Nº1 / ABRIL 2014 LOS ESCUDOS DE ARMAS DE LA SERIE DE RETRATOS DE VIRREYES DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA DE GENER A L A P RIMER EMP ER A DOR ME X IC A NO; IM Á GENE S DE AGUSTÍN DE ITURBIDE T H E F A M I L Y O F M A N: R EF L E X IONE S EN T OR NO A UN MODELO DE EXHIBICIÓN FOTOGR ÁFIC A REVISIÓN PARA L A HISTORIA DE L A MIR A DA FOTOPERIODÍS TIC A DEL LEVANTAMIENTO DEL EZLN Nº1 / ABRIL 2014 EL PODER Y LA IMAGEN LOS ESCUDOS DE ARMAS DE LA SERIE DE RETRATOS DE VIRREYES DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA Por: Luis Fernando Herrera Valdez DE GENER A L A P RIMER EMP ER A DOR ME X IC A NO; IM Á GENE S DE AGUSTÍN DE ITURBIDE Por: María del Carmen Martín Navarrete T H E F A M I L Y O F M A N: R EF L E X IONE S EN T OR NO A UN MODELO DE EXHIBICIÓN FOTOGR ÁFIC A Por: Karina Ruiz Ojeda REVISIÓN PARA LA HISTORIA DE L A MIR A DA FOTOPERIODÍS TIC A DEL LEVANTAMIENTO DEL EZLN Por: Berenice Sánchez Barrios 02 09 17 23 DIRECCIÓN: JOSÉ ALBERTO ALAVEZ CASTELLANOS COMITÉ EDITORIAL: LAURA MARTÍNEZ TERRAZAS CECILIA TENTLE ARIAS GUILLERMO JAIMES BENÍTEZ DIEGO FLORES OLMEDO AUGUR es una publicación digital mensual versada en estudios visuales. Se trata de un espacio activo en el que encuentran cabida un sinfín de temáticas abordadas mediante enfoques metodológicos disímiles. AUGUR es una plataforma abierta para la convergencia de ideas y la propagación de conocimiento. Aunque los textos publicados en AUGUR pasan por un proceso de revisión por pares, el contenido de los artículos, la fiabilidad del aparato crítico y la autorización para publicar las imágenes , son responsabilidad de los autores. AUGUR opera conforme a los criterios de licencia y copyright Creative Commons por lo que sus contenidos se pueden copiar, distribuir y comunicar públicamente bajo las siguientes condiciones: ·Se debe reconocer y citar al autor del artículo y a la revista AUGUR. 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Estas construcciones culturales tienen lugar en la esfera de lo colectivo y se manifiestan en la vida práctica por medio de convenciones comunes, en figuras como el líder, el orden o la disciplina de vida en común. Sin embargo, esa manifestación de poder simbólico también trabaja hacia el lado contrario, hacia las manifestaciones de contracorriente y acuerdo social distinto al del Estado. La mirada hacia una vieja exposición en uno de los museos más emblemáticos del mundo, el análisis de la heráldica novohispana, la fotografía zapatista y la revisión iconográfica de un personaje controversial para la historia de México forman par te de un mapa radial a la manera de Guattari y Deleuze que pretende configurar una explicación compleja acerca de los mecanismos de acción de la mejor propaganda moderna que es la imagen y a la vez reflexionar sobre la capacidad de lo visual de crear mundos, estructuras y categorías sociales. No es casualidad que estos cuatro ar tículos se presenten en conjunto. Este número de AUGUR presenta las miradas de la historia del ar te alrededor de ver tientes impor tantes de la representación visual, de aquellas imágenes que per tenecen al imaginario colectivo de tiempos y espacios determinados, y que en mayor o menor medida han configurado la manera de actuar de grupos sociales y la visión de la otredad que cier tas sociedades han desarrollado, a veces con efectos positivos pero en la mayoría de los casos con efectos de profundo impacto en la interacción social y en la definición de la categoría de “el otro”. Sir va pues este primer número de AUGUR para dar inicio al cuestionamiento de las ideas, de las imágenes, de las estructuras sociales y del ar te en general. Bienvenidos a la lectura, invitados todos por AUGUR. ARTE VIRREINAL Los escudos de armas de la serie de retratos de virreyes del Museo Nacional de Historia Por: Luis Fernando Herrera Valdez L Los escudos de armas en los retratos de los virreyes novohispanos a serie de retratos de virreyes del Museo Nacional de Historia ha sido objeto de algunos estudios en los que se ha analizado su calidad artística; la gestualidad, la vestimenta e incluso la joyería de los retratados. Sin embargo, en lo que respecta a los escudos de armas presentes en ellos, poco se ha escrito. Es por ello que el presente texto busca dar luz sobre este tema. Las obras bajo análisis son los retratos de los primeros diez virreyes de la Nueva España, correspondientes al periodo que va de 1535 a 1611. Los retratos de los primeros diez virreyes novohispanos tienen muchas características en común: una de ellas es que hasta la fecha sus autores no han sido identificados, aunque el retrato de Gastón de Peralta ha sido atribuido a Simón Pereyns.1 Otro rasgo en común es que la postura corporal de los virreyes es de medio cuerpo sobre fondo oscuro, en pose de tres cuartos y con vestimenta austera, por lo general de color negro. Otro más, y que atañe al presente análisis, es la contundente presencia del escudo de armas correspondiente al retratado. El escudo de armas de cada virrey fue pintado de un tamaño cercano al del rostro del retratado y precisamente colocado a una altura similar. La posición de cada escudo de armas produce un juego rítmico con la postura del retratado y con las representaciones de los otros virreyes, lo que denota la intención de que los cuadros pudieran contemplarse juntos, como bien lo señaló Isidro Sariñana y Cuenca en su descripción del palacio virreinal de la Nueva España.2 Así, el retrato de Antonio de Mendoza mira hacia la derecha, y su escudo está colocado en la parte superior derecha, mientras que en el caso de Luis de Velasco, su pose está orientada hacia la izquierda, mientras que el escudo fue pintado en la parte superior izquierda. La mirada del virrey Mendoza y la postura de su escudo están así en una posición “A”, mientras que el virrey Velasco y su escudo están en una posición “B”. La sucesión de las posturas en los retratos seleccionados es A, B, A, B, A, B, A, B, A, B (fig. A).3 Ahora bien, otro rasgo en común entre éstos es la utilización de una boca de escudo cuadrilonga redondeada, conocida como escudo español; así como 02 A. Secuencia de las posturas de los virreyes y la posición de sus escudos de armas B. Los escudos de armas de los primeros diez virreyes, donde se aprecia las cartelas casi idénticas, coronas, águilas y el capelo de obispo la decoración externa de los escudos, compuesta por una cartela de colores, una corona, y en el caso de Luis de Velasco y Alarcón un águila de dos cabezas por cimera, que recuerda al águila bicéfala que acoló Carlos V a sus armas; en los casos de Lorenzo Suárez y Luis de Velasco y Castilla, por cimera un águila negra coronada, relacionado con el águila de san Juan utilizada por los Reyes Católicos como soporte de sus armas; y para el particular de Moya de Contreras, un capelo de obispo. Las cartelas, si bien son de diferentes colores, poseen una estructura casi idéntica en todos los cuadros, lo que habla de la intencionalidad de dar unidad al conjunto retratístico (fig. B). Lasso de la Vega (en oro, la salutación angélica AVE MARÍA GRATIA PLENA en azur). De este matrimonio nació Íñigo López de Mendoza y de la Vega, I marqués de Santillana, padre de Íñigo López de Mendoza y Figueroa, I conde de Tendilla, quien fue padre de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, padre del primer virrey novohispano. Blasonado: Cuartelado en aspa. Primero y cuarto, en sinople, una banda de gules, perfilada de oro. Segundo, en oro GRATIA PLENA. Tercero, en oro AVE MARIA. Al timbre corona real abierta. Los virreyes novohispanos y sus e scu dos d e arma s Los escudos de armas son imágenes que representan la pertenencia a ciertos linajes; así, el retrato de los virreyes es testimonio de las relaciones familiares expresadas en la imagen. A continuación se enlistan los primeros diez virreyes novohispanos, con una síntesis genealógica y con el blasonado de su escudo tal como aparece en la serie de retratos, en algunos casos hay divergencia entre el escudo pintado y la tradición heráldica, misma que es explicada de manera breve.4 1. Antonio de Mendoza y Pacheco, nació en 1495 en Granada, España; fue hijo del matrimonio de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, II conde de Tendilla y I marqués de Mondéjar, con Francisca Pacheco y Portocarrero. Se desempeñó como virrey en Nueva España de 1535 a 1550. El escudo pintado en el retrato del virrey Mendoza fue creado por Diego Hurtado de Mendoza al unir las primitivas armas de los Mendoza (en sinople, una banda de gules, perfilada de oro) con las de su esposa Leonor 1. Antonio de Mendoza y Pacheco 03 A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x 2. Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón, nació en 1511 en Carrión de los Condes, España, como primogénito de Antonio Velasco, II señor de Salinas del río Pisuerga, y de Ana de Alarcón. Se desempeñó como virrey de la Nueva España de 1550 a 1564. En este escudo apenas es identificable una de las figuras que conforman la bordura, a diferencia del campo del escudo, conformado por un jaquelado de oro y veros. En la parte alta se aprecia un compón de gules con un castillo de oro, seguido por compones de plata y unas figuras curvilíneas en gules, que en heráldica no existen, por lo que se deduce que se trata de compones de gules distorsionados durante alguna restauración. Al comparar este escudo con el de Luis de Velasco hijo, se aprecia la misma composición heráldica con base en un jaquelado, ahora de plata y veros, y una bordura componada, alternados, de gules, un castillo de oro; de plata, un león de oro. Con base en esto, se puede extrapolar que la bordura del blasón de Luis de Velasco padre tiene la misma composición que la de su hijo, pues es sabido que los escudos se transmitían de padres a hijos. Así, el blasonado de dicho escudo queda como sigue: Jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete de veros. Bordura componada, alternados, de gules, un castillo de oro; de plata, un león cosido de oro. Al timbre una corona real abierta y por cimera un águila bicéfala. Este blasonado difiere, específicamente en lo que respecta a la bordura, del propuesto por Jesús Galindo y Villa, pero coincide con el desplegado de Heráldica de los virreyes de Nueva España, del mismo autor. El blasonado de Galindo y Villa es el que sigue: “Escudo jaquelado, ocho escajes ó jaqueles de oro y siete de veros de plata y azur, bordura de gules y ocho aspas de oro”. 5 3. Gastón de Peralta, nació en 1516 en Pau, Baja Navarra, hoy Francia, como primogénito de Antonio de Peralta y Velasco, II marqués de Falces y Ana de Bosquet, hija del barón de Pouget, Juan du Bosquet. Fue virrey de Nueva España de 1556 a 1568. Escudo: En gules, un grifo de oro. Bordura cocida de gules con ocho aspas de oro. 4. Martín Enríquez de Almansa, fue el tercer hijo del matrimonio del I marqués de Alcañices, Francisco Fernández de Almansa, con Isabel de Ulloa. Los Enríquez de Almansa descendían del rey de Castilla, Alfonso XI; los Enríquez fueron almirantes de Castilla durante el siglo XIV. Juana Enríquez, madre del rey Fernando el Católico, era del mismo linaje. Martín Enríquez fungió como virrey de Nueva España de 1568 a 1580. Mantelado en curva. En plata, un león de gules. Mantelado de gules y en cada enmanteladura cargado un castillo de oro.6 Al timbre una corona real abierta. 5. Lorenzo Suárez de Mendoza nació durante la segunda década del siglo XVI en Guadalajara, España, fue hijo de Alonso Suárez de Mendoza, III conde de la Coruña, vizconde de Torija y comendador de Mohernando en la orden de Santiago y Juana Jiménez de Cisneros y Zapata, sobrina del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros. Su bisabuelo fue Lorenzo Suárez de Mendoza, hijo de Íñigo López de Mendoza y de la Vega, I marqués de Santillana, bisabuelo del primer virrey Antonio de Mendoza, que era su primo segundo. Fungió como virrey de la Nueva España de 1580 a 1583. Escudo: Cuartelado en cruz. Primero, las arma de los Mendoza. Segundo, cuartelado; primero y cuarto de gules, un castillo de oro; segundo y tercero de plata, un león cosido de oro. Tercero, jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete de azur. Cuarto, jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete gules, de Cisneros. Sobre el todo un escusón de oro con cinco hojas de higuera de sinople puestas en aspa, que corresponde al linaje Figueroa. Al timbre corona real abierta, por cimera un águila de sable, picada y coronada de oro. 2. Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón 04 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n 6. Pedro Moya de Contreras nació en Pedroche, Córdoba, alrededor de 1530; fue hijo de Pedro Muñoz de Moscoso y de Catalina Moya de Contreras. Se desempeñó como virrey de 1584 a 1585. Escudo: Cuartelado en cruz. Primero de oro, una cabeza arrancada de lobo, lampasada de gules, que es de los Moscoso. Segundo de gules, una escalera de oro. Tercero de veros. Ambos de los Moya. Cuarto de plata, tres palos de azur, de los Contreras. Bordura de sinople con ocho aspas de oro.7 Por timbre un capelo de obispo. 7. Álvaro Manrique de Zúñiga nació durante la cuarta década del siglo X VI en España, fue hijo del IV duque de Béjar, Francisco de Zúñiga y Sotomayor, y Teresa de Zúñiga Manrique de Lara. Su abuelo paterno fue Francisco de Sotomayor, V conde de Belalcazar, hijo de Alonso Francisco de Sotomayor y Enríquez, IV conde de Belalcazar. Fue virrey de Nueva España de 1585 a 1590. Escudo: Partido. Primero de plata, una banda de sable; puesta en orla una cadena de oro de ocho eslabones, de los Zúñiga. Segundo, cuartelado en cruz; primero y cuarto de plata, dos calderas cosidas de oro puestas en palo, fajadas de gules y gringoladas de siete sierpes de sinople; segundo y tercero, jaquelado de nueve piezas, cinco de plata y un león cosido de oro; cuatro de gules y un castillo de oro. Escusón con las armas de los Enríquez. Por timbre una corona real abierta. 8. Luis de Velasco y Castilla nació en España en 1539, fue hijo del segundo virrey de la Nueva España, Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón y Ana de Castilla. Fungió como de virrey en dos ocasiones, primero de 1590 a 1595 y después de 1607 a 1611. En este retrato, los compones de la bordura del escudo son identificables, al contrario que en el escudo de su padre. Escudo: Jaquelado de quince piezas, ocho de oro y siete de veros. Bordura componada, alternados de gules, un castillo de oro; de plata, un león cosido de oro. Al timbre una corona real abierta y por cimera un águila de sable, picada y coronada de oro. 9. Gaspar de Zúñiga y Acevedo, nació en Monterrey, España, en 1560, fue el primogénito del matrimonio del IV conde de Monterrey, Gerónimo de Acevedo y Zúñiga, con Inés de Velasco y Tovar, hija de los marqueses de Berlanga. Su abuelo paterno fue Alonso de Zúñiga Acevedo y Fonseca, III conde de Monterrey, señor de Biedma y Ulloa. 3. Gastón de Peralta 4. Martín Enríquez de Almansa 05 A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x Fue virrey de Nueva España de 1595 a 1603. En este caso, el primer cuartel del escudo corresponde a los Acevedo; sin embargo, posiblemente gracias a una desafortunada restauración, los colores originales fueron cambiados, así, en vez de verse un lobo pasante sobre un campo de plata, parece que fue pintado un león de gules sobre plata. Ante esta discrepancia opté por blasonar el escudo de los Acevedo conforme a sus armas más conocidas. 8 Para el segundo cuartel también hay un notable cambio de color, pues la cadena de oro del escudo de los Zúñiga, fue sustituida por otra de sable o “gris”, color que no existe en la terminología heráldica. Para este caso sigo la misma directriz tomada para el cuartel de los Acevedo. Para el tercer cuartel, el esmalte de las calderas no queda claro, podría ser sable, lo que las haría una variante de las de Biedma (en oro, un palo de gules acostado de ocho calderas de sable, cuatro a cada lado). 9 Escudo: Cuartelado. Primero, cuartelado; primero y cuarto de oro, un acebo de sinople; segundo y tercero de plata, un lobo pasante de sable; bordura de gules con ocho aspas de oro. Segundo, de Zúñiga. Tercero, tres palos cosidos de oro cargados de tres, dos y tres calderas de esmalte no reconocible puestas en palo. Cuarto, jaquelado de quince piezas, ocho de plata y siete de oro, cargadas de dos fajas de sinople. Escusón de oro, cinco estrellas de gules puestas en aspa, que son las armas de los Fonseca. Por timbre una corona real abierta. 10. Juan de Mendoza y Luna nació en Guadalajara, España, en 1571, hijo del matrimonio de Juan de Mendoza y Luna, II marqués de Montesclaros con Isabel Manrique de Padilla. Su abuelo fue Rodrigo de Mendoza y Luna, I marqués de Montesclaros, hijo a su vez de Diego Hurtado de Mendoza, sobrino de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, padre del primer virrey, Antonio de Mendoza. Se desempeñó como virrey novohispano de 1603 a 1607. Escudo: Partido. Primero, de Mendoza. Segundo, cortado; primero, de gules, una luna ranversada de plata; segundo, de plata. Al timbre corona real abierta. 5. Lorenzo Suárez de Mendoza 6. Pedro Moya de Contreras 06 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n 7. Álvaro Manrique de Zúñiga 8. Luis de Velasco y Castilla 9. Gaspar de Zúñiga y Acevedo 10. Juan de Mendoza y Luna 07 A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x Conclusión Después de este breve análisis sobre los escudos de armas de los virreyes novohispanos, destaca que los mismos fueron colocados en los retratos no como un adorno sino como signo de pertenencia a familias de renombre o notable antigüedad, esto especialmente en el caso de los virreyes del linaje Mendoza y del virrey Enríquez de Almanza, cuyos ancestros pertenecieron a familias vinculadas a la realeza española. Además, el uso de los escudos en los retratos revela la importancia que en aquella época tenía la heráldica, relevancia que se fue diluyendo con el paso del tiempo y el decaimiento de las monarquías y el avance de los regímenes democráticos. Las discrepancias encontradas entre los escudos pintados en los retratos y los compilados en los nobiliarios bien revelan restauraciones mal logradas, lo que plantea la necesidad de estudios más profundos, especialmente los que implican el análisis de materiales. FUENTES CONSULTADAS NOTAS Cadenas y Vicent, Vicente. Repertorio de blasones de la comunidad hispánica, tomo I, Madrid: Hidalguía, 1987. 1. Inmaculada Rodríguez Moya, La mirada del virrey: Iconografía del poder en la Nueva España (Castelló de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume, 2003), 132. Ciancas, María Esther y Bárbara Meyer. Pintura de retrato colonial (siglos XVI-XVIII) Catálogo de la colección del Museo Nacional de Historia. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1995. 2. Isidro Sariñana y Cuenca, Llanto del Occidente en el ocaso del más claro sol de las Españas (México: Bernardo Calderón, 1666), 15. Galindo y Villa, Jesús. Guía para visitar los salones de historia de México del Museo Nacional, México: Imprenta del Museo Nacional, 1895. 3. Imágenes tomadas de http://www.tesorospalaciosreales. gob.mx/tesoros.php?sala=10 (consultada el 1º de marzo de 2014) García Purón, Manuel. México y sus gobernantes. México: Porrúa, 1964. 4. “Blasonado” es la descripción escrita de un escudo de armas bajo un código especial diseñado por lo heraldistas para la transmisión de dichas imágenes por medio de la palabra. Herrera Casado, Antonio. “Heráldica Mendocina de Guadalajara” en Wad-al-Hayara, número 13, 1986. CastillaLa Mancha: Universidad de Castilla-La Mancha, 195-248 (http://w w w.uclm.es /ceclm /b_virtual /revistas /wad_al_ hayara/index.htm). 5. Jesús Galindo y Villa, Guía para visitar los salones de historia de México del Museo Nacional, (México: Imprenta del Museo Nacional, 1895), 12. 6. Luis F. Messía de la Cerda y Pita, Heráldica española (Madrid: Aldaba Ediciones, 1990), 114. Rodríguez Moya, Inmaculada. La mirada del virrey: Iconografía del poder en la Nueva España. Castelló de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I, 2003. 7. Cfr. Jesús Galindo y Villa, Guía para visitar los salones de historia de México del Museo Nacional, 16. Donde señala que la bordura es de gules. Rubio Mañe, José Ignacio. Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España, 1535-1746, volumen I. México: UNAM, 1955. 8. Vid. Vicente Cadenas y Vicent, Repertorio de blasones de la comunidad hispánica, tomo I (Madrid: Hidalguía, 1987), 28. Sánchez Rodrigo, Julio. Pedro Moya de Contreras: Maestrescuela de la Catedral de Canarias (1566-1572) y arzobispo de México (1573-1591). Las Palmas de Gran Canaria: Nueva Gráfica, 2006. 9. Ibídem, 331. Sarabia Viejo, María Justina. Don Luis de Velasco, virrey de Nueva España 1550-1564, Sevilla: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Estudios Latinoamericanos, 1978. Sariñana y Cuena, Isidro. Llanto del Occidente en el ocaso del más claro sol de las Españas. México: Bernardo Calderón, 1666. Messía de la Cerda y Pita, Luis F.. Heráldica española. Madrid: Aldaba Ediciones, 1990. 08 ARTE MEXICANO DEL S.XIX De general a Primer Emperador Mexicano; Imágenes de Agustín de Iturbide Por: María del Carmen Martín Navarrete “El amor á la patria me condujo á Iguala: él me llevó al trono: él me hizo descender de tan peligrosa altura; y todavía no me he arrepentido, ni de dejar el cetro, ni de haber obrado como obré.” julio de 1822, cuando fue coronado como el Primer Emperador Mexicano. Vientos de renovación Hacia 1808, soplaron vientos de cambio en el territorio novohispano, los cuales cobraron mayor fuerza en 1810. En la madrugada del 16 de septiembre de dicho año el cura criollo Miguel Hidalgo (1753-1811) arengó a los habitantes del pueblo de Dolores para sublevarse, sin imaginar que dicho levantamiento concluiría casi once años después con la independencia de la Nueva España y el nacimiento del Primer Imperio Mexicano. El movimiento pasó por diversas etapas y quienes estuvieron al mando no siempre tuvieron claro si buscaban la autonomía o la independencia, y en caso de lograr esta última, qué camino político habría de seguirse. Para 1820 la insurgencia se estaba desvaneciendo, de aquel “Grito de Dolores” sólo habían quedado ecos y los efectos económicos de diez años de guerra se iban haciendo visibles. 2 El ejército cobraba cada vez mayor relevancia, por ejemplo, con incursiones de algunos militares en el comercio. 3 Por su parte, en la “Madre Patria” se desató una revolución de corte liberal que obligó al Agustín de Iturbide 1 L a Independencia de México fue un momento jubiloso y coyuntural que implicó la construcción de un nuevo Estado. La entrada de Agustín de Iturbide (17831824) a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821 como libertador de la Nueva España abrió las puertas Primer Imperio Mexicano y dio inicio a una nueva etapa en la historia de México. ¿Cómo se representó en la pintura dicho acontecimiento? ¿Quiénes y cómo fueron partícipes? ¿El arte fungió como instrumento del poder? Para resolver las preguntas planteadas, el presente artículo tiene como objetivo analizar un corpus de cuatro imágenes en el cual se destacarán las características con las que se presentó Iturbide en su entrada triunfal a la capital de la otrora Nueva España y unos meses después, el 21 de 09 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n El general vic torioso y su e n t r a d a t r i u n fa l monarca Fernando VII a aceptar la Constitución de Cádiz (1812), también conocida como “La Pepa”. En el texto mencionado, se restaban privilegios a los clérigos y la élite. Lo anterior tuvo como consecuencia que en el territorio novohispano los insurgentes y los realistas (conformados por criollos), unificaran fuerzas y combatieran juntos con una meta común: la independencia. Fue en ese contexto donde cobró relevancia un general novohispano: Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu. Nacido el 27 de septiembre de 1783 en Valladolid, actual ciudad de Morelia, a los catorce años se enroló en las tropas realistas en donde participó de manera activa y ascendió rápidamente hasta lograr el grado de capitán. En noviembre de 1820, el virrey Juan Ruiz de Apodaca (1754-1836) lo nombró jefe de las tropas realistas para contrarrestar los embates de la insurrección. Sin embargo, Iturbide cambió de postura, en lugar de pelear en contra de los sublevados se unió a ellos y convenció a Vicente Guerrero (1782-1831) de hacer un frente común. El pacto se selló con el episodio nombrado por la historiografía oficial como el “Abrazo de Acatempan” y la promulgación del Plan de Iguala, donde se estipuló la formación de una sola fuerza militar, el “Ejército Trigarante”. La fuerza castrense estaría encargada de proteger, como su nombre lo indica, las tres garantías: la independencia de España, la religión católica como la única y la unión de criollos, europeos e indios en una nuevo Estado. Lo anterior dio origen a la Bandera Trigarante, un lábaro de tres franjas diagonales en colores: blanco, verde y rojo y tres estrellas (una por sección). Cada color fue asociado con un significado: el Blanco con pureza de religión (la católica); el verde con la independencia y el rojo con la unión de los habitantes del territorio mexicano. 4 Meses después, el 5 de agosto, desembarcó en el puerto de Veracruz quien sería el último virrey: Don Juan O’ Donojú (1762-1821), quien a su llegada, se percató que la separación de la Nueva España prácticamente se había concretado. Bajo estas circunstancias, el 24 de agosto rubricó junto con Iturbide los Tratados de Córdoba, cuyo primer artículo menciona: “Está [sic.] América se reconocerá por nación soberana e independiente, y se llamar [sic.] en lo sucesivo imperio mexicano”. 5 Vendrían tiempos de júbilo, optimismo, fiesta, orgullo, de la construcción de una nación. El 27 septiembre de 18216 Agustín de Iturbide entró como el Jefe Supremo del Ejército Trigarante a la ciudad de México. Esta misma fecha se tomó como la consumación del movimiento de Independencia. Durante tres días se festejó tanto la emancipación política como al libertador.7 Este acto fue importante para Iturbide ya que lo legitimó como líder ¿Cómo fue recibido? ¿Quiénes le dieron la bienvenida? No era una autoridad con reconocimiento político, tampoco era un héroe insurgente en un sentido estricto, pero se había convertido en la cabeza del Ejército Trigarante, símbolo de unidad. Para resolver las incógnitas se han elegido dos lienzos, exhibidos en el Museo Nacional de Historia, que además han formado parte de las ilustraciones de los libros de texto de la Secretaría de Educación Pública: ambos representan el mismo episodio desde una perspectiva diferente. Cabe agregar que la autoría de los cuadros es desconocida, sin embargo es probable que los haya ejecutado algún egresado de la Academia de San Carlos, entonces menguada por los acontecimientos. La primera composición (il. 1) presenta el momento de la llegada de Iturbide a la calle de Plateros, hoy Madero, donde lo estaba esperando el Ayuntamiento8 y se había erigido un arco del triunfo efímero.9 Debido a la premura de la planeación de los festejos, provocada por las circunstancias políticas, éstos fueron organizados en apenas poco más de un mes. María del Carmen Vázquez Mantecón señala que el Ayuntamiento carecía de fondos para los festejos, motivo por el que el alcalde Juan Acha prestó veinte mil pesos sin ningún interés.10 Conviene señalar que en este lienzo sobresale notoriamente el arco del triunfo ubicado en la calle de Plateros. Al respecto, Louise Noelle comenta en su artículo “Triunfo y conmemoración. El arco como monumento y símbolo: 1810-2010” que dichas estructuras efímeras fueron construidas en vialidades importantes para así adquirir un significado urbano.11 El protocolo del paso por debajo de un arco del triunfo formaba parte de la tradición virreinal, ya que se edificaban cuando un virrey llegaba a la Nueva España. Además se apegaban a un estricto programa iconográfico en el que a través de alegorías se manifestaban las características deseadas en el nuevo gobernante. Algunos de los programas fueron ideados por pensadoras como Sor Juana Inés de la Cruz (16511695) como fue el caso del Neptuno alegórico (1680) para el marqués de La Laguna; o Joaquín Velázquez de 10 1. Anónimo, Solemne pacífica entrada del ejército de las Tres Garantías a la capital de México. Óleo sobre tela. Museo Nacional de Historia, Instituto Nacional de Antropología e Historia. León (1732-1787), para el virrey Matías de Gálvez. La pintura analizada muestra que el arco fue concebido para celebración de la independencia y no para la figura de Iturbide. En la sección superior hay un escudo ovalado con la representación de un águila posada sobre un nopal, devorando una serpiente, una clara alusión al mito de la fundación del gran imperio de México Tenochtitlán; una evidente remisión al pasado prehispánico como origen y ejemplo de la ilustración criolla. Debajo de la figura descrita hay cuatro banderas tricolores colocadas en forma horizontal. Los colores, verde, el blanco y el rojo, corresponden a los del lábaro Trigarante (aunque les falten las estrellas) que a su vez aluden a las virtudes teologales, cada color con su respectiva asociación: el verde refiere a la esperanza, el blanco a la Fe y el rojo a la caridad. En suma, se trata una apropiación de elementos religiosos que fueron resignificados y vinculados a los valores cívicos, lo cual perduró en siglo XIX. Con el trascurso del tiempo, tanto el águila como los colores verde, blanco y rojo, serán tomados como símbolos de identidad mexicana, mismos que perviven en la actualidad. La parte superior del arco está constituida por una balaustrada, un par de esculturas, un macetón en cada esquina y una guirnalda de flores. En los costados de las jambas se muestran un par de pinturas, que si bien no son del todo claras, es probable que se refieran a la recién lograda independencia. Dos edificios flanquean a la efímera estructura. En el extremo izquierdo se observa el convento de San de Francisco, erigido con tezontle rojo, material muy propio del virreinato de la Nueva España. En el costado derecho se percibe una construcción de tipo civil que en aquel momento era la casa de los Condes de Orizaba (hoy Sanborn’s de los Azulejos), en cuyos balcones decorados con pendones rojos de filos dorados, se asoman las personas. En la parte inferior del cuadro hay un grupo de clérigos y élite criolla12 recibiendo con júbilo a Iturbide, quien vestido de frac, monta a caballo.13 El peso de la 11 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n pintor casi en el centro del lienzo), quien porta el traje militar y una banda tricolor; en la cabeza, luce un sobrero bicornio del que se asoman plumas tricolores, y de nueva cuenta los colores elegidos son el verde, blanco y rojo. A semejanza del primer lienzo, en esta pintura Agustín de Iturbide es secundado por los generales del Ejército Trigarante. Los habitantes de la ciudad de México también se hacen presentes en la escena, formando una valla. La gente avienta sus sombreros al aire, aplaude, celebra y vitorea. Es el pueblo que reconoce a Iturbide, está presente la élite y también los más humildes, por ejemplo, en la extrema derecha aparece un personaje que durante el siglo XIX se conoció como lépero. De esta manera se subraya la idea de la unión, como una de las garantías del Plan de Iguala. En el piso empedrado el artista colocó la siguiente inscripción: Entrada del Generalísimo Dn. Agustín de Yturbide á Megico el dia 27 sbre. de 1821. Los balcones de los edificios representados en ambas obras, muestran algún pendón, María del Carmen Vázquez Mantecón dice al respecto que: “Elaboraron entonces grandes telones con los que cubrieron sus fachadas y calles presentando enormes pinturas alegóricas y escenografías que mezclaban a las composición no recae en Iturbide, sino en el arco; de esta manera se enfatizó la grandeza del triunfo de la independencia y no al libertador, aunque éste último no pasa del todo desapercibido ya que se distingue del resto de los personajes debido a su localización en en el centro de la composición y porque es el único montando un caballo, lo cual le dota de un mayor tamaño. Su ubicación por delante del arco denota que ha conseguido el triunfo. Detrás de Iturbide aparece el ejército Trigarante,14 los militares del frente portan uniforme, seguramente son los generales de dicha milicia. El paisaje que enmarca la escena contiene un cielo azul, despejado, sin nubes que acechen el horizonte, quizá como un buen augurio del inicio de la vida independiente de la otrora Nueva España. Por último, como muchas obras del periodo virreinal, la pintura cuenta una cartela que a pesar de no ser del todo legible, permite reconocer lo siguiente: SOLEMNE Y PACÍFICA ENTRADA DEL EXERCITO DE LAS TRES GARANTÍAS A LA CAPITAL DE MÉXICO EL DIA 27 DE SETIEMBRE DEL MEMORABLE. El segundo cuadro (il. 2) narra el paso de Iturbide por alguna de las calles de la ciudad de México. El protagonista es Agustín de Iturbide (colocado por el 2. Anónimo, Entrada del Generalísimo Dn. Agustín de Yturbide á Megico el dia 27 sbre. de 1821. Siglo XIX. Museo Nacional de Historia, Instituto Nacional de Antropología e Historia. 12 A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x Virtudes y a los genios con los grandes episodios de su reciente historia”15 En suma, ambas telas aluden al mismo acontecimiento, pero enfatizan diferentes aspectos. La primera se enfoca en la Consumación de la Independencia, mientras que en la segunda el protagonista es Iturbide. Como puntos de concordancia se observa al pueblo jubiloso, así como la apropiación de elementos iconográficos que fueron afines al espectador del momento, y a su vez, han sido resignificados e interpretados para la construcción de nuevos motivos y alegorías con el objetivo de evocar a un nuevo Estado. Sobresale también la continuidad de la tradición virreinal en el protocolo de la entrada a ciudad de México, como la forma de festejar que se conocía en ese momento. Otro elemento de concordancia entre los lienzos es que Iturbide es retratado en el centro de las composiciones como un general pleno, vencedor, y reconocido como libertador. ¡Viva Agustín I! Agustín I fue coronado el 21 de julio de 1822 en la Catedral de la Ciudad de México, después de casi dos meses de preparativos y la “importación” del protocolo español para el suceso, cabe recordar que nunca antes se había visto algo similar en la Nueva España. La escena se desarrolla en el interior de la catedral (il. 3). En una misa solemne celebrada por el prelado consagrante se bendijo la corona y luego el Presidente del Congreso la colocó sobre la cabeza de Agustín I.16 El resto de los miembros del Congreso –para reafirmar el carácter constitucional–, las élites criolla y clerical fungen como testigos y agentes legitimadores. Es un acto de reconocimiento político. El pueblo esperaba fuera del recinto religioso al Primer Emperador Mexicano. Algunos estudiosos han comparado la coronación de Iturbide con la investidura imperial de Napoleón Bonaparte (il. 4), por ejemplo, en palabras de Enrique Florescano: “Iturbide, combinó la antigua teatralización del poder con las nuevas escenografía inauguradas por aquel (Bonaparte)”17 Cabe resaltar que estas formas también se verían reflejadas en las “fiestas de la corte.”18 Es importante tener presente que en la ceremonia de Napoleón I él se corona, en tanto que a Iturbide lo entroniza el Presidente del Congreso. En las imágenes 3 y 4 los autores articularon un discurso político en el que tanto Iturbide como Napoleón establecieron una nueva forma de gobierno en sus naciones. Aunque ambos llegaron al trono por sus hazañas militares, éstas fueron omitidas en el acto de su coronación. En los dos casos el clerotuvo una presencia meramente testimonial. A diferencia del cuadro de Louis David, en el lienzo de la proclamación de Agustín I, resalta la austeridad consecuencia de los pocos recursos del Primer Imperio Mexicano. La catedral luce decorada modestamente: se observa un largo pendón y los candiles que cuelgan de la bóveda con los colores trigarantes. Nadie imaginó que ese momento triunfal fue “el principio del fin” de Agustín de Iturbide y del Primer Imperio Mexicano. Los lienzos de Iturbide que se han analizado, son de suma importancia para el relato de dicho acontecimiento, junto con la aparición de monedas, figuras de cera, grabados, y otros objetos que se convirtieron en el instrumento de propaganda del nuevo gobernante. La imágenes fueron la carta de presentación ante un pueblo que en su mayoría era ágrafo y cuyo bagaje visual se había cimentado en las representaciones religiosas, y por tanto, requerían de una claridad y economía de lenguaje asequibles. De general a emperador Un mes después de la entrada de Agustín de Iturbide y el Ejército Trigarante a la ciudad de México, sucedió otro momento de gloria y lucimiento personal para el general: la Jura de la Independencia. Dicho acto se llevó a cabo el 27 de octubre de 1821 en la Plaza Armas, también conocida como Plaza de la Constitución. Aunque los habitantes de la ciudad estaban inmersos en el ánimo festivo, la élite criolla sabía que era imperativo establecer el rumbo a seguir del recién emancipado territorio mexicano. Cabe recordar que desde el Plan de Iguala se había planteado la monarquía constitucional como forma de gobierno. El 28 de septiembre (apenas un día después de la entrada de Iturbide a la ciudad de México) se reunió la Junta Provisional Gubernativa que previamente se había integrado para elegir a su presidente quien sería la cabeza del imperio de manera temporal. Iturbide resultó electo y además se le nombró “Generalísimo de Armas de Mar y Tierra del Imperio”. Tiempo después, en febrero de 1822 las Cortes de Cádiz anularon los tratados de Córdoba (en la ciudad de México se desconocía tal situación), Fernando VII había rechazado la corona del nuevo imperio, por lo cual se formó un Congreso Constituyente. En ese momento se acrecentó la disputa entre quienes apoyaban a la república como forma de estado (en su mayoría de cepa insurgente) y los que estaban a favor de la Monarquía. Para mayo de 1822 los generales Iturbidistas habían presionado al Congreso para que proclamara emperador a Agustín de Iturbide, lo cual sucedió en la mañana del 19 de mayo. 13 3. Anónimo, La Coronación de Iturbide, ca. 1822. Acuarela sobre seda. Museo Nacional de Historia, Instituto Nacional de Antropología e Historia 4. Jacques Louis David, La coronación del emperador Napoleón I y la Emperatriz Josefina en Notre Dame de París, diciembre 2 de 1804, 1805-07. Óleo sobre tela. Museo del Louvre, París. A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x En conclusión, el discurso de las obras revisadas se articula en torno al hecho histórico que a su vez funge como una plataforma para legitimar y exaltar la figura de Agustín de Iturbide como libertador de la Patria y Primer Emperador de México. La función de la imagen trasciende, pues no se limita a ser una huella de un determinado hecho histórico, sino que también funciona como elemento constructor de una nueva cultura visual para los habitantes del recién emancipado territorio, a través del uso de íconos que a partir de ese momento se asociarían a lo mexicano y dejarían atrás lo español. Epílogo La monarquía constitucional de Agustín I duró 8 meses. Los días de júbilo y celebración cedieron el paso a la cotidianeidad de un territorio donde imperaban las problemáticas económicas, sociales y políticas. El emperador disolvió el Congreso, lo cual tuvo como consecuencia el levantamiento en armas de Antonio López de Santa Anna (1794-1876) respaldado por el Plan de Casa Mata. Las complejas circunstancias del país y el levantamiento armado obligaron a Iturbide a abdicar al trono el 19 de mayo de 1823. No tuvo más opción que el exilio en el Viejo continente. Poco más de una año después, regresó a México en secreto el 15 de julio de 1824, sin saber que había una orden de fusilamiento en su contra. Así, el Primer Imperio Mexicano llegó a su final con la ejecución de su otrora cabeza el 19 de julio de 1823 en Padilla, Tamaulipas. No era más aquel victorioso general que había libertado a la Patria del yugo español, sus detractores lo habían convertido en el primer traidor, lo cual pagó con la vida. BIBLIOGRAFÍA SITIOS DE INTERNET Brading David. Los orígenes del nacionalismo mexicano, trad. Soledad Loaeza Grave. México: Era, 1980. Transcripción del Plan de Iguala en http://www.inehrm.gob. mx/pdf/documento_iturbide_4.pdf, revisado el viernes 7 de marzo de 2014. Fernández, Justino. Arte del siglo XIX en México. México, Universidad Nacional Autónoma de México,Instituto de Investigaciones Estéticas, 1983. Transcripción de los Tratados de Córdoba en http://www. juridicas.unam.mx /infjur/leg /conshist /pdf/tratcord.pdf, revisado el viernes 7 de marzo de 2014. Florescano, Enrique. “La Patria en la fundación de la República” en Imágenes de la Patria. México: Taurus, 2006. Vázquez Mantecón, María del Carmen. “Las fiestas para el libertador y monarca de México Agustín de Iturbide, 1821– 1823” en Estudios de historia moderna y contemporánea de México. México, UNAM, IIH, n.36 México jul./dic. 2008, consultado en versión electrónica http://www.historicas.unam.mx /publicaciones /revistas / moderna/vols/ehmc36/412.pdf, revisado el viernes 7 de marzo de 2014. Jiménez Codinach, Estela Guadalupe. 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Cabe recordar que después de la muerte de Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, el cura José María Morelos y Pavón tomó las riendas del movimientos insurgente, sin embargo a semejanza de sus predecesores fue capturado y fusilado. La insurgencia había quedado acéfala, pero no había fenecido: Gudalupe Victoria y Vicente Guerrero la mantenían viva aunque no con el mismo impacto de su inicio. Velázquez de León, Joaquín. Arcos de triunfo, introducción de Roberto Moreno. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1978. Villoro, Luis. “La Revolución de Independencia” en Historia General de México, Volumen 2. México: El Colegio de México, 1975. Zoraida Vázquez, Josefina. “El establecimiento del México independiente (1821-1848)” en Historia de México, coord. Gisela von Wobeser. México: Fondo de Cultura Económica; Secretaría de Educación Pública; Academia Mexicana de la Historia, 2010. 3. Luis Villoro, “La Revolución de Independencia” en Historia General de México, Volumen 2 (México, El Colegio de México, 1975), 637. 15 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n 4. Respecto a los significados de los colores, éstos han ido variando a lo largo del tiempo. Por ejemplo, del rojo se ha dicho que alude a la sangre derramada en batalla. 12. Debe tenerse presente que Iturbide fue recibido por el Ayuntamiento. 13. De acuerdo con el texto de María del Carmen Vázquez Mantecón el color del frac era verde, Iturbide montaba un caballo prieto y ese día le dolía la pierna, lo cual no se refleja en la pintura. María del Carmen Vázquez Mantecón “Las fiestas para el libertador …” en María del Carmen Vázquez Mantecón, “Las fiestas para el libertador y monarca de México Agustín de Iturbide, 1821–1823”. 5.http://www.juridicas.unam.mx /infjur/leg /conshist /pdf/ tratcord.pdf, revisado el 21 de mayo de 2013. 6. Cabe mencionar que la fecha de entrada a la ciudad de México coincidió con el aniversario número 38 de su natalicio. 7. Para fines prácticos del presente trabajo, únicamente se tratará la entrada a la ciudad de México de Agustín de Iturbide y el Ejército Trigarante. 14. Se calculan más de diez mil. María del Carmen Vázquez Mantecón, “Las fiestas para el libertador y monarca de México Agustín de Iturbide, 1821– 1823” 8. El Ayuntamiento era la autoridad legislativa y administrativa de ciudad de México. 15. María del Carmen Vázquez Mantecón, “Las fiestas para el libertador y monarca de México Agustín de Iturbide, 1821–1823”. 9. María del Carmen Vázquez Mantecón menciona que hay una acuarela en seda anónima, en el ex convento de Churubusco, donde se muestra un arco que se colocó en la garita de Belén, éste había sido reconstruido en 1777 y en la piedra clave tenía labrado el escudo de las armas del rey español. Bajo diicha construcción pasó el ejército trigarante antes de llegar a la calle de Madero. María del Carmen Vázquez Mantecón, “Las fiestas para el libertador y monarca de México Agustín de Iturbide, 1821– 1823” en Estudios de historia moderna y contemporánea de México (México, UNAM, IIH, n.36 México jul./dic. 2008) consultado en versión electrónica: http://www.historicas.unam.mx /publicaciones /revistas / moderna/vols/ehmc36/412.pdf 16. Proyecto que del ceremonial que para la inauguración, consagración y coronación de su Magestad el Emperador Agustín Primero (México, Imprenta de D. José María Ramos Palmera en el convento Imperial de Sto. Domingo, 1822) 10. Versión electrónica: https: / /ia600604.us.archive.org /26 /items / proyectodelcere00unseguat/proyectodelcere00unseguat. pdf, consultada el viernes 7 de marzo de 2014 17. Enrique Florescano, “La Patria en la fundación de la República” en Imágenes de la Patria (México, Taurus, 2006), 110. 10. María del Carmen Vázquez Mantecón, “Las fiestas para el libertador y monarca de México Agustín de Iturbide, 1821–1823”. 18. María del Carmen Vázquez Mantecón, “Las fiestas para el libertador y monarca de México Agustín de Iturbide, 1821–1823”. 11. Louise Noelle, “Triunfo y conmemoración. El arco como monumento y símbolo: 1810-2010” en El arte en tiempos de cambio: 1810, 1910, 2010, coords. Hugo Arciniega, Louise Noelle y Fausto Ramírez (México: UNAM, IIE, 2012), 293. 16 ESTUDIOS CUR ATORIALES The Family of Man: Reflexiones en torno a un modelo de exhibición fotográfica Por: Karina Ruiz Ojeda E l Museo de Arte Moderno de Nueva York es crucial para entender la historia de las exhibiciones de diversas manifestaciones de arte, incluyendo la fotografía. En su haber, es responsable de una de las exposiciones de fotografía más grandes y afamadas de todos los tiempos: The Family of Man (1955). Mucho se ha discutido y escrito sobre esta exposición, las opiniones han sido múltiples y encontradas; diversos autores refieren que, a grandes rasgos, la opinión del público sobre dicha muestra es favorable, sin embargo la opinión de la crítica especializada y los fotógrafos en general es negativa. Desde su creación, la muestra ha tenido más de 10 millones de visitantes.1 A casi 60 años de haber sido inaugurada, la exposición sigue presentándose ahora ya no como una muestra itinerante, sino como un documento histórico. Desde 1994 la exposición se convirtió en parte de la muestra permanente del castillo de Clervaux, en Luxemburgo. En julio de 2013, se reinauguró después de una temporada de cierre debido a la restauración de sus imágenes y al rediseño de la instalación. Recientemente nombrada memoria del mundo de la UNESCO, sigue generando emociones y discusiones. Es interesante indagar sobre su condición canónica, sobre su éxito comercial sin precedentes y sobre las condiciones sociopolíticas que hay detrás de su planeación, montaje y exhibición alrededor del mundo. Es cierto que desde nuestros tiempos, y con todo el bagaje crítico en torno a esta exposición, es muy fácil decantarse por cualquiera de las opiniones más recurrentes, ya sea a favor o en contra, pero vale la pena seguir problematizando su historia y repercusiones. La principal razón es que continúa exhibiéndose y con ello generando nuevos significados y puntos de vista. A lo largo de su historia, la exposición ha tenido una fluctuación de significados, parafraseando a Monique Berlier, es una fuente histórica de lecturas variantes, si no contradictorias, de una colección de fotografías. 2 ¿Cuáles son los significados de esta exposición actualmente? En este ensayo, a partir de una revisión historiográfica, emitiré algunas reflexiones sobre un modelo canónico de exhibición de fotografía. 17 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n Contexto del museo es la celebración de la genialidad de la fotografía y su potencial como un tópico de documentación en sí misma, la comunidad de la vida humana.5 Desde la fundación del MoMA en 1929, su director fundador, Alfred Barr, se propuso expandir el museo a otros aspectos del arte moderno ”más allá de los estrechos límites de la pintura y la escultura”, llevándolo al dibujo, el grabado, la fotografía, la tipografía, entre otras disciplinas. Estas manifestaciones integrarían un estilo de modernismo integrado, lógico y unificado, sin política, contextos sociales ni nacionalidades que Barr se propondría difundir mediante el museo, entrenando al público para que éste tuviera mayor accesibilidad al arte que ahí se presentaría. La integración de diversas manifestaciones es influencia directa de las vanguardias, como la Bauhaus. El MoMA, en su fase inicial, se distinguió por la importación de un modernismo despojado del contexto socio-político con el que surgió en Europa. Erigida como una institución pública con donaciones privadas, adaptó las vanguardias en favor del capitalismo, a través de la sobre estetización del objeto artístico, convirtiéndolo más bien en producto para su consumo, creando un gusto público que constituiría un mercado. Como observa Cristoph Grunenberg: Vista de la instalación de la exposición The Family of Man, exhibida del 24 de enero al 8 de mayo de 1955 en el Museo de Arte de Nueva York. Archivos del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Foto de Rolf Petersen. El origen de un humanismo fotográfico En 1930, el MoMA comenzó su colección de fotografía moderna y en 1940 fundó el Departamento de Fotografía. [6] En 1947, el fotógrafo luxemburgués Edward Steichen es nombrado director del departamento. Steichen había fungido como fotógrafo de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial y como director del Instituto de Fotografía de la Marina de EUA. En 1955, Steichen organizó la exposición The Family of Man, en la que reunió un total de 503 fotografías de 273 fotógrafos diferentes, provenientes de 68 países distintos. En ella, participaron artistas como Henri-Cartier Bresson, Dorothea Lange, Robert Capa, Manuel y Lola Álvarez Bravo, además de Ansel Adams, quien fue de los más críticos respecto a la exposición. A la par de la muestra, se editó un libro con varias versiones que hasta la fecha sigue teniendo altas ventas. El objetivo de Steichen era que los espectadores se identificaran con sus congéneres a través de imágenes que transmitieran sentimientos, valores y acciones comunes a todos los seres humanos, como amor, familia, nacimiento, muerte, sufrimiento, y alegría. Quería esparcir el mensaje de que los hombres de todo el mundo, sin importar diferencias culturales o fronteras, son en esencia iguales. Era ésta, una forma renovada de humanismo a través de imágenes. El MoMA resolvió las contradicciones del capitalismo y el modernismo convirtiendo el arte en negocio, promocionándolo como cualquier otra mercancía […] Fue manejado con el profesionalismo y eficiencia de una compañía compitiendo en la economía de mercado capitalista. 3 Pero esta importación de las vanguardias no sólo se dio en el arte mismo sino también en su forma de presentación: el modelo del llamado “cubo blanco”, originado en Alemania. Esta adaptación del modernismo la realizarían mediante el cubo blanco como herramienta, “[…] un espacio purista, descontextualizado, en el que las obras de arte son aisladas del mundo en el que fueron originadas”. 4 Esta función aislante propia del “cubo blanco” fue puesta en práctica en The Family of Man. Como lo señala Berlier, las obras fueron descontextualizadas y recontextualizadas para convertirse en material neutral para la construcción de un nuevo discurso: Una exposición, como un compuesto de ideas de diferentes autores, es el producto de una mente creativa y una reflexión acerca de consideraciones sociales o políticas específicas. En este caso, es una declaración basada en evidencia fotográfica producida para distintos propósitos que han sido des y recontextualizados en una colección cuyo objetivo 18 A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x Peter Galassi, curador en jefe del departamento de fotografía del MoMA de 1991 a 2011, comentó en una entrevista, acerca del enfoque de Steichen: Por entonces, Steichen estaba interesado en la fotografía principalmente como medio de comunicación de masas. Recuerde que este era el auge de las revistas como Life; la exhibición The Family of Man puede ser concebida como el triunfo de una estética de revista, que trataba a las fotografías no como un trabajo soberano de artistas individuales sino como material crudo para la visión del editor.7 El mensaje humanista y de igualdad está íntimamente intrincado con el contexto socio-político del MoMA. Después de haber salido triunfante en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos comenzaría la Guerra Fría. Como lo explica Fred Turner: A principios de los cincuenta, muchos estadounidenses pensaban que el autoritarismo amenazaba de nuevo la democracia americana. Los nazis habían sido vencidos pero la Unión Soviética y China ahora se colocaban en la imaginación popular estadounidense. En casa, los demagogos del ala derecha de los años treinta habían bajado la guardia pero el senador Joseph McCarthy había volteado el país en busca de “rojos”. Y encima, una nueva amenaza surgió: la bomba de hidrógeno. 8 Los nexos del MoMA con las élites en el poder de la época es de los aspectos más criticados de The Family of Man. Sarah E. James cita a Roland Barthes como uno de los primeros críticos de la exposición, quien la tachaba de supresora del determinante peso de la Historia. Más adelante, James resume muy bien la gran cantidad de críticas que la exposición ha generado: “En las incontables críticas que suscitó, el humanismo de la exhibición ha sido calificado como vulgar, idealizado, sentimentalizado, instrumentalizado, ideológico, kitsch, burgués, capitalista, imperialista, patriarcal y neocolonialista”.9 Turner ofrece una explicación diferente; propone que, si bien es cierto que la exposición planteaba una idea hegemónica y totalizadora acerca de la humanidad, desde la visión del gobierno de Estados Unidos, también contenía un valor utópico, de igualdad social. Para Turner, no todo era satisfacer los intereses de los grupos en el poder sino que la exposición tenía planteamientos humanistas auténticos que, intencionalmente o no, contribuyeron a nutrir las luchas por los derechos civiles en la década de los sesenta. Turner expone que en la época de la Guerra Fría, Estados Unidos se propuso generar estrategias para difundir la democracia como la mejor vía para las sociedades del mundo, frente a regímenes totalitarios que amenazaban con ganar poder. Los investigadores que se encargarían de conceptualizar estas estrategias, echaban mano de teorías psicológicas para explicar las diferencias entre regímenes, argumentando que los totalitarios eran resultado de una sociedad de individuos con personalidad autoritaria (déspota, impositiva, violenta, discriminatoria, manipulable por medio de propaganda), en oposición a la democracia, que se basaba en individuos con una personalidad democrática (abierta, igualitaria, humanista, informada, librepensadora, tolerante, independiente). Estos investigadores argumentaban que la familia era donde se originaba la personalidad, bajo influencia del padre, y que por tanto era la génesis de las democracias o las tiranías. Según Turner, los investigadores delegaron al MoMA la tarea de desarrollar una estrategia de difusión de esta idea, lo cuál resultó en la conceptualización de The Family of Man, exposición que poco después tendría el auspicio directo del gobierno de Estados Unidos, de las Naciones Unidas y de corporaciones como Coca-Cola. La exposición sería la respuesta a la pregunta: “¿Cómo podría Estados Unidos crear medios que promovieran la unidad democrática sin implantar un totalitarismo en los ciudadanos estadounidenses?”10 Richard Harrington. Inuit Mother Caresses Her Child in Igloo, Padlemuit Tribe, N.W.T. 1950, plata gelatina. Fuente: The Collection, MoMA. N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n Nuevos significados: itinerancia y rediseño de la exposición En su itinerancia por múltiples ciudades del mundo, la exposición también llegó a la ciudad de M éxico, del 28 de oc tubre al 13 de noviembre de 1955. Hubo escas a cober tura en prens a, sin embargo, llegaron a asistir más de 12 mil 50 0 per sonas. Describe Córdova : El montaje museográfico repitió básicamente el esquema diseñado por Rudolph. Lo que nunca se previó fue la necesidad de adaptar las 28 secciones que componían la exhibición a las características de cada espacio museal. De manera que la muestra se transformaba de ciudad en ciudad. En México, este trabajo fue realizado por Daniel Núñez y Manuel Rodríguez Pardo […].15 Como lo señala James, poco se han estudiado las distintas ver siones que se hicieron de la exposición en todas las ciudades a las que llegó a lo largo de medio siglo. Después de recorrer 150 museos en todo el mundo, en 199 4 la ver sión completa de la exposición fue ins talada permanentemente en el castillo de Cler vaux, en Luxemburgo. En 20 03 la colección se integró al registro de memoria del mundo de la U N ESCO. L a exhibición conser va la secuencia que tenía en el M oM A pero tiene una nueva ins talación creada por la diseñadora Nathalie Jacoby. Durante el recorrido, el visitante tiene una mini tableta en la que puede revis ar documentos sobre la exhibición original y sus autores.16 El espacio de exhibición fue ex tendido a las dos alas del cas tillo, y los originales de las imágenes fueron res taurados. De acuerdo con el sitio oficial, la renovación del proyec to va de la mano con el pens amiento contemporáneo sobre el nuevo diseño de una colección histórica y el la manera en la que debe acompañar se al espec tador ac tual a lo largo de la ins talación. Ac tualmente, en torno a la exposición se lleva a cabo el programa cultural enfocado en la fotografía Cler vaux – ciudad de la imagen, que se propone promover la fotografía con temporánea en la ciudad de Cler vaux, a través de exposiciones, talleres y conferencias. A sí vemos surgir una nueva función de la exposi ción : dotar de una nueva identidad – fotográfi - Dan Weiner. Iowa Floods: The Thomas Family, Mondamin, Iowa. 1952, plata gelatina. Fuente: The Collection, MoMA. A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x ca y cultural – a la ciudad que la aloja. L a forma de presentación y el material didác tico de la muestra ha sido ac tualizada, no así su argumento principal; la página oficial de la exposición dice ésta fue concebida para dar un mensaje de paz en medio de la Guerra Fría. Conclusión Los distintos fac tores que llevaron a esta exposición a conver tir se en un blockbuster aún redituable, son ca rac terísticas que, desde su Manuel Álvarez Bravo. Tumba reciente. 1933, plata gelatina. Fuente: The Collection, MoMA. origen, el M oM A se planteó tener: un enfoque sobre el entrenamiento del espec tador para hacer el museo más accesible al público ; énfasis en la mercadotecnia del museo como produc to y como produc tor de bienes, fun cionando como una empres a capitalista ; alianzas con los grupos en el p o d er e co nó mico y p o lítico ; dis eño d e e s trate gias d e a cerc ami ento al público y pro m o ci ó n d e una bu ena imag en ante é s te, una imag en qu e en apari encia pro m ov ía la paz y la ar m o nía entre to d o s l o s s ere s humano s, sin dis tinci o n e s, una imag en co ns truida e id ealiz a da. En la a c tualida d é s te e s un pro duc to cultural qu e co ntinúa rindi end o fruto s e co nó mico s, co m o l o d emu e s tra el re ci ente proye c to : Cl er vau x , ciudad d e la foto grafía, m e diante el cual s e pretend e renovar la p er s o nalida d d e e s t a ciuda d en to r no a T he Family of M an, co m o una e s trate gia d e p o sici o nami ento en l o s m erc a d o s turís tico y ar tís tico. En la vigencia de The Family of Man como producto cultural en la actualidad, interviene también la figura de Edward Steichen como curador-leyenda, como se puede leer en esta opinión de una reportera de el diario inglés The Guardian: T h e Fa m i l y of M a n h a r e s i s t i d o l a p r u e b a d e l t i e m p o d e b i d o a l o i n n o v a d o r q u e fo to g ra f ía s s i n m a rco s y l a s a m p l i ó a fo r m a to s d e t a m a ñ o n a t u ra l ; l l e v ó l a s m u s e o, h a c i a e l ce nt r o d e l a s s a l a s , d o n d e l o s v i s i t a nt e s p o d ía n i nt e ra c t u a r co n d i j o : ‘ L a f u n c i ó n y m i s i ó n d e l a fo to g ra f ía e s e x p l i c a r e l h o m b r e a l h o m b r e y e l p o r l a q u e T h e Fa m i l y of M a n co nt i nú a c a p t u ra n d o n u e s t ra i m a g i n a c i ó n.17 f u e St e i c h e n co m o c u ra d o r. E x h i b i ó imágenes lejos de las paredes del e l l a s . P o co a nt e s d e m o r i r, St e i c h e n h o m b r e a s í m i s m o.’ E s a e s l a ra zó n Podemos concluir que las exposiciones son –además de lo obvio: espacios para la exhibición de arteescenarios donde se tejen discursos resultantes de las relaciones de intereses entre determinados grupos sociales. Parafraseando a Córdova, el museo actúa como mediador social, mapa de nuestras representaciones, zona de intercambios simbólicos.18 Esta función es palpable en The Family of Man, debido a su tratamiento de la fotografía como un medio de comunicación y persuasión, más que como un medio artístico en sí, utilizando las propiedades aislantes y descontextualizadoras del “cubo blanco” desarrolladas por el MoMA. Esta exposición fue crucial en el entendimiento de las potencialidades y características de la fotografía como material de exposición, como lo refiere Córdova: “[…] contribuyó significativamente a la comprensión del funcionamiento de la fotografía dentro del museo. Se trató de un reconocimiento definitivo de la foto como documento expresivo”.19 Las distintas versiones de la exposición en los países donde se montó, así como la nueva configuración de la su instalación en Clervaux, son campos que ofrecen nuevos temas de análisis en torno a esta muestra histórica. 21 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n FUENTES CONSULTADAS NOTAS Altshuler, Bruce. Salon to Biennial – Exhibitions That Made Art History. Volume I: 1863-1959. London: Phaidon Press, 2008. Bahr, Alfred. La definición del arte moderno ed. Irving Sandler y Amy Newman, tr. Gian Castelli. Madrid: Alianza Editorial, 1986. 1. Centro Nacional del Audiovisual (CNA), Steichen Collections, “The Historical Collection in a Contemporary Context”, en http://w w w.steichencollections.lu /en / The-Family-of-Man (consultado 15 de dicembre de 2013). Berlier, Monique. “The Family of Man: Readings of an Exhibition”, en Bonnie Brennen y Hano Hardt (eds.), Picturing the Past: Media, History, and Photography. Illinois: University of Illinois, 1999. 2. Monique Berlier, “The Family of Man: Readings of an Exhibition”, en Picturing the Past: Media, History, and Photography, eds. Bonnie Brennen y Hano Hardt (Illinois: University of Illinois, 1999), 207. Córdova, Carlos A. “Steichen: Retratos de familia”, en revista Luna Córnea, número 23 (2002): 132. Consultado el 24 de diciembre de 2013. Disponible en: http://issuu.com/c_imagen/ docs/lunacornea_23/132. 3. Christoph Grunenberg, “The Politics of Presentation: the Museum of Modern Art, New York,” en Marcia Pointon (ed.) Art Apart: Art Institutions and Ideology Across England and North America (Manchester: Manchester University Press, 1994), 197. Dunmall, Giovanna. “Double Exposure: photography’s biggest ever show comes back to life”, en periódico The Guardian, 5 de julio de 2013, disponible en: http://www.theguardian. com/artanddesign/2013/jul/05/family-of-man-photographyedward-steichen consultado 24 de diciembre de 2013. 4. Bruce Altshuler, Salon to Biennial – Exhibitions That Made Art History. Volume I: 1863-1959 (London: Phaidon Press, 2008), 16. Traducción propia. 5. Monique Berlier, “The Family of Man: Readings of an Exhibition”, 217. Centro Nacional del Audiovisual (CNA), Steichen Collections, “The Historical Collection in a Contemporary Context”, en http://w w w.steichencollections.lu /en / The-Family-of-Man (consultado 15 de diciembre de 2013). 6. The Museum of Modern Art, “Explore – The Collection – Photography”, en http://www.moma.org/explore/collection/ photography (consultado 18 de diciembre de 2013). Grunenberg, Christoph. “The Politics of Presentation: the Museum of Modern Art, New York,” en Art Apart: Art Institutions and Ideology Across England and North America, ed. Marcia Pointon. Manchester: Manchester University Press, 1994. 7. Rosalind Williams, “Photography Considered Art from the Beginning of the MoMA”, en Revista Tendencias del Mercado del Arte, junio de 2009, disponible en: http:// www.tendenciasdelarte.com /pdf/junio09 /galasi-ingles.pdf (consultado 20 de diciembre de 2013). Traducción propia. James, Sarah E. “A Post-Fascist Family of Man? Cold War Humanism, Democracy and Photography in Germany”, en revista Oxford Art Journal 35.3 (2012): 318. Consultado el 23 de diciembre de 2013. doi:10.1093/oxartj/kcs032. 8. Fred Turner, “The Family of Man and the Politics of Attention in Cold War America”, en revista Public Culture 24:1 (2012): 71. Accesado el 23 de diciembre de 2013. DOI 10.1215/089923631443556. Traducción propia. Turner, Fred. “The Family of Man and the Politics of Attention in Cold War America”, en revista Public Culture 24:1 (2012): 71. Accesado el 23 de diciembre de 2013. DOI 10.1215/089923631443556. 9. Sarah E. James, “A Post-Fascist Family of Man? Cold War Humanism, Democracy and Photography in Germany”, en revista Oxford Art Journal 35.3 (2012): 318. Consultado el 23 de diciembre de 2013. doi:10.1093/oxartj/kcs032. Traducción propia. The Museum of Modern Art, “Explore – The Collection – Photography”, en http://www.moma.org/explore/collection/ photography. 10. Fred Turner, “The Family of Man and the Politics of Attention in Cold War America”, 64. Traducción propia. 11. Ibid., 59. Williams, Rosalind. “Photography Considered Art from the Beginning of the MoMA”, en Revista Tendencias del Mercado del Arte, junio de 2009, disponible en: http:// www.tendenciasdelarte.com /pdf/junio09 /galasi-ingles.pdf (consultado 20 de diciembre de 2013). 12. Ibid., 61. Traducción propia. 13. Carlos A. Córdova, “Steichen: Retratos de familia”, en revista Luna Córnea, número 23 (2002): 132. Consultado el 14 de diciembre de 2013. Disponible en: http://issuu.com/c_ imagen/docs/lunacornea_23/132 14.Monique Berlier, “The Family of Man: Readings of an Exhibition”,215-16 15. Carlos A. Córdova, “Steichen: Retratos de familia., 134. 16.http://www.steichencollections.lu/en/The-Family-of-Man 17. Giovanna Dunmall, “Double Exposure: photography’s biggest ever show comes back to life”, en periódico The Guardian, 5 de julio de 2013, disponible en: http://www. theguardian.com /artanddesign /2013/jul /05/family-of-manphotography-edward-steichen (Consultado 24 de diciembre de 2013). Traducción propia. 18. Carlos A. Córdova, “Steichen: Retratos de familia”, 136. 19. Ibid., 130. 22 HISTORIOGRAFÍA Revisión para la historia de la mirada fotoperiodística del levantamiento del EZLN Por:Berenice Sánchez Barrios L La historiografía respecto de la historia de la fotografía en México nos permite avizorar los distintos procesos de construcción de la imagen, sus debates teóricos y en suma, la práctica fotográfica desarrollada en nuestro país. Pioneros de los grandes estudios fotográficos de principios de siglo XX, catalizadores en la transformación de los realizadores de imágenes de la posguerra y un sinfín de “ases de la cámara” con estilo propio y definido. Los quehaceres de la investigación aún distan de terminar por descubrir universos visuales del medio fotográfico. Uno de ellos está en manos de la historia de la fotografía de prensa. Documento visual y social que ha elaborado una serie de discursos visuales sin duda, innovadores y muchas veces decisivos en la conformación de imaginarios colectivos. En estas líneas proponemos una revisión de los alcances en la investigación en torno a la construcción de la mirada fotoperiodística del movimiento zapatista, uno de los fenómenos sociales más importantes del siglo pasado y que sin duda ha generado un sinnúmero de imágenes significativas y simbólicas en la construcción de la historia nacional reciente. Es pues, este imaginario el que nos interesa conocer. Es necesario señalar que la producción historiográfica respecto del imaginario del levantamien- to zapatista en la fotografía de prensa está inmersa dentro de la proposición conceptual de John Mraz y Ariel Arnal: “nuevo fotoperiodismo mexicano”, el cual se caracterizó por una apertura e inclusión de agentes tradicionalmente marginados, y abrió caminos para la equidad de género en la práctica fotoperiodística que diera pie a la incursión de mujeres en el medio, entre otros objetivos y logros.1 Algunos matices han sido profusamente elaborados por Alberto Del Castillo en sus investigaciones sobre los fotógrafos Rodrigo Moya y Jorge Gallegos, para verter una serie de cuestiones alrededor de las formas de producción, circulación, archivo y lectura de las fotografías de prensa, así como las relaciones laborales y de poder internas de los medios de comunicación impresa. Ello a partir de fuentes testimoniales y su correspondiente crítica, que perfila ventajosa la recopilación de entrevistas con los fotoperiodistas como testimonios de vida y obra pero también como referencias vivenciales que puedan enmarcar contextos muchos más complejos. 2 Sin duda, puntos de partida para la investigación futura. Curiosamente es en estos trabajos de recopilación memorística y su difusión en donde ha comenzado a despuntarse una historia concreta en torno a las construcciones fotoperiodísticas del movimiento del EZLN. Es preciso señalar ahora ciertos puntos clave en 23 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n la historia de este movimiento indígena: la irrupción del ejército zapatista en la vida política mexicana el 1° de enero de 1994 y el comienzo del conflicto armado durante los primeros diez días. Es a partir del cese al fuego que se marcan una serie de negociaciones por la paz y la resolución del conflicto entre el gobierno mexicano y el movimiento indígena, que va a culminar con la firma de los acuerdos de San Andrés en febrero de 1996, de la mano con la militarización y paramilitarización del estado chiapaneco; esto último abrirá la agudización de los refugiados y nuevos episodios sangrientos como el acontecido en Acteal en diciembre de 1997 y la fuerte resistencia indígena en los pueblos, comunidades y zonas de refugio; la posterior reestructuración del EZLN y sus formas de lucha por vía pacífica, mediante sus caravanas en 2001 (La marcha por la dignidad), 2005-2006 (La otra campaña) y la configuración de pueblos indígenas autónomos de facto y formación de Juntas de Buen Gobierno ante el estancamiento para crear acuerdos con el gobierno federal mexicano y la aprobación de la Ley sobre cultura y derechos indígenas, que no mantiene los lineamientos propuestos originalmente; todos estos, momentos que constituyen el ejercicio de la expresión política de autonomía que pretendían. El movimiento zapatista de finales del siglo XX ha sido tema explotado de una serie de publicaciones, la mayoría de tipo periodística o de análisis político; contemplado desde la sociología y desde luego, la historia política mexicana. Desde allí podemos señalar que muy pronto –las primeras publicaciones son de 1994 y 1995—, desde el inicio del conflicto, comenzaron a escribirse textos que por un lado pretendían destacar, como crónica reciente, los sucesos a partir del 1° de enero de 1994 como los días de guerra. Por otro lado, “rastrear” la historia inmediata anterior a la irrupción del conflicto armado y con ello hacer una especie de apología de las causas que promovía el movimiento zapatista. 3 Hay un intenso interés en conocer la historia profunda detrás de una organización de esta índole, y por ello, se escriben historias que abarcan periodizaciones extensísimas sobre los pueblos indígenas en Chiapas, la lucha por las tierras y la autonomía, las distintas organizaciones políticas que se han conformado a partir de ella hasta llegar al EZLN. 4 Estos primeros trabajos, ya sean de difusión o de cierto rigor académico, se encuentran inexorablemente cercanos al fenómeno que pretenden estudiar y no conforman todavía una explicación completa y coherente de un movimiento indígena que en dichos años se estaba formando, por ello no es extraño que sea hasta casi una década después de la irrupción del ejército zapatista en la vida pública que las historias encuentren otra serenidad, por medio del distanciamiento temporal y la reflexión que ello permite.5 De esta posibilidad surgen otro tipo de discursos –los cuales no serán abundados profusamente en estas líneas, dado que por ahora nuestro interés está ligado a la historia de las imágenes y los campos de visualidades en torno a este movimiento a partir del discurso fotográfico-, con una visión más completa acerca de la configuración de un movimiento que cuenta ya con 28 años de existencia.6 También cabe mencionar que el propio movimiento zapatista ha construido y comunicado on line su propio discurso y ha utilizado los medios digitales para dar a conocer su historia, su lucha y sus formas de vida.7 Sin embargo, son pocos o nulos trabajos los que han hecho referencia directa a la construcción de los imaginarios del fenómeno social. 8 Lo cual resulta peculiar, dado que el zapatismo es un movimiento indígena que desde sus inicios establece una comunicación y diálogo constante a partir de los espacios mediáticos, ya sean los impresos, la radio, la televisión y los medios digitales cibernéticos. Uno de los primeros trabajos que busca el énfasis en esa dirección es el de Elizabeth Bautista Flores, a través de su investigación de tesis titulada Fotoperiodismo mexicano durante el conflicto armado chiapaneco, en el cual analiza y revalora el trabajo fotoperiodístico de La Jornada y la agencia fotográfica Cuartoscuro del primer mes del conflicto zapatista. Bautista Flores realiza un primer acercamiento descriptivo y connotado de las imágenes fotográficas seleccionadas sin llegar a elaborar una explicación más profunda del tratamiento de ese discurso visual. Un acercamiento similar, aunque posterior, corresponde al reciente trabajo de investigación de tesis de Rosalía Cortés, quien establece una relación entre las fotografías publicadas y el fotógrafo.9 El caso particular es Raúl Ortega, quien es autor de una serie de fotografías icónicas del movimiento zapatista y de la figura del Subcomandante Marcos, entre las que destaca una de las fotografías más conocidas de este personaje, aquella donde sonriente hace un gesto “obsceno”. La metodología es descrita por la autora: la iconología, según Boris Kossoy. El ejercicio es interesante, si bien diatriba en la lectura explicativa. No es su intención formular un argumento 24 A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x EZLN parte no de un actor, sino de una serie de construcciones mediáticas en las que la fotografía de prensa encabeza la propuesta discursiva. Tal es el caso de una de las fotografías más emblemáticas, reproducidas e incluso apropiadas por la iconografía zapatista: las mujeres de X’oyep, de Pedro Valtierra. De nueva cuenta Alberto Del Castillo conduce su investigación hacia los confines de la imagen de prensa, a partir del contexto histórico del movimiento zapatista teje una de las historias más significativas detrás del icono, que conlleva el testimonio oral de los involucrados, el análisis de las hojas de contactos que permiten comprender la lógica de construcción de imágenes y los elementos simbólicos de las mismas.12 La valoración de Armando Bartra en relación a la falta de argumentos explicativos tanto del fenómeno del movimiento indígena en Chiapas, como del discurso visual que se elabora dentro de los medios, enfatiza el elemento gráfico como síntesis simbólica del acontecer: Carlos Cisneros, La Jornada. 03/01/1994 histórico de la visualidad ni de la realización de la imagen, su producción o su circulación. Es más bien, un intento fragmentado de lectura de las fotografías arbitrariamente seleccionadas. Ambos casos restringen su análisis a enero de 1994, es decir al conflicto bélico. La explicación histórica aún espera. Es imposible negar que pronto se creó un imaginario colectivo de los indígenas zapatistas, cuyo ícono principal reside en la figura del Subcomandante Marcos. Ejemplo claro de ello es el texto de Armando Bartra Aproximaciones a un ‘look’ insurrecto, publicado en Luna Córnea. En su texto, Bartra arguye que las imágenes del movimiento zapatista, cristalizadas en el líder carismático, permitieron la construcción de un look “original y llegador que ha sido parte sustantiva de su estrategia política”.10 Es decir, la construcción de la imagen del movimiento zapatista a partir de las lentes de los fotógrafos enviados a la zona del conflicto, quienes ante el caos y descontrol mediático, primero se acercaron con un interés documental-testimonial y en un segundo momento, casi inmediato, descubrieron la figura de Marcos y al decir de Bartra: “al principio hay exotismo, esteticismo, miserabilismo, búsqueda del contraste y la paradoja… Hasta que los hombres y mujeres de la cámara descubren que el emblema es el Sup; no el ominoso o heroico Subcomandante guerrillero, sino el Marcos cercano, sonriente, socarrón; no tanto las cananas y el pistolón, como el pasamontañas, la cachucha, el paliacate y la pipa.”11 Lo cual reduce el universo del movimiento zapatista –mayoritariamente indígena— a un ícono unívoco. Es ineludible la figura del líder, pero el imaginario colectivo y la visualidad en torno al movimiento del El zapatismo no podía ser explicado a partir de la causalidad, fuera ésta económica, social, política o cultural. Es verdad que en la pobreza se incuban rebeldías, que la injusticia y la explotación generan encono social, que la represión es proclive a los radicalismos ideológicos, que los pueblos originarios han sido acogotados por demasiado tiempo. Pero siendo ciertos, ninguno de estos factores es explicativo. Es ahí donde fallan los gobiernos, las derechas y también cierta izquierda reduccionista. Y es ahí donde a veces aciertan fotógrafos, videoastas y cronistas, que iluminan la otredad mediante parábolas –casi nunca planeadas— que mostrándonos una cosa mundana nos remiten a otra metafísica.13 Estos acercamientos deslizan una disquisición respecto de los imaginarios simbólicos e icónicos del EZLN y el movimiento zapatista desde la mirada fotográfica. O más bien, los ponen sobre la mesa de debate. Sin embargo, aún falta establecer las formas de producción, circulación y consumo de esas imágenes fotográficas de la prensa mexicana. A partir de un caso particular por ejemplo, La Jornada, uno de los diarios más importantes a nivel nacional y que diera cabida a generaciones de fotógrafos, permitió la concreción del “nuevo fotoperiodismo”. El seguimiento mediático y la construcción del discurso visual a partir de las imágenes fotográficas y las formas internas de las políticas editoriales, de las relaciones con el poder y la sociedad, y con el troc14 de la cultura visual que se transforma (o no) e incide en dichas construcciones. Sea este el objetivo primordial que aporte la investigación futura por comenzar. 25 N º 1 · a b r i l 2 0 14 / E l p o d e r y l a i m a g e n A modo de conclusión fijado en mecanismos cada vez más intrínsecos de las construcciones de las imágenes como documentos socio-culturales, impregnados de una historicidad particular. En relación a la historia de los imaginarios del zapatismo, el punto de partida primordial aunque no único, es el de Alberto del Castillo quien apunta a las bambalinas detrás de las imágenes: la mirada de los fotoperiodistas. Sea este el ejercicio a partir del cual se formulen otras variantes, se ponga a prueba tal hipótesis y se procure enunciar, claramente, una explicación discursiva más completa que provoque reflexiones y nuevas propuestas metodológicas. Finalmente, estas anotaciones a partir de una primera revisión historiográfica nos han de permitir encontrar caminos todavía por recorrer sobre los cuales la investigación de las imágenes y su vida social han de conducirnos a poner un poco de luz sobre procesos históricos que se construyen en distintos momentos. Efectivamente, la historia (escrita) del fotoperiodismo mexicano de finales del siglo XX es una tarea que todavía se encuentra por elaborar, con tintes bien importantes en los más recientes trabajos serios y concretos de algunos investigadores de las imágenes como Alberto del Castillo, Ariel Arnal, Laura González, John Mraz, entre otros. Dichas investigaciones plantean una serie de alcances que conforman el mundo interno del fotoperiodismo, sus mecanismos, sus funcionamientos y tensiones; la vida cultural y social en los que confluyen los diversos actores sociales que configuran visualidades y sus campos de influencia (circulación y consumo de imágenes). La historia de la construcción de la mirada y las visualidades a partir de los procesos fotoperiodísticos de la última década del siglo pasado, los personajes centrales y de fondo de las imágenes e íconos, que conforman la cultura visual de la sociedad mexicana respecto de la memoria del imaginario del zapatismo desde su irrupción política en enero de 1994, debe ser planteada en términos de construcción de una historia social del arte como la han propuesto investigadores como Baxandall, Moxey, Mercer, o la propia Ana María Mauad y desde luego, a partir de los esfuerzos fundamentales de distinguidos historiadores de la fotografía de prensa en México arriba citados. Una historia, para el caso concreto, que considere tanto el proceso de visualidad que conlleva la imagen fotográfica en su expresión estética, en relación a su producción, circulación, consumo y archivo en los interiores de las políticas editoriales y laborales de los medios de información impresa; así como el intercambio socio-cultural entre los creadores de imágenes (el gremio que marca formas de construcción de visualidades, la crítica, los editores), los fotografiados (los indígenas del EZLN y de Chiapas), los lectores de la prensa y las relaciones de poder entre ellos, en términos de historicidad. En un balance final advertimos que la formulación de las historias del fotoperiodismo mexicano abarca generalizaciones de procesos amplios y que se ha FUENTES CONSULTADAS Bibliografía Bartra, Armando. “Aproximaciones a un look insurrecto” en Luna Córnea. 2011, núm. 33, pp. 140-173. Baxandall, Michael. Modelos de Intención. Sobre la explicación histórica de los cuadros. 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De acuerdo con los autores, la configuración de una nueva fotografía de prensa mexicana, directa, metafórica, comprometida y libre de presiones política a partir de mediados de la década del ochenta dio paso a una reconfiguración en las formas estéticas y de relaciones laborales del fotoperiodismo mexicano; la hipótesis enunciada es que la oportunidad de los fotoperiodistas de explorar sus intereses propios sin atamientos a cubrir las noticias “ha traído como consecuencia el desarrollo de una fotografía documental dentro de un diarismo, una combinación que nos arriesgamos a proponer como insólita en la historia de la fotografía mundial” Vid. John Mraz y Ariel Arnal. La mirada inquieta. El nuevo fotoperiodismo mexicano, 1976-1996. México: Centro de la Imagen /Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1996. Molina, Iván. El pensamiento del EZLN. México: Plaza y Valdés, 2001. Mraz, John y Ariel Arnal. La mirada inquieta. El nuevo fotoperiodismo mexicano, 1976-1996. 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Y conlleva como hipótesis que “la producción fotográfica de los reporteros y periodistas está vinculada a una mirada editorial, y la forma en que se relaciona también con los modelos laborales vigentes en cada uno de los periódicos.” Es decir, marcar la atención en las relaciones laborales internas y con el exterior de los medios; relaciones de poder, sin lugar a duda. Alberto del Castillo señala cómo éstas –las relaciones de poder— han marcado un proceso de homogeneización en los modos de hacer periodismo, en los que se ha subordinado cada vez más la fotografía periodística a la información textual, incurriendo en una retórica visual que ha empobrecido el contenido de la imagen periodística en las décadas recientes y que se ha sujetado a una política editorial que pone al diseño gráfico como pauta de organización de contenidos textuales y visuales. Vid. Alberto del Castillo Troncoso. Jorge Luis Gallegos: “fotografía, periodismo y trabajo en el cambio de siglo” en Mario Camarena Ocampo y Ada Marina Lara Meza (coords.), Memoria y oficios en México, siglo XX. Guanajuato: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología / Universidad Autónoma Metropolitana / Universidad de Guanajuato. 2007, p. 245. Tesis García Lozano, Itzel. “El lado femenino del fotoperiodismo mexicano en la prensa del nuevo mileno”. Tesis de licenciatura Directora: Karla Selene Fuentes Zárate. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Aragón, 2008. García Montesinos, Liliana. “Imágenes del fotoperiodismo publicadas en la Ciudad de México, Revisión crítica 1995-2005”. Tesis de Maestría. Director: Daniel J. Manzano Águila. Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela Nacional de Artes Plásticas, 2007. Mejía Castillo, Martha Graciela. “La labor de las reporteras gráficas dentro del nuevo fotoperiodismo mexicano”. Tesis de Licenciatura. Director: Hugo Sánchez Gudiño. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Aragón, 2009. Pulido Martínez, Miguel Ángel“Historia del fotoperiodismo mexicano: autores, obras y contexto histórico”. Tesis de Licenciatura. Director: Martha Patricia Chávez Sosa. Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón, 2001. Reyes Ortiz, Ana Cristina. “El fotoperiodismo como género periodístico caso: La Jornada, sismo en el Distrito Federal de 1985”. Tesis de Licenciatura. Directora: María Isabel Barranco Lagunas. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2002. 3. Véase Luis Humberto González (Comp.) “Los torrentes de la Sierra. Rebelión zapatista en Chiapas”. México: Aldus, 1994. Crónicas y recuentos del primer año del movimiento zapatista, por periodistas y fotoperiodistas. Segura Fajardo, Ana Cecilia. “La situación del fotoperiodismo en dos de los diarios con más tiraje de la Ciudad de México a través de un análisis de un mes de los periódicos La Jornada y Reforma con base en parámetros cuantitativos y cualitativos”. Tesis de Licenciatura. Directora: Velia Sandra Hernández Rojas. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2008. 4. Neil Harvey. La rebelión en Chiapas. La lucha por la tierra y la democracia. México: Era, 2000; y Adolfo Gilly, Chiapas, la razón ardiente. Ensayo sobre la rebelión del mundo encantado. México: Era, 1998. Ortiz Montiel, Sergio Julio. “La historia del fotoperiodismo en México”. Tesis de Licenciatura. Directora: Hortensia Manuela Moreno Esparza. Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón, 1985. 5. Es necesario señalar que el movimiento zapatista ha sido documentado, comentado, analizado e incluso defendido, desde diferentes voces desde los primeros días hasta notas muy recientes del presente año en los diarios nacionales. Tal es el caso de La Jornada, que se ha constituido en espacio de debate y opinión pública en torno a aquel, además de haber publicado – mediante su casa editora— una serie de trabajos de recopilación Vicario Marín, Yazmín Eréndira. “EZLN: la construcción socio-simbólica de la esperanza y el cambio social”. Tesis de Maestría en Sociología Política. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. México, 2004. 28 A U G U R · E s t u d i o s V i s u a l e s / a u g u r. c o m . m x 12. Alberto del Castillo Troncoso. Las mujeres de X’oyep. La historia detrás de la fotografía. México: Centro de la Imagen / Centro Nacional para la Cultura y las Artes / Instituto Nacional de Antropología e Historia /Centro Nacional de las Artes /Centro de las Artes de San Luis Potosí, 2013. de los documentos escritos por el Subcomandante Marcos y el EZLN tales como: Ramón Vera Herrera (ed.), El otro jugador. La caravana de la dignidad indígena, o bien EZLN: documentos y comunicados. México: Era, 1998. Así como la producción de videos documentales –específicamente canalseisdejulio— sobre el levantamiento zapatista que han ido reeditándose ante la compilación de mayores documentos visuales, ejemplo de ello es Zapatistas. Crónicas de una rebelión (2004) o La marcha zapatista: el desafío indígena (2001). 13. Armando Bartra, Op. cit., p. 166. [14] Baxandall refiere que el troc –trueque— lo utiliza “como modelo simple de [inter] cambio para la relación del pintor con su cultura”. Cfr. Michael Baxandall. Modelos de Intención. Sobre la explicación histórica de los cuadros. España: Graficinco, S. A., 1989, p. 12. 6. Ejemplo de ello: Iván Molina. El pensamiento del EZLN. México: Plaza y Valdés, 2001; Gloria Muñoz Ramírez. 20 y 10: el fuego y la palabra. México: La Jornada, 2003; Marco Estrada Saavedra. La comunidad armada rebelde y el EZLN. Un estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las cañadas tojolabales de la selva Lacandona (1930-2005). México: El Colegio de México, 2007; o bien la tesis de Maestría de Yazmín Eréndira Vicario Marín, EZLN: la construcción socio-simbólica de la esperanza y el cambio social que analiza el aspecto simbólico del movimiento zapatista a partir del complejo de actos, discursos, palabras y emblemas que permiten construir “un significado o un otro significado de la realidad.” 7. Véase: http://enlacezapatista.ezln.org.mx / y http://palabra. ezln.org.mx / En estos enlaces se pueden encontrar los escritos del Subcomandante Marcos, las Declaraciones de la Selva Lacandona, las noticias de las Juntas de Buen Gobierno, las diversas entrevistas a los zapatistas, los comunicados y actividades, y otra serie de documentos de primera mano que sirven para la construcción de su historia. 8. Debe entenderse que aquí nos referimos a textos de tipo académicos, de investigación social y humanística principalmente, pues es cierto que existen diversas obras que han recopilado material fotográfico y visual sin elaborar propiamente un discurso explicativo porque no era esa su finalidad. Véase: EZLN: otro mundo es posible. Memoria de 12 años del movimiento zapatista. México: Imagen Mexiquense, 2006; y Los torrentes de la Sierra. Rebelión zapatista en Chiapas. 9. Rosalía Itandehuitl Cortés Aguirre. “Los zapatistas, una interpretación iconológica. La irrupción pública del EZLN en 1994 y el conflicto armado en Chiapas a través de lente de Raúl Ortega, reportero gráfico de La Jornada”. Tesis de Licenciatura. Directora: Rosalía Flores Mateos. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2010. 10. Que se complementa con las entrevistas a Raúl Ortega en Luis Jorge Gallegos, Autorretratos del fotoperiodismo mexicano. 23 testimonios. México: Fondo de Cultura Económica, 2011, en donde el fotógrafo abunda en su memoria la experiencia de haber estado presente durante el inicio del conflicto armado y la forma en cómo el inicial movimiento zapatista lo impactó profunda y decididamente. Igualmente valiosos los testimonios narrados por Ricardo Tribulsi y Heriberto Rodríguez que llaman nuestra atención pues describen formas distintas de abordar, mediante su trabajo cotidiano, la movilización zapatista y las verdades sobre ciertos puntos clave en la iconografía del mismo como el origen de ciertas fotografías emblemáticas. Anotaciones que no pueden ser descuidadas en la investigación ni en la elaboración de nuestro discurso. Vid. Rodríguez, Heriberto. “Evocaciones neozapatistas” en Luna Córnea, núm. 33, pp. 178-199, y Tribulsi, Ricardo, “Una tarde en Corralchén” en Luna Córnea, núm. 33, pp. 174-177. 11. Armando Bartra. Aproximaciones a un look insurrecto. Luna Córnea, núm. 33, p. 154. 29 www.augur.com.mx