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EL LITISCONSORCIO NECESARIO
EN EL PROCESO CIVIL
Domingo Sosa Brito*
Sumario
LA TESIS DE SALVATORE SATTA. EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL SISTEMA
VENEZOLANO
* Profesor y Jefe de Cátedra de Derecho Procesal Civil I, Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
BOLETÍN DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES N° 150 – ENERO-DICIEMBRE 2011
Páginas: 265-292
ISSN: 0798-1457
Al hablar de litisconsorcio, nos colocamos inmediatamente frente a los
procesos civiles con pluralidad de partes. En tal sentido, podemos hablar
de litisconsorcio activo, cuando varios sujetos se encuentran en la posición
de demandantes; de litisconsorcio pasivo, cuando los sujetos figuran como
demandados y de litisconsorcio mixto, cuando constatamos la existencia
en el proceso, de varios demandantes y varios demandados. También podemos hablar de Litisconsorcio inicial y de Litisconsorcio sobrevenido,
situación esta última que puede darse en los casos de sucesión procesal o
de intervención litisconsorcial de terceros en el proceso.
La más importante clasificación del litisconsorcio, proveniente en forma
inicial de la doctrina y luego incorporada a la legislación, divide el Instituto
en Litisconsorcio Facultativo (LCF) y Litisconsorcio Necesario (LCN).
Antes de adentrarnos en el estudio y análisis del Instituto (LCN) en
el derecho venezolano, estimamos de vital importancia hacer un recuento
histórico de esta importante figura procesal, para lo cual nos servirán de
modelos dos obras capitales sobre el tema, como son el Ensayo de Giuseppe
Chiovenda, denominado “Sobre el Litisconsorcio Necesario”, publicado en
1904 con ocasión de la edición de un Libro Homenaje al eminente jurista
italiano Vittorio Scialoja; la versión castellana de dicho Ensayo, junto con
muchos otros, fue publicada por EJEA, Buenos Aires, en 1949 y la extraordinaria monografía de Enrico Redenti denominada “Il Giudizio Civile con
pluralità di parti”, de la cual no conocemos traducción al castellano, pero
conservamos la edición italiana de 1911.
El punto esencial de la doctrina chiovendana sobre el litisconsorcio
necesario, se puede resumir en el pasaje del mencionado Ensayo que transcribimos a continuación:
“De cuanto se ha dicho resulta que, si existe el litisconsorcio necesario,
aun fuera de normas de ley precisas y a base de la relación preexistente
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al proceso, esto no puede ser más que en el campo de los derechos
potestativos, en cuanto éstos tendiendo a su actuación en el juicio den
lugar a sentencias constitutivas. Y vamos a dar inmediatamente una base
positiva a la proposición de este segundo criterio. La instancia para la
división judicial (acotamos: partición en nuestro léxico) se propone en
contradictorio de los coherederos y de los acreedores oponentes (CPC.
Art. 882 -1865). La ley ha creído decirlo expresamente; o habria podido
callarlo sin que se dudase del defecto de legitimación en un juicio de
división propuesto contra algunos solamente de los coherederos. Ahora
bien, esto no es propio solamente del juicio de división; en cuanto a
varias acciones puede decirse lo que Paulo dijo del iudex en la acción
familiae erciscundae entre algunos de los coherederos: inutiliter datur. La
sentencia de división es sentencia constitutiva al menos en cuanto opera
la cesación del estado jurídico de indivisión; el caso especial nos permite
una observación general. En la sentencia constitutiva el juez declara el
derecho a la modificación de un estado jurídico; pero al mismo tiempo
la modificación es operada. La sentencia constitutiva tiene, pues, una
eficacia suya propia; y quien pide la sentencia no tiende a una actividad,
a una conducta del demandado, sino a una actividad del juez, los particulares efectos de la cual tiene el derecho de obtener o producir frente al
demandado; y a ellos el demandado está sujeto. Ahora bien, la sujeción
a un efecto jurídico (como a uno físico) no siendo debida por el sujeto,
sino siendo la consecuencia necesaria y sustraída a toda resistencia, del
hecho productor de tal efecto, es claro que la posición del demandado en
estos juicios es bien diversa de la ordinaria. El demandado está en causa
no como obligado, al cual debe dirigirse un mandato contenido en la ley,
sino sólo en cuanto por el principio del contradictorio, el efecto jurídico
inherente a la sentencia del juez, no puede producirse si él no es llevado
a juicio. Si son varios los sujetos al efecto jurídico, en el sentido de que
éste debe producirse necesariamente frente a varias personas juntas,
éstas son naturalmente litisconsortes en el juicio respectivo; porque en
juicios separados tendremos otras tantas sentencias, ninguna de las cuales produce el efecto jurídico querido, que todas inutiliter dantur. Aquí
hay pues, la imposibilidad jurídica de pronunciar separadamente; y el
juez debe ponerla de relieve de oficio; él no puede desinteresarse de la
deficiencia de partes en causa, porque esta deficiencia hace imposible
el acto que a él se pide”.1
1
Chiovenda, Giuseppe: Sobre el Litisconsorcio Necesario. Ensayos de Derecho Procesal Civil. Tomo
III. Pags.309/310/311. EJEA. Buenos Aires. 1949. La doctrina ha sido prolija sobre el tema. Entre otros
autores, podemos citar, además del referido estudio, citar los siguientes: Alcalá Zamora y Castillo,
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Es importante destacar que la doctrina chiovendana en el tema, se basa
en tres pilares fundamentales: a) La noción de derechos potestativos, (la
cual ya había adelantado en su famosa Prolusión de Bolonia-1903, al tratar
el tema de la Acción en el Sistema de los Derechos) , en la medida en que
éstos, en su actuación en juicio, den lugar a sentencias constitutivas. En
consecuencia, van aparejados los dos conceptos: derechos potestativos y
sentencias constitutivas; b) La necesaria participación en el proceso de todos
los sujetos involucrados en la correspondiente relación jurídica sustancial
deducida en el mismo, quienes, en consecuencia, ostentan la legitimación
para actuar o contradecir; y c) La inutilidad de la sentencia, cuando el proceso se desarrolle respecto a algunos solamente de los sujetos involucrados,
activa o pasivamente, en dicha relación sustancial. Es su famosa concepción
de la sentencia INUTILITER DATA.
En 1911 publica Enrico Redenti su famosa monografía sobre Il Giudizio Civile con Pluralità di Parti, la cual vino a apuntalar la concepción
chiovendana y a enriquecerla notablemente. La publicación de esta obra
causó gran emoción e interés en la doctrina italiana a tal punto que en 1979,
cuando Giorgio Costantino escribe su importante obra “Contributo allo
Studio del Litisconsorzio Necesario”, manifiesta que aún después de tantos
años, las enseñanzas de Redenti producían como desde su inicio, una gran
fascinación en los estudiosos de la materia; particularmente, sus páginas
sobre la legitimación para actuar y contradecir tienen una impresionante
Niceto: Puntualizaciones relativas al concepto de parte. Revista de Derecho Procesal Iberoamericana.
1983. Num. 1. Pags 103/134. Calamandrei, Piero: Derecho Procesal Civil. EJEA. Buenos Aires. 1962.
Carnelutti, Francesco: Instituciones del Proceso Civil. EJEA. Buenos Aires. 1959. Cortés Domínguez,
Valentín: El Litisconsorcio Necesario y la doctrina del Tribunal Supremo. Revista de Derecho Procesal Iberoamericana. 1976. Nums. 2-3. Pags. 369/422. Costantino, Giorgio: Contributo allo Studio del
Litisconsorzio Necessario. Editore Jovene. Napoli. 1979. Ennecerus, Kipp, Wolf: Tratado de Derecho
Civil. Bosch Casa Editorial. Barcelona. España. 1944. Henríquez La Roche, Ricardo: Código de Procedimiento Civil. Altolitho, C.A. Venezuela. 1995. Liebman, Enrico Tullio: Manual de Derecho Procesal
Civil. EJEA. Buenos Aires. 1980. Pags. 77/80. Loreto, Luis: Contribución al estudio de la excepción
de inadmisibilidad por falta de cualidad, en Estudios de Derecho Procesal. UCV. 1956. Leible, Stefan:
Proceso Civil Alemán. Edición de la Fundación Konrad Adenauer. Medellín. Colombia. 1999. Micheli,
Gian Antonio: Curso de Derecho Procesal Civil. EJEA. Buenos Aires. 1970. Monteleone, Girolano:
Diritto Processuale Civile. Terza Edizione. CEDAM. Padova. 2002. Parra Quijano, Jairo: Los Terceros
en el Proceso Civil. Ediciones Librería El Profesional. Bogotá. Colombia. 2001. Patelli, Alessandro: Il
Litisconsorzio Nel Processo Civile. Utet. Torino. 2001. Redenti, Enrico: Derecho Procesal Civil. EJEA.
Buenos Aires.1957. Rengel Romberg, Arístides: Tratado de Derecho Procesal Civil. Tomo III. Rosenberg,
Leo: Tratado de Derecho Procesal Civil. EJEA. Buenos Aires. Tomo II. 1955.Serra Domínguez, Manuel:
Concepto y regulación positiva del Litisconsorcio. Revista de Derecho Procesal Iberoamericana. Año
1971. Nums.
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actualidad. Agrega este autor: “La perfecta coherencia interna de la construcción teórica casi nos pone en riesgo de olvidar que aquellas páginas,
al inicio del siglo (1911), han representado un profundo salto cualitativo y,
sobre todo, que ellas hoy son actuales porque la jurisprudencia primero y el
legislador después se han servido de ellas para construir el actual sistema
jurídico. Así que, como habrá modo de constatar, hoy están vivas aun las
premisas ideológicas de aquella teoría y la consecuencia aplicativa que ya
Redenti había indicado; mientras que el núcleo de su construcción, es decir,
el principio de la necesaria coincidencia entre partes del proceso y partes
de la relación sustancial, no ha tenido semejante éxito.”2
Al hacer un balance de las teorías de Chiovenda y Redenti, las cuales
pueden ser consideradas como la concepción clásica del Litisconsorcio Necesario, podemos resaltar como principios comunes de ésta, los siguientes:
1) En el Litisconsorcio Necesario nos encontraremos siempre en presencia
de una, única e inescindible, relación jurídica sustancial. En consecuencia,
los integrantes de tal relación deberán participar en totalidad, ya activa o
ya pasivamente, en cualquier controversia judicial en la cual se encuentre
involucrada la referida relación jurídica. 2) La legitimación corresponde a
la totalidad de sujetos de la relación, pues todos ellos en conjunto constituyen la parte. 3) En la medida en que la pretensión en juicio se proponga
por algunos solamente de los litisconsortes o contra algunos solamente
de dichos litisconsortes, la sentencia que se dictare será una sentencia
INUTILITER DATA. Sin embargo, entre las dos concepciones existen algunas marcadas diferencias, entre las cuales cabe señalar las siguientes: A)
Mientras que para Chiovenda, la demanda propuesta por o contra algunos
solamente de los litisconsortes necesarios, debe ser rechazada de oficio
por el Juez, Redenti afirma que el Juez tiene el poder/deber de integrar el
contradictorio, llamando a la causa a los litisconsortes ausentes; pues la
sentencia pronunciada en relación con algunos litisconsortes solamente, no
sólo es inutiliter data sino que también es nula y que tal nulidad debe ser
declarada de oficio en cualquier estado y grado de la causa. B) Mientras
para Chiovenda la legitimación para actuar y contradecir en el proceso, es
una condición de la acción y por tanto la presencia de los litisconsortes en
la causa es necesaria desde el momento de la proposición de la demanda;
2
Costantino: Contributo. Ob. Cit. Pag. 73.
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para Redenti, en cambio, la legitimación para actuar o contradecir en juicio,
no es un presupuesto procesal ni una condición de la acción, sino un tercer
genero intermedio que se podría calificar como una condición o presupuesto de la decisión de mérito. Esto significaría que para que la decisión
fuera eficaz, sería necesaria la presencia de todos los litisconsortes para el
momento del pronunciamiento del Juez. C) Redenti amplía el espectro de
la tesis chiovendana a las pretensiones que puedan conducir a sentencias
declarativas.3
Esta concepción clásica, especialmente el aporte de Chiovenda, ha
sido objeto de severas críticas por autores de mucha relevancia, de manera
especial en lo que se ha considerado su parte más débil, cual es la relativa
a la tesis chiovendana de la inutilidad de la sentencia cuando en el proceso
no participan todos los sujetos integrantes de la respectiva relación jurídica
involucrada en la causa. En esta orientación se inscriben, quienes “niegan
la existencia de relaciones jurídicas sustanciales únicas con pluralidad de
Partes”, según la afirmación de Alessandro Patelli, cuyos más relevantes
representantes son Francesco Carnelutti y Enrico Allorio.
Así Carnelutti, es particularmente riguroso cuando hace referencia a la
sentencia inutiliter data, en un largo párrafo en el cual nos dice:
“La existencia del litisconsorcio necesario debería ser una buena razón a
fin de que el proceso se desarrolle respecto de todos los sujetos del status
(en líneas anteriores, acotamos, nos había indicado que esta figura del
LCN se encuentra estrechamente unida con la de status, de manera que
sólo cuando en una litis se deduzca una situación jurídica comprendida en
un status, el LCN se verifique: el ejemplo clásico es el desconocimiento
de la filiación legítima), esto es, a fin de que se deduzcan en él todas las
relaciones comprendidas en el status. Sólo que mientras hay status que
podrían llamarse limitados o definidos en el sentido de que los sujetos
de ellos están determinados (tal es típicamente la comunidad), otros
presentan en cambio, un carácter diverso y hasta inverso: típicamente
es tal el status familiae, el cual se extiende no sólo a las relaciones entre
los progenitores y entre cada uno de ellos y cada hijo, sino también a las
relaciones de los hijos entre sí y así sucesivamente. No hace falta nada
más para advertir que la necesidad genérica de la extensión del proceso a
todos los sujetos del status no puede ser reconocida; y por eso no puede
3
Cfr. Costantino. Ob. Cit. Pag. 73.
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formularse una norma que establezca el proceso cumulativo para todos
los casos de litisconsorcio necesario. El legislador cree haberla dictado
con el art. 102; pero no es difícil comprobar que se trata de una ilusión:
el art. 102 dispone que “si la decisión no puede pronunciarse más que
frente a varias partes, éstas deben accionar o ser demandadas en el mismo proceso”; que la decisión no pueda pronunciarse sino frente a varias
personas o que la demanda se deba proponer por varias personas o contra
varias personas, son dos efectos de una misma causa, que la ley debería
enunciar y que, en cambio, deja en la sombra. Este grave defecto deriva
de la ingenua formulación de una doctrina, aunque sea autorizada, lógicamente equivocada, según la cual el litisconsorcio es necesario cuando
la decisión frente a algunas solamente de las partes de las litis conexas
sería inutiliter data; el error está aquí en confundir la inutilidad con la
inoportunidad de la decisión, que no se extienda a todas las litis conexas;
en el caso más conocido de litisconsorcio necesario, concerniente a la
litis por desconocimiento de paternidad, el que la paternidad sea afirmada o negada sin el contradictorio de la madre, sería inconveniente pero
no en absoluto inútil, puesto que una vez que la litis entre el padre y el
hijo fuese decidida, según el contenido de la decisión, al padre o al hijo
favorecería; si además se compara con la norma contenida en el art. 247,
la cual en el caso inverso (litis para reconocimiento de filiación natural)
excluye la necesidad del litisconsorcio, se tiene de ello la confirmación
de que tal necesidad no es deducida sino por un más o por un menos de
oportunidad que, a los fines de la justicia de la decisión, varias litis sean
decididas conjuntamente en cuanto la no participación en el juicio de otros
sujetos constituya un grave peligro de información incompleta del juez y,
por eso, de injusticia. Por tanto el art. 102 contiene una norma vana y la
culpa se remonta no tanto al legislador como a la doctrina, la cual no ha
sabido ver claro hasta ahora en el problema del litisconsorcio necesario;
efectivamente, tal norma no puede entenderse de otra manera sino en
el sentido de que el litisconsorcio sea necesario (esto es, de que tengan
lugar las consecuencias previstas por el art. 102.2) cuando sea oportuno
que varias litis entre diversas partes no sean decididas separadamente.
Manifiestamente, la solución del problema del litisconsorcio necesario no
puede ser confiada más que al arbitrium iudicis, el cual en cada ocasión
en que tal oportunidad se manifieste, pueda y deba ordenar la extensión
del proceso a los sujetos de las relaciones conexas. Por fortuna, si la
doctrina no ha sabido aclarar el problema racionalmente, la intuición
empírica había sugerido desde hace mucho tiempo esta solución, creando
junto al litisconsorcio necesario ex lege, el litisconsorcio necesario iussu
iudicis, denominado de otra manera intervención por orden del juez, cuyo
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DOMINGO SOSA BRITO
campo de aplicación, sin embargo, es como se verá, mucho más amplio
que el considerado ahora…. Por lo general, en cambio, la necesidad de
la acumulación subjetiva depende de la orden del juez, según el art. 107:
“el juez, cuando considere oportuno que el proceso se desarrolle frente
a un tercero al cual es común la causa, ordena su intervención”. De esta
norma deduce Carnelutti que el art. 102 carece de utilidad práctica.4
En resumen, para Carnelutti5 el fundamento del litisconsorcio necesario
reside solamente en razones de oportunidad procesal, o sea, en la conveniencia práctica de evitar el trato separado (en juicios autónomos) de varias
relaciones jurídicas sustanciales (bilaterales) entre ellas conexas en modo
particularmente intenso. Lógico corolario de tal planteamiento de fondo
es el considerar todos los casos de litisconsorcio necesario como hipótesis
de legitimación extraordinaria y jamás como simple consecuencia de la
aplicación de los normales criterios de legitimación. Por tanto, a decir de
éste, el litisconsorcio necesario puede ser admitido únicamente allí donde
sea expresamente ordenado por el Juez.6
LA TESIS DE SALVATORE SATTA
Según las enseñanzas de Alessandro Patelli, podemos resumir la tesis
de Satta en los siguientes términos:“ Una posición en sí relevante ocupa
Satta, quien critica el concepto chiovendano de la sentencia inutiliter data
y sostiene que “el juez no puede sobreponerse a la disponibilidad de la
parte en la delimitación del ámbito subjetivo del juicio”, dado que “de la
utilidad de la sentencia no puede ser juez sino la parte”. El autor, mediante
un atento y realístico examen de la multiplicidad y diversos supuestos en
los cuales el legislador o la jurisprudencia han reconocido que el juicio
debe desenvolverse frente a varios legitimados, concluye subdividiendo
las hipótesis de litisconsorcio necesario en dos categorías: a) Los casos en
los cuales la necesidad del litisconsorcio deriva de la naturaleza de la relación sustancial deducida en juicio; b) Los casos en los cuales la necesidad
6
4
5
Carnelutti, Francesco: Ob. Cit. Pags. 389/390//391.
Cfr. Patelli. Ob. Cit. Pag. 14.
Cfr. Patelli.
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EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
del litisconsorcio es establecida exclusivamente en relación a criterios de
oportunidad procesal. Al centro de tal investigación se coloca, por tanto, la
distinción entre litisconsorcio necesario impuesto por razones sustanciales
y litisconsorcio necesario procesal. En la primera figura, siendo única ( a
menudo caracterizada por una complejidad inescindible) la relación jurídica
deducida en juicio, el proceso se debe realizar con la misma unidad, en
términos de contradictorio necesariamente plural y completo. En la segunda,
se trata de facilitar el desenvolvimiento del proceso, mediante la participación de todos los sujetos interesados. El Litisconsorcio necesario, si es
de naturaleza sustancial, puede ser admitido también más allá de los casos
fijados explícitamente por la ley, en cuanto se rige por el normal criterio
de legitimación; viceversa, si es de tipo procesal, este ocurre solamente en
los casos taxativamente previstos.7
Cuando hacemos una evaluación de todos los planteamientos anteriores, podemos destacar que a la teoría clásica o tradicional se le atribuye el
mérito de haber reconducido el instituto al ámbito de la legitimación para
actuar y contradecir. Sus límitaciones residen, en cambio, en no haber
considerado suficientemente que, a veces, el litisconsorcio necesario se
realiza independientemente de la deducción de una relación jurídica plurisubjetiva (p.e. los casos de pretensiones propuestas en ejercicio de una
legitimación extraordinaria como la sustitución procesal) y en el haber
calificado en forma expeditiva como inutiliter data la sentencia emanada
de un contradictorio incompleto.8
Por lo que respecta a la doctrina sustentada por Carnelutti, ésta podría
tener como punto esencial, su planteamiento mediante el cual impugna lo
que se ha considerado como el punto débil de la doctrina chiovendana, es
decir, la concepción de la sentencia inutiliter data. Sin embargo, podríamos
considerar como censurable en la posición de este autor, dejar al arbitrio
del juez la libre determinación de los casos en que sería procedente el litisconsorcio necesario y por tanto la aplicación del art. 102 del Código de
Procedimiento Civil italiano. En efecto, las partes en estas circunstancias
estarían abrumadas por la incertidumbre y, por qué no decirlo, hasta por
la desconfianza del juez que conociere de la causa. De esta solución carneluttiana creemos se ha apartado la doctrina, con justa razón.
7
8
Patelli. Ob. Cit. Pags. 15/16.
Cfr. Patelli. Ob. Cit. Pag. 18.
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DOMINGO SOSA BRITO
Sobre la tesis de Satta, compartimos la tesis de Patelli en el sentido de
que es uno de los autores que más ha tratado de profundizar en el estudio y
análisis del instituto, con el importante aporte de la división del litisconsorcio en dos categorías: a) el impuesto por razones de naturaleza sustancial
y b) aquel impuesto por motivos de oportunidad procesal.
Aparta de estas relevantes concepciones sobre la materia, existen opiniones independientes vertidas en tratados o manuales de diversos autores,
de las cuales podemos destacar las siguientes:
1.- Monteleone afirma que, desde el punto de vista del proceso, el
litisconsorcio necesario constituye una directa consecuencia de los principios de la demanda, del contradictorio y de la legitimación para actuar
antes mencionados; sin hacer referencia a ellos, el instituto no puede rectamente entenderse, ni puede distinguirse del contiguo, pero bien diverso,
la intervención por orden del juez prevista en el art. 107. Sentado esto,
se pueden distinguir dos grandes categorías de juicios, en los cuales está
presente el litisconsorcio necesario: 1) Aquellos casos en que una norma
legal (generalmete aquellas que disciplinan determinadas relaciones o
situaciones sustanciales como status, poderes, etc.) imponen a priori expresamente que determinadas demandas deban proponerse frente a varios
sujetos. En estas hipótesis de litisconsorcio necesario impuesto por la ley,
no existen evidentemente márgenes de duda: si el actor no llama a juicio
a todos ellos, que por ley deben participar, nace la necesidad de integrar
el contradictorio. Es evidente que, si el contradictorio no adviene, quedan
violados los principios de la demanda, del contradictorio y de la legitimación
para actuar: si la demanda tiene un objeto respecto del cual la ley identifica
una pluralidad de legitimados a actuar y a contradecir, en obsequio a los
reclamados principios regulatorios del proceso civil, todos deben hacerse
parte. 2) Por otro lado no se puede negar, que fuera de las hipótesis de previsión explícita de la ley, existen otras en las cuales subsiste la necesidad
del litisconsorcio…que existen numerosos y no predeterminables casos,
en los cuales se puede reencontrar situaciones o relaciones jurídicas únicas
con pluralidad de partes; o bien de relaciones bilaterales distintas, pero
estrecha e inescindiblemente ligadas, por condicionarse recíprocamente en
modo determinante. Ejemplos del género pueden ser la cotitularidad plural
de derechos reales de goce; la coexistencia de la propiedad y de derechos
reales sobre cosas de otro, constituidas a título derivativo por el propietario;
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EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
la validez, la eficacia, la rescindibilidad de contratos o actos plurilaterales;
las relaciones entre socios de una sociedad de personas, etc.”9
Calamandrei nos dice:
2.- “En el litisconsorcio necesario, a la pluralidad de partes no corresponde una pluralidad de causas; la relación sustancial controvertida es sólo
una y una sola la acción;, pero, como la relación sustancial es única para
varios sujetos, en forma que las modificaciones de ella, para ser eficaces,
tiene que operar conjuntamente en relación a todos ellos, la ley exige que
al proceso en que hay que decidir de esa única relación, sean llamados necesariamente todos los sujetos de ella, a fin de que la decisión forme estado
en orden a todos ellos. Piénsese, por ejemplo, en la relación de comunidad
entre más de dos condóminos; cada uno de ellos tiene derecho a pedir la
disolución de la comunidad y está legitimado para accionar en orden a la
división; pero la legitimación pasiva corresponde conjuntamente a todos
los demás condóminos y el actor debe proponer la demanda de división en
relación a todos…..En todos estos casos en que la legitimación compete
conjuntamente y no separadamente a varias personas, el litisconsorcio de
ellas es necesario: si la decisión no puede pronunciarse más que en relación a varias partes, éstas deben accionar o ser demandadas en el mismo
proceso (art. 102). En los ejemplos hasta ahora citados, la necesidad del
litisconsorcio está expresamente establecida en la ley; pero pueden haber
casos de litisconsorcio necesario, aun en defecto de disposición explícita
de la ley, siempre que la acción (constitutiva) tienda a la mutación de un
estado o relación jurídica destinada a operar frente a varios sujetos, todos
los cuales, a fin de que la mutación pueda producirse válidamente, deben
ser llamados en causa, sin que pueda dicha relación o estado, que es único para todos, ser modificado solamente en relación a algunos de ellos y
permanecer inmutado en relación a los demás. En los casos hasta ahora
indicados de litisconsorcio necesario, la sentencia, si se la pronunciara
sin la presencia en causa de todos los litisconsortes, sería defectuosa; de
manera que, a fin de evitarlo, el art. 102.2 establece que si se promueve
el juicio sin la presencia de todos los litisconsortes necesarios, “ordena el
juez la integración del contradictorio en un plazo perentorio establecido
por él”…No debe confundirse con esta hipótesis, aunque tenga muchos
9
Monteleone, Girolano: Ob. Cit. Pags. 203/204. Trad. Literal del autor.
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puntos de semejanza con ella, la que puede verificarse cuando legitimados
para pedir en juicio la mutación de una cierta relación o estado sean todos
los pertenecientes a una determinada categoría, cada uno de los cuales
puede, por sí solo, deducir en juicio dicha relación o estado y obtener su
mutación con efectos que se extienden también a los demás legitimados
no presentes en causa. (por ejemplo, la impugnación de las deliberaciones
de la Asamblea en las sociedades anónimas). En tales casos, el litisconsorcio no es inicialmente necesario, ya que la acción puede ser válidamente
propuesta por uno solo de los legitimados; pero si la acción la proponen
simultáneamente, en juicios separados, distintos de ellos, el litisconsorcio
viene a ser necesario en el sentido de que todas esas distintas demandas
con que los distintos litisconsortes deducen en juicio todos ellos la misma
relación o estado jurídico que hay que modificar, deben agruparse y decidirse en una sola sentencia, que forma estado también en relación también
a los no intervinientes”.10
3.- Por su parte, Manuel Serra Domínguez, Catedrático de Derecho
Procesal, nos dice que el centro de gravedad del litisconsorcio necesario hay
que encontrarlo fuera del derecho procesal, en el derecho material, que al
regular situaciones jurídicas que exigen para la producción de sus efectos la
concurrencia de un determinado número de personas, todas ellas interesadas
en una única relación, determina la necesidad de que estas personas concurran al proceso para que el derecho material pueda declararse en la sentencia
eficazmente. Si falta cualquiera de estas personas en el proceso, no es que
se extiendan a su respecto los efectos de cosa juzgada de la sentencia, sino
más simplemente que la sentencia carece de eficacia en cuanto la relación
jurídica en ella declarada no podrá actuarse por falta de –uno de sus sujetos
integrantes…la justificación del litisconsorcio necesario no se encuentra,
por tanto, en el Derecho Procesal, sino en el Derecho material.11
Para cerrar este sucinto recuento histórico sobre el instituto, queremos
hacer alusión a la obra de Giorgio Costantino, quien a pesar de manifestar
que existía, para el año 1979, cuando se ocupa del tema, un ambiente que
reflejaba fastidio por la abrumadora cantidad de estudios, investigaciones y
críticas sobre el LCN y luego de invocar razones muy valederas para otras
Calamandrei, Piero: Ob. Cit.. Tomo II. Pags. 310/311/312.
Serra Domínguez. Ob. Cit. Pags. 584/585.
10
11
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EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
soluciones como veremos a continuación, con su “Contributo allo studio
del Litisconsorzio Necessario”, dedica al Instituto páginas ciertamente
admirables.
Comienza el autor diciéndonos en primer lugar que, no obstante la vastedad y complejidad de las contribuciones sobre el argumento y no obstante
la gravedad de las consecuencias que comporta la violación del art. 102.1 del
CPC italiano, no se puede indicar aun con certeza el ámbito de aplicación
de esta disposición. El art. 102.1 es, en efecto, una norma en blanco; ella
dispone que “si la decisión no puede dictarse sino frente de varias partes,
éstas deben demandar o ser demandadas en el mismo proceso”; no indica,
en cambio, cuándo y en base a cuales presupuestos “la decisión no puede
pronunciarse sino frente a varias partes”.Refiere el autor comentado que
respecto a la análoga norma de la ZPO alemana, el Parágrafo 62, la doctrina
tedesca no vacila en afirmar aun hoy que la Notwendige Streitgenossenschaft representa uno de los más difíciles problemas y que la causa de todas
las dificultades reside en la insuficiencia de la disciplina legislativa; sin
embargo, la violación del Parágrafo 62 ZPO, no produce los efectos que
produce el art. 102.1 del CPC italiano: poder/deber del juez de primer grado
de ordenar la integración del contradictorio ex art. 202.2 del CPCI y poder/
deber del juez de la impugnación de ordenar la remisión de la causa al juez
del primer grado de jurisdicción. Los conceptos de “relación jurídica única
con pluralidad de partes” o de “conexiones particularmente intensas entre
varias relaciones jurídicas bilaterales” no parecen suficientes para llenar de
contenido específico la fórmula expresada en el art. 101.2 del CPCI. Aparece
insuficiente también el genérico reclamo al principio del contradictorio ex
art. 101 del CPCI y aquel de la garantía del derecho a la defensa ex art. 24.2
constitucional: No tanto porque parece legítimo preguntarse por qué razón
ha escogido un mecanismo tan complicado (integración del contradictorio,
remisión de la causa al primer grado de jurisdicción) para tutelar a aquellos
que pueden sufrir los efectos de la sentencia sin haber participado en el
proceso, cuando esta finalidad habría podido ser alcanzada más fácilmente,
mediante la disciplina de los límites subjetivos de la eficacia de la sentencia y
eventualmente con la oposición del 3º a la sentencia (institución no existente
en Venezuela), pero sobre todo porque esta interpretación no se concilia
con la calificación tradicionalmente atribuida a la sentencia pronunciada
frente a algunos solamente de los litisconsortes necesarios, es decir, con
276
DOMINGO SOSA BRITO
el concepto inutiliter data. O el litisconsorcio necesario ex art. 102.1 del
CPC italiano está predispuesto para evitar el pronunciamiento de sentencias inútiles o él está previsto para la tutela de aquellos que, sin participar
en el proceso, pueden sufrir los efectos de la sentencia. En el primer caso,
el principio del contradictorio y la garantía constitucional del derecho a
la defensa, nada tendrían que hacer con este instituto, porque la sentencia
si es inutiliter data, no puede violar ni el principio del contradictorio ni el
derecho a la defensa de aquellos que no han asumido la condición de parte. En el segundo caso, no tendría sentido calificar de inutiliter data a una
sentencia eficaz no sólo frente a las partes del proceso, sino también frente
a los litisconsortes necesarios pretermitidos. Un segundo aspecto importante, que justifica la investigación, no nace de consideraciones puramente
exegéticas. La problemática del LCN, en efecto, coincide sólo en parte con
aquella relativa a los juicios con pluralidad de partes. Los artículos 102,
268.2, 307, 351, etc., no presuponen que varias personas hayan actuado o
que varias personas hayan sido demandadas, ni que varias personas estén
presentes en la causa: presuponen, al contrario, que varias personas deban
actuar o deban ser demandadas; indican los instrumentos que una pluralidad
de partes, asuman la condición de partes en el proceso. Sólo los artículos
331 CPC italiano, 2.733.3 y 2.738 CC italiano tienen como presupuesto
un litisconsorcio ya constituido ( confesión y juramento prestados sólo por
alguno de los litisconsortes, los cuales serán apreciados libremente por el
juez). El art. 102.1 es tradicionalmente considerado la norma fundamental
en el tema de la legitimación para actuar y contradecir, es decir, la norma
mediante la cual es posible individualizar aquellos que deben asumir en
juicio la condición de partes.. El debate teórico sobre el LCN se identifica
sólo en parte con aquel relativo a los juicios “uni e unicí” con pluralidad de
partes; coincide, al contrario, con el relativo a los criterios de legitimación
para actuar y contradecir”.12
Como se podrá observar, eran más aceptables las razones para evitar la
investigación que para emprenderla. Sin embargo, debemos congratularnos
con que la haya emprendido y consumado, pues sus resultados revelan una
indudable excelencia y un acabado conocimiento sobre el Instituto.
Costantino. Ob. Cit. Pags. 4 y 5.
12
277
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL SISTEMA
VENEZOLANO
En el CPC de 1987, por primera vez aparecen definidas positivamente
las dos vertientes del Instituto, es decir, el litisconsorcio facultativo (LCF)
y el litisconsorcio necesario (LCN). La primera vertiente está consagrada
en el art. 146 de dicho Código y la segunda en el art. 148 del mismo.
En el art. 146 expresa nuestro CPC: “Podrán varias personas demandar
o ser demandadas conjuntamente como litisconsortes: a) Siempre que se
hallen en estado de comunidad jurídica con respecto al objeto de la causa;
b) Cuando tengan un derecho o se encuentren sujetos a una obligación que
derive del mismo título; c) En los casos 1º, 2º y 3º del artículo 52”. Esta
norma tiene su inspiración inmediata en el Parágrafo 59 de la Ordenanza
Procesal Civil alemana (ZPO), cuyo texto expresa: “Podrán varias personas
demandar, o ser demandadas, conjuntamente como litisconsortes siempre
que se hallen en estado de comunidad jurídica respecto del objeto litigioso
o tengan un derecho o se encuentren obligadas por una misma causa de
hecho o jurídica”.
El artículo 148 del CPC, contentivo del litisconsorcio necesario en
nuestro sistema, nos dice: “Cuando la relación jurídica litigiosa haya de
ser resuelta de manera uniforme para todos los litisconsortes o cuando el
litisconsorcio sea –necesario por cualquier otra causa, se extenderán los
efectos de los actos realizados por los comparecientes a los litisconsortes
contumaces en algún término o que hayan dejado transcurrir algún plazo”.
Este artículo, por su parte, se inspiró en el Parágrafo 62 de la mencionada
ZPO, cuyo texto es el siguiente: “Cuando la relación jurídica litigiosa haya
de ser resuelta de modo uniforme para todos los litisconsortes o cuando
el litisconsorcio sea necesario por cualquier otra causa, los litisconsortes
contumaces en algún término o que dejen transcurrir algún plazo se considerarán representados por los comparecientes”.
Como podrá observarse, el art. 146 CPC, consagratorio del litisconsorcio facultativo, establece cinco (5) supuestos de procedencia de de
esta figura procesal, respecto de la cual merece especial consideración la
consagrada en el literal (a), por la interpretación que le ha venido dando
un importante sector de nuestra doctrina. En efecto, nuestros distinguidos
278
DOMINGO SOSA BRITO
juristas Arístides Rengel Romberg13 y Ricardo Henríquez La Roche,14han
considerado que en este literal (a) se consagra un caso específico de litisconsorcio necesario, lo cual hacen derivar de la frase “estado de comunidad jurídica con respecto al objeto de la causa”.15 La frase empleada por
el legislador se presta a equívocos en su interpretación y lo que nos llama
particularmente la atención es, precisamente, que el Maestro Arístides
Rengel, co-redactor del Proyecto de Código de Procedimiento Civil que, a
la postre se convirtió en Ley, sea al mismo tiempo uno de los sostenedores
principales de que en el literal (a) del art. 146 CPC se encuentre consagrado
un supuesto de litisconsorcio necesario.
Lamentamos disentir del criterio sustentado por los citados autores, a
pesar de que aceptemos que probablemente influyó en ellos la opinión de
Leo Rosenberg, de cuya obra nos permitimos transcribir el siguiente párrafo: “ A semejanza del derecho anterior, los Parágrafos 59 y 60 enumeran
estos presupuestos causídicamente. Según ellos procede el litisconsorcio:
a) cuando los litisconsortes se encuentran en (pretendido) estado de comunidad jurídica respecto al objeto litigioso; entre los litisconsortes existe,
por ej., una comunidad (BGB, Parágrafos 741 y sgtes); en particular, un
condominio, una relación de mancomunidad, un crédito común o una deuda
común; o se demanda al deudor principal y al fiador”.
Es verdad que al estudiar la procedencia de una norma y sobre todo
cuando la reproducción es casi fiel a la norma inspiradora, la referencia
inmediata de interpretación debe ser la doctrina sustentada en torno a la
norma de origen. No obstante ello, la tradición jurídica germánica en estos
supuestos, está tan alejada de nuestra realidad que resulta arriesgado aplicar en nuestro contexto interpretaciones de su doctrina. En efecto, en los
supuestos que maneja Rosenberg: mancomunidad, crédito común, deuda
común, demanda al deudor principal y al fiador, comunidad, como ejemplos
de comunidad jurídica con respecto al objeto litigioso (objeto de la causa
como dice nuestra norma), es difícil encajar los criterios sobre litisconsorcio necesario que hemos tratado de explicar anteriormente. No olvidemos
que nuestro art. 146 CPC nos habla de comunidad jurídica con respecto al
Rengel Romberg, Arístides: Ob. Cit., Tomo II. Pag. 25.
Henríquez La Roche, R.: Ob. cit.. Tomo I. Pag. 439.
15
Rengel Romberg, Arístides: Ob. Cit.. Tomo II. Pag. 43. 11. R. Henríquez La Roche.Ob. cit.. Tomo I.
Pag. 439.
13
14
279
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
objeto de la causa, lo cual significa que diversas relaciones jurídicas tengan
en común un objeto determinado, pudiendo los sujetos y la causa de cada
relación ser distintos. Por ello, lamentamos no compartir el criterio de los
notables juristas mencionados, a cuyos fines nos permitimos invocar las
siguientes razones: (1) El litisconsorcio necesario no puede ser, en momento
alguno, producto de la voluntad de las partes y el encabezamiento del art.
146 CPC al emplear el verbo poder en tiempo futuro ( “Podrán… varias
personas demandar o ser demandadas conjuntamente…”), está señalando
como origen de esta vertiente del litisconsorcio, la voluntad de las personas
y no su origen en una imposición de la ley o en la unívoca interpretación de
una norma sustancial determinada, en cuyo supuesto no figure la voluntad de
las personas; (2) El concepto de comunidad jurídica con respecto al objeto
de la causa, nos hace pensar más bien, en la existencia de dos relaciones
jurídicas con un objeto común, como antes expresáramos. Este concepto
de comunidad jurídica ha venido siendo manejado por la doctrina italiana
, la cual destaca el carácter vago de la expresión, empleada por ellos en el
art. 106 del Código Procesal Civil italiano (CPCI).16 Ese mismo concepto
de “comunidad de causa” lo ha recogido nuestro CPC en el art. 370, ordinal
4º, cuyo texto expresa: “ Los terceros podrán intervenir o ser llamados a la
causa pendiente entre otras personas, en los casos siguientes: (omissis)…
4º: Cuando alguna de las partes pida la intervención del tercero por ser
común a éste la causa pendiente”. Gran debate ha habido entre los autores
italianos sobre el significado del instituto y a este respecto Tomás López
Fragoso, gran jurista español, nos dice: “La doctrina italiana critica la
elección que el legislador italiano de 1940 realiza para determinar el presupuesto de la intervención coactiva: la comunidad de causa. El concepto
de la causa común con el que se ha querido fijar el ámbito de aplicación
del art. 106 CPC, es un concepto vago e impreciso, el cual ha dado pie a
las mayores discusiones sobre su entendimiento, constituyendo uno de los
puntos más controversiales en la interpretación del citado artículo…Como
mucho puede afirmarse solamente la existencia de un acuerdo doctrinal casi
unánime en concebir la causa común como conexión entre el objeto de un
proceso en curso y la relación jurídica de que la que es titular un tercero.
Este art. 106 CPCI expresa: “Cualquiera de las partes puede llamar al proceso a un 3º al cual considera
común la causa...”.
16
280
DOMINGO SOSA BRITO
Pero este parecer mayoritario, frente al cual se pronuncia principalmente
Redenti, sólo puede predicarse en un sentido negativo, es decir, se manifiesta
en excluir del ámbito de la intervención coactiva a instancia de parte, al
litisconsorcio necesario (a la integración del contradictorio), para el que
habría que hablar de causa única con pluralidad de partes y no de conexión
entre causas diversas.”17
En tales circunstancias, este concepto de comunidad causa, a nuestro
modo de ver sería el aplicable al art. 146 del CPC, lo cual sería perfectamente
congruente con la formulación técnica de esta disposición legal. Reiteramos,
pues, que el literal a) de este artículo consagra un caso más de litisconsorcio
facultativo y en modo alguno, un caso de litisconsorcio necesario. Es más,
cuando en nuestro medio manejamos conceptos como mancomunidad u
obligación mancomunada, deuda común, acreencia común, en ningún
momento pensamos en la existencia de una, única e inescindible relación
jurídica con pluralidad de partes, que es nota característica del litisconsorcio
necesario, sino al contrario, de varias relaciones jurídicas probablemente
unidas por el mismo objeto o provenientes del mismo título. Preocupante
es el concepto de comunidad a secas de que habla el jurista Rosenberg, en
el cual pareciera referirse a la comunidad ordinaria de bienes, razón por la
cual pensamos que desde la óptica del instituto sustancial comunidad de
bienes existente en Venezuela, es imposible colocarlo en los supuestos relativos al litisconsorcio simple, facultativo o voluntario que es precisamente
el normado por el Parágrafo 59 de la ZPO, igual al 146 del CPCV. Cabe
añadir, que es curiosa la ejemplificación que hace este ilustre autor alemán,
en la forma indicada anteriormente, al mencionar la “comunidad” a pesar
de que en este particular contexto y según las enseñanzas de Ennecerus,
Kipp, Wolf, el BGB regula este instituto basado fundamentalmente en los
principios romanos. En consecuencia, cabría observar que la comunidad
de bienes, de corte romano tanto en Venezuela como en Alemania, difícilmente podría encajar en normas como el art. 146 del CPC venezolano,
como en el Parágrafo 59 de la ZPO alemana. En efecto, este Parágrafo
dice textualmente: “Podrán varias personas demandar, o ser demandadas,
conjuntamente como litisconsortes siempre que se hallen en estado de
López- Fragoso, Tomás: La intervención de terceros a instancia de parte en el proceso civil español.
Pag. 26. Marcial Pons Ediciones Jurídicas. Madrid. 1990.
17
281
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
comunidad jurídica respecto del objeto litigioso o tengan un derecho o se
encuentren obligados por una misma causa de hecho o jurídica”; si comparamos esta norma con nuestro art. 146 CPC, tendremos que concluir
que son sustancialmente idénticas y por tanto ambas consagran los casos
de litisconsorcio facultativo en nuestro léxico o litisconsorcio simple en
el lenguaje de la ZPO. Corolario de lo expuesto es que, al emplear ambas
normas en su formulación técnica el verbo poder en futuro, es decir, podrán varias personas demandar o ser demandadas….. (p. 59 ZPO). podrán
varias personas demandar o ser demandadas (Art. 146 CPC), tanto el legislador alemán como el venezolano hacen depender estos litisconsorcios
de la voluntad de las personas, lo cual excluye automáticamente la idea
de litisconsorcio necesario. Como nota curiosa agregaríamos que cuando
Rosenberg trata el específico tema del litisconsorcio “estrictamente necesario”, señala como ejemplo la “comunidad de bienes.” Así, nos dice este
autor alemán: “Los casos en que el litisconsorcio resulta necesario, porque
no proceden las demandas particulares, sino que la demanda sólo puede
entablarse en común por o contra los diversos interesados son: (omissis).
2) Los procesos activos de comunidad de bienes…Los procesos pasivos
son admitidos contra cada comunero particular…”.18
Reiteramos que el estado de comunidad jurídica con respecto al objeto
de la causa, no debe confundirse con el instituto de la comunidad ordinaria
de bienes. En efecto, en caso de partición de esta comunidad de bienes, la
cual es expresiva de una relación sustancial única con pluralidad de sujetos,
sí nos encontramos en un caso específico de litisconsorcio necesario, mientras que bajo el ropaje del concepto de “comunidad jurídica con respecto
al objeto de la causa” (Art. 146 CPC), nos encontramos con la existencia
de por lo menos dos relaciones jurídicas conexas entre si, por el objeto de
cada una de ellas. En consecuencia, el ejercicio de las múltiples pretensiones
tendrá como ventaja desarrollarse en un proceso formalmente único pero
el pronunciamiento del Juez deberá versar sobre cada una de las referidas
pretensiones en forma autónoma; ello significa que unas pretensiones pueden ser desestimadas y otras acogidas en la sentencia, lo cual confirma la
separación e independencia de las mismas dentro del proceso.
Rosenberg. Ob. Cit: Tomo II. Pags. 107/108.
18
282
DOMINGO SOSA BRITO
Por su parte Stefan Leible, en su obra El Procedimiento Civil Aleman,
nos dice: “ La ZPO regla tres diversas formas de litisconsorcio simple, que
mayormente no permiten distinguirse nítidamente entre si. Varias personas
pueden demandar o ser demandadas litisconsorcialmente: Si en relación
al objeto de la litis están en comunidad jurídica (Parágrafo 59). Una comunidad jurídica, en tal sentido, existe p.e. entre condóminos, herederos,
deudores y acreedores solidarios”. Como se desprende de esta afirmación,
la noción de comunidad jurídica para la doctrina alemana, a pesar de lo
que antes decíamos en palabras de Ennecerus, no podemos encajarla en la
concepción que ha mantenido en inveterada tradición la doctrina venezolana
sobre la comunidad de bienes, en sus diversas manifestaciones. Por ello
este autor indica los mencionados ejemplos como expresivos de litisconsorcios simples, equivalentes a nuestro litisconsorcio facultativo. Ello queda
demostrado, cuando Leible habla de los efectos del litisconsorcio simple,
lo cual hace en los siguientes términos: “El litisconsorcio simple conduce
a que varias pretensiones procesales sean unidas para su deliberación y
percepción común de la prueba en un procedimiento. Empero común es
solamente el marco externo. Cada litisconsorte es y permanece totalmente
independiente…En el litisconsorcio simple no existe, en consecuencia, la
necesidad de una decisión única… la demanda de un litisconsorte puede
ser fundada, la del otro infundada… Un demandante puede renunciar a la
pretensión deducida, el otro por el contrario puede formular una petición
de condena del demandado”. Por ello, se hace evidente que no es ejemplo
adecuado en este caso la comunidad de bienes, respecto de la cual la pretensión de partición debe conducir a una sentencia única con efecto para
todos los integrantes de la comunidad.19
Aclarados algunos conceptos fundamentales en materia del litisconsorcio en general y más específicamente del litisconsorcio facultativo,
nos corresponde ahora desarrollar la investigación en el campo preciso
del Litisconsorcio Necesario y su presencia en la doctrina y legislación
venezolanas.
En este tema nuestro legislador se inspiró también en la normativa establecida en la Ordenanza Procesal Civil alemana. En razón de ello al tratar
de interpretar esta normativa, la referencia inmediata debemos encontrarla
Leible, Stefan: Ob. Cit. Pag. 440.
19
283
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
en la doctrina germánica, siempre con las reservas de las diferencias sustanciales en este contexto, entre el sistema alemán y el nuestro. Volvemos
a Rosenberg, quien al respecto expresa: “El litisconsorcio necesario o especial, regulado por el parágrafo 62, que se denomina también calificado,
comprende dos casos: a) el caso en que “la relación jurídica litigiosa sólo
puede ser resuelta de modo uniforme para todos los litis consortes” y b) el
caso en que el litisconsorcio sea necesario por otra causa”… en el primer
caso, cuando se plantea demanda común, sólo puede dictarse una resolución uniforme respecto de todos los litisconsortes, pero no es necesaria la
demanda común; sino que son admisibles las demandas particulares por o
contra los diversos interesados. Por el contrario, en el segundo caso debe
plantearse la demanda por o contra todos los interesados, de acuerdo con
las disposiciones del derecho material o del procesal, porque sólo todos
unidos, son la parte verdadera….En este sentido es el litisconsorcio, aquí,
efectivamente necesario; y por ende se le denomina litisconsorcio propiamente necesario o necesario en sentido estricto y al otro casualmente
necesario o especial”.20
Más adelante nos dice el autor, “La ZPO no da para el litisconsorcio
necesario más que la norma especial del Parágrafo 62, según el cual se consideran representados por los comparecientes los litisconsortes contumaces
en una audiencia o respecto del cumplimiento de un plazo. En lo restante
se aplican los Parágrafos 61 y 63, que rigen para todo litisconsorcio. De
acuerdo con ello, la regulación dada para el litisconsorcio necesario es idéntica para las dos clases….en el caso del litisconsorcio necesario auténtico,
puede concluirse, de la necesidad del planteamiento de la demanda colectiva, que de la demanda (planteada en común) no puede desistir ninguno
de los litisconsortes aisladamente”.21
De nuestra norma sobre el litisconsorcio necesario, podemos decir lo
que ya expresaron los juristas italianos, particularmente Costantino, sobre
el art. 102 del CPC italiano, es decir, que también el art. 148 del CPC venezolano es una norma en blanco; en otras palabras, vacía de contenido,
razón por la cual éste debe ser buscado, indagado, constatado en el terreno
de las relaciones sustanciales para llenar la norma, con lo cual sin lugar a
Rosenberg. Ob. Cit. Pag. 103.
Rosenberg. Ob. Cit. Pag. 109.
20
21
284
DOMINGO SOSA BRITO
dudas caemos en lo que Jairo Parra Quijano ha calificado con justa razón
como la tiranía absoluta de la relación material.22
En cuanto al mecanismo procesal del LCN la única orientación que
nos da la norma es la relativa a que “se extenderán los efectos de los actos
realizados por los comparecientes a los litisconsortes contumaces en algún
término o que hayan dejado transcurrir algún plazo”.
El Juez italiano tiene la facultad de integrar el contradictorio, en todos
aquellos casos en que él detecte una constitución irregular del mismo. El
Juez venezolano carece de esta facultad y tampoco podríamos recurrir, por
no estar autorizada por nuestra ley, a la exceptio plurium litisconsortium
con la cual podríamos lograr tal integración. Recordemos las enseñanzas
de Chiovenda en el sentido de que el principio romano de la singularidad
del juicio nos llega modificado y transformado por el principio opuesto del
derecho germánico y que hijas gemelas de este último, la exceptio plurium
litisconsortium y la adcitatio del proceso común, dan el modo de traer a
juicio también a quien no ha querido entrar en él o no fue querido traer
por el actor.23 En Venezuela, carecemos efectivamente de la mencionada
exceptio, pero sin embargo incorporamos en el CPC de 1987 la adcitatio
(art. 370, ordinal 4º); pero esta última no sería viable para lograr la integración del contradictorio, de acuerdo a la casi unánime interpretación que
de este instituto ha dado la doctrina italiana, a la cual hicimos referencia
anteriormente, pues la adcitatio como instituto ha sido reconducido en
dicha doctrina a la conexidad de relaciones jurídicas y en el litisconsorcio
necesario siempre existirá una, única e inescindible, relación jurídica.
En nuestro sistema, en caso de defectuosa integración del contradictorio, y a pesar del gran progreso que significó la incorporación al CPC del
instituto en estudio, la solución que está en nuestras manos sigue siendo la
aportada por el Maestro Loreto y en consecuencia, la vía procesal adecuada
es la alegación de falta de cualidad en la parte demandada para sostener la
causa, en caso de que la defectuosa integración del contradictorio sea de
esta parte; o invocar la falta de cualidad del demandante, cuando tal defecto
sea atribuido a la parte proponente de la pretensión. Esta defensa está contemplada en el art. 361 del CPC, es decir, es una defensa perentoria.
Parra Quijano, Jairo: Ob. Cit. Pag. 56.
Chiovenda. Sobre el Litisconsorcio. Ob. Cit.
22
23
285
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
Es importante observar a estas alturas de la exposición que las fascinantes prédicas de Redenti en Italia, que fundamentaron todo un fecundo
movimiento jurisprudencial que a la postre vino a influir hasta en el legislador italiano al sancionar el CPC de 1940, encontraron en Venezuela una
prédica semejante, pues debemos decir con orgullo que las investigaciones
del ilustre Maestro Luis Loreto, de manera muy especial las contenidas en
su admirable obra “Contribución al Estudio de la Excepción de Inadmisibilidad por falta de Cualidad” se convirtieron en el fundamento de una
reiterada jurisprudencia, la cual sentó las bases del tratamiento procesal
del litisconsorcio necesario en el derecho venezolano. A este respecto, son
expresivas las frases del Maestro que nos permitimos transcribir a continuación: “Una relación jurídica sustancial puede estar integrada desde su
nacimiento por varios sujetos, tanto activa como pasivamente. Cuando esta
relación tenga que hacerse valer en juicio, puede darse el caso que surja un
litigio con pluralidad de sujetos, a parte actoris o a parte rei. Esta peculiar
estructura de la relación procesal se conoce en la escuela con el nombre de
litisconsorcio… El principio que domina nuestro sistema en estos casos es
el de que no existe una necesidad jurídica de unirse todos los sujetos de la
relación material, activa o pasivamente… Sin embargo, en ciertos casos,
la misma ley determina, de manera más o menos definida, que la acción
debe proponerse “conjuntamente” por todos los interesados activos o contra todos los interesados pasivos; o es tal la unidad de la relación desde el
punto de vista de los sujetos, que sería jurídicamente imposible concebirla
existiendo por separado e individualmente en cada uno de ellos. En estos
casos, si se propusiese la demanda por uno solo o contra uno solo de los
sujetos interesados, perdería toda utilidad práctica, como que conduciría a
una sentencia que se pronunciara inútilmente: inutiliter datur. Estos son los
casos conocidos bajo el nombre de litisconsorcio necesario. La peculiaridad
de esta figura procesal consiste en que la acción pertenece a todos los interesados y contra todos los interesados, considerados como un solo sujeto.
Si uno de los sujetos interesados en la relación sustancial intenta la acción
aisladamente o se intenta contra él, se encontraría desprovisto de cualidad
activa o pasiva, ya que la persona a quien la ley concede la acción o contra
o quien es concedida, no es el actor o demandado concretos, aisladamente
considerados, sino todos y cada uno como un centro procesal unitario
y autónomo de intereses jurídicos. La idea del litisconsorcio necesario,
286
DOMINGO SOSA BRITO
considerado desde el punto de vista de su estructura, responde, sin duda,
a su remota raíz germánica de la “Gesamten Hand”. Fuera de los casos
expresamente reconocidos por la ley, la doctrina italiana más autorizada,
por obra de Chiovenda y su escuela, ha llegado a construir una teoría orgánica sobre la materia, la cual propugna la tesis de que el litisconsorcio
necesario existe, además de los casos reconocidos por una norma de ley,
en todos aquellos otros en que por la acción se persigue el cambio de una
relación o estado jurídico uno, ya que lo que existe lógica y jurídicamente
como unidad compuesta por varios sujetos, no puede dejar de existir como
tal sino respecto a todos. Esta situación se encuentra en todos los casos de
procesos en que los mismos sujetos de la relación sustancial o extraños,
están legítimamente interesados en hacer valer una acción constitutiva que
conduce a una sentencia de esta índole. Es manifiesto que dentro de esta
concepción amplia del litisconsorcio necesario, la falta en la relación
procesal de todos los sujetos interesados, activa y pasivamente, se
resuelve en la falta de cualidad para intentar o sostener el respectivo
juicio”.24 (negritas nuestras).
En lo que respecta a nuestra jurisprudencia, podemos citar como sentencia importante la dictada por la Sala Civil de nuestra extinguida Corte
Suprema de Justicia, en fecha 21 de junio de 1995, con ponencia del Magistrado Alirio Abreu Burelli, de cuyo texto extraemos los siguientes párrafos:
“Si existe un litisconsorcio necesario, activo o pasivo, y no demandan o son
demandados todos los litisconsortes, tal situación conduciría a la declaratoria con lugar de la excepción de falta de cualidad, ahora sólo oponible
como defensa de fondo. En el derecho italiano, en el caso del litisconsorcio
necesario, que se presenta cuando la decisión no puede pronunciarse más
que frente a varias personas, si el proceso se ha constituido irregularmente
con la exclusión de algún litisconsorte, puede el juez ordenar la integración
del contradictorio en un término perentorio por él establecido. Al respecto
explica Calamandrei que no debemos confundir este llamamiento para la
integración del contradictorio con la citación por comunidad de causa, pues
en el segundo caso la relación del tercero puede ser decidida separadamente
de la relación común… La citación por comunidad de causa, prevista en
Loreto, Luis: Ob. Cit. Pags. 84/85.
24
287
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
el ordinal 4º del art. 370 del CPC, permite la citación del tercero cuando
alguna de las partes pida su intervención por ser común a éste la causa
pendiente. El llamamiento no es más que la contrapartida, provocada por
la parte, o excepcionalmente de oficio por el juez – verbigracia, la citación
del tercero poseedor en el juicio de ejecución de hipoteca- de la denominada intervención adhesiva litisconsorcial, uno de los casos del ordinal 3º
del art. 370 del CPC, el cual permite al 3º intervenir en la causa pendiente,
cuando tenga un interés jurídico actual en sostener las razones de alguna
de las partes y pretenda ayudarla a vencer en el proceso”.25
Cabe observar que en Venezuela, a pesar de contar con pocas investigaciones sobre el tema, sin embargo, podemos encontrar en nuestra legislación
civil numerosos ejemplos que responden a la clasificación dominante en
la doctrina italiana y española sobre el litisconsorcio necesario. En efecto,
esa clasificación, que compartimos, nos habla de: 1) Litisconsorcio propiamente necesario, que es aquel impuesto por mandato expreso de la ley,
cuyo ejemplo clásico es la pretensión de desconocimiento de la paternidad,
contemplada en el art. 208 del Código Civil venezolano (Ccv), cuyo texto
expresa: “La acción para impugnar la paternidad se intentará conjuntamente
contra el hijo y contra la madre en todos los casos…”. 2) Litisconsorcio
impropiamente necesario que es aquel no previsto de manera expresa por la
ley, como el anterior, pero que el análisis de la norma respectiva y la unidad
de la misma desde el punto de vista de sus sujetos, como diría el Maestro
Loreto, casi que imponen una interpretación unívoca. He venido señalando
como un ejemplo de este tipo de litisconsorcio, la norma contenida en el art.
1.546 del Código Civil, en materia de retracto legal. En efecto, este artículo
consagra una pretensión subrogatoria, mediante la cual un comunero tiene
derecho a subrogarse en los derechos y posición jurídica del extraño a la
comunidad que adquiera una cuota de ésta por compra o dación en pago;
si son varios los restantes comuneros, pueden ejercer también en conjunto
la pretensión a prorrata de sus respectivas cuotas de participación en la comunidad. La norma no señala de manera explícita que deba ser demandado
junto con el adquirente de la cuota, el vendedor de ésta; sin embargo, en
tratándose de un contrato de compraventa o de dación en pago, creemos
Pierre Tapia. Jurisprudencia. Tomo 6. 1995. Pags. 260/261.
25
288
DOMINGO SOSA BRITO
que una interpretación racional de este dispositivo nos conduce a que
también sea demandado el vendedor de la cuota. Esta solución evitaría
problemas importantes al demandante, entre los cuales cabría señalar los
siguientes: a) El art. 1.533 del Código Civil venezolano (Ccv) nos dice:
“Independientemente de las causas de nulidad y de resolución ya explicadas en este Título y de las comunes a todas las convenciones, el contrato
de venta puede resolverse por el ejercicio del derecho de retracto”. Nos
permitimos llamar la atención sobre la formulación técnica de la norma, la
cual hace referencia en forma genérica al derecho de retracto. Ahora bien, a
renglón seguido nuestro Código Civil nos habla del Retracto Convencional
y del Retracto Legal y es nuestro deber señalar que un importante sector
de nuestra doctrina considera que el art. 1.533 hace referencia únicamente
al retracto convencional, opinión que juzgamos no procedente; en efecto,
si bien es cierto que en la figura del retracto convencional es evidente el
efecto resolutorio de la pretensión retractual, no por ello debamos negar tal
efecto en el caso del ejercicio de la pretensión legal retractual. En efecto,
la ley no hace distinción alguna al respecto y, conforme a la tradicional
enseñanza de nuestros grandes maestros, allí donde la ley no distingue, el
intérprete no debe distinguir. b) Supongamos que se ejerce la pretensión
subrogatoria únicamente contra el adquirente de la cuota o del inmueble,
en caso de arrendamiento, objeto de la venta o dación en pago y que el
retrayente logre una sentencia a su favor y pase a ocupar el lugar y por lo
tanto, los derechos del adquirente de la cuota o del inmueble. Veremos los
problemas que pueden presentarse: Para hacerlos más expresivos, manejemos el supuesto de la cosa arrendada adquirida, vía retractual, por quien
fuera su arrendatario, mediante sentencia definitivamente firme. En este
caso, el adquirente entra a gozar del inmueble en su carácter de adquirente
y haber pagado el precio correspondiente, pero en el proceso no participó
en forma alguna el vendedor del inmueble pues el retrayente dirigió su
pretensión retractual subrogatoria, únicamente en contra del adquirente de
la cosa arrendada. Resulta que al poco tiempo de la adquisición, el nuevo
propietario es demandado en reivindicación por un tercero, quien alega ser
el legítimo propietario del inmueble. A esta altura de esta reflexión, cabría
preguntar: ¿ Podrá el propietario demandado en reivindicación (juicio de
molestia en la terminología de Calamandrei) citar en saneamiento al ven289
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
dedor del inmueble para que concurra a la causa a defender el derecho del
demandado, no habiendo participado dicho vendedor, en forma alguna, en
el proceso retractual? ¿Tendrá efectos la sentencia dictada con motivo de
la pretensión retractual, en contra de una persona que ha sido totalmente
ajena a la causa?. Pensamos que la cosa juzgada que emana de la sentencia
retractual, en modo alguno puede tener efectos en contra de una persona
que en todo momento permaneció ajena a la causa.
A propósito de lo expuesto anteriormente, valdría la pena traer a colación lo expuesto, en materia de acción subrogatoria, por el Profesor Angel
Cristóbal Montes, quien expresa, después de un interesantísimo análisis
sobre los efectos de la sentencia y las previsiones del art. 1.252 del Código
Civil español ( equivalente al art.1.395 del Código Civil venezolano), lo
siguiente: “ Ante tales absurdos e incongruencias, ¿no resulta mucho más
sensato y tolerable considerar que aunque pueda haber algún leve chirrido
en la letra del art. 1.252 (Art. 1.395, ordinal 3º del Ccv), debe predicarse que
los efectos de la cosa juzgada dimanante del juicio instado por el acreedor
en vía subrogatoria alcanzan también al deudor, por más que el mismo no
fuera citado a juicio por el acreedor accionante”.26
Hay que ver la autoridad que tiene el Profesor Angel Cristóbal Montes,
quien durante muchos años se desempeñó como Profesor de Obligaciones
en la UCV y hoy se desempeña como Catedrático de Derecho Civil en la
Universidad de Zaragoza, España; sin embargo, debemos decir que no sería
leve el chirrido sino que sería más bien un fuerte e impresionante grito del
sistema en protección de los derechos de quien fue totalmente ajeno a la
causa; la posición del deudor en el caso planteado por el Profesor Cristóbal
Montes, sería equivalente a la del vendedor de la cosa arrendada, en cuya
contra es inconcebible que pueda surtir efectos la sentencia dictada en una
causa que le es completamente ajena y de la cual no tuvo conocimiento
alguno durante la secuela del proceso. En consecuencia, la cita de saneamiento para que ese vendedor concurra al juicio de molestia a defender al
adquirente, sería absolutamente improcedente.
En razón de lo expuesto anteriormente, lo razonable y jurídicamente
procedente es que en la acción retractual no sólo sea demandado el ad Ángel Cristóbal Montes: Efectos de la acción subrogatoria. Revista Crítica de Derecho Inmobiliario.
Nº. 644. Enero-Febrero. Año 1998.
26
290
DOMINGO SOSA BRITO
quirente de la cosa arrendada, sino también el vendedor de la misma y de
esta manera se evitarían los problemas antes mencionados. Con razón, el
legislador italiano en el art. 2.900 del Código Civil italiano, paradigma de
los Códigos Civiles de nuestra tradición occidental, crea la carga en el subrogante de incluir en su pretensión subrogatoria al deudor subrogado. Es
más, la doctrina italiana señala este artículo 2.900 como un ejemplo típico
de litisconsorcio necesario en la legislación italiana y de allí la procedencia
de esta digresión con el tema tratado en estas reflexiones. 3) Litisconsorcio
cuasi- necesario, en el cual la legitimación corresponde a cada uno de los
varios sujetos integrantes de la correspondiente relación jurídica sustancial.
Como ejemplo señala la doctrina, el caso de las obligaciones solidarias,
tanto entre deudores como entre acreedores; también las obligaciones
indivisibles, en cuyo contexto cabría señalar de manera muy especial lo
previsto en el art. 1.256 del Código Civil Venezolano.
El Profesor Serra Domínguez, luego de admitir que en la doctrina española se ha dado recepción a la concepción del litisconsorcio cuasi-necesario,
critica acerbamente la figura y sostiene que “entre la libertad de intervenir,
característica del litisconsorcio facultativo y la necesidad de intervenir, característica del litisconsorcio necesario, no se da un tercer término. Lo que
demuestra la absoluta inutilidad del litisconsorcio cuasi-necesario que no
responde a ninguna necesidad práctica sentida por nuestro Derecho”.27
A modo de conclusión, cabría señalar que este instituto del LCN, a
pesar de sus múltiples detractores y de la complejidad que siempre ha rodeado las investigaciones sobre él, seguirá siendo objeto de estudios cada
día más acabados y fecundos, pues tiene la rara virtud como institución
jurídica de recrearse maravillosamente cada vez que se hace el intento de
destruirlo.
Serra Domínguez: Ob. Cit. Pag. 601.
27
291
EL LITISCONSORCIO NECESARIO EN EL PROCESO CIVIL
Resumen
El Litisconsorcio Necesario constituye una de las más importantes
innovaciones del Código de Procedimiento Civil vigente. Inspirado en la
legislación procesal alemana, fue debidamente sistematizado en nuestro
nuevo texto procesal y nos ha servido como referencia de interpretación
de relevantes institutos del Código Civil venezolano. De allí, el interés de
esta investigación.
Palabras clave
Litisconsorcio Necesario
Código de Procedimiento Civil Venezolano
292
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