b -+ Slr AVISOS EL PROGRAMA DE SEMANA SANTA ESTÁ EN HOJA APARTE 1. Por descanso, el lunes 28 y martes 29 de Marzo, la Parroquia y Oficina permanecerán cerradas. Adoración del Santísimo 1er. viernes de mes – 1 de Abril – 5:30 pm. 3. Cursillo Prebautismal – Jueves 7 de Abril – 7:00 pm. Interesados, entrevistarse con el Párroco e inscribirse. Bautizos el 3er. Domingo 17 de Abril. 4. Domingo de la solidaridad – 2do. Domingo de mes – 10 Abril 2. L E C T U R A S B Í B L I C A S M A R Z O - 20/3/2016– DOMINGO DE RAMOS - Ciclo C –AÑO XXIX – NO. 12 “Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Lucas”. AMONESTACIONES Contraerán matrimonio el día 2 de Abril, 2016: Carlos Andrés Suero Nazario y Stephany Cristina Minier Almengo SERVICIOS A LA COMUNIDAD Misas: Lunes a sábado: 6:30 pm. Domingos y festivos: 8:00 / 11:00 am. – 6:30 pm. Capilla San Gerónimo: Domingos 9:30 am. Rezo del Santo Rosario: Lunes a viernes: 5:30 pm. Confesiones y Asuntos personales con el Párroco: Lunes a sábados: 5:00 a 6:15 pm. Bodas: Solicitud y entrevista personal con novios 3 meses antes. Cursillo Prematrimonial: Se avisa por este medio. Cursillo Prebautismal: 2do. jueves de mes. 7:00 pm. Bautizos: 3er. Domingo de mes. Solicitar 1 mes antes Adoración del Santísimo: 1er. Viernes de mes –5:30 pm. Pastoral Social: Atención Equipo: Mart. y juev. 2:30 a 5:30 pm. Movimiento Junior: Sábados de 4:00 a 6:00 pm. Acompañamiento espiritual: Solicitar cita en Of. Parroquial. Catequ. Niños: En reestructuración. Se avisará el comienzo. Catequesis Adolescentes/ Adultos: Se avisa por este medio. Catequesis Confirmación: Se avisa por este medio. Visitas y Comunión a los enfermos: Solic. visita en Of. Parro.. Horario de Oficina: Lunes a viernes: 8:30 am. –12:00 pm. Horario de Oficina: Lunes a viernes: 8:30 am. –12:00 pm. Tlf. (809) 689-7713 - Fax (809) 682-6010 E-mail: [email protected] Direc.: Av. Independencia nº 803 – Zona Universit. – Sto .Dgo. Así se iniciará el evangelio de este domingo que nos abre la semana santa. No puede entenderse celebrar la Semana Santa sin leer o escuchar detenidamente alguno de los cuatro relatos de la pasión de Cristo. Dijo Dios a través del profeta: “no quiero holocaustos, sino conocimiento de Dios”. Conocer lo que pasó Jesús en esas casi veinticuatro horas de su pasión es más importante que cualquier sacrificio que se quiera hacer en esta semana. Por eso la Iglesia inicia la semana Santa con la lectura de la Pasión. Es cierto que este domingo tiene aires de triunfo y fiesta en la bendición de los ramos y en la procesión con la que nos acercamos al templo. Celebramos el pírrico éxito popular de Jesús de Nazaret aclamado por parte del pueblo al entrar en la ciudad santa. Pero inmediatamente la Liturgia nos lleva a lo que aconteció días después, su pasión y muerte. Como relatos “teloneros” nos presenta en la primera lectura la epopeya del Siervo de Yahvé de Isaías, el inocente ultrajado, que sólo encuentra ayuda en Dios; y en la segunda el himno de Filipenses, resumen magnífico de la teología del abajamiento de Jesús, convertido en “uno de tantos” a pesar de su condición divina, obediente hasta la muerte y muerte de cruz, que le permitió ser constituido por Dios como el centro de toda la creación, él es quien da razón y sentido a todo lo creado, y de ello recibe el honor que sólo se tributa a Dios. El relato de la pasión de Lucas tiene sus propios matices: es menos duro que el de Marcos y Mateo. Aparecen personajes que se apiadan de Jesús, como las mujeres de Jerusalén, el “buen ladrón”; su grito antes de expirar no es el desgarrado “Dios mío Dios mío por qué me has abandonado”, sino el sereno “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Jesús recibe un reconocimiento póstumo de la boca del centurión, “verdaderamente éste era un hombre justo” y de la muchedumbre que volvía a sus casas lamentando lo que habían hecho con él. En fin, si bien a distancia, “los conocidos y las mujeres” habían seguido los acontecimientos, no le habían dejado absolutamente solo. El momento quizás más tenso fue el de la oración del huerto de Getsemaní, ante la inminencia de lo que le venía encima sudó sangre de angustia; pero sus palabras expresan la grandeza de su ser “Padre, si quieres aparta de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Decepcionante fue ver cómo los discípulos dormían ajenos a su agonía, es decir: a la lucha interior que se desarrollaba entre su amor a la vida y cumplir su compromiso de amor hasta el final. La Iglesia nos exige a los cristianos que no quedemos ajenos a estos acontecimientos, durmiéndonos en nuestro deseo de descanso vacacional, o a consecuencia de pesadas digestiones, y pasemos estos días sin entrar en lo que se celebra. La Pasión no pierde su dureza porque conozcamos que todo desembocará en la resurrección. “No podemos pensar que la Pasión es sólo un preludio a la Resurrección” (Von Balthasar). Hay que meditar la pasión y la muerte del Hijo de Dios en toda su “terribilidad”, tal como la vivieron los hombres que la causaron, y, sobre todo, quien la sufrió. (Cardenal Martini). Fray Juan José De León Lastra, OP. JUEVES SANTO El pan se parte con pasión. Hoy, día de Jueves Santo, nos centramos todos en la Eucaristía, sacramento de entrega de Jesús; sacramento de servicio a los últimos; sacramento revelador de su corazón compasivo y misericordioso con la humanidad. No es posible celebrar la Eucaristía sin pasión, y no es posible celebrar Jueves Santo sin pasión. El sentir y el saber popular lo expresan magistralmente: son los «días de la Pasión» del Señor. Quizá se refieren, casi exclusivamente, a la pasión sufriente de Jesús, hombre condenado a muerte. Pero nosotros podemos pensar también que la muerte de Jesús es consecuencia de una vida «apasionada». Jesús parte el pan en la última Cena, y no lo hace descuidadamente, como quien hace algo habitual o rutinario, sino que lo hace «apasionadamente»: «Tomad y comed, esto es mi cuerpo». La partición del pan no es signo de fragilidad, sino de entereza. El pan se comparte por compasión. El pan se parte no para reservárselo uno mismo, sino para compartirlo. La Eucaristía tiene esta dimensión fundamental de «repartir» entre los presentes, de «compartir». Ahora bien, ¿se puede compartir si no hay sentimiento de compasión? ¿Se puede compartir el pan eucarístico si no hay experiencia de haber sido amados, perdonados y reconciliados por Jesús? ¿Una persona que sea dura de corazón, que se niegue a perdonar, a buscar al otro, a mirarlo con misericordia, puede participar del pan eucarístico? El gesto de Jesús en la última cena no es un gesto de soberbia, de autosuficiencia, sino de compasión por el ser humano que necesita ser reincorporado y reintegrado en la mesa de la humanidad. El servicio compasivo. El Jueves Santo es el día del sacramento eucarístico, iniciado en la Última Cena de Jesús, pero es también, de forma inseparable, el día del servicio. Jesús se quita el manto, toma una palangana y se pone a lavar los pies de los apóstoles. No es tampoco un gesto de humillación, de sorna o de superioridad; todo lo contrario, se pone como el último, para que nadie más se avergüence de estar entre los últimos. Se pone a lavar los pies por puro amor, como signo de la actitud permanente de todo cristiano. El pobre, el necesitado, el humilde, no puede ser tratado como persona de segunda condición, sino que es el hermano al que por compasión te acercas con respeto y cariño en actitud de servicio. Compasivos es el título de los discípulos. El discípulo de Jesús, que quiere ponerse en las huellas de su maestro, lleva el título de «compasivo» como Jesús se compadeció en su vida y como hizo en la última Cena. No se puso a presidir solemne y altivamente la mesa, sino que pidió la toalla para lavar los pies cansados de los que allí se habían reunido. Que este Jueves Santo sea día de compasión para todos nosotros. PEDRO FRAILE dabar.net VIERNES SANTO PASIÓN SEGÚN SAN JUAN 1. Jn 18,1-27 Los sucesos en la noche 2. 1 Jn.18, 1-11. En el huerto, en la ladera que mira a Jerusalén. Aquí es arrestado Jesús (nivel patente). Aquí comienza el enaltecimiento de Jesús (nivel más oculto). YO SOY. Es Jesús quien pone en marcha los acontecimientos. Nadie diría que él es el arrestado. Retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús dicta el curso de los acontecimientos a quienes lo detienen. Jesús es teofanía: presencia divina que impone y aterra. Os he dicho que yo soy. A éstos dejadlos marchar. Jesús es teofanía: presencia protectora de Dios. Jesús dicta el curso de los acontecimientos a Simón Pedro, que malentiende la hora. Envaina tu espada. La autoridad y el señorío de Jesús tienen origen en su Padre. La hora de Jesús es también la hora del Padre: ambos comparten cáliz y gloria. Yo y el Padre somos uno (10,30). 2. Jn.18,28 - 19,16 Interrogatorio de madrugada en el pretorio Pilato convoca a Jesús a comparecer ante él, instancia judicial suprema (nivel patente). Las primeras palabras del juez a Jesús no son una pregunta sino una afirmación: ¡Tú eres el rey de los judíos! (Jn.18,33) (nivel más oculto) . Jesús está ante el juez y debe responder sobre su reinado, sobre su poderío, sobre su misión el mundo, y debe hacerlo de modo tal que sus respuestas puedan entenderse como un testimonio a favor de la verdad. Jesús da testimonio de sí mismo: “Efectivamente, soy rey; pero mi reino no es de este mundo, pues, de lo contrario, mis servidores habrían luchado por mí” (Jn.18,36). Jesús ha venido al mundo para dar testimonio de esta verdad: que su reino es de Dios y que no se instaura por la fuerza, ni con el poder de las armas y de los soldados. Esta voz solo pueden escucharla quienes “son de la verdad”, es decir, personas que saben de la actitud de Dios ante el poder del mundo (nivel más profundo). Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios (Jn.19,7). Es el cargo y la petición de pena que hace la acusación. El cargo es la cuestión de fondo en toda la escena, lo que explica, por una parte, la postura inamovible y hasta frenética de la acusación y, por otra, el miedo del juez. Tenemos una ley (acusadores, Jn.19,7). ¿De dónde eres? (juez, 19,9). A la acusación le ampara la ley; al juez, el miedo inevitable. Difícilmente podía Jesús quedar impune en estas circunstancias. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran (Jn.19,16, nivel patente). 3. Jn. 19,17-42 La muerte de Jesús Ha llegado la hora (Jn. 17,1). Momento transcendental de la historia. Jesús está atestiguando la Verdad (nivel más profundo). Cargando él mismo con la cruz camino del Gólgota, donde lo crucificaron (nivel patente). Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que yo soy (8,28). Es el enaltecimiento de Jesús, la suprema manifestación de su ser. Jesús es teofanía, pero en el Gólgota la presencia divina no aterra. Momento de alcance universal: el latín y el griego, las lenguas universales de entonces, lo dan a conocer. El momento de la Verdad. El cordero ha sido sacrificado, la liberación se ha producido, el pecado ha sido contrarrestado, el príncipe de este mundo ha sido expulsado. Está cumplido. Ahora ya hay Espíritu, pues Jesús ha sido glorificado. La gran familia de los hijos de Dios tiene en María a su madre. Dabar.net.