Universidad del CEMA “Análisis de un caso real con dilemas éticos”

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Universidad del CEMA
Doctorado en Dirección de Empresas
“Análisis de un caso real con dilemas éticos”
Autores:
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Olga Cavalli
Cristina Minolli
Carlos Pan
Francisco Pertierra Cánepa
Agosto de 2003
“DILEMA ÉTICO EN UN
MINISTERIO DE LA NACIÓN ARGENTINA”
1. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es plantear un caso con connotaciones éticas controvertidas
que se presenta en un ministerio público de la Nación Argentina y presentar una
posible solución al mismo.
A tal efecto, se describirá primero el caso y sus circunstancias, se enunciarán las
obligaciones relativas a los stakeholders que se derivan de él, se examinarán los
valores implicados en el mismo y se llegará a un juicio moral.
Posteriormente se argumentará sobre el juicio moral enunciado utilizando alguna
teoría de ética normativa, para llegar luego a una conclusión crítica del caso y su
posible solución.
2. CONSIDERACIONES INICIALES
La organización de la cosa pública en Argentina a través de sus instituciones ha
generado como escenario de mínima, innumerables dilemas éticos. Esto puede ser
explicado a raíz de los históricos patrones de conducta autoritarios de quienes tuvieron
que forjar los cimientos de la sociedad sobre una base social desorganizada, la cual
llevada al trabajo institucional público, permite la acción en beneficio de la persona
olvidando su misión respecto a l bien común. En muchos casos esta ambición por el
éxito personal medido de todas las maneras posibles ha generado conflictos sólo
dirimibles por la vía judicial.
Muchos son los dilemas éticos que se presentan pero debemos hacer notar que la
realidad va modificando costumbres y usos por lo que algunos de ellos quedan
desactualizados a la hora de hacer un análisis retrospectivo.
Entre otros se puede mencionar:
2
-
La asignación de autos oficiales con choferes que pertenecían a plantas
permanentes (analizado hoy se hace evidente la posibilidad de renuncia a ese
derecho correspondiente al cargo pero visto en el contexto del momento no, pues
el paradigma anterior a la década del 90 no lo ponía en discusión).
-
Los misiones oficiales al extranjero para relevar proveedores, las cuales eran
costeadas por las empresas competidoras en licitaciones.
En la selección del caso se plantea un dilema ético con connotaciones controvertidas
que se presenta actualmente en una Secretaría de un ministerio de la Nación. Por
tratarse de funcionarios que actualmente ocupan sus cargos y desempeñan tareas en
este Ministerio la identidad de los mismos se mantendrá en reserva así como el
nombre del ministerio y secretaría en cuestión. Tampoco se considera información
relevante a los efectos del análisis del dilema ético planteado en este caso.
3. EL DILEMA ÉTICO
En el Estado es usual la contratación de personal con distintas calificaciones –
profesionales, pasantes, administrativos-, los que pasan a cumplir funciones en
distintos proyectos sin formar parte de la planta permanente de personal.
Los fondos para estas contrataciones pueden provenir de distintas instituciones de
financiación internacional como el BID, las Naciones Unidas o bien de partidas
presupuestarias nacionales reglamentadas en base a distintos decretos. También
existe otra modalidad de relación laboral en la que no se contrata al personal mediante
una locación de servicios sino que forman parte de la planta permanente de la
institución. En todos los casos, salvo cuando forman parte de la planta permanente
(SINAPA), las locaciones de servicio se realizan por proyectos. Cada proyecto tiene
objetivos a cumplir por los contratados, quienes deben escribir informes de avance al
finalizar su período de contratación.
El dilema ético se presenta cuando un Secretario de Estado o cualquier otro
funcionario jerárquico contrata profesionales bajo el esquema de locación de servicios
para proyectos específicos del Ministerio y utiliza estos recursos humanos para
proyectos de su propia fundación, de la que formalmente se ha alejado por
encontrarse trabajando en la función pública. Estos recursos como se explicó
3
anteriormente se financian con fondos de instituciones de crédito internacional o
fondos públicos.
Este accionar parece haber estado exacerbado por la difícil situación del mercado
laboral por la que atraviesa el país desde fines de la década anterior y especialmente
a raíz de los conflictos económicos desatados a fines de 2001. Si bien las personas
que son contratadas para una función en una institución pública, en muchos casos, no
ven con agrado que se las utilice para hacer trabajos no pactados previamente y así
malversar fondos de instituciones de financiación internacional, no sienten tener la
libertad de poder plantear esta situación abiertamente ante las autoridades
correspondientes por varios motivos. Uno de ellos es el temor a perder la fuente de
trabajo, otro es el temor al poder político y económico de ciertos funcionarios
inescrupulosos que promueven esta práctica laboral desleal.
Este temor en algunos casos no tiene bases lógicas sino que es una sensación que
puede llegar a servir como excusa para aceptar la situación que de otra manera sería
rechazada.
Las acciones emprendidas por algunos de los miembros de la nueva administración
que asumió funciones en mayo pasado detectó este accionar y revisó los contratos.
Este hecho provocó la no renovación de algunos contratos vigentes, aunque
rápidamente se volvieron a generar luego de algunos días una nueva cantidad de
contratos fraudulentos. Obviamente se hace la salvedad de destacar que dado el poco
tiempo transcurrido y las malas experiencias anteriores, no es posible asegurar la
continuidad de estas medidas, ya que el comportamiento habitual de cada nueva
Conducción es similar en cuanto a las primeras medidas.
Los perjuicios para los contratados son varios, se ven obligados a facturar servicios e
inscribirse como trabajadores autónomos cuando en realidad se trata de una relación
de dependencia encubierta. No cuentan con servicios médicos ni se realizan los
aportes correspondientes. Peor aún se ven envueltos en una situación de complicidad,
la que no es fácil denunciar por temor a perder la fuente de trabajo. Por otro lado en el
día a día del trabajo se ven enfrentados a situaciones en las que deben explicar frente
a diversas empresas cuál es la relación con la institución pública cuando en realidad
desempeñan funciones para una fundación privada.
Cabe destacar que el accionar impune llega a niveles difíciles de comprender, como
por ejemplo que muchas de las reuniones de trabajo del personal contratado por el
ministerio que cumple funciones para la fundación privada se realizan en el propio
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ministerio, así como la preparación de papelería, presentaciones, carpetas, etc., uso
de teléfonos, computadoras, salas de reuniones, entre otros recursos.
Se ha intentado corregir esta práctica fraudulenta y no pareciera ser tan complicado
poder identificar aquellos empleados que si bien están contratados para un proyecto
no trabajan físicamente en el ministerio. Lo que presenta mayor complejidad es
demostrar que existen otros que sí concurren todos los días pero dentro de la
institución no cumplen las funciones para las que han sido contratados. En el primer
caso una simple revisión de los controles de acceso podría resolver el problema, pero
en el segundo es más complejo ya que se trata de auditar con exhaustividad las
actividades desempeñadas por el personal contratado en el propio lugar de trabajo.
4-
IDENTIFICACIÓN DE STAKEHOLDERS
Hemos efectuado hasta acá la presentación de los hechos y las circunstancias que
conforman el caso en análisis. Entendemos oportuno como segundo paso identificar a
los stakeholders involucrados, sus obligaciones y los valores implicados; sin soslayar
ni dejar de plantear otros elementos propios del caso que trascienden por su alcance
cuestiones de ética normativa y de ética aplicada al mundo de los negocios.
Enunciamos a continuación a los stakeholders o actores involucrados en el caso.
Queda ex profeso y sólo en primera instancia fuera del siguiente listado uno de los
más importantes stakeholders, cuyo análisis dejamos para más adelante. Los otros
actores son los siguientes, sin pretender establecer un orden o prioridad en el proceso
de identificación de los mismos:
¾ El personal contratado en cualesquiera de sus calificaciones.
¾ El personal de planta permanente del Ministerio en cuestión.
¾ El/los secretario(s) de Estado que contratando profesionales para proyectos
específicos del Ministerio los utilizan para proyectos en beneficio propio.
¾ Los profesionales que, siendo parte del personal contratado, ven sus servicios
utilizados para beneficio de ciertos funcionarios como los mencionados en el
ítem anterior.
¾ Las instituciones de financiación internacional (BID, Naciones Unidas, etc.) que
proporcionaron los fondos para las contrataciones de personal.
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¾ Los funcionarios del Ministerio o de otros organismos oficiales que sin
participar de la contratación de personal en beneficio propio tienen
conocimiento fehaciente de los hechos.
¾ Los organismos de Control y Gestión encargados de auditar el funcionamiento
de los entes y dependencias oficiales, cualquiera sea su nivel.
¿CUÁLES
SON
LOS
TEMAS
CENTRALES
-
PREOCUPACIONES
(‘CONCERNS’) Y OBLIGACIONES - QUE PODEMOS ASOCIAR A CADA UNO
DE LOS STAKEHOLDERS MENCIONADOS?
El nivel de desagregación que usamos para la identificación de los stakeholders
está claramente vinculado con los mismos; y es de esos temas centrales que se
derivan las consideraciones de orden ético y moral que nos permitirán evaluar sus
conductas.
El personal contratado en general tiene obligaciones que a priori están delimitadas
por la naturaleza del contrato de locación de servicios por el cual se vinculan, pero
además del intercambio retribución monetaria – prestación de servicios, debiese
ser del interés de los contratados que la relación contractual mantenga para todos
sus actores un nivel de transparencia tal que no se cuestione en lo sucesivo al
esquema de contratación por proyectos como fuente de corrupción, cerrando de
esa forma la posibilidad de potenciales nuevos contratos.
Para el personal de planta permanente, la existencia de personal contratado suele
suponer transferencia de funciones que podrían en muchos casos ser
desempeñadas por el mismo personal permanente, con la reasignación de partidas
presupuestarias y el menor nivel de ingresos que tal redistribución supone.
La contratación por proyectos tiene entonces matices que rozan aspectos de
equidad y justicia distributiva.
A los secretarios de Estado involucrados en el aprovechamiento de los servicios
del personal contratado en beneficio propio, les cabe sin dudas el mayor grado de
responsabilidad moral en el caso que nos ocupa. Dejamos para etapas posteriores
de este trabajo la evaluación moral correspondiente, pero son sin duda actores
principales del problema ético presentado en el caso que nos ocupa.
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Los profesionales cuyos servicios son derivados en beneficio de los funcionarios
mencionados en el párrafo anterior, enfrentan el dilema de denunciar las
irregularidades y perder su empleo, comprometiendo gravemente el nivel de vida
de sus familias; o callarlas, mantener el empleo y ser cómplices silenciosos de una
situación de degradación de valores éticos esenciales. Naturalmente, las
circunstancias del marco laboral en la Argentina, con altísimos índices de
desempleo e inaceptables niveles de informalidad y precariedad de las relaciones
laborales, tornan mucho más compleja una resolución del dilema orientada hacia la
preservación de los hábitos morales apropiados.
Los organismos de crédito internacionales que financian proyectos que implican
contrataciones de personal de la naturaleza descripta, no están exentos como
mínimo del grado de responsabilidad moral que la omisión en el control del destino
de los fondos trae aparejado. Hablamos sólo de responsabilidad moral; pues la
responsabilidad legal implicaría conocer a fondo el marco jurídico de referencia
bajo el cual se acordaron los préstamos y se proporcionaron los fondos. Al
respecto cabe mencionar que en caso que alguno de los contratados quisiera
denunciar este accionar fraudulento, difícilmente encuentre en los representantes
locales de estas instituciones de financiamiento algún eco ya que todos estos
proyectos suelen estar dirigidos por los mismos miembros de la fundación privada
y son también ellos quienes responden por los proyectos en su conjunto ante las
instituciones internacionales.
Por supuesto que existen grados de responsabilidad por lo cual no se pretende
involucrar en el control directo a organismos de financiación pero lo que se quiere
destacar es que en una cadena de valor debe existir el compromiso de todos los
participantes.
También los funcionarios del Ministerio que sin ser parte actuante en los hechos
están en conocimiento fehaciente de los mismos, tienen una gran carga de
responsabilidad moral y es parte inalienable del cumplimiento de sus obligaciones
éticas el hacer lo necesario para terminar con ese tipo de prácticas.
Y en cuanto a los organismos de Control y Gestión, resulta muy difícil creer que la
aplicación de elementales normas de auditoría sobre la gestión de los funcionarios
involucrados no arroje como resultado la evidencia de las irregularidades
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cometidas; por lo que además de la responsabilidad legal que les cabe a los
organismos de control existe claramente una responsabilidad moral asociada.
Hemos efectuado hasta este punto una rápida descripción de los temas centrales
que dominan la atención de los stakeholders involucrados en el caso. Pero como
mencionáramos anteriormente, nos queda uno (‘last but not least’), posiblemente el
más importante y sin lugar a dudas el que otorga un enfoque particular y distinto al
caso que nos ocupa: el Estado, como concepto de sociedad política y
jurídicamente organizada; en este caso en especial a través del ejercicio de la
función pública.
La función pública lleva asociada una ética pública cuyo tratamiento excede
seguramente los alcances de este trabajo; pero de la que podemos señalar que el
origen de su estudio se remonta a los albores de la civilización occidental; desde
Platón y su ‘República’, pasando por la ética del ‘Príncipe’ maquiavélico, el
‘Contrato Social’ de Thomas Hobbes y su ‘Leviathan’ (1651), y la ‘Utopía’ de
Tomás Moro; hasta nuestros días. En general, lo que queda en claro de la función
pública es que el nivel de exigencia ética que su desempeño presupone excede
largamente al nivel de exigencia propio de las corporaciones o el de las conductas
privadas de los hombres.
Podríamos en consecuencia hablar de una ética privada, una ética de las
organizaciones y una ética pública. Se diferencian en el número de agentes y
responsables morales involucrados; en la categoría de sus principios normativos;
y en el nivel de enunciación de esos principios.
Cuando hablamos de la categoría de los principios normativos, nos referimos a los
principios de ética normativa pertinentes a cada uno de los niveles identificados.
En la ética privada, el imperativo categórico y la ‘regla de oro’ aparecen como los
principios que elevan la categoría moral de los agentes que los utilizan. En el otro
extremo, en la función pública, son los principios de utilitarismo (‘ el mayor
bienestar al mayor número’) los que regirán en la mayor parte de los casos la
conducta de los hombres públicos; sobrentendiéndose que nos referimos al
utilitarismo moral y no al utilitarismo económico.
De los principios éticos en las organizaciones empresarias podríamos decir que
comparten aspectos de ambos, sin dejar de mencionar que en toda y cualquier
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circunstancia son siempre hombres los que se desempeñan al frente de
organizaciones privadas o públicas; y que difícilmente de hombres de baja
catadura moral se pueda esperar comportamientos éticos en las organizaciones en
que se desempeñan. Sin más ni menos, este es el caso que nos ocupa en el
Ministerio en cuestión.
En cuanto al nivel de enunciación de los principios, es precisamente su alcance el
que tácitamente determina la modalidad adecuada. A nivel individual, privado, no
nos comportamos en forma moralmente adecuada por tener como libro de
cabecera un ‘manual de ética’ o código escrito por el estilo. Reflejamos en nuestras
conductas el aprendizaje efectuado de los ejemplos y de la educación que
recibimos, como parte insoslayable de nuestras propias personalidades.
Las organizaciones requieren ya códigos escritos, que pueden tomar la forma de
Visión y Valores corporativos, o pueden estar plasmados en un ‘Código de ética’
que establezca los comportamientos esperados de los integrantes de la
organización (sin que ello garantice su cumplimiento). La Función Pública debe
regirse por códigos no sólo escritos sino también de aplicación universal para las
sociedades en que se desenvuelven. En primer lugar, su Constitución, con las
declaraciones de Derechos, Deberes y Garantías que de ella emanan. En segundo
término, los Códigos de Derecho (Civil, Penal, Comercial, Laboral) que conforman
el marco general de actuación. Por último, el conjunto de Leyes, Decretos y
Regulaciones que rigen el desempeño de la función pública dentro del marco
general precitado. Podríamos resumir lo analizado en la siguiente tabla:
NIVEL
N° de AGENTES
PRINCIPIOS NORMATIVOS
ENUNCIACION
Ética Privada
Pocos
Regla de Oro
Tácita
Imperativo Categórico
Teoría de los Deberes
Ética
organizacional
Muchos
Ética Pública
Todos
Escrita (Visión,
Valores, Codigos de
Ética)
Utilitarismo Moral
(la Sociedad)
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Escrita (Constitución
Nacional, Códigos,
Leyes,
Regulaciones)
Dentro de las particularidades propias de la Ética Pública, podemos citar:
¾ No es concebible la aplicación del principio de Milton Friedman (‘la
Responsabilidad Social de las Empresas es aumentar sus beneficios’)
en la Función Pública a menos que entendamos que el beneficio a
maximizar es el bien común.
¾ Cambia para la función pública la óptica desde la cual se analiza el
principio del ‘whistle – blowing’. Si como analizamos en nuestro curso el
‘whistle – blowing’ en las organizaciones empresarias es justificable si el
daño emergente de no aplicarlo es mayor a las consecuencias que para
la organización se derivan de hacerlo; en la Función Pública el ‘whistle –
blowing’ debiese ser una cuestión fundamental de aplicación para
aquellos que administran ‘la cosa pública’.
En definitiva, en las sociedades donde el grado de confianza hacia las
instituciones públicas es mayor, la Ética Pública alcanza los mayores niveles
de transparencia.
La administración de lo que ‘es de todos’ requiere un
comportamiento moral acorde. Es en esas sociedades donde muchas veces se
han tipificado en casos extremos como más graves delitos de índole federal,
como la evasión de impuestos, que algunos delitos atentatorios contra la
propiedad privada o contra la vida misma; bajo el concepto de que el delito
federal o público es un ‘delito contra todos’. La falta de ese concepto del ‘delito
contra todos’ es y ha sido una característica de la sociedad argentina en su
conjunto; no particular ni exclusiva de los funcionarios públicos; y en esa falta
se centra el análisis del caso y de los valores puestos en juego en el mismo
que pasaremos más adelante a desarrollar.
5. VALORES
De acuerdo con lo relatado anteriormente consideramos que obrando de esta
manera algunos funcionarios del Ministerio de la Nación Argentina y aquellos
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quienes están en conocimiento de este accionar claramente están infringiendo
los valores que a continuación se detallan:
¾ Justicia
¾ Dignidad
¾ Verdad
¾ Libertad
¾ Responsabilidad
¾ Coraje
¾ Aceptación de las consecuencias
¾ Honor
¾ Esfuerzo
¾ Capacidad
6. JUICIO MORAL
De acuerdo con el utilitarismo moral y según Mill, el Ministerio en cuestión no está
promoviendo el mayor bien a la mayor cantidad de personas, ya que según lo
demuestra el análisis efectuado con anterioridad, por ser la institución de carácter
público no está afectando un sinnúmero de personas, si no a la sociedad toda.
7. JUSTIFICACIÓN DEL JUICIO MORAL
El estado y la comunidad atentan contra el bien de la mayoría por la carga pública, la
ilegítima distribución y asignación ineficiente de recursos; pero además por la
denigración de la carrera de empleado, jerárquico o no, en el Estado. No sólo la
desprestigia sino que proyecta una imagen como lugar poco atractivo para iniciar
tareas. Finalmente lo convierte en forma real o imaginaria, en una caja de financiación
o, lugar de concentración de personas de baja idoneidad, corruptos o fracasados.
En cuanto a otros stakeholders, debemos diferenciar entre los implicados directos y los
potenciales en cuanto el tema tome dominio público. Y aquí nos referimos a los
medios y no a conflictos dirimidos internamente por las vías ordinarias.
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Los directos son:
¾ Empleados de staff: son cómplices por acción u omisión sin responsabilidad
alguna. Pero este abuso los perjudica porque recarga sus tareas, hay menos
plata para incentivarlos, les genera desánimo, se crea un mito respecto a que
el buen empleado es el contratado que viene como contratado desde lo privado
y no les permite “hacer carrera”. Su verdadero poder estaría basado en la
denuncia a través del gremio, que tiene la fuerza suficiente; si no es una
inmolación.
¾ Funcionarios: su responsabilidad es mayor y tienen poder. Debieran ser los
primeros en denunciar pues afecta su imagen, buen nombre, y disposición de
recursos para hacer. Pero cual es el límite de ser funcionario o empleado y
quien lo pone?
¾ Particulares: que trabajan en la organización privada y tienen un competidor,
colaborador o compañero que lo hace en el Estado, sin generar costo para la
empresa. Esto crea una distinción pues los que vienen suponen un padrino que
los protege.
Los indirectos pueden ser entre otros:
* El País por la proyección de su imagen y la reputación en el concepto de otros
países.
* La Nación por el prestigio del conjunto de ciudadanos con raíces varias en común.
* Los medios televisivos, radiales y gráficos que se involucran en la transmisión de
estos temas alejándose de su función básica.
* Las Asociaciones y Cámaras profesionales y empresariales por el desprestigio y
pérdida de credibilidad.
8. CONCLUSIÓN
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El Estado Argentino a través del accionar del ministerio aludido en el presente trabajo
no responde a la normativa ética utilitarista señalada, dado que al contrario de
perseguir el mayor beneficio para el mayor número de personas, engaña a la
comunidad toda teniendo a buena parte de sus trabajadores con contratos ficticios y
más aún utilizando el tiempo de éstos para beneficio de unos pocos particulares,
malversando los fondos destinados a la paga de los mismos, arruinando material y/o
moralmente sus carreras, dando a la comunidad nacional e internacional una imagen
de desprestigio, falsedad y corrupción que afecta por igual a todos los ciudadanos
argentinos.
Con respecto a los casos citados de algunos trabajadores involucrados a quienes se
les presenta el dilema, claramente este accionar va en deterioro de su autoestima y
respeto profesional, convirtiéndolos a ellos y a su entorno familiar y laboral en
cómplices de un accionar fraudulento e inescrupuloso de quienes ejercen malamente
el poder concedido por elecciones democráticas y accionar “transparente”.
Creemos que la única solución posible es la de regularizar los contratos de todos los
empleados, haciendo que los mismos reflejen la exacta situación que cada uno
mantiene con el ente estatal y cesar de inmediato la utilización de los servicios de los
mismos para otros fines que no sean los puntualmente establecidos en los contratos
antedichos.
No encontramos objeciones éticas a esta solución, sino que muy por el contrario, la
aplicación de la misma no solamente es factible, sino altamente recomendable para
corregir la situación anti-ética que hoy se detecta.
Desde el punto de vista de los empleados que aceptan esta situación, generando de
esta manera un comportamiento anti-ético que no sólo los perjudica a ellos mismos
sino, como ya se expresara en suficientes oportunidades a lo largo de este trabajo, a
la comunidad toda, creemos que se encuentran en una posición que podríamos llamar
de relativismo ético circunstancial. Si bien no podemos asegurar que cada uno de los
que se encuentran en esta situación son personas con alto compromiso ético y que
poseen una escala de valores por lo menos razonable, sí nos atrevemos a afirmar que
existe por lo menos una “sensación de miedo” en la mayoría de ellos que les genera el
fantasma de la condena gremial, el peso de los sindicatos y sin lugar a dudas la
situación socioeconómica imperante en nuestro país, donde la altísima tasa de
desempleo hace que en muchos casos, los empleados tiendan más a cuidar su trabajo
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por el ingreso de dinero necesario para la subsistencia propia y familiar, traicionando
sus propios valores, con el consiguiente perjuicio moral, espiritual y físico.
Finalmente ha surgido al elaborar y discutir este trabajo la posibilidad de acudir al
poder de la prensa escrita y oral para denunciar estos hechos. Si bien parece una vía
rápida para la denuncia pública de un hecho fraudulento, un análisis mas detallado
indica algunas consideraciones a tener en cuenta.
La prensa oral y escrita no debe ocupar el lugar que deja la justicia por estar
representada por funcionarios corruptos o por tratarse de un sistema altamente
ineficiente y muy lento.
La prensa no es una industria exenta de presiones políticas y económicas. El o los
periodistas involucrados pueden también ser víctimas del incorrecto ejercicio de poder
por parte de los mencionados funcionarios inescrupulosos que al ver amenazada su
reputación pública o sus intereses económicos utilicen otros medios de coerción para
atacar a quienes los investigan.
Es conveniente mencionar que algunos grupos
periodísticos son representantes de grupos de poder con intereses propios, muchas
veces alejados de las posiciones éticas.
Una denuncia de este tenor puede convertirse en una “caza de brujas” indiscriminada
por la persecución de noticias de este tipo donde se persigue el impacto en el público,
el aumento del “rating” de los programas o del readership de las publicaciones con el
único fin de vender publicidad a precios mas altos y valorizar los programas o
publicaciones.
Finalmente -quizá sea la conclusión más dramática-, un accionar con la prensa puede
recargar la culpa sobre quienes debieron aceptar los contratos y trabajar en
condiciones no deseadas, convirtiéndose en “chivos expiatorios” de esta situación,
mientras que probablemente los verdaderos mentores queden salvaguardados en su
reputación escudados en el poder político y económico que les confiere su cargo.
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