Publicada la nueva Carta pastoral de los obispos de Catalunya, al inicio del Año Santo de la Misericordia Evangelizados por la liturgia, enviados a renovar el mundo con misericordia Los obispos dirigen a los fieles cristianos “una palabra de consuelo y de esperanza para subrayar algunos aspectos que ponen de manifiesto la importancia de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II, incidiendo especialmente en la finalidad educadora y catequética de la liturgia” Barcelona, diciembre de 2015. Los obispos de Cataluña, en la última reunión de la Conferencia Episcopal Tarraconense, han aprobado una Carta pastoral, titulada Evangelizados por la liturgia, enviados a renovar el mundo con misericordia. Los obispos dirigen la Carta pastoral “a los fieles de nuestras Iglesias diocesanas que peregrinan en Cataluña y a todo nuestro pueblo”. La Carta consta de una introducción, cuatro capítulos y una conclusión. En la introducción, los obispos conmemoran el centenario del primer Congreso Litúrgico celebrado en Montserrat el mes de julio del año 1915 y publican la Carta al inicio del Año Santo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco con motivo del cincuentenario de la finalización del Concilio Vaticano II. Los obispos quieren “dirigir a los fieles cristianos una palabra de consuelo y de esperanza para subrayar algunos aspectos que ponen de manifiesto la importancia de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II, incidiendo especialmente en la finalidad educadora y catequética de la liturgia”. En el primer capítulo, la Carta hace un balance positivo de la reforma litúrgica, a la luz de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia y de la centralidad de la Palabra de Dios, vivida e interpretada en la fe de la Iglesia. Las dificultades que han acompañado la aplicación de la reforma, por exceso o por defecto, “no pueden oscurecer su bondad y validez”, porque “contiene riquezas que hay que ir profundizando, como una mayor atención al “arte de celebrar”, a la formación bíblica y litúrgica, al sentido profundo de “la participación plena, consciente y activa” que debe llevar verdaderamente a la vivencia del misterio en la propia vida cristiana de los fieles, convirtiéndose en luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mt 5,13-16)”. Los obispos afirman que “si sabemos leer y acoger la reforma conciliar, y a la vez llevarla a la práctica con paciencia y decisión, podrá y llegará a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia”. En el segundo capítulo, la Carta trata de la relación entre la liturgia y la vida, la liturgia y la evangelización. “Hay un lazo estrecho –dicen los obispos- entre liturgia y vida cristiana, una vida que implica misión en el mundo, anuncio de la alegría de ser cristiano, de dar culto al Dios verdadero y de amarlo con todo el corazón y todas las fuerzas”. Y citan al Papa Francisco cuando dice, en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, “no podemos quedarnos tranquilos, en espera pasiva, en nuestros templos”, ya que la Iglesia “vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva”. En el tercer capítulo, la Carta nos expone cómo el sacramento del amor, que es la Eucaristía, nos empuja a amar y a obrar con misericordia. “Cada vez que participamos de la Eucaristía de una manera consciente, nuestra alma se abre a aquel amor que contiene y hace presente todo lo que Dios ha obrado por nosotros, y entonces puede nacer en nosotros mismos una viva respuesta de amor”. “Por lo tanto, si la participación en la Eucaristía y nuestro culto eucarístico son auténticos, deberían hacer crecer en nosotros la conciencia de la dignidad de la persona humana y nos deberían urgir a trabajar por esta dignidad de forma bien concreta”. Y los obispos mencionan también “las instituciones eclesiales de ayuda y de solidaridad, en particular Cáritas en sus diversos ámbitos, (las cuales) desarrollan el precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más pobres”. Y refiriéndose a la convocatoria, por parte del Papa Francisco, de un Año jubilar de la Misericordia, los obispos afirman que “la Iglesia ha de ser para todos un ámbito de perdón y también el espacio de la celebración sacramental del perdón y la reconciliación”. En el cuarto y último capítulo, los obispos, “teniendo presente el camino de pastoral litúrgica ya realizado y las aportaciones de los diversos Congresos litúrgicos de Montserrat”, quieren hacer partícipes a los fieles de algunos retos que se han de tener presentes en la pastoral litúrgica de las Iglesias diocesanas con sede en Cataluña. Entre estos retos destaca el de “favorecer la participación activa de los fieles y la vivencia de la liturgia como base de la espiritualidad del cristiano”. Y “es necesario intensificar una buena formación litúrgica de los fieles, especialmente de los más jóvenes, para quienes la liturgia debe ser también la fuente y el culmen de su vida cristiana”. Asimismo, “conviene que la Palabra de Dios transmitida en las Sagradas Escrituras tenga una presencia muy grande y valorada en la vida de nuestras Iglesias y que cada cristiano conozca los Evangelios y toda la Biblia y los haga objeto de su estudio, profundización y oración contemplativa”. Otros retos son mejorar las homilías, renovar el cultivo y la difusión de la música litúrgica, promover el arte sagrado, favorecer el proceso de iniciación en la vida cristiana a los que no conocen a Jesucristo, motivar a los cristianos para que participen activamente en la misa dominical y, si es posible, en familia, mejorar la comprensión de la penitencia cristiana y del sacramento de la reconciliación y del perdón, y mejorar también la celebración de las exequias cristianas, y alentar y fortalecer la piedad popular. En la conclusión de la Carta, los obispos afirman que “el reto que tenemos ante nosotros es el de proseguir la renovación de la Iglesia, de acuerdo con la doctrina del Vaticano II, en el espíritu de una Tradición siempre viva”. Y piden al “Espíritu Santo, por intercesión de la Santísima Virgen de Montserrat, que renueve en nuestra vida la sorpresa eucarística por el resplandor y la belleza que brillan en el rito litúrgico, signo eficaz de la belleza infinita propia del misterio santo de Dios”. La Carta pastoral Evangelizados por la liturgia, enviados a renovar el mundo con misericordia se publica por editorial Claret en la colección Documentos del Magisterio y en la web de la Conferencia Episcopal Tarraconense: www.tarraconense.cat.