Santo y seña gobierno del estado de baja california sur marcos alberto covarrubias villaseñor Gobernador Constitucional andrés córdova urrutia Secretario General de Gobierno instituto sudcaliforniano de cultura christopher amador cervantes Director General Santo y seña Relevos literarios sobre el Enmascarado de Plata josé guadalupe ojeda aguilar Subdirector General sandino gámez vázquez Coordinador de Fomento Editorial escritores de cajeme a. c. juan manz alaniz Presidente Mara Romero y Miguel Ángel Avilés compiladores mara romero Vicepresidente juan diego gonzález Representante legal consejo nacional para la cultura y las artes rafael tovar y de teresa Presidente marco antonio crestani Director General de Vinculación Cultural instituto sudcaliforniano de cultura gobierno del estado de baja california sur escritores de cajeme, a.c. consejo nacional para la cultura y las artes presentación El Santo tiene mixtos rostros Primera edición, 2014 D.R. © 2014 Mara Romero y Miguel Ángel Avilés C., por la compilación D.R. © 2014 Instituto Sudcaliforniano de Cultura Unidad Cultural Jesús Castro Agúndez Antonio Navarro y Héroes de Independencia s/n, La Paz, Baja California Sur, C.P. 23000, tel. +52 612 122 91 01 culturabcs.gob.mx Diseño de forros: Alejandra Barrera Diseño de páginas interiores: Marisol Zárate Bravo ISBN: 978-607-9314-45-3 IMPRESO Y HECHO EN MÉXICO Nadie puede negarle al arte del catch —porque es un arte— su función proba de teatro espontáneo y, al mismo tiempo, la prestancia artística que le brindaron los griegos olímpicos, luego los romanos, pasando por la Edad Media y su adopción mexicana, fuera de tiempo en relación al arte contemporáneo. Este fenómeno vinculado a una trasgresión (entendida para ciertos sectores intelectuales como delirio), donde el hecho inicial —la lucha— se reconoce como pieza de un pasado épico, le ha ganado sobrados seguidores de clóset, bueno, no estrictamente de clóset, sino de armario nostálgico. Adictos profesionales —escritores— han reservado su curiosidad para charlas de sobremesa, en atinadas pero breves contribuciones alrededor de Santo o Blue Demon, el Solitario o el Cavernario Galindo, el Murciélago Velázquez o el Médico Asesino, el Huracán Ramírez o Black Shadow, en versiones 7 8 sepia y blanco y negro y quizá algunas a color, ya de Mil del xix Festival de México en el Centro Histórico; y el Pri- Máscaras o Tinieblas o el Hijo del Santo, entre otros. mer Festival de Arte y Lucha Libre ¡¡Quiero ver… sangre!!, Recientemente el arte ha virado hacia el pancra- celebrado en Guadalajara en 2005, donde el propósito fue cio. Probados creadores han pisado el enlonado con su reconocer las heterogéneas ojeadas del mundo del arte trabajo valorativo de la lucha libre. Desde diversos ángu- a la lucha libre para conformar una magna exhibición los del cuadrilátero, Leopoldo Meraz, Armando Bartra, colectiva donde concurrieran armónicamente las artes Néstor García Canclini, Demián Flores, Gustavo García, plásticas, la fotografía, la literatura, el video, el diseño, la Carlos Monsiváis, Julia Tuñón, Raúl Criollo, José Buil, intervención y la función de lucha libre. Por otra parte, en Leo Mendoza, Lourdes Grobet, Ignacio Trejo Fuentes, el plano de las ediciones impresas, allende la memorabilia Jis y Trino, Arturo Trejo Villafuerte, Gabriel Mendoza, asentada en singulares revistas que dan cuenta del tran- Emiliano Pérez Cruz, Bernardo Fernández (Bef), Fran- sitar luchístico —donde historialmente Box y Lucha lleva cisco Hernández, José Xavier Nava y, más recientemente, la voz cantante—, baste citar los ejercicios alrededor del Álvaro A. Fernández Reyes, entre una respetabilísima pancracio llevados a cabo en el número 122, de junio-ju- lista inacabable, dan cuenta del sitio seguro en que se lio de 2003, de la revista Tierra Adentro, “Lucha Libre y halla la lucha libre. Cúmulo de proposiciones, reinterpre- Literatura: sin límite de tiempo”, y el de la revista Reverso taciones y acercamientos fascinantes, como por ejemplo, (No. 7 marzo-mayo de 2005), entre muchos otros signi- Arena México en 2000, en el Museo de la Ciudad; mues- ficativos y notables en el panorama editorial mexicano. tra de sesenta grabados que exponen críticamente las Ahora, en esta apuesta entre las manos, Santo y caras frontales de un fenómeno cultural por excelencia seña, prueba ensayada de adaptación revelada en múl- arraigado en nuestro país: la lucha libre y sus atisbos tiples tradiciones culturales, mito (ficticio, pero “real”) modernizadores que tensan su lenguaje cifrado. A Arena inagotable de los mass media, patentiza, en cada página, México, le siguieron Arena Tizapán en la Galería El Aire; un curioso entendimiento de lo que somos, lo que imagi- Cambio de piel, en la Galería Quetzalli; Arena Oaxaca, en namos y lo que deseamos ser, armonía de las exigencias el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (iago); Festival de que erige cada voz. Sabido es que siempre que alguien Lucha Libre 2003. Caídas sin Límite de Tiempo, en el marco dice Santo, irremisiblemente el colectivo dispone a su 9 10 héroe: el de la tira cómica, el de las batallas inolvida- construyen, es caldo de cultivo para esta mitología que bles citadas en los almanaques, el del cine, la música, a todos pertenece. El poder simbólico de la máscara del los performances, el de los muñequitos de plástico eter- Santo ha penetrado profundamente en la cultura. namente en reto, el de la máscara plateada. Esta ocasión La estabilidad del mito del Santo se obtiene con no es la excepción. El Santo tiene mixtos rostros. En cada esta aparición de Santo y seña. Relevos narrativos sobre el texto el Santo se multiplica, se multiplica el mito, retribuye Enmascarado de Plata, volumen santológico coordinado y resignifica ante las variadas formas en que se percibe el por Mara Romero y Miguel Ángel Avilés, donde cuentos, mito épico del personaje. crónicas, ensayos y poemas resarcen esa herida que el Decir Santo equivale a reconstruir una tradición vértigo, el tiempo, desmonta gradualmente. Reunión de que se resume en una máscara por excelsitud, simple, voces autorizadas que desde la creación literaria hacen la más simple y que, sin embargo, corona el imaginario de la imagen del Santo una pasión de enigmas, desalien- colectivo de los diseños habidos y por haber. Santo, por la tos y nostalgias. Desde la verosimilitud literaria, todo es hechura del personaje rudo, antítesis que echa raíces en encubrimiento; el impulso oculto del relato, el poema y el marco de un rostro enmascarado que jamás mostrará la crónica, se halla y se sospecha siempre detrás de una sufrimiento o expresión alguna. El verdadero apasionado máscara. Pasión osada y de clóset. de la lucha libre, el que asiste a ring side, sabe contemplar Pocos luchadores, como los escritores, una vez per- un rostro revestido de otro rostro, los movimientos facia- dida la tapa, reconstruyen el fenómeno de la responsabi- les que se ocultan bajo la máscara delimitan ese símbolo lidad, ese dar la cara. El símbolo al alcance de la mano. unificador propio del sincretismo cultural concentrado En las páginas de Santo y seña se transfieren rostros y en el misterio del nombre. ¿Cuál es entonces la verdadera temperamentos de Santo, postración de la energía y resis- máscara? ¿Cuál la del Santo? Los otros gestos, los que se tencia al dolor de la pérdida de la inmortalidad de nuestro esperan —los explotados hasta el paroxismo, dice Roland personaje en cuestión. Ceremonia luchística frente a la Barthes (“El mundo del catch” en Mitologías)—, son evi- página, ceremonia para la confabulación que necesita ser dentes. El otro paroxismo, el que las formas artísticas ajada, para la renovación, el sincretismo: variantes de un populares artesanales, publicitarias y propagandísticas mismo discurso surrealista. 11 Es Santo, mito que decora espacios públicos singulares, privados y públicos, como exvotos o fetiches o grafitis en corredores culturales y bardas perimetrales de unidades habitacionales. Da nombre a una calle en Tulancingo, Hidalgo, su tierra natal, al tiempo que se erige un célebre monumento, supletorio, puesto que el primero fue retirado —vox populi— por parecer burdo al gusto general. También es posible hallar una figura del mito enmascarado en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México, en el cruce de las calles Jesús Carranza y José Gorostiza, donde confluyen Peralvillo y Tlatelolco, entretanto, se cuenta, gracias a que trascendió fronteras y llegó a países como Turquía, Marruecos, Egipto y Líbano, en este último había una efigie a las afueras de un cine o de un teatro, ya demolido. A la sazón, en esta treintena de plumas se torna más atractivo el enfrentamiento entre lo velado y lo evidente: la máscara vs. cabellera; o lo arcano para ser manifiesto: máscara vs. máscara. No hay privilegios, sólo símbolos antagónicos y complementarios del personaje del Santo. Conjuro literario con el emblema para trascender la individualidad del atleta Rodolfo Guzmán Huerta, que alcanza los estándares de porte que le dispone el personaje: Santo, el Enmascarado de Plata. Daniel Téllez 12 uno Memorial del Santo Apología de plata Raúl Cota Álvarez ¿Qué es una máscara? ¿Un simple atuendo del anonimato? ¿Una falsa plegaria del olvido? Aquí, en estas líneas, la máscara es otra idea, un ideal, un objetivo, el primer contacto con el mundo. La máscara es y será eso, la cara más auténtica de la metamorfosis diaria del gesto humano de vivir, explorar a través de ella los pulsos de los que, desnudos en sus facciones cotidianas, admiran el valor de los eternos ausentes. q El Santo sigue aquí (lugar común del imaginario colectivo, gozo melancólico del que sólo a través de películas 15 convive con la estampa), impregnando de velocidad y enigma volcado en mito la escena de los que se quedan en el bullicio de la espera, en la inacabable remembranza de nosotros mismos, los que hicimos la leyenda a fuerza de creer El Santo en la figura (consolación de espectador ajeno a la vena au- Mara Romero téntica del espectáculo mortal). Todos somos el santo. q Y los que vienen atrás, ¿qué esperan? ¿Qué reciben? ¿Un legado? Una caída es el regalo idóneo para el discípulo de siempre, el que somete a su hermanito frente a la pantalla rogando que el Santo apruebe la imberbe de a caballo, el desgañitado de la segunda fila que pone sus mentadas de madre al servicio del ídolo, los que patrullan la Esta mañana amaneció nublada, manchada de ese azul cuadra con su máscara pirata y lo imitan, lo emulan en que me remueve recuerdos, que me hace viajar en ese cualquier pancracio improvisado, los que a diario se lan- espacio de tiempo que está guardado en mi subcons- zan a la vida desde la tercera. Son las secuelas que deja la ciente y que hoy, con Vivaldi de fondo, se me representa magia en su camino al infinito. con escenas que quisiera plasmar sin otro objetivo que q 16 el de sentirme triste... salta de pronto el recuerdo del primer amor, Tú siempre tan sofisticada y precoz, diría Un aniversario no es suficiente razón, pero sí buen pretex- mi amiga Diana, la cual, con el tiempo llegó a ser para to para evidenciarnos desde esta máscara de papel y tinta, todos más que un símbolo sexual, pero a pesar de sus y engrosar las filas de la fanaticada. Santo, Enmascarado burlas debo reconocer que por lo menos en esa ocasión de Plata, ídolo, señor del ring (caravana de adjetivos pro- tenía razón, mira que me he colgado: enamorarme de un pia del que ha rebasado la frontera del nombre), maestro. luchador enmascarado, al cual sólo conocía en el cine 17 y, por si fuera poco, 45 años mayor que yo; que a esta viniese a luchar a mi ciudad, hasta, con el tiempo, mode- edad de mi plena madurez no serían nada, pero en aquel lar para alguna revista de desnudos para hacerme notar. entonces yo tenía nueve años y el Santo 54. Imaginé los detalles más triviales del posible encuentro, De aquel primer y gran amor recuerdo muchas aluciné el peinado que llevaría el día que lo conociese lágrimas y paseos alrededor del inolvidable y recién des- para despistar aquello de la diferencia de edades. Así truido cine Cajeme, al que relacionaba estrechamente pasó algún tiempo, hasta que una tarde, al estar yo con mi amado, porque ahí, en mi pubertad, veía sus pelí- disfrutando de mi revista preferida de lucha libre, en- culas en la matinée. Recuerdo cómo nunca me conformé fundada en la máscara de terlenca y la toalla de baño con intercambiar cartitas para el álbum, con su fotogra- de mi padre como capa, leí un articulo que cambiaría fía, por supuesto, ni enmascararme de plateada, hecha mi vida para siempre. Fue tanta la indignación de esos por la comadre Loly; ni siquiera fueron suficientes los instantes que hoy, 22 años después, aún me ruborizo castigos aplicados a mi pequeños hermanos con la legen- del coraje. Al leer aquella escandalosa nota, donde hu- daria llave del caballito, con la que los torturé durante millaban a mi enmascarado y criticaban sus películas, años, y que en verdad me costaron las cicatrices que aún insinuaban de la decadencia de mi personaje, de sus conservo en mi nariz. ¡Qué va! Por supuesto; sabía que malas filmaciones —eso era más de lo que podía sopor- tarde o temprano llegaría el momento de conocer a ese tar—; en esos instantes me escondí debajo del burro de personaje de la máscara plateada, que por primera vez planchar de mi madre que era el recinto acostumbrado me había alborotado mis inocentes hormonas y le haría donde solía escribir las incomprensiones de mi genera- saber el gran amor que me consumía. Con él había cono- ción, y me dispuse a dar contestación a aquella misiva. cido yo el látigo ardiente del amor a distancia, mejor Recuerdo haberla enviado y, en consecuencia, calmado decir en pantalla; a él le componía yo mis primeros ver- mi pequeño y barroco corazoncito. sos, y haría la secreta promesa de llegar a ser su novia. 18 Después de varias semanas, estaba yo jugando Recuerdo que pensé desde entonces en las más atre- canicas en las afueras de mi casa, cuando una llamada vidas estrategias para cuando llegase el encuentro; desde paralizó mis sentidos. Mi padre me informó que al telé- saltar al ring en la primera oportunidad que mi adorado fono estaba el Santo, y que quería hablar conmigo. De un 19 suspiro aventé los codiciados catotones que tanto trabajo llegó la cita. Era en un lugar llamado Coloniales el Santo, me había costado ganarle a mi hermano y corrí al telé- que era una tienda de muebles que el Sr. Santo alternaba fono. En la línea se encontraba el señor Santo, sí, el de con su profesión de cortar cabelleras, cosa que jamás me las películas de lucha libre, el que me hacía llorar cada hubiera imaginado. Me consternó en principio la imagen matinée y me mantenía al borde de los nervios cada vez de ver a mi obsesión vendiendo un comedor, un refrige- que luchaba contra alguna momia o algo por el estilo. Su rador o algo por el estilo. Afortunadamente no sucedió. voz ronca y achilangada no rompió el encanto de aque- Nos esperaba una señorita que nos trasladó a las ofi- llos minutos; me agradecía mi carta que había leído en cinas centrales de la empresa, y ahí, en el fondo, rodeado la revista. Me contaba lo agradecido que estaba de que de imágenes muy conocidas para mí, como sus luchas alguien se expresara así de él y me invitaba a conocerlo a mas famosas, se encontraba el Santo, con una sonrisa la Ciudad de México como premio a mi acertada poesía, amplia repitió mi nombre y yo me ahogue del nervio antes porque él así lo consideraba. de contestarle que sí... Con el corazón sacudiéndose de la No se puede explicar el gusto de aquella tarde, des- emoción, temía por aquello del infarto y por primera vez pués de colgar estuve con una máscara plateada puesta me dio gusto tener nueve años. El señor saludaba a mis como por dos semanas, en un indicativo a todos los de padres y hermanos que, con la boca abierta, extendían mi cuadra del lazo sentimental que me unía al lucha- su manita para corresponder el saludo. Yo observaba a dor. Como prueba palpable estaba aquella llamada que mi ídolo un poco descontrolada por su pequeña esta- mi padre se había encargado de dar a conocer, misma tura y una voz muy desconocida a las de la películas, que después le causó dolor de cabeza al darse cuenta que pero impresionada al mismo tiempo de estar finalmente había sido por cobrar y que yo había durado una hora en frente a uno de los sueños de mi vida. el teléfono. 20 Después de sentarme en sus piernas me contó La aventura siguió con el mismo éxito. Al tiempo lo agradecido de mis letras, yo sólo le dije que era mi mis padres me llevaron a la Ciudad de México y, des- verdad y la de muchos niños de mi edad, esto se lo dije pués de una pérdida de medio día en esa gran ciudad, de tartamudeando, tratando de disimular el amor que me mis gritos de histeria por lo del peinado y la atarantada, salía por los ojos. Le toqué sus manos, por cierto, muy 21 parecidas a las de mi padre; le toqué su máscara, lo besé discretamente y trataba que su aroma se me metiera por los huesos para poder sobrevivir el resto de mis años. Platicó conmigo sobre sus grandes batallas y me prome- El Santo en Nogales, Sonora tió que siempre seríamos amigos, pacto que reforcé al Pedro Gabriel González Avilés decirle que por el resto de nuestras vidas, y él dijo: Sí. Esto para mí era de gran importancia, ya que significaba secretamente mi primer paso a mi futura boda con el luchador, y recordemos que un pacto a esa edad es de gran validez. Después de varias fotografías y autógrafos nos despedirnos del señor, yo con el corazón mas partido que un rompecabezas y mi padre molesto por un dolor de cabeza causado por el hambre, ya que el señor nunca nos invitó a comer. 22 En esta ocasión les platicaré de las presentaciones en Desde entonces yo cultivé un sueño, hacerme mujer la Plaza de Toros de Nogales y en Los Flamencos Drive y buscar al Santo, algo que sucedió muchos años des- Inn de la más grande figura de la lucha libre que ha dado pués sin poder realizarlo, ya que al estar viviendo en el México. Nos referimos naturalmente a don Rodolfo Guz- extranjero me enteré que el señor había muerto de un mán Huerta, el Santo. infarto. Pese al tiempo, el dolor de la noticia fue agudo Entre los años de 1960 y 1980, recordamos los noga- y seco, se desmoronaba una figura que yo había creado lenses las múltiples ocasiones en que dicho luchador se como cuando se alcanza una estrella y se tiene en nues- presentó en los cuadriláteros propiedad de don Pedro tras manos por minutos. Cierro los ojos y aún puedo González Duarte, convertido en el único gladiador en lle- aspirar aquel aroma que se tatuó en mis pequeños hue- nar en todas sus presentaciones las arenas de la ciudad sos aquella tarde... en aquel pacto. fronteriza. 23 El que esto escribe recuerda con toda claridad que cuando las cosas no marchaban bien en cuestiones eco- cuerpo y alma a entrenar a fin de convertirse en un excelente luchador. nómicas en la empresa que dirigía mi señor padre, los El jueves 28 de junio de 1934 debutó como luchador mismos luchadores, quienes profesaban una gran amis- en la Arena Peralvillo Cozumel, ubicada en la colonia tad al promotor, le recomendaban: “Llámele al profe Peralvillo del D.F. Apareció con su nombre real, Rodolfo (como cariñosamente se le conocía a la gran leyenda), Guzmán. Antes de surgir como el Santo, luchó con los seguramente no se negará a venir”. Quienes tuvimos la nombres de Rudy Guzmán y ya enmascarado apareció oportunidad de asistir a las presentaciones del famoso como El Hombre Rojo, El Enmascarado, Murciélago ii y luchador somos testigos de la euforia que se desataba El Demonio Negro. Su debut con el nombre que lo haría por sus visitas a Nogales. el más famoso luchador que ha dado México, el Santo, ¿Pero quién era esta persona que dejó tan honda fue utilizado por primera vez el 26 de julio de 1942 en la huella en la entonces blanca frontera? Rodolfo Guzmán Arena México de la capital del país. Se enfrentó al Lobo Huerta nació en Tulancingo, Hidalgo, el 23 de septiembre Negro, ante quien perdió debido a la rudeza que demos- de 1917, y sus padres fueron Jesús Guzmán Campuzano tró en el ring que terminó en una descalificación para el y Josefina Huerta Márquez. Tuvo seis hermanos, cuatro enmascarado. El nombre se lo impuso don Jesús Lomelí, hombres y dos mujeres. Cuando contaba con tres años instructor de la Empresa Mexicana de Lucha Libre que su familia cambió su domicilio a la Ciudad de México, dirigía don Salvador Lutteroth. donde se establecieron en el barrio de Tepito, famoso Desde su debut como El Enmascarado de Plata en por ser cuna de buenos boxeadores. Sus estudios 1934 hasta 1949 luchó en casi todas las arenas de México. primarios los realizó en la escuela primaria Abraham Tuvo parejas inolvidables, como la que formó con Gori Castellanos. Guerrero, misma que se hizo famosa como La Pareja Durante su infancia y adolescencia su gran afición Atómica, la cual nació oficialmente el 19 de noviembre eran los deportes, especialmente el béisbol y el futbol de 1944. En 1946 se convirtió en campeón mundial de americano, sin embargo su interés por la lucha libre peso Welter derrotando al búlgaro Pete Pancoff. emergió a principios de los años treinta, dedicándose en 24 25 En el año de 1951 el luchador empezaría a perfi- Su última lucha se efectuó el 12 de septiembre de 1982 larse como ícono de la cultura popular, esto debido a en el Toreo de Cuatro Caminos en la Ciudad de México. las historietas escritas por José Guadalupe Cruz, crea- Su llave más famosa fue la de a caballo, pero lo distin- dor del fotomontaje en nuestro país. Al fundar su propia guía sin duda alguna su famoso tope supersónico que editorial, el fotógrafo lanzó al mercado un cómic cuyo realizaba desde la tercera cuerda del ring despertando la personaje central sería el Santo. De esta manera, El euforia de los asistentes. Se dice que protagonizó más de Enmascarado de Plata, mote ideado por Cruz, pasaba del diez mil batallas y ganó más de 75 por ciento de ellas. cuadrilátero a protagonizar aventuras todavía más insó- El 5 de febrero de 1984, el Santo, mientras se presen- litas que las que viviría en el cine durante la siguiente taba como escapista al lado de Alfredo Pelón Solares en década. el Teatro Blanquita de la Ciudad de México, al finalizar En Nogales es bien sabido que los niños y jóvenes de la primera función que iniciaba a las siete de la tarde, se los sesenta esperaban impacientemente las revistas de sintió mal y sus hijos lo trasladaron al Hospital Mosel. A su ídolo, las cuales, al llegar a las librerías, volaban. Esto las 21:40 horas el gran luchador y héroe popular perdía la lo platicaba un verdadero fan del luchador, mi querido última batalla víctima de un ataque al miocardio. compadre Marco Antonio Salazar Siqueiros (q.e.p.d). Entre las múltiples facetas que tenía El Enmascarado A finales de los años cincuenta, Fernando Osés, de Plata podemos mencionar que también tuvo el valor luchador y actor, invitó al Santo a trabajar en el séptimo de enfrentarse a los toros de lidia en varias corridas que arte. Realizó su primera película en 1958: Santo contra el realizó en diversas plazas del país. Lo menos sabido por cerebro del mal. De esta manera inició un largo camino sus seguidores es que uno de sus más grandes amigos fue que lo llevó a actuar en más de cincuenta películas. La el señor de las sombras, Javier Solís, con quien grabó un última, Santo en la furia de los karatecas, se filmó en 1982. disco con cinco canciones en la ciudad de Nueva York. No Su andar por los sets cinematográficos acrecentó de una con fines comerciales, por supuesto. Se dice que se han manera increíble su popularidad. Hasta la fecha sus cin- escrito más de veintitrés libros sobre él, que tuvo diez tas se exhiben en los cines y, sobre todo, en televisión, hijos, que ganó más de setenta máscaras en luchas de en nuestro país y en los de habla hispana del continente. 26 27 apuestas; un servidor recuerda la más reñida y comentada: contra Espanto i. Se cuentan miles de anécdotas del legendario luchador, una de ellas es que al necesitar su pasaporte José G. Cruz para emigrar a luchar a Estados Unidos pidió a su amigo Jorge Luis Falcón Arévalo don Pedro González Duarte que lo llevara a realizar sus trámites ante las autoridades del país vecino. Surgió el inconveniente de que no podía quitarse la máscara, por lo que le pidió a mi padre, quien tenía casi su complexión, que ocupara su lugar para no despertar sospechas entre los nogalenses que lo seguían a todas partes, por lo que mi padre conoció su rostro y además usó la máscara original del gran ídolo. En nuestro estado hay muchas personas que toda- La capa volaba, propiamente conmigo, ni atrás, ni ade- vía idolatran al legendario enmascarado. Recuerdo de lante, justamente pegada a mi cuerpo. El espejo me momento a Ramón Íñiguez, de Ciudad Obregón, poseedor decía: ¡Eres el Santo! No hay otro más que tú. de una impresionante colección de revistas y películas del Allá afuera, en el patio de la casa, entre mis her- afanado luchador. A Ramón Valdez, de Hermosillo, que manos hicimos un ring con mecate, atado a dos árboles, sabe mucho acerca del ídolo de la lucha libre en México. la pared y el asiento de mi madre, donde nos observaba riendo de las ya famosas ¡tres caídas sin límite de tiempo! ¿Mi contrincante? Black Shadow, El Cavernario Galindo, Blue Demon. Cabrón, todos juntos me la “Pérez Prado con música de Agustín Lara”. Todos volaban con mis patadas, principalmente la voladora —nunca me salió pegarle a mi contrincante (mi 28 29 hermano), sino más bien era el costalazo que me sorra- supe por la tv que se había ido “volando” el Sr. Guzmán. jaba en el lomo al caer—; el vértigo de volar sin hacerlo Mi Santo, mi enmascarado de plata. me llevaba con todo y fantasía a surcar mi bota como la del Santo (¡mokos, al pecho!), rodando y parándome. La lucha era encarnizada: yo terminaba siendo el Santo invencible. Aunque la paliza era al contrario. No luchaba nada, pero cómo me divertía. Recuerdo que mi traje, ni muy ajustado ni holgado, era parte de mí, como el de Superman. De mi colección. Muchas veces vi al Santo en persona en la Ciudad de México; otras en mi natal Coatzacoalcos, allá llegaba a luchar en la Arena Puerto México. Mi corazón henchido y brillante hacía juego con mi traje que llevaba puesto para estar acorde con el ídolo de ese momento. Recuerdo que en esa ocasión peleó con el Cavernario Galindo y Frankestein. Lucha a muerte, rezaba el slogan. Tronaba la algarabía del público y mis brazos se agitaban luchando en el aire, siendo el amigo y compañero del Santo, infernal lucha que jamás olvidaré. Al final del espectáculo, ver al Santo. Tomarse la foto y salir con el sentimiento profundo y alegre de ser el amigo del Enmascarado de Plata. Mi ídolo. Murió el Santo. Yo adulto, sólo recordé una famosa patada que le dio a Black Shadow, que lo hizo volar fuera del ring. Así voló mi imaginación a mi infancia cuando 30 31