12 « « « REVISTA DE LA ASOCIACIÓN NOTARIAL aún gozar, apesar délas hipotecas que gravan sus bienes si no pudiese establecer, por medio de la misma escritura de hipoteca, que los inmuebles afectados tienen un valor más grande que el tomo 3.° núimporte de sus deudas (Laurent, 525)». Siguiendo estos principios en su desarrollo lógico, nuestra legislación ha ido más lejos que la de otros países. En vez de limitarse á establecer que en toda la hipoteca se determinará, así la propiedad afectada como el importe de la obliga ción, ha dispuesto también que el gravamen no podrá extenderse á suma mayor del duplo de la deuda para cuya garantía se constituya. Así, los terceros que ven, por ejemplo, que el deudor debe dos mil pesos y tiene una finca que vale diez mil, están seguros de que esa deuda hipotecaria no podrá absorber, por más que crezca, todo el valor de la finca; están seguros de que el gravamen existente no puede absorber, como tal gravamen, sino cuatro mil pesos, es decir, menos de la mitad del valor de la finca, de modo que pueden facilitar al deudor, garantiéndose con una segunda hipoteca. Actualmente, casi todas las hipotecas se hacen con pacto de venderse el inmue ble, al mejor postor.— No se fija, pues, el valor del inmueble, y en consecuencia el Escribano no sabe si lo que se afecta vale más del duplo del importe de la obliga « 162 y meros — — — ción principal. Si en la escritura se da, el Escribano, puede, fija el valor del inmueble y este excede del duplo de la deu juicio, autorizar el contrato, sin salvedad á nuestro alguna, responsabilidad, ni falta á su deber; pero si para ilustrar á las partes respecto de su respectivo derecho, quiere hacer aclaraciones sobre el parti cular, puede advertiries que la finca no queda hipotecada legalmente por todo su valor, es decir, que lo hipotecado es solo el valor de la finca hasta la concurrencia del duplo de la obligación. Puede hacerse algo análogo á la advertencia que indica Casas en el siguiente modelo de cláusula de escritura de hipoteca, con arreglo á la legislación española: Así mismo advertí al acreedor que no podrá reclamar por la acción real hipotecaria, eon perjuicio de tercero, más réditos atrasados que los correspondientes á los últimos dos años y la parte vencida de la anualidad corriente, si bien quedando á salvo su acción personal contra el deudor, para exigir los pertenecientes á los años anteriores (Casas, «Tratado de Instrumentos Públicos.» Tomo 1." pág. 405.)» y no cae por eso en < t « < « ¿Puede negarse un actuario, la pi'ueba producida por su parte durante el término probatorio á exhibir á una contrario? Creo que el punto debe resolverse negativamente. Toda la dificultad reside en la inteligencia que en la práctica suele darse á la expresión publicación de probají- DE LA REPÚBLICA ÜEL O. IS URUGUAY De esta dispo 347. que el Código de Procedimiento Civil emplea en el art. una sición se ha sacado la consecuencia, algunas veces, de que parte tiene derecho — xas la prueba de su contrario, sólo después de haberse verificado publi probanzas. Pero tal interpretación es evidentemente errónea. Esa práctica viciosa nú tiene otro origen que las leyes en vigencia en otros tiempos. En efecto: antiguamente ningún litigante podía enterarse de la prueba de su era ese, contraparte sino después de producida la publicación de probanzas, porque precisamente, su principal objeto. Así lo consignan los viejos expositores. La publicación de probanzas, dice Estoves Saguí, es «la agregación y mani festación de todas las pruebas que se hayan dado y que han estado reservadas.^ La publicación dice Caravantes, se verifica «uniéndolas y comunicándolas re á examinar la cación de cíprocamente explica á cada parte.» En idéntico sentido que así fuera por cuanto la prueba érá necesario que trascurriese el término era se otros. Y expresan muchos secreta, reservada, y, probatorio y se en practicara se consecuencia? la publicación de probanzas para que ellas pudieran ser conocidas por las partes. Pero entré nosotros las pruebas nO tienen este carácter, y la «publicación de probanzas» no es otra cosa que la simple agregación de las pruebas á los autos, habieüdo perdido, por lo tanto, su primitiva significación p.ara quedar reducida á uña frase impropia é inadecuada. Casi todas las legislaciones establecen hoy la publicidad de la prueba para las j^ar/es, y algunas, como la española, llevan el principio hasta los últimos extremos (árt. 570 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.) Todos los medios probatorios admitidos por nuestra ley procesal revisten tam bién paVa /as partes la mayor publicidad posible, desde el momento que éstas, ó tieneii conocimiento confiere de las instante de sU de las pruebas contrarias por medio del traslado que se les con la instrumental, ó intervienen en el copias, lo que ocurre producción, Como ocurre prueba con la declaración testifical, la confesión ó irispecciófi ocular. á Luego, pfaes, entre nosotros, no hay razón legal ni ofcjeto práctico en oponerse haber su contrario, antes de de la de enterarse un prueba litigante pretenda que existe ley ninguna expirado el término probatorio. No hay razón legal, porque no ni objeto práctico porque es contradictorio autorice semejante procedimiento; que mantener en secreto ó en reserva una prueba que ya ha sido pública: es un contra sentido suponer que el Código quiera rodear del secreto á una prueba cuando él publicidad. á los que ningún Actuario puede, legalmente, iihpedir consiguiente, no funde esa prohibi mientras sus examinen áfe pruebas, recíprocamente litigantes mismo se encarga de ordenar Por ción en una su creo disposición expresa. Arturo Lapoujade, Noviembre 20 de 1904,