccesible. Se siente atrapado por todo.
6. LA COBARDIA. El que duda.
El pecado radical del 6 es el miedo, un sentimiento que surge cuando se prevé una
amenaza y que puede deberse a causas externas o internas. La amenaza o la sensación
de peligro pueden ser reales o imaginarias y puede guardar relación con realidades
presentes o futuras. El 6 es un especialista en idear escenarios catastróficos y es
prisionero de sus propias trampas mentales.
Los miedos que le torturan tienen diversos nombres: miedo al cambio, miedo a
equivocarse, miedo a lo desconocido, miedo a la soledad, miedo a la critica, a la
hostilidad, al engaño o a la traición...
Frente a estos miedos, encuentra seguridad y refugio en la autoridad externa y en
aquellas instituciones que representan puntos firmes de referencia para su acción. Los
sufíes definieron a la Iglesia Católica como una iglesia constituida por tipos 6 pensaban
efectivamente que el sistema romano se basaba excesivamente en el temor y había
llevado a muchas personas a tener miedo de Dios, del clero, de los pecados mortales,
de sí mismos y de su propio cuerpo. Especialmente en el periodo que precedió al
Vaticano II, la Iglesia a través de la fidelidad y la obediencia a sus verdades absolutas e
indiscutibles, se presentó como un lugar ideal para las personas inseguras.
El miedo de los 6 puede asumir diversas manifestaciones:
La incertidumbre crónica: el 6 vacila, no porque esté confuso acerca de las tareas que
debe realizar, sino porque cuestiona sus propias capacidades. A menudo carecen de
confianza personal, dudan de sí mismas, vacilan a la hora de tomar decisiones y
tienden a recoger constantemente nuevas informaciones para no correr el peligro de
equivocarse.
La dependencia: La recuperación de la seguridad personal se produce a través de la fiel
observancia de reglas y normas y la obediencia a la autoridad, mientras que las
situaciones no estructuradas provocan ansiedad.
La sospecha: El 6 no se fía fácilmente de las personas y tiende a dudar de las
intenciones de los demás. Presta atención a dudar de las intenciones de los demás.
Presta atención a los mensajes verbales y no verbales o a los significados ocultos,
desconfía y critica a quien transgrede y esta siempre atento a prevenir eventuales
peligros.
La intolerancia ante la ambigüedad: esta personalidad tiene necesidad de claridad, de
llamar a las cosas por su nombre y no soporta la idea de la ambigüedad, por eso puede
mostrarse rígido e inflexible frente a aspectos o interpretaciones de la verdad que no
coinciden con la suya propia o que le parecen dudosas y ambivalentes.
La búsqueda de amistad: el 6 evita el peligro de ser rechazado promoviendo una
imagen positiva de si a través de la hospitalidad, la afabilidad y la amabilidad a veces
pecando de obsequioso o exageradamente fiel.
La salida del "seis" está en desarrollar la virtud del valor, que puede cultivarse
mediante la práctica de actitudes como las siguientes:
Consolidar la propia autoridad interior.
Aprender a correr riesgos y a tomar decisiones para ganar confianza en uno mismo.
Crecer más en los valores de fondo que en las normas o en las instituciones.
Privilegiar la acción, en lugar de obsesionarse con elucubraciones mentales teñidas de
miedos y peligros a menudo imaginarios.
Responsabilizarse de las propias opciones y acciones, sin esconderse detrás de la
autoridad.
Expresar con claridad las propias ideas sin dejarse llevar por el miedo o por la duda
frente a las posibles reacciones o críticas.
Promover la propia autonomía e independencia, tomando decisiones en sintonía con
los propios valores, aunque puedan contrastar con el parecer de los demás.
Ser audaces, no tener miedo a tener valor.
Temeroso, obediente, lleno de dudas. El pensar sustituye al hacer, teme hacerlo por
temor de ser atacado al exponerse. Es leal a la causa, vacila, se siente perseguido y se
rinde cuando le acorralan. Al sentirse acorralado sale a enfrentar el terror de forma
agresiva.
Los seis mas trabajados pueden ser excelentes miembros de un equipo, soldados leales
y buenos amigos. Trabajan en una causa de la misma manera que otros trabajan para
su beneficio personal.
Los Seis, de jóvenes, recuerdan haber temido a las personas que tenían poder sobre
ellas y haber sido incapaces de actuar por sí mismos. Para aliviar esta inseguridad
tratan de encontrar una figura protectora sólida o ir en contra de la autoridad. Brindan
lealtad a una institución protectora como la Iglesia, una empresa... Son en extremo
leales, encuentran en el grupo su identidad y su seguridad. La duda, incapacidad para
decidir, miedo al castigo. Su vacilación deriva de su inseguridad.
Son paranoicos, se sienten vigilados. Son bastante tímidos, depende del subtipo (6belleza, 6-Fuerza o 6-conservación). Lucha contra el miedo. Obediente con los de
arriba, autoritario con los de abajo. Necesita apoyarse en otro, busca la alianza por
temor a la propia indefensión. Tendencia a controlar sin permitirse el instinto o la
intuición. Los hombres Seis tuvieron problemas con el padre. Tienen un nivel muy alto
de culpa. Una vez tomada una decisión, aún continúan con la duda. Los Seis Fuerza
necesitan demostrar su poder en cualquier situación para prever que nadie se le
vuelva en contra, por miedo.
7. LA GULA. El epicúreo-El escapista
El pecado de los "7" es la destemplanza. No se trata solo de una avidez limitado a los
pecados de la gula, sino de una inclinación general al exceso y a la inmoderación.
El peligro está en idolatrar el placer, un peligro especialmente presenta en la actual
sociedad del bienestar, que alimenta la cultura de la gratificación y de la satisfacción
inmediata de deseos y apetitos diversos. El pecado de destemplanza puede expresarse
a nivel cultural, en la necesidad de asistir a cursos, de vivir nuevas experiencias, de
hacer viaje. A nivel físico en la necesidad de satisfacer al cuerpo con los placeres de la
cocina y del sexo. A nivel social en la exigencia de establecer nuevos contactos,
conocer a otras personas y vivir nuevas e interesantes aventuras. Si el 4 tiende a fijarse
en sus carencias, el 7 considera que nunca ha experimentado lo suficiente.
La tendencia a excederse puede manifestarse de las siguientes maneras:
El permisivismo: orientación instintiva a satisfacer las propias necesidades
concediéndose la libertad de obrar de acuerdo con el deseo del momento
El narcisismo: amor desmesurado a uno mismo, que puede traducirse en el
exhibicionismo y el protagonismo o en la necesidad de aparecer como superior a los
demás intelectual o socialmente.
La seducción: el 7 puede valerse de su encanto social para resultar agradable y ganarse
la benevolencia, el apoyo y la admiración de los demás.
La falta de perseverancia: el entusiasmo demostrado ante los estímulos y las
novedades se traduce en abandono frente a las dificultades, a menudo los 7 escurren
el bulto cuando hay que sacrificarse, ser tenaces y seguir adelante.
La rebelión: se da en el 7 una actitud de oposición a la autoridad, especialmente
cuando esta puede turbar su optimismo o ejercer algún tipo de control sobre su
libertad y su imaginación.
La salida de los "siete" consiste en interiorizar la virtud de la sobriedad, que se cultiva
mediante la práctica de actitudes como las siguientes:
Valorar cada momento con todo lo que de bueno y creativo puede ofrecer.
Llevar adelante los compromisos adquiridos, sin buscar evasiones, distracciones o
cambios.
Escuchar al que sufre sin necesidad de pintar las cosas de color de rosa
Saber discernir prudentemente las prioridades. Sin dejarse llevar por el impulso del
momento.
No imponer el propio ritmo ni el propio humor a los demás, sino saber adaptarse a las
circunstancias y a las personas.
Amar y celebrar la vida y su aspecto gozoso, pero no a expensas del lado oscuro de la
existencia.
Aceptar la enfermedad y las cruces cotidianas como aportación a la propia maduración
humana y espiritual.
Experimentar el silencio y la reflexión como ocasiones para acceder a lo profundo de
las cosas y no quedarse en la superficie.
Locuaz seductor, busca el placer, evita el dolor. Gastrónomo, simpático, aventurero
pero evasivo del compromiso y de los límites. Abierto, compañero divertido, no
termina lo que empieza, hace planes pero no los ejecuta. Vende su proyecto pero
embauca a otros para que lo realicen.
Los buenos sietes pueden ser buenos teóricos, renacentistas, elegantes y amables.
Los Siete en su infancia eludieron el miedo escapando por medio de las infinitas
posibilidades de la imaginación. Suele haber un padre al que se han revelado. Se
acercan a las personas para tratar de atraerlas y desarmarlas con su encanto. Adictos a
la planificación y a la diversión.
Confunde los proyectos con la realidad es un soñador un fantasioso. No tienen límites
y sienten que la vida tampoco los tiene. Ansia de satisfacción. Búsqueda del placer,
que es una huida del dolor. Complacientes. Capacidad verbal extrema, charlatán.
Vendedor, embaucador, tramposo, encantador, con poder de persuasión. La vida es
juego. Son bastante payasos y les importa la popularidad. Utiliza la astucia, es listo. Es
generoso, nunca renuncia a nada, es dulce. Su lema es "más y. Tipo gozador. Es
narcisista, posee gustos exquisitos y una atracción por las experiencias cumbre. Rehúsa
el compromiso o si lo hace no suele cumplir, y aunque parece poco fiable suele ser
muy responsable en el trabajo y lo hace con gusto.
Es optimista y siempre ve abiertas futuras posibilidades de éxito.
8. LA LUJURIA. El mandón
El pecado original del jefe es la arrogancia y/o la lujuria. Ambas tendencias nacen de la
pasionalidad y en el exceso.
La lujuria es el deseo vehemente de placeres carnales. La arrogancia es la pretensión
de estar en la verdad, de imponérsela a los demás o de afirmarla sin amor. Aun
manteniendo abiertas ambas tendencias, tomaremos en consideración especial la
arrogancia como expresión de poder que puede manifestarse de los siguientes modos.
El control: exigencia de dominar las situaciones, vencer en una competición,
imponerse en un enfrentamiento directo, hacer respetar el propio espacio y las
propias opiniones.
El predominio de la acción: la identidad de esta personalidad esta vinculada a la acción
y a los resultados concretos, con el peligro de descuidar o infravalorar la importancia
de los sentimientos en las relaciones.
El sarcasmo: a veces el 8 puede recurrir a actitudes punitivas para hacer valer su
superioridad como el sarcasmo, la ironía, la intimidación y la humillación.
La contestación: frente a las fuerzas que obstaculizan su voluntad y sus convicciones, el
8 puede oponer resistencia rechazando la colaboración, provocando el conflicto,
denunciando la injusticia y asumiendo una actitud rebelde.
La intensidad: la determinación y la aparente seguridad del 8 puede significar falta de
sensibilidad a su propio mundo afectivo, inclinación a enmascarar su vulnerabilidad y
falta de respeto para con la dignidad y el valor del otro.
Lo que deben aprender los jefes es interiorizar la virtud de la sencillez, que se cultiva
mediante la práctica de actitudes como las siguientes:
Dejar que el niño que todos llevamos dentro se manifieste y pueda expresarse.
Aprender a ser queridos y no temidos por los demás.
Hacerse más capaces de expresar el aspecto tierno y vulnerable de la propia
naturaleza.
Ser más atentos y sensibles a los sentimientos propios y a los ajenos, sin tratar de
negarlos o esconderlos.
Convencerse de que nadie es autosuficiente y de que una sana dependencia de los
demás es señal de humanidad y madurez.
Reconocer que cada cual tiene su parte de verdad que ofrecer y no pretender imponer
la propia.
Aprender a adaptarse a las personas y a las situaciones sin pretender ejercer el control
sobre las cosas.
Ser pacientes con el prójimo, reprimiendo el impulso da formular juicios apresurados y
sumarios sobre las personas.
Tiene que tener el control. Hace demostraciones de fuerza, le encantan las luchas de
poder y los enfrentamientos. Forma de vida excesiva: demasiadas cosas, sexo,
trasnochador, ruidoso. Da la cara por sí mismo y por sus amigos, combativo,
extremadamente protector.
Los Ocho evolucionados son excelentes líderes, poderosos. Tratan de proteger a sus
amistades de cualquier peligro.
Los Ocho describen una infancia combativa donde los fuertes eran los respetados y los
débiles no lo eran. La sólida coraza del Ocho protege el corazón de un niño
dependiente, prematuramente expuesto a circunstancias adversas. Para protegerse
captan de inmediato las intenciones negativas de los demás. Encuentran su identidad
como justicieros, enorgulleciéndose de su deseo de defender a los débiles.
Su asunto principal es saber quien tiene el poder para ejercer su propio poder sobre la
situación y mantener el control. Si los ocho se encuentran en una posición
subordinada, minimizarán el hecho de que la autoridad posee control sobre su
comportamiento y abusarán de los límites y de la interpretación de las reglas, hasta
tener claro cuales serán las consecuencias. El Ocho siempre considera que la verdad
siempre surge durante una riña. Los ochos no permiten que se cuestione su propia
opinión. En lugar de buscar alianzas o acuerdos, su estrategia es la total usurpación del
poder.
El modo de liberar la sobrecarga de energía que tienen consiste en excederse, crear
problemas, interfiriendo en la vida de sus amistades, excederse con la comida, el sexo
o las sustancias.
Intensidad sin medida. Rebeldía. No sienten culpa ni miedo. Primitivos pero no rencor,
pena o vergüenza. Posesivos, celosos, agresivos, competitivos. Llevan la verdad hasta
el escándalo. Gusto por los peligros, temerarios, niega las normas sociales, intolerancia
a la frustración. Son la pura acción. No pide para no arriesgarse a una negativa, lo
arrebatan. Atropelladores Rechaza la autoridad, rompe con todo obstáculo que le
impida realizar sus deseos. No aparece por los psiquiatras.
9. LA PEREZA. El mediador
La pereza es el pecado capital del 9 que tiene el peligro de abandonarse a la
inactividad y dejar para mañana lo que tendría que hacer hoy, o de dejarse influir por
el humor del momento o por las decisiones de los demás. Los pecados del 9 son por
"omisión" y tienen que ver con cosas que no se han hecho, con oportunidades que se
han perdido y con cualidades que se han reprimido y se han mantenido ocultas.
Prefiere dejar a otros, evitando los conflictos y no afrontando los problemas.
La pereza puede asumir las siguientes manifestaciones:
La resistencia al cambio: predilección por las cosas habituales y rutinarias, agresividad
pasiva, tendencia a la resignación.
El olvido de si mismo: dificultades para la introspección y para la conciencia de las
propias necesidades, renuncia a los deseos para responder a las de expectativas
ajenas, tendencia a desacreditarse, necesidad de pasar inadvertido.
La compensación: tendencia a colmar la inercia mediante actividades compensatorias,
como la dependencia del alcohol, de la comida, de la televisión, de la lectura o de un
hobby. Trata de narcotizarse para no enfrentar las situaciones difíciles
La distracción: inclinación a despilfarrar las energías en intereses del momento, sin
objetivos de fondo hacia los que orientar el propio esfuerzo.
Intensidad a través de las pertenencias: La imagen que el 9 tiene de si mismo está
mediatizada por sus contextos de pertenencia, como la familia, el ambiente de trabajo
o el grupo de amistades, que contribuyen a definir las funciones y la identidad. Y sobre
todo está la búsqueda de fusión con la pareja para compensar la débil identidad
personal.
La salida para los mediadores está vinculada a la capacidad de desarrollo de la virtud
de la diligencia, que se cultiva mediante la práctica de actitudes como las siguientes:
Asumir la responsabilidad por los dones recibidos, implicándose en la vida y con los
demás.
Encender el fuego interior de la motivación y apretar algo mas el acelerador.
Afirmar el propio valor y dignidad, conscientes de que no es posible amar al prójimo
sin amarse a uno mismo.
Desarrollar la pasión por la vida, sacando a la luz las propias energías y capacidades.
Expresar las opiniones propias y afrontar de manera constructiva los conflictos y las
diferencias, evitando hacer creer a toda costa que todo es paz y armonía.
Establecer límites y plazos en la realización de los proyectos, sin perderse en infinitas
distracciones o casas no esenciales.
Aprender a centrar la atención tomando la iniciativa, estableciendo prioridades y
tomando decisiones.
Obsesivamente ambivalente, ve todos los puntos de vista. Conoce las necesidades de
los demás mejor que las propias; agradable, manifiesta la ira en formas indirectas. Los
nueve evolucionados pueden ser excelentes pacifistas, consejeros, negociadores. Los
Nueve fueron niños que se sintieron ignorados durante su infancia, no se sentían
escuchados y las necesidades de los demás eran más importantes que las propias. Se
adormecieron y olvidaron sus verdaderos deseos procurándose pequeñas
comodidades y sustitutos para el amor.
Aprendieron a anestesiarse y a olvidarse de sí mismos al darse cuenta de que sus
prioridades probablemente no serían consideradas. Pierden el contacto con lo que
quieren al fusionarse con los deseos de los demás. Tienen dificultad en decir que no y
sienten que al entablar una relación ni siquiera se han preguntado su necesidad sino la
del otro. Se encarga de mantener la paz, de mediar, de estar de acuerdo con los otros.
No discuten nada, enseguida asumen la opinión ajena. Son lentos, se pierden en los
detalles y dan rodeos. No llegan al grano de la cuestión. Sin embargo toda esa
tolerancia guarda dentro de ellos un volcán de rabia a punto de erupción. Contienen la
ira pero la expresan como terquedad o agresión pasiva.
Es un adormecimiento psíquico, no quieren ver ni trabajarse. Pereza de ser, de sentir
su interior, Pereza a la intensidad. Su depresión es resignada. Excesivo conformismo.
Aspecto sano, como el campesino satisfecho, Sancho Panza. Tapan la realidad para no
enfrentar el dolor. “La vida es simple, no sé por qué la gente se complica". Ni siquiera
se da cuenta que sufre, está narcotizado. Se suele evadir a través del hacer cualquier
cosa inútil. Aparenta no tener problemas, si bien va experimentando un
empobrecimiento. Adopta valores del entorno.
ORÍGENES INFANTILES Y TONO DOMINANTE DE HUIDA POR EGO CON
IDEALIZACIÓN COMPULSIVA DEBIDO A LA EDUCACIÓN INFANTIL
La personalidad es en gran medida producto de la interacción que un niño tiene con
sus padres y otras personas significativas; el factor «gen» predispone a cierto
temperamento.
Uno: Se orienta en negativo hacia el padre o figura paterna de autoridad, y en positivo
hacia la madre.
"En mi niñez fui muy criticado y castigado, lo cual me generó la obsesión-por ser bueno
y perfecto, por ello huyo del enfado y lo reprimo, lo que me obliga a no decir lo que
pienso ni lo que siento realmente. Me obligaron a ser adulto antes del tiempo".
Dos: Se identifica con el padre de modo ambivalente.
"En mi niñez fui querido por ser muy agradable y no dar ningún problema, por lo que
huyo de mis propias necesidades, ya que eso destruirá la imagen que quiero
apararentar de seguir siendo agradable con tal de que me quieran, lo que me obliga a
creer saber y sentir lo que necesitan los demás y dárselo aún de ignorarme a mí
mismo, aprendí a representar el rol masculino de fortaleza inquebrantable con tal de
mantener fluidez afectiva hacia mí."
Tres: Se orienta en positivo hacia la madre y en negativo hacia el padre.
"En mi niñez me querían más por lo que tenía que por lo que era, por lo que huyo del
fracaso por ineficacia, y así mi gran necesidad de amor y aceptación, me hace
representar roles muy diferentes y contradictorios. Aprendí a tener alta autoestima a
través de los elogios y atenciones de mi madre y espero lo mismo de todos".
Cuatro: Se orienta en negativo hacia ambos progenitores.
"En mi niñez fui a abandonado lo que me causó una herida profunda de sentirme, raro,
malo o no ser nadie, por lo que huyo de lo normal y corriente, ya que ello me haría
sentir un principio de inadecuación y con ello sufriría aún más. Mi carencia de modelos
de rol me hicieron crear una identidad desde la fantasía interna".
Cinco: Se orienta con ambivalencia paterna-materna.
"En mi niñez deseé que me dejasen en paz por sentir que mi familia era muy
entrometida y exigente, por lo que huyo del contacto pues eso me haría relacionarme
y volvería a sentir los mismo. Mi química cerebral era muy hiperactiva"
Seis: Se orienta en positivo hacia el padre y negativo hacia la madre.
"En mi niñez sufrí humillaciones y falta de confianza, por lo que aprendí a dudar y a
tener miedo a todo lo extraño o a las figuras de autoridad, de las cuales huyo o tengo
dudas, pues así puedo romper las reglas sin temor al castigo".
Siete: Se orienta en negativo hacia la madre y en positivo hacia el padre.
"Mi niñez fue gris y triste, anodina, por lo que aprendí a olvidar todo lo que me pasaba,
creándome mis propios mundos; ahora huyo del dolor y la tristeza, pues eso me haría
enfrentar mi debilidad y mi escaso nivel de soportar y ceder ante la pena o la realidad.
Las figuras femeninas me producen temor por lo que las dañaré antes de ser dañado o
me serán muy indiferentes".
Ocho: Se orienta con ambivalencia hacia la madre.
"En mi niñez tuve que defenderme por mí mismo y recibí muchas palizas de mis
progenitores, lo que me hizo creer que la tiranía y el abuso así como la prepotencia es
lo idóneo; ahora huyo de la ternura, ya que eso me restaría poder y me haría débil
ante los demás. Mi madre impositora me generó como hijo rebelde y violento; solía
confundirla con mi padre".
Nueve: Se orienta en positivo hacia ambos progenitores.
"En mi niñez en casa casi nunca pasaba nada, todo era muy «Light»; me sentí ignorado
o no escuchado, por lo que me creé el hábito de no querer nada ni de que nada me
pasaba; ahora huyo del conflicto y del esfuerzo, ya que eso me quitará la apatía y la
negligencia a la que estoy acostumbrado. Mis relaciones filiales fueron buenísimas, por
lo que me identificaba más viviendo la familiaridad ajena".
POSIBLES CONDICIONAMIENTOS DE LA INFANCIA
Cada eneatipo ha quedado marcado por algunas pautas de la infancia.
TIPO 1:
Sintieron que sus padres esperaban mucho de ellos; entonces se esforzaron por ser
niños-as buenos, “niños-as 10”.
A veces percibían que la figura protectora (quizás el padre biológico) no cumplía el rol,
y ellos asumieron ese papel. Se hicieron entonces “super-responsables”.
Se ganaron la independencia siendo “perfectos”.
Construyeron una autoimagen de bondad y responsabilidad frente a los demás, menos
maduros, menos correctos que ellos.
TIPO 2:
Durante su infancia creyeron que debían anteponer las necesidades de los demás a las
suyas; que debían dar para recibir; que el afecto de los demás tiene que ganarse de
algún modo.
Se convirtieron en “ayudadores”, quizás con sus hermanos, padres, en los quehaceres.
Así recibían amor.
Reprimieron sus propias necesidades, sus propios sufrimientos, sus sentimientos
negativos, concentrándose en agradar y ayudar a los otros.
TIPO 3:
Aprendieron a obtener valía mediante un buen rendimiento, no por su ser sino por su
hacer.
Establecieron un fuerte vínculo con la persona que los crió (a veces, la madre) a quien
deseaban agradar. Querían que se sintiera orgullosa de ellos.
Tienen un mensaje incorporado (introyecto): “No está bien no estar bien”. Entonces,
que parezca que todo está bien.
Puede que se disociaran interiormente en su esfuerzo para realizar proezas externas a
fin de complacer la figura sustentadora. Con frecuencia, nada resultaba suficiente.
TIPO 4:
Sintieron que sus padres no se conectaban con ellos.
Buscaron a los padres que no tuvieron en otras personas, “salvadores”, para que los
rescataran. Gran temor al abandono.
“Se escondieron” para que repararan en ellos. Intentaron ser misteriosos, llamar la
atención de alguna manera. Con fuerte carga emocional.
TIPO 5:
Temiendo ser abrumados por sus padres, crearon su espacio privado. Luego relegaron
sus necesidades personales y se centraron en algo “objetivo”.
Callados, introvertidos, ocupados en juegos solitarios, más bien intelectuales. Sus
padres trataron de socializarlos o de inducirlos a entablar una mayor relación con otros
niños, con deportes, etc.
De niños, se desconectaron del cariño de los demás, como una defensa contra
frustración. De adultos, esto se transformará en la tendencia a involucrarse con los
otros.
Parecen haberse estancado en la fase infantil de separación (entre los dos y los tres
años y medio), cuando el niño aprende a actuar independientemente de su madre.
TIPO 6:
En la fase de separación, el niño suele apoyarse en la figura paterna. Tal vez el niño
Seis careció de ese apoyo, o lo sintió insuficiente, lo cual le hizo temer ser avasallado
por su madre.
Anhelan aprobación, y a la vez, desean defenderse de ella. Quieren ser apoyados y
temen ser avasallados. Los asusta el abandono, pero también el avasallamiento.
En una notable ambivalencia, parecen pactar con la figura paterna: ofrecen
obediencia externa, pero internamente se vuelven rebeldes, escépticos. Marcada
dualidad pasividad-agresividad.
TIPO 7:
En el plano inconsciente, experimentaron una desconexión de la figura sustentadora (a
veces, la madre) lo cual los llevó a decidir “cuidarse solos”. Quizá se sintieron
desplazados por el nacimiento de un hermano o a raíz de una enfermedad de la
madre, o su lactancia fue interrumpida.
Fase de separación conflictiva: parecen seguir buscando “objetos de transición” como
juguetes, juegos, distracciones, para ahogar la angustia de la separación.
El miedo, la frustración y el dolor quedan tapados por la búsqueda de distracciones,
sucedáneos de lo que perdieron.
TIPO 8:
Quizá debieron “hacerse adultos” o “madurar rápido” a edad temprana, por ausencia
de uno de los progenitores o debido a otro episodio. O fueron criados en un ambiente
peligroso o junto a un adulto violento.
Las actitudes “blandas” “dulces” resultan arriesgadas. De niños, quizá se sintieron
rechazados o traicionados. Cuanto más rechazo sufrieron, más se endureció su
corazón.
Suelen ser la “oveja negra” o el “niño problema”, que se volverá un adulto disidente o
mal adaptado.
Tal vez se sintieron traicionados por uno de sus padres u otra persona adulta. O
fueron víctimas de maltratos o abusos, que los llevaron a impedir que eso se repitiese.
Si otros fueron despiadados con su familia o su entorno, el Ocho tal vez asuma esa
actitud con los demás.
De alguna manera, por uno u otro motivo, decidieron “no bajar la guardia” nunca y
cerrar el corazón.
TIPO 9:
Ante los problemas, muchos niños Nueve soslayaron los conflictos y actuaron como
pacificadores. O adoptaron la actitud de salir del medio para no causar problemas.
Nunca aprendieron a hacer valer su voluntad, o a ser independientes de sus padres. Se
mantuvieron en segundo plano.
Tanto reprimieron la rabia y la voluntad, que perdieron la conciencia de tenerlas.
Aprendieron a conformarse con lo que les daban. Lo que deseaban, pensaban o
sentían fue enterrado.
En casos extremos, pueden haber sufrido traumas físicos o sexuales en su infancia, y se
protegieron soterrándolos. Así perdieron la capacidad de contactarse profunda e
intensamente con la realidad. Y trataron de ver lo positivo aunque fuera ilusorio.
Suelen tener fama de “niño muy bueno”, un ángel.
IDEAS IRRACIONES EN EL ENEAGRAMA
1 La idea de que indefectiblemente siempre existe una solución precisa, correcta y
perfecta para todos los problemas. Por nada del mundo se puede vivir felizmente en
un lugar de imperfecciones, sin cambiarlo. Peor, si cree que sabe cómo hacerlo. Así,
busca la seguridad, el control absoluto y la verdad perfecta, a través de NO DELEGAR
NADA
2 La idea de que siempre se deberá sentir muy preocupado por los problemas y
perturbaciones de los demás, ya que los propios son tan sencillos e insignificantes. Por
lo tanto, esta entrega y deber hacia los demás aseguran un lugar especial, o el primer
lugar, EN EL CORAZÓN DE LOS OTROS
3 La idea de que se tiene la necesidad extrema de ser admirado, amado y aprobado
por cada persona significativa que se conozca. Por lo tanto, para ser tan valiosamente
estimado, se debe ser muy competente, suficiente y capaz de lograr lo mejor en todos
los aspectos posibles, teniendo en cuenta NO DESFALLECER INTERNAMENTE EN LA
EMOCIÓN.
4 La idea de que es tremendo y catastrófico el hecho de que las cosas no vayan por el
camino que se desea o se ha soñado. Esto, cree, debe ser porque la desgracia humana
se origina en las cosas externas y porque la gente, como él, tiene poca o ninguna
capacidad para controlar el desborde emocional. Sin embargo, pierde validez y deja de
pensarlo SI OTRO PIENSA LO MISMO
5 La idea de que siempre se debe conocer absolutamente todo sobre algo. Que es
necesario conocer el mundo para poder caminar seguro sobre él. Por lo tanto, es
preferible observarlo detalladamente desde un solo lugar. Las personas o cosas
superficiales no son de interés, como tampoco lo son los sentimentalismos o las
acciones. LO ÚNICO NECESARIO E IMPORTANTE ES LA MENTE
6 La idea de que todo es o puede ser peligroso y, a veces, terrible. Por lo tanto, deberá
sentirse inquieto por ello y deberá pensar en que ocurrirá. Además, para evitar
equivocarse, deberá depender de alguien más fuerte o más sabio en quien confiar,
para que de la ORDEN O AUTORIZACIÓN NECESARIAS
7 La idea de que es mucho más fácil evitar que afrontar todas las dificultades y
responsabilidades de la vida. Por lo tanto, cualquier situación dolorosa, o simplemente
desagradable, puede nublar el día. ¡No! Todo tiene su lado alegre, sabroso y chistoso.
ES CUESTIÓN DE SINTONIZAR OTRA EMISORA.
8 La idea de que la mayoría de la gente es vil, malvada, infame. Deben ser seriamente
culpabilizados y severamente castigados por su maldad. Claro que es más terrible ser
la persona sumisa o la víctima, porque contribuyen a que gente así exista. PODRÍA
HACERLES PAGAR POR SU INJUSTICIA.
9 La idea de que algo que ocurrió antes, y generó conflictos, puede ocurrir de nuevo y
volver a conmocionarlo, afectándole indefinidamente. Por lo tanto, deberá no actuar o
solamente hacer aquello que ya dio UN ÚTIL Y FELIZ RESULTADO.
MECANISMOS DE DEFENSA EN EL ENEAGRAMA
Los Unos usan la transfiguración de la reacción para evitar la furia abierta y mantener
su autoimagen de perfectos. (La transfiguración de la reacción consiste en sentir una
cosa y hacer exactamente lo contrario como cuando, no obstante resentidos, actúan
agradablemente).
Los Dos usan la represión de las demandas y sentimientos propios para evitar sentir
que necesitan y mantener su autoimagen de ayudadores disponibles. (La represión no
permite reconocer sentimientos " inaceptables", sino que los convierte en la más
atractiva fuente de energía emocional).
Los Tres usan la identificación (hacer el camaleón) para evitar el fracaso y mantener su
autoimagen de seres exitosos. (La identificación es un tipo de rol intenso donde uno
mismo se recrea y a la vez se esconde, en la imagen).
Los Cuatro usan la introyección para evitar la ordinariedad y mantener su autoimagen
de seres auténticos, especiales y diferentes. ( La introyección o dramatización, es tanto
un esfuerzo por superar las deficiencias trayendo valores de fuera de sí mismo, como
el hábito de internalizar reproches por lo que sale mal).
Los Cincos usan el aislamiento para evitar el vacío y mantener su autoimagen de
sabihondos. (El aislamiento puede ser físico y geográfico, pero también significa
amputar las emociones propias en una operación completamente mental).
Los Seis usan la proyección para evitar la transgresión (y el autorechazo) y mantener su
autoimagen de seres fieles, leales y obedientes. (La proyección es una manera de
atribuir a otros lo que uno no puede aceptar en sí mismo, tanto lo positivo como lo
negativo).
Los Sietes usan la racionalización para evitar el dolor y mantener su autoimagen de
seres positivos, optimistas y divertidos. (La racionalización es un estilo de explicar y
justificar todo para mantener lejos el dolor, y negarse a admitir responsabilidad).
Los Ochos usan la negación para evitar la debilidad y mantener una autoimagen de
seres fuertes y poderosos. (La negación es un tipo de redireccionamiento poderoso de
la atención y los sentimientos, basado en la premeditación y el control).
Los Nueve usan la narcotización para evitar el conflicto y mantener su autoimagen de
seres en paz, cómodos y armoniosos. (La Narcotización se hace usando la comida y la
bebida, la recreación - paseos, visitas, televisión -, o modelos absolutamente
repetitivos de pensar y de hacer, que lo mantengan a uno dormido). No es extraño
pues, que inmersos en una cultura tan de corte Tres, todos caigamos tan fácilmente en
ésta, tanto como comportamiento, como en la proliferación de la drogadicción física.
Eje Vida Comunitaria y Trabajo en Equipo
2. Psicología del Trabajo en Equipo desde una perspectiva Ignaciana
PSICOLOGÍA DEL TRABAJO EN EQUIPO DESDE UNA PERSPECTIVA IGNACIANA
Preparado por P. José Alberto Idiáquez, sj
La Invitación de un psicólogo práctico
En la Octava Parte de las Normas Complementarias de Las Constituciones de la
Compañía de Jesús, se lee lo siguiente: Lo que más ayuda a crear y aumentar la
comunión entre todos los miembros de la Compañía es la actitud mental y afectiva con
que nos estimemos y aceptemos mutuamente como hermanos y amigos en el Señor;
porque también aquí ´la interior ley de la caridad y el amor que el Espíritu Santo escribe
e imprime en los corazones ha de ayudar para ello más que ninguna exterior
constitución´28.
Esta formulación, dirigida al cuidado y al fortalecimiento de un cuerpo apostólico, es
también, desde una perspectiva ignaciana, aplicable en la organización y consolidación
del trabajo en equipo. Retomamos este texto porque pensamos que llevar a la práctica
las Constituciones y los Ejercicios Espirituales significa profundizar en la espiritualidad
ignaciana, entendida como una vida bajo la conducción y el impulso del Espíritu de
Jesús, por un lado; y por otro, la espiritualidad ignaciana no se puede separar de la
Cultura Organizativa de la Compañía de Jesús. “Nuestro Modo de Proceder”, frase tan
repetida por Ignacio, sintetiza la manera en que los jesuitas viven su vocación y
laboran en su misión. El gobierno de la Compañía, como lo entendió Ignacio, no es
para promulgar leyes. Es para unir ánimos y potenciar las cualidades de la personas
que van a ser parte de un cuerpo apostólico (Constituciones, No 666).
Ignacio de Loyola, psicólogo práctico y de tenacidad a prueba de fuego, conoce muy
bien el alma humana, cualidades que le posibilitan convertirse en un modelador de
personas al estilo de Jesús. En los Ejercicios Espirituales y en las Constituciones de la
Compañía de Jesús, dos obras que se complementan mutuamente, podemos
encontrar a un Ignacio que sabe mantener el equilibrio entre persona y colectividad;
rectitud y benignidad; severidad y mansedumbre; rigidez y flexibilidad. Nada más
alejado de la realidad que pensar en los Ejercicios Espirituales como un medio de
fortalecer nuestro individualismo, nuestras actitudes egoístas y todo aquello que le da
la espalda a la solidaridad humana. Entrar en la propia interioridad a la manera de
Ignacio, no significa huir del mundo para encerrarse sobre uno mismo; al contrario,
implica asumir una actitud confiada en la que rescatamos lo mejor que hay en
nosotros, porque “los deseos del Espíritu son vida y paz” (Romanos 8,6).
Desde esta perspectiva cobra un significado especial nuestra realidad sencilla de cada
día. En nuestro quehacer cotidiano podemos comprobar si nuestra espiritualidad
28
Constituciones de la Compañía de Jesús- Normas Complementarias, Mensajero, Bilbao,
1995, p.382
posibilita vivir con sentido, con optimismo y disponibilidad, superando cualquier falsa
seguridad, para dejarme guiar por el Espíritu del Señor, que me puede pedir transitar
por nuevos horizontes y cambiar comportamientos que me han marcado a lo largo de
mi vida. No se trata de idealizar lo cotidiano. Todos hemos experimentado lo que es el
cansancio en el trabajo, la frustración, el desgaste de algunas jornadas conflictivas, la
mediocridad de nuestra conducta y la de nuestros compañeros(as). Y al mismo tiempo,
hemos constatado que lo más importante no se manifiesta en los aires de grandeza o
en grandes discursos, sino en el servicio sencillo y generoso a los demás: quien quiera
ser el primero que sea el servidor de todos (Mc 9, 35).
Tiempos difíciles para el trabajo en equipo
Desde las diversas experiencias de trabajo en equipo, en parroquias, colegios,
universidades, centros de investigación, medios de comunicación, centros de
espiritualidad, casas de formación de nuestra provincia centroamericana, no pocas
personas recibirán con incredulidad y escepticismo esta invitación a unir mentes y
corazones en el grupo en que realizan sus labores diarias. La insistencia en el éxito, el
consumo desmedido, la competitividad y la realización que promete el dinero, opacan
todos los esfuerzos que invitan a la solidaridad y al servicio al otro(a). Algunos
pensarán que los tiempos de las transformaciones sociales y de las grandes
revoluciones son parte de un triste pasado, en que los grandes ideales se convirtieron
en una terrible ingenuidad y una gran decepción. Esta actitud es comprensible si
tomamos en cuenta que los grupos humanos están construidos por individuos
concretos –mujeres y hombres-, que van cargando sus propias historias personales.
Cada persona es un pequeño mundo en el que confluyen esperanzas, potencialidades,
miedos, carencias, necesidades básicas, historias dolorosas de vida.
Muchos de los conflictos individuales tienen su origen en esa complejidad de nuestro
mundo, pleno de carencias. Las materias pendientes en el pensum de nuestros
procesos personales no nos abandonan, aunque nos hayan asignado puestos de
dirección o de liderazgo. Desde la antropología psicológica y la psicología social se hace
énfasis en la imposibilidad de evitar el conflicto en las relaciones humanas y en los
equipos de trabajo. Y al mismo tiempo se insiste en la necesidad de manejarlo
constructivamente, si realmente queremos crecer como personas y colectividades que
buscan ser eficaces en el servicio que prestan a la sociedad.
Si unimos la complejidad de nuestras historias personales con los conflictos sociales
que vivimos en nuestros días, la situación se torna muchísimo más complicada. En la
actualidad, nadie se salva de iniciar su día en ambientes y contextos sociales de
sobresaltos y malas noticias. Para constatar este hecho, basta con leer los periódicos
matutinos, escuchar las noticias radiales o ver las imágenes que presentan los
diferentes canales de televisión. Este primer contacto nos permite captar que las
informaciones mismas y la manipulación que no pocos medios de comunicación hacen
de algunos temas, transmiten a la población un sentimiento de impotencia e
incertidumbre: crisis económica mundial, despidos masivos, pandemias, luchas
interétnicas, incremento del índice de criminalidad, crecimiento de la desconfianza de
los sistemas políticos por el aumento de la corrupción y el tráfico de influencias,
migraciones masivas y el surgimiento de reaccione xenófobas o de odio y rechazo al
inmigrante…
Un ciudadano mexicano, entrevistado en una cadena televisiva norteamericana, en
relación a la influenza AH1N1, sintetizaba esta situación diciendo: estoy seguro que no
vamos a morir por la fiebre porcina. Moriremos de miedo, si los medios de
comunicación y el gobierno siguen manejando esta enfermedad de la manera en que lo
han estado haciendo. Hay mucha tensión y ansiedad en la población. Cada familia
busca la manera de protegerse, pero cada día aparece algo nuevo que aumenta la
tensión”. En otras palabras, podemos decir que el miedo y la insolidaridad invaden
nuestro quehacer cotidiano. Algunos cientistas sociales como Giddens o Beck afirman
que vivimos en “la sociedad del riesgo”. Detrás de los avances tecnológicos nos
encontramos con muchos peligros que pueden producir desequilibrios en nuestro
“nicho social y laboral”. Las experiencias concretas nos obligan a aceptar que los seres
humanos estamos mal equipados para enfrentar la vida (Shopenhauer).
Los conflictos y resistencias grupales: algunos peligros
Cuando hacemos relación a conflictos y resistencias, sin pretenderlo, hacemos alusión
a lo que ocurre en el interior de las personas, a lo que sucede cuando interactúan en
los grupos y, por más que lo evitemos, casi siempre nos atrapa una visión pesimista y
caótica del conflicto. En nuestros países centroamericanos, rápidamente hacemos la
conexión entre conflicto o crisis, con los conflictos armados y la resistencia armada que
se desarrolló en los años 80 en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. La cultura de la
violencia y la muerte se han instalado con fuerza en nuestro modo de vida. Este
fenómeno ayuda a comprender la desconfianza que algunas personas muestran
cuando se afirma que el buen manejo del conflicto y la resistencia grupal, puede
convertirse en un medio eficaz para promover la cohesión en los equipos de trabajo.
Siempre que hay conflictos entran en juego factores psicológicos, grupales, sociales y
culturales. Las historias personales toman cuerpo y se hacen presentes en las
relaciones intrapersonales, intragrupales e intergrupales. Compleja labor, que dificulta
elaborar una mínima clasificación que nos permita recabar datos para un diagnóstico.
Estas dificultades en la comprensión del tema obligan a realizar una tipología que tome
como punto de partida el contexto en el que se desarrolla el trabajo en equipo. Desde
una experiencia concreta en la Provincia centroamericana, intentaremos hacer una
descripción de tres tipos de obstáculos que pueden entorpecer seriamente un
proyecto regional, al mismo tiempo que ponen en riesgo la existencia del grupo de
trabajo y la misión que han asumido.
a)-Un primer obstáculo: Lo mejor es lo nuestro y debemos evitar la “contaminación”.
Lo encontramos en las actitudes de algunos directores o responsables de grupos que
se niegan a realizar cualquier tipo de colaboración o trabajo en redes. El razonamiento
de fondo parecer ser éste: “Únicamente lo que hago yo, mi institución y mi equipo de
trabajo es lo que realmente vale la pena. Todo lo que viene de afuera y de otros
grupos es de baja calidad y no amerita que llevemos adelante un trabajo conjunto”. En
este caso nos encontramos con una manifestación de resistencia a la transformación
que los seres humanos, las instituciones y las diferentes organizaciones, consciente o
inconscientemente, crean para defenderse de lo nuevo. En tiempos de globalización,
un grupo o institución con mentalidad de isla, está condenado a desaparecer. La
estrechez de visión del líder o director obliga al equipo a moverse por los angostos
caminos de la tradición, que al final se convierten en una especie de camisa de fuerza.
En este contexto, con mucha frecuencia se acude a las glorias pasadas y se escucha con
frecuencia: “Siempre hemos hecho las cosas de esta manera y hemos sido exitosos”.
O: “Muchas instituciones y agencias internacionales continúan solicitando nuestro
apoyo y nos consultan. Como toda organización humana, el equipo responde a la
actitud sana o patológica del líder o director. Y esta patología se expresa en la ausencia
de diálogo, en una comunicación limitada, que se reduce a recibir órdenes o líneas de
trabajo. Así se pierde la creatividad individual y grupal. Todo está prohibido y
controlado en una relación patrón-empleado. Y en caso de que algún miembro del
grupo presente una opinión diferente, se acude al recurso de la autoridad para
“resolver” el problema. El resultado es el visible estancamiento del equipo y el silencio
como la principal estrategia para proteger el puesto de trabajo o para no sentirse
excluido. Se asume el modo de proceder y la dinámica de la vida de la selva. Un
periodista panameño lo formula así: En la selva… el mayor error que podrías cometer
es criticar los hábitos o el modo de hacer del León y sus cachorros. Tu jefe puede que
no sepa, pero puede (porque manda). Y ésta es la ley suprema de la selva 29.
b) Un segundo obstáculo: La confusión entre protagonismo personal y misión
En este caso, no se respetan deliberadamente los límites entre el protagonismo
personal y la misión. Puede ser el líder, el director o varios miembros del equipo
quienes entablan una competencia en nombre del éxito y consolidación de la misión.
Pero en el fondo, lo que se busca es cámara y protagonismo personal. En este caso, el
grupo se convierte en una plataforma para realizar proyectos personales,
presentándolos como el “bien más universal”. Los miembros del equipo pueden sentir
una extraña sensación, que puede ser comparada a la de ir caminando en medio de
una densa bruma en la que, aunque algo se ve a distancia no se puede definir ni su
forma ni su naturaleza.
Las fronteras y los entornos están lejos de ser claros y precisos y una especie de
ansiedad grupal impide que la misión de dirección dé coherencia a la visión, porque
ésta se modifica y redefine según las coyunturas y los intereses personales. Se
confunden los profundos deseos individuales con las estrategias del proyecto común.
Por todos los medios se trata de evitar el diálogo que permita sacar a la luz lo que
realmente está sucediendo. Hablar de un conflicto en el equipo es poner en peligro los
grandes beneficios del proyecto que se lleva a cabo. La situación es algo parecida a la
que generan los gobiernos populistas dictatoriales: atacar el proceso “revolucionario”
es ir en contra de los intereses de las grandes mayorías. La arrogancia y la
autosuficiencia – como en el primer obstáculo señalado- están inevitablemente
29
Pérez Anton, Francisco. Ética desfachatada para pequeños saltamontes, La Prensa, Sábado
13 de enero de 2001, Panamá. P. 8. El subrayado es nuestro.
presentes en todos los argumentos y mecanismos de defensa que se utilizan. En un
ambiente así, los líderes o directores no necesitan aprender porque siempre tienen la
razón. Se imponen las decisiones porque las consultas y los consensos son pérdida de
tiempo. La escucha no es necesaria porque los errores tienen sus justificaciones.
Desde esta experiencia se constata que lo peor de todo son los jefes que rehúsan
cambiar y hacen exigencias que no concuerdan con el esfuerzo del conjunto 30.
c) Un tercer obstáculo: Los conflictos entre personas
Estas situaciones surgen cuando dos o más personas del equipo trasladan al grupo
conflictos emocionales de diversos tipos. Pueden ser competencias profesionales,
relaciones de dependencia, envidias, celotipias, o relaciones afectivas que no han sido
bien manejadas. Desafortunadamente, esos conflictos se cargan al grupo creando
ambientes enrarecidos. Cada individuo en conflicto busca alianzas, hasta llegar a
situaciones en las que “o estás conmigo o contra mí”. Llega un momento en que no se
sabe con certeza si lo que se evalúa está relacionado con el trabajo o con las discordias
entre las personas en contienda. Los que no están involucrados en el problema sienten
que están entrampados en una guerra de baja intensidad, que en algunos momentos
se expresa con actitudes violentas y faltas de respeto. Captan el sufrimiento de las
personas que generan el conflicto por los cambios bruscos entre el miedo y la rabia
que aparecen en ellas sin mayores razones. Incluso, algunos se deprimen o sufren
quebrantos de salud, pero no se sabe cuál es la mejor manera de salir del atolladero.
La incomodidad llega a tal punto que algunos deciden apostar por la certidumbre de
los malos resultados para evadir encuentros desagradables. Sin embargo, todos están
seguros que peligra el respeto mutuo y el servicio que se presta en la misión. En este
contexto, algunos se preguntan: ¿De verdad quiero apostar por este equipo? ¿Qué
sentido tienen estos conflictos personales? ¿Hacia dónde vamos?.
En los tres obstáculos mencionados se dificulta la realización de una misión con una
visión y unos valores que fomenten la colaboración y la creatividad en cada uno de los
miembros del equipo. En estos casos, con sus diferencias, dos elementos aparecen
como fantasmas demoledores en la vida del colectivo de trabajo. El primero, el
manejo insano de las relaciones entre director-súbditos y entre los miembros del
grupo. El segundo, la manipulación que busca perpetuar el poder. Las relaciones
insanas ahogan la libertad de las personas e impiden la creatividad y la autonomía de
los miembros del grupo. Apoyarnos en el equipo de trabajo para convertirnos en el
“todopoderoso” implica ponerle un disfraz a nuestra estatura humana y atentar contra
la integridad de las personas. Nada más denigrante que las “ayudas” que se hacen
desde el poder con ropaje de solidaridad, pero que en realidad son una vil
manipulación en provecho de los propios intereses personales. Estos dos elementos
unidos, explican la dificultad de diseñar una misión con una visión clara y, al mismo
tiempo, posibilitan captar las incongruencias entre las palabras y las acciones de
aquellos que abusan del poder y de la autoridad.
30
Kotter, John P. La verdadera labor de un Líder. Editorial Norma, Colombia 1999, p. 107
Construir puentes para unir mentes y corazones
En el Principio y Fundamento [EE 23], Ignacio pone las bases sobre las que edifica el
gran proyecto de los Ejercicios Espirituales: el hombre es criado para alabar, hacer
reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su ánima; y las otras
cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre y para que le ayuden en la
prosecución del fin para que es criado… Dios nos regala la vida para que la vivamos con
un sentido y además pone a nuestra disposición cosas que nos faciliten conseguir el
“fin para el que has sido creado”. En consecuencia, el arte de vivir ignaciano se centra
en “saber usar de las cosas” tanto cuanto nos ayuden y “saber alejarse de ellas” tanto
cuanto sean un obstáculo para nuestro desarrollo humano. Toda una estrategia para
situarse efectivamente ante el mundo y la vida.
Desde la perspectiva de la espiritualidad ignaciana hay una conexión entre servir a Dios
y servir a la humanidad; entre la interior ley de la caridad y la actitud mental y afectiva
con la que realizo mis actividades cotidianas; entre nuestro seguimiento a Jesús y la
misión que realizo en la sociedad. Ese modo de situarse ante Dios, la sociedad y el
mundo genera una actitud vital que se convierte en una especie de conexión espiritual,
que nos permite identificar a quienes están en la misma frecuencia. Es justo a este
punto al que nos quiere conducir el texto de las Normas Complementarias con las que
iniciamos esta reflexión.
Lo fundamental y lo más importante que brota de esa actitud mental y afectiva con la
que estimemos a nuestros compañeros es el profundo respeto a su dignidad como
personas, que nos permite valorar sus cualidades y aceptar sus limitaciones. Configurar
un equipo de trabajo no es exactamente lo mismo que la ejecución de tareas. Sin
duda, la excelencia de la tarea realizada dependerá de la estructuración del grupo
como un todo, formado por individuos que se identifican con una misión concreta y
que ven en su organización laboral un punto de referencia vital con sentido de
pertenencia. Este ambiente genera un modo de hacer y de pertenecer para el que es
sumamente vital la comunicación.
Es muy difícil pensar en un grupo en el que no existe la comunicación, porque ésta
posibilita la recreación del colectivo y potencia el crecimiento de cada uno de sus
miembros. Sin el “nosotros” del grupo no hay manera de formar equipo, y sin
comunicación no hay equipo de trabajo. El P. Arrupe formula este reto de la siguiente
manera: lo gigantesco de la obra y su dificultad ha de ser el mejor argumento y fuerza
para demostrar e impulsar a una labor de equipo (team work) que es enteramente
contraria al Individualismo (hoy tan extendido), provincialismo y asistencialismo, dando
un vuelo internacional mundial= católico a la obra de cada uno31.
Con mucha sabiduría ignaciana, el P. Arrupe encuentra la fuerza dinamizadora del
trabajo en equipo en la fusión entre lo grandioso de la obra y su dificultad. Esa
afirmación lleva implícita la aceptación de las tensiones personales y grupales que no
se pueden evitar en las organizaciones sociales. La madurez de un equipo de trabajo
31
Arrupe, Pedro, S.J. Aquí me tienes, Señor. Apuntes de sus Ejercicios Espirituales (1965).
Ediciones Mensajero, Bilbao 2002, p. 83. El subrayado es del autor.
no se mide por la ausencia de dificultades, sino en la actitud mental y afectiva con la
que se aborda la comunicación para aclararlas respetuosamente, por un lado; y por
otro, en la libertad de cada uno de los miembros para sacrificar los intereses
individuales en beneficio del proyecto colectivo. Aprender a manejar los conflictos
grupales, es también asegurar la sobrevivencia del equipo y su misión. Manejarlas
adecuadamente exige hacer uso de dos actitudes complementarias. La primera es la
actitud compasiva32. El servicio a Dios y a la humanidad es una obra grandiosa que
invita a la inclusión y a la colaboración. La actitud compasiva (Lc 6, 36-38) facilita el
despojarse de todo los que es arrogancia y prepotencia en la relación humana. En este
contexto, la comunicación se convierte en una experiencia de autenticidad y
sinceridad, porque lo que se comunica brota de las profundidades del sentir. Para
Ignacio, el sentimiento es un instrumento efectivo para conectarnos con lo real; y
desde el sentir, pide que nuestras acciones y operaciones sean puramente ordenadas
[EE 46].
La actitud compasiva en el servicio a Dios y a la humanidad, al mismo tiempo que nos
invita a buscar el “bien más universal”, a través de la comunicación y la colaboración
con otros grupos, también nos exige una actitud humilde en el modo de realizar
nuestra misión y de situarnos en el contexto social en el que vivimos. Esta segunda
actitud, nos capacita para crear un alma personal y colectiva alejada de las presiones
que los líderes o directores, “oficiales” o no, ponen en práctica para desarrollar sus
ansias de control, de poder y dominio sobre el grupo. La conexión espiritual que la
actitud de humildad genera en el ambiente, posibilita al grupo adaptarse a los cambios
que exige la misión, según los tiempos, lugares, circunstancias y personas33. Este
modelo proporciona el más alto nivel de eficacia en el equipo, con un máximo de
satisfacción en cada uno de sus miembros. La capacidad de delegar, el ejercicio de
consultar y la búsqueda de consensos, se convierten en una invitación a los individuos
para que asuman el objetivo común como propio y las decisiones grupales
incrementan la cohesión del colectivo. La coherencia entre palabras y acciones se
convierte en expresión de una visión en servicio de la misión. San Ignacio escribía a
Sor Teresa Rejadell en 1536: el que precisa poco, comprendo poco y ayuda aún
menos34. Para Ignacio, es claro que, cuando se sabe lo que se persigue, se consiguen
los medios adecuados para alcanzar el fin pretendido. Desde una perspectiva
ignaciana, la eficacia no se puede construir desde una aspiración ilusoria, debe partir
de un contexto real y concreto. De lo contrario, los ideales grupales se convierten con
facilidad en ilusiones engañosas, que nos conducen a la frustración y a la pérdida de
motivación en la realización de la misión.
32
En Hebreo, compasión es el plural del nombre que en singular significa útero. En este
sentido, la compasión hace relación a todo lo que es vida, cuidado; lo que brota de lo profundo
del corazón y de las entrañas. Veáse Borg J. Marcuse. “Jesus, Compassion, and Politics”. En
Meeting Jesus AGAIN for the First Time. The Historical Jesus & The Heart of Contemporary
Faith. Harper, San Francisco 1994. Pp 47-48.
33
Fórmula del Instituto de la Compañía de Jesús. En Constituciones de la Compañía de
Jesús…, Op. Cit., p. 34
34
Cusson, Gilles S.J. Los Ejercicios Espirituales y La Experiencia Cristiana. I Jornada de
Espiritualidad Ignaciana, Provincia de Aragón, Noviembre de 1999, p.10
A Modo de Conclusión
Fortalecer el sentido de identidad y de pertenencia, al mismo tiempo que se fomentan
los ideales y valores utópicos que animen y movilicen hacia el objetivo común, se
convierte en una necesidad indispensable para favorecer la creatividad grupal y para
ofrecer motivación y estabilidad al equipo de trabajo. Eso implica tener la intuición
para captar las necesidades del grupo y una comprensión del entorno social y cultural
en el que se desarrolla la labor. Formulado metafóricamente el ideal ignaciano,
podríamos decir que la mesa del equipo se sostiene sobre cuatro patas: sobre la base
del respeto, la comunicación, la actitud compasiva y la humildad; y el mantel que la
cubre es el Servicio a Dios y a la humanidad, y tiene un color de la estima y aceptación
mutua entre hermanos y amigos en el Señor. Esta intuición de la pedagogía ignaciana
es una herramienta que nos ayuda a caminar sabiendo lo que pretendemos: la
propuesta de metas claras, la precisión en los objetivos, el consenso en la organización
y la planificación de las tareas a realizar, el fomento de la formación permanente. Todo
esto se convierte en una fuente de realización personal y una motivación en la
cohesión del grupo.
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1. ¿Me aporta algo esta reflexión para mi experiencia de trabajo en equipo?
2. ¿Has detectado algunos de los conflictos señalados en tu grupo de trabajo? ¿Cómo
los manejas?
3. ¿Cómo describirías tu aporte personal en el desarrollo y cohesión de tu equipo de
trabajo?
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN GRUPAL
1. ¿Cuáles son los principales desafíos de tu equipo de trabajo?
2. ¿Sientes que el grupo de trabajo es un referente en el que te realizas como persona?
3. ¿Qué es lo que más te gusta y lo que más te tensiona en tu equipo de trabajo?
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 7. Mes Agosto del 2009.
Eje Identidad Cristiana
2. El anuncio del Reinado de Jesús. El Mesías.
Preparado por el P. Luis Gutiérrez, sj
JESÚS EL PROFETA DEL REINO DE DIOS
Cuando Jesús deja el desierto, cruza el río Jordán y entra en la tierra que Dios había
regalado a su pueblo. Era por al año 28 de nuestra era y Jesús tiene unos treinta y dos
años. No se dirige a Jerusalén ni se queda en Judea, se va, directamente a Galilea, y
vivirá en Cafarnaún, junto al mar.
Lleva fuego en su corazón y necesita anunciar a aquellas pobres gentes una noticia que
le quema por dentro: “he venido a poner fuego en la tierra” (Luc. 12,49). Cafarnaún es
una aldea importante pero no como Tiberíades. Las casas son modestas, sus calles
polvorientas, que se convierten en barrizales en tiempo de las lluvias. Su población es
judía, a excepción de los cobradores de impuestos y algunos funcionarios y tal vez una
pequeña guarnición del ejército de Antipas. Sus habitantes son gente modesta,
bastantes campesinos que viven de los productos del campo y las viñas de las
cercanías, pero la mayoría vive de la pesca.
Al parecer Jesús simpatiza pronto con las familias de pescadores, especialmente Pedro
en cuya casa se hospeda habitualmente. Le dejan sus barcos para moverse por el lago
y hablar con la gente sentada en la orilla. Sus mejores amigos son: Simón, Andrés,
Santiago y Juan, hijos del Zebedeo. Una de las mujeres que le acompaña hasta el final
es Salomé y, también María de Magdalia, curada por Jesús y cautivada por su amor
para siempre.
Jesús no se instala. Quiere difundir la noticia del Reino de Dios por todas partes. No es
posible construir su itinerario, pero sabemos que recorrió los pueblos situados en
torno al lago; visitó las aldeas de la baja Galilea: Nazaret, Caná, Naín y llegó a las
regiones vecinas de Galilea: Tiro y Sidón, Cesarea de Filipo y la Decápolis. Evita las
grandes ciudades de Galilea como Tiberíades, la nueva y espléndida capital, construida
por Herodes Antipas. Cuando Jesús se acerca a ciudades grandes no entra en ellas sino
que se detiene en las aldeas donde se encuentran los más excluídos: gente de paso y
vagabundos errantes que duermen fuera de las murallas.
Generalmente va acompañado de un pequeño grupo de seguidores. Cuando se
desplaza de una aldea a otra, busca entre los vecinos personas dispuestas a
proporcionarles comida y un sencillo alojamiento. Su lugar preferido es la sinagoga o el
espacio donde se reúnen los vecinos, sobre todo los sábados. Era el mejor marco para
dar a conocer la buena noticia del Reino de Dios. Es el mismo Jesús el que recorre las
aldeas invitando a “entrar en el Reino de Dios que está ya irrumpiendo en sus vidas”.
Las parábolas e imágenes que Jesús extrae de la vida de estas aldeas vienen a ser
“parábola de Dios”.
La curación de los enfermos y la liberación de los endemoniados son un signo de una
sociedad de hombres y mujeres sanos, llamados a disfrutar de una vida digna de hijos
de Dios. Las comidas abiertas a todos los vecinos son símbolo de un pueblo invitado a
compartir la gran mesa de Dios, el Padre de todos.
Jesús ve en esta gente el mejor punto de arranque para iniciar la renovación de todo el
pueblo. Estos campesinos hablan arameo, como él, y es entre ellos donde se conservan
de manera más auténtica la tradición religiosa de Israel. En las ciudades es diferente,
además de arameo se habla también algo de griego, lengua que Jesús no dominaba;
además la cultura helenista está allí muy presente. Es muy probable que hay otra razón
más poderosa en su corazón. En las aldeas de Galilea está el pueblo más pobre y
desheredado, despojado de su derecho a disfrutar de la tierra regalada por Dios. Aquí
encuentra Jesús, como en ninguna otra parte, el Israel más enfermo y maltratado por
los poderosos, aquí es donde Israel sufre con más rigor los efectos de la opresión.
En las ciudades, por el contrario, viven los que detentan el poder, junto con los
colaboradores: dirigentes, grandes terratenientes, recaudadores de impuestos. No son
ellos los representantes del pueblo de Dios, sino sus opresores, los causantes de la
miseria y el hambre de estas familias. La implantación del Reino de Dios tiene que
comenzar allí donde el pueblo está más humillado. La semilla del Reino solo puede
encontrar buena tierra entre los pobres de Galilea y solo entre ellos Jesús se siente
libre para anunciar el Reino.
La vida itinerante de Jesús en medio de ellos es símbolo vivo de su libertad y de su fe
en el Reino de Dios. El no vive de un trabajo remunerado; no posee casa ni tierra
alguna; no tiene que responder ante ningún recaudador; no lleva moneda alguna con
la imagen del César. Ha abandonado la seguridad del sistema para “entrar
confiadamente en el Reino de Dios”. El Reino de Dios se va gestando allí donde ocurren
cosas buenas para los pobres.
La pasión por el Reino
Nadie duda de esta información que proporcionan las fuentes: Jesús “fue caminando
de pueblo en pueblo y de aldea en aldea predicando y anunciando la buena noticia del
Reino de Dios”. Podemos decir que la causa a la que Jesús dedica en adelante su
tiempo, sus fuerzas y su vida entera, es lo que él llama “el Reino de Dios”. Es, sin duda
el núcleo central de su predicación, su convicción más profunda, la pasión que anima
toda su actividad. Todo lo que dice y hace está al servicio del Reino de Dios. Todo
adquiere su unidad, su verdadero significado y su fuerza apasionante desde esa
realidad. El Reino de Dios es la clave para captar el sentido que Jesús da a su vida y
para entender el proyecto que quiere ver realizado en Galilea, y, en definitiva, en
todos los pueblos.
Es sorprendente que Jesús solo habló del Reino de Dios, no de la Iglesia. El Reino de
Dios aparece ciento veinte veces en los sinópticos; la Iglesia solo dos veces en Mateo
(Mt 16-16 y 18-17).
Lo señalan todas las fuentes. Jesús no enseña una doctrina religiosa para que los
oyentes la aprendan bien. Anuncia un acontecimiento para que aquella gente lo acoja
con gozo y con fe. Su objetivo no es perfeccionar la religión judía, sino contribuir a que
se implante cuanto antes el añorado Reino de Dios y con él la vida, la justicia y la paz.
Jesús tampoco se dedica a exponer nuevas normas y leyes morales. Les anuncia una
noticia: Dios ya está aquí buscando una vida más dichosa para todos. Hemos de
cambiar nuestra mirada y nuestro corazón.
Aunque Jesús habla constantemente del Reino de Dios, nunca explica directamente en
qué consiste. Aquellas gentes que lo escuchaban, de alguna manera barruntaban de
qué les estaba hablando, pues conocen que su venida es la esperanza que sostiene al
pueblo. Jesús, sin embargo, les sorprenderá cuando vaya explicando cómo llega ese
Reino, para quién va a ser buena noticia o cómo se va a acoger su fuerza salvadora. Al
menos tenían a Dios como buena noticia.
El Reino de Dios era un símbolo ya conocido, que recogía las aspiraciones y
expectativas más hondas de Israel. Esta esperanza que encontraba en el corazón de su
pueblo, Jesús supo recrearla desde su propia experiencia de Dios, dándole un
horizonte nuevo y sorprendente. Si bien la expresión literal Reino de Dios no aparece
en el Antiguo Testamento, era reciente y de muy poco uso en tiempo de Jesús. Fue él
quien decidió usarla de forma regular y constante. No encontró otra expresión mejor
para expresar y comunicar aquello en lo que creía.
Jesús desde niño había aprendido a creer en Dios como creador de los cielos y la tierra.
Israel se sentía seguro y confiado. Todo estaba en manos de Dios. El pueblo expresaba
su fe con júbilo a Dios como rey: “digan a los gentiles, Yahvé es rey”. Él gobierna todos
los pueblos rectamente. Pero, cuando se estableció la monarquía en Israel, los reyes
no respondieron a la esperanza puesta en ellos.
Dios había liberado a Israel de la esclavitud de Egipto para crear un pueblo libre de
toda opresión y esclavitud: no habría esclavos entre ellos, no abusarían de los
huérfanos ni de las viudas, se tendría compasión de los extranjeros. A pesar de las
denuncias de los profetas, el favoritismo de los reyes a favor de los poderosos, la
explotación de los pobres en mano de los ricos y los abusos e injusticias de todo
género llevaron a Israel al desastre. El resultado fue el destierro a Babilonia. La
pregunta que se hacían: ¿Dónde estaba Dios el rey de Israel?.
Los profetas no se dejaron arrastrar por la desesperanza. Dios restauró a aquel pueblo
humillado y de nuevo lo libraría de la esclavitud. (Isaías 52,7). Dios sigue amando a su
pueblo y le ofrece una vez más su perdón. El pueblo vivía un nuevo “éxodo”. Malaquías
considerado el último de los profetas pone en boca de Yahvé esta alentadora noticia:
“Miren, yo envío un mensajero a preparar el camino delante de mí” (Mal 3-1). Dios
librará pronto a Israel de la opresión de las potencias extranjeras y establecerá en su
pueblo la justicia, la paz y la dignidad.
La situación se hizo todavía más desesperada con la invasión de Alejandro Magno y
después con las legiones romanas. Ningún profeta se atrevió ahora a alzar la voz.
Un tiempo después, el grito angustiado de este pueblo oprimido se oyó en medio de
unos escritores sorprendentes, los apocalípticos, que lograron mantener viva la
esperanza de Israel. El mensaje de estos visionarios terroríficos en sus formas
literarias, era esperanzador.
La era tenebrosa de desconcierto que vive el pueblo cesará para dar paso a esta nueva
paz y bendición. Sin duda Jesús conocía el libro de Daniel, escritos por los años 168-164
a.C. durante la brutal persecución de Antíoco IV Epifanes. Según Daniel, los reinos
opresores son bestias salvajes que destruyen al pueblo de Dios. Pero, después de tanta
opresión vendrá un reino humano. Dios quitará el poder de los reinos opresores y se lo
entregará a Israel. Los judíos piadosos expresan su confianza en la pronta intervención
de Dios, verdadero rey de Israel, que establecerá su reino eterno por medio del Mesías
de la familia de David.
Ya está Dios aquí
Jesús sorprendió a todos con esta declaración: El Reino de Dios ya ha llegado”. Su
afirmación era demasiado audaz, mientras Israel seguía dominado por los romanos.
Los campesinos seguían oprimidos por las clases poderosas, el mundo estaba lleno de
corrupción e injusticia. Jesús, sin embargo, habla y actúa movido por una convicción
sorprendente Dios está aquí, actuando de nueva manera, su reinado ha comenzado a
abrirse paso en las aldeas de Galilea. Esta intervención de Dios, que todo el pueblo
está esperando no es un sueño lejano; es algo real que se puede captar ya desde
ahora. En lo más hondo de la vida se puede percibir ya su presencia.
Entre las dudas de unos y el escepticismo de otros, su respuesta es desconcertante: “El
Reino de Dios no viene de forma espectacular”, ni se puede decir:”Mírenlo aquí o allí”.
Sin embargo, el Reino de Dios ya está entre ustedes. No hay que andar escrutando en
los cielos señales especiales. No hay que pensar en una llegada visible, espectacular o
cósmica del Reino de Dios. Cuando Jesús afirma el Reino de Dios ya está entre ustedes,
ese Reino no es una realidad íntima y espiritual, sino una transformación que abarca la
totalidad de la vida y de las personas. La acogida del Reino comienza en el interior de
las personas en forma de fe en Jesús, pero se realiza en la vida de los pueblos en la
medida en que el mal va siendo vencido por la justicia salvadora de Dios.
Dios no viene a destruir a los romanos ni aniquilar a los pecadores. Llega a liberar a
todos del poder último del mal. Esta batalla entre Dios y las fuerzas del mal por
controlar el mundo no es un “combate mítico”, sino un enfrentamiento real y concreto
que se produce constantemente en la historia humana. El Reino de Dios se abre
camino allí donde los enfermos son rescatados del sufrimiento, los endemoniados se
ven liberados de su tormento y los pobres recuperan su dignidad. Dios es el “anti-mal”,
busca destruir todo lo que hace daño al ser humano.
Es curioso observar cómo Jesús que habla constantemente del Reino de Dios, no llama
a Dios “rey” sino “Padre”. Su reinado no es para imponerse a nadie por la fuerza, sino
para introducir en la vida su misericordia y llenar la creación de su compasión.
Esta misericordia acogida de manera responsable por todos, es la que puede destruir
a Satán, personificación de ese mundo hostil que trabaja contra Dios y contra el ser
humano.
La manera de entender el Reino de Dios que presenta Jesús, no es la que se enseñaba
los sábados en la Sinagoga ni lo que se respiraba en la liturgia del templo. Jesús
comunica su propia experiencia de Dios, no lo que se repite en todas partes de manera
convencional. Jesús no cita las Escrituras para convencer a la gente de la compasión de
Dios. Les instruye contemplando la naturaleza o invita a los campesinos a descubrir
que la creación entera está llena de su bondad. Dios no se reserva su amor solo para
los judíos ni bendice solo a los que viven obedeciendo la ley. Tiene también compasión
de los gentiles y pecadores. No es que Dios sea injusto, lo que sucede es que no quiere
ver sufrir a nadie. Su bondad no tiene límites, ni siquiera con los malos. Este es el Dios
que está llegando.
La opción de Jesús
Dichosos los pobres, los hambrientos, los que lloran… En opinión de los biblistas estas
tres formulaciones de las bienaventuranzas que presenta Lucas, serían las palabras
auténticas de Jesús. La pobreza designa una situación anómala, contraria al querer de
Dios. Es un estado de vida fruto de la injusticia, por eso cuando Jesús declara
bienaventurados a estos pobres, no significa que ellos deben sentirse felices por su
situación, sino porque esa pobreza que Dios rechaza tiene que desaparecer con el
advenimiento del Reino, cuya concreción específica es la justicia.
Las palabras de Jesús, por otra parte, son una advertencia que hace Jesús a los que
promueven y sostienen un orden social absolutamente injusto, en el que vive la gente
de su tiempo, y, en general, la gente de todas las épocas, cuando los bienes de la
creación son absorbidos por unos pocos, con la consecuencia del empobrecimiento de
las grandes mayorías, sumidas en el hambre, dolor y lágrimas.
A muchos cristianos les molesta este lenguaje. Para entender bien el pensamiento de
Jesús, partimos de esta afirmación: Jesús no excluye a nadie, anuncia la buena noticia
del Reino a todos. Pero esa buena noticia no puede ser entendida por todos de la
misma manera. Todos son llamados a entrar en el Reino pero no todos de la misma
manera, pues la misericordia de Dios está urgiendo, antes que nada, que se haga
justicia a los pobres y humillados. Por eso la venida de Dios es una suerte para los que
viven explotados, mientras se convierten en una amenaza para los causantes de esa
explotación.
Jesús no propone una teoría sobre la pobreza; tiene ante sus ojos aquellas gentes de
su pueblo que viven humilladas en sus vidas sin poder defenderse de los poderosos
terratenientes; conoce el hambre de aquellos niños desnutridos; ha visto llorar de
rabia e impotencia a aquellos campesinos cuando los recaudadores se llevan lo mejor
de sus cosechas. Jesús se encarna en su pueblo sufriente, en los pobres, en los
excluidos.
Esa encarnación le ganó el amor de los pobres y el odio de los opresores. Son los
pobres los que necesitan escuchar, antes que nadie, la noticia del Reino en medio de
su situación injusta. No porque siempre serán ricos como los grandes propietarios, sino
porque Dios está ya viniendo para suprimir la miseria, terminar con el hambre y hacer
aflorar la sonrisa en sus rostros.. Todos deben tener en cuenta que Dios es el defensor
de los pobres. Esta es la fe de Jesús, su pasión y su lucha.
Jesús nunca alabó a los pobres por sus virtudes o cualidades, sino porque están
sufriendo injustamente. Dios se pone de su parte, no porque lo merezcan, sino porque
lo necesitan. Dios es el buen samaritano de la parábola. Dios acude al que lo necesita;
defiende a los que nadie defiende, porque es amante de la justicia. Un discípulo de
Jesús no puede cerrar los ojos ante esta realidad de tantos humanos sufrientes. No se
deja engañar por el culto ni por ninguna otra práctica religiosa. Para Dios, lo primero es
hacer justicia a los pobres. Pensamiento que queda reflejado en la oración por el rey:
(Salmo 72,4. 12-14). “Que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos de
los pobres y aplaste al opresor”.
Todas las bendiciones de Dios vendrán sobre él “si libra al pobre suplicante, al humilde
y al desvalido, si se apiada del pobre y del débil y salva la vida de los pobres, si los
rescata de la opresión y la violencia y considera valiosa su sangre”. Así experimenta
Jesús a Dios y nos llama hoy a vivir en ese mismo espíritu. Este salmo está
manifestando lo que estamos diciendo de Jesús y nos empuja a trabajar por una
sociedad más justa, solidaria e igualitaria; de lo contrario vana será nuestra fe.
Preguntas para la reflexión personal:
1. ¿Qué me dice a mi persona la opción de Jesús de una vida itinerante como
símbolo de su liberta y su fe en instaurar el Reino de Dios?
2. ¿Cuáles serían los rasgos más característicos hoy en día de la vivencia del Reino
de Dios, por el que tanto luchó y entregó su vida Jesús.
3. Si para Jesús lo del Reino de Dios fue la pasión que más anima su actividad ¿qué
es lo que me apasiona a mí hoy en la construcción del Reino de Dios.
4. Si hoy en día se me hiciera la declaración “Ya está Dios aquí” “El Reino de Dios
ya ha llegado” ¿a qué me invitaría en lo concreto de mi acción dentro de la
obra en la que colaboro?
5. ¿Qué me enseña en lo personal la opción de Jesús de preferir y llamar
“dichosos a los pobres, los hambrientos, los que lloran? ¿Mis opciones
personales van en esa línea y en atención a las personas que así viven la
pobreza, el hambre y el llanto?
Preguntas para la reflexión en grupos:
1. Todas las obras de la Compañía de Jesús, de una u otra forma, afirmamos que
deseamos y buscamos colaborar en la instauración del Reino de Dios en
Centroamérica. ¿Esa afirmación que implicaciones tiene para la obra a la que
pertenezco?
2. La Compañía de Jesús trata de hacer un puente entre Justicia y Fe. En toda la
opción de Jesús de instaurar “El Reino de Dios” hay un deseo de justicia desde
la vinculación con Dios. ¿Cómo se vive esta realidad dentro de la obra a la que
pertenezco? ¿Qué rostro tiene Jesús como profeta del Reino de Dios?
3. Al hacer Jesús una opción por anunciar “el Reino de Dios” también transmite
una experiencia de la relación con Dios. ¿Cómo se vive en la obra a la que
pertenezco la búsqueda de acciones que instauren el Reino de Dios y la apuesta
por espacios de de experiencias profundas de vinculación con Dios como Padre
y Madre?
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 8. Mes Septiembre del 2009.
Eje Espiritualidad Ignaciana
2. Ejercicios Espirituales para nuestra realidad
Tema organizado por el P. Karmelo Eguen, sj
EJERCICIOS ESPIRITUALES EN (PARA) EL MUNDO DE HOY
La pretensión de este artículo es hacer una introducción al conocimiento y
comprensión de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio35. Esa experiencia que nos
legó Ignacio de Loyola condensada en el librito, así llamado, Ejercicios Espirituales.
Experiencia que ha sido la fuente original de donde ha brotado el ser y quehacer de la
Compañía de Jesús y de tantos hombres y mujeres que han optado vivir su
compromiso cristiano al modo ignaciano.
El artículo va a constar de los siguientes apartados: a) el reto de cómo (qué significa)
vivir con Espíritu el momento histórico de nuestros pueblos; b) qué son los Ejercicios
Espirituales y de dónde nacen; c) su engranaje metodológico; d) dónde está su
genialidad; e) requisitos para sacar fruto de los Ejercicios Espirituales.
1.- Estamos viviendo un momento histórico que necesita de nuestra parte una
respuesta que sea coherente con la propuesta del Evangelio de Jesús de Nazaret. Vivir
con el Espíritu que animó a Jesús a establecer el Reinado de Dios en su tiempo, es el
reto que sigue motivando, desde nuestra realidad, a los/as que nos llamamos sus
seguidores.
¿Cómo podríamos describir nuestro momento histórico? Haremos una descripción
sucinta, sin pretender que sea exhaustiva.
Momento histórico marcado por:
El grito de los empobrecidos que reclaman la justicia que brota de la fe.
El reto de la reivindicación de las culturas autóctonas marginadas, y del
diálogo con ellas en su propia simbología.
La desintegración psicológica de las generaciones jóvenes y adultas producto
de historias personales difíciles a causa de las realidades familiares, la
violencia generalizada y la injusticia institucionalizada.
La necesidad de reactivar la presencia de la vida del Espíritu en las diversas
dimensiones de la Iglesia en general y Centroamericana en especial.
35
Este artículo se ha elaborado en base a distintos trabajos ya publicados. Sus autores son
Carlos R.
Cabarrús s.j., Javier Osuna s.j. y Darío Mollá s.j., que nos han brindado la posibilidad de
conocer más a fondo esta herramienta tan fundamental para nuestra vida cristiana de los
Ejercicios Espirituales. Habrá términos que aparezcan en el artículo que no son comprensibles
para personas no iniciadas en su experiencia. Nos alargaría demasiado si pretendemos
explicarlos. Será una tarea que en cada país se analicen pedagógicamente.
Momento histórico con grandes tentaciones...
Resignarse con los fracasos históricos y no seguir intentando una sociedad
mejor...
Encandilarnos con los valores del consumismo capitalista y encapsularnos en
un individualismo aislante...
Refugiarnos en pertenencias exclusivamente afectivas a comunidades
entusiastas...
Abanderar indiscriminadamente reduccionismos culturales...
Abordar los caminos de la espiritualidad o los proyectos sociales sin
integrar las personalidades desgarradas familiar o ambientalmente…
Momento histórico preñado de grandes inquietudes y aspiraciones…
Defensa de la vida en todas sus dimensiones humanas, ecológicas.
Configuración de un mundo más humano y justo…
Haciéndolo a la manera de Jesús, sin evadir las contradicciones y conflictos…
Uniendo nuestros esfuerzos, en el día a día, tejiendo una gran red de
solidaridad.
¿Y qué sería vivir con Espíritu este momento histórico que tenemos entre manos?
Consistiría fundamentalmente en actuar bajo la acción del Espíritu Santo; una acción
que compromete la conciencia y la libertad de la persona humana, y que marca e
ilumina todas las actividades y zonas de la existencia humana. Es lo que entendemos
por espiritualidad cristiana.
Una espiritualidad que debería ser pertinente para cristianos inmersos en la vida de su
sociedad y comprometidos con una tarea concreta en la misma; una espiritualidad
para personas que trabajan, viven su vida familiar, toman decisiones cívicas que les
comprometen, que se manchan las manos con el barro de la vida…; por tanto, no es
una propuesta de espiritualidad que sólo sea posible vivir en el aislamiento, en el
retiro, en la tranquilidad de espacios y largos tiempos de soledad…
Una espiritualidad que se siente radical y totalmente afectada y condicionada, en sus
manifestaciones y en sus expresiones, por el hecho del sufrimiento, la injusticia, la
marginación que, cerca o lejos de nosotros, sufren millones de hombres y mujeres y
aun pueblos enteros; y que parte del supuesto de que, como decía San Juan, “…quien
no practica la justicia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de Dios” (1Jn. 3, 10).
Una espiritualidad, por tanto, que desde la cercanía a las víctimas y excluidos de
nuestro mundo se pregunta qué puede significar eso de amar a Dios, de hacer oración,
de vivir la pobreza, de actuar con caridad, etc.
Pues bien, esta espiritualidad, que denominamos cristiana, ha tenido a lo largo de la
historia variadas manifestaciones, plasmadas en las distintas tradiciones religiosas:
benedictina, franciscana, dominicana, carmelitana, ignaciana… Refiriéndonos a nuestro
caso, centramos nuestra atención en la rica tradición que nos ha legado la experiencia
e itinerario de Ignacio de Loyola y sus primeros compañeros expresados en los
Ejercicios Espirituales, en el discernimiento como método para buscar y hallar la
voluntad de Dios, y en el Magis, que hoy lo formulamos como el buscar la mayor gloria
de Dios en íntima relación con la realidad histórica en que vivimos y en el servicio más
universal a los pobres y excluidos.
Ante el vacío de espiritualidad que toca a la sociedad entera y que afecta a nuestra
vida, hemos de ahondar en nuestra singularidad espiritual que, encarnada y orientada
a la misión, integra en un mismo camino la fe y la justicia del Reino, la contemplación y
la acción, lo histórico y las dimensiones biológica, psicológica y espiritual de la persona
para que nuestro quehacer cristiano sea un aporte evangélico e ignaciano a la
construcción de una Centroamérica equitativa, solidaria, inclusiva y abierta a Dios y al
mundo.
2.- Hoy de sobra está demostrado que los Ejercicios Espirituales, ese librito donde
Ignacio vierte toda su experiencia espiritual, han sido una propuesta provocativa para
muchos hombres y mujeres de cómo vivir su compromiso cristiano. Ya en vida de San
Ignacio los Ejercicios se habían convertido en un ministerio excepcionalmente valioso
entre los primeros jesuitas, no solo para ayudar a las personas a ordenar su vida, sino
para convertirlas en discípulas y servidoras de la misión de Cristo. Y hoy siguen siendo
la matriz de donde nace toda la savia de la espiritualidad cristiana al modo ignaciano.
Entre los muchos testimonios que verifican su validez y actualidad cito el siguiente
párrafo de la Congregación General que se reunió en Roma a finales del año 1974 y
comienzos del ´75: “Los Ejercicios Espirituales ayudan a formar cristianos alimentados
por una experiencia personal de Dios y capaces de distanciarse de los falsos absolutos
de las ideologías y sistemas, pero capaces también de tomar parte en las reformas
estructurales, sociales y culturales necesarias....” (C.G. XXXII, D.4, 58).
¿Qué son los Ejercicios Espirituales?
En la primera Anotación con la que se abre el libro de los Ejercicios, Ignacio describe
con su sobriedad característica qué son los ejercicios espirituales:
“Por este nombre, ejercicios espirituales, se entiende todo modo de examinar la
conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras
espirituales operaciones, según que adelante se dirá. Porque así como pasear,
caminar y correr son ejercicios corporales, por la mesma manera, todo modo de
preparar y disponer el ánima...” (EE. 1).
Los ejercicios físicos son algo activo, no una mera descripción conceptual. Correr.
Caminar, nadar,.., son cosas muy distintas si sólo se miran y se analizan o, si por el
contrario, se practican. Lo mismo ocurre con los ejercicios “espirituales”: son un
proceso que “se hace”, no que se “escucha”. No son un tiempo de indoctrinación ni de
estudio. Son una actividad que requiere entrega decidida. Unas veces será fácil y
gratificante; otras, en cambio, se hará costosa, árida, y exigirá paciencia, constancia,
fidelidad por encima de todo. De aquí que Ignacio pida “ánimo y liberalidad” (EE, 5) como condición anímica indispensable y una disponibilidad a toda prueba, tanto ante las
dificultades del camino como ante lo que Dios me pueda pedir. El mero hecho de
recorrer un camino encierra ya una pedagogía ante la cual es necesario confianza para
no ceder al desánimo. Solo habiendo realizado el esfuerzo del proceso se podrá alcanzar la meta. La imagen del camino contiene toda una gama de registros muy diversos:
desde el entusiasmo inicial hasta la más pesada monotonía, desde la vista panorámica
de un altozano hasta la oscuridad aparentemente interminable de un túnel...
¿Y cómo se fue gestando la redacción del actual libro de los Ejercicios Espirituales?
La Autobiografía es un documento muy importante para conocer la génesis de los
Ejercicios Espirituales. Sería necesario ahora hacer un repaso del proceso que fue
viviendo Ignacio desde su conversión en Loyola. Me remito al tema del mes de Abril
que trató de la vida y personalidad de Ignacio de Loyola.
Nos centramos ahora en la etapa de Manresa que fue un tiempo de sucesivas
lecciones divinas que culminó en lo que conocemos como la eximia ilustración del
Cardoner (cfr. Autob., n.30). «En este tiempo le trataba Dios de la misma manera que
trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole; y, ora esto fuese por su rudeza y
grueso ingenio, o porque no tenía quién le enseñase, o por la firme voluntad que el
mismo Dios le había dado para servirle, claramente él juzgaba y siempre ha juzgado
que Dios le trataba de esta manera» (Autob., 27)
Y así, Ignacio, considerando que la experiencia que había transformado su vida,
igualmente podría servir a otros, comenzó a escribir el texto de los Ejercicios, que fue
perfeccionando durante muchos años, gracias a una rica experiencia
permanentemente discernida. Para él ese pequeño libro era una pedagogía, «un
camino» por donde las personas podrían encontrarse con su Criador y Señor y
dejándose abrazar en su amor y alabanza, responderle con la opción de servirle
generosamente en adelante. Eso era para él «todo lo mejor que yo en esta vida puedo
pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar a sí mismo como
para poder fructificar, ayudar y aprovechar a otros muchos».
San Ignacio recibió en Manresa una doble gracia: su propia experiencia interior de Dios
y la capacidad de proponerla a otros.
En cuanto a la primera, su propia experiencia interior, es evidente que en aquel
momento no tuvo la sistematización que luego plasmaría en sus Ejercicios. Al final de
su vida dirá que en Manresa Dios le conducía “de la misma manera que trata un
maestro de escuela a un niño” (Autobiografía 27). El proceso fue largo y costoso, y
duró los casi once meses que estuvo allí. Un tiempo intenso que dedicó a la oración
(Siete horas diarias), con grandes movimientos interiores de luz, de entusiasmo y gozo
pero también de angustias, tristezas, inseguridades, escrúpulos, oscuridad. La
culminación de este camino fue la experiencia junto al río Cardoner, momento de
ilustración del que Ignacio dirá al final de su vida que, sumando todo lo que había
recibido de Dios a lo largo de ella, no superaba lo recibido en aquel momento
(Autobiografía. 30). Los Ejercicios quedarán marcados por esta experiencia.
La segunda gracia recibida en Manresa fue la capacidad de proponer un camino para
que otros hicieran una experiencia semejante. Ignacio no fue sólo un hombre de Dios,
sino que su experiencia de gracia también le convirtió en un “mistagogo” (iniciador en
la experiencia de Dios). Su ideal de “ayudar a las ánimas” se plasmó en la metodología
que propone en sus Ejercicios, los cuales tienen unas características muy
determinadas.
Los elementos de este itinerario espiritual son presentados de forma clara y sugerente
en este pequeño librito conocido como los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, en el
que se proponen unas prácticas muy concretas, acompañados de unas notas metodológicas, tal como ya fue señalado por el documento papal que los aprobó
oficialmente en 1548 (Paulo III. Breve Pastoralis officii). En este pequeño librito toma
forma la espiritualidad ignaciana.
3.- ¿Cómo se hilvana el proceso que nos propone vivir Ignacio en los Ejercicios Espirituales?
Ignacio divide los Ejercicios en “semanas” porque analógicamente los Ejercicios se
realizan en un mes. Cada semana –que en la práctica va a ser de duración variabletoca uno de los ejes principales.
No es obvio que se comience una experiencia de espiritualidad a partir de “poner las
cartas sobre la mesa” –Principio y fundamento-, para luego pasar a trabajar sobre el
pecado. Así lo concibió, sin embargo, Ignacio. El objetivo del Principio y Fundamento
es, ciertamente, ganar la libertad, ganar la indiferencia: “...por lo cual es menester
hacernos indiferentes a todas las cosas creadas...”. Indiferencia entendida como
libertad frente a todo, especialmente frente a las grandes sombras de la vida: la
muerte, la enfermedad, el dinero, el poder… Esta libertad se convertirá en experiencia
fundante y generadora de una serie de actitudes.
Luego, la experiencia de Primera Semana es la del(a) pecador(a) perdonado(a). Acá lo
que se tiene que vivenciar es cómo ha estado entorpecido nuestro “hacer”; es captar
que, por causa de nuestro pecado, “se hace” llevar a la muerte a Jesús… Hacerse
consciente de ese pecado, y hacerlo por medio de comparaciones, es su gran
estrategia; y todo para llevarnos a sentir hartazgo, aborrecimiento, y hacer caer en la
cuenta de que a quien he ofendido en todas mis víctimas, es al mismo Señor. Esta
experiencia es la que posibilita el diálogo propuesto por Ignacio: “¿Qué he hecho por
Cristo, qué hago por Cristo, qué debo hacer por Cristo?”. Aquí nos encontramos con
que el sentir se convierte en un hacer, ¡en una tarea!. Es decir, la experiencia
fundamental de la primera semana es la del(a) pecador(a) perdonado(a) a quien el
perdón se le convierte en misión, pues no es a pesar de ser pecadores(as), sino
precisamente por ello (1 Cor. 1, 25 ss) por lo que se nos invita a seguir a Jesús, para ser
puestos(as) con Él, en la tarea de construir el Reino.
A continuación, se tiene la experiencia de la contemplación del Reino que introduce de
lleno a una modalidad del hacer. Es hacerlo todo al modo de Jesús. Y es hacer
también nosotros(as) el Reino. Un hacer que es también “dejarse hacer”, dejarse
afectar –ser puesto(a), ser elegido(a)-, dejar actuar a la Espíritu (la gracia). En la
Segunda Semana se comienza prosiguiendo el diálogo con el Señor que invita a realizar
el Reino como tarea de ese perdón. Aunque no es obvio hacerlo, Ignacio lo propone
fomentando la emulación de grandes hazañas históricas.
Después, la contemplación de la Encarnación nos va a hacer sentir lo que experimenta
la Trinidad, viendo con ella, para luego percatarnos de la extrema solidaridad suya al
formular la frase de hagamos redención del género humano. La contemplación del
nacimiento nos invita a ello también: nos hace nacer con Cristo, para luego irlo
acompañando por todos los principales sucesos de su vida pública. Los Ejercicios
hacen que nos percatemos de que el mejor modo de hacer el Reino, de llevar adelante
su Misión es aprender a conocer a Cristo para más amarle y seguirle, pero
reproduciendo su vida en la propia vida. La contemplación de toda la vida oculta es un
camino para aprender a sentir y proceder al modo de Jesús. El método de la
contemplación nos invita a tener sus mismos sentimientos y su mismo modo de
proceder.
Mediada esta semana, presenta Ignacio tres ejercicios que, antes de la elección,
verifican nuestro grado de lucidez, de libertad y de amor. Por una parte, el ejercicio
llamado de “Dos Banderas” pretende medir nuestro grado de lucidez: hasta qué punto
estoy claro respecto a lo que comporta seguir a Jesús como camino de vida (test sobre
mi inteligencia consciente del Evangelio y sus exigencias). Por otra, el ejercicio llamado
“Tres Binarios” pretende medir nuestro grado de libertad: hasta qué punto estoy (soy)
libre de todo aquello que me impide decirle sí al Señor y realizar aquello que me pide
(test sobre mi voluntad). Y por fin, la consideración de los “Tres grados de humildad”:
verificar hasta qué punto estoy afectado/a por su amor que me lleve a querer
identificarme con el Señor Jesús y su camino de muerte y resurrección (test sobre mi
afectividad). De esta manera Ignacio nos introduce más inmediatamente en la
experiencia de la Elección, que se va a ir realizando a través de la contemplación de los
misterios de la vida pública de Cristo, Palabra viva de Dios.
Experimentar la pasión –tercera semana- es la invitación por excelencia a la solidaridad
como consecuencia del amor. Se nos invita a hacer y padecer: qué debo yo hacer y
padecer por él. Por tanto, la Tercera Semana no es simplemente proseguir la vida de
Jesús hasta su pasión y muerte; sino también, hacer conciencia de que todavía la
muerte de Jesús se da en la humanidad que sufre actualmente, por una parte, y que,
además, el pecado personal, mi pecado, tiene íntima conexión con esta muerte.
Muerte que es tal en Jesús que se esconde, se obscurece totalmente su divinidad.
Finalmente, la resurrección –cuarta semana- es experimentar la esperanza y la alegría
de la nueva vida de Jesús: ...queriéndome afectar y alegrar de tanto gozo y alegría de
Cristo nuestro Señor. Allí lo que ayuda a experimentar es la alegría por el triunfo del
amigo, del compañero querido, al experimentarlo en su oficio de consolador. La
cuarta Semana, es la más delicada. Supone haber vivenciado no sólo la muerte
individual, sino cómo Cristo padece en la humanidad. Sin esta perspectiva no se llega a
la experiencia de la Resurrección, que por esencia es un fenómeno colectivo: es
aprender a hacer esperanza en nosotros(as) y en los(as) demás, sabiendo también, que
es gracia para pedir.
Culminan los Ejercicios con la contemplación para alcanzar amor, que es la gran
síntesis de todo. Es experimentar que es el amor lo que debe regir, y también que el
amor se expresa concretándolo en acciones. Esta contemplación deja la clave de la
relación con Dios: de amante a amado, de amado a amante. La Contemplación para
alcanzar amor es como el cierre agradecido de tantos beneficios recibidos, es como
quien sólo encuentra en toda la creación los cariños tiernos de la Trinidad. Enseña a
ver toda la creación como algo elocuente.
Aquí los Ejercicios hacen que
experimentemos eso que el mismo Ignacio repetía frecuentemente en la vida cotidiana
cuando contemplaba las flores: Callad, callad, que ya sé de quién me habláis
En síntesis, siguiendo la experiencia de los Ejercicios, encontraremos personas que se
han formado en una escuela fundamental que abre al sentir profundo, al hacer como
tarea recibida, como don, y a ser capaz de padecer por ese Jesús encontrado en el
sufrimiento de la humanidad, para vivenciar también su gloria en el contexto del Reino
en donde lo del servicio a los(as) más necesitados(as), a los(as) empobrecidos(as), a los
desahuciados(as), y a los(as) pecadores(as) se hace crucial.
4.- Ahora nos preguntamos, ¿dónde está la genialidad de los Ejercicios Espirituales?
La genialidad de los Ejercicios reside, en primer lugar, en que Ignacio logró convertir en
método la gracia que él recibió: cómo vivir el seguimiento de Jesús desde una manera
concreta. Esa es la agudeza de los Ejercicios, que un carisma se vuelva método, que el
Evangelio se vuelva espiritualidad, pero no porque se aprenda teología, sino porque
propone una metodología para encontrar la espiritualidad.
Metodología, etimológicamente, significa tratado hacia el camino... Esto significa que
Ignacio plasmó su experiencia de gracia en un tratado para encontrar el camino de
amar y seguir a Jesús. Por esto, en los Ejercicios todo lleva una finalidad, nada se
desperdicia, se vuelven escuela de vida, escuela de oración. Es un método de
conversión que modifica el inconsciente e invierte el patrón de comportamiento: entro
a Ejercicios como me comportaba en la vida, y luego me puedo comportar en la vida
como me comporté en Ejercicios. Por otra parte, esta metodología hace que la vivencia
del evangelio desde una perspectiva concreta -experimentar el amor que redime, la
pasión por la persona de Jesús, y la centralidad del Reino hasta las últimas
consecuencias- se convierta en espiritualidad pujante.
Otras escuelas espirituales privilegian, por ejemplo, un modo de oración, pero pocas
estructuran un camino para enseñar a practicarla. Lo interesante de los Ejercicios es
que son, de una vez, escuela de oración, pero de una oración muy específica: de
petición, contextuada en un esquema, evaluada y cotejada con el esquema mismo, con
un sistema de discernimiento muy trabajado y por el acompañamiento de alguna
persona experta. Ignacio tenía una gran desconfianza en las personas dadas a muchas
oraciones, pues el noventa y tantos por ciento de esas personas, -decía- son ilusas. De
ahí que diera tanta importancia a la necesidad de evaluar, cotejar y, sobre todo, hacer
historia la oración -¿qué he hecho, qué hago, qué debo hacer por Cristo? Esta oración
se ofrece con varias modalidades: meditación, contemplación –y aplicación de
sentidos-, con el compás de la respiración, la oración vocal, etc.
Los Ejercicios también son una escuela para aprender a cambiar, para aprender a vivir
desde otras dimensiones, desde otros criterios. Aprovechan una gran cantidad de
herramientas psicológicas para propiciar que se implemente el cambio: la culpa
fecunda, la emulación, los deseos más profundos, el apasionamiento por la persona de
Jesús, la atracción por la tarea, el heroísmo, el darle sentido al dolor, el gusto por la
alegría y por el sentido, por el placer –de tanto gozo del Resucitado-. En este sentido
los Ejercicios son escuela para vivir ya de manera diferente, no según las reglas del
mundo, sino en la onda de la Espíritu.
La genialidad de los Ejercicios reside también en que, a fuerza de ir examinando -en
ese laboratorio espiritual que ellos son-, se van detectando los pasos fundamentales
por donde Dios nos lleva -la consigna-, su modo para con cada uno(a).
Es también genial en los Ejercicios la captación que hacen de toda la persona: toma los
aspectos más racionales volitivos –toda nuestra parte masculina- pero luego para los
temas más trascendentales nos hace realizarlo desde la contemplación, desde la
experiencia de meter el cuerpo, de dejarse llevar, de la pasividad –toda nuestra parte
femenina-. Siempre con el referente principal del cuerpo, no tanto porque así lo
explicite, sino porque en la práctica nos lo hace meter todo entero. Es lo que cuida de
modo muy detallista con las adiciones.
Todo esto nos lleva a verificar otra gran genialidad: nos enseñan que a partir del
cuerpo, lo más importante es sentir –más que racionalizar- ...porque no el mucho
saber harta y satisface… sino el gustar de las cosas internamente-. En los Ejercicios,
“experimentar” es fundamental, determinante. Tres verbos ejes son cruciales en el
camino de experimentar en los Ejercicios: “sentir” –dejar que mi sensibilidad vibre de
la misma manera que vibra la de Jesús-, “hacer” -hacer con Jesús y como Él, en el
horizonte de que venga el Reino- y “padecer” -consecuencia lógica de pretender el
Reino a la manera de Jesús, frente al poder de este mundo que lo ahoga-. Por eso, lo
básico de la espiritualidad ignaciana es experimentar, sentir... Sentir que es
experimentar, amar, gozar, padecer... es experimentar la culpa fecunda, es aborrecer
el pecado hasta producir “hartura y fastidio”; es dejarse invitar y apasionarse por la
invitación de jalonar el Reino, es desear profundamente, es amor, es querer padecer
por quien amo, es alegrarse profundamente de la alegría de Jesús que ya ha vencido al
mundo y a la muerte. Sentir que es, finalmente, experimentarse como una pareja de
personas amantes, donde sólo toca en todo amar y servir.
Para hacer posible este experimentar, Ignacio –gran conocedor de la personaaprovecha mecanismos psicológicos que posibilitan la experiencia. Por ejemplo, capta
el papel de la culpa sana como resorte para vivir la experiencia de la conversión,
emplea el mecanismo de la emulación para disponer al compromiso con el Reino
desde el seguimiento de Jesús, utiliza la sensibilidad, la inmersión total de la persona
en la contemplación y la aplicación de sentidos -ver, oír, gustar...- para posibilitar el
conocimiento de Jesús que lleva al seguimiento, “...conocimiento interno del Señor...
para que más le ame y le siga”, etc.
Es insistente Ignacio en que la experiencia de Ejercicios se vive sintiendo no pensando y
sin embargo, paradójicamente es un método super racional, pero reubicando la
racionalidad. Se privilegia el sentir: el proceso se hace con la razón, pero se recorre
con la sensación del cuerpo. Es decir, hay que seguir el método, la hora de oración, los
exámenes, la secuencia, el entreverado de las peticiones... ¡pero desde la totalidad de
la persona –corazón, entrañas, mente, cuerpo- y movidos(as) por la gracia!
5.- Y concluimos con este apartado. ¿Cuáles serían los requisitos para sacar fruto de los
Ejercicios Espirituales?
Partamos de una afirmación que es obvia y, por tanto, de innecesaria demostración:
que cualquier forma de espiritualidad genera un determinado y concreto estilo de
vida. Pero, a la vez, podemos afirmar algo más: que el estilo de vida que alguien vive
condiciona radicalmente la posibilidad de una vivencia espiritual. Puede facilitarla o
puede impedirla. Una determinada forma de vivir puede llegar a hacer imposible la
experiencia de Dios, mientras que otro género de vida distinto puede ponernos en la
pista de acceso a la experiencia de Dios. O, sin ir tan al extremo, hay modos y
situaciones de vida que hacen más fácil la experiencia de Dios y otros que la dificultan.
Por diversos autores se ha señalado que la experiencia de Dios requiere unas
“estructuras de posibilidad” (Libanio), o unas “estructuras antropológicas” (García
Monge).
Ignacio pretende con los Ejercicios Espirituales convertir la vida toda en experiencia de
Dios. Pero esto tiene sus propias condiciones de posibilidad, referidas no sólo a la
interioridad, sino a la vida entera de la persona: habrá modos de vida que faciliten el
“buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, y otros modos de vida que, a pesar de los
esfuerzos “interiores” que se hagan, lo limitan o impiden. Todo ello, por supuesto, sin
caer en determinismos que ignoren que, al final, es el Criador el que “inmediate” obra
con la criatura [15], muchas veces más allá de lo que aparentemente dan de sí las
posibilidades humanas.
Algo de todo esto es lo que expresa Ignacio con su concepto de “subiecto”. La noción
de “subiecto” ignaciano hace referencia, básicamente, a la idoneidad para una
determinada experiencia espiritual, y específicamente para la experiencia de los
Ejercicios Espirituales. Idoneidad que no es sólo capacidad intelectual o personal, sino
el conjunto más amplio de condiciones personales y vitales que facilitan/dificultan la
experiencia del encuentro con Dios, en el tiempo de los ejercicios y también en la vida
fuera de los mismos. Concepto éste de “subiecto” que, además, hay que entender
dinámicamente: en positivo, nos vamos haciendo “subiectos”; en negativo, alguien que
lo ha sido se puede ir deteriorando como tal. El irnos haciendo “subiectos” para la
experiencia espiritual del encontrarnos con Dios en la vida es el objetivo final del que
quiere conducirnos toda la pedagogía espiritual ignaciana.
Vamos, pues, a preguntarnos qué persona y qué modo de vida capacitan para la
vivencia espiritual que Ignacio propone y a la que a nosotras/os nos gustaría acceder.
Y, evidentemente, qué persona y qué actitudes capacitan para la experiencia de los
Ejercicios Espirituales, esencia de la experiencia espiritual y pedagogía para llegar a la
plenitud de la misma.
Situados en esta dinámica, nos encontramos al comienzo del proceso de los ejercicios,
en las “Annotaciones” *1-20], con un retrato-robot del ejercitante ideal que es, al
mismo tiempo, punto de partida y punto de llegada. Las actitudes y trazos que en ese
retrato se dibujan son el mínimo que Ignacio exige para adentrarse en la aventura;
esas mismas actitudes, consolidadas y llevadas a plenitud, son también el resultado del
proceso y las que permitirán vivir fuera de los ejercicios la experiencia mística del
encuentro permanente con Dios. Las actitudes de fondo del ejercitante ideal, hechas
cotidianas, son también las del cristiano ideal Por todo ello, al describir, interpretando
las “Annotaciones”, al ejercitante con “subiecto” para hacer los ejercicios, describimos
también a la persona con “subiecto” para “en todo amar y servir a su divina majestad”
[233].
a) Este “subiecto” es alguien que ya ha tomado la decisión de situar su vida en la
dinámica de la búsqueda y el cumplimiento de la voluntad de Dios: “… entrar en
ellos… (los Ejercicios) ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina
majestad, así de su persona como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su
sanctísima voluntad [5], .... de manera que la causa de desear o tener una cosa o
otra, sea sólo servicio, honra y gloria de la su divina majestad” *16+. En este sentido
es una persona “magnánima”, tal como lo define Santo Tomás de Aquino: “aquel
que tiene el coraje de comprometer toda su persona en una empresa importante
que decide sustancialmente su vida”. Nos encontramos, pues, ante una persona
que ha hecho en su vida una opción de fondo por Dios, y que busca vivir de
acuerdo con ella.
b) La persona que quiera encontrarse con Dios ha de ser también una persona
humilde, capaz de reconocer que se adentra en un terreno donde, con sus solas
fuerzas, nada es posible y todo es concedido: “… quando hablamos vocalmente o
mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus santos, se requiere de nuestra parte
mayor reverencia que quando usamos del entendimiento entendiendo” *3+; “… un
paso o dos antes del lugar donde tengo de contemplar o meditar me pondré en
pie… considerando cómo Dios nuestro Señor me mira, etc, y hacer reverencia o
humillación”. Se trata, pues, de alguien que es bien consciente de que tanto la
postura inicial de búsqueda, como la capacidad de encontrar y hallar, son dones
que se reciben y que escapan de las posibilidades humanas.
c) Supuesto que Dios se manifiesta y comunica muchas veces a través de mediaciones
humanas, que no son siempre las inicialmente previstas o esperadas, sino en
muchas ocasiones muy sorprendentes, es necesario que la persona que quiere
encontrarse con Dios sea abierta al otro como mediación de Dios, capaz de
comunicación, de decir y de dejarse decir: “… todo buen christiano ha de ser más
pronto a salvar la proposición del próximo que a condenarla…” *22+.
d) Nunca ha sido fácil la experiencia del encuentro con Dios. Ya en el Antiguo
Testamento se nos describía como lucha agotadora (Gn. 32, 26-33). Es una
experiencia combatida desde dentro y desde fuera. Por eso la persona que se
arriesga a ella ha de ser alguien con capacidad de resistencia y lucha: “… vencer las
tentaciones…; resistir al adversario, más aún… derrocalle” *13+; de dominio sobre sí
mismo: “… poniendo todas sus fuerzas para venir al contrario de lo que está mal
afectada…” *16+; de austeridad y distanciamiento afectivos: “… quanto más se
apartare de todos amigos y conocidos y de toda solicitud terrena…” *20+.
e) Ignacio pide asimismo que sea una persona comprometida con su vida y con el
presente de su vida y sus circunstancias concretas, realista, que no se escape ni
hacia atrás (con nostalgias) ni huyendo hacia delante: “… tomando el fundamento
verdadero de la historia…” *2+, “… al que toma ejercicios en la 1 semana aprovecha
que no sepa cosa alguna de lo que ha de hacer en la 2 semana…” *11+; personas
capaces de la “ascética del presente”, de “sentir y gustar” lo que en cada momento
es la experiencia de su vida, sin falsas pretensiones ni escapatorias.
f) Entre estos rasgos encontramos también el que postula una persona unificada
afectiva y vitalmente, donde los afectos y las cosas se sitúan en su lugar adecuado,
en orden: “... no teniendo el entendimiento partido en muchas cosas, aprovechar a
su propia ánima…” *20+.
g) Todo ello constituye y caracteriza, finalmente una persona libre, capaz de “…
discurrir y raciocinar por sí mismo…” *2+, de “… usar de sus potencias naturales más
libremente para buscar con diligencia lo que tanto desea…” *20+.
No podemos dejar de mencionar algo que Ignacio no lo explicita, pero en nuestra
realidad latinoamericana cae de su peso. La persona que quiere vivir la experiencia de
Dios en la dinámica de los Ejercicios Espirituales, de alguna manera, debería ser alguien
capaz de una vinculación orgánica al mundo de los empobrecidos. Persona que sea
capaz de asumir los desafíos que esta realidad le plantea.
Hay, pues, y siguiendo a Ignacio, una “estructura antropológica” posibilitante de la
experiencia de los Ejercicios, de la experiencia de sentir a Dios en la propia vida y en la
propia historia. En la medida en que esa estructura se dé, y se dé más plenamente,
será más posible experimentar a Dios en la vida; por el contrario, una carencia radical
en esta estructura, limitará o, incluso, llegará a imposibilitar la experiencia. Lo cual nos
hace concluir que “lo que verdaderamente impide sacar fruto de los Ejercicios es la
falta de ciertos requisitos sin los cuales no se puede hacer nada”.
La espiritualidad ignaciana postula como condición de posibilidad para realizarse
personas sujetos de opción personal, humildes, abiertas al otro, capaces de
resistencia y lucha, arraigadas en la historia, unificadas interiormente, libres. ¿Es esto
el comienzo o el fin? Las dos cosas: en alguna medida debe darse todo esto al
comienzo, o, al menos, sin carencias sustanciales; la pedagogía ignaciana, fielmente
seguida, nos consolidará cada vez más sobre ese fundamento.
Ahora ya está en manos de cada uno/a la decisión de tomar la determinación de
“echarse al agua”, es decir, de implicarme de una manera seria y auténtica en vivir esa
oportunidad de los Ejercicios Espirituales, que se me regala como gracia.
Para esto sería conveniente recapitular aquí, a modo de síntesis, los aspectos más
importantes para valorar la conveniencia y el momento oportuno de practicarlos:
La determinación de realizar tal experiencia debe ser asumida libremente. Aunque
forma parte del proceso de formación que estamos realizando, debe ser asumido
personalmente de una forma total y profundamente libre. Sin esta libertad, el
runruneo interno de que me han sido impuestos y de que no hay más remedio que
hacerlos, provocará que sean realizados sin aquel “ánimo y liberalidad para con su
Creador y Señor” (EE, 5). En este caso, no se harán los Ejercicios; a lo sumo, se
padecerán.
Piden su momento adecuado. Y ello viene dado, sobre todo, por el hecho de que
uno se encuentre ante un momento de cambio en su vida o ante algo importante
que debe decidir. De hecho, los Ejercicios fueron concebidos fundamentalmente
como un instrumento de discernimiento.
No es en absoluto conveniente hacerlos en momentos de depresión, o de
inestabilidad psicológica. Los Ejercicios requieren un estado de ánimo equilibrado y
libre.
Tampoco puede hacer los Ejercicios completos quien tiene una gran dificultad para
una oración prolongada, ya que el método prevé momentos fuertes de oración que
se mantengan con constancia y decisión. Tampoco son adecuados para quien es
incapaz de soledad y de silencio y no puede vivir sin distraerse.
Requieren una preparación que aquiete el espíritu. No es posible cortar de repente
las preocupaciones y tensiones propias de una vida ajetreada en exceso. Sería todo
esto un lastre difícil de superar. El recuerdo vivo de mis obligaciones, de cosas que
han quedado a medio hacer, puede ser una fuente de distracciones difícil de
superar. Ha de ser del todo posible el retirarse de todas las cosas (eso en el caso de
que se hagan durante un mes en completo retiro) y ello requiere preparación. Para
los que no se pueden liberarse de sus obligaciones, Ignacio contempla la modalidad
de los Ejercicios en la vida ordinaria (EE, 19). Quizás en otra ocasión se puede
ampliar lo que implica esta modalidad.
Los Ejercicios no son un tiempo para leer, aunque una cierta lectura sí puede ser
conveniente (EE, 100). Tampoco son una ocasión para ponerse al día en
Espiritualidad, Biblia o Teología. Para eso existen los cursillos y otras propuestas.
No debo esperar tampoco indoctrinación magistral, sino que lo que se busca es
“sentir y gustar internamente” (EE, 2), mediante la presencia del Espíritu Santo,
maestro interior que guía con firmeza y suavidad.
Con estas advertencias no quisiéramos que se sacara la impresión de que los Ejercicios
son tan difíciles, que están reservados para una élite. Lo único que se ha pretendido ha
sido tomar conciencia del tipo de experiencia espiritual que proponen, distinguiéndola
de otras, que no son ni peores ni mejores, para que no hayan malos entendidos una
vez iniciados. Pero en ningún momento quisiéramos olvidar que todo este camino está
posibilitado por Aquel que revela los misterios a los sencillos: “Te bendigo, Padre,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los
sencillos” Mt. 11, 25).
Guía de reflexión personal:
1. ¿Cuál es mi experiencia espiritual? ¿Cómo establezco la vinculación con la
espiritualidad ignaciana y específicamente con el aporte de los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio de Loyola?
2. ¿Qué me hace pensar o sentir que la espiritualidad ignaciana tiene una
respuesta al momento histórico actual? ¿Qué es lo que más me hace sentido de
la espiritualidad ignaciana respecto a la vinculación con la realidad y momento
histórico que se vive?
3. Al estudiar el tema del mes ¿Qué resalto de la seriedad, profundidad, método y
mística que hay en todo el recorrido que San Ignacio de Loyola plantea para la
vivencia de los Ejercicios Espirituales en mi compromiso de vivir mi cristianismo
de forma madura y coherente?
Guía de reflexión grupal:
1. ¿Cómo se vive en mi obra la espiritualidad ignaciana, pero específicamente cuál
es la experiencia de haber hecho los Ejercicios Espirituales en sus diversas
modalidades, en mi persona y en los-as compañeros?
2. ¿Cómo los Ejercicios Espirituales son una respuesta concreta y profunda a la
búsqueda y deseo de vida “en espíritu” y es una manera de profundizar en mi
identidad como cristiano-a dentro de la obra en la que participo?
3. ¿Cómo hacer posible la vivencia de las distintas etapas de los Ejercicios
Espirituales en todos los miembros de mi obra para poder sacar un fruto grupal
que se manifieste en actitudes y valores concretos; con lo cual la obra pueda
reflejar a las demás personas en todos y cada uno de sus miembros, el rostro
del Dios de Jesús de Nazaret?
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 9. Mes Octubre del 2009.
Eje Compromiso Histórico
2. El comportamiento ético de la persona en plenitud
Tema organizado por el P. Carlos R. Cabarrús, sj
Texto tomado del artículo “Experimentarlo todo y quedarse con lo mejor”
EL COMPORTAMIENTO ETICO DE LA PERSONA EN PLENITUD
1. Hacia una definición operativa del valor
Sin querer entrar en una discusión de corte más filosófico axiológico, lo que te ofrezco
es partir de una definición “operativa” que nos ayude a entendernos en la tarea de
“formarnos” en estos valores. Tomando del mundo económico entendemos por valor
algo que le ponemos precio; que nos parece, a nivel intelectual, que nos suena; que
nos atrae y gusta, a nivel de la sensibilidad. Este sería el rasgo inicial de algo que
tomemos como valor.
Un segundo rasgo de este concepto operativo, es que estamos proponiendo entender
como valor, lo que ayuda al propio crecimiento, a ser más tú; que te nutre, alimenta y
fortalece tu profunda identidad. De ahí lo importante de comenzar por lo del
manantial y los regalos que éste nos ofrece… La contraparte de ello, es que lo que
destruye tu ser psicológico, tu salud, tu vida –aunque te agrade- no lo estamos
considerando como valor.
Muy ligado a esto, está el tercer rasgo de que si algo es valor no vale sólo para ti, para
mí, sino para todos nuestros semejantes y para la misma vida de la tierra. De nuevo
estamos aludiendo al regalo de la identidad del que ya te hable; de esa identidad con
nuestra mismísima realidad pero también con la de todo viviente y de la naturaleza. La
actual situación climática, el deterioro causado por el sistema imperante que se rige
únicamente por la productividad, sin tener en cuenta las necesidades y el estado de los
recursos de la tierra, nos puede concitar a que tengamos que tener en cuenta nuestra
responsabilidad como seres humanos. A que entiendas que lo que te guste y te atrae
no puede ir en contra de las consecuencias de lo que estás procurando. Esto nos lleva
a señalar el aspecto colectivo del valor. Sólo lo es, si toma en cuenta el bienestar del
género humano y de la tierra.
Un cuarto rasgo es que para hablar de valor, suponemos que es algo que no se queda
en una frase, en un eslogan, sino que ya ha entrado a formar parte de tu interioridad,
de tu inconsciente. Es una cosa que ya pertenece, por decirlo así, a tu “disco duro”.
Pero para que situaciones humanas entren así en lo más profundo tuyo tiene que
lograrse de dos maneras. Por una parte por medio de experiencias significativas –de lo
cual te hablaré más tarde- y por otra, lo logrado en esas experiencias, debe llevar a
una serie de acciones, de actos, que poco a poco generan hábitos y actitudes…. Así se
va introduciendo en el inconsciente y seguro que podrás, en tus sueños, encontrar sus
rastros.
Todo ello para llegar, en un quinto rasgo, a lo más dirimente de lo que entendemos
por valor. El valor es algo por lo que estarías en la disposición de arriesgar cosas
importantes, y esto, bueno, ¡hasta la misma vida!, y también no siendo tan dramáticos,
estar en la disponibilidad de renunciar a bienes legítimos en beneficio de ese valor.
El sexto elemento es tener claro que sólo es valor si se actúa. Si nunca has realizado
algo de lo que tú llamas tus valores, es evidente que no los vives. Si te fijas bien, la
fundamentación de los valores está en los Derechos de la Humanidad, pero la
presentación que te propongo está desde la perspectiva de los deberes nuestros para
con la humanidad, en primer lugar, y desde ahí la conquista de los derechos. Desde los
valores se deben, por tanto hacer traducciones hacia las diversas éticas y hacia el
compromiso para hacer la tierra morada de habitantes en dignidad, justicia, tolerancia
y solidaridad.
1.1. Cómo hacer atractivos los valores
Todavía no te he expuesto de qué valores estamos hablando. Pero te puedes imaginar
que no te van a ser tan a simple vista llamativos y “seductores”. No son propiamente
material que llenara nuestras pantallas televisivas ni de muchos sitios de Internet.
Como podrás intuir dentro de ellos estará algo que tenga que ver con la dignidad de la
vida; con el cuidado de la tierra. En ese sentido, el respeto hacia las demás personas,
la justicia y la solidaridad, deberán ser ejes... Por ahí van.
De allí que la clave para formar en valores es vincularlos a ciertas dimensiones que
puedes detectar y encontrar en la manera de ser de las personas. Son ciertos
dinamismos que han acompañado los procesos humanos de todos los tiempos y desde
el mismo comienzo de lo que llamamos civilización.
En todos los ámbitos, lo más típico de quienes somos personas es que procuramos la
felicidad. Muchas veces, a toda costa. Pegado a esta búsqueda, está el deseo de ser
amada, amado, y de amar. Por otra parte, desde muy temprano en la prehistoria, en
las personas humanas se ha encontrado la capacidad de conocer, como algo específico.
Muy ligada a ella, se dio la habilidad para transformar. De alguna manera el impulso
que llevaba al conocimiento y a la transformación ha sido siempre un impulso a
buscar, a comprender, a querer solucionar los problemas. El último dinamismo sería el
que en el ser humano existe la necesidad de hacerse preguntas fundamentales: todo lo
que tiene que ver con el sentido de la existencia, del dolor, de la muerte; de la misma
vida. Para los que tenemos un caminar creyente, la pregunta de Dios quizás no es la
más difícil sino la justificación de Dios en un mundo sufriente y desigual…
La habilidad de quien acompaña personas, sobre todo en la juventud, reside en ayudar
a que se vivan eso que llamamos los valores, ligándolos a esas dimensiones vitales:
encontrar la felicidad, encontrar el amor, conocer, transformar y buscar siempre; todo
ello frente a la pregunta sobre el sentido de las cosas y de la persona misma. Como ya
te dije, para formar en esos valores es preciso tener experiencias que te impliquen y te
toquen, pero para que peguen en tu corazón es necesario que se amarren a esos
impulsos de toda persona humana.
1.2. La importancia de las experiencias significativas vividas con método.
Los valores no son algo que se aprende en un aula. Hay espacios que tradicionalmente
estaban considerados como “cuna” de valores. La familia, por mucho tiempo, fungía
como eso. Cada vez es menor el papel, debido a muchos factores, entre otros, a la
falta de presencia de los padres en el día- día, de los hijos e hijas. Espacio muy
determinante en la formación es el papel de los amigos y amigas en la juventud. Para
bien o para mal, influyen de manera fuerte. Ahora bien, si se trata de valores, las
instituciones religiosas, o educativas en general, podrían aportar espacios inspiradores
para esos valores. Déjame que ya te enuncie, por lo menos, lo que nos parecen los
valores más universales, humanos y de trascendencia: La dignidad de la persona y de la
tierra, la tolerancia, la justicia y la solidaridad.
Lo curioso es que para formarse en esos valores, la mayoría de las veces se tiene que
hacer experimentando lo que produce el contra- valor. Así pues, la dignidad de la
persona humana, se capta mejor en las condiciones infra- humanas a que sometemos
a más de la mitad de la población de la tierra; la dignidad de la tierra se comprenderá
con los daños que se le están causando precisamente por no respetar sus procesos. La
falta de tolerancia, es decir, el racismo, el etno- centrismo, el sexismo, el machismo y
los fanatismos políticos y religiosos con todo lo que implican y a lo que llevan, puede
ser un “lugar” para experimentar el valor de la tolerancia, como ingrediente
fundamental de la convivencia humana. Esto es muy parecido con lo que puede
ocurrir con la justicia. Viviendo situaciones de injusticia se puede apreciar lo que sería
vivir en un ambiente justo.
Quizás es la solidaridad, el único valor que puede aprenderse desde lo positivo, es
decir, saboreando la belleza y el regalo que recibes cuando eres persona solidaria…
Esas experiencias axiológicas, no se miden necesariamente por el tiempo, sino por la
densidad de esas experiencias. Para lograr esa densidad, tienen que ofrecerse con una
metodología muy concreta. Un primer momento sería algún tipo de inducción a lo que
se va a vivir; brindando todos los datos para que pueda comprenderse a cabalidad lo
que se va a experimentar. También es capital poder ofrecer un marco interpretativo
previo de todos los elementos. No descuidar dimensiones a cuestionarse y a explicar lo
que se quiere experimentar. Por ejemplo, nunca descuidar los aspectos subjetivos de
quienes están viviendo los espacios que se van a experimentar.
Además, considerar cómo todo en la vida humana es estructura. Por eso sólo si se
capta esa estructura se puede incidir en ello. No hay que olvidar, sin embargo, que las
estructuras sociales son fluidas y no estáticas. Dentro del análisis es muy importante
que quienes vayan a hacer la experiencia se percaten con que ideología van y qué
ideologías se encuentran. En ese sentido no puede desdeñarse el que capten todo
desde la perspectiva femenina y ecológica. Dado que estamos en un contexto donde
para ti lo cristiano es significativo, no sería despreciable ver la fuerza que tiene el
aspecto de la fe en las personas que viven las experiencias. Estos aspectos se tienen
que cubrir, pero también haciendo lo mismo con quienes están en el proceso de vivir
las experiencias. Todo ello para generar a la corta o a la larga una acción que si es
humana, por definición debería ser una acción transformadora.
Un segundo momento es la experiencia misma. Debe de acompañarse con algún
sistema de monitoreo, donde esos datos, análisis previos, y cuestionamientos, se vayan
realizando, criticando, añadiendo… Donde constantemente también se estén
cotejando todas las vivencias interiores. Aquí vinculándolas con las cuatro dimensiones
humanas de las que te hable no hace mucho.
El tercer momento es el de la evaluación- síntesis. Es el momento de hacer una
repetición en clave de reconsideración de dónde se fue encontrando más consolación
humana en la experiencia; porque eso hay que potenciarlo. Como también dónde se
dieron mayores desolaciones que son la otra cara de las resistencias y los desafíos. Al
terminar se debe hacer una honda reflexión y síntesis que no puede prescindir de la
sistematización en clave de los valores. Con esa síntesis intelectual, subjetiva y de fe,
se puede hacer una presentación donde quien ha hecho la experiencia, se adueñe y
defienda lo que ha conocido.
Fíjate la necesidad imperativa de poder contar, por tanto, con ese tipo de experiencias
para poder formar con los valores más universales, para poder, entonces hablar, en
cristiano de hacer un camino creyente…
1.3. Formación en un clima de anti- valores, ahí está el reto.
Lo que nunca puedes olvidar es que todo lo que hemos dicho, es justo lo contrario de
lo que “el mundo este”, como diría el evangelista Juan, nos propone. Las dimensiones
o anclas humanas se tergiversan y se adulteran por el consumismo, el erotismo y el
individualismo. El poder de este des- orden establecido reside precisamente en
presentarlo desde la felicidad descartable y “Express”, desde la atracción por los
componentes descomprometidos del amor humano, centrándose en el placer y el
erotismo vinculado al individualismo y la fantasía. Desde la violencia como clima
natural. Se vive en un ambiente de la impunidad, del delito en todas sus formas. Hay
constantemente, como tú bien lo sabes, un conjunto de imaginarios sociales y
culturales que fomentan los antivalores.
Vivir desde los valores es algo que lógicamente no se puede imaginar que se haga de
manera masiva y en totalidad. Lo que sí es que en la medida en que más personas nos
acerquemos a vivir los postulados de los valores, como valor –según los rasgos que te
expuse- el mundo podría ser un poco más viable. Son precisamente esos valores los
que pueden iluminar, inspirar e institucionalizar –por decirlo de alguna manera- formas
de convivencia humanas elementales, con su cuerpo de normativos y legislaciones que
los hagan viable, y con sanciones claras y educativas. Todo ello para ir cambiando las
culturas imperantes (injusticias, erotismo, consumismo, violencia, individualismo,
destrucción de la tierra) en culturas de respeto a los derechos humanos y de la tierra,
en culturas inclusivas, cultura de paz y dialogo, cultura de honestidad de
responsabilidad ciudadana, y de solidaridad y ecología.
Ahora bien, los valores se forman en base a experiencias que provoquen esos valores
universales. Sin embargo, la formación no queda ahí. Con ellos debe irse bajando como
en cascada a los valores más específicos, los de la propia nación, los de la identidad
étnica o racial, los de las diversas cosmovisiones religiosas; los de la familia. Por
ejemplo, es necesario generar una conciencia ciudadana; donde se incluya la
perspectiva de nación en un mundo que tira hacia la globalización no saludable. Los
valores deben iluminar no sólo las legislaciones de una convivencia humana sino
también todos los factores que creen identidad en los diversos estamentos.
1.4. Los énfasis de los valores de los que estamos hablando
Te decía que el primero de los valores lo presentamos doble: La persona es el valor, y
la tierra es el necesario valor para que se de la vida.. La dignidad da la vida se expresa
en lo inalienable del ser humano, por una parte y en su condición de libertad, como
emblema. La apuesta por el restablecimiento y cuidado de la bio- diversidad es
insoslayable.
El segundo es la Tolerancia, cuya fuerza etimológica reside precisamente en la
capacidad de retomar lo del otro que es diferente pero que lo transformo en riqueza
personal y social, es la base de todo. La metáfora de la tierra que necesita de la biodiversidad para que no se pierdan las especies de la flora y de la fauna -con el papel
que cada uno de ellas tiene para que haya vida- es algo que sirve de telón de fondo
explicativo.
El tercer valor es la justicia. La preocupación del bien de todas las personas; la defensa
de no “cada quien lo suyo”, únicamente, sino también y principalmente que cada
quien pueda tener de acuerdo a sus necesidades. Esto va a suponer, obviamente, un
Estado de derecho, leyes, y el fomento de aspectos vitales en la convivencia como la
honestidad, el pago de impuestos, entre otras cosas.
El cuarto valor es la solidaridad, que nos recuerda que somos todas y todos –tú y yopartes de un solo y gran cuerpo compacto. Algunos miembros muchas veces están
padeciendo de sufrimientos y dolores inhumanos. Allí el llamado a la salvación de
quien está en desventaja, es recordarte también que en quien está en esas situaciones
te encuentras también tú; me encuentro yo. Que lo que le pasa a mis hermanas y
hermanos en el mundo es como si me estuviera pasando a mí. Pero eso sólo se puede
catar cuando has llegado a expresar esa solidaridad con un gesto de tu cuerpo que
tiene dos momentos: vas a entregar algo, pero ahí te comienzas a entregar, tus brazos
van abriéndose. Todo ello para
que se de el segundo momento de la solidaridad.
Cuando te animas a abrazar al herido en las cunetas de la historia, éste te devuelve el
abrazo apretado, con lágrimas de dolor y de agradecimiento, que te cautiva y regresas
con mucha más riqueza de la que creíste que dabas.
Ahora bien, estos valores están presentados a partir de los “deberes” que tenemos y
eso constituye los “derechos” de los demás. Estos valores deben traducirse en
principios éticos en los diversos campos. De aquí debe surgir una ética política,
económica, social, sexual. Todos estos códigos éticos deben estar apoyados, tal y
como presentamos los valores, surgidos desde la fuerza del manantial, desde la
identidad más personal, pero también en estrecha relación con las demás personas y
la naturaleza. Estas fuerzas deben llevar finalmente todos ellos, a un compromiso
político para hacer más viable la humanidad y la tierra, donde la solidaridad deba
reinar por excelencia.
1.5. La dificultad de reconocer los valores más universales: su ideologización
En el mundo actual, sobre todo en las naciones con poder sobre los destinos de las
realidades globales de pobreza, se suele escuchar argumentos sobre la casi
imposibilidad de hablar de valores universales. Todo está en discusión, en este
sentido. Por otra parte, en los foros internacionales –no sin muchas luchas, discusiones
y relativizaciones- sí se postulan ciertos principios generales por los que nos debemos
regir las personas humanas en las relaciones entre nosotras y nosotros y con la
naturaleza.
Todo lo que vamos diciendo sobre la fuerza de los valores, no lo podemos hacer con
ingenuidad; como si hablar de valores fuera evidente en sí mismo. Pensadores serios
ponen en tela de juicio la posibilidad de valores universales. Paradójicamente al
mismo tiempo, en la actualidad, ha comenzando un auge de la necesidad de valores,
ante “la crisis de los valores antiguos”. Recuerda, sin embargo que toda época ha
puesto en cuestión los valores antiguos intentando postular unos nuevos que
justificaran a los detentadores del poder. Y es que tienes que darte cuenta que con
supuestos valores se ha justificado cualquier cosa, hasta las situaciones más
aberrantes: se han bendecido guerras de conquista, se han mandado a la hoguera a los
disidentes sean estos por razones de fe o de supuesta lealtad a las naciones.
En nuestros días, lo habrás visto, los debates de las campañas electorales en todos los
países, sacan a relucir la mentada crisis de los valores. Los ataques entre los
contendientes tienen mucho que ver con comportamientos morales –sobre todo en lo
sexual o religioso; en ámbitos privados- con una moral puritana y farisea muchas
veces. La moralización de la vida pública es algo cada vez más llamativa… Es decir, nos
movemos en este tema entre una falta de las dimensiones básicas para sobrevivir
como humanos –que es lo que constituye para nosotros la base del valor- , y un
interés, por otra parte, de esgrimir una gama y una lista de un sin número de
supuestos valores que suelen ser muy conservadores: patria, orden, autoridad,
seguridad. En el fondo son bastiones del des- orden del mundo. Aun el mismo concepto
de familia suele postularse como lo primero y básico, pero muchas veces detrás hay
intereses en mantener situaciones de poder, donde el machismo no puede dejarse a
un lado.
Hay que poner siempre en tela de juicio lo que está detrás de ciertos catálogos de
“valores”, por tanto. Es decir que formar en valores se hace en un clima de antivalores y con conjunto de falsos valores que tienen detrás el ansia de detentar un
poder en cualquier ámbito.
La presentación de estos valores que yo te propongo nacen de un extractar las
diversas generaciones de derechos humanos, que tenderían en principio a establecer
una convivencia más humana entre las personas y con la tierra. Es decir, de los
derechos fundamentales de la humanidad extraemos lo que sería un valor. Derechos,
que además, como se sabe, costaron muchas luchas para ser aceptados precisamente
por la defensa no de “valores” sino de los intereses de los diversos países
representados en los foros mundiales.
De ahí que postulemos básicamente cuatro y toda otra serie de valores más
específicos, la invitamos a ser colocada dentro de esos cuatro valores básicos. Hay que
tener cuidado de la proliferación de supuestos valores. Muchas veces se contraponen.
La presentación compendiada que te ofrezco, quiere estar cimentada en los Derechos
Universales, y las especificaciones más concretas de esos cuatro fundamentales,
pueden ser asumidas en ellos. No podemos olvidar que frente a cada derecho, surge
un deber.
Sin embargo, la intención de hacer la presentación en clave de valores en vez de
derechos, es que, con las dimensiones que te he presentado de lo constitutivo de un
valor, se pueden asimilar mejor a la vida personal y colectiva de la humanidad.
Los valores tal y como te los presento están redactados en clave de “deberes” y no
tanto en clave de derechos. Los deberes bien vividos generaran la posibilidad de
derechos para quienes siempre han quedado en la exclusión. Es un recurso que creo
válido aunque pudiera parecer que puede ser torcido y que finalmente se cae en la
trampa de elevar a valor lo que “nos interesa” –y el nosotros tendría que ver con el
poder y el dinero- De ahí la necesidad de un discernimiento humano y político
continuo, en torno a ellos.
Formar en valores, en el fondo es intentar que la vida de los salmones fuera la gran
metáfora para por lo menos núcleos significativos de la humanidad. El salmón nace en
manantiales pequeños, y comienza su vida recorriendo kilómetros en los mares y
océanos. Cuando quieren, con todo, engendrar y procrear, nadan de vuelta – a veces
hasta cinco mil kilómetros- remontan los ríos, riachuelos hasta llegar a su manantial de
origen. Allí engendran y en esa tarea mueren. Formar en valores es pensar que
algunos de nosotros, -sobre todo los que somos cristianos y cristianas estemos
dispuestos a nadar en contra corriente para ser fieles a lo que nos da identidad
profunda. Es una buena imagen del caminar creyente, que como verás necesita del
discernimiento para encontrar lo que da vida, viviendo en fidelidad al propio ser, a las
personas, y a los designios que Dios tiene para todas y todos; para que cuidemos de
nuestra casa común y la hagamos morada digna para futuras generaciones.
Guía de reflexión personal:
4. ¿Qué es lo nuevo en este concepto de valor? ¿Qué es lo que te reta más? Pon 3
aspectos.
5. Con esa definición ¿Cuál es la dificultad principal de vivir los valores? ¿Cuál es el camino
que tu crees para vivirlos?
6. ¿En qué sentido se dice que los valores de convivencia son andamio y son escalera? Pon
ejemplos.
Guía de reflexión grupal:
4. ¿Qué añade y cómo se engrana lo cristiano en estos valores? Resalta que lo cristiano
debe vivirse en grupo.
5. ¿Qué le añade y qué le imprime lo ignaciano a estos valores?
6. ¿Cómo entonces, miembros de la familia ignaciana, deben constituirse en una especie
de comunidad de salmones?
7. ¿Cómo esta comunidad tiene como tarea principal humanizar la humanidad? Ponga
ejemplos, ponga desafíos para su grupo.
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE JESUITAS Y LAICOS.
Comisión de Espiritualidad. Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús.
Tema 10. Mes Noviembre del 2009.
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