- Instituto Sudcaliforniano de Cultura

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Santo y seña
gobierno del estado de baja california sur
marcos alberto covarrubias villaseñor
Gobernador Constitucional
andrés córdova urrutia
Secretario General de Gobierno
instituto sudcaliforniano de cultura
christopher amador cervantes
Director General
Santo y seña
Relevos literarios
sobre el Enmascarado de Plata
josé guadalupe ojeda aguilar
Subdirector General
sandino gámez vázquez
Coordinador de Fomento Editorial
escritores de cajeme a. c.
juan manz alaniz
Presidente
Mara Romero y Miguel Ángel Avilés
compiladores
mara romero
Vicepresidente
juan diego gonzález
Representante legal
consejo nacional para la cultura y las artes
rafael tovar y de teresa
Presidente
marco antonio crestani
Director General de Vinculación Cultural
instituto sudcaliforniano de cultura
gobierno del estado de baja california sur
escritores de cajeme, a.c.
consejo nacional para la cultura y las artes
presentación
El Santo
tiene mixtos
rostros
Primera edición, 2014
D.R. © 2014 Mara Romero y Miguel Ángel Avilés C., por la compilación
D.R. © 2014 Instituto Sudcaliforniano de Cultura
Unidad Cultural Jesús Castro Agúndez
Antonio Navarro y Héroes de Independencia s/n,
La Paz, Baja California Sur, C.P. 23000,
tel. +52 612 122 91 01
culturabcs.gob.mx
Diseño de forros: Alejandra Barrera
Diseño de páginas interiores: Marisol Zárate Bravo
ISBN: 978-607-9314-45-3
IMPRESO Y HECHO EN MÉXICO
Nadie puede negarle al arte del catch —porque es un
arte— su función proba de teatro espontáneo y, al mismo
tiempo, la prestancia artística que le brindaron los griegos
olímpicos, luego los romanos, pasando por la Edad Media
y su adopción mexicana, fuera de tiempo en relación al
arte contemporáneo. Este fenómeno vinculado a una
trasgresión (entendida para ciertos sectores intelectuales como delirio), donde el hecho inicial —la lucha— se
reconoce como pieza de un pasado épico, le ha ganado
sobrados seguidores de clóset, bueno, no estrictamente
de clóset, sino de armario nostálgico. Adictos profesionales —escritores— han reservado su curiosidad para
charlas de sobremesa, en atinadas pero breves contribuciones alrededor de Santo o Blue Demon, el Solitario o el
Cavernario Galindo, el Murciélago Velázquez o el Médico
Asesino, el Huracán Ramírez o Black Shadow, en versiones
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sepia y blanco y negro y quizá algunas a color, ya de Mil
del xix Festival de México en el Centro Histórico; y el Pri-
Máscaras o Tinieblas o el Hijo del Santo, entre otros.
mer Festival de Arte y Lucha Libre ¡¡Quiero ver… sangre!!,
Recientemente el arte ha virado hacia el pancra-
celebrado en Guadalajara en 2005, donde el propósito fue
cio. Probados creadores han pisado el enlonado con su
reconocer las heterogéneas ojeadas del mundo del arte
trabajo valorativo de la lucha libre. Desde diversos ángu-
a la lucha libre para conformar una magna exhibición
los del cuadrilátero, Leopoldo Meraz, Armando Bartra,
colectiva donde concurrieran armónicamente las artes
Néstor García Canclini, Demián Flores, Gustavo García,
plásticas, la fotografía, la literatura, el video, el diseño, la
Carlos Monsiváis, Julia Tuñón, Raúl Criollo, José Buil,
intervención y la función de lucha libre. Por otra parte, en
Leo Mendoza, Lourdes Grobet, Ignacio Trejo Fuentes,
el plano de las ediciones impresas, allende la memorabilia
Jis y Trino, Arturo Trejo Villafuerte, Gabriel Mendoza,
asentada en singulares revistas que dan cuenta del tran-
Emiliano Pérez Cruz, Bernardo Fernández (Bef), Fran-
sitar luchístico —donde historialmente Box y Lucha lleva
cisco Hernández, José Xavier Nava y, más recientemente,
la voz cantante—, baste citar los ejercicios alrededor del
Álvaro A. Fernández Reyes, entre una respetabilísima
pancracio llevados a cabo en el número 122, de junio-ju-
lista inacabable, dan cuenta del sitio seguro en que se
lio de 2003, de la revista Tierra Adentro, “Lucha Libre y
halla la lucha libre. Cúmulo de proposiciones, reinterpre-
Literatura: sin límite de tiempo”, y el de la revista Reverso
taciones y acercamientos fascinantes, como por ejemplo,
(No. 7 marzo-mayo de 2005), entre muchos otros signi-
Arena México en 2000, en el Museo de la Ciudad; mues-
ficativos y notables en el panorama editorial mexicano.
tra de sesenta grabados que exponen críticamente las
Ahora, en esta apuesta entre las manos, Santo y
caras frontales de un fenómeno cultural por excelencia
seña, prueba ensayada de adaptación revelada en múl-
arraigado en nuestro país: la lucha libre y sus atisbos
tiples tradiciones culturales, mito (ficticio, pero “real”)
modernizadores que tensan su lenguaje cifrado. A Arena
inagotable de los mass media, patentiza, en cada página,
México, le siguieron Arena Tizapán en la Galería El Aire;
un curioso entendimiento de lo que somos, lo que imagi-
Cambio de piel, en la Galería Quetzalli; Arena Oaxaca, en
namos y lo que deseamos ser, armonía de las exigencias
el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (iago); Festival de
que erige cada voz. Sabido es que siempre que alguien
Lucha Libre 2003. Caídas sin Límite de Tiempo, en el marco
dice Santo, irremisiblemente el colectivo dispone a su
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héroe: el de la tira cómica, el de las batallas inolvida-
construyen, es caldo de cultivo para esta mitología que
bles citadas en los almanaques, el del cine, la música,
a todos pertenece. El poder simbólico de la máscara del
los performances, el de los muñequitos de plástico eter-
Santo ha penetrado profundamente en la cultura.
namente en reto, el de la máscara plateada. Esta ocasión
La estabilidad del mito del Santo se obtiene con
no es la excepción. El Santo tiene mixtos rostros. En cada
esta aparición de Santo y seña. Relevos narrativos sobre el
texto el Santo se multiplica, se multiplica el mito, retribuye
Enmascarado de Plata, volumen santológico coordinado
y resignifica ante las variadas formas en que se percibe el
por Mara Romero y Miguel Ángel Avilés, donde cuentos,
mito épico del personaje.
crónicas, ensayos y poemas resarcen esa herida que el
Decir Santo equivale a reconstruir una tradición
vértigo, el tiempo, desmonta gradualmente. Reunión de
que se resume en una máscara por excelsitud, simple,
voces autorizadas que desde la creación literaria hacen
la más simple y que, sin embargo, corona el imaginario
de la imagen del Santo una pasión de enigmas, desalien-
colectivo de los diseños habidos y por haber. Santo, por la
tos y nostalgias. Desde la verosimilitud literaria, todo es
hechura del personaje rudo, antítesis que echa raíces en
encubrimiento; el impulso oculto del relato, el poema y
el marco de un rostro enmascarado que jamás mostrará
la crónica, se halla y se sospecha siempre detrás de una
sufrimiento o expresión alguna. El verdadero apasionado
máscara. Pasión osada y de clóset.
de la lucha libre, el que asiste a ring side, sabe contemplar
Pocos luchadores, como los escritores, una vez per-
un rostro revestido de otro rostro, los movimientos facia-
dida la tapa, reconstruyen el fenómeno de la responsabi-
les que se ocultan bajo la máscara delimitan ese símbolo
lidad, ese dar la cara. El símbolo al alcance de la mano.
unificador propio del sincretismo cultural concentrado
En las páginas de Santo y seña se transfieren rostros y
en el misterio del nombre. ¿Cuál es entonces la verdadera
temperamentos de Santo, postración de la energía y resis-
máscara? ¿Cuál la del Santo? Los otros gestos, los que se
tencia al dolor de la pérdida de la inmortalidad de nuestro
esperan —los explotados hasta el paroxismo, dice Roland
personaje en cuestión. Ceremonia luchística frente a la
Barthes (“El mundo del catch” en Mitologías)—, son evi-
página, ceremonia para la confabulación que necesita ser
dentes. El otro paroxismo, el que las formas artísticas
ajada, para la renovación, el sincretismo: variantes de un
populares artesanales, publicitarias y propagandísticas
mismo discurso surrealista.
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Es Santo, mito que decora espacios públicos singulares, privados y públicos, como exvotos o fetiches o grafitis
en corredores culturales y bardas perimetrales de unidades habitacionales. Da nombre a una calle en Tulancingo,
Hidalgo, su tierra natal, al tiempo que se erige un célebre
monumento, supletorio, puesto que el primero fue retirado —vox populi— por parecer burdo al gusto general.
También es posible hallar una figura del mito enmascarado en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México, en el
cruce de las calles Jesús Carranza y José Gorostiza, donde
confluyen Peralvillo y Tlatelolco, entretanto, se cuenta,
gracias a que trascendió fronteras y llegó a países como Turquía, Marruecos, Egipto y Líbano, en este último había una
efigie a las afueras de un cine o de un teatro, ya demolido.
A la sazón, en esta treintena de plumas se torna más
atractivo el enfrentamiento entre lo velado y lo evidente:
la máscara vs. cabellera; o lo arcano para ser manifiesto:
máscara vs. máscara. No hay privilegios, sólo símbolos
antagónicos y complementarios del personaje del Santo.
Conjuro literario con el emblema para trascender la individualidad del atleta Rodolfo Guzmán Huerta, que alcanza
los estándares de porte que le dispone el personaje: Santo,
el Enmascarado de Plata.
Daniel Téllez
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uno
Memorial
del Santo
Apología de plata
Raúl Cota Álvarez
¿Qué es una máscara? ¿Un simple atuendo del anonimato?
¿Una falsa plegaria del olvido? Aquí, en estas líneas, la
máscara es otra idea, un ideal, un objetivo, el primer
contacto con el mundo. La máscara es y será eso, la
cara más auténtica de la metamorfosis diaria del gesto
humano de vivir, explorar a través de ella los pulsos de
los que, desnudos en sus facciones cotidianas, admiran el
valor de los eternos ausentes.
q
El Santo sigue aquí (lugar común del imaginario colectivo, gozo melancólico del que sólo a través de películas
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convive con la estampa), impregnando de velocidad y enigma volcado en mito la escena de los que se quedan en el
bullicio de la espera, en la inacabable remembranza de nosotros mismos, los que hicimos la leyenda a fuerza de creer
El Santo
en la figura (consolación de espectador ajeno a la vena au-
Mara Romero
téntica del espectáculo mortal). Todos somos el santo.
q
Y los que vienen atrás, ¿qué esperan? ¿Qué reciben? ¿Un
legado? Una caída es el regalo idóneo para el discípulo de
siempre, el que somete a su hermanito frente a la pantalla rogando que el Santo apruebe la imberbe de a caballo,
el desgañitado de la segunda fila que pone sus mentadas de madre al servicio del ídolo, los que patrullan la
Esta mañana amaneció nublada, manchada de ese azul
cuadra con su máscara pirata y lo imitan, lo emulan en
que me remueve recuerdos, que me hace viajar en ese
cualquier pancracio improvisado, los que a diario se lan-
espacio de tiempo que está guardado en mi subcons-
zan a la vida desde la tercera. Son las secuelas que deja la
ciente y que hoy, con Vivaldi de fondo, se me representa
magia en su camino al infinito.
con escenas que quisiera plasmar sin otro objetivo que
q
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el de sentirme triste... salta de pronto el recuerdo del
primer amor, Tú siempre tan sofisticada y precoz, diría
Un aniversario no es suficiente razón, pero sí buen pretex-
mi amiga Diana, la cual, con el tiempo llegó a ser para
to para evidenciarnos desde esta máscara de papel y tinta,
todos más que un símbolo sexual, pero a pesar de sus
y engrosar las filas de la fanaticada. Santo, Enmascarado
burlas debo reconocer que por lo menos en esa ocasión
de Plata, ídolo, señor del ring (caravana de adjetivos pro-
tenía razón, mira que me he colgado: enamorarme de un
pia del que ha rebasado la frontera del nombre), maestro.
luchador enmascarado, al cual sólo conocía en el cine
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y, por si fuera poco, 45 años mayor que yo; que a esta
viniese a luchar a mi ciudad, hasta, con el tiempo, mode-
edad de mi plena madurez no serían nada, pero en aquel
lar para alguna revista de desnudos para hacerme notar.
entonces yo tenía nueve años y el Santo 54.
Imaginé los detalles más triviales del posible encuentro,
De aquel primer y gran amor recuerdo muchas
aluciné el peinado que llevaría el día que lo conociese
lágrimas y paseos alrededor del inolvidable y recién des-
para despistar aquello de la diferencia de edades. Así
truido cine Cajeme, al que relacionaba estrechamente
pasó algún tiempo, hasta que una tarde, al estar yo
con mi amado, porque ahí, en mi pubertad, veía sus pelí-
disfrutando de mi revista preferida de lucha libre, en-
culas en la matinée. Recuerdo cómo nunca me conformé
fundada en la máscara de terlenca y la toalla de baño
con intercambiar cartitas para el álbum, con su fotogra-
de mi padre como capa, leí un articulo que cambiaría
fía, por supuesto, ni enmascararme de plateada, hecha
mi vida para siempre. Fue tanta la indignación de esos
por la comadre Loly; ni siquiera fueron suficientes los
instantes que hoy, 22 años después, aún me ruborizo
castigos aplicados a mi pequeños hermanos con la legen-
del coraje. Al leer aquella escandalosa nota, donde hu-
daria llave del caballito, con la que los torturé durante
millaban a mi enmascarado y criticaban sus películas,
años, y que en verdad me costaron las cicatrices que aún
insinuaban de la decadencia de mi personaje, de sus
conservo en mi nariz. ¡Qué va! Por supuesto; sabía que
malas filmaciones —eso era más de lo que podía sopor-
tarde o temprano llegaría el momento de conocer a ese
tar—; en esos instantes me escondí debajo del burro de
personaje de la máscara plateada, que por primera vez
planchar de mi madre que era el recinto acostumbrado
me había alborotado mis inocentes hormonas y le haría
donde solía escribir las incomprensiones de mi genera-
saber el gran amor que me consumía. Con él había cono-
ción, y me dispuse a dar contestación a aquella misiva.
cido yo el látigo ardiente del amor a distancia, mejor
Recuerdo haberla enviado y, en consecuencia, calmado
decir en pantalla; a él le componía yo mis primeros ver-
mi pequeño y barroco corazoncito.
sos, y haría la secreta promesa de llegar a ser su novia.
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Después de varias semanas, estaba yo jugando
Recuerdo que pensé desde entonces en las más atre-
canicas en las afueras de mi casa, cuando una llamada
vidas estrategias para cuando llegase el encuentro; desde
paralizó mis sentidos. Mi padre me informó que al telé-
saltar al ring en la primera oportunidad que mi adorado
fono estaba el Santo, y que quería hablar conmigo. De un
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suspiro aventé los codiciados catotones que tanto trabajo
llegó la cita. Era en un lugar llamado Coloniales el Santo,
me había costado ganarle a mi hermano y corrí al telé-
que era una tienda de muebles que el Sr. Santo alternaba
fono. En la línea se encontraba el señor Santo, sí, el de
con su profesión de cortar cabelleras, cosa que jamás me
las películas de lucha libre, el que me hacía llorar cada
hubiera imaginado. Me consternó en principio la imagen
matinée y me mantenía al borde de los nervios cada vez
de ver a mi obsesión vendiendo un comedor, un refrige-
que luchaba contra alguna momia o algo por el estilo. Su
rador o algo por el estilo. Afortunadamente no sucedió.
voz ronca y achilangada no rompió el encanto de aque-
Nos esperaba una señorita que nos trasladó a las ofi-
llos minutos; me agradecía mi carta que había leído en
cinas centrales de la empresa, y ahí, en el fondo, rodeado
la revista. Me contaba lo agradecido que estaba de que
de imágenes muy conocidas para mí, como sus luchas
alguien se expresara así de él y me invitaba a conocerlo a
mas famosas, se encontraba el Santo, con una sonrisa
la Ciudad de México como premio a mi acertada poesía,
amplia repitió mi nombre y yo me ahogue del nervio antes
porque él así lo consideraba.
de contestarle que sí... Con el corazón sacudiéndose de la
No se puede explicar el gusto de aquella tarde, des-
emoción, temía por aquello del infarto y por primera vez
pués de colgar estuve con una máscara plateada puesta
me dio gusto tener nueve años. El señor saludaba a mis
como por dos semanas, en un indicativo a todos los de
padres y hermanos que, con la boca abierta, extendían
mi cuadra del lazo sentimental que me unía al lucha-
su manita para corresponder el saludo. Yo observaba a
dor. Como prueba palpable estaba aquella llamada que
mi ídolo un poco descontrolada por su pequeña esta-
mi padre se había encargado de dar a conocer, misma
tura y una voz muy desconocida a las de la películas,
que después le causó dolor de cabeza al darse cuenta que
pero impresionada al mismo tiempo de estar finalmente
había sido por cobrar y que yo había durado una hora en
frente a uno de los sueños de mi vida.
el teléfono.
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Después de sentarme en sus piernas me contó
La aventura siguió con el mismo éxito. Al tiempo
lo agradecido de mis letras, yo sólo le dije que era mi
mis padres me llevaron a la Ciudad de México y, des-
verdad y la de muchos niños de mi edad, esto se lo dije
pués de una pérdida de medio día en esa gran ciudad, de
tartamudeando, tratando de disimular el amor que me
mis gritos de histeria por lo del peinado y la atarantada,
salía por los ojos. Le toqué sus manos, por cierto, muy
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parecidas a las de mi padre; le toqué su máscara, lo besé
discretamente y trataba que su aroma se me metiera por
los huesos para poder sobrevivir el resto de mis años.
Platicó conmigo sobre sus grandes batallas y me prome-
El Santo en Nogales, Sonora
tió que siempre seríamos amigos, pacto que reforcé al
Pedro Gabriel González Avilés
decirle que por el resto de nuestras vidas, y él dijo: Sí.
Esto para mí era de gran importancia, ya que significaba
secretamente mi primer paso a mi futura boda con el
luchador, y recordemos que un pacto a esa edad es de
gran validez.
Después de varias fotografías y autógrafos nos despedirnos del señor, yo con el corazón mas partido que
un rompecabezas y mi padre molesto por un dolor de
cabeza causado por el hambre, ya que el señor nunca nos
invitó a comer.
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En esta ocasión les platicaré de las presentaciones en
Desde entonces yo cultivé un sueño, hacerme mujer
la Plaza de Toros de Nogales y en Los Flamencos Drive
y buscar al Santo, algo que sucedió muchos años des-
Inn de la más grande figura de la lucha libre que ha dado
pués sin poder realizarlo, ya que al estar viviendo en el
México. Nos referimos naturalmente a don Rodolfo Guz-
extranjero me enteré que el señor había muerto de un
mán Huerta, el Santo.
infarto. Pese al tiempo, el dolor de la noticia fue agudo
Entre los años de 1960 y 1980, recordamos los noga-
y seco, se desmoronaba una figura que yo había creado
lenses las múltiples ocasiones en que dicho luchador se
como cuando se alcanza una estrella y se tiene en nues-
presentó en los cuadriláteros propiedad de don Pedro
tras manos por minutos. Cierro los ojos y aún puedo
González Duarte, convertido en el único gladiador en lle-
aspirar aquel aroma que se tatuó en mis pequeños hue-
nar en todas sus presentaciones las arenas de la ciudad
sos aquella tarde... en aquel pacto.
fronteriza.
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El que esto escribe recuerda con toda claridad que
cuando las cosas no marchaban bien en cuestiones eco-
cuerpo y alma a entrenar a fin de convertirse en un excelente luchador.
nómicas en la empresa que dirigía mi señor padre, los
El jueves 28 de junio de 1934 debutó como luchador
mismos luchadores, quienes profesaban una gran amis-
en la Arena Peralvillo Cozumel, ubicada en la colonia
tad al promotor, le recomendaban: “Llámele al profe
Peralvillo del D.F. Apareció con su nombre real, Rodolfo
(como cariñosamente se le conocía a la gran leyenda),
Guzmán. Antes de surgir como el Santo, luchó con los
seguramente no se negará a venir”. Quienes tuvimos la
nombres de Rudy Guzmán y ya enmascarado apareció
oportunidad de asistir a las presentaciones del famoso
como El Hombre Rojo, El Enmascarado, Murciélago ii y
luchador somos testigos de la euforia que se desataba
El Demonio Negro. Su debut con el nombre que lo haría
por sus visitas a Nogales.
el más famoso luchador que ha dado México, el Santo,
¿Pero quién era esta persona que dejó tan honda
fue utilizado por primera vez el 26 de julio de 1942 en la
huella en la entonces blanca frontera? Rodolfo Guzmán
Arena México de la capital del país. Se enfrentó al Lobo
Huerta nació en Tulancingo, Hidalgo, el 23 de septiembre
Negro, ante quien perdió debido a la rudeza que demos-
de 1917, y sus padres fueron Jesús Guzmán Campuzano
tró en el ring que terminó en una descalificación para el
y Josefina Huerta Márquez. Tuvo seis hermanos, cuatro
enmascarado. El nombre se lo impuso don Jesús Lomelí,
hombres y dos mujeres. Cuando contaba con tres años
instructor de la Empresa Mexicana de Lucha Libre que
su familia cambió su domicilio a la Ciudad de México,
dirigía don Salvador Lutteroth.
donde se establecieron en el barrio de Tepito, famoso
Desde su debut como El Enmascarado de Plata en
por ser cuna de buenos boxeadores. Sus estudios
1934 hasta 1949 luchó en casi todas las arenas de México.
primarios los realizó en la escuela primaria Abraham
Tuvo parejas inolvidables, como la que formó con Gori
Castellanos.
Guerrero, misma que se hizo famosa como La Pareja
Durante su infancia y adolescencia su gran afición
Atómica, la cual nació oficialmente el 19 de noviembre
eran los deportes, especialmente el béisbol y el futbol
de 1944. En 1946 se convirtió en campeón mundial de
americano, sin embargo su interés por la lucha libre
peso Welter derrotando al búlgaro Pete Pancoff.
emergió a principios de los años treinta, dedicándose en
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En el año de 1951 el luchador empezaría a perfi-
Su última lucha se efectuó el 12 de septiembre de 1982
larse como ícono de la cultura popular, esto debido a
en el Toreo de Cuatro Caminos en la Ciudad de México.
las historietas escritas por José Guadalupe Cruz, crea-
Su llave más famosa fue la de a caballo, pero lo distin-
dor del fotomontaje en nuestro país. Al fundar su propia
guía sin duda alguna su famoso tope supersónico que
editorial, el fotógrafo lanzó al mercado un cómic cuyo
realizaba desde la tercera cuerda del ring despertando la
personaje central sería el Santo. De esta manera, El
euforia de los asistentes. Se dice que protagonizó más de
Enmascarado de Plata, mote ideado por Cruz, pasaba del
diez mil batallas y ganó más de 75 por ciento de ellas.
cuadrilátero a protagonizar aventuras todavía más insó-
El 5 de febrero de 1984, el Santo, mientras se presen-
litas que las que viviría en el cine durante la siguiente
taba como escapista al lado de Alfredo Pelón Solares en
década.
el Teatro Blanquita de la Ciudad de México, al finalizar
En Nogales es bien sabido que los niños y jóvenes de
la primera función que iniciaba a las siete de la tarde, se
los sesenta esperaban impacientemente las revistas de
sintió mal y sus hijos lo trasladaron al Hospital Mosel. A
su ídolo, las cuales, al llegar a las librerías, volaban. Esto
las 21:40 horas el gran luchador y héroe popular perdía la
lo platicaba un verdadero fan del luchador, mi querido
última batalla víctima de un ataque al miocardio.
compadre Marco Antonio Salazar Siqueiros (q.e.p.d).
Entre las múltiples facetas que tenía El Enmascarado
A finales de los años cincuenta, Fernando Osés,
de Plata podemos mencionar que también tuvo el valor
luchador y actor, invitó al Santo a trabajar en el séptimo
de enfrentarse a los toros de lidia en varias corridas que
arte. Realizó su primera película en 1958: Santo contra el
realizó en diversas plazas del país. Lo menos sabido por
cerebro del mal. De esta manera inició un largo camino
sus seguidores es que uno de sus más grandes amigos fue
que lo llevó a actuar en más de cincuenta películas. La
el señor de las sombras, Javier Solís, con quien grabó un
última, Santo en la furia de los karatecas, se filmó en 1982.
disco con cinco canciones en la ciudad de Nueva York. No
Su andar por los sets cinematográficos acrecentó de una
con fines comerciales, por supuesto. Se dice que se han
manera increíble su popularidad. Hasta la fecha sus cin-
escrito más de veintitrés libros sobre él, que tuvo diez
tas se exhiben en los cines y, sobre todo, en televisión,
hijos, que ganó más de setenta máscaras en luchas de
en nuestro país y en los de habla hispana del continente.
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apuestas; un servidor recuerda la más reñida y comentada: contra Espanto i.
Se cuentan miles de anécdotas del legendario luchador, una de ellas es que al necesitar su pasaporte
José G. Cruz
para emigrar a luchar a Estados Unidos pidió a su amigo
Jorge Luis Falcón Arévalo
don Pedro González Duarte que lo llevara a realizar sus
trámites ante las autoridades del país vecino. Surgió el
inconveniente de que no podía quitarse la máscara, por
lo que le pidió a mi padre, quien tenía casi su complexión, que ocupara su lugar para no despertar sospechas
entre los nogalenses que lo seguían a todas partes, por lo
que mi padre conoció su rostro y además usó la máscara
original del gran ídolo.
En nuestro estado hay muchas personas que toda-
La capa volaba, propiamente conmigo, ni atrás, ni ade-
vía idolatran al legendario enmascarado. Recuerdo de
lante, justamente pegada a mi cuerpo. El espejo me
momento a Ramón Íñiguez, de Ciudad Obregón, poseedor
decía: ¡Eres el Santo! No hay otro más que tú.
de una impresionante colección de revistas y películas del
Allá afuera, en el patio de la casa, entre mis her-
afanado luchador. A Ramón Valdez, de Hermosillo, que
manos hicimos un ring con mecate, atado a dos árboles,
sabe mucho acerca del ídolo de la lucha libre en México.
la pared y el asiento de mi madre, donde nos observaba
riendo de las ya famosas ¡tres caídas sin límite de tiempo!
¿Mi contrincante? Black Shadow, El Cavernario
Galindo, Blue Demon. Cabrón, todos juntos me la “Pérez
Prado con música de Agustín Lara”.
Todos volaban con mis patadas, principalmente la
voladora —nunca me salió pegarle a mi contrincante (mi
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hermano), sino más bien era el costalazo que me sorra-
supe por la tv que se había ido “volando” el Sr. Guzmán.
jaba en el lomo al caer—; el vértigo de volar sin hacerlo
Mi Santo, mi enmascarado de plata.
me llevaba con todo y fantasía a surcar mi bota como la
del Santo (¡mokos, al pecho!), rodando y parándome.
La lucha era encarnizada: yo terminaba siendo el
Santo invencible. Aunque la paliza era al contrario. No
luchaba nada, pero cómo me divertía.
Recuerdo que mi traje, ni muy ajustado ni holgado,
era parte de mí, como el de Superman. De mi colección.
Muchas veces vi al Santo en persona en la Ciudad de
México; otras en mi natal Coatzacoalcos, allá llegaba a
luchar en la Arena Puerto México. Mi corazón henchido
y brillante hacía juego con mi traje que llevaba puesto
para estar acorde con el ídolo de ese momento. Recuerdo
que en esa ocasión peleó con el Cavernario Galindo y
Frankestein. Lucha a muerte, rezaba el slogan.
Tronaba la algarabía del público y mis brazos se agitaban luchando en el aire, siendo el amigo y compañero
del Santo, infernal lucha que jamás olvidaré.
Al final del espectáculo, ver al Santo. Tomarse la
foto y salir con el sentimiento profundo y alegre de ser el
amigo del Enmascarado de Plata. Mi ídolo.
Murió el Santo. Yo adulto, sólo recordé una famosa
patada que le dio a Black Shadow, que lo hizo volar fuera
del ring. Así voló mi imaginación a mi infancia cuando
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