EL DESARROLLO DE DONOSTIA A LO LARGO DE LA HISTORIA

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LIBRO “ II. CRITERIOS, OBJETIVOS, SOLUCIONES GENERALES PLANEAMIENTO”. Doc. “1. MEMORIA”.
AVANCE PLAN GENERAL. Octubre 2004
VII.-
EL DESARROLLO DE DONOSTIA A LO LARGO DE LA HISTORIA, Y EN
PARTICULAR DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS.
Desde aquel pasado en el que las partes más o menos urbanas de Donostia se limitaban a unos
núcleos muy específicos, al tiempo que muy reducidos, hasta la actualidad, en la que el área
urbana -suelos urbanos y urbanizables- tiene una extensión aproximada de 2.058 hectáreas,
esta ciudad ha seguido un progresivo proceso de formación, evolución y crecimiento, de manera
que la urbanización ha ido extendiéndose ininterrupidamente.
A lo largo de este epígrafe se va a tratar de dar, a grandes rasgos y a partir de, básicamente, tres
enfoques diversos, una somera idea de la evolución de la ciudad, urbanísticamente hablando,
desde aquel pasado hasta el presente, con el fin de, de una manera u otra, situar este proyecto y
sus previsiones en ese contexto temporal.
Eso sí, antes de adentrarnos en su recordatorio, se ha de tener presente que la historia de esta
ciudad, al igual que la de cualquier otra, no está conformada por capítulos cerrados que
comienzan en un determinado momento, finalizan en otro y ya no sufren alteración alguna. Frente
a ello, esa historia es un constante proceso de sumar y restar, construir y derribar, modificar y
transformar, en ocasiones de forma radical y en otras de un modo más sutil. En ese sentido, unos
y otros proyectos se aprueban en un determinado momento, y a lo largo de su ejecución, si es
que ésta se inicia, e incluso con posterioridad, son objeto de mayores o menores reajustes.
Considerada desde esa perspectiva, la ciudad es, por lo tanto, una realidad viva y cambiante que,
de manera constante, ha de estar en sintonía con la realidad cultural, social, económica,
ambiental, etc. de cada momento.
Tras esa introducción, procedamos a la inmersión en la evolución de esta ciudad a través de los
tres enfoques que se exponen a continuación:
1.- Enfoque cronológico.
El objetivo de este enfoque es el de, a modo de pinceladas del recorrido que se quiere hacer,
recordar algunos de los momentos más relevantes de dicha evolución, con la consciencia de que
otros igual de importantes no son mencionados, al no resultar posible citar todos. Y en relación
con cada uno de ellos, vamos a destacar algunas de las circunstancias más relevantes que los
identifican y singularizan.
Con ese fin, la atención se va a centrar en lo que pudiéramos considerar como cinco capítulos o
momentos diversos de gran relevancia en la historia de esta ciudad, destacándose en cada caso
una serie de hechos y acontecimientos de particular significado. El primero de ellos se
corresponde con la primera mitad, e incluso algo más, del siglo XIX. El segundo con el derribo de
las murallas y el denominado Ensanche Cortazar con sus modificaciones y complementaciones.
El tercero con lo que pudiéramos considerar como ensanches del ensanche anterior. El cuarto
con el Plan General de 1962. Y el quinto y último con el Plan General de 1995.
Sin remontarnos más allá, iniciamos este viaje en el tiempo a comienzos del siglo XIX. La ciudad
tenía en aquel momento una población aproximada de 8.000 habitantes, que se repartía
fundamentalmente en el casco amurallado, al píe del monte Urgull, y en los cuatro barrios
extramurales de San Martin, Santa Catalina, San Francisco y El Antiguo. Dicha población se
complementaba con, aproximadamente, otros 6.000 habitantes que residían en los alrededores.
Obviamente, la parte más importante y reconocida de ese conjunto era el casco amurallado que,
con sus más y sus menos, se correspondía con la actual Parte Vieja.
Saltamos a continuación al momento o inicio del proceso de configuración de lo que, con todas
las salvedades necesarias, hoy día identificamos como centro de la ciudad. Su origen podemos
situarlo en las Reales Órdenes de 17 de marzo de 1862 y 23 de abril de 1863, mediante las que
la ciudad dejó de tener la condición de plaza militar y se autorizó el derribo de las murallas. Esas
decisiones fueron a su vez precedidas de dramáticos y revueltos acontecimientos entre los que
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cabe citar el incendio de la Parte Vieja el año 1813, el rechazo del proyecto racionalista de
reconstrucción de la misma elaborado por Pedro Manuel de Ugartemendia el año 1814, la
aprobación en enero de 1816 del proyecto presentado con ese fin por Manuel Gogorza, la
aprobación de las ordenanzas elaboradas por Pedro Manuel de Ugartemendia, y su efectiva
reconstrucción.
Complementariamente a la decisión de derribo de las murallas, mediante Real Orden de octubre
de 1864 fue aprobado el primer proyecto de ensanche de la ciudad, elaborado por Antonio
Cortazar y, precisamente por ello, conocido como ensanche Cortazar. Paralelamente a su
ejecución, ese proyecto fue objeto de un mayor o menor número de reformas y ampliaciones,
como las referidas al ensanche de Amara Viejo o Meridional y al ensanche de San Martín. Las
más relevantes de ellas fueron proyectadas por el arquitecto José de Goicoa -Paseo de La
Concha; ordenación de la Plaza del Buen Pastor y de su entorno; ordenación de la Plaza Bilbao y
su entorno; continuidad de la trama urbana hacia Amara y el remate de la misma con la
canalización del río Urumea; etc.- .
Los anteriores fueron a su vez complementados con el proyecto del denominado ensanche
Oriental de 1873, que se corresponde con el entorno situado entre la calle Aldamar y el Paseo
Salamanca.
Conforme a lo indicado, puede decirse que la suma de esos proyectos, con sus correspondientes
modificaciones, y la ejecución de las obras previstas en los mismos dio como resultado el actual
centro de la ciudad.
Tras ese centro, dirigimos la atención a lo que, de una u otra manera, pudieran considerarse
como ensanches del ensanche Cortazar. Eso hace que nuestra mirada se oriente
fundamentalmente hacia Gros, El Antiguo, e incluso Amara.
Sin perjuicio de un mayor o menor número de antecedentes y de modificaciones posteriores, el
origen del actual desarrollo de Gros y su entorno, considerado en su integridad e incluida una
determinada parte de Ategorrieta-Ulia, puede colocarse en el proyecto de ensanche del barrio de
Gros y Ategorrieta, elaborado por Juan Machimbarrena y Luis Díaz Tolosana y aprobado
mediante Real Decreto de 8 de agosto de 1924. Eso sí, tal como ya se ha apuntado, ese
proyecto fue precedido de otros también importantes, referidos a unas u otras partes de ese
barrio. Merecen una particular atención a ese respecto dos concretas iniciativas. La primera de
ellas tuvo su origen en un convenio suscrito entre, por un lado, el Ayuntamiento y, por otro, los
Sres. Iribas y Gros, propietarios de la mayor parte de los terrenos afectados, ratificado mediante
una posterior Ley de 7 de junio de 1894. Su objetivo era el desarrollo urbanístico del ámbito
afectado, limitado en algunos de sus extremos por el río Urumea, debidamente encauzado, y el
hoy día denominado Paseo Colón, que colindaba a su vez con el mar. La segunda afectó al
denominado ensanche de la Zurriola, cuyos orígenes se remontan al año 1873, si bien las obras
fueron iniciadas en torno al año 1910. Su objetivo era el desarrollo urbanístico del ámbito que, a
partir del citado Paseo Colón y con la consiguiente continuidad del encauzamiento del citado río
Urumea, se proyectaba ganar al mar. De hecho, con sus más y sus menos, una parte importante
de ese desarrollo llegó a ser ejecutado, y a él responde, por ejemplo, la parcela en la que se
ubica el actual Kursaal.
A su vez, sin perjuicio de antecedentes específicos referidos bien a la ciudad jardín de Ondarreta,
bien a otras partes del mismo, así como de modificaciones posteriores, el origen del desarrollo de
El Antiguo y su entorno puede situarse en el proyecto de ensanche elaborado por Luis Elizalde y
Rafael Bergamin, aprobado mediante Real Orden de 14 de julio de 1921.
Por último, también sin perjuicio de sus antecedentes y posteriores modificaciones, el desarrollo
de Amara responde en origen al proyecto elaborado por, entre otros, Juan Machimbarrena y
aprobado el 13 de enero de 1940.
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Los desarrollos anteriores fueron complementados, también en los comienzos del siglo XX, por
otros más dispersos y periféricos. En atención, tanto a su tipología como a la condición social de
sus ocupantes, cabría hablar a ese respecto de dos tipos de asentamientos.
Algunos de ellos dieron lugar a la creación de grandes fincas y a la construcción de palacetes y
villas con los que, en una medida importante, se quería dar respuesta a la demanda entonces
existente de segunda residencia de calidad. Esa modalidad de ocupación afectó a, entre otros,
cuatro entornos diversos. El primero de ellos se corresponde con la ladera de Miranconcha,
ascendiendo poco a poco hacia Aiete. El segundo con el Seminario y sus inmediaciones. El
tercero con las laderas de Igeldo. El cuarto y último con el Paseo de Ategorrieta y determinadas
partes de las laderas de Ulia.
Otro tipo de asentamientos, de carácter más humilde e incluso marginal, afectaron a entornos
como Egia, Intxaurrondo, La Herrera, Altza, Sagües, Loiola, Martutene, Ibaeta, Añorga, etc. De
hecho, en lo referente al primero de ellos, el desarrollo se inició, ya con una cierta intensidad, en
el entorno del entonces conocido como Paseo Atotxa y hoy día como Paseo Duque de Mandas, y
poco a poco fue subiendo por las actuales calles Egia, Virgen del Carmen, Avenida Ametzagaina,
etc. Las proporciones que iba alcanzando ese desarrollo justificaron la elaboración el año 1942
del proyecto de ensanche del barrio de Egia.
Esos desarrollos fueron progresivamente complementados con la correspondiente red de
transporte, tanto de carácter viario como ferroviario. En concreto, la red ferroviaria, integrada en la
línea “Madrid-Irun” data del año 1864, si bien con posterioridad fue objeto de importantes mejoras
y complementaciones –año 1921, implantación de la doble vía, 1928, electrificación, etc.-.
Este viaje en el tiempo nos traslada a continuación al Plan General de 1962, predecesor del Plan
General de 1995.
Además del conjunto de los proyectos antes mencionados, y de otros que no lo han sido, ese
Plan General de 1962 tuvo algún que otro antecedente directo, cuya importancia justifica siquiera
su mención. Por un lado, el “Plan General de Ordenación de la Provincia de Gipuzkoa”,
elaborado a comienzos de la década de 1940. Tuvo una influencia directa en la elaboración de
las “Ordenanzas de Edificación de Donostia” de 1944, en la creación de la “Comisión Provincial
del Plan de Ordenación de Gipuzkoa”, y en la elaboración y aprobación de las “Normas
Urbanísticas del Plan de Ordenación y Ordenanzas Generales de Edificación para la provincia de
Gipuzkoa”. Por otro, el Plan General de Ordenación Urbana de San Sebastián y su zona de
influencia, de 1950, dirigido por Pedro Bidagor. Su ámbito se extendía, además de a esta ciudad,
a los municipios de Orio, Usurbil, Andoain, Urnieta, Hernani, Oiartzun, Errenteria, Lezo y Pasaia.
Ese Plan General de 1962 afectó a la totalidad del municipio de Donostia que, según se indica en
él, contaba con una superficie total de 6.850 hectáreas. El área urbana -suma de suelos urbanos
y de reserva urbana- delimitada en el mismo alcanzaba una superficie de 2.405,50 ha., que
suponía el 35% del total. Por su parte, las restantes 4.444,50 ha. conformaban el ámbito rural,
que representaba el 65% del total.
Imbuido del espíritu desarrollista imperante en aquel momento, el Plan proyectaba un más que
importante crecimiento y expansión de la ciudad a lo largo de los 45 años programados en el
mismo. En concreto, sus propuestas conllevaban el incremento de la población desde los
135.149 habitantes de 1960 hasta los aproximadamente 300.000 estimados para el año 2005.
Ese Plan proyectó el desarrollo de la ciudad mediante, diciéndolo de forma un tanto simplista, dos
tipos de actuaciones diversas. Con algunas de ellas se dio continuidad a desarrollos previamente
proyectados, sin perjuicio de mayores o menores modificaciones de los mismos. Determinadas
partes de Amara y de El Antiguo, Ibaeta, etc., son algunos de los ejemplos de ese tipo de
actuaciones. Las restantes se centraron en los nuevos desarrollos de la ciudad, sin perjuicio de la
preexistencia de mayores o menores núcleos de edificaciones en los ámbitos afectados por los
mismos. Amara, básicamente a partir de la Plaza Pio XII, Añorga, otras partes del Antiguo e
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Ibaeta -Seminario, Pakea, Igara, …-, Miraconcha, Aiete, Bidebieta, Intxaurrondo, Loiola,
Martutene, Altza, etc. son algunos de los ejemplos de esas actuaciones.
Los anteriores desarrollos fueron complementados con previsiones viarias como las del segundo
cinturón, la denominada carretera-variante a modo de un determinado tramo de la “A.8”, la
conexión Ibaeta-Aiete-Amara, etc. También han de añadirse propuestas de grandes
equipamientos como los de la “Ciudad Deportiva de Anoeta” y el “Campus Universitario de
Ibaeta”. Algunas de ellas no formaban parte del Plan desde su origen y fueron definidas mediante
las correspondientes modificaciones del mismo.
Y este viaje cronológico lo acabamos con el vigente Plan General de 1995, que ahora se
pretende revisar.
Afecta asimismo a la totalidad del municipio de Donostia que, según se indica en él, cuenta con
una superficie total de 6.105 hectáreas. El área urbana –suma de suelos urbanos y de reserva
urbana- delimitada en el mismo alcanza una superficie de 2.024 ha., que supone el 33% del total.
Por su parte, las restantes 4.081 ha. conforma el ámbito rural, que representa el 67% del total.
Los nuevos desarrollos residenciales más relevantes previstos en el mismo se ubican,
fundamentalmente, en las vegas del Urumea e Ibaeta, así como en el barrio de Altza –“AuditzAkular”-. Junto a los anteriores, desarrollos como los previstos, a modo de colmatación de los
ya existentes, en las lomas de Intxaurrondo y Aiete, unidos a los resultantes de las operaciones
de reforma interior de Morlans Behera, San Bartolomé, Atotxa, Paseo del Urumea, La Herrera,
Buenavista, Loiola y Txomin Enea, configuran las operaciones más importantes del crecimiento
residencial de la ciudad.
Los nuevos desarrollos de actividades económicas se localizan a su vez en la periferia de la
ciudad, concretamente en ámbitos como “Landarro”, “Miramón”, “Zuatsu” y “Belartza”. Se
propone asimismo la remodelación y colmatación de antiguos polígonos industriales como
“Igara”, “El Infierno”, “Antzita”, “Torrua Zahar”, “Mateo Gaina”, etc. A las anteriores propuestas
han de añadirse otras como la implantación de una gran superficie comercial en “Garbera”, y la
complementación de los desarrollos residenciales previstos en ámbitos como “Riberas de
Loiola”, “Morlans Behera” y “Benta Berri”, con un importante techo terciario.
Complementariamente, dicho Plan General considera deseable la sustitución de instalaciones
industriales situadas en entornos de naturaleza residencial por otros usos más compatibles con
el mismo.
En cuanto a la movilidad, apuesta por la progresiva implantación de una política integral de
transporte que conlleve la potenciación tanto del transporte público –sustentado
fundamentalmente en la red de autobuses y en la red ferroviaria- como del transporte no
motorizado –peatonal y ciclista, apoyado en la red correspondiente-, así como el control y la
limitación del uso del vehículo privado.
En lo referente al viario, se prevé la complementación y mejora de la red viaria metropolitana unión
N.I/A.8 mediante
el
nudo
de
Aritzeta;
nuevo
viario
de
conexión
Intxaurrondo/Martutene/Hospitales; autovía del Urumea; segundo cinturón de la Autopista A.8-, y
del mallado de la red viaria urbana -vial Amara/Aiete/Ibaeta; remodelación de la Avda. de Tolosa;
nuevos puentes sobre el río Urumea; accesos a la Variante, etc.-, compaginando y
complementando estos últimos con las necesidades asociadas a los nuevos desarrollos
edificatorios planteados.
Los grandes equipamientos de carácter metropolitano o supramunicipal se integran en el tejido
urbano, -Ciudad Deportiva de Anoeta; Campus Universitario de Ibaeta; Palacio de Congresos del
Kursaal; Museo de San Telmo; Palacio Miramar- y se complementan con el sistema dotacional de
barrio, fundamentalmente deportivo y sociocultural, persiguiendo una mayor interrelación y
mezcla con los usos residenciales de la ciudad.
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Por último, las propuestas anteriores se complementan con espacios destinados a ocio y
esparcimiento. Se ordenan con ese fin una serie de parques urbanos –“Torre Satrustegi”,
“Lugaritz”, “Castilblanco”, “Arbaizenea”, “Puyo”, “Miramón”-, que completan el conjunto de los ya
existentes –Urgull, Miramar, Erregenea, Santa Clara y Cristina Enea- en el entorno urbano,
configurando un damero en el tejido urbano del municipio.
Y esos espacios se complementan con diversas áreas recreativas localizadas en la periferia
urbana –“Ulia”, “Lau Haizeta”, “Oriamendi” y “Mendizorrotz”-.
2.- Enfoque territorial.
El segundo de los enfoques de este recorrido por la evolución urbanística de Donostia está
centrado en el territorio, y, más en concreto, en la forma de tratar e intervenir en el mismo a lo
largo del tiempo.
Una cuestión como esa nos coloca ante la necesidad de subrayar un primer y principal extremo
como es el de la compleja orografía del término municipal, tanto en lo referente a las actuales
partes llanas de la ciudad, consideradas desde una perspectiva histórica, como a sus laderas y
montes. Eso sí, esa idea de complejidad es al mismo tiempo sinónimo de dificultad y de riqueza.
El arquitecto Luis Peña Ganchegui describe de forma precisa y gráfica dicha cuestión y las
circunstancias que la rodean en sus “Notas Históricas sobre el proceso urbano de San
Sebastián”. Así, tras indicar que hablar de esta ciudad “supone, ante todo, tener la imagen de la
vasija que la naturaleza ofreció para el asentamiento de la ciudad que hoy conocemos, hasta el
punto de que uno de sus elementos ha trascendido para constituir el símbolo de la misma: la
bahía de La Concha”, añade que “delante de la vieja ciudad aparecía libre la vasija,
singularmente dotada de bellezas naturales, pero necesitada de obras de ingeniería notables
para formar los zócalos infraestructurales que posibilitaran las arquitecturas de la ciudad. La
construcción de estos zócalos y la definición de sus fronteras con el mar, las lomas y las
montañas, constituirán episodios importantes y decisivos en la historia urbana de la ciudad”.
Por todo ello puede decirse, en términos generales, que la historia del desarrollo de esta ciudad
es la de un constante proceso de conquista y domesticación de la naturaleza por aquélla y por
la urbanización asociada a la misma, y, por lo tanto, de un también constante proceso de
debate y tensión entre naturaleza y artificio.
Las intervenciones planteadas con ese fin estuvieron centradas durante mucho tiempo en la
mayor parte de los actuales ámbitos llanos de la ciudad, configurados por, básicamente, la suma
de, por un lado, el ensanche Cortazar, y, por otro, los ensanches del anterior. Eso sí, no fueron
en modo alguno intervenciones pacíficas en cuanto a la naturaleza. En línea con lo apuntado por
Luis Peña Ganchegui, su ejecución exigió la construcción de zócalos a modo de fronteras con el
mar y también con las lomas y montañas, con la consiguiente desecación de marismas –en el
actual centro de la ciudad, en Amara, en el Antiguo, …- e incluso ganando terrenos al mar –
ensanche oriental; ensanche de la Zurriola; etc.-. Como tales zócalos pueden ser considerados,
por ejemplo, las obras de encauzamiento del río Urumea, los muros de delimitación de tierra y
mar, prácticamente a lo largo de toda la fachada marítima urbana de la ciudad, e incluso el propio
muro de San Bartolomé.
Poco a poco, la ciudad empezó a ocupar también algunas de sus laderas y montes. Al comienzo
de forma un tanto tímida. Uno de los primeros asentamientos de cierta relevancia en ese tipo de
territorio fue posiblemente el de Egia, al que antes se ha hecho referencia. Supuso en concreto el
progresivo ascenso de la urbanización iniciada en el entorno del Paseo Duque de Mandas por las
actuales calles Egia, Virgen del Carmen, Ametzagaina, etc.
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Pero fue el Plan de 1962 el que dió un salto importante en ese tipo de desarrollos. Así, tal como
ya se ha mencionado, sin perjuicio de la preexistencia de mayores o menores núcleos de
edificaciones, dicho Plan constituye el origen de muchos de los desarrollos existentes en ámbitos
como Aiete, Miraconcha, Seminario y su entorno, Pakea, Intxaurrondo, Altza, Bidebieta-La Paz,
etc.
Esos desarrollos y, en particular, los correspondientes a Altza, Bidebieta-La Paz e Intxaurrondo,
junto con aquellos otros coetáneos ejecutados en los municipios colindantes, dieron respuesta a
la demanda de vivienda derivada del incremento de población que se produjo hasta la década de
los setenta. En todo caso, ese incremento no tuvo el alcance previsto por el Plan General de
1962, y, con posterioridad, el Plan General de 1995 planteó la reconsideración de algunos de los
desarrollos propuestos en aquél.
Así, el Plan General de 1995, sin cuestionar básicamente el modelo de desarrollo territorial del
Plan anterior, aporta una delimitación más contenida del área urbana de acuerdo con unas
previsiones más ajustadas en cuanto a la población estimada, e incorpora nuevas pautas en
relación con la regeneración urbana de la ciudad consolidada. En una más bien genérica
comparación de esos dos Planes Generales, cabría destacar un importante punto de conexión
entre ambos. Así, el área urbana delimitada en uno y otro es en gran medida coincidente. Las
diferencias fundamentales afectan al destino urbanístico -residencial, industrial, etc.- de unos y
otros ámbitos, así como a la intensidad del desarrollo previsto en los mismos.
Esa comparación permite indicar que el Plan General de 1995 no es, en términos generales, un
Plan innovador en lo referente a la territorialización de los desarrollos urbanísticos proyectados.
La mayor parte de los suelos en los que inciden estos habían resultado ya afectados por
propuestas urbanísticas anteriores. Puede decirse, por lo tanto, que es, a ese respecto, un Plan
deudor del planeamiento urbanístico anterior, y en concreto del Plan General de 1962, al igual
que éste lo era de proyectos anteriores.
En otro orden, si centramos la atención en los modelos urbanos inspiradores de unos y otros
desarrollos, hemos de concluir que el modelo más conocido, reconocido y asentado en esta
ciudad es el del ensanche, con la cuadrícula propia del mismo. Sin perjuicio de singularidades
como la Parte Vieja, las partes de la ciudad construidas a partir de ese modelo son las que
realmente disponen de entornos y centros urbanos de calidad. Ese modelo es el utilizado
históricamente tanto en el ensanche Cortazar como en los posteriores ensanches del mismo.
También más recientemente en ámbitos como “Benta Berri”, “Ondarreta”, “Intxaurrondo Sur” –ya
ejecutados- y “Riberas de Loiola” –en ejecución-. El ejemplo de “Intxaurrondo Sur” es el más claro
exponente de la extensión de ese modelo más allá de las partes llanas de la ciudad, y de su
eficacia en otro tipo de territorios.
Ese modelo forma parte de la identidad de la ciudad, entendida ésta de su paisaje y su
arquitectura, o lo que es lo mismo de su patrimonio. Así, la trama de ensanche resulta
fundamental en el significado positivo de la ciudad, así como una pieza indiscutible en la imagen
que se tiene de ella.
Frente a las anteriores, las partes de la ciudad construidas conforme a modelos en mayor o
menor medida inspirados en la cultura racionalista han resultado ser más problemáticos y
dispersos, presentando, salvo excepciones, serias dificultades de estructuración y de
conformación de entornos urbanos integrados; cabría decir que ello es así en gran medida debido
a que en dichas actuaciones no se tuvo en cuenta la necesidad de actuar en una topografía como
la de esta ciudad y de intervenir en su propia adaptación preliminar en aras a propiciar un
continuo urbano adecuado.
En ese sentido, el Plan General de 1962 depositó sus esperanzas en modelos asociados a dicha
cultura racionalista, tanto en ámbitos de nuevos desarrollos, como en propuestas de modificación
de otros previamente planteados. Los desarrollos ejecutados en Bidebieta –en lo correspondiente
a, entre otras, las áreas “Bidebieta/La Paz” y “Bidebieta/Artazkone”-, Altza, Lorea, entorno del
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Casco de Loiola, etc. conforman algunos de los ejemplos de esa naturaleza. Y muchos ellos son
una mayor o menor muestra de las indicadas dificultades de conformación de entornos y centros
urbanos estructurados e integrados.
Volviendo a una idea ya comentada, la ciudad actual es, por lo tanto, resultado de un constante y
continuado debate y tensión entre naturaleza y urbanización, así como de una constante
domesticación de aquélla mediante ésta. Algunas de las partes de esta ciudad hoy día más
citadas y admiradas incluso más allá de sus fronteras, entre las que cabría mencionar el
ensanche Cortazar, son resultado de ese proceso de domesticación, por no hablar de una
importante agresión de la naturaleza que hoy día, de acuerdo con las pautas culturales, legales,
etc. en vigor, resultaría imposible.
Precisamente por ello el, en ocasiones, tantas veces mencionado y alabado equilibrio entre
naturaleza y artificio, a modo de exponente de uno de los principales valores de la ciudad en la
actualidad, tiene un transfondo histórico que denota no una actitud de mantenimiento y
conservación de la naturaleza en su estado originario sino de intervención y alteración de la
misma.
Considerado de esa manera, la propia historia de esta ciudad nos dice que, en todos aquellos
casos en los que ese intervencionismo ha dado lugar a un resultado de calidad, éste ha sido
consecuencia de un bien hacer, a modo de plasmación material de lo que pudiéramos considerar
como una correcta cultura urbana y/o de ciudad.
En todo caso, ya que hablamos de calidad de resultado, ni podemos ni debemos dejar de aludir a
dos realidades un tanto diferenciadas, consideradas en términos generales. Así, esa idea de
calidad ha de ser asociada fundamentalmente a muchos de los desarrollos urbanos ejecutados
en las partes hoy día llanas de la ciudad, con alguna que otra excepción como la relacionada con
una parte importante de la vega del Urumea, aguas arriba del área “Ciudad Jardín de Loiola”, que
a día de hoy sigue siendo una asignatura pendiente.
Por su parte, sin perjuicio de mayores o menores salvedades, la situación resultante de las
intervenciones ejecutadas en las laderas y montes de la ciudad es diversa a la anterior. De hecho
ese resultado es una muestra de la existencia de una especie de asignatura pendiente y aún no
debidamente resuelta en el proceso de construcción y evolución de esta ciudad. Son, en términos
generales, los ámbitos en los que no se ha sabido conformar entornos urbanos integrados, y en
los que la configuración de éstos sigue siendo un objetivo pendiente.
El nuevo Plan General tiene y tendrá a ese respecto un complejo y delicado cometido al que
enfrentarse. Y eso sin contar con un apoyo tan definido como el que, territorialmente hablando, el
Plan General de 1962 supuso para el Plan General de 1995. Sea para su directa ocupación con
nuevos desarrollos residenciales o de actividades económicas, sea para el traslado a los mismos
de equipamientos, instalaciones y actividades existentes en el actual área urbana, aquel Plan
deberá dirigir su atención en mayor o menor medida a nuevos suelos carentes de historia y/o de
antecedentes a ese respecto. En todo caso, es ése un cometido que deberá abordarse de
acuerdo con los criterios expuestos a lo largo de este proyecto.
3.- Enfoque relacionado con la implantación de determinado tipo de actividades e instalaciones
en la ciudad.
El tercero de los enfoques tiene como fin recordar determinados extremos de la evolución de la
ciudad en lo referente concretamente a una serie de actividades e instalaciones un tanto
singulares.
En línea con lo ya indicado, también desde este punto de vista la ciudad es objeto de un
movimiento constante, con más o menos continuadas decisiones de colocar, recolocar, trasladar,
eliminar, etc. ese tipo de actividades e instalaciones en y/o de unas u otras partes de la ciudad.
Desde este punto de vista, la historia de la ciudad nos coloca en numerosas ocasiones ante
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decisiones de implantación de determinadas actividades, instalaciones, etc. en determinadas
partes de la ciudad que, más adelante, en atención al propio proceso de desarrollo y crecimiento
de la ciudad, son cuestionadas.
Es ésta una reflexión totalmente relacionada con algunas de las nuevas propuestas contenidas
en este mismo Avance, en el que se apuntan ideas de traslado y recolocación de diversas
actividades e instalaciones. En concreto:
A.- Las actividades industriales.
Los barrios de Gros y El Antiguo son dos ejemplos de ámbitos que desde su origen contaron
con una importante presencia de industrias. El hecho de que en los inicios del desarrollo de la
ciudad ambos estuviesen situados en la periferia de la misma explica en mayor o menor
medida ese fenómeno. De hecho, la presencia de ese tipo de actividades en esos barrios era
progresivamente superior en las partes más alejadas del centro de la ciudad. Algo parecido y
por razones asimismo similares sucedía en otros barrios como Loiola, Martutene, Altza, Egia y
Añorga.
En el contexto de la elaboración del Plan General de 1962, y, en concreto, de la determinación
de los criterios de desarrollo futuro de la ciudad, el papel fundamentalmente residencial que se
asignaba a aquellos dos primeros barrios justificó importantes movimientos y cambios en los
mismos. Así, en lo referente al barrio de Gros, dicho Plan contemplaba el traslado de gran
parte de las actividades industriales existentes, con la sola excepción de las de primera y
segunda categoría, en cuanto que no molestas o compatibles con la vivienda. Por su parte, en
cuanto a El Antiguo, se señalaba que las “industrias en él establecidas se hallan emplazadas
en lugares inadecuados, por lo que deberán adoptarse las medidas que hagan posible su
traslado”. Ello conllevaba la eliminación del conjunto de las instalaciones entonces existentes
en “Benta Berri” y su traslado a otros emplazamientos más adecuados para su desarrollo.
Dicho Plan complementaba las anteriores previsiones con las de ordenación de los
correspondientes desarrollos industriales, situados a su vez en lo que entonces podía ser
considerado como periferia. Las actuales áreas “Igara” y “Torrua Zahar” son dos ejemplos de
esa naturaleza, y su delimitación tenía, entre otros, el fin de disponer de lugares para la
reubicación de aquellas actividades.
El Plan General de 1995 no es ajeno a ese tipo de objetivos.
Así, tratándose del barrio de Altza se apunta la existencia de ámbitos deteriorados derivados,
entre otros aspectos, de la coexistencia de usos incompatibles de naturaleza industrial y
residencial. Ante ello, el Plan apunta como deseable la transformación de ese tipo de
realidades, poniendo fin a situaciones de incompatibilidad detectadas. Propone cambios
precisos en ámbitos como “La Herrera” y “Buenavista”. Y si bien consolida otras realidades
industriales -“Papin”, “Jolastokieta”, etc.-, su mantenimiento no obedece a la idea de su
adecuación en el entorno sino a la evaluación de las dificultades de acometer su traslado en el
momento de elaboración y aprobación de dicho Plan, apuntándose, eso sí, la conveniencia de
aprovechar las oportunidades que en el futuro pudieran plantearse para abordarlo.
El destino preferentemente residencial de “Morlans Behera”, ocupado hasta fechas recientes
por la Fábrica de Gas, responde asimismo a un criterio general de esa misma naturaleza.
Algo similar cabe apuntar en relación con la actividad industrial del área “Añorgako Geltokia”.
También en el barrio de Egia se plantean propuestas de transformación de determinados
ámbitos del barrio proponiéndose su destino a usos más compatibles con la naturaleza
preferentemente residencial del conjunto. El área “Tabacalera” es un ejemplo de esa
naturaleza. El Plan General de 1995 consolida en origen la actividad industrial desarrollada en
la finca de ese mismo nombre, no por razones de compatibilidad con el entorno residencial
sino por las dificultades de su traslado. En todo caso, aprovechándose una oportunidad
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planteada al respecto, una reciente modificación del Plan General ha modificado el régimen
urbanístico de esa finca, vinculándola a futuro a usos de equipamiento comunitario. El resto
del área también es objeto en el citado Plan de propuestas de transformación de su un tanto
caótica realidad, incluso en lo referente a los usos ubicados en el mismo.
En lo que al barrio de Gros se refiere, se sigue apuntando como objetivo el “traslado de
aquellas industrias incompatibles con el tejido urbano residencial a localizaciones nuevas y
adecuadas que permitan una doble reconversión de las pequeñas industrias en proceso de
obsolescencia por un lado, y de los locales en que se implantan por otro, dando lugar a una
mayor oferta de suelo terciario …”.
En cuanto al barrio “Intxaurrondo”, se propone el destino a uso terciario de los escasos suelos
vinculados a actividades industriales en los casos de incompatibilidad entre éstos y la
naturaleza residencial del conjunto.
También en el barrio “Miracruz-Bidebieta” se apuntan como necesarias y/o deseables
transformaciones como las apuntadas en otros barrios. Así, en el Plan General de 1995 se
indica, desde su mismo origen, el destino a usos terciarios de la finca “Contadores”, vinculada
a usos industriales desde su construcción. Más adelante, mediante modificaciones de ese
Plan, se ha planteado la conveniencia del desarrollo residencial tanto de esa finca como de
determinadas partes de “Gomistegi”.
A futuro, también el nuevo Plan General deberá tener presente y dar respuesta a dicha
problemática, trabajando, eso sí, con la idea de generar entornos complejos y diversificados
en los que se mezclen usos de naturaleza diversa compatibles entre sí.
B.- La Plaza de Toros.
Sin considerar a este respecto el uso como tal de la, en origen, denominada Plaza Vieja, más
adelante Plaza Nueva, y hoy día Plaza de la Constitución, pero sí la actual de “Ilunbe”, la
ciudad ha contado a lo largo de su historia con seis plazas de toros diversas, ubicadas en
lugares asimismo diversos. Los cambios en su ubicación han sido, por lo tanto, importantes.
La primera de ellas fue conocida como “Plaza de Toros de San Martín”. Para hacernos una
idea de su ubicación, diremos que estaba situada entre el actual mercado de ese mismo
nombre, y las actuales Avenida de la Libertad y calle Urbieta. Se trataba de una construcción
de madera, cuya instalación fue autorizada en mayo de 1851, inaugurada a finales de verano
de ese mismo año, y eliminada el año 1867.
La segunda, también de madera, estuvo ubicada en “Egia-Atotxa”. Fue construida el año 1870
entre el edificio de la Tabacalera y el entonces existente Velódromo de “Atotxa”.
La tercera tuvo un emplazamiento muy cercano, por no decir coincidente, al anterior. Fue
construida el año 1876, promovida por D. José Arana, promotor asimismo de la “semana
grande”. Fue inaugurada en julio de ese mismo año, y derribada el año 1908.
La cuarta plaza estuvo ubicada en Martutene, y en realidad, en atención a su programa, era
una instalación más compleja que las anteriores. De hecho, tenía como objetivo servir de
alojamiento para una mayor diversidad de festejos y actividades de ocio. Su propia
denominación como “Plaza de Festejos Públicos” era una muestra de esa mayor ambición.
Precisamente por ello pudiera ser considerada como una especie de antecedente de la actual
plaza de “Ilunbe”. Fue la primera plaza cubierta de España, y fue inaugurada en mayo de
1908 con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Berlín. Fue derribada el año 1923, tras
varios años de cierre.
La quinta plaza fue la conocida como “Plaza del Chofre”. Su construcción fue iniciada el año
1902 y finalizada a mediados de 1903. Fue clausurada en setiembre de 1973 y derribada el
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año 1974. El desarrollo urbanístico del entorno ocupado por la plaza se encontraba en el
origen de ese derribo.
La sexta y última es la actual plaza de “Ilunbe”. Su construcción fue iniciada el año 1997,
inaugurada, todavía sin cubierta, el año 1998, y definitivamente acabada el año 1999.
C.-La cárcel.
También en este caso los movimientos han sido importantes.
En tiempos de la ciudad amurallada, la cárcel, la primera de todas, estaba situada en las
inmediaciones del actual museo San Telmo, en la entonces denominada calle Trinidad y hoy
día conocida como calle 31 de Agosto. En la cercanías de la misma se encontraban los
cuarteles de entonces.
A finales del año 1877 se puso en marcha el proceso que concluyó con la construcción de una
nueva cárcel en terrenos municipales situados en los arenales de El Antiguo, en mayor o
menor medida coincidentes con parte de la actual playa de Ondarreta. Su construcción fue
finalizada el año 1890, y vino a ubicarse en las inmediaciones del campo de instrucción militar.
A su vez, el año 1928 tuvo su comienzo el proceso que conduciría a la construcción de la
actual cárcel de Martutene. El proyecto de construcción de la misma data de esa fecha, si bien
su ejecución y ocupación se remonta al año 1948.
Simultáneamente a ese último año fue derribada la cárcel de Ondarreta.
D.-Los cuarteles y el campo de instrucción militar.
Tras su construcción para uso como convento en el siglo XVI, el actual museo de San Telmo
fue también utilizado como cuartel a lo largo del siglo XVIII, en un comienzo de forma parcial,
y, más adelante y como consecuencia de la desamortización de Mendizabal, en su integridad.
El año 1924 esa edificación fue vendida al Ayuntamiento junto con el monte Urgull, y en el año
1928 dejó de ser utilizada como cuartel.
Simultáneamente, también a lo largo de esos últimos años y concretamente el año 1921 fue
iniciado el proceso que concluyó con la construcción del cuartel de Loiola el año 1926.
En otro orden, si bien también en relación con el mundo militar, el primer campo de instrucción
militar de la ciudad ocupaba terrenos de los actuales Jardines de Alderdi Eder, además de
aquéllos en los que se levanta el actual edificio del Ayuntamiento.
Esos terrenos dejaron de tener dicho uso militar tras su compra por el Ayuntamiento,
autorizada mediante Real Orden de mayo de 1878.
Esa actividad pasó a ser ejercitada en la periferia de la ciudad, concretamente en Ondarreta,
en las inmediaciones en las que algo más tarde se ubicó la cárcel de la ciudad. Con dicho fin,
el Ayuntamiento entregó al Ministerio de Guerra un terreno de 33.628 m² de superficie.
Con posterioridad, dicho campo fue trasladado a Miramón, y los terrenos anteriores fueron
nuevamente adquiridos por el Ayuntamiento el año 1921.
Ese campo ya no existe en Miramón. Los terrenos que tuvieron ese destino se corresponden
en gran medida con los del área “MZ.022 Miramón II”, hoy día objeto de desarrollo residencial,
así como con otros situados en sus inmediaciones.
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E.- Las instalaciones deportivas de Atotxa y Anoeta.
Puede decirse que el origen de ese tipo de instalaciones en la ciudad se encuentra en el
“velódromo de Atotxa”, construido el año 1888, ocupando terrenos sobre los que más adelante
se levantó el campo de fútbol de ese entorno.
Complementariamente, el año 1877 fue construido en ese mismo entorno un frontón
municipal, proyectado por el arquitecto Goikoa; y más tarde, concretamente el año 1905, el
frontón “Jai Alai Moderno”, proyectado por el arquitecto Cortazar, que sufrió un incendio el año
1933 y fue reconvertido en edificio de garaje.
El año 1913 fue construido el Campo de Fútbol Municipal de Atotxa, ampliado
progresivamente mediante la instalación de nuevas tribunas. Dejó de ser utilizado como
instalación deportiva profesional el año 1993, y fue derribado en 1999.
Dicho campo fue sustituido por el actual Estadio Municipal de Anoeta, construido el año 1993,
dentro de la denominada “ciudad deportiva de Anoeta”. El origen de ésta se remonta al año
1950, y en ella fueron construyéndose progresivamente diversas instalaciones como éstas: el
“trinquete” en el año 1952; el Velódromo, construido en origen como instalación descubierta,
fue cubierto el año 1973, y objeto de importantes reformas el año 1977; el frontón Anoeta en el
año 1963; el frontón Carmelo Balda en el año 1974; etc.
Esas instalaciones deportivas de Anoeta tuvieron asimismo otro antecedente en otras
instalaciones -estadio y campo de fútbol- emplazadas en el mismo barrio de Amara, en el
entorno de la actual plaza del Sauce.
F.- El hipódromo.
Si bien contó con un muy limitado predecesor en los “Juncales”, al pie del monte Igeldo, una
instalación deportiva como ésta hace que debamos dirigir la mirada hacia Zubieta,
prácticamente desde su origen en esta ciudad.
Ese hipódromo fue construido el año 1916 por la iniciativa privada. Más tarde, el año 1925 fue
adquirido por el Ayuntamiento.
G.-Las instalaciones sanitarias.
Las actuales instalaciones sanitarias de la ciudad han sido precedidas por otras, entre las que
cabe citar:
*
Los hospitales civiles de San Lázaro -ubicado en el barrio de San Martín, situado fuera de
las murallas-, San Antonio Abad -ubicado en el barrio de Santa Catalina, también situado
fuera de las murallas-, la casa de la Misericordia -ubicado en el citado barrio de San
Martín-, el situado dentro de las murallas, concretamente en el antiguo edificio de la
Compañía de Jesús, etc.
*
La casa de la Beneficencia, construida el año 1849, y en la que se ubicaron la Misericordia
y el hospital civil. Estaba ubicada en el entorno hoy día conocido como “Zuhaizti”.
*
El Hospital de Manteo. El proceso de su construcción fue iniciado el año 1874,
finalizándose la misma el año 1886. Sustituyó al anterior hospital.
*
El antiguo convento de Uba que, tras su adquisición por el Ayuntamiento el año 1887, fue
habilitado como reformatorio.
*
El sanatorio antituberculoso Nuestra Señora de las Mercedes, construido el año 1912.
Durante la guerra civil fue utilizado como hospital militar, más tarde habilitado como “hogar
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infantil de auxilio social”, y más recientemente cedido a la organización “Traperos de
Emaús”.
Los anteriores pueden ser considerados como predecesores del actual Hospital Donostia,
algunas de cuyas instalaciones fueron construidas durante los años 1953 -hospital Amara,
que se corresponde a su vez con el antiguo hospital del tórax- y 1960 -antiguo hospital
Nuestra Señora de Aranzazu y antiguo Hospital Provincial de Gipuzkoa-.
H.- El matadero.
El incendio de la ciudad amurallada acaecido el año 1813 redujo a escombro, entre otros, el
edificio destinado a “Matadería, Carnicerías y Pescadería”, situado en el interior de la misma.
Mediante Real Orden de julio de 1841 fue autorizada su reconstrucción en las inmediaciones
de la actual calle San Juan, que finalizó el año 1843.
La edificación fue derribada el año 1899, siendo sustituida por el actual edificio de la
“Pescadería”.
El proceso anterior fue simultáneo de otro que culminó con la decisión de la construcción del
nuevo matadero de “Cemoriya”. La insalubridad de esa actividad fue la razón de su traslado a
lo que entonces no era sino periferia de la ciudad. La decisión de construcción de la misma
fue adoptada mediante resolución de febrero de 1877, si bien su ejecución se remonta a
mediados de la década siguiente.
Con posterioridad y tras diversas ampliaciones y complementaciones de la misma, dicha
instalación fue derribada al tiempo que trasladada al área “Torrua Zahar” a comienzos de la
década de 1970.
La más que resumida evolución de la ciudad expuesta hasta el momento nos lleva a subrayar
tres importantes cuestiones. La primera de ellas está asociada a la idea de la ciudad y de su
construcción como un proceso constantemente vivo y más o menos cambiante. La segunda a
la necesidad de un, también constante y continuado, proceso de reflexión en torno a la misma,
a modo de laboratorio de respuesta a los problemas del presente y de guía para la
determinación del rumbo a seguir futuro. La tercera está asociada a la conveniencia de trabajar
el urbanismo y el planeamiento desde, entre otras, dos escalas diversas debidamente
articuladas. Una de ellas se corresponde con la determinación de los objetivos, directrices y
parámetros básicos y estructurantes definidores del futuro de la ciudad, a modo de faros o
referentes del rumbo a seguir. La otra gira en torno a los proyectos y actuaciones más
específicos que deban promoverse para la materialización de los anteriores objetivos y
directrices y que, complementariamente, han de reunir las condiciones y características
necesarias para dar respuesta a los problemas detectados en cada ocasión.
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