A. y S. t. 242 p. 89-96 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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Reg.: A y S t 242 89-96.
En la ciudad de Santa Fe, a los veinticinco días del mes de octubre del año dos mil
once, se reunieron en acuerdo los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la
Provincia, doctores Daniel Aníbal Erbetta, Roberto Héctor Falistocco, María Angélica Gastaldi,
Mario Luis Netri y Eduardo Guillermo Spuler, con la Presidencia del titular doctor Rafael Francisco
Gutiérrez, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados “MUNICIPALIDAD DE SANTA FE
contra VENTOSINOS, Hilda Graciela -Apremio- sobre RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD”
(Expte. C.S.J. nro. 157, año 2009). Se resolvió someter a decisión las siguientes cuestiones:
PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto?; SEGUNDA: en su caso ¿es procedente?; y
TERCERA: en consecuencia ¿que resolución corresponde dictar?. Asimismo se emitieron los
votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, o sea, doctores Spuler, Gutiérrez,
Falistocco, Netri, Gastaldi y Erbetta.
A la primera cuestión -¿es admisible el recurso interpuesto?-, el señor Ministro doctor
Spuler dijo:
I. Mediante resolución registrada en A. y S. T. 230, págs. 412/413 este Cuerpo
resolvió admitir la queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la parte
actora contra la resolución del 19 de abril de 2007 dictada por la Sala Segunda -integrada- de la
Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de esta ciudad, por entender que la postulación de la
recurrente contaba “prima facie” con suficiente asidero en las constancias de la causa e
importaba articular con seriedad planteos que exigían examinar si la sentencia reunía las
condiciones mínimas necesarias para satisfacer el derecho a la jurisdicción que acuerda la
Constitución provincial.
El nuevo análisis de admisibilidad que impone el artículo 11 de la ley 7055, efectuado
con los principales a la vista, me conduce a ratificar esa conclusión, tal como lo propicia el Señor
Procurador General (fs. 103/105).
Por ello, voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión, el señor Presidente doctor Gutiérrez y los señores Ministros
doctores Falistocco y Netri, la señora Ministra doctora Gastaldi y el señor Ministro doctor Erbetta
expresaron idénticos fundamentos a los vertidos por el señor Ministro doctor Spuler y votaron en
igual sentido.
A la segunda cuestión -en su caso, ¿es procedente?-, el señor Ministro doctor Spuler
dijo:
Según surge de las constancias de autos la demandada solicitó se declare la
caducidad de la instancia en el juicio de apremio fiscal que le promovió la Municipalidad de Santa
Fe. Señaló que entre el 01.03.2001 fecha en la que se decretó el llamamiento de autos para
resolver y el 03.07.2003 en que fue notificada su parte del mismo ha transcurrido el plazo de
caducidad de la instancia.
Evacuado el traslado respectivo (fs. 22/24), la jueza de baja instancia hizo lugar al
pedido formulado mediante resolución de fecha 1° de setiembre de 2004 (fs. 28/29).
Sostuvo que en los juicios de apremio fiscal no resulta aplicable el artículo 5 de la ley
7234 que establece la duplicidad de términos y consideró que “entre el pedido efectuado por la
actora en fecha 5 de julio (fs. 17 vta.) y el consecuente decreto dictado en fecha 10 de octubre de
2001 (fs. 19 vta.) ordenando que la providencia que llama a autos -01/03/01, fs. 16- se notifique
por cédula en el domicilio procesal constituido y la efectiva notificación concretada el 03/07/03 (v.
cédula fs. 20), transcurrieron veinte meses sin que la instancia fuera interrumpida con actos
idóneos al efecto”.
Contra dicha decisión interpuso la accionante recursos de apelación y de nulidad (f.
30), los que fueron rechazados por la Sala Segunda -integrada- de la Cámara de Apelación en lo
Civil y Comercial de esta ciudad, mediante resolución de fecha 19 de abril de 2007.
Para así decidirlo, consideró que entre la notificación a la actora el 26.03.2001 del
decreto de autos y el acuse de caducidad el 7.7.2003 transcurrió el plazo de caducidad (art. 231
C.P.C. y C., art. 32 ley 5066, art. 5 ley 7234 t.o. ley 9040).
Sostuvo que “el expediente nunca estuvo en condiciones de ser pasado a fallo,
atento a que la cédula de fs. 17 no se remitió al domicilio legal de fs. 11, y cuando la notificación se
realizó en forma a fs. 20, la demandada planteó la caducidad de la instancia dentro de los tres
días (...) aunque se interpretara que la cédula de fs. 17 diligenciada el 23 de mayo de 2001 revele
la intención de mantener vivo el proceso, de cualquier modo transcurrió más de dos años hasta
que se planteó la perención el 7 de julio de 2003".
Agregó que “lo actuado en diligencia a fs. 17 vto., como así los actos obrantes a fs.
18 y 19, no tienen eficacia para impulsar el procedimiento hasta la sentencia, siendo únicamente
idóneo a ese fin la notificación de llamamiento de autos a la demandada. Además, transcurrieron
más de dos años hasta que se planteó la caducidad”.
Contra ese decisorio interpuso la compareciente recurso de inconstitucionalidad, con
fundamento en el artículo 1, inciso 3 de la ley 7055, por entender que el fallo prescinde del texto
legal, contradice inequívocas constancias de autos y carece de fundamentación. Asimismo invocó
la concurrencia de un supuesto de gravedad institucional.
Señaló que la resolución resulta equiparable a sentencia definitiva atento a que “el
proceso no puede reiniciarse útilmente en virtud de que habría operado la prescripción, causando
un daño irreparable”.
En sustento de su impugnación, tras detallar los actos procesales realizados por el
Juzgado, la Municipalidad y oficiales de justicia, sostuvo que la Cámara incurrió en arbitrariedad al
desconocer la eficacia interruptiva de los mismos.
Expresó, en tal sentido, que el artículo 232 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Provincia exige “instar el curso del proceso”, independientemente de la falta de éxito en la
finalidad del acto. Señaló que el fallo carece de fundamentación suficiente, al omitir considerar los
actos de impulso de la causa, prescindiendo del texto legal aplicable, sin brindar razones para así
decidirlo.
Afirmó que si bien la Sala refirió al artículo 5to. de la ley 7234 que establece la
duplicidad de términos en los juicios en los que intervenga la Provincia, sus entes autárquicos
institucionales, municipalidades o comunas, “infundadamente” se apartó de la norma. Indicó, que
en el sub examine, el proceso debía permanecer inactivo por el período de dos años para que
opere la perención de la instancia.
Por último, planteó la concurrencia de un supuesto
de gravedad institucional, con fundamento en que lo resuelto y su extensión a casos análogos
“ocasionaría un considerable quebrantamiento en el sistema económico del ente municipal,
producto de un injustificado apartamiento de la normativa de orden público que rige la defensa del
Estado municipal”.
2. La Sala, mediante auto de fecha 25 de setiembre de 2007, resolvió denegar la
concesión del recurso, por entender que las causales de arbitrariedad solo trasuntan la mera
discrepancia de la compareciente con lo decidido (fs. 15/16), por lo cual acude la recurrente en vía
directa ante esta Corte.
3. Habiéndose cuestionado desde el plano constitucional la respuesta jurisdiccional
de la Cámara, el examen de las constancias de la causa me convence de que la sentencia
impugnada debe ser dejada sin efecto por esta Corte.
En efecto, conforme a reiterada doctrina del más alto Tribunal nacional “al ser la
caducidad de la instancia un modo anormal de terminación del proceso y de interpretación
restrictiva, la aplicación que de ella se haga debe efectuarse en ese carácter sin llevar con
excesivo ritualismo el criterio que la preside más allá de su ámbito propio” (cfr. Fallos 306:1693;
310:663; 324:1359; 234:163; en sentido concordante A. y S. T. 218, pág. 145/147; T. 220, págs.
7/8; T. 223, págs. 420/422).
Teniendo en cuenta tales premisas, se advierte del relato precedente que la jueza de
baja instancia computó el comienzo del plazo de caducidad desde “el pedido efectuado por la
actora en fecha 5 de julio de 2011 (f. 17 vta.) y el consecuente decreto dictado en fecha 10 de
octubre de 2001 (f. 19 vta.) ordenando que la providencia que llama a autos -01/03/01, f. 16- se
notifique por cédula en el domicilio procesal constituido...” y apelada tal decisión sólo respecto a la
desestimación de la aplicación de la duplicidad de términos establecida en la ley 7234 t.o. ley 9040
(fs.43/44), la Sala aplicó la norma pero consideró que el término de perención había operado a
partir de una fecha anterior “desde la notificación a la actora el 26.03.2001 del decreto de autos...”.
En síntesis, se observa que los actos procesales mencionados considerados con
eficacia para instar el proceso en la resolución del ad quo no reciben la misma apreciación en la
Alzada, sin que brinde los motivos por los cuales entiende que el pedido de fojas 17 vuelto y el
decreto que ordena notificar la providencia de autos en el domicilio legal carecen de entidad para
impulsar la causa a la decisión final, cuestión que se torna relevante en las particulares
circunstancias de la causa.
En efecto, -como se dijo- el agravio del apelante radicó en que no se había aplicado
la duplicidad de términos establecida en la ley 7234 t.o. ley 9040, y no en el período en el que se
estimó habría operado la caducidad en el fallo recurrido, por lo que también conviene recordar el
principio tantum apellatum, quantum devolutum, conforme al cual la competencia de la Alzada se
abre para la revisión de lo que ha sido impugnado (Couture, “Fundamentos de derecho procesal
civil”, pág. 367; Fallos: T. 302, pág. 1435; T. 315, págs. 106/109; en sentido concordante, A. y S. T.
226, págs. 253/256; entre otros).
Conforme a las consideraciones antes expuestas, estimo que encuentran plena
vigencia las pautas ut-supra señaladas, en razón de que la evaluación de la caducidad de la
instancia debe efectuarse con un criterio de prudencia, máxime cuando, como en el caso, su
declaración puede producir la pérdida del derecho sustancial.
Por las razones expuestas, voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión, el señor Presidente doctor Gutiérrez expresó idénticos
fundamentos a los expuestos por el señor Ministro doctor Spuler y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Falistocco dijo:
3. Habiéndose cuestionado desde el plano constitucional la respuesta jurisdiccional
de la Cámara, el examen de las constancias de la causa me convence -como a los Ministros
preopinantes- de que la sentencia impugnada debe ser dejada sin efecto por esta Corte.
En efecto: se advierte que la Jueza de baja instancia computó el comienzo del plazo
de caducidad teniendo en cuenta dos actos procesales: el de la actora del 5 de julio de 2001 (fs.
17 vto.) por el que la doctora Wagner manifiesta que acompañaba la cédula de notificación del
decreto de llamamiento de autos del 1.03.2001 y solicita que pasen los autos a resolver, y
especialmente el decreto dictado en consecuencia por la propia magistrada en fecha 10 de
octubre de 2001 (fs. 19 vto.) ordenando que la providencia que llama a autos -decreto del
1.03.2001- se notifique por cédula al domicilio procesal constituido en el expediente.
A partir de esa última fecha -10.10.2001- y hasta la efectiva notificación concretada
en el domicilio procesal constituido en fecha 3.07.2003 (cédula de fs. 20) el juez de grado entendió
que habían pasado veinte meses, declarando así la caducidad de instancia por la aplicación del
plazo de un año.
Apelada tal decisión respecto de la desestimación de la aplicación de la duplicidad
de términos establecida en la ley 7234 t.o. ley 9040 (fs. 43/44), la Sala aplicó la norma invocada
por el recurrente computando el correspondiente plazo de dos años, pero en cambio consideró
que el térimino de perención partía de una acto procesal de fecha anterior al considerado por la
Magistrada de baja instancia.
En tal sentido, la Alzada, para decidir sobre la caducidad cuestionada, debió analizar
inescindiblemente el planteo de la duplicidad de términos y la relevancia interruptiva del plazo de
caducidad de los actos procesales obrantes en autos.
En dicha labor, -propia de su jurisdicción- los Sentenciantes revisaron
necesariamente las actuaciones sometidas a juicio en primera instancia sin que con ello se afecte
en el caso concreto la naturaleza revisora de la Alzada, pero lo cierto es que si bien resolvieron
que resultaba aplicable la duplicidad de términos -acogiendo la pretensión de la apelante en ese
punto- tuvieron en cuenta como última actividad destinada a instar el procedimiento la notificación
de la actora en el expediente de fecha 26.03.2001 del decreto de llamamiento de autos solicitando
que pasen los autos a resolver (fs. 16) y, en cambio, no consideraron como actos con eficacia para
impulsar el procedimiento hasta la sentencia a los realizados el 5 de julio de 2001 por la actora (f.
17 vto.) y el 10 de octubre del 2001 por la Magistrada inferior (fs. 19 vto.) que ordenó notificar el
decreto de llamamiento de autos al domicilio legal constituido, actos valorados especialmente en
baja instancia como impulsorios.
Por consiguiente, se observa que estos dos actos procesales mencionados y
considerados con eficacia para instar el proceso en la resolución del ad quo no recibieron la
misma apreciación en la Alzada, al punto tal que los Sentenciantes computaron el inicio del curso
de la caducidad desde un acto procesal anterior en el tiempo.
Nuestro Código de Rito establece en su artículo 232 que los términos de caducidad
"empezarán a contarse desde la última diligencia judicial destinada a impulsar el procedimiento".
La generalidad de los códigos, cuando se refieren a los actos interruptivos del plazo
de perención, aluden a aquellos actos que tienen por efecto "impulsar" el procedimiento, o
"activar" el curso del proceso, o "instar" el trámite, o adoptan alguna otra expresión equivalente
(Roberto G. Loutayf Ranea y Julio C. Ovejero López, "Caducidad de la instancia", Ed. Astrea,
2005, pág. 140).
Señala Couture que se "denomina impulso procesal al fenómeno por virtud del cual
se asegura la continuidad de los actos procesales y su dirección hacia el fallo definitivo", y agrega
que el "impulso procesal se obtiene mediante una serie de situaciones jurídicas que unas veces
afectan a las partes y otras al tribunal".
Sabido es que el curso de la perención de la instancia sólo puede interrumpirse por
actos idóneos, hechos por el juez o las partes, que objetivamente tiendan a hacer adelantar el
proceso, con mira a su culminación en la sentencia, para lo cual deben dirigirse a pedir, realizar o
urgir justamente el acto, providencia o diligencia que corresponda al estado del juicio (Adolfo
Alvarado Velloso, "Estudio Jurisprudencial del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Santa Fe", T. II, pág. 816 cc. y ss.).
Recuérdese que el Máximo Tribunal de la Nación, tiene establecido en numerosos
pronunciamientos, que la perención de la instancia debe responder a las particularidades de cada
caso, y que por ser un modo anormal de terminación del proceso y de interpretación restrictiva, la
aplicación que de ella se haga debe adecuarse a ese carácter sin llevar ritualistamente el criterio
que la preside más allá del ámbito que le es propio (Fallos: 308:2219, 319:1142).
Cabe tener presente, por otra parte, que reviste condición de actividad idónea para
impulsar el procedimiento, aquella que, cumplida por los contendientes, el órgano judicial o sus
auxiliares, resulta adecuada, y útil para hacer avanzar el procedimiento (CS, 19/10/2004,
"Calabria, Juan C. c. Bustos, Víctor y otros", en La Ley Online; CNCiv., Sala F, 1996/02/20,
"Sociedad Italiana de Beneficencia en Buenos Aires c. Trotti, Fernando J", LA LEY, 1996-E, 684).
La doctrina de la indeferencia del agente enseña que si el acto es interruptivo, lo es
en función de su idoneidad y no del sujeto que lo realizó. De allí que tengan tal carácter todos
aquellos que cumplidos por cualquiera de las partes, por el órgano jurisdiccional o sus auxiliares,
sean particulamente aptos para movilizar el proceso hacia la sentencia. Es interruptivo todo acto
inherente al proceso, que se vincula a una petición, aunque no sea inmediata, de los litigantes o
una decisión del juzgado, cuando es proporcionado a las circunstancias, tramitación y estado del
pleito y tiene por objeto activar el procedimiento o se traduce en un avance en la marcha del
mismo (Toribio Enrique Sosa, "Caducidad de la Instancia", Segunda Edición corregida y ampliada.
La Ley. Año 2010, pág. 97). Asimismo, se ha entendido que si el acto procesal interruptivo fuera
declarado nulo, la nulidad no le hace perder la virtualidad interruptiva que otrora tuvo (C.S.
Mendoza, Sala I, 1998/02/06, "Ramirez, Ricardo y otros c. Santos, Marcelo A.", LLGran Cuyo,
1998/449). Por último, se ha dicho que actos interruptivos del plazo de caducidad "son todos los
actos de impulso procesal que se consideran punto inicial del cómputo del plazo de caducidad", es
decir que los actos de inicio del cómputo del plazo de perención, son también los que interrumpen
el curso de caducidad (Roberto G. Loutayf Ranea y Julio C. Ovejero López, "Caducidad de la
instancia", Ed. Astrea, 2005, pág. 138).
En el "sub judice" se observa que los actos realizados por el Juzgado y la actora, no
fueron considerados eficaces por la Alzada como para impulsar el procedimiento hasta la
sentencia sin mayor fundamentación sobre el particular, a saber; el decreto de fojas 19 vuelto de
fecha 10.10.2001 que ordena notificar el decreto de fs. 16 en el domicilio legal constituido, y el
acto de fojas 17 vuelto de la apoderada de la Muncipalidad de Santa Fe que en fecha 5.07.2001
acompañó la cédula notificatoria y solicitó nuevamente que pasen los autos a resolver.
Conforme a las consideraciones antes expuestas, estimo que merece reproche
constitucional la sentencia impugnada ya que la Sala en oportunidad de analizar los actos
procesales mencionados "ut supra", que habían sido considerados por la Jueza de baja instancia
como impulsorios, se limitó a afirmar únicamente que aquellos "no tienen eficacia para impulsar el
procedimiento hasta la sentencia" incurriendo en el achacado vicio de falta de fundamentación
suficiente.
Asimismo, los Sentenciantes concluyeron que con el acto de la doctora Wagner el
día 26 de marzo de 2001 se cumplió la última actividad destinada a instar el procedimiento.
Recuérdese que en aquél se nofiticaba la parte actora del decreto de llamamiento de autos y
asimismo solicitaba pasen los autos a resolver. Pese a ello, la Sala resolvió que el acto posterior
de fecha 5 de julio de 2001 y que obra a fojas 17 vuelto, en el que la actora solicita también que
pasen los autos a resolver no resultaba acto destinado a instar el procedimiento.
Por consiguiente, y a la luz de las consideraciones expuestas, luce inmotivado el fallo
impugnado, y padece además, de una oposición conceptual que lo torna contradictorio al punto de
descalificarlo como acto jurisdiccional válido.
Por todo ello corresponde declarar procedente el recurso interpuesto y, en
consecuencia, anular al sentencia impugnada. Disponer la remisión de los autos a la Sala que
corresponda a fin de que la causa sea nuevamente juzgada.
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Netri dijo:
1. Ante todo, comparto los parámetros doctrinarios y jurisprudenciales brindados por
el señor Ministro doctor Falistocco, que ilustran los presupuestos basales de la declaración de
caducidad de instancia.
Simplemente, puede agregarse y sin ninguna pretensión de bastedad, que la
inactividad que produce la caducidad puede consistir en una inacción total o en una acción o
acciones inoperantes.
Se afirma que se insta el proceso cuando se tiene la intención de mantenerlo vivo
mediante una manifestación de voluntad atinente al mismo, que tienda a lograr el progreso de la
relación jurídica procesal (Martínez Alvarez, Eduardo, "Caducidad de la instancia", Ed. Astrea. Bs.
As. 1981, pág. 23); que el acto, para ser interruptivo de la caducidad, tiene que reunir dos tipos de
requisitos: debe ser cumplido en el momento razonablemente esperado, porque con ello se hace
el desarrollo oportuno y progresivo del proceso y a la igualdad de las partes en el mismo y, por
otro lado, el acto debe tender a llevar el proceso hacia la sentencia (Colombo, Carlos J.,
"Perención de instancia y acto procesal anticipado", E.D. 51-480; que se está ante un acto
impulsorio cuando el mismo constituye un escalón necesario para que el proceso pueda continuar
hacia su punto final, esto es, del dictado del fallo que resuelve la controversia planteada; que
sobre la idoneidad del acto, ha dicho Rosas Lichtschein que el impulso de proceso constituye una
carga procesal, de ahí que las partes deban realizar el acto adecuado, conforme con el momento
procesal de que se trata, para que el trámite avance del estadio en que se encuentra al
consecutivo; que tal acto tiene que ser idóneo y capaz de llevar adelante la causa, si ninguna
vinculación aparece entre él y la etapa respectiva o si no tiende a que el proceso marche, no se
trata de uno que presente las condiciones establecidas para dar por llenada la carga (Rosas
Lichtschein, Miguel A., "La recusación de un juez o la integración de tribunal no son actos
procesales interruptivos del curso de la caducidad de la instancia", Juris 10-163).
2. Sentado lo que antecede y a la luz de los lineamientos "ut supra" sentados, el test
de constitucionalidad de la sentencia impugnada impone recordar los fundamentos brindados por
el A quo a fin de declarar la caducidad de instancia del proceso.
En tal sentido la Sala luego de analizar las constancias de la causa consideró que
entre la última actividad destinada a instar el procedimiento (notificación de la actora el 26 de
marzo de 2001 del decreto de llamamiento de autos) y el acuse de la caducidad por la demandada
el 7 de julio de 2003, transcurrió el plazo de caducidad en el preciso marco de los artículo 231 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia, 32 de la ley 5066, y 5 de la ley 7234 según
texto ley 9040.
Para así decidir juzgó que el expediente nunca estuvo en condiciones de ser pasado
a fallo, atento a que la cédula de fojas 17 no se remitió al domicilio legal de fojas 11, y cuando la
notificación se realizó en forma a foja 20, la demandada planteó la caducidad de la instancia
dentro del plazo de tres días.
En defintiva, los Sentenciantes analizaron las actuaciones y consideraron que
aunque se interpretara que la cédula de fojas 17 diligenciada el 23 de mayo de 2001 revelaba la
intención de la parte actora de hacer avanzar el proceso, de cualquier modo habían transcurrido
más de dos años hasta la fecha en que se planteó la perención el 7 de julio de 2003.
Finalmente sostuvo la Sala que los actos procesales analizados en el expediente
(fojas 17 vto., 18 y 19) no tenían eficacia para impulsar el procedimiento hasta la sentencia, siendo
únicamente idóneo a ese fin la notificación del llamamiento de autos a la demandada.
Frente a ello la recurrente achaca a la Sala centralmente el haber incurrido en
arbitrariedad al desconocer la eficacia interruptiva de los actos procesales realizados por el
Juzgado, la Municipalidad y oficiales de justicia y apartarse del precepto aplicable que prescribe la
duplicidad de plazos (art. 5, ley 7234).
Concretamente, las tachas de arbitrariedad invocadas por la quejosa se dirigen
fundamentalmente a oponer su particular enfoque acerca de la interpretación que la Alzada ha
efectuado en torno a los efectos de la inactividad de la quejosa para impulsar diligentemente la
causa en la instancia recursiva y de la incidencia de tal hermenéutica en la suerte del recurso de
apelación intentado.
Así, la recurrente sostiene la eficacia interruptiva de los actos procesales realizados
por el Juzgado, la Municipalidad y oficiales de justicia obrantes a fojas 17 vto., 18 y 19 del
proceso, mas tales aserciones de la impugnante no logran conmover el núcleo sentencial
propuesto por el A quo, ni configurar las lesiones constitucionales que alega.
En primer lugar, porque los Sentenciantes para decidir sobre la caducidad
cuestionada, debieron analizar inescindiblemente el planteo de la duplicidad de términos y la
relevancia interruptiva de los actos procesales obrantes en la causa; y, en dicha faena -propia de
su jurisdicción-, la Sala tuvo que analizar necesariamente las actuaciones sometidas a juicio en
primera instancia sin que con ello se afecte en el caso concreto la naturaleza revisora de la Alzada
y, de consiguiente, el principio de congruencia, tal como afirma la impugnante.
Sabido es que incumbe exclusivamente a los jueces de la causa determinar cuáles
son los puntos que quedan comprendidos en la litis. Se trata de una cuestión de derecho común
ajena, en principio, a la órbita del recurso extraordinario (Fallos:233:47; 234:14; 235:768; 243:43 y
45; 246:77 y muchos otros) como que lo referente al alcance de la jurisdicción de alzada con
arreglo a los recursos interpuestos en la causa, es como principio, no susceptible de revisión por
la Corte (Fallos: 256:80).
En segundo lugar, porque se inserta en un plano de razonabilidad y logicidad
tolerados por el ordenamiento procesal entender -como lo hizo el A quo- que la última actividad
destinada a instar el procedimiento había sido la notificación a la actora -en fecha 26.03.2001- del
decreto de autos, pues la cédula de foja 17 -por no haberse remitido al domicilio legal-, el pedido
de fojas 17 y la solicitud de restitución de los autos (f. 18) como el decreto que así los dispuso,
eran actos carentes de idoneidad tendentes a hacer avanzar el procedimiento de acuerdo a los
principios generales que rigen en materia de caducidad de instancia (vid. punto 1).
3. Aún cuando lo expuesto basta para desestimar el planteo impugnativo,
corresponde hacer mención a que la tarea de determinar si un acto procesal ostenta el carácter de
impulsorio del proceso o no, constituye una materia inminentemente de contenido procesal, propia
de los jueces de la causa y que no incumbe revisar a esta Corte, a menos de instaurar una
tercera instancia ordinaria, sustituyendo a los jueces ordinarios en la competencia funcional de
dichas cuestiones que le son privativas.
Voto, pues, por la negativa.
A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi expresó idénticos
fundamentos a los expuestos por el señor Ministro doctor Spuler y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Erbetta expresó idénticos fundamentos
a los expuestos por el señor Ministro doctor Falistocco y votó en igual sentido.
A la tercera cuestión -en consecuencia ¿que resolución corresponde dictar?- el señor
Ministro doctor Spuler dijo:
Atento al resultado de las votaciones efectuadas al tratar la cuestión anterior,
corresponde declarar procedente el recurso interpuesto y, en consecuencia, anular la sentencia
impugnada. Disponer la remisión de los autos a la Sala que corresponda a fin de que la causa sea
nuevamente juzgada; con costas a la vencida (artículo 12, ley 7055).
Así votó.
A la misma cuestión, el señor Presidente doctor Gutiérrez y los señores Ministros
doctores Falistocco y Netri, la señora Ministra doctora Gastaldi y el señor Ministro doctor Erbetta
dijeron que la resolución que se debía adoptar era la propuesta por el señor Ministro doctor Spuler
y así votaron.
En mérito del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia
RESOLVIÓ: Declarar procedente el recurso interpuesto y, en consecuencia, anular la sentencia
impugnada. Disponer la remisión de los autos a la Sala que corresponda a fin de que sea
nuevamente juzgada; con costas a la vencida (artículo 12, ley 7055).
Registrarlo y hacerlo saber.
Con lo que concluyó el acto, firmando el señor Presidente y los señores Ministros por
ante mi, doy fe.
Fdo.: GUTIÉRREZ-ERBETTA-FALISTOCCO-GASTALDI-NETRI-SPULER- Fernández
Riestra (Secretaria)
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