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quaderns
LUIS DE SEBASTIÁN
Escritos en Cristianisme i Justícia
Especial
LUIS DE SEBASTIÁN
Escritos en Cristianisme i Justícia
INTRODUCCIÓN
1. ¿PAGAR O NO PAGAR? DEUDA DEL TERCER MUNDO Y ÉTICA CRISTIANA
(Con J. I. González Faus), Cuaderno, 18 (mayo de 1987)
2. LA GRAN CONTRADICCIÓN DEL NEO-LIBERALISMO MODERNO
Cuaderno, 29 (marzo de 1988)
3. PENSEMOS SOBRE MAASTRICHT
(Con Eduardo Rojo), Cuaderno, 52 (marzo de 1993)
4. LA POBREZA EN ESTADOS UNIDOS
Cuaderno, 85 (septiembre de 1988)
5. CAPITALISMO Y DEMOCRACIA EN EL SIGLO XXI. NUEVAS TENDENCIAS
Y NUEVOS DESTINOS
Cuaderno, 99 (junio de 2000)
6. PROBLEMAS DE LA GLOBALIZACIÓN (COMERCIO, EMIGRACIÓN, MEDIO
AMBIENTE)
Cuaderno, (135, agosto de 2005)
7. ANTOLOGÍA BREVE DE TÉRMINOS ECONÓMICOS
Cuaderno, (145, febrero de 2007)
INTRODUCCIÓN
Los Cuadernos de Luis de Sebastián que presentamos tratan de temas
variados: desde reflexiones teóricas sobre el funcionamiento y las disfunciones del capitalismo, a análisis concretos sobre la realidad de ciertas zonas geográficas. Y, dentro de los análisis concretos, desde la
descripción de zonas ricas del planeta (Europa y Estados Unidos)
hasta los problemas del mundo pobre (en concreto, América Latina).
Todos estos Cuadernos muestran un enfoque multidisciplinar propio de
una ciencia que se llamaba hace unos años “economia política”: una
aproximación, arraigada en los autores clásicos de la economía (Smith,
Marx, Ricardo, Schumpeter ...) que introduce aspectos culturales y políticos esenciales para entender los comportamientos económicos de los
individuos, los grupos sociales y los países. Luis conocía muy bien
estos clásicos y se inspiraba en su método siempre actual. En cambio,
desconfiaba de modelos económicos muy cargados de matemáticas y
poco preocupados por las motivaciones, y que finalmente remitían a
malas versiones del liberalismo o del neoliberalismo.
Aparte de esta opción por la economía política, Luis había hecho otra:
mirar el mundo desde la perspectiva de los pobres. A Luis le oí decir un
día algo parecido a esto: «No quiero ser el mejor economista: quiero
ser un economista que mira la realidad desde los pobres». Sabía, por
su entronque con los economistas clásicos, que no hay planteamientos
económicos neutrales, y por eso explicitaba los valores que le inspiraban a la hora de hacer economía. Y, también, a la hora de escribir sobre
otros temas sociales o culturales, como los que aparecen en algunos
de estos Cuadernos que hemos seleccionado.
Queremos destacar, además, otra característica de los escritos de Luis:
su claridad. Era un escritor que conseguía hacer comprensibles problemas a veces difíciles, y no a fuerza de simplificar, sino de trabajarlos hasta encontrar unos elementos esenciales y a la vez comprensibles.
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Y todas estas opciones tenían que ver con su fe cristiana, con su seguimiento de Jesús. También habla de ello en algunos de estos
Cuadernos.
Todas estas características de la manera de escribir de Luis encajan
muy bien con el estilo propio de Cristianisme i Justícia: no en vano se
encontraba como en casa. Y no en vano su última aparición en público
antes de morir fue un sábado en el Casal Borja de Sant Cugat, durante la jornada anual de nuestro Centro.
Algunos dicen que Muhammad Yunus es «el banquero de los pobres».
Pero debe haber otros, aparte de Yunus. Luís, que era modesto, no
aceptaría ser tildado como “el economista de los pobres”. Pero sí que
lo podemos llamar “un economista de los pobres”. Porque, gracias a
Dios, además de Luis hay otros economistas y pensadores que trabajan con rigor científico mirando el mundo desde la perspectiva de los
desfavorecidos y explotados.
Y sin embargo, vale la pena adentrarse en los escritos de Luis de
Sebastián que Cristianisme i Justícia nos presenta.
Josep F. Mària, s.j.
Cristianisme i Justícia y ESADE
18
¿PAGAR O NO PAGAR?
DEUDA DEL TERCER MUNDO
Y ÉTICA CRISTIANA
Luís de Sebastián – J.I. González Faus
1. Luis de Sebastián
La deuda externa de América Latina. Historia y juicio ético
2. José 1. González Faus
Interés, usura y riqueza. Una reflexión cristiana mas amplia
Apéndice
1. Textos
2. Estadísticas
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1. LA DEUDA EXTERNA DE AMÉRICA LATINA HISTORIA Y JUICIO ÉTICO
Luis de Sebastián
La deuda externa de América Latina es un fenómeno económico con unas inmensas
consecuencias para la mayoria de la población de la región. El servicio de esa deuda está
costando enormes sufrimientosa las mayorías pobres de los países deudores, que han visto
reducirse todavía mas sus ya precarios niveles de vida.
Esta situación plantea la urgente cuestión de dilucidar la moralidad de un fenómeno
económico que se ha vuelto contra los objetivos intrínsecos del sistema económico: satisfacer las
necesidades materiales de la población de un país y ofrecer una base para su desarrollo
espiritual.
La moralidad global del fenómeno está en cuarentena desde el momento en que
obstaculiza o impide a la economía nacional cumplir los objetivos que la justifican ética y
moralmente. Para poder apreciar, sin embargo, la moralidad global del problema de la deuda
tenemos que desmenuzar algunas de las cuestiones éticas que contiene.
1. LA OBLIGACION DE PAGAR LAS DEUDAS
Comenzamos esta reflexión con la afirmación de la obligación de pagar las deudas
contraídas como uno de los principios en que se basa el sistema de crédito y préstamos en la
economía moderna. Estamos ya muy lejos de los tiempos en que la Iglesia prohibía la ''usura'',
cuando el estado de la cuestión era el cobrar interés sobre préstamos para el consumo contraídos
en circunstancias de extrema necesidad. En una economía moderna en que el dinero tiene la
función de capital, es decir, de ser un factor—indirectamente—productivo, la cuestión es
diferente. El préstamo bien usado puede generar riqueza suficiente para devolverlo, pagar por su
uso, y compensar al propietario por el riesgo incurrido (el interés ) y todavía producir beneficios
al que lo toma prestado. Si no se reconoce esta obligación de pagar las deudas, se hunde la base
para desarrollar un sistema crediticio.
En la cuestión de la deuda externa de América Latina no hay que olvidar que los países la
contrajeron voluntariamente sobre el supuesto de que reconocían sin reservas la obligación de
pagar el servicio de la deuda: devolver el capital y pagar los intereses. Esta obligación sigue
pesando sobre ellos y no se puede responsablemente (por lo que entiendo que sería una óptica no
revolucionaria) apelar al "intercambio desigual" y a la explotación que han caracterizado las
relaciones de América Latina con Estados Unidos, Inglaterra y los países industrializados, para
repudiar la deuda. Esto equivaldría a repudiar las reglas jurídicas y las prácticas económicas de la
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convivencia internacional en el Siglo XX. Sería además contraproducente para los países
deudores. Porque los países que no reconocieran la obligación de pagar sus deudas
internacionales, se verían excluidos de los mercados de capitales por la comunidad financiera
internacional y serían condenados a un limbo —o a un purgatorio— económico.
Quizá interesan estas consideraciones, porque puede dominar en algunos círculos de
inspiración cristiana el sentimiento anarco-profético de negar la obligación de América Latina de
pagar su deuda externa, por la contemplación emotiva de la postración económica de las
mayorías populares de los países deudores. Creo, por el contrario, que para dilucidar la cuestión
ética hay que proceder de otra manera.
Hay que proceder, partiendo del reconocimiento global (y de principio) de que las deudas
contraídas libremente tienen que ser servidas (pagadas), para examinar luego los principales
aspectos que han hecho a una deuda externa—cuya obligación se reconoce—tan difícil de pagar.
Hay que recorrer la historia de cómo se ha llegado a la situación actual para poder asignar
responsabilidades a los diversos actores del drama. Es importante asignar responsabilidades,
primero porque éstas han sido varias y distintas en este asunto y segundo porque todos los
responsables en el desencadenamiento de la situación tienen que participar
equiproporcionalmente en la solución.
De manera que, aunque reconocemos en principio la obligación de los países deudores a
pagar, no aceptamos el que se deje a las mayorías populares de los países deudores la carga
principal y casi exclusiva de resolver un problema que ellos no crearon y que se ha convertido en
algo mucho más complicado que una deuda común y corriente.
2. EL CAMINO AL CALVARIO DE LA DEUDA
2.1. Un optimismo falso
Las consideraciones fácticas arrancan del análisis del modelo de desarrollo que estaba
funcionando a mitad de los años setenta. Era una época de las mayores esperanzas para los
observadores superficiales del sistema, pero que ya contenía en las entrañas mismas de su
crecimiento eufórico y de sus bonanzas efímeras las semillas de la catástrofe. Veamos algunas de
estas semillas:
a) Industrialización naciente
Cuando se comenzó a andar este camino era lógico, aunque quizá solo
circunstancialmente, recurrir al financiamiento externo: pues el crédito era fácil, el optimismo
grande por parte de prestamistas y prestatarios y no se podía detener la marcha de la
industrialización por el hecho de que faltaran ahorros internos para continuar el financiamiento.
El recurso al endeudamiento externo resultó ser la solución para los "cuellos de botellas', o estrecheces, de la financiación del desarrollo.
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b) Capital sobrante
Este recurso al mercado de crédito internacional se hizo en un momento de grandes
cambios y grandes innovaciones en la "industria" bancaria de los Estados Unidos y de los países
industrializados más ricos. Para la tarea de asignar responsabilidades es necesario que
comprendamos los efectos que todos estos cambios tuvieron en el sistema global de
financiamiento del desarrollo de los países pobres. La banca privada pasó en gran medida a
substituir a las instituciones multilaterales como fuente principal de fondos para estos países
pobres. La banca multinacional por su parte se vio en la necesidad de colocar en inversiones
rentables los depósitos, que crecían con gran rapidez por la afluencia de los excedentes de los
países petroleros. Y lo hizo de una manera no tradicional y a clientes nuevos, porque estaba
disminuyendo la demanda de fondos prestables de los países industrializados. ya empeñados en
contrarrestar con políticas recesivas los efectos de la crisis petrolera y de la inflación. Los bancos
fueron verdaderamente en busca de clientes. El mercado de créditos parecía dominado por los
países —y sectores— dispuestos a endeudarse. un mercado de compradores, como si dijéramos.
c) Inflación creciente
Pero en realidad el mercado no era de los compradores. La abundancia de créditos con
que la gran banca internacional sació el hambre de fondos de los países latinoamericanos mas
dinámicos no fue una operación ni desesperada ni generosa. El mismo dinamismo del sistema
financiero propició el uso de nuevos instrumentos financieros, adaptados a los riesgos que la
banca corría con estos nuevos clientes en unos tiempos en que la inflación mundial se aceleraba
por días. En primer lugar los préstamos se contrataron mayoritariamente en mercados "off shore"
(fuera de las costas de los Estados Unidos) y generalmente en el Euromercado, donde las regulaciones bancarias son más laxas que, por ejemplo, en los Estados Unidos, y la flexibilidad en el
uso de instrumentos financieros viejos y nuevos es mucho mayor. Cuando la inflación arreció,
algunos créditos tempranos resultaron a tipos de interés negativos, ya que la diferencia entre el
tipo nominal de interés menos la tasa de inflación era negativa. Esto para los acreedores suponía
hacer verdaderos regalos.
d) Intereses cambiantes
Por eso, para evitar que se convirtieran en regalos o subvenciones, los préstamos pasaron
a ser casi todos a un tipo de interés variable. Con este sistema el tipo de interés se contrata
tomando como base el London interbank offered rate, el famoso LIBOR, o el ''prime rate"
norteamericano. (El LIBOR es un tipo de interés para préstamos a corto plazo en el mercado
interbancario, que refleja inmediatamente las expectativas de inflación). Al tipo de referencia se
añadían unos ''spreads", o primas fijas por el riesgo, y unas comisiones o "fees". El tipo de interés
así resultante varía con las variaciones del tipo de referencia, mayoritariamente el Libor, que por
reflejar movimientos a corto plazo es sumamente volátil y sensible, incorporando inmediatamente
las expectativas de la inflación.
Consecuencia: una deuda que crece por si sola
De esta manera el pago de la deuda se eleva en la misma medida que aumenta la tasa de
inflación de los Estados Unidos y Europa Occidental. La estructura de la deuda en tipos, plazos y
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períodos de gracia fué cambiando, haciéndose cada vez más onerosa y más difícil de servir Pero
los países deudores afectados por la borrachera de créditos no se percataron a tiempo de la peligrosa naturaleza de la deuda, mucho más peligrosa de lo que entonces nadie se imaginó.
2.2. ¿Quien contrajo en realidad la deuda?
a) Para las élites económicas, gobernantes y militares —que en muchos países eran los
mismos— los años de creciente endeudamiento fueron "años de vino y rosas", (tomando prestado
y adaptando el título de la película de Blake Edwards). Los créditos externos no siempre se
usaron mal, como tienden a pensa r y deci r algu nos goberna ntes, comentaristas, y públ ico en
general de los países desarrollados; ni se usaron generalmente bien, como se supone
implícitamente al cargar a los países ricos con toda la culpa de la situación actual. En lo que toca
al uso de los prestamos externos hay casos diferentes según las diferencias históricas en la
génesis y desarrollo dela deuda en cada país, de manera que no se puede hablar de un solo
modelo del mal—o buen—uso de la deuda.
b) Una cosa que parece bastante clara es que los préstamos no se utilizaron en financiar
reformas estructurales profundas que beneficiaran a las mayorías pobres de los países
latinoamericanos, que son ahora las que llevan el peso mayor en el pago. En el mejor de los
casos—en el que se emplearon para producir riqueza—se usaron dentro de un modelo de
desarrollo hacia afuera, que solo tendía a beneficiar a las élites de las capas populares obreras
empleadas en las grandes empresas modernas del sector público (petróleos acero, armamentos
productos químicos, centrales hidroeléctricas, etc.) y en las multinacionales así como los
pequeños y medianos empleados de la burocracia estatal.
c) Naturalmente, las capas campesinas y las masas urbanas sin empleo "moderno'',
recibieron pocos beneficios de estos grandes gastos, por lo menos directamente, aunque no se
puede negar que siempre hubo "efectos de rebalse'' y reparto de migajas. De los préstamos
podemos suponer que se beneficiaron principalmente los que siempre se han beneficiado de la
creación de riqueza en sociedades oligárquicas porque poseen los instrumentos de apropiación
de la r riqueza que se produce en sus países.
d) Se beneficiaron particularmente todos aquellos latinoamericanos a quienes el
endeudamiento público de sus países les permitió aumentar (o inaugurar) sus depósitos en los
mismos bancos que estaban concediendo los créditos, de manera que podemos suponer que una
buena parte de la deuda consiste en préstamos que nunca abandonaron el banco de origen sino
que simplemente pasaron de la cuenta general del banco a las cuentas privadas de algunos
ciudadanos latinoamericanos. Por esta razón se llama a veces a los préstamos de Latino América
"préstamos de ida y vuelta (vista la cosa desde la óptica de los bancos, naturalmente). Esto hay
que tenerlo en cuenta para repartir en el interior de las sociedades latinoamericanas el peso de
ajuste a la nueva situación.
2.3. El crecimiento fantasmagórico de la deuda
a) Endeudar a América Latina para desendeudar a USA
Entre 1978 y 1982 la deuda externa latinoamericana se convirtió en una deuda que creció
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como la espuma como consecuencia de decisiones que se tomaron en otros países. Ronald
Reagan, un presidente que fue elegido, entre otras cosas, por la promesa de que reduciría a su
mínima expresión el déficit fiscal que había heredado del presidente Carter, elevó ese mismo
déficit con su política de rearme, haciéndolo pasar del 2,0% del PNB, (en 1980), al 6,1% (en
1983)(1), llegando en la actualidad a 200.000 millones de dólares, y haciendo de los Estados
Unidos uno de los principales países deudores del mundo, con deudas colosales que suman ya
cientos de miles de millones de dólares. La financiación de este déficit atrajo a los Estados
Unidos ahorros institucionales de todos los continentes, estimulados por los altos tipos de interés
que ofrecía la deuda pública americana, y por la confianza que el presidente Reagan inspiraba a
los capitalistas de todo el mundo.
El déficit fiscal norteamericano se pudo financiar así con dinero ajeno, un dinero que
convenía continuar atrayendo para que no faltara a las empresas privadas norteamericanas, a
pesar de una política monetaria excesivamente restrictiva. Por eso se mantuvieron altos los tipos
de interés, que en su aspecto pasivo representan la remuneración de los fondos que afluían a los
Estados Unidos. Pero los aumentos nominales del tipo de interés con una tasa de inflación
decreciente significan necesariamente aumentos mayores de la tasa de interés rea/, que mide
más precisamente el costo del dinero.
Ya es sabido que la elevación de los tipos de interés en los Estados Unidos y en todos los
mercados de eurodólares incrementó automáticamente el servicio de la deuda latinoamericana.
Paralelamente, la demanda de títulos de la deuda pública americana, que, como es natural, están
denominados en dólares, hizo aumentar por encima de todas las previsiones el valor del dólar lo
cual de nuevo elevó el monto de moneda nacional que había que destinar a pagar una deuda de
una cantidad fija de dólares cosa que no era siempre el caso.
b) El nominalismo del valor del dinero
Aunque la elevación del dólar ofreció una ventaja para las exportaciones no
tradicionales—manufacturas principalmente—de algunos países de América Latina más
desarrollados industrialmente, la sobrevaloración del dólar no tuvo en todos los casos un influjo
positivo sobre el comercio exterior de la región. Los países se encontraron debiendo cantidades
fabulosas expresadas en moneda nacional por obra y gracia del desorden fiscal del gobierno de
Reagan y el descontrol de los mercados financieros. Según algunos cálculos tentativos, la deuda
externa latinoamericana creció en 20.000 millones de dólares entre 1981 y 1983, debido
exclusivamente a los incrementos del tipo de interés a la sobrevaloración del dólar. El aumento
fue proporcionalmente mayor en los países que habían contratado hasta el 70% de sus préstamos
a tipos variables.
2.4. El decrecimiento de las posibilidades de los deudores a) La imposibilidad de exportar
Al comenzar la década de los ochenta se da una contracción del comercio internacional.
Los países industrializados reducen substancialmente el volumen de SUS importaciones, que
todavía en el periodo 1978-1979 habían crecido a un ritmo del 8,5%, de 1980 a 1982 se reducen
en un 1,5% de promedio anual, aumentando solo el valor de sus importaciones petroleras—los
que se veían obligados a hacerlas, naturalmente—. Las políticas recesivas de los años
inmediatamente anteriores, en el intento de restablecer los equilibrios desbaratados por la
inflación internacional y el aumento de los precios del petróleo, acabaron afectando al comercio
internacional. Son los años del ajuste en los países de la OCDE, que consiste generalmente en
limitar el gasto público, reducir el crecimiento de los salarios y contener dentro de unos límites
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prefijados el aumento de la masa monetaria. Todo esto lleva a una reducción del gasto global de
un país con una incidencia muy grande en el gasto en importaciones.
b) La devaluación de las riquezas de los países endeudados
Por otra parte la oferta de los productos que los países latinoamericanos venden a los
países industrializados, y que consiste en su mayoría en productos primarios (metales, alimentos
no elaborados y fibras naturales)continuaba creciendo como respuesta a los precios elevados de
1977 a 1980. La producción de muchas de estas materias primas tarda en responder a los
estímulos de una subida de precios (como el café, que lo hace cinco años después), de manera
que los frutos de decisiones tomadas con precios altos comienzan a aparecer cuando los precios
ya han comenzado a bajar. Al mismo tiempo y como resultado de la elevación de los tipos de
interés y del consiguiente encarecimiento de los créditos, se hace menos rentable el acumular las
reservas de materias primas que en otros tiempos se consideraban normales. En efecto: la
inmovilización de los fondos necesarios para adquirir y conservar grandes cantidades de materias
primas, cuando, por otra parte, no se prevé escasez de ellas ni aumentos de precios sino todo lo
contrario resulta excesivamente costosa, por lo menos en términos de costos de oportunidad.
c) El cambio "ilusionista" de los términos del contrato
Como resultado de estas acciones conjuntas de la demanda y la oferta en los mercados de
materias primas, sus precios comienzan a descender; con ello se deterioran los términos de
intercambio de los países exportadores de materias primas el poder de compra que sus
exportaciones tienen en los mercados internacionales. El índice de los términos de intercambio,
tomando su valor en 1980 como base = 100, es ya en 1983 de 78,5, lo que supone un descenso de
21,5 puntos en tres años y en 1986 era del 35%. El resultado es que los países exportadores de
materias primas tienen que esforzarse en vender más y más en los mercados internacionales
simplemente para mantener el nivel anterior de sus importaciones, o, más en general, de sus
ingresos. Eso lleva a los diversos países exportadores a una feroz competencia entre vendedores
que deprime más el precio, saturando el mercado de productos primarios y empujándoles a la
baja en una espiral depresiva.
Incluso la OPEP, la organización de los países productores de petróleo, que había
mantenido su poder hasta llevar el precio medio del crudo a 34 dólares el barril en 1981,
comienza a sentir la competencia de otros productores no integrados en la organización. Su
producción conjunta pasa a representar una parte cada vez menor de la producción mundial, con
lo cual disminuye ''paralelamente" su dominio del mercado. Por otra parte, las medidas para el
ahorro de energía en general y de petróleo en particular, puestas en práctica por la Internacional
Energy Agency (una organización nacida para enfrentar la "amenaza" de la OPEP), añadidas al
menor consumo (derivado de la contracción de la actividad económica en los países industrializados), llevaron inevitablemente a una substancial reducción de la demanda de petróleo. Así
comienza el petróleo a inundar los mercados. El precio del petróleo latinoamericano llega a un
máximo en 1981 y desde ese momento comienza la caída, a un ritmo lento primero, para
acelerarse tal y como lo estamos presenciando estos días. En tres años el precio del crudo se
estabiliza entorno a los 16 dólares el barril.
2.5. Balance
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En esta narración aparecen varios protagonistas:
a) las empresas privadas y los gobiernos, que, o bien se endeudaron directamente o bien
avalaron los créditos de los privados;
b) los grandes bancos internacionales, que se vieron en la necesidad de dar salida a sus
enormes depósitos;
c) los bancos más pequeños que fueron arrastrados por los primeros y por su propia
codicia a la aventura del financiamiento del desarrollo;
d) los gobiernos de los países industrializados, que, por una parte, despejaron el campo
del financiamiento del desarrollo (que tradicionalmente se había hecho con los fondos oficiales
multilaterales y bilaterales) al lucro privado de sus bancos y, por otra, con sus políticas recesivas
y proteccionistas crearon unas condiciones difíciles para la exportación de los países deudores;
e) y muy especialmente el gobierno del presidente Reagan que con su política de altos
tipos de interés aumentó artificialmente la deuda nominal de estos países.
También queda claro de esta narrativa que las mayorías populares asistieron pasivamente
a este proceso sin sacar apenas ventajas del mismo.
3. LOS LIMITES DE LA OBLIGACIÓN DE PAGAR O "NEMO DAT
QUOD NON HABET"
3.1. Primeros avisos
En verano de 1982, México dio un susto enorme a la banca internacional, al declarar que
no puede hacer frente a los pagos de intereses de su deuda externa y solicita una renegociación de
los plazos y nuevos prestamos para poder responder a sus obligaciones. La reciente moratoria de
Brasil (febrero 1987) ha sido en comparación un juego de niños. El auge de la economía
mexicana de 1978 a 1981 estuvo basado en un rápido crecimiento de los ingresos derivados del
petróleo y un elevado gasto público y privado, que hizo aumentar el ingreso per capita en casi el
25% y redujo substancialmente el desempleo. El gobierno, para contrarrestar las fuertes presiones
inflacionistas que el gasto estaba generando, permitió que la tasa de cambio continuara
sobrevalorándose, con lo cual se mantenían “contra natura” las importaciones a un nivel muy
elevado. La estrategia de desarrollo comenzó a fallar a mediados de 1981, cuando con el
descenso de los precios del petróleo los ingresos por exportaciones no llegan a la meta
establecida. Para llenar el vacío se aceleró el proceso de endeudamiento, pero a tipos más altos y
plazos más cortos. En esa época y especulando sobre una inevitable devaluación del peso,
comienza una considerable fuga de capitales. La crisis mexicana se puso de manifiesto en febrero
de 1982, cuando se devalúo el peso en casi un 67%. sin que esta medida fuera capaz de detener la
huida de capitales. En abril el gobierno anunció un programa de ajuste para combatir la crisis. El
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programa estaba a medio realizar, cuando se vio claro que el país no tenía divisas suficientes para
hacer frente al pago de la deuda externa.
Brasil también tuvo problemas en 1982, particularmente en el sector exterior, que es
donde se obtienen los medios de pago para responder a la deuda externa. Aunque las
exportaciones declinaron en un 13,4%, en 1982, Brasil logro un superávit en la balanza comercial
de 778 millones de dólares que resultaba la tercera parte del de 1981 y muy por debajo de la meta
de 3.000 millones que posibilitarían pagar las obligaciones de la deuda externa. El país comenzó
a tener dificultades para contratar nuevos préstamos en los mercados internacionales. A finales de
año el gobierno declaraba la necesidad de una renegociación en la misma línea que había
propuesto México y habían aceptado los bancos acreedores.
Los sustos de México y Brasil obligaron a la banca internacional, especialmente a la
banca norteamericana, a tomar conciencia de la vulnerabilidad que habían generado en sus
balances con los préstamos a países como México y Brasil, y a otros tan diversos, como Polonia,
Yugoslavia, Egipto, Indonesia, Turquía, Nigeria, etc., además de la mayor parte de los países latinoamericanos grandes. El problema era que los mayores bancos americanos (Chase Manhattan,
Citicorp, Bank of America, Morgan Guarantee, Manufactures Hannover, etc.) tenían un volumen
de préstamos a estos países varias veces superior a su capital propio. Los préstamos son activos
para los bancos, en la medida en que los depósitos a ellos confiados, que son sus pasivos, se
colocan en operaciones de los bancos. La relación entre el monto total de prestamos que un banco
puede hacer y su capital propio está regulada por las leyes bancarias de cada país. En todos ellos
los préstamos totales son varias veces superiores al capital, o recursos propios, oscilando entre
tres o cinco veces según los países.
El impago de los intereses de los préstamos hechos a México y Brasil hubiera obligado a
muchos bancos norteamericanos a dedicar una gran parte de los ingresos por inversiones a
compensar las pérdidas de los "nonperforming-loans", o activos-no-operantes, condición que la
legislación bancaria norteamericana da a los préstamos que después de 90 días de la fecha
establecida para el pago de intereses no han generado ningún pago. La aplicación de la condición
de “nonperforming” a una buena parte de los activos de los bancos hubiera significado una
drástica reducción de los ingresos, un aumento de los fondos que tienen que ser destinados tanto a
aumentar las reservas contra malos prestamos como a reforzar la base de capital propio, y
finalmente una disminución de los beneficios, seguidos de una baja en la cotización en bolsa y la
consecuencia final de una eventual pérdida de confianza en el banco por parte de los que han
colocado en él sus depósitos, lo que podría llevar a una catástrofe financiera.
3.2. Reacciones de los acreedores
El cierre de esta “ventana de vulnerabilidad” necesitaba tiempo. A partir de mediados de 1982 la
banca internacional se empeñó en una actividad frenética para comprar tiempo, el tiempo
necesario para robustecer las reservas contra malos préstamos, fortalecer la base de recursos
propios y salvar la cara ante los accionistas y la bolsa. Para ello era preciso que los préstamos no
dejaran de ser activos. El pago del capital dejó de interesar por el momento y la atención de los
bancos se concentró en la manera de dar a los países deudores medios para seguir pagando los
intereses de los préstamos. Era la condición para que las autoridades bancarias siguieran
considerándolos “performing”, es decir vivos u operantes.
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Así comienza esa especie de ruleta rusa que al hombre de la calle le parece un juego sin
sentido, el juego de la reestructuración de los préstamos que consiste fundamentalmente en
prolongar los plazos de vencimiento a la vez que se dan nuevos préstamos para poder pagar los
intereses de los préstamos antiguos. Estos nuevos préstamos no sólo se dieron en unas
condiciones más severas, (plazos más cortos y ''spreads" más amplios) por darse a clientes ya
claramente en problemas, sino que se concedieron bajo la condición de que los gobiernos
deudores aceptaran la entrada en escena de la única instancia que podía imponer a estados
soberanos las políticas económicas adecuadas para asegurar su solvencia internacional, cosa que
está fuera del alcance de los bancos privados.
Esta instancia que intervino en lugar de los bancos es, naturalmente, el Fondo Monetario
Internacional. El FMI había estado ejerciendo lo que se llama la prerrogativa de la
"condicionalidad" sobre todo con los países llenos de problemas financieros del Tercer Mundo.
En virtud de esta condicionalidad, el FMI puede condicionar la concesión de créditos para
resolver problemas de balanza de pagos a que los gobiernos adoptaran las políticas de
“saneamiento” financiero —más tarde lo llamarían "ajuste"—que el Fondo considerara más
convenientes. A partir de 1982 los bancos acreedores comenzaron a adoptar la práctica de exigir a
los gobiernos un compromiso con el FMI previo a la concesión de los "créditos-puente", o
aquellos necesarios para pagar los intereses. De esta manera la distancia entre instituciones privadas y estados soberanos quedó salvada por la intervención del FMI. Así entra en escena otro
actor del drama.
El Fondo comenzó a presionar a los países para que imitaran el modelo de ajuste activo y
pasivo, que años atrás habían comenzado a implementar los países de la OCDE, en otro contexto
totalmente diverso. Nosotros en España, que estamos en medio de este proceso de ajuste,
conocemos la receta universal: congelación de salarios reales y, si es posible, rebajarlos;
reducción del gasto público para reducir el déficit fiscal; supresión de subsidios a ciertos bienes y
servicios de primera necesidad, que incrementaban los gastos públicos por motivos políticos o
demagógicos; elevación de los tipos de interés y devaluación de la moneda; recortar las
dimensiones del sector publico con un proceso de privatización; reducción de las plantillas de las
empresas públicas: favorecer el ahorro y la inversión privada, quitando las trabas a la inversión
directa internacional, etc. Un conjunto de medidas que se suele resumir en la metáfora de
''apretarse el cinturón", cuando en realidad sólo acaban apretándoselo las capas populares y los
beneficiarios de las escasas medidas de la “economía del bienestar” que se dan hoy en día en
América Latina.
4. EL SACRIFICIO DEL DESARROLLO FUTURO
a) ¿Pagar con nuevo endeudamiento?
La reestructuración de la deuda externa es una operación compleja en la que hay que
conjugar tanto los intereses —no siempre armonizados— de la gran y pequeña banca
internacional como las necesidades de crecimiento de los países endeudados.
Esta reestructuración incluye normalmente préstamos nuevos que suponen para los
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bancos un aumento del coeficiente de riesgo y que, por lo tanto, se cobran a unos precios
elevadísimos. A estos términos, los países deudores tampoco pueden aceptar muchos créditos
nuevos. La primera ronda de reestructuración resultó muy cara, añadiendo riesgos a los nuevos y
antiguos créditos con aquellas mismas medidas con las que se intentaban paliar los riesgos.
b) No poder pagar con la propia riqueza
Si difícil resultaba el pago de la deuda, en el frente financiero, también comenzaron a
complicarse las cosas en el frente del comercio de mercancías. En Estados Unidos, alarmados
por los crecientes déficits en la balanza comercial y en la balanza de cuenta corriente, los
congresistas comienzan a pedir, proponer y a aprobar, a pesar de la resistencia del presidente,
legislación para contrarrestar los daños que la competencia del Japón, los países de la Cuenca del
Pacífico, Corea del Sur, Taiwan, Hong-Kong. Singapur, además de México y Brasil, estaban
causando a grandes e importantes sectores industriales del país: acero, automóviles, electrónica,
textiles y confecciones, cueros y zapatos, objetos de deporte, etc.
El daño se derivaba, naturalmente, de la elevación misma del dólar con respecto a otras
monedas, que hacía invendibles las mercancías norteamericanas fuera de los Estados Unidos,
mientras que abarataba enormemente las importaciones que provenían del resto del mundo.
Desde 1983 hasta nuestros días ha tenido lugar el ”boom” de las importaciones en los Estados
Unidos, al que han concurrido la sobrevaloración del dólar y el resurgimiento de la economía
norteamericana a mediados de 1983. gracias no a la supuesta eficacia de la economía de la oferta.
sino a las medidas de corte keynesiano, según ha explicado en repetidas ocasiones el Premio
Nobel Paul A. Samuelson: una política fiscal expansiva con una cierta relajación, no confesada,
del crecimiento monetario.
En estas circunstancias el proteccionismo cierra la tenaza que aprieta a los piases
deudores porque lógicamente éstos no pueden pagar la deuda si no exportan O Si no les dan
nuevos préstamos—que no es una solución definitiva. Los países de América Latina
aprovecharon bastante bien las oportunidades que ofrecía Estados Unidos y exportaron como
nunca a aquel mercado. La balanza comercial de la región registró considerables superávits,
31.500 millones de dólares en 1983, 38.750 millones en 1984 y 34.300 millones en 1985.
Especialmente, los grandes deudores consiguieron cambiar la tendencia de sus pagos
internacionales y generaron significativos superávits: México consiguió un máximo de 13.700
millones en 1983 y Brasil otro de 15.400 el mismo año. Sin embargo, estos mismos éxitos en la
exportación provocaron la reacción de los países en cuyos mercados aumentaban las
exportaciones latinoamericanas. Aunque el principal destinatario de las medidas proteccionistas
era Japón y después los países asiáticos. América Latina también sintió la ola proteccionista. Las
exportaciones de acero de Brasil y México se vieron reducidas por !os “voluntary export
restraints” (o limitaciones voluntarias de las exportaciones). que los mismos exportadores se
imponían bajo la amenaza implícita de ver sus exportaciones sometidas a un arancel “defensivo”,
del tipo que permite el GATT, cuando se dan daños constatables a ciertos sectores productivos de
un país.
Japón, por su parte, mantuvo en este período su tradicional política de restringir el acceso
a sus mercados de las exportaciones del Tercer Mundo —y del Primer Mundo también—por lo
que se ha atraído las críticas de los demás países industrializados y especialmente las iras de los
11
Estados Unidos, que consideran al Japón como el país más proteccionista de la tierra. Pero el
Japón somos todos, porque Europa. la Comunidad Económica Europea, es también un coto
cerrado a las exportaciones de América Latina. Resulta difícil exportar a la CEE tanto los
productos tradicionales: cereales, carne, azúcar, frutas, café, etc.. como los no tradicionales:
textiles, por ejemplo, severamente coartadas por el Multifibre Agreement. confecciones,
productos de cuero, juguetes. acero, cemento y otros productos en que los países de reciente
industrialización (los NlCs, como se dice en inglés de Newly Industrialized Countries) de
América Latina comienzan a ser competitivos en los mercados mundiales.
Los aranceles sobre las manufacturas han sido reducidos en sucesivas rondas de
negociación y cada vez son menos usados para restringir el comercio internacional. Sin embargo,
la importancia de la. barreras no arancelarias (NTBs, del inglés Non-Tariff-Barriers) ha ido
aumentando. El Banco Mundial ha estimado que los países industrializados aplican barreras no
arancelarias al 13% de sus importaciones totales. Un experto en cuestiones comerciales, William
Cline, ha mostrado que de 1978 a 1981 la proporción de importaciones de manufacturas de
Estados Unidos afectada por NTBs era del 45%. La correspondiente proporción para la
República Federal de Alemania es de 28%, para Francia el 40%, para Gran Bretaña el 26% y
finalmente para el Japón 22%. Las importaciones provenientes de países subdesarrollados eran
afectadas por las NTBs en proporciones que van del 43% en Estados Unidos hasta el 24% en
Gran Bretaña.
5. LOS COSTOS DE PAGAR LA DEUDA AJENA
Que los costos de la deuda de las minorías burocráticas, militares y de los negocios, se
hacían recaer sobre las mayorías populares de las naciones latinoamericanas, se comenzó a notar
muy pronto por las protestas callejeras en Lima, Santo Domingo, Sao Paulo, Guatemala etc. Las
medidas de austeridad resultaban sumamente impopulares porque cargaban su peso
desproporcionadamente sobre los tenues mecanismos de redistribución que funcionan en los
países latinoamericanos. Las subvenciones a los productos de primera necesidad o al transporte
popular sufrieron los rigores del ajuste; los tipos de interés se dispararon a las nubes, haciendo
imposible la vida a los pequeños comercios que trabajan a crédito y frenando la construcción de
viviendas que tanto empleo genera, por lo menos por aquellas latitudes.
Las poblaciones resistieron sin mayores protestas el envite de los precios y la reducción
de los salarios reales, así como la reducción de importaciones vitales para la inversión y el
crecimiento, gracias a la ilusión por consolidar las democracias, que después de muchos años de
dictadura militar, comenzaban a florecer en Argentina, Uruguay, Brasil, y por robustecer el
gobierno de izquierdas en Perú.
Pero pronto se vio que el problema de la deuda era un problema político de primera
magnitud, que no podía reducirse, ni en los análisis ni a la hora de diseñar soluciones, a un
problema de liquidez pasajera que concernía exclusivamente a los bancos acreedores y a algunos
sectores gubernamentales de los países endeudados. Era un problema que no podía dejarse a
banqueros, como diría el mismo Henry Kissinger, sino que debía politizarse correctamente para
tener en cuenta las dimensiones políticas que afectaban a todos los aspectos de la vida pública del
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continente americano. El problema no era, pues, un problema de liquidez, ni siquiera un puro
problema de insolvencia, que hubiera quedado en la esfera de la economía, sino un problema que
afectaba a todos los mecanismos de poder que habían hecho posible el regreso de América Latina
a la democracia y que ahora se veían amenazados por el efecto desestabilizador de unas políticas,
de lógica impecable en la teoría pero cuya aplicación producía unos costos sociales mayores de
los que las frágiles democracias latinoamericanas podían soportar.
La exploración de vías de solución es más bien deprimente. Los mecanismos que
funcionan hasta ahora para solucionar el problema son más bien vías para perpetuarlo. No es
posible la solución teórica o estrictamente legal de pagar a como dé lugar. No todas las
propuestas para salir de apuros momentáneos representan soluciones durables al problema de la
deuda y a los condicionantes profundos que lo han generado. Las soluciones propuestas son
varias:
a) la que formuló Fidel Castro en el Encuentro de La Habana sobre la Deuda Externa de
América Latina y el Caribe, quien, partiendo de la convicción de que la deuda no se puede pagar,
propuso una negociación con los países industrializados para llegar a un nuevo orden
latinoamericano e internacional. Lo único que la solucionaría definitivamente;
b) el marco global para las negociaciones “caso por caso” del Consenso de Cartagena
c) la solución de Alan García de dedicar solamente el 10% de las ganancias de las
exportaciones a las obligaciones de la deuda. Una limitación, que de hecho no ha cumplido en
1985, en parte, quizá, porque ha comprendido que de esta manera se acumula la deuda repudiada
al ritmo del tipo de interés.
Ha habido propuestas para transformar la deuda, es decir, para cambiar en parte sus
agentes, en parte su naturaleza, y asegurar así en todo caso que no sufran los bancos por una
posible insolvencia generalizada de los deudores. Muchos de los proyectos que se propusieron en
los días inmediatamente posteriores al pánico de finales del 1982, pretenden socializar e
internacionalizar la deuda, reconociendo que, en el mejor de los casos, la situación tal como
estaba planteada en aquel momento era un juego "suma-cero" (donde uno gana y el otro pierde),
aunque también pudiera haber sido uno de suma negativa, es decir, que los dos contendientes
perdieran. El análisis se centra en las propuestas del banquero Zombanakis, una propuesta hecha
famosa por su publicación en The Economist, y la del economista de Columbia, Peter B. Kenen,
que inspiró muchas variantes. En ellas se da a las instituciones multilaterales, en concreto al
Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, según los casos, un papel decisivo en la
transformación de los acreedores de América Latina de privados en públicos. Lo cual tendría el
beneficio adicional de permitir plazos mas cómodos para el pago de las obligaciones de la deuda.
Las propuestas más recientes, todavía en la línea de la transformación, atienden algo más
a las necesidades de inversión de los países deudores. La más sonada se llama Plan Baker, el plan
que el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos presentó en octubre pasado en la reunión
conjunta del Fondo y del Banco Mundial en Seul. Consiste fundamentalmente en destinar,
durante los tres próximos años, 29.000 millones de dólares, de los bancos privados, las
instituciones multilaterales de crédito y algunos gobiernos, a nuevos préstamos para los países del
Tercer Mundo con mayores problemas de deuda. La propuesta es modesta en vista de las ingentes
necesidades de financiación de los 16 países deudores elegidos para comenzar el Plan, e
incómoda para los bancos menores, que no quieren hacer nuevos préstamos a deudores con
problemas. Pero es importante, porque supone un reconocimiento, aunque todavía tímido, por
13
parte del gobierno de los Estados Unidos de que el problema rebasa la esfera de los negocios
privados, en la que el gobierno no debe intervenir, y constituye una preocupación global, de la
que el gobierno de los Estados Unidos no se puede desentender. En el contexto de la respuesta de
los bancos al plan Baker se examinan los problemas que está teniendo en la actualidad la banca
norteamericana. una hidra de tres cabezas: el Sistema Federal de Crédito Agrícola, los bancos
petroleros de Texas y Oklahoma y los préstamos al Tercer Mundo, este cúmulo de problemas ha
hecho al gobierno norteamericano ser menos doctrinario y más preocupado con lo que esta
pasando en el sistema bancario del país.
Sin embargo, en la Cumbre de Tokio (mayo 1986) ni en la de París (febrero 1987) nada
se acordó que pudiera aliviar el problema que el derrumbe de los precios del petróleo ha creado a
algunos eminentes deudores como México, Venezuela, Nigeria y Egipto. Repitieron, eso si, que
el enfoque de la solución tiene que ser el de "caso por caso", para disipar las dudas y quitar las
esperanzas de que los grandes de este mundo pudieran tolerar un principio de negociación global
o cualquier sombra de un enfoque de fuerza. En algunas instancias del mundo industrializado
parece que interesa más que los deudores no se unan que el que paguen sus deudas. Tal como
iban las cosas, la crisis de México, que fue la primera explosión del problema en 1982, se ha
repetido aunque en escala menor en Brasil en 1987. Los grandes bancos ya están prácticamente a
salvo, pero los intereses geo-estratégicos de los Estados Unidos en América Latina estarán en
mayor peligro que nunca, si México hace suspensión de pagos. Podemos contar con otra nueva
ronda de soluciones desesperadas y parciales que no arreglarán nada y solo darán la razón a los
que proponen soluciones más radicales. El problema de la deuda externa latinoamericana sigue
abierto.
6. CRITERIOS PARA UN JUICIO ÉTICO DE LA SITUACIÓN
Primero: una cosa tiene que quedar clara después de este análisis: que las mayorías
populares no deben cargar con el peso de la solución al conjunto de problemas que ha generado
el endeudamiento externo de los países latinoamericanos.
Segundo: también es claro que no nos encontramos ante un simple contrato de préstamo
en que el principio del reconocimiento y pago de la deuda adquirida pueda ser respetado con tal
que exista la voluntad de hacerlo. El problema se ha hecho global, interesando aspectos vitales de
la supervivencia económica y la viabilidad de la democracia en los países deudores.
Tercero: es asimismo evidente que hay varias responsabilidades compartidas en el
surgimiento y agravación del fenómeno y que por lo tanto debe haber un reparto equitativo de
cargas a la hora de buscar soluciones. Esto se afirma no sólo desde un punto de vista normativos
ético o moral, sino desde un punto de vista positivo y técnico, porque, si no se soluciona así, no se
podrá solucionar de ninguna manera. Es especialmente importante que los gobiernos de los países
industrializados, y sobre todo el de los Estados Unidos, reconozcan la responsabilidad en que
incurrieron al dar facilidades y fomentar las actividades crediticias de los grandes bancos. Por su
parte, los bancos, grandes y pequeños, que se embarcaron imprudentemente, sin buenos análisis y
sin coordinación ni información adecuadas, en una operación que prometía grandes ganancias,
pero implicaba riesgos nuevos, carguen con las consecuencias de sus errores de juicio. Esto
significa que los bancos debieran aceptar las sanciones del mercado como pérdida de beneficios.
Finalmente, las instituciones internacionales, Fondo Monetario y Banco Mundial, deben
dedicarse a solucionar equilibradamente el problema global y no solamente a salvaguardar la
solidez de los grandes bancos internacionales Sus responsabilidades se extienden también al
14
bienestar económico de los países miembros menos poderosos. Sena muy de desear que las
soluciones que estos organismos proponen no llevaran al endurecimiento de las condiciones de
vida de las mayorías populares.
En consecuencia, mientras no haya voluntad de poner en marcha un proceso global de
solución en que participen todos los responsables, no se puede exigir a los países deudores que
emprendan acciones unilaterales y parciales como seria cumplir con el servicio de la deuda.
porque no se dan las demás condiciones que darían sentido económico y ético a estas acciones.
Pedirles otra cosa es pedirles que procedan a su propia destrucción.
(1) Economic Report of the President. 1984, United States Governement Printing Office, Washington 1984, p. 29.
(2) INTERNATIONAL MONETARY FUND, World Economic Outlook. 1983. Washington. may 1983. p. 176.
(3) ANJARIA Shailenedra J., KIRMANI Naheed. and PETERSEN Arne V., Trade Policy Issues and
developements. IMP - Occasional paper 38, Washington, Julio 1985, p. 22.
II. INTERES, USURA Y RIQUEZA. UNA REFLEXION CRISTIANA MAS
AMPLIA
Jose L. González Faus
El estudio precedente de Luis de Sebastián me parece una de las reflexiones mejor
fundamentales más éticas y, a la vez, más ponderadas que se han hecho sobre el problema de la
deuda latinoamericana. Pienso que todo cristiano debería suscribir sus cuatro conclusiones
finales.
Ahora toca al teólogo realizar una reflexión más amplia, sobre el marco mismo en el que
se ha planteado el problema de la deuda de los países del Tercer Mundo y que Sebastián ha
caracterizado muy bien en su contradicción: por un lado “un fenómeno económico que se ha
vuelto contra los objetivos intrínsecos del sistema económico”. por otro lado, la obligación de
pagar la deuda (en lo que sea realmente deuda), y mientras se acepte la base que es el sistema
crediticio como medio de desarrollo. Aceptación que, a su vez, se fundamenta en que, en la
economía moderna, ya no se trata de “préstamos para el consumo”, sino de préstamos que pueden
“generar riqueza suficiente para devolverlos”, generar riqueza suficiente “para producir
beneficios” al prestatario, y generar riqueza suficiente “para compensar el riesgo” del prestamista.
Cuando se cumplen estas tres condiciones que enumera Sebastián el dinero se ha convertido en
un factor “indirectamente” productivo. Y esto cambia el contexto de algunas de las antiguas
condenas morales contra la usura.
El tema de esta reflexión debería ser pues desarrollar ese adverbio: “indirectamente”.
Porque parece claro que si —incluso en la economía moderna— el dinero no es productivo más
que indirectamente, sus beneficios solo pueden ser un efecto indirecto y no el principal del
préstamo.
I. LA DOCTRINA CATÓLICA CLÁSICA
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Para iniciar esta reflexión vamos a partir de la doctrina que expone Santo Tomás de
Aquino en la Summa Theologica 2a parte, 2a sección, cuestión 78. Porque en la época de Tomas
ya comienza a entrar en la reflexión de los moralistas la atención (o al menos la pregunta) por la
productividad del dinero.
Tomás de Aquino va elaborando en la Suma, las siguientes distinciones:
I ) Hay cosas cuyo uso consiste en consumirlas. Prestar el uso de esas cosas equivale pues
a prestar su propiedad (puesto que al usarlas desaparecerán). No se puede pues separar la cosa y
su uso porque esta separación sería una falsedad.
Entre estas cosas enumera Tomas, como ejemplo: el trigo, el vino y el dinero. Y por eso
concluye: si uno cobra intereses por el dinero, es como si quisiera vender separadamente el vino
por un lado, y el uso del vino por otro. Eso sería vender lo que no se tiene, y sería una injusticia.
Por eso, el que presta dinero a otro “queda justamente compensado con sólo que se le devuelva lo
que prestó” (art. 1, c y ad 5).
2) Hay otras cosas cuyo uso no consiste en consumirlas. Por ejemplo una casa. En este
caso, uno puede conceder el uso de la casa y conservar la propiedad. Y por la cesión de ese uso
podrá cobrar un precio o alquiler (art 1, c). Si además la casa está rodeada por un hermoso huerto
de frutales, el que recibe su uso podrá pasear por el huerto y tomar la sombra en él, pero los frutos
no son suyos sino del propietario del huerto, y deberá dárselos a el (Ct: art. 3, c).
Tomás añade entonces que el dinero no pertenece a esta otra clase de cosas. Pero al decir
eso matiza: no pertenece primariamente (“principaliter” art: I, c), dejando abiertas unas
posibilidades que retomará en sus reflexiones siguientes.
3) Entre estas puertas abiertas, Tomás enumera:
3. 1.- La de dar una compensación por el daño experimentado por el que prestó el dinero.
Esto, aclara Tomás,”'no es vender el uso del dinero, sino evitar un perjuicio”. Pero añade que, en
este caso: “una compensación del daño, fundada en que ya no se lucrará uno con el dinero que
prestó, no puede ser estipulada en el contrato, puesto que sería vender lo que todavía no se tiene y
lo que quizás nunca se tendrá por diversos motivos” (art. 2 ad I ).
3.2.- La de dar una compensación por deber de amistad. Así como seria contrario a la
justicia obligar a devolver más de lo recibido, puede estar uno obligado a hacerlo por deber de
amistad. Entonces se atiende más al afecto con que se hizo el beneficio que a la magnitud de lo
dado. Por eso, este tipo de compensación no puede ser objeto de ninguna obligación civil: pues
entonces la recompensa sería necesaria y no espontánea (art. 2, ad 2).
3.3.- Cuando uno confía su dinero al comerciante, o a cualquier trabajador experto,
constituyendo con él una sociedad, no le transfiere la propiedad de su dinero, sino que éste sigue
siendo suyo, de tal modo que el comerciante negocia con el, o el trabajador lo usa para su trabajo,
a riesgo del mismo propietario. Por eso puede exigir éste lícitamente —como fruto de la cosa
suya— una parte de la ganancia que se obtenga (art. 2, ad 5).
3.4.-¿Porqué hemos dicho que una parte? Tomás explica a continuación que “lo que se
adquiere con el dinero no es fruto del dinero sino de la industria y de la laboriosidad humana”
(art. 3, c). Y pone la comparación siguiente: el dinero es solo una materia no es como p. ej. la raíz
de un árbol, la cual tiene algo de causa (“rationem causae habet”) porque suministra el alimento
16
al árbol (:1: art. 3, ad 1). Aquí está la productividad ''indirecta".
2.- LA FECUNDIDAD
CONTINGENTE
DEL
DINERO
SOLO
PUEDE
SER
RELATIVA
Y
Lo que de esta exposición de Tomás se sigue para nuestras reflexiones, podríamos
formularlo en el siguiente principio: el dinero no es causa, sino condición de riqueza. La causa de
que entre luz en una habitación es el sol, y nada más que el sol. La condición para que entre la
luz, es una buena ventana.
Pues bien: uno de los errores básicos del sistema capitalista (junto al otro de dar como
legítima la búsqueda del máximo beneficio, y no la de un beneficio proporcionado y solidario a la
vez), es haber confundido la causa con la condición, es decir: haber considerado al dinero como
causa y no como condición de riqueza, haber creído que es la ventana y no el sol, lo que ilumina
la habitación. Esto es lo mismo que la encíclica de Juan Pablo II sobre el trabajo califica como:
haber asentado la primacía del capital sobre el trabajo, cuando lo cierto es la primacía del trabajo
sobre el capital (Cfr. Laborem Exercens l2).
De aquí se sigue que cobrar la deuda con sus intereses es, para el sistema, algo
infinitamente más importante que el que un préstamo de capital produzca (o mejor: contribuya a
producir) riqueza, y aunque la extrema necesidad de toda una población o conjunto de
poblaciones. Pero cuando esto ocurre, nos hemos salido ya de la productividad indirecta del
dinero, y estamos en el campo de la antigua usura.
¿Cómo es posible este error? Esta pregunta tiene en primer lugar una respuesta moral:
según el Nuevo Testamento “el hambre de dinero es la raíz de todos los males” (l Tim 6,10). Y
no hace falta ser cristiano para intuir eso: un poeta pagano anterior al Nuevo Testamento ya había
escrito aquellos famosísimos versos: “hambre idólatra del oro, ¡hasta donde puedes llevar los
corazones de los hombres!” (Virgilio, Eneida).
Pero nunca basta con la sola respuesta moral. El error que comentamos es posible además
por algunas circunstancias materiales concretas, entre las cuales, a simple vista resaltan estas dos:
a) Semejante error permite un desarrollo mucho más rápido: pues de la causa de la
riqueza (el trabajo y la industria humana) se dispone siempre, y lo que más falta son las
condiciones para producirla. Volviendo al ejemplo anterior: el sol existe ya y para todos; por eso
el arquitecto que logra construir un recinto de cristal o con muchas ventanas, parece ser él la
causa de la mayor iluminación.
De este modo, y gracias al error que comentamos, se puede conseguir siempre un
desarrollo mucho más rápido, pero mucho más insolidario. Y esta es la característica del
capitalismo, el cual produce a la vez riqueza e injusticia: cada vez más riqueza y cada vez un
reparto más desigual de ella.
Y b) El error citado es posible además por las macrodimensiones de la economía
capitalista, en las que los árboles ya no nos permiten ver bien el bosque, y en las que se pierde de
vista lo que, en el ejemplo sencillo de la causa y la condición (el sol y la ventana) se veía tan
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claro. Con la multiplicación de intermediarios, y la anonimidad de esas instancias intermedias, es
el dinero el que aparece como generador de riqueza, y ya no indirectamente, sino primariamente.
Es fácil evocar algunos ejemplos de esta infinita complejidad de factores intermedios: un hombre
puede vivir dedicado a operaciones financieras o monetarias, sin aparecer para nada como aliado
o necesitado de la creatividad del trabajo humano, y obteniendo beneficios importantes. Parece
que lo único fecundo sea el dinero. O un Banco (que ya no es una persona concreta, sino una
entidad anónima) recibe prestados unos dineros, por los que paga un interés X, y que, a su vez,
prestará él cobrando un interés tres o cinco veces superior al que él paga.
En este caso, la presunta fecundidad del dinero deja de ser algo real, puesto que está
determinada al arbitrio del que puede manejarlo. Lo mismo ocurre cuando esa presunta
fecundidad del dinero parece variar, y agrandarse o disminuir (o incluso anularse) según de qué
país sea el dinero. Y la cumbre de toda esta ficción se da cuando el Banco llega a prestar dineros
que él en realidad no tiene ¡y con los que se lucra! Y esta es su práctica habitual, porque sabe que
todos sus clientes no irán a retirarle todos al mismo tiempo, los depósitos que le confiaron. Como
recuerda Sebastián: “la relación entre el monto total de préstamos que un Banco puede hacer y su
capital propio” aun estando regulada por leyes, es “varias veces superior al capital, oscilando
entre tres y cinco veces, según los países”.
Pero el riesgo de esta ficción posibilitada por la infinidad de factores intermedios,
estructurales y anónimos, es que pueden llegar a aparecer (y a sufrir realmente) como deudores,
gentes que nunca se beneficiaron del más mínimo préstamo. En esta hipótesis ya no estamos ante
un caso de usura sino ante un caso de atropello o agresión pura y simple.
De este modo, todo el sistema que permite un éxito tan espectacular, se asienta en
realidad sobre una ficción: el dinero es en realidad “el nombre de la rosa” (un puro nombre de
riqueza. que no es en realidad riqueza aunque “funciona” como tal). Pero. por eso mismo, el
sistema que decide constituirse en torno al riesgo de una ficción. debe aceptar en justicia la
posibilidad de que alguna vez esta ficción aparezca (como el arquitecto que construyó la casa con
amplias cristaleras habrá de aceptar que no iluminan lo mismo las ventanas abiertas al norte que
las que dan al sur, porque las ventanas no son causa. sino condición de la iluminación; o tendré
que aceptar que algún día no salga el sol o llueva). Esto es lo que ocurre ahora con la deuda del
Tercer Mundo.
Lo que no le es lícito hacer al sistema es negar esa eventualidad, tratando de garantizar
antes que nada el cobro de intereses, cuando el dinero prestado ni siquiera ha podido generar
riquezas. Lo menos que cabe decir es que. si se considera como fecundo al dinero, hay que
aceptar lo que adjetivaba Sebastián o matizaba Tomás: que esa fecundidad es “indirecta”, o que
no es “primaria”. Por tanto, si la fecundidad del dinero no es necesaria (como los frutos de un
árbol que si que son debidos a su misma naturaleza) el préstamo tiene —respecto de los
intereses— un elemento de contingencia, como el jugar a la tos (aunque quepa añadir que se trata
de una “lotería” muchísimo más segura y con más posibilidades reales de éxito, porque su acierto
no está dependiendo del azar sino del trabajo humano).
3.- DOS CONCLUSIONES
1 ) De aquí se sigue, como mínimo y por lo que toca a la deuda de América Latina, que es
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inmoral querer solucionar el problema a base de nuevos prestamos con los que satisfacer los
intereses anteriores de la deuda: el dinero de esos nuevos préstamos ya no sería “fecundo” ni
indirectamente puesto que no se daba para generar riqueza. Sería un caso claro de usura.
Se sigue también que, aunque haya que tratar de pagarla deuda, esta necesidad no puede
erigirse en único (ni en primer) criterio de solución del problema: exigir eso sería hacer que el
pago de la deuda recaiga casi totalmente sobre las mayorías pobres que no la contrajeron,
mientras los que se aprovecharon del préstamo fueron casi solamente las minorías ricas de
aquellos países. Por eso, como concluye Sebastián, “ha de haber un reparto equitativo (—y
negociado—) de cargas. a la hora de buscar soluciones”.
2) Todo esto por lo que toca a la emergencia presente. Pero además de ella se impone una
conclusión más amplia y más a largo plazo: la humanidad necesita replantearse si es justo y
razonable seguir viviendo en un sistema montado en torno a una ficción, por cómoda y eficaz que
esta ficción parezca. En este sentido se hace inevitable terminar con una referencia al imperativo
moral de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). Porque es enormemente ilustrador
el recordar que las Naciones Unidas, el 1 de mayo de 1974, por 120 votos a favor, 6 en contra y
10 abstenciones, acordaron “trabajar con urgencia por el establecimiento de un nuevo orden
económico internacional”. Que esa decisión de tan aplastante mayoría se haya quedado en puro
papel mojado, no se comprende hasta que uno sabe que los seis países que votaron en contra
fueron: Estados Unidos, Alemania Occidental, Gran Bretaña, Dinamarca, Bélgica y Luxemburgo.
Y que las abstenciones correspondieron a Japón, Canadá, Israel, Italia, Francia, Holanda, Austria,
Noruega, Irlanda y España. Es decir: la reducida minoría de países ricos, (que son ahora los
países acreedores) ha impedido la resolución de una abrumadora mayoría. ¿Como pues va a
quejarse ahora si el orden económico que ellos eligieron, produce una de esas disfunciones que
hacían necesaria la búsqueda de un orden nuevo?.
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2 APÉNDICE
1. TEXTOS
1Algunas comunidades ofenden a Dios y al prójimo, y pecan contra los derechos divinos y
humanos, aprobando la maldad de la usura. Y sus leyes permiten que, bajo juramento y con
firma, se exijan y se paguen intereses. Y no sólo lo permiten, sino que conscientemente obligan a
ello a los deudores, e imponen graves cargas legales, unas veces a base de repetir los préstamos
usureros, y otras impidiendo su repetición mediante exquisitas excusas fraudulentas.
Por eso, queriendo salir al paso de una falta de consideración tan perjudicial, El Santo
Concilio aprueba que todas las autoridades de esas comunidades (militares, políticas, judiciales,
consejeros o cualesquiera otros oficiales), que consciente y libremente. en su actuar, escribir o
legislar, se atrevan a pretender que se paguen intereses, o que no se restituyan cuando ya se han
cobrado, todos esos incurran en excomunión...
Además. como los prestamistas hacen muchos contratos ocultamente y con engaño. de
modo que no se les puede demostrar su maldad usurera decretamos que se les obligue bajo
amenaza de censura eclesiástica. a mostrar los libros de sus Cuentas.
Y si alguien cae en el error de afirmar pertinazmente que no es pecado ejercer la usura,
decidimos que se le castigue como hereje. Y urgimos a los ordinarios e inquisidores de cada
lugar, para que no dejen de proceder contra quienes sean sospechosos de ese error, como contra
los sospechosos de herejía.
(Concilio Ecuménico de Vienne, año 1311. decreto 29).
2Con toda razón es odiado por todos el préstamo a interés, puesto que pretende sacar
ganancia del dinero mismo, en lugar de emplearlo para aquello para lo que esta hecho el dinero.
Pues el dinero fue inventado para facilitar los intercambios, mientras que el interés lo aumenta y
lo multiplica, y por eso en griego se le llama tokos que es lo mismo que parto. ya que las cosas
dadas a luz son siempre de la misma naturaleza que los generadores o procreadores, y en el caso
del interés, el dinero da a luz dinero.
Por eso, de todos los modos de buscar dinero, este es el más contrario a la naturaleza.
(Aristóteles, Política. L.1, cap 10).
3Nosotros, los miembros de las Naciones Unidas. Habiendo convocado un período
extraordinario de sesiones de la Asamblea General para estudiar por primera vez los problemas
de las materias primas y el desarrollo, y considerar las dificultades económicas más importantes
con que se enfrenta la comunidad internacional.
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Teniendo presente el espíritu, los propósitos y los principios de la Carta de las Naciones
Unidas de promover el progreso económico y social de todos los pueblos.
Proclamamos solemnemente nuestra determinación común de trabajar con urgencia por el
establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional, basado en la equidad, la igualdad
soberana, la interdependencia, el interés común y la cooperación de todos los Estados,
cualesquiera que sean sus sistemas económicos y sociales, que permitan corregir las
desigualdades y reparar las injusticias actuales, eliminar las disparidades crecientes entre los
países desarrollados y los países en desarrollo, y garantizar a las generaciones presentes y futuras
un desarrollo económico y social que vaya acelerándose en la paz y la justicia...
(Declaración de la ONU sobre el NOEI, 1 mayo 1974)
4Los precios a los que los países del tercer mundo deben vender sus productos de
exportación, y los precios que deben pagar por sus importaciones de alimentos y bienes
manufacturados, así como los tipos de interés que han de pagar y las condiciones que deben
cumplir para obtener préstamos, los criterios de conducta económica de los inversores
extranjeros, las cantidades y condiciones de la ayuda externa etc. están esencialmente
determinados por el mundo industrializado...
El sistema mundial de finanzas, desarrollo y comercio, establecido por la Conferencia de
Bretton Woods en 1944 —el Banco Mundial, el FMI y el GATT— fue creado por el Norte para
evitar una repetición de los problemas económicos que se consideraban como causantes de la 2a
guerra mundial. Cuarenta años mas tarde este sistema parece incapaz sin cambios básicos. de
ayudar a los países deudores —que no tuvieron parte en su creación— a administrar su
endeudamiento. cada vez más insostenible de manera efectiva y equitativa... Esto es un
escándalo: son los pobres los que sufren más por causa de las medidas de austeridad exigidas
cuando un país busca el “sello de aprobación” del FMI en relación con un préstamo comercial (o
quizá para un programa de ayuda exterior)...
“La ética cristiana es incompatible con un enfoque primario o exclusivo en el principio
de máximo beneficio”
(Carta Pastoral de los obispos norteamericanos. Justicia económica para todos 1986).
---------------------------------------------------------------© Cristianisme i Justícia, Roger de Llúria 13, 08010 Barcelona
Telf: 93 317 23 38;Fax: 93 317 10 94;
correu-e: [email protected]; http://www.fespinal.com
21
29
LA GRAN CONTRADICCIÓN
DEL
NEO-LIBERALISMO MODERNO
O LA SUSTITUCION DEL HUMANISMO LIBERAL
POR EL DARWINISMO SOCIAL
Luis de Sebastián
1. INTRODUCCIÓN
2. EL LIBERALISMO COMO MOVIMIENTO DE OPOSICIÓN A LOS MONOPOLIOS REALES
3. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y LA REALIZACIÓN CONCRETA DE LOS IDEALES LIBERALES
4. NOTAS
1
1. INTRODUCCION
La tesis que defiendo en este cuaderno es que el fenómeno social e ideológico conocido en
nuestros tiempos como neo-liberalismo no se parece en nada al liberalismo económico clásico
de los autores de la Economía Política Británica de los siglos XVIII y XIX. Antes bien es un
movimiento opuesto a los ideales, motivaciones y objetivos económicos y sociales que tuvo
aquel. El término neo, añadido al de liberalismo, resulta de hecho equivalente a
no-liberalismo.
Para mí el neo-liberalismo es no-liberalismo; es la negación del liberalismo. Esto lo voy a
demostrar, mostrando que la ideología «neo-liberal» de nuestra época es darwinismo social,
la doctrina que exalta la necesidad y conveniencia para el conjunto de la sociedad (y de la
especie humana) de que algunos miembros de ella, los mejor dotados y capacitados para la
competencia económica, tengan todas las oportunidades de triunfar y sobrevivir en la
enfrentamiento de los hombres contra la naturaleza y de los hombres entre sí por mantener el
control sobre los recursos creadores de riqueza.
Por su propia descripción se hará evidente que el darwinismo social es conceptualmente
contradictorio y prácticamente incompatible con los valores que promovía o intentaba
promover el liberalismo tradicional.
2
2. EL LIBERALISMO
MONOPOLIOS REALES
COMO
MOVIMIENTO
DE
OPOSICION
A
LOS
2.1. La oposición social al «Ancien Régime»
El liberalismo como movimiento social es un movimiento de oposición al modo de concebir y
organizar la sociedad que resulta de la evolución del mundo medieval hacia el mundo de los
estados-nación centralizados y regidos por monarquías absolutas.
Tanto en el medioevo como en la edad moderna se mantiene la concepción de que la sociedad
está formada por personas, situadas por nacimiento en estados -o estamentos- sociales,
subordinados unos a otros bajo la autoridad real. Los «estados» son inmutables,
infranqueables y estancos (es decir, que no se puede pasar de uno a otro), como reflejo del
destino de las personas en la historia, que les ha asignado Dios. Y de hecho la movilidad
social es normalmente rara e imperfecta. Sólo se llega a las cimas de la sociedad o por el
heroísmo en las guerras, o por la conquista de nuevas tierras en ultramar o por la santidad en
la religión (el ejército y la iglesia son los únicos canales institucionalizados de movilidad
social). El comercio y las finanzas son ciertamente caminos de riqueza, pero no
necesariamente de ascensión social, aunque, a la larga, la Providencia siempre encontraba la
manera de transformar la riqueza en nobleza.
Esta concepción de la sociedad sanciona la desigualdad en el estado de las personas, y, por
consiguiente, en sus prerrogativas y derechos, como una manifestación de una voluntad divina
misteriosa y soberanamente arbitraria. La igualdad radical de la condición de hijos de Dios y
redimidos por la sangre de Cristo, que se defiende en Teología, no tiene su reflejo o correlato
social en una igualdad básica de todos los seres humanos en las actividades e instituciones de
la vida social.
Antes, al contrario, el ordenamiento jerárquico de los «estados» es un requisito para el buen
funcionamiento de la sociedad y para la mayor gloria de Dios (1).
El poder político, o sea, el poder real viene directamente de Dios, aunque esta voluntad de
Dios a veces había que descubrirla, a posteriori, en el éxito de guerras, conspiraciones o
conquistas. Normalmente esta voluntad se manifestaba a través de la sucesión dinástica. El
pueblo no tiene en sí ningún poder, ni sus derechos son originarios; solo tiene los derechos
que le concede el rey. El pueblo se beneficia del poder real en la medida en que es buen
súbdito, cumpliendo sus obligaciones para con el rey, que es quien se debe encargar de
procurar el bienestar de todos sus súbditos.
2.2. La «economía sometida» en el régimen de monarquía absoluta
En este estado de cosas, el ordenamiento, vigilancia y control de la economía es una de las
principales prerrogativas y responsabilidades del rey. Desde tiempos inmemoriales se ha creído
en la necesidad de ordenar y regular el ejercicio de las actividades comerciales y cambiarias
(2). También desde la más remota antigüedad se ha reconocido a los gobernantes el derecho
de cobrar impuestos y de incurrir en una serie de gastos necesarios para la comunidad.
Durante muchos siglos la actividad económica ha estado regulada «desde fuera», bien por
principios religiosos (como la obligación de pagar diezmos y primicias, la prohibición de la
usura, etc.) o por principios políticos («el comercio internacional es una prolongación de la
diplomacia y aun de la guerra») o por otro tipo de consideraciones, como el arbitrio y el
capricho real. Esta práctica correspondía al estado de opinión dominante. Hasta muy
recientemente en la historia de la humanidad, la actividad económica de los particulares se ha
considerado incapaz de contribuir a los objetivos comunes de la sociedad (supremacía política,
triunfo militar o el «bien común»), si no se ordenaba y se sometía a los conceptos y designios
3
rectores de la autoridad. El egoísmo se concebía como socialmente ineficiente y la autonomía
de los agentes económicos como una debilidad o irresponsabilidad de los poderes públicos.
En la monarquía absoluta, además, la actividad económica está sometida a la corona en la
medida en que crea riqueza y la riqueza es fuente de poder. La riqueza de las arcas reales hace
posible las flotas y los ejércitos, los cañones y las fortificaciones. Hace posible también dotes
matrimoniales y la compra de estadistas extranjeros. No se puede, pues, dejar la creación de la
riqueza-poder (nacional e internacional) al azar, a la improvisación o al arbitrio de múltiples
agentes económicos, cuando cada cual busca su propio provecho y no el del estado, o sea, el
de la corona. Esta es la concepción básica -derivada, por cierto, de Maquiavelo-, de lo que
autores posteriores y críticos llamarían el mercantilismo. Contra esta concepción se rebelan
los economistas liberales del siglo XVIII y XIX.
El mercantilismo o sistema mercantil, como lo calificó Adam Smith (3), representa la
máxima expresión del control estatal de una economía nacional cada más compleja y amplia.
Los autores liberales pusieron sus puntos de mira en la organización de la economía francesa
durante los últimos Borbones -concretamente bajo el ministro Colbert- como el prototipo de
una organización absurda y aberrante económicamente, que un estado moderno tendría que
evitar a toda costa.
El mercantilismo, en esencia, prescribe hacia afuera una política comercial agresiva y
proteccionista, con vistas a maximizar el saldo de la balanza de pagos y el consiguiente flujo
de oro y plata (la «especie», como decían entonces); y hacia adentro el control y la
«planificación» (4) de la economía, con vistas a servir más eficientemente a los intereses
políticos de la corona. Para ello, a lo largo de los siglos XVI y XVII, se puso en pie una
organización basada en los monopolios reales: grandes empresas, que, bajo la protección
especial de la corona y con exclusión de competidores, se dedicaban a las actividades
comerciales y productivas que los reyes juzgaban de mayor trascendencia para sus proyectos.
De esta manera, el gran comercio, el comercio en los nuevos y fascinantes productos
ultramarinos, la producción que aplicaba nuevas tecnologías, y algunas actividades agrícolas
esenciales, se desarrollaron bajo un régimen de protección y monopolio, que proporcionó
grandes ganancias a los beneficiarios, pero que implicaba a la vez gran control e interferencia
por parte de los gobernantes y ministros de finanzas. A larga, de este régimen económico
resultaron grandes ineficiencias y distorsiones en los mercados, con severos daños para la
multitud de pequeños comerciantes y agricultores no protegidos, así como para la clase
emergente de fabricantes independientes que, dejando los gremios, comenzaron a producir
(por su cuenta y con una «división del trabajo») las manufacturas de uso más corriente.
2.3. Las fuerzas liberadoras del mercado. La auto-regulación
La manera de liberar a la actividad económica de la tutela y control real comienza por
demostrar que esta tutela no es necesaria, sino, más bien, contraproducente. Esta novedosa y
difícil demostración supone una especie de armonía pre-establecida en el terreno económico,
en virtud de la cual, mientras cada empresario emplea los recursos productivos de la manera
más ventajosa para él, se produce una asignación de recursos más ventajosa para la
comunidad.
Gestionando esa industria de manera que su producto sea del mayor valor posible, el
(empresario) busca únicamente su propio beneficio, y en esto, como en muchos otros casos,
está dirigido por una mano invisible a lograr un fin que no era parte de su intención (5).
El liberalismo supone también el sometimiento de los mercados y de las relaciones económicas
entre los agentes a unas leyes de funcionamiento, tan objetivas como las leyes físico-naturales,
que delimitan las posibilidades de lo que puede hacerse desde fuera con el sistema económico.
Estas leyes tienen que ser conocidas como condicionantes de actuar, respetadas como
4
normas y utilizadas para predecir los resultados de la actividad económica. Ellas ofrecen las
líneas de movimiento más seguras para lograr que el sistema funcione bien. Lo mejor que se
puede hacer con la economía es dejar que las leyes objetivas que la rigen funcionen solas, sin
interferencias externas.
Con otras palabras, el sistema económico (es decir, el conjunto de mercados de productos y
factores de producción) se puede regular a sí mismo. Pero para ello es necesario que las
autoridades no impidan, con su intervencionismo, que funcione el mecanismo de
auto-regulación. De ahí la exigencia del laissez faire, laissez passer («dejar que las cosas
sigan su curso natural»). La pieza clave del mecanismo de auto-regulación es la competencia
entre compradores, tanto de productos, como de los servicios de los factores de producción.
La competencia, basada en una buena información sobre las posibilidades que ofrecen los
mercados, es en definitiva la fuerza social que equilibra los mercados, igualando la oferta y la
demanda.
El equilibrio de los mercados determina unos precios que reflejan perfectamente tanto las
preferencias subjetivas de los consumidores, como las disponibilidades objetivas de los
productores. De esta manera, no sólo se obtiene la mejor (para la sociedad) asignación posible
de los recursos productivos, sino que se obtienen los mejores precios posibles, es decir los
precios más bajos y más ajustados a las condiciones de producción. Los precios de equilibrio,
o precios competitivos, resultan ser, en cierta manera, los precios justos que tanto
preocupaban a los predicadores y moralistas de los siglos anteriores.
2.4. La competencia como la energía generadora de la eficiencia social
Para los liberales clásicos, la competencia era una cosa muy seria. En su esquema, no hay más
lazo de unión entre los esfuerzos individuales de muchos agentes económicos que actúan
egoistamente y el bien de la sociedad, el cual también les interesa, que el de la competencia.
La competencia liga a los individuos, aun a pesar suyo, y les condiciona para que de todas las
opciones posibles escojan de hecho, como por imposición del conjunto de agentes sobre cada
uno en particular, las que son mejores para el conjunto. Así el conflicto entre el
individualismo-egoísmo y el bien común, se resuelve por la acción de la competencia sobre las
decisiones individuales. Si se eliminara la competencia del sistema económico, desaparecería el
vínculo entre el interés individual y el bien común. Sin competencia resultaría una sociedad
donde domina la ley del más fuerte, donde los intereses particulares de los que han
encadenado las fuerzas de la competencia (los monopolios) dominan sobre los intereses
generales. En esta sociedad no habrían igualdad de oportunidades, ni libertad económica, ni
eficiencia social. Es una sociedad que los liberales clásicos rechazarían como una
reproducción de las peores instituciones del pasado que ellos trataron de eliminar.
2.5. El monopolio como negación radical de la competencia y del mecanismo
auto-regulador
La existencia de la competencia, pues, supone una organización económica en que ninguno de
los empresarios o agentes participantes posee una desmesurada cuota de poder sobre el
mercado. Todos tienen que ser pequeños empresarios -para usar terminología moderna- o, por
lo menos, empresarios con aproximadamente las mismas oportunidades: el mismo acceso a las
materias primas y la tecnología productiva, el mismo acceso a los mercados de los productos,
la misma información sobre las preferencias y demandas de los consumidores, etc. En cuanto
alguna empresa tenga alguna clara ventaja sobre las demás en alguno de estos aspectos, se
impondrá sobre las demás y la competencia entre ellas se verá disminuída. Este es, en realidad,
un mundo de igualdad de oportunidades para los agentes económicos, basado en igual
información e iguales condiciones, donde sólo diferencia el mayor trabajo, la mayor
comprensión de las leyes del mercado, o la suerte.
5
Estas condiciones no se daban en el sistema mercantilista, que se basaba en la existencia de
monopolios reales. La regulación, hecha al margen (o en contra) de las leyes objetivas del
mercado era necesariamente ineficaz. Los recursos no se empleaban de la mejor manera
posible ni los precios resultantes de la intervención real eran los más justos (más bajos).
Adam Smith lo tenía muy claro:
El monopolio, además, es un gran enemigo de la buena gestión, que no se puede establecer
universalmente si no es como consecuencia de una competencia libre y general que obliga a
cada cual a recurrir a ella para su propia defensa (6).
Y John Suart Mill también:
Yo pienso que, incluso en el estado actual de la sociedad y de la industria, toda restricción de
la competencia es un mal y toda extensión de ella, aun cuando por algún tiempo perjudique a
alguna clase de trabajadores, es siempre un bien definitivo (7).
David Ricardo, por su parte, atacó severamente los monopolios en el comercio internacional,
como ineficientes y perjudiciales a la larga contra el país que los establece (8).
2.6. El control ético de la competencia. «La Teoría de los Sentimientos Morales»
Sería injusto atribuir a los liberales tradicionales una concepción del mundo puramente
«armonicista» (creencia en la armonía pre-establecida de los intereses económicos de las
diferentes clases). Según ha resaltado el historiador del Pensamiento Económico, Lionel
Robbins, -y como se ve leyendo sus obras-, los clásicos liberales estaban muy conscientes de
los conflictos de intereses que se podían dar entre las diversas clases sociales.
Aun concediendo la posibilidad de establecer un estado de perfecta libertad económica...la
armonía que se establecería sería una armonía de una naturaleza muy limitada. Habría ventajas
mutuas en el intercambio... Pero las tendencias a largo plazo de la sociedad no eran
necesariamente buenas ni se armonizaban los intereses de todos. Los analistas clásicos
abundan en descripciones pesimistas y revelaciones de los conflictos de intereses. (9)
En efecto, en ellos encontramos descripciones perfectas de lo que Marx, años más tarde,
habría de llamar la «lucha de clases». Bástenos aquí recordar el capítulo octavo del libro
primero de La Riqueza de las Naciones, «sobre los salarios del trabajo», donde se describe
perfectamente los conflictos y los juegos de poder que entran en la determinación de los
salarios.
En los clásicos, pues, la competencia, para resultar una energía ordenadora de los
intercambios económicos, tenía que inscribirse en un ordenamiento jurídico que limitaba los
derechos de cada uno con los iguales derechos de los demás, y practicarse desde una actitud
ética, que tuviera en cuenta las consecuencias sobre los demás miembros de la sociedad de las
propias acciones en busca del bien particular. De esta manera, la competencia no chocaba con
la democracia, ni con la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, ni contra la libertad de
todos en el mercado. Los principios y comportamientos económicos exaltados en «La Riqueza
de las Naciones» están enmarcados en los principios morales de la «Teoría de los Sentimientos
Morales», la otra gran obra de Adam Smith.
Así concebida, la competencia no es solamente una garantía de eficiencia en la asignación de
los recursos escasos, sino también una defensa de la libertad económica individual y de la
igualdad de oportunidades en el mercado. Es, sin duda, una competencia utópica; pero no se
negará que es compatible con los ideales revolucionarios de libertad, igualdad y fraternidad
(aunque esto último menos claramente!).
La concepción ética que subyace a la noción clásica de la competencia se delata en la
preocupación de los economistas clásicos por «the condition of the people» (la suerte de las
6
gentes), o el problema social, que la revolución industrial estaba generando ante sus ojos. Así,
Adam Smith opinaba:
Los sirvientes, obreros y trabajadores de diversas clases componen con mucho la mayoría de
toda sociedad política desarrollada. Pero lo que mejora las condiciones de la mayoría nunca
puede considerarse como un inconveniente para el conjunto. Ninguna sociedad puede ser
floreciente y feliz, si la mayoría de sus miembros son pobres y miserables (10).
Y Robert Malthus años después afirmaba:
Si un país sólo puede ser rico por medio de una carrera de salarios bajos, yo estaría dispuesto
a decir: abajo con esa riqueza (11).
Autores posteriores perderían este interés por la suerte de las mayorías, al plantear el
problema de la redistribución, no como el problema de repartir el «producto anual entre las
diversas clases de gente» (David Ricardo), sino como el problema de poner precio a unos
factores de producción, concebidos como cantidades in abstracto (prescindiendo de la
cuestión de quien los ha apropiado) de diversos recursos productivos que entran en una
función objetiva de producción. La diferencia con los clásicos de la segunda generación, o
marginalistas, es tremenda, y marca la diferencia entre una concepción de la competencia con
limitaciones y preocupaciones éticas y otra sin este tipo de preocupaciones. Los clásicos de
primera hora aparecen en la historia como unos reformadores, humanistas y éticos, aunque
algo ingenuos, que fueron opacados pronto por oportunistas, apologistas y defensores a
ultranza del «statu quo». De estos tenemos que ocuparnos con más detenimiento.
7
3. LA REVOLUCION INDUSTRIAL Y LA REALIZACION CONCRETA DE LOS
IDEALES LIBERALES
3.1. La tendencia a la concentración de las empresas
La utilidad social del liberalismo clásico, como conjunto de principios para ordenar la
actividad económica, se va agotando a medida que va desapareciendo el capitalismo
competitivo de primera hora. Las muchas empresas de proporciones aproximadamente iguales
pasan por un proceso de concentración que reduce su número. Así comienzan a aparecer
empresas grandes, monopolios y oligopolios, que gradualmente van a cambiar la estructura de
los principales mercados. Las condiciones de posibilidad para la libre competencia entre
agentes económicos en los sectores más dinámicos han dejado de existir como realidad
histórica ya a finales del siglo XIX. Lo que se va a seguir llamando «competencia» es otra
fuerza social, un fenómeno de naturaleza distinta, es básicamente un conjunto de reglas de
juego (o de comportamiento) de las grandes empresas, para repartirse unos mercados en
expansión sin amenazarse y destruirse mutuamente. El talante ético de esta nueva clase de
competencia brilla, naturalmente, por su ausencia.
Karl Marx había visto con gran clarividencia en los albores de la Revolución Industrial que la
tendencia a la concentración de empresas en conglomerados mayores es algo connatural a los
mercados capitalistas. La «explotación de capitalistas por capitalistas», como diría este autor,
lleva necesariamente a destruir las condiciones de la competencia «idílica» y ética en que se
basan las concepciones liberales clásicas. La necesidad de crecer, la aparición desigual de
«economías de escala» y externalidades en los procesos productivos, las ambiciones
personales y otros factores rompen pronto las filas de las empresas que compiten en pie de
igualdad. Alguna crece más rápidamente que las otras y se apodera de porciones mayores del
mercado. Las demás desaparecen, engullidas por la primera, o han de asociarse a su vez en
una empresa mayor para poder hacerle frente. La innovación tecnológica también va
ofreciendo ventajas a algunas empresas que se constituyen en las dominantes de sus mercados.
De esta manera se van estableciendo los monopolios en los mercados competitivos. Sólo que
ahora no son monopolios regios o estatales (como los mercantilistas que fueron combatidos
por los liberales), sino monopolios privados, con una fuerza que llega a enfrentarse o a
dominar el poder de los monarcas y gobernantes. Pero pocos son los verdaderos monopolios,
es decir, aquellos en que una industria se reduce a una empresa (como fue la Tabacalera en
España, durante muchos años). Normalmente los mercados se los reparte un número reducido
de empresas (cuatro empresas en el automóvil en Estados Unidos, por ejemplo), que compiten
entre sí dentro de un acuerdo tácito o explícito, cuando la ley no lo prohibe, para no
perjudicarse en cosas esenciales.
La base fáctica y la realidad empresarial, en que se sustentaba el modelo liberal de
ordenamiento económico había cambiado radicalmente. Pero se seguía usando el paradigma
liberal para contener la intervención del Estado contra los abusos de los monopolios; se seguía
usando la imaginería de un mundo de pequeñas o medianas empresas competitivas aplicándola
a los problemas e intereses de las grandes empresas en una estructura oligopolista. ¿Por qué se
procedió así? Quizá porque los economistas no pudieron encontrar una teoría que justificara la
eficiencia social de la nueva organización de los mercados; quizá porque los empresarios
comprendieron que las ideas antiguas -y ya anacrónicas- rendían un servicio de ocultamiento,
y por lo tanto de defensa, de los poderes que las grandes empresas ejercían indebidamente
sobre la sociedad (12).
Los clásicos de segunda ola, los neo-clásicos, quitaron los aspectos desagradables de la
economía clásica como la teoría de la distribución («la funesta oposición entre los salarios
8
y los beneficios»), y elaboraron con derroche de agudeza mental el modelo de equilibrio
general de competencia perfecta, en la medida en que la competencia generalizada desaparecía
y se transformaba a lo más en competencia monopolista. Sólo en los años anteriores a la II
Guerra Mundial se comenzó a escribir, no sin cierta timidez, sobre la «competencia
imperfecta» como un modelo alternativo al estudio de los mercados.
3.2. La Revolución Industrial en Inglaterra y Estados Unidos.
Es interesante compararlas, porque se dieron en circunstancias y con modalidades distintas, y
-lo que es más relevante para nuestro argumento- porque el pensamiento subyacente también
fue muy diverso. La revolución industrial inglesa es el fenómeno de fondo del capitalismo
originario, competitivo, de pequeñas y medianas empresas, que trabajaban el textil y los
metales. Constituye el «Sitz in Leben» del liberalismo clásico.
La revolución industrial en Estados Unidos comenzó más tarde, logrando su apogeo con la
construcción del ferrocarril entre 1867 y 1890. En este proceso, las empresas pequeñas y
medianas no tuvieron el mismo protagonismo que en Inglaterra. En EE.UU. las grandes
empresas oligopolistas fueron desde el principio los impulsores de la construcción y
explotación de los ferrocarriles, el verdadero polo de desarrollo de la economía
norteamericana. Fueron también grandes empresas las que desarrollaron la industria del acero,
de la extracción y refinado del petróleo, del carbón, del tabaco, de la madera, del automóvil,
etc. La revolución industrial americana está protagonizada por los «big business» y los
grandes empresarios como Vanderbilt, Rockefeller, Carnegie, Duke, Stanford, Morgan, etc.,
personas que acumularon muy rápidamente un inmenso poder, tanto en el sector financiero
como en el sector real.
En ese contexto socio-económico no había lugar para el liberalismo competitivo-humanista de
Adam Smith, Malthus y Stuart Mill. En Estados Unidos, de hecho no hubo una ideología
liberal aplicada a los negocios, aunque la revolución americana estaba inspirada fuertemente
por los liberales europeos de la época. No es coincidencia que el año de su independencia sea
el año de publicación de «La Riqueza de las Naciones». Pero, según la mayoría de los
historiadores, el desarrollo económico que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX poco
tenía en común con los ideales de Washington, Jackson y los demás padres de la patria, que
contemplaban como típicamente americana una sociedad de pequeños y medianos empresarios
mayoritariamente rurales que trabajaban en un mundo donde reinaba la igualdad de
oportunidades. El inmenso poder que amasaron los banqueros, ferroviarios e industrialistas
trastocó los ideales que animaban a la mayoría de la población americana, todavía rural, y
provocó muchas protestas y aun revueltas políticas contra el poder de los multimillonarios.
Estos se sirvieron descaradamente de la administración pública para aumentar las ocasiones de
enriquecerse y evitar las regulaciones y trabas a sus manejos, aunque el desastre de los años
treinta acabó por hacerlas inevitables.
Los grandes «tycoons» no tenían más ideología que la de acumular poder y dinero. Algunos se
sirvieron de la ideología liberal, aunque tardíamente y con no mucha convicción, para justificar
la ausencia del gobierno federal en el mundo de los negocios y para rechazar sus
intervenciones, siempre tímidas e insuficientes, destinadas a limitar el poder y los abusos de
los grandes empresarios. En este vacío ideológico, sin embargo, prosperaron las nociones y
conceptos de Herbert Spencer, un profesor escocés llevado a Estados Unidos por Andrew
Carnegie, el rey del acero (también escocés de origen), para difundir sus creencias entre el
público americano. Spencer es el padre del darwinismo social que, para ponerlo en dos
palabras, defiende el privilegio de los más fuertes como un requisito para el bien de toda la
sociedad.
Un aprovechado discípulo de Spencer, el profesor William Graham Sumner, escribía en marzo
9
de 1894:
El movimiento de organización industrial que acabamos de describir ha producido una gran
demanda de hombres capaces de gestionar grandes empresas. A estos se les ha llamado
«capitanes de la industria»... Los grandes líderes del desarrollo de la organización industrial
necesitan los talentos de habilidad administrativa y ejecutiva, poder para mandar, coraje y
fortaleza, que antes sólo se requerían en los asuntos militares... La posesión de las cualidades
requeridas es un monopolio natural. En consecuencia, todas las circunstancias han concurrido
en dar a los que poseen este monopolio enormes y siempre crecientes niveles de
remuneración... Los capitanes de la industria y los capitalistas que operan sobre la coyuntura
ganan, si tienen éxito, grandes fortunas en un tiempo muy breve. No hay ganancias que sean
más legítimas ni que rindan mayor servicio al conjunto del cuerpo industrial... Sería fácil
mostrar que se hace bien con la acumulación de capital en pocas manos, es decir, bajo una
estrecha y directa gestión, permitiendo una pronta y acertada aplicación. Como sería fácil
decir que se hace daño con acusaciones vagas e infundadas de elementos y grupos sociales
determinados. En los recientes debates acerca del impuesto sobre la renta, se ha tratado como
un axioma que las grandes acumulaciones de riqueza son socialmente perjudiciales y tendrían
que romperse con impuestos. Tenemos pruebas directas de cuán dañoso es equipar a los
políticos y periodistas con estos dogmas que no han sido demostrados porque son
indemostrables... (13).
Y el promotor americano de Herbert Spencer, Andrew Carnegie, escribía a finales del siglo
XIX acerca de una situación ideal
en que los excedentes de riqueza de los pocos se convertirían, en el mejor sentido de la
palabra, en propiedad de los muchos, porque se administrarían para el bien común; y esta
riqueza, pasando por las manos de los pocos, sería una fuerza para la elevación de
nuestra raza mucho más potente que si se distribuyera en pequeñas sumas entre las
gentes del pueblo. Aun los más pobres tienen que ver este argumento y estar de acuerdo en
que las grandes sumas acumuladas por unos pocos de sus conciudadanos y gastadas en
objetivos sociales, de los que las masas sacan también beneficios, les son más valiosas que si
estuvieran dispersas a través de los años en cantidades pequeñas. (14)
El argumento es realmente increíble: la concentración es mejor que la redistribución, ¡¡aun
para los más pobres!! Aquí el liberalismo económico está totalmente superado por la ley del
más fuerte o «the survival of the fittest», que impulsa la evolución de las especies animales,
según Darwin. Esto es lo que entendemos por darwinismo social.
Esta es la verdadera filosofía social del capitalismo de los oligopolios. Lo que sucedió es
que no se pudo seguir defendiendo en la forma descarnada de Spencer, Sumner y Carnegie.
La crítica sistemática de los abusos de los «big business» en Estados Unidos por parte de
escritores, predicadores y algunos políticos más honrados, obligó a los hombres de empresa a
buscar la manera de ocultar lo que tanto irritaba a la opinión pública: la extraordinaria
acumulación de dinero y de poder en pocas manos. Para eso servían admirablemente los
modelos de competencia perfecta que glorificaban las excelencias de un mercado abstracto, el
cual, por cierto, en nada se parecía a la realidad de la organización industrial imperante ya a
finales del siglo XIX.
En Europa, el fortalecimiento de los sindicatos y de los partidos socialistas obligó también al
capital de los oligopolios a renunciar a la defensa abierta de un sistema social basado en la
concentración de riqueza en relativamente pocas personas. Aquí también trató de encubrirse la
realidad con el desarrollo de una teoría abstracta que prescindía totalmente de la cuestión de la
apropiación de los factores productivos y reducía los problemas de la distribución del ingreso
a la fijación de los precios de unos factores abstractos.
10
3.3. La ideología de la economía mixta
La Gran Depresión de los años treinta, con sus secuelas de quiebras de muchos negocios,
desempleo y pobreza masiva, cambió mucho el panorama. El estado tuvo que intervenir en la
economía para impedir una catástrofe. Incluso en Estados Unidos, donde entre el final de la
guerra europea (1919) y la crisis de 1929 la presencia del gobierno federal en la economía
había sido mínima, éste aumentó su papel para paliar los efectos de la crisis.
El estado fue aumentando su peso en las economías capitalistas a partir de la Segunda Guerra
Mundial, por medio del establecimiento del estado del bienestar, las políticas keynesianas del
manejo de la demanda agregada, y las medidas redistributivas hechas posibles por la misma
expansión de la economía capitalista en los años cincuenta y sesenta. Así se fue creando una
economía mixta en la que el estado, o sector público de la economía, aparecía, por lo menos
en principio, como un poder compensador («countervailing power») del de los oligopolios,
que se estaban reconstituyendo y aumentando. Las políticas de corte social, la de pleno
empleo, la co-gestión con los sindicatos, la legislación laboral, etc., incidieron en la elevación
general del nivel de vida de los trabajadores (necesaria, por otra parte, en un sistema
económico que produce masivamente bienes de consumo). Estas mejoras ocultaron, por algún
tiempo, el proceso de concentración de empresas que se estaba dando por medio de la
expansión mundial de los oliogopolios norteamericanos y más tarde de los europeos.
Durante estos años de expansión y prosperidad (1945-1973) la teoría económica está
dominada por la síntesis neo-clásica, enseñada entre otros por el premio Nobel Paul A.
Samuelson, que introdujo al estudio de la economía a muchas generaciones de estudiantes en
todo el mundo. En ella se combinaba poco rigurosamente la microeconomía, que explicaba el
comportamiento de los mercados mediante los modelos de competencia perfecta y
monopolista, con la macroeconomía, que explicaba el comportamiento de los grandes
agregados, como consumo, inversión, gasto público, oferta monetaria, inflación, etc. La
síntesis neoclásica reproduce en parte la maniobra de escamoteo y apología de los autores
liberales de la segunda generación (Walras, Marshall, Pigou, etc.), los neo-clásicos, aunque
reintroduce a la consideración de los economistas los problemas clásicos del crecimiento, las
crisis, la acumulación y la redistribución en los análisis macroeconómicos. En conjunto, el
pensamiento económico de los años dorados de la segunda mitad de este siglo ha puesto una
conveniente sordina a las pretensiones ideológicas del gran capital (su larvado darwinismo
social) y ha dado cabida a conceptos nuevos de solidaridad y responsabilidad social por parte
de los agentes económicos.
3.4. El resurgir de la ideología llamada neo-liberal
Con la crisis de los años setenta viene la crisis del keynesianismo y del conjunto más o menos
coherente de ideas que hacía aceptable a los diversos agentes sociales el papel que el estado
tenía en la economía, así como las medidas redistributivas y sociales. La crisis desata los
instintos individualistas de los empresarios. Cuando el estado ya no puede regular el sistema,
controlando la inflación y el ciclo económico, decrece la utilidad del estado para los negocios.
Más aún, al aumentar los déficits fiscales y la necesidad de financiarlos ortodoxamente (es
decir: captando ahorros del público), el estado se presenta como competidor del sector
privado en el mercado de capitales. Con esta competencia se encarece el dinero, aumentan los
tipos de interés y se reduce la inversión. De ahí sale el slogan: «El estado no es la solución; el
estado es el problema».
De nuevo, como en el siglo XIX, para hacer retroceder al estado habrá que justificar las
ventajas de su retiro. Pero ahora, esta justificación no se puede hacer en nombre de una
competencia generalizada, porque los oligopolios dominan la organización industrial. Ni en
nombre de una mano invisible, cuando las gentes están acostumbradas a ver y palpar la mano
11
visible del estado del bienestar. Las circunstancias de las empresas son muy distintas y la
opinión pública tiene otro nivel de información y de conciencia que en siglo XIX. Para
justificar el retiro del estado se monta una maniobra intelectual y política que abarca muchos
frentes.
x
En primer lugar se demuestra a nivel teórico la imposibilidad de hacer una gestión
macroeconómica acertada por parte del estado. Esta es la tesis central de la teoría de
las expectativas racionales, que con gran lujo de matemáticas y aparato econométrico
difunden por las facultades de económicas los discípulos de Milton Friedman y otros
gurús de la Universidad de Chicago (la universidad de Rockefeller). Según los teóricos
de las expectativas racionales, el público, los agentes económicos individuales,
disponen de la información suficiente como para anticipar las acciones del gobierno y
anularlas con su comportamiento, si sienten que les puede perjudicar. La posibilidad de
aplicar políticas basadas en la experiencia pasada e incorporada en los modelos
econométricos que sirven para diseñar esas políticas, se queda reducida a los casos en
que se sorprenda a los agentes. La conclusión práctica de esta escuela es que el estado
debe ser mucho menos «militante» en el manejo de la economía. Vuelve la vieja
prescripción friedmaniana de suprimir las intervenciones discrecionales de las
autoridades y sustituirlas por reglas fijas (por ejemplo en el control de los activos
líquidos).
x
Por otro lado se ponen de manifiesto los costos, presentes y futuros, del estado de
bienestar, exagerados a consecuencia de la crisis que genera un número inaudito de
desempleados, y de la evolución demográfica que va haciendo envejecer a la
población. Los costos de la seguridad social y de la medicina social han aumentado en
realidad a un ritmo mayor que en otras décadas, planteando un problema real -y no
sólo ideológico- de financiamiento en el futuro. Los elevados déficits de muchos
estados se nutren de los gastos por este concepto. De ahí toman armas quienes
pretenden reducir el papel del estado para proponer la alternativa de la privatización.
Pero proponen privatizar, naturalmente, sólo aquellas operaciones del sistema, como
las jubilaciones y la asistencia médica, que pueden ser rentables a empresas privadas,
sin disputar la gestión de las demás al estado.
x
Viene el ataque a los sindicatos de clase que, para efectos del análisis económico
«científico», se conceptualizan como una magna distorsión del mercado de trabajo
que, junto a otras, como el salario mínimo, protección contra el despido, contratos
permanentes, etc., se tienen que eliminar para permitir al mercado de trabajo que
encuentre su equilibrio.
x
Se insiste en la ineficiencia (por dis-economías de escala, generalmente) de las
empresas públicas, muchas de las cuales han resultado del salvamento por el estado de
empresas privadas en quiebra, y las que son rentables se pasan al sector privado para
que las administre, resaltando el principio de la superioridad de la gestión privada y el
motivo del lucro sobre la gestión pública.
x
Se consagran las políticas exigidas por la supply-side economics (economía del lado
de la oferta), que exaltan el papel de los inversores privados, la reducción de
regulaciones y trabas a los negocios, la reducción de impuestos, y en general los
cambios legales y administrativos que sean necesarios para fomentar la producción y
las ganancias de las empresas. Se la contrapone a la economía de la demanda, que
había inspirado la gestión económica de las décadas anteriores, con fuerte intervención
estatal.
Todas estas estrategias parciales de lo que, falsamente, se llama neo-liberalismo confluyen
12
hacia lo que es la verdadera ideología del capitalismo de los oligopolios: el darwinismo social;
el favorecer, cultivar y mimar, dar facilidades y recursos a los que más tienen, a los grandes
empresarios, a los afamados banqueros, a los ricos, a los poderosos; sólo ellos puede hacer
funcionar el sistema, sólo ellos nos pueden sacar de la crisis. Por eso privatizar es un
imperativo; hay que ceder las mejores porciones del sistema de economía pública a los
ciudadanos, pero sobre todo a los ciudadanos más ricos (caso de la privatización de Repsol), a
los que realmente saben qué hacer con el dinero, ya que ellos tienen la solución de la crisis.
En este estado de opinión se inscriben los gobiernos conservadores de Reagan y de la señora
Thatcher, que son el paradigma de todos los gobiernos capitalistas del mundo. Al cabo de una
década de favorecer a los ricos, que ha sido en esencia la política de todos estos gobiernos, los
resultados están ahí para que los evaluemos.
Los ricos, naturalmente, se han hecho más ricos. Este era el primer objetivo de la operación.
Las ganancias de todo tipo de empresas medianamente llevadas han aumentado en estos
últimos cinco años, a ritmos tan elevados como durante la década dorada de los sesenta.
Como resultado del enriquecimiento de los ricos, el sistema ha funcionado mejor en una buena
parte; se han creado millones de puestos de trabajo en los países industrializados, aunque con
un empleo mucho más precario que hace diez años y sin reponer todos los que se destruyeron
durante la crisis. Unas empresas han comprado a otras, pagando a veces precios fabulosos (el
holding financiero K.K.R. compró la Reynolds Nabisco por 3 billones de pesetas ) y el grado
de concentración ha aumentado enormemente en sectores como la alimentación, las
comunicaciones, la publicidad, etc. Se ha aumentado la pura especulación: de divisas,
financiera, de suelo, viviendas, obras de arte, etc., lo que supone desvío de fondos de
actividades estrictamente productivas.
Por su parte, los gobiernos han ido financiando déficits crecientes, contribuyendo a crear
nuevos instrumentos de riqueza (pagarés, letras, etc.) y de especulación (seguros de prima
única). Pero también ha aumentado de una manera alarmante el número de pobres. Junto a los
nuevos ricos están surgiendo en todos los países los nuevos pobres, aquellos que aun
trabajando no tienen dinero para comprar casa y frecuentemente ni para pagar un alquiler (el
problema de los «homeless», sin hogar, en Estados Unidos es muy grave). Este es un tema
que no hago más que tocar, porque ya se ha documentado y analizado en otras publicaciones
de Cristianisme i Justícia.
Desde un punto de vista darwinista el aumento del número de pobres se podría interpretar que
constituye los costos de la evolución. Para el bien de la especie es necesario que los mejor
dotados prosperen y los peor dotados desaparezcan. Para el darwinismo social los nuevos
pobres son el costo dolorosamente necesario para que los elegidos, los que tiran hacia
adelante de la raza humana, estén cada día en mejores condiciones para competir y crear
riqueza. Los gobernantes no lo formulan así, tan descarnadamente, pero en la práctica es
como si lo hicieran. La aparente resignación de la sociedad con las enormes bolsas de pobreza
en medio de economías en pleno auge, parece indicar que lo consideran un mal necesario e
inevitable.
Para concluir sólo nos queda ponderar cuán lejos estamos aquí y ahora del ingenuo
pensamiento liberal del siglo XIX, y de sus ideales de Libertad, Igualdad, Fraternidad. Porque
un mundo donde prive el darwinismo social es un mundo en que la libertad no cuenta porque
todo está determinado; la igualdad es totalmente indeseable, porque el avance de la especie se
basa en la diferencia de suertes y oportunidades, en la superioridad de algunos sobre los
demás; y la fraternidad es una debilidad imperdonable, que no puede significar nada real en un
mundo competitivo donde el hombre es para el hombre un lobo feroz.
13
NOTAS
1) Este ordenamiento jerárquico se da también en el interior de las órdenes religiosas. Allí la
caridad no lleva a la igualdad.
2) Tenemos abundantes testimonios de ello en la Biblia, y textos muy explícitos de
Aristóteles, sobre la necesidad, de ley natural, de que la actividad económica esté regulada
por las autoridades.
3) ADAM SMITH, «An Inquiry into de Nature and Causes of the Wealth of Nations.» Libro
IV, Cap. 1 (re-edición de Edwin Cannan), The University of Chicago Press, 1976, pp.
450-473. Se suele citar como «The Wealth of Nations» (La riqueza de las naciones).
4) El Rey Sol hubiera adoptado la planificación central si la hubiera conocido en su tiempo.
5) Esta es la famosa y «única» cita de la mano invisible, que se ha empleado como para
resumir toda la teoría de Smith y del liberalismo primitivo. Esta doctrina, sin embargo,
contiene muchos y más importantes elementos, como luego veremos, que los contenidos
en la metáfora de la mano invisible. ADAM SMITH, «La Riqueza de las Naciones», Libro
IV, Cap. 2. En la versión inglesa de George J. Stigler, p. 477.
6) ADAM SMITH, «La Riqueza de las Naciones», Libro I, Cap. 11, p. 165.
7) JOHN STUART MILL, «Principles of Political Economy», Libro IV, Cap. VII, par. 7. En
la edición de Sir William Ashley, p. 793. El texto citado es en realidad contra los gremios,
a los que considera de monopolio en el mercado de trabajo, pero lo que dice se puede
aplicar también a las empresas.
8) DAVID RICARDO, «The Principles of Political Economy and Taxation», Cap. XXV «On
colonial trade», pp. 227 y ss. en la edición de Donald Winch.
9) LORD ROBBINS, «The Theory of Economic Policy in English Classical Political
Economy», segunda edición, MacMillan, 1978, p.26.
10) ADAM SMITH, «La Riqueza de las naciones», Libro I, Cap. 8. En la edición de Edwin
Cannan, p. 88.
11) ROBERT MALTHUS, «Principles of Political Economy» primera edición, p. 184. Citado
en el libro de Lord Robbins, p. 70, que tiene un capítulo con el título «The Condition of
the People».
12) Es una tesis defendida por el profesor norteamericano JOHN K. GALBRAITH,
«Economics and the Public Purpose».
13) RICHARD HOFSTADTER, «Great Issues in American History» Vol. III. Edición
revisada, Vintage Books, 1982, pp. 87-89.
14) RICHARD HOFSTADTER, loc. cit., p. 84.
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14
52
PENSEMOS SOBRE
MAASTRICHT
Luis de Sebastián - Eduardo Rojo
Cristianisme i Justícia
1. Europa: convergencia y solidaridad.
Luis de Sebastián
2. Nueva Europa y dimensión social. ¿Utopía o realidad?
Eduardo Rojo
3. Opinión de los sindicatos
4. Cuestionario para pensar sobre Maastricht
1. EUROPA: CONVERGENCIA Y SOLIDARIDAD (1)
Luis de Sebastián
1 Este texto fue inicialmente publicado en el libro Mundo Rico, Mundo Pobre, Sal Terrae 1992,
pp. 66-88. Se reproduce ahora, con la autorización del editor, y retocado a fondo por el autor
para el presente Cuaderno.
La situación de Europa merece capítulo aparte. Cualquier discurso sobre solidaridad hoy
en día pasa por la toma de conciencia de nuestras posibilidades y limitaciones como miembros de
esta Comunidad que es la Europa de Maastricht. Este capítulo se articula de la siguiente manera.
Vamos a ver primero cómo está Europa, qué problemas nos va a presentar y qué soluciones nos
puede ofrecer. [...]
1. El compromiso de Maastricht y sus consecuencias.
Como es de sobra sabido, el 10 de Diciembre de 1991 se hizo una reunión de jefes de
gobierno de los países comunitarios en la ciudad holandesa de Maastricht. En esa reunión se
discutió y aprobó el Tratado de la Unión Europea, que entre otras cosas de menos trascendencia,
fijaba unas metas y unos procedimientos para alcanzar la Unión Monetaria. El Tratado tendría
que ser ratificado por los respectivos países según las provisiones constitucionales en cada uno de
ellos para llegar a esta ratificación.
Lo que sucedió en Maastricht es importante por las consecuencias concretas que tiene
para todos los ciudadanos de la Comunidad. Allí se pusieron unas metas muy concretas para
conseguir lo que se dio en llamar convergencia.
Convergencia es la acción de converger, llegar a donde están los otros. La convergencia
de España con Europa se puede entender de dos maneras: como convergencia real y como
convergencia de políticas económicas.
a) Convergencia real
Sería el ponerse al nivel de vida promedio de la CEE, alcanzando su promedio de ingreso
per cápita, como medida amplia del nivel de desarrollo económico y bienestar social, una medida
imperfecta pero útil. Esta medida se obtiene simplemente dividiendo el valor del Producto
Nacional de un año por el número de habitantes. Y aunque es una medida imperfecta por muchas
razones, se ha purificado de manera que se ajusta para tener en cuenta el poder adquisitivo de
cada país, y sirve para comparar niveles de actividad y logros económicos en un período
determinado. La comparación de este dato para varios países nos da un información útil, aunque a
veces obvia: que Suiza, por ejemplo, tiene el ingreso “per cápita” más alto del mundo; Kuwait, y
Arabia Saudita lo tienen también muy alto; que China lo tiene bajo; que Malí lo tiene más bajo
todavía.
Ingreso per capita de los 12 miembros de la CEE. 1990
valores corregidos por el poder adquisitivo, en dólares
(Fuente: OCDE Economic Surveys 1991)
1. Alemania
2. Bélgica
14.985 dólares
13.587
2
3. Dinamarca
4. España
5. Francia
6. Grecia
7. Holanda
8. Irlanda
9. Italia
10. Luxemburgo
11. Portugal
12. Reino Unido
14.594
10.244
14.565
7.253
13.709
8.984
13.902
17.192
7.360
14.345
promedio CEE
(no ponderado)
12.560
Pues bien, según esta medida, España sólo tiene el 81,5 por ciento del nivel promedio de
Europa. Promedio en el cual también estamos nosotros, y que si estuviera ponderado por el
número de habitantes sería ligeramente mayor. Esto quiere decir que todavía nos falta un 20 %
para llegar a un nivel promedio. Es decir, España es uno de los países menos desarrollados de la
Comunidad. Alemania tiene un nivel de vida, (medido por el ingreso “per cápita” sin
correcciones para tener en cuenta las diferencias de poder adquisitivo), que es casi el doble (97,5
%) que nosotros y Francia tiene un 75 % más. Por lo tanto, en un primer sentido convergencia
significa ponernos al nivel de desarrollo de los países ricos de Europa. Y aunque no sea al nivel
de los más ricos (Alemania, Dinamarca, Luxemburgo) por lo menos al nivel de los segundos más
ricos.
b) Convergencia de políticas económicas
Hay un segundo significado de convergencia que es coincidir en los resultados
macroeconómicos de ciertas políticas: inflación, déficit del Gobierno, tipos de interés, deuda
pública, balanza de pagos, etc. Son las variables de las que ahora nos están hablando siempre,
porque nos simbolizan los objetivos de la política económica del Gobierno. Este sentido de
“convergencia” es distinto del anterior, porque podemos converger teórica y prácticamente en
estas medidas macroeconómicas y no converger en las otras.
En este segundo sentido convergencia significa que tenemos que lograr una estabilidad
monetaria muy parecida a la que tienen los países de moneda más estable, como era hasta hace un
año y medio Alemania. La convergencia de Maastricht es convergencia en estabilidad monetaria
y en nada más. Se supone que la estabilidad monetaria es un pre-requisito indispensable para
hacer que la Unión Monetaria funcione y eventualmente conseguir mayores tasas de crecimiento
y llegar así a la convergencia real o convergencia en niveles de vida.
Estabilidad monetaria y crecimiento de la producción son dos cosas bien distintas y
completamente separables. En España, por ejemplo hemos tenido tasas elevadas de crecimiento
en los años sesenta y setenta con unas tasas moderadas de inflación, menos moderadas de las que
tenemos en la actualidad. Durante el periodo 1965-1975, el crecimiento anual del índice de
precios (inflación) fue del 8,5 por ciento, mientras que la tasa anual promedio de crecimiento fue
del 6,6 por ciento (2). La experiencia de otros países de alto crecimiento: Israel, Brasil, Corea del
Sur, Chile, etc, también muestra que se puede crecer muy rápidamente con una inflación
moderada.
3
(2) BAIGES Josep, Cesar MOLINAS y Miguel SEBASTIAN, La Economía Española 19641985: Datos, fuentes y análisis. Instituto de Estudios Fiscales, Madrid 1987.
Por lo tanto, reducir la inflación al 2 por ciento -la meta a que se está realmente
apuntando- no es necesario para poder tener el crecimiento que necesita España para alcanzar a
los otros países. Lo que se quiere lograr con una inflación tan baja es que la Unión Monetaria no
cause a la economía española un tremendo desgarre, que ocurriría si la competitividad en la
industria y en los servicios fuera mucho más baja que en otras naciones, partes a la sazón, de la
Unión Europea. Nos pasaría algo de lo que está pasando en Alemania Oriental después de su
unión económica y monetaria con la República Federal, que el desempleo es enorme, las fábricas
están cerrando, los servicios no se utilizan, y el producto regional ha descendido. Esto podría
suceder a España si se hace una unión apresurada y en malas condiciones de convergencia real,
con la diferencia de que no habría los pingues aportes presupuestarios que la Alemania del Oeste
está aportando al Este.
2. Los criterios de la convergencia monetaria
La convergencia monetaria implica muchas cosas.
1. En primer lugar tener una tasa de inflación cercana al promedio de Europa. En la
Cumbre de Maastricht se ha dado una regla muy precisa para medir el grado de convergencia en
la inflación. Hay que escoger los tres países europeos (de los 12 que constituyen la Comunidad)
que tengan la inflación menor y hacer un promedio de ella. La convergencia en la tasa de
inflación significa que en 1996 todos los países que quieran entrar en la Unión Monetaria y
Económica de la Comunidad tienen que tener una inflación que no pase más de un punto y medio
de este promedio mínimo.
Por ejemplo, en Enero de 1993, los países que tienen menor inflación son Luxemburgo,
Bélgica y Francia, con una tasa promedio del 2,25 por ciento de inflación anual. Añadiendo un
1,5 % como margen de tolerancia, nos daría un valor máximo del 3,75 por ciento. Por lo tanto, en
este momento, España no cumple este requisito, porque la tasa de inflación anual ha sido del 5,6
por ciento, 1,85 puntos porcentuales por encima del valor máximo permitido. Estamos casi dos
puntos fuera de la convergencia de Maastricht en esta cuestión de la inflación. Por cierto que en
estos momentos Alemania, que ha tenido una inflación anual del 4 por ciento también estaría por
encima del valor discriminante, y no podría entrar ahora en la Unión Monetaria (3).
(3) Claro, que si no entra Alemania, no hay Unión Monetaria, porque lo que nos interesa a todos
los países es acercarnos a la estabilidad monetaria que ha tenido el Marco Alemán desde su
establecimiento en 1952.
2. Otro criterio que se ha fijado en Maastricht es que el tipo de interés a largo plazo (el
interés de los bonos del tesoro, por ejemplo) no puede sobrepasar más que en 2 puntos al
promedio de los tres países con un interés más bajo. En estos momentos el interés más bajo de los
tres países es del 7,6 % (bonos del gobierno a largo plazo). Dos puntos más da un nivel de
aceptación del 9,ó por ciento. España tiene un tipo del 12,07, uno de los más altos de Europa. Lo
cual quiere decir que nos sobran dos puntos y medio, y que también estaríamos fuera de la UEM
por este criterio de convergencia.
3. El tercer criterio es el déficit del Gobierno, la diferencia entre gastos e ingresos, no sólo
del Gobierno central sino de las Administraciones Públicas (Comunidades Autónomas y
Ayuntamientos). Ese déficit no puede ser más del 3 % del Producto Nacional. Nosotros el
4
ejercicio pasado tuvimos un déficit del 4,45 por ciento del PIB. Por lo tanto, según este criterio,
seguimos fuera de la convergencia.
Por este criterio Alemania, que ha registrado en 1993 un déficit público del ó por ciento,
tampoco estaría preparada para entrar en la Unión. Estos datos de la economía alemana indican
dos cosas: lo delicado de la situación alemana después de la Unificación, y que el logro de los
objetivos fijados en Maastricht está cada vez más lejos, porque no se pueden realizar nada
mientras Alemania no se recupere y cumpla los criterios de Convergencia, que se establecieron
precisamente por iniciativa y presión del Gobierno Alemán.
4. El cuarto criterio es que la deuda pública, la deuda de las administraciones públicas, no
pase del 60 % del Producto Nacional. Esto es algo que sí que cumplimos, porque la deuda
nacional española es del 46 % del Producto Nacional. Por lo tanto, estamos dentro del margen de
convergencia en este punto.
5. Se podría añadir un quinto criterio que es implícito, pero muy importante. La banda de
oscilación de la peseta dentro del Sistema Monetario Europeo tiene que pasar del ó por ciento
actual al 2,25 por ciento, que es lo normal en el Sistema. En este Sistema una moneda por
ejemplo el franco francés, sólo puede oscilar en su relación con el marco alemán en 2.25 % de
más (para arriba) y 2.25 % para abajo, lo que da una banda del 4.50. El tipo de cambio de las
monedas puede oscilar por efectos del mercado, pero únicamente dentro de esa banda. Cuando
una moneda se acerca al límite de la banda y se da el peligro de que la traspase, se ponen en
marcha unos mecanismos (intervención de los bancos centrales) que hacen que la paridad de la
moneda se quede dentro de la banda.
En el SME había tres países que tenían una banda ancha: uno es España, otro era el Reino
Unido, que abandonó el Sistema de Cambios a raíz de las tormentas monetarias de septiembre de
1992, y más recientemente Portugal. La banda ancha significa que tiene un rango de oscilación
del ó% para arriba y ó% para abajo; o sea, un margen del 12% para moverse y poder compensar
los efectos de una inflación mayor. Para entrar en la Unión Monetaria Económica todos los países
tienen que estar en la banda estrecha. De manera que España tiene que reducir su banda de
oscilación en 7,50 puntos porcentuales. En vista de las dos devaluaciones sufridas el año pasado,
y la inestabilidad que afecta al Sistema Europeo de Cambios, este objetivo es hoy en día (enero
1993) poco menos que imposible.
3. El Plan de Convergencia
¿Qué significa en la práctica el cumplimiento de estos criterios de convergencia?
Significa lo que ha sido anunciado en el Plan de Convergencia. Es decir, qué medidas se van a
tomar para:
• Bajar la inflación al 4 % en estos cuatro años y medio hasta 1996.
• A la vez, bajar el tipo de interés a largo plazo en 2 ó 3 puntos
[N.B. Los niveles a finales de 1996 dependerán de lo que pase con los otros países,
porque si los otros bajan más la inflación, habrá que bajarla más. Las cifras que se están dando
son las que existen a mediados de 1992, pero la convergencia se va a medir en el 96]. Además:
• Hay que reducir el déficit fiscal.
• La deuda pública puede crecer todavía un poco, pero su crecimiento no seria
compatible con la reducción del déficit.
• Quizá haya que reducir la paridad de la peseta para entrar en la banda estrecha.
Estas cinco metas suponen un plan de ajuste bastante severo, porque la alternativa es
5
aceptar la Europa de las dos velocidades, en términos futbolísticos, la existencia de una primera y
una segunda división. Es claro que nuestros gobernantes y hombres de negocios han optado por
la primera división. En efecto, los países que en 1996 cumplan los criterios de convergencia, si
son suficientes (y -añado yo- si está Alemania entre ellos) formarán la Unión Monetaria y
Económica, tendrán una moneda única y unos años después un Banco Central único.
Eventualmente formarán una Unión Económica, como no se ha dado nunca entre países
soberanos, sino más bien al interior de estados soberanos como en Estados Unidos de América o
en la República Federal de Alemania o en el estado de las autonomías de España.
Los países que no cumplan los criterios de aceptación se quedarán al margen, dentro del
Mercado Único eso si-, pero yendo a segunda velocidad en cuanto a la integración monetaria; en
la segunda división, como si dijéramos. Estos países se integrarán en la Unión Monetaria tan
pronto como cumplan los criterios de convergencia. Esta posibilidad es una opción para España.
Es una opción que, en mi opinión, habría que discutir a fondo: la posibilidad de ir a la segunda
velocidad, porque nos va a costar tanto tratar de estar “a punto” en cuatro años y medio que hay
que plantearse si merece la pena el esfuerzo. Muchos autores afirman que para ciertos países, y
España podría ser uno de ellos, sería mejor integrarse en la Unión Monetaria cuando se den las
condiciones para ello. Esta es una opinión poco popular, pero nadie se ha molestado en examinar
sus méritos seriamente.
Este es un tema bastante serio. Si no se lo plantea el gobierno se lo debiera plantear la
sociedad civil, y la Iglesia, la gente que piensa y que se preocupa por los pobres. Nos debemos
plantear si el costo de entrar en la Unión Económica Monetaria en enero de 1997, que cada día
que pasa aparece como más ingente, merece realmente los sacrificios que se van a demandar e
imponer a los más pobres de nuestra sociedad. Porque lo que hay que hacer no es un esfuerzo
despreciable:
—Combatir la inflación: los salarios no pueden crecer mucho. Y no es porque no deban
crecer, sino porque medidas del gobierno van a hacer que los salarios no crezcan. Parece obvio
que las medidas contra la inflación, a falta de nuevas ideas pondrán el acento en la contención
salarial y en la liberalización dei mercado de trabajo. Tal como hemos visto ya en el Plan de
Convergencia del Gobierno.
—A la vez, el tipo de interés tiene que bajar. Hasta hace poco la inflación, mal que bien, se
ha contenido a base de un tipo de interés muy alto. Es decir, haciendo el dinero caro, para que
cueste más el uso del dinero y cueste más consumir. Pero con un tipo de interés alto también
cuesta más invertir, hacer casas, comprar coches, etc., porque los costos del financiamiento son
altos. Lo que tiene que hacer el gobierno ahora es combatir la inflación con más energía de lo que
se ha hecho hasta aquí, pero sin usar el tipo de interés, como lo ha estado haciendo. Porque, como
hemos dicho, el tipo de interés también tiene que bajar.
Y, entonces, ¿qué instrumento queda para bajar la inflación? Sólo hay dos: La política de
rentas y la política fiscal. Política de rentas, que en teoría también se tiene que aplicar a las
ganancias del capital, pero que afectará desproporcionadamente al crecimiento de los salarios.
Política fiscal, que consistirá en elevación de los ingresos, o sea más impuestos (IVA al
15 por ciento) y menos gastos (p.e. reducción de las prestaciones por desempleo). En resumen
que nos esperan años de ajuste.
4. ¿La convergencia macroeconómica contra la convergencia real?
Sobre todo la restricción del gasto público es un problema que afecta a la primera
definición de convergencia, la convergencia real, porque ¿qué hay que hacer para llegar al nivel
6
de vida promedio de la Comunidad? ¿Qué es lo que diferencia a España de un país como Francia,
como Bélgica, y Alemania? Lo que nos diferencia es el nivel de vida. No el nivel de vida en
Madrid, o en Barcelona, sino el nivel de vida en los pueblos, en las ciudades pequeñas, como es
Salamanca, Burgos, Palencia o Cuenca y en los núcleos humanos rurales, que están
completamente abandonados. Convergencia real implica elevar y dignificar la vida en el campo y
eliminar las bolsas de pobreza tan grande que hay en las ciudades, mejorar las comunicaciones,
ofrecer mejor formación profesional y tener mejores universitarios y científicos en unas
Universidades que eduquen mejor a la gente.
En una palabra, para llegar a esta convergencia real, en el primer sentido descrito, hay que
realizar en las áreas estratégicas un gasto público mayor y más eficiente de lo que hay hasta
ahora, pero, por otro lado, ese gasto público no puede ser tanto que contribuya al déficit. Lo que
muchos nos tenemos es que estos gastos no se realicen, porque son gastos de inversión y sabido
es que siempre es más fácil recortar los gastos de inversión que los gastos de funcionamiento. De
donde existe la posibilidad de que por llegar a la convergencia macroeconómica se sacrifique la
convergencia real.
Lo voy a repetir una vez más: Entrar en la Europa de la primera velocidad, entrar en la
Unión Monetaria y Económica en enero de 1997 es una operación que tiene grandes costos
sociales para España. Sin embargo, hay que prepararse porque estos costos van a venir, dada la
determinación del gobierno. La operación no sólo es técnicamente complicada y difícil de
lograrse, es que además estamos viviendo una época de conflictividad social grande. Estas
acciones no son casualidades, sino obviamente son el resultado de acciones de grupos de
personas que quieren defender sus ingresos y su posición en la sociedad y en el reparto del
Producto Nacional. Por lo tanto, nos tememos que a España le espera ajuste con una
conflictividad anunciada.
5. Convergencia y cohesión
Viendo todas estas dificultades, sin duda, Felipe González pidió en la reunión de
Maastricht la creación de un Fondo de Cohesión que ayudara a los países en los que la
convergencia tuviera mayores costos sociales. González afirmó que “no podemos hacer el ajuste
sin que alguien nos ayude, por lo tanto tiene que haber cohesión”. De Maastricht se trajo Felipe
una promesa incorporada en un protocolo (no al cuerpo del Tratado) de que habrá un fondo de
cohesión dotado por los países más ricos para facilitar este ajuste que hay que hacer, logrando a la
vez que los dos conceptos de convergencia no se excluyan mutuamente. El trato que se hizo en
Maastricht es que los países menos eficientes hacen el ajuste, y la Comunidad les da fondos para
elevar sus infraestructuras, su capital humano, la formación profesional, la investigación y
desarrollo y la Universidad.
Sin embargo, después de la Reunión de Lisboa de finales de junio, la cohesión se puso en
entredicho. Apretados por los problemas económicos internos, los países ricos se echaron para
atrás. Ni se determinó una fecha para el comienzo de los desembolsos del Fondo de Cohesión ni
se fijaron cantidades. La presidencia inglesa (2º trimestre de 1992) y los alemanes están haciendo
lo posible para que los fondos de cohesión no sean abundantes, sin darse cuenta (o ¿quién sabe?),
que pueden estar defendiendo una comunidad de ricos dentro de la Comunidad Europea.
En la reunión de Edimburgo, con la que se concluyó la presidencia británica, España
aseguró la existencia de fondos de cohesión, aunque no en la cuantía que se había discutido en
Maastricht.
En un año, desde que se celebró la reunión de Maastricht, muchas cosas han cambiado en
el seno de la Comunidad Europea. El 2 de junio los daneses rechazaron el Tratado de Maastricht
7
(por 50,7 % de votos negativos contra 49,3 % afirmativos), creando una situación jurídica
complicada y una situación política delicada. Los franceses en junio aprobaron por pequeño
margen un referéndum que la Constitución francesa no exigía para refrendar el Tratado de la
Unión, pero que Mitterand lo lanzó para respaldar a la Unión Europea. Los resultados del
referéndum casi la hunden. En septiembre se dieron unas tormentas monetarias que casi deshacen
el Sistema de Cambios dentro del Sistema Monetario Europeo, un instrumento necesario para
llegar a la Unión Monetaria.
La solidaridad al interior de su propia Comunidad es el primer problema de solidaridad
que tiene Europa. Un problema de solidaridad interna que proyecta sombras sobre la capacidad
de la nueva Unión Europea que se diseñó en Maastricht para enfrentar con generosidad los
problemas de solidaridad con el mundo exterior. Las mezquindades que dominan las
negociaciones presentes entre miembros de diferente nivel de desarrollo (lo que está en la raíz del
“no” danés al Tratado de Maastricht) abonan los temores de quienes creen que la Unión Europea
será un fortaleza cerrada a los que se queden fuera, una “Fortress Europa”, como dicen los
norteamericanos. España, que está experimentando en su propia economía las cicaterías de los
miembros más ricos de la CEE, debiera aprender la lección y convertirse en un país campeón de
la solidaridad hacia adentro y hacia afuera.
2. NUEVA EUROPA Y DIMENSIÓN SOCIAL ¿UTOPÍA O REALIDAD?
(4)
Eduardo Rojo Torrecilla
(4) Este texto recoge, con la aprobación de su primer editor, los epígrafes II, III, VI y
Recapitulación de la Conferencia pronunciada por el autor el 22 de octubre de 1992 en la
Fundació Utopia d'Estudis Socials del Baix Llobregat y publicada en el n. 7 de su colección de
Cuadernos. El texto ha sido revisado, puesto al día y corregido en algunos puntos por el autor
para el presente Cuaderno.
II. LA EUROPA COMUNITARIA COMO PUNTO DE REFERENCIA DEMOCRÁTICO DE
NUMEROSOS PAÍSES, NO SOLO EUROPEOS
No deja de sorprender que, mientras que se reproducen en los debates comunitarios las
discusiones sobre el déficit democrático de la Comunidad, y cómo superarlo, numerosos países se
acercan a la Europa de los doce, al ver en ella el punto de referencia democrático y social. En
efecto, al iniciarse 1993 ocho Estados han solicitado ya formalmente su adhesión: Turquía,
Chipre, Malta, Austria, Suecia, Finlandia, Suiza y Noruega.
El art. F del Tratado dispone que un Estado candidato a la adhesión debe cumplir tres
condiciones esenciales: identidad europea, un estatuto democrático, y el respeto de los derechos
del hombre. Además, cualquier nuevo ingreso no podrá poner en tela de juicio el acervo
comunitario -es decir, todo el conjunto legislativo-, el cual habrá de ser mantenido para preservar
todas las realizaciones de la Comunidad. Se han iniciado ya las negociaciones con Suecia,
Austria y Finlandia, si bien condicionadas en su resultado positivo a que primero se produzca la
ratificación del Tratado por los doce Estados miembros y su entrada en vigor, así como la
aprobación y establecimiento del Fondo de Cohesión.
Las solicitudes presentadas por países de la Europa central y oriental deben ser
examinadas con mayor atención por la Comunidad, dado que siguen perviviendo en los mismos
algunos problemas que ya se apuntaron en el inicio de su transición política. De una parte, la
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dificultad de crear, primero, y de consolidar, después, hábitos y actitudes democráticas y, de otra,
el riesgo del ultranacionalismo xenófobo y racista, con resultados tan sangrantes como estamos
viendo en la antigua Yugoslavia y en las regiones de la desaparecida República Democrática
Alemana.
El riesgo existente en tales países de dirigirse hacia sistemas políticos y sociales
desestructurados y con graves problemas para buena parte de la población en términos de perdida
de empleo y de previsiones económicas negativas es algo más que una hipótesis en la actualidad,
y afecta muy directamente a la Europa comunitaria, hacia la que miran aquellos buscando no sólo
su comprensión sino también su ayuda. Coincido en este aspecto con el dictamen que efectúa la
Comisión de las CE cuando, tras recordar que las nuevas democracias ven en Europa un símbolo
inequívoco de los valores fundamentales y de las aspiraciones que sus pueblos han guardado en la
memoria durante sus largos años de opresión, manifiesta muy pragmáticamente que “...consolidar
su libertad nuevamente encontrada y estabilizar su desarrollo, no redunda solamente en su interés,
sino también en el nuestro”.
III. DIMENSIONES POLÍTICA Y ECONÓMICA DEL TRATADO DE MAASTRICHT.
REPERCUSIONES SOBRE LA POLÍTICA SOCIAL
1. Razón de ser del Tratado
Hasta el momento presente se han levantado voces tanto a favor del Tratado, las más,
como en contra, las menos, aunque se van incrementando paulatinamente en el seno de un sector
de la izquierda política española (y no olvidemos tampoco, como dato significativo, el debate con
ocasión del referéndum francés). El Tratado fue suscrito el 7 de febrero de 1992 y constituye el
punto de partida para la nueva Unión Europea. Estaba previsto que se formalizara la Unión a
partir del 1 de enero de 1993 si se operaba la ratificación del Tratado por todos los Estados
miembros. Esto no se producirá ante la negativa danesa a realizar un nuevo referéndum antes de
la primavera del presente año, y también por la posición adoptada por el gobierno conservador
británico. Por tanto, y siempre que el texto acabe siendo ratificado por los doce Estados, la Unión
se formalizará a partir del primer día del mes siguiente al depósito del instrumento de ratificación
del último Estado signatario que cumpla dicha formalidad (art. R.2).
El objetivo global de la Unión es promover un espacio económico y social equilibrado y
sostenible, por medio de la creación de un espacio europeo sin fronteras interiores, el
fortalecimiento de la cohesión económica y social, y el reforzamiento de la cooperación
económica mediante el establecimiento de una unión económica y monetaria que llevará a la
existencia de una moneda única. La cooperación entre los doce Estados miembros también se
considera como una garantía de paz frente a las turbulencias bélicas existentes a no muchos
kilómetros del espacio comunitario.
El Tratado constituye una nueva etapa -que continúa las abiertas por el Tratado de Roma,
primero, y por el Acta Única Europea después de acercamiento entre los pueblos de Europa. Se
buscan los puntos de unión entre todos ellos y se trata de evitar que la Comunidad sea una mera
yuxtaposición de Estados poco interesados en el proyecto común, salvo que alguna medida, que
deba adoptarse, sirva a sus propios intereses. La integración europea debe potenciar un nuevo
contexto económico y monetario, impulsar la política social y dar progresiva carta de ciudadanía
a la unión política. Pero, además, el Tratado y su desarrollo deben servir, a mi entender, para
articular y alcanzar compromisos dinámicos entre los diversos intereses que los Estados
miembros poseen sobre la construcción de la nueva Europa, así como para asociar al conjunto de
los pueblos y de sus ciudadanos al proyecto europeo.
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La construcción de la nueva Europa no es tarea sencilla, y deben tomarse las medidas
adecuadas para hacerla más transparente y accesible a los ciudadanos, tanto en las formas como
en el fondo. En tal sentido se manifestó la cumbre europea de Jefes de Estado y de Gobierno
celebrada en Edimburgo el 16 de octubre, y se ha reiterado en el Consejo europeo de Edimburgo
del pasado 11 de diciembre, en el que se ha hecho hincapié en que la ratificación del Tratado es
necesaria “para que puedan efectuarse progresos en la vía de la Unión europea y para que la
Comunidad siga siendo un polo de estabilidad en el continente en rápida mutación, aprovechando
sus éxitos registrados en las cuatro últimas décadas”. Como ha subrayado J. Delors, “Europa
tiene que ser explicada mejor y ser democrática”.
En suma, los poderes públicos comunitarios deben ser conscientes de la importancia de
escuchar a los ciudadanos, previo paso a la toma de decisiones. Porque, realmente sería
preocupante para el futuro de la construcción europea el que se adoptaran decisiones importantes
que afectan a la vida de dichos ciudadanos, “...sin hacer el más mínimo esfuerzo por advertirles
de lo que deberían esperar y sin dar muestra de un mínimo interés hacia sus opiniones”. (A.
Heller, “Fragilidad Europea”, El País, 22.09.92).
2. Un sí crítico al Tratado.
Quiero exponerles con toda claridad mi postura sobre el Tratado de Maastricht. Me alineo
con los que defienden su potencialidad creadora desde el análisis político, aun reconociendo sus
déficits e insuficiencias. Me parece que el Tratado debe ser leído más en clave política e histórica
que en claves estrictamente técnica o jurídica, aunque también es obvio que de nada serviría esta
lectura si no se dieran los instrumentos jurídicos para posibilitarla. Por primera vez se acepta
explícitamente en el debate comunitario que el proyecto de construcción europea tiene un
objetivo político cual es lograr la unión europea. De tal forma, el debate sobre el texto no puede
ser sólo técnico o económico, sino que sobre todo debe ser político. Tal como afirmaba el
Ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, en su comparecencia parlamentaria del pasado 16
de julio ante la Comisión Mixta Congreso-Senado para las Comunidades Europeas, “ ..en el
debate están en juego no sólo el futuro de nuestra sociedad, sino también el futuro de las opciones
políticas que representan hoy los intereses de nuestra sociedad”.
Debemos aceptar que la redacción final del Tratado -suma de compromisos y
negociaciones entre todos los Estados- puede ser en ocasiones difícilmente comprensible, e
incluso contradictoria. Pero de lo que no cabe duda alguna es que el texto provoca una ruptura
política con la etapa histórica anterior, y es un buen acontecimiento que sirve como catalizador y
como propulsor. Por este motivo, coincido plenamente con lo que ha escrito recientemente el
Presidente de la Comisión, J.Delors, con un clarividente realismo: “El Tratado es fruto de años de
preparación y meses de negociación entre doce Estados. Constituye inevitablemente un
compromiso deliberadamente sopesado, as¿ como un marco firme para la próxima etapa de la
integración europea. Rechazarlo y exigir que se vuelva a negociar sería abrir la caja de Pandora y
proyectaría Europa hacia lo desconocido”.
Insisto una vez más que mi posición no implica asentir al contenido total del Tratado.
Pero estoy de acuerdo en su valor de catalizador del cambio en Europa, cambio que puede ir en
una u otra dirección -y eso ya no depende del Tratado- según cuales sean las fuerzas económicas
y sociales que lo impulsen y lo dirijan. Desde este planteamiento, no me parecen correctas, con
toda sinceridad, las críticas vertidas al Tratado por el prestigioso filósofo francés Roger Garaudy,
al identificarlo con los intereses estadounidenses y la apertura total e incondicional a la economía
de mercado sin límite.
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3. Las insuficiencias de los indicadores de convergencia
Recuerdo brevemente, en primer lugar, los indicadores de convergencia previstos en el
Tratado para que los Estados miembros puedan avanzar (a partir de 1996 según lo previsto en el
texto, aun cuando la demora en su ratificación me lleva a pensar que esta fecha puede ser
modificada) en el proceso de unión económica y monetaria en la perspectiva de la creación de la
moneda única europea para 1999:
• tasa de inflación que no supere en un 1,5% el promedio de los tres Estados con menor
nivel
• déficit de las Administraciones Públicas no superior al 3% del PIB;
• nivel de deuda pública que no sobrepase el 60% del PIB;
• pertenencia al acuerdo cambiario del sistema monetario europeo durante al menos dos
años dentro de la banda estrecha de fluctuación de la moneda;
• tipos de interés que no superen en más de dos puntos el promedio de los tipos de los tres
Estados con menor nivel de inflación.
Pienso que el cumplimiento de los indicadores enunciados más arriba es un requisito
necesario para avanzar en el proceso de convergencia' pero lo que no cabe desconocer -y, por
tanto, hay que explicarlo con rigurosidad- son los costes que su aplicación implica para un país
como España, y además cabe cuestionarse si los plazos previstos en el Tratado se ajustan a las
posibilidades reales de todos los Estados miembros de la Comunidad. Pero, sobre todo, subrayo
que tales indicadores nunca deberán ser los únicos a tomar en consideración y excluir, por
consiguiente, a cualesquiera otros. Existen más indicadores que deben también servir como punto
de referencia para lograr la convergencia real, tanto de índole económica (déficit en la balanza de
pagos, ocupación, renta per cápita, dotación de infraestructura y bienes públicos) como social
(gastos de protección social, distribución de la renta, etc). Coincido, en consecuencia, con el
criterio manifestado por el Parlamento Europeo (PE), para quien la convergencia de las
economías nacionales no se debe evaluar sólo mediante una apreciación ponderada del respeto a
los criterios fijados para el ingreso en la UEM, sino también “...sobre la base de otros criterios
representativos, sobre todo, del nivel de exclusión social y de degradación del medio ambiente”.
En el diseño del modelo económico hay un aspecto fuertemente criticable, cual es el
escaso control que tendrá el futuro Banco Central Europeo, independiente de los Gobiernos y de
los Parlamentos, tanto estatales como comunitario. Existe un verdadero riesgo de que este Banco
diseñe políticas monetarias fuertemente restrictivas y que sitúe a los Gobiernos de los Estados en
posición de práctica imposibilidad de aplicar políticas fiscales de reequilibrio debido a los
criterios estrictos diseñados por la convergencia. Es precisamente esta cuestión junto a la
argumentación de que serán sólo dos países, Francia y Alemania, quienes controlarán la nueva
Europa- la que ha llevado a destacados europeístas a no aceptar el Tratado, por entender que el
mismo no va a generar riqueza sino más pobreza. Ya he apuntado que el riesgo existe, pero de lo
que se trata es de que, bien por la vía de los hechos o bien por la vía de la reforma institucional en
1996, exista un mayor y riguroso control de dicho Banco, así como un contacto permanente del
mismo con los Gobiernos, parlamentos y fuerzas sindicales y empresariales. De tal forma, y sé
que la sugerencia es más que problemática para llevarla a la práctica, se corregiría uno de los
déficits de los que adolece el Tratado.
4. La reducción de las desigualdades sociales como objetivo central
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Converger debe significar reducir paulatinamente las diferencias existentes en el seno de
las CE. Tal como nos ha recordado el Comité Económico y Social -un instrumento jurídico
infrautilizado en el ámbito comunitario, bien que se haya manifestado como indispensable para la
participación de los agentes sociales en el proceso de construcción europea-, no se trata sólo de
lograr una mejora absoluta de las condiciones económicas, sino que también se ha de lograr un
reequilibrio y convergencia real en términos de aproximación de los ingresos disponibles,
acercamiento de las estructuras económicas y sociales y de las relaciones laborales, de los niveles
de bienestar social, y de una decidida implicación de los agentes sociales (patronales y sindicatos)
en todas aquellas cuestiones que les afecten. El laissez-faire y la economía libre de mercado no
son suficientes para garantizar un desarrollo europeo económicamente acertado y socialmente
equilibrado. Además, la necesidad de buscar un equilibrio armónico entre Estados y regiones no
es sólo una exigencia económica, sino también una demanda social requerida por el art. 130 A
del Tratado, cuando afirma que: “a fin de promover un desarrollo armonioso del conjunto de la
Comunidad, ésta desarrollará y proseguirá su acción encaminada a reforzar su cohesión
económica y social”.
En suma, en el desarrollo correcto de los Fondos económicos de apoyo a las políticas
estructurales, y en el amplio y rápido desarrollo legal y/o convencional del programa de acción de
la Carta, se encuentran los ejes para que la Unión Europea pueda gozar de un sólido apoyo
popular por parte del conjunto de los ciudadanos en general y de los trabajadores en particular.
VI. LA COHESIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL, ELEMENTO CLAVE DE LA POLÍTICA SOCIAL
1. Objetivo: reducir las desigualdades entre Estados, regiones y personas
La cohesión económica y social debe tender a reducir las diferencias entre las diversas
regiones europeas y a superar el retraso de aquellas más desfavorecidas. La Comunidad cuenta
para ello con los Fondos Estructurales Comunitarios (los ya existentes del FSE, FEDER y
FEOGA5, más el nuevo Fondo de cohesión, ya polémico desde antes de su puesta en
funcionamiento prevista para 1993) como instrumentos básicos para atenuar dichas diferencias,
que son algo más que residuales.
(5) FSE: Fondo social europeo; FEDER: Fondo de desarrollo regional; FEOGA: Fondo europeo
de orientación-garantía agrícola.
¿Cómo debe lograrse la cohesión, a mi parecer? Desde luego, no por la vía de los bajos
salarios y el deterioro de las condiciones laborales. Se debe actuar en la mejora de
infraestructuras y en una mejor y más completa educación y cualificación de la mano de obra,
como formas de ir reduciendo las diferencias de productividad entre las diversas regiones y para
avanzar en la senda de un equilibrio armónico entre todas ellas.
Datos comunitarios ponen de manifiesto que alrededor del 20% de la población, más de
60 millones de personas, viven en regiones con renta per cápita inferiores al 75% de la media
comunitaria y con un paro que puede alcanzar tasas del 30% -con diferencias tan importantes
entre las tasas de desempleo que oscilan entre el 1,5% de Luxemburgo y el 29% en Andalucía, o
lo que es lo mismo, casi 19 veces más.
Estos datos nos indican con claridad la existencia de un dualismo económico entre las
regiones europeas y de unas diferencias entre ellas que son superiores a las de cualquier otra zona
económica y política en el mundo industrializado. Es un problema al que hay que dedicar
cuantiosas cantidades económicas y desde la convicción de que su resolución no se producirá a
12
corto plazo, como lo demuestran los propios estudios comunitarios. En efecto, para equilibrar los
retrasos existentes entre las diversas regiones entre 1994 y el año 2.010 se calcula que las
necesidades de inversión ascenderían a más de 50.000 millones de ecus anuales.
2. Los Fondos comunitarios
La reforma del FSE, FEDER y FEOGA operada a partir de 1988, con el establecimiento
de planes globales y plurianuales, ha tenido una incidencia cuantitativa no desdeñable sobre el
mercado de trabajo, calculándose que habrá permitido durante el período 1989-1993 la creación
de cerca de 500.000 nuevos puestos de trabajo, de los que 120.000 corresponden a España. Se
trata ahora de mejorar la eficacia de las acciones emprendidas y de aumentar las dotaciones a las
regiones menos desarrolladas, con una participación más directa de las fuerzas sociales en los
procedimientos de programación. En una perspectiva optimista -que debe ser matizada por las
circunstancias de crisis económica en que nos encontramos y las fuertes reticencias de los países
“ricos” comunitarios a incrementar sus aportaciones a las CE- el incremento de las partidas de los
Fondos existentes, más las dedicadas al nuevo Fondo de cohesión, podría significar que algunas
regiones españolas duplicasen el volumen de fondos económicos disponibles en el período 199397 con respecto al período 1988-92.
La creación del Fondo de Cohesión está prevista expresamente en el Tratado de la Unión
(art. 130 D), de forma que este proporcione contribución financiera a proyectos de medio
ambiente y a redes transeuropeas en materia de infraestructura y transporte. El Consejo Europeo
de Edimburgo ha previsto un montante presupuestario de 15.150 millones de ecus durante el
período 1993-1999, del que podrán beneficiarse los cuatro países (España, Portugal, Grecia e
Irlanda) cuyo PNB per cápita es inferior al 90% de la media comunitaria. La tasa de
cofinanciación de los distintos proyectos por parte de la Comunidad se situará entre el 80 y el 85
%.
3. Política social y cohesión
Dentro del objetivo básico de lograr la cohesión económica y social, la política social
debe considerarse como un componente esencial de la misma, tendiendo a la aproximación de los
sistemas de relaciones laborales de los diversos Estados, a la potenciación de la participación de
los trabajadores y de sus organizaciones, y a una mejora de la formación de la mano de obra que
posibilite el crecimiento de la actividad productiva. Es cierto que el coste laboral de la mano de
obra es un aspecto importante para lograr tal cohesión, pero no lo es menos que son más
importantes, como ha subrayado correctamente la CES, “la cualificación de la mano de obra y la
existencia de un sistema moderno de relaciones industriales consensuado entre los interlocutores
sociales, con una participación más destacada de éstos a todos los niveles, incluido el europeo”.
La política social deberá atender además, a fin de lograr esa cohesión demandada por las
normas comunitarias, a las mutaciones acaecidas en el mercado de trabajo, con el incremento de
las modalidades contractuales atípicas, y a la resolución del problema del desempleo. Se ha
sostenido, y no me parece exagerada la argumentación, que la cuestión del empleo “...podría
resultar el talón de Aquiles de la unión monetaria, política y social europea, ya que. .. ¿cuánto
paro puede aguantarse?”. (T. Roth, “Desempleo, el principal escollo para la convergencia
europea”. Cinco Días, 7.07.92)
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RECAPITULACIÓN FINAL
Como he indicado al principio de la exposición, he expuesto durante la misma mis tesis e
ideas sobre algunos aspectos que inciden básicamente en el proceso de construcción de la
dimensión social europea. Quiero formular, por último, unas breves consideraciones sobre como
avanzar en el proceso de cambio social en Europa.
Es bueno y conveniente recordar, en este momento de cierta parálisis de ideas en que nos
encontramos, que los avances sociales a lo largo de la historia nunca se han producido de forma
lineal y sin obstáculo alguno en su camino. Si para muestra vale un botón véase el supuesto del
reconocimiento del derecho de libertad sindical, que costó la vida a muchos trabajadores a lo
largo del S. XIX. En el ámbito de la construcción europea, la reflexión anterior encaja
plenamente: los avances sociales producidos -mínimos en comparación con los realizados en el
terreno económico- han debido vencer numerosas reticencias, y en gran medida han sido posibles
por la presión del movimiento sindical y de las fuerzas políticas progresistas, que llevaron a las
instancias comunitarias al convencimiento de que difícilmente una gran parte de la población
europea, los trabajadores, se sentiría implicada en la construcción del espacio común si no
advertían que también unas ciertas ventajas y derechos se dirigían hacia ellos. Pero, como he
explicado en mi exposición, queda todavía mucho por hacer, y el efectivo desarrollo del Tratado
puede contribuir al avance de la dimensión social europea.
El análisis histórico del nacimiento, primero, y desarrollo después, de los derechos
laborales, tanto a escala nacional como comunitaria, me lleva a concluir que no debe esperarse
que todas las soluciones provengan de los poderes públicos. Los derechos laborales difícilmente
hubieran adquirido carta de ciudadanía legal si no hubiera habido la presión, serena pero
constante, de los movimientos sindicales y las fuerzas políticas progresistas.
La construcción de la nueva Europa, en conclusión, sólo será posible en la medida en que
participen activamente los sindicatos y los trabajadores. Deseo una nueva Europa plenamente
abierta al exterior' que establezca lazos políticos, económicos y sociales con los países del
antiguo bloque comunista, y que fije unas reglas del juego que permitan unas relaciones estables
con los países del sur del Mediterráneo y que den cumplida respuesta al fenómeno migratorio,
cada vez más importante.
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3. LOS SINDICATOS ANTE LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA (6)
(6) Textos publicados en “Maastricht y la cuestión sindical”. Noticias Obreras, num. 1086-1087
del 16.12.92 a 15.01.93, págs. 25 a 34. La selección de las frases recogidas en el presente
Cuaderno ha sido realizada por Cristianisme i Justicia.
UN SÍ CRITICO AL TRATADO
UGT:
Argumentos a favor: En el terreno social, hay un reconocimiento explícito del papel de
los interlocutores sociales: se abre la posibilidad de que éstos alcancen acuerdos a nivel europeo y
que dichos acuerdos se reflejen en el plano legislativo.
Argumentos en contra: Denuncian que en el Tratado se hace demasiado hincapié en los
aspectos monetarios, en general muy claramente definidos, mientras que hay un alto grado de
ambigüedad y falta de concentración en los temas sociales de cohesión.
El mejor exponente de la persistencia de este déficit democrático es el hecho de que el
Parlamento continúe sin tener plena capacidad legislativa, como ocurre con los parlamentos
nacionales
CC.OO.:
A favor: Los acuerdos de Maastricht suponen dar un paso más allá del mero desarrollo
del mercado Único como hilo conductor del proyecto europeo, tal y como se diseñó en el Acta
Única en 1986 y, por tanto, un avance del “gobierno de lo económico”.
En contra: Mientras se avanza claramente en el objetivo de la unión monetaria y de
conseguir una Moneda Única, los objetivos de conseguir una mayor articulación entre las
diferentes economías, mayor democracia y participación ciudadana en las decisiones políticas y
una mayor igualdad social, quedan en un segundo plano, con avances importantes, pero muy
insuficientes.
Por otra parte, los objetivos de convergencia monetaria que se han cuantificado para 1997
están excesivamente orientados hacia el principio de la estabilidad monetaria y hacia una política
que puede significar para la gran mayoría de países, la aplicación de una política monetaria y
fiscal restrictiva, con elevados costes sociales.
ELA-STV:
A favor: El tratado fija una serie de bases que si son desarrolladas en su totalidad, pueden
ser eficaces para el desarrollo económico y social de la Comunidad. Rechazar Maastricht
conduciría a la paralización de cualquier iniciativa de la legislación social y daría carta blanca a
las fuerzas económicas.
En contra: Los criterios de la UEM no tienen en cuenta la economía real, con el riesgo de
sacrificar, como siempre, el empleo y los gastos sociales.
UN NO AL TRATADO
USO:
Maastricht hizo agua en el momento mismo que once Estados decidieron seguir adelante
con él pese a que el Reino Unido -nada menos- no suscribió el protocolo social del Tratado. En
ese instante, el Tratado devenía inválido por el principio de unanimidad que exige el
funcionamiento de la Comunidad Europea para las grandes decisiones. El resto-referendum
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danés, francés, deslealtad intercomunitaria en las políticas económicas y monetarias.
La cuestión de fondo, es que Maastricht reitera y agrava los endémicos desequilibrios de
la construcción europea: altísima velocidad de integración económica y monetaria -inalcanzable
hoy para, al menos, la mitad de los socios comunitarios, incluida España- y escasísima velocidad
del proceso de cohesión social y económica y del desarrollo de la cohesión y los controles
políticos que vayan eliminando el llamado “déficit democrático” con el que se viene
construyendo la unión europea, déficit del que “Maastricht” es un claro reflejo.
Abogamos por un referéndum en España que no se limite al “sí” o “no” pelados, sino que
introduzca como tercera posibilidad la sustitución de “Maastricht” por un tratado de la Unión más
sólido y equilibrado, con más fundamento popular y de los distintos Estados de la Comunidad
Europea.
CGT:
Prácticamente por unanimidad se pronunció por un “no” rotundo en contra del Tratado de
Maastricht. Anteriormente el Comité Confederal se había pronunciado igualmente (3-7-92) a
favor de la convocatoria de referéndum.
INTG-CIG:
Entienden que el Tratado de Maastricht es un paso más en la construcción de una Europa
insolidaria.
Con Maastricht se garantiza un control macroeconómico de las economías de los Estados
que conforman la CE, desde las cúpulas gobernantes y a través del Banco central Europeo,
impidiendo -o cuando menos haciendo más difícil- que desde cualquier Estado miembro se pueda
realizar en el futuro una política menos conservadora y más social.
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4. CUESTIONARIO PARA PENSAR SOBRE MAASTRICHT
N.B. Preferimos presentarlo como temas y no como cuestionario, aunque muchas veces el
redactado tenga la forma de preguntas. Y hacemos este elenco más largo y detallado que otras
veces, porque con frecuencia se trata de preguntas que aún no tienen respuesta rápida y 1o que se
nos pide es sobre todo reflexión.
1. Información y conocimiento sobre Maastricht
¿Crees que los ciudadanos tienen suficiente conocimiento de lo que se juega en
Maastricht? ¿Crees tenerlo tú (al menos antes de leer este cuaderno)? En caso negativo, ¿te
parece que esa falta de información en un asunto que nos afecta tanto, es síntoma de una
democracia sana o de una democracia débil y enferma?
¿Qué acciones habría que poner en marcha para mejorar este capítulo?
2. Europa de financieros o Europa de seres humanos
Se dice con frecuencia que Europa se está construyendo sólo sobre bases económicas y
descuidando los aspectos sociales y políticos que tienen igual o mayor importancia. ¿Compartes
este juicio? Trata de formular las razones que tienes, o los datos que conoces, en favor tanto de
una respuesta afirmativa como negativa.
¿Te parece que en la Europa esbozada, el trabajo se mueve con la misma facilidad y las
mismas ventajas que el capital? ¿O la internacionalización del capital va mucho más rápida que la
del mundo del trabajo? ¿Es justo esto? ¿O inevitable? ¿Que acciones habría que poner en marcha
para lograr una igualdad de trato para ambos?
Ha sido objeto de críticas el escaso control que el tratado de Maastricht prevé para el
futuro Banco Central Europeo, por la posibilidad de que este Banco diseñe políticas monetarias
muy restrictivas. ¿Crees que un Banco Central tan independiente puede ser una especie de poder
fáctico totalitario, superior a todos los poderes políticos democráticos?
3. Europa de unos pocos o Europa de todos los europeos
Los textos de este Cuaderno insisten en que la convergencia sólo a niveles
macroeconómicos (inflación, tasas de interés, etc.) puede incrementar los procesos de
marginación y exclusión social de muchos europeos (se calculan en unos 44 millones). El modelo
económico que diseña el Tratado de la Unión ¿crees que aumentará las desigualdades sociales y
los fenómenos de exclusión social o mejorará las condiciones de vida para la mayor parte de los
europeos? Si miras a tu lugar cotidiano de trabajo ¿qué fenómenos encuentras que servirían para
contestar a esa pregunta? ¿Qué respuesta saldría de esos datos concretos que tú conoces por
experiencia?
4. El precio de Europa
Nada de lo anteriormente expuesto en este Cuaderno significa que Europa tenga que ser
un paraíso al que se llega sin pagar ningún precio, ni una receta mágica con respuestas para todo.
Conviene pues examinar si estamos dispuestos a pagar los costos de la construcción europea.
¿Crees estarlo tú? ¿Lo está la gente que conoces? ¿Te parece que lo está Catalunya, o el resto de
España?
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Y en caso negativo pregúntate: ¿cuál sería para ti la alternativa?
¿Cuales son las razones de esa negativa? ¿La tradicional pereza o comodidad del ser
humano? ¿O el hecho de que esos costos los van a pagar sólo unos pocos en lugar de distribuirse
equitativamente entre todos?
Si crees que se trata de esto último busca ejemplos de esa falta de equidad, y caminos
para corregirla.
5. Mercado europeo de trabajo
Quienes creen que Europa ofrece soluciones para todo no conciben esas soluciones de la
misma manera. Unos creen que el acomodarnos a la normativa europa producirá una gran
creación de empleo que compensará las destrucciones producidas con anterioridad. Otros
subrayan que sólo si los trabajadores tienen voz y voto en las cuestiones que afectan al mundo de
la empresa y de la economía, será verdad ese pronóstico.
Conviene entonces aclarar -para entenderse- qué es lo que significa eso de “liberalizar el
mercado de trabajo para enfrentarnos a los retos europeos”: si se trata de dar mayores facilidades
para despedir a los trabajadores, o de reordenar las modalidades de contratación temporal, o de
incentivar las políticas de formación contínua del trabajador, o de adecuar el volumen de personal
de las empresas en crisis combinándolo con políticas de recualificación de los afectados...
En el mundo particular en que tú te mueves (lugar de trabajo propio, amigos, familiares...)
¿dónde te parece que se está poniendo el acento?
¿Por la información general que recibes en prensa, televisión etc. ¿dónde te parece que se
está poniendo el acento a nivel europeo?
¿Te parece correcto? ¿Dónde te parece que debería ponerse?
6. El principio de subsidiariedad en Europa
Es considerado como un principio sacrosanto. Los católicos apelan para él a encíclicas
pontificias (vg. Quadragesimo anno, de 1931) y los calvinistas al mismo Calvino. Citamos aquí el
artículo G del Tratado de Maastricht donde se dice que (excluyendo naturalmente aquellos
ámbitos que son de exclusiva competencia comunitaria), la Comunidad actuará:
“sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados
de manera suficiente por los estados miembros, y, por consiguiente, puedan lograrse mejor
debido a la dimensión o a los efectos de la acción contemplada a nivel comunitario” [N.B. No es
que sea muy claro pero ni la redacción ni la traducción son nuestras...]
¿Te parece que el tratado de la Unión respeta el principio de subsidiariedad? (entre la
comunidad y los estados o entre estados y nacionalidades o entre regiones y municipios? La
pregunta vale tanto para las relaciones “verticales” (de poderes centrales a poderes más
periféricos) como para las relaciones “horizontales” (de los poderes comunitarios a las fuerzas
sociales)
7. ¿Política de defensa propia?
¿Necesita Europa una política propia de defensa, no subordinada a la estrategia militar de
la OTAN? El Tratado de Maastricht deja abierta la puerta a esa posibilidad. Lo que ahora suscita
esta pregunta son las voces que se han alzado señalando que la intervención europea en el
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conflicto de la antigua Yugoslavia habría sido más rápida, más eficaz y menos vergonzosa si esa
política común existiera.
¿Qué opinas de esta acusación?
8. Poderes del Parlamento europeo
¿Aceptarías un incremento de los poderes del Parlamento europeo, y un decremento de
los poderes del Consejo de Ministros y de la Comisión? ¿Aun a costa de que se reduzcan los
poderes de las diversas instancias comunitarias (regionales, locales etc.)? ¿En qué campo sería
deseable ese aumento de los poderes del parlamento europeo?
9. La inmigración en Europa
Es este un tema que nos afecta mucho y que desata mucha visceralidad. Unos hablan de la
Europa “fortaleza”. El tratado de la Unión habla de libre circulación de personas, como una de
sus cuatro grandes libertades básicas. Pero parece que esa libertad sólo vaya dirigida a los
ciudadanos comunitarios y que acuerdos posteriores (Schengen, Trevi...) hayan extremado la
rigidez de las fronteras europeas. También es frecuente oír que los inmigrantes quitan puestos de
trabajo a los nacionales, y que su expulsión contribuiría a la mejora del mercado interno. A lo que
otros responden que los inmigrantes nos son imprescindibles porque realizan trabajos que ningún
“ciudadano” quiere realizar.
Reflexiona sobre este problema en torno a los tres puntos siguientes:
a) ¿con qué posición te sientes más identificado? ¿por qué?
b) ¿Es lógico pensar que, a base de leyes, se frenarán las inmigraciones? ¿O hay que
pensar que la necesidad humana de supervivencia no conoce fronteras ni riesgos?
c) ¿Qué política de inmigraciones deberá seguir la nueva Europa para conjugar el
reconocimiento a los derechos de los extracomunitarios ya asentados, y para absorber el flujo
potencial de inmigración que permita la situación económica y social?
d) Los siglos XIX y XX fueron los europeos los grandes inmigrantes en América y
Oceanía. ¿Queremos ahora construir para el XXI una Europa comunidad plural abierta, o un
gueto de grandes dimensiones?
10. Europa y la solidaridad
Tanto un increyente como un cristiano pueden aceptar que el grito de la Revolución
Francesa (“libertad, igualdad, fraternidad”) es una especie de “matriz cultural” de la Europa
moderna. Juan Pablo II dijo en Francia, en 1980 que “libertad, igualdad y fraternidad representan
la expresión de unos valores cristianos” y que “los que formularon ese lema querían actuar a
favor del hombre”.
¿Te parece que la Europa que se perfila a través del Tratado de Maastricht es una Europa
suficientemente fiel a esos ideales originarios? ¿Merece entonces de veras el nombre de Europa?
O si no, ¿cuáles de esos ideales te parece que faltan y por cuáles se ven sustituidos? ¿Puede la
nueva Europa que surge del Tratado de Maastricht contribuir a crear un mundo más solidario?
¿Qué falta para eso?
11. España y Europa
Estos días hemos asistido a una cierta polémica pública que podría resumirse así:
19
—España debe entrar a toda costa en la Europa de la “primera velocidad” cumpliendo
para 1996 los criterios de convergencia nominal (descenso de inflación, control del gasto público
etc.) aunque esto pueda suponer un aumento importante del paro.
—La lucha contra el paro ha de ser objetivo prioritario aunque impida un descenso de la
inflación y nos impida entrar en la Europa de la “primera velocidad”.
¿Con cuál de las dos posiciones te quedarías tú? ¿Por qué?
¿Es verosímil pensar que una España con desórdenes sociales notables (fruto de una cifra
intolerable de desempleados) tampoco podría ser aceptada en Europa, aunque cumpliera los
requisitos técnico-jurídicos?
12. Finalmente
Una vez examinados todos los problemas anteriores, te aconsejaríamos volver a releer el
Cuaderno, buscando en cuales de sus páginas se aportan elementos para la respuesta o, al menos,
para la reflexión.
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20
85
LA POBREZA EN ESTADOS UNIDOS
Luis de Sebastián
1. Pobreza en una sociedad rica: datos y estadísticas
2. La cara de la pobreza en los Estados Unidos
3. Mecanismos generadores de pobreza
4. La ideología en torno a la pobreza y sus remedios
5. Reforma del ³welfare´ y combate contra la pobreza
6. El cuestionamiento del capitalismo americano
Notas
Apéndice
2
1. POBREZA EN UNA SOCIEDAD RICA
Según datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos1, en 1995 había en el país 36,5
millones de personas considerados pobres. Son pobres en Estados Unidos las personas que
viven debajo de la línea de la pobreza, que esta establecida en 13.000 dólares/año para una
familia de cuatro personas. Representan el 13,8% de la población censada. Eso corresponde a
siete millones y medio de familias o el 10,8% de las familias americanas.
¿Es mucho o es poco? En la Unión Europea se cuentan 57 millones de pobres, o personas
que viven bajo la línea de la pobreza. Representa el 17% de los habitantes de la Unión, que
tendrían un ingreso neto inferior a la mitad del ingreso promedio vigente en el país. (En
España, según esta medida, serían pobres las personas que tengan un ingreso neto anual de
menos de un millón de pesetas)2. En todo caso, tanto en la Unión Europea como en los
Estados Unidos, la existencia de ese número de pobres es lamentable. Pero es sobre todo
injusto en países donde existe tanta riqueza y tanto despilfarro.
El problema de la pobreza en Estados Unidos es particularmente importante porque
representa como la sombra del resplandor y el contrapunto de los acordes con que se presenta
en Europa el modelo de capitalismo americano. El ingreso per cápita anual de los Estados
Unidos era en 1995 de 26,000 dólares (casi el doble que el de España). Sin apenas desempleo,
±4,7% de la población económicamente activa a finales de 1997±, con unos años de
crecimiento sostenido sin inflación, parecería que se dan las condiciones necesarias y
suficientes para eliminar la pobreza. Pero no es así. Los pobres forman una parte substancial de
la sociedad norteamericana y constituyen un resultado esencial del modelo.
La pobreza en Estados Unidos nos debiera advertir de los males del modelo de capitalismo
desenfrenado que se siguen tratando de desarrollar en ese país y que cada vez más se pretende
copiar en Europa. Aquello no es Jauja, el modelo americano tiene costos grandes y bien
reconocibles de privación y sufrimiento humano. En este cuaderno trataremos de aproximarnos
a esa realidad y analizar las causas del fenómeno, los remedios que se están poniendo y las
perspectivas para el futuro.
Datos básicos de la pobreza
Los datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, que recogen muchos datos sobre
los individuos y familias censadas, muestran que de 1994 a 1995 las medidas tradicionales de
pobreza arrojan resultados mejores. En 1995 había 1,6 millones menos de pobres que en 1994
y la tasa de pobreza se había reducido del 14,5% al 13,8% un año después. De todas manera,
la tasa de pobreza es mayor que hace treinta años, cuando, como resultado de las medidas
sociales de J.F. Kennedy y sobre todo de Lyndon Johnson con su ³Programa para una Gran
Sociedad´ (Great Society Program), se redujo al 10%, desde el 22% que había alcanzado en
19593. A partir de los presidentes reformistas, Reagan y Bush, la tasa de pobreza ha
aumentado constantemente hasta los niveles actuales que parecen estabilizados.
Por otras medidas de pobreza se constata el mismo estancamiento. El número, por ejemplo,
de las personas que no disfrutan de ningún tipo de seguridad médica se mantiene en torno a los
40 millones de personas ±el 15,4% de la población± . La tasa de pobres entre los inmigrantes
(personas censadas nacidas fuera de los EE.UU) se mantenía en 1995 a su nivel anterior de
22.2%. A finales de 1996 las estadísticas del país constataban un descenso del 2% en los
ingresos semanales promedio entre diciembre y enero4. Estas estadísticas globales pintan un
cuadro bien claro de la situación:
3
La economía de los EE.UU. está en su quinto año de recuperación. Los beneficios aumentan,
los tipos de interés están bajo control y el desempleo es bajo. Pero las brillantes estadísticas
tienden a tapar el preocupante aumento de americanos que trabajan y viven en una situación de
pobreza. Mientras los trabajadores de mayores ingresos disfrutan una constante mejora de
ingresos, los trabajadores más pobres están perdiendo terreno. Más aun, sus esperanzas de
subir desde el peldaño más bajo de la escala profesional son más sombrías que nunca antes,
porque el avance en la nueva era tecnológica depende cada vez más de calificaciones de las que
los trabajadores pobres carecen. Cuando el Congreso se prepara para llevar a cabo cortes en
los programas sociales, desde el Medicare a la beneficencia, los trabajadores pobres pueden
descubrir mayores agujeros en la red de seguridad de los programas sociales con los que
cuentan para salir adelante.5
4
2. LA CARA DE LA POBREZA EN LOS ESTADOS UNIDOS
1. Raza
Los datos nos permiten trazar una imagen-robot de los pobres norteamericanos. Por raza las
situación se perfila de la siguiente manera:
1995
1994
Negros
9,872
29,3%
Asiáticos i Pacífico
4,411
14,6%
Origen Hispánico
8,754
30,3%
Blancos (no hispanos) 16,267
8,5%
(en miles de personas)
30,6%
14,6%
30,7%
11,7%
Aunque casi la mitad de los pobres son blancos (16 millones que equivalen al 44% del total),
casi la tercera parte (30%) de todos los ciudadanos de color negro y de los de origen
hispanoamericano son pobres. Mientras que de los blancos americanos (excluyendo los de
origen hispánico) sólo el 8,5% es pobre.
La pobreza por lo tanto tiene una incidencia relativa mayor entre los negros y los hispánicos:
los descendientes de los esclavos africanos y los campesinos latinoamericanos emigrados al
paraíso. Es verdad que muchos de ellos estarían peor en sus países de origen. Pero las
condiciones materiales no son todo en la vida y muchos emigrantes se degradan viviendo en
una pobreza relativa y una exclusión que no tendrían en su país. En la tabla se ve que la suerte
de los habitantes americanos de origen hispánico no ha mejorado apenas en 1995. Y eso que la
estadística se refiere solo a los emigrantes legales. Si se contaran los cientos de miles de
ilegales, la incidencia de la pobreza en este grupo sería sin duda mayor.
5
2. Edad
La edad también es un elemento diferenciador en el mundo de los pobres. La incidencia de la
pobreza entre los jóvenes es mayor que entre los adultos. El 40 por ciento de los pobres son
personas menores de 18 años. Los viejos están mejor: sólo el 9,11% de los pobres son
personas de 65 años o mayores. La pobreza en EE.UU. tiene cara de joven. La mitad (48%) de
los pobres crónicos son niños. Los niños son las mayores víctimas del sistema.
Distribución de las personas pobres por edad
(en miles de personas)
1995
1994
Menores de 18 años 14,665
20,8%
De 18 a 24 años
4,553
18,3%
De 25 a 34 años
5,196
12,7%
De 35 a 44 años
4,064
9,4%
De 45 a 55 años
2,470
7,8%
De 55 a 65 años
2,159
10,3%
Máss de 65
3,318
10,5%
% del grup
21.8%
18,0%
13,2%
10,6%
7,8%
11,4%
11,7%
Podemos ver esta realidad de otra manera según los datos de la tabla anterior. Por grupos o
cohortes de edad, como a veces se dice, la mayor incidencia de pobreza se da entre los más
jóvenes, 20,8% del grupo de menos de 18 años6. No es sorprendente porque aquí está
comprendido todo el universo de los niños y adolescentes. Más sorprendente es que en una
cohorte de límites más estrechos (de 18 a 24 años) la incidencia es casi igual (18,3%). Los
niños, adolescentes y jóvenes hasta los 24 años representan más de la mitad del total de
personas pobres, el 53%. Considerando esta situación escribía Lester Thurow:
El gasto público en los mayores no es una cuestión de iniquidad y privaciones. En 1970 el
porcentaje de las personas mayores que vivían en pobreza era mayor que en ningún otro grupo
de la población. Ahora hay menos pobres entre los mayores que en otro grupo de la población.
Para muchas personas en los Estados Unidos el nivel de vida aumenta cuando se jubilan.7
Thurow habla de una especie de explotación de los más jóvenes por parte de los mayores en
el sentido de que estos, que tienen mayor garra política, influyen para que el gasto público se
canalice hacia los jubilados y no se toque por ningún concepto. Este panorama es distinto del
que tenemos en España. La diferencia es que sucesivos gobiernos de los Estados Unidos han
estado reforzando las pensiones no contributivas y engordando las contributivas. Los jubilados
forman un lobby o grupo de presión muy fuerte, numeroso, bien organizado, que tiene mucho
que ganar de una acción colectiva y con tiempo suficiente para organizarla. Han mejorado su
suerte mucho y a eso no podemos objetar. Lo que hace falta es que se dé atención a ese otro
grupo menos organizado, más amorfo y caótico que son los jóvenes, con menos interés en la
política, que no votan y ³pasan´ de muchas cosas. Los gobiernos sienten menos presión de su
parte para canalizar el gasto público hacia ellos.
6
3. Domicilio
Por zona residencial también hay diferencias. Los pobres se concentran en la partes antiguas,
en el centro histórico de las ciudades. Más de la mitad de los 28 millones de pobres urbanos
(57%) viven en estas zonas antiguas, decadentes, mal mantenidas y mal cuidadas, por lo tanto
de escaso valor inmobiliario y ya abandonadas por los negocios y las viviendas de la clase
media. En las áreas rurales más retrasadas se concentran los 8 millones de pobres restantes.
4. Geografía
Por zonas geográficas los pobres se reparten como se puede ver en la tabla siguiente que
divide el país en grandes zonas:
Población considerada pobre en diversas regiones
(en miles de personas)
1995
población
Nordeste
6,445
Medioeste
6,785
Sur
14,458
Oeste
8,736
% de
12,5%
11,0%
15,7%
14,9%
Como se puede apreciar, la pobreza se concentra más en el Sur, en el territorio del Sur
profundo Confederado, de plantaciones de algodón y de extensa esclavitud. Comprende los
estados de Arkansas, Lousiana, Mississipi, Tennesee, las Carolinas, etc. En el Sur viven el 40%
de los pobres americanos, que representan el 15,7% de los habitantes de estos estados, una
tasa de pobreza mayor que la media nacional. El Oeste, aunque es muy rico, con California,
Nevada, Nueva México, Texas, etc. tiene muchos emigrantes latinoamericanos y mucha
pobreza entre ellos, lo que hace que también la tasa de pobreza esté por encima de la media
nacional.
La foto robot del prototipo de pobre americano es una joven negra ±o mestiza± que vive en
un estado del Sur, madre soltera con cuatro o cinco años de escolaridad básica, desempleada y
ayudada por el welfare system (sistema de beneficencia). Es el tipo más frecuente entre los
pobres. Si encontramos una persona así tenemos muchas probabilidades de que estemos en
frente de una persona realmente pobre. Los jóvenes pobres parecen ser una característica del
futuro estado de la sociedad, si la abandonamos a la dinámica que ya funciona en los Estados
Unidos
7
3. MECANISMOS GENERADORES DE POBREZA
Crecimiento del PIB 1980-1996
8
7
6
5
4
3
2
1
0
-1 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996
-2
-3
En los últimos 25 años el país ha tenido largos períodos de crecimiento con dos recesiones
del 1980-1982 (³la recesión de Reagan´) y la de 1991 (la recesión de Bush, que dio la victoria
a los demócratas). El ritmo de crecimiento, 2,5% de media anual durante los 17 últimos años,
ha sido bueno para una economía madura, como es la de Estados Unidos. Por el ³efecto
rebalse´ los salarios de todo el mundo tendrían que haber crecido de forma semejante. Pues
bien, los datos muestran que la distribución del crecimiento, medido por el del ingreso
nacional, ha sido muy desigual.
Distribución del Ingreso Nacional
(en miles de personas)
Grupo de ingresos
1967
1995
El 20% de menores ingresos
4%
4%
El 60% de ingresos medianos
52%
46%
El 20% de mayores ingresos
43%
49%
El 5% de mayores ingresos
16%
22%
Fuente: Us Bureau of the Census, Encuesta de población, Marzo 1996
Mientras el quintil8 de menores ingresos se ha mantenido con la misma cuota de reparto del
ingreso nacional en esto treinta años y los tres quintiles medios han visto como su cuota bajaba
del 52 al 46%, el quintil de mayores ingresos ha visto aumentada su cuota del 43 al 49%, y
dentro de este grupo, el 5% con mayores ingresos, los realmente ricos, han aumentado su
cuota del 16 al 22%. En resumen, el 5% más rico se lleva el 22% de la renta nacional y el 20%
más pobre sólo el 4%. Este patrón de distribución es uno de los más injustos del mundo, más
propio de un país subdesarrollado que de una economía industrial avanzada y un país que se
vanagloría de la fortaleza de su democracia.
Más aún, la distribución del ingreso se ha deteriorado especialmente para la clase media, que
constituía la base del ³sueño americano´, que era un sueño de igualdad de oportunidades y de
progresiva elevación de las clases trabajadoras. Ahora se ha escrito el libro: ³Quién robó el
sueño?´9, reconociendo que la situación es bien diferente de lo que se vendía en Europa en
8
tiempos del ³El desafío americano´ del francés Shervan Schreiber. El batallón de los pobres no
se nutre sólo de los emigrantes y de los hijos de las madres solteras. Muchos vienen de las
capas de menores ingresos de la clase media que cada vez se están empobreciendo más.
El proceso de deterioro de la distribución de la renta y la riqueza desde el punto de mira de la
gran clase media americana es uno de los factores dinámicos que genera la pobreza en el país.
Esto es uno de los costos esenciales del ³modelo americano´ que debieran tener en cuenta
quienes pretenden importarlo a Europa.
En la tabla siguiente se ve el perfil de las ganancias de los grupos sociales a través de las
declaraciones de impuesto por ingresos del trabajo. En Estados Unidos se considera que una
familia obligada a declarar y que gana menos de 20.000 dólares (unos tres millones de ptas.
anuales) es una familia de ³working poor´ (pobres que trabajan).
Clasificación de las clases
por las declaraciones del IRPF 1993
Ingreso anual declarado
Núm. de declaraciones
%
del total
Menos de 3.100.000 pts
44,5 millones
45%
Entre 3.100.000 y 11.600.000 pts 45,7 millones
47%
Más de 11.600.000 pts
7,8 milliones
8%
Total
98 millones
Fuente: Barlett and Steele. 1996. América: Who stole the dream? P.xi
3.1. La evolución de los salarios
Esta desigual distribución de la renta sólo puede ser el resultado de una notable disparidad en
la evolución de los salarios y remuneraciones de los trabajadores y empleados.
Una encuesta del Philadelphia Inquirer sobre 20 de las 500 empresas que figuran en Fortune
±en industrias que van desde tractores a ordenadores, de gaseosas a jabón± muestra que los
salarios y bonificaciones de los ejecutivos mejor pagados se han disparado en un promedio del
951 por ciento entre 1975 y 1995, o sea cinco veces la tasa de inflación. En comparación, las
ganancias promedio de más de 73 millones de trabajadores y empleados de todas las empresas
privadas} subió sólo el 142 por ciento, por debajo de la tasa de inflación acumulada durante
el período, que fue del 183 por ciento. El promedio de los salarios anuales en 1995 (20.559
dólares) es inferior en 3,529 dólares al valor real del salario promedio en 1975 que fue de
24,088 dólares10. Pero a causa del aumento en la carga tributaria, están todavía peor de lo que
esta diferencia indica.11
9
Ingresos semanales promedio 1980-95
280
dólares de 1982
275
270
265
260
255
250
245
1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1997 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995
Como se puede ver en el gráfico el promedio de ingresos semanales en actividades privadas no
agrícolas ha ido cayendo desde 1980 en términos reales (en dólares constantes de 1982). Y la
caída ±que no aparece en el gráfico± es mucho mayor desde 1972 cuando los salarios
alcanzaron una cima histórica.
Como se podría esperar, los salarios que más han caído son los del trabajo menos cualificado.
Desde 1973 a 1993 los salarios reales de quienes no acabaron el bachillerato se han reducido
en un 23%, el de los que lo acabaron pero no hicieron otros estudios también se redujo, pero
esta vez en 17 %. Los que dejaron pronto la universidad también vieron bajar sus salarios en
un 7%, mientras que los salarios de los que hicieron el ³college´ subió, pero sólo en 5%. Los
que realmente mejoraron son los que tienen estudios superiores y los ejecutivos, claro. Como
decía el periodista Richard Cohen en un artículo sobre la ³depresión silenciosa´,
La conclusión inevitable es que un gran número de americanos está en embarcaciones que no
se elevan con la marea de la prosperidad global.12
aludiendo a la filosofía oficial de que al crecer la economía levanta el nivel de vida de todos los
ciudadanos, como la marea levanta a todas las barcas amarradas en el puerto. Es otra versión
del ³efecto rebalse´, que no suele ser verdad.
3.2. Evolución del empleo
Este caída de los salarios se da a la vez que el empleo aumenta en Estados Unidos. En el mes
de Diciembre de 1997 el paro registrado era de 4,7% de la población económicamente activa.
Una tasa tan pequeña de paro se puede considerar como ³desempleo friccional´, por lo cual
entienden los economistas el número de aquellos que están en transición, es decir, que ³han
dejado un empleo y están buscando otro, que sin duda encontrarán con poco esfuerzo´. La
situación es prácticamente de pleno empleo.
La pobreza en Europa es fruto del desempleo, pero no se puede decir lo mismo de los
Estados Unidos. En 1995 había 7,4 millones de desempleados, pero había 36 millones de
pobres. Aun teniendo en cuenta que muchos de los pobres son menores y mujeres que no se
cuentan entre la ³población económicamente activa´, es inevitable la conclusión de que
muchos del número de los pobres son personas empleadas, son ³working poor´. Lo cual es una
10
indicación de algo que ya se sabe de otras fuentes, a saber, que muchos de los puestos de
trabajo que ocupan esas personas están muy mal retribuidos.
En un informe especial del diario The New York Times titulado ³The Downsizing of
America´ (El encogimiento de América) se ilustra de forma impresionante como la pérdida de
millones de ³buenos empleos´ ha sido la causa de la reducción de los ingresos de la clase media
y el aumento de la pobreza13.
3.3. Pérdida de buenos empleos
El número de los puestos de trabajo en los Estados Unidos ha aumentado enormemente.
Clinton en la reunión del Grupo de los Siete (los responsables de la siete economías más
grandes del mundo) en Denver, Colorado, en Junio de 1997 presumía antes su colegas
europeos de que en su dos periodos se habían creado más de veinte millones de puestos de
trabajo netos14, mientras que en Europa apenas se había creado netos algo más de dos
millones. Es verdad, pero la calidad de esos empleos ha disminuido enormemente y de eso se
quejan los que proclaman el fin del ³sueño americano´:
Más de 43 millones de puestos de trabajo han desaparecido en los Estados Unidos desde 1979,
según un análisis de los datos del Ministerio de Trabajo hecho por el New York Times.
Muchas de las pérdidas se deben al desgaste normal de empresas que cierran y fabricas que se
trasladan. Además se han creado muchos más puestos de trabajo de los que se destruyen. Pero
de forma creciente los puestos que desaparecen son los mejor pagados, empleados de oficina,
muchos en grandes empresas, mujeres tanto como hombres, muchos de ellos en el zenit de su
carrera profesional. Como un cuenta-kilómetros en un coche de carreras el número es mayor
casi cada día.15
Despidos en grandes empresas
entre 1991 y 1994
Empresas
Causas
IBM
85.000
AT&T (teléfonos)
83.000
General Motors (coches)
74.000
US Mail (correos oficiales)
55.000
SEARS (grandes almacenes) 50.000
Despidos
Boeing (aviación)
30.000
Otras, hasta 25 empresas
620.000
Fuente: Business Week, 9 de mayo 1994, p. 61
Reestructuración
Nuevas tecnologías
Traslado de producción
Reestructuración
Cierre de
establecimientos
Reducción de contratos
La responsabilidad de estos despidos es sobre todo de las grandes empresas pero no solo. En
un editorial del Washington Post titulado ³La vanguardia de la reducción de empleo´ se
acusaba al gobierno federal de ir a la cabeza de la carrera para eliminar buenos puestos de
trabajo ±bien remunerados y seguros± con cifras impresionantes. Según el diario de
Washington16, el gobierno había anunciado para 1996 el despido de un número de empleados
entre veinte y treinta mil, de los cuales 4.000 solamente en la ciudad de Washington.
11
Desde que el presidente Clinton inauguró su presidencia en 1993, 187.000 empleados a
tiempo completo han dejado la administración federal, haciendo que el nivel del funcionariado
sea el más pequeño desde 1965. Menos mal que el presidente Clinton es demócrata, de un
partido más inclinado a las causas obreras y a la justicia social} que si hubiera sido
republicano no sé qué desaguisados hubiera hecho en la administración pública.
El problema no es de desempleo. Los despedidos de grandes empresas encuentran trabajo a
las pocas semanas. El problema, es de la calidad del empleo que encuentran. Los datos del
Ministerio de Trabajo muestran que sólo el 35% de los que dejan un empleo encuentran otro
igual o mejor pagado que el anterior. El 65% restante se tiene que contentar con ganar menos,
trabajar más horas y frecuentemente en otra localidad a cientos o miles de kilómetros de su
ciudad de origen.
En esta degradación continua de los puestos de trabajo fácil es de ver que los trabajadores
menos cualificados, son los que sufren mayores reducciones en la calidad y remuneración del
empleo que pueden encontrar después del despido y acaban engrosando el número de los
³pobres que trabajan´. Particularmente los que no llegaron a terminar la educación secundaria
se hallan en una enorme desventaja, porque los trabajos a que tienen acceso están
especialmente mal pagados. Pero incluso para los que habiendo hecho la secundaria no
llegaron a tener estudios universitarios, los ingresos también han decrecido, como ya vimos.
Esto reconoce el Informe Económico del Presidente de 1996:
En los últimos 15 años los salarios reales de los trabajadores no cualificados han caído mucho
mientras que los de los trabajadores bien calificados han subido: entre 1980 y 1994, los
ingresos reales de los que no acabaron la escuela secundaria con edades entre los 25 y 34 años
han caído en un 18%, mientras que los de aquellos con algunos años de universidad han
aumentado en 3%.17
3.4. Una sociedad donde el ganador se lleva todo
Así ha caracterizado a la sociedad americana un libro de dos economistas que lleva este título
³The winer-take-all society´18 . Los autores tratan de explicar la creciente desigualdad en las
ganancias de las diversas profesiones y oficios en una sociedad moderna, y más en concreto la
creciente desigualdad en la distribución del ingreso en los Estados Unidos, una tendencia que
se está acentuando cada día más.
Por ejemplo, en 1974 el director de la IBM ganaba once veces más que el salario de una
típica secretaria ejecutiva. En 1994 ese mismo director ganaba cuarenta veces más que la típica
secretaria, en parte porque la IBM redujo en 10% el salario de unas 120 secretarias de
dirección a la vez que elevaba la retribución de los jefes. Estos movimientos opuestos de la
evolución de los ingresos han llevado a que el 5% de las familias con ingresos más altos
recibían en 1995 el 22% de la renta nacional, cuando en 1978 recibían el 17%. Estas
desigualdades hicieron exclamar a Robert Reich, antiguo Ministro de Trabajo del primer
gobierno de Clinton: ³Tenemos una de las distribuciones de la renta más injustas del mundo!´.
Así es en efecto.
El problema no es que los ricos ganen mucho y cada vez relativamente más, sino que
gradualmente se lo vayan quitando a los que ganan menos, en la medida en que la riqueza deja
de ser pública, con la reducción del estado, y se convierta en riqueza privada de los más ricos
naturalmente, que son los que más se benefician de las reducciones de impuestos y de las
privatizaciones de las empresas y actividades de servicios públicos. La nueva política
12
económica que practican tanto las empresas como las administraciones públicas, apelando a
ese batiburrillo de ideas y prejuicios que llamamos neoliberalismo, tiene unas consecuencias
redistributivas claras: dar más al que ya tiene a costa de los que menos ganan.
3.5. El comercio internacional
Los cambios en la situación del empleo, el constante deterioro de los salarios de los
trabajadores no cualificados lo atribuyen algunos al comercio internacional, al aumento de las
importaciones de países en vías de desarrollo, donde los salarios son más bajos. Importar esos
productos es como importar salarios bajos al país, dice el argumento.
Señalan que la productividad de la mano de obra, que se había estancado en la década de los
ochenta, ha estado creciendo en la de los noventa a un buen ritmo. ¿Como es posible que con
un aumento de la productividad en una situación de casi pleno empleo no suba el nivel general
de salarios? La respuesta fácil es apelar a la competencia internacional y al hecho de que los
obreros chinos, cuando no son presos políticos, ganan veinte veces menos que el trabajador
norteamericano menos cualificados. ³Tus salarios ¿son fijados en Pekín?´19. Se preguntaba una
economista en una conocida revista académica. Otro economista, William Cline después de
haber revisado toda la literatura especializada sobre el caso, concluía:
Mi propia estimación es que las influencias internacionales han contribuido en un 20% en el
aumento de la desigualdad en los salarios en la década de los ochenta. 20
Curiosamente echar la culpa de los bajos salarios al comercio es un argumento que esgrimen
los periodistas y políticos tanto de derecha (el periodista Pat Buchanan) como los de
³izquierda´ (el economista Robert Kuttner), aunque los de la derecha lo enfatizan más para
ocultar los problemas estructurales y coyunturales, ajenos al comercio exterior, que tienden a
hacer la distribución de la renta tan injusta. La excusa es perfecta para quienes no quieren
conceder que son los cambios en el papel del estado, la nueva permisividad y tolerancia con las
fusiones de las empresas, la revolución tecnológica y otras fuerzas a las que ³no conviene
poner obstáculos´, los que tienen mucha más culpa que el comercio en la evolución de los
salarios en Estados Unidos.
El nuevo patrón de comercio es sin duda una influencia más, aunque no la más importante
cuantitativa ni cualitativamente, en el proceso de generación de pobreza en los Estados
Unidos, en el estancamiento de los salarios de los trabajadores no cualificados, y en la
desigualdad creciente en la remuneración de los salarios entre trabajadores con diferentes
grados de cualificación. Esta influencia, dicho sea de paso, se está intentando usar para reducir
el comercio de los Estados Unidos con países en vías de desarrollo, sobre todo las
importaciones de países que tienen un nivel de salarios mucho más bajo. Eso equivaldría a
cerrar el mercado norteamericano a los países emergentes, a los que se ha inducido a exportar
para desarrollarse. El cierre del mercado americano, mientras que haría un gran daño a las
posibilidades de desarrollo de muchos países, no solucionaría el problema de la desigualdad y
la pobreza cuyos mecanismos residen en la estructura de la economía y sociedad americana.
13
3.6. El debilitamiento de los sindicatos
Los despidos masivos, la inseguridad laboral que han creado y la pérdida de empleos bien
pagados ha afectado enormemente a la credibilidad y capacidad de acción del movimiento
sindical americano. La pertenencia a los sindicatos se ha reducido hasta el 16% de los
trabajadores en 199121, cuando hace apenas treinta años la cifra era del 35%.
De 103 millones de asalariados que había al comienzo de la década de los noventa, sólo 17
millones estaban sindicados (una reducción de casi un millón de personas en los últimos cinco
años). La mayor facilidad con que las empresas pueden sustituir a sus trabajadores ha
cambiado la naturaleza de las relaciones de poder en las negociaciones colectivas. La misma
competencia internacional en sectores manufactureros clásicos, como el automóvil, la
aeronáutica, el acero, la maquinaria agrícola, etc., en que los sindicatos eran más fuertes, ha
supuesto un debilitamiento de estos y de su capacidad negociadora frente a las empresas.
Richard Freeman ha estimado que casi la quinta parte del aumento de la desigualdad de
salarios en los Estados Unidos se puede atribuir al declive de la sindicalización22.
14
4. LA IDEOLOGÍA EN TORNO A LA POBREZA Y SUS REMEDIOS
Un aspecto esencial de la pobreza en Estados Unidos es el rechazo social que causa la
condición de ser pobre, lo cual hace más difícil ±por no ser populares± los esfuerzos de las
administraciones públicas para combatirla. Con lo cual se agrava la condición de pobreza en
recursos económicos con la marginación y el desprecio social. La intolerancia con los pobres y
la tolerancia con la pobreza que se encuentran en la sociedad americana son cosa que no se da
en otros pueblos ricos de la tierra. Estas actitudes dependen mucho de los prejuicios y de la
ideología que se tiene en torno a la pobreza.
4.1. Los pobres como perdedores
La mayor parte de los americanos ven a los pobres como ³perdedores´, como personas que
no han tenido la voluntad, la habilidad, ni la fuerza para aprovecharse de las ventajas que
ofrece a todos los ciudadanos el sistema abierto, democrático y de libre empresa de los Estados
Unidos.
La literatura que leen los niños en los colegios está llena de historias de niños pobres que
llegaron a tener enormes riquezas gracias a su trabajo, a su habilidad y un poco de buena
suerte. Los ciudadanos ejemplares que se proponen a la admiración e imitación de todos son
también personas reales con este tipo de aventura vital: nacimiento humilde ±juventud
esforzada± madurez con éxito. En un país donde no se puede presumir de nobleza de sangre,
de apellido, de las gestas de los antepasados o de las grandes posesiones heredadas, se
presume de haber ganado dinero, y si ese dinero se ha ganado saliendo de la indigencia tanto
mejor. En Estados Unidos, donde se cultiva tanto el mito del éxito personal, los pobres son
siempre sospechosos.
Y no sólo los ven como sospechosos. Son en cierta manera contraproducentes, porque no
habiendo sido capaces de luchar para salir de la pobreza por si mismos ±cosa que suponen que
siempre y en todo caso es posible±quieren vivir a costa de quienes han luchado con éxito para
labrarse una buena posición económica. Además de perdedores son parásitos, rémoras,
individuos que impiden el avance de los más capaces y de la sociedad. Por la incapacidad o
abulia de los pobres, dicen, la sociedad tiene que gastar muchos recursos en beneficencia ±lo
que en Estado Unidos llaman welfare± , recursos que las empresas podrían usar mejor en
actividades productivas.
4.2. Darvinismo social
De estas consideraciones se pasa sin sentirlo a proposiciones darvinistas, sobre la
sobrevivencia de los más fuertes y la necesidad de que la evolución vaya eliminando a los
individuos más débiles para el fortalecimiento de la especie entera. Así se constituye ese
darvinismo social que es parte integrante de los prejuicios neoliberales. No es casualidad que se
hayan reeditado y difundido en los Estados Unidos las obras de Herbert Spencer, un obscuro
sociólogo inglés del siglo pasado, que ganó fama y dinero en América con sus teorías sobre la
selección de los individuos en la evolución social. Uno de sus libros publicado en 1982 en
Indianapolis se titula ³El hombre contra el estado´. Allí encontramos lo siguiente:
15
Ahora que esta verdad (la selección natural de Darwin) está reconocida por la gente más culta,
ahora que la acción benéfica de la supervivencia de los mejor dotados les ha impresionado
tanto que, mucho más que la gente en otros tiempos, se podría esperar que dudaran mucho
antes de estorbar su acción, ahora, mucho más que nunca antes en la historia del mundo están
haciendo todo lo que pueden para promover la supervivencia de los menos dotados.
Con esta empalagosa retórica decimonónica y con pretensiones de lenguaje filosófico,
Spencer, el paniaguado de los ricos, está diciendo pura y simplemente que no se debe ayudar a
los pobres, que eso quiere decir cuando se queja de que se está promoviendo la supervivencia
de los menos dotados. En mi libro La Solidaridad cuento algo que vi en 1995 en un canal de la
televisión americana dedicado a retransmitir los debates parlamentarios del Congreso. Para
argumentar a favor de la supresión de los subsidios a las madres solteras sin empleo, un
representante (diputado) del partido republicano (de la derecha dura), John L. Mica, un
millonario de Florida, mostró al foro una señal traída de su estado que rezaba: ³No alimentar a
los caimanes´. Lo que era un buen consejo, según el representante, porque ³si se les deja en su
estado natural se saben cuidar ellos mismos´. Era su manera de argumentar que no se debe dar
subsidio a las madres solteras sin trabajo, porque, en sus propias palabras:
una alimentación no natural y el cuidado artificial crea dependencia. Las personas no son
caimanes, pero yo afirmo que con nuestros actuales subsidios de un sistema de beneficencia
que no exige trabajar hemos perturbado el orden natural.23
Sin duda que todos los americanos no piensan de una manera tan salvaje y sin compasión.
Muchos comparten las ideas de Spencer y del Representante Mica, otros, la mayoría quizá,
tienen algunos malos pensamientos de este género pero tempera su juicio sobre los pobres con
sentimientos cristianos de compasión, caridad, y muchos otros comprenden y se apiadan y
promueven las leyes de beneficencia. Y no faltan quienes ven en los pobres el objeto de la
filantropía como un deporte de los muy ricos. Lo que parece es que en tiempos de inseguridad
económica, miedo al desempleo y reducción de las expectativas para el futuro la gente tiende a
hacerse más dura con los pobres y aceptan más fácilmente los proposiciones de los ideólogos
del gran capital. Hace poco leía en el Washington Post una colaboración bajo el título ³Si no
hay trabajo no hay placer´, que vertía conceptos como los siguientes:
Privados de la necesidad de ganarse la vida, los humanos están privados de uno de los más
fundamentales componentes de la felicidad humana. Nosotros conseguimos la felicidad
luchando para superar dificultades y ±alguna vez± triunfando. Si no hay lucha no hay felicidad.
Parece poco intuitivo pero la masa de evidencia muestra que para la mayoría de la gente esto
es así. } Ganarse la vida requiere tomar decisiones, fijar prioridades y aceptar
responsabilidades. Cuando ofrecemos a jóvenes sanos la opción de sobrevivir, sin la necesidad
±no la oportunidad, sino la necesidad± de ganarse la vida, saboteamos el desarrollo de estas
habilidades haciéndolas innecesarias.24
Teniendo en cuenta que la mayoría de pobres son descendientes de esclavos negros y de
emigrantes que no tuvieron desde el principio las mismas oportunidades que los colonos y sus
sucesores, es muy injusto y antihistórico el considerar a los pobres como perdedores por sus
propios méritos ±o falta de ellos±. Si la sociedad hubiera ofrecido de veras las mismas
oportunidades a unos y otros, todavía se podría pensar así, pero las circunstancias negaron a la
mayoría de los pobres las posibilidades de elevarse por sus propias fuerzas y salir de la
16
pobreza. El que algunos afortunados o esforzados pobres hayan conseguido salir de la pobreza
por sus propios méritos no invalida la regla general de que la historia impone una enorme
desigualdad de oportunidades de partida. En efecto, la mayoría de los pobres es gente que al
nacer se encontró encerrada en una serie de ³círculos viciosos´ de la pobreza (ignorancia,
medio familiar, falta de motivación y estímulos, expectativas pesimistas, etc,) de los que les
resulta imposible salir, a no ser que sean ayudados desde afuera.
Los pobres no son perdedores sino despojados, herederos de una situación de injusticia como
fue la esclavitud, y víctimas de la explotación imperial que ha generado la emigración. Al echar
a los pobres mismos la culpa de su pobreza, se escamotea la responsabilidad del sistema, del
tipo de sociedad, de los ricos, de las multinacionales, etc. en la generación y mantenimiento de
un gran mar de pobres en medio de un paraíso de abundancia de bienes materiales. Parecen
decir : ³El sistema sólo genera prosperidad y abundancia; el que no se beneficia de ellas es por
su culpa´. El encubrimiento sería perfecto, si no fuera tan grosero e increíble.
4.3. Parches personales en lugar de reformas estructurales
De esta filosofía se derivan unas estrategias de lucha contra la pobreza que tienden no tanto a
reducir los condicionamientos exteriores que atenazan a las familias pobres cuanto a fortalecer
las posibilidades de lucha y triunfo individual de los pobres. No les preocupan tanto las
estructuras objetivas que causan pobreza cuanto las disposiciones personales para salir de la
pobreza. No se preocupan tanto de arreglar las condiciones de vida en el ghetto cuanto de
facilitar a algunos la huida del ghetto. El reforzamiento de las posibilidades personales estaría
bien si no se abandonara la atención a los condicionantes estructurales, pero como estrategia
única y principal su posibilidades de éxito están de partida muy limitadas.
Por otro lado las reformas en la estrategia tradicional de lucha contra la pobreza que tienden a
ahorrar el dinero que dan a los pobres no suponen ningún ahorro: los gastos en el sistema
penitenciario aumentarán en la medida en que aumenta la población penal, como muestra el
cuadro siguiente:
Población penitenciaria en 1994
Años
Presos Adultos
100.000 habitantes
1960
212.958
117
1970
196.429
97
1980
315.974
139
1985
480.568
216
1990
730.580
295
1991
789.610
310
1992
847.271
330
1993
948.881
351
1994
1.012.851
373
Fuente: Bureau of Justice Statistics. 1994 US Governement
Por
El incesante aumento de la población penal, la inmensa mayoría de la cual proviene de las filas
de los pobres (la mayoría de la población penal, 55%, son negros25), es otro índice del aumento
de la pobreza en los Estados Unidos y muestra que los recursos que se retiran de ayudar a las
madres solteras y a los habitantes de los ghettos se tienen que emplear multiplicados en el
17
sistema penitenciario.
18
5. LA REFORMA DEL ³WELFARE´ EN ESTADOS UNIDOS Y EL
COMBATE CONTRA LA POBREZA
Las medidas específicas de combate contra la pobreza en estos últimos años han ido en dos
direcciones: la eliminación de los abusos del sistema de beneficencia y la devolución de la
administración de los beneficios a los estados.
5.1. Trabajo en vez de beneficencia
Parece ser que los abusos son muchos:
Casi 1 de cada 7 niños americanos esta recibiendo ³ayuda a familias con hijos dependientes´ (el
programa AFDC). Menos del 1% de los subsidiados trabaja a cambio del cheque de
beneficencia. Y precisamente en el ultimo mes la US General Accounting Office informó que
sólo el 11% de los 4,6 millones de padres (madres, la inmensa mayoría) beneficiarios de AFDC
participan cada mes en alguno de los programas de educación, entrenamiento y busca de
empleo establecidos por la ley de 1988.26
Desde los tiempos de Ronald Reagan, la administración americana está obsesionada con el
tema de la dependencia, ³la tela de araña de la dependencia´ que atrapa a los recipientes de
ayuda humanitaria, con lo cual se refieren al hecho de que muchas personas se pasan la vida
recibiendo ayuda, sin intentar trabajar ni salir de la situación de penuria en que se encuentran.
No hay nada que repugne más a la burguesía americana en el tema de la pobreza. Sin embrago,
los trabajadores sociales en contacto con los beneficiarios del programa AFDC, el 91% de los
cuales son mujeres, no cesan de repetir que la mayoría de esas personas padecen condiciones
que les incapacitan para realizar un trabajo permanente:
² El 60% han sufrido abusos y negligencias graves como adultos;
² El 35% padecen incapacidades parciales o tienen personas incapacitadas en la familia;
² Entre el 25 y el 40% tienen dificultades en el aprendizaje;
² El 16% tiene problemas por abuso de droga o alcohol;27
La dura realidad es que muchos de los más dependientes de la asistencia pública son incapaces
de conseguir y conservar empleos a pleno tiempo en el sector público o el privado} Los
receptores crónicos de beneficencia viven en un mundo muy alejado de los despachos donde
los legisladores redactan planes bien intencionados para hacerlos trabajar. Alguna mujeres que
han estado subsidiadas por años tienen tan poca experiencia de trabajo que las asistentes
sociales tienen que ensayar con ellas para que aprendan a decir ³muchas gracias´ y ³hasta la
vista´ al final de las entrevistas de trabajo. Los investigadores dicen que entre el 25 y el 40%
de los receptores a largo plazo de AFDC tiene handicaps que no les permiten conservar un
empleo estable.28
El pensamiento oficial de la Casa Blanca va por las mismas líneas que dejó Ronald Reagan.
Partiendo del supuesto de que el sistema de beneficencia no funciona bien, (³Por mucho
tiempo ha minado los valores del trabajo y la responsabilidad personal en lugar de
robustecerlos´29) se plantean el dilema de dar apoyo a las familias más pobres, y sobre todo a
los niños, sin generar dependencia. La solución la encuentran en la fórmula ³trabajo en vez de
19
beneficencia´ a los mayores y ayuda especial a los niños. La idea está bien, el problema reside
en como realizarla. Los legisladores no parecen entender, por ejemplo, la condición de la
madre soltera que vive sola y no puede dejar a su hijo para ir a trabajar.
5.2. Devolución a los estados
La realización de este programa se ha combinado con la trasferencia a los estados con más
recursos de mayores competencias en la administración de programas de beneficencia. Muchos
estados han comenzado a experimentar la aplicación de limites de tiempo a las familias
necesitadas para reducir su dependencia de la beneficencia. Pero la devolución ha comenzado a
tener efectos negativos: algunos estados, California y Wisconsin, han conseguido una
excepción del Gobierno Federal para establecer un sistema de beneficencia de dos niveles: los
nuevos residentes que se benefician de AFDC reciben unas prestaciones menores que los
residentes antiguos. Es una manera de discriminar contra los emigrantes. En otros estados
pronto se ha encontrado problemas, obvios, por otro lado, porque no enfrentan situaciones de
base, como describe el siguiente informe sobre el estado de Virginia:
La mayoría de las primeras 40 familias que Virginia expulsó de la beneficencia y puso a
trabajar parecen destinadas a caer de nuevo en la pobreza el próximo año, cuando se acaben
los beneficios especiales que recibieron durante la transición, según un informe legislativo dado
a conocer hoy. A no ser que consigan empleos que paguen más que los que tienen ahora, cerca
del 80% de aquellos hogares en la región que incluye los condados de Fauquier y Culpeper
donde la reforma ³de beneficencia a trabajo´ se probó por primera vez en 1995, de nuevo
estarán viviendo bajo el nivel federal de pobreza en julio próximo, dice el informe. Aun en
tiempos de prosperidad y de bajo desempleo, solo encuentran trabajos mal pagados porque
tienen pocas habilidades y escasa educación, y cuando los subsidios terminen ±y terminan al
final de dos años± tienen que comenzar a pagar por el cuidado de sus hijos y por el transporte
al trabajo, de manera que pueden perder mucho de lo que han ganado.30
De acuerdo con el principio de pasar de la beneficencia al trabajo, el Presidente Clinton ha
limitado a cinco años, en toda una vida, el tiempo en que una persona puede acogerse a las
medidas de la AFDC. Mas aún en 1996 propuso la abolición del programa de Ayuda a Familias
con Hijos Dependientes (AFDC) y remplazarlo con otro programa federal con estrictos límites
al tiempo para recibir beneficios. El nuevo programa dará a los padres la opción de ir trabajar
después de dos años o perder los beneficios y después de cinco años los beneficios se
terminarán incondicionalmente.
Esta mentalidad puritana, economicista y en el fondo etnocéntrica se está aplicando a la
revisión de otros programas como los de Food Stamps (vales de comida), Affirmative Action
(discriminación positiva de las minorías), Head Start (programa para fomentar la educación de
los niños en los ghettos), etc. Es muy de temer que cuanto más se apliquen estos principios
pseudoeficientistas a los más pobres más perjudicados van a salir estos. Toda la reforma del
sistema de beneficencia, que se integra en el plan para reducir el déficit fiscal, es un gran
ejercicio de hipocresía. ¿Por qué no se limitan otros gastos? ¿Por que no se invoca la
racionalidad económica para eliminar las ayudas a las empresas (la beneficencia a las
empresas), que son mucho más cuantiosas y están menos justificadas que las ayudas a los
pobres?
20
5.3. Educación y salud
La lucha contra la pobreza en Estados Unidos por parte del gobierno actual tiene en su haber
el fomento de la educación de los más desaventajados y la extensión de la cobertura de salud a
más ciudadanos. La educación de mala calidad es patrimonio de los pobres en todos los países
del mundo, pero es muy chocante cuán mala puede ser entre los pobres de Estados Unidos:
La mayoría de los estudiantes en las escuelas públicas de las ciudades en todo el país no llegan
a dominar las habilidades básicas en lectura, matemáticas y ciencia, concluye un informe. En las
tres asignaturas sólo el 40% de los alumnos de cuarto y octavo grado consiguieron lo que los
educadores consideran un nivel básico en los exámenes de carácter nacional} En contraste,
cerca de las dos terceras partes de los alumnos de escuelas suburbanas y rurales lograron o
sobrepasaron este nivel.31
La educación es particularmente deficiente en las ciudades, en los centros de las ciudades
antiguas dejados a los pobres, donde los impuestos sobre la propiedad que recogen las
autoridades para financiar el sistema escolar son escasos. Sin otros recursos no pueden
financiar un sistema educativo a la altura del promedio del país. El país ha visto con
indiferencia cómo se deterioraban los sistemas educativos de las grandes ciudades mientras en
los suburbios e incluso en el campo se mejoraban las instalaciones y equipos y se mejoraban las
condiciones de vida de los maestros.
En el último presupuesto de la nación se contemplan partidas significativas para elevar los
niveles educativos en las ciudades, reparar miles de edificios escolares y mejorar la atención a
los alumnos. El problema se ha deteriorado tanto que ahora serán precisos esfuerzos
continuados durante muchos años para elevar los niveles. Esta es una medida esencial en la
lucha contra la pobreza. Las diferencias salariales debidas a los niveles diferenciales de
educación pueden ser substanciales. La manera de conseguir mejores empleos, en una situación
de casi pleno empleo, es normalmente por medio de mejor educación, formación y
entrenamiento.
Otra medida puede ser la extensión del Sistema de Atención de Salud, (Medicare), que ahora
beneficia sólo a los incapacitados y a los mayores de 65 años, a otras personas a partir de los
62 años32. Esta medida pueden beneficiar a unas 800.000 personas sin seguro, a quienes una
enfermedad puede acarrear la ruina33. Clinton quiso en 1994 imponer una cobertura universal
de salud para enfrentar el problema de los cuarenta millones sin seguro, pero la oposición de
enormes fuerzas económicas y políticas no lo permitió. Ahora trata de extender la cobertura
del seguro médico poco a poco y con precaución para no despertar a los dragones. En este
terreno le queda a los Estados Unidos mucho que andar para ponerse a la altura de los países
más civilizados del mundo.
21
6. EL CUESTIONAMIENTO DEL CAPITALISMO AMERICANO
En 1995 escribía yo para El Periódico de Catalunya lo siguiente:
El fin de semana pasado (15/16 de julio de 1995) y días sucesivos pueden haber muerto unas
trescientas personas víctimas del calor en la ciudad de Chicago y unos noventa en la región de
Washington (The Washington Post, 18 de julio, p. A1). ¿Cómo es posible que un país con un
ingreso per cápita de 27.000 dólares anuales se mueran trescientas personas en una ciudad a
causa de una ola de calor de no más de cuarenta grados centígrados? Pensémoslo bien. Es
cierto que los habitantes de Chicago no están acostumbrados en absoluto a soportar estas
temperaturas. Pero incluso en países pobres, como el Chad, Haití, Burkina Faso, etc., poca
gente se muere de calor cuando el termómetro llega a los cuarenta grados (¡una ocurrencia
bastante normal!). Algunos niños y algunos ancianos mueren deshidratados} Pero, ¿en
Estados Unidos? El perfil de las víctimas es típico: ancianos con afecciones respiratorias y
cardíacas, que vivían en apartamentos pequeños, con poca ventilación para defenderse del
viento y el frío y las ventanas cerradas para defenderse de los ladrones. Algunos niños y
personas jóvenes también cayeron bajo la ola de calor. Todos eran gente pobre, que además el
viernes 14 se quedaron sin electricidad. Esto de la electricidad es otra historia de ricos y
pobres. Parece ser que la compañía eléctrica que les suministra la energía, Commonwealth
Edison, dejó sin ella a unos 40.000 habitantes de un distrito del norte de la ciudad donde se
concentran los pobres. Las demandas de refrigeración de viviendas, locales comerciales,
oficinas, etc., es decir, de los que tienen más medios para todo, cargaron tanto la red que ±¡qué
casualidad!± se quedó sin luz el barrio pobre. Esta trágica racha de muertes muestra cuan
vulnerables pueden ser los ciudadanos pobres en las sociedades ricas.34
Esta larga reflexión sobre la pobreza y la situación de los pobres en los Estados Unidos nos
debe llevar a conocer mejor la naturaleza de la economía y sociedad de ese gran país para
evaluar mejor los costos en que incurriríamos al importar un modelo que se nos presenta como
apetecible y como inevitable.
El capitalismo americano esta en ruta hacia nuevas cotas de individualismo y egoísmo, donde
la solidaridad deja de ser un valor personal y social. El lucro, el enriquecimiento personal, la
vida llena de placeres y diversiones, los éxitos personales se convierten cada vez más en la
razón de vivir de la mayoría de los ciudadanos norteamericanos. Es tan dura la lucha que no
queda tiempo para los demás, para las causas comunes; para los bienes comunes, cuanto
menos para los pobres! Es un estilo de vida y de trabajo que hace del éxito personal, éxito
notable y reconocible, a ser posible, una meta de la vida. Pocos llegan realmente a los niveles
de los grandes triunfadores, muchos se quedan a medio camino y muchos más se quedan
tirados en el intento.
La sociedad americana va derivando hacia lo que se ha llamado una ³economía de
Apartheid´35, en que unos pocos, el 20% de mayores ingresos, continua acumulando la
prodigiosa riqueza que se crea con las nuevas tecnologías y los nuevos sistemas de trabajo y de
organización de empresas, mientras el resto ve estancarse sus ingresos o se hunden en las
pantanos de la pobreza. La sociedad americana tiende así a una sociedad dual, como fue la de
Sudáfrica, más conflictiva, donde los gastos en seguridad y represión serán cada vez mayores y
el disfrute de la riqueza más lleno de sobresaltos.
¿Que tiene que ofrecernos la sociedad americana? No entramos aquí en el terreno personal,
donde siempre encontraremos ejemplos de hospitalidad, honradez, espíritu de trabajo, sino que
22
nos mantenemos en el plano de las estructuras económicas y sociales. Ellos han resuelto mejor
que nosotros el problema del desempleo, por lo menos aritméticamente: la tasa de desempleo
es del 4,7% frente al 20% de la española. ¿Quiere eso decir que si adoptáramos su
organización, sus valores y sus modos de funcionar, resolveríamos los problemas sociales de
España? A parte de que la cosa no es tan fácil, diría que quizá en algunos aspectos sí; quizá
podríamos funcionar mejor en la vida macroeconómica... Pero en conjunto no creo que la
sociedad americana sea un ejemplo atractivo de valores sociales y colectivos como para
inspirar un cambio en nuestra sociedad. Con su individualismo, su inclinación a competir y
superar a los otros, sus ansias de triunfo personal, los americanos no ofrecen ideas para
esfuerzos colectivos ni empresas societales, como necesitamos para superar la crisis social de
Europa.
23
NOTAS
1. U.S. Census Bureau, ³Poverty 1995´. Tomado de (www.census.gov/hhes/poverty/pov95).
Esta es la fuente para las tablas que presento a continuación sin indicar la procedencia.
2. ³La pauvreté, en Europe comme aux Etats-Unis´, Le Monde, 18/19 May 1997.
3. Antes de la II Guerra Mundial, y como resultado de la Gran Depresión de los años treinta, la
tercera parte de los americanos serían considerados pobres.
4. National Current Employment Statistics (stats.bls.gov:80/newrels.htm).
5. Mary H. Cooper, 1996, ³The Working Poor: Will funding cuts make their future grimmer?´
Congressional Quarterly (no disponemos de fecha).
6. La población de menos de 18 años la componen unos 70 millones de personas, de ellas el
20,8%, es decir, 14,7 millones son pobres, número que representa el 40% del universo de los
36,5 millones de pobres norteamericanos.
7. Lester C. Thurow. 1996. The Future of Capitalism. Morrow & Co. New York p. 98. (Hay
traducción castellana en Ariel, Barcelona).
8. Si dividimos a una distribución de frecuencias en cien partes, cada 20% representa la quinta
parte.
9. Barlett Donald L. & James B. Steele. 1996. America: Who Stole the Dream? Andrwes and
MacMeel. Kansas City
10. Es decir, en dólares constantes de 1995.
11. Barlett Donal L. and James B.Steele. 1996. America: Who Stole the Dream. Kansas City,
pp. 8 y 9.
12. Richard Cohen. 1995. ³The Silent Depression´. The Washington Post, 20 de abril
(opinión).
13. The New York Times. 1996 The Downsizing of America. Special Report Times Books.
14. Es la diferencia de los que se han creado y los que se han destruido.
15. The Downsizing of America, p. 4.
16. ³The Downsizing's Avantgard´, The Washington Post, marzo 1996.
17. The Economic Report of the President 1996, Washington D.C., p 231.
18. Robert Frank y Philip Cook. 1995 The Winner-Take- All Society. Free Press. New York.
19. Richard B. Freeman. 1995. ³Are Your Wages set in Beijing?´ Journal of Economic
Perspectives, v.9. n. 3, pp 15-32.
20. William Cline. 1997. Trade and Wage Inequality. Institute for International Economics.
Washington D.C., p.177.
21. U.S. Department of Commerce. Statistical Abstract of the United States 1991. P, 425.
22. Citado por Dani Rodrik. 1997. Has Globalization Gone Too Far? Institute for International
economics. Washington D.C., p. 25.
23. ³House Endorse Overhaul of Welfare System´ The Washington Post, 25 de marzo de
1995, p. 1 col.1.
24. Philip Harvey. 1998 ³No Work, No Pleasure´ The Washington Post, January 5, p. A 18.
25. Hay 1.432 presos por cada 100.000 ciudadanos negros, mientras que sólo 203 blancos por
cada 100.000 habitantes de este color.
26. ³Welfare.The Myth of Reform´ U.S. News and World Report, January 16, 1995, pp.
30-34.
27. Ibidem, p. 30.
28. US News and World Report, pp. 30-31.
29. Economic Report of the President 1996. p. 124.
30. ³Welfare-to Work Fall Short For Most in Va´. The Washington Post, November 22, 1997,
24
page A01.
31. ³Urban Students Not Making the Mark´. The Washington Post, January 8, p. A18.
32. Posteriormente se ha hablado de extender Medicare a los que han cumplido 55 años.
33. ³Medicare for the Almost-Old´. The Washington Post. January 12, 1998 p. A17.
34. Se puede leer todo el artículo en mi libro: Luis de Sebastián. 1997. Neoliberalismo global.
Apuntes críticos de economía internacional. Editorial Trotta, Madrid.
35. Freeman Richard B. 1996. ³Toward an Apartheid Economy?´ Harvard Business Review
September-October pp. 115-121.
25
APÉNDICE1
El declive de la clase media
Recientemente, The Wall Street Journal describió el perfil humano del típico desempleado de
barrio residencial. John Parker, que vive en la rica urbanización de Main Line, Filadelfia, perdió
su trabajo en IBM con motivo de la reestructuración empresarial. Durante meses permaneció
encerrado en su casa de seis habitaciones, redactando su curriculum vitae y buscando ofertas
de trabajo. Parker dice que a ³al principio, ni tan siquiera me apetecía salir a la calle durante
las horas de oficina´. El antiguo ejecutivo de cuarenta y tres años comentaba que temía que
³mis vecinos me viesen y se preguntaran por qué hacía novillos´. Su aislamiento terminó el día
en que oyó un fuerte estruendo y salió de su casa hacia el lugar donde trabajaba un grupo de
obreros que pavimentaban la calle: Alzó la vista y se sorpendió al ver a dos de sus amigos
observando lo que había ocurrido. ³Nos quedamos mirándonos atónitos´, decía Parker, ³como
queriendo decir: ¡son las dos de la tarde y ninguno de vosotros está en su oficina!´.
Los nuevos cosmopolitas
Cuando John F. Kennedy asumió la presidencia de los Estados Unidos, un consejero delegado
medio de una de las 500 empresas más prósperas del país podía ganar 190.000 dólares al año.
En 1992, la compensación media alcanzó alrededor de los 1,2 millones de dólares por año.
Entre 1977 y el inicio de la década actual, los salarios de los altos ejecutivos de las empresas
americanas se incrementaron en un 220%. Si los trabajadores de fábrica americanos hubiesen
participado de los incrementos en productividad y de los crecimientos de los beneficios de
forma similar a como lo han hecho los altos ejecutivos, el salario medio de un trabajador de
cadena de producción estaría por encima de los 81.000 dólares al año. Incluso los editores de
Business Week se vieron obligados a reconocer que ³las retribuciones a los ejecutivos crecen
por encima de cualquier proporción razonable, muy por encima de lo que ocurre con otro tipo
de trabajos, desde los trabajadores de plantas de fabricación hasta los profesores escolares´.
La otra América
Muchos de los americanos hambrientos son personas mayores. Más de un millón de
ciudadanos adultos están desnutridos. Las estadísticas indican que más de 30 millones de
personas mayores se ven forzadas regularmente a ayunar. Además, el hambre empieza a hacer
estragos entre la población americana más joven. Uno de cada cuatro niños americanos en
edad de crecimiento pasa hambre, según indican los estudios preparados por Bread for the
World, una organización de cooperación con sede en Washington. Don Reeves, analista en
política económica que trabaja para Bread for the World, afirma que la globalización de la
economía y el rápido desplazamiento tecnológico son los ³factores principales´ que justifican
el creciente número de familias americanas que pasan hambre.
Mientras que millones de ciudadanos del campo y de las ciudades languidecen de pobreza, y
un cada vez mayor número de trabajadores suburbanos con un salario medio sienten el zarpazo
de la reingeniería y las consecuencias del desplazamiento tecnológico, una pequeña élite de
trabajadores americanos del conocimiento, de empresarios y de directivos empresariales
atesoran los beneficios de la nueva economía global basada en la tecnología punta. Disfrutan de
un nivel de vida acomodado, lejos del trastorno social que les rodea. La nueva terrible
circunstancia por la que atraviesan los Estados Unidos es la que ha hecho que el propio
1
Tomado de J. Rifkin, ³El fin del trabajo´, Barcelona 1997, pp. 206-218. <R
26
secretario de Trabajo, Robert Reich, se haya preguntado: ³¿qué es lo que nos debemos unos a
otros como miembros de la misma sociedad que ya no podemos seguir viviendo en la misma
economía?´.
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27
99
CAPITALISMO Y DEMOCRACIA EN EL
SIGLO XXI
NUEVAS TENDENCIAS Y NUEVOS
DESTINOS
Luis de Sebastián
1. CAPITALISMO MUTANTE
1.1. El oligopolio del poder
1.2. El avance de la planificación central
1.3. Alegato contra la desigualdad económica
1.4. Vías y metas
1.5. Repensar la “segunda vía”
2. DEMOCRACIA PARA POCOS
2.1. Globalización sin cabeza
2.2. La lógica de condonar la deuda externa
2.3. Lo que no va bien en España
2.4. El fenómeno americano
Luis de Sebastián es catedrático de Economía Internacional en ESADE (Universidad Ramon
Llull) y miembro de Cristianisme i Justícia.
Llevamos mucho tiempo hablando del mercado, de sus logros, de sus límites y de sus
contraindicaciones. Hemos estado denunciando y criticando la introducción del mercado (por
medio de las privatizaciones) en sectores sociales: salud, educación, pensiones, correos,
comunicaciones, desarrollo económico, etc., porque nos parecía que se quería llevar la lógica
del mercado demasiado lejos. Hemos creído que se nos estaba metiendo el mercado
competitivo en todos los campos de la vida y hemos reaccionado con fuerza contra ello. Estas
eran escaramuzas importantes, pero la gran batalla se estaba dando en otra parte.
Al cabo del tiempo he llegado a la conclusión de que la defensa del neoliberalismo como
doctrina y como proyecto es una cortina de humo para ocultar el avance de la planificación
central, del socialismo privado, que practican los grandes monopolios que resultan de las
fusiones y adquisiciones de los últimos años.
La estrategia es astuta: se defiende la eficiencia del mercado en la asignación de los recursos
para dar la impresión que se lucha por la competencia, pero en realidad se trata de tapar el
hecho de que se está reduciendo la competencia y destruyendo el mercado. El mercado y la
competencia se están destruyendo en la medida en que se consolidan los enormes monopolios
que están surgiendo ante nuestros ojos. Mientras discutimos con los apologistas del mercado,
no nos ocupamos de quienes lo están destruyendo.
En esta serie de reflexiones que aquí propongo trato de reconducir la atención de los críticos
al fenómeno principal. Este cuaderno es solo un inicio, el balbuceo de una reflexión que estoy
comenzando a realizar con alguna claridad. Trato de concentrarme no en lo que se dice, sino
en lo que está realmente pasando. Los cambios que se están dando en las empresas, y por la
tanto en la organización de la actividad económica general, son muy importantes. Los
cambios en las dimensiones de las empresas, su alcance, objetivos, organización, influjo en el
trabajo, relaciones con la sociedad son tantos y tan grandes que están haciendo que el sistema
capitalista tal como lo hemos conocido desde 1945 hasta, más o menos, 1995 cambie
profundamente, “mute” en el sentido de los biólogos.
Podemos reseñar aquí brevemente alguno de los cambios que merecerán nuestra atención:
— Las empresas que más tiran de la economía son empresas nuevas, en el sentido de que
incorporan y se benefician de las nuevas tecnologías, los nuevos productos relacionados con
las telecomunicaciones, la informática y la computación y sus aplicaciones a sectores
tradicionales, como la industria, la banca y el comercio en detalle y al por mayor.
— Estas empresas tienen las más de las veces objetivos a corto plazo: aumentar el valor de las
empresas, es decir su cotización en bolsa, lo cual parece que les interesa más que generar
beneficios normales y distribuir dividendos.
— La fuente de capital financiero son los grandes fondos de pensiones, de seguros y de
inversión, que no son manejados por sus propietarios sino por especialistas que detentan un
poder enorme para bien o para mal de muchas economías.
— La fusión de empresas que lleva consigo la reducción del número de ellas que operan –y
2
compiten– en un sector esta ampliando el radio de acción de la planificación central en
sectores de la economía.
— Se está transformando la forma de trabajar, el concepto mismo de empleo permanente y
estable, y se está sustituyendo por el de empleo flexible, es decir cambiante e inestable, a la
par que cambian los conceptos de lealtad, fidelidad del personal y su compromiso con una
determinada empresa. Este tipo de empleo fomenta el afán de hacer grandes ganancias en
corto tiempo, pero sin seguridad.
— Se están acumulando grandes fortunas en unas dimensiones inimaginables, que tampoco
son lógicas y normales. Y en general las diferencias en niveles de vida entre los pocos superricos, los muchos asalariados y los pobres, cada vez son mayores.
— Las relaciones de los conglomerados empresariales con los gobiernos y otras
administraciones públicas están cambiando. Sobre en todo en la cuestión de los impuestos,
que se les sustrae a los estados a la vez que se echan nuevas cargas (los despidos masivos) en
el regazo del sector público.
Todos estos cambios afectan a la vida democrática como la hemos estado entendiendo y
practicando hasta finales del siglo XX. La democracia no puede quedar indemne de estos
cambios tan profundos. Compaginar capitalismo y democracia va a ser una tarea para el siglo
que comienza
En este cuaderno he reunido algunos de los capítulos más recientes que he publicado en el
Periódico de Catalunya, en El País y otras publicaciones, que tocan directamente estos temas.
Están reproducidos con unos pequeños cambios editoriales, que consisten en:
• poner un encabezamiento o introducción,
• incluir notas para explicar conceptos y palabras especializadas,
• introducir algunos párrafos con subtítulos.
Pero esta contribución es sólo un inicio. Me he propuesto prestar mucha más atención a las
consecuencias, no todas necesariamente negativas, de las mutaciones del capitalismo que
estamos presenciando en este principio de siglo.
Barcelona, 22 de marzo del 2000
3
1. CAPITALISMO MUTANTE
1.1. EL OLIGOPOLIO DEL PODER1
Las fusiones de empresas son un fenómeno que encontramos todos los días en las primeras
paginas de los periódicos. Es importante entender las consecuencias que esos hechos en
apariencia tan alejados y distantes de nuestra realidad tienen para nosotros. A ello dedico
este primer capítulo.
Las enormes concentraciones de empresas, que resultan de las fusiones y adquisiciones de los
últimos tiempos y que parecen confirmar una tendencia imparable hacia el copo de sectores
enteros por unas pocas –tres o cuatro– empresas gigantescas, plantean a la sociedad varios
problemas preocupantes.
Uno muy importante es la amenaza a muerte que suponen para la competencia, con la perdida
de eficiencia y la explotación de los consumidores que de ello se seguiría. Yo me quiero fijar,
sin embargo, en otro problema que es la acumulación de poder social en unas pocas manos,
las de los gestores de esos conglomerados.
Esto es un problema porque el poder que acumulan, y pueden acumular en el futuro, los
gestores de las pocas empresas dominantes, por la creación de un verdadero oligopolio del
poder, se lo quitan a las administraciones públicas, que lo tenían para cumplir los objetivos y
metas para los que fueron elegidas. La distribución del poder en la sociedad es normalmente
un “juego suma cero”, en el que uno gana y otro pierde, o dicho de otra manera, donde lo que
ganan unos lo pierden otros. Es verdad que el poder social, esa capacidad de algunos para
disponer de los recursos materiales de la sociedad y movilizar a las personas que la
componen a fin de obtener determinados objetivos, siempre ha estado vinculado a la
propiedad de la tierra y a la riqueza. En ese sentido ha sido durante la mayor parte de la
historia un poder privado. Su control por instancias colectivas (parlamentos) y su reparto entre
los ciudadanos (por el derecho de voto) se ha hecho por medio de un proceso de socialización
del poder para que beneficie a todos.
Este reparto del poder no se hizo sin sangre, sino por medio de muchas revoluciones y guerras
contra el “antiguo régimen”. Ahora, sin embargo, se le considera un avance fundamental de
la civilización y de las instituciones modernas. Pero en estos últimos tiempos, por medio de la
revolución de las fusiones, se está volviendo a la privatización incruenta del poder social. Lo
cual supone un retroceso en la historia de la humanidad.
Dos consecuencias
De la formación de un oligopolio del poder se pueden seguir dos graves consecuencias.
1. Una es que el poder social privatizado reemplace el bien común como meta de su ejercicio,
por el bien particular de quienes detentan ese poder. El estado y otras administraciones
públicas, quizá por su culpa, –porque han permitido la formación de un poder alternativo– se
ven ahora ante fuerzas que les impiden hacer la política económica y social que prometen, les
sustraen los recursos económicos de entre las manos (evasión fiscal), les dificultan controlar
los medios de comunicación, establecer una red de solidaridad, etc. Frente al estado civil se
4
erige, con una fuerza antes desconocida, una versión más compleja del “nuevo estado
industrial” (J.K. Galbraith), un verdadero oligopolio del poder, que le disputa la obediencia y
sumisión de los ciudadanos, y el dinero de sus impuestos.
Obviamente, al final de todo este proceso de concentración empresarial los ciudadanos no
serían más libres, porque la sociedad civil no recibiría el poder que deje el estado. Los
ciudadanos pasarían de depender de un poder, el del estado, sobre el que tenían algo que
decir, a depender de otro, a cuyos centros de decisión la inmensa mayoría de los ciudadanos
no tienen ningún acceso, que ni promete ni pretende hacer nada por el bien de la colectividad,
sino únicamente por el suyo propio.
2. La segunda consecuencia es que el poder social deja de estar ligado a un proceso de
control democrático. Las grandes empresas no son responsables ante parlamento alguno, ni
tienen que rendir cuentas a los votantes, los contribuyentes, o a la opinión pública en general.
Algunos gestores de empresas no rinden cuentas claras ni siquiera a sus propios accionistas, a
quienes embaucan con promesas de inmensas ganancias futuras. El poder se ejercería
irresponsablemente, es decir, sin tener que dar cuenta a los ciudadanos de su gestión. En
resumen, que con la formación de un oligopolio del poder social se perderá solidaridad
ciudadana y sufrirá la democracia.
Una nueva forma de capitalismo
Ese oligopolio del poder a que nos están llevando las fusiones y las adquisiciones supone una
auténtica mutación del sistema capitalista que hemos conocido. El mundo empresarial era un
tejido funcional de pequeñas, medianas y grandes empresas, con un poder sobre el mercado y
la sociedad disperso y limitado por el funcionamiento de la competencia, como fuerza que
disciplinaba a las empresas, y por la presencia del sector público, como empresario, cliente y
regulador. Con todos sus imperfecciones y defectos, el sistema capitalista anterior había
evolucionado hasta el punto de aceptar una serie de contrapesos y limitaciones a la acción de
las empresas para que ninguna pudiera dañar a la sociedad. Todos estos equilibrios están
siendo desbaratados por la fuerza centrípeta de las concentraciones.
De continuar la tendencia, –y todo parece indicar que va a continuar cada vez con más
fuerza–, llegaremos a un apartheid económico y social, donde unos pocos gestores del poder
acumulado por las megaempresas decidan, se enriquezcan y disfruten de la vida, en medio de
una masa de pequeños empresarios, clientes, consumidores y ciudadanos pobres, a quienes
habría que mantener a raya, para que no dejen de trabajar y consumir.
1.2. EL AVANCE DE LA PLANIFICACIÓN CENTRAL2
Pero las mutaciones del capitalismo no se acaban con la increíble desigualdad que
presenciamos. También se están dando cambios sustanciales en la organización interna de las
empresas, en la manera como se asignan los recursos en una economía de mercado con
grandes empresas que compiten encarnizadamente por la dominación de los mercados
mundiales. Estos cambios se examinan a continuación.
Cada día que pasa nos reciben los noticieros con nuevas fusiones de empresas que llevan a
unas enormes concentraciones en los sectores claves de la economía y que parecen confirmar
una tendencia imparable hacia el gigantismo empresarial. Estos fenómenos plantean a la
5
sociedad varios problemas importantes. Uno es la amenaza a muerte que suponen para la
competencia, por la desaparición de competidores, y la explotación de los consumidores que
de ello se seguiría. Otro es la acumulación de poder social en unas pocas manos, las de los
gestores de esos enormes conglomerados. Yo me quiero fijar, sin embargo, en un tercer
aspecto del proceso de concentración: el avance de la planificación central como forma de
organizar enteros sectores económicos, lo que representa una importante mutación del
capitalismo del siglo XX.
Para entender el alcance de esta afirmación hay que partir del hecho de que dentro de una
empresa no hay mercado. Las decisiones de asignar recursos físicos y humanos a usos
alternativos en una u otra sección, división o filial de una empresa no se hacen por medio de
un mecanismo de oferta y demanda, por el juego del mercado, sino por un proceso de
planificación y ejecución de las órdenes de la oficina central. Naturalmente, para tomar estas
decisiones la autoridad central de una empresa se guía por lo que hacen otras empresas, sobre
todo las que compiten con ella, y tiene en cuenta lo que exigen los consumidores. La oficina
central puede también delegar a algunas instancias inferiores algunas decisiones de un grado
menor de importancia. Pero en definitiva la asignación de recursos dentro de una empresa es
formalmente un proceso de decisión autoritario, como el de un régimen de planificación
central. Las autoridades de la empresa, tenidas en cuenta todas las informaciones y señales del
mercado y del entorno competitivo, planifican desde la oficina central su funcionamiento.
Dentro de la empresa no opera el mercado.
La idea es bastante antigua, aunque no se haya resaltado mucho. El primero en hacerlo notar
fue Ronald Coase, quien habría de recibir el premio Nobel de economía cincuenta años
después de la publicación de su famoso capítulo de 1924, donde demuestra que la empresa
substituye a las transacciones individuales del mercado cuando éstas se pueden organizar
dentro de una empresa, para economizar costos de transacción. Alfred Chandler en La mano
visible describe el managerial capitalism como un sistema en que la mano invisible del
mercado ha sido sustituida por la visible de la planificación., y John K. Galbraith en su libro
“El nuevo estado industrial” y más tarde en “Economics and the Public Purpose” habla de un
“sistema de planificación” refiriéndose al sistema de gobierno de las empresas
multinacionales.
De la competencia a la eliminación del competidor
Si esto es así, en la medida en que las empresas de un determinado sector se van fusionando,
en esa medida se va restringiendo el ámbito del mercado en ese sector y va avanzando el
ámbito de la planificación central. Cuando hay varias empresas compitiendo dentro de un
sector, no sólo compiten para ganar nichos de mercado y la lealtad de los consumidores,
también tienen que competir entre ellas para conseguir los recursos genéricos y específicos
que requiere su tipo especial de actividad. Entre las empresas de un sector se da una serie de
transacciones en ejecutivos, técnicos y obreros, materias primas, partes y componentes,
servicios de todo tipo, cuyos precios y cantidades se determinan por las leyes de oferta y
demanda. Si esas empresas se fusionan, las transacciones que se sigan haciendo entre ellas se
sustraen a la leyes del mercado y se someten a la autoridad central, a las estrategias y planes
que esta tenga.
En el sector de los aviones comerciales de más de cien plazas hace 25 años había siete
empresas que fabricaba aviones de este tamaño. Con el retiro, por lo menos temporal de la
6
empresa rusa, y la fusión de Boeing con la McDonnell-Douglass, solo quedan en el mercado
ésta y Airbus, un perfecto duopolio que fácilmente, con colusión o sin ella, pueden llevar a
cabo una estrategia que perjudique a las compañías aéreas, que son sus principales clientes, y
a todos los pasajeros del mundo. Si algún día llegaran a fusionarse Boeing y Airbus,
tendríamos el sector de la aviación comercial dominado por una sola gran empresa y
convertido en un sector de planificación central, no muy diferente, en cuanto al proceso de
asignación de recursos, al sector de la aviación comercial de la Unión Soviética. Es verdad
que en ningún sector de la economía del mundo se da una situación en que una sola empresa
domine y cubra todo el sector, pero el proceso se va acercando a esa situación. Y de continuar
al ritmo actual pronto nos podríamos encontrar con sectores enteros sometidos a la
planificación central.
Naturalmente estamos tratando todo el tiempo de una planificación central de naturaleza
privada. La planificación no la hace el estado, aunque tampoco los propietarios, es decir los
accionistas, sino los gestores contratados –o confirmados– por éstos para llevar adelante la
empresa. Es además una planificación, cuyo éxito o fracaso, a diferencia de la planificación
socialista tradicional, puede ser decidido en gran parte por el veredicto de los consumidores o
clientes de la empresa. Pero también es verdad que la demanda y la satisfacción de los
consumidores puede ser “endogeneizada”, es decir, puede ser manejable y dependiente de las
estrategias de las empresas. En todo caso los dos modelos, el soviético y el capitalismo
moderno, se diferencian por el grado de libertad de que disfrutan los consumidores, y por la
independencia de las autoridades empresariales de las autoridades políticas. Incluso podemos
hablar de una inversión de la relación.
La noción de “socialismo privado”
Aunque muchos no se den cuenta o no quieren hablar de ello, el capitalismo va mutando hacia
una forma peculiar de socialismo privado: socialismo, porque la organización de la
producción es socialista, planificada como era la soviética; pero privado, porque la propiedad
de los medios de producción sigue siendo privada, y el beneficio de ciudadanos privados, en
cuanto tales, es el objetivo general, al menos el declarado, de las empresas. Y en todo caso
son ciudadanos privados, y sólo de rechazo la sociedad, quienes disfrutan de sus beneficios.
De la posible mutación del capitalismo en socialismo se siguen muchas e interesante
consecuencias. Si fuera necesario, y la mayoría de los votantes así lo decidiera, se podría
pasar a un socialismo nuevo con gran facilidad. La transición a un socialismo público no
requeriría la nacionalización de la propiedad, porque la propiedad ya estaría separada de la
gestión, ni haría falta una nueva organización de las empresas, porque al menos todas las
grandes se regirían por la planificación central. Sólo habría que llevar a cabo una simple
nacionalización de la gestión o un relevo de la autoridad que planifica los sectores
económicos. El sistema productivo podría estar orientado con base en las prioridades de los
ciudadanos a conseguir los objetivos del bien más común y general, sin cambios traumáticos
en su organización y funcionamiento. Todavía estamos lejos de ese momento, pero las
constantes fusiones y adquisiciones y la concentración en los sectores productivos
estratégicos nos están acercando a él.
1.3. ALEGATO CONTRA LA DESIGUALDAD ECONÓMICA3
Para un posible y eventual transición de un socialismo privado a un socialismo público será
necesario recuperar el valor más olvidado de la Modernidad: el valor de la igualdad entre los
7
humanos y la sensibilidad ética y humana contra las desigualdades entre los hermanos
hombres y mujeres.
La revista Forbes del mes de Agosto 1999 ofrecía el dato asombroso de que las 400 personas
más ricas de los Estados Unidos poseen activos por valor de un billón de dólares, 166 billones
de pesetas, al cambio actual. Esta cifra representa el doble del PIB de España en 1997 y tres
veces el ingreso anual conjunto de los 30 millones de pobres que se cuentan en Estados
Unidos4. La comparación ilustra la creciente y extrema desigualdad económica que existe en
el país más rico y por ahora más eficiente de la tierra. Como en Estados Unidos, en casi
todos los países industrializados o a medio industrializar la desigualdad va creciendo de
manera rápida y constante. Las diferencias entre ricos y pobres son cada vez mayores en todas
las partes del mundo.
Esa creciente desigualdad, ¿esta bien o esta mal? Estamos hablando en todo caso de una
desigualdad extrema y no de la desigualdad natural que se da, y siempre se ha dado, en
regímenes democráticos, porque las personas tienen diferentes posiciones iniciales, diferentes
talentos, oportunidades y medios, que el sistema legitima y salvaguarda. El fenómeno que
presenciamos es nuevo en el sentido de que la pobreza, que es una realidad eterna de la raza
humana, nunca ha cohabitado con una riqueza tan enorme.
Para algunos la respuesta es clara y contundente: la desigualdad económica es mala, porque
atenta contra la igualdad de las personas. Pero para otros la respuesta no es tan clara. Hay
algunos que incluso piensan que las desigualdades económicas son necesarias y provechosas
para movilizar la economía, poner los recursos a disposición de quienes hacen rendir más al
dinero, y crear incentivos para la emulación y el progreso. A los no convencidos dirijo mi
argumento.
La desigualdad es mala
Afirmo que la desigualdad económica a que me refiero es mala, porque pone en peligro a la
democracia y porque es ineficiente e implica un mal uso de los recursos. Es mala para la
sociedad en que se producen estas desigualdades, e incluso, a largo plazo, para los mismos
que ahora disfrutan de esas fabulosas riquezas. El argumento de los convencidos no es banal.
Vivimos en un sistema democrático que afirma la radical igualdad, en si mismos y en los
derechos, de todos los ciudadanos. En las sociedades económica y políticamente avanzadas
nos contentamos a veces con la igualdad de oportunidades y la igualdad de todos ante la ley.
Parece que no nos preocupan tanto las desigualdades económicas, mientras los más pobres
tengan cubiertas sus necesidades básicas y no se mueran de hambre. Pero, obviamente, esto
no es suficiente para el buen orden de la sociedad. Porque la democracia es incompatible con
grandes diferencias en las ventajas que los individuos obtienen del sistema. Estas diferencias
crean situaciones en la que las igualdades formales, de oportunidades o ante la ley, funcionan
en la práctica de manera distinta.
Tomemos, por ejemplo, el disfrute de los derechos ciudadanos. El ejercicio de los derechos
ciudadanos requiere dinero. Esto es evidente en el sistema judicial, donde sólo los que pueden
pagar muchas horas de trabajo de buenos abogados pueden disfrutar de todas las posibilidades
de defensa que el sistema ofrece a los ciudadanos. Y en general, quien más dinero posee,
mayor posibilidad tiene de ejercitar sus derechos civiles y democráticos, mayor fuerza para
influir en las decisiones de las administraciones públicas que afectan a intereses particulares,
8
y mayor capacidad para disfrutar de los bienes públicos que provee el estado (autopistas,
aeropuertos, universidades, bienes culturales, seguridad, protección a la propiedad, etc.). Si
las desigualdades de recursos son muy grandes, el ejercicio de los derechos civiles y de las
libertades políticas, así como el disfrute de los bienes públicos también mostrará grandes
diferencias. Pero una desigualdad substancial y manifiesta en el reparto de los beneficios que
el sistema democrático ofrece a los ciudadanos, destruye los motivos que los menos
favorecidos puedan tener para aceptar el pacto social de convivencia y someterse a las
reglas de juego de la democracia.
Por otra parte, las diferencias extremas de riqueza producen diferencias extremas de poder
social y poder político. En este contexto, poder es la capacidad que tienen algunas personas
de hacer que los resultados de las diversas interacciones sociales (mercados, asociaciones,
acciones colectivas, medidas de las administraciones públicas, etc.) normalmente les sean
favorables. Si la información es poder, los poderosos gozan de la capacidad de recibir
siempre información privilegiada, de manera que siempre juegan con las cartas marcadas. Lo
mismo ganan en bolsa, que sacan partido de la construcción de una carretera o se benefician
de una medida reguladora. Este sesgo a ganar que poseen algunas personas y que proviene de
la riqueza que tiene acumulada, socava los fundamentos materiales de la democracia, que se
suelen poner en la igualdad de oportunidades. Esta igualdad deja de tener significado práctico
cuando las personas con grandes recursos consiguen en sus tratos sociales todo lo que se
proponen, mientras los de menores recursos no consiguen más que lo que los poderosos no
vetan.
La desigualdad es ineficiente
La desigualdad económica es además ineficiente, porque conlleva un reparto de la riqueza
que no maximiza la utilidad marginal total del dinero (que se toma aquí como la forma tipo de
riqueza) de la sociedad. La utilidad marginal de los últimos mil dólares que recibe uno de esos
400 billonarios es muchísimo menor que la utilidad de los mil dólares “marginales” que
recibe cada uno de los 30 millones de pobres. Si se quitaran –por las buenas, naturalmente–
30.000 millones de dólares a los 400 más ricos y se repartiera, a razón de 1.000 dólares por
persona, entre los 30 millones de pobres, la utilidad marginal total del dinero aumentaría
significativamente.
En otras palabras, repartiendo mejor el dinero se puede conseguir una suma mayor de
satisfacción o bienestar en la sociedad. Estas disquisiciones teóricas apuntan al hecho de que
no hay razón ni argumento alguno económico que justifique en términos de eficiencia las
grandes desigualdades. Más bien hay multitud de antecedentes históricos que muestran que
la acumulación de muchas riquezas en pocas manos supone un freno al desarrollo económico
y al progreso social de los pueblos, para no insistir en el desarrollo democrático.
Por el contrario, la equidad en el reparto de la riqueza ha sido una base sólida para la
introducción y la consolidación de la democracia en muchos países. Lo fue en los mismos
Estados Unidos en su primer siglo de independencia, lo ha sido en España, así como en toda
Europa Occidental después de la guerra, en el Japón y en el Sudeste Asiático.
Desigualdad y democracia
9
En resumen, la desigualdad extrema es una burla a la noción de un pacto social, por medio
del cual los ciudadanos se obligan a obedecer unas leyes y seguir a unos gobernantes para
obtener unos beneficios que por si solos no podrían obtener. Los firmantes de este pacto
esperan que haya una distribución de beneficios en proporción al grado de compromiso con
los intereses colectivos, sea cual sea la riqueza de cada cual.
Si los beneficios se distribuyen con notable desigualdad, esta proporción se rompe y los
ciudadanos se pueden considerar desligados de sus compromisos con un colectivo que no
cumple lo prometido. De ahí procede una seria amenaza a la sostenibilidad y gobernabilidad
del sistema democrático, como se muestra por ejemplo en una escasa participación electoral,
anomía generalizada y criminalidad creciente. No es quizá una casualidad que en Estados
Unidos, el país de las grandes desigualdades, haya un millón setecientas mil personas en la
cárcel.
1.4. VÍAS Y METAS5
Sólo si tenemos bien claro el objetivo de combatir la desigualdad y establecer en el mundo
una sociedad más solidaria podemos reflexionar con acierto sobre ese fenómeno tan actual
como es la discusión sobre las diversas vías.
El camino de Santiago tiene muchas variantes. Se puede ir por la cornisa cantábrica, se puede
ir por la meseta castellana, que es lo más tradicional, y se puede ir por el sur desde Portugal.
Todas las variantes, sin embargo, son “ camino de Santiago”, por la sencilla razón de que
todas ellas llevan a la tumba del apóstol Santiago. Lo que especifica al camino no son los
lugares por donde pasa, si son llanos o montañosos, si son más o menos trabajosos, sino el
lugar a donde llevan. “El fin especifica los medios”, dice el aforismo escolástico. “La función
especifica el órgano” dicen los evolucionistas. La meta especifica la vía, podemos añadir
nosotros. Las características de las vías es lo de menos, lo importante es a donde llevan. En el
Imperio Romano todas las vías llevaban a Roma y eso era lo que les importaba a los
ciudadanos. En cierto sentido todas las vías, la Flaminia, Aurelia, Julia, Augusta, Apia, etc.,
eran iguales.
Esta consideración nos puede servir para aclarar el tema, tan debatido ahora, de las vías en
política. Es igual si la vía es la primera, la segunda, la tercera o la quincuagésima. Lo
importante es a donde lleva. En política también es verdad que las metas especifican las vías
y lo que importa no es tanto el trazado de la vía cuanto la meta a donde se dirige. Por
consiguiente para poder diferenciar, comparar y evaluar las diversas vías políticas que se nos
ofrecen tenemos que ver el destino final, lógico y natural, de cada una de ellas. Aquí hay que
poner el acento.
“¿A dónde el camino irá?”
(A. Machado)
Una vía de izquierdas, llámese Apia, Augusta o Aurelia, tiene que llevar a una meta de mayor
igualdad entre los ciudadanos, mayor protección de los más vulnerables y menos afortunados,
mayor solidaridad y colaboración de unos y otros y mayor democracia, es decir, a los valores
e ideales tradicionales que identifican el pensamiento y la acción política de izquierdas. Por lo
tanto una via que lleve necesariamente a mayor desigualdad, a mayor desprotección, a mayor
desinterés por las causas comunes, y en definitiva al dominio de los más fuertes no es una vía
10
de izquierdas, por más que la llamemos tercera, cuarta o quinta. Hay que reconocer que
puede haber muchas maneras de llegar a implantar en un sociedad estos ideales básicos de la
izquierda, hay muchas vías de izquierda, pero también hay otras muchas que no lo son porque
no llevan ahí. En todo caso el debate político debiera centrarse primero sobre las metas, y
sólo posteriormente sobre las vías. Porque no se puede discutir de vías, si no se tienen claras
cuales son las metas a que esas vías supuestamente llevan.
¿A dónde va la “tercera vía”?
Si se va hacia una meta determinada o no, es algo que hay que decidir no por la declaración
de intenciones de los caminantes, sino por lo que efectivamente hacen para llegar a ella. Por
eso, en política, tenemos que examinar cuidadosamente si los caminos propuestos como
propios de la izquierda llevan, o pueden llevar a una meta de izquierdas. Si nos encontramos
unos caminantes, que se declaran peregrinos a Santiago, pero que, una vez pasado
Roncesvalles, se encaminan hacia las costas del Mediterráneo, pensaremos que no están
haciendo el camino de Santiago por más que ellos lo afirmen. Lo mismo pasa con algunos
proyectos, declarados de izquierdas, que, por su propia naturaleza, no llevan, ni pueden llevar,
a los ideales esenciales de la izquierda, incluso en su versión social demócrata o laborista.
Un sistema de mercados, por ejemplo, no distribuye ni puede distribuir la renta nacional de
una manera equitativa, porque el resultado depende de las condiciones iniciales de los
participantes, que son muy diversas, de asimetrías de información y de poder, de diferencias
de riqueza y de liquidez y de otras muchas cosas que dan ventajas a unos con perjuicio para
otros. El resultado de la distribución de la renta y la riqueza que producen los mercados tiene
que ser compensado, la renta redistribuida, para lograr unos objetivos mínimos de igualdad y
justicia social. Si alguien dice que trata de llegar a una meta de izquierdas dando mayor
libertad y mayor radio de acción a los mercados, reduciendo impuestos y en consecuencia el
gasto público, la afirmación no es creíble. Es como decir que se va a Santiago, cuando se
coge camino para Benidorm.
Se puede llegar dando un gran rodeo, me dirá alguno. Puede que esos extraños caminantes
intenten dar toda la vuelta a España para llegar finalmente a Santiago. Pero, ¡que manera tan
tonta de llegar a Santiago! Además lo más posible es que no lleguen nunca; que se agoten a
medio camino y den por terminada la aventura. En política el posibilismo bien intencionado
es una manera de dar un rodeo y evitar alguna barrera que no se puede franquear de frente. La
social democracia es especialista en rodear los obstáculos que pone el sistema para enfilar las
metas de izquierda. Pero muy frecuentemente les ha pasado lo que a los caminantes, que se
quedan a mitad de camino por falta de fuerzas, de impulso político y apoyo electoral.
¿A donde lleva la “tercera vía” proclamada conjuntamente por Blair y Schröder? Esa es la
cuestión. ¿Lleva a una sociedad más igualitaria o menos? ¿lleva a una mayor o menor
protección de viudas, emigrantes, niños, minusválidos, marginados? ¿Lleva a una sociedad
más solidaria, o a una ferozmente competitiva, en que dominen los más fuertes? ¿lleva a un
pleno empleo bien retribuido o a la proliferación de los “working poor”* que nutren las filas
de los trabajadores norteamericanos? ¿A donde llevan los nuevos caminos? Si lo que el
planteamiento de Blair-Schöder implica es abandonar los ideales de igualdad y justicia social
en favor del crecimiento global de la economía, del contentamiento del capital para que no
huya del país, y del “efecto rebalse” como mecanismo de redistribución, entonces lo que ha
sucedido es que han cambiado de metas. Lo que anuncian no es la tercera vía, sino la tercera
meta, que en el mejor de los casos vendría a ser un liberalismo económico ilustrado al estilo
11
del de John Stuart Mill. Pero eso no significa mucho progreso, porque empezaremos el siglo
XXI en la misma casilla en que estaba el pensamiento social en 1848.
1.5. REPENSAR LA SEGUNDA VÍA6
Muchos se preguntan si la tercera vía es realmente el único camino político viable para
personas progresistas y solidarias. En este capítulo consideramos la segunda vía, el
socialismo, o al menos alguna forma de socialismo, como una posibilidad probablemente no
inmediata, pero si una meta por la que se pueden empezar a luchar con vistas a algún tiempo
futuro en que los cambios de la sociedad internacional y del medio ambiente nos fuercen a
buscar alternativas reales a lo que ahora tenemos.
La segunda vía, o sea el socialismo, como alternativa al capitalismo surgió de la necesidad
de repartir de una manera más equitativa los beneficios de la Revolución Industrial. Fue como
un grito de la razón ante la desigualdad que el capitalismo estaba generando. Se piensa que
el socialismo surge porque la clase obrera vivía en malas condiciones; estaba siendo
explotada, diría Marx. Si esto fuera así, cuando la clase obrera mejoró su suerte en el
capitalismo, el socialismo habría perdido su razón de ser.
Pero no ha sido así, porque el socialismo no fue tanto una protesta contra la condición de los
obreros, que en el siglo XIX no era peor que la de los campesinos de la época, cuanto la
rebelión contra el mal reparto de una riqueza que por primera vez en la historia se generaba a
pasos agigantados con el concurso directo y visible de los trabajadores, quienes solo recibían
una parte muy pequeña de los valores que contribuían a crear. Las condiciones de vida de los
trabajadores no eran ya una consecuencia de una baja productividad general en una sociedad
injusta, sino el resultado del mal reparto de los frutos de una productividad gigantesca si la
medimos por niveles históricos.
El socialismo trata de ser una respuesta a la doble cuestión de la distribución y de la
desigualdad. Por lo tanto, mientras duren los problemas de la desigualdad y el reparto, el
socialismo tendrá una razón de ser.
La desigualdad ha crecido
La desigualdad que se inaugura en el siglo XIX fue diferente de la de cualquier otra época
anterior. En sociedades estancadas, donde la riqueza crecía normalmente poco y despacio, y
la suerte de las personas tenía pocas oportunidades de cambiar, la desigualdad era en cierta
manera “natural”, un elemento más de esa dureza que caracterizaba la vida en este “valle de
lágrimas”. De hecho el reparto, si se hubiera intentado realizarlo, hubiera sido muy difícil,
porque sólo se hubiera podido mejorar la suerte de algunos, si empeorara la de otros. En
cambio en una sociedad dinámica, como es la que crea la Revolución Industrial, en que la
productividad del capital y del trabajo crece a un ritmo muy rápido y la producción se hace
masiva, la desigualdad es menos fácil de comprender y resulta menos tolerable socialmente.
La rápida acumulación de riqueza en pocas manos, –aunque relativamente muchas más que en
tiempos pasados–, hecha posible por un régimen de trabajo asalariado, supone la creación de
enormes desigualdades ante los ojos atónitos de quienes laboraban en minas y fábricas. El
surgimiento “artificial” de estas desigualdades provoca una justa envidia y una protesta que
lleva directamente al cuestionamiento del régimen de relaciones laborales del capitalismo
responsable de tales resultados. La búsqueda de vías alternativas al capitalismo da lugar a las
12
diversas clases de socialismo.
A finales del siglo XX sigue habiendo desigualdad y problemas de distribución de la riqueza.
Más aun, la nueva revolución productiva del conocimiento en un contexto global está
generando, a gran velocidad y con gran visibilidad, una desigualdad mayor que la del siglo
XIX. Se conocen fortunas personales que son mayores que todo el producto nacional anual
de algunos países. Las posibilidades de enriquecimiento, por medio de la innovación
tecnológica o de la bolsa de valores, son grandes, aunque sólo algunos tienen las “condiciones
de posibilidad” o prerequisitos necesarios para beneficiarse de ellas. La suerte de personas,
grupos humanos, regiones y naciones es desigual y las diferencias tenderán a hacerse mayores
en la medida que el presente dinamismo económico siga funcionando sin restricciones. Si la
desigualdad y el reparto de la riqueza son la razón de ser del socialismo, nunca ha sido mayor
esta razón, nunca ha estado la segunda vía más justificada que en nuestros días.
Las desigualdades no se arreglan solas
En nuestro sistema económico se confía básicamente en el efecto rebalse para solucionar el
problema de la distribución. Se supone que el crecimiento económico genera bienestar para
todos, como una marea que al subir eleva por igual a todas las barcas ancladas en el puerto.
El problema de la distribución, e implícitamente el de la desigualdad, se reduce así a un
problema de crecimiento. Los mercados se encargan de la aplicación eficiente (mejores
resultados con menor costo) de los recursos productivos a los usos que el público prefiere. El
estado –o las administraciones públicas– se encargan, por medio del sistema fiscal, de la
producción y distribución de los bienes públicos y de asegurar que el mercado no produzca
efectos muy sesgados a favor, ni en contra, de alguno de sus participantes.
No parece que haga falta cambiar nada substancial. Con adecuada supervisión y vigilancia por
parte de las autoridades, los mercados se encargan de elevar el nivel de vida de los
ciudadanos y esto va resolviendo el problema de la distribución. Esto es, obviamente, el deseo
de los apologistas y sostenedores del sistema, más que la realidad de las cosas. La verdad es
que los mecanismos actuales de distribución, redistribución y difusión del bienestar, no
alcanzan a una parte substancial de los ciudadanos –8 millones de pobres en España, 10
millones en el Reino Unido, 36 en Estados Unidos–, para limitarnos a los países ricos.
Algunos dirán que los pobres son pocos y que su pobreza es relativa –mucho más llevadera,
por ejemplo, que la que soporta el 90% de los ciudadanos de Haití, Burkina Fasso o el Chad–
; que en todo caso el número de pobres no constituye causa suficiente para cambiar
radicalmente un sistema que funciona bien para la mayoría. Otros, en cambio, sentirán que
estos niveles de pobreza, que frecuentemente va acompañada de exclusión y marginalidad,
son intolerables en sociedades democráticas, cuyo poder dimana del conjunto de los
ciudadanos, y donde todos tienen derecho a los niveles de vida que su sociedad pueda
alcanzar. Los inconformes se sentirán inclinados a pedir un cambio de sistema y a buscar por
una vía alternativa la corrección de injusticias y la eliminación de una pobreza que cohabita
con tanta y tan increíble prosperidad.
A estas alturas de la historia, está claro que el llamado socialismo real, que se inauguró con la
Revolución Rusa y se hundió con la Unión Soviética, no era una segunda vía que llevara a
mayor equidad e igualdad, sino una vía muerta. Resultó ser una forma histórica aberrante de
plasmar en instituciones y organizaciones el ideal decimonónico de socialismo. El fracaso ha
13
sido tan estrepitoso que ha desprestigiado la idea misma de socialismo, su profundo
humanismo y la razón ética de sus postulados. Y sin embargo, no debiera ser así. Porque los
bolcheviques usaron el socialismo como coartada para implantar un modelo político
dictatorial, en el que una vanguardia de políticos ambiciosos y crueles impuso a todo un
pueblo su visión de la historia y de la sociedad para poderlo dominar. La vanguardia echó
mano de un paternalismo materialista, servido por una economía centralmente planificada,
para justificar la enorme acumulación de poder en sus manos. El resultado fue un engendro
ineficiente –menos en lo militar y en el espacio– y opresor, que solo condujo al caos y nada
tiene que ver con la idea matriz del socialismo.
Una “segunda vía” nueva
La segunda vía tendría que dirigirse a hacer más equitativa la distribución de la riqueza y el
ingreso, y asegurar una mayor igualdad en las condiciones de vida de todos los ciudadanos.
La igualdad de oportunidades no sería suficiente; habría que tender a la igualdad en los
logros. Por otra parte, dado que el crecimiento de la productividad y de la producción es una
limitación objetiva de la distribución, la economía en el socialismo debería dirigirse a
aumentar ambas y crecer eficientemente, para ayudar a resolver el dilema entre producción y
distribución.
El socialismo, que surgió para dar libertad a los oprimidos, tiene que respetarla
absolutamente, y así como trató de repartir el poder económico y social que detentaban unos
pocos, de la misma manera tiene que ser democrático, en el sentido aceptado por todos, con
elecciones libres, gobernantes que cambian periódicamente y rinden cuentas de su gestión al
conjunto de la sociedad. La economía planificada centralmente, un experimento nuevo en la
historia de la humanidad, ha demostrado conducir a decisiones equivocadas sobre el uso de
los recursos productivos, a mucha corrupción e ineficiencias. Excluir a los mercados, como
sistemas de señales que son cuando la competencia funciona, ha sido una limitación que los
gestores de la economía se impusieron para su propio fracaso y el de su pueblo. Los mercados
son instrumentos útiles, que usados como tales, movilizan energías humanas y materiales.
En otro tiempo para asegurar la gestión de los recursos productivos los reformadores se vieron
obligados a tomar la propiedad de las empresas. Hoy en día esto no es necesario, porque el
crecimiento y diversificación de las empresas ha llevado a la separación de la propiedad y la
gestión. En principio se podría socializar la gestión de los recursos sin socializar la propiedad
de los mismos. En el mundo moderno la gestión social de los recursos podría ser compatible
con la propiedad privada. Los accionistas podrían seguir percibiendo los réditos que
produzcan las actividades productivas de las empresas, aunque las ganancias especulativas
se verían severamente limitadas. Por otro lado tenemos experiencia de que empresas de
propiedad pública no siempre gestionan los negocios en bien de la sociedad. Lo crucial es la
gestión, no la propiedad. Es importante resolver bien la cuestión de quién debería actuar en
nombre de la sociedad. Antes se pensaba que el actor principal debía ser un estado
centralizado y fuerte. Esto es típico del modelo bolchevique de vanguardias todopoderosas y
omniscientes. Pero si se acepta el principio de que la responsabilidad de gestión debe estar
situada donde la proximidad con los problemas sea mayor y las posibilidades de controlar a
los gobernantes resulten más reales, habría que optar por un socialismo descentralizado. En
este sistema los gobiernos estaduales (en los estados federales), autonómicos, regionales y
municipales llevarían el peso de la gestión. No sería impensable hablar de un socialismo
municipal en las grandes ciudades. Por otro lado, este socialismo que estamos repensando
14
tendría que ser un socialismo de grandes espacios, para aislarse lo más posible de tormentas
financieras internacionales, aunque abierto al comercio y la inversión extranjera. Sería un
socialismo amigo, buen vecino, sin aspiraciones de conquistar el mundo, antes al contrario
dispuesto a la cooperación internacional y volcado en la ayuda al desarrollo de los países
pobres.
Es una utopía, ciertamente. Pero los cambios tecnológicos,organizativos, demográficos y del
medio ambiente, que ya están en marcha, bien pudieran hacer que algún día la mayoría de
los ciudadanos clame: Socialismo, por favor!
15
2. DEMOCRACIA PARA POCOS
2.1. GLOBALIZACIÓN SIN CABEZA7
El conjunto de fenómenos tecnológicos, económicos, sociales y culturales que conocemos con
el nombre genérico de globalización, suponen procesos de cambio que no tienen marcha atrás
(como todo en la historia humana). Pero el destino de este proceso no esta fijado todavía, ni
está determinado a priori. El proceso puede tomar una dirección u otra según sean las
intenciones y las acciones de los agentes individuales y colectivos. Lo que hace falta es algún
tipo de dirección. Hacen falta instancias políticas que marquen un camino razonable, justo y
solidario. En este capítulo iniciamos esta reflexión.
Las crisis de la bolsa, las devaluaciones especulativas, los grandes ajustes que se hacen
necesarios en los países emergentes son resultado de la globalización, pero de una
globalización sin cabeza. Una vez que tenemos la globalización como hecho dominante de
nuestras economías, ahora tenemos que procurar que tenga cabeza es decir, que alguien la
dirija. La semana pasada (4-7 de Octubre 1998) hemos visto como los líderes de los países
más ricos del mundo y los organismos internacionales más potentes se reunían en la capital
del imperio en vano, sin discutir –y menos tomar– ni una sola medida o serie de medidas
concretas capaces de detener o mitigar la crisis de las bolsas y de los bancos que
eventualmente afectará a la economía real de todos los países, incluyendo América del Norte
y Europa.
Se dirá que no hace falta, que los mercados se regulan a sí mismos y no se necesita una
autoridad por encima de ellos para poner orden. Estas son afirmaciones de creyentes, actos
ciegos de fe en la eficiencia de unos mercados que se suponen funcionan en la compleja
realidad del mundo de la misma manera como se explica en los manuales de microeconomía.
Todos sabemos que los mercados de hecho no se autoregulan, que las diferentes posiciones
iniciales, las asimetrías de información y de poder, entre otras cosas, dan unos resultados que
no se parecen a los que deduce la teoría.
Uno de los efectos no contemplados por la teoría es la tendencia innata de ciertos mercados a
explosiones y hundimientos súbitos. Son fenómenos que se deben a la falta de información y
de prudencia con que ciertos agentes financieros aceptan riesgos enormes ante la perspectiva
de grandes ganancias a corto plazo. Con estos comportamientos los mercados financieros se
parecen más al funcionamiento de un casino, como ya hace años decía J.M. Keynes, que a los
modelos bien ordenados con información perfecta de los libros de texto y de los discursos
ideológicos. Si no queremos que los mercados se destruyan a si mismos, y se lleven en su
caída el bienestar de millones de familias, tenemos que salvar a los mercados de sus
tendencias auto destructivas por medio de la intervención de una autoridad superior. De otra
manera dominaría la escena económica mundial el poder desnudo de centros de planificación
privada como son las grandes empresas.
Que los mercados no sean casinos
Hace falta un liderazgo mundial con autoridad efectiva para:
16
— Reunir información de primera mano, reciente y fiable sobre la naturaleza y volumen de
los flujos de capitales, los riesgos que las instituciones y los países incurren por medio de la
inversión internacional. Ahora las agencias de rating como Moody´s y Standard and Poor8
hacen algo de esto; el Banco Internacional de Pagos de Basilea también, para los países
industriales únicamente, pero no hay una información centralizada, ni siquiera en el FMI, que
de una visión global del entramado de riesgos que ha creado la globalización del capital.
— Acudir inmediatamente en ayuda de instituciones o gobiernos en problemas, pero para
evitar los riesgos sistémicos, el moral hazard9 esa intervención y ayuda debe tener un costo
para los entidades y personas que se han metido en problemas. Porque si no, con la certeza de
que en caso de mala gestión les echarán una mano, no tendrían incentivos para realizar una
gestión prudente. La autoridad internacional debiera poder inducir a los países, en consulta y
diálogo con ellos, a que hagan los cambios necesarios para evitar la recurrencia de los mismos
problemas
— Asegurar la existencia y disponibilidad del capital a largo plazo necesario para aumentar la
producción y la productividad de todos los países, cualquiera que sea su grado de desarrollo.
Sin embargo, los flujos de capital que vayan a los países en vías de desarrollo tendrían que
conmensurarse –en volumen y riesgo– a la fortaleza y la capacidad de las instituciones de
vigilancia y supervisión financiera vigentes en esos países. La experiencia muestra que los
flujos de capitales pueden causar verdaderas tragedias en economías con sistemas bancarios
débiles y mal regulados, porque estos capitales crean unos riesgos para los que la mayoría de
los países no están preparados. Este es un argumento para controlar la entrada de capitales en
ciertos países.
— Establecer un sistema de tipos de cambio estable pero lo suficientemente flexible, para que
los países con rápido crecimiento puedan ajustar sus economías a los cambios de precios
relativos a nivel mundial. El sistema de Bretton Woods10 que combinaba la estabilidad con la
flexibilidad funcionó bastante bien. Ahora la enorme movilidad de capitales no permite que ni
los tipos flexibles ni los fijos funcionen bien ¿No se podría inventar algún régimen de tipos de
cambio que combinara las dos cosas?
— Probablemente, con el tiempo, sería conveniente reducir a unos pocos –cuatro o cinco– los
espacios monetarios en todo el mundo, a base de la multiplicación de los arreglos monetarios
como el currency board11 (tipo Argentina o Hong Kong, aunque con suficientes reservas para
aguantar envites especulativos) o de uniones monetarias. Con ello el sistema monetario
internacional resultaría más fácil de coordinar y se protegería a países pequeños de la peste de
fugas de divisas masivas al primer estornudo del presidente del banco central. The Economist
(septiembre 26, 1998) se ha llegado a plantear la conveniencia y posibilidad de una moneda
mundial única. Es pronto, pero la necesidad de resolver problemas y contradicciones nos
empuja más y más en esa dirección. Una moneda única exigiría una autoridad monetaria
mundial única. Hacia ahí apuntan las necesidades.
Ahora la cuestión sería determinar quien debe constituir esta autoridad. Por supuesto un grupo
selecto de países, un Consejo de Seguridad Económico donde, además de Estados Unidos, la
Unión Europea y Japón, estuvieran representados también los países emergentes y los países
pobres, un grupo como el G16 que ha propuesto Jeffrey Sachs de la Universidad de Harvard.
Se trataría de una dirección colectiva que asumiera las funciones que tuvieron Gran Bretaña
en el siglo XIX y los Estados Unidos los años inmediatos después de la guerra, con Bretton
17
Woods y el Plan Marshall. Su mandato sería el de estabilizar y hacer provechosa para el
mayor numero posible de ciudadanos la globalización de las economías “nacionales”.
2.2. LA LÓGICA DE CONDONAR LA DEUDA EXTERNA12
Una de las tareas que una cabeza de la globalización debiera emprender es la de solucionar
de una manera estable el problema de la deuda externa que ahoga a los países más pobres de
la tierra e impide que avancen por el camino de su desarrollo económico y social.
Cualesquiera que sean las consecuencias para los países ricos, la lógica de la condonación de
la deuda se impone a las mentes y a las conciencias. Esta lógica, que debiera ser la lógica para
la construcción de un sistema mundial verdaderamente justo y estable, se expone en este
capítulo.
Hace apenas tres años, quienes defendíamos que una parte sustancial de la deuda externa de
los países más pobres tenía que serles perdonada o condonada éramos considerados y tratados
como unos bichos raros que no sabíamos nada de economía, rojos probablemente, y en todo
caso unos idealistas que no teníamos los pies en la tierra. Hoy instituciones tan supuestamente
sesudas y sólidas como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están
proponiendo sendas iniciativas para lograr una condonación parcial de la deuda externa de
una serie de países muy pobres y muy endeudados, que no sólo son incapaces de pagar –y que
nunca pagarán– sino que el mero intento de pagar una parte de lo mucho que deben les
supone un grave drenaje de recursos que frena el desarrollo y hace imposible la lucha contra
la pobreza en que viven la mayoría de sus ciudadanos.
Lo pide el sentido común
La condonación de la deuda a estos países es de sentido común y su evidencia ha acabado por
imponerse. La deuda externa de algunos de los países más pobres del mundo, como
Mozambique y Nicaragua, que además han sido afectados por terribles catástrofes naturales, y
otros varios de Africa representa el doble o el triple del valor de su producto nacional anual.
El servicio de esta deuda (intereses y amortizaciones), si los países pagaran lo que deben,
usaría más de la mitad de los ingresos de moneda extranjera provenientes de las
exportaciones. Si a la continua reducción de los precios de los productos primarios, que son
los que ellos exportan, se juntara la absorción de los recursos externos para el pago de la
deuda, el financiamiento del desarrollo quedaría totalmente estrangulado. De seguir las
tendencias de la evolución de precios y de la deuda, los países no podrán importar nada, la
vida económica llegaría a un estancamiento y la miseria tendría proporciones apocalípticas.
¿Quien son los acreedores?
Los países más pobres tienen la mayor parte de su deuda con organismos multilaterales,
Banco Mundial, Bancos regionales de desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, y con
gobiernos. Deben poco a la banca privada, que no vio negocio en prestar dinero a los países
pobres del mundo.
Lo que deban a los bancos es muy difícil que estos se lo condonen, porque son instituciones
privadas de crédito que se mueven únicamente por el motivo de lucro. De hecho las campañas
para la condonación de las deudas todavía no se dirigen a estos bancos. Pero lo que deben a
los organismos internacionales y a los gobiernos se puede perdonar más fácilmente, sobre
18
todo la deuda bilateral (de gobierno a gobierno).
El costo de la condonación a los países ricos
La condonación de la deuda supondrá automáticamente una pérdida en los presupuestos de
los países más ricos del mundo, que son también los que más aportan a los organismos
multilaterales. Esa pérdida llevará matemáticamente a un aumento del déficit fiscal de los
países ricos. Pero ese aumento no les supondrá más del 0.2 ó a lo más 0.3% del PNB al año,
lo que les resulta insignificante. España, por ejemplo, tuvo en 1999 un déficit fiscal del 1,1%.
La condonación de la deuda habría elevado esa cifra a un 1,5%, que todo el mundo considera
como un déficit bajo. Me refiero, claro está, a los países ricos que tengan déficit, porque
Estados Unidos, el país más rico del mundo, tiene un enorme excedente fiscal y bien podría
aplicar una partecita del mismo a reducir la deuda bilateral de los países pobres, sin que se
notara en las cuentas nacionales. También tienen superávit Francia, Holanda, Suecia,
Dinamarca y Suiza. La condonación costará poco a los acreedores ricos y en cambio aliviará
de muchos sufrimientos a los deudores pobres. ¿No es esta relación costo-beneficio un buen
argumento económico para proceder a perdonar la deuda bilateral?
Los organismos multilaterales, como los bancos regionales de desarrollo, el Banco Mundial y
El Fondo Monetario Internacional, pueden tener escrúpulos de orden institucional para
perdonar la deuda. Al fin y al cabo, dicen ellos, son bancos para financiar el desarrollo de
todos los países y los fondos que perdonan a unos se los quitan a otros. Esta lógica bancaria,
sin embargo, tiene que adaptarse a la urgencia grave y desesperada en que se encuentran los
países pobres muy endeudados. Estos organismos son instrumentos de la ayuda internacional,
gobernados en última instancia por los países ricos, y si hay voluntad por parte de los
gobernadores, se pueden encontrar formulas nuevas para, sin menoscabo de su función
esencial de financiar el desarrollo, proceder también inmediatamente a la condonación de esa
deuda imposible de pagar.
La responsabilidad de los gobiernos
Toda la presión que se ponga sobre los gobiernos de los países ricos, que tienen en sus manos
la clave de la solución será poca. Como poca será la que se ponga sobre los gobiernos, en su
mayoría ineficientes y corruptos, de los países deudores para que usen bien los beneficios de
la condonación, que se está dando poco a poco y que llegará más decididamente. Habrá que
recordar a los gobiernos de los países así endeudados que la razón última de perdonarles la
deuda es que su servicio distrae fondos de la financiación del desarrollo económico y social,
quita posibilidades a las políticas sociales y no permite llevar a cabo una lucha decidida
contra la pobreza.
Cuando esta deuda les sea condonada, no podrán gastar el dinero que les dejan libre para
comprar armas, para subvencionar a las empresas privadas, nacionales o internacionales, ni
para subir los sueldos de los funcionarios públicos, ni mucho menos para ponerlo en bancos
de Suiza. Ese dinero que se libera, con un costo para los contribuyentes de los países
acreedores, es para el desarrollo social y la lucha contra la pobreza. Supone en definitiva una
transferencia intencionada y focalizada de los ciudadanos de los países ricos a los
ciudadanos pobres de los países pobres. Por eso los países que condonen la deuda debieran
influir, salvando en la medida de lo posible, en la soberanía de los países, para que el destino
de los fondos liberados por la condonación de la deuda vaya efectivamente a los más pobres.
19
Es una forma de “imperialismo” probablemente, pero dirigida a beneficiar a unas clases
populares que los gobiernos soberanos e independientes desprecian e ignoran. Luego habrá
que pensar cómo se financia el desarrollo de estos países, pobres de recursos, sin apenas
ahorro interno, sin acumulación local de capitales, que seguirán necesitando los fondos
externos de la ayuda internacional, para que no comience de nuevo el proceso de
endeudamiento, que dentro de diez años les ponga de nuevo en una situación de quiebra como
ahora están. El perdón tiene que ir acompañado de muchas cosas más para que la crisis de la
deuda no se repita cada pocos años, entre otras una provisión de recursos a fondo perdido, es
decir donaciones, para financiar las reformas más urgentes en los sectores sociales de estos
países.
La condonación y alivio de la carga de la deuda tiene que ser el inicio de un nuevo
planteamiento a escala global de las relaciones entre el Mundo Rico y el Mundo Pobre. Si no,
con toda esta campaña del Jubileo 2000 no habremos conseguido beneficios duraderos.
2.3. LO QUE NO VA BIEN EN ESPAÑA13
Durante el primer gobierno del presidente Aznar ha corrido el dicho “España va bien” como
resumen de los logros de la economía española. Ahora que comienza su segundo mandato hay
que recordarle lo que en España no va bien. A continuación mencionamos algunos aspectos
de la economía española que no van tan bien y que necesitan urgente corrección. Este capítulo
apareció durante la campaña electoral, pero el triunfo del PP no cambia nada de su mensaje,
antes bien lo hace más urgente y necesario.
En plena campaña electoral, los discursos se distorsionan con vistas a conseguir más votos.
En estos días los políticos no atienden a otras razones que no sean las de la conquista del
poder. Todo lo que conduzca a la conquista de votos es bueno, todo lo que conduzca a otro
fin, aunque éste sea el bienestar de la mayoría de los ciudadanos, no interesa. Los comentarios
y juicios sobre la economía sufren de estas mismas distorsiones. Pero nosotros, los
académicos que nos respetamos un poco, no podemos aceptar la lógica y el raciocinio de las
campañas electorales. Por eso, con todo desapasionamiento y objetividad, vamos a ver lo que
no va bien en esta España, que según el gobierno va bien de acuerdo a unos criterios
implícitos (propios de su partido) de bienestar económico.
1. La pobreza en España no se reduce. Según el último estudio de Cáritas, unos ocho millones
de españoles, uno de cada cinco, viven con unos ingresos inferiores al salario mínimo. ¿Cómo
se puede vivir en la España de hoy con menos de esa cantidad es algo que la mayoría no nos
imaginamos. ¿Qué se puede consumir? ¿Cómo se puede participar en la euforia consumista de
estos días, si el ingreso apenas llega para pagar el alquiler? La política redistributiva para
eliminar la pobreza extrema es nula.
2. La política fiscal es pro cíclica, es decir refuerza el ciclo de consumo e inversión que
empuja nuestra economía y los niveles de precios hacia arriba. ¿Cómo puede decir el
Vicepresidente económico del gobierno que “la rebaja de impuestos no tiene impacto en la
inflación”? Tenemos una política monetaria de “dinero barato”, el más barato que recuerdan
los tiempos, con una tasa real de interés casi nula14. Eso ya es bastante para alentar el
crecimiento que necesitamos para crear empleo. El euro, por su parte, no cesa de perder valor
frente al dólar, lo que hace aumentar el precio en pesetas del petróleo15 y de otras materias
primas. La política fiscal sería el único instrumento de manejo macroeconómico que le queda
20
al gobierno para enfriar la coyuntura (y de paso impedir que el déficit comercial siga
creciendo). Sin embargo, al reducir los impuestos, se arroja más poder adquisitivo en el
consumo. Después de las elecciones tendrán que hacer algo para que no acabemos el año con
una inflación el triple que la media de la zona euro. Socialmente mejor sería no tocar los
impuestos y aumentar el ahorro público para reforzar la seguridad social.
3. La política de investigación y desarrollo es raquítica y poco enfocada. Con un 0,8% del
PIB, el gasto en investigación y desarrollo (menos en desarrollo que en investigación) es
insuficiente para iniciar los procesos industriales y comerciales que darían alas a los
empresarios españoles. Lo que se gasta se gasta mal, con una gran dispersión y sin
seguimiento, según L. Thurow, quien en su libro Building Wealth dice: “argumentaría, por
ejemplo, que España desperdicia cada dólar que pone en investigación y desarrollo.” (p.109)
4. La política de oferta es defectuosa. Por ello entiendo la política de fomento y preservación
de la competencia, por medio del desmonte de lo queda de monopolio “natural” en algunos
sectores, y la eliminación de privilegios, subsidios y trasferencias. Hay que establecer unas
reglas que beneficien a los usuarios y acabar con las privatizaciones políticamente rentables
al partido en el poder.
5. Ha aumentado grandemente la precariedad del trabajo. La mayor parte de los contratos de
trabajo se hacen con duraciones inferiores a un año y a veces de pocas semanas. Según un
dato del INEM, la gran mayoría de los contratos del último año no son fijos16.
6. Finalmente se han dado muestras muy exageradas de la mala distribución de las ganancias
que està generando la “nueva economía”, es decir, el crecimiento basado en las
telecomunicaciones y otras tecnologías modernas. El tema de las “stock options17 de
Telefónica, que salió a la luz con gran escándalo, es una manera habitual de repartir las
ganancias de las empresas, que premian espléndidamente a los altos directivos mientras echan
a la calle a los trabajadores de mayor edad.
2.4. EL FENÓMENO AMERICANO18
La marcha de la economía en los Estados Unidos de América parece refutar muchas de las
afirmaciones y críticas que hemos hecho en este cuaderno. Despido libre, limitada seguridad
social, desregulación, libertad para las empresas, bajos impuestos, etc. todo eso parece estar
dando un resultado magnífico en términos de las variables macro-económicas e incluso en
términos de empleo (3,9% de la población economicamente activa-mayo). Respondemos aquí
a quienes muestran una exagerada admiración por el modelo de economía americana, y
quisieran verla replicada en Europa, como ya respondimos en el cuaderno de Cristianisme i
Justicia sobre “La pobreza en los Estados Unidos” (n. 85).
El fenómeno americano a que me refiero consiste en que la economía de los Estados Unidos
lleva creciendo ocho años consecutivos a un ritmo considerable, con pleno empleo y baja
inflación y un superávit fiscal importante. La única mala nota de la economía –por no
mencionar aquí lo social– es para la balanza de cuenta corriente que registra un déficit
enorme. Esta situación, que es la envidia de casi todos los ministros de economía del mundo,
interesa a los economistas, porque les ha hecho revisar algunos de sus conceptos (la tasa de
desempleo natural, por ejemplo) y algunas de sus teorías sobre el ciclo económico. Pero
interesa sobre todo a los políticos y a los ciudadanos porque se preguntan cómo y en que
21
medida se puede reproducir ese fenómeno en la Unión Europea.
El fenómeno americano tiene una explicación simple y otra compleja. La simple, que dan,
entre otros, Pedro Schwarz, Carlos Rodríguez Braun o Vargas Llosa, cuando se mete a
economista, es que Estados Unidos tiene un “mercado” que funciona libremente y soluciona
automáticamente los problemas que en la Europa de los mercados regulados no se pueden
solucionar. Su ejemplo predilecto es el mercado laboral, aunque también el mercado de
capitales, los seguros privados, etc., etc. La explicación sencilla lleva a proponer unas
reformas en la UE que no son económicamente racionales ni políticamente viables.
Una explicación compleja
La explicación compleja reconoce que en América, además de una flexibilidad mayor que la
europea en muchos mercados, confluyen elementos diversos para producir los resultados
mágicos de la macroeconomía norteamericana. Citaré algunos: Vigorosa innovación
tecnológica, política monetaria expansiva, mercados abiertos a las importaciones, mercados
internos grandes y muy integrados, expectativas optimistas sobre las posibilidades del
capitalismo americano, expansión de la bolsa alimentada con grandes flujos de capitales
externos, bajo coste de las comunicaciones y las utilidades (agua, gas y electricidad), un
consumismo mantenido por astutas estrategias de ventas y de financiamiento, un nuevo
fundamentalismo que ensalza el triunfo y la ganancia , todo esto con una baja prioridad de la
redistribución como ha notado J.P.Fitousi.
La explicación compleja lleva a proponer algunos cambios que son posibles, económica y
políticamente, en la Unión Europea, pero nunca justificaría el reproducir aquí la situación de
los Estados Unidos. El fenómeno americano, como saben los que han vivido allí, se basa en la
peculiar naturaleza y comportamiento colectivo de la sociedad americana. Hay cosas que
nunca podremos imitar en Europa, porque no estamos en América. El modelo económico
americano no es la abstracción que aparece en los libros de texto, que se pueda reproducir a
voluntad en cualquier parte del mundo, como se traducen y se fotocopian las páginas de un
libro.
Los modelos económicos funcionan encarnados en una sociedad de carne y hueso, temporal y
localmente determinada, con sus dimensiones espaciales y humanas, con su historia y con un
proceso que es totalmente “path dependent” (dependiente del camino que tomó), en el sentido
de que lo que ahora aparece como mejor alternativa está condicionado por las elecciones de
épocas pasadas. Los mismos mercados no son abstracciones, ni funcionan igual en todos los
sitios, aunque tengan las misma reglas de juego, porque la gente es diferente y los participantes
en el mercado se mueven por distintas motivaciones y distintos estímulos, tienen diversos
gustos y valoran las cosa de manera distinta. El modelo del capitalismo americano –que no es el
único posible– tiene su “Sitz im Leben” (“su plaza al sol”, traducido libremente) en la sociedad
norteamericana únicamente, y cuando se ha intentado trasladarlo a otras sociedades, a
Sudamérica, por ejemplo, ha fracasado estrepitosamente.
El ejemplo que más nos toca
Tomemos el ejemplo, tan traído y llevado, del mercado laboral. En Estados Unidos hay un
mercado laboral mucho más flexible que en Europa, no sólo porque el despido es casi libre,
sino porque la sociedad en Estados Unidos es y funciona de una manera mucho más flexible
22
que en la Unión Europea. En Estados Unidos la movilidad laboral es muy elevada, porque las
personas son más desarraigadas y autosuficientes que en Europa y sus vínculos familiares y
locales más tenues (los jóvenes dejan sus hogares a los diecisiete años y no vuelven más que
para celebrar Navidad y Thanksgiving). Además las circunstancias ayudan. Un obrero, cuya
fábrica ha cerrado en Vermont, puede fácilmente vender la casa a buen precio, porque el
mercado de la vivienda es muy ágil y flexible, hacer una “venta de garaje” para vender sus
muebles y vestidos, cosa que es muy habitual, alquilarse un “U-haul”, un vehículo
especializado para traslados, y marcharse por buenas carreteras a California con toda
naturalidad. Al llegar encontrará trabajo, casa para alquilar o comprar, y sobre todo el mismo
tipo de vida y sociedad que ha dejado, con los debidos ajustes al cambio de clima-, lengua,
cultura y manera de funcionar iguales, un gobierno y unas instituciones que le son conocidas,
con las mismas –o muy similares– costumbres, ritos y tabúes sociales
En cambio en Europa a pocos kilómetros de casa nos encontramos con diferentes lengua,
cultura, historia, idiosincrasia, otros niveles de vida y costumbres muy diferentes a las
nuestras, que hacen muy difícil la movilidad laboral. Aunque los europeos hemos tenido una
asombrosa movilidad laboral cuando éramos impulsados por el hambre o la persecución. En
todo caso la flexibilidad del mercado laboral en Estados Unidos refleja la flexibilidad de la
sociedad en su conjunto. En sociedades que no tienen ese grado de flexibilidad, el mercado
laboral nunca será, tan flexible como el americano, aunque las gobernara una dictadura
neoliberal. Si examinamos otras instituciones y comportamientos económicos veremos que las
diferencias entre Europa y América no se deben a políticas y medidas diferentes, sino a las
condiciones que determinan qué políticas y medidas son las adecuadas para realidades tan
distintas. Lo cual no quita que algunas cosas se pueden imitar. La importancia que se da al
desarrollo de la ciencia y la tecnología, por ejemplo, y sus aplicaciones comerciales es algo
que en Europa nos podría preocupar más sin que obsten las diferencias culturales. En este
contexto se podrían reducir las trabas administrativas para establecer nuevas empresas, y
fomentar el despegue de empresas tecnológicamente avanzadas.
Europa podría imitar la apertura de los mercados a las importaciones con gran fruto sin
sacrificar su identidad, o el desarrollo del comercio al por menor que tan efectivamente atrae
al consumidor, o los niveles de precios del transporte, las comunicaciones y las utilidades que
tanto influyen en los costos de producción.
Hay muchas cosas que podemos aprender de los Estados Unidos e integrarlas en el modelo
económico europeo. Pero, eso sí, quien quiera una sociedad como la americana no tiene más
remedio que irse a vivir allí, porque en Europa no es posible reproducirla como se instala un
parque de atracciones (aunque incluso los parques de atracciones de Walt Disney no
funcionan igual en Europa que en América).
23
NOTAS
1 Texto inédito
2 El País, 24 de enero del 2000.
3 Billón en el sentido español: millón de millones.
4 En su último libro Building Wealth el economista del M.I.T. Lester Thurow menciona el
hecho de que la riqueza de Bill Gates es igual a la que poseen el 40% menos rico de los
hogares americanos. Es decir, una persona posee tanto como 110 millones de conciudadanos.
5 El Periódico de Catalunya, 15 de junio de 1999.
6 El País, 6 de julio de 1999.
7 El Periódico de Catalunya, 15 de noviembre de 1998.
8 Las agencias de rating son organizaciones privadas que se dedican a calificar los riesgos de
las inversiones. En base a los estudios que hacen de las empresas y los gobiernos que emiten
títulos de deuda (bonos, notas, pagarés, etc.), les dan calificaciones de menor a mayor
seguridad (menor riesgo) para orientar a los inversores. La más codiciada calificación es una
triple A.
9 Este término viene del mundo de los seguros, y se refiere al comportamiento de aquellos
que, sientiendose asegurados se portan de tal manera que producen el siniestro contra el que
están asegurados. Si los bancos estuvieran demasiado protegidos, harían negocios que
pondrían en peligro el dinero de los depositantes.
10 Lugar donde en 1944 se tuvo la reunión de los aliados para organizar el economía mundial
después de la guerra. De ella nacieron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
11 Se llama así al un sistema monetario en que la moneda del país tienen una paridad fija por
ley con la moneda de referencia (en los casos citados, el dólar); además no se puede emitir
una unidad más de moneda nacional a no ser que se haya añadido a les reservas una unidad de
moneda extranjera. Así se consigue que todo el medio circulante este respaldado en un 100%
por la moneda extranjera.
12 Estris, noviembre y diciembre de 1999.
13 ESADE Asociación, enero-febrero del 2000.
14 Si de la tasa nominal del 3,25% restamos la tasa de inflación que es 2,9% resulta una tasa
de interés real del 0,35%, que es más baja en los últimos cincuenta años.
15 A la devaluación del euro con respecto al dólar hay que añadir la elevación del precio en
dólares del petroleo, que hace dos años estaba en 10$ el barril y ahora esta a 29$.
24
16 Según datos del INEM sobre mayo, de 1.200.000 empleos creados, sólo 107.000 eran
indefinidos (el 92% siguen siendo contratos temporales). El Mundo, 3 de junio del 2000.
17 Una manera bastante habitual de remunerar a los altos directivos de las grandes empresas.
Se les asigna un número de acciones que pueden comprar a un precio fijo en una fecha
determinada y que, si el valor de esas acciones sube, pueden vender con un gran margen de
ganancia. Si las acciones bajaran de valor, el sistema no funciona. Es una manera de obligar o
motivar a los ejecutivos para que hagan lo posible para que suba el valor de las acciones de su
empresa.
18 El País, 7 de junio de 1999.
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25
135
PROBLEMAS DE LA
GLOBALIZACIÓN
(comercio, emigración, medio ambiente)
Luis De Sebastián
1. CAPITALISMO Y POBREZA
2. CAPITALISMO, EMIGRACIÓN Y POBREZA
3. COMERCIO INTERNACIONAL Y POBREZA
4. ECOLOGÍA, CAPITALISMO Y ÉTICA
5. GLOBALIZACIÓN Y MEDIO AMBIENTE
Luis de Sebastián, es catedrático de economía internacional (ESADE, Universistat
Ramon Llull).
Problemas de la globalización
(comercio, emigración, medio ambiente)
Luis de Sebastian
Este Cuaderno gira en torno al concepto novedoso de “capitalismo real”, que
justificamos con el mismo argumento que se empleaba para distinguir el socialismo
teórico, más estético y moral, del socialismo real, perfectamente inmoral, de la Unión
Soviética. El capitalismo no es lo que dicen los libros de economía sobre el mercado
libre, sino esa lucha por prevalecer en el mercado en que están inmersas todas las
empresas grandes y pequeñas. Ese capitalismo afecta a todos los ámbitos de la vida
social. Aquí sólo hemos elegido cuatro aspectos: la probreza en el mundo, el comercio
internacional, la emigración y la ecología. Con cada uno de ellos queremos mostrar
cómo el capitalismo real o bien determina, o al menos condiciona resultados
socialmente inaceptables, que tienen que ser corregidos por la intervención de la
sociedad civil y, en su nombre, por el “estado real” (y no el “teórico”) y las demás
administraciones públicas “reales”. La unidad a los cuatro ensayos la presta la acción
multilateral del capitalismo real.
-2-
1. CAPITALISMO Y POBREZA
POBREZA
Los 600 millones de personas, que según el Banco Mundial mal viven con un euro
diario, los “pobres de solemnidad”, los desesperadamente pobres, sólo hacen el 9,38 %
de la humanidad. Esto puede parecer todavía mucho, pero estoy seguro de que hace
cien años, la proporción era del 25 % ó 30 %, y en siglos anteriores mucho mayor, el
30, el 40 ó 50 %. Algo hemos mejorado.
1.1. Nunca ha habido menos pobreza en el mundo
Si tomamos el número de los “simplemente pobres”, los que viven con dos euros
diarios1, que el BM estima en otros 1,200 millones, obtendremos un 18,75 % de la
población mundial. (Estimada en algo más de 6.400 millones de personas).
Juntando las dos categorías obtenemos 1.800 millones, un 28,13 % de la población
mundial, que son seriamente pobres. Todavía habría que contar como pobres a los que
viven con tres, cuatro, o cinco euros al día2 . Es verdad. Pero no me cabe la menor duda
de que en tiempos pasados, la proporción de pobres en el total de la población mundial
era mucho mayor, rondando quizás el 80 ó 90 % del total.
1.2. Tampoco ha habido tanta riqueza nunca antes
Los reyes, los nobles, los banqueros, los terratenientes del pasado eran pigmeos
económicos comparados con los ricos de ahora. Según The Financial Times (14 de
noviembre de 2004), en el mundo existen 600 “milmillonarios”, es decir personas con
un patrimonio personal de más de 1.000 millones de dólares.
Echándoles una riqueza media de 15.000 millones de dólares, lo cual no es exagerado (a
Bill Gates se le imputa una riqueza de 80.000 millones de $), la riqueza acumulada por
estas personas sería de 9 billones (billón = un millón de millones), aproximadamente
igual al valor del producto anual bruto de la economía más grande del mundo, la de los
Estados Unidos, en 2001. Ya sé que comparar ingresos con riqueza es como comparar
peras con manzanas, pero qué peras tan inmensamente grandes!
Los simples millonarios, los que poseen un patrimonio de decenas o centenas de
millones, se cuentan también por millones: 7 ó 8 en todo el mundo, según una
estimación reciente de la revista Forbes, que cito de memoria.
1.3. Estos dos datos juntos implican...
...que nunca antes ha habido tantos medios materiales y técnicos, tantos conocimientos
y tanto talento para solucionar el “problema económico” a todo el Mundo. Los hombres
han aprendido mucho y siguen una curva de aprendizaje exponencial, es decir, con
crecimiento acelerado. Se han descubierto nuevos recursos. La tecnología ha
transformado en recursos de carácter económico a elementos naturales (fuego, agua,
-3-
viento), objetos, minerales, plantas, que en otros tiempos no tuvieron ningún valor.
Pensemos en el petróleo.
Se han desarrollado nuevas técnicas y nuevos instrumentos. El transporte ha superado el
obstáculo natural para el comercio que crea la distancia. Estamos viviendo la explosión
de los medios de comunicación, que hacen posible, entre otras cosas, la globalización de
la economía y de la vida social.
Cada vez conocemos mejor los mecanismos, que establecen –y regulan– las relaciones
entre causa y efecto de los fenómenos económicos. Sabemos cómo intervenir en la
economía para conseguir determinados efectos. Hemos organizado nuestras empresas
para ser eficientes, aprovechar los recursos de que disponen de la mejor manera posible,
dentro de las limitaciones técnicas a que están sometidos los procesos de producción.
1.4. A pesar de todo ello...
...el binomio pobreza-riqueza es en la actualidad más extremo que nunca antes en la
historia. Las diferencias entre ricos y pobres son abismales. No sólo entre personas
individuales, sino entre categorías enteras de personas. En muchos países desarrollados
el 1% de la población con mayores ingresos puede recibir anualmente unas 500 veces
más que el 1 % de menores ingresos. Los ejecutivos de algunas grandes empresas ganan
en promedio entre 300 y 400 veces más que el salario promedio de los empleados. La
desigualdad puede medirse de muchas maneras, pero se percibe a simple vista.
Un ejemplo. Con el patrimonio que se le imputa a Bill Gates (unos 80.000 millones de
dólares) se podrían comprar todos los bienes y servicios que se produzcan en 2005 en
Bengladesh3 (que tiene 133 millones de habitantes) y de algunos países pobres más
(hasta un total de 200 millones de habitantes).
Las sociedades modernas son, cada vez más, sociedades duales (dos sociedades en una),
compuestas de dos partes que viven en lugares separados y distantes, con niveles de
vida muy diferentes, y muy diferente uso de los bienes materiales y de la cultura que en
ella se producen.
La desigualdad no sería tan grave, si los que están peor estuvieran bien. Lo malo es que
los que están peor tampoco están bien, como hemos visto arriba. Y sobre todo, lo más
rechazable de la desigualdad en sociedades democráticas es que implica un reparto
desigual del poder social, que puede ser incompatible con la democracia. El que tiene
mucho poder no pierde nunca, ni tiene por qué ceder nada, ni comprometerse con nada,
ni respetar los intereses de otros. Con los muy poderosos no hay negociación posible, ni
pacto social, ni por lo tanto democracia.
Las sociedades duales son, así, muy difíciles de romper, porque la parte que está bien no
quiere cambios, y por ello no está dispuesta a entrar en ninguna negociación con la parte
que está mal.
-4-
1.5. Capacidades incapaces
Si con estas capacidades no se ha resuelto el problema económico de la tercera parte de
la humanidad, es porque hemos organizado mal el uso de estas capacidades y la
distribución de sus innegables beneficios. La organización económica del mundo está
fallando.
Resolver el “problema económico” de todos y cada uno de los hombres y mujeres del
mundo en sus múltiples dimensiones [alimentación, vivienda, salud, educación, empleo,
ahorro, seguridad, autoestima] debería ser, en un mundo bien ordenado, democrático,
solidario, pacífico y humano el objetivo prioritario, lógico y natural del sistema
económico, de la manera como se organiza la asignación de recursos, la producción y
como se lleva cabo la distribución del producto.
Es un fallo del sistema económico que haya cientos de millones de seres humanos que
no pueden satisfacer sus necesidades materiales y morales, reconocidos universalmente
como iguales y tan dignos de disfrutar de los beneficios de la naturaleza y de la técnica
como los demás.
En tiempos pasados se podía achacar la extendida pobreza a la falta de productividad
general del sistema económico. La pobreza de las masas era el resultado de la
ignorancia y la ineficiencia reinantes. Ahora no se puede decir lo mismo. Tenemos
conocimientos y productividad como para asegurar a todos una vida digna.
Hay que preguntarse por qué tantos millones de personas son pobres en medio de la
abundancia y eficiencia globales del sistema. Algo tiene que estar mal ¿Qué es lo que
está fallando?
Aunque es cierto que tanta riqueza como se produce hoy en el mundo produce un cierto
“efecto rebalse” (trickle-down effect), es decir también beneficia a los pobres, no es, sin
embargo, suficiente, para beneficiar a las masas que están en los márgenes del sistema
(desempleados, emigrantes, indígenas, ancianos, niños, minusválidos, etcétera).
1.6. El “capitalismo real” es el responsable...
...de la mala organización ético-moral de la economía mundial y de la convivencia,
vergonzosa, irracional y absurda, en un mundo cada vez más integrado, de una indebida
pobreza con una riqueza nunca vista.
El “capitalismo real”, el único que existe, se opone a la abstracción de un modelo
capitalista, en el que reinaría el mercado libre, y la competencia perfecta entre todos
impondría orden, evitaría abusos y aseguraría la eficiencia en la asignación de recursos
a los distintos usos alternativos, a la vez que promovería la justicia de la distribución del
producto, en función de lo que cada uno aportara al proceso de producción.
Cualquiera que sean las virtudes –teóricas– del capitalismo de mercado, que sólo se han
vislumbrado en algunos momentos de la historia, lo que de hecho tenemos es un
engendro sin verdadera competencia, lleno de defectos. Si no causa mayores males
[ecología, relaciones internacionales, salud, redistribución] es porque el estado
-5-
interviene en la actividad económica privada para evitar los males y enderezar los
entuertos que causa.
Los mercados están como secuestrados por los monopolios, que son los verdaderos y
esenciales agentes del capitalismo real. Los monopolistas se burlan del mercado teórico,
eficiente y benefactor, a la vez que usurpan su nombre y sus supuestas virtudes para
defender lo contrario. Los mercados secuestrados son mercados sin competencia
verdadera, en los que unas pocas empresas luchan y se debaten para evitar la
competencia al máximo, para lo cual esgrimen todos los elementos de poder con que
cuentan. Frecuentemente resuelven sus conflictos con fusiones y adquisiciones, con
mayor concentración del poder, lo que perjudica siempre a los consumidores y a otros
stakeholders.
No son mercados competitivos como lo entiende la teoría neoclásica, son mercados
agónicos (en el sentido de Unamuno), ineficientes desde el punto de vista social, por los
recursos que derrochan.
Si el mercado competitivo ya es un –moralmente– limitado instrumento de distribución
del producto social, porque prima a las posiciones iniciales, el mercado secuestrado y
sin competencia del capitalismo real es un eficiente instrumento para la acumulación
acelerada de los que entran como ganadores y juegan con ventaja.
Las enormes plusvalías que se han hecho estos últimos años, como consecuencia de los
booms de la bolsa, el inmobiliario, la especulación del suelo, y las innovaciones
tecnológicas, los frutos maduros de unos mercados trucados, infiltrados, amañados para
beneficio de quienes los manejan, han ido a recompensar a los jugadores con ventaja.
En los mercados trucados los débiles están a la merced de los fuertes. Los obreros están
constantemente amenazados por la deslocalización, los mayores de edad son jubilados
antes de tiempo, los jóvenes entran en condiciones laborales precarias y mal pagadas,
las mujeres son discriminadas. Estos mercados expulsan gente y las dejan destruidas.
1.7. Es competencia de los ciudadanos y de los poderes públicos...
...domesticar los mercados secuestrados, trucados, ineficientes e injustos del capitalismo
real del siglo XXI.
Suponiendo que un cambio de sistema, no es, por ahora, posible, tenemos que ponernos
como meta inmediata, alcanzable –y muy importante– la permanente y vigilante
intervención de los ciudadanos (a través de los procesos participativos) y de los poderes
públicos para hacer más competitivo, racional y humano al sistema capitalista actual.
Hay que impedir el avance de los mercados secuestrados en el terreno de la producción
y distribución de los bienes públicos, que hacen buenos niveles de vida para todos en las
naciones socialmente avanzadas: salud, educación, seguros de desempleo y accidentes,
jubilación, beneficios por maternidad y familias numerosas, es decir todas las
instituciones del Estado del Bienestar, que hay que defender, a pesar de las malas
pasadas que nos juega la demografía en los países ricos.
-6-
Los consumidores debiéramos organizarnos sólidamente para hacer frente al poder
desmedido de las empresas monopólicas. Lo podemos hacer frente en el “momento de
la verdad”, el momento de vendernos / comprarles sus productos. En ese fugaz
momento el consumidor es el rey. Pero para ejercer esa realeza hay que organizarse. Los
costos de información y organización son cada vez menores gracias a las modernas
tecnologías de la información.
Si los consumidores tomaran conciencia de su poder y actuaran en unísono,
domesticarían a las empresas, aun las más poderosas.
Necesitamos gobiernos que defiendan al estado del bienestar, a los consumidores,a la
competencia en los mercados (esto se ha convertido en una causa de la izquierda) y
planten cara, con clarividencia y determinación, al poder y a los chantajes de las
empresas.
-7-
2. CAPITALISMO, EMIGRACIÓN Y POBREZA
Supongamos que las españolas y los españoles comienzan a tener más hijos, de manera
que hagan posible una tasa del 3 % de crecimiento anual de la población (más del doble
de la actual). El número de habitantes crecería rápidamente. La pirámide de edades, que
hoy es ancha en la base y estrecha en el vértice, cambiaría de forma. ¿Quién iba a
considerar esa evolución demográfica como una desgracia o un problema? Nadie.
2.1. Emigración y desarrollo capitalista
2.1.1. La necesidad de la inmigración
La población es uno de los factores básicos del desarrollo y de la riqueza de las
naciones, siempre que haya otros factores de producción: tierra y capital para hacerlos
producir. Si el conjunto del estado español llegara a tener 50 millones de habitantes
dentro de 10 años no sería un país más pobre. Sería, sin duda un país más rico. La
creciente población demandaría más casas, más alimentos, más coches, más artículos
para el hogar, más vestidos. Es decir, la demanda global de bienes y productos crecería
significativamente.
España tiene espacio, capital, medios de producción, capacidad industrial, recursos, en
una palabra, para atender al número creciente de necesidades de una población mayor.
La densidad de población del estado español es de 85 habitantes por km2 (43 millones
de habitantes en 506.000 km2), Italia con 58 millones de habitantes y 301 km2, tiene
una densidad de población de 192 h/km2. Francia tiene una densidad de población de
106 h/km2 Y Holanda con 16 millones y 42.000 km2 una densidad de 380 h/km2.
Aunque es verdad que Cataluña, con 6 millones de habitantes y 31.895 Km2, tiene una
densidad de 182 h/km2, algo inferior a la de Italia.
No nos debe preocupar que la población crezca, sino que no crezca, porque ya estamos
experimentando serios problemas por el estancamiento del crecimiento de la población.
Porque es matemáticamente cierto que, si la tendencia demográfica propia de nuestra
sociedad, en España y Cataluña, no es alterada o compensada, nos llevará
irremediablemente y pronto (en 25 ó 30 años) a un estancamiento del crecimiento de la
riqueza. Nos encontraremos entonces con que nos faltarán recursos para atender a una
sociedad enormemente envejecida. En esas circunstancias sólo nos podrá salvar la
inmigración.
En el s. XX la inmigración ha salvado a la economía de muchos países. Sin emigrantes
(millones de ellos) ni Estados Unidos, ni Canadá, ni Australia estarían entre los países
más ricos del mundo. La emigración es riqueza. Los países con grandes extensiones
vírgenes lo han sabido hace mucho tiempo. Y los países con una mano de obra
insuficiente también. Europa no podrá seguir creciendo y produciendo riqueza al ritmo
actual, si no admite un flujo considerable y creciente de emigrantes. Primera conclusión:
la inmigración nos es necesaria.
2.1.2. La emigración es inevitable
-8-
La emigración es un fenómeno humano complejo, que sin embargo, tiene una base
biológica o zoológica muy simple: la búsqueda de las condiciones adecuadas para
sobrevivir en un contexto cultural determinado. Aunque el fenómeno actual de la
emigración de personas del Mundo Pobre hacia el Mundo Rico, está determinado por
una variedad de factores, guerras, persecuciones, conflictos étnicos, hambrunas,
etcétera, los factores económicos son decisivos en los comportamientos migratorios.
Eso nos exige que tratemos de entender el fenómeno también como un fenómeno
económico. Desde el punto de vista de la teoría económica, la emigración es, como
otros muchos comportamientos de los seres humanos, una cuestión de incentivos y
costos. La teoría económica, sin embargo, no ofrece el único marco adecuado para
analizar el fenómeno, que tiene profundas raíces de naturaleza biológica. Las
migraciones son un fenómeno normal entre los animales. En zoología lo que hay que
explicar no es por qué los animales emigran, sino por qué se fijan en algún lugar
determinado y constituyen una habitación más o menos permanente.
Hecha esta aclaración, vamos a proponer un tratamiento económico de la emigración.
Vamos a explicar los determinantes de los flujos de emigración como un movimiento de
personas, que se mueven por unos incentivos fundamentalmente económicos y que
esperan obtener unos determinados beneficios materiales, para lo cual tienen que
incurrir en algunos costos. Se trata de explicar la racionalidad económica de las
decisiones que llevan a algunas personas a cruzar el Río Grande, el Estrecho de
Gibraltar, ocultarse en camiones, o hacer cola ante un consulado para obtener un
permiso de residencia. Llegaremos a la conclusión de que la decisión de emigrar es
sumamente racional para un gran numero de ciudadanos del mundo y que por lo tanto
debemos esperar, a no ser que pensemos que los pobres son irracionales, que muchos de
estos ciudadanos decidan emigrar.
2.1.3. La función de emigración. La determinación de los flujos migratorios
La primera variable explicativa mide el income gap, o “brecha de ingresos”, es decir, la
diferencia entre el ingreso por habitante, en términos reales y ajustados por el diferente
poder adquisitivo, del país de origen y el país de destino4. En esta variable se combinan
dos efectos distintos que se refuerzan mutuamente: Un “efecto atracción” y otro “efecto
expulsión”. El efecto de atracción refleja la que tiene la riqueza y el bienestar de los
países ricos sobre los habitantes de los países pobres. Se llama también el city lights
effect, (efecto luces de la ciudad), un término que se acuñó hace años para explicar el
éxodo rural por las comodidades y oportunidades que ofrecían las ciudades. El “efecto
de atracción” se ha hecho más fuerte en los últimos veinticinco años o así por medio de
la generalización de la televisión y el cine, que están continuamente presentando a los
ciudadanos más pobres, grandes consumidores de estos medios, la vida y milagros de
los ciudadanos más ricos del mundo. En el Norte de África, por ejemplo, se ven
normalmente las televisiones de España, Francia, Italia y Grecia, y a través de ellas se
difunde el conocimiento de los niveles de vida que cualquier trabajador puede disfrutar
en esos países. Diferencias entre ricos y pobres ha habido siempre, pero ahora estas
diferencias, además de que son mayores que nunca antes en la historia, son también
perfectamente conocidas por los pobres, lo cual no se podía decir en el pasado.
La brecha de los ingresos como explicación de los flujos migratorios contiene también
un “efecto expulsión”, el que ejercen la pobreza, la violencia y la guerra sobre los
-9-
miembros de las sociedades. La gente huye de la miseria, de la enfermedad, del hambre,
del hacinamiento, de la falta de oportunidades en general, como cualquier animal huye
de unas condiciones adversas para sobrevivir. Los niveles de vida en muchos países del
mundo son demasiado bajos para satisfacer las necesidades básicas de una vida digna, a
la que todos los seres humanos –se nos dice constantemente– tenemos derecho. La
gente simplemente no se resigna y emigra. Las madres preñadas que llegan a nuestras
costas saben muy bien que si sus hijos nacen en Europa, tendrán mayores oportunidades
de progresar y vivir bien. Quizá no saben es que la esperanza de vida en España es
mucho mayor que la que tendrían si nacen en su país. Si vinieran, por ejemplo, de
Ruanda, Burundi o Sierra Leona, pueden tener hasta un 100 % más (el doble) de
esperanza de vida, según datos recientes del Banco Mundial para 19995.
La brecha de ingresos es una influencia muy poderosa en la determinación de los flujos
migratorios. Es como una fuerza cósmica que empuja a los habitantes de los países
pobres a intentar irse a los ricos. Y mientras esta brecha exista y aumente, como sucede,
los flujos migratorios seguirán creciendo, como crece el nivel del mar al calentarse los
polos de la tierra. España tiene un ingreso por habitante que es veinte veces, y Alemania
treinta veces mayor que el ingreso por habitante de Nigeria, Mozambique o Zambia, y el
de muchos otros países africanos que no mencionamos. Las diferencias son
considerables.
2.1.4. Los costes de emigrar disminuyen
La segunda variable es la proximidad geográfica o distancia de los focos de emigración,
que se toma aquí como una variable económica, en cuanto a menor distancia, o mayor
proximidad, menores son los costos del desplazamiento. Esta variable también es un
vector de distancias de los países pobres del mundo a España. La distancia no es una
barrera insalvable. De otra manera no habría migración asiática en Europa. Pero no cabe
duda que los marroquíes lo tienen más fácil que los indios para entrar en Europa, y los
mexicanos más que los bolivianos para ir a Estados Unidos. La relación es inversa,
porque cuanto mayor sea la distancia menor tendría que ser la emigración. La mera
distancia geográfica tiene que ser corregida para tener en cuenta la facilidad del viaje de
un lugar a otro. La distancia más que en kilómetros se podría medir en términos de lo
que cuesta un pasaje de avión económico entre dos puntos de la Tierra. La distancia
material se traduciría así en distancia económica, o costo del desplazamiento, que habría
que corregir de nuevo para incluir los riesgos del viaje, riesgos entre los que hay que
contar la muerte del emigrante, como ya sabemos por experiencia.
El efecto llamada es algo que se conoce intuitivamente, pero tiene una explicación más
rigurosa. La tercera variable sería el número de emigrantes establecidos en el país de
destino. Cuanto más emigrantes de un país se hayan establecido en otro, tanto más
atractivo será éste para los habitantes de aquel. Los primeros emigrantes son como la
avanzadilla de un ejército, o la cabeza de puente, que asegura el camino a los que vienen
detrás. Normalmente en las primeras oleadas, de una invasión militar o de la
emigración, sólo van los más aguerridos y fuertes, pero cuando estos han abierto el
camino, ya no hace falta tanto valor ni tanta audacia para emigrar y naturalmente,
emigra más gente. En términos económicos podemos decir que los costos de los que
vienen detrás son cada vez menores, a no ser que aumente gradualmente la represión, la
discriminación u otros factores que redujeran el atractivo de la emigración. Pero,
- 10 -
suponiendo que éste no disminuye, el costo marginal del último emigrante es, en este
sentido, decreciente.
Por otra parte es conocido el fenómeno de comunidades o pueblos enteros que se
trasladan y se establecen en un determinado lugar del país de inmigración. Funciona
aquí un “efecto demostración”, que demuestra como se puede llevar a cabo con éxito el
proceso de emigrar, o un “efecto llamada” (“Ven para acá, Manolo, que aquí se vive
muy bien”), que difunde el conocimiento de las ventajas que ofrece la emigración. En
términos económicos estos efectos lo que hacen es reducir los costos de búsqueda,
reducir la incertidumbre de la operación y hacer patentes los incentivos concretos para
emigrar. En la zona de Washington existe en la liga de fútbol regional un equipo que se
llama el Intipuca Football Club, compuesto por emigrantes salvadoreños de Intipuca,
una pequeña localidad en el departamento de San Miguel de la República de El
Salvador. Casi todos sus habitantes entre 20 y 50 años han emigrado a la misma zona,
los estados de Virginia y Maryland en torno al Distrito de Columbia.
2.2. Economías de la emigración y mercado de trabajo
2.2.1. Mercado de trabajo
Es un hecho comprobado que nadie emigra a un país donde no hay trabajo bien
remunerado (por niveles internacionales). Y si hay alguna emigración de este tipo, no es
por motivos económicos (puede ser para huir de una guerra). También es un hecho,
contradictorio en apariencia, que muchas personas del mundo pobre emigran a países
donde hay una elevada tasa (incluso en torno al 10 % de la población activa) de
desempleados. Este ultimo hecho se explica, porque en los países ricos, y debido a la
existencia de bienes públicos, de los que se pueden beneficiar todos los residentes, los
desempleados viven mejor que muchos empleados en países pobres. En los países ricos,
además, los mercados de trabajo están muy segmentados, de manera que los emigrantes
siempre encontrarán trabajos que los residentes no quieren hacer, o no lo quieren hacer
a los salarios que se les ofrecen. Los emigrantes, con tal de asegurar su estancia en el
país a donde han emigrado, están dispuestos a entrar en estos mercados “residuales” y
aceptan los salarios y condiciones que sean, con tal que les permitan, junto a los bienes
públicos del país, sobrevivir a niveles superiores a los que tenían en su país. Más aun, la
mera existencia –y previsión– de trabajadores emigrantes fomenta la segmentación a la
baja de los mercados de trabajo nacionales. Las ofertas salariales y de condiciones de
trabajo se van reduciendo progresivamente hasta excluir de ciertos mercados de trabajo
a los residentes, quedando así disponibles para los inmigrantes.
Es importante estudiar empíricamente si se da y en qué medida el hecho de que la
inmigración fomente esta segmentación residual, o a la baja, que comporta una
exclusión de los trabajadores habituales para dejar sus puestos de trabajo a disposición
de los inmigrantes. La inmigración entonces tendría una función de reducir los salarios
y las condiciones laborales en ciertos segmentos del mercado de trabajo. Una hipótesis
interesante de rechazar o aceptar.
Las posibilidades de empleo para el trabajador emigrado pueden existir, aunque en el
país haya un número elevado de desempleados, como bien sabemos en España, si los
nativos rechazan ciertos tipos de trabajos, como recoger flores y frutos, cuidar
- 11 -
invernaderos, repartir butano o limpiar alcantarillas. Aunque las posibilidades de
empleo para los emigrantes en un contexto de desempleo también dependen de que haya
algunos empresarios que reservan ciertos procesos muy intensivos en mano de obra al
trabajo emigrante, que siempre está peor pagado que el local. Existe la posibilidad de
que ese tipo de trabajo no se ofrezca a los españoles. En Europa los emigrantes han
encontrado trabajo aun en períodos de destrucción de empleo, lo que muestra que
siempre hay empleos reservados para la emigración, que son generalmente muy
precarios.
2.2.2. Los flujos migratorios
La organización de los flujos migratorios, legales e ilegales es una nueva e importante
variable . Así como el turismo comenzó a ser un fenómeno de masas cuando
aparecieron los “tour operators”, que recogían al turista en su ciudad o pueblo y lo
ponían en la playa de un país lejano, sin que este tuviera que preocuparse de nada más
que de pagar el servicio, de la misma manera la emigración se masifica con la aparición
de estos siniestros “tour operators”, que constituyen lo que se llama “mafias” de la
emigración. Aunque los emigrantes tengan que pagar cantidades enormes relativamente
a lo que ganan –si bien no tan enormes con respecto a lo que esperan ganar–, la
organización de la emigración, sobre todo si es ilegal, reduce substancialmente los
costos de la operación, costos de búsqueda, de transporte, de espera, y de oportunidad.
Por lo menos en la apreciación subjetiva del emigrante.
Un campesino boliviano, por ejemplo, que con ir a una cierta dirección en La Paz
encuentra, previo pago de una cantidad estipulada, un sistema relativamente seguro de
entrar en Estados Unidos, ahorra mucho en términos de tiempo, esfuerzo, incertidumbre
y probablemente también de dinero, los cuales tendría que gastar en grandes cantidades,
si tratara de buscarse solo el camino hacia los Estados Unidos. Si fuera el solo con sus
propios medios no tendría ninguna seguridad de encontrarlo. Existirían incentivos
económicos adicionales para la emigración de los más pobres, si las mafias dieran
préstamos que se habrían de pagar luego en el lugar de destino realizando trabajos en
condiciones más o menos similares a la esclavitud.
El riesgo de perder la vida cambia, naturalmente, esta ecuación. Pero no la invalida,
porque este riesgo es parte de una solución posible a su miseria. Si decide no tomar este
riesgo, el posible emigrante se condena a una vida miserable. Sin embargo, para poder
incorporar racionalmente el riesgo a su decisión de emigrar, tendría que poder dar al
elemento de riesgo un peso realista. Tendría que saber qué probabilidades tiene de
llegar a las costas de España en una patera un día en que sopla viento del Estrecho de
Gibraltar. Lo malo es cuando la organización oculta el nivel de riesgo de la operación,
de manera que los candidatos a la emigración subestiman sistemáticamente el riesgo y
no pueden hacer una opción racional por falta de información. En este caso el tour
operador (las mafias) de la emigración no “juega limpio”, abusando de la ansiedad y
necesidad de los emigrantes y de su falta de información. Una vez más falla el mercado
por información asimétrica y por ausencia de entorno legal6.
- 12 -
2.2.3. Efectos de la represión
La última variable a considerar es la represión de la emigración. La represión hace
aumentar los costos de la operación de emigrar y por eso tiende a reducirla. No cabe
duda que habría mucha más inmigración ilegal si no hubiera tanta vigilancia de las
fronteras. Pero con vigilancia y todo la emigración continuará, porque no se pueden
cerrar completamente las fronteras de ningún país, mucho menos las de España, con
tantos miles de km. de costa. Por otro lado, este aumento de los costos de la emigración
convierte el precio de la emigración ilegal en un precio de escasez, que proporciona
unas rentas adicionales a los operadores del mercado de ilegales y aumenta los
incentivos para que los traficantes se dediquen con su capital, sus conocimientos y sus
contactos a este negocio.
La posibilidad de captar rentas, es decir, ingresos adicionales a sus sueldos, suele tentar
fuertemente incluso a funcionarios de los gobiernos a ambos lados de la frontera, que
muchas veces están implicados en la emigración ilegal. En efecto, hay circunstancias y
ocasiones en las que la emigración no sería posible si los funcionarios encargados de
vigilar las fronteras, las de origen y las de destino, no hicieran “la vista gorda”. Estos
funcionarios dificultan con su corrupción el proceso de ordenamiento y administración
de la emigración legal, y hacen burla de la represión de la ilegal. La legalización de la
emigración, si fuera suficientemente generosa y realista –lo cual plantea otros
problemas–, eliminaría este precio de escasez, y con él el atractivo del negocio y la
ocasión para la captación de rentas. En este terreno de la emigración se podría hacer el
mismo argumento económico que se suele usar para justificar la legalización de las
drogas.
La represión de la emigración ilegal tiene dos vertientes: una la que existe en el país de
destino y otra la que se puede dar en el país de origen. La primera suele ser más fuerte
que la segunda. Porque el gobierno de un país pobre con un gran número de
desempleados no puede ver con malos ojos que algunos de estos ciudadanos que
“sobran” en su país se vayan a trabajar a países más ricos que el propio. Así se alivia el
problema del paro y además se incrementan los ingresos de moneda extranjera por las
remesas que los emigrantes suelen enviar a los familiares que se quedan atrás. En El
Salvador, por ejemplo, la entrada de dólares por remesas de los salvadoreños
establecidos en Estados Unidos es mayor que la entrada de divisas por exportación de
café, que es el principal bien de exportación del país, o cualquier otra exportación.
Obviamente, los gobiernos de los países pobres no tienen demasiados incentivos
económicos para proceder contra la salida de emigrantes ilegales. Es más, los tienen
para tolerar y aun fomentar la emigración para quitarse la carga de encima. Si hacen
algún gesto de represión es para no enemistarse con los vecinos ricos: México con
Estados Unidos y Marruecos con España, pero no porque tengan intereses económicos
algunos en retener a los desempleados en su país.
2.2.4. Algunas conclusiones
El análisis de esta función, que se podría comprobar empíricamente con un trabajo de
documentación y encuestas –nada fácil éstas, porque habría que encuestar también a los
que fracasan– lleva a las siguientes conclusiones generales:
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a) Los estímulos e incentivos económicos que causan los flujos migratorios son
identificables y resultan ser muy grandes.
b) Estos estímulos tienden a crecer en el tiempo con un movimiento, que es por lo
menos uniformemente acelerado.
c) La represión frena en alguna medida los flujos migratorios, pero la represión
misma genera unos mecanismos económicos –por medio de la captación de
rentas– que tienden a reducir su eficacia.
d) Si se quisiera reducir el volumen y el ritmo de los flujos migratorios, la solución
a largo plazo sería reducir la brecha de ingresos, para reducir el efecto expulsión,
y fomentar el crecimiento económico, la democracia y la equidad en los países
pobres en que se originan los flujos. Así se puede “fijar” a las poblaciones en su
habitat tradicional, que es donde en principio más les gusta estar.
e) Se debe incorporar a los emigrantes antiguos al esfuerzo para regular los flujos
migratorios, porque ellos pueden contribuir muy eficazmente a la educación de
los posibles emigrantes, a fomentar la racionalidad de las decisiones de optar por
ciertas formas de emigración muy peligrosas. Debieran informar, por ejemplo,
sobre los riesgos reales de estas, y sobre la recepción que les dan los países
ricos, etc.
f) La política migratoria de los países ricos debiera ser generosa –interesada?– y
realista a la vez, y debe estar basada en la educación y el convencimiento de los
ciudadanos de los países receptores de que debemos compartir nuestra
abundancia. Para ello los prejuicios raciales y el análisis imperfecto (estrecho,
interesado) de situaciones concretas suelen ser un obstáculo.
g) La emigración es uno de los grandes retos de Europa y de España en el siglo
XXI, con todas su dimensiones, culturales, religiosas, económicas y políticas.
Sobre la base del análisis que aquí se ha presentado es lógico deducir que la
composición étnica y demográfica de Europa habrá cambiado substancialmente
en unos cincuenta años. ¿Por qué no nos preparamos para lo inevitable?
2.2.5. Emigración y desarrollo
Vamos a considerar por último el tema del co-desarrollo, un neologismo que expresa la
posibilidad de iniciar y mantener un proceso por medio del cual los emigrantes,
contando con nuestro apoyo, colaboren al desarrollo de su país de origen.
Un país que expulsa emigrantes pierde capital humano. En un primer momento, la
emigración produce empobrecimiento del país de donde salen los emigrantes. Porque
salen los más atrevidos y audaces, los más amantes del riesgo (que es importante para
ser empresarios) y frecuentemente los mejores preparados en sus oficios.
En todo caso el dinero gastado por el país emisor en la formación de los emigrantes va a
ir en beneficio de un país rico. Lo importante es ver cómo se recupera. Ver cómo el
capital humano y físico adquirido por los emigrantes en la tierra de destino se puede
aplicar al desarrollo y el progreso social de su país de origen.
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Una de las formas como la emigración puede contribuir al beneficio del país de origen
es por medio de las remesas que los emigrantes envían a las familias que han dejado
atrás.
Si las remesas se destinan exclusivamente a comprar productos importados, los dólares
(o euros) regresan al país de donde vinieron. Mejoran la suerte de quienes las utilizan en
bienes de consumo, pero no dejan rastro permanente y productivo en el país.
Cómo hacer que las remesas vayan a financiar proyectos de inversión en el país que las
recibe, y que produzcan trabajo creación de empleo (además de los dependientes de los
grandes almacenes), construcción de viviendas, por ejemplo, proyectos agrícolas e
industriales para mejora de la pequeña y mediana empresa, que son las que más puestos
de trabajo producen. No es frecuente que los emigrantes regresen a sus lugares de
origen, pero cuando lo hacen, llevan consigo el capital humano que han adquirido
trabajando y viviendo en sociedades económicamente más desarrolladas y más
progresistas socialmente. Tienen el “know how”, la experiencia empresarial, nuevas
habilidades, formas de trabajar, de organizar las empresas, que han adquirido allá.
Con ello puede devolver a sus país los costes de su formación temprana. “Comercio
nostálgico”, que consiste en vender productos a los emigrantes del país que se
encuentran en tierras lejanas, constituir redes comerciales y por medio de ellos,
comercio justo, sin intermediarios.
Además, habría que concienciar a la población receptora, en nuestro caso, la española y
catalana, de los problemas del subdesarrollo.
Ayudar con su acción ciudadana en grupos solidarios a que las autoridades se animen a
aumentar la cantidad y sobre todo la calidad de su “ayuda oficial al desarrollo”, que hoy
por hoy deja tanto que desear.
2.2.6. Final
La emigración crea una nueva situación, que tiene muchas ventajas para los emigrantes
y los españoles que los recibimos. También algunos problemas de aceptación,
adaptación e integración, cuya solución es competencia de las dos partes. Plantea
problemas de competencia –no siempre legítima– en el mercado de trabajo, en cuya
generación los empresarios locales que los contratan también tienen su responsabilidad.
Desde una perspectiva humana y cristiana –la mía– estos problemas tiene que ser
resueltos entre seres humanos iguales en obligaciones y derechos. Y seamos
pragmáticos. Dado que es un fenómeno, que viene a salvarnos de una segura catástrofe
demográfica, que arruinaría todo el bienestar que hemos construido en los últimos
cincuenta años, bienvenida sea.
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3. COMERCIO INTERNACIONAL
INTERNACIONAL Y POBREZA
Para cualquier país pequeño y en vías de desarrollo el comercio internacional es mejor
que la ausencia de comercio, es decir, la autarquía o autoabastecimiento. Luego el
comercio internacional es, en principio una influencia positiva sobre el desarrollo de los
pueblos, que debería contribuir eficazmente a su desarrollo y a eliminar la pobreza de su
medio.
3.1. Estado de la cuestión
Sólo en caso de que se dé el nombre de comercio internacional a una expoliación, o
explotación por la fuerza, consecuencia de la conquista o de otras formas de
sometimiento político de esos países, el resultado neto de esta operación será claramente
negativo. Incluso sin dominación política formal, se puede organizar tan mal el
comercio que el resultado neto sea una cesión neta de recursos, y por lo tanto de valor,
un comercio que empobrezca. Algunos dirán que todo el comercio entre países en vías
de desarrollo y países ricos es de esta naturaleza, que el intercambio es por naturaleza
desigual y que el efecto neto es empobrecer al país subdesarrollado que comercie con un
país más rico y poderoso. Que esto sea cierto en casos concretos es algo que no basta
afirmar y que hay que demostrar en particular. Porque no se conocen casos de países en
vías de desarrollo que hayan prosperado reduciendo su comercio con los países ricos. Ni
la URSS en sus tiempos más autárquicos dejó de exportar e importar. El mismo
planteamiento de un desarrollo sin comercio internacional es un poco desorbitado. Pero
es un hecho que el comercio en muchos países ha sido y es compatible con el
estancamiento económico, y el aumento de la pobreza, de manera que la cuestión surge
inmediatamente: ¿No será que el comercio internacional genera pobreza?
Podemos considerar el caso del café en Centroamérica. Nos dicen los campesinos
centroamericanos que el comercio internacional los está arruinando. Lo que les daña en
realidad es la falta de comercio, la caída de los precios, debida a un comercio muy
activo de nuevos participantes (Vietnam) El comercio es malo cuando decae, cuando
caen los precios. No se me ocurre una situación en que un país pequeño pudiera
mejorar cerrándose al comercio internacional. Pero hay que ver por qué no se beneficia,
(o se beneficia más) y por qué no sirve para desterrar la pobreza de un país.
3.2. Las ventajas del comercio internacional
El comercio internacional tiene en teoría dos efectos principales sobre el bienestar de las
naciones. Por medio de las importaciones una nación puede adquirir materias primas,
bienes y servicios que ella no tiene o que no puede producir a un costo razonable 7. Por
medio de las exportaciones puede producir para un mercado más amplio que el mercado
nacional, y así beneficiarse de una mayor división del trabajo8, mayor diversificación
de la producción y de un aumento de la productividad del trabajo, que es la fuente y raíz
de toda riqueza. El primer efecto amplía la oferta de bienes y servicios de que puede
disponer un país, el segundo aumenta la productividad del trabajo local. Estas son las
dos fuerzas que han hecho del comercio internacional, a través de la historia, un
instrumento del progreso de las naciones. En principio, el comercio internacional tanto
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en el Norte como en el Sur debiera beneficiar a las naciones que lo practican. Y así ha
sido frecuentemente. El desarrollo de algunos países que han salido de su postración
económica se debe, en gran medida, a una intensificación de su comercio internacional.
Los llamados “tigres asiáticos” son ejemplos que nos vienen a la memoria. Como la
reconstrucción de Alemania y Japón, a partir de 1946, después de la destrucción de una
terrible guerra, se debió en gran parte a su comercio con otras naciones. Sin embargo, en
muchos países del Sur, la mención del comercio internacional, de fomentarlo,
liberalizarlo, organizarlo por medio de tratados9 produce las mismas reacciones que si
se evocara una maldición. Las gentes del Sur, sobre todos las más pobres, han tenido
malas experiencias con las formas históricas concretas como se organizó y se llevó a
cabo el comercio internacional de sus países.
3.3. El comercio colonial
Los indígenas que intercambiaron con los marineros y soldados de Cristóbal Colón
joyas de plata y oro por trozos de cristales y baratijas estaban, sin saberlo, haciendo
comercio internacional: exportaban lo que tenía a cambio de lo que no tenían. Pero ese
comercio era sin duda ninguna un intercambio desigual, porque los valores que se
cambiaban eran objetivamente muy diferentes, por lo menos en los mercados de los
“exportadores” españoles. Más cerca a nosotros los enviados de rey Leopoldo II de
Bélgica “compraban” el marfil de las tribus del Congo con unas barritas de cobre, que
los belgas habían introducido como medio de cambio de los nativos. Estas son formas
extremas del comercio colonial. Había formas más civilizadas y humanas de hacerlo,
pero todas ellas, aun las que han producido riqueza en las colonias, estaban afectadas
por una total asimetría en el poder negociador de las partes. Los términos de
intercambio los imponía la potencia colonial según sus conveniencias y el resto de
humanidad que les quedara. Los pueblos nativos pronto tuvieron la conciencia de que
daban más por menos, de que los productos que ellos exportaban eran pagados con
importaciones de menor valor, sin que pudieran hacer nada para cambiar la ecuación de
intercambio. El comercio internacional les aparecía como una forma de explotación o de
expolio. Les hubiera gustado recibir más por lo que daban, no dejar de comerciar,
porque así habrían recibido todavía menos. Muchos de sus recursos hubieran quedado
ociosos y no hubieran servido para nada.
3.4. El comercio de materias primas
Una vez acabado el régimen colonial muchos países del Sur quedaron como petrificados
en la producción y exportación de materias primas (minerales, petróleo, frutas
tropicales, insumos vegetales, etcétera), con las que obtienen los productos industriales.
Esta situación sigue hoy en día siendo una realidad para muchos países. Aunque era ya
un comercio entre países soberanos, la asimetría del poder negociador ha sobrevivido a
la dominación colonial. Los vendedores del Sur, con la relativa excepción de la OPEP10,
tienen menos poder para fijar los precios de las materias primas que los compradores del
Norte. Y no digamos nada de los productores individuales de los países del Sur, que a
su vez tienen que vender los productos de exportación a intermediarios y procesadores
nacionales, que se llevan una parte substancial de las ganancias. Si preguntamos a los
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cafetaleros de Centroamérica sobre el comercio internacional, nos dirán que ha
arruinado sus vidas11 .
3.5. La asimetría en la apertura de los mercados
Casi todos los países del sur han diversificado su estructura productiva, en un intento
para superar la desventaja que suponía a su comercio internacional el deterioro a largo
plazo de los términos de intercambio de los productos primarios con respeto a las
manufacturas. En consecuencia, además de diversificar sus cultivos (soja, algodón,
arroz, especias, flores, etc.), han desarrollado industrias básicas que producen textiles y
vestimenta, calzado, aparatos eléctricos, muebles, juguetes, plásticos, etc.
Ahora bien, cuando estos países tratan de vender sus nuevos productos, naturales y
manufacturados, en los grandes mercados de Estados Unidos, Europa y Japón se
encuentran todo tipo de barreras y cortapisas al comercio. Mientras a los países del Sur
se les ha pedido –se les ha impuesto– la liberalización completa de su comercio, con el
argumento de que eso contribuiría a su desarrollo, los mercados grandes no se han
liberalizado tanto y todavía resultan en buena parte impenetrables. De esa forma el
modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones no funciona y los países se
encuentran con que exportan menos productos primarios que antes, sin poder exportar
más manufacturas. Todas las alusiones al “comercio libre” les suenan a retórica falsa y
pura hipocresía. Permítanme citar el testimonio de Joseph Stiglitz, en un artículo
aparecido en El País, el 20 de septiembre de 2002:
“La comunidad internacional puede ayudar a Argentina abriendo sus puertas a las
mercancías de este país, tomándose la retórica del libre comercio en serio y
reconociendo que el comercio puede ser un instrumento importante no sólo para el
crecimiento a largo plazo, sino también para la recuperación económica. Las
exportaciones contribuirán a reactivar la economía argentina, mientras que los
consumidores de Europa y Estados Unidos se beneficiarán de unos productos de buena
calidad a precios bajos. Esta es una forma de hacer que la globalización funcione en
beneficio de los necesitados”12
3.6. El reparto de las ganancias del comercio
También hay que mencionar que la desconfianza de los ciudadanos del Sur hacia el
comercio internacional se debe en parte, no a cómo se realiza este comercio, sino a la
manera como sus innegables ganancias –incluso del comercio desigual– se reparten
entre los ciudadanos. La concentración de la riqueza y de los ingresos, normal en los
países del Sur, también afecta al reparto de las ganancias del comercio internacional. La
mayoría de la población no experimenta las ventajas de las épocas de florecimiento del
comercio internacional, sólo reducciones de salarios, cuando el comercio se reduce.
Pero eso no es en realidad problema del comercio, sino de la estructura social del país.
Porque, en una sociedad dual, incluso si el comercio exterior fuera internacionalmente
equitativo, se repartirían mal sus ganancias.
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3.7. Condiciones para un comercio mutuamente beneficioso
Para que el comercio sea beneficioso a las dos partes tiene que llevarse a cabo en
determinadas circunstancias: justicia, equidad, simetría, paridad en la negociación,
solidaridad, etc. Si estas condiciones nos se dan, se caerá en el intercambio desigual, en
cualquiera de sus formas, del que es muy difícil decir que sea un “juego de suma
positiva”, es decir, una operación en la que las dos partes ganan. De eso queremos
discutir en este capítulo. La apertura total de los mercados de los países ricos es una
de las condiciones para que el comercio internacional sea efectivamente beneficioso
para los países del Sur, como lo es para los del Norte.
Esta apertura, sin embargo, no deja de tener problemas. En la actual organización del
comercio hay intereses que se verían afectados inmediatamente por una mayor apertura
de nuestros mercados, agrícolas y manufactureros. La liberalización afecta a quienes
producen bajo un régimen de protección, sea por medio de precios sostenidos,
subsidios, aranceles y cuotas. La apertura de los mercados, aun siendo un acto de
justicia, implica decisiones políticas que afectan a millones de ciudadanos de los países
ricos. Los países del Sur deben también comprender que no resulta fácil a los
gobernantes afectar estos intereses de una manera masiva y rápida. Los conflictos
redistributivos siempre son malos para todos los gobiernos. Dirán que eso debieran
haber pensado cuando les obligaron a liberalizar los mercados del Sur. No se discute la
cuestión de justicia, sino la secuencia y el ritmo de una liberalización necesaria, y la
pedagogía que se requiere en los países ricos para que las medidas liberalizadoras sean
políticamente viables. Hay que tenerlo en cuenta.
En esta reflexión hemos querido ver en la medida de lo posible todos estos puntos.
Pretendemos preparar el terreno para llegar pronto a una mayor apertura de los
mercados de la UE, y de los demás países ricos, a la vez que se tienen en cuenta las
compensaciones que son necesarias, para minimizar los daños en el Norte y maximizar
los beneficios en el Sur. Sólo la solidaridad puede hacer el milagro de que el comercio
internacional sea realmente un instrumento de progreso económico y humano para todos
los países del mundo.
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4. ECOLOGÍA, CAPITALISMO
CAPITALISMO Y ÉTICA
Los aspectos ecológicos de que vamos a tratar en este capítulo son los resultados de
acciones de seres humanos individuales o grupos organizados en estructuras formales
(empresas, unidades políticas o administrativas) o no organizados de esa manera (los de
una determinada clase social) Estos actos humanos nos interesan particularmente porque
dañan –o pueden dañar– el medio ambiente, el ecosistema, o por el contrario porque
tienden a conservarlo y respetarlo. Las estructuras que benefician o perjudican al medio
ambiente, son, aun en su forma institucionalizada, el reflejo y el resultado de actos
humanos que se definen, en un sentido u otro, con respecto al medio ambiente. Son
normalmente medidas administrativas o decisiones empresariales. El estudio de las
motivaciones, incentivos, costos y consecuencias de estas acciones humanas con
respecto al medio ambiente debiera interesar mucho a quienes se preocupan por la
preservación y mejora del medio ambiente (o el eco-sistema, términos que aquí usamos
indistintamente).
4.1. El cálculo económico
Dañar o preservar el medio ambiente es una cuestión básicamente económica. Nadie
daña el medio ambiente por gusto, fuera de algunos pirómanos, como dicen de Nerón
que incendió Roma para disfrutar del espectáculo, y los modernos nerones que queman
nuestros bosques. Se daña el medio ambiente para ganar dinero, y, más en general,
porque la acción de quien lo daña resulta para él más cómoda, fácil, barata, económica
en definitiva, que la alternativa que implica respetarlo. No sólo es el caso de la fábrica
de curtidos que tira al río los líquidos residuales de los tintes, en vez de trasportarlos y
disponer de ellos de otra manera más cara. Es el caso de quien economiza movimientos
y esfuerzo tirando al suelo el envoltorio del caramelo, que podría haberse tirado en una
papelera, o del que no quiere reciclar la basura de su casa por la molestia que entraña el
proceso. Por lo menos en el corto plazo, la acción anti-ecológica suele resultar más
fácil, práctica y barata que su contraria. Esto hay que tenerlo en cuenta para analizar los
problemas ecológicos y diseñar estrategias conservacionistas.
Los daños ecológicos provienen generalmente de consideraciones económicas, en su
sentido amplio. Son normalmente el resultado de una comparación explícita o implícita
entre costos subjetivos, individuales y actuales, con beneficios subjetivos, individuales e
inmediatos. La acción responde al esfuerzo, explicito o normalmente implícito, de
saldar favorablemente costo y beneficio. De la misma manera, conservar el medio
ambiente, aunque también puede salir de un amor romántico a la naturaleza, que nada
tiene que ver con la economía, sin embargo los esfuerzos más serios para la
conservación del ecosistema se basan en el cálculo económico de sus ventajas, o, lo que
es equivalente, al cálculo de los costes de oportunidad (el valor de la alternativa
perdida) de los daños. La perspectiva de la conservación, como su nombre lo sugiere, es
comunitaria y de largo plazo, en vez de ser individualista e inmediata. Mira más bien a
lo que hacen los seres humanos en su conjunto en plazos largos de tiempo. Y finalmente
considera un conflicto permanente entre el individuo y la sociedad.
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4.2. La falacia de la composición
Una acción aquí y ahora de un individuo, tirar un papel en la acera, por ejemplo, es un
daño pequeño al ecosistema. Es tan pequeño que no merece la pena el esfuerzo de ir a
buscar una papelera. Pero si cada persona que va por la calle lo repitiera con la misma
lógica del individuo aislado (“es un daño muy pequeño”), resultaría inmediatamente en
un desastre, unas calles llenas de papeles, sucias e insanas. Es lo que se llama en lógica
la “falacia de composición”, que se puede enunciar sencillamente así: lo que es bueno
para un individuo de una colectividad en un momento dado, puede no serlo para toda la
colectividad al mismo tiempo. El clásico ejemplo es el de una espantada de los
espectadores del cine hacia la salida en caso de incendio. Lo que es bueno para un
espectador individual: salir corriendo con todas sus fuerzas hacia la salida, no lo es, si
todos los espectadores al mismo tiempo, sin orden ni concierto, se precipitan hacia las
puertas. Puede que muchos no consigan salir y mueran quemados o atropellados por los
demás. Este tipo de cosas sucede por desgracia frecuentemente.
La aplicación de la “falacia de composición” a la cuestión ecológica es evidente y clara.
Que una familia haitiana (por tomar un caso donde la deforestación alcanza
proporciones catastróficas) use arbustos y ramas de árboles como su principal medio de
combustión no daña a los bosques, ni perjudica a nadie, a la vez que beneficia a una
familia muy pobre, que no puede comprar otro combustible. Pero si todas las familias
pobres de Haití –que son fácilmente el 90 % de las familias–, proceden con la misma
lógica que una sola familia individual, y sostienen este comportamiento por mucho
tiempo, como es obvio que le mantengan si les resulta beneficioso, el daño ecológico es
grande, y el beneficio individual acaba siendo insostenible. Lo puede observar el viajero
al despegar en avión de Port-au-Prince, que sobrevuela las colinas peladas de
vegetación que rodean a la capital. Cómo combinar el bien individual de cada familia
pobre con el bien común es uno de los problemas básicos de la gestión del ecosistema
en Haití y en todo el mundo.
En resumen, que en cuestiones ecológicas y de conservación del medio ambiente se
debe tener siempre en cuenta este principio: Lo que es bueno para un miembro de una
colectividad, y para cada miembro considerado individualmente, puede no ser bueno
simultáneamente para todo el conjunto. Un daño “inocente”, repetido miles y millones
de veces, se convierte en un daño catastrófico. La perspectiva en la relación de los seres
humanos con el medio ambiente debe ser la de un colectivo de seres humanos que se
relaciona con una determinada parcela del ecosistema. De manera que, cuando una
persona, empresa u organización decide hacer un daño “inocente”, “aislado”,
“insignificante” al medio ambiente, debería pensar que si todos los miembros de la
colectividad hacen lo mismo el daño no será en absoluto inocente. Pero para eso los
seres humanos deben aprender a considerarse como elementos en un todo con capacidad
de actuar colectivamente.
4.3. Externalizar costes
El vertido de desechos y materias contaminantes en ríos, mares y otras propiedades
públicas es una manera de “externalizar” costes de una empresa, es decir, de quitárselos
de encima y cargárselos a la sociedad, que es la beneficiaria, y en cierto sentido la
propietaria, del ecosistema. La deposición de vertidos de las industrias (entre los que
- 21 -
contamos humos y gases resultantes de procesos de combustión) es una de las causas
más importantes de la contaminación de ríos, aguas litorales, bosques, del aire que
respiramos y del medio ambiente en general. La sociedad tiene que responder a estas
trasferencias indeseables de costes con medidas defensivas, que obliguen a las empresas
o grupos que dañan al medio ambiente a “internalizar” los costes. Es decir, que si optan
por tecnologías productivas que puedan dañar a la naturaleza, les cueste a ellas también.
Pero ¿cómo se puede obligar a las empresas internalizar los costes? Se puede hacer “ex
post”, cuando se pone a la empresa una multa equivalente o bien al dinero que se ahorra
al dañar el medio ambiente, o bien al valor presente descontado (estimado) del daño
causado. También se puede hacer “ex ante”, como cuando se obliga a la empresa, a
cambio de la autorización administrativa para empezar a funcionar, a tomar medidas
para proteger el medio ambiente, lo que le representa un coste mayor que operar
tecnologías dañinas (que suponemos más baratas).
La internalización “ex ante” es mucho mejor que la “ex post”, porque aquella evita el
daño al medio ambiente, mientras que con la segunda el daño no se evita, aunque se
haga pagar por ello. Las dos, sin embargo, generan recursos para la conservación. En el
primer caso, si las multas recaudadas de las empresas anti-ecológicas se emplean
directamente (y únicamente) en medidas de conservación. En el segundo caso son las
mismas empresas las que aplican sus recursos propios a la protección del medio
ambiente. De donde podemos deducir que la internalización de los costos que hemos
analizado es una forma de conservación del medio ambiente, por medio de estímulos
económicos que ofrecen incentivos y desincentivos para ciertas acciones. En un sistema
de empresa privada es fundamental desarrollar el sistema de incentivos y desincentivos
para conservar el medio ambiente.
4.4. La intervención de la sociedad
Esta internalización de los costes de la conservación medioambiental sólo se llevará
cabo en el caso en que la externalización de los costes no sea aceptada y deseada como
tal por la sociedad. Porque nos podemos plantear el caso contrario, que se ha dado en
muchas partes, de que un gobierno acepte la externalización de los costes medioambientales que producen ciertas empresas y procesos, es decir su traslado a la
sociedad, a cambio de los beneficios que la empresa, u otro agente hostil al medio
ambiente, puede traer a esa sociedad particular. Por ejemplo, una industria sumamente
sucia se establece en un país subdesarrollado, el cual, a cambio de los puestos de trabajo
que la industria crea y la tecnología que trasfiere, así como por el prestigio de poseer en
su suelo una tal industria, está dispuesto a soportar la contaminación del medio
ambiente, del aire, de los bosques o de los ríos y del mar. La contaminación que la
industria produce es el costo de oportunidad de las ventajas que se otorgan.
El ejemplo plantea el problema político real de por qué una sociedad, representada por
su legítimo gobierno, va a intercambiar la contaminación del medio por el desarrollo
industrial. En estas situaciones lo que suele suceder es que se prefiere la parte al todo,
en la medida en que se busca un beneficio local, limitado a una zona geográfica o a un
sector productivo, a cambio de un daño más general, extendido, y por lo tanto menos
visible (y políticamente más tolerable) También se sacrifica el futuro en aras del
presente, porque los daños futuros, causados durante, digamos, cincuenta años,
descontados al presente tendrían un valor, incluso monetario, mucho mayor que las
- 22 -
ventajas que se pueden conseguir en cinco o diez años de explotación industrial
contaminante. Las connotaciones éticas de este comportamiento son fáciles de deducir.
Los vehículos que se mueven por la combustión de gasolina y gasoil también trasfieren
a la sociedad, la propietaria o gestora del medio ambiente, los costos del uso de la
moderna tecnología de la automoción. Los usuarios de automóviles, camiones y trenes
externalizan en la sociedad los costos de la combustión. De esto no se suele hablar
mucho. La sociedad lo acepta, porque las ventajas, a corto y mediano plazo, que se
obtienen del transporte todavía son muy elevadas en comparación con los daños
previsibles en esos plazos. Pero puede que dejen de serlo, o bien porque entre en
funcionamiento la “falacia de la composición”, o porque los costos crezcan
exponencialmente mientras los beneficios crezcan sólo linealmente. En efecto, puede
llegar un momento en que haya crecido tanto el número de vehículos –pensemos por
ejemplo en un completo desarrollo de la automoción en China, en que las emisiones de
CO2 a la atmósfera aumenten tanto, que el aire se haga irrespirable, con la aparición y
extensión de nuevas formas de alergias y enfermedades respiratorias; que el efecto
invernadero se manifieste con formas nuevas y más virulentas (y convincentes); que las
corrientes marinas cambien y modifiquen los climas, además de arrastrar con ellas los
bancos de peces a lugares remotos, etcétera.
4.5. La economía de la conservación
Quienes de hecho respetan y protegen el medio ambiente también actúan
“económicamente”, porque optan por el mayor valor de la integridad y sanidad del
medio ambiente. Los elementos naturales que componen el medio ambiente, tierra,
agua, aire, en todas sus variedades y formas se pueden considerar como “activos” que
constituyen la riqueza básica de la sociedad. Son verdaderos activos porque son la raíz y
el origen de valores económicos de cambio, como pueden ser los frutos de la tierra, los
peces de las aguas, las aves, la flora con toda sus propiedades medicinales, sin olvidar la
salud de los ciudadanos (cuyo cuidado cuesta mucho dinero a la sociedad).
Los conservacionistas –o conservadores del eco-sistema– estiman altamente el valor de
estos activos, y, por lo tanto, las acciones que tienden a su conservación se prefieren a
otras opciones “más baratas” que los pueden destruir. Lo que muestra que los
conservadores están dispuestos a pagar un mayor “costo de oportunidad” (definido
como el valor de la oportunidad perdida) por la conservación. Así pues los
conservacionistas actúan con criterios económicos tanto como los contaminadores. La
lógica de la conservación es una lógica estrictamente económica, y debiera presentarse
como tal. A veces da la impresión de que los conservacionistas son unos soñadores o
unos ilusos, cuando en realidad les avala y les sostiene una sólida razón económica: la
preservación de unos valiosos activos de capital, con un inmenso valor de uso sobre
todo, aunque no siempre con un gran valor de cambio.
La diferencia entre unos y otros está en que el contaminador considera los elementos del
medio ambiente como bienes fungibles, cuya única función en el sistema económico
general es la de ser “inputs” o insumos de las actividades productivas ordinarias,
mientras que el conservador los considera como unos activos o bienes de capital que
tienen que ser protegidos, aumentados y repuestos cuando se desgastan. Eso se entiende
muy bien cuando se compara los usos que diversos países hacen de los bosques. Para
- 23 -
unos, los bosques son materia prima para un sinnúmero de industrias y pueden ser
también combustibles. En ellos se prima la concepción de bienes fungibles. Los
responsables de los recursos no se preocuparán de la reforestación, mientras haya
reservas suficientes. Con esta política lo cierto es que al cabo de algún tiempo los
árboles se acabarán. Sociedades con horizontes temporales cortos (las sociedades
pobres) suelen llegar a estos extremos. Para los otros países, los bosques son un
patrimonio, una riqueza que desarrolla una serie de funciones (en forma de flujos
periódicos), una de las cuales es proveer un flujo de inputs a diversas industrias, pero no
es la única, ni siquiera la principal en términos de valores de uso, aunque sea la más
rentable en valores de cambio. El desgaste del stock de riqueza básico, que proporciona
el ecosistema, tiene que ser compensado con la reforestación regular y sistemática, que
tienda a mantener y aumentar la riqueza de los bosques. Es una cuestión de perspectivas
y preferencias sobre las funciones que los elementos del medio ambiente tienen que
jugar en el sistema productivo total de la sociedad.
4.6. Las diferentes perspectivas temporales
Las diferencias de comportamiento económico entre los conservacionistas y los
contaminadores se basan en las diferentes valoraciones económicas del presente y del
futuro, así como la ponderación que se da al beneficio parcial, es decir, el que afecta a
una parte de un sistema, o la que se da al beneficio del sistema entero. Estas
valoraciones no son puras reflexiones filosóficas, sino que están condicionadas por
intereses concretos y por la manera de funcionar de las instituciones.
Las empresas trabajan por necesidad en horizontes más bien cortos. Si están en la bolsa
de valores, como lo están todas las grandes empresas, tienen que dar cuenta a la
asamblea general de accionistas, que son los propietarios de la empresa, una vez al año
(en otros países tienen que informar de sus resultados cada seis meses) Este obligación
de rendir cuentas cada año fija el plazo máximo para el que se toman muchas decisiones
empresariales. Otro factor que determina los horizontes empresariales es la vida
económica de los bienes de capital, la cual no se estima normalmente en más de cinco
años. Al cabo de los cuales hay que renovarlos o reemplazarlos por otros mejores.
En cualquier caso el horizonte temporal en que se mueven los directores de empresas
para tomar sus decisiones rara vez pasa de los cinco años y normalmente toman
decisiones en un horizonte anual. Esto es fatal para el medio ambiente, porque daños
que sólo aparecen a la larga, como puede ser la degradación de una tierra, de una mina,
de un bosque, la calidad de la atmósfera, etcétera, no entran en la consideración de los
costes de la operación. A corto plazo muchos de los daños que las empresas causan al
medio ambiente ni se contabilizan ni se reportan. La sociedad los encaja sin saber que se
han producido. Hasta que es demasiado tarde, desgraciadamente.
La conservación contempla horizontes temporales largos. Aunque un vertido puntual a
un río puede tener inmediatamente consecuencias letales para los peces y que viven en
él y para las personas que utilicen el agua más bajo del curso, muchos de los daños a los
ríos y los mares, por ejemplo, se hacen por acumulación constante de vertidos. A la
fauna marina no se la destruye de la noche a la mañana, pero se la destruye por la
acumulación incontenible de vertidos y agresiones de todo tipo a los fondos marinos; la
- 24 -
sobrepesca, que acaba con determinadas especies no es cuestión de días, sino de muchos
años de inmisericorde explotación de los bancos de pesca.
Para conservar hay que tener un horizonte de largo plazo, porque muchos de los daños
son lentos en producirse, aunque una vez producidos son irreparables. Desde la
perspectiva estrictamente individual –y egoísta– de un sólo operador u agente, en un
horizonte temporal corto, una acción, que sólo dañe al medio ambiente a la larga y por
acumulación de agresiones individuales, siempre va a parecer muy pequeña con
respecto al costo de una acción alternativa (trasportar los vertidos a lugares apropiados)
que tenga en cuenta la conservación del medio. El análisis costo-beneficio subjetivo e
individualista va a dar un costo pequeño contra un beneficio mayor. La acción por lo
tanto se va a llevar a cabo. No tenemos aquí en cuenta la posibilidad de la “falacia de la
composición”, porque hablamos de sucesos que tienen lugar a lo largo de un período de
tiempo. Aquí el problema es el de la acumulación de los efectos de acciones
individuales sostenidas a lo largo del tiempo. Se produciría, aunque solo una persona
arrojara desechos contaminantes a un río durante muchos años. Obviamente si se trata,
al comenzar la cuenta del tiempo, de un daño masivo al medio ambiente, la
acumulación será proporcionalmente mayor.
4.7. Solidaridad y daño sistémico
Es fácil ver que la acumulación a través del tiempo de decisiones semejantes, que
parecen individualmente racionales, lleva a hacer un enorme daño al ecosistema. Si
sólo un ciudadano tira un papel a la acera, la ciudad no se mancha, pero si tira diez al
día durante un año (y nadie lo recoge, claro), la ciudad, o por lo menos su calle, pronto
pareceré un basurero. La manera de evitar este “daño sistémico” es que cada agente,
empresa o grupo responsable considere que sus acciones no son independientes unas de
otras. Si ayer alguien vertió un desecho contaminante al río, pensando que era poca
cosa, y si lo vuelve a tirar hoy, ya es una cosa mayor, y mañana será mayor y así por
acumulación temporal de acciones pequeñas e “inocentes” se llega a daños grandes.
Hay que pensar además que uno no es el único que trata de beneficiarse de esa acción,
que individualmente puede ser inocente, pero que hay miles o millones de agentes,
cuya lógica individual les pude llevar a hacer cosas semejantes, que acaban siendo
funestas para el conjunto.
La lógica de la conservación del medio ambiente da una mayor ponderación a los
beneficios para todo el sistema que a los beneficios que afectan a una de sus partes. Y
considera los derechos de todos los ciudadanos del mundo a la vida y a las condiciones
esenciales para mantenerla. Por lo menos, en una medida razonablemente mínima, todos
los seres humanos tienen el derecho a beneficiarse de un medio ambiente rico, sano y
durable. Nadie tiene más derecho que otros sobre los beneficios de la naturaleza. No es
justo ni admisible que los ricos puedan respirar mejor aire que los pobres, porque los
primeros viven en zonas sanas y en contacto con la naturaleza, y los pobres habitan
barrios miserables, ecológicamente siniestros, que son un foco de enfermedades
infecciosas y en definitiva un foco de muerte. Lo que nos lleva a la consideración de
que los daños que se causan al medio ambiente no están equitativamente repartidos. Los
pobres siempre se llevan la peor parte de la decadencia ecológica de las ciudades y los
campos. Cuanto más degeneración ecológica se produce más se carga la miseria de los
más pobres.
- 25 -
Es una cuestión de solidaridad entre todos los miembros de la raza humana y entre
generaciones sucesivas.
4.8. Conclusiones
Las decisiones que afectan al medio ambiente tienen claras implicaciones éticas.
Afectan a los activos naturales de la sociedad, activos de los que se benefician o se
pueden beneficiar los seres humanos que viven sobre la tierra. De ellos pueden respirar
y vivir con salud, de ellos sacan su alimento, y las materias primas para desarrollar sus
capacidades, de ellos reciben satisfacciones de todos los órdenes. Los atentados contra
estos activos naturales, los daños, la disminución que sufren son atentados y daños
contra los seres humanos. Así de sencillo. Y así como no es ético dañar las posibilidades
de vida de los seres humanos, no es ético dañar la naturaleza que las provee
generosamente.
En la comparación de costos entre el dañar y el conservar el medio ambiente en casos
concretos hay que considerar varias dimensiones: la dimensión objetiva –subjetiva, la
dimensión individual– colectiva, la dimensión del corto y el largo plazo, la dimensión
intergeneracional, es decir el equilibrio entre las generaciones presentes y las futuras, y
la dimensión de equidad en el reparto de los daños al ecosistema y de las cargas para
conservarlo. La consideración de todas estas dimensiones y las opciones que nos
obligan a hacer tienen grandes implicaciones filosóficas y éticas. Es fácil ver que una
consideración objetiva, colectiva y de largo plazo, que atiende a las generaciones
futuras, y al reparto equitativo de los daños que causa la polución es más solidaria y, por
lo tanto, más ética, que su contraria, como es el uso de los medios naturales subjetivo,
individual, a corto plazo, que premia a las generaciones actuales y a los más ricos. Son
conductas todas ellas que llevan a la exaltación del egoísmo y en definitiva al perjuicio
de la colectividad. Cosas todas ellas que desde una perspectiva cristiana, humanista o
“ilustrada” son deleznables y rechazables.
- 26 -
5. GLOBALIZACIÓN Y MEDIO
MEDIO AMBIENTE
Entiendo globalización como el resultado, todavía parcial y no predeterminado, de un
proceso que tiende a unificar los mercados nacionales de bienes y servicios (y por
"servicios" se entienden muchas actividades) en grandes mercados mundiales, a la vez
que se introduce la lógica del mercado (privatización) en más esferas y campos de
acción de la vida social de la humanidad. El proceso de globalización está siendo
impulsado por tres grandes fuerzas: la integración económica de las empresas y los
mercados, las innovaciones tecnológicas y una revolución política conservadora13.
Este proceso ha generado muchos cambios en el mundo de los negocios, pero también
en el campo de la cultura, y en la manera como los hombres y las sociedades humanas
se relacionan entre sí. Con tantos cambios como se han sucedido, podemos suponer que
el proceso también incide en el medio ambiente, en su realidad física, pero también en
la percepción humana de su valor y su importancia para la vida humana.
Por lo tanto, no es descabellada ni inoportuna una reflexión sobre la relación de la
globalización con el medio ambiente.
5.1. Cosas buenas y cosas malas
El proceso de globalización, en general, ha producido efectos positivos y negativos.
Cuál sea el balance entre lo negativo y lo positivo de la globalización depende de la
posición de cada cual en el proceso, y de cómo le ha ido en él. Así tenemos que,
mientras algunos lo alaban sin ambages, otros lo condenan como poco menos que un
invento diabólico. La verdad es que la mejor manera de hablar sensatamente de los
efectos de la globalización es analizar por separado las cosas buenas y las malas que la
globalización ha producido y produce. Nosotros trataremos de hacer eso aquí, en la
medida de lo posible.
– Crecimiento acelerado, tiene cosas buenas en sí, pero malas para el medio
ambiente
– La competencia aumenta la eficiencia de las empresas, pero hace que éstas
respeten peor las restricciones medioambientales
– La pobreza creciente es mala para los afectados, lo mismo que para el medio
ambiente
– La mayor información y conocimiento de las condiciones de vida de los demás
alientan una mayor conciencia sobre la necesidad de preservar el entorno
– La conciencia de una mayor interdependencia lleva también a una mayor
conciencia de que sólo colectivamente se pueden resolver ciertos problemas.
5.2. Crecimiento acelerado y sus consecuencias
La globalización ha llevado a un crecimiento acelerado en algunas grandes naciones del
mundo, lo cual supone un progreso para ellas. Sin embargo, un rápido crecimiento de la
actividad económica en el mundo supone también una aceleración en el uso de los
- 27 -
recursos no renovables y, aunque sólo sea por eso, tiene un impacto notable en el
ecosistema y la habitabilidad misma del planeta. El conjunto de las economías de los
países ricos ha crecido a una tasa media anual del 3,3 % en los 35 años que van desde
1965 a 1999 (ambos inclusive)14. Pero países más pobres también han crecido tanto o
más.
China, por ejemplo, está creciendo a un promedio anual de 8,1 % entre 1965 y1999. A
una tasa entre el 7 y 8 % anual, en unos nueve años su producto nacional se habrá
doblado. Y en 17 años se habrá doblado el PNB de India (que ya cuenta con 1.000
millones de personas), que creció durante el mismo período a un promedio anual del 4,
6 %. El de Indonesia fue del 6,1 % en el mismo período y así sucesivamente 15.
El crecimiento de la economía mundial en 2000 fue del 4,5 %. A este ritmo en 17 años
y medio se habrá duplicado. Por su parte, el comercio internacional creció al 12 %
anual en 200016. Las tasas buenas en años normales han sido de 4 ó 5 %. Ese año fue el
doble de lo normal. El comercio es un indicador aproximado del uso de productos
primarios, extraídos de la tierra y del mar, de los productos agrícolas, de los bosques, de
los ríos y lagos.
Aunque suena a discurso farisaico lamentarse por el crecimiento “excesivo” de países
que en otro tiempo no muy lejano fueron pobres de solemnidad, con poblaciones que
morían de hambre, la verdad es que debemos plantearnos las consecuencias para el
ecosistema de un crecimiento tan rápido y tan extendido. Es dudoso que la tierra pueda
soportar una situación en que la mitad de la población mundial, 3.000 millones de
personas, tengan un nivel de consumo como el que ahora tienen los 900 millones de
ciudadanos ricos del mundo. No diga usted nada si los 6.000 millones llegaran a
consumir como éstos. ¿Nos podemos imaginar lo que harían al ecosistema las emisiones
de gases de la combustión de 3,000 millones de coches más sobre la superficie terrestre?
La conclusión, obviamente, no puede ser que se debe mantener a la mayoría de la
población mundial con un bajo consumo, para que la parte rica pueda seguir
consumiendo a tope. La conclusión es que todos, ricos y pobres por igual, deben
plantearse nuevos patrones de consumo que sean compatibles con la conservación del
aire, de las aguas, de los combustibles, de las materias primas, de los bosques, etc. Esto
es ahora pura utopía, pero es seguro que llegará un tiempo en que la humanidad, cuando
sea evidente que está ante una catástrofe ecológica, tendrá que plantearse en serio la
cuestión de los patrones de consumo y de lo todo lo que esto implica para la producción
de bienes y servicios y la organización de la economía.
Los optimistas –y mira que hace falta optimismo para no asustarse en esta cuestión!–
dirán que la tecnología siempre viene en ayuda de la ecología y que ya se encontrará la
manera de crecer todos más sin que sufran la atmósfera, las aguas, los bosques y el
equilibrio ecológico. Se adoptarán coches eléctricos, se usará más energía nuclear
limpia y se encontrará la forma de desactivar sus residuos, se sustituirán los gases que
dañan la capa de ozono y los residuos industriales. La cuestión de la presión de los seres
humanos sobre los recursos naturales, madera, pesca, minerales, no tiene fácil respuesta.
De esta manera, la globalización, al contribuir eficazmente al crecimiento de muchos
países, está contribuyendo a aumentar la presión de los seres humanos sobre los
recursos naturales, los no renovables tanto como los renovables, y los daños al
ecosistema y el calentamiento global.
- 28 -
5.3. La necesidad de competir
Una de los efectos evidentes de la globalización es el aumento de la competencia entre
empresas. La movilidad de las multinacionales, su incesante búsqueda por
emplazamientos que les acarreen ventajas sobre sus competidores, es un factor que
puede afectar al medio ambiente, a través de su intento de evitar las regulaciones para
defenderlo. La necesidad de competir a corto plazo es un aliciente para “cortar
esquinas” y no respetar entre otras cosas, las regulaciones nacionales para la protección
del medio ambiente. Particularmente las industrias más reguladas en el mundo rico
tienen un constante aliciente para buscar en el mundo pobre unas circunstancias
propicias para rebajar los costos que este tipo de regulación les ocasiona.
Algunas multinacionales se aprovechan de la debilidad de las regulaciones medio
ambientales de países en desarrollo para instalar allí sus fábricas. Estas fábricas tienen
una tecnología más barata que la que tendrían que adoptar en su país de origen para
cumplir las regulaciones. La tragedia de Bhopal en la India17 no hubiera pasado en la
Union Carbide de Boston, simplemente porque no se hubiera permitido a la fabrica
funcionar con tan pocas salvaguardias como funcionaba en la India. En declaraciones
del abogado Stanford Lewis, autor de un documentado informe sobre la industria
química en el siglo XX18:
“El desastre de Bhopal es sólo un ejemplo de un patrón mayor de abusos contra
los derechos humanos cometidos por la industria química a lo largo del siglo
XX”.
El informe menciona el caso de la empresa japonesa Chisso Corporation, que por
décadas supo que sus residuos ricos en mercurio causaban la enfermedad de Minamata,
que ataca al sistema nervioso de los humanos. Por lo menos 3.000 personas murieron y
más de 10.000 supervivientes tienen el sistema nervioso destrozado. La empresa
siempre negó su responsabilidad en los daños.
Ocho años antes de la catástrofe de Bhopal, India, tuvimos una semejante, aunque de
menor gravedad en Seveso, Italia (1976) consistente en filtraciones de gas tóxico que
formó una nube tóxico que afectó a miles de personas. Ahora existe la “Directiva de
Seveso”, que rige el almacenamiento y transporte de materiales peligrosos. Nada de este
tipo existe en el mundo pobre.
En vez de defenderse de este tipo de agresiones al medio ambientes y de evitar peligros
para sus ciudadanos, muchos gobiernos están ansiosos de recibir en su suelo inversión
extranjera y han rebajado sus regulaciones medio ambientales para atraerlas. La tragedia
de Bhopal ya está olvidada incluso en India y sólo se piensa en las ventajas de la
empresas extranjeras que traen empleo cualificado, tecnología y “know how”. Se
produce así en el mundo pobre una especie de competencia para atraer empresas a costa
de recortar las regulaciones medio ambientales, lo que se traduce en una “carrera hacia
el fondo” y resulta en una rebaja de la legislación medio ambiental en grandes zonas
del mundo. Al final las industrias peligrosas se concentran en verdaderos “polígonos de
la muerte”, en los cuales una catástrofe puede tener enormes consecuencias.
La intensa competencia entre empresas, fomentada por la globalización, introduce en el
proceso de toma de decisiones económicas una tendencia a ver las cosas en un corto
plazo, que es muy peligroso para el medio ambiente. Los directores y gerentes de las
- 29 -
grandes empresas están obsesionados con el corto plazo. Porque sus actuaciones son
juzgadas todos los días en el mercado de valores por medio de las cotizaciones de sus
acciones en la bolsa. Cualquier acción en cualquier parte del mundo que tenga
importancia para la marcha de una empresa multinacional, cotizada en las grandes
bolsas mundiales, se traduce inmediatamente en movimientos del valor de las acciones.
Eso hace que su horizonte de decisión sea muy corto. No le hables al director de una
gran empresa de lo que puede pasar dentro de cinco o diez años en el mundo, de que el
calentamiento global puede causar miles de millones de pérdidas a todos los países con
costas bajas. Este tema sólo interesa, que sepamos, a las compañías de seguros, que
tienen que pensar en lo que puede ocurrir dentro de cinco o diez años (por eso hacen
tanta publicidad sobre el calentamiento global) Parece ser que la negativa del gobierno
de los Estados Unidos a ratificar la Convención de Kyoto se debe al intenso lobby de las
empresas petroleras con un presidente tejano. Eso es pensar a corto plazo, porque si se
intensifica el uso del petróleo y se acelera el proceso de calentamiento global y otros
daños que se siguen de las emisiones, la raza humana antes se verá obligada a prescindir
del petróleo como combustible y carburante.
Normalmente las empresas sólo reaccionan ante daños al medio ambiente cuando se les
obliga a internalizar los costes por medio de legislación o acciones judiciales “ad hoc”.
El choque del Exxon Valdez (24 de Marzo de 1989) con un arrecife y la enorme mancha
de petróleo que esparció por el Mar de Alaska (257 000 barriles equivalentes a 125
piscinas olímpicas19) le costó a la empresa 2.100 millones de dólares, una verdadera
fortuna, en limpiar las costas. Se le considera la peor catástrofe ecológica de la
actualidad. De ahí en adelante tiene buen cuidado que el daño no se repita, no tanto por
amor al mar, sino por amor a su bolsa.
5.4. Los efectos de la pobreza
Uno de los efectos negativos de la globalización es que sus beneficios están siendo muy
mal repartidos. Porque mientras crecen las fortunas de los más ricos, crece también la
miseria de los más pobres, y una buena parte de muchos países (Argentina. Venezuela,
Indonesia, etc,) se está hundiendo en la pobreza. El proceso de globalización no muestra
ninguna tendencia al acercamiento o nivelación de los niveles de beneficios. No es
verdad que la marea está subiendo a todas las barcas por igual. La metáfora no vale,
simplemente porque muchas barcas ni siquiera están flotando en el mar. En un reciente
artículo del economista Paul Krugman se da el siguiente dato:
“En 1981 esos capitanes de industria (los directores) eran pagados en promedio
3.5 millones de dólares al año, lo que en su día ya parecía mucho. Para 1988 el
promedio había subido a 19,3 millones, lo que parecía exagerado. Pero en 2000
el promedio anual pagado a los diez principales directores de empresa fue 154
millones. Es verdad que los salarios de los trabajadores ordinarios se doblaron
durante ese período (1981-2000), aunque buena parte de la ganancia se la comió
la inflación. Pero las remuneraciones de los mejores ejecutivos aumentó en
4.300 por ciento”20.
Estos son claramente los ganadores de la globalización. Los perdedores, las víctimas
son todos los que han perdido el empleo por la innovación tecnológica, las
privatizaciones, las reducciones del estado, el pago de la deuda externa, el cierre de
- 30 -
pequeñas empresas familiares y todos los que estaban y se han quedado al margen de lo
que pasa en la economía internacional. La globalización ha aliviado la pobreza de Asia,
pero ha dejado intacta la de África y parece que ha aumentado la de América Latina. El
aumento de la pobreza es una consecuencia de la globalización.
Pues bien, la pobreza no es buena para el medio ambiente. El país más pobre que yo
conozco que es Haití es también el sitio en que más daños ecológicos he visto en mi
vida.
La cultura de la pobreza, si es que esas pautas de comportamiento se pueden llamar
cultura, está ajena a la conservación y en general al mediano y largo plazo.
NOTAS
NOTAS
1
Según este cálculo una familia de cinco miembros viviría con diez euros al día, 300 euros al mes.
Aunque esta cantidad para España es miserable, para países pobres representa un mayor poder de compra
real.
2
Una familia de cinco ganaría 25 euros al día, 750 Euros al mes, lo que en muchos países no calificarían
a esa familia como pobre.
3
El GNI de Bengladesh en 2001 fue de 48.600 millones de dólares, según el Banco Mundial
4
Es en realidad un vector de brechas o diferencias entre el valor para España y los valores de todos los
países que son origen de los emigrantes a España. No conocemos el número de términos de este vector,
pero podemos suponer que es el de todos los países pobres del mundo
5
The World Bank. 2001. World Development Indicators. Washington D.C.
6
Este tipo de fallos del mercado lo he analizado en:
Luis de Sebastián.1999. El rey desnudo. Cuatro verdades sobre el mercado. Editorial Trotta. Madrid
7
Razonable dada la cantidad de recursos que posee y de las necesidades que tiene que cubrir.
8
El comercio internacional, según Adam Smith, era la manera de ampliar el mercado nacional y así
contrarrestar la limitación a la división del trabajo que supone su estrechez.
9
Como esta sucediendo ahora mismo en América Latina con el ALCA
10
En 2004 los miembros de la OPEP, que ya sólo hacen el 30 % de la producción mundial de petróleo,
han perdido mucho del poder que tuvieron en los años setenta.
11
El precio internacional del café está tan bajo, debido a un exceso de oferta, que no cubre los costos de
producción de muchos agricultores
12
Joseph Stiglitz, “La recuperación argentina”, El País, 20 de septiembre de 2002, Opinión, p. 15
13
Sobre este tema he tratado extensamente en mi último libro:
Luis de Sebastián (2002) Un mundo por hacer. Claves para entender la globalización. Madrid. Editorial
Trotta
14
No o parece mucho, pero hay que considerar que una cantidad, que crezca al 3, 3 % anual, duplica su
valor en algo más de 21 años.
15
The World Bank (2001) World Development Indicators. Washington D.C., Table 1.4. “Trends in longterm economic development, pp. 24-26
16
World Trade Organization, Notas de prensa, Enero 2002
- 31 -
17
El 2 de Diciembre de 1984, una nube de gases tóxicos desprendida de la factoría de la Union Carbide
Inc. Costó la vida a 16.000 personas, según fuentes del gobierno indio, y afectó a la salud de unas
400.000 personas. La fuga se debió al mal estado de conservación de las tuberías, las válvulas de
seguridad y los equipos en general. Al cabo de 18 años el gobierno indio ha cesado su acción judicial
contra la empresas para conseguir indemnizaciones a los afectados.
18
Stanford Lewis. “Beyond the Chemical Century . Restoring Human Rights and Preserving the Fabric of
Life in the new Millennium” The Environmental Health Fund, 1999
19
Estos datos están tomados de una pagina web del Estado de Alaska con destino a las escuelas:
www.oilspill.state.ak.us/facts/
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Paul Krugman “Plutocracy and Politics” The New York Times June 14, 2002
© Cristianisme i Justícia – Roger de Llúria 13 – 08010 Barcelona
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Septiembre 2005
- 32 -
BREVE ANTOLOGÍA DE TÉRMINOS ECONÓMICOS
Luis de Sebastián
INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................
1. CONCEPTOS BÁSICOS ..................................................................................................
2. POLÍTICAS ......................................................................................................................
3. INSTITUCIONES .............................................................................................................
3
5
17
23
La presentación de términos económicos se divide en tres capítulos:
Conceptos básicos, Políticas, e Instituciones. Esa división corresponde a tres
tipos de realidades que no conviene confundir. Los conceptos se refieren a la
descripción comunmente aceptada de las variables y los procesos objetivos
que configuran las realidades económicas. Es parte de lo que se llama
Economía Positiva, que trata de definir lo que es, lo que hay, objetivamente,
sin entrar en valoraciones normativas. Estas valoraciones se estudian en la
Economía Normativa, que trata de formular lo que se debe hacer para mejorar las situaciones previamente analizadas, e implica juicios de valor técnicos
y extra-técnicos sobre lo que es mejor y peor entre situaciones alternativas.
De eso tratamos en el segundo capítulo bajo el título de Políticas. Por ultimo
hay que contar con las instituciones, estudiadas por la Economía
Institucional, es decir, las formaciones sociales que actúan como agentes
para mover y cambiar variables, para originar y dirigir procesos, o para obstaculizarlos. De eso tratamos en el último capitulo. En la práctica estas divisiones desaparecen, cuando se confunden y se incluyen valores en lo que
se vende como una mera descripción de los fenómenos.
Luis de Sebastian es catedrático de economía internacional (ESADE, Universitat Ramon Llull)
INTERNET: www.fespinal.com • Dibujo de la portada: Roger Torres • Edita CRISTIANISME I
JUSTÍCIA • R. de Llúria, 13 - 08010 Barcelona • tel: 93 317 23 38 • fax: 93 317 10 94 •
[email protected] • Imprime: Edicions Rondas S.L. • ISSN: 0214-6509 • ISBN: 84-9730-159-5
• Depósito legal: B-7490-2007 • Febrero 2007
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INTRODUCCIÓN
La economía y el vocabulario económico están cada vez más presentes en nuestra vida diaria. Hoy no puedes sobrevivir sin tener por la
mano conceptos como el tipo de interés, el PIB o la inflación. Y si quieres estar informado de cómo está la sociedad tienes que dominar también palabras como pleno empleo, desarrollo económico y política
monetaria.
El sistema económico de un país determina en gran medida su
modelo de sociedad, pues para definir un Estado o una unión supranacional utilizamos expresiones como “es extremadamente capitalista”,
“es un régimen comunista” o “tiene una economía social de mercado”.
También los grandes retos y problemas de nuestra sociedad suelen
tener su origen en dichos modelos económicos, y conocer las causas
es sin duda un primer paso para encontrar las soluciones.
Esto implica que para estar bien informados necesitamos estar al día
de los acontecimientos económicos de nuestro alrededor, y para ello no
suele quedar más remedio que leer esas páginas del diario que a
menudo saltamos porque “no van conmigo” o son sólo para “expertos
en economía”. Con este Cuaderno queremos ayudar a que la gente
pierda el miedo a informarse sobre la actualidad económica, y para ello
ofrecemos un resumen de los conceptos más importantes que hay que
tener claros para no perderse entre los mares de gráficos confusos,
titulares crípticos y opiniones de especialistas.
Algunos pensarán que hay definiciones demasiado básicas, y otros
que se podrían haber añadido unas cuantas páginas más a este diccionario. Pero no pretende ser un documento para el uso de expertos
ni abarcar todos los conceptos existentes, sino ser punto de partida
para ese grupo de personas cada vez más amplio que se interesan por
la realidad económica y quieren tener herramientas necesarias para
forjarse su propia opinión.
3
Además, los que conozcan al autor notarán que, aunque lo haya
escrito desde la objetividad, ha dejado traslucir su opinión personal
sobre el modelo económico que reina actualmente a nivel mundial. No
queremos decir ni mucho menos que las definiciones sean parciales.
Pero el hecho de incluir conceptos como banca ética, comercio justo o
microcrédito nos indica que el autor es sensible a las ideas alternativas
que buscan hacer un modelo económico más justo y más humano.
Aunque las limitaciones de espacio no permiten entrar en estos asuntos, animamos al lector a plantearse también otras dos cuestiones. En
primer lugar, hasta qué punto es necesario o positivo que los criterios
de eficiencia económica estén tan presentes en nuestra sociedad, por
encima de otros como el bienestar o la justicia social. Y por otro lado,
el uso de determinadas expresiones que pueden llevar asociado un juicio sutil, a veces equivocado. Por ejemplo, cuando hablamos de “países ricos” o “países pobres”, ¿a qué nos referimos?, ¿ricos y pobres en
qué?, ¿pobres en sí mismos o que les hemos empobrecido? O incluso
cuando hablamos de “países en vías de desarrollo”, ¿están realmente
desarrollándose o cada día viven en situaciones más precarias?
Cristianisme i Justícia
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1. CONCEPTOS BÁSICOS
Ahorro
Los ingresos de una familia, de una empresa o del gobierno
que no se gastan constituyen el ahorro.
El de las personas, familias y empresas
es ahorro privado y el de las administraciones públicas ahorro público. El
ahorro sirve para financiar la inversión.
Una persona, empresa o país que no tenga ahorro no puede invertir, a no ser que
se endeude. Los países se endeudan por
falta de ahorro. Eso le pasa a España,
donde la tasa de ahorro (el porcentaje
de la renta nacional que no se gasta) está cayendo a niveles muy bajos (8 %) El
ahorro total de un país depende del nivel de la renta nacional, el tipo de inte-
rés (con bajos tipos de interés la gente
no ahorra mucho) y los impuestos.
Arancel
En economía, arancel
(tariff en inglés) es exclusivamente un
impuesto a las importaciones. Puede ser
de dos clases: específico y ad valorem.
El primero es una cantidad que se impone por unidad de producto importado
(2 euros por una botella de whisky escocés, por ejemplo) sin considerar su
precio; el arancel ad valorem se computa como un porcentaje del precio en
la frontera del país (el “precio internacional”) del producto importado, por
5
ejemplo un 33 % del precio de una botella de whisky escocés. El arancel eleva automáticamente el precio en el interior del país del producto importado,
por lo que se usa para proteger a los productores nacionales de la competencia
extranjera. Es de notar que la diferencia
de precio (o margen de protección) lo
pagan los consumidores nacionales del
producto. Los aranceles que emplea la
Política Agrícola Común de la UE para
proteger a la agricultura europea los pagamos los consumidores europeos.
Además de los aranceles existen otros
instrumentos de protección como las
cuotas y otros tipos de restricciones
cuantitativas.
Balanza de pagos
Es un documento contable que refleja las transacciones con el exterior que llevan a
cabo en un año los residentes en el territorio de un estado. La balanza de pagos tiene dos componentes principales:
la balanza de cuenta corriente y la balanza financiera. La de cuenta corriente registra las transacciones reales (compra y venta de bienes y servicios), y la
otra registra las transacciones financieras (compra y venta de activos y pasivos financieros). El elemento más importante de la balanza de cuenta
corriente es la balanza comercial, que
registra las exportaciones y las importaciones de mercancías, sean productos
manufacturados (partes y componentes
de los mismos), materias primas, alimentos y combustibles. España importa más de lo que exporta y tiene por lo
tanto un déficit comercial. Otros elementos importantes de la cuenta corriente son la balanza de servicios, en6
tre los que destaca el turismo, y la balanza de rentas procedentes del trabajo
y de la inversión (dividendos e intereses). Finalmente se suelen registrar las
entregas de dinero unilaterales, como
donaciones para las víctimas de catástrofes, o remesas de los emigrantes a
sus familias. España tiene también un
déficit en la cuenta corriente, que relativamente es uno de los mayores del
mundo (8,5 % del PIB). Lo cual indica
que no es muy competitiva internacionalmente.
Balanza financiera
La balanza financiera incluye: movimientos de
capital de inversión a largo plazo, como cuando Repsol compró Yacimientos
Petrolíferos Fiscales al gobierno argentino; y movimientos de capital a corto
plazo, para especular en el mercado de
divisas, o el dinero que mueven las multinacionales entre sus filiales para pagos
internos. Aunque tanto la balanza de
cuenta corriente como la cuenta financiera pueden registrar saldos positivos o
negativos, el saldo de la balanza de pagos siempre es cero. Técnicamente hablando, la balanza de pagos siempre está en equilibrio. Lo que se desequilibran
son sus componentes o algunos elementos de ellos.
Banca
La banca o sistema bancario es el conjunto de instituciones que
ejercen la intermediación bancaria, la
cual consiste básicamente en recibir dinero en depósito, por lo que los depositantes reciben un pago, y dárselo como
préstamos a inversores para que lo empleen en actividades productivas. La diferencia entre lo que los bancos pagan a
los depositantes y lo que cobran a los
prestatarios o inversores es la fuente básica de ganancia de la banca. Hoy en
día, sin embargo, los bancos ganan más
por los servicios que prestan a los clientes (nóminas, tarjetas de crédito, hipotecas, venta de acciones y bonos) que por
lo que es estrictamente la intermediación bancaria. Las cajas de ahorro sólo
se distinguen de los bancos comerciales
por la estructura de su propiedad. Las
cajas ni tienen accionistas, ni reparten
dividendos y suelen tener un compromiso fuerte con la sociedad de donde
han surgido, que se manifiesta en sus inversiones sociales.
Banca ética
Es un tipo de banca que ha nacido de la preocupación de
muchos depositantes por el uso que los
bancos hacen del dinero depositado en
ellos. Dado, como hemos visto, que los
bancos hacen inversiones con ese dinero, los propietarios quieren que su dinero no se use en actividades que consideran ilícitas, inmorales o poco éticas,
como armamentos, tabaco, pornografía, propaganda racista y antirreligiosa,
etcétera. La banca ética garantiza a sus
depositantes e inversores que su dinero
se usará solo en aquellas actividades que
sean socialmente aceptables según criterios establecidos previamente.
Frecuentemente se mira también el trato que las entidades bancarias dan a sus
empleados y a sus familias.
Bienes públicos
Son bienes
(y por extensión, servicios) que pueden
ser consumidos por todos y cada uno de
los miembros de una sociedad. Tienen
dos características: a) que los consumi-
dores no sean rivales, es decir, el que lo
consuma una persona no impide que lo
consuman otras personas (p.e. el alumbrado público); b) que las personas no
puedan no consumirlo aun cuando quisieran (p.e. una atmósfera limpia). Estas
características los diferencian de los
bienes privados, cuyo consumo es rival
y rechazable. La combinación de las dos
características de los bienes públicos
hace que no se pueda obligar a la población a que pague por su consumo individual en ocasiones precisas. Por eso
no se puede dejar su provisión al mercado, porque el mercado sólo entiende
de bienes privados. La mayor parte de
los servicios sociales tiene naturaleza de
bienes públicos, cuya producción y provisión se tiene que financiar por medio
de impuestos que pagan los ciudadanos.
La abundancia y calidad de bienes públicos en un país es el mejor indicador
de su nivel de desarrollo, así como su
ausencia y mala calidad es un índice de
subdesarrollo.
Bonos
Son títulos de deuda del
gobierno, que los vende a un determinado valor nominal (100 euros, por
ejemplo) con la promesa de pagar al
comprador una cantidad fija anual o
cupón (por ejemplo, 5 euros), y devolverle el valor nominal (amortizar) al cabo de cinco, diez, veinte o treinta años.
Una vez vendidos a un primer comprador, estos títulos se pueden vender y
comprar en los mercados financieros al
precio que determinen la oferta y la demanda. Los bonos se consideran una inversión más segura que las acciones,
porque los pagos del cupón son seguros.
Sin embargo, en algunos casos puede
7
haber riesgo del impago, como sucedió
con los bonos del gobierno de Argentina
en 2002. Las empresas también emiten
bonos para captar dinero del público.
Cuando ofrecen intereses muy altos, se
consideran bonos de mucho riesgo o
“bonos basura”.
Burbuja
Se da cuando el precio
de unos activos (acciones, terrenos o
casas) continúa subiendo por mayor
tiempo de lo que la situación económica del momento parece justificar. Es
normalmente fruto de la especulación
de quienes compran aunque los precios
estén altos, porque esperan que suban
más. La situación descrita como burbuja se supone que es frágil y que en algún momento “va a explotar”, es decir,
los precios van a comenzar a bajar dejando frustrados a los especuladores.
Pero es difícil determinar a priori cuándo una subida continuada de precios
constituye una burbuja especulativa.
Tomemos el caso de la vivienda en
España: ¿hay una burbuja o es que el aumento de la población y las compras de
los extranjeros elevan los precios? Las
burbujas sólo se conocen con certeza
cuando estallan, como la burbuja inmobiliaria de Japón en 1990.
Capital
La definición más simple de capital es: el dinero y los activos
que se emplean en ganar dinero. Como
con este empleo siempre se obtiene (o
se trata de obtener) un valor mayor que
el de los medios empleados, el concepto mismo de capital está asociado al de
la obtención de plusvalía. A un nivel
más superficial el capital se define como uno de los factores de producción,
8
junto al trabajo, la tierra y la tecnología.
Los activos de una empresa constituyen
su capital, que incluyen: a) capital fijo
(maquinaria, edificios, equipos de transporte, etcétera); b) capital de trabajo
(existencias de materias primas, partes
y componentes, o dinero, que se usan inmediatamente en el proceso de producción; c) capital financiero (que además
de dinero incluye acciones, bonos, préstamos a clientes y otros activos financieros). El concepto de capital se ha extendido a capital humano (los
conocimientos y habilidades de las personas) y capital social (los lazos invisibles de relaciones e instituciones que
mantienen unida y funcionando bien a
una economía local y regional).
Comercio internacional
Es
el comercio entre empresas residentes
en países diferentes y sometidas a sus
respectivas legislaciones. Cada vez más
este tipo de comercio se da entre unidades de la misma empresa (generalmente multinacional) establecidas en distintos estados, lo cual es un tipo diferente
de comercio (es comercio intra-empresa) Las naciones como tal no comercian
(el comercio de estado es muy limitado), pero fijan los marcos legales en los
que comercian las empresas establecidas en su territorio. Estos marcos legales son el objeto de las negociaciones
comerciales entre gobiernos (uniones
aduaneras, regímenes arancelarios, concesiones).
Comercio justo
El concepto
parte del supuesto de que la mayor parte del comercio internacional en productos naturales que se generan en los
países pobres es injusto para los productores. El comercio justo trata de establecer una cadena de distribución a nivel internacional que beneficie más a los
pequeños y medianos productores que
actualmente. Por ejemplo, desde el pequeño cultivador de café hasta la taza de
café que nos sirven en un bar hay unos
veinte pasos o etapas del proceso, que
aumentan a cada paso el valor añadido
del producto, sin que beneficie nada al
productor. Suprimiendo varias de estas
etapas intermedias, el productor originario puede recibir una parte mayor del
precio final de una taza de café en un
país rico.
Competencia
Tiene dos realidades: una en la teoría económica y otra
en el mundo de los negocios. En la teoría económica la competencia es una
fuerza benéfica que impide por una parte que las empresas, que son muchas y
venden el mismo producto, abusen de
los consumidores, cargándoles un precio más elevado que el precio de equilibrio, y por otra que perjudiquen a otras
empresas con un precio menor (para
vender más y quitarles mercado). La
competencia se encarga de que el precio
sea el que realmente determinen la oferta y la demanda del mercado, que sería
en cierta manera el “precio justo” Eso
es la teoría. En la práctica de los negocios, la competencia es percibida por los
empresarios como una barrera o restricción que les impide vender más cantidad, vender a un precio mayor, o vender productos de diferente calidad. Por
eso tratan de evitarla o superarla llevando su negocio al terreno del monopolio
o del oligopolio (monopolio de unos po-
cos). La competencia como cualidad
deseable de un mercado bien ordenado
es un bien público, cuya preservación y
defensa tiene que estar a cargo de las autoridades.
Costo de oportunidad Cuando
se elige entre dos alternativas de cierto
valor económico, el costo de oportunidad de la elegida es el valor de la alternativa que se desecha. Para tomar una
decisión económica no sólo hay que
contar lo que cuesta en términos monetarios (costes directos) sino también lo
que cuesta en términos del valor de la
oportunidad perdida. Una persona que
deja de estudiar a los quince años (sin
tener necesidad) y se pone a trabajar para ganar dinero, debiera contar como
costo de esa opción lo que pierde al
abandonar los estudios y las posibilidades futuras a las que renuncia.
Cuota
En comercio internacional es una restricción cuantitativa para
regular (normalmente reduciendo) la
cantidad de un producto que entra en el
mercado nacional. Es una medida administrativa que puede tomar muchas
formas, pero la más frecuente consiste
en fijar el número de unidades de un determinado producto de unas características específicas que se puede importar
en un año (u otra medida de tiempo). La
cuota se considera menos eficiente y
más perjudicial para la economía que el
arancel, entre otras cosas porque se
presta a mucha corrupción por parte de
la administración.
Demanda
La “función de demanda” de un bien determinado indica
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las cantidades que un consumidor típico estaría dispuesto a comprar de un
bien, en función de su precio.
Normalmente se acepta que la función
es inversa, es decir, que cuanto más aumenta el precio del bien, el consumidor
tiende a demandar menos del mismo.
Esta relación refleja el comportamiento
más normal y frecuente de los consumidores, aunque hay casos en que un
cierto grupo o clase social consume más
de un bien cuanto más caro es (ropas,
coches, casas, restaurantes, joyas, etc.).
La demanda refleja las preferencias de
los consumidores, que se suponen lógicas, regulares y ordenadas (cosa que frecuentemente no es el caso).
Depresión
Cuando una economía deja de crecer (o decrece) durante
tres meses consecutivos o más se dice
que está en recesión. La recesión puede
ser leve, moderada o grave. Esta última
se confunde con la depresión (como la
Gran Depresión de 1929 a 1941), en la
cual la actividad económica baja y se
mantiene durante muchos meses por debajo del promedio de crecimiento de los
años anteriores. La depresión genera
quiebras, cierre de empresas, reducción
de precios y salarios (también se conoce
como deflación) desempleo generalizado y mucho sufrimiento humano.
Desarrollo económico Se aplica normalmente a comunidades, pueblos, regiones o países enteros. Es la
condición de una comunidad humana en
la que todos —o casi todos— sus miembros disfrutan de las cosas necesarias y
convenientes para la vida: alimentos,
salud, educación, vivienda, trabajo,
10
ahorros, diversiones, artes y demás cosas que favorecen el crecimiento y la realización personal y en definitiva aseguran un grado aceptable de felicidad.
Es un hecho que esta condición sólo se
halla en sociedades con una elevada
productividad del trabajo, un uso eficiente de los recursos naturales y un
continuado proceso de creación de riqueza. Pero no deben confundirse las
bases y prerrequisitos del desarrollo
económico, como es el crecimiento del
producto nacional, con el desarrollo
mismo, porque este implica un nivel notable de redistribución de la riqueza producida. Guinea Ecuatorial es el país de
África que tiene mayor renta por habitante, porque tiene grandes ingresos del
petróleo y son pocos habitantes. Pero
nadie diría que es un país desarrollado,
porque la riqueza está muy mal repartida. El reparto equitativo de la riqueza
es un prerrequisito indispensable para
que el crecimiento económico y la acumulación de riqueza se conviertan en
desarrollo económico.
Deuda
La deuda es un instrumento económico que permite usar en
el presente ingresos futuros. Una persona joven con un buen empleo que quiere poseer una casa tiene dos caminos: o
bien ahorra hasta llegar a la suma necesaria para comprar la casa dentro de
unos años, o se endeuda ahora y va pagando la casa a medida que recibe sus
ingresos. El primer camino lo llevaría a
poseer la casa dentro de treinta o cuarenta años, cuando haya ahorrado suficiente para comprarsela. El segundo camino lo lleva a una hipoteca (una forma
de deuda garantizada) y al disfrute in-
mediato de la vivienda. La deuda no la
inventó el diablo! Pero puede ser diabólica si uno se endeuda sin saber si podrá pagar la deuda.
Deuda externa
Algo de esto
sucede a los países con la deuda externa. Los países que tienen mucho ahorro
interno (como Corea, China o Japón) no
necesitan pedir prestado a otros países o
instituciones internacionales. Pero los
que tienen poco ahorro (porque la mayoría de la gente es pobre y no ahorra),
o bien limitan sus inversiones o bien se
endeudan con el exterior. El problema
es que muchos gobiernos se endeudan
sin saber si tendrán los medios para devolver lo prestado o si las condiciones
del comercio internacional en que están
insertados se lo permitirán. A la irresponsabilidad de los gobernantes de los
países pobres se junta la de los gobiernos ricos y la avaricia de las instituciones financieras, todos los cuales pueden
estar colocando préstamos en países cuya capacidad de pago a mediano y largo plazo es muy dudosa.
Dinero
El dinero tiene tres funciones esenciales: unidad de cuenta,
medio de cambio y reserva de valor. El
precio de las cosas se cuenta en unidades monetarias: 60, 100, ó 1.000 euros.
En España el euro es nuestra unidad de
cuenta. Antes lo fue la peseta, y de hecho mucha gente sigue usando la peseta, que legal y físicamente ya no existe,
como unidad de cuenta, para estimar el
valor de una casa, un terreno o un coche. Esta función se puede separar de las
otras dos. Es también medio de cambio,
porque el dinero es el “equivalente uni-
versal” que se puede cambiar por todas
las cosas que estén en venta. Se dice que
es “de curso legal” porque nadie puede
rechazar el dinero en pago de una deuda. Y finalmente es reserva de valor,
porque el dinero sirve para acumular riqueza en forma de “poder de compra”.
Ahora bien en determinadas circunstancias cualquier cosa que sea aceptada por
una comunidad puede tener estas tres
funciones. Los cigarrillos en un campo
de concentración, a falta de dinero, desempeñaban estas tres funciones; o las
conchas de caurí en algunos pueblos
africanos. Lo que hace dinero a las monedas, o a cualquier otra cosa, es que los
miembros de una comunidad lo acepten
como medio de cambio y reserva de valor. Así es nuestro dinero, el cual no tiene más “respaldo” que la aceptación
universal de sus propiedades.
Eficiencia
Se define simplemente como la cualidad de una decisión,
actividad o acción que consigue sacar
el mayor partido posible a los recursos
disponibles. La eficiencia es una cualidad técnica, es decir, se refiere a la relación entre fines y medios. No dice nada del valor moral, social o incluso
económico de los fines que se pretenden
lograr. Una actividad eficiente no es necesariamente buena ni mala. Hay actividades reprobables que fueron muy
eficientes, como el Holocausto o la censura franquista. La eficiencia en economía tiene que estar subordinada a la moralidad, humanidad y justicia de los
fines que se proponen a la actividad económica. Para considerar a la eficiencia
como una cualidad positiva hay que ver
qué fines se proponen lograr los agen11
tes que movilizan los recursos. La explotación eficiente del trabajo infantil
nunca podrá ser considerada como una
actividad positiva.
Empresa/Empresario En economía emprender es combinar organizada y racionalmente a los factores de
producción (tierra, capital, trabajo, tecnología, conocimientos) que entran en
el proceso de crear y poner en el mercado un bien o servicio. Dado que los
factores de producción no se combinan
espontánea ni mecánicamente, es necesario que una mente humana los ponga
a trabajar de una manera organizada y
sistemática para que sean realmente
productivos. Eso es emprender y eso es
lo que hace el emprendedor o empresario, arriesgando su capital. Si la actividad del emprendedor no es ocasional sino que tiene alguna continuidad en el
tiempo, entonces decimos que el emprendedor ha creado y tiene una empresa. Las empresas —privadas o públicas— son necesarias para producir la
inmensa mayoría de las cosas necesarias y convenientes para la vida. Sólo en
el caso improbable de que una unidad
de consumo se pudiera autoabastecer
de todo lo necesario no habría necesidad de empresas. De ahí se deduce que
la razón de ser de las empresas es el beneficio de la comunidad. Eso les da legitimidad y respetabilidad. Pero si las
empresas dañaran a la sociedad, por
ejemplo, si perjudicaran al medio ambiente, vendieran productos en mal estado, cobraran precios excesivos, etcétera, tendrían que ser obligadas a
cumplir los fines sociales que justifican
su existencia y las ganancias que obtie12
nen por su servicio a la sociedad.
Obviamente, la ausencia de emprendedores y empresas en una comunidad es
una causa y un efecto de subdesarrollo.
Externalidades
Efectos, buenos o malos, que las acciones de una
empresa o agente económico causan a
otras empresas o agentes. La polución
de los ríos por las papeleras es un ejemplo. En un análisis costo-beneficio de la
operación de una empresa hay que contar como costos y beneficios sociales las
externalidades negativas o positivas de
la empresa. Dado que estos efectos no
forman parte de los cálculos que hacen
los responsables de fundar y gestionar
la empresa que los produce, se da un fallo del mercado, ya que si la determinación del volumen de actividad se deja
únicamente al mercado libre, resultará
un uso ineficiente de los recursos. Las
autoridades tienen que regular la producción de externalidades negativas, o
bien prohibiendo su producción o bien
haciendo que la empresa internalice el
costo (de la polución, por ejemplo,
adoptando tecnologías más caras pero
más ecológicas) o por medio de un impuesto específico. El fomento de externalidades positivas se suele hacer con
subsidios para que se produzcan más de
lo que el mercado libre haría.
Fallos del mercado
Cuando
un mercado dejado a sí mismo no asigna los recursos eficientemente, las autoridades justifican su intervención por
los fallos del mercado. Las externalidades son una clase de fallos del mercado,
pero hay otras: el abuso del poder en el
mercado, que ocurre cuando el vende-
dor —o el comprador— pueden ejercer
una influencia determinante sobre los
precios o sobre la cantidad que se produce. El monopolio y el monopsonio
(monopolio de compra) son los mejores
ejemplos. Un tercer fallo sería la información asimétrica, cuando o bien el
vendedor o bien el comprador tienen
más y mejor información sobre la calidad, coste de producción, estado de la
competencia de un bien que se negocia.
Y como ya vimos, la producción de
bienes públicos no se puede dejar al
mercado ¿Cuánta defensa nacional se
produciría si se dejara la decisión del
mercado?
todos los contribuyentes igual porcentaje o tasa, la carga que soportan los pobres es proporcionalmente mayor que la
soportada por los ricos. A lo que se suele objetar que los ricos pagan más en
concepto de impuestos indirectos, porque consumen más productos y más caros, los cuales llevan mayores impuestos. Los indirectos son más fáciles de
cobrar y por lo general más difíciles de
evadir, por lo que los sistemas fiscales
modernos tienden a expandir el monto
de impuestos indirectos en detrimento
del de los directos, es decir, los sistemas
están evolucionando hacia una mayor
regresividad.
Impuestos
También llamados
tributos, tasas, cánones, diezmos, gabelas, etcétera son cantidades de dinero
que se pagan obligatoriamente a las autoridades, para que estas puedan financiar el funcionamiento de las administraciones públicas, y sobre todo para
financiar la producción y distribución
de bienes públicos. La obligación de pagar impuestos se suele justificar por los
servicios que las autoridades rinden a
los ciudadanos para mejorar la calidad
de vida de estos.
Los impuestos son directos e indirectos. Impuestos directos son los que
se cobran directamente al contribuyente: sobre la renta, el patrimonio, beneficios empresariales, herencias, plusvalías, etcétera. Los impuestos indirectos se
recaudan a través de los suministradores, privados o públicos, de bienes y servicios cargados con impuestos: al valor
añadido, IVA, aranceles, tasas y derechos específicos. Se supone que los indirectos son regresivos, porque, al pagar
Inflación/Deflación
La inflación es una subida continuada y generalizada de precios; continuada por varios meses o un año, y generalizada si se
extiende a varios productos importantes
en el consumo de las personas. La inflación se mide por medio del Índice de
Precios al Consumidor, IPC, que es el
índice ponderado (por su importancia
relativa) de una “canasta” o conjunto de
bienes y servicios que más consumen
las familias. La inflación puede tener su
origen en un aumento de los costos de
producción, inflación de costos, o en un
aumento de la demanda de bienes y servicios, inflación de demanda.
Cualquiera que sea su origen, la inflación se alimenta de dinero (como la
combustión de oxígeno) La manera de
frenar una inflación por grande que sea
es reducir la cantidad de dinero en circulación, y dejar que los otros factores
se ajusten a la disponibilidad de efectivo. Aunque el proceso pude ser socialmente muy costoso. La reducción con13
tinuada y generalizada de precios es la
deflación, un desajuste que suele producir una espiral de desempleo, aplazamiento del consumo y la inversión,
quiebras empresariales, y eventualmente una recesión. Japón experimento este proceso en los años noventa y sólo
ahora está saliendo del foso de la deflación-recesión.
En España la tasa de inflación es baja si la comparamos con la de hace unos
años. Pero todavía es mayor que la media de la Unión Monetaria Europea. Eso
crea problemas de competitividad internacional y de balanza de cuenta corriente. Es necesario reducir la inflación en
España, aunque sea difícil de hacerlo.
Interés
Es el precio que se paga por el uso de dinero prestado. El precio se expresa como un porcentaje (tasa o tipo de interés) de la cantidad
prestada. Cobrar por prestar dinero se
justifica de dos maneras: por el lucro
que el prestamista podría conseguir con
su dinero en otra inversión (lucrum caesans), y por el riesgo de perder su dinero al prestárselo a otra persona (damnum emergens) Según esto, si el riesgo
de perder el dinero es pequeño (como
sucede en un hipoteca) y el rendimiento de otras alternativas es también bajo,
el tipo de interés no podría ser elevado.
En economías complejas como las
nuestras nadie se acuerda de estos principios. En ellas el monto de los tipos de
interés no se determina ya por referencia al lucrum caesans ni al damnun
emergens, sino por la oferta de fondos
prestables y la demanda de créditos. En
la economía hay varios tipos de interés
diferenciados según el riesgo y las re14
gulaciones institucionales, aunque ligados unos a otros. En el vértice de la pirámide está el tipo que determina el
Banco Central Europeo (en estos momentos es el 3,50 %). De ahí se deducen los demás. Cuando cambia el valor
del vértice todos los demás tendrían que
variar en la debida proporción. Lo malo es que cuando el tipo de referencia sube, todos los demás suben inmediatamente (y a veces más de lo debido)
mientras que cuando baja, los otros tipos tardan en bajar y bajan poco.
Mano invisible
En el modelo
teórico de competencia perfecta la economía encuentra su equilibrio, con el
pleno empleo de todos los factores disponibles de producción, sin la intervención de ninguna autoridad, gremio o sindicato. Es “como si una mano invisible
se encargara de coordinar el interés particular de cada persona con los intereses
generales de la comunidad.” La idea es
de Adam Smith, pero no representa todo
su pensamiento. Los mercados del “capitalismo real” están dominados por
manos muy visibles y grandes, como
son los monopolios y oligopolios. No
hay armonía preestablecida ni en los
mercados ni en parte alguna de la sociedad. La mano visible de las autoridades tiene que intervenir para que los
mercados sean eficientes y justos.
Monopolio Lo opuesto a la competencia perfecta en la teoría y en la
práctica. El vendedor tiene un doble poder sobre el mercado: puede reducir la
oferta para crear una escasez artificial y
hacer subir los precios, o puede subir los
precios directamente si su control es más
completo. En ambos casos los consumidores salen perjudicados. Los monopolios son por naturaleza antisociales. En
algunos casos no pueden funcionar suficientes empresas como para eliminar
completamente el poder de monopolios.
Por ejemplo, en el mercado español de
electricidad no hay lugar para muchos
operadores. Es lo que se llama oligopolio (monopolio de varios) También puede existir un “monopolio natural”, el
cual, si se permite por razones técnicas,
tiene que estar estrictamente regulado
para evitar perjuicios a los consumidores. Cuando es el comprador el que tiene poder sobre el mercado existe un monopsonio (monopolio de compra) Por
ejemplo, las grandes empresas automovilísticas con respecto a las que les suministran partes y componentes.
Outsourcing
Subcontratación
en castellano. Es el desplazamiento de
ciertas actividades que se solían hacer al
interior de una empresa (limpieza, cafetería, transporte, empaquetado, partes,
etcétera) a empresas diferentes especializadas en estas actividades. Es una manera para que la empresa ahorre costos
corrientes. Una variedad del “outsourcing” es el offshoring, o deslocalización,
cuando estas actividades se confían a
empresas extranjeras. La experiencia está dando que estas operaciones acaban
siendo solamente una manera de reducir
el empleo sin ganancias apreciables en
eficiencia.
Pleno empleo
En teoría es la
situación en que todas las personas que
quieren trabajar encuentran un trabajo
adecuado. En la práctica, dado que en
punto del tiempo hay varias personas en
busca o cambiando de empleo (desempleo friccional), se suele considerar pleno empleo cuando el número de desempleados no es mayor del 4 % de la
población económicamente activa. Es
uno de los objetivos modernos de las políticas económicas de los países desarrollados. Antes de la Gran Depresión y de
las teorías de Keynes, el pleno empleo se
suponía ser el resultado automático del
ajuste entre oferta y demanda en el mercado de trabajo. La experiencia dio que
este mecanismo de mercado no funcionaba en absoluto y que era necesaria la
intervención de las administraciones públicas para generar el pleno empleo.
Producto nacional
El producto interno bruto, PIB, es una medida de la actividad económica de un
país (también se puede calcular para
comunidades autónomas o provincias).
Se calcula sumando el valor total de la
producción anual de bienes y servicios.
Se compone de: el consumo privado +
la inversión + el gasto público + el
cambio de existencias + la diferencia
entre exportaciones e importaciones.
Todo valorado a precios de mercado.
Si se substraen los impuestos indirectos y se añaden los subsidios públicos,
el PIB se puede calcular al coste de los
factores. Para obtener el producto nacional bruto, PNB, —o renta nacional— a las totales anteriores hay que
añadir los ingresos obtenidos por los
residentes en sus actividades en el extranjero y sustraer los montos pagados
a las actividades de extranjeros en el
país. Estos cálculos no tienen en cuenta los bienes y servicios producidos en
15
la economía sumergida, que en países
como Italia y España puede representar hasta el 20 % del PIB. El solo aumento del PIB no es un buen objetivo
para la política económica, porque no
es una buena medida del bienestar de
la población. No dice nada de su distribución, ni incluye aspectos de una
buena vida como un clima benigno o
las actividades de ocio. Ni incluye actividades económicamente valiosas
que no se pagan, como el trabajo de las
mujeres en el hogar. Pero incluye cosas que deterioran la calidad de vida
como las actividades que dañan al medio ambiente.
Riesgo
La posibilidad de que
las cosas no salgan como se esperaban.
Es un elemento muy importante tanto en
la teoría como en la práctica económica.
Todas las actividades que se hacen mirando al futuro, y casi todas lo hacen en
economía, tienen que considerar el riesgo de que las cosas no salgan como se
esperaban y de que no se obtenga lo que
se había proyectado. Eso obliga a los
agentes a cubrirse de los riesgos, es decir, tomar algún tipo de seguro contra la
eventualidad de que sus cálculos sean
equivocados o las circunstancias frustren sus expectativas. La evolución y
manejo de los riegos se basa en el cálculo de las probabilidades estadísticas
de que se den los resultados esperados.
Algunas veces este cálculo es sustituido
por la intuición de grandes expertos —
los gurús de las finanzas— que parecen
adivinar el futuro. En realidad nadie conoce el futuro porque no existe, y nadie
está libre de riesgos. Por eso “calcular
los riesgos” es una medida de prudencia.
16
Salarios
Constituyen el precio
del trabajo. En teoría los salarios tendrían que variar de manera que la oferta y
demanda estén en equilibrio (pleno empleo) Por fortuna los salarios se resisten
a bajar, de manera que, aunque la demanda de los servicios de los trabajadores baje, los salarios no bajan, sino que
aumenta el desempleo. Los sindicatos
como vendedores “monopsonistas” de
los servicios de los trabajadores pueden
conseguir un salario mayor que el que
supuestamente equilibraría el mercado.
Los salarios ni se rigen, ni se deben regir, por la ley de la oferta y la demanda,
sino que se deben determinar en un contexto de negociación regulado para evitar abusos de poder. La regulación del
mercado de trabajo se hace por medio de
la legislación laboral, que incluye un salario mínimo, un subsidio de desempleo,
una indemnización por despido improcedente, y otras medidas que impiden
que el mercado de trabajo sea como el
de cualquier otra mercancía.
Valor añadido
El valor que se
va añadiendo a un producto desde que
comienza su elaboración a partir de la
materia prima hasta que se vende al detalle al consumidor final. Cada etapa
(supongamos una mesa) recibe nuevo
valor: la forma, la pintura, el transporte,
la exhibición en un comercio, la publicidad que se hace del producto, etcétera.
Cuando el consumidor compra la mesa
tiene que pagar lo suficiente para que la
persona o empresa que ha añadido algo
de valor cobre por sus aportaciones el
producto. El IVA es un impuesto al valor añadido, o impuesto en cascada, que
carga cada fase de la producción.
2. POLÍTICAS
En este capítulo se toman en consideración las acciones que pueden
y suelen tomar los agentes, privados o públicos, que mueven la economía, para conseguir los objetivos básicos del sistema económico o
de las partes que ellos controlan. También se consideran instrumentos
y procedimientos para ejercer el control deseado sobre las variables
económicas. En economía la teoría es “ancilla” de la política, porque
una determinada teoría lleva necesariamente a una determinada política. Muchas veces la política que se quieren llevar a cabo condiciona
los presupuestos y la abstracción que precede a la formulación de las
teorías. Así resultan las teorías condicionadas, apologéticas y defensoras —en apariencia neutras— de determinados intereses económicos.
Ajuste estructural
Es un programa de políticas diseñado para cambiar
la estructura de una economía. En los últimos 20 años este tipo de ajuste, promovido por las Organizaciones Internacionales en los países en vías de
desarrollo, se dirigió a someter a la lógica del mercado todos los sectores de la
economía, algunos de los cuales eran de
propiedad estatal, otros estaban muy regulados y otros funcionaban ineficientemente. Las medidas típicas del ajuste han
sido: privatización de empresas públicas
(la mayor parte vendidas a extranjeros)
con drásticas reducciones de plantillas,
liberalización de los mercados financieros permitiendo la compra libre de moneda extranjera, después de haber deva-
luado drásticamente la moneda nacional,
el desmonte de la protección a la agricultura y a la industria, la introducción
del IVA y el relajamiento de la legislación laboral. En la mayoría de los países
el ajuste consiguió ciertos beneficios
económicos, que estuvieron muy mal repartidos, pero el ajuste causó unos enormes costos sociales.
Análisis costo-beneficio
Es
un método para tomar decisiones basado en la comparación de los costos y los
beneficios de una determinada operación. Se aplica normalmente para decisiones económicas, pero se puede aplicar a cualquier decisión que implique
costos y beneficios (como castigar a un
17
hijo por sacar malas notas). Según este
criterio, para que una actividad sea racional (rentable en términos económicos, o beneficiosa en general), sus beneficios tienen que ser mayores que los
costos en una proporción que se juzgue
adecuada. En concreto, para inversiones
sociales es necesario considerar no solamente los costos y beneficios económicos (los que se pueden medir en euros), sino también los costos y
beneficios sociales, los beneficios que
se pueden obtener y los perjuicios de todo tipo que se puede causar a los individuos y a las comunidades.
Frecuentemente los costos y beneficios
sociales no coinciden con los costos y
beneficios económicos. La educación
de las niñas en los países pobres tiene
un beneficio social muy superior al beneficio económico de las interesadas,
entre otras cosas porque reduce la mortalidad infantil.
Ayuda al desarrollo
Las ayudas en dinero o en especie que los países
ricos, sean personas, instituciones de su
sociedad civil o gobiernos, otorgan a los
países pobres, normalmente a sus gobiernos, aunque también a instituciones
privadas y algunas veces a personas concretas o grupos de personas (a los refugiados, por ejemplo). La ayuda de gobierno a gobierno es la ayuda oficial al
desarrollo. Hace años se estableció como
un objetivo decente para esta ayuda el
0,7 % de la renta nacional de los países
donantes. Hoy sin embargo no pasa del
0,25 %. Esta ayuda, además de ser escasa, es de mala calidad porque es ayuda
atada, es decir, que los gobiernos que la
reciben deben usar el dinero en bienes y
18
servicios del país donante. Además una
parte considerable (en torno al 80 %) de
esta ayuda consiste en créditos blandos,
que son préstamos en mejores condiciones que los préstamos comerciales, pero
préstamos al fin y al cabo. Mucha de la
deuda que estrangula a los países más pobres es de esta naturaleza. Es urgente una
revisión de la concepción y ejecución de
la ayuda al desarrollo, porque esta ayuda
no ha contribuido mucho al desarrollo de
los pueblos, ni ha llegado a los más pobres, y muchas veces retorna al país donante o va a las cuentas secretas de los
gobernantes de los países receptores.
Devaluación
En general es la
pérdida de valor de un activo de cualquier tipo. En economía el término se
suele referir al valor de la moneda de un
país con respecto a un estándar monetario (el oro, cuando existía el Patrón Oro)
o la moneda de un país importante, como fue la libra esterlina durante el siglo
XIX y el dólar en el XX, las denominadas divisas. La devaluación hace más caras a las importaciones y facilita las exportaciones. Por esta razón los gobiernos
recurren a veces a una devaluación intencionada de su moneda para vender
más en el extranjero. Para devaluar su
moneda (el peso, supongamos) el banco
central tiene que comprar moneda extranjera (dólares) a cambio de moneda
nacional (pesos), así aumenta la oferta de
esta en el mercado y su precio baja (se
devalúa). Cuando la devaluación es espontánea y se debe a las fuerzas impersonales del mercado de divisas se suele
llamar depreciación.
Dolarización Algunos países pequeños han adoptado el dólar como moneda de curso legal. Se han dolarizado.
Tal es el caso de El Salvador, en el cual
junto al “colón”, su moneda tradicional,
circula el dólar norteamericano. De hecho la masiva circulación de dólares ha
hecho reducir a la mínima expresión la
circulación del colón. Lo mismo se hizo
en Ecuador, donde el “sucre” sobrevive
como moneda fraccionaria. Panamá,
desde sus comienzos utiliza el dólar,
aunque mantiene el “balboa” como unidad de cuenta. En otros países de
América Latina, aunque no formalmente dolarizados, muchas transacciones importantes se hacen en dólares. Algunos
países pequeños de Europa del este han
adoptado el euro como moneda propia,
sin ser miembros de la Unión Monetaria.
Se han “eurizado”.
Dumping La expresión viene del
inglés to dump (arrojar, echar encima,
inundar) y se refiere a la venta de productos —de igual naturaleza y calidad
que los de sus competidores— a precios
inferiores a los que son normales en el
mercado. Es una práctica que sirve para
ganar porciones de mercado para productos sometidos a una intensa competencia internacional. Es una práctica condenada por las leyes que rigen el
comercio internacional, de manera que la
OMC permite a los países que sufren
dumping de otros defenderse con aranceles y barreras no arancelarias. Algunos
países, Estados Unidos mayormente,
apelan a este permiso para defender sus
mercados de la competencia que hacen a
algunos de sus productos (acero, tejidos,
barcos) países con mayor productivi-
dad. La defensa contra el dumping mal
usada se convierte en una medida proteccionista.
Índice de desarrollo humano
Un índice creado por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo,
PNUD, para clasificar y comparar el grado de desarrollo de los países. Este índice tiene mayor contenido y da más información que el tradicional indicador de
“renta per capita”, que no deja de ser un
promedio simple que se obtiene dividiendo el valor nominal de la renta por el
número de habitantes. Este indicador no
dice nada de la distribución de la renta.
El IDH incorpora a la renta por persona,
el índice de mortalidad infantil y de escolarización, y el acceso a agua potable.
Inversión directa en el extranjero Actividad de una empresa que adquiere activos productivos en el extranjero. Estos pueden ser tierra, minas,
pozos de petróleo, empresas ya existentes, licencias para montar sucursales o
nuevas empresas, fusiones con empresas
de otros países, compra de un número suficiente de acciones para tener derechos
de control en empresas del extranjero. Es
la activad fundamental de las empresas
multinacionales. Es un resultado y una
causa importante del proceso de globalización. La mayor parte de la inversión directa en el extranjero la realizan los países industrializados en otros países
industrializados (casi el 75 % del total)
De la inversión que se hace en los países
en vías de desarrollo o emergentes la mayoría, el 60 %, ha ido a China en los últimos años. España aumentó su IDE
cuando adquirió muchas empresas pri19
vatizadas en América Latina. También
ha invertido mucho en Marruecos y en
China.
John
KEYNES, John Maynard
Maynard Keynes es probablemente el
economista más importante del siglo
XX. El demostró que las fuerzas de mercado eran impotentes para sacar a las
economías de los países industrializados
de la Gran Depresión de 1929-1941, y
que por lo tanto era necesaria una intervención exterior al mercado, es decir, de
las autoridades, para aumentar, por medio de políticas monetaria y fiscal, la demanda global de la economía (cuyo defecto era la causa de la prolongada
depresión), la cual se había hundido por
la aplicación irreflexiva de las medidas
tradicionales (aumento de impuestos y
reducción de los salarios). Keynes ofreció el argumento más potente de la historia a favor de la intervención del gobierno en la economía, por lo que fue
tachado —y todavía lo es— de socialista. Y en cierta manera lo fue porque, para él, el problema del desempleo fue uno
de los objetivos de la revolución conceptual que llevó a cabo con la Teoría general del empleo, el interés y el dinero.
Planificación Un método de gestión de proyectos que se ha aplicado a
la gestión de la economía de un país.
Consiste en hacer estimaciones numéricas de las necesidades de insumos de los
diferentes sectores productivos en base a
las estimaciones de los bienes finales que
son necesarios producir para satisfacer la
demanda de los consumidores. La planificación puede ser indicativa o preceptiva. La primera crea un marco para orien20
tar las decisiones de las empresas privadas. La segunda se convierte en una orden que los empresarios del sector público deben seguir. La planificación puede
ser centralizada o sectorial, según haya
uno o varios cuerpos responsables de la
planificación. La planificación preceptiva y centralizada, era la base de la economía soviética. Aunque tuvo algunos
resultados espectaculares, sobre todo en
el sector del armamento, la energía atómica y el espacio, fracasó estrepitosamente en la provisión de bienes para el
consumo de masas diversificado y de calidad como se daba en el occidente.
Política fiscal
Es la política
económica propia de las administraciones públicas. Tiene dos vertientes: la recaudación de recursos por medio de
impuestos y la aplicación de estos recursos (gasto público) para satisfacer
las necesidades de la sociedad que son
su responsabilidad: estabilizar la economía y la producción y distribución de
bienes públicos. El gasto de las administraciones públicas es una variable
esencial de la economía, porque puede
afectar a las condiciones generales de
los negocios y al bienestar de los ciudadanos. Si gastaran más de lo que ingresan, tendrían un déficit fiscal, el cual si
es grande y duradero, puede provocar
inflación, depreciar la moneda y reducir
la inversión extranjera en el país. En la
Unión Monetaria Europea no se permite un déficit mayor del 3 % de producto interno bruto. La política fiscal es hoy
por hoy el único instrumento de política macroeconómica con que cuenta el
gobierno. Eso nos lleva al tema de la
justicia fiscal.
En teoría los impuestos bien usados
aumentan el bienestar de los contribuyentes. Si los impuestos no cumplieran
esta función serían ilegítimos y su cobro
sería un abuso de autoridad. Para que los
impuestos sean justos es necesario además que la carga tributaria relativa sea
igual para todos, de manera que la proporción de los ingresos que paga cada
contribuyente esté en consonancia con su
nivel de ingresos. Quienes más ganan tienen que pagar una proporción mayor de
sus ingresos que quienes ganan menos.
Es lo que se llama el sistema fiscal progresivo, como hay en todos los países
desarrollados.
Política monetaria
La política
de las autoridades monetarias, el banco
central normalmente. Esta política tiene
como objetivo principal el mantener el
poder adquisitivo del dinero, es decir,
combatir la inflación y conservar el valor exterior de la moneda También se
puede usar para conseguir el pleno empleo, creando estímulos a la actividad
económica. Sus instrumentos son: la determinación del tipo de interés (el precio
del dinero prestado), y el control de la
emisión de dinero y de otros medios de
pago. (cuentas de ahorro, tarjetas de crédito). El estado español cedió la política
monetaria al Banco Central Europeo y
al ECOFIN, una institución de la UEM
que reúne a los ministros de finanzas.
Polizón fiscal Polizón es quien
viaja sin pagar. En el terreno fiscal hay
muchos polizones que se benefician de
los servicios y bienes públicos que procuran las administraciones públicas sin
contribuir a sus gastos. Los evasores de
impuestos son auténticos polizones o
“gorrones” que disfrutan sin pagar de lo
que otros contribuyen a financiar.
Regulación
Es el conjunto de
medias que toman las administraciones
públicas para ordenar al bien más común
y general las actividades de las empresas
privadas. Se aplica sobre todo en el caso
de monopolios y oligopolios en la producción de bienes y servicios esenciales
para la sociedad, como la electricidad, los
transportes, la bolsa de valores, etcétera.
Normalmente se hace a través de agencias especializadas del gobierno, aunque
algunas industrias se imponen regulaciones en un ejercicio de auto-regulación.
La regulación se justifica económicamente por los fallos del mercado, por
ejemplo, en la internalización de los costes de externalidades perjudiciales a la
sociedad como la polución.
Seguros
El seguro en economía
es cualquier cosa que sirva para reducir
el riesgo. Las formas más conocidas son
las pólizas que se compran a compañías
de seguros privadas, las cuales nos cubren en caso de incendio, robo, accidente laboral o de tráfico, muerte prematura
y cualquier otra eventualidad que queramos contratar con ellas. Hay, sin embargo, personas de “alto riesgo”: enfermos
crónicos, personas con síndrome de
Down u otras discapacidades, ancianos,
desempleados, desvalidos, a quienes ninguna compañía privada querrá asegurar
(con una prima razonable) Para estos miles o millones de casos el seguro público
y obligatorio es necesario, la Seguridad
Social. La SS funciona por la “ley de los
grandes números”, poniendo en común
21
los riesgos de muchas personas, lo que
diluye la probabilidad de que ocurran los
siniestros contra los cuales se asegura
una persona. Si todos los trabajadores del
país pagan a la Seguridad Social una pequeña cotización para su seguro de desempleo, el riesgo de que ocurra el desempleo en todo el colectivo es mucho
menor que el riesgo de que ocurra en una
familia. En el mundo de los seguros los
fallos del mercado son muy graves. La
corrección que introduce la Seguridad
Social es esencial. Mantener la el sistema de Seguridad Social debiera ser un
objetivo prioritario de los movimientos
cristianos, populares y progresistas.
SMITH, Adam
Filósofo moral escocés (1723-1790) escribió La Teoría de
los Sentimientos Morales y Una
Investigación en la Causa de la Riqueza
de las Naciones, más conocida como La
Riqueza de las Naciones. Se le considera el padre de la economía moderna por
su método discursivo y el análisis de casos. Es sin embargo muy diferente de los
22
economistas neo-clásicos. Smith hacía
economía política y no simplemente economía, como se hace ahora, que prescinde de las personas reales y de las instituciones sociales. Smith tiene que ser
interpretado en su particular contexto.
No escribe para el siglo XXI, como a veces se lo quiere interpretar, sino para finales del siglo XVII, cuando las monarquías absolutas ponían la riqueza de sus
naciones en acumular oro y plata, por
medio de la conquista y el comercio depredador. Para Smith la causa y origen de
la riqueza es el trabajo humano: “la riqueza de las naciones es el trabajo de su
gente” escribe al inicio de su libro. Y luego pasa a explicar cómo por medio de la
división del trabajo y el intercambio comercial aumenta la productividad del trabajo y la riqueza de las naciones. En su
Teoría de los Sentimientos Morales nos
presente una sociedad en la que el “fellow feeling”, el sentimiento de solidaridad, es la base de la sociedad.
Lógicamente esta antropología subyace
a sus ideas sobre el mercado.
3. INSTITUCIONES
El tercer capitulo de esta antología trata de las instituciones y organizaciones que tienen un papel prominente en la marcha de la economía
nacional e internacional. Son las que llevan a cabo y dan continuidad a
los políticas arriba mencionadas. El funcionamiento de las instituciones
es fundamental para que funcione la economía, como son fundamentales para que funcione el estado. De hecho una de las diferencias
esenciales entre los países desarrollados y los subdesarrollados está
en el funcionamiento de las instituciones. El gobierno en primer lugar y
luego, los tribunales de justicia, los registros, las aduanas, los mercados, los órganos de regulación económicos, la banca, la bolsa, etcétera. Hoy en día el Banco Mundial entre otros promueve la reforma institucional de los países en vías de desarrollo, porque se han dado cuenta de que ni los conceptos más lúcidos ni las políticas mejor diseñadas
funcionan si no hay instituciones capaces de sustentarlas.
Banco central
Es el guardián
del sistema monetario. Hasta la entrada
de España en la Unión Monetaria
Europea, el Banco de España hacía las
funciones de banco central. El banco
central es ahora una entidad autónoma,
independiente del poder ejecutivo, pero
responsable de sus acciones ante el parlamento, el cual también nombra a su
director. Un banco central independiente, al no tener que preocuparse de contentar a un electorado, es más probable
que actúe en el interés a largo plazo del
país.
Banco Central Europeo
Con
el Euro estas funciones han pasado al
Banco Central Europeo, BCE, que reside en Frankfurt. Este fija el tipo de interés a corto plazo, decide la emisión de
moneda y vigila la salud del sistema financiero, lo que incluye la de “prestar
en última instancia” a bancos comerciales que se encuentren en dificultades. La
principal misión del BCE es la de combatir la inflación, lo que equivale a mantener el poder adquisitivo del dinero. El
BCE se ha fijado una meta de inflación
del 2 % anual y dirige sus acciones a
23
conseguir esta meta en todos los países
de la UME. España, como se sabe, tiene una tasa de inflación (2,7 %) que es
superior a la tasa meta. En Estados
Unidos la banca central tiene una estructura federal: el Sistema Federal de
Reserva, formada por nueve bancos
centrales estatales. El SFR es completamente independiente del poder ejecutivo.
Banco Internacional para la
Reconstrucción y el Desarrollo.
Banco Mundial
Ver Instituciones
de Bretton Woods.
Bolsa
También conocida como
bolsa de valores, es un lugar donde se
venden y compran acciones y bonos y
otros tipos más modernos de activos financieros (los derivados) Las cotizaciones que resultan son los precios que se
forman por la interacción de la oferta y
la demanda. Hoy en día la bolsa se ha
convertido en una actividad virtual ininterrumpida, ya que las acciones de las
empresas más grandes (Telefónica,
Repsol o Endesa en España) se comercian durante las 24 horas del día en diversas partes del mundo, de manera que
el mercado para esas está siempre
abierto y funcionando. Por medio del
Internet y la tarjeta de crédito cualquier
persona puede acceder a la bolsa sin
moverse de su casa.
La evolución de los precios de las
acciones se mide por medio de índices
o indicadores que se construyen a partir
de los precios de las acciones que más
se negocian. Así tenemos en España el
IBEX 35, con las cotizaciones (debidamente ponderadas) de las 35 principales
24
empresas. El Nikkei de Japón es el primero que conocemos por las mañana, al
cierre de la bolsa de Tokio. Pero el más
importante es el de la bolsa de Wall
Street en Nueva York. Para valores de
nuevas tecnologías hay un índice especial, el NASDAQ.
Bretton Woods
Es un pueblo
de New Hampshire, Estados Unidos,
que se hizo famoso por una reunión que
se celebró allí en 1944, para organizar
el orden económico internacional después de la Segunda Guerra Mundial. Se
reunieron los aliados y sus amigos (entre ellos la Unión Soviética), bajo el liderazgo de los Estados Unidos y el
Reino Unido, los cuales aportaron diversas concepciones del futuro. Los soviéticos no aportaron mucho, porque
ellos tenían una economía centralmente planificada. Los norteamericanos
querían completa libertad de movimientos de mercancías y capitales, como había habido antes de la Primera
Guerra Mundial. Los ingleses, al mando de J.M. Keynes, preferían mayor
control de la economía por las autoridades nacionales. El resultado fue un compromiso: un sistema de tipos de cambio
(o paridades) fijos, pero ajustables en
caso de un desequilibrio fundamental
de la balanza de cuenta corriente.
Capitalismo
Es una forma de
organizar la economía que se basa en:
a) la propiedad privada de los medios de
producción y de los productos (bienes y
servicios) que resultan del proceso productivo, b) el mercado libre, es decir, el
conjunto de mercados no organizados ni
controlados por las autoridades, para
hacer llegar los productos a los consumidores finales; c) la separación de la
propiedad del capital social de las empresas de la gestión de las mismas y de
la colaboración de los trabajadores; d)
la ausencia de alternativas viables en la
actualidad.
Club de París
Una asociación
informal de los países ricos que se reúne ocasionalmente para reducir, renegociar, y —rara vez— cancelar la deuda
de los países pobres a las instituciones
de crédito oficial de los países miembros. No se trata, por lo tanto, ni de deuda a bancos privados, ni a los organismos internacionales. Mucha de esta
deuda se origina en los créditos blandos
FAD (con cargo al Fondo de Ayuda al
Desarrollo) que obligan a los receptores
a gastarlos en bienes y servicios del país donante, cuando, como sucede frecuentemente, no se encuentran en el
propio país receptor.
Davos
Es un pueblecito de
Suiza, donde todos los años se reúnen
políticos, empresarios, comunicadores
y “famosos” en general (los “hombres
de Davos”), para cambiar opiniones sobre el futuro de los negocios, proponer
cursos de acción y realizar negociaciones más o menos amplias para determinar la marcha de la economía mundial.
La reunión está organizada por el World
Economic Forum, un centro de estudios
suizo que publica con esa ocasión un
Informe sobre la Competitividad en el
Mundo. La competitividad se define ahí
como el conjunto de condiciones que
hacen atractivo un país para la inversión
extranjera y los negocios internaciona-
les. Curiosamente los primeros países
suelen ser los escandinavos (Finlandia
es el primero) y los 20 primeros, fuera
de los Estados Unidos, tienen “estados
del bienestar” muy desarrollados.
España figura en el puesto treinta. Al
Foro de Davos se opone el Foro de
Porto Alegre, donde se reúnen los críticos de la globalización para discutir y
proponer cursos alternativos al proceso
de globalización.
Enron
Una empresa que sintetiza todos los males del capitalismo norteamericano a comienzos del siglo XXI.
Hasta finales de 2001, Enron, una empresa de energía con base en Houston
Texas, había sido una de las empresas
más admiradas en EE.UU. Se alababa
su innovación de vender energía por
Internet, la nueva cultura corporativa y
su sistema de evaluación del trabajo con
la participación de los mismos empleados. Sin embargo, revelaciones de que
la empresa cometía fraude en su contabilidad la llevaron a su bancarrota. Pero
antes, los directivos, sabiendo que la
empresa iba mal, vendieron sus acciones a sus propios empleados. Cuando la
empresa quebró y sus acciones se hundieron, miles de empleados perdieron
prácticamente sus pensiones de jubilación.
Euribor
Significa: EuroInterbank-Offered-Rate. Es el tipo de
interés al cual se pagan los depósitos a
plazo fijo en la Unión Europea ofrecidos por un banco con crédito sólido (a
prime bank) a otro de las mismas características. Si es un crédito a un día,
en vez de euribor se llama eonia. El eu25
ribor a un mes era 3,303 %, a 6 meses
3,582 % y a un año 3,753. a principios
de octubre 2006 El euribor es el tipo de
interés básico del sistema bancario.
Euro
Es la moneda de curso legal en los países miembros de la Unión
Monetaria Europea, UME. Esta unión
está constituida por los miembros más
antiguos de la Unión Europea menos el
Reino Unido, Suecia y Dinamarca. El
euro comenzó a existir en enero de 1999
como unidad de cuenta y medio de pago en transacciones financieras, pero
comenzó a circular en billetes y monedas en enero de 2002. Cuando el euro se
lanzó equivalía a 166,863 pesetas.
Aunque el euro tuvo una gran aceptación y la inmensa mayoría de la población se ha acostumbrado a su uso en la
vida ordinaria, todavía se usa la peseta
(que legalmente ya no existe) como
“unidad de cuenta” para cantidades
grandes, que se suelen dar en millones
de pesetas. La introducción de euro causó un inmediato aumento de los precios
por la práctica de “redondear” las cifras.
A causa del redondeo, la gente no percibe las ventajas que ha traído la introducción del euro. Una ha sido el disfrutar de un tipo de interés muy bajo (que
no sería igual si lo determinara el Banco
de España) y de una inflación relativamente baja, aunque sea algo superior a
la media de la Zona Euro. Pero sobre todo el euro ha defendido a la economía
española de las crisis financieras de la
última década, las cuales apenas han
hecho mella en la paridad de nuestra —
nueva— moneda. Un inconveniente
que no se siente mucho es la renuncia
del estado a usar políticas monetaria,
26
cambiaria y comercial, lo que le deja
con un solo instrumento de ajuste en la
mano: la política fiscal.
Fondo Monetario Internacional
Ver Instituciones de Bretton
Woods.
G-8
La G viene de grupo, y se
aplica al grupo de los siete países más
ricos en términos del valor nominal de
su producto nacional, los cuales constituirían el G-7, Rusia se ha incorporado hace pocos años, no por el tamaño de
su economía sino por el tamaño de su
arsenal nuclear. España, que está a las
puertas, aspira fervientemente a entrar
en ese selecto club. Un representante de
la Unión Europea también asiste, aunque no afecta al número ocho. La cumbre del G-8 reúne todos los años a los
jefes de estado y de gobierno de los países miembros para tratar los asuntos
económicos y políticos más importantes
del momento, expresar buenas intenciones y lanzar grandiosas promesas que
luego no tienen seguimiento en cada
uno de los países miembros. Sus declaraciones, sin embargo, dan una idea de
las preocupaciones que se tienen en las
alturas. En 2003 los 21 países en desarrollo que representan la mitad de la
población mundial y dos tercios de sus
agricultores, formaron el G-21 para promover un comercio libre de productos
agrícolas. Este grupo ha estado muy activo en las últimas reuniones ministeriales de la OMC.
GATT
Iniciales del General
Agreement on Tariffs and Trade
(Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio). El GATT es un típico “parto de los montes”, un ratoncito que salió de la Conferencia de Bretton Woods
por la puerta trasera. Cuando el
Congreso de Estados Unidos rechazó la
Carta de la Habana, que contenía el estatuto fundacional de una Oficina del
Comercio Internacional, se recogieron
algunos de los artículos de la carta que
contenían los principios y procedimientos para una reducción mutua de aranceles. El GATT funcionó por medio de
rondas de negociación, de las que se beneficiaron sobre todo los países industrializados, porque eran los que más incentivos tenían para reducciones
mutuas de aranceles. Los países en vías
de desarrollo se quedaron al margen. La
Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, UNCTAD, se fundó para atender a los problemas del comercio, sobre todo de
materias primas, relacionados con el
desarrollo. El GATT se disolvió al final
de la Ronda Uruguay en 1996 para convertirse en la Organización Mundial del
Comercio, OMC, con unos fines y objetivos más amplios que el GATT, aunque también con un claro sesgo a favor
de los intereses y empresas de los países más desarrollados.
Instituciones
de
Bretton
Woods
Para vigilar el sistema de
tipos de cambio fijos acordado en
Bretton Woods se estableció el Fondo
Monetario Internacional, FMI, como
una cooperativa internacional de crédito para ayudar a los países en sus pagos
internacionales. Después de 1973,
cuando el sistema de Bretton Woods dejó de funcionar, el FMI recibió nuevas
misiones para seguir existiendo. Sus actuales intervenciones en los países pobres, no estaban en absoluto previstas en
1944. Hoy en día funciona como un
gendarme financiero al servicio de los
mercados financieros privados. En los
países más ricos tiene muy poca influencia.
Otra criatura de Bretton Woods fue
el Banco Internacional para la
Reconstrucción y el Desarrollo, Banco
Mundial, en breve. El BM fue concebido como una mecanismo para hacer
préstamos de los países ricos (en aquel
entonces principalmente los Estados
Unidos) a los países destrozados por la
guerra y a los menos industrializados
(como los de América Latina que no
participaron en la guerra) El BM sin
embargo no tuvo mucho que ver en la
reconstrucción de Europa, pero fue fundamental para el desarrollo económico
de los nuevos estados que surgieron a
partir de 1947 (independencia de la
India) del proceso de descolonización.
Con el tiempo el BM ha interferido, a
través de la condicionalidad de sus préstamos, en la implantación de modelos
económicos inapropiados a los países
del Mundo Pobre. Medio siglo después
de su fundación el BM ha hecho examen de conciencia y parece más dedicado a la lucha contra la pobreza.
Mercados a futuro
Hay mercados en los que se pueden comprar hoy
cosas para ser entregadas dentro de tres
o seis meses. De esa manera el comprador se libra de la incertidumbre de cual
será el precio en la fecha de entrega.
Comprando a futuro se quita esta incertidumbre. El precio actual (spot), sin
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embargo está en función de la estimación que hagan los vendedores y compradores del precio futuro. Si el mercado está al alza, el precio a futuro será
mayor que el actual y viceversa. Si yo
compro petróleo hoy a 60 dólares el barril para recibirlo dentro de tres meses y
cuando llega el plazo de entrega el precio spot es de 55 dólares el barril, he perdido 5 dólares en cada barril. Pero si el
precio spot fuera de 70 dólares, he ganado 10 dólares por barril. Por esta razón comprador y vendedores deben tener una idea lo más exacta posible de lo
que será el precio spot dentro de tres
meses. Eso hace que los mercados a futuro estén muy influenciados por los
acontecimientos que pueden alterar el
curso de los precios. El miedo de que escasee el petróleo (y otras materias primas) dentro de seis meses puede llevar
a hacer grandes compras en el presente
que en conjunto hagan subir los precios.
Los mercados a futuros suelen ser muy
inestables, como vemos con las materias primas.
Mercantilismo
El sistema económico que se basa en el control de la
mayor parte de las transacciones importantes por parte de las autoridades. Fue
el sistema propio de las monarquías absolutas de los siglos XVII y XVIII. Es
lo opuesto al laissez faire, laissez passer que predicaba el liberalismo. Así como el liberalismo político fue una revolución contra las monarquías absolutas,
de la misma manera el liberalismo económico lo fue contra el mercantilismo.
En tiempos recientes se usa el mercantilismo como un concepto aplicado exclusivamente al comercio exterior e im28
plica un control más o menos intenso de
las transacciones internacionales, restricción de las importaciones y fomento
de las exportaciones para conseguir una
balanza de comercio positiva. Mercantilismo es sinónimo de proteccionismo.
Micro-crédito
Sistema para
conceder créditos pequeños a personas
de bajos ingresos. Los pobres de los países en desarrollo son grandes usuarios
de crédito, dadas las necesidades insatisfechas que tienen y lo poco que ganan. Pero reciben los créditos de usureros locales que cobran unos intereses
enormes por el uso de los 2 ó 3 dólares
que dan prestado. Se han conocido casos de cobrar el 100% del préstamo en
un solo día. Para evitar los abusos de los
usureros entre los pobres, el banquero
de Bengladesh Mahommed Yunus fundó el Grameen Bank para hacer préstamos a los pobres. La mayoría de sus
clientes son mujeres asociadas para
compartir la responsabilidad de usar
bien y pagar los créditos. Muchas personas e instituciones han imitado sus
principios y métodos.
OCDE
Organización para la
Cooperación
y
el
Desarrollo
Económico. Es el Club de los países ricos con base en París. Se inició en 1961
como Organización para la Cooperación Económica Europea, OCEE, que
se estableció bajo el Plan Marshall para ayudar a la reconstrucción de Europa
occidental después de la Segunda
Guerra Mundial. En la actualidad lo
componen 30 países, los cuales producen las dos terceras partes de los bienes
y servicios del mundo. La actividad de
la OCDE se limita a producir estudios y
estadísticas económicos, informes específicos sobre las economías de los países miembros y ofrece un marco para
organizar y monitorear la ayuda al desarrollo (ODA) y la negociación de la
deuda externa.
Política agrícola común, PAC
La Unión Europea tiene una política
agrícola común, que siguen con pequeñas variantes todos sus miembros. La
política consiste en garantizar un precio
mínimo a determinados productos agrícolas. Para ello la UE compra los excedentes de producción al precio fijado.
Este precio, mayor que el de otros grandes mercados, incluye un subsidio a la
producción. Con este estímulo, la producción es muy superior a las necesidades de los ciudadanos de la UE. Los excedentes que se acumulan o bien se
destruyen o se venden como ayuda a los
países en vías de desarrollo a precios inferiores a los del mercado, con lo cual
destruyen los mercados domésticos y
hacen dumping en los mercados mundiales. Para mantener bajo el costo de
este subsidio la UE pone barreras al comercio, incluyendo cuotas y aranceles,
para proteger a los agricultores europeos de la competencia de productos más
baratos en otras par1tes del mundo. Esta
manera de proteger a los agricultores
europeos es muy costosa para la propia
Unión Europea y sus ciudadanos, además de poner trabas al comercio con países emergentes o en vías de desarrollo.
Socialismo
Nació del deseo de
repartir más equitativamente los beneficios de la Revolución Industrial, en la
cual los trabajadores tuvieron un papel
esencial. La manera más drástica de este
reparto sería la apropiación de los medios
de producción por lo trabajadores para
evitar la explotación. Formas más moderadas serían el aumentar la participación
de los trabajadores en las decisiones de
las empresas por medio de la legislación
laboral. El socialismo no sólo es una teoría del reparto del lucro capitalista. Es
también una concepción de la persona
humana y de las relaciones sociales en el
mundo del trabajo moderno.
Tasa Tobin
James Tobin, premio Nobel de economía en 1981, propuso en los años setenta la imposición
de un pequeño impuesto sobre los movimientos de capital especulativo a corto plazo, para evitar la volatilidad en los
mercados de capitales. Casi treinta años
despues ATTAC ha resucitado esta propuesta para frenar los movimientos de
capitales especulativos en nuestros días,
que causan tantos daños en los países
emergentes y en vías de desarrollo.
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