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ENTELEQUIA
revista interdisciplinar
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Isaac M. Casaubón
EL PRIMER PASO PARA RECUPERAR EL TERRENO PERDIDO
THE FIRST STEP TO RECOVER THE LOST GROUND
Comentario del libro
HESSEL, S. (2011):
¡Indignaos!
Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica
Destino. 60 págs.
I
nmersos en la peor crisis de la historia moderna, los ciudadanos vemos día a día recortar
nuestros derechos, pasos atrás en las conquistas sociales que hasta ahora disfrutábamos,
legado de las luchas de generaciones anteriores, otrora logros colectivos que fueron
perfilando la democracia, el estado del bienestar.
Congelaciones de las pensiones, retrasos en la edad de jubilación, sueldos cada vez más
escuetos y desacoplados de la realidad, subidas de impuestos indirectos, continuas
degradaciones en la calidad de la educación, agresiones al estado de derecho... medidas que
ahogan a la ciudadanía, indefensa, sumida en un estado de shock del que apenas hace amago de
salir, desorientada y polarizada por medios de comunicación que confunden más que informan.
Nuestros gobernantes, reducidos a meros brazos ejecutores de los caprichos de los mercados,
se limitan a justificar cada medida en aras de superar una crisis que parece no tener fin, todas
ellas siempre destinadas a “apaciguar a los mercados”. Ante este panorama, ya no podemos
hablar de democracia sino de dictadura, la dictadura de los mercados1.
Occidente, que presumía de libertades, resulta ahora estar sumida en una nueva variante del
totalitarismo. Muchos años atrás, Stephane Hessel luchó contra un tipo de totalitarismo más
primitivo, menos sutil; se enfrentó a la Alemania nazi y a sus cómplices en su Francia adoptiva.
También él defendió una visión de los derechos humanos, cuya carta ayudó a redactar en la
posguerra. Ahora, a sus 93 años ve peligrar mucho de lo conseguido por su generación ante la
aparente pasividad de la ciudadanía de hoy.
Hessel se pregunta en su libro sobre los motivos de la actual apatía y desafía a los
ciudadanos a romperla, a base de recordar los motivos que llevaron a su generación a levantarse
1 Este término, Dictadura de los Mercados, lo popularizó el periodista de la cadena española CNN+ Iñaki Gabilondo, en julio de 2010, a razón de la continua sucesión de recortes exigidas por los poderes financieros. CNN+ finalizó sus emisiones a final del mismo año. Vid. Torres, J. (2010): “¿Es inevitable sufrir la dictadura de los mercados?” en <http://www.rebelion.org/noticia.php?id=110271>.
Núm. 13 (primavera 2011)
S. Hessel: ¡Indignaos! / 295
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contra los fascismos. El autor entiende que es complicado reaccionar ante un enemigo sin
identidad: los mercados son entes sin nombres ni apellidos, ni siquiera con siglas, anóminos
principalmente porque los medios de comunicación tradicionales, quienes perjuran
independencia, jamás se atreverían a señalar a tan poderosos personajes.
Así, ante este panorama, sin manifiestos culpables en quienes proyectar la natural
desesperación, es razonable que muchas personas se rindan ante un sentimiento de indiferencia,
con una falsa esperanza de dejar pasar el temporal a la espera de que las cosas se arreglen solas.
Pero es que los derechos que no se ejercen simplemente se pierden, no podemos esperar
impasibles a que alguien haga por quitárnoslos sutilmente.
Hessel nos recuerda que hoy, más que nunca, los ricos son mucho más ricos y los demás,
mucho más pobres; que la avidez de las grandes corporaciones privadas priman sobre los
intereses de los ciudadanos o del medio ambiente; que no hay motivos para recortes y medidas
que lesionen nuestro estado del bienestar, que aún así se imponen a golpe de decreto. Los
ciudadanos no podemos permanecer impasibles ante gobiernos al servicio de los mercaderes,
por eso Hessel apela al sentimiento de indignación, como el primer paso para superar la
indiferencia, que nos recuerda que esa sensación fue la que le embargó cuando, durante su ya
lejana juventud, entendió que sus derechos como persona eran ninguneados, pisoteados.
Los ciudadanos hemos de hacer patente nuestra indignación ante la simple posibilidad de que
las generaciones presentes y venideras puedan tener un peor calidad de vida que quienes les
precedieron. El primer paso para preservar la calidad de vida es tomar consciencia de la
necesidad de defender una democracia auténtica, al servicio de los ciudadanos. Es este
sentimiento de indignación el que debe surgir tras analizar todos aquellos recortes al estado del
bienestar, todas las medias verdades de una clase política plegada a los poderes económicos y
darnos cuenta de que nos toman el pelo.
Hessel entonces nos habla desde su experiencia, nos pide a los ciudadanos levantarnos en
una resistencia pacífica, una verdadera lección de civismo, moralidad y espíritu democrático a
aquellos que reducen el término democracia al acto de depositar papeletas en urnas cada varios
años, para luego olvidarse de los ciudadanos. Esa insurrección pacífica será más poderosa que
todas las fuerzas de represión que nos podamos imaginar. Hessel lo ilustra con el caso de la
ciudad cisjordana de Bil'in, donde sus ciudadanos marchan pacíficamente, sin piedras, sin
fuerza alguna, hasta un muro donde realizan sus protestas. El gobierno de Israel denomina a
esto: “terrorismo no violento”.
La no violencia, el rechazo explícito a aquella, el espíritu de paz y concordia une más que el
miedo a represalias de cualquier tipo. El 15 de mayo de 2011, sin miedo alguno, decenas de
miles de ciudadanos españoles salieron a la calle, todos ellos indignados, en cada ciudad
española mujeres y hombres desfilaban pacíficamente, pidiendo un cambio, gestos hacia los
ciudadanos que demuestren que los políticos no son una clase aparte de la ciudadanía, al
servicio de la casta económica. Los españoles indignados no se detuvieron ahí, sino que
tomaron las plazas más importantes del país y ahí acamparon permanentemente. Se organizaron
como verdaderas juntas democráticas populares, con asambleas abiertas a todos, cada opinión
era escuchada, votada, respetada.
Los grandes medios de comunicación silenciaron todo lo que pudieron lo que estaba
ocurriendo, hasta que comprendieron que no se podía poner puertas al campo de las redes
sociales. Los medios más reaccionarios intentaron manipular, tergiversar, ensuciar, las
intenciones de los ciudadanos indignados2. Los grandes partidos políticos también se pusieron
2 Tómese como botón de muestra, la desinformación de un canal de televisión español que relacionaba a los indignados españoles con un grupo terrorista. Vid. <http://bit.ly/lQwjPu>.
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nerviosos, intentaron llevar a su terreno la situación, imposible con tal heterogéneo grupo de
ciudadanos, declarados apartidistas, cuya indignación patente no se va a terminar con palabras
vacías. Así, la prensa internacional hizo eco de la Revolución Española, que ha ido
extendiéndose al resto del mundo, cada día son más indignados los que simbólicamente
acampan en las plazas de sus ciudades para demostrar que su descontento con un sistema
político agotado, caduco, que no respeta los derechos básicos de los ciudadanos.
Cada día ha ido creciendo el número de personas que se identifican con el sentimiento de
indignación, las mismas que se unen a las concentraciones, apoyan a los más jóvenes
acampados. Es un sentimiento especial comprobar que a aquéllos no les falta de nada, pues
ciudadanos de toda edad y circunstancia laboral se acercan para brindarles comida, mantas y
mucho apoyo.
Tampoco podemos olvidar las banderas islandesas que ondeaban en muchas plazas
españolas, hermoso homenaje a los primeros ciudadanos que plantaron cara al continuo
chantaje de la banca internacional, de los poderes financieros, de los grandes emporios
empresariales que subvierten la democracia. Los ciudadanos comenzamos a tomar consciencia
de que somos mayoría en el mundo, que tenemos más motivos para estar unidos que para
inventarnos elementos diferenciadores. Estamos a un paso de hacer perenne el sentimiento de
fraternidad mundial con el que soñaron los padres de la Ilustración. La esperanza es que los
ciudadanos del mundo, sin fisuras, continuemos con esta revolución pacífica que las
generaciones venideras conozcan como “Revolución Mundial”.
En las plazas españolas, mientras tanto, no pasa un día sin que alguien regale un ejemplar de
¡Indignaos! a quienes se acercan tras encontrar su propio motivo de indignación.
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