LA CONVENCIÓN DE LAS NACIONES UNIDADES SOBRE LOS CONTRATOS DE COMPRAVENTA INTERNACIONAL DE MERCADERÍAS (VIENA, 1980) Y EL SISTEMA VENEZOLANO DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO Claudia Madrid Martínez * Investigador-docente, Sección de Derecho Internacional Privado y Comparado, Instituto de Derecho Privado, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, UCV. [email protected] INFORMACIÓN GENERAL Luego de intensos trabajos preparatorios y de barajar, incluso, la posibilidad de exhortar a los Estados a ratificar las Convenciones que contienen la Ley Uniforme sobre la Venta Internacional de Objetos Mobiliarios Corporales y la Ley Uniforme sobre la Formación de los Contratos de Venta Internacional de Objetos Muebles Corporales, se reunió en Viena, entre los días 10 de marzo y 11 de abril de 1980, la Conferencia Internacional de Plenipotenciarios, previamente convocada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Delegaciones de sesenta y dos Estados estuvieron presentes, bajo la dirección del profesor húngaro Gyula Eorsi, para la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías. Lamentablemente, Venezuela no participó en las discusiones previas a la Conferencia, limitándose a enviar un observador a la misma.1 El texto de esta Convención fue aprobado por nuestro país el 28 de septiembre de 1981,2 pero hasta la fecha no se ha producido su ratificación. Por tal razón, nuestros jueces no pueden aplicar tan importante instrumento convencional. Pero más que hablar de un rechazo a la Convención de Viena, debemos lamentar el silencio de parte de académicos, profesionales y círculos de negocios en relación con la ratificación de la Convención. Silencio que, desde el punto de vista del fondo de la Convención no tiene justificación, sobre todo si constatamos que, en efecto, las soluciones consagradas por este instrumento convencional son perfectamente compatibles con el Derecho interno venezolano. En efecto, lo cierto es que luego de analizar el contenido de la Convención no encontramos razones de peso que justifiquen su no ratificación por parte de Venezuela. Así lo hemos dejado saber en un trabajo anterior.3 En ese momento afirmamos, tras constatar la compatibilidad entre los principios generales en materia de responsabilidad civil contractual recogidos por nuestra legislación, Código Civil y Código de Comercio, y las soluciones contenidas en la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías, que tal semejanza no es exclusiva de esa materia, razón por la cual no encontramos inconveniente en la adhesión de Venezuela al mencionado instrumento internacional. De hecho, ratificamos nuestra opinión en el sentido de estimar que la participación de Venezuela en este tratado sería profundamente beneficiosa para su actuación protagónica en el comercio internacional. Nuestro Estado no debe permanecer inerte ante la constante evolución del comercio. Este día a día exige una regulación adaptada a su dinámico desarrollo y Venezuela no debe dar la espalda a esta situación. I. IMPACTO DE LA CONVENCIÓN DE VIENA EN LA PRÁCTICA No podríamos afirmar de manera fehaciente, que los abogados venezolanos ignoren el contenido de la Convención, mas sí podemos apreciar que en la práctica, muchos prefieren excluirla expresamente, evitando el sometimiento de sus relaciones contractuales a la misma. En efecto, en la práctica venezolana podemos encontrar contratos internacionales en los cuales las partes, con el objeto de evitar cualquier posibilidad de aplicación de la Convención, al elegir como competente el Derecho de un Estado parte en la misma, añaden en su cláusula sobre Derecho aplicable –además de una exclusión de las normas sobre conflicto de leyes de manera de evitar el reenvío, a través de un referencia directa a las normas materiales del Estado en cuestión– una exclusión expresa de la Convención de Viena. Ello para evitar su aplicación, incluso en los supuestos en los cuales la controversia se plantee ante los tribunales de un Estado parte en la misma. Sin embargo, también podemos apreciar situaciones en las que se ha aplicado la Convención a contratantes establecidos en Venezuela, aunque no por constituir éste el Derecho elegido por las partes para regir el contrato. Así, en una reciente decisión de la Casación francesa4 se aplicó la Convención a un contrato cuyas partes no se encontraban establecidas en Estados partes, ni eligieron la Convención para regular su relación, sino que la misma resultó ser aplicable por ser el Derecho francés el competente para regir el contrato en virtud de los artículos 4,1 y 4,2 del Convenio de Roma sobre Ley Aplicable a las Obligaciones Contractuales. II. IMPACTO DE LA CONVENCIÓN DE VIENA EN LOS ESTUDIOSOS DEL DERECHO Luego de su aprobación en Viena en 1980, fueron publicadas en Venezuela algunas reseñas sobre tal evento, sin que se invitara al Estado venezolano a pronunciarse al respecto.5 Igualmente, podemos encontrar trabajos en los que se hace referencia a la Convención, bien sea de manera general,6 bien para analizar algunas de sus normas,7 pero tampoco se ha planteado el problema de la ratificación de la misma. Igualmente, debemos añadir que en los programas de la mayoría de las Universidades venezolanas, el mayor interés por el análisis de la Convención ha sido demostrado por los especialistas en materia de Derecho internacional privado, más que por los estudiosos de los contratos. Estos últimos se limitan a analizar la regulación del contrato de compraventa en el Derecho interno, con escasas referencias de Derecho comparado Ahora bien, en los programas para estudiar Derecho internacional privado, se dedica un tema a los contratos internacionales y, en él, los docentes de esta asignatura hacen referencia al contrato de compraventa internacional de mercaderías y, desde luego, a la Convención de Viena, como ejemplo paradigmático de la unificación sustantiva en esta materia. En conversaciones sostenidas con profesores de Derecho internacional privado,8 pudimos constatar que la opinión prácticamente generalizada es que, en efecto no hay razones de fondo para la no ratificación de la Convención. Este silencio por parte del Estado venezolano es injustificado. Pero también debemos reconocer que desde las instancias académicas y profesionales poco o nada se ha hecho para exhortar a la autoridad competente en orden a la ratificación de la Convención. III. IMPACTO DE LA CONVENCIÓN DE VIENA EN LOS TRIBUNALES Ya hemos afirmado que al no haber ratificación de parte de Venezuela, la Convención de Viena es inaplicable de manera directa por nuestros jueces. Por tal razón, no existe en nuestro país decisión judicial en la que se haya aplicado este instrumento normativo, por lo cual podemos decir que el impacto de la misma en nuestros tribunales es prácticamente nulo. Sin embargo, no descartamos la posibilidad de que nuestros jueces puedan recurrir a este instrumento, sobre la base de algunas precisiones en relación con el artículo 1 del instrumento en estudio. Recordemos que, de conformidad, con el artículo 1 de la Convención de Viena, este tratado se aplicará a los contratos de compraventa de mercaderías entre partes que tengan sus establecimientos en Estados diferentes, cuando esos Estados sean Estados Contratantes; o cuando las normas de Derecho internacional privado prevean la aplicación del Derecho de un Estado contratante. Desde luego, es claro que, de conformidad con el primer supuesto, si uno de los contratantes tiene su establecimiento en Venezuela, la Convención no es aplicable. Sin embargo, podrían plantearse algunas dudas, en relación con el artículo 1,1,b, norma que consagra lo que ha sido calificado por algunos autores como una cláusula de extensión.9 Es necesario aclarar, aunque luce obvio, que para que esta norma sea aplicable es necesario que la controversia se esté ventilando ante los tribunales de un Estado parte de la Convención.10 Hay, sin embargo, quien estima aplicable la Convención cuando la norma de conflicto de un Estado no parte en la misma, indica la aplicación del Derecho de un Estado parte; mas tal aplicación no se debería a un mandato de la norma contenida en el artículo 1,1,b, sino más bien a las propias normas de conflicto del Estado no parte. Semejante afirmación se debe a que la intención de los redactores de esta disposición fue que la compraventa internacional de mercaderías estuviese gobernada por un grupo de normas accesibles en varios idiomas y cuidadosamente estudiadas en varias partes del mundo, en lugar de estar sujeta al Derecho interno de algún país cuyo conocimiento sea menos accesible.11 Tal posibilidad de aplicación supone la aceptación de la incorporación de la Convención de Viena al Derecho interno del Estado que la ratifica, 12 tesis con la cual no estamos de acuerdo, puesto que entendemos que el tratado, luego de su ratificación no se transforma en Ley interna. Ahora bien, nosotros podríamos más bien preguntarnos por aquellos casos en los que las partes, establecidas en Estados no partes en la Convención, decidan aplicarla a su relación contractual, haciendo uso de la autonomía conflictual. En este caso, algunos autores estiman que tal elección es más una manifestación de la autonomía material que de la autonomía conflictual.13 En efecto, si ante el juez venezolano se planteara una controversia relacionada con un contrato que las partes han decidido someter a la Convención de Viena, éste deberá aplicar la Convención, mas no como el sistema aplicable al contrato, pues el Derecho así elegido equivaldría a una cláusula incorporada al mismo cuyo valor dependerá del ordenamiento jurídico determinado como competente a falta de elección. Otra posibilidad sería calificar las soluciones contenidas en la Convención como Lex mercatoria, afirmación cuestionada por algunos autores14 y que supondría aceptar la procedencia de los llamados contratos sin ley. Considérese que en el sistema venezolano de Derecho internacional privado, tanto la Convención Interamericana sobre Derecho Aplicable a los Contratos Internacionales,15 como la Ley de Derecho Internacional Privado venezolana,16 establecen que, ante la falta de indicación del Derecho aplicable por las partes, el juez, en busca del ordenamiento jurídico más vinculado con el contrato, “También tomará en cuenta los principios generales del Derecho Comercial Internacional aceptados por organismos internacionales”, ordenando además que se apliquen, “cuando corresponda, las normas, las costumbres y los principios del Derecho Comercial Internacional, así como los usos y prácticas comerciales de general aceptación, con la finalidad de realizar las exigencias impuestas por la justicia y la equidad en la solución del caso concreto” (Arts. 9 y 10 CIDACI; 30 y 31 LDIPV). Sobre la base de estas disposiciones, el juez venezolano puede, en efecto, recurrir a la Lex mercatoria. Sin embargo, tras reconocer que la voluntad de las partes sólo es jurídicamente relevante conforme a los límites establecidos en la Ley y a pesar de mostrar cierta simpatía por la aceptación de tal posibilidad, Romero estima que “la existencia misma de las normas de Derecho Internacional Privado en materia de determinación del Derecho aplicable al contrato presuponen que el mismo debe estar conectado al Derecho de más de un Estado, de lo contrario ningún conflicto de leyes se plantearía. La esencia misma de las normas sobre el Derecho aplicable limitan la posibilidad de concebir un contrato que no esté sujeto a un ordenamiento jurídico estatal”.17 Nosotros consideramos que la aceptación casi ilimitada de la libertad conflictual casa mal con la prohibición de que las partes elijan una reglamentación no estatal. Es paradójico, en efecto, permitir que las partes puedan combinar diferentes Leyes estatales y construir un marco jurídico ad hoc, distinto del previsto en cada uno de los sistemas elegidos individualmente considerados e impedir, por otro lado, que las partes puedan someter el contrato a una normativa autónoma que, a diferencia de las Leyes estatales, ha sido concebida atendiendo a la internacionalidad del contrato.18 Tal interpretación podría verse apoyada en el hecho de que tanto el artículo 10 de la Convención de México, como el 31 de la Ley de Derecho Internacional Privado establecen que “Además de lo dispuesto en los artículos anteriores, se aplicarán, cuando corresponda, las normas, las costumbres y los principios del derecho comercial internacional, así como los usos y prácticas comerciales de general aceptación con la finalidad de realizar las exigencias impuestas por la justicia y la equidad en la solución del caso concreto”, disposición que con semejante encabezamiento –resaltado por nosotros– no parece limitada a los casos de ausencia de elección del Derecho aplicable. De manera que puede corresponder aplicar Lex mercatoria cuando las partes así lo decidan. A pesar de nuestra posición, no dejamos de reconocer la natural tendencia del juez estatal a rechazar este tipo de soluciones. Así, en la célebre decisión del caso Pepsicola, la Sala Político Administrativa de la entonces Corte Suprema de Justicia sólo llega a aplicar los Principios Unidroit para complementar su interpretación de lo que ha de entenderse por contrato internacional.19 IV. IMPACTO DE LA CONVENCIÓN DE VIENA EN LA LEGISLACIÓN En relación con este último punto, nada podemos añadir. En vista de la no ratificación por parte de Venezuela de la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías, su influencia en nuestra legislación es nula. Lo que sí debemos reafirmar es la compatibilidad entre ambas fuentes, de manera que no podría ser considerado el Derecho interno como un obstáculo para la ratificación de la convención. 1 2 Así lo reporta G. Parra Aranguren, Legislación uniforme sobre la compraventa internacional de mercaderías, Revista de la Facultad de Derecho, Universidad Católica Andrés Bello, 35 (1986) 66. Dato tomado en: http://www.uncitral.org/uncitral/es/uncitral_texts/sale_goods/1980CISG_status.html 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 C. Madrid Martínez, Responsabilidad civil en materia de compraventa internacional de mercaderías, en: Ley de Derecho Internacional Privado, Libro Homenaje a Gonzalo Parra-Aranguren, Caracas, Tribunal Supremo de Justicia, Colección Libros Homenaje Nº 1, 2001, Vol. II, pp. 297 ss. Puede reportarse la sentencia francesa dictada por la Cour de Cassation, Chambre Comérciale en fecha 20/02/2007, caso Société Mim v. Société YSPL, en: http://www.unilex.info/dynasite.cfm?dssid=2376&dsmid=13354&x=1 A. Linares, Convención sobre Contratos para la Compraventa Internacional de Mercaderías, Revista de Derecho Público, 4 (1980) 118 ss. G. Parra Aranguren, Legislación uniforme…, ob. cit., 65 ss.; L. Cova Arria, La compraventa internacional, Revista de Derecho Marítimo, 7 (1987) 162 ss. E. Hernández-Breton, Usos no pactados: del Código de Comercio Alemán (HGB) a la Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías (Viena 1980), Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, 90 (1993) 81 ss.; C. Madrid Martínez, responsabilidad civil en materia de compraventa internacional…, ob. cit. Tatiana Maekelt y Eugenio Hernández-Breton. A. Boggiano, Contratos internacionales, Buenos Aires, DePalma, 1990, p. 92. A. Garro y A. Zuppi, Compraventa internacional de mercaderías, Buenos Aires, Ediciones La Roca, 1990, p. 91. Ver también A. Boggiano, Contratos internacionales…, ob. cit. p. 92. A. Garro y A. Zuppi, Compraventa internacional de mercaderías…, ob. cit., p. 91. E. Guardiola Sacarrera, La compraventa internacional. Importaciones y exportaciones, Barcelona, Bosch Casa Editorial, 1994, p. 31. L. Fernández de la Gándara y A.L. Calvo Caravaca, La compraventa internacional de mercaderías, en: Contratos internacionales, (L. Fernández de la Gándara y A. L. Calvo Caravaca, Dir.), Madrid, Tecnos, 1997, p. 175. Idem. Suscrita durante la CIDIP-V, México 1994, ratificada por Venezuela y publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria. N° 4.974 de 22/09/1995. Gaceta Oficial N° 36.511, de fecha 06/08/1998. Vigencia, 06/02/1999. F. Romero, Derecho aplicable al contrato internacional, en: Liber Amicorum, Homenaje a la Obra Científica y Académica de la profesora Tatiana B. de Maekelt, Caracas, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, Fundación Roberto Goldschmidt, 2001, T. I, pp. 252254. N. Bouza Vidal, La elección conflictual de una normativa no estatal sobre contratos internacionales desde una perspectiva europea (Consideraciones sobre el Plan de Acción de la Comisión de febrero de 2003), en: Pacis artes. Obra homenaje al profesor Julio D. González Campos, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, Eurolex, 2005, T. II, p. 1320. En la citada sentencia del 09 de octubre de 1997, la Corte Suprema de Justicia, en Sala Político Administrativa afirmó “Un enfoque complementario del planteamiento anterior se encuentra en los ‘Comentarios’ explicativos de los Principios Generales para los Contratos Mercantiles Internacionales preparados por el Grupo de Trabajo del Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT) que indican, entre otras cosas, que el carácter internacional de un contrato puede ser definido en una gran variedad de formas y que los Principios no acogen expresamente ninguna de ellas. Sin embargo indican que a la noción de contrato internacional debe dársele una amplia interpretación, de manera tal de excluir solamente aquellas situaciones que no involucren elementos internacionales, es decir, aquellos contratos en que todos los elementos relevantes se encuentran vinculados a un único país…”. Ver: E. Hernández-Breton, Lo que dijo y no dijo la sentencia Pepsi Cola, Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, 109 (1998) 167.