DE LA SOMBRA A LA LUZ

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DE LA SOMBRA A LA LUZ
Tras la muerte de El Greco, aunque su pintura siguió ejerciendo una
incuestionable influencia en pintores de la talla de Velázquez, se inició un
proceso de rechazo de su obra, cuyo estilo dejó de ser comprendido. El pintor y
veedor de la Inquisición Francisco Pacheco (1564-1644) inauguró una serie de
críticas que fue continuada por el pintor y tratadista Jusepe Martínez (16001682), así como por el también pintor y tratadista Antonio Palomino (1655-1726)
y, más posteriormente, por el escritor e hispanófilo Charles Davillier (1823-1883).
Todos ellos contribuyeron a conformar la imagen de El Greco como extravagante
y loco.
A este periodo de rechazo le sucedió otro de recuperación que hizo emerger
una nueva visión de El Greco. En este caso, defendieron y rescataron su obra
viajeros románticos tardíos e intelectuales como Manuel Bartolomé Cossío
(1857-1935), Maurice Barrés (1862-1923) o Ramón Gómez de la Serna (18881963), todos ellos atraídos por la originalidad, el color y la técnica del cretense.
Este proceso de recuperación por parte de los eruditos de los siglos XIX y XX
se vio reforzado por la influencia que El Greco comenzó a ejercer en el desarrollo
de la pintura contemporánea. Fue un momento en que se impulsaron renovados
estudios y teorías sobre la trayectoria “del griego”; así, la obra Spanische Reise
(Viaje por España; 1910) del alemán Julius Meier-Graefe, en la que se nos
presenta a El Greco como un precursor del Impresionismo.
El Greco influyó en los nuevos lenguajes artísticos, desde la obra preimpresionista de Édouard Manet, a la serie azul y el cubismo de Pablo Picasso, o
el realismo de Gregorio Prieto. Los pintores del siglo XX se sintieron
especialmente atraídos por la última etapa del artista griego, caracterizada por la
teatralidad, el alargamiento de las figuras, los escorzos, el aspecto fantasmal y
difuminado de las composiciones, así como el uso de colores grises y azulados.
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