Guía abreviada

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Paseo del Tránsito, s/n.
45002 Toledo
Teléfono: 925 223 665
e-mail: [email protected]
Museo
del Greco
Guía
Breve
Guía Breve
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MINISTERIO DE CULTURA
Edita:
© SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA
Subdirección General
de Publicaciones, Información y Documentación
© De las imágenes y los textos: sus autores
NIPO: 551-11-036-X
ISBN: 978-84-8181-487-3
Depósito legal: M-47568-2011
Imprime: Punto Verde
Papel reciclado
MINISTERIO
DE CULTURA
Ángeles González-Sinde
Ministra de Cultura
Mercedes E. del Palacio Tascón
Subsecretaria de Cultura
Ángeles Albert
Directora General de Bellas Artes y Bienes Culturales
Índice
Introducción, 8
Las colecciones, 23
La exposición permanente, 27
Itinerario, 31
1. Planta baja, 31
2. Planta primera, 35
3. Planta baja, 62
Introducción
Llegada del Greco a Toledo
El Greco llegó a Toledo en 1577 y se encontró con uno de los
centros de cultura y vida más activos de la península.
En 1560 el eje de la vida política española se había
desplazado desde Toledo, la llamada Ciudad Imperial, a
Madrid. La construcción del monasterio de El Escorial iniciada
tres años después, desplazó definitivamente el asiento de la
Corte y provocó un periodo de decadencia en Toledo, tras la
edad de oro vivida con el reinado de Carlos V.
La ciudad que encontró Doménico Theotocópoli era muy
favorable para el desarrollo de sus actividades culturales.
Vista y plano de Toledo (detalle). El Greco. Hacia 1610-1614.
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La vida religiosa, literaria y artística se mantuvo floreciente
hasta el reinado de Felipe III, momento en que la crisis
sacudió a Toledo en todos los niveles. A partir de 1591
empezó su ocaso, cuando fracasó el intento de hacer
navegable el Tajo hasta Lisboa.
En la pintura, la tradición de Juan Correa de Vivar, muerto
en 1566, comenzó a verse como algo arcaico. Los pintores
toledanos de la época del Greco se adscribían, a partir de este
momento, a la sobriedad del estilo de El Escorial que la iglesia
imponía al arte religioso, que debía ser docente y ejemplar.
En este contexto destacan Luis de Carvajal, representado
en el monasterio de El Escorial, o Blas de Prado, uno de los
primeros en practicar el género del bodegón.
Al mismo tiempo, mientras en el panorama artístico estaba
triunfando el nuevo naturalismo español, el Greco extremó
su personal manierismo, alargando las figuras a la vez que
transformaba la rica paleta de colores para crear una nueva
gama cromática.
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En Toledo, el Greco frecuentó la compañía de eruditos,
poetas y sacerdotes, más que la de pintores. Tuvo una
pequeña biblioteca de libros en griego, italiano y castellano,
y se hizo famoso por su ingenio e inteligencia, aunque
también por su orgullo y arrogancia que provocaron
desavenencias con los clientes. Muchos de sus trabajos se
resolvieron en forma de pleitos, como el de Illescas en 1603,
donde se revela al pintor como un ser soberbio que tenía en
muy alta estima la actividad creadora que desarrollaba.
Como retratista ha dejado imágenes de marcada intensidad
de los personajes que le rodearon y confiaron en él, desde
el Cardenal don Fernando Niño de Guevara, hoy en el
Metropolitan Museum of Art de Nueva York o humanistas
como los hermanos Antonio y Diego de Covarrubias, en la
colección del Museo, hasta caballeros anónimos que se han
fijado en nuestra memoria como arquetipos de la España
grandiosa y sombría de su tiempo.
El Greco murió en Toledo en 1614. Su amigo el poeta Félix
Hortensio Paravicino, al que además retrató, le dedicó un
emotivo soneto que termina así:
“Creta le dio la vida y los pinceles,
Toledo mejor patria, donde empieza
a lograr con la muerte eternidades.”
A partir de entonces la ciudad del Tajo quedará para siempre
ligada a la figura del Greco, y viceversa, ya que, además, es
protagonista en muchas de sus composiciones más famosas.
Marqués de la Vega-Inclán. Museo Nacional del Romanticismo.
Archivo Vega-Inclán.
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El edificio
El Museo del Greco se encuentra en un conjunto de casas
que adquirió el marqués de la Vega-Inclán, a principios del
siglo xx, en la judería medieval toledana. La restauración del
conjunto y la acometida de un nuevo edificio se llevó a cabo
bajo la dirección del arquitecto Eladio Laredo, que trató de
reconstruir la casa del Greco en el palacio que habitaba en
el siglo xiv Samuel Leví, tesorero del rey Pedro I “el Cruel”, y
posteriormente, en el siglo xv el marqués de Villena. Desde el
principio, el Marqués dará escasa importancia a las justificadas
dudas de que el pintor hubiera vivido realmente en dicha casa,
apostando por la recreación histórica de la vivienda.
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Este modo de exponer fue pionero en España y el éxito
logrado en algunos ambientes, como la cocina y el estudio,
suscitó numerosas visitas de personajes ilustres e imitaciones
por parte de otros museos. Todo ello contribuyó al desarrollo
del llamado “estilo español”.
Finalizadas las obras de restauración del conjunto se
formalizó la donación al Estado, a excepción de la casavivienda de Vega-Inclán, conservada como propiedad
privada hasta su muerte, momento en que pasó a manos del
Estado mediante cláusula testamentaria. El 27 de abril de
1910 se constituyó un Patronato formado por personalidades
de la cultura, el arte y la política de la época, inaugurándose
el Museo para el público en junio de 1911.
A partir de este momento el Museo sufrió diferentes
actuaciones: en 1914 se crearon cuatro nuevas salas en las
dos plantas del edificio y, en 1921, se creó una nueva sala
que albergaría 15 cuadros más, cuatro de los cuales fueron
donados por el propio Vega-Inclán. Entre 1924 y 1925 se
construyó una capilla absidial rematada con un artesonado
mudéjar que albergaría finalmente El retablo de San
Bernardino. Tras estas actuaciones se realizarían otras tres
más en las décadas de 1950, 1960 y 1980; esta última supuso
una rehabilitación integral de los dos edificios y la renovación
del espacio expositivo.
Entre diciembre de 2002 y febrero de 2003 se llevó a cabo
una renovación parcial de algunas salas, en las que se
presentaron obras restauradas para tal fin. Finalmente, en el
año 2004 se desarrollaron un nuevo programa y proyecto
expositivo, impulsado por la Subdirección General de
Sala Casa-Museo del Greco. IPCE-AM 34990B.
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Museos Estatales y enmarcado dentro de un plan general
de renovación de la institución, que culminó con la actual
reapertura del Museo.
La intervención realizada en el Museo en los cuatro últimos
años ha supuesto una remodelación integral, tanto de su
exposición permanente como de sus edificios e instalaciones,
respondiendo a las necesidades de un museo actual.
Partiendo de las dificultades que plantea la adecuación de
un edificio histórico, se han adaptado los diferentes espacios
dotándolos de nuevos servicios destinados al público y
garantizando la máxima accesibilidad a todos los visitantes,
incluidas aquellas personas que presenten movilidad reducida.
Tras estas actuaciones y coincidiendo con el centenario de
su creación, el Museo pretende inaugurar una nueva etapa,
tanto en su concepción como en su proyección pública,
dejando atrás anteriores opciones historicistas y centrando
su discurso en torno a la figura del Greco y la influencia de su
obra y personalidad en el Toledo de comienzos del siglo xvii.
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El fundador del Museo
Don Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer (1858-1942), II
marqués de la Vega-Inclán, fue uno de los mecenas más
importantes de la primera mitad del siglo xx, además de
un adelantado de los museos especializados y un gran
defensor del valor del patrimonio cultural español. Llegó a
imponer en nuestro país la moda de la reconstrucción de
los ambientes históricos en los que habían surgido las obras
expuestas; a él se debe la creación de la Casa de Cervantes
en Valladolid (1915) y el Museo Romántico en Madrid (1924),
además de otras empresas como la restauración de la
Izquierda, Casa-Museo del Greco. IPCE-AM 00222C. Arriba, marqués de
la Vega-Inclán. Museo Nacional del Romanticismo. Archivo Vega-Inclán.
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Retrato del marqués de la Vega-Inclán. Joaquín Sorolla. 1910.
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Sinagoga del Tránsito en Toledo o el Patio del Yeso en el
Alcázar de Sevilla, y entendió de forma precursora el estudio
y promoción de los medios para el fomento del turismo.
Su manera de trabajar quedó definida con la fundación de
la Casa y Museo del Greco en Toledo inaugurada en 1911,
su primer gran proyecto. Él compró los solares y edificó la
casa, pero los cuadros que formarían el núcleo del Museo
eran todos de propiedad pública: 17 procedentes del Museo
Provincial, entre los que se encontraban el Apostolado, la
Vista y Plano de Toledo, los retratos de los hermanos Antonio
de Covarrubias y Diego de Covarrubias y el San Bernardino,
que estaba entonces depositado en el Museo del Prado. En
1921, coincidiendo con la ampliación del Museo, creó una
nueva sala con 15 cuadros más, contribuyendo a afianzar su
idea de Casa-Museo.
Cocina Casa-Museo del Greco. IPCE-AM 00380C.
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De Casa-Museo a Museo del Greco
En marzo de 2011 el Museo abrió de nuevo sus puertas
al público en una sede renovada y con una nueva
interpretación de sus colecciones. Tras la reapertura,
coincidiendo con el centenario de la creación de la
institución, se ha inaugurado una nueva etapa conceptual
del Museo, respetando el pasado y apostando con fuerza
por el rigor y la veracidad expositiva en su discurso. Por
ello, uno de los objetivos esenciales de la exposición será
explicar que la antigua “Casa” que servía de denominación a
la institución nunca perteneció al Greco y que su vinculación
con el pintor obedeció a las ideas y voluntades de una
corriente historicista y a unos conceptos museológicos
diferentes de los actuales.
Sala Casa-Museo del Greco. IPCE-AM 0376C.
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Desde sus inicios, el Museo fue concebido como una
recreación de ambientes, idea que ha sido respetada
en parte por el nuevo plan museológico, manteniendo
algunas estancias ideadas por el Marqués. Para evocar
estos ambientes, se ha partido de investigaciones históricodocumentales que dan rigor a los contenidos y evitan falsos
históricos.
Por otra parte, el nuevo planteamiento museológico
ha introducido importantes mejoras: clarificación de la
circulación, recuperación de espacios expositivos, nuevas
salas o la inserción de medios audiovisuales para hacer más
comprensible el discurso expositivo.
Dentro de este nuevo contexto de renovación la imagen
institucional del Museo también ha sido transformada,
creando un lenguaje visual y gráfico, único y específico para
el Museo, que proyecta sus nuevos atributos y valores, y que
es un fiel reflejo de su personalidad más actual y moderna, al
identificarla inequívocamente y hacerlo reconocible ante su
futuro público.
Se pretende transmitir así la idea de un Museo renovado,
en el que los aspectos de la comunicación con el público
adquieren una gran relevancia y una visualización más
moderna y actual.
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Las colecciones
El origen de las colecciones se sitúa a inicios del siglo xx,
cuando el II marqués de la Vega-Inclán fundó el Museo con
obras dispersas del artista cretense. Sin embargo, la idea del
Marqués no fue solo crear un museo monográfico dedicado
al Greco, sino también reunir otras pinturas de escuela
española para crear un auténtico Museo de Arte Español
(así queda especificado en la Real Orden de 27 de abril de
1910 de Creación del Museo). El límite cronológico del Museo
se fijó en la pintura de Vicente López (1772-1850), pintor de
Cámara de Fernando VII e Isabel II.
La colección pictórica del Museo del Greco se caracteriza
por reunir un importante conjunto de obras del pintor
cretense, todas ellas de excelente calidad dentro de su
producción y pertenecientes a su último periodo de actividad
artística, entre 1600 y 1614. Entre ellas destacan Vista y
Plano de Toledo, la serie del Apostolado, los retratos de los
hermanos Antonio de Covarrubias y Diego de Covarrubias
y El retablo de San Bernardino. Las lágrimas de San Pedro,
fechada en los años 80 del siglo xvi, es también un lienzo
con una maestría insuperable y se considera una de las
mejores versiones del tema. Junto a las pinturas del Greco, el
Museo ofrece a sus visitantes obras de Luis Tristán, su mejor
continuador, de su hijo Jorge Manuel y de autores toledanos
de la misma época, además de pintura de escuela madrileña
y sevillana del siglo xvii. Estas obras se completan con las
adquisiciones del Marqués que podemos ver en la Sala del
Museo de Arte Español.
San Bernardino (detalle). El Greco. 1603.
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Los fondos escultóricos responden a la idea de coleccionismo
que tenía el Marqués, quien aprovechaba cualquier ocasión
para adquirir bienes que contribuyeran a crear en su casa un
ambiente histórico a través de imágenes, retablos, tallas u
otros elementos escultóricos que se conservan.
El mobiliario, tanto popular como culto, será uno de los
elementos que mejor respondan al propósito de recrear los
distintos ambientes de una casa del Renacimiento donde
supuestamente vivió el Greco. Destacan piezas como
escritorios, sillas de brazos, bufetillos, arquetas, tajuelas,
mesas tocineras, sillas bajas o armarios decorados con
casetones que se exponen en aquellas salas del Museo
donde se ha pretendido recuperar su ambiente original,
como en el Estudio o en la Cocina.
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En lo relativo a cerámica, la colección es muy variada en
cuanto a formas y decoración, con una cronología que va
desde los siglos xvi al xx. El núcleo más importante es el
formado por las cerámicas de Talavera de la Reina y Puente
del Arzobispo, por las que el Marqués sentía especial
predilección. Muchas de ellas proceden de las remociones en
las cuevas del jardín y algunas, por su calidad, se expusieron
en la cocina reflejando en este espacio la vida cotidiana y
doméstica de la época. Los metales están igualmente bien
representados, con especial protagonismo en la cocina,
donde se muestran las jarras de bronce, la chocolatera de
cobre, el caldero de hierro, el candil o el trébedes.
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La exposición permanente
La exposición permanente del Museo del Greco ha sido
totalmente renovada. Las líneas esenciales del nuevo
planteamiento responden básicamente a la reinterpretación
de la documentación histórica a partir de las nuevas
investigaciones y la adaptación de su recorrido a las
necesidades de comunicación, aprendizaje y disfrute del
visitante.
El Museo del Greco que hoy abre sus puertas respeta el
pasado y apuesta por una renovación justificada y necesaria.
Cuando el marqués de la Vega-Inclán fundó el Museo, lo
hizo con la pretensión de crear algo más que una mera
pinacoteca: junto a la obra del cretense y su colección
privada, el visitante conocería de primera mano la casa
donde vivió el Greco, aun existiendo justificadas dudas de
que el pintor hubiera vivido realmente allí.
En la nueva exposición permanente se ha procurado subrayar
la nueva condición de Museo, mejorando la circulación y el
itinerario, la comunicación y la accesibilidad, centrando el
discurso en la figura de Doménico Theotocópoli “el Greco”,
con el fin de dar a conocer su vida y las etapas fundamentales
de su formación artística, así como presentar sus obras en el
contexto histórico y cultural del Toledo de su tiempo.
Por otra parte, se ha optado por la recreación de algunos
ambientes de la Casa-Museo del pasado, utilizándolos como
soporte explicativo de la historia de la institución.
San Mateo (detalle). El Greco. Hacia 1608-1614.
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Aunque la figura del Greco centra el eje del discurso
del Museo, en él se da también la importancia que le
corresponde a don Benigno de la Vega-Inclán, recuperador
de la figura del cretense. El acercamiento a la figura
del Greco se completa con los espacios reservados a
sus seguidores, especialmente a Luis Tristán, su mejor
continuador.
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Como novedad, la presencia de medios audiovisuales e
interactivos, como soportes complementarios de información,
posibilitarán un mejor acercamiento del arte al público, de ahí
que el nuevo Museo los aproveche también en su discurso.
A lo largo del recorrido el visitante encontrará diversos
elementos que a modo de introducción, de profundización o
de presentación de otros puntos de vista, se complementarán
entre sí para que la visita entretenga y enriquezca al visitante.
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Pabellón de entrada
Cuevas
Patio
Sala de audiovisuales
Cocina
El retablo de San Bernardino
Vista y Plano de Toledo
¿Cómo funcionaba el taller del Greco?
Los seguidores del Greco
Luis Tristán, discípulo del Greco
Tienda del Museo
Circuito del Greco en Toledo
Jardín alto
Jardín bajo
Itinerario
Planta baja
Área de acogida
Para acceder al Museo se ha construido un pabellón de
nueva planta donde se concentra el nuevo espacio de
acogida, una sala para recepción de grupos y la zona interna
de seguridad del edificio. Realizado en hormigón y vidrio, la
conexión visual con el jardín histórico es uno de sus grandes
valores. A partir de aquí, se inicia el recorrido por los distintos
espacios: cuevas medievales, exposición permanente y el
propio jardín como una pieza más del complejo museístico.
Cuevas
Las cuevas son la primera estancia que se encuentra el
visitante, las cuales pertenecían al solar que compró el
marqués de la Vega-Inclán para completar su proyecto
constructivo que incluía, además de la hipotética
reconstrucción de la Casa del Greco, la creación de un
museo y un jardín.
Son el único resto que se conserva del palacio que Samuel
Leví, tesorero del rey Pedro I “el Cruel”, construyó a
mediados del siglo xiv en la judería toledana. Estas galerías
abovedadas, distribuidas en diversas plantas, fueron el
sótano y semisótano del palacio donde se instalaron una
serie de almacenes y un importante baño ritual con sus
correspondientes aljibes.
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Este espacio recuperado para el Museo encierra ciertos
misterios que alimentaban la imaginación popular y se
relacionan con las leyendas de la ciudad. Se decía que
Samuel Leví escondía en aquellos sótanos abundantes
riquezas y el rey Pedro I le pidió que se las entregase. Como
el judío se negó, el rey le encerró en la cárcel y le sometió a
terribles tormentos: “Si don Samuel me diera la tercia parte
del más pequeño montón que aquí está, yo no le mandara
atormentar. E dexose morir sin me lo decir!” exclamó el rey
cuando se apoderó de las 170.000 doblas, 4.000 marcos
de plata, 125 arcas llenas de paños de oro y seda, y muchas
joyas ocultas en aquellos subterráneos.
Al salir de este espacio el visitante encuentra a su izquierda,
bajo una hornacina, una escultura femenina hispanorromana
de mármol, perteneciente al periodo julio-claudio (del 27 a.C.
al 69 d.C.), que probablemente tuvo una función funeraria en
su origen, como remate de algún mausoleo de una familia
importante.
Patio
Siguiendo el camino, el visitante accede hasta la casa que
compró el Marqués para dar forma a su idea de crear un
Museo de Arte Español.
El patio bajo, decorado con magníficas yeserías y tinajas
renacentistas, es un espacio de recibimiento que se
abre a las diferentes estancias de la casa y responde a
las características del siglo xvi: ligeramente trapezoidal
y con galería cubierta en la planta alta sostenida por una
balaustrada de madera.
En el Museo, el público puede ver dos espacios
diferenciados: las salas dedicadas al marqués de la Vega-
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Inclán, que le rinden homenaje y plasman su visión, hoy
superada, sobre la vida del pintor cretense y las salas
dedicadas al Greco, donde se exponen tanto la vida y la obra
del pintor, como la influencia de su arte y personalidad en
el Toledo de comienzos del siglo XVII, ilustrada en las salas
dedicadas al Taller.
Sala de audiovisuales
En la actualidad, la casa alberga en la planta baja en torno al
patio bajo, la Sala de audiovisuales, que introduce a la visita
analizando aspectos vinculados al pasado y presente de la
institución, y a la derecha otra estancia dedicada a la Cocina.
Cocina
Solía ser el lugar que más gustaba de la casa y el de mayor
lucimiento, ya que estaba destinada a un uso plenamente
social.
Para la recreación de la Cocina, el marqués de la Vega-Inclán
adquirió las piezas más representativas del mobiliario popular
propio de esta estancia como cerámicas de Talavera de
la Reina o Puente del Arzobispo, morillos o hierros para el
fuego, la pequeña mesa utilitaria de cocina llamada tocinera
o sillas bajas de madera que combinó con las tradicionales
alacenas, voladizos y estanterías, donde expuso los
recipientes metálicos más interesantes.
En este espacio se celebraban almuerzos con las visitas
ilustres para después pasear por los jardines. Personalidades
como el rey de Portugal, el presidente de la República
Francesa, el príncipe de Mónaco, los reyes de Bélgica o el
sah de Persia pasaron por este singular rincón.
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El “Museo de Arte español”
El Estudio
El Greco antes de Toledo: Los años de aprendizaje
El Greco en Toledo: La familia del Greco
¿Dónde estuvo la verdadera vivienda del Greco?
Terraza
¿Por qué el Greco pintaba así?
El Apostolado
Las lágrimas de San Pedro
Los retratos
Planta primera
El “Museo de Arte Español”
En la primera planta de la casa se sitúa la unidad Museo
de Arte Español. La sala es un homenaje a la labor como
impulsor de las artes emprendida por el Marqués, que debido
a su gusto por el coleccionismo, reunió un buen número de
obras pertenecientes a las escuelas toledana, madrileña y
sevillana de los siglos xvi y xvii que se distribuían por los
antiguos espacios disponibles. Su intención era crear un
Museo de Arte Español que funcionase a su vez como centro
de investigación de la pintura española.
Las obras que se exhiben tienen que ver con las
adquisiciones del Marqués durante estos años, como, por
ejemplo, Retrato de doña Mariana de Austria, de Juan
Bautista Martínez del Mazo.
El retrato oficial de la reina viuda Mariana de Austria, segunda
esposa de Felipe IV quien había fallecido en 1665, fue
una donación de 1913 del norteamericano mister Archer
Huntington, patrono del Museo del Greco y amigo personal
del Marqués.
El cuadro hace alusión a la condición de reina viuda y
regente de la monarquía que ha de llevar los asuntos del
gobierno. La cortina y ciertos elementos, como el papel que
sujeta con su mano derecha, o la posición sedente de la
retratada, siguen la tradición del retrato cortesano barroco. El
pintor Martínez del Mazo, yerno de Velázquez, logra así una
imagen de la reina menos amable, pero más eficaz.
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El Marqués se rodeó de amistades influyentes e intelectuales
como el pintor Joaquín Sorolla, quien lo retrató en varías
ocasiones. La obra expuesta en esta sala lo representa
a la edad de 52 años. Fue un regalo personal, como se
comprueba en la leyenda de la parte superior izquierda del
lienzo: “A Benigno Vega para su Museo de Toledo. J. Sorolla
y Bastida 1910”.
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El redescubrimiento de la figura del Greco como genio de la
historia del arte se inicia a finales del siglo xix y principios del xx
gracias al movimiento artístico moderno y las vanguardias.
Artistas como Manet, Cezanne, Picasso, Franz Marc o
Pollock se inspiraron en muchas de sus obras poniendo de
manifiesto su modernidad.
Raimundo de Madrazo pronto se convirtió en uno de los
pintores predilectos de los círculos del gran mundo en
París, sobre todo debido a su facilidad para el retrato con
un modelado muy suave. Todo ello se ilustra en otra de las
obras presentadas en este espacio, La Sagrada Familia.
Esta pieza es una copia del original del Greco que se
encuentra hoy en la Hispanic Society of New York, pero que
anteriormente pertenecía a la familia Madrazo.
El cuadro representa a la Virgen amamantando al Niño,
contemplados ambos por un robusto y joven san José,
que surge desde el lado izquierdo, un poco apartado de la
escena, para romper la composición triangular. Esa figuración
representaba una recuperación medieval de la llamada
Virgen de la Leche.
Otros cuadros que se exponen en la sala son Coronación de
espinas, atribuido al Maestro de la Sisla, que destaca por la
desgarradora expresión de los personajes, San Sebastián,
del círculo de Fernando Gallego, con las flechas como
atributo característico o Retrato de general joven, atribuido a
Bartolomeo Passerotti, de escuela italiana.
El Estudio
La sala del Museo de Arte Español comunica con
el Estudio, un lugar de trabajo que solía tener una
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decoración mucho más contenida y seria. Se contempla
una recreación del espacio tal y como pensó el Marqués,
intentando mantener el espíritu original: un rincón privado
y tranquilo que permitiera el pensamiento intelectual y
la reflexión artística. Para la reconstrucción del ambiente
original se ha partido de una fotografía procedente del
Archivo Moreno.
Los retratos del Capitán Barrios y su esposa, que aparecen
en actitudes similares uniendo sus propias manos entre sí
en gesto de oración, se atribuyen a Pedro Ruíz González,
pintor madrileño del reinado de Carlos II y también autor
de la Virgen de los Remedios, de gran devoción en Madrid
durante el siglo XVII.
Formación del Greco y llegada a Toledo
Si se sale del Estudio hacia la izquierda se encuentra el
montaje didáctico dedicado a las etapas de aprendizaje del
Greco.
Doménico Theotocópoli nació en 1541 en Candia (hoy
Heraklion), capital de la isla de Creta que se hallaba bajo
soberanía veneciana desde el siglo xii. Sobre los primeros
años de su vida y formación no se conoce nada con certeza,
solo que vivió en Creta y empezó allí su carrera como pintor
de iconos. En 1563 aparece la primera mención en Candia
como maestro.
La formación artística del Greco tiene su origen en la pintura
bizantina en su Candia natal, donde permaneció hasta
los 26 años. Probablemente se formó allí como pintor de
iconos, trabajando en el estilo tardomedieval que se conoce
propiamente como estilo postbizantino y es característico de
la continuación de la pintura bizantina tradicional.
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En 1568 se trasladó a Venecia para estudiar muy de cerca
las obras de Tiziano, según cuentan algunos biógrafos
suyos como Giulio Mancini. La influencia del color, al que
tanta importancia daban pintores de la escuela veneciana
como Tintoretto, Bassano o Verones, se verá reflejada en su
producción. De su estancia veneciana destacan obras como
La Anunciación, conservada en el Museo del Prado, y las
diferentes versiones de La Expulsión de los Mercaderes del
Templo, una de ellas en la madrileña iglesia de San Ginés,
que muestran las mismas características formales y que son
claves para entender su periodo veneciano a través del color
y la arquitectura.
Desde Venecia, tras ver que la competencia allí era
descorazonadora, decidió emprender su marcha a
Roma, donde permaneció hasta 1576, contactando con
un círculo muy amplio de humanistas, teólogos, artistas,
coleccionistas y expertos en antigüedades, como el
cardenal Alejandro Farnesio, Giulio Clovio o Fulvio Orsini.
A través de ellos conoció a Benito Arias Montano,
humanista español y delegado de Felipe II, al clérigo
Pedro Chacón y a Luis de Castilla, hijo natural de Diego
de Castilla, deán de la catedral de Toledo. El Greco
frecuentó este círculo, aunque la influencia sobre su
obra es difícil de detectar en el pequeño corpus que se
conserva de este periodo, entre las que se encuentran
El Soplón o Retrato de Giulio Clovio, ambos en la Galleria
Nazionale di Capodimonte de Nápoles.
La amistad del Greco con Castilla le aseguró sus primeros
encargos en Toledo, ciudad a la que llegó con 35 años y
con un estilo bien definido por sus experiencias en Creta,
Venecia y Roma. Los vídeos de esta sala nos muestran
imágenes de las piezas más características de cada periodo
para entender mejor la obra que expone el Museo, la de su
producción final.
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Su presencia en España aparece documentada por primera
vez el 2 de julio de 1577. No están demasiado claras las
razones precisas por las que abandona Italia, aunque parece
que el cretense pensaba conseguir los importantes encargos
que no había obtenido en Roma. Su principal objetivo
fue entrar en la Corte y pertenecer al círculo de pintores
protegidos por el rey Felipe II, que se encontraba reclutando
pintores para la decoración de El Escorial.
En su decisión de trasladarse a España, tuvo que ser
determinante la influencia del eclesiástico español, Luis de
Castilla, con el que había trabado amistad en Roma. Cuando
llegó a España este le ayudó, consiguiendo el encargo de
tres retablos para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de
Toledo, e igualmente parece probable su mediación para
que le fuera encargado el cuadro del Expolio para la sacristía
de la nueva catedral de Toledo. Con estas obras el Greco
estableció una reputación muy favorable en la ciudad que
conservará hasta el fin de sus días.
En 1583 presentó en la Corte de Felipe II su obra El Martirio
de San Mauricio, que “no le contentó a su magestad”,
según nos informa el padre Sigüenza en su Historia de
la Orden de San Jerónimo, de 1603, con lo que el artista
abandonó sus intentos de convertirse en un pintor de
Corte estableciéndose definitivamente en Toledo, ciudad
donde ejercerá toda su actividad. Poco después de
instalarse tendrá una relación con una mujer, Jerónima de
las Cuevas, con la que tuvo un hijo, Jorge Manuel, que
estudió pintura y escultura, y colaboró hacia 1600 en el
taller de su padre.
La biblioteca personal que reunió el Greco en Toledo se
conoce gracias al inventario a su muerte en 1614. Con más
de 140 volúmenes, su interés radica en la arquitectura con
tratados de Vitruvio, Vignola, Alberti o Palladio. No faltan
40
tampoco libros de matemáticas, medicina, religión, viajes o
material literario y filosófico del periodo clásico. La formación
humanística del artista y su interés por la teoría del arte se
pone de manifiesto por el alto número de escritos en griego,
italiano, español y latín. Se conserva una edición florentina de
1516 de las Obras completas de Jenofonte con anotaciones
del Greco, que revelan al cretense como un pintor
intelectual. Anteriormente perteneció a su amigo Antonio de
Covarrubias, al que además retrató.
41
El Greco en Toledo: la familia del Greco
Continuando con el ambiente anterior de recreación de
espacios se halla el estrado, estancia característica del
Siglo de Oro de origen oriental en la que se tomaba asiento
a la postura turca de piernas cruzadas o recostándose
en alfombras, colchones y cojines. Desde el siglo xvi el
estrado tenderá a ser un espacio exclusivamente femenino,
reservándose para la labor de aguja, la oración, la lectura o la
tertulia. Cajas, arquetas, sillas bajas, mesas y algunas pinturas
son sus objetos más característicos.
En la misma sala encontramos el cuadro La Familia del
Greco, copia moderna de Jerónimo Seisdedos de un original
de taller del Greco, que sugiere que la escena tuvo lugar en
el estrado. Aquí habría sido retratada la dama junto con las
mujeres de su entorno, mientras realizaban las labores que
constituían sus deberes domésticos y con las que contribuían
al buen orden de la casa. El visitante podrá imaginar de esta
manera que las mujeres del cuadro están bordando en el
estrado que se presenta a continuación, donde recibían
visitas entre almohadones y sobre esteras, en verano, o
alfombras en invierno, siguiendo la tradición musulmana.
Cabe destacar el pequeño cuadro de devoción, encima del
escritorio, Virgen con el niño, que sigue la iconografía de la
“Salus Populi Romani”, reclamando la Virgen con su mirada
la atención del espectador, mientras que el Niño bendice en
actitud bizantina y mira con dulzura a su madre.
¿Dónde estuvo la verdadera vivienda del Greco?
Su hogar aparece asociado a las casas principales del
marqués de Villena, un viejo palacio medieval gótico-mudéjar
construido en el siglo xiv donde vivió el judío Samuel Leví.
42
Ya en el siglo xv pasaron a ser propiedad de los marqueses
de Villena que las conservaron, sin habitarlas, en la época
del Greco, que comenzó a vivir allí en agosto de 1585 hasta
1589. Después, en fecha que desconocemos, se mudó a
unas casas propiedad de don Juan Suárez de Toledo en las
que residió varios años, pero en 1604 volvió a las casas del
marqués de Villena hasta su muerte en 1614.
La maqueta representa el Toledo de principios del siglo xvii y
pretende identificar la casa del pintor que estaba cerca del río
Tajo, ya que se trataba de una vivienda de pescadores. En su
momento, las casas de la duquesa de Arjona y la del marqués de
Villena estuvieron unidas por un cobertizo y han de imaginarse
como un complejo de edificaciones que se conectaban entre sí.
La ciudad atrajo la inspiración de poetas como Lope de Vega
en el siglo XVII, o de escritores del siglo pasado como el francés
Maurice Barrès, que en su libro El Greco o el secreto de Toledo
de 1914 aclara muy bien esta relación entre el pintor y la ciudad:
“Cuando nos devolvemos a Toledo repican
algunas campanas, convocando en la Catedral
a los personajes del Greco.”
El visitante debe salir a la terraza para imaginar dónde
se situaba la verdadera casa del Greco, muy cerca del
monumento que se levantó con motivo del tercer centenario
de su muerte en 1914.
¿Por qué el Greco pintaba así?
Una vez visitadas las estancias de la casa, el visitante inicia el
recorrido por el nuevo edificio que construyó el Marqués para
albergar las salas del Museo. Un vídeo que explica la técnica
del pintor introduce la pintura del Greco.
43
44
El Apostolado
La procedencia original del Apostolado del Museo del
Greco no está del todo clara. Hasta hace poco se creyó
que procedía del Hospital de Santiago de Toledo, de
donde habría pasado en 1848, tras la Desamortización, a
la iglesia de San Pedro Mártir y de ahí al Museo Provincial
establecido en el monasterio de San Juan de los Reyes.
En los últimos tiempos se ha descubierto documentación
según la cual los lienzos no habrían pertenecido al Hospital
de Santiago, sino al Asilo de pobres de San Sebastián
fundado en 1834, y habrían llegado por donación de Manuel
Marceliano Rodríguez, cura párroco de la iglesia mozárabe
de San Lucas.
Lo que sí es un hecho es que a partir de 1600 el
Greco y sus ayudantes produjeron varias series de
cuadros representando al Salvador y sus discípulos,
que supusieron una importante novedad iconográfica
en el contexto iconográfico español. Conocidos
como Apostolados, aunque el nombre no responda
estrictamente a la realidad (en todos se eliminó a san
Matías para dejar un hueco a san Pablo y san Bartolomé
fue sustituido en casi todos ellos por san Lucas), cada uno
de estos conjuntos estaba compuesto por 13 lienzos de
idéntico formato en los que Cristo y 12 de sus discípulos
aparecen figurados individualmente y ante un fondo
neutro. Cristo siempre aparece frontal, bendiciendo; sus
discípulos, en cambio, están vueltos hacia uno de sus
lados, con su identificación sugerida únicamente por el
atributo que portan y por su propia tipología personal, que
salvo en algún caso suele mantenerse constante.
San Juan Evangelista. El Greco. Hacia 1608-1614.
45
El Apostolado del Museo del Greco se fecha por los críticos
entre 1608 y 1614, y repite en líneas generales el de la
catedral de Toledo en lo referente a tamaño, tipos y símbolos
iconográficos.
Este conjunto se considera un exponente de la carrera
creativa del artista: la grandiosidad de las figuras, la fuerza
de los gestos, el colorido vibrante de las túnicas y mantos
y la pincelada abocetada a base de grandes manchas
hacen de esta serie uno de las más importantes para
conocer la producción final del pintor cretense. De la serie
solo se pueden considerar terminadas las figuras de El
Salvador, San Pablo y San Pedro; el resto se encuentran
en diferentes fases de ejecución, lo que permite conocer el
proceso creativo del artista. La frescura de la ejecución y el
abocetamiento de las figuras dotan de una impresionante
modernidad al conjunto.
Técnicamente, la figura de El Salvador es una de las obras
más terminadas de esta serie, con matizaciones de mayor
delicadeza y elaboradas; Camón Aznar lo ha relacionado con
la misma obra de Tiziano que debió de conocer el artista.
Frontal y bendicente, remite a los Pantocrátor bizantinos del
primer periodo de formación del Greco, una imagen que,
en cualquier caso, se hizo muy popular en Europa entre los
siglos xv y xvi. El artista consigue, al igual que en el resto
de figuras de apóstoles, aportar una versión libre de un
asunto recurrente en la iconografía cristiana desde la época
medieval, que ahora hay que interpretar en relación con los
encargos de particulares de pequeños lienzos destinados a
la devoción particular. Aparecen restos de una firma sobre el
globo.
El Salvador. El Greco. Hacia 1608-1614.
46
47
San Felipe sostiene con su mano izquierda la gran cruz
quedando el travesaño cortado horizontalmente por el
marco; la mano derecha dirige un gesto de atención y
diálogo hacia uno de sus compañeros, situado a su izquierda.
Predicaba en Asia Menor y fue crucificado amarrado a la cruz
con cuerdas.
La figura de Santo Tomás, girada hacia la derecha, es
quizás una de las más elegantes del conjunto por la
composición, cuidado dibujo y delicado colorido. A pesar
de que no aparece representado con el atributo tradicional,
la escuadra, como en el conservado en la catedral de
Toledo, repite el mismo modelo que en otras series; en
este caso su iconografía es el astil de una lanza. Dirige la
mirada fuera del lienzo y alza la mano derecha en gesto de
bendición, idéntico al del Salvador en los otros apostolados.
Desde el punto de vista técnico se trata de una de las
figuras más acabadas.
48
Esta imagen de San Bartolomé es una obra única, inacabada,
que no se repite en ninguno de los otros apostolados.
Aunque era uno de los 12 apóstoles parece ser que el Greco
le sustituyó en las restantes series por san Lucas. Llama la
atención la apariencia fantasmal de la figura envuelta en ese
ropaje blanco, aunque los estudios técnicos han revelado
que es posible que se trate de la grisalla de base para el
tratamiento final de pintura que nunca llegó a realizarse.
El efecto no deja de ser sorprendente para el espectador
y pone de manifiesto la modernidad del Greco ya que
se aprecia la fuerza creativa del artista. Sostiene en la
mano derecha el cuchillo con el que le desollaron y con la
izquierda una cadena que sujeta a un diablillo, recuerdo de
la tradición medieval que cuenta cómo encadenó al demonio
que tenía secuestrada a la hija del rey de Armenia.
San Mateo, uno de los primeros discípulos llamados por
Jesús para seguirle, aparece vestido de azul y rosa, con
la pluma en la mano derecha y sosteniendo el libro con la
izquierda. El publicano recaudador de impuestos porta el
Evangelio que le inspiró el Ángel.
San Juan sigue la iconografía medieval, apoyada en las
páginas de La Leyenda Dorada, escrita en el siglo xiv por
Jacopo da Vorágine. Se representa al apóstol con una copa
en la mano de la que sale un dragoncillo, aludiendo al pasaje
en el que se libró de un intento de envenenamiento; la
Contrarreforma omitió, como en otros casos, este episodio.
Asimismo, mantiene los colores tradicionales identificados
con el santo, la túnica verde y el manto rosa, y dota a la
figura de una expresividad que se repite en las otras series
conservadas como en la sacristía de la catedral de Toledo o
Santo Tomás. El Greco. Hacia 1608-1614 (izquierda).
San Judas Tadeo. El Greco. Hacia 1608-1614 (derecha y detalle
páginas siguientes).
49
50
51
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en el Museo de Bellas Artes de Asturias, donde aparece sin
el atributo de la copa.
San Pedro aparece anciano, con barba y pelo canos.
Viste túnica azul y manto ocre, y porta dos llaves, una
de oro (poder de absolución) y otra de plata (poder de
excomunión).
San Pablo aparece firmado en la espada: “Doménikos
Theotokópoulos epoiei”. En todas sus series apostólicas
el Greco incluye a Pablo que, pese a no ser uno de los
apóstoles canónicos, se autoproclamó “Apóstol de los
Gentiles”. Siempre lo representa portando la espada
con que fue decapitado y una carta en la que se lee el
comienzo de la Epístola a su discípulo Tito, primer obispo
de Creta: “A Tito, primer obispo ordenado de la iglesia de
los cretenses”.
Santiago el Mayor es el apóstol que, según la tradición
hispana, vendría a España y cuyo cuerpo sería más tarde
trasladado y enterrado en Santiago de Compostela; aparece
extrañamente no como un evidente peregrino, sino portando
solo un pequeño bastón en la mano izquierda.
Santiago el Menor se encargó de la Iglesia de Jerusalén
después de la muerte de Jesús y allí fue martirizado durante
la persecución de Nerón. Como apóstol viste con las
ropas amarillas y manto azul y sostiene un libro en la mano
izquierda. La falta de un atributo ha dificultado su segura
identificación.
San Simón viste con un manto amarillo y una túnica verdosa,
y se muestra concentrado en la lectura de un enorme
San Bartolomé. El Greco. Hacia 1608-1614.
53
libro, magníficamente escorzado para dar profundidad a la
composición, que sostiene con ambas manos; al omitirse
la sierra de su martirio se hace especialmente difícil la
identificación de este apóstol.
San Judas Tadeo está apenas esbozado dejando muchas
zonas con la preparación al descubierto. Las manos y la
barba no son más que una mancha imprecisa, pero el efecto
de expresividad es impresionante. Su rostro inconfundible es
el de un anciano ataviado con túnica azul y manto amarilloanaranjado. Según la tradición, le cortaron la cabeza con una
alabarda, por eso se le representa con este atributo, símbolo
de su martirio. Técnicamente, se encuentra en el segundo
estado de la fase de ejecución en el que se aplicaba el color
a la túnica y manto.
San Andrés fue uno de los primeros apóstoles llamados
por Jesús y se le representa anciano con el instrumento
de su martirio, la gran cruz aspada. El hermano de Pedro
viste túnica azul y manto verde y, según la tradición, fue
crucificado en Grecia hacia el año 60.
En la misma sala, y a modo de comparación, se presentan
dos ejemplos característicos de cómo interpretaban los
artistas españoles del mismo periodo la representación
de los apóstoles, siguiendo las pautas del naturalismo
existente. Cabe destacar San Andrés, atribuido
tradicionalmente a Herrera el Viejo y taller, aunque por el
tipo de plegados y composición se le puede relacionar con
la escuela toledana de principios de siglo xvii, o San Judas
Tadeo, que recuerda al estilo del pintor andaluz Sebastián
Martínez.
Las lágrimas de San Pedro. El Greco. Hacia 1587-1596.
54
Las lágrimas de San Pedro
En la misma sala, en la pared del fondo y asumiendo un
protagonismo indiscutible destaca San Pedro, que será
un tema recurrente en la producción del Greco. En las
representaciones aisladas del santo nos muestra a un tipo
55
humano algo diferente, frente a la uniformidad de las series
apostólicas. San Pedro, con los ojos bañados en lágrimas a
causa de su sentido de culpa tras negar a Cristo durante la
Pasión, se vuelve hacia lo alto suplicando el perdón divino,
mientras entrecruza sus manos en un emotivo gesto de
oración. El correcto estudio anatómico, lo cuidado de la
composición y el dibujo datan la obra en la primera etapa
toledana, hacia 1580.
El asunto de las lágrimas de san Pedro será utilizado por
teólogos y moralistas de la Contrarreforma como elemento
de acercamiento al fiel, aproximando las debilidades del
santo al hombre mortal mediante la falta cometida. Es una
pieza destinada a oratorios privados, a clientes particulares
dentro del marco del “cuadro de devoción” potenciando el
acercamiento emocional entre el fiel y la imagen.
Al fondo a la izquierda, dos figuras confusas y casi abstractas:
un ángel resplandeciente y fantasmagórico que protege el
santo sepulcro de Cristo, ahora vacío, y la Magdalena que,
al amanecer, se aleja escurridiza con el tarro de ungüentos
en la mano para comunicar a Pedro su sorpresa ante la
desaparición del cuerpo de Cristo.
“Pasado el día de reposo, al amanecer del
primer día de la semana, vinieron María
Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.
Y hubo un gran terremoto; porque un ángel
del Señor, descendiendo del cielo y llegando,
removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su
aspecto era como un relámpago, y su vestido
blanco como la nieve…”
Evangelio según San Mateo
(capítulo 28, versículo 1)
56
Las lágrimas de san Pedro. Francisco de Zurbarán. Hacia 1633.
57
El Greco, por tanto, reúne dos episodios en esta obra
reforzando el sentido del arrepentimiento y la penitencia de
Pedro a través de la presencia de María Magdalena.
Zurbarán también representa el mismo tema de Las
lágrimas de San Pedro, pero con las características propias
de la pintura barroca del momento: el apóstol como un
hombre maduro, de tipo popular y haciendo uso de la luz
para conferir mayor dramatismo a la escena iluminando su
desnudo pecho.
Los retratos
Esta sala se centra temáticamente en el género del retrato,
que disfrutó de gran auge durante el Renacimiento. La
aportación del Greco a la historia española del retrato
es fundamental. Generalmente, trata figuras de medio
cuerpo o de busto, ante fondo neutro, con rostros de
tres cuartos de perfil y profunda penetración psicológica
que nos proporcionan una magnífica galería de efigies
de la sociedad toledana, como en El Entierro del Señor
de Orgaz de la Capilla de Santo Tomé. En ellos mezcló
las influencias venecianas con las suntuosas modas de
la corte española, acercándose con notable realismo a
la personalidad del retratado, lo que sumado a la gama
cromática empleada, lo ha convertido en precedente de
los retratos de Velázquez.
Una de las obras maestras del Museo es el retrato del
jurista Antonio de Covarrubias, que destacó en la sociedad
toledana de su época como gran humanista, formando parte
además del círculo de amistades del Greco, lo que permite
comprender el sentimiento intimista que desprende la obra,
pintada por alguien que conocía bien al retratado. Asimismo,
58
Retrato de Antonio de Covarrubias y Leiva. El Greco. Hacia 1600.
59
Retrato de Diego de Covarrubias y Leiva.
Alonso Sánchez Coello (1574).
60
parece transmitir a través de la pincelada la sordera que
padecía el personaje.
Destaca la expresión de vivacidad y serenidad contenida de
Diego de Covarrubias que, al igual que su hermano Antonio,
poseía una sólida formación y ocupó altos cargos en la
jerarquía eclesiástica. El Greco no le conoció en vida, ya que
morirá meses antes de su llegada a Toledo, pero se inspiró
en el retrato mucho más frío que había hecho antes Alonso
Sánchez Coello, que se expone también en esta sala.
El supuesto retrato del Beato Juan de Ávila no pone de
acuerdo a los especialistas en la obra del Greco, ya que
dudan sobre su autoría total, puesto que no es habitual en
su producción la pincelada empastada ni la gama de colores
cálidos u ocres.
61
Planta baja
El retablo de San Bernardino
Si se baja al piso inferior por la escalera, el recorrido sigue
con la reconstrucción de la capilla de San Bernardino, que
fue utilizada para actos religiosos de carácter íntimo y para
celebración de eventos sociales en época del Marqués.
El retablo de San Bernardino fue encargado en 1603 por
Juan Bravo de Acuña y Luis de Beluga para la capilla del
antiguo Colegio Universitario de San Bernardino en Toledo.
En el siglo xix, con motivo de las reformas universitarias, fue
desmembrado y el lienzo acabó, junto con otros bienes del
colegio, en el recién creado Instituto de Segunda Enseñanza,
actual Palacio de Lorenzana y hoy sede del Vicerrectorado
toledano de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Esta obra es un ejemplo de la actividad como retablista y
de los encargos que el Greco recibió en Toledo, como el de
Santo Domingo el Antiguo en 1577, la Capilla de San José en
1597, el Santuario de Illescas en 1603 o el Hospital de Tavera
en 1608. Aunque a él se deba la sencilla y clásica traza del
retablo, para su construcción contó, como en otras ocasiones
similares, con la colaboración de carpinteros, ensambladores,
doradores y pintores.
La representación de san Bernardino es uno de los
ejemplos más importantes de las composiciones de
santos de la última etapa del Greco en las que acentúa
la verticalidad de la imagen, gracias a un punto de vista
bajo que da protagonismo al celaje. Representa al santo
con el sencillo hábito de la orden franciscana, descalzo y
dominando el paisaje. A los pies se representan las tres
62
San Bernardino de Siena. El Greco. 1603.
63
mitras arzobispales que aluden a los obispados de Siena,
Ferrara y Urbino a los que renunció como muestra de
humildad. Sostiene en la otra mano un libro que alude a su
afán predicador que hizo de él uno de los personajes más
queridos de su tiempo.
Las esculturas que aparecen distribuidas por la capilla
como la Virgen Dolorosa o el conjunto de la Anunciación
contribuyen a enfatizar el sentido escultórico de la figura de
san Bernardino.
En la parte superior se ha adaptado un hermoso techo de
carpintería morisca con lazo que conserva su policromía
primitiva y que procede de un pueblo de Valladolid.
En la misma sala destaca San Juan Evangelista, de un
discípulo de Orrente, que sobresale por la hermosura de sus
pliegues concebidos de manera escultórica, San Francisco
de Paula, de Andrés Sánchez y San Nicolás de Tolentino,
de Luis de Carvajal. Obras que nos hablan del mercado
artístico existente en Toledo y las diferencias de estilos de
los pintores respecto al Greco.
Toledo en tiempos del Greco
El San Bernardino se enfrenta a la Vista y Plano de Toledo
donde el Greco desarrolla su visión más objetiva, acentuada
por el joven de la izquierda que ofrece al espectador el
plano de la ciudad.
La complejidad de la visión incluye además una alegoría
del río Tajo como la figura revestida que lleva un cántaro
y una cornucopia de la que fluyen todo tipo de riquezas y
alimentos; y la imagen religiosa más significativa del lugar:
la Virgen imponiendo la casulla a san Ildefonso, patrón de la
64
diócesis toledana con lo que rinde culto a la poderosa sede
primada de España.
Por otra parte, destaca la situación del Hospital de Tavera,
en referencia explícita al administrador del edificio, Pedro
Salazar de Mendoza, que ya le había encargado años antes
la decoración de toda la iglesia. Para su ejecución, el Greco
se inspiró en las vistas famosas de la ciudad de Venecia
conocidas como vedutte.
En el cuadro podemos identificar la muralla, las puertas
de Bisagra, Alfonso VI y El Cambrón, el Alcázar, la catedral
y varias torres de iglesias y conventos. Fuera del recinto
amurallado se puede localizar el castillo de San Servando, el
puente de Alcántara y, a la derecha, los monasterios de San
Ildefonso y San Bartolomé.
La grandeza de la Ciudad Imperial se hará así eterna gracias
a la imagen creada por el Greco.
La biblioteca histórica de madera de cerezo y nogal se
inspira en la renacentista del monasterio de El Escorial y
está dedicada a la historia del arte. Conserva interesantes
manuales, como una edición de El pintor cristiano y
erudito, de Juan de Ayala, del siglo xvii, que fue reuniendo
el Marqués como hombre culto y gran aficionado a las
letras.
A la derecha Auto de Fe, de escuela madrileña, fechado
en 1656, que representa una de las prácticas favoritas de
la Inquisición celebrada frecuentemente en la plaza mayor
de la ciudad, generalmente en días festivos, y un grabado,
Vista de Toledo, del dibujante Ambrosius Brambilla y el
grabador Pedro de Nobilibus, de 1585, que sirve para
comparar ambas representaciones de la ciudad en la misma
época.
65
Vista y plano de Toledo. El Greco. Hacia 1610-1614.
66
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¿Cómo funcionaba el taller del Greco?
Después de observar las salas dedicadas al Greco, el
visitante se adentra en la parte final del recorrido, centrada
en el taller del pintor.
Una vez asentado en Toledo, el Greco fundó su propio taller
para asumir los encargos más importantes de la época:
los retablos. Allí trabajaron bajo sus órdenes profesionales
muy diferentes: aprendices encargados de la preparación
minuciosa de los colores y lienzos; escultores como Giraldo
de Merlo; grabadores, como Diego de Astor; pintores, que
completaban o copiaban las obras del maestro, entalladores,
doradores y ensambladores, que construían la estructura de
los retablos que vemos en lugares como la Capilla de San
José, el Hospital de Tavera, Santo Domingo el Antiguo o el
Hospital de la Caridad de Illescas.
Es aquí precisamente en Illescas donde el Greco trazó en
1603 un diseño de manera muy atrevida, anticipándose a los
retablos barrocos que posteriormente hizo Bernini en Roma,
y consiguiendo que el tema indicado por el cliente resultara
comprensible y emotivo para los fieles. De esta manera,
con la conjunción de las tres artes (arquitectura, escultura y
pintura) creó una escenografía que comunica eficazmente el
tema escogido: la glorificación de la Virgen, como modelo
de virtudes cristianas e intercesora entre los planos terrenal
y celestial.
Otro ámbito en el que se concentró en el taller fue la
difusión de las estampas de temas de cuadros del Greco
destinados a una devoción mucho más privada e intimista.
En el negocio de la reproducción, se contrató los servicios
del joven grabador flamenco Diego de Astor, que pertenecía
a la primera generación de grabadores de libros en España,
procedentes de Flandes. Juntos colaboraron en la ejecución
68
de las planchas: el cretense hacía los dibujos y el flamenco
las pasaba a cobre. Así reproducían fielmente los cuadros
de devoción pedidos por los clientes: San Francisco y el
hermano León era de los más solicitados.
Los seguidores del Greco
La herencia del Greco fue muy notable. Ceán Bermúdez ya
se refiere a este hecho:
“Falleció muy viejo en aquella ciudad (…) con
general sentimiento, especialmente de los
artistas, porque los protegía y procuraba que los
distinguiesen.”
Además de los cuadros de su propia mano hay un importante
número de obras producidas en su taller por ayudantes
que bajo su dirección seguían bocetos suyos. Estas obras
están realizadas con los mismos materiales, con los mismos
procedimientos y siguiendo sus modelos; en ellas intervenía
el artista parcialmente, pero la mayor parte del trabajo la
realizaban sus ayudantes.
En las grandes creaciones con asuntos sagrados para
altares y capillas de Toledo, fueron especialmente brillantes
las representaciones de santos por parte del taller, donde
partiendo de las composiciones del maestro, trataron de captar
la espiritualidad católica de la época, como en el caso del tema
del san Francisco, protagonista indiscutible de esta sala.
San Francisco y el hermano León es una de las
composiciones del Greco más difundidas. Representa a san
Francisco arrodillado, de frente y reflexionando sobre su
propia muerte, mientras sostiene la calavera entre las manos.
El hermano León, privilegiado testigo de los episodios finales
69
de su vida, aparece igualmente arrodillado y con las manos
entrelazadas, en una actitud que sin duda invitaba a ser
imitada por el devoto.
Otro tema relacionado es San Francisco en éxtasis que ilustra
el momento en que san Francisco recibe los estigmas de la
crucifixión de Cristo, fruto de la visión sobrenatural que tuvo
en el monte Alverna, en Italia. La imagen de ese momento fue
representado en numerosas ocasiones por el Greco y su taller,
pero también se difundió a lo largo de buena parte del siglo
xvii a través de copias de calidad muy variada.
Otra de las producciones más características del taller de la última
época son los ciclos de los apóstoles, representados de medio
busto o de tres cuartos con sus símbolos correspondientes.
Se les representaba aislados o en parejas como San Juan
Evangelista y San Francisco de Asís que se expone, copia de la
original de la Galleria degli Uffizi de Florencia.
Tras la muerte del Greco, su hijo Jorge Manuel continuó con
el taller del pintor, en el que él mismo había sido ayudante y
finalizó los encargos que había dejado su padre sin terminar,
hasta su fallecimiento en 1631. El visitante puede observar El
Expolio, la única obra firmada por el hijo del pintor. Algunos
detalles de las figuras indican que no copió la espléndida
obra de la catedral de Toledo, sino la de la iglesia parroquial
de Orgaz, una de las muchas variantes posteriores a aquella.
En el San Luis Rey de Francia, copia del original que se
encuentra en el Museo del Louvre de París, se adivina la
imagen de Toledo y se representa al personaje con la corona
y el cetro, símbolo de la justicia.
San Basilio destaca majestuosamente en la sala,
representado como doctor de la Iglesia con hábito de
obispo, capa, mitra y báculo. A diferencia de la obra original
70
San Luis Rey de Francia. Seguidor del Greco. Hacia 1600.
71
que se encuentra en el monasterio de El Escorial, esta
versión muestra escenas de la vida del santo en el paisaje
del fondo. Era el cuadro que más gustaba a los visitantes del
desparecido Museo de la Trinidad.
Blas Muñoz se formó en el ambiente artístico toledano de
la segunda mitad del siglo xvii, y aparece documentado
entre 1667 y 1689. Realizó, además de pintura de floreros,
diferentes versiones del tema de San Francisco en oración.
En una de ellas sigue la estela de los modelos del Greco, y
en la otra, aporta una interesante versión personal del tema,
recordando los modelos barrocos de Tristán.
El Cardenal don Fernando Niño de Guevara nos introduce
en la última sala, dedicada al pintor Luis Tristán. La obra
original del Greco se conserva desde 1929 en el Metropolitan
Museum of Art de Nueva York y es uno de los mejores
retratos que realizó. Se inspiró en los retratos de papas y
cardenales que, en el siglo xvi, pintaron Rafael y Tiziano.
Como corresponde con la alta dignidad religiosa del
personaje, aparece sentado, con las manos descansando en
los brazos del frailero y dirigiéndose de manera inquisitiva y
severa al espectador.
Luis Tristán, discípulo del Greco
Luis Tristán es considerado como el mejor continuador
del Greco y es uno de los pintores adscritos al primer
naturalismo. Como tantos otros de su generación, viajó
a Italia y a su vuelta supo combinar las figuras alargadas
de su maestro con el naturalismo de Caravaggio en sus
composiciones.
La interpretación de obras de su maestro se ve en cuadros
como el Cristo Crucificado, donde tanto el alargamiento de las
72
proporciones como la violencia del claroscuro y el modelo
del rostro, derivan del Greco dentro de un paisaje que
anticipa la tragedia. La figura del Crucificado, con la cabeza
alzada y el cuerpo más o menos contorsionado, fue un éxito
devocional en el Toledo de principios del siglo xvii.
San Jerónimo tiene diversos elementos de vanitas, como
la calavera que descansa sobre unos libros o la piedra con
la que golpeaba su pecho. Una pluma y un tintero dan fe
de su dedicación a la escritura. San Jerónimo es uno de
los santos más populares de la España del Barroco, ya que
servía para insistir en uno de los asuntos favoritos de la
ideología contrarreformista: la doctrina del arrepentimiento
y la penitencia. En la parte inferior derecha se representa
el capelo cardenalicio y el león al que curó la pata durante
su retiro. El tratamiento de la luz, que recorta la figura
del santo frente al fondo de estudio, y el detallismo en la
Santo Domingo penitente (detalle). Luis Tristán. Hacia 1618.
73
representación de la anatomía del personaje, nos indican el
gusto de Tristán por la pintura de Orazio Borgianni o Ribera,
a su vez muy influida por Caravaggio, y que pudo aprender
durante su viaje a Italia en 1606. Desde el siglo xv san
Jerónimo se convierte en patrón de los hombres de letras
y, junto a su imagen de penitente en el desierto, también se
le representa en el estudio, en su condición de intelectual.
El asunto de san Jerónimo será de los más repetidos en la
producción de Tristán.
La Virgen de la Misericordia deriva de la composición ideada
por el Greco para el Hospital de Illescas, obra de 1604,
en la que el pintor mantuvo una iconografía medieval de
María, convertida en madre universal de todos los hombres
y protectora que acoge bajo su manto a todos cuantos la
San Jerónimo penitente en su estudio. Luis Tristán. Hacia 1618-1622.
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necesitan. La obra de Tristán, al igual que la del Greco, fue
realizada para un Hospital, el del Refugio, en la misma ciudad
de Toledo.
Otra producción importante de Tristán son las
representaciones de santos penitenciales reflexionando
sobre la brevedad de la vida o extasiados ante la visión de
lo divino. En esta sala destacan Santo Domingo penitente,
con un bodegón de excelente factura que recuerda a El
bufón don Diego de Acedo “el primo”, de Velázquez; San
Antonio Abad, con el predominante marrón rojizo de la capa
contrastando con la luminosidad de la lana blanca del hábito
y las páginas de los libros, o San Pedro de Alcántara, con el
alargado canon habitual y ese tono de intenso tenebrismo
que hace tan característica su obra.
Cristo Crucificado. Luis Tristán. Hacia 1620.
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Circuito del Greco en Toledo
Después de pasar por la tienda, si el visitante lo desea podrá
consultar los interactivos situados en el zaguán, antigua
entrada del edificio, donde podrá completar su visita por
medio de pantallas táctiles alusivas a la estela del Greco y su
taller en Toledo y alrededores.
Jardín alto
El jardín es un espacio privilegiado que mantiene del diseño
original del Marqués el escalonamiento en tres niveles, las
fuentes, el estanque con azulejos toledanos y la pérgola. A lo
largo del paseo el visitante encontrará restos arqueológicos
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adquiridos por el Marqués para embellecer el espacio,
algunos de ellos procedentes del monasterio de San Juan de
los Reyes y se deleitará con especies típicas toledanas como
lavanda, romero, glicinias, hiedra o tomillo, junto a plantas de
tradición árabe como los granados.
El jardín fue un espacio de gran actividad social, aquí
se recibieron visitas importantes como la del rey don
Alfonso XIII y los presidentes, ministros y miembros de
la realeza que visitaban Toledo. Además, el Marqués
organizaba con cierta frecuencia reuniones culturales,
recepciones y comidas amenizadas por músicos, que
se situaban bajo la pérgola del nivel superior. Con la
belleza de las vistas y su agradable entorno se dará por
finalizada la visita.
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Textos
Luis Alberto Pérez Velarde
María López Pérez
Coordinación
Equipo técnico del Museo
Fotografía
Víctor Gascón
Rebeca García Merino
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Paseo del Tránsito, s/n.
45002 Toledo
Teléfono: 925 223 665
e-mail: [email protected]
Horario
Del 1 de abril a 30 de septiembre:
9:30 a 20:00 h., martes a sábado
Del 1 de octubre a 31 de marzo:
9:30 a 18:30 h., martes a sábados
Domingos y festivos todo el año:
10:00 a 15:00 h.
Cerrado todos los lunes; 1 y 6 de enero; 1 de mayo; 24, 25
y 31 de diciembre y una fiesta local (Corpus Christi).
Cierre de taquilla 15 minutos antes de la finalización del
horario de visita.
Cómo llegar al Museo
Desde Madrid
En tren: Servicio de trenes de Alta Velocidad (AVE)
www.renfe.es
En autobús: Intercambiador de Plaza Elíptica en Madrid.
www.munimadrid.es
Por carretera: Autovía A-42
Madrid-Toledo.
En Toledo
Desde la estación de autobuses:
líneas 5 (Zocodover) y 12 (Judería)
Desde la estación de ferrocarril (AVE): autobuses líneas 5, 6.1
y 6.2.
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Paseo del Tránsito, s/n.
45002 Toledo
Teléfono: 925 223 665
e-mail: [email protected]
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