Tema 8: La Acción Litúrgica

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ARQUIDIÓCESIS DE MANIZALES: VICARÍA DE PASTORAL COORDINADORES PARROQUIALES DE PASTORAL [email protected] TEMA 8. LA ACCIÓN LITÚRGICA Por pastoral litúrgica se entiende toda acción orientada a que los fieles participen
activa y conscientemente en las celebraciones litúrgicas, de acuerdo con su
propia condición, ministros o fieles, de modo que hallen en ellas la
fuente de su vida cristiana.
LA ACCIÓN LITÚRGICA EN LA BIBLIA
En el Antiguo Testamento, en la medida en que el pueblo de Israel
responde y es fiel a la acción profética de la Palabra de Dios, va
experimentando
la
presencia
salvadora
del
Señor,
mediante
varios
hechos
concretos como la liberación de Egipto (primera pascua), la alianza del Sinaí en la
cual se constituye pueblo de Dios, la liberación continua de enemigos, el retorno al
camino del bien mediante el arrepentimiento. A fin de que todos estos hechos de
salvación no se reduzcan a mera historia pasada, sino que continúen siendo
presencia salvadora de Dios para las nuevas generaciones, Dios mismo revela y
pide que se le siga haciendo presente mediante celebraciones de actos de culto
comunitarios, a saber:
- Actos de oración en los cuales se viva el encuentro amoroso con Dios.
- Actos de Sacrificios y ofrendas en los cuales se vive el agradecimiento a Dios.
- Actos de purificación en los cuales se viva la reconciliación con Dios, etc. (Lev. 1
al 16; Núm. 7 al 9).
En el Antiguo Testamento los actos de culto son celebraciones de hechos
salvadores
de
Dios,
guiados
por
los
sacerdotes
cuya
responsabilidad
se
encomienda a la tribu de Levi (Núm. 3). Los actos comunitarios del culto a Dios
son acción litúrgica.
En el Nuevo Testamento Jesucristo hace de toda su vida una acción permanente
de culto, de amor, de obediencia, de agradecimiento hacia su
Padre-Dios, culminando en la entrega total de sí mediante su
muerte
y
resurrección
por
la
salvación
de
todos
los
hombres. Jesucristo es al mismo tiempo sacerdote y la
ofrenda inmolada que se ofrece para la reconciliación de
los hombres con Dios y entre sí. Este acto supremo de
culto a Dios que es su Muerte y Resurrección, Jesús lo
celebra en la última cena con sus apóstoles en la cual dando gracias al Padre-Dios
ofrece su cuerpo y su sangre, es decir, toda su persona, por la salvación de
todos los hombres. Pide a sus apóstoles que sigan celebrando y viviendo este
hecho salvador y los capacita para hacerlo; “Hagan lo mismo en memoria mía” (1
Cor. 11, 23-26). A esta celebración de Muerte y Resurrección de Jesús llamamos
hoy Eucaristía o Misa. Las celebraciones de la misa y de los demás sacramentos
son Acción Litúrgica. Por la acción litúrgica el hombre, bien dispuesto, recibe el
perdón y la santificación de Dios.
A la acción litúrgica que Jesús celebró y que encomendó a la Iglesia en la persona
de los apóstoles llamamos Pastoral Litúrgica.
RELACIÓN
DE
ESTA
PASTORAL
CON
LAS OTRAS ÁREAS DE LA PASTORAL
LA
PASTORAL
PROFÉTICA
Y
Ahora bien, la Pastoral Litúrgica, por una parte debe ser precedida por la
pastoral profética que mueve a las personas a aceptar la Palabra de Dios a
convertirse. Así lo hizo Jesús con sus apóstoles: primero les dio su anuncio
profético y después celebró con ellos el misterio de su muerte y resurrección
en la última cena. Por otra parte la pastoral litúrgica de las celebraciones debe
orientarse a dar un nuevo sentido a la vida ordinaria social, de la familia, del
trabajo, etc. Por esta razón el Concilio Vaticano II dice que “La liturgia es la
cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia, y al mismo tiempo la fuente de
donde dimana toda su fuerza” (SC, 10).
CARACTERÍSTICAS DE LA PASTORAL LITÚRGICA
Teniendo en cuenta el puesto que corresponde a la pastoral litúrgica en el
conjunto de la misión de la Iglesia, se pueden advertir algunas características
propias:
a) La pastoral litúrgica no es directamente misionera, aunque ha de tener una
gran preocupación evangelizadora. A raíz de la publicación de la Exhortación
Apostólica "Evangelii Nuntiandi" del Papa Pablo VI (1975) y teniendo en cuenta la
necesidad actual de una "nueva evangelización", se ha percibido con mayor
claridad la urgencia de que la acción evangelizadora como anuncio de Jesucristo
y llamada a la conversión y la acción litúrgica se impliquen mutuamente. Por otra
parte "nunca se insistirá bastante en el hecho de que la evangelización no se
agota
con
la
predicación
y
la
enseñanza
de
una
doctrina... La
evangelización despliega toda su riqueza cuando realiza la unión más
íntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la
Palabra y los sacramentos" (EN 47).
La pastoral litúrgica ha de procurar la transformación interior del
hombre y de la vida a la luz del evangelio (cf. EN 17-18), llamando a los creyentes,
hacia los que se dirige preferentemente, a la conversión, a la fe y a la
coherencia de vida (cf. SC 9; 59). Este aspecto es tanto más necesario cuanto
más pluralista es la sociedad, pues a las celebraciones litúrgicas asisten creyentes
de muy diverso grado de fe, y no es raro que asistan también no creyentes.
b) Por otra parte, teniendo en cuenta que la celebración litúrgica desarrolla una
esencial y eficaz pedagogía del misterio cristiano, la pastoral litúrgica ha de
prestar también una gran atención a las instancias del desarrollo de la fe y, en
definitiva, de la formación integral del ser cristiano. En este sentido se podría
hablar de dimensión catequética de la pastoral litúrgica, pero sin que se produzca
una confusión entre la catequesis y la celebración. A veces se ha dicho que la
celebración es una forma de catequesis en acto, y de lugar de educación en la
fe. Esto es cierto solamente en parte, porque la liturgia es siempre expresión de
la fe de la Iglesia según el célebre adagio "lexorandi-lexcredendi".
Las relaciones entre la pastoral litúrgica y la catequesis son ciertamente muy
importantes, hasta el punto que se condicionan mutuamente. Una y otra han de
trabajar juntas especialmente en la preparación de los sacramentos, donde ha de
jugar un papel decisivo la catequesis propiamente litúrgica. Pero en modo alguno la
celebración ha de invadir los fines ni los medios de la catequesis. El gran modelo
tanto para la catequesis como para la liturgia es la Iniciación cristiana, sobre todo
como era realizada en los primeros siglos de la Iglesia.
c) El objetivo inmediato de la pastoral litúrgica es la participación de los fieles.
Por
eso
la
pastoral
litúrgica
ha
de
procurar
instruir,
educar
y
conducir
progresivamente y por todos los medios a los fieles hacia esa participación
consciente, activa y fructuosa a la que tienen derecho en virtud de su bautismo
(cf. SC 14). Ahora bien, cuando el Vaticano II habló de la participación de los fieles,
añadía siempre unos calificativos a esta participación. Decía que había de ser
plena, consciente, activa y fructuosa, interna y externa, adaptada a la condición
de los fieles, ordenada, etc.
Esto quiere decir que la participación de los fieles ha de ser real, no meramente
interior sino expresiva, pero tampoco únicamente activa por fuera, de manera
que
los
que
toman
parte
en
una
celebración
no
sean
extraños
y
mudos
espectadores sino actores que se unen a la acción sagrada juntamente con el
ministro (cf. SC 48). Se trata por tanto de guiar a toda la asamblea litúrgica
hacia la participación plena mediante la oración y el canto, la contemplación y el
gesto, la escucha silenciosa y el movimiento, más que de organizar la liturgia
misma solamente en función de la participación activa, obedeciendo a un afán de
cambiar las estructuras celebrativas a fin de hacer intervenir continuamente a
todos los participantes y lograr un determinado efecto a partir de la actividad
externa. El concepto de participación activa significa que la liturgia es, por su
propia esencia, acción comunitaria, pero no que tenga que ser esbozada de nuevo.
La participación activa reclama la interiorización de la acción litúrgica en todos
cuantos toman parte en ella.
La liturgia sólo puede tener como objeto de la celebración el misterio de Cristo y
su obra de salvación. Una comunidad que no celebra este acontecimiento, se
celebra a sí misma y profana de alguna manera la liturgia.
d) La pastoral litúrgica ha de dirigirse a todos los fieles, no solamente a un grupo
más o menos selecto, pues la participación en la liturgia tampoco es fin en sí
misma, sino un medio para hacer realidad el carácter eclesial de las acciones
litúrgicas,
carácter
que
está
necesariamente
unido
a
la
primacía
de
las
celebraciones comunitarias en igualdad de circunstancias (cf. SC 26-27). La
pastoral litúrgica es un saber hacer, un arte de conducir a los fieles hacia la
vivencia más profunda del misterio de salvación. Esto requiere conocimiento
doctrinal y experiencia vital de la liturgia.
¿CUÁNDO HACEM OS PASTORAL LITÚRGICA?
Hacemos pastoral litúrgica cuando promovemos las celebraciones de la misa, del
bautismo, del matrimonio y de los demás sacramentos.
LOS AGENTES DE LA PASTORAL LITÚRGICA
El Obispo es el liturgo por excelencia, ya que ejerce en la persona de Cristo,
sumo y eterno Sacerdote. La función de santificar es inherente a la misión del
obispo.
Los
presbíteros,
indispensables
colaboradores
de
los
obispos
en
las
tareas
pastorales, son consagrados por Dios, a través del ministerio episcopal para que
obren como ministros de Cristo en su oficio sacerdotal en la liturgia. De una
forma especial, aquellos que han sido nombrados párrocos han adquirido una serie
de obligaciones en éste ámbito.
"Esfuércese el párroco para que la Santísima Eucaristía sea el centro de la
comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fieles se alimenten con la
celebración piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la
recepción frecuente de la Santísima Eucaristía y de la penitencia,
procure moverles a la oración, también en el seno de las familias,
y a la participación consciente y activa en la sagrada liturgia, que
bajo la autoridad del obispo diocesano debe moderar el párroco
en su parroquia, con la obligación de vigilar para que no se
introduzcan abusos" (CIC 528,2).
Debe procurar el párroco, y todo sacerdote, formar al pueblo de Dios para que
supere la idea de una santidad individualista, o de una salvación aislada. La salvación
deben mostrarla no en el aislamiento sino en su forma comunitaria, teniendo como
principal acontecimiento la celebración de la Santa Eucaristía, centro de toda la
asamblea de los fieles.
No podemos pasar por alto en este renglón el lugar que tiene el laico en el
ejercicio de su sacerdocio común como miembro del pueblo de Dios (Cfr. I Pe 2,
4-5; 5-10). El laico es un importante agente de la pastoral litúrgica que actúa desde
el
ejercicio
de
su
misma
vida
cristiana,
la
cual
debe
ser
santa,
religiosa,
consagrada, caritativa, misericordiosa y apostólica.
La misión sacerdotal de los seglares, lejos de apartarlos de sus deberes en la
historia, les ayuda a introducirse más en sus campos de acción a manera de
fermentos de irradiación evangélica, de tal manera que su presencia venga a ser,
como el alma en el cuerpo, la fuerza del Espíritu de Dios, la luz y sal cristiana
mediante lo cual toda la vida humana tiene sentido y valor trascendental.
LEC TUR A
C O M P LEM ENTA R IA :
SACROSANCTUM CONCILIUM
Concilio
Vaticano
II:
CONSTITUCIÓN
sobre la sagrada liturgia.
COM PROM ISOS
1.
Las
diversas
celebraciones
de
los
sacramentos en su parroquia, ¿obedecen a
este espíritu?
2. ¿Vivimos
lo
que
celebramos?
Es
decir,
¿trasciende en la vida ordinaria de cada
uno? ¿Cómo lo nota en su vida y en la vida
de los hermanos y hermanas de su comunidad?
3. Una de las falencias que se tiene en la preparación de los diversos
sacramentos es que es demasiado doctrinal y no conducen a la celebración
y menos a la vida. ¿Cómo cree que podemos ir saliendo de esta situación?
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