Abrir - Flacso México

Anuncio
FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ACÁDEMICA DE MÉXICO
Maestría en derechos humanos y democracia
V (quinta) promoción
2012-2014
La reparación integral en el juicio de amparo
a la luz de las reformas Constitucionales de junio de 2011
Tesis para obtener el grado de Maestro en Derechos Humanos y Democracia
Presenta:
Eduardo Farías Gasca
Directora de Tesis:
Maestra Sandra Serrano García
Seminario de tesis:
Protección Internacional de los Derechos Humanos
La Paz, Baja California Sur; noviembre de 2014
Agradezco a la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la beca otorgada para este posgrado.
Resumen
En la presente investigación se utiliza la metodología de análisis jurídico
para sostener la viabilidad de que en las sentencias dictadas en el juicio de
amparo se provean medidas de reparación integral siguiendo los estándares que
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha delineado.
Desde nuestro punto de vista, actualmente en el juicio de amparo, la
reparación del daño causada por una violación de derechos humanos se limita a
una reparación incompleta, lo que ha provocado que se invisibilicen las
consecuencias de hecho que genera y que en muchos casos quedan sin
resarcirse; con motivo de ello, en este trabajo se expondrá una propuesta para
que, además de que se ordene el restablecimiento de las cosas al estado que
guardaban antes de la violación, también se decreten otras medidas de
reparación, específicamente, indemnización o compensación, rehabilitación,
satisfacción y garantías de no repetición, claro, siempre que dadas las
características del caso concreto se pueda lograr su aplicación.
Con tal propuesta se busca ampliar los alcances de la reparación del daño
que establece la Ley de Amparo, ello siguiendo las interpretaciones que ha
realizado la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el tema.
Summary
In this investigation, the legal analysis methodology was utilized to
prove the feasibility of taking action of damage reparation (according to
Interamerican Court of Human Rights requirements), in sentences prononunced
in the juicio de amparo.
In our vision, the damage reparation in the juicio de amparo (once it
has been established that there are victims of human rights violations), is
limited to an incomplet reparation, wich has led to hide the consecuences of the
human rights violations and often the victims are not compensated.
That is all the more reason, for exposing the present proposal for
ordering, in the juicio de amparo, some compensation measures, specifically,
compensation, rehabilitation, satisfaction, guarantee of no repetition of the
human rights violation; provided that their application is posible according to
the particular characteristics of the case
This proposal seeks to extend the damage reparation ranges, by
following the interpretations by Interamerican Court of Human Rights.
Palabras claves
Reparación integral, violación de derechos humanos, víctima, daño, Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
Key words
Full reparations (integrally); human rights violations; victim; damage;
Interamerican Court of Human Rights.
2
DEDICATORIA
A mi hija Ani y a mi esposa Eunice, por su apoyo y comprensión.
3
AGRADECIMIENTO
A la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Consejo de la Judicatura Federal y la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, por esta oportunidad.
4
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.…………………………………………………………………
8
CAPÍTULO I
OBLIGACIÓN DE REPARAR
1. Reparar en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.………………….
2. Reparar.…………………………………………………………………….……..
3. Daño.……………………………………………………………………………...
4. Víctima, parte lesionada o acreedores.…………………..……………………….
5. Reparación integral.……….…………………………………………...…………
6. Tipos………………....……………………………..…………………………….
6.1. Restitución…………………………………………………………………..
6.2. Indemnización……………………………………………………………….
6.3. Rehabilitación……………………………………………………………….
6.4. Satisfacción………………………………………………………………….
6.5. Medidas de no repetición……………………………………………………
6.6. Otras formas de reparación………………………………………………….
11
12
17
24
26
29
30
32
33
33
35
35
CAPÍTULO II
LA REPARACIÓN EN EL JUICIO DE AMPARO
1. La reparación del daño en el juicio de amparo………………………………….
2. Insuficiencia de los efectos del juicio de amparo para la reparación del daño.….
3. Avances en la reparación del daño en el juicio de amparo.……….......................
4. Aportación de la Ley General de Víctimas……………………………………….
37
43
48
50
5
CAPÍTULO III
LA REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO
A TRAVÉS DEL JUICIO DE AMPARO
1. Propuesta………………………………………………………………………….
2. Aplicación directa del artículo 63.1 de la Convención Americana, en relación
con el artículo 1º Constitucional y 77 de la Ley de Amparo…………......................
3. Implicaciones y consecuencias…………………………………………………...
55
CONCLUSIONES GENERALES…………………………………………………..
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………….....
61
66
56
58
6
ÍNDICE DE CUADROS
Cuadro I. El daño……………………………………………………………………
Cuadro II. Tipos de reparaciones……………………………………………………
Cuadro III. Efectos del amparo……………………………………..........................
Cuadro IV. Resumen de tipos de reparaciones……………………………………...
23
30
41
62
7
INTRODUCCIÓN
A
través de este trabajo se busca demostrar que la reparación del daño en
el juicio de amparo, actualmente se limita a un resarcimiento incompleto,
dejando de atender integralmente las consecuencias que genera una
violación de derechos humanos.
Pues en el artículo 77 de la Ley de Amparo vigente se establece que la sentencia que
conceda el amparo tiene por objeto el restablecimiento de las cosas al estado que guardaban
antes de la violación, si el acto reclamado es de carácter positivo, pero, si es de carácter
negativo, se deberá obligar a la autoridad responsable a que obre en el sentido de respetar el
derecho de que se trate y a cumplir lo que se exija.
Asimismo, se sostendrá, a través de una propuesta interpretativa, la viabilidad de
que en las sentencias dictadas en el juicio de amparo, se deben proveer las medidas de
reparación integral que ha desarrollado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en
adelante Corte IDH).
Se estima que cuando los derechos humanos de una persona son violados por una
autoridad, ya sea por sus actuaciones irrazonables, injustas, inadecuadas o simplemente
como resultado de la falibilidad humana, u omisiones ilegales, debe tener como
consecuencia la reparación integral del daño, enfocada al restablecimiento de la situación
anterior, además de decretar las medidas para garantizar los derechos conculcados y reparar
las consecuencias.
Así, siguiendo la metodología de análisis jurídico, este trabajo se divide en tres
capítulos, en los que se pretende abordar el tópico de la reparación integral del daño frente
a las obligaciones del Estado Mexicano y conforme a las interpretaciones que ha realizado
la Corte IDH, retomando los esfuerzos doctrinarios que se han desarrollado en la región,
específicamente en Latinoamérica.
En el primer capítulo, estudiaremos el marco teórico del derecho a la reparación,
contextualizándonos en el Sistema Interamericano al que pertenece nuestro país, por lo que
se desarrollará la obligación de reparar, así como los conceptos de daño y víctima.
8
Posteriormente, nos referiremos a la reparación integral del daño y los tipos de
reparaciones que se han desarrollado a partir de la jurisprudencia de la Corte IDH.
En el capítulo segundo enfocaremos nuestro estudio en la explicación de la
situación de la reparación del daño en el juicio de amparo, evidenciado su insuficiencia a
pesar de los avances jurisprudenciales relativos a los que también se hará referencia.
También en dicho capítulo se hace una breve referencia a los tipos de reparaciones
establecidas en la Ley General de Víctimas, lo que se considera de suma importancia, al ser
parte del andamiaje nacional en el tema de las reparaciones, pues tiene por objeto,
reconocer y garantizar los derechos de las víctimas de delito y de violaciones a derechos
humanos.
Finalmente en el tercer capítulo se desarrollara la propuesta, vía interpretativa, en la
que se argumenta la viabilidad de que en las sentencias dictadas en el juicio de amparo, se
provean las medidas de reparación integral conducentes siguiendo los estándares de la
Corte IDH, así como sus implicaciones y consecuencias.
Lo anterior, con el objeto de dar una visión diferente a la que ha regido en materia
de reparación en el juicio de amparo, pues indudablemente las medidas sobre reparaciones
se deben ir actualizando, según las necesidades del contexto social y jurídico, para así, en la
misma medida, cumplir con las obligaciones internacionales contraídas.
Pues en México la reparación del daño causado por una violación de derechos
humanos se pretende a través del juicio de amparo, sin embargo, ese resarcimiento, por
regla general, se ha visto limitado a un saneamiento jurídico, desde un enfoque restrictivo,
esto es, que en las concesiones de amparo regularmente se establece que se dejen sin efecto
los actos de la autoridad y se dicten los que legalmente procedan, o se obligue a la
autoridad omisa a actuar; sin embargo, en estas concesiones no se atienden las
consecuencias reales que sufre cada gobernado con motivo del actuar inconstitucional del
Estado.
Por ejemplo, aquellos casos en que un sujeto, después de estar algunos años en
prisión, se le otorga el amparo liso y llano.
En supuestos como ese, la concesión del amparo solo implica su libertad y que se
dicte una resolución en donde se ordene la misma, pero en ninguna forma se atienden las
9
consecuencias reales que le causó el acto de autoridad que fue declarado ilegal, como
pudiera ser la pérdida de empleo, los trastornos familiares, desprestigio, solo por citar
algunas.
Sobretodo que el tema de reparación, implica determinar la forma en que, mediante
el derecho, se puede restituir a la persona afectada en sus derechos, no sólo
patrimonialmente, sino de manera integral, mirando a la persona como un todo, y que mejor
respuesta para el justiciable, que ello se provea a través de un medio de defensa local
efectivo como lo busca ser el juicio de amparo (Nash, 2005).
10
CAPÍTULO I
OBLIGACIÓN DE REPARAR
En el presente capítulo iniciaremos contextualizando la obligación de reparar en el
Sistema Interamericano al que pertenece nuestro país, precisaremos los fundamentos de
dicha obligación y estudiaremos los conceptos de daño y víctima.
Finalmente, nos referiremos a la reparación integral del daño y los tipos de
reparaciones que se han desarrollado a partir de la jurisprudencia de la Corte IDH.
Todo lo anterior, porque desde nuestro punto de vista, dichos conceptos y figuras
forman parte de los estándares interamericanos para lograr la reparación integral del daño
por violaciones a los derechos humanos, aunado a que, serán la base de la propuesta que
expondremos.
1. Reparar en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos
Por su ubicación geográfica, México forma parte del Sistema Interamericano de
Protección a los Derechos Humanos, que es el mecanismo conformado por órganos e
instrumentos internacionales que tienen por objetivo la promoción y la protección de los
derechos humanos en el continente Americano (Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido,
2007).
El instrumento toral de este sistema es la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, adoptada el 22 de noviembre de 1969, en San José, Costa Rica, al que México
se adhirió el 24 de marzo de 1981.
Cuando se demuestra su transgresión por un Estado parte, la Corte IDH, a partir
del artículo 63.1 de dicha convención, ha desarrollado la obligación de reparar, lo que
resulta indispensable, pues de lo contrario, sería vana la tutela que, de los derechos
humanos, hace ese instrumento internacional.
Así, el tema relativo a la obligación de reparar el daño causado por violaciones a
derechos humanos, resulta ser una materia de vital trascendencia que ha emergido en el
Sistema Internacional de los derechos humanos; y, uno de los sistemas que más han
11
aportado a este tema es el interamericano, particularmente a través de la jurisprudencia de
la Corte IDH. (Nash, 2005:1).
Por tanto, en este trabajo analizaremos los estándares de la reparación integral del
daño que se han desarrollado en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos como
respuesta a la violación de los mismos, para lo cual tomaremos en consideración los
lineamientos indicados por el máximo intérprete del Pacto de San José, la Corte IDH.
Iniciaremos con la obligación de reparar.
2. Reparar
Inicialmente, debemos precisar que el Estado tiene la obligación de proteger, lo que
implica crear el marco jurídico y la maquinaria institucional para prevenir las violaciones a
derechos humanos, siendo necesaria la creación de aparatos de prevención y mecanismos
de exigibilidad (Serrano y Vázquez, 2012).
Pues no basta con una actitud pasiva de la autoridad para considerar que respeta los
derechos humanos de su población, sino que es necesario su actuar para precisamente
buscar establecer límites que prevengan y sancionen actuares indebidos por parte de sus
agentes.
El Estado tiene también la obligación de garantizar, que implica, por un lado el
deber de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a
través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público para asegurar jurídicamente
el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Por lo que, se deberá de prevenir,
investigar, sancionar y reparar toda violación de los derechos reconocidos por la
Convención Americana (Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras.
Reparaciones y Costas, 1989).
Aunando a esas, el Estado también tiene las obligaciones de promover y respetar los
derechos humanos, tal como quedó establecido en la reforma constitucional de 10 de junio
de 2011, particularmente en su artículo primero.
Por respetar debemos entender que constituye la obligación más inmediata y básica
de los derechos humanos, en tanto implica no inferir con o poner en peligro los derechos,
12
implica mantener el goce del derecho y cualquiera que sea el derecho, su cumplimiento
debe ser inmediato (Serrano y Vázquez, 2012).
En relación a la obligación de promover, ésta tiene el objetivo de proveer a las
personas la información necesaria para asegurar que sean capaces de exigir el disfrute de
sus derechos, de manera que conozcan sus derechos y los mecanismos para su defensa,
incluyendo la información necesaria para ejercerlos en mejor forma (Serrano y Vázquez,
2012).
Es decir, el estado está obligado a realizar acciones tendentes al empoderamiento de
las personas para el debido ejercicio de sus derechos, lo cual se logra mediante la difusión
de la información necesaria pues una sociedad informada es una sociedad que se empodera,
conoce y ejerce sus derechos, e incluso, los hace exigibles.
Ahora, cuando no se cumple con esas obligaciones estatales por un actuar
irrazonable, injusto o inadecuado de las autoridades, o simplemente como resultado de la
falibilidad humana, y se violan derechos humanos de las personas, debe tener como
consecuencia –lógica y jurídicamente- la reparación del daño causado, es decir, una
reparación integral otorgada por el Estado.
De manera que, el Estado necesariamente tiene la obligación de respetar y
garantizar a todas las personas que se encuentran en su territorio, así como a todas aquellas
sometidas a su jurisdicción, los derechos humanos internacionalmente reconocidos, y si no
lo hacen, deben otorgar una reparación a aquellas personas cuyos derechos se
transgredieron (Guillerot, 2009).
En ese tenor, podemos señalar que la violación debe considerarse como una
hipótesis normativa acreditable y declarable; y, la reparación es la consecuencia jurídica
que debe sobrevenir; por tanto, las características de la primera determinan las de la
segunda, en el entendido de que también se puede expresar en términos diferentes cuando
así resulte necesario. Pues la conducta ilícita que genera la lesión jurídica debe repararse
con justicia, equidad y suficiencia, dado que donde hay violación sin sanción o daño sin
reparación, el derecho entra en crisis y se ve impedido para asegurar la paz con justicia
(García, sin año).
13
Ahora, aterrizando al orden jurídico interno, la obligación de reparar integralmente
deriva específicamente del párrafo tercero del artículo 1º Constitucional que a la letra dice:
“Artículo 1o. […]
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la
obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de
conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad
y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar
y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la
ley…” (CPEUM, Art. 1)1.
Mientras que en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, particularmente,
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su numeral 63.1, establece:
“Artículo 63.
1. Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en
esta Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su
derecho o libertad conculcados. Dispondrá, asimismo, si ello fuera procedente, que
se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la
vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte
lesionada…” (CADH, Art. 25).
En esa tesitura, los derechos humanos reconocidos en dicha convención, así como el
resto de los instrumentos internacionales de los que México es parte, por disposición del
transcrito artículo 1º Constitucional, generan obligación al Estado mexicano frente a todos
los individuos sujetos a su jurisdicción.
Por tanto, es claro que el derecho a la reparación integral del daño, es parte del
sistema jurídico mexicano, y todas las autoridades del país, en el ámbito de sus
competencias, están obligadas a realizar los actos necesarios para hacer efectivo tal derecho
de forma apropiada y proporcional a la gravedad de la violación y las circunstancias de
cada caso.
Así, los tribunales de amparo en el país en el ámbito de sus facultades, deberían
tener presente la obligación de ordenar, conforme proceda desde sus sentencias, la
1
Numeral reformado por el Decreto publicado el diez de junio de dos mil once el Diario Oficial de la
Federación, que modificó la denominación del Capítulo I del Título Primero de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, intitulándolo “De los Derechos Humanos y sus Garantías” y se reformaron
además del referido artículo 1, los diversos 3, 11, 15, 18, 29, 33, 89, fracción X, 91, 102 B y 105, fracción II,
inciso g).
14
reparación integral del daño, dejando atrás la tradicional fórmula de restituir al quejoso en
el goce de la garantía individual violada, lo cual se ha realizado en forma sistemática en
términos del artículo 80 de la ley de la materia recientemente abrogada, pero en vigor para
los asuntos en trámite hasta antes de la entrada en vigor de la nueva Ley de Amparo, y 77
de esta última, aplicable para los asuntos en trámite a partir del tres de abril de dos mil
trece.
Es así, pues hasta ahora, la reparación en el juicio de amparo se ha entendido como
una restitución jurídica incompleta, es decir, sólo se ordena volver las cosas al estado que
guardaban antes de la violación, y en algunos casos, se llega al otorgamiento de una mera
indemnización o compensación pecuniaria, sin embargo la reparación debe ser integral
(Saavedra, 2013).
Retomando el contenido del artículo 63.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, Claudio Nash sostiene que en el sistema de la convención no existe
una norma general y expresa que fije las consecuencias de las violaciones a los derechos
humanos (Nash, 2005).
No obstante ello, se estima suficiente y atinada la facultad contenida en el artículo
63.1 del Pacto de San José, pues como lo ha ido desarrollando la Corte IDH, ante una
violación de un derecho o libertad protegidos, el Estado tiene el deber de ordenar la
reparación conducente.
Sobre todo, si tomamos en consideración que en el Caso Aloeboetoe y otros vs.
Surinam, quedó establecido por el máximo intérprete de la Convención, que el artículo 63
del Pacto de San José, que es una norma consuetudinaria y un principio fundamental del
derecho de gentes (Corte IDH. Caso Aloeboetoe y otros vs. Surinam, Reparaciones y
Costas, 1993).
Así, la interpretación que la Corte IDH ha hecho del artículo 63 de la Convención
Americana, tiene como base, la norma consuetudinaria y los principios del derecho
internacional; interpretación, que ha ido evolucionando y adecuándose a cada caso
concreto.
De esta manera, estimamos que la base de la interpretación que ha realizado la
Corte, proviene de las obligaciones del Estado establecidas en los instrumentos nacionales
15
y regionales sobre derechos humanos, y del reconocimiento lógico y natural de que la
reparación, es incluso una concepción general de derecho, puesto que toda violación a un
derecho humano que haya producido un daño comporta el deber de repararlo
adecuadamente (Corte IDH. Caso Aloeboetoe y otros vs. Surinam, Reparaciones y Costas,
1993).
En el Caso de la Masacre de Mapiripán vs Colombia, fondo, reparaciones y costas,
sentencia de quince de septiembre de dos mil cinco, la Corte IHD señaló que la Corte
Europea de Derechos Humanos, en el caso Kaya vs Turquía, decidió que la violación de un
derecho protegido no podría ser remediada exclusivamente por el establecimiento de la
responsabilidad civil y el correspondiente pago de compensación a los familiares de la
víctima, consideración que retomó la primera de las Cortes mencionadas (Silva, 2011).
Asimismo en el caso Goiburú y otros vs Paraguay, fondo, reparaciones y costas, 22
de septiembre de 2006, en lo que interesa determinó que la obligación de reparar los daños
es un deber jurídico propio del Estado que no debe depender exclusivamente de la actividad
procesal de las víctimas; mientras que en el emblemático caso contra México González y
otras, excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas, sentencia de dieciséis de
noviembre de dos mil nueve, la Corte IDH estableció que en una situación estructural de
violencia y discriminación, la reparación no debe tener solo un efecto restitutivo, sino
también correctivo, por lo que se debe analizar que:
a) se refieran directamente a las violaciones declaradas por el Tribunal;
b) reparen proporcionalmente los daños materiales e inmateriales;
c) no signifiquen enriquecimiento ni empobrecimiento;
d) restablezcan en la mayor medida de lo posible a las víctimas en la situación
anterior a la violación en aquello que no se interfiera con el deber de no discriminar;
e) se orienten a identificar y eliminar los factores causales de discriminación;
f) se adopten desde una perspectiva de género, tomando en cuenta los impactos
diferenciados que la violencia causa en hombres y en mujeres; y,
g) consideren todos los actos jurídicos y acciones alegadas por el Estado en el
expediente tendientes a reparar el daño ocasionado (Silva, 2011).
16
Así, podemos concluir que todo Estado que no respete, garantice, proteja o
promueva los derechos humanos de las personas, debe reparar en la forma que corresponda,
reparación que debe ser integral, acorde a la violación acaecida.
Ahora, una vez que nos hemos referido a la obligación de reparar el daño por
violaciones a los derechos humanos, debemos conocer diversos conceptos que se relacionan
con tal obligación, como daño y víctima, dado que lo que se repara es un daño, y esa
reparación es en favor de una víctima.
3. Daño
Como refieren Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido, daño es “…el principal
elemento de la responsabilidad. Sin daño no puede haber responsabilidad y tampoco
podría ser identificable el objeto de la medida de reparación. Consiste en todo
detrimento, alteración, pérdida o menoscabo que pueda afectar a una persona en sí
misma o a su patrimonio, a consecuencia de un hecho ilícito o incluso lícito” (Rodríguez,
Báez, Talamás y Pulido, 2007:21).
El daño, para que sea resarcible o reparable debe ser identificable, lo que equivale a
ser determinable, y en caso de ser material, que pueda ser valuado económicamente.
También debe ser real, no hipotético, es decir, que se haya actualizado o que la
posibilidad de que se actualice sea inminente.
Asimismo debe encontrarse individualizado respecto de una persona o grupo de
personas que se encuentren determinados (Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido, 2007).
Debemos distinguir entre:
a) Daño material; y,
b) Daño inmaterial.
El daño material “supone la pérdida o detrimento de los ingresos de las víctimas,
los gastos efectuados con motivo de los hechos y las consecuencias de carácter
pecuniario que tengan un nexo causal con los hechos del caso” (Corte IDH. Caso Bámaca
Velásquez vs. Guatemala, Reparaciones y Costas, 2002, párr. 43).
17
Para su cálculo se fija un monto indemnizatorio que busque compensar las
consecuencias patrimoniales de las violaciones a los derechos humanos declaradas, en su
caso, en las sentencias de la Corte IDH.
En este daño material se valora:
1) El daño emergente; y,
2) El lucro cesante o la pérdida de ingresos.
Los cuales se traducen en el pago, generalmente, de una cantidad de dinero por
concepto de indemnización.
Debe precisarse que en algunas ocasiones la Corte IDH ha ordenado otro tipo de
medidas, por ejemplo, de restitución o de satisfacción (Corte IDH. Caso de las Masacres de
Ituango vs. Colombia. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, 2006; y, Caso
Acevedo Jaramillo y otros vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas, 2006). En ocasiones, también se ha ordenado reparación por daño al patrimonio
familiar, para el cual normalmente ha correspondido una compensación pecuniaria (Corte
IDH. Caso Bulacio vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas, 2003; y, Caso Gutiérrez
Soler vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas, 2005).
Ahora, retomando, por lo que respecta al daño emergente, también llamado daño
material directo, podemos decir que es equivalente a los gastos directos e inmediatos que se
deben cubrir la víctima o sus representantes con motivo del ilícito a fin de repararlo, o bien,
anular sus efectos (Nash, 2005).
Debiendo agregarse que el daño emergente se refiere a los gastos efectuados por las
víctimas o sus familiares con motivo de sus gestiones para investigar y sancionar los
hechos que vulneraron los derechos de las víctimas (Rodríguez, sin año).
A partir del Caso Loayza Tamayo, se estableció que del daño emergente derivan:
“a) reparación por los salarios que deja de percibir la víctima en razón de
la violación de los derechos convencionales;
b) compensar los gastos médicos en que haya incurrido la víctima o sus
familiares en razón de la violación convencional;
c) gastos en que hayan incurrido los familiares específicamente en la
búsqueda de la víctima, en sus visitas, etc.;
d) reparación por las pérdidas patrimoniales de los familiares por motivos
imputables al Estado vinculados directamente con la violación de los derechos de
la víctima; [y,]
18
e) Gastos médicos futuros que pueda involucrar un tratamiento vinculado
con las violaciones convencionales” (Nash, 2005:87).
Para su comprobación, los gastos de carácter emergente deben ser demostrados con
prueba idónea a efecto de que se le reintegren a la persona que incurrió en los mismos, sin
embargo ha sucedido que en casos, que incluso no se ha presentado prueba suficiente, la
Corte IDH ha hecho estimaciones compensatorias por gastos ocurridos en sus distintas
gestiones en el estado correspondiente, lo cual ha hecho apelando a la equidad (Rodríguez,
sin año).
Por lo que respecta al lucro cesante o pérdida de ingresos, también llamado daño
material indirecto, Rodríguez Rescia, sostiene que este ha sido entendido como el
equivalente al monto de los ingresos que la víctima o sus sucesores recibirían a lo largo de
la vida laboral de aquella si no hubiere ocurrido la violación a sus derechos (Rodríguez, sin
año).
En ocasiones este tipo de pérdida es difícil de calcular, pues resulta complicado
afirmar con grado de certeza la actividad que desempeñaría una persona durante su vida,
pero más injusto sería no atender tal aspecto y considerar que no procede esa
indemnización ante la incertidumbre del actuar que una persona tendría durante su vida
laboral.
Por lo cual, para considerar el lucro cesante es importante tomar en consideración la
actividad que la víctima desempeñaba al momento de suscitarse la violación, y de ahí partir
para considerar cual sería el lucro cesante.
En este aspecto, la Corte IDH regularmente analiza si la indemnización le
corresponde a la víctima afectada por incapacidad total o absoluta, o bien, dicha
indemnización le corresponde a los familiares directos de dicha persona. Particularmente en
casos en los que existe la muerte de una persona, y por tanto la indemnización le
corresponde a los familiares, ésta, debe calcularse de acuerdo con los ingresos que habría
de recibir hasta su posible fallecimiento natural atendiendo las expectativas de vida en el
país del cual era natural la víctima, tomando la equidad como base para el cálculo
correspondiente, sin que ello implique causa de enriquecimiento ilícito para las víctimas
indirectas del hecho dañoso (Nash, 2005).
19
Ahora, en los casos donde la víctima sobrevive, la Corte IDH se ha preocupado de
diversas situaciones, ha fijado el dinero que la persona dejó de percibir en razón del ilícito
como víctima directa; ha determinado, sobre la base de la acreditación en el proceso, las
sumas que los familiares han dejado de recibir por deber iniciar acciones para buscar a sus
familiares en casos de detención forzada; ha determinado las consecuencias económicas y
laborales de la separación ilegal de funciones, así como las consecuencias económicas para
los negocios de la víctima de una violación convencional como consecuencia de la acción
del Estado, entre otras (Nash, 2005).
Por lo que respecta al daño inmaterial, siguiendo a Yuria Saavedra, puede
comprender:
a) Sufrimientos y las aflicciones;
b) Daño moral; y
c) Daño al proyecto de vida (Saavedra, 2013).
En cuanto al primero puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones
causados a las víctimas directas y a sus allegados, como el menoscabo de valores muy
significativos para las personas y otras perturbaciones que no son susceptibles de
medición pecuniaria (Corte IDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y
otros) vs. Guatemala, Reparaciones y Costas, 2001, párr. 84), así como las alteraciones en
las condiciones de existencia de la víctima o su familia, que no sean de carácter
pecuniario (Saavedra, 2013).
Ello, considerando cualquier efecto nocivo que no tenga carácter económico o
patrimonial y por tanto no pueden ser valorados en términos económicos.
Por ende, en la sentencia del indicado caso “Niños de la Calle”, se desarrolló que
los sufrimientos o aflicciones pueden ser objeto de compensación mediante el pago de una
suma de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, lo cual determinará
el Tribunal de forma razonable atendiendo a su arbitrio judicial y a la equidad. También
mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos, que tengan
efectos como la recuperación de la memoria de las víctimas, el restablecimiento de su
dignidad, la consolación de sus deudos o la transmisión de un mensaje de reprobación
oficial a las violaciones de los derechos humanos de que se trata y de compromiso con los
20
esfuerzos tendentes a que no vuelvan a ocurrir (Corte IDH, Caso de los “Niños de la Calle”
(Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, Reparaciones y Costas, 2001).
En otras palabras, la Corte IDH aquí se pronunció sobre los perjuicios psicológicos
o físicos respecto de los que ha ordenado medidas de rehabilitación, como atención
psicológica, psiquiátrica o física, aunque también medidas de satisfacción o
indemnización. Además, tratándose de daños de carácter físico, la investigación, proceso
y sanción de los responsables puede ser otra forma de reparación (Saavedra, 2013).
Respecto del daño moral, tenemos que se trata de una categoría más genérica pues
incluye perjuicios a la honra así como dolor y sufrimiento a causa de las violaciones de
derechos humanos cometidas (Saavedra, 2013).
Además, el daño moral se presume por la sola violación a los derechos humanos,
cuando ese daño es evidente dada la magnitud de los hechos, como pueden ser los actos de
tortura correspondiendo al Estado por tanto, desvirtuar el grado de la afectación sufrida
(Corte IDH. Caso Bayarri vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas, 2008).
En el Caso Aloeboetoe y otros vs. Surinam, la Corte IDH, señaló que el daño moral
infringido a las víctimas resulta evidente, pues es propio de la naturaleza humana que toda
persona sometida a agresiones y vejámenes experimente un sufrimiento moral. Por lo que
estimó que no se requieren pruebas para llegar a esa conclusión (Corte IDH. Caso
Aloeboetoe y otros vs. Surinam, Reparaciones y Costas 1993).
Asimismo, debemos tener en consideración que a juicio de la Corte IDH, el daño
moral que ha sufrido la víctima se incorpora a su patrimonio al momento de sufrirlo, por lo
cual es transmisible a sus familiares con motivo de su fallecimiento, pudiendo éstos
reclamar por dicho daño y por el propio, fundado en su personal afectación.
Éste puede ser reparado mediante una indemnización o mediante medidas de
satisfacción, rehabilitación y de restitución, dependiendo de las características del caso
(Corte IDH. Caso Contreras y otros vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas, 2011).
Lo anterior, en el entendido, como lo sostiene Rodríguez Rescia, que en materia de
Derechos Humanos, el daño moral es quizás el que más se justifica resarcir, ya que resulta
evidente y propio de la naturaleza humana, que toda persona sometida a agresiones y
21
vejámenes que representan la violación de los derechos humanos, experimente un daño
moral (Rodríguez, sin año).
No es ocioso destacar que también se ha fijado el criterio que abre la posibilidad de
indemnizar, por concepto de daño inmaterial, a un colectivo, tal y como lo sentenció la
Corte IDH en el Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua, en el
que condenó a la reparación de daño inmaterial por vía sustitutiva mediante una
indemnización pecuniaria, con motivo de la situación en la cual se encontraban los
miembros de la comunidad por falta de delimitación, demarcación y titulación de su
propiedad comunal (Corte IDH. Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) AwasTingni vs.
Nicaragua. Fondo, Reparaciones y Costas, 2001).
Finalmente, en cuanto al daño al proyecto de vida, en el Caso Loayza Tamayo, se
adujo que éste atiende a la realización integral de la persona afectada, considerando su
vocación, aptitudes, circunstancias, potencialidad y aspiraciones que le permiten fijarse
razonablemente determinadas expectativas y acceder a ellas (Labarca, Sarre y Serrano,
2006).
También se considera éste como una expectativa razonable y accesible en el caso
concreto, que implica la pérdida o el grave menoscabo de oportunidades de desarrollo
personal, en forma irreparable o muy difícilmente reparable (Saavedra, 2013).
Lo anterior se considera especialmente relevante, pues una violación a los derechos
humanos puede no sólo tener efectos materiales, inmateriales y de daño moral, sino que
además, puede afectar las proyecciones que la persona podía tener sobre su existencia al
momento de producirse dicho daño, por tanto, como lo sostiene Sergio García Ramírez, la
noción del daño al proyecto de vida va más allá de la pérdida de oportunidades,
generalmente vinculada con la frustración de una expectativa económica razonable, se
elabora en torno a la idea de realización personal y tiene como referencias diversos datos de
la personalidad y el desarrollo individual, que sustentan las expectativas del individuo y su
capacidad para acceder a ellas, con la salvedad de que hay un límite o factor de calificación,
relativo a la racionalidad o razonabilidad de esas expectativas, pues no se trata de hacer
suposiciones irreales, sino expectativas razonables y racionales (García, sin año).
22
De esta manera, dada la naturaleza del daño al proyecto de vida, también ha sido
resarcido a través de medidas restitutorias, de satisfacción y de rehabilitación (Saavedra,
2013).
Así las cosas, a manera de resumen de lo expuesto, se estima importante
esquematizar gráficamente los conceptos que integran el daño a efecto de una mejor
comprensión.
Cuadro I. El daño
DAÑO EMERGENTE
MATERIAL
LUCRO CESANTE O LA PÉRDIDA DE INGRESOS
D
A
Ñ
O
SUFRIMIENTOS Y AFLICCIONES
INMATERIAL
DAÑO MORAL
PROYECTO DE VIDA
No obstante lo expuesto, consideramos pertinente aclarar que en cuanto al daño
moral, como lo destaca Claudio Nash, la Corte IDH no da un concepto claro de lo que
debe entenderse por daño moral, por lo que debe extraerse del contexto de las sentencias
que han tratado el tema, lo que ha producido además de la lógica confusión, el hecho de
que se utilicen los conceptos de daño inmaterial y al daño moral como sinónimos, dada la
similitud de sus conceptos (Nash, 2005).
Pues el primero comprende -sufrimientos y aflicciones causadas a las víctimas
directas y a sus allegados- y el segundo -perjuicios a la honra, así como al dolor y
23
sufrimiento a causa de violaciones a derechos humanos-, lo que indiscutiblemente, se
insiste, podría generar dudas en la práctica sobre su diferenciación o tratamiento, pues
ambos parten del dolor y sufrimiento de las violaciones a derechos humanos.
Hasta aquí hemos definido lo que se considera daño en el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, por lo que el siguiente paso será analizar el concepto de víctima o
parte lesionada, que precisamente es quien puede resentir el daño que se cause.
4. Víctima, parte lesionada o acreedores
Ahora, para comprender la teoría de las reparaciones, es indispensable conocer la
forma en que ha entendido el concepto de víctima el máximo intérprete del Pacto de San
José, ya que precisamente es a quien va dirigida la reparación, es decir, es el ente a quién
beneficia la reparación, y en función de sus características podría determinarse la forma de
resarcir.
El desarrollo de su concepto ha sido progresivo, y tiene estrecha vinculación con el
concepto desarrollado por la Organización de las Naciones Unidas, en los Principios y
directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho
internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones aprobado por la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en la Resolución 60/147, en
la que se estableció que se entenderá por víctima a toda persona que haya sufrido daños
individual o colectivamente, incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional,
pérdidas económicas o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales como
consecuencia de acciones u omisiones que constituyan una violación manifiesta de las
normas internacionales de derechos humanos o una violación grave del derecho
internacional humanitario. Asimismo se dijo que cuando corresponda, y exista conformidad
con el derecho interno, el término “víctima” también comprenderá a la familia inmediata o
las personas a cargo de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al
intervenir para prestar asistencia a víctimas en peligro o para impedir la victimización
(ONU, resolución 60/147, principio V).
24
Ahora, ya en el ámbito interamericano, el artículo 2.33 del Reglamento dela Corte
Interamericana define el término víctima como la persona cuyos derechos han sido violados
de acuerdo con una sentencia proferida por la Corte (RCIDH, artículo 2.33).
En el Caso Díaz Peña vs. Venezuela, la Corte IDH, puntualizó que toda persona
declarada como víctima de violación de derechos humanos por la Corte Interamericana es
considerada como parte lesionada y, por lo tanto, como acreedora a reparaciones (Corte
IDH. Caso Díaz Peña vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas,
2012).
Ello sin menoscabo de que, como lo señalan Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido, el
término al que hace referencia la Convención Americana sobre Derechos Humanos es
presunto lesionado o lesionado (Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido, 2007).
Ahora, es de señalarse que la Corte IDH, estableció que el término persona no hace
alusión sólo a individuos, sino que considera que un grupo más extenso de personas puede
ser también parte lesionada y, en consecuencia, víctima. Esta evolución ha permitido incluir
a la familia entre las partes lesionadas, lo cual es innegable, pues los familiares también
experimentan un terrible sufrimiento en aquellos casos en donde se da la violación. Sin que
pueda excluirse a las colectividades, pues al respecto la Corte IDH ha señalado que si la
totalidad de una comunidad tiene derechos, es lógico considerar que al darse violaciones
contra todos los miembros de la comunidad se tenga a ésta como víctima y no a un grupo
de individuos únicamente (Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido, 2007).
Finalmente, no está de más destacar que, como lo señala Sergio García Ramírez en
su voto concurrente razonado, vertido en el Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala, el
régimen de protección que establece el Pacto de San José no hace distinción alguna entre
las afectaciones directas y las indirectas, ni atiende al carácter mediato o inmediato de
aquéllas, sino que la fuente de la lesión es una sola, consistente en la conducta ilícita del
agente del Estado, cuyo efecto jurídico es la obligación de reparar el daño causado (Corte
IDH. Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas, 2003).
De ahí que, de una manera general, podemos compartir que será víctima de
violación de derechos humanos toda persona o grupo de personas que haya sufrido las
25
consecuencias del incumplimiento de una obligación del Estado (Rodríguez, Báez, Talamás
y Pulido, 2007:160).
Ello con independencia del tipo de daño que se haya causado, es decir, sea material
o inmaterial.
Así, la víctima o víctimas indudablemente tienen el derecho sustantivo a la
reparación que busque atender todos los aspectos que el daño provoca, es decir, a una
reparación integral, tema que se aborda a continuación.
5. Reparación integral
En el Caso Castillo Páez vs. Perú, la Corte IDH argumentó que la reparación, como
la palabra lo indica, consiste en las medidas que tienden a hacer desaparecer los efectos de
la violación cometida, asimismo, que su calidad y su monto dependen de la magnitud del
daño ocasionado, ello atendiendo tanto al plano material como el moral (Corte IDH. Caso
Castillo Páez Vs. Perú, Reparaciones y Costas, 1998).
En similar línea argumentativa, refiere Nash, que la Corte IDH, también ha
establecido que la reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación
internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum),
la cual consiste en el restablecimiento de la situación anterior. Y en caso de no ser esto
posible, se deberán determinar una serie de medidas para, además de garantizar los
derechos conculcados, reparar las consecuencias que las infracciones produjeron, así como
establecer el pago de una indemnización como compensación por los daños ocasionados
(Nash, 2005).
Es decir, se parte de la premisa de que, cuando en trasgresión a una obligación
internacional son violados los derechos humanos de una persona, debe tener como
consecuencia la reparación integral del daño enfocada al restablecimiento de la situación
anterior, a lo que la Corte IDH, ha denominado plena restitución.
Como primera hipótesis, la Corte IDH ha establecido que cuando el
restablecimiento de la situación anterior, no sea posible, se deberán decretar medidas para
garantizar los derechos conculcados, reparar las consecuencias que la violación produjo, así
26
como establecer el pago de una indemnización como compensación de los daños
ocasionados.
Como segunda hipótesis, que cuando, si bien la plena restitución es posible, pero
ésta no es suficiente o adecuada, por la cantidad de consecuencias que produjo la violación
de derechos humanos, de igual manera, se deberán adoptar, medidas, para garantizar los
derechos conculcados y reparar las consecuencias que el daño ocasionó.
Es decir, la Corte IDH, como máximo intérprete de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, ha sostenido a través de los casos que ha resuelto, que la reparación
integral debe ser suficiente, efectiva y rápida para promover la justicia, y remediar las
violaciones de derechos humanos, declarando procedente para tal efecto la restitución,
indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición (Saavedra, 2013).
Lo anterior evidencia, que a través de la reparación, no sólo se busca garantizar al
lesionado, el goce del derecho o libertad conculcado, sino, de proveer las diversas medidas
para reparar integralmente las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la
vulneración de esos derechos y el pago, en su caso, de una justa indemnización.
Así, desde una óptica sensible hacia la víctima, la restitución integral implica
determinar cómo se puede restituir a la persona afectada en sus derechos fundamentales,
esto es, cómo puede el derecho restablecer la situación, no solo patrimonialmente, sino que
integralmente, mirando a la persona como un todo, es decir, como parte de un núcleo
familiar y de una sociedad, donde la violación no solo le afecta directamente, sino también
en función de sus relaciones interpersonales (Nash, 2005).
En cuanto a los objetivos de la reparación, Claudio Nash sostiene que éstos debieran
ser:
“a) la justicia a las víctimas, [pues] la percepción de las víctimas y de la
sociedad es central en esta materia…;[y,]
b) la integralidad, esto es, que sea una respuesta que se inserte como parte
de un proceso integral de reparaciones (procesos penales, reformas institucionales,
entre otros). En este sentido es fundamental que las medidas de reparación tengan
una lógica y coherencia evidente para los involucrados, pero también que pueda
ser percibido por la sociedad” (Nash, 2005:93).
27
Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido, identifican como elementos de la reparación del
daño por violaciones a derechos humanos:
“1) la existencia y violación de una obligación del Estado[;]
2) el daño generado por la violación[;]
3) la o las víctimas de la violación[;]
4) la responsabilidad estatal declarada en una resolución de órgano competente y
finalmente[; y,]
5) la reparación integral del daño por parte del Estado a la víctima” (Rodríguez,
Báez, Talamás y Pulido, 2007:116).
Estos últimos también sostienen que la ruta para reparar el daño por violaciones a
los derechos humanos sería identificar con certeza la existencia de una obligación del
Estado y su posterior violación, el daño generado por tal violación, la o las víctimas, la
responsabilidad estatal declarada en una resolución de órgano competente, y finalmente, la
reparación integral del daño por parte del Estado a la víctima (Rodríguez, Báez, Talamás y
Pulido, 2007).
Por tanto, podemos afirmar que el concepto de reparación integral está enfocado a
atender todos los efectos del daño ocasionado por violación a los derechos humanos, es
decir, no se limita a un saneamiento desde el punto de vista jurídico, con las consecuencias
materiales inmediatas que ello conlleva, sino se busca atender los efectos materiales e
inmateriales que realmente genera la violación de derechos humanos.
Por lo que, para entender este concepto, es indispensable comprender que la
reparación integral del daño va más allá del aspecto restitutorio, pecuniario o
indemnizatorio como respuesta a la violación a los derechos humanos.
Así que, estamos de acuerdo en que la reparación integral debe ser: 1) adecuada, 2)
efectiva, 3) rápida, y 4) proporcional a la gravedad de la violación y del daño sufrido
(Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido).
Lo anterior, sin soslayar que, como lo sostiene Sergio García Ramírez, la restitución
de las cosas al estado estricto y real que guardaban antes de la violación, no solo es
improbable, sino imposible, ya que la violación con resultados, ya sea reales o formales,
altera la realidad y por ende, constituye un imborrable dato de la experiencia, ocurrió y dejó
cierta huella, material o jurídica, que no es posible desconocer. Por ello, la absoluta
28
restitutio sería, más que una reparación, un milagro, por ende, es necesario que se añada la
eficacia resarcitoria por la vía de la reparación de las consecuencias de la infracción y del
pago de indemnizaciones como compensación por los daños patrimoniales y
extrapatrimoniales causados (García, sin año).
Como ya dijimos, el desarrollo que la Corte IDH ha hecho de la reparación integral
se ha dado a partir del artículo 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
en el que ha identificado diversas medidas que tienen como objetivo la integralidad que
busca la reparación, como a continuación se expone.
6. Tipos
La Corte IDH ha establecido a través de los casos que ha resuelto, diversos tipos de
reparaciones aplicables cuando, no es posible la plena restitución, o cuando, siento ésta
posible, resulta insuficiente e ineficaz al subsistir diversas consecuencias que la violación
generó. Analizando para tal efecto, el nexo causal entre los hechos, las violaciones de
derechos humanos declaradas y los daños acreditados (Corte IDH. Caso Pueblo Indígena
Kichwa de Sarayaku vs. Ecuador. Fondo y Reparaciones, 2012).
Sobre el tema, Sergio García Ramírez argumenta que para fijar la forma y alcance
de la reparación es preciso identificar, en la sentencia de fondo, el acto lesivo, a fin de
adecuar a éste la consecuencia reparadora (García, sin año).
Es decir, al identificar el acto lesivo y adecuar la reparación necesaria, se debe hacer
uso de diversas formas de reparar, pues cada caso o tipo de violación puede exigir
diferentes acciones reparatorias estatales a fin de lograr una restitución integral.
El máximo intérprete del Pacto de San José, basado en el referido artículo 63.1, ha
proveído principalmente la restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y
garantías de no repetición como mecanismos de reparación integral, tal y como a
continuación se esquematiza y se precisará.
29
Cuadro II. Tipos de reparaciones
Restitución
Indemnización
TIPOS DE
REPARACIONES
Rehabilitación
Satisfacción
Medidas de no repetición
Otros tipos de reparación
6.1. Restitución
En cuanto a la restitución, como ya hemos señalado, tiene como objetivo volver a la
víctima a la situación anterior a que se presentara la violación de derechos humanos,
restitución que no la debemos entender referida solamente al aspecto material, sino también
al ejercicio de derechos, pues se busca la restitución en los derechos conculcados, como
pueden ser la libertad, derechos jurídicos, identidad, vida, solo por señalar algunos
ejemplos (Saavedra, 2013).
Ahora, entre las medidas que ha ordenado la Corte IDH para el restablecimiento de
la situación anterior, se pueden advertir los siguientes ejemplos:
a) Eliminación de antecedentes penales (Corte IDH. Caso Bayarri vs. Argentina.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, 2008).
b) Restablecimiento de la libertad de una persona (Corte IDH. Caso Loayza Tamayo
vs. Perú. Fondo, 1997).
c) Dejar sin efectos sentencias (Corte IDH. Caso Fontevecchia y D’Amico vs.
Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas, 2011).
d) Reincorporación al cargo que ostentaba la víctima previamente a la violación de
derechos humanos sufrida (Corte IDH. Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, 2009).
30
e) Restitución de ciertos bienes (Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 2004).
f) Restitución que tienen que ver con la propiedad de territorios ancestrales (Corte
IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas, 2006).
Como sostiene Yuria Saavedra, atendiendo al concepto de plena restitución, la Corte
IDH también ha ordenado medidas con vocación transformadora, con efecto correctivo,
de una determinada situación disfuncional preexistente, pues no se debería volver a un
estado de cosas donde preexistiera la violación de derechos humanos (Saavedra, 2013).
Lo anterior, lo podemos advertir claramente en el Caso González y otras “Campo
Algodonero” Vs. México, donde se analizó la existencia de una situación de
discriminación estructural hacia las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua; ello, tomando
en consideración el contexto que rodeo los hechos del caso y las condiciones por las
cuales dichos hechos fueron atribuidos al Estado, buscando un efecto correctivo de la
situación generalizada, el cual se convierte en una medida transformadora de la situación
disfuncional preexistente, es decir, no se ordena que las cosas vuelvan al estado en que se
encontraban, pues ello implicaría volverlas al estado disfuncional.
En el caso en cita se declaró al Estado mexicano responsable por la violación de los
derechos a la vida, integridad personal y libertad personal, en relación con la obligación
general de garantía y la obligación de adoptar disposiciones de derecho interno; además
determinó el incumplimiento del deber de investigar, y con ello, deber de garantizar los
derechos a la vida, integridad personal y libertad personal; así como los derechos al
acceso a la justicia y protección judicial en perjuicio de diversos familiares de las
víctimas; declarándose que se violó el deber de no discriminación, en relación con el
deber de garantizar los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal, así
como los derechos del niño (Corte IDH. Caso González y otras (Campo Algodonero) vs.
México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, 2009).
No se soslaya que, como ya hemos referido, si bien es cierto el objetivo de la
restitución es volver a la víctima a la situación anterior a la violación de derechos
31
humanos, como si ésta no hubiera existido, restituir las cosas al estado que guardaban,
estrictamente, no sólo es improbable, sino también imposible (García, sin año).
6.2. Indemnización
Sergio García Ramírez, sostiene que en la teoría general de los actos ilícitos se
reconoce que la indemnización constituye la reparación por excelencia permite compensar
con un bien útil, universalmente apreciado como lo es el dinero, la pérdida o el menoscabo
de un bien diferente, que no es posible reponer o rescatar conforme a su propia naturaleza
(García, sin año).
Así, la indemnización constituye la forma más usual de reparación por daños
producidos por violación a las obligaciones; y si bien es cierto, la Convención Americana,
no establece qué elementos debe tener ésta, a la luz de los criterios de la Corte IDH la
indemnización debe ser comprensiva del daño material directo (daño emergente) e indirecto
(el lucro cesante o la pérdida de ingresos) y el inmaterial o daño moral (Nash, 2005).
Ello, partiendo de la premisa de que la indemnización, como modalidad de
reparación se encuentra prevista expresamente en la redacción del artículo 63.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Dicha indemnización, tiene un carácter compensatorio y no sancionatorio, tal y
como se precisó en el Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, en los siguientes términos:
“La expresión "justa indemnización" que utiliza el artículo 63.1 de la
Convención, por referirse a una parte de la reparación y dirigirse a la "parte
lesionada", es compensatoria y no sancionatoria. Aunque algunos tribunales
internos, en particular los angloamericanos, fijan indemnizaciones cuyos valores
tienen propósitos ejemplarizantes o disuasivos, este principio no es aplicable en el
estado actual del Derecho internacional” (Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez
vs. Honduras. Reparaciones y Costas, 1989, párr. 38).
Aunado a que, ésta no debe implicar enriquecimiento ni empobrecimiento para la
víctima o sus sucesores, pues se insiste, la naturaleza de la indemnización es compensar la
pérdida o el menoscabo de un bien diferente, ante la imposibilidad de restituir las cosas al
estado que guardaban antes de la violación de derechos humanos o cuando ello no fuera
32
suficiente o adecuado dado el daño ocasionado (Corte IDH. Caso La Cantuta vs. Perú.
Fondo, Reparaciones y Costas, 2006).
6.3. Rehabilitación
La rehabilitación consiste en la atención médica, psicológica o psiquiátrica que debe
garantizar el Estado a las víctimas, este tipo de medida debe incluir también servicios
jurídicos y sociales (Saavedra, 2013).
Por ejemplo en el Caso Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia se proveyó, entre otros
aspectos, que la atención médica y psicológica fuera gratuita e inmediata, previo
consentimiento informado, incluido el suministro de medicamentos.
Por cuanto hace al rubro de suministro de bienes y prestación de servicios básicos,
Yuria Saavedra sostiene que la Corte IDH, en el caso Comunidad Indigena Xákmok
Kásek vs Paraguay, Fondo de reparaciones y Costas, ha ordenado el suministro de agua
potable suficiente para el consumo y aseo personal de los miembros de una comunidad
indígena, la realización periódica de campañas de vacunación y desparasitación que
respeten sus usos y costumbres, la entrega de alimentos en calidad y cantidad suficientes
para asegurar una alimentación adecuada, la instalación de letrinas o cualquier tipo de
servicio sanitario adecuado, y la dotación de los materiales y recursos humanos necesarios
para garantizar el acceso a la educación básica para los niños y niñas (Saavedra, 2013).
En el mismo caso, la Corte IDH, también señaló que la obligación relativa era de
cumplimiento inmediato, lo cual se entiende por lógica pues la subsistencia de las
personas no puede esperar ni admite dilaciones excusadas en ausencia de recursos por
parte del Estado (Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. vs. Paraguay.
Fondo, Reparaciones y Costas, 2010).
6.4. Satisfacción
Las medidas de satisfacción están dirigidas a reparar el daño inmaterial, como
pueden ser los sufrimientos y las aflicciones causados por la violación, así como el
33
menoscabo de valores muy significativos para las personas y cualquier alteración, de
carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de las víctimas. Estas medidas,
como lo ha dicho la Corte IDH, también pueden comprender actos u obras de alcance o
repercusión pública, como la transmisión de un mensaje de reprobación oficial a las
violaciones de los derechos humanos de que se trata, pretendiendo de esta manera la
recuperación de la memoria de las víctimas, el reconocimiento de su dignidad y el
consuelo de sus deudos (Saavedra, 2013).
Además, para la Corte IDH, la sola publicación de las sentencias, representa per se¸
una medida de satisfacción, y dependiendo del caso, se ordena su publicación íntegra, en
el Diario Oficial Estatal o en diversos diarios de circulación nacional, o se publica
solamente el resumen de la misma (Saavedra, 2013).
Ello en el entendido de que, cuando se involucren hechos sensibles a las víctimas
debe existir su consentimiento (Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros. vs. México.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, 2010; y Caso Rosendo Cantú y otra
vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, 2010).
Para entender éste tipo de medidas se debe tener presente que las distintas formas en
que se lleva a cabo la satisfacción en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos,
no pueden considerarse rígidas, y siempre dependerán de las circunstancias propias de
cada caso en concreto. En la práctica de la Corte IDH, las medidas de satisfacción que han
sido propuestas y ordenadas son susceptibles de ser enmarcadas bajo cuatro categorías:
determinación
y
reconocimiento
de
responsabilidad,
disculpa,
publicidad,
y
conmemoración (Rojas, 2007).
Sobre el particular, Sergio García Ramírez en su voto concurrente razonado en el
Caso Bámaca Velásquez sostuvo que la publicación y el desagravio sirven a un triple
objetivo:
a) por una parte, la satisfacción moral de las víctimas o sus derechohabientes, la
recuperación de su respetabilidad y un crédito que pudieron verse mellados por versiones
y comentarios erróneos o falaces;
b) por la otra, la formación y el fortalecimiento de una cultura de la legalidad en
favor, sobre todo, de las nuevas generaciones;
34
c) finalmente, el servicio a la verdad en bien de los agraviados y de la sociedad en
su conjunto.
De manera que la reparación en el caso de la publicación de las sentencias reviste
efectos resarcitorios y preventivos (Saavedra, 2004).
6.5. Medidas de no repetición
Las medidas de no repetición, son de alcance general, es decir, tienen un efecto más
allá del caso concreto, aunque estrictamente se derivan de éste pues deben tener un nexo
causal, cierto es que no van enfocadas directamente a la violación, sin embargo tienen
como propósito prevenir o evitar que los hechos que dieron origen a las violaciones
declaradas no vuelvan a suceder (Saavedra, 2013).
Sobre todo destaca la necesidad de la medida de no repetición como forma de
reparación, ante la existencia de patrones recurrentes de hechos similares y violaciones de
derechos humanos.
Como ejemplos se pueden advertir el reforzamiento de la independencia del Poder
Judicial, la revisión de ordenamientos jurídicos contrarios a los instrumentos
internacionales, y educación de las autoridades en materia de derechos humanos
(Rodríguez, Báez, Talamás y Pulido, 2007).
6.6. Otras formas de reparación
Otro rubro de las reparaciones ordenadas por la Corte IDH, ha sido la figura de
gastos y costas que es la actividad desplegada por la o las víctimas, sus derechohabientes
o sus representantes para acceder a la justicia tal y como se argumentó en el Caso de la
“Panel Blanca” Paniagua Morales y otros vs. Guatemala (Corte IDH. Caso de la “Panel
Blanca” Paniagua Morales y otros vs. Guatemala. Reparaciones y Costas, 2001).
Por otro lado, destaca la obligación de investigar los hechos e identificar, juzgar y,
en su caso, sancionar a los responsables, que es una de las más importantes medidas de
reparación ordenadas por la Corte. Comúnmente la Corte Interamericana ordena la
35
investigación, proceso y sanción de los responsables como una forma de reparación
autónoma cuando el Estado ha cometido violaciones de derechos humanos, especialmente,
cuando éstas configuran o pueden configurar delitos o conductas que deban ser sancionadas
administrativa o disciplinariamente en el ámbito interno (Saavedra, 2013).
Tal obligación y medida de reparación, se puede advertir del paradigmático Caso
Radilla Pacheco vs. México en donde dispuso que el Estado debía conducir eficazmente y
con la debida diligencia la investigación y, en su caso, los procesos penales que se
encontraren en trámite en relación con los hechos del caso, para determinar las
responsabilidades penales y aplicar efectivamente las sanciones y consecuencias jurídicas
correspondientes (Corte IDH. Caso Radilla Pacheco vs. México. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 2009).
Las diversas formas de reparación que se han expuesto garantizan que el daño
causado por la transgresión de derechos humanos sea integral, es decir, atendiendo los
diferentes aspectos que se pueden presentar con motivo de esa vulneración.
Ahora, en el siguiente capítulo analizaremos la forma en que el Estado Mexicano
restituye a los gobernados por la violación a sus derechos humanos, ello a fin de que
verifiquemos si mediante el juicio de amparo se garantiza una reparación integral en
armonía con los estándares interamericanos que en líneas anteriores hemos referido.
36
CAPÍTULO II
LA REPARACIÓN EN EL JUICIO DE AMPARO
Resulta necesario evidenciar la situación actual y alcances de la reparación del daño
en el juicio de amparo, regulado por la ley reglamentaria de los artículos 103 y 107
Constitucionales, pues se trata del juicio de protección de derechos humanos en el país.
Análisis que se realizará a fin de demostrar que actualmente en la práctica del juicio
de amparo, no se cumple con los estándares interamericanos del derecho a la reparación
integral, de ahí que se estima necesario ajustarse a los alcances de ese derecho, los cuales
ha desarrollado la Corte IDH.
1. La reparación del daño en el juicio de amparo
Recordemos que amparar emana del latín y significa proteger, favorecer, defender.
Acogerse al favor o protección de alguien (Tapia, 2006).
Ahora, una de las instituciones jurídicas más importantes que ha desarrollado
nuestro país, es sin duda el juicio de amparo, instrumento de control de la
constitucionalidad y convencionalidad que tiene como finalidad la protección de los
derechos humanos.
Ha sido considerado el medio idóneo para que el gobernado pueda hacer frente al
abuso y arbitrariedad de las autoridades, quienes actúan con el uso de la fuerza pública, lo
que provoca que el gobernado se encuentre en un plano de desigualdad frente a las
autoridades (Del Castillo, 1998).
Además, como lo sostiene Don Héctor Fix Zamudio, es un medio de impugnación
de los actos y resoluciones, tanto de las autoridades legislativas, como de la administración,
y de todos los tribunales del país, que comprende cinco grandes factores:
a) el hábeas corpus [o amparo libertad];
b) la impugnación de inconstitucionalidad de las leyes;
c) el amparo contra resoluciones judiciales;
d) el amparo contra actos o resoluciones de la administración federal y local; y,
37
e) el amparo en materia social agraria (Fix, 1999).
Para entender sus alcances, debemos tener presente que el amparo mexicano surgió
como un instrumento procesal que tenía la función de tutelar los derechos fundamentales,
que inicialmente eran exclusivamente de carácter individual, contra leyes o actos de
cualquier autoridad, tanto de la Federación como de los Estados, concepto original que se
transformó de manera paulatina para incorporar otros mecanismos procesales,
especialmente el recurso de casación, con lo cual, además de la protección de los derechos
humanos también se extendió a la defensa de los derechos ordinarios, de tal manera que
además de un sistema de control estrictamente constitucional, abarcó un control de
legalidad, todo ello de forma tan amplia que en la actualidad tutela, salvo muy contadas
excepciones, todo el orden jurídico nacional mexicano, desde las normas constitucionales
hasta las de un modesto reglamento municipal (Fix, 1999).
La concepción actual del juicio de amparo deriva de la reforma de 6 de junio de
2011, en la que se adicionaron, derogaron y reformaron diversas disposiciones de los
artículos 94, 103, 104 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
así como la diversa de 10 de junio de 2011, que modificó la denominación del Capítulo I
del Título Primero de la carta magna, intitulándolo “De los Derechos Humanos y sus
Garantías” en la que se reformaron los artículos 1, 3, 11, 15, 18, 29, 33, 89, fracción X, 91,
102 B y 105, fracción II, inciso g), que en su conjunto constituyen una nueva forma de ver
y entender los derechos humanos, y por ende, al juicio de amparo como garantía para la
protección de aquellos.
Aunado a lo anterior, destaca lo resuelto por el Pleno de la Suprema Corte de la
Justicia de la Nación, en el expediente varios 92/2010, en cumplimiento de la sentencia
condenatoria de la Corte IDH, del Caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos,
pues resulta un parte aguas que definió el actuar del gobierno judicial encabezado por el
señor Ministro Juan N. Silva Meza, así como el impulso de políticas judiciales y una serie
de criterios acorde al nuevo paradigma.
Con dichas reformas se delineó el renovado juicio de derechos fundamentales,
modernizándolo acorde a las necesidades actuales y expandiendo su ámbito de protección,
en busca de hacer más eficaz la protección de los derechos humanos.
38
El proceso anterior, fue completado, con la publicación la nueva Ley de Amparo,
reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, el 2 de abril de 2013, así como con la reforma a otras leyes secundarias para su
debida implementación2.
Se afirma lo anterior, pues indudablemente el juicio de amparo requería superar
diversos problemas y sufrir cambios que permitieran una mejor defensa de los derechos de
las personas en la actualidad (Ferrer y Sánchez, 2013).
A raíz de las reformas en comento, ahora podemos señalar que los derechos
protegibles por la vía de amparo ya no son estrictamente las antes llamadas garantías
individuales, sino que ya son los derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas
para su protección por la Constitución, así como por los tratados internacionales de los que
el Estado mexicano sea parte (Giménez, 2013).
De ahí que, como lo apuntan Ferrer Mac-Gregor y Sánchez Gil, es evidente que este
nuevo régimen jurídico intenta modernizar el juicio de amparo, y colocarlo al nivel de los
procedimientos de defensa de los derechos fundamentales y humanos que existen en otros
ordenamientos a nivel mundial, incluso con los avances del derecho internacional de los
derechos humanos (Ferrer y Sánchez, 2013).
Cabe destacar como lo señalan los autores en comento, es fácil intuir la relevancia
de la garantía internacional de nuestro juicio de amparo, y en particular lo que le significa
el artículo 25.1 del Pacto de San José. Ello en razón de que el proceso mexicano de
derechos fundamentales está sujeto a las condiciones que prevé esa disposición y su
interpretación por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esto tiene dos grandes
consecuencias:
1) El Estado mexicano debe velar, en términos generales, porque el juicio de
amparo sea efectivo, entendiendo por ello que represente una posibilidad real de defensa
del gobernado y que sea capaz de conducir un análisis por parte de un tribunal competente
2
Se reformaron además las leyes orgánicas de la Administración Pública Federal, Congreso General
de los Estados Unidos Mexicanos, Procuraduría General de la República, Poder Judicial de la Federación y
Ley Reglamentaria de las fracciones I y II del artículo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
39
para efectos de establecer si ha habido o no una violación, y, en su caso, proporcionar una
reparación;
2) La obligación de adecuar el régimen interno del juicio de amparo al corpus iuris
interamericano, lo que comporta ajustar los preceptos domésticos a ese tratado y la
jurisprudencia de su tribunal, o interpretación conforme a tales elementos normativos,
asimismo suprimir prácticas que entorpezcan su cumplimiento e incentivar las que
contribuyan a él (Ferrer y Sánchez, 2013).
Sin embargo, no obstante los avances y esfuerzos, estimamos que en cuanto a los
efectos reparadores del juicio de amparo, subsiste esencialmente la fórmula tradicional de
reparar actos positivos y negativos, lo que se estructura de la siguiente manera:
I. Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo, dice la ley, se restituirá al
quejoso en el pleno goce del derecho violado, restableciendo las cosas al estado que
guardaban antes de la violación; y
II. Cuando el acto reclamado sea de carácter negativo o implique una omisión, el
efecto del fallo protector será obligar a la autoridad responsable a respetar el derecho de
que se trate y a cumplir lo que el mismo exija.
Es decir, los efectos del juicio de amparo, regulados por el artículo 77 de la nueva
Ley de Amparo3, conservan el llamado “principio de restitución” o también llamado de
“potencialidad restitutiva” (Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de
Distrito del Poder Judicial de la Federación, 2008), sin embargo, como se expondrá más
adelante, se sigue aplicando en una forma incompleta.
Debe destacarse que su nueva redacción es más clara, tal y como lo sostienen Ferrer
Mac-Gregor y Sánchez Gil, quienes refieren que el artículo 77 de la nueva Ley de Amparo
tiene una redacción más clara que el 80 de su antecesora, ello pues distingue con precisión
en dos fracciones separadas los efectos que tocan a las sentencias estimatorias, según la
3
Misma suerte tiene el numeral 80 de la anterior Ley Amparo, recientemente abrogada, pero
aplicable para los asuntos iniciados antes del tres de abril de dos mil trece de conformidad con el artículo
tercero transitorio de la nueva Ley de Amparo, que establece que los juicios de amparo iniciados con
anterioridad a la entrada en vigor de aquella, continuarán tramitándose hasta su resolución final conforme a
las disposiciones aplicables vigentes a su inicio, es decir, aplicando la ley abrogada, salvo lo que se refiere a
las disposiciones relativas al sobreseimiento por inactividad procesal y caducidad de la instancia, así como al
cumplimiento y ejecución de las sentencias de amparo.
40
infracción constitucional haya sido positiva o negativa, sobretodo que dispone,
respectivamente, la devolución de las cosas al estado que guardaron antes de la violación, y
la realización de la acción exigida por la norma que se contravino, esto bajo la restitutio in
integrum que indica su segundo párrafo al señalar que se restituirá al quejoso en el goce del
derecho (Ferrer y Sánchez, 2013).
Ello, tal y como se puede advertir del siguiente cuadro comparativo.
Cuadro III. Efectos del amparo
Nuevo texto de la Ley de Amparo (vigente)
Ley de Amparo abrogada
“Artículo 77. Los efectos de la concesión del
amparo serán:
I. Cuando el acto reclamado sea de carácter
positivo se restituirá al quejoso en el pleno goce del
derecho violado, restableciendo las cosas al estado
que guardaban antes de la violación; y
II. Cuando el acto reclamado sea de carácter
negativo o implique una omisión, obligar a la
autoridad responsable a respetar el derecho de que se
trate y a cumplir lo que el mismo exija.
En el último considerando de la sentencia que
conceda el amparo, el juzgador deberá determinar con
precisión los efectos del mismo, especificando las
medidas que las autoridades o particulares deban
adoptar para asegurar su estricto cumplimiento y la
restitución del quejoso en el goce del derecho.
En asuntos del orden penal en que se reclame una
orden de aprehensión o auto de vinculación a proceso
en delitos que la ley no considere como graves, la
sentencia que conceda el amparo surtirá efectos
inmediatos, sin perjuicio de que pueda ser revocada
mediante el recurso de revisión; salvo que se reclame
el auto de vinculación a proceso y el amparo se
conceda por vicios formales.
En caso de que el efecto de la sentencia sea la
libertad del quejoso, ésta se decretará bajo las
medidas de aseguramiento que el órgano
jurisdiccional estime necesarias, a fin de que el
quejoso no evada la acción de la justicia.
En todo caso, la sentencia surtirá sus efectos,
“Artículo 80. La sentencia que
conceda el amparo tendrá por
objeto restituir al agraviado en
el pleno goce de la garantía
individual
violada,
restableciendo las cosas al
estado que guardaban antes de
la violación, cuando el acto
reclamado sea de carácter
positivo; y cuando sea de
carácter negativo, el efecto del
amparo será obligar a la
autoridad responsable a que
obre en el sentido de respetar la
garantía de que se trate y a
cumplir, por su parte, lo que la
misma garantía exija” (LA.
abrogada Art. 80).
41
cuando se declare ejecutoriada o cause estado por
ministerio de ley” (LA. Art. 77).
Como puede advertirse, además de que se ordena se especifiquen los efectos de las
sentencias de amparo cuando el acto reclamado sea de carácter positivo o carácter negativo
o implique una omisión, también se estableció que en el último considerando de la
sentencia que conceda el amparo, el juzgador deberá determinar con precisión los efectos
del mismo, especificando las medidas que las autoridades o particulares deban adoptar para
asegurar su estricto cumplimiento y la restitución del quejoso en el goce del derecho.
Aquí, se comparte la opinión de Ferrer Mac-Gregor y Sánchez Gil, en el sentido de
que la precisión de los efectos del fallo protector es en realidad la formalización legislativa
de la práctica que los tribunales han llevado a cabo por muchos años, pero que ahora se
positiviza a fin de que la sentencia tenga una precisión que será útil al momento de
cumplirse esta resolución (Ferrer y Sánchez, 2013).
Incluso, nos atrevemos a señalar que más que útil, resulta estrictamente necesario
que las sentencias de amparo precisen con total exactitud y sin ambigüedad o generalidad
alguna, los efectos para los que se emiten, pues por décadas se han dictado concesiones
bajo la fórmula para los efectos precisados en la resolución cuyo desentrañamiento se
convierte prácticamente en otra litis que se ventila en la fase de ejecución del amparo.
En este mismo sentido, se comparte la opinión del juez Manuel Torres Ángel, quien
sostiene que resulta sumamente acertada la inclusión legal sobre la obligación de precisar
con exactitud los efectos del juicio de amparo, dado que en la práctica, algunas autoridades
solicitan se les explique la forma en que deben dar cumplimiento a la sentencia que
concedió la protección constitucional al quejoso, esto ya sea por desconocimiento de las
reglas de la Ley de Amparo, o entendimiento en los alcances del fallo protector o por otras
cuestiones (Torres, 2013).
De ahí que se estime de gran importancia que el legislador haya definido que los
tribunales que resuelvan los juicios de amparo deban determinar en forma precisa los
efectos para los que se concede la protección constitucional, especificando las medidas que
las autoridades o particulares deban adoptar para asegurar su estricto cumplimiento y la
42
restitución del quejoso en el goce del derecho, pues esto resulta sumamente necesario a fin
de que las autoridades responsables tengan la plena certeza de lo que se les ordena, y por
ende, estén en posibilidad de cumplir en cabal término, pues precisamente uno de los
problemas que se enfrentaron bajo la vigencia de la Ley de Amparo anterior, es que en
muchos casos, los tribunales constitucionales concedían el amparo, para los efectos que se
desprenden de esta ejecutoria, lo cual implicaba una nebulosidad en los efectos del amparo
que generaba tardanza en el cumplimiento y que por supuesto radicaba en una deficiente
técnica en la precisión de los efectos concesorios que ahora es subsanado por el legislador4.
2. Insuficiencia de los efectos del juicio de amparo para la reparación del daño
La tutela jurisdiccional se integra por los derechos de acceso a la justicia, debido
proceso y eficacia de la sentencia o decisión (Parra y Saavedra, 2012), lo que, trasladado al
tema que en este trabajo nos ocupa, implica la necesidad de una reparación integral del
daño cuando éste haya sido ocasionado, pues de no concebirlo así, la tutela jurisdiccional,
en cuestión de violación de derechos humanos, sería insuficiente, ya que no podríamos
hablar de acceso a la justicia y eficacia de la sentencia si en esta no se contiene una
determinación que implique una reparación acabada o integral del daño causado.
Partiendo de lo anterior, es necesario cuestionarnos si el juicio de protección de los
derechos humanos en México, que en el artículo 77 de la ley que lo reglamenta, establece
como reparación del daño el restablecimiento de las cosas al estado que guardaban antes de
la violación, es suficiente, eficaz y acorde al parámetro interamericano de los derechos
humanos respecto de las obligaciones que el Estado mexicano ha adquirido, es decir, si en
4
Sobre los restantes párrafos del artículo en comento, por superar los alcances de la presente
investigación no se tomará postura alguna, máxime que abordan cuestiones particulares en los que se
especifica que en asuntos del orden penal en que se reclame una orden de aprehensión o auto de vinculación a
proceso en delitos que la ley no considere como graves, la sentencia que conceda el amparo surtirá efectos
inmediatos, sin perjuicio de que pueda ser revocada mediante el recurso de revisión; salvo que se reclame el
auto de vinculación a proceso y el amparo se conceda por vicios formales; que en caso de que el efecto de la
sentencia sea la libertad del quejoso, ésta se decretará bajo las medidas de aseguramiento que el órgano
jurisdiccional estime necesarias, a fin de que el quejoso no evada la acción de la justicia; y que, en todo caso,
la sentencia surtirá sus efectos, cuando se declare ejecutoriada o cause estado por ministerio de ley.
43
el juicio de amparo de verdad se está reparando integralmente a la persona en el daño que
se le ha provocado por la vulneración de sus derechos humanos.
Para responder lo anterior, es preciso señalar que la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en forma recurrente, en las diversas tesis que ha emitido, señala en forma limitada
que la sentencia que concede la protección constitucional tendrá por efecto restituir al
agraviado en el pleno goce del derecho violado, restableciendo las cosas al estado que
guardaban antes de la violación, cuando el acto reclamado sea de carácter positivo, y
cuando sea de carácter negativo o implique una omisión, obligar a la autoridad responsable
a respetar el derecho de que se trate y a cumplir lo que el mismo exija5.
Así, con base en el propio contenido de la Ley de Amparo, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha conceptualizado la reparación únicamente como la posibilidad de
volver las cosas al estado que guardaban antes de la violación, lo que por supuesto ha
restringido el acceso de las personas a una reparación integral.
Es así, pues del texto de los indicados criterios que se citaron (y otros que no se
citan), se observa que los efectos del amparo van encaminados a la destrucción del acto
desde el punto de vista jurídico, y en algunos casos a las consecuencias más inmediatas que
le derivan, lo que sería una simple restitución, sin observar si existen otras consecuencias
que reparar.
Por ejemplo, en un embargo de un bien, si se concediera el amparo respecto del
indicado embargo, la protección constitucional, como se ha entendido hasta ahora, tendría
la consecuencia de destruir ese acto en el ámbito jurídico, y si acaso la devolución del bien
embargado al interesado, pero no se analizaría si procede alguna indemnización o alguna
otra forma de reparación necesaria para restituir integralmente al agraviado, mucho menos
se haría pronunciamiento sobre algún daño inmaterial.
5
Lo anterior, tal y como se advierte de las tesis de rubro siguiente: “AMPARO DIRECTO. ES
OBLIGATORIO PRECISAR EN DETALLE LOS EFECTOS DE SU OTORGAMIENTO DERIVADO DE
VIOLACIONES A LAS REGLAS DEL PROCEDIMIENTO” (Tesis 2a./J. 136/2008); “SENTENCIAS DE
AMPARO. SUS EFECTOS RESTITUTORIOS SÓLO PUEDEN MATERIALIZARSE RESPECTO DE LOS
DERECHOS DEL GOBERNADO LEGÍTIMAMENTE TUTELADOS. (Tesis 2a./J 184/2007); EFECTOS DE
LA SENTENCIA DE AMPARO” (Tesis 2a, volumen 151-153 tercera parte); y, “SENTENCIAS DE AMPARO.
LOS EFECTOS ESTÁN DETERMINADOS POR LA VIOLACIÓN AL DERECHO FUNDAMENTAL DE
CADA CASO EN CONCRETO” (Tesis 1a. XXIV/2014).
44
Lo anterior es así, debido a que cuando se concede la protección constitucional en el
juicio de amparo, se considera que se restituye en el goce del derecho humano violado con
el solo hecho de que se emita un acto en la forma jurídicamente correcta que se debía haber
hecho, o que se cumpla con la omisión en que se incurrió, pero en ningún modo, se
visualizan integralmente las consecuencias materiales o inmateriales que provocan las
violaciones a derechos humanos por parte de las autoridades, y por ende, mucho menos se
busca su saneamiento en forma integral, es decir, en ninguna forma se busca, por el
resolutor, una reparación integral.
No podemos soslayar que, como ya se mencionó en el capítulo uno, restituir las
cosas al estado que guardaban, estrictamente, no sólo es improbable, sino también
imposible (García, sin año), sin embargo, ello no puede considerarse una limitante para que
nuestro máximo tribunal haya omitido explorar las diversas formas que pueden aplicarse a
fin de lograr una reparación integral, pues si bien se comparte la realidad de que restituir las
cosas al estado que guardaban es estrictamente imposible, cierto es que como lo ha
desarrollado la Corte IDH a partir del artículo 63.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, existen diversas formas para lograr una reparación integral del daño
causado por violaciones a derechos humanos, las cuales no se han estado aplicando en las
sentencias del amparo.
Así , podemos señalar que los elementos que han limitado la emisión de medidas de
reparación integral en el juicio de amparo, no es propiamente la redacción de los artículos
80, de la anterior Ley de Amparo y 77 de la actual, sino la falta de aplicación directa por los
tribunales del artículo 63.1 del Pacto de San José.
Sobretodo que en sus artículos 8 y 25 establece que toda persona tiene derecho a ser
oída por un juez para la determinación de sus derechos, asimismo, a un recurso sencillo,
rápido y efectivo, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la constitución, la ley o la propia convención, con el compromiso de los
estados parte de garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda
decisión en que se haya estimado procedente el recurso, lo que en ninguna forma riñe con
el contenido del artículo 77 de la vigente Ley de Amparo, sino que puede hablarse de un
complemento.
45
De esta manera, entendemos que en lo que al tópico de reparación respecta, el juicio
de amparo es acorde al contenido de los señalados artículos 8 y 25 del Pacto de San José,
pues el indicado numeral 77 de su ley reglamentaria ninguna limitación establece para
lograr una reparación integral en una sentencia que conceda la protección constitucional.
Por ende, se estima que la limitante que se observa en los criterios de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en relación a la reparación integral, no es acorde a los
estándares interamericanos de la materia, pues se insiste, nuestro máximo tribunal se ha
quedado en establecer que volver las cosas al estado que guardan se logra con la
nulificación del acto reclamado, lo cual consideramos no es así, ya que ello constituiría una
simple restitución, y como ya se ha analizado, existen diversas formas de reparación que
resulta necesario aplicar a fin de acercarse a la reparación integral del daño causado, sobre
todo no existe en la ley vigente, impedimento alguno para su aplicación.
Además, no debe soslayarse que existen situaciones en las que restaurar las cosas al
estado que guardaban al momento de la violación implicaría mantener o regresar a un
estado violador de derechos, tal y como lo advierte Giménez Pou cuando señala que llama
la atención que la fracción I del artículo 77 parezca ajena a algunas de las evoluciones
recientes en materia de adjudicación de derechos, pues como ha señalado de modo enfático
la Corte IDH en Campo Algodonero, en algunas ocasiones la restauración de las cosas al
estado que guardaban al momento de la violación, implica el regreso a un estado de cosas
violador de derechos, generador continuo de más violaciones, de manera que la verdadera
garantía del goce de los derechos requiere entonces, en estos casos, no restaurar el estado
anterior, sino transformarlo. De manera que, el texto de la nueva Ley de Amparo, no debe
ser un obstáculo para el dictado de este tipo de amparos, sino que, al tratarse de una norma
con rango de ley, debe ser interpretada conforme a la Constitución, sobretodo que
efectivamente admite una interpretación que abarque los amparos en los que la reparación
exige la transformación (Giménez, 2013).
Así, bajo el paradigma interpretativo en que se ha conceptualizado hasta ahora la
reparación en el juicio de amparo, se insiste, podríamos afirmar que no se está reparando
integralmente a la persona en el daño que se le ha provocado por la vulneración de sus
derechos humanos, pues el solo hecho de señalar que se restituye en el goce del derecho
46
violado, o determinar que se aplique la norma no observada, en la práctica implica limitarse
a un núcleo esencial de la transgresión sin observar todas las consecuencias que implicó.
Por ejemplo, podemos citar el caso emblemático en el que una persona es señalada
como responsable en la comisión de un delito, consignado por el agente del Ministerio
Público, y puesto a disposición ante el juez correspondiente en algún penal en la República
Mexicana, para posteriormente ser sentenciado. En el supuesto que se ordene su libertad en
cumplimiento a una ejecutoria de amparo, el efecto sería únicamente ponerle en libertad,
restituyendo así al quejoso en el ejercicio del derecho humano conculcado en estrictos
términos del artículo 77 de la Ley de Amparo, empero, se dejan de atender los efectos
colaterales que el acto de autoridad ocasionó.
Por señalar algunos supuestos, se dejan de atender, y por tanto, reparar:
a) daño físico o mental;
b) pérdida de oportunidades, en particular las de empleo, educación y prestaciones
sociales;
c) daños materiales y la pérdida de ingresos, incluido el lucro cesante; y,
d) gastos de asistencia jurídica o de expertos, medicamentos y servicios médicos y
servicios psicológicos y sociales.
Por ello, es que se estima que la reparación que se realiza en el juicio de amparo,
deja de atender la integralidad que busca la reparación del daño, ocasionado por violación a
los derechos humanos, pues devolver la libertad con un usted disculpe, no anula todas las
consecuencias del acto de autoridad, y evidentemente no restablece a la situación que debió
haber existido, si el acto no se hubiera cometido. Lo que se agrava al no proveerse otras
medidas que reparen las consecuencias del acto violatorio de derechos humanos.
De ahí que, como lo sostiene Giménez Pou, uno de los problemas que han aquejado
también de modo central la protección judicial de los derechos fundamentales en México ha
sido la inexistencia de una práctica robusta y creativa en torno al diseño de remedios, pues
aunque la Constitución dijera con todas sus letras que el amparo restituirá al quejoso en el
goce de los derechos violados, lo cierto es que la práctica judicial al respecto no se ha
caracterizado ni por su claridad, ni por su efectividad, ni por su carácter innovador
(Giménez, 2013).
47
3. Avances en la reparación del daño en el juicio de amparo
A pesar de lo señalado en el punto anterior, debe destacarse que en el rubro de la
reparación del daño, por violaciones a los derechos humanos, existe un avance, que aunque
puede estimarse incipiente, cierto es que ha expandido, al menos normativamente, los
efectos del juicio de amparo.
Avance que sin lugar a dudas, se ha venido dando de manera progresiva, a la luz de
la reforma Constitucional de 10 de junio de 2011, pues con motivo de la misma, quedó
establecido que es obligación para todas las autoridades en el ámbito de sus competencias,
aplicar e interpretar los derechos humanos, no sólo de conformidad con el estricto
contenido de la Constitución General de la República, sino, complementar y perfeccionar
su protección, con lo dispuesto por los tratados internacionales de la materia, favoreciendo
en todo momento a la persona, otorgando la protección más amplia, en base a los principios
de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad, para privilegiar,
preferir, seleccionar, favorecer, tutelar, y por tanto, adoptar la aplicación de la norma que
mejor proteja los derechos fundamentales del ser humano.
Como ejemplo se puede traer a colación que la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, falló el 19 de octubre de 2011, el amparo directo en revisión
1068/2011, en el que determinó la inconstitucionalidad del artículo 62 de la Ley de
Aviación Civil por vulnerar los derechos fundamentales protegidos por los artículos 1º y 4º
de la Constitución Federal.
Este criterio reviste singular importancia, pues el máximo tribunal del país, señaló
que el derecho a una reparación integral ante la vulneración de derechos fundamentales,
previsto en el artículo 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, puede
considerarse incorporado al ordenamiento jurídico mexicano, ello, al pronunciarse sobre la
necesidad de asegurar que cualquier violación a los derechos fundamentales de los
gobernados, ocasionada por particulares, sea reparada por el causante del daño.
Pues se dijo que el derecho a una reparación integral es un derecho sustantivo cuya
extensión debe tutelarse en favor de los gobernados, y no debe restringirse en forma
48
innecesaria, pues permite, en la medida de lo posible, anular todas las consecuencias del
acto ilícito y restablecer la situación que debió haber existido con toda probabilidad, si el
acto no se hubiera cometido, y de no ser esto posible, debe proceder el pago de una
indemnización justa como medida resarcitoria por los daños ocasionados6.
Sin lugar a dudas, el haberse emitido las tesis, cuyos rubros y datos de localización
se citan al pie, se considera especialmente trascendente, pues asoma la necesidad y
posibilidad de que todos los tribunales de amparo del país tengan presente la obligación de
ordenar desde sus sentencias, la reparación integral del daño, dejando atrás solo la fórmula
de la restitución del daño en términos de la interpretación restrictiva que se ha dado al
anterior artículo 80 y actual 77 de la Ley de Amparo, pues se insiste, se considera que el
derecho a una reparación integral ante la vulneración de derechos fundamentales, previsto
en el artículo 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, debe
considerarse que se encuentra incorporado al ordenamiento jurídico mexicano.
De esta manera, si el derecho a la reparación integral del daño, puede considerarse
parte de nuestro sistema jurídico mexicano, entonces, todos los juzgadores del país estarían
obligados a hacer efectivo tal derecho de forma apropiada y proporcional a la gravedad de
la violación y las circunstancias de cada caso.
Es importante aclarar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en las tesis
citadas se refirió a la reparación integral y la justa indemnización, separándolas por la
disyunción “o”, lo que no se estima acertado, pues como se explicó en el capítulo primero,
la indemnización pecuniaria no es la única forma reparación como medida compensatoria
por el daño sufrido por violaciones a derechos humanos, sino que solo es una de las formas
de lograr la reparación integral.
No obstante lo anterior, ciertamente se puede advertir que se estableció la
reparación del daño como un derecho sustantivo previsto en el artículo 63.1 de la
6
Lo cual quedó precisado en las tesis de rubro siguientes: “REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO
O JUSTA INDEMNIZACIÓN. ESTE DERECHO FUNDAMENTAL QUEDÓ INCORPORADO AL
ORDENAMIENTO JURÍDICO MEXICANO A RAÍZ DE LA REFORMA AL ARTÍCULO 1o.
CONSTITUCIONAL, PUBLICADA EN EL DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN EL 10 DE JUNIO DE
2011” (Tesis 1a. CXCIV/2012); “DERECHO FUNDAMENTAL A UNA REPARACIÓN INTEGRAL O JUSTA
INDEMNIZACIÓN. CONCEPTO Y ALCANCE” (Tesis 1a. CXCV/2012); y, “REPARACIÓN INTEGRAL
DEL DAÑO O JUSTA INDEMNIZACIÓN. SU DETERMINACIÓN JUDICIAL EN CASO DE
VULNERACIÓN AL DERECHO A LA SALUD” (Tesis 1a. CXCVI/2012).
49
Convención Americana, así como una obligación del Estado; y, la justa indemnización, una
forma de reparar integralmente.
Asimismo, es de suma importancia que el máximo Tribunal del país utilizó en su
argumentación instrumentos pertenecientes al Soft Law, como lo son los “Lineamientos
Principales para una Política Integral de Reparaciones” aprobado por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos el 19 de febrero de 2008 y los “Principios y
directrices que determinan los alcances del derecho a obtener reparaciones” emitido por
la Organización de las Naciones Unidas, lo que revela un gran avance para el
reconocimiento del derecho internacional como subsidiario o complementario del derecho
interno.
4. Aportación de la Ley General de Víctimas
En sintonía con el punto anterior relativo a los avances en la reparación del daño,
resulta importante señalar que fue promulgada el 9 de enero de 2013, y reformada
estructuralmente el 3 de mayo siguiente, la Ley General de Víctimas, que tiene por objeto
entre otras cosas, reconocer y garantizar los derechos de las víctimas de violaciones a
derechos humanos, siendo relevante mencionar que establece y desarrolla la obligación de
reparar integralmente por violaciones a derechos humanos.
En el título segundo denominado “de los derechos de las víctimas”, contiene el
capítulo denominado “Del derecho a la reparación integral”.
Más adelante, en su título quinto, denominado “medidas de reparación integral”, se
precisan las medidas que el Estado debe tomar a fin de reparar integralmente el daño
causado por una violación de derechos humanos. Este título quinto tiene los siguientes
capítulos:
1) Medidas de restitución;
2) Medidas de rehabilitación;
3) Medidas de compensación;
4) Medidas de satisfacción; y,
5) Medidas de no repetición.
50
En el artículo 1º de este cuerpo normativo, se establece que es de orden público,
interés social y de observancia en toda la República, en términos de lo dispuesto por los
artículos 1, párrafo tercero, 17, y 20 Constitucionales, Tratados Internacionales celebrados
y ratificados por el Estado Mexicano, y otras leyes en materia de víctimas.
Lo que pone de manifiesto que la ley en cita se fundamenta básicamente en el citado
artículo 1º Constitucional, en el que actualmente se establece la obligación del Estado de
reparar; asimismo, dicha ley tiene como fundamento los artículos 17 y 20 Constitucionales,
en los que se reconoce el derecho de acceso a la justicia y los derechos de las víctimas,
respectivamente.
En el artículo 5 de tal cuerpo legal se establecen mecanismos, medidas y
procedimientos para lograr una reparación integral a las víctimas de violaciones a los
derechos humanos de naturaleza complementaria y por tanto, no excluyente, que tienen el
objetivo de alcanzar la integralidad que busca la reparación.
Además, se reafirma la obligación que tiene el Estado para remover los obstáculos
que impidan el acceso real y efectivo de las víctimas a las medidas reguladas, destacando el
enfoque transformador que busca eliminar los esquemas de discriminación y marginación
existentes.
En cuanto al concepto de víctima los numerales 4 y 6 establecen que es víctima con
derecho a reparación, tanto la persona que sufre directamente el daño, como sus familiares
o personas que están a su cargo con una relación inmediata con la víctima, así como
cualquier persona que sufra alguna afectación en sus derechos por auxiliar a la víctima, lo
que revela una concepción realmente amplia entendida no solo respecto de quien sufre en
forma directa la violación, sino también de personas que indirectamente la resientan en
función de su relación con la primera (Saavedra, 2013).
Por cuanto al concepto de violación a derechos humanos, se precisa su definición en
la fracción XIX del artículo 6 de la ley en cita, donde se señala que consiste en todo acto u
omisión que afecte los derechos humanos reconocidos en la Constitución o en los Tratados
Internacionales, cuando el agente sea servidor público en el ejercicio de sus funciones o
atribuciones o un particular que ejerza funciones públicas.
51
De igual manera, también se considera que existe una violación de derechos
humanos, cuando la acción u omisión referida sea realizada por un particular instigado o
autorizado, explícita o implícitamente por un servidor público, o cuando actúe con
aquiescencia o colaboración de un servidor público.
En el capítulo VI, relativo al “…derecho a la reparación”, del título segundo,
denominado “de los derechos de las víctimas”, se establece enfáticamente que las víctimas
tienen derecho a ser reparadas de manera oportuna, plena, diferenciada, transformadora,
integral y efectiva por el daño que han sufrido, como consecuencia del delito, hecho
victimizante o de las violaciones de derechos humanos que han sufrido.
Específicamente, sobre las formas de reparación integral, la Ley General de
Víctimas, comprende, como se mencionó, las medidas de:
1. Restitución;
2. Rehabilitación;
3. Compensación;
4. Satisfacción; y,
5. Garantías de no repetición.
Sobre las medidas para lograr la reparación integral que establece la Ley General de
Víctimas, Yuria Saavedra sostiene que se prevén, en su mayoría, las mismas medidas de
reparación que la Corte IDH usualmente dicta, salvo por la denominada reparación
colectiva que, en realidad, no es una medida de reparación autónoma sino que sólo se
refiere a la titularidad de la reparación (Saavedra, 2013).
Con lo anterior estamos de acuerdo, pues prácticamente la Ley General de Víctimas
reproduce las medidas de reparación que la Corte IDH ha desarrollado a partir del artículo
63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, las cuales quedaron expuestas
en el capítulo primero de este trabajo.
Ello con la salvedad de que, como se evidenció, la ley nombra como compensación
al concepto de indemnización desarrollado por la Corte IDH, aunado a que, se contempla la
denominada reparación colectiva, misma que, como lo apunta Yuria Saavedra, en realidad,
no es una medida de reparación autónoma sino que sólo se refiere a la titularidad de la
reparación (Saavedra, 2013).
52
Hasta aquí, se puede considerar demostrado que la Ley General de Víctimas recoge
el desarrollo interpretativo que ha hecho la CIDH, sobre los alcances del deber de reparar
integralmente por violaciones a los derechos humanos, a partir del artículo 63.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, lo que resulta especialmente útil y
aceptable para los fines de la presente investigación como se argumentará en el último
capítulo.
Así se estima que el contenido de los indicados preceptos representa un avance
tangible para materializar, en todas las ramas del derecho mexicano la reparación integral,
pues desde nuestro punto de vista, se puede advertir que está enfocada hacia la víctima en
cualquier aspecto, es decir, tanto hacia la víctima en un asunto de carácter penal, como
hacia la víctima por una violación de derechos humanos.
Lo que se puede advertir con claridad de la lectura del artículo 5 de tal cuerpo legal,
en el que se establecen mecanismos, medidas y procedimientos para lograr una reparación
integral a las víctimas de violaciones a los derechos humanos de naturaleza complementaria
y por tanto, no excluyente, que tienen el objetivo de alcanzar la integralidad que busca la
reparación.
Como puede verse, tal precepto se refiere a la reparación integral a las víctimas de
derechos humanos en forma general, y no exclusivamente a víctimas de delitos, lo que
implica que en el sistema jurídico mexicano ya se encuentra recogido el desarrollo sobre la
reparación que ha hecho la Corte IDH a partir del artículo 63.1 del Pacto de San José.
Sin embargo, no se puede soslayar que la Ley General de Víctimas en ninguna de
sus partes hace referencia en forma expresa a las violaciones de derechos humanos que se
ventilan en los juicios de amparo, lo que podría llevar sostener que no podría aplicarse la
ley mencionada como complementaria de la Ley de Amparo, sobre todo que esta última, en
ninguno de sus preceptos indica que le aplique supletoriamente la Ley General de Víctimas,
pero llegar a esa conclusión sería una visión restrictiva que no se comparte.
De manera que podemos afirmar la existencia de una gran avance legislativo
respecto de reparación integral del daño causado por violaciones de derechos humanos por
parte del Estado, sin embargo, a pesar de ello, en el juicio de amparo no se ha
instrumentado lo conducente, y por ello, en el siguiente capítulo se abordará la viabilidad
53
de que a través de ese medio de defensa, se logre que los agraviados obtengan una
reparación integral.
54
CAPÍTULO III
LA REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO
A TRAVÉS DEL JUICIO DE AMPARO
1. Propuesta
En el Caso Castañeda Gutman contra México la Corte IDH precisó que un recurso
judicial efectivo es aquel capaz de producir el resultado para el que ha sido concebido, es
decir, debe ser un recurso capaz de conducir a un análisis por parte de un tribunal
competente a efectos de establecer si ha habido o no una violación a los derechos humanos
y, en su caso, proporcionar una reparación” (Corte CIDH. Caso Castañeda Gutman Vs.
México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 2008). Recurso efectivo
y capaz que pretende ser el amparo en México, pues constituye la última trinchera para la
defensa de los derechos humanos, mediante el cual se analiza si ha habido o no una
violación a los derechos humanos y, en su caso, se proporciona una reparación como
respuesta a dicha violación de derechos fundamentales.
Así, se considera necesario que a través de este medio de control constitucional y
convencional, se provean las medidas necesarias para lograr una reparación integral del
daño, expandiendo sus efectos más allá de la sola fórmula tradicional de restituir al quejoso
en el goce del derecho violado, restableciendo las cosas al estado que guardaban antes de la
violación (cuando el acto reclamado sea de carácter positivo) u obligar a la autoridad
responsable a respetar el derecho de que se trate y a cumplir lo que el mismo exija (cuando
el acto reclamado sea de carácter negativo o implique una omisión).
Desde nuestro punto de vista, se debe superar el simple saneamiento jurídico que
durante décadas se ha conceptualizado como reparación en el juicio de amparo, y por ende,
deben atenderse integralmente los daños materiales e inmateriales que realmente genera la
violación de derechos humanos.
Como ya se vio en los capítulos anteriores, el contenido del artículo 77 de la Ley de
Amparo, interpretado en forma restrictiva ha resultado insuficiente para obtener una
55
reparación integral del daño causado por violaciones a los derechos humanos, por ello, para
lograr en el juicio de mérito la aplicación general de la indicada reparación integral del
daño, se propone el siguiente ejercicio vía interpretativa.
2. Aplicación directa del artículo 63.1 de la Convención Americana, en relación
con el artículo 1º Constitucional y 77 de la Ley de Amparo
Realizando una interpretación y análisis sistemático7 de los artículos 63.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, 1º Constitucional, 77 de la Ley de
Amparo, y atendiendo a los artículos contenidos en el título quinto de la Ley General de
Víctimas, podemos afirmar la existencia de la obligación del estado mexicano de reparar las
violaciones a los derechos humanos, pero no únicamente con una visión restrictiva la Ley
de Amparo, sino en concordancia con el Sistema del que se forma parte.
En consecuencia, partiendo de que el derecho a la reparación integral del daño es un
derecho sustantivo, y que el artículo 63.1 del Pacto de San José es parte, vía bloque de
constitucionalidad, del sistema jurídico mexicano por disposición del referido artículo 1º y
el diverso 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se propone que
para lograr la reparación integral del daño por violaciones a los derechos humanos en el
juicio de amparo, los jueces a través de un ejercicio interpretativo, de conformidad con el
principio pro persona y a la luz de la reforma de derechos humanos de dos mil once8,
particularmente del artículo 1º Constitucional, apliquen directamente el artículo 63.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, para ordenar siempre que sea necesario,
7
La interpretación sistemática, “parte de la premisa de que el derecho constituye un sistema, de
manera que la norma debe ser comprendida teniendo en cuenta su funcionalidad dentro del mismo… [l]a
norma que ha de interpretarse trata de entenderse en relación con el conjunto del ordenamiento jurídico”
(Marroquín, 1999:152).
8
En la reforma en materia de derechos humanos se estableció que es obligación del Estado, aplicar e
interpretar los derechos humanos, no sólo de acuerdo con la Constitución General de la República, sino,
complementar y perfeccionar su protección, con lo dispuesto por los tratados internacionales de la materia,
favoreciendo en todo momento a la persona, otorgando la protección más amplia, ello, en base a los principios
de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad, para privilegiar, preferir, seleccionar,
favorecer, tutelar, y por tanto, adoptar la aplicación de la norma que mejor proteja los derechos fundamentales
del ser humano, y como reflejo de la consolidación de un Estado democrático que garantice el pleno goce de
esos derechos, a la luz del principio de justicia y de equidad.
56
las medidas de reparación integral del daño que se consideren procedentes siguiendo la
jurisprudencia que al respecto ha desarrollado la Corte IDH.
Ello, tomando en cuenta que al resolver la contradicción de tesis 293/2011, el Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, definió que los criterios que emita la Corte
IDH, con independencia de que el Estado Mexicano haya sido parte en el litigio, resultan
vinculantes para los jueces nacionales, siempre que esa aplicación sea más favorable a la
persona y que las normas de derechos humanos, independientemente de su fuente, no se
relacionan en términos jerárquicos, entendiendo que cuando en la constitución haya una
restricción expresa al ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la
norma constitucional, lo cual si bien en este momento político del país se ha tornado
sumamente polémico, cierto es que en ninguna forma incide en la propuesta que se
realiza, pues el propio artículo 1º Constitucional prevé la obligación de reparar como una
de las que debe cumplir el Estado mexicano, y precisamente, si no la desarrolla, es que se
considera viable atender a lo que ha establecido la Corte IDH, pues no existe ninguna
restricción constitucional en ese sentido.
Es decir, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en ninguna
parte señala en forma expresa una restricción específica a lo que debe entenderse por
reparación integral del daño causado.
Así, se sostiene que de conformidad con el artículo 77 de la Ley de Amparo, 1º
Constitucional, párrafo tercero, y 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en concordancia con la Ley General de Víctimas, en los juicios de amparo,
conforme el caso lo acredite, es posible decretar, las medidas de:
a) restitución;
b) indemnización;
c) rehabilitación;
d) satisfacción; y,
e) garantías de no repetición.
En la inteligencia de que éstas, dada su naturaleza no son excluyentes entre sí, y que
podrían decretarse procedentes, siempre que el caso lo amerite, es decir, se aplicarán una o
57
más de ellas dependiendo de las características de los daños que haya causado la violación
de derechos humanos, en cada caso, buscando siempre una reparación integral.
Para lo cual, se estima, es necesario realizar en los supuestos que se presenten, un
análisis del nexo causal entre los hechos, las violaciones de derechos humanos declaradas
y los daños acreditados (Corte IDH. Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku vs.
Ecuador. Fondo y Reparaciones, 2012).
Así las cosas, se itera que para lograr una reparación integral del daño por
violaciones a derechos humanos los
jueces a través de un ejercicio interpretativo
sistemático, con fundamento en los artículos 77 de la Ley de Amparo, 1º Constitucional y
63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, al ser parte del sistema
jurídico mexicano, se encuentran en aptitud legal de proveer las medidas necesarias para
lograr la reparación integral por violaciones de derechos humanos, siguiendo la
jurisprudencia que al respecto ha desarrollado la Corte IDH, y con apoyo en lo establecido
en la Ley General de Víctimas.
3. Implicaciones y consecuencias
Indudablemente el lograr a través del juicio de amparo las medidas reparatorias de
restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción, así como otras que se desarrollen y
resulten necesarias, implica diversas modificaciones a paradigmas actuales, que si bien
podrían pensarse complicados, se estima que no lo son tanto, es decir, sí se estima
plenamente posible que los juzgadores federales de amparo se encuentren en aptitud de
aplicar las indicadas medidas de reparación, pues existe un marco normativo que así lo
permite, tal como se expuso con anterioridad.
Definitivamente llevar a cabo tales acciones de reparación integral implica mayor
carga de trabajo para los órganos jurisdiccionales, sin embargo, si las medidas relativas que
dicten los juzgadores son precisas, carentes de ambigüedades y en mayor medida en favor
directo o indirecto de las víctimas, ello traerá como consecuencia que su cumplimiento sea
más sencillo.
58
No se estima que deba crearse un órgano diverso para vigilar el cumplimiento de las
medidas reparatorias decretadas, sino que se considera sea el propio juzgador que las
decreta el que debe hacerlo, pues no existe impedimento para ello, tal como se ha hecho
hasta ahora en los cumplimientos de las sentencias de amparo, pues recordemos que los
propios órganos que dictan la sentencia amparadora son los obligados a vigilar su
cumplimiento.
Sin embargo, debe insistirse en que la facilidad o dificultad del cumplimiento
dependerá de la precisión
de las medidas decretadas, y por supuesto, que estén
concretizadas hacia la víctima, es decir, que la restitución, indemnización, rehabilitación,
satisfacción y no repetición, así como las que pudieran desarrollarse, se enfoquen a la
persona respecto de la cual se concedió el amparo, sin intentar de forma general establecer
medidas reparatorias que involucren establecer políticas públicas, sino sólo en aquellos
casos en que resulte estrictamente necesario para lograr una medida de no repetición, sin
embargo, ello se estima, debe ser por excepción en la minoría de los casos.
Como por ejemplo, cuando sea necesario exigir a una autoridad que implemente
programas de capacitación para evitar que se incurra nuevamente en violación a derechos
humanos en términos similares.
Lo anterior podría sonar complicado, pues el juez de Distrito tendría cierta
injerencia, a través de sus sentencias, en la generación de las políticas públicas del Estado,
sin embargo, como se dijo, se trata de romper paradigmas y abrir brechas que permitan una
mayor cultura de respeto a los derechos humanos.
Por cuanto hace las medidas de rehabilitación, no se advierte mayor dificultad de
que sea el propio órgano de amparo quien ordene y vigile su cumplimento, pues al tratarse
de medidas tendentes a proporcionar la recuperación de un estado anterior, regularmente
enfocado a la salud, podría bastar con que se ordene el apoyo e intervención de las
instituciones públicas que correspondan, como lo serían frecuentemente instituciones de
salud y desarrollo social, a las que se les podría ordenar de forma específica la
rehabilitación necesaria, y así de esa manera, vigilar su estricto cumplimento.
59
En el mismo tenor podemos referirnos a las medidas de satisfacción, pues si por
ejemplo se trata de la publicación de una sentencia, el juzgador de amparo bien puede
ordenar a los medios de publicación oficial lo conducente.
Por cuanto hace a la restitución, estimamos que no representa mayor dificultad, pues
la restitución directa es la que se ha venido aplicando hasta este momento, la cual como ya
se ha dicho, restituir las cosas al estado que guardaban, estrictamente, no sólo es
improbable, sino también imposible (García, sin año:142), por lo cual resultan necesarias
las restantes medidas reparatorias de las que se viene hablando.
Respecto de la indemnización, la Ley General de Víctimas en su artículo 130, prevé
la existencia de un fondo que tiene por objeto brindar los recursos necesarios para la ayuda,
asistencia y reparación integral de las víctimas del delito y las víctimas de violaciones de
derechos humanos, fondo que se estima puede ser utilizado para decretar las medidas
indemnizatorias en los casos que correspondan, sin que obste que en dicho cuerpo
normativo, a la medida en comento se le denomine compensación, pues como ya se explicó
en el capítulo anterior, se refieren a los mismos.
Además, si como ya se expuso, la propia Ley General de Víctimas habla de la
reparación integral y de las medidas de restitución, rehabilitación, compensación,
satisfacción y no repetición; asimismo, señala que esas medidas proceden, no solo en casos
de víctimas de delitos, sino de violaciones de derechos humanos en general, es claro, que
tales disposiciones forman parte del sistema jurídico mexicano, y no se advierte
impedimento para que en el juicio de amparo se decreten tales medidas de reparación.
Ciertamente el juez de amparo podría tener ciertas complicaciones para determinar
qué medidas son las que proceden, sin embargo, esas decisiones que tendrá que tomar son
las propias de su función, y por supuesto deberá hacerlo tomando en consideración lo que
revelen los hechos que se le hayan puesto a consideración, es decir, a manera de ejemplo, si
la víctima tenía empleo, qué empleo desempeñaba, qué daños psicológicos y/o materiales
se le causaron, qué perjuicios; cuestiones que deberán ser probadas por las partes
interesadas, quienes deben contar con una asistencia jurídica, ya sea particular o
proporcionada por el estado.
60
CONCLUSIONES GENERALES
De la presente investigación podemos concluir que en las sentencias dictadas en el
juicio de amparo mexicano es viable y se debe ordenar una reparación integral al daño
causado por violaciones a los derechos humanos en términos similares al desarrollo que
sobre el tema ha realizado la Corte IDH.
Como principales hallazgos para sustentar lo anterior, podemos establecer lo
siguiente:
I. Una de las obligaciones de los Estados es reparar las violaciones a los derechos
Humanos, siendo su fundamento para el Estado Mexicano el artículo 1 Constitucional, así
como en el diverso 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, éste
último parte del sistema jurídico mexicano vía bloque de Constitucionalidad.
II. Todas las autoridades del país, en el ámbito de sus competencias, están obligadas
a hacer efectivo el derecho a la reparación integral, de forma apropiada y proporcional a la
gravedad de la violación y las circunstancias de cada caso.
III. La figura del daño, se divide en dos grandes grupos: daño material y daño
inmaterial.
El daño material incluye el daño emergente, así como el lucro cesante o la pérdida
de ingresos; lo que se traduce en el pago, generalmente, de una cantidad de dinero por
concepto de indemnización.
Por lo que respecta al daño inmaterial comprende los sufrimientos y las aflicciones
causados a las víctimas directas y a sus allegados, como el menoscabo de valores muy
significativos para las personas y otras perturbaciones que no son susceptibles de apreciarse
en dinero, siendo por tanto, objeto de compensación. Aquí se puede derivar el daño moral,
así como el daño al proyecto de vida.
IV. Víctima en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, es aquella persona
o grupo de personas que haya sufrido las consecuencias del incumplimiento de una
obligación del Estado.
61
V. La Corte IDH ha establecido que cuando son violados los derechos humanos de
una persona, debe tener como consecuencia la reparación integral del daño enfocada al
restablecimiento de la situación anterior, es decir, la plena restitución.
Además que cuando el restablecimiento de la situación anterior, no sea posible, se
deberán decretar medidas para –además- de garantizar los derechos conculcados, reparar
las consecuencias que la violación produjo, así como establecer el pago de una
indemnización como compensación de los daños ocasionados.
Finalmente, que cuando la plena restitución es posible, pero no es suficiente o
adecuada, por la cantidad de consecuencias que produjo la violación de derechos humanos,
se deberán adoptar, medidas, para garantizar los derechos conculcados y reparar las
consecuencias que el daño ocasionó.
Sobre este último punto destaca la opinión, que compartimos, de Don Sergio García
Ramírez, quien sostiene que restituir las cosas al estado que guardaban, estrictamente, no
sólo es improbable, sino también imposible, porque la violación, con resultados materiales
o formales, altera la realidad, de manera que constituye un imborrable dato de la
experiencia (García, sin año).
VI. La Corte IDH, a partir del artículo 63.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que sólo indica que “…se reparen las consecuencias de la medida o
situación que ha configurado la vulneración de esos derechos [humanos] y el pago de una
justa indemnización a la parte lesionada…” (CADH. Art. 63.1), ha establecido diversos
tipos de reparaciones aplicables, en los siguientes términos.
Cuadro IV. Resumen tipo de reparaciones
Restitución
Indemnización
Rehabilitación
Tiene como objetivo volver a la víctima a la situación
anterior a la violación de derechos humanos.
Constituye la forma más usual de reparación por daños
producidos por violación a las obligaciones; debe ser
comprensiva del daño material directo (daño emergente), e
indirecto (el lucro cesante o la pérdida de ingresos) y el
inmaterial.
Consiste en la atención médica, psicológica o psiquiátrica
que debe garantizar el Estado a las víctimas, incluyendo
también servicios jurídicos y sociales.
62
Satisfacción
Medidas de no repetición
Otras fórmulas de
reparación
Dirigida a reparar el daño inmaterial (sufrimientos y las
aflicciones causados por la violación, como el menoscabo
de valores muy significativos para las personas y cualquier
alteración, de carácter no pecuniario, en las condiciones de
existencia de las víctimas).
Tienen como propósito prevenir o evitar que los hechos
que dieron origen a las violaciones declaradas no vuelvan
a suceder.
Además de las anteriores medidas, la Corte IDH, ha
decretado otras formas de reparación, destacando la figura
de gastos y costas, así como la obligación de investigar los
hechos e identificar, juzgar y, en su caso, sancionar a los
responsables.
VII. La concepción actual del juicio de amparo deriva de las reformas
Constitucionales de 6 y 10 de junio de 2011 que, en su conjunto, integran un nuevo
paradigma relativo a los derechos humanos, acorde a las necesidades actuales y
expandiendo el ámbito de protección de dicho juicio a fin de hacer más eficaz la protección
de esos derechos considerados supremos.
VIII. Los tribunales federales de amparo han aplicado el artículo 80, actual 77 de la
ley de la materia, en una forma limitada, dejando de atender, y por tanto de reparar
integralmente, los daños materiales e inmateriales que realmente genera una violación de
derechos humanos, los cuales han sido invisibilizados, pues a la reparación se le ha visto
como un saneamiento desde el punto jurídico limitado, ya que cuando se concede la
protección constitucional, se considera que se restituye en el goce del derecho humano
violado con el solo hecho de que se emita un acto en la forma correcta que se debía haber
hecho, o que se cumpla con la omisión en que se incurrió, pero en ningún modo se
consideran la totalidad de las consecuencias materiales o inmateriales que provocan las
violaciones de derechos humanos por parte de la autoridad, y por ende, mucho menos se
busca su saneamiento en forma integral, es decir, en ninguna forma se busca una reparación
integral.
IX. La Ley General de Víctimas tiene por objeto, entre otras cosas, reconocer y
garantizar los derechos de las víctimas de violaciones a derechos humanos, siendo relevante
63
mencionar que establece mecanismos, medidas y procedimientos para lograr una reparación
integral a las víctimas de violaciones a los derechos humanos de naturaleza.
X. En el sistema jurídico mexicano el derecho a una reparación integral es un
derecho sustantivo cuya extensión debe tutelarse en favor de los gobernados, y no debe
restringirse en forma innecesaria, pues permite, anular en la mayor medida posible, las
consecuencias del acto ilícito y restablecer la situación que debió haber existido con toda
probabilidad como si el acto no se hubiera cometido, y de no ser esto posible, es procedente
el pago de una indemnización justa como medida resarcitoria por los daños ocasionados.
Por tanto, se considera viable y necesario, que a través del juicio de amparo,
aplicando directamente el artículo 63.1 del Pacto de San José, se provean las medidas
necesarias para lograr una reparación integral del daño, expandiendo sus efectos más allá de
restituir al quejoso en el pleno goce del derecho violado, y restablecer las cosas al estado
que guardaban antes de la violación (cuando el acto reclamado sea de carácter positivo) u
obligar a la autoridad responsable a respetar el derecho de que se trate y a cumplir lo que el
mismo exija (cuando el acto reclamado sea de carácter negativo o implique una omisión),
para atender los daños materiales e inmateriales que realmente genera la violación de
derechos humanos.
Pues, se estima que no existe impedimento para que dicho desarrollo se haya hecho
en similares términos a partir del anterior 80 y actual 77 de la Ley de Amparo, máxime si
no se advierte restricción específica al respecto en la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos.
XI. Como propuesta para lograr la reparación integral por violaciones a los derechos
humanos, se sostiene la viabilidad de que los jueces a través de un ejercicio interpretativo
sistemático, con fundamento en los artículos 77 de la Ley de Amparo, 1º Constitucional,
63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y atendiendo al contenido de
la Ley General de Víctimas, provean las medidas necesarias para lograr la reparación
integral por violaciones de derechos humanos, siguiendo la jurisprudencia que al respecto
ha desarrollado la Corte IDH.
64
En el entendido que, si bien las diferentes formas de reparación no son excluyentes
entre sí, ello no implica que procedan todas en cada asunto, sino que ello dependerá de las
necesidades del caso, atendiendo a la naturaleza del daño generado.
De esta manera, se estima, se podría superar la fórmula tradicional restrictiva de
saneamiento jurídico que ha regido en materia de reparación en el juicio de amparo, pues
las medidas sobre reparaciones se deben ir actualizando, según las necesidades del contexto
social y jurídico.
XII. Las implicaciones y consecuencias de aplicar en el juicio de amparo las
medidas de reparación integral desarrolladas por la Corte IDH se ven superadas al
considerar que debe ser el propio juzgador de amparo quien vigile su cumplimento, y se
apoye en lo conducente en la Ley General de Víctimas que establece su aplicación para las
violaciones de derechos humanos. Asimismo, tomando en consideración que las medidas
que se decreten deben ser precisas y enfocadas directa o indirectamente a las víctimas, y
solo en casos excepcionalmente necesarios involucren injerencia en la elaboración de
políticas públicas.
XIII. No debe extrañar que en un futuro no muy lejano, surjan de la jurisprudencia
de la Corte IDH o en sede interna, nuevas formas o medidas para reparar integralmente
violaciones a derechos humanos que busquen mayor eficiencia en el saneamiento del daño.
Por lo que, se deberán tomar medidas por parte del Estado, para hacer frente a la
posible fuerte carga presupuestal que representen tales reparaciones, que se insiste, son
necesarias al ser un derecho sustantivo del gobernado, e indudablemente una fórmula para
que las autoridades cedan en esa vorágine de violar derechos humanos que las ha
caracterizado.
De ahí que indudablemente sea necesario, ampliar los recursos destinados para tal
fin, con independencia de buscar, se insiste, otras fórmulas o mecanismos más eficaces para
hacer frente a dicha obligación del Estado.
En otras palabras, el tema de las reparaciones indudablemente tiene muchos retos
por enfrentar en búsqueda de reparar integralmente a la persona que haya sufrido
violaciones a los derechos humanos.
65
BIBLIOGRAFÍA
ASOCIACIÓN NACIONAL DE MAGISTRADOS DE CIRCUITO Y JUECES DE
DISTRITO DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN, ASOCIACIÓN
CIVIL (2008). Ley de amparo comentada, editorial Themis, sociedad anónima de
capital variable, México.
DEL CASTILLO DEL VALLE, Alberto (1998). Primer curso de amparo, EDAL ediciones,
sociedad anónima de capital variable, México.
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo y Sánchez Gil, Rubén (2013). El nuevo juicio de
amparo, México.
FIX-ZAMUDIO, Héctor (1999). El Juicio de Amparo Mexicano (Su Proyección en
Latinoamérica y en los Instrumentos Internacionales), México.
GARCÍA RAMÍREZ, Sergio (sin año). Las reparaciones en el Sistema Interamericano de
Protección de los Derechos Humanos, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
GIMÉNEZ POU, Francisca (2013). Guía de estudios de la materia “Juicio de Amparo y
Derechos Humanos”, Maestría en Derechos Humanos y Democracia, Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México, México.
GUILLEROT, Julie (1999). Reparaciones con perspectiva de Género. Consultoría para la
oficina en México, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, OACNUDH, México, primera edición.
LABARCA, Margarita; Sarre, Miguel; y Serrano, Sandra (2006). La reparación del daño y
las víctimas de violaciones a los derechos humanos en la CNDH, México.
NASH ROJAS, Claudio (2005). El Sistema Interamericano de Derechos Humanos y el
desafío de reparar las violaciones de estos derechos, Revista del Instituto Brasileiro
de Dereitos Humanos, año seis, volumen seis, número seis.
ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (2005). “Principios y directrices sobre
el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales
de derechos humanos y de violaciones graves al derecho internacional humanitario
a interponer recursos y obtener reparaciones”.
66
PARRA VERA, Oscar y Saavedra Álvarez, Yuria. (2012) Guía de Estudio de la Materia
Acceso a la Justicia, Maestría en derechos humanos y democracia 2012-2014,
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México, México.
RODRÍGUEZ MANZO, Graciela; Báez Díaz, Iván Alonso; Talamás Salazar, Marcela; y
Pulido Jiménez, Miguel (2007). Responsabilidad y reparación un enfoque de
derechos Humanos, Comisión Nacional de Derechos Humanos, Universidad
Iberoamericana, Fundar-Centro de Análisis e Investigación, primera edición,
México.
RODRÍGUEZ RESCIA, Víctor Manuel (sin año). Las reparaciones en el sistema
interamericano de protección de los derechos humanos. Revista IIDH, Vol. 23. San
José, Costa Rica.
ROJAS BÁEZ, Julio José. La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en materia de Reparaciones y los Criterios del Proyecto de Artículos
sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Internacionalmente Ilícitos. En:
American University International Law Review, Vol. 23 (1). Washington, D.C.,
American University, 2007, [citado 25/06/2009], formato pdf. Disponible en
http://www.Corteidh.or.cr/tablas/R22050.pdf (consultado por última vez el quince
de enero de dos mil catorce).
SAAVEDRA ALESSANDRI, Pablo (2004). La Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Las reparaciones ordenadas y el acatamiento de los Estados, México,
D.F.
SAAVEDRA ÁLVAREZ, Yuria. Teoría de las reparaciones a la luz de los derechos
humanos, coedición: Suprema Corte de Justicia de la Nación, Oficina en México del
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Comisión
de Derechos Humanos del Distrito Federal, primera edición, México, 2013.
SERRANO, Sandra y Vázquez, Daniel (2012). Guía de Estudio de la Materia El Enfoque
de los Derechos Humanos, Programa Integral de Posgrados en Derechos Humanos y
Democracia 2012-2014, FLACSO, México.
SILVA GARCÍA, Fernando (2011). Jurisprudencia Interamericana sobre Derechos
Humanos, criterios esenciales, Consejo de la Judicatura Federal, México.
67
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN (2011). Versión pública del engrose
del amparo en revisión 1068/2011 del índice de la Primera Sala de la Suprema Corte
de
Justicia
de
la
Nación,
disponible
en:
http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.aspx?AsuntoI
D=127807 (consultado por última vez el quince de enero de dos mil catorce).
TAPIA FÉLIX, Ricardo de la Luz (2006). Juicio de Amparo (doctrina, ley, práctica y
jurisprudencia), Porrúa, Instituto Internacional del Derecho y del Estado de México,
México.
TORRES ÁNGEL, José Manuel (2013). En el Análisis del Proyecto de Nueva Ley de
Amparo (Memoria de la XII Jornada de Actualización Jurídica), Asociación
Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial de la
Federación, asociación civil, Tercera y Quinta Regiones, Universidad Autónoma de
México, Universidad de Tepantlato, México.
CORTE
INTERAMERICANA
DE
DERECHOS
HUMANOS
(CORTE
IDH),
JURISPRUDENCIA.
Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C
No. 4; y, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de julio de 1989, serie C, núm. 7.
Caso Aloeboetoe y otros vs. Surinam, Reparaciones y Costas. Sentencia de 10 de
septiembre de 1993, serie C, núm. 15, párr. 43.
Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997, serie C,
núm. 33.
Caso Castillo Páez Vs. Perú. Fondo. Sentencia de 3 de noviembre de 1997, serie C, núm.
34, párr. 105 y Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie
C No. 43.
Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros) vs. Guatemala. Reparaciones y
Costas. Sentencia de 25 de mayo de 2001, serie C, núm. 76.
Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala. Reparaciones y
Costas. Sentencia de 26 de mayo de 2001, serie C, núm. 77.
68
Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) AwasTingni vs. Nicaragua. Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2001, serie C, núm. 79.
Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de febrero
de 2002, serie C, núm. 91.
Caso Bulacio vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 18 de Septiembre
de 2003, serie C, núm. 100. párr. 88
Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25
de noviembre de 2003, serie C, núm. 101.
Caso “Instituto de Reeducación del Menor” Vs. Paraguay. Sentencia de 2 de septiembre de
2004. Serie C No. 112.
Caso Tibi vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 7 de septiembre de 2004, serie C, núm. 114.
Caso Masacre Plan de Sánchez Vs. Guatemala. Reparaciones (art. 63.1 Convención
Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia 19 de noviembre 2004. Serie C No.
116.
Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay. Fondo Reparaciones y Costas.
Sentencia 17 de junio de 2005, serie C, núm. 125.
Caso de las Hermanas Serrano Cruz Vs. El Salvador. Solicitud de Interpretación de la
Sentencia sobre Fondo, Reparaciones y costas (art. 67 Convención Americana sobre
Derechos Humanos). Sentencia de 9 de septiembre de 2005. Serie C No. 131.
Caso Gutiérrez Soler vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 12 de
septiembre de 2005, serie C, núm. 132, párr. 78.
Caso Gómez Palomino Vs. Perú. Sentencia de 22 de noviembre de 2005. Serie C No. 136.
Caso García Asto y Ramírez Rojas Vs. Perú. Sentencia de 25 de noviembre de 2005. Serie
C No. 137.
Caso Acevedo Jaramillo y otros vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 7 de febrero de 2006, serie C, núm.144, párr. 307
Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 29 de marzo de 2006, serie C, núm. 146.
69
Caso de las Masacres de Ituango vs. Colombia. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2006, serie C, núm. 148, párr. 375.
Caso Ximenes Lopes vs. Brasil. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de
2006, serie C, núm. 149.
Caso Goiburú y otros Vs. Paraguay. Sentencia sobre Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 22 de septiembre de 2006. Serie C No. 153.
Caso Vargas Areco Vs. Paraguay. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 155.
Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú. Sentencia de 25 de noviembre de 2006.
Serie C No. 160 Anexo I. Anexo II. Anexo III.
Caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de noviembre de
2006, serie C, núm. 162.
Caso Castañeda Gutman Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C No. 184
Caso Bayarri vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de octubre de 2008, serie C, núm. 187.
Caso Reverón Trujillo vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 30 de junio de 2009, serie C, núm. 197.
Caso González y otras (Campo Algodonero) vs. México. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 16 de noviembre de 2009, serie C, núm. 205,
párrs. 455, inciso iv, 450 y 493.
Caso Radilla Pacheco vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de Noviembre de 2009, serie C, núm. 209.
Caso Manuel Cepeda Vargas vs. Colombia. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de mayo de 2010, serie C, núm. 213.
Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 24 de agosto de 2010, serie C, núm. 214.
Caso Fernández Ortega y otros. vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 30 de agosto de 2010, serie C, núm. 215.
Caso Rosendo Cantú y otra vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2010, serie C, núm. 216.
70
Caso Contreras y otros vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de
agosto de 2011, serie C, núm. 232.
Caso Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
29 de noviembre de 2011, serie C, núm. 238.
Caso Díaz Peña vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 26 de junio de 2012, serie C, núm. 244.
Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku vs. Ecuador. Fondo y Reparaciones. Sentencia
de 27 de junio de 2012, serie C, núm. 245.
OTRAS FUENTES DE INFORMACIÓN
Semanario Judicial de la Federación (antes IUS).
LEGISGRAFÍA
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Ley General de Víctimas.
Ley de Amparo.
Ley de Amparo abrogada.
Reglamento la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
71
Descargar