Revista 19 - Botto

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El ALCA y la participación de la sociedad
civil. Alcances y desafíos de una nueva
agenda regional
Mercedes Botto
Separata
BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO
DEPARTAMENTO DE INTEGRACIÒN Y PROGRAMAS REGIONALES
INSTITUTO PARA LA INTEGRACIÓN DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE - INTAL
Año 7, Número 19
Julio - Diciembre 2003
El ALCA y la participación de la sociedad civil.
Alcances y desafíos de una nueva agenda regional
Mercedes Botto
Phd. en European University Institute e investigadora de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO-Argentina).
Resumen
La sociedad civil ha sido la niña prodigio de los años noventa, una década en la que primó una
visión optimista y entusiasta en torno del multilateralismo y del crecimiento económico producto
de los logros iniciales de la apertura comercial y política a escala global. Mandatos como
participación, transparencia y fiscalización se han constituido en la base de los procesos de
negociación internacional. El ALCA no es ajeno a este proceso global, sino que lo ha profundizado.
¿Cuáles son estos espacios? ¿Quiénes se benefician de ellos? ¿Cuáles son sus implicancias sobre la
agenda negociadora?
En el presente artículo se analizan los alcances de esta iniciativa en el ámbito hemisférico y
nacional -a través de los casos de la Argentina, Brasil, Chile y México-. Al mismo tiempo se
reflexiona sobre algunos de los mitos que sobrevuelan la discusión del tema, como los que señalan
que la convocatoria y participación de los actores sociales dificulta la construcción de consensos
entre los gobiernos y/o introduce nuevos temas en la agenda negociadora, cuyos efectos son
controvertidos, cuando no perjudiciales para los países en desarrollo.
Este trabajo es una versión más avanzada y actualizada de Botto: "Mitos y realidades de la participación
no gubernamental" en Botto y Tussie [2003a]. La autora agradece los valiosos comentarios de Diana Tussie,
Andrea Bianculli y Valeria Iglesias.
I. INTRODUCCIÓN
La propuesta de Estados Unidos de conformar una área de libre comercio en el
continente americano (ALCA) para el año 2005 ha generado desde su lanzamiento, posiciones antagónicas entre los gobiernos. Algunos la consideran la solución a sus problemas
de crecimiento e inestabilidad macroeconómica; otros, en cambio, la estigmatizan como el
peor de los males posible. Lejos de diluirse con el tiempo, las negociaciones en torno del
ALCA han ido creando desde 1995 una dinámica propia, con reuniones que involucran a
un número muy elevado de funcionarios, técnicos y negociadores y con una agenda de
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trabajo, cada vez más precisa en términos de objetivos y plazos. Sin embargo, esta capacidad para mantener el momentum de la negociación no ha logrado, hasta ahora, traducirse
en acuerdos sobre las principales cuestiones de fondo.
Los estudios existentes tienden a explicar los avances y retrocesos del ALCA a
través del cálculo estratégico. Señalan que los costos que tanto Brasil como EE.UU. tienen
que pagar respectivamente para aislarse o liderar el proceso son tan altos que prefieren
permanecer dentro de la negociación moviendo gradualmente la agenda, a la espera de un
contexto político más favorable a sus posiciones. Este artículo propone cambiar la mirada
hacia el comportamiento y el rol de los actores no gubernamentales, entendidos en sentido
amplio -empresarios, sindicatos y organizaciones no gubernamentales-, en las negociaciones y evaluar en qué medida su participación contribuye o dificulta la continuidad y el avance
de las negociaciones.
El argumento que se desarrolla y demuestra a lo largo del trabajo sostiene que
esta participación tiene un efecto paradójico. Por una parte, consolida y amplía la base de
sustentación y legitimidad del proceso negociador, construyendo una densa red de anillos
burocráticos, empresariales y de la sociedad civil que se articulan entre sí más allá de los
estados. Por otra, favorece la inclusión y discusión de nuevos temas que, al margen de la
agenda inicialmente consensuada entre los gobiernos, dificulta la posibilidad de alcanzar
un acuerdo amplio.
El presente artículo está dividido en cuatro secciones: en la primera se analizan las
innovaciones introducidas por las negociaciones del ALCA en materia de participación no
gubernamental vis-à-vis las experiencias previas de integración comercial. En la segunda
sección, se identifican y describen los canales y espacios de participación que se han ido
abriendo a escala regional, desde el lanzamiento de las negociaciones hasta nuestros días.
Luego, se indaga sobre las peculiaridades que esta nueva agenda ha adoptado a escala nacional en países como Argentina, Brasil, Chile y México, para concluir con algunas reflexiones
sobre los impactos que este debate tiene sobre el contenido y los tiempos de la negociación.
II. LA PARTICIPACIÓN EN LOS ACUERDOS DE INTEGRACIÓN COMERCIAL PREVIOS
En los años noventa la sociedad civil fue una importante protagonista en la agenda
global. Una década en la que las consignas y el mandato de promover la participación, la
transparencia y la fiscalización se constituyeron como la base mínima de entendimiento y
consenso en toda conferencia internacional, organismo multilateral y, de manera más reciente, en los encuentros sobre "responsabilidad social" de las empresas. El involucramiento
directo de las organizaciones no gubernamentales (ONG) es visto como el mejor antídoto
para superar las deficiencias del sistema democrático liberal, reducir la brecha de representación que distancia a los ciudadanos de sus gobiernos y suplir su debilidad regulatoria
frente a las prácticas abusivas de las empresas.1
Un elemento que explica la rápida difusión y adopción del mandato de la participación, se vincula con la diversidad y la ambigüedad de significantes que encierra el concepto. Por "participación" pueden interpretarse situaciones tan diversas como la participación "sustantiva", que alude a la influencia efectiva sobre las decisiones, o la participación
"adjetiva" donde se procura el diálogo y el intercambio de información sobre decisiones ya
tomadas y en procura de dar legitimidad pública a las acciones del gobierno. En términos
de interlocutores, la participación puede canalizarse a través de consultas abiertas a la ciudadanía en general o de una participación "corporativa", donde los canales de apertura
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quedan restringidos a los actores organizados y corporativos. En todos estos casos, la convocatoria puede ser sistemática o esporádica, dependiendo del nivel y del grado de institucionalización de los canales de participación abiertos.
Los procesos de integración comercial no son ajenos a este fenómeno global. En
el caso de los bloques regionales preexistentes, donde ya existían espacios y canales de
participación no gubernamental, el cambio se materializó hacia formas de participación
más directas y diversificadas. En los procesos de regionalización emprendidos en la década
de los años noventa, en cambio, la participación no gubernamental se canalizó preferentemente hacia actores corporativos.
La experiencia más exitosa en la materia es la de la Unión Europea (UE). Desde
su origen los gobiernos europeos habilitaron dos canales de participación: uno de carácter
corporativo, el Comité Económico y Social Europeo (CESE); y otro de representación ciudadana, el Parlamento Europeo. Sin embargo, es recién cuando se profundiza la integración,
que estos espacios se amplían, adquiriendo mayor voz y representatividad. En 1979, los
parlamentarios pasan a ser elegidos directamente por la ciudadanía y en 1993, a través del
Tratado de Maastricht, se fortalece el carácter consultivo del CESE, dándole derecho de
iniciativa, un presupuesto y una Secretaría General propia, al tiempo que se crea el Consejo
de las Regiones.
En gran medida, la experiencia europea sirvió de modelo para la Comunidad
Andina de Naciones (CAN), aunque no obtuvo el mismo alcance ni implementación. Desde
su fundación se estableció la conformación de un Comité Asesor Económico y Social (CAES)
y de un Parlamento Andino. En 1983 se reemplaza al primero por dos consejos consultivos
-el Consejo Consultivo Empresarial Andino y el Consejo Consultivo Laboral Andino-, y en
1997 se establece un plazo de hasta cinco años para que los miembros del Parlamento
Andino sean elegidos directamente por los ciudadanos. Sin embargo, hasta el momento el
único país que puso en práctica el mecanismo de las elecciones directas y universales de los
representantes ante el Parlamento Andino ha sido Venezuela en 1998.
En el MERCOSUR se crearon dos instancias de participación no gubernamental:
la Comisión Parlamentaria Conjunta (CPC) que llevaría la voz ciudadana y el Foro Consultivo Económico y Social (FCES), del cual participan los principales grupos organizados de
cada país -empresarios, sindicatos y ONG-. Al día de la fecha, ambas instancias muestran
serias dificultades operativas y de representación. En el caso del FCES, se destaca la escasa
presencia de las organizaciones llamadas del "Tercer Sector" -ONG medio ambientales, de
género, grupos académicos, entre otros-, vis-à-vis los sectores más tradicionales que hegemonizan las decisiones; y/o la misma regla de consenso adoptada por sus miembros que, por
unanimidad, impide la definición y resolución de cuestiones controvertidas para uno u otro
sector. La Comisión Parlamentaria Conjunta (CPC) también presenta serias dificultades, las
cuales se derivan de su perfil originario, entre ellas, las limitadas facultades y recursos conferidos al cuerpo y la forma de selección de sus miembros: éstos, en vez de ser elegidos por
el voto directo de los ciudadanos, son delegaciones de los propios congresos nacionales.
Dentro del mismo contexto temporal, el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) inaugura una institucionalidad inédita para los acuerdos de libre comercio. Si bien la negociación originaria hablaba de evitar la creación de instituciones supranacionales o intergubernamentales innecesarias, la presión de las organizaciones laborales y medio
ambientales obligó a los gobiernos a incluir temas e instituciones:2 una Comisión de Cooperación Laboral, otra de Cooperación Ambiental (CCA), una Comisión de Cooperación Ecológica
Fronteriza, y el Banco de Desarrollo de América del Norte (BDAN).
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En este variado y heterogéneo panorama, el proceso de Cumbres de las Américas en general y el ALCA, en particular, introducen una importante novedad en términos de
la modalidad y de los tiempos de la inclusión de actores no gubernamentales. Hasta ese
entonces, la apertura de canales de participación y consulta se sustanciaba una vez concretada la firma de los acuerdos; ahora, en cambio, la inclusión y consulta con los actores no
gubernamentales tienen lugar durante el proceso mismo de definición de las reglas entre
los gobiernos miembros. Lejos de legitimar y participar en la implementación de las reglas
previamente consensuadas entre los gobiernos, las organizaciones sociales, entre ellas, empresarios, sindicatos y ONG, tienen la oportunidad de influir en la discusión intergubernamental
e incluso, de instalar el debate sobre nuevas agendas no previstas inicialmente.
LA NOVEDAD DEL ALCA: LA PARTICIPACIÓN COMO INSTRUMENTO
La idea fue lanzada por la administración Clinton como parte de una estrategia
bifronte. En el frente nacional, buscaría neutralizar la resistencia de los actores nacionales
perjudicados por la apertura comercial, en especial la de los sindicatos y organizaciones medio ambientalistas, que en el TLCAN habían logrado poner en jaque los logros de la negociación. En su fase ulterior -aquella de la aprobación parlamentaria-, estos actores lograron
presionar sobre los congresistas amenazando al Poder Ejecutivo con el rechazo del texto
negociado. En el frente externo, en cambio, la administración Clinton se proponía abrir el
debate y la discusión más allá de los actores gubernamentales a manera de una densa red de
anillos burocráticos concéntricos, ya sea del mundo empresarial, sindical y de las ONG, de
modo de generar alianzas y lazos de confianza entre el norte y el sur y, en el seno de las
mismas organizaciones, entre los sectores más aperturistas y los más proteccionistas.
De esta manera, el mandato de la participación llegaría a la mesa de la negociación de la mano de uno de los procesos de integración más ambiciosos hasta ahora conocidos, por tres aspectos fundamentales. En primer lugar, por el número de países involucrados:
con la única excepción de Cuba, participan de la negociación todos los países del hemisferio. En tal sentido, el ALCA es un "mega acuerdo" donde están presentes desde el comienzo, treinta y cuatro países; cifra muy superior a los seis con que se negoció el nacimiento de
la UE, los tres del TLCAN o los cuatro del MERCOSUR. En segundo lugar, estos países están
separados por realidades económicas, políticas y sociales muy diferentes. Esta distancia
podría profundizarse aún más por el tipo de acuerdo, el cual no prevé políticas comunes de
compensación o ayuda financiera tendientes a equilibrar dichas asimetrías, sino que las
deja en manos de los propios Estados nacionales y de su capacidad económica y regulatoria.
Por último, el número y la diversidad de las agendas negociadas pondrían de manifiesto las
asimetrías entre los países en términos de la capacidad técnica y de recursos humanos. La
agenda de las cumbres no sólo abarcaba el área comercial, sino temáticas tan diversas
como seguridad, democracia y desarrollo social, entre otras. Además, cada una de estas
problemáticas involucraría no sólo a las distintas agencias gubernamentales e instituciones
políticas, sino también a los actores no gubernamentales, cuyos intereses y consensos superaban las mismas fronteras.
Si bien se trata de un proceso de negociación asimétrico, donde la capacidad de
imponer temas y tiempos por parte de los países más desarrollados está fuera de discusión,
por otro lado, la posición numéricamente minoritaria de EE.UU. en la mesa de negociaciones
se constituiría en un límite infranqueable a la hora de sumar adeptos a una causa que, como
la participación de la sociedad civil, es particularmente sensible para algunos de los gobiernos latinoamericanos. ¿Qué posibilidades concretas tendría EE.UU. de generar el consenso
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suficiente entre los países de América Latina para que el mandato de la participación fuera
incluido formalmente en la nueva agenda regional?
La forma en que el tema de la sociedad civil reaparece y se institucionaliza en las
Cumbres de las Américas es un ejemplo paradigmático de las oportunidades y limitaciones
abiertas por esta nueva forma de diplomacia multilateral que caracterizó a los años noventa. La llamada "diplomacia presidencial o de cumbres" se define básicamente por su oposición a la diplomacia parlamentaria, modalidad que estructuró el diálogo internacional
desde el Congreso de Viena hasta el fin de la Guerra Fría, con instituciones como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a la cabeza.
Tanto la diplomacia parlamentaria como la presidencial hacen referencia a reuniones de carácter multilateral e intergubernamental. Sin embargo, mientras las primeras
tienen una institucionalización propia, con funcionarios que representan a los gobiernos
miembros, técnicos y burocracias contratadas para tal fin, las cumbres reúnen a las más altas
y representativas autoridades nacionales -los jefes de Estado- sin que medie institucionalización alguna, salvo para cuestiones de protocolo. Esta nueva forma de diplomacia multilateral
tiene la virtud de quebrar la inercia de las instituciones de carácter parlamentario y resulta
más funcional para resolver los desafíos de una realidad cambiante e incierta, propia de los
nuevos tiempos de la globalización (Rojas Aravena [2000]).
La funcionalidad de las cumbres se hace manifiesta, al menos, en dos aspectos.
En primer lugar, son más permeables a incluir a los nuevos actores transnacionales -empresas y ONG-, cuya colaboración en términos de soporte técnico y especializado es importante para que los gobiernos puedan posicionarse mejor en los múltiples y variados escenarios
de negociación. En segundo lugar, las cumbres tienen una mayor capacidad para innovar
en los temas emergentes de la nueva agenda internacional. A diferencia de los técnicos o
los burócratas, los jefes de Estado y de gobierno no sólo gozan de mayor legitimidad de
origen sino que también pueden asumir riesgos haciendo prevalecer la política por sobre las
diferencias e intereses establecidos. En este sentido, las cumbres constituyen un adecuado
escenario para identificar una agenda de intereses compartidos e impulsar alianzas de carácter estratégico sobre las cuales construir diagnósticos, compartir percepciones y realizar
recomendaciones para el diseño de políticas y de estrategias de acción. Sin embargo, sus
mandatos carecen, al menos formalmente, de carácter vinculante.
OPORTUNIDADES Y LIMITACIONES ABIERTAS POR LAS CUMBRES
A través de estas reglas y principios de construcción de consenso, las cumbres
permitieron que países y gobiernos con intereses y visiones conflictivas se sentaran alrededor de una mesa con el objetivo de construir una agenda de cooperación regional. Pero, al
mismo tiempo, aseguraron que los temas más conflictivos avanzaran, aunque de manera
ardua y lenta. Esta última situación es la que rodeó a la agenda de la participación de la
sociedad civil. El tema de la participación no gubernamental surge en la agenda de las
Cumbres de las Américas como un fait accompli.
En su rol de anfitrión de la I Cumbre de las Américas, celebrada en Miami, la administración demócrata convocó a las ONG y fundaciones medio ambientalistas, de desarrollo, de derechos humanos y de género de su país, y también a las más internacionalizadas
del resto del continente. El objetivo de la convocatoria era que cada una de ellas, dentro de
su propia competencia y conocimiento, contribuyera a construir la nueva agenda política y
social de la región, acercando a los funcionarios iniciativas que, a su entender, no deberían
estar ausentes en una nueva agenda de trabajo regional. Para evitar que esta consulta queda-
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ra limitada a las ONG locales, el gobierno de EE.UU. intentó persuadir a sus contrapartes latinoamericanas de que acercaran inquietudes semejantes en el ámbito nacional.
Esta estrategia unilateral se repitió con motivo de la I Reunión Ministerial del ALCA,
que también tuvo lugar en EE.UU. unos meses más tarde, en junio de 1995. En este caso, el
gobierno de Clinton convocó a algunas organizaciones empresariales del continente que
veían con interés la liberalización propuesta, pero a quienes, a diferencia de la convocatoria
de la sociedad civil, se las invitaba a presenciar y acompañar a los gobiernos en los primeros
pasos de las negociaciones comerciales. Esta propuesta contó con el beneplácito del resto
de los gobiernos, muchos de los cuales contribuyeron a identificar a los posibles contactos
nacionales. Con respecto a la participación de la sociedad civil, la respuesta de los gobiernos de las Américas demostró que la construcción de consensos sería ardua y lenta.
Las consultas a la sociedad civil y a los empresarios de manera previa a los encuentros gubernamentales se repitieron en cada una de las cumbres presidenciales y de las
reuniones ministeriales del ALCA. Las consultas dependieron en gran medida de la voluntad y recursos de los que dispusieran los países anfitriones del encuentro.3 A pesar de los
esfuerzos que emprendieron los gobiernos de EE.UU. y de Canadá para formalizar un proceso de consulta alrededor de las cumbres, la respuesta oficial del comité de negociaciones
del ALCA fue presa del llamado "efecto convoy", por el cual primaría la posición del país
más reacio a la apertura de la sociedad civil.
Si bien las posiciones de los países latinoamericanos fueron variando a lo largo del
proceso, el gobierno mexicano fue quien más categórica y sistemáticamente se opuso a las
distintas iniciativas de institucionalizar la participación en los foros y ámbitos de negociación
regional. En gran medida, este rechazo se justificaba en la experiencia del TLCAN, donde las
ONG laborales habían criticado enérgicamente al gobierno. Países como Perú y Venezuela,
acompañaron la posición mexicana en la mayoría de las discusiones sobre el tema (Shamsie
[2000]). En la Declaración Final de la I Cumbre Presidencial la cuestión quedó finalmente
incluida en la agenda gubernamental, pero como parte de la agenda político-social de las
cumbres y, más específicamente, a manera de mandato no vinculante, con lo cual su pertinencia quedaba limitada al ámbito nacional y a los procesos de decisión domésticos:
"Los gobiernos, promoverán con la participación de la sociedad civil, el desarrollo de principios y recomendaciones para que dentro de los marcos institucionales
se estimule la formación de organizaciones responsables, transparentes y sin fines
de lucro y otras organizaciones de la sociedad civil, incluidos, cuando proceda, los
programas de voluntarios y, fomenten, de acuerdo con las prioridades nacionales,
diálogos y alianzas sector público-sociedad civil en las áreas que consideran relevantes en este Plan de Acción. En este contexto, la OEA puede servir de foro para el
intercambio de experiencias e información." (Mandato Nº 4 del Plan de Acción de la
I Cumbre de las Américas, Miami, Florida, 9 al 11 de diciembre de 1994).
III. EL ALCA Y LOS ESPACIOS DE PARTICIPACIÓN A ESCALA REGIONAL
El debate en torno del tema de la participación no acabaría allí ni tampoco quedaría reducido a una discusión exclusiva entre los gobiernos. Fueron los gobiernos del norte
y los actores no estatales organizados de manera transnacional quienes presionaron para
profundizar la apertura y la participación. La convocatoria no fue homogénea ni sistemática sino que varió fuertemente entre tema y tema. En el Cuadro 1 se identifica el grado de
avance que cada uno de los principales temas de la agenda regional ha logrado hasta el
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momento y en qué medida ello ha respondido al interés e impulso de los distintos actores
involucrados en la definición de las agendas.
Distintas razones contribuyen a explicar los patrones diferenciales y a veces hasta contrastantes, en materia de participación no gubernamental. La primera se vincula al
interés de los gobiernos en construir consensos y avanzar en la discusión de los distintos
temas a escala multilateral. La segunda razón, en cambio, se vincula al tipo de reforma y el
número/tipo de actores no gubernamentales involucrados. En términos del interés gubernamental, si bien es cierto que todos los temas incluidos en la nueva agenda regional se
establecieron por consenso entre los países miembros, algunos de ellos concitaron mayor
interés que otros.
En el caso del ALCA, el interés era homogéneo, aunque existían diferencias entre
los países en cuanto a las razones y expectativas montadas sobre el acuerdo. Así, por ejemplo, para EE.UU. y Canadá, el interés se explicaba no sólo por la posibilidad de ampliar sus
mercados de bienes y servicios con alto valor tecnológico, sino también por la oportunidad
para avanzar sobre los compromisos asumidos por los países latinoamericanos en la Organización Mundial de Comercio (OMC).4 América Latina, por su parte, aspira a ampliar
mercados y por sobre todo a atraer inversión directa en un contexto mundial donde la
cooperación bilateral y la ayuda financiera resultan crecientemente escasas. A pesar de este
común denominador latinoamericano, las posiciones negociadoras tienden a diferenciarse
de país en país y de región en región, dependiendo del tema y de la disciplina en cuestión
y de los costos/beneficios que la liberalización genere.
El interés y consenso mayoritario para priorizar la agenda comercial por sobre la
político-social se puso de manifiesto desde el mismo comienzo de la negociación. Mientras
que para el ALCA los presidentes consensuaron objetivos, plazos y una estructura administrativa propia, para el resto de las agendas no hubo tales prerrequisitos y los compromisos
quedaron sujetos a mayores eventualidades y a los recursos preexistentes en la Organización
de los Estados Americanos (OEA). En efecto, es en la Cumbre de Miami donde los presidentes
definen una agenda de acción inmediata en materia de integración comercial: allí no sólo se
habla de un objetivo preciso y de una fecha para la finalización de las negociaciones, sino que
al mismo tiempo se hace la convocatoria para las dos reuniones ministeriales sucesivas.5
En el resto de las iniciativas regionales -defensa, educación, justicia y medio ambiente-, la construcción de un consenso y de una agenda de interés para la acción conjunta
encontró más resistencias entre los gobiernos. De todas las agendas analizadas, los temas
de defensa y medio ambiente fueron los más controvertidos y evidenciaron disensos desde
un comienzo. En materia de defensa y seguridad hemisférica, el eje de la discusión giró en
torno de la necesidad de adecuar las instituciones del sistema interamericano a las nuevas
amenazas del narcotráfico, del terrorismo y de la corrupción.6 Si bien todos los ministros de
defensa del continente cuestionaban el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR) y la Junta Interamericana de Defensa (JID) y coincidían en la necesidad de aggiornarlos,
a la hora de diseñar un modelo alternativo, los países de América Latina, liderados por Brasil
y México, desconfiaban del posible intervencionismo y control de EE.UU. sobre temas de
soberanía nacional.
En materia de medio ambiente, la principal línea de fractura se estableció a partir de
la definición de desarrollo sustentable, la vinculación entre comercio y medio ambiente, y respecto de cuestiones globales como el rechazo de George W. Bush al Protocolo de Kyoto. Para
EE.UU., la agenda regional debía centrarse en temas específicos -energía, aguas, bosques y
biodiversidad-, mientras que para los países latinoamericanos, sobre todo para Bolivia, Brasil
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y México, era inaceptable que de ella se excluyeran temas como pobreza, salud y educación,
cuestiones que reflejan el espíritu integral del desarrollo sustentable.
LA AGENDA VINCULANTE: EL ALCA
Las posibilidades de abrir y promover espacios de participación variaron fuertemente entre iniciativa e iniciativa. Ya fuera por sus efectos en la asignación de derechos,
por el grado de conocimiento técnico requerido para poder influir en ella o por la disponibilidad de recursos y/o beneficios colaterales, la agenda comercial estuvo a la vanguardia
del resto de las temáticas. De inmediato involucró en la discusión a los empresarios y los
sindicatos, principalmente del norte.
Cada uno presentó visiones y objetivos opuestos en torno de la iniciativa: mientras que las empresas transnacionalizadas se organizaron para promover avances en las
negociaciones; los sindicatos, en cambio, lo hicieron con el objetivo de presionar por la
inclusión de nuevas agendas y de políticas tendientes a reparar y compensar los daños
producidos por la reforma. A pesar de que ambos sectores mantenían visiones e intereses
opuestos, recurrieron a los mismos mecanismos de acción colectiva basados en la acción
transnacional, buscando así no sólo influir sobre las decisiones de los gobiernos, promover
la confianza y la coordinación al interior del propio sector, sino además impactar sobre la
opinión pública en general.7
No obstante la temprana movilización de estos actores y redes, la institucionalización y apertura de canales formales de participación a nivel regional fue lenta y tibia. Este
proceso se caracterizó por un avance progresivo, como efecto de las presiones exógenas
más que de la iniciativa gubernamental. Los empresarios fueron los primeros en articularse
y en participar de las negociaciones comerciales ya que, como señalamos antes, fueron
convocados por el gobierno de EE.UU. en ocasión de la I Reunión Ministerial de Denver
(ver Anexo I). Sin embargo, disconformes con el mero rol de observadores y con el objetivo
implícito de garantizar la convocatoria sectorial a futuro, los invitados a Denver se reunieron en el Foro Empresarial de las Américas (FEA).
En la III Reunión Ministerial de Belo Horizonte, los empresarios formalizaron su
acción transnacional en la Red Empresarial para la Integración Hemisférica (REIH) con el
objetivo de cerrar filas entre las empresas de la región y crear vínculos de confianza. En esa
oportunidad, la REIH exigió a los gobiernos una mayor participación en las decisiones y
negociaciones del ALCA, en calidad de observadores de las mismas reuniones ministeriales
y de los grupos de trabajo. La respuesta de los gobiernos estuvo muy por debajo de las
aspiraciones de la REIH. Si bien se reconoció formalmente a la agrupación del sector y se
ponderó su colaboración en el proceso, su participación en las negociaciones del ALCA
quedó limitada a una contribución de carácter consultivo y no vinculante (Mackay [2003]).
Más precisamente, las oportunidades y los espacios de participación abiertos al
sector a escala regional fueron:
• El reconocimiento de la REIH y su inclusión en el organigrama institucional de
las negociaciones del ALCA. A partir de la reunión de Costa Rica, donde se lanzan formalmente las negociaciones del ALCA, el FEA pasa a formar parte del organigrama institucional
de las negociaciones, con voz pero sin voto (ver Cuadro 2). El objetivo explícito del FEA es
la discusión y el intercambio de información entre sectores y con la administración central
del proceso, con el objetivo de elevar recomendaciones y consensos de manera previa a la
reunión de ministros y de los gobiernos.
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• La convocatoria a la REIH para que, en representación del sector privado,
identificara y consensuara el contenido y los alcances de las "medidas de facilitación de
negocios". Esta convocatoria se hizo básicamente en virtud del conocimiento técnico del
sector en materia de prácticas aduaneras y de la superposición de normativas entre los
países de la región.8 Sin embargo, su inclusión fue circunstancial y se limitó a la coyuntura
previa a la V Reunión Ministerial de Toronto en 1999. Además, estuvo marcada por la
lentitud de las negociaciones y la ausencia de resultados concretos.
Las centrales sindicales encontraron mayores obstáculos para organizarse a escala
regional. El primer obstáculo provino de los gobiernos, dada su resistencia a reconocerlas
como actores transnacionales y a abrirles canales institucionalizados de participación. Efectivamente, ellas fueron las principales ausentes en la agenda de las Cumbres de las Américas:
no estaban comprendidas, como lo estaban las ONG en la convocatoria previa a la Cumbre
de Miami, ni tampoco como observadoras de las reuniones ministeriales. El único espacio del
cual dispondrían para hacer escuchar su posición y propuestas se recortaría al ámbito nacional, por medio de los canales institucionales, en caso de que los hubiera.
Un segundo obstáculo, derivaría de la heterogeneidad existente en el seno de la
sociedad civil regional no sólo en términos de intereses sino también de los sectores comprendidos. Una vez más, los contrastes entre las organizaciones del norte y las del sur
variarían ampliamente. Mientras los sindicatos de EE.UU. han participado e influido en las
decisiones de política comercial desde los años treinta (SELA [1999]), en América Latina, la
experiencia y el involucramiento de las centrales sindicales en temas de política comercial
era, de existir, muy reciente y quedaba restringida a los países del MERCOSUR.
En términos de las llamadas ONG, los países del norte tenían una fuerte tradición
histórica y contaban con mecanismos de financiamiento o promoción por medio del Estado. En América Latina, en cambio, el impulso y el fortalecimiento de las ONG son muy
novedosos y dependen, en gran medida, de la cooperación internacional pública y privada.
A pesar de su diversidad interna, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) del hemisferio conformaron con las centrales sindicales, al igual que el sector empresarial, una red
regional. La experiencia previa del TLCAN había demostrado que la mejor manera de obtener el apoyo de la opinión pública era a través de una acción colectiva de carácter
transnacional que superara los límites nacionales y sectoriales. Al interior de esta vasta red,
las visiones en torno del ALCA eran muy heterogéneas y las coincidencias giraban alrededor de dos demandas básicas: el rechazo a la agenda gubernamental donde estaban ausentes los temas y las preocupaciones sociales; y el reconocimiento oficial a la participación de
la sociedad civil y una mayor transparencia en el proceso negociador.
La Reunión Ministerial de Belo Horizonte en 1997 fue clave para consolidar esta
estrategia colectiva ya que posibilitó el encuentro de las dos centrales más poderosas del
hemisferio -American Federation of Labor-Congress of Industrial Organizations, de EE.UU.
y la Central Única dos Trabalhadores, de Brasil- con las principales redes de ONG de medio
ambiente y de derechos humanos de la región. Allí se sentaron las bases de lo que más tarde
se llamaría "Alianza Social Continental" (ASC) y se decidió la organización de un encuentro
paralelo a la reunión presidencial de Chile, que se repetiría en cada uno de los encuentros
de las máximas jerarquías, bajo el nombre de "Cumbres de los Pueblos" (ver Anexo I).
La respuesta de los gobiernos a las presiones y demandas de la ASC fue cambiando con el tiempo, aunque siempre dentro de márgenes muy acotados y caracterizados
por dos elementos clave. En primer lugar, por ser espacios de participación esporádicos,
abiertos ad referéndum de la voluntad de los gobiernos de la región en cada oportunidad.
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En segundo lugar, por beneficiar la participación de determinados sectores de la sociedad
civil, académicos y ONG ciudadanas, en detrimento de otros, como los actores laborales.
En efecto, los avances en materia de canales y de espacios de participación a los actores de
la sociedad civil en las negociaciones del ALCA, consistieron en:
• La organización de coloquios académicos que tienen lugar antes de las reuniones ministeriales. Con la inclusión de académicos, think tanks y consultores se intenta
contribuir al proceso a través de una ampliación del debate público y del intercambio de
ideas. Estos coloquios tuvieron lugar en las reuniones ministeriales de Costa Rica, Argentina
y Quito. Cuentan con un consenso implícito de parte de los gobiernos, pero son promovidos y financiados especialmente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la OEA.
• La creación del Comité de Representantes Gubernamentales sobre la Participación de la Sociedad Civil (CRG). Formado por funcionarios gubernamentales, su objetivo
es pensar y proponer estrategias para mejorar el diálogo con la sociedad civil (ver Cuadro 2).
Este es, hasta el momento, el único canal formal para tratar estos temas dentro del organigrama del ALCA. Si bien fue creado en la Reunión Ministerial de San José en 1998,
recién en 2000 y con posterioridad a la I Cumbre de los Pueblos, los ministros de economía ordenaron al CRG poner en marcha una consulta sobre el ALCA (ver Anexo I). La
convocatoria se materializó a través de Internet, en lo que peyorativamente se conoció
como "el buzón del ALCA", donde cualquier ciudadano u ONG puede hacer llegar sus
propuestas y sugerencias respecto al proceso y a los temas de negociación. La consulta se
repitió en otras dos oportunidades pero, al igual que en la primera vez, la respuesta estuvo
por debajo de lo esperado.9
• El acceso público y abierto a los borradores de las negociaciones a través de
Internet. La Cumbre de Québec en 2001 dio un importante paso en términos de transparencia y fiscalización respecto de la ciudadanía en general, al poner a disposición de la
ciudadanía y del público, en general, los textos de la negociación del ALCA. Hasta entonces, estos documentos se mantenían secretos y sólo algunas OSC, dependiendo de la voluntad de los propios gobiernos, tenían acceso a ellos. Esta demanda contaba con múltiples
apoyos no sólo entre algunos gobiernos -de Canadá y Argentina, por ejemplo- sino también entre las distintas redes transnacionales, como la REIH y la ASC.
• La convocatoria a Reuniones Temáticas entre los negociadores y técnicos gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil. A partir de las instrucciones dadas por
los ministros de comercio en la reunión de Quito y con un fuerte aval del MERCOSUR, en
junio de 2003 el CRG abrió un tercer espacio de participación a los actores no gubernamentales. Hasta ahora se han realizado dos reuniones temáticas, una en San Pablo, sobre el tema
agrícola y la otra en Santiago de Chile, sobre servicios (ver Anexo I). La participación a través
de este canal es aún embrionaria como lo muestra la resistencia de muchos gobiernos de
América Latina y la escasa presencia de organizaciones sociales.10
• El reconocimiento oficial del I Foro de Comercio y Ambiente. En la última Reunión Ministerial de Miami, noviembre de 2003, los gobiernos ratificaron la "importancia de
la participación de una sociedad civil responsable en el proceso del ALCA"(Diario Puentes de
Miami, N° 3). A tal fin aceptaron dentro del perímetro de seguridad del evento, la organización de un foro de discusión temática, en la que principalmente se discutieron temas como
inversiones, medio ambiente, participación y desarrollo sustentable.11 El tema laboral quedó implícitamente fuera de la discusión. En muestra de un trato igualitario con el dado al
sector empresarial, los negociadores recibieron las recomendaciones del sector antes de la
reunión ministerial (ver Anexo I).
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LAS AGENDAS NO VINCULANTES: LAS REFORMAS POLÍTICAS Y SOCIALES
La discusión del ALCA generó un efecto de polarización y arrastre en el resto de
las agendas de las cumbres y en las mismas OSC. En cuanto a la sociedad civil, si bien es
cierto que en un comienzo la convocatoria gubernamental buscó marcar una clara divisoria
de aguas entre una agenda comercial, en la que colaborarían los empresarios; y otra social
y política, a la que se invitó a participar a las ONG, con el tiempo esta separación se fue
opacando. En efecto, un gran número de ONG, especialmente las medio ambientalistas y
de derechos humanos, que habían participado de las primeras consultas previas a las Cumbres de las Américas, en la actualidad forman parte de la ASC porque consideran que la
división temática es artificial y que la cuestión comercial, además de tener impactos directos sobre la agenda social, es la única de las negociaciones que avanza y cuyos efectos son
vinculantes en las decisiones de los gobiernos.
Los estudios de seguimiento y de examen de la evolución de las iniciativas sociales y políticas de las cumbres, con la única excepción del ALCA, hacen hincapié en la ausencia de objetivos concretos, de una división clara de responsabilidades entre gobiernos y
organismos internacionales y sobre todo, de recursos financieros.
EL MEDIO AMBIENTE
Desde un comienzo, este tema dividió, y sigue dividiendo, las posiciones gubernamentales de las Cumbres de las Américas. Ocupó un lugar importante en la Cumbre de Miami
y fue el único protagonista en la agenda de Santa Cruz, cumbre presidencial donde algunos
presidentes dieron parte de ausente y EE.UU. se hizo presente a través de su vicepresidente
Al Gore. A partir de entonces el medio ambiente quedó relegado a un lugar secundario en la
agenda gubernamental. Sólo alcanzaron consenso aquellas iniciativas que demostraron claramente no constituir un obstáculo para el libre comercio (ver Cuadro 3).
En efecto, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos temían que a través de la
discusión del medioambiente se fomentara el uso de mecanismos que, como los estándares
supranacionales o las medidas para-arancelarias, restringen en los hechos sus posibilidades
de acceder a los mercados del norte. La posibilidad de encarar una agenda regional en torno
del tema quedó atascada en la misma definición que se le daría al medio ambiente: mientras
los países desarrollados tenían una visión recortada del término, los países latinoamericanos
propugnaban por poner en el centro del debate el concepto de desarrollo sostenible, donde
además del medio ambiente, se incluía la pobreza y el desarrollo, entre otras cuestiones.
Estos desacuerdos intergubernamentales explican, en gran medida, el reducido
número de iniciativas y consultas que los gobiernos abrieron a las OSC. A medida que el tema
medio ambiental perdía protagonismo en la convocatoria gubernamental, como quedó demostrado en la Cumbre de Santiago, un nuevo canal de participación surgido desde la sociedad civil -la denominada Cumbre de los Pueblos- ponía nuevamente el tema en el centro del
debate a través de la organización de un Foro de Medio Ambiente. Dicho Foro, que contó
con la participación del movimiento sindical y de más de noventa organizaciones, la mayor
parte proveniente de Chile, luego se repetiría en la Cumbre de Québec (ver Anexo II).
LA REFORMA EDUCATIVA Y JUDICIAL
Estas agendas tampoco avanzaron mucho. Los consensos intergubernamentales
en torno de la educación se limitaron a legitimar los acuerdos previamente alcanzados en
otros foros y organismos multilaterales -ONU y Banco Mundial, entre otros-. El debate abier-
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to en las Cumbres de las Américas con relación a la problemática educativa se centra básicamente en la descentralización de la administración a nivel local y la privatización de servicios
y bienes educativos a través de la convocatoria del sector privado y de la comunidad en
general. En términos de canales de participación, la oferta de canales abiertos colectivamente
por los gobiernos es poco abundante y resulta más de la decisión unilateral de los responsables en el área o de actores no estatales, principalmente del sector privado y académico.
En materia de reforma judicial, los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas
pusieron énfasis en tres ejes: el acceso a la justicia, la independencia del Poder Judicial y la
interacción a nivel regional para lograr un desarrollo institucional de los sistemas judiciales.
Sin embargo, los consensos alcanzados en la región se explican más por la simultaneidad y
los alcances de las reformas unilaterales promovidas por otros organismos internacionales
en América Latina, que por el proceso de Cumbres de las Américas en sí. Las cumbres no
fueron lo suficientemente atractivas ni vinculantes para comprometer a los gobiernos y en
consecuencia, tampoco concitaron el interés de las OSC por influir en la agenda. En tal sentido, la única experiencia de involucramiento de la sociedad civil en el tema se circunscribe
al ámbito hemisférico (ver Cuadro 3).
LA DEFENSA Y SEGURIDAD HEMISFÉRICAS
Esta agenda siguió en gran medida el patrón medio ambiental. Los gobiernos avanzaron poco en la construcción de una agenda de cooperación regional. Sin embargo, a diferencia de esta última, los espacios de participación no gubernamental son mínimos. Dada su
alta especialización y su tradicional caracterización como "razón de Estado", este tema permanece aún concentrado en manos de las fuerzas armadas y funcionarios civiles de la cartera
y sólo esporádicamente abre oportunidades de consultoría o de intercambio de información
con los actores no gubernamentales, generalmente académicos (ver Cuadro 3).
IV. LOS ESPACIOS ABIERTOS A ESCALA NACIONAL
El ALCA ha contribuido a reducir la brecha entre los países de la región hacia un
modelo de vinculación público-privada convergente. En efecto, los gobiernos de América
Latina han iniciado un proceso de institucionalización y de apertura creciente de canales de
participación no gubernamental. Hasta los años noventa, el modelo de gestión del comercio exterior en estos países presentaba cuatro características comunes. En primer lugar, el
desinterés presidencial: frecuentemente preocupados en resolver las cuestiones y tensiones
internas, los presidentes han tenido un reducido protagonismo en las decisiones relativas al
tema. En segundo lugar, la escasez de funcionarios y burocracias formadas a consecuencia
del continuo recambio del servicio civil y los ínfimos recursos destinados a su profesionalización. En tercer lugar, la participación e influencia de los grupos privados a través del cabildeo y los contactos personales. Por último, la delegación de autoridad por parte del Congreso nacional, generalmente desinteresado en las cuestiones comerciales y limitado básicamente a ratificar los tratados y acuerdos marcos cerrados por el Poder Ejecutivo (Jordana
y Ramió [2002]).
Sin embargo, la convocatoria a la sociedad civil no fue abarcadora ni inmediata
en todos los países de la región. El proceso se inició en México, luego siguieron Chile, Costa
Rica, Brasil y Perú y, más recientemente, Argentina. En el resto de la región, esta institucionalización se encuentra aún en camino. Incluso cuando algunos de sus rasgos o aspectos pueden no estar presentes en un caso específico, el mapeo de los procesos de apertura llevados
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adelante en cada uno de estos países habla de la existencia de un patrón convergente, que
se caracteriza por los siguientes elementos (ver Cuadro 4):
• Forma parte de un proceso de reforma institucional más amplio, por medio
del cual se modifica la estructura ministerial y se redefinen los roles y competencias. La
innovación más evidente es la creación de una unidad de coordinación que reúne a funcionarios y técnicos de las distintas áreas y ministerios involucrados en la negociación. Esta
reforma obedece básicamente a los cambios ocurridos en los años noventa, que le han dado
un mayor protagonismo a la agenda de negociaciones; y tiene por objetivo evitar las guerras de posiciones entre estos equipos y trincheras ministeriales a través de una clara definición de competencias y de liderazgos.
• Deviene una convocatoria amplia a todas las organizaciones no estatales, donde
prima la consulta a los actores corporativos y en segundo lugar, la participación ciudadana.
Estos espacios se constituyen como foros consultivos donde no predomina el análisis y el
debate de los temas técnicos. Si bien han permitido establecer una vía de relación formal, su
profundización dependerá, en gran medida, de la dinámica y del comportamiento de los
distintos actores involucrados: la voluntad y los objetivos del gobierno, la capacidad de articulación de las principales organizaciones privadas y de la pericia que adquieran las OSC.
• Su instrumentación está a cargo de la Cancillería, un ámbito en el cual, por
contraste con la cartera de Economía, priman las posiciones políticas por sobre las técnicas.
Con ello se logra que el proceso de negociación gubernamental se mantenga parcialmente
al margen del involucramiento institucional de los actores de la sociedad civil.
• Existe un marcado protagonismo del empresariado, que se manifiesta no sólo
en el número de espacios de participación abiertos, sino también en el estatus otorgado y
en el ámbito de acción. Esto se explica principalmente por la necesidad del gobierno de
suplir su déficit a través de la convocatoria a actores que, como el sector privado, cuentan
con información, recursos y pericia en estos asuntos. Esta asimetría de información es especialmente importante en todo lo vinculado con la agenda comercial, donde el alto grado de
tecnicismo de la discusión y la complejidad de los temas tratados afectan las posibilidades
de éxito en las negociaciones y en las disputas comerciales.
Muchos pueden ser los factores que contribuyan a explicar el fenómeno de "internalización de agendas externas" en la agenda pública.12 Los resultados de esta investigación echan luz sobre un aspecto poco indagado: el uso y cálculo estratégico que los líderes
y gobiernos nacionales hacen de este tipo de agenda. En este sentido, el mandato de participación de la sociedad civil es visualizado por los gobiernos como un mecanismo para mejorar su posición negociadora en la mesa de discusión regional vis-à-vis otros gobiernos, y al
mismo tiempo como un instrumento capaz de asegurar la legitimidad de sus decisiones. No
sólo se trataría de ser fiscalizables y responsables de cara a sus propios electorados nacionales, sino principalmente frente a los "observadores externos", entre los que predominan las
redes transnacionales que hacen de la transparencia una de sus principales banderas de
lucha. En resumen, los gobiernos que abrieron la participación evaluaron que la implementación de este mandato era una forma de dar respuesta a esta presión externa y al mismo
tiempo, asegurar la legitimidad y representatividad de su "posición negociadora".
A fin de entender por qué algunos gobiernos profundizaron la apertura mientras
que otros la circunscribieron en sus alcances, cobra importancia identificar las posiciones
negociadoras que sobrevolaron a las negociaciones del ALCA. Si bien como señalamos en
las páginas iniciales de este documento, todos los países de América Latina tenían interés
en seguir participando de las negociaciones, los costos y beneficios que eventualmente
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obtendrían del acuerdo variarían de región en región y de país en país. Desde un comienzo,
los más entusiastas han sido los países de la región de América Central y del Caribe que
evalúan el ALCA como una manera de diversificar su producción primaria -petróleo, café y
banana, entre otros- y de articularse a la cadena productiva de las economías más desarrolladas a través de las zonas de procesamiento de exportaciones -maquilas- u ofreciendo
algunos servicios como el turismo.
También Chile, antes de concretarse el acuerdo bilateral con EE.UU., veía con buenos ojos la iniciativa porque con el acuerdo se le abrirían las puertas y el acceso a nuevos
mercados sin mayores costos de reconversión ya que era la economía más abierta de la
región.13 Los menos entusiastas, en cambio, fueron los gobiernos con mayor densidad industrial como Brasil y México. Para el primero, la integración hemisférica no sólo constituía una
amenaza comercial sino también político-estratégica;14 para el segundo, la creación de una
zona de libre comercio hemisférica implicaba la pérdida del acceso preferencial conquistado
con el TLCAN. Resulta interesante profundizar en algunos de estos casos.
EL CASO MEXICANO
La desconfianza del gobierno mexicano hacia el ALCA trasciende las personas y
los partidos en el gobierno. En gran medida ella explica la cautela y la ambigüedad que
caracteriza las declaraciones oficiales en torno del acuerdo así como también el giro de 180
grados emprendido por la gestión de Carlos Salinas de Gortari (Partido Revolucionario
Institucional - PRI) y seguido por su sucesor en el cargo, en materia de apertura y convocatoria a la sociedad civil. En efecto, a diferencia de lo ocurrido en el TLCAN, el actual gobierno mexicano de Vicente Fox ha desactivado todos los canales de participación abiertos a la
sociedad civil, inclusive en lo concerniente a reformas ministeriales.
En el marco de las negociaciones del TLCAN, el gobierno priísta introdujo una
reforma institucional en dos líneas: en primer lugar, trasladó al ámbito de la Secretaría de
Comercio y Fomento Industrial (SECOFI) la responsabilidad y el seguimiento de las negociaciones comerciales y designó a su frente a Herminio Blanco, un académico con concepciones pro-aperturistas. De esta manera, buscaría evitar todo obstáculo y tropiezo que
pudieran interponer los sectores más proteccionistas de la administración, que eran mayoría en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), agencia tradicionalmente a cargo de los
asuntos internacionales.
En segundo lugar, abrió canales de diálogo y de participación a las ONG. En esta
decisión, el gobierno actuó con cautela y temeroso de la influencia de las OSC del norte,
privilegió la convocatoria a la opinión pública y a los sectores empresariales y al mismo
tiempo mantuvo un fuerte control sobre los participantes. A través de estos canales, el
sector privado más transnacionalizado -nucleado en la Coordinadora de Organismos Empresariales de Comercio Exterior (COECE)- tendría un lugar protagónico, proveyendo de
estudios sectoriales y de impacto, necesarios para armar su propuesta negociadora (Alba y
Vega [2002]). No obstante, las prácticas de cabildeo se mantuvieron vigentes para ver
quién lograba influir en aspectos específicos del acuerdo y acceder a subsidios para la reconversión del sector. Los espacios de participación abiertos, en orden de aparición, fueron:
• La convocatoria a una consulta ciudadana para legitimar la firma del acuerdo
de libre comercio con EE.UU y Canadá, implementada por el Congreso nacional.
• La apertura de dos canales de participación para el sector empresarial: la
Oficina para la Negociación del Acuerdo de Libre Comercio y la Comisión Inter-Ministerial
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del Tratado de Libre Comercio. Esta última instancia no fue exclusiva del sector privado sino
que incluyó también a los sindicatos más numerosos, como la Confederación de Trabajadores de México, afín al partido en el gobierno.
• Por sugerencia del Senado, se amplía la convocatoria a otros sectores de la
sociedad civil por medio de un Consejo Consultivo del Acuerdo Comercial. Se invita entonces a participar al sector privado, la academia, los sindicatos y campesinos. La principal
función de este Consejo sería la de informar a la sociedad civil, pero también ayudaría a
generar apoyo y consenso para la política comercial y las distintas negociaciones. A diferencia de la convocatoria empresarial cuyos integrantes eran definidos por la COECE, los
participantes en el Consejo fueron designados por el mismo gobierno, excluyendo de esta
forma a las organizaciones que, como las ONG medio ambientalistas y los sindicatos más
pequeños, eran críticos respecto de la gestión gubernamental.
EL CASO CHILENO
El gobierno chileno fue el primero en América Latina en abrir el diálogo e institucionalizar canales de participación en el marco de las negociaciones del ALCA. La decisión y la
forma de implementación estuvieron influenciadas por la experiencia del acuerdo de libre
comercio previamente firmado con Canadá y por la necesidad de diferenciarse de la gestión pinochetista. Con el advenimiento de la democracia, el modelo exportador se mantuvo: el empresariado exportador se aseguró su acceso privilegiado a las decisiones, y los
partidos políticos y académicos volvieron a ocupar posiciones en el gobierno. El Estado
comenzaría a implementar algunas políticas de reparación y a buscar el acceso a nuevos
mercados a través de acuerdos bilaterales. Los distintos actores sociales con alguna capacidad de incidencia en la opinión pública no ofrecen reparos a la política comercial, a diferencia de Brasil, Argentina y México donde el sector mercado-internista sigue siendo fuerte.
La creación de estos espacios estuvo acompañada de una reforma ministerial,
cuyo objetivo era dar más protagonismo y eficacia a la gestión de comercio exterior. El
gobierno de la Concertación crea entonces, una instancia de coordinación interministerial
denominada Comité Interministerial de Relaciones Económicas Internacionales, presidida
por el Ministro de Relaciones Exteriores e integrada por los ministerios de Hacienda, Economía, Agricultura y la Secretaría General de la Presidencia. En materia de articulación con los
actores no estatales, el gobierno dividió las tareas y los ámbitos:
• La creación del Comité de Participación Público-Privado de Negociaciones
Económicas Internacionales tiene que ver con el objetivo de institucionalizar el diálogo con
el sector privado. Este funciona en el ámbito del Ministerio de Economía y está conformado
por los funcionarios de los ministerios de Hacienda, de Relaciones Exteriores, Agricultura y
por la Confederación de la Producción y el Comercio, además de otras asociaciones de
exportadores, en representación del sector privado.
• Con la administración socialista del presidente Ricardo Lagos, este diálogo se
amplía a las ONG y sindicatos; aunque y como ocurre en el caso de México, esta instancia
mantendría diferencias de estatus respecto del Comité Público-Privado. En primer lugar, la
coordinación se encuentra a cargo de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON) de la Cancillería. En segundo lugar, las consultas no están institucionalizadas ni son sistemáticas ya que se realizan ad referéndum del gobierno.
En este espíritu, el gobierno dio lugar a varias iniciativas donde los negociadores
gubernamentales informaron sobre los avances del proceso de negociación en cada uno de
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los Grupos de Negociación y pusieron a disposición de las OSC el borrador del ALCA, con
antelación a lo acordado a escala regional después de la Cumbre de Québec. Sin embargo, su
mayor éxito fue lograr que organizaciones con perfiles tan disímiles como son la Corporación
PARTICIPA y la Alianza por un Comercio Justo y Responsable (ACJR), trabajaran juntas. De
esta manera, Chile reproducía la dinámica de los países del norte, cuyas organizaciones nacionales actúan de manera coordinada con los gobiernos nacionales, sin importar la adscripción
ideológica y estratégica que cada una profese a escala regional.
Además de mejorar su puntaje en el ranking regional como país "políticamente
correcto", esta convocatoria gubernamental serviría a las organizaciones privadas y de la
sociedad civil como una oportunidad para capacitarse y darse a conocer a nivel regional.
Esto es lo que ocurrió con varias organizaciones chilenas que, como la Corporación de Investigaciones para el Desarrollo (CINDE), la Corporación PARTICIPA y el Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe (PREAL) (ver Cuadro 3), lograron identificar los nuevos nichos de acción y cooperación que el proceso de cumbres abría
a las ONG en el ámbito hemisférico.
EL CASO BRASILEÑO
Brasil es el caso donde resulta más evidente y manifiesto el uso estratégico del
mandato de participación como herramienta para favorecer la posición negociadora. En tal
sentido, el gobierno de Fernando Henrique Cardoso primero, y de Luiz Inácio Lula da Silva
después, han optado por promover y activar la presencia de los actores nacionales en el
ámbito regional. Esta estrategia intentaría expandir el debate y los conflictos que la apertura generara a escala nacional, a la discusión regional. De esta manera, se reproduce la
lógica imperante en EE.UU., que utiliza las resistencias de su frente interno para poner tope
a las aspiraciones y demandas externas insostenibles. La activación y ampliación de debate
interno se inició en 2000 cuando las expectativas de fortalecer el MERCOSUR entre los gobiernos de Cardoso y De la Rúa no lograron llegar a buen puerto, al tiempo que avanzaba
la propuesta estadounidense de conformar un área de libre comercio a través de los acuerdos bilaterales.
Al igual que en el caso chileno, la apertura de canales de participación oficiales
fue acompañada por cambios en la estructura institucional del Estado. Hasta 1996, la política y las decisiones de comercio exterior eran asunto casi exclusivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. En octubre de ese año, Itamaraty crea la Sección Nacional de Coordinación de los Asuntos Relativos al ALCA (SENALCA) como un espacio de interacción y coordinación interministerial donde se define la posición nacional. De manera más reciente, las
autoridades estaduales, como el gobierno de Rio Grande do Sul, intentan participar del
debate y regionalizar la discusión, proponiendo a la Cancillería la creación de una instancia
donde los gobiernos estaduales puedan hacer llegar sus propuestas al gobierno central,
iniciativa que fue apoyada y motorizada por las respectivas cámaras empresariales que
buscaban así fortalecer su protagonismo en las decisiones.
En términos de la participación de la sociedad civil, el decreto que da vida a la
SENALCA prevé la participación de actores no estatales, quienes participan de dichas reuniones en carácter de observadores y por invitación explícita del gobierno:
• Hasta fines de 2000, las reuniones de la SENALCA y los actores no gubernamentales estuvieron protagonizadas por grupos empresariales y sindicales; pero a partir de
entonces el gobierno amplió la convocatoria a las ONG y a otras organizaciones sociales.
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Con vistas a fortalecer el diálogo y el compromiso, Itamaraty ha creado una página en Internet
donde pone a disposición de las organizaciones y de la ciudadanía en general, toda la
información existente con relación al tema. Asimismo, promueve la difusión y la participación de los actores no estatales en las consultas regionales, actitud que contrasta fuertemente
con la convocatoria inicial donde el gobierno brasileño sólo cumplió con las formalidades.
• Con el gobierno de Lula da Silva, la convocatoria y el diálogo se han ampliado. Al igual que en el caso chileno, la transparencia y la participación de la sociedad civil se
constituyen como una "marca de diferenciación" de los nuevos gobiernos progresistas de la
región; y en la única, sino la principal línea de ruptura respecto de las gestiones precedentes.
En esta dirección, el gobierno petista amplió la participación, en los llamados Grupos InterMinisteriales Temáticos, a los sectores sindicales, incorporándolos también en las delegaciones negociadoras ante la OMC en la reunión de Cancún de noviembre de 2003, y ante
el ALCA, en la última ministerial realizada en Miami. Hasta entonces, estos espacios habían
estado restringidos al empresariado y a la decisión de los funcionarios a cargo.
EL CASO ARGENTINO
En Argentina, la implementación del mandato fue más tardía y debió esperar a
que se dieran ciertos requisitos básicos, entre ellos, el fin de la puja interministerial entre las
agencias participantes. Recién hacia fines de 2001, luego de la decisión alcanzada en la
Cumbre de Québec respecto de hacer público el borrador de las negociaciones, y sumado
al recambio de la administración De la Rúa y la profunda crisis económica del país, la Cancillería pudo dar los pasos necesarios para institucionalizar definitivamente sus vínculos con
el sector privado y poner fin a la visión dicotómica ALCA o MERCOSUR. En este sentido, la
apertura del diálogo busca no sólo responder a los nuevos estándares regionales de fiscalización y transparencia, sino que también intenta, al igual que en el caso de Brasil, reforzar
su posición negociadora.
Con ello se evidencia un cambio de actitud por parte de los gobiernos de América Latina y que marca un punto de quiebre respecto de los años noventa en los que las negociaciones comerciales eran una herramienta para disciplinar el frente interno. Sin embargo,
a diferencia de Chile y Brasil, esta innovación no conllevó un ajuste en la estructura ministerial ni la creación de una agencia coordinadora.
En términos de la participación de actores no estatales, la Cancillería puso a disposición de éstos dos canales paralelos y no comunicantes:
• El primero de ellos es el Consejo de Comercio Internacional donde interactúan
distintos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y representantes del sector
empresario y académico, junto con fundaciones elegidas por el gobierno.15 Dicho Comité
contempla dos instancias y actividades: una de carácter político, llamada Comité PúblicoPrivado, ámbito de discusión e intercambio de ideas sobre los lineamientos generales de la
política exterior; y otra de carácter técnico, donde el gobierno consulta a analistas, investigadores y especialistas sobre cuestiones relacionadas a su implementación.
• El segundo espacio de participación es el Consejo Consultivo de la Sociedad
Civil, a partir del cual la Cancillería convoca a organizaciones no empresariales -ONG, sindicatos y academia- para promover el diálogo y el intercambio de información y visiones con los
negociadores a cargo de los temas a discutir. A diferencia del canal anterior, éste carece de
institucionalización y su permanencia dependerá de la evaluación que de ella haga la parte
convocante. A fin de contribuir a su difusión y facilitar el acceso a la información, la Cancille-
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ría ha abierto una página en Internet y una newsletter donde se publican las síntesis periodísticas y la actividad diaria del ministerio en materia de negociaciones comerciales.
• De manera más reciente, la gestión de Kirchner ha inaugurado un nuevo tipo
de vínculo con las OSC, promoviendo no sólo el intercambio de información, sino también
la capacitación de las organizaciones productivas en estos temas, en especial las pequeñas
y medianas empresas (PyMEs).
V. CONCLUSIONES - LA PARTICIPACIÓN EN EL ALCA: ¿MEDIO O FIN?
Lo que hace nueve años aparecía sólo como un instrumento para promover la
agenda del ALCA, hoy se impone como un fin en sí mismo. Del análisis hasta aquí vertido
sobra evidencia empírica para afirmar que uno de los primeros resultados de la negociación
ha sido la multiplicidad de espacios de participación abiertos a los actores y organizaciones
no estatales. Si bien ellos no satisfacen las expectativas de las organizaciones empresariales
y de la sociedad civil, la internalización de la agenda participativa significa una positiva
contribución a la mayor transparencia y visibilidad pública de los procesos decisorios, sobre
todo en los países de América Latina, donde las negociaciones internacionales relativas al
comercio se han mantenido tradicionalmente bajo la competencia exclusiva de los gobiernos y de un grupo minoritario de sectores empresariales vinculados a la exportación-importación de bienes.
A diferencia de lo que ocurre a escala doméstica, el impacto de esta apertura
sobre las negociaciones intergubernamentales no es un fenómeno sencillo ni automático
de evaluar ni predecir. Sobre el tema rondan algunas preguntas y temores que asocian la
participación de actores no gubernamentales con impactos diversos, como el atraso en los
tiempos de la negociación y la dificultad en la construcción de consensos entre los gobiernos; el reforzar la debilidad negociadora de los países más pequeños, que en los hechos se
traduce en la imposición de estándares no comerciales que restringen la apertura de los
mercados, entre otros.
En términos de los tiempos de la negociación, la evidencia vertida a través del
curso de las negociaciones hemisféricas demuestra que la participación y la activación de
los actores privados y de la sociedad civil lejos de entorpecer las negociaciones, han evitado
que la discusión se detuviera. En este sentido, las negociaciones en torno de los temas de
defensa y medio ambiente son un ejemplo elocuente: más allá de las posiciones aparentemente irreductibles que se establecen entre los gobiernos, los actores sociales y económicos
han ido construyendo consensos sectoriales que, a manera de una densa red de anillos se
articulan entre sí, horizontal y verticalmente, y aseguran asimismo la permanencia y la
regularidad de las reuniones ministeriales.
De todas maneras, si bien el involucramiento de actores e intereses tan diversos
favorece la continuidad y sustancia del proceso, también le suma una alta cuota de incertidumbre respecto de la inclusión de nuevos temas. La agenda comercial es paradigmática
en este punto: si bien contribuye a ampliar la base de sustentación del proceso negociador, la presión de las organizaciones sociales, mayoritariamente del norte, por incluir
estándares laborales y medio ambientales ha sido fuerte y constante, primero a escala
nacional y a través de las propias instituciones políticas, y más tarde, en el ámbito regional
por medio de la ASC.
En el caso de las negociaciones del ALCA, esta presión no parece prosperar por la
oposición y resistencia mayoritaria de los gobiernos latinoamericanos a aceptar y reconocer
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a estos actores como parte de las negociaciones. Sin embargo, se trata de una victoria formal
y cortoplacista: el tema tiene muchas posibilidades de incluirse implícitamente en otras
agendas y disciplinas -como la de inversiones- o bien a través de los acuerdos bilaterales
que se van extendiendo en la región. Así lo demuestra el reciente acuerdo de libre comercio
firmado entre EE.UU. y Chile en diciembre de 2002, donde los estándares laborales y medio ambientales se instalan en una negociación en la cual la asimetría de poder entre países
desarrollados y en desarrollo confirma el desenlace.
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Notas
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Esta visión crítica del estado, que lo describe como un actor económico esencialmente
ineficaz, caracteriza el paradigma neoliberal de los años noventa y reconoce en el Banco
Mundial a uno de sus principales promotores (Tussie [2000]; Mercer [2002], World Bank y
The Civil Society Team [2002]).
2
Las demandas de los sindicatos y organizaciones medioambientales, en su mayoría del
norte, para proteger los propios estándares nacionales encontraron eco en los legisladores
estadounidenses quienes, a través del recurso institucional conocido comúnmente con el
nombre de fast track o vía rápida, presionaron al propio Ejecutivo y lograron ampliar la agenda
inicial a temas no comerciales como el laboral y el medio ambiental.
3
Como país anfitrión de la cumbre, el gobierno se encarga de definir el borrador de la
agenda que más tarde será firmada por todos los Jefes de Estado de las Américas. Es justamente
en esta etapa inicial, cuando los gobiernos anfitriones de las cumbres convocan a una ronda
de consulta sobre sus propuestas y visiones. Luego se eleva este borrador al Grupo de Revisión
e Implementación de las Cumbres (GRIC), el cual se encuentra integrado por funcionarios de
las cancillerías de todos los países de la región, para su redacción definitiva.
4
A fin de que toda nueva negociación adquiera un sentido preferencial, la estrategia
de EE.UU. ha sido la de incluir como "piso" de cada negociación todo lo acordado como
"techo" en las negociaciones anteriores, asegurándose así un avance sostenido en la agenda
multilateral. Esta "estrategia en espiral" se hace más evidente en materia de las nuevas
disciplinas como propiedad intelectual, inversiones y servicios, en las que los avances a escala
multilateral son más dificultosos.
5
Nos estamos refiriendo a la I Reunión Ministerial en Denver, donde debían discutirse
un informe preliminar sobre la situación del comercio, los principales problemas y el estado
de la negociación en materia comercial en otros foros. Además, se estableció una nueva
reunión de ministros de comercio para 1996, con el objetivo de analizar el informe final
sobre las cuestiones abordadas en el encuentro anterior, y establecer también un calendario
de trabajo.
6
Durante la Guerra Fría, el sistema de seguridad interamericano estuvo formado por
la JID, creada en 1942, el TIAR de 1947, el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas y la
misma OEA, ambos creados en 1948.
7
Sobre el origen, evolución y posibles escenarios futuros de estas redes transnacionales
ver Botto y Tussie [2003b].
8
El tema ya había sido objeto de una reunión organizada previamente en Washington
con el auspicio del Council of the Americas y que llevara el nombre de "Facilitación de negocios
en las Américas: una perspectiva del sector privado".
9
Las razones de este fracaso son probablemente muchas: el rechazo de la ASC a participar
del proceso o la disconformidad de las ONG ante la imposibilidad de realizar un monitoreo
sobre el impacto de sus propuestas; la falta de compromiso de los gobiernos latinoamericanos
-inclusive de aquéllos que se pronuncian públicamente a favor de los principios de participa-
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ción de la sociedad civil en los ámbitos regionales- para asegurar una adecuada difusión de
la convocatoria a nivel doméstico. Algunos de los errores iniciales -difusión y fiscalizaciónfueron superados en las dos convocatorias siguientes, realizadas en 2001 y 2002.
10
En efecto, en San Pablo sólo estuvieron presentes catorce delegaciones gubernamentales
-Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Costa Rica, Chile, Ecuador, Estados Unidos, México,
Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela- y representantes no
gubernamentales de ocho países algunos de los cuales -entre otros, de las organizaciones
de México, Ecuador y Colombia- tomaron conocimiento del evento por medio de sus pares
y sus vinculaciones transnacionales.
11
En el foro participaron alrededor de trescientas personas, en su mayoría académicos
y miembros de organizaciones medioambientales del norte.
12
A este respecto, la literatura plantea la incidencia de dos tipos de factores: uno se vincula con el tipo de problemática, y el otro se refiere a las estructuras nacionales, específicamente
a las del Estado y de la sociedad civil (Risse-Kappen, et al. [1999]).
13
Sus exportaciones superan 30% del PIB, mientras que las de Brasil sólo alcanzan 16,7%
y las de EE.UU., 16,3% (http://www.worldbank.org, sitio visitado el 28 de junio de 2003).
14
En ambas esferas, la integración con EE.UU. terminaría por subsumir los efectos
preferenciales de los acuerdos subregionales preexistentes -como el MERCOSUR, la CAN y
el Grupo de los Tres, entre otros- y su liderazgo político y estratégico en América del Sur.
15
En esta primera etapa de la discusión, el sector bancario, junto con el de los pequeños
productores y los sindicatos han sido excluidos de la convocatoria oficial.
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Cuadro 1
COMPARACIÓN DEL NIVEL DE AVANCE Y DE ACTORES QUE PROMUEVEN LAS AGENDAS
Agendas
Avance
Gobierno
Mercado
Sociedad civil
ALCA
Alto
+
+
+
Medio Ambiente
Bajo
-
-
+
Educación
Medio
+/-
+
+/-
Justicia
Medio
+/-
+
+/-
Defensa
Bajo
-
+
-
Fuente: Elaboración propia.
Cuadro 2
ORGANIGRAMA DE LAS NEGOCIACIONES DEL ALCA
Reuniones
Ministeriales
Comercio
Grupos de Negociación (GN)
Secretaría
Administrativa
Comité de
Negociaciones
Comerciales
Comité Tripartito:
OES, BIS, CEPAL
Agricultura
Acceso a
Mercados
Foro Empresarial
de las Américas
Derechos
de Propiedad
Intelectual
Servicios
Comités Especiales
Inversión
Grupo Consultivo sobre
Economías Más Pequeñas
Subsidios,
Antidumping
y Medidas
Compensatorias
Compras del
Sector Público
Solución de
Controversias
Comité de Representantes sobre la
Participación de la Sociedad Civil
(CRG)
Política de
Competencia
Comité Conjunto de Expertos
del Sector Público y Privado
en Comercio Electrónico
Fuente: Elaboración propia.
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Intergubernamental
Centro de Estudios de Justicia de las Américas,
con sede en Chile (1999).
Programa de Promoción de la Reforma
Educativa en América Latina y el Caribe, con
sede en Chile desde 1998.
Foro Hemisférico de Evaluación Educativa,
liderado por el Instituto Nacional de Estudos
e Pesquisas Educacionales (2000).
Foro Empresarial Energético de las Américas
(IV Reunión de Ministros de Energía, 1999).
Red Interamericana de Informaciones sobre
Biodiversidad y de un Foro Interamericano
sobre Legislación Ambiental en la OEA (1996).
Encuentro académico-diplomático: "Foro sobre
el Futuro de la Seguridad Internacional en el
Hemisferio", organizado por Chile en 1999.
Intercambio y cooperación cívico-militar en la
elaboración de los llamados "libros blancos" en
Chile, Argentina, Ecuador y Guatemala.
Tareas de seguimiento y de monitoreo del Plan
de Acción de las Cumbres por North-South
Center de la Universidad de Miami, The InterAmerican Dialogue y la Corporación de
Investigaciones para el Desarrollo (CINDE/Chile).
Bolivia convoca a World Resources Institute
-ONG estadounidense- para asesorar en la
organización de la Cumbre de Santa Cruz
de la Sierra (1996).
Gubernamental
ALGUNAS DE LAS INICIATIVAS DE LAS CUMBRES DE LAS AMÉRICAS
Estrategia Interamericana para la Promoción
de la Participación Pública en la Toma de
Decisiones sobre Desarrollo Sostenible (1996).
Fuente: Elaboración propia.
Defensa
Justicia
Educación
Medio
Ambiente
Agenda
Cuadro 3
Cumbre Latinoamericana de Educación Básica
en Miami con el auspicio de grandes empresas
transnacionales y del gobierno de EE.UU. (2001).
Foro Hemisférico sobre Educación en el marco
de la Cumbre de los Pueblos (1998 y 2001).
Foro Hemisférico sobre Medio Ambiente en el
marco de la Cumbre de los Pueblos (1998 y
2001).
OSC
Cuadro 4
COMPARACIÓN DEL NIVEL DE AVANCE Y DE ACTORES QUE PROMUEVEN LAS AGENDAS
Argentina
Coordinación
interministerial
México *
Chile
Brasil
Creación de la
Sección Nacional de
Coordinación de
Asuntos Relativos al
ALCA (SENALCA)
Creación del Comité
Interministerial de
Relaciones
Económicas
Internacionales
Ministerio de
Ministerios de
Relaciones Exteriores
Liderazgo en la Relaciones Exteriores,
Ministerios de
(DIRECON)
convocatoria
Comercio
Relaciones Exteriores
+
Internacional y Culto
Economía
Tipo de
convocatoria
Comité PúblicoPrivado
Convocatoria amplia
+
y no discriminada
Consejo Consultivo a través de SENALCA
de la Sociedad Civil
Canales
corporativos
Notas:
*
Corporativa
+
Ciudadana **
Corporativa
Secretaría de
Economía (SECOFI)
Corporativa
Corporativa
+
Ciudadana
Comité PúblicoPrivado
+
Convocatoria a la
Sociedad Civil
Comisión
Interministerial
+
Consejo Consultivo
Estos canales fueron abiertos para el proceso de negociación del TLCAN.
Esta consulta fue liderada por el Partido de los Trabajadores y otras OSC durante la campaña
electoral de Luiz Inácio Lula da Silva.
**
Fuente: Elaboración propia.
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Notas:
1995
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*
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C
III Foro
Empresario de
las Américas,
Belo Horizonte
(mayo)
1997
III Reunión
Ministerial,
Belo Horizonte
(mayo)
Foro Intersectorial
"Otra integración es
posible", Belo
Horizonte (mayo)
Foro Laboral, liderado
por AFL-CIO y CUT,
Belo Horizonte
(mayo)
II Foro
Empresario de
las Américas,
Cartagena
(marzo)
1996
II Reunión
Ministerial,
Cartagena
(marzo)
Cumbre de Santa
Cruz de la Sierra
(diciembre)
V Foro
Empresario de
las Américas,
Toronto
(noviembre)
1999
V Reunión
Ministerial,
Toronto
(noviembre)
I Cumbre de los Pueblos,
Santiago de Chile
(abril)
- Creación de la Alianza
Social Continental
- Foro de Educación
- Foro de Medio
Ambiente
IV Foro
Empresario de
las Américas,
San José
(marzo)
1998
IV Reunión
Ministerial,
San José
(marzo)
Cumbre de
Santiago (abril)
Sólo se incluyen las áreas analizadas en este trabajo.
I Foro
Empresario de
las Américas,
Denver
(junio)
1994
I Reunión
Ministerial,
Denver
(junio)
Cumbre de
Miami
(diciembre)
VII Foro
Empresario de
las Américas,
Quito
(noviembre)
2002
VII Reunión
Ministerial,
Quito
(noviembre)
II Reunión
Temática con la
Sociedad Civil,
Santiago (sept.)
I Reunión
Temática con la
Sociedad Civil,
San Pablo (junio)
VIII Foro
Empresario de
las Américas,
Miami
(noviembre)
2003
VIII Reunión
Ministerial,
Miami
(noviembre)
Foro de Comercio y de
Desarrollo Sostenible de las
Américas, Miami (noviembre)
Jornadas de
Resistencia
Continental: "Otra
Integración es
posible", Quito
(noviembre)
VI Foro
Empresario de
las Américas,
Buenos Aires
(abril)
2001
II Cumbre de los
Pueblos Québec
(abril)
-Foro de Educación
-Foro de Medio
Ambiente
2000
VI Reunión
Ministerial,
Buenos Aires
(abril)
Cumbre de
Québec
(diciembre)
CRONOGRAMA 1994-2003: REUNIONES GUBERNAMENTALES Y FOROS DE ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL *
CUMBRES DE LAS AMÉRICAS Y LA AGENDA DEL ALCA
Anexo I
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Notas:
1996
I CAMMA,**
Santiago
(mayo)
II Reunión
Ministros de
Defensa,
Bariloche
(octubre)
II Reunión
Ministros de
Energía, Santa
Cruz de la Sierra
(julio)
M
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**
*
1998
1999
II Reunión
Ministros de
Justicia,
Lima (marzo)
II CAMMA,
Arequipa
(septiembre)
IV Reunión
Ministros de
Defensa,
Manaos
(octubre)
V CAMMA,
Vancouver
(octubre)
2001
II Reunión
Ministros de
Educación,
Punta del Este
(agosto)
2003
III Reunión
Ministros de
Educación,
México
(agosto)
I Reunión Red
de OSCs de Justicia
de las Américas,
Quito (marzo)
2002
IV Reunión
Ministros de
Justicia,
Trinidad
(marzo)
I Reunión
V Reunión
Ministros de
Ministros de
Medio Ambiente,
Defensa,
Montreal
Santiago de Chile
(marzo)
(noviembre)
V Reunión
Ministros de
Energía, Ciudad
de México
(marzo)
I Foro Empresarial Energético de las Américas para
la Iniciativa Energética
Hemisférica, Ciudad de
México (marzo)
2000
III Reunión
Ministros de
Justicia,
Costa Rica
(marzo)
IV Reunión
Ministros de
Energía,
Nueva Orleans
(julio)
Creación del Foro Empresarial Energético de las
Américas para la Iniciativa
Energética Hemisférica,
Nueva Orleans (julio)
I Reunión
Ministros de
Educación,
Brasilia (julio)
III Reunión de
Ministros de
Defensa,
Cartagena
(noviembre)
III CAMMA,
Buenos Aires
(noviembre)
Reunión de OSCs:
"Educación, democracia
y desarrollo sustentable",
Santiago de Chile
(agosto)
1997
I Reunión
Ministros de
Justicia,
Buenos Aires
(diciembre)
IV CAMMA,
Caracas
(octubre)
III Reunión
Ministros de
Energía,
Caracas (enero)
Sólo se incluyen las áreas analizadas en este trabajo.
Conferencia Anual de Ministros de Minería de las Américas.
Conferencia Hemisférica:
Participación Ciudadana
y Desarrollo Sostenible,
Montevideo
(agosto)
1994 1995
I Reunión
Ministros de
Defensa,
Williamsburg
(julio)
I Reunión
Ministros de
Energía,
Washington, D.C.
(octubre)
VI CAMMA,
Santo Domingo
(noviembre)
CRONOGRAMA 1994-2003: REUNIONES GUBERNAMENTALES Y FOROS DE ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL. *
CUMBRES DE LAS AMÉRICAS: OTRAS AGENDAS
Anexo II
O
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