LA FRANJA T: UNA ALTERNATIVA

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REFLEXIONES SOBRE LA RELACIÓN ENTRE EL ANALISTA Y EL ANALIZANDO
SERGIO GUILLERMO CASTELLANOS URREGO*
SOCIEDAD PSICOANALÍTICA FREUDIANA DE COLOMBIA, BOGOTÁ
*
Correspondencia relacionada con este artículo enviarla a Sergio Guillermo Castellanos Urrego, Cra.
5ª No 39-00, Bogotá, Colombia. Correo electrónico: [email protected]
Organiza
Federación Psicoanalítica de America Latina
Septiembre 23 AL 25 de 2010
Bogotá - Colombia
REFLEXIONES SOBRE LA RELACIÓN ENTRE EL ANALISTA Y EL ANALIZANDO
(Detención y movimiento en el trabajo clínico: repetición y aperturas en el vínculo transferencial)
RESUMEN
Si bien la transferencia es el elemento teórico y técnico más importante y más
estudiado de la relación psicoanalítica entre el analista y el analizando, no todo allí es
transferencia. Freud hace alusión a que todos tenemos unos “clisés” o maneras
determinadas de comportarnos en nuestra vida erótica y que solo una parte de los
elementos que allí intervienen han alcanzado su pleno desarrollo y por ende son
conscientes. Estos últimos hacen parte de las llamadas repeticiones instintivas y por
ende permanentes. Los elementos inconscientes, fruto de la represión, en el interjuego
de la fijación y la regresión se traducen en repeticiones transferenciales, en las que
elementos transitorios del desarrollo psicosexual, se comportan como elementos
permanentes. Estas repeticiones se harán perceptibles en tanto desentonan con los
demás elementos. Ambas repeticiones tienen un carácter pasional, puesto que las
pasiones humanas si bien inician su evolución en la infancia y allí se conflictualizan, no
se extinguen con el levantamiento de la represión. En la adultez hacen parte de las
repeticiones permanentes y así las debemos reconocer en la relación psicoanalítica. En
ésta, desde sus inicios, hay elementos que no son inconscientes y corresponden con
una adecuada percepción e interpretación consciente de la realidad.
Descriptores: Relación médico – paciente, transferencia, repetición, fijación, regresión.
Cuando se pregunta por las bases o fundamentos sobre los cuales se cimenta y se da
el proceso psicoanalítico se suele responder muy rápidamente que la transferencia es
el más importante. Etchegoyen (1986) afirmó que “la teoría de la transferencia es uno
de los mayores aportes de Freud a la ciencia y es también el pilar del tratamiento
psicoanalítico” (p. 93). Sandler (1998/1993) no se ocupa solo de la transferencia, sino
de otros aspectos, pero efectivamente enfatiza en ella. Sin embargo, comparto con
Arcila (1983) la necesidad de elevar a un nivel de mayor claridad este concepto tan
importante dentro de la teoría y la técnica del proceso psicoanalítico, en tanto que no
todo lo que ocurre entre el analista y el analizando es transferencial.
Según Valls (2008) la transferencia “es un fenómeno observable en la clínica
psicoanalítica que tiene una explicación fenomenológica y una metapsicológica {…} se
hace actual el suceso infantil en la intensidad del afecto con que se revive la escena,
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sin recordarla con la actividad de la memoria consciente” (p. 630). Adentrémonos en la
metapsicología a través de las precisiones que al respecto hace Freud (1979/1912) en
“la dinámica de la transferencia”. Respecto al origen de la transferencia afirma Freud
(1979/1912) que de la conjugación de disposiciones innatas y los influjos o experiencias
de la infancia (series complementarias) resulta para cada persona uno o varios “clisés”
que le dan una: “especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea,
para las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así como
para las metas que habrá de fijarse” (pg. 97). Cada persona desarrolla tempranamente
unos ciertos modelos de comportamiento erótico que se van a repetir a lo largo de la
vida; estos modelos no son inmutables y su presentación y modificación dependerá de
las circunstancias externas y de “la naturaleza de los objetos de amor asequibles” (pg.
98). Freud precisa que según lo ha observado en su experiencia, sólo una parte de las
mociones pulsionales que determinan estos clisés tienen un pleno desarrollo psíquico.
“Este sector está vuelto hacia la realidad objetiva, disponible para la personalidad
consciente, y constituye una pieza de esta última” (pg. 98). El otro sector de tales
mociones pulsionales que no tiene un pleno desarrollo1 está en posición opuesta con
relación a los aspectos antes citados. En cuanto a la realidad objetiva se encuentra
apartado de ella y en relación con la personalidad consciente, ha permanecido por
entero en lo inconsciente o solo se ha desplegado en la fantasía. La insatisfacción de
las mociones pulsionales de este último grupo que por sus características no logran su
plena satisfacción en la realidad llevan a la persona a volcarse “con unas
representaciones-expectativa libidinosas hacia cada nueva persona que aparezca”.
1 Freud está refiriéndose al concepto de fijación, en tanto que “La fijación hace que la libido se una fuertemente a
personas o a imagos, reproduzca un determinado modo de satisfacción, permanezca organizada según la estructura
característica de una de sus fases evolutivas” (Laplanche, 1994, pg. 156).
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Dice Freud que en este “acomodamiento” deben intervenir la porción consciente y la
inconsciente de dichas mociones pulsionales.
Resumiendo, la transferencia es una investidura libidinal que para cada sujeto tiene una
especificidad establecida en la infancia a través del interjuego de las series
complementarias, que se traduce en estereotipos del comportamiento erótico y que
además en los neuróticos estará acompañada por representaciones-expectativa; éstas
últimas determinadas por el acomodamiento de mociones pulsionales conscientes e
inconscientes.
Freud destaca que la transferencia suele desbordar en forma y magnitud lo que
racionalmente se justificaría, precisamente porque no se sustenta solamente en
“representaciones-expectativa” conscientes, sino también en las inconscientes. Es
decir, que algunos aspectos de la transferencia están sustentados en la realidad y
operan de manera racional, pero aquellos inconscientes que no guardan relación con la
realidad objetiva actual, sino con el mundo interno, inconsciente, suelen tomar el
presente por el pasado en la búsqueda de su satisfacción. Estos últimos se hacen
evidentes y manifiestos en la relación analítica en tanto que, en palabras de Arcila
(1983), “desentonan en una forma particular – en espacio y tiempo – en el conjunto de
la relación pasional psicoanalítica {…} en el sentido de que no pueden articularse
dinámicamente a la relación adulta que existe entre los dos” (pg. 10). Entonces, el
análisis de la transferencia consiste en “hacer conscientes las fijaciones del super yo,
del yo, de los objetos y fines instintivos involucrados en la relación del analizando y el
analista” (pg. 12).
El complemento entre la fijación y la regresión, es el que permite las repeticiones que
solemos denominar transferenciales. La repetición transferencial es la manera en que,
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bajo el gobierno del proceso primario, el pasado no es un recuerdo, sino que es un
presente con la fuerza del pasado intacta. Estas repeticiones, ajenas a la temporalidad,
que no se articulan dinámicamente en el tiempo con otros sucesos como causa, efecto
o fase de un momento del desarrollo, parece que estuvieran fuera de la historia. Existen
otras repeticiones que precisamente por su periodicidad están claramente ligadas con
la vida en general, como el día y la noche, las estaciones, entre otras, y en nuestro
propio ser, nos recuerdan los instintos, el dormir, el respirar, el comer, entre otros. Estas
últimas repeticiones nos sirven para contar el tiempo pleno, nos ubican en el presente,
el pasado y el futuro. Por esto se puede afirmar que la transferencia se debe a las
fijaciones y a la regresión; según Arcila (1983), es “una forma específica de repetir, en
la cual el pasado no aparece como tal sino como presente y, viceversa, donde el
presente no aparece como tal sino como pasado” (pg. 4).
Ahora bien, la transferencia es un fenómeno del cual se ha ocupado el psicoanálisis,
pero que está presente en todas las relaciones. Entonces la relación entre el analizando
y el analista es en principio una relación personal, como cualquier otra, que a partir de
la estructuración de “un encuadre” en el cual, a la condición del analizando de observar
“la regla fundamental” le corresponde una condición semejante al analista que es la
“neutralidad”. A la asociación libre del uno, le corresponde la atención libremente
flotante del otro. Así las cosas, el ejercicio de hacer consciente lo inconsciente, se
realiza sobre la interpretación de los aspectos inconscientes de la relación personal del
analizando y del analista. Estos aspectos inconscientes se tornan en observables en la
repetición transferencial, pero precisamente, no toda repetición es necesariamente
transferencial. En palabras de Arcila (1983) “hemos de discriminar lo que es repetición
de lo transitorio, de la repetición de lo permanente” (pg. 7). La repetición de lo transitorio
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es la que evidencia una fijación o detención del desarrollo y por ello se corresponde con
“lo infantil reprimido”, pero en la medida en que se deshacen las fijaciones y el
desarrollo continua, las repeticiones serán de lo permanente, serán repeticiones
instintivas y despertarán también pasiones, pero no ya pasiones “infantiles
inconscientes”, sino pasiones adultas y conscientes. Las pasiones se empiezan a
desarrollar en la infancia, y los elementos que intervienen en la manera en que se
manifiesten, después de la inevitable represión de la sexualidad infantil, se pueden
comprender a la luz de las series complementarias, es decir, tendrán elementos
constitucionales, elementos inconscientes y elementos relacionados con el vivenciar
actual. Puede herir nuestro narcisismo, pero las pasiones humanas que se inician en la
infancia no se extinguen con el levantamiento de la represión; en el mejor de los casos,
serán determinadas en un mayor nivel por los elementos constitucionales y los
elementos conscientes del vivenciar actual. Las pasiones humanas son esenciales a
nuestra vida y solo se extinguen con ella.
A manera de conclusión, en tanto que no todo lo que se repite en la relación
psicoanalítica es del orden transferencial o contratransferencial, no todo es interpretable
y tampoco todo es resistencial. La relación entre analizando y analista contiene también
elementos conscientes derivados de la correcta percepción de la realidad. Por ello
considero que si bien es muy pertinente conocer y usar adecuadamente la teoría y
técnica de la transferencia, no debemos permitir, que bajo esta lente nos olvidemos de
los elementos conscientes que participan en la relación que se construye. Es quizás en
ese sentido en el que Freud (1913) afirma:
“¿Cuándo debemos empezar a hacer comunicaciones al analizado? ¿Cuándo es oportuno
revelarle el significado secreto de sus ocurrencias, iniciarlo en las premisas y procedimientos
técnicos del análisis? La respuesta sólo puede ser esta: No antes de que se haya establecido
en el paciente una transferencia operativa, un rapport en regla. La primera meta del tratamiento
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sigue siendo allegarlo a este y a la persona del médico. Para ello no hace falta más que darle
tiempo. Si se le testimonia un serio interés, se pone cuidado en eliminar las resistencias que
afloran al comienzo y se evitan ciertos yertos, el paciente por sí solo produce ese allegamiento y
enhebra al médico en una de las imagos de aquellas personas de quienes estuvo
acostumbrado a recibir amor. Es verdad que uno puede malgastar este primer éxito si desde el
comienzo se sitúa en un punto de vista que no sea el de la empatía -un punto de vista
moralizante, por ejemplo- o si se comporta como subrogante o mandatario de una parte
interesada, como sería el otro miembro de la pareja conyugal” (pg. 140 ).
Es decir, lo primero que se debe cuidar es la relación con el analizando, centrada en el
interés de ambas partes por el proceso psicoanalítico, que conlleva la construcción de
una relación, con sus elementos conscientes y por su puesto, los elementos
inconscientes. Si el interés del analista por el analizando no es genuino, la neutralidad
tampoco lo será y al ser esto percibido, consciente y/o inconscientemente, por el
paciente, será muy factible, incluso sano, que el analizando no persista en el
tratamiento.
Referencias
Arcila, G. (1983). Crítica de la idea de transferencia. Trabajo inédito, presentado ante la
Sociedad Colombiana de Psicoanálisis en Mayo 27 de 1983.
Etchegoyen, H. (1986). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Buenos Aires:
Amorrortu.
Freud, S. (1979/1912) Sobre la dinámica de la transferencia. Tomo XII. Obras
Completas. Buenos Aires. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1979/1913) Sobre la iniciación del tratamiento. Tomo XII. Obras Completas.
Buenos Aires. Amorrortu Editores.
Sandler, J. (1998/1993) El paciente y el analista. Las bases del proceso psicoanalítico.
Buenos Aires. Paidós.
Valls, J. (2008) Diccionario Freudiano. Buenos Aires. Gaby Ediciones
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