Medidas de control

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A. INTRODUCCION
El conocimiento sobre aspectos biológicos de las tucuras son importantes
en lo que hace a su vinculación con la aplicación de los insecticidas. Por ejemplo,
el conocer la duración de los períodos embrionarios, ninfal e imaginal de las distintas especies permitirá programar con anticipación y posibilidad de éxito, las
actividades en las distintas áreas a fin de disminuir al mínimo posible la peligrosidad de la plaga.
De todos ellos se considera al desarrollo embrionario, es decir, al lapso
que transcurre entre la aovación y la aparición de las ninfas en el campo, como el
más valioso, porque cuando finaliza constituye el punto de partida que permitirá
determinar el momento preciso de la aplicación de los tratamientos químicos.
Otro elemento que se intenta poner al servicio del control de las tucuras es el
pronóstico a corto, mediano y largo plazo, que permita determinar con anticipación el nacimiento de las ninfas en el campo, mediante la determinación experimental de las constantes térmicas correspondientes al desarrollo embrionario.
Las condiciones climáticas del año, tienen gran importancia en la vida de
las tucuras y en su mayor o menor incremento. Si la primavera y el verano se
presentan secos y calurosos, los acridios se muestran más activos, desovan
más, se desarrollan antes y realizan mayor número de desoves.
Otros aspectos biológicos de estos acridios que pueden ser también utilizados para lograr un mayor éxito en las campañas de lucha, como por ejemplo,
los porcentajes de nacimientos, que permiten formular una apreciación en cuanto
a la población real de una determina área de infestación; la cantidad de mudas;
la duración de los períodos de maduración sexual y de preoviposición, etc.
El mayor daño en la vegetación lo producen las tucuras durante el período
de saltona; las pequeñas langostas buscan las partes más tiernas de las plantas
y comen sus tallos nuevos, destruyendo las yemas y los brotes, con lo que paralizan la vegetación, terminando con las pasturas. El perjuicio que causan , no só-
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lo debe apreciarse por lo que consumen, sino también porque impiden el rebrote
de los pastos, al afectar sus zonas de crecimiento.
Los acridios están frecuentemente asociados a plantas que sufren estrés
hídrico y térmico, en pastizales con sequías estacionales marcadas.
En general la diversidad de especies es baja durante el mes de noviembre, y aumenta a partir de diciembre. En los cultivos, donde la riqueza de especies se reduce al mínimo, la diversidad de especies de insectos es menor, y a su
vez la concentración del recurso alimentario favorece la instalación de plagas,
mientras que en pastizales naturales la diversidad de acridios tiende a declinar
cuando estos se encuentran sobrepastoreados.
Uno de los problemas de la lucha contra las tucuras radica en la despreocupación por el problema de las tucuras en los años de vegetación abundante,
por gran parte de los productores rurales. Si esta lucha fuera permanente y sostenida, es probable que no se presenciarían períodos críticos cuando se presenta
una sequía prolongada.
Lo que se observa frecuentemente en las zonas afectadas por las tucuras
es que los ocupantes de los campos infestados no saben que tienen desoves en
sus tierras, o si lo saben no tienen la seguridad de que se van a producir los nacimientos.
Las posibles razones del ataque de tucuras puede ser que en los períodos
de sequía las lagunas no poseen agua, y esta es uno de los enemigos de las tucuras. Otra razón es que los suelos de mejor calidad son los que se utilizan para
la agricultura, dejando los bajos sin roturar, y es allí donde las tucuras desovan,
teniendo una defensa natural, lo que favorece su incremento en los años en que
las condiciones le son favorables.
No podemos pensar en un factor natural que pueda tener influencia para
evitar los perjuicios que ocasionan las tucuras, salvo el caso de que, después de
los nacimientos se produzcan fuertes heladas que provoquen su mortandad.
Las tucuras, si bien tienen carácter sedentario, invaden en muchas ocasiones los campos limítrofes de las zonas de infestación permanente, tomando
desprevenidos a los productores de las zonas invadidas. Poco tiempo después
de los nacimientos las tucuras se extienden haciéndose difícil y costosa la destrucción.
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B. TECNICAS DE MONITOREO.
Mediante la observación visual se busca determinar la presencia y desarrollo de las tucuras. Hay que tener en cuenta que en sus primeros estadios es
un insecto muy pequeño, de menos de 0,5 centímetros. En los momentos del día
de mayor temperatura es un poco más móvil, lo que facilita detectar su presencia.
En las pasturas puede estar en estado gregario en la base de las matas.
En girasol se la encuentra entre los cotiledones.
Observando el nivel de daño que realiza en los cultivos de cosecha gruesa, se pueden determinar áreas de control.
El uso de la red de arrastre (de 38 cm de diámetro) permite el monitoreo
de otras plagas que utilizan el mismo ecosistema (isocas, gorgojos, pulgones e
insectos benéficos). La red se la utiliza en pasturas para realizar recuentos de la
plaga y observar su desarrollo.
La técnica se apoya en el uso de una planilla de observaciones agronómicas de cada potrero de pastura. En cada uno de ellos se registra el estado fenológico, altura del forraje, el recuento de tucuras y de otros insectos por golpes de
red. Se incluye una estimación de la proporción de tucuras que se encuentran,
como mosquitas y saltonas.
Toda esta información es de utilidad al momento de decidir los controles y
las técnicas que se emplearán.
Durante el mes de octubre se observa visualmente los nacimientos en las
zonas donde es más probable que hayan ocurrido los desoves. estas son las
pasturas de 3 o más años, los campos naturales y las borduras.
A fines de octubre - principios de noviembre, es cuando la población se
encuentra en su mayoría en estado de mosquita, debiéndose empezar a usar la
red de arrastre en las pasturas y borduras. En los lotes de cosecha se determina
la presencia de las tucuras y el nivel de daño que realizan. Hay que relevar todas
las áreas que no sean las libres. Con este primer monitoreo se determina una
gran parte
de las áreas de control. Las recorridas siguientes pueden ser
semanales de acuerdo con la gravedad del ataque. se evalúan sólo las poblaciones de las áreas dudosas.
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Para mediados de noviembre debe estar confeccionado el mapa definitivo
de plagas, tratando de que sean mínimas las áreas dudosas.
En diciembre se utilizan los monitoreos para estimar la calidad de los controles usados. Se observan las áreas libres de las pasturas, en especial donde se
haya observado la plaga, y las zonas linderas a los potreros donde se realizaron
controles.
Durante el resto del verano se monitorean otras plagas, aprovechando para relevar las poblaciones de tucuras en pasturas. También hay que detectar la presencia de tucuras en las borduras de los lotes de praderas y verdeos en implantación.
C. RELEVAMIENTO DE ESPECIES
Se recolectan los desoves mediante determinados métodos, con el objeto
de identificar las especies existentes en un área determinada.
La identificación de las especies existentes y los datos fundamentales del
ciclo biológico de los acridios existentes permitirá aportar útiles elementos de juicio para el control eficaz de la plaga.
Con esa información se realiza un catastro adoptando el sistema parcelario de desoves por predio y por cada ambiente ecológico, obteniéndose así un
mapa con la identificación de cada especie.
D. RELEVAMIENTO DE DESOVES
En toda el área infestada por tucura, seria necesario, al finalizar el otoño
realizar el relevamiento de los desoves. Este trabajo sencillo, da la certeza de la
situación, extensión y densidad de los desoves que plagan un campo.
El conocimiento de estos datos es fundamental para tener una idea de las
proporciones que puede alcanzar en la primavera siguiente la plaga de las tucuras y permite planificar los trabajos con varios meses de anticipación, de modo
que puede resolverse con tiempo si conviene dedicar el campo a cultivo, o considerar la remoción superficial en la parte infestada, previendo riesgos como los de
la erosión y otros que se relacionan con la composición física del suelo. En todo
caso, deja tiempo para hacer los cálculos de los elementos y tucuricidas que será
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necesario disponer para los trabajos a ejecutar en las acciones de lucha contra el
insecto.
El período más indicado para efectuar el relevamiento es el comprendido
entre los meses de mayo a julio. Convendría observar con mayor atención, los
lugares o cuadros del campo que durante el verano fueron más frecuentados por
la plaga, con la seguridad de que allí se encontrarán los desoves.
Algunas especies de tucuras colocan el desove envuelto en un sustancia
impermeable, formando lo que técnicamente se llama una “ooteca”. Otras especies colocan los huevos en el canuto en forma desnuda, adheridos unos a otros
formando una espiga. Cada desove agrupa una cantidad variable de huevos (de
20 a 40 unidades).
La toma de muestras se realiza de acuerdo a un recorrido hecho en forma
de arco y que se apoyará sobre la línea del alambrado. De cada potrero se extraen 10 muestras con una profundidad de 5 cm. y que juntas representan 1 metro cuadrado.
El recuento y observación se realiza desmenuzando el pan de tierra hasta
hallar los desoves. Se hacen los promedios por metro cuadrado y multiplicando
por 10.000 dará el promedio de desoves que hay en cada hectárea de campo
relevado. Sumando los totales se obtiene el promedio de la infestación general
del campo.
E.
DESTRUCCIÓN DE DESOVES
Teniendo en cuenta el período de incubación tan largo que tienen los hue-
vos de las tucuras, o mejor dicho el período que permanecen los desoves en la
tierra(desde enero hasta octubre), el método más práctico para combatir las tucuras es la destrucción de sus desoves.
Por lo general, después de arar la superficie donde se desea destruir los
desoves, se pasa la rastra de dientes, la de discos o la sembradora, según el
destino que quiera darle a la tierra el interesado.
Por varias causas se produce la destrucción de los desoves: por sepultación, por acción mecánica de la maquinaria agrícola (reja, disco, diente, ruedas,
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etc), por acción de los agentes climáticos y por acción de las aves y otros animales que comen los desoves al encontrarlos en la superficie.
La sepultación es una de las principales causas que producen la destrucción de los desoves.
F. DESTRUCCION DE LA MOSQUITA
La destrucción de la mosquita se hacía con lanzallamas; tratándose de
pequeñas extensiones los resultados que se obtenían eran buenos.
Los métodos para destruir la mosquita deben reservarse para el caso que
no haya sido posible destruir los desoves. Además las eclosiones, aunque son
periódicas en un mismo punto, se producen en su gran mayoría en un plazo de
15 a 20 días, por lo que es muy difícil destruir las mosquitas en tan poco tiempo,
y poco después éstas se disgregan, resultando muy difícil y costosa la destrucción
G. DESTRUCCION DE SALTONA
Durante las décadas del 30 y 40 se utilizaban las barreras conjuntamente
con los lanzallamas con buenos resultados para la destrucción de la saltona. La
misma se destruía en forma eficiente siempre que las saltona se encontraran
concentradas, pero cuando se encontraban algo disgregadas en extensiones
grandes, la destrucción era muy costosa y a veces prácticamente imposible.
Casi todos los insecticidas que destruyen a la mosquita, destruyen a la
saltona, en algunos casos hay que aumentar la dosis y entonces corresponde
hacer el cálculo para ver si resulta económica la aplicación.
H. DESTRUCCIÓN DE VOLADORA
En el estado de voladora es bastante difícil destruir a las tucuras. Pocos
días después de haberse transformado en voladoras, se organizan en mangas, y
es entonces cuando por lo general se encuentran más concentradas. Pocos días
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después, y sobre todo si encuentran un campo que les proporcione su alimentación preferida, se asientan , disgregándose un poco.
I.
ESTACIONES DE ALARMA
El estado de mosquita de la tucura es el momento más oportuno para
efectuar su control. Por esta razón, la implantación de un sistema de alarma de
nacimiento de tucura resulta conveniente para prevenir a los productores y permitirles una adecuada organización en la lucha que va a emprender. Este sistema
permite ubicar en la época oportuna, una mayor cantidad de mosquitas y comenzar su lucha.
Este sistema consta de pequeñas jaulas construidas en madera y alambre
tejido [ancho 35 cm; alto 10 cm; largo 40 cm] con patas para ser enterradas.
La instalación se realiza en invierno. Llegada la primavera (fines de septiembre a principios de octubre) se revisa diariamente el sistema hasta observar
la aparición de las primeras ninfas. Entonces se intensifica la inspección, hasta
observar más de 50 ninfas, momento oportuno para revisar el campo y ratificar o
rectificar el resultado de la experiencia. Con los primeros nacimientos detectados
en las jaulas y su generalización en el campo, el productor puede organizar la
defensa de sus praderas o cultivos y disponer de un valioso aporte sobre el momento oportuno para efectuar la aplicación del plaguicida en el estado de ninfa.
J. UMBRALES DE DAÑO
La peligrosidad de estos acridios está dada por su densidad. La presencia
abundante de cualquier clase de tucuras, siempre representa una amenaza para
la explotación agropecuaria. Los campos de pastoreo son los que más sufren la
acción perniciosa de las tucuras y se ha establecido que éstas en una densidad
de 40 ejemplares por metro cuadrado, consumen una cantidad de materia vegetal equivalente a la que ingiere un vacuno.
En pasturas se puede considerar la siguiente tabla de decisión:
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Tabla de decisión de control de tucuras
PROMEDIO DE TUCURAS / GOLPE DE
RED
AREA
ALTURA DEL FORRAJE EN cm
Menos de 15 cm
Dudosa
Control
1
1,5
más de 15 cm
2
2,5
Se modifica el umbral en función de la altura del forraje, porque es probable
que cuanto menor sea ésta, mayor cantidad de golpes de red será necesario para
cubrir una determinada superficie.
En cultivos de cosecha gruesa se detecta la presencia de tucuras y el nivel
de daño. Hay que controlar cuando se detectan las tucuras en las borduras y en
los primeros surcos del cultivo para impedir, en forma preventiva, su ingreso a éstos. Si la plaga ya está en el cultivo, especialmente en el girasol, hay que realizar
los controles ante los primeros daños.
La bibliografía recomienda la aplicación cuando la densidad de tucuras lo
justifique económicamente, considerando un umbral de 10 tucuras por metro
cuadrado para tomar la decisión del tratamiento químico.
K. EPOCA DE CONTROL
Uno de los inconvenientes de la aplicación es ubicar el momento más
oportuno para el tratamiento . En una misma zona las distintas especies de tucuras presentan diferencias en cuanto al momento de su aparición, máxima cantidad y número de generaciones al año.
El limitado poder residual de los insecticidas permitidos hace necesario
considerar que para una mayor efectividad en su aplicación se debe tener en
cuenta:
La fecha del primer nacimiento de tucuras.
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El desarrollo del insecto. Las altas temperaturas y una fuerte radiación solar adelantan los nacimientos y los completan en un período mas corto.
La dispersión de las tucuras desde las zonas de nacimiento hacia áreas
vecinas. Esta movilización está condicionada con la disponibilidad de alimento; si
existe en abundancia su movilidad es poca, en cambio, si hay escasez, su dispersión se hace en un área mayor, en menor tiempo.
Teniendo en cuenta todos los factores a considerar, se deben efectuar los
tratamientos entre los 40 - 45 días posteriores al primer nacimiento.
Es necesario evitar que las tucuras lleguen al estado adulto ya que esto
implica desoves y, por consiguiente, descendencia para la próxima primavera.
Para poder realizar el tratamiento es necesario que cada propietario vigile
sus potreros y compruebe la aparición, los primeros nacimientos y la evolución
de las tucuras. Un tratamiento eficiente posibilita eliminar las ninfas y adultos de
la primera generación de estos acridios de ciclo corto y simultáneamente las ninfas de la primera generación de las especies semitardías y las de las especies
tardías.
L. DIAGNÓSTICO Y ALTERNATIVAS DE MANEJO ASOCIADAS A LA SIEMBRA DIRECTA
Las tucuras son plagas tradicionales de praderas tanto naturales como cultivadas. Favorecidas por la falta de remoción del suelo, en condiciones de sequía
también afectan a los cultivos agrícolas en siembra directa permanente. Entre estos últimos podemos citar a soja y girasol como los más perjudicados.
Las tucuras ponen sus huevos en praderas viejas, ensenadas, banquinas y
otros lugares sin remoción del suelo, y estos eclosiona en la primavera (principios
de octubre). Como existen especies de diferente ciclo, este proceso ocurre en forma escalonada siendo las tucuras que cumplen dos generaciones las que nacen
primero, mientras que las de una sola generación por año finalizan su nacimiento a
mediados de noviembre.
Durante las primeras 2 - 3 semanas luego de su nacimiento las tucuras permanecen agrupadas (mosquitas) para posteriormente dispersarse (saltona) y
alcanzan el estado adulto a los 50 - 60 días. Asociadas a sequías prolongadas, las
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tucuras constituyen graves plagas de las forrajeras cultivadas y naturales donde
suelen alcanzar densidades de 30 - 40 / m 2 .
Los daños más importantes en soja y girasol de siembra tardía ocurren en la
etapa establecimiento de los cultivos (plántulas y plantas jóvenes). No se dispone
de umbrales de daño para esta etapa de los cultivos, pero se sugiere tomar un 5 8 % de plantas dañadas.
El control de tucuras por medio de insecticidas brinda en general buenos
resultados y los fracasos son atribuidos a la baja calidad de las aplicaciones. Otro
factor que contribuye a una baja mortalidad de la plaga es el desarrollo avanzado
de las poblaciones con alta proporción de tucuras adultas. Con los productos registrados actualmente para el control de tucuras no se justifica el uso de insecticidas
de alta toxicidad (Calase A). Sería conveniente incluso que en un futuro cercano se
registren piretroides para el control de estos insectos como se ha hecho en Canadá. Su utilización parcial en mezcla con fosforados o carbamatos sería también
conveniente en función de su menor impacto ambiental.
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