pudiese estable- hipoteca, que los grande que el Siguiendo estos

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«
«
«
REVISTA
DE
LA
ASOCIACIÓN
NOTARIAL
aún gozar, apesar délas
hipotecas que gravan sus bienes si no pudiese establecer, por medio de la misma escritura de hipoteca, que los inmuebles afectados
tienen un valor más grande que el
tomo 3.° núimporte de sus deudas
(Laurent,
525)».
Siguiendo estos principios en su desarrollo lógico, nuestra legislación ha ido
más lejos que la de otros
países. En vez de limitarse á establecer que en toda la
hipoteca se determinará, así la propiedad afectada como el importe de la obliga
ción, ha dispuesto también que el gravamen no podrá extenderse á suma mayor
del duplo de la deuda
para cuya garantía se constituya.
Así, los terceros que ven, por ejemplo, que el deudor debe dos mil pesos y tiene
una finca
que vale diez mil, están seguros de que esa deuda hipotecaria no podrá
absorber, por más que crezca, todo el valor de la finca; están seguros de que el
gravamen existente no puede absorber, como tal gravamen, sino cuatro mil pesos,
es decir, menos de la mitad del valor de la
finca, de modo que pueden facilitar
al deudor, garantiéndose con una segunda hipoteca.
Actualmente, casi todas las hipotecas se hacen con pacto de venderse el inmue
ble, al mejor postor.— No se fija, pues, el valor del inmueble, y en consecuencia el
Escribano no sabe si lo que se afecta vale más del
duplo del importe de la obliga
«
162 y
meros
—
—
—
ción
principal.
Si
en
la escritura
se
da, el Escribano, puede,
fija
el valor del inmueble y este excede del
duplo de la deu
juicio, autorizar el contrato, sin salvedad
á nuestro
alguna,
responsabilidad, ni falta á su deber; pero si para ilustrar á las
partes respecto de su respectivo derecho, quiere hacer aclaraciones sobre el parti
cular, puede advertiries que la finca no queda hipotecada legalmente por todo su
valor, es decir, que lo hipotecado es solo el valor de la finca hasta la concurrencia
del duplo de la obligación.
Puede hacerse algo análogo á la advertencia que indica Casas en el
siguiente
modelo de cláusula de escritura de hipoteca, con
arreglo á la legislación española:
Así mismo advertí al acreedor que no podrá reclamar
por la acción real hipotecaria, eon perjuicio de tercero, más réditos atrasados que los correspondientes á los
últimos dos años y la parte vencida de la anualidad corriente, si bien
quedando á
salvo su acción personal contra el deudor, para
exigir los pertenecientes á los
años anteriores (Casas, «Tratado de Instrumentos Públicos.» Tomo 1."
pág. 405.)»
y
no cae
por
eso en
<
t
«
<
«
¿Puede negarse un actuario,
la pi'ueba producida por su
parte
durante el término
probatorio
á exhibir á
una
contrario?
Creo que el punto debe resolverse negativamente. Toda la dificultad reside en
la inteligencia que en la práctica suele darse á la expresión publicación de probají-
DE LA
REPÚBLICA
ÜEL
O.
IS
URUGUAY
De esta dispo
347.
que el Código de Procedimiento Civil emplea en el art.
una
sición se ha sacado la consecuencia, algunas veces, de que
parte tiene derecho
—
xas
la
prueba de su contrario, sólo después de haberse verificado publi
probanzas.
Pero tal interpretación es evidentemente errónea. Esa práctica viciosa nú tiene
otro origen que las leyes en vigencia en otros tiempos.
En efecto: antiguamente ningún litigante podía enterarse de la prueba de su
era ese,
contraparte sino después de producida la publicación de probanzas, porque
precisamente, su principal objeto. Así lo consignan los viejos expositores.
La publicación de probanzas, dice Estoves Saguí, es «la agregación y mani
festación de todas las pruebas que se hayan dado y que han estado reservadas.^
La publicación dice Caravantes, se verifica «uniéndolas y comunicándolas re
á examinar la
cación de
cíprocamente
explica
á cada
parte.»
En idéntico sentido
que así fuera por cuanto la
prueba
érá necesario que trascurriese el término
era
se
otros. Y
expresan muchos
secreta, reservada, y,
probatorio y
se
en
practicara
se
consecuencia?
la
publicación
de probanzas para que ellas pudieran ser conocidas por las partes.
Pero entré nosotros las pruebas nO tienen este carácter, y la «publicación de
probanzas» no es otra cosa que la simple agregación de las pruebas á los autos,
habieüdo perdido, por lo tanto, su primitiva significación p.ara quedar reducida á
uña frase impropia é inadecuada.
Casi todas las legislaciones establecen hoy la publicidad de la prueba para las
j^ar/es, y algunas, como la española, llevan el principio hasta los últimos extremos
(árt. 570 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.)
Todos los medios probatorios admitidos por nuestra ley procesal revisten tam
bién paVa /as partes la mayor publicidad posible, desde el momento que éstas, ó
tieneii conocimiento
confiere de las
instante de
sU
de las
pruebas
contrarias por medio del traslado que se les
con la
instrumental, ó intervienen en el
copias, lo que ocurre
producción, Como ocurre
prueba
con
la declaración
testifical,
la confesión ó
irispecciófi ocular.
á
Luego, pfaes, entre nosotros, no hay razón legal ni ofcjeto práctico en oponerse
haber
su contrario, antes de
de
la
de
enterarse
un
prueba
litigante pretenda
que
existe ley ninguna
expirado el término probatorio. No hay razón legal, porque no
ni objeto práctico porque es contradictorio
autorice
semejante
procedimiento;
que
mantener en secreto ó en reserva una prueba que ya ha sido pública: es un contra
sentido suponer que el Código quiera rodear del secreto á una prueba cuando él
publicidad.
á los
que ningún Actuario puede, legalmente, iihpedir
consiguiente,
no funde esa prohibi
mientras
sus
examinen
áfe
pruebas,
recíprocamente
litigantes
mismo
se
encarga de ordenar
Por
ción
en una
su
creo
disposición
expresa.
Arturo Lapoujade,
Noviembre
20 de 1904,
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