VOCES: Tareas insalubres. Jornada laboral limitada

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VOCES:
Tareas insalubres. Jornada
administrativa previa.
laboral
limitada.
Innecesariedad
de
declaración
Despido represalia. Carga de la prueba. Indemnización por daño moral. Procedencia.
Cuantía.
SUMARIO:
Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Río Negro, in re: “GONZALO, MIGUÉL ÁNGEL
C/ LLAO LLAO RESORTS S.A. S/ SUMARIO M 578/08 S/ INAPLICABILIDAD DE LEY (Expte
Nº 25.818/12-STJ)”, Fallo del 09/11/2015.… 1.4. Acerca de la índole insalubre de las tareas, impugna -fs. 287 vlta./289vlta.- que se
desestimara su existencia, con el sólo pretexto de la falta de previa declaración por la autoridad
de aplicación prevista en el art. 200 LCT. Aporta en su favor jurisprudencia del Máximo Tribunal
sobre insalubridad, en pos del respeto al deber jurisdiccional de valorar la verdad jurídica;
aduna también versiones testimoniales que dieran cuenta de la concreta falta de elementos de
seguridad e higiene, como máscaras de protección respiratoria y filtros de aire eficientes.
Acusa, por último, incongruencia del fallo con la versión defensiva de la misma demandada.
1.5. En torno de la ruptura dispuesta sin expresión de causa por la empleadora, sostiene que
se trató en definitiva, más allá de ciertas conjeturas infundadas del voto mayoritario, de una
auténtica represalia, arbitrada a poco de haber solicitado al ente administrativo competente,
una inspección sanitaria de su lugar de trabajo. Reivindica así su pretensión de ser
indemnizado específicamente por daño moral.
2. La sentencia recurrida:
2.1. Tras efectuar una reseña -fs. 270/272- de la traba litigiosa, el votante en primer término -al
que adhirió el segundo- declaró que las principales pretensiones económicas del reclamo se
hallaban ligadas a la determinación de la categoría laboral de Gonzalo y a la extensión de su
jornada, según se tratara de tareas insalubres o no; y procedió a continuación al análisis
respectivo -fs. 272/273-.
2.3. Estimó además, respecto de la reducción de la jornada laboral, por tareas o condiciones de
insalubridad, que el art. 200 LCT resultaba claro al establecer como requisito la previa
declaración de insalubridad por la autoridad de aplicación, con fundamento en dictámenes
médicos de rigor científico, sin perjuicio de requerirse intimación anterior al empleador, para la
adecuación de las condiciones de higiene del ambiente laboral.
Dijo además, teniendo en cuenta la inspección ocular llevada a cabo por el Tribunal en la
planta depuradora, que cabía distinguir entre tareas insalubres e incómodas, penosas o
desagradables, añadiendo que probablemente el tránsito -no permanente- por determinados
sectores de la planta, donde el olor no pudo ser definitivamente eliminado, no resultaba
suficiente para tener por insalubres las tareas. Menos aun -tal como expresara- con aptitud
para provocar los problemas circulatorios en las extremidades inferiores del actor, quien las
atribuyera a extensas jornadas de pie en dicho ambiente.
2.4. En cuanto al despido-represalia invocado por el actor, estimó el sentenciante -fs. 273/274que si bien pudo deberse a la inspección solicitada por Gonzalo a la delegación de trabajo, sin
duda también debió ser sopesado por la empleadora al disponerlo que aquél tomara decisiones
incorrectas e inconsultas sobre el funcionamiento de la planta, sumado a que su estado de
salud al final de la relación le impidiera realizar trabajo nocturno, alterando así de alguna
manera los turnos rotativos del sector.
2.5. Como corolario, propuso entonces el rechazo de la demanda en todas sus partes, con
costas al vencido.
3. Análisis y solución del caso:
3.1. Del análisis efectuado en autos respecto de los agravios en confronte con las
consideraciones de la sentencia, adelanto que propiciaré el progreso de las pretensiones del
recurso.
…3.3. En cuanto a la calificación de insalubridad de las tareas, tal como ya lo he referenciado,
el a quo de modo apriorístico sostuvo que ellas requerían de la declaración previa de autoridad
competente prevista en el art. 200 LCT. Así su existencia fue desestimada, sosteniendo que la
planta depuradora era modelo y que la persistencia de ciertos olores, que no pudieron
removerse, no causó la afección de várices del actor Y ya en este enfoque no puedo sino
advertir una falta de congruencia con el objeto fáctico implicado en la pretensión, ajeno a
reclamos por contingencias de salud.
En efecto, no reclamó el actor por afección física, sino por tarea insalubre en orden a la jornada
laboral correspondiente, de seis horas límite. Y se trataba de una cuestión concreta a verificar,
en atención no sólo a lo alegado por las partes (v. fs. 260 vlta./263 y 265 y ss.) sino también en
virtud del principio de primacía de la realidad que rige en materia laboral (cfr. arts. 23, 14, 13,
entre otros, LCT), ello obviamente por encima del precepto formal del art. 200 de la LCT.
Tal como ya lo entendiera el Máximo Tribunal de la Nación en su precedente "APPELHANS",
sentando en materia análoga de trabajo insalubre, al orientar toda decisión judicial en virtud de
la verdad jurídica objetivamente comprobada. Expresando claramente que la preeminencia que
acuerda el fallo apelado al aspecto formal de la cuestión en debate, desatendiendo la verdad
jurídica objetivamente comprobada, vulnera la exigencia del adecuado servicio de justicia que
es presupuesto de la garantía contenida en el artículo 18 de la Constitución Nacional.
Criterio que la CSJN ciertamente retomó con posterioridad -con fecha 24/11/83- en la causa
"Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor" (Fallos: 305:2040) al criticar la
decisión anterior, expresando -considerandos 5° y 6°- que "admitido por el juzgador que sus
facultades revisoras de lo decidido en el campo administrativo encomendadas por el art. 200
cit., operan exclusivamente cuando se trata de una , bien pronto se repara en que, con base en
esa distinción, termínase reduciendo la actividad jurisdiccional de marras, sin ninguna otra
razón que no sea una exégesis ad literam "; de suerte que "no procede sino conferir a la norma
en análisis (art. 200 cit.) un contenido necesariamente amplio y, por ende, abarcador del
supuesto analizado, o sea: aquel en que el acto administrativo desconoce la existencia de
condiciones de trabajo insalubres".
En esta inteligencia -se advirtió- "debe dejarse sin efecto el fallo que decidió que el art. 200, 4°
párr. del régimen de contrato de trabajo (t.o. -ADLA, XXXVI-B, 1175-) limita el recurso que
consagra a toda declaración de insalubridad o la que deniegue dejarla sin efecto de manera
que no están comprendidas aquellas otras que no hacen lugar al pedido de declaración de
insalubridad, criterio que reduce la actividad jurisdiccional, sin ninguna otra razón que no sea
una exégesis literal, a los únicos casos en los que están afectados valores de sólo una de las
partes de la relación de trabajo, el empleador, y en los que estarían en juego derechos de
directo contenido patrimonial, los cuales, por mayor que sea la garantía que deban recibir, no
pueden igualarse con los relacionados con la salud del hombre trabajador, dada su superior
naturaleza, de cuya excelencia deriva que su protección requiera un ejercicio ponderado de la
virtud cardinal de la justicia" (cf. Mario S. Fera, CSJN, Máximos Precedentes, Derecho Laboral,
Tomo I, LA LEY, Bs. As., 2013; pág. 579).
Se trata de un criterio jurisprudencial ratificado más recientemente -con fecha 15/12/09- por la
misma CSJN, en autos "ROSSANO c/ ANSeS", aun cuando existía en este caso un informe
verificador administrativo en contra de la declaración de insalubridad. Un criterio, además, en
cierto sentido recogido en su momento por este Cuerpo, al admitir (cf. STJRNSL, "GIANINI",
Se. 34/97) que el procedimiento declarativo del art. 200 de la LCT no importa desconocer
judicialmente la eventual existencia de emprendimientos que desarrollen tareas que de hecho
pudieran parecer insalubres.
Por consiguiente, el reconocimiento judicial de un ambiente laboral insalubre, como realidad
concretamente comprobada en un proceso determinado, es tarea judicial que no encuentra
óbice ni se halla supeditada a la existencia de la previa declaración por parte de un ente
administrativo. Tengo en cuenta, además, que el dispositivo legal en cuestión no establece a
partir de qué circunstancia pueda motorizarse dicha declaración, más allá de una eventual
constatación oficiosa de la autoridad de aplicación; dejando así librada la suerte del trabajador
a la buena disposición o diligencia de dicha autoridad administrativa, con posible menoscabo
de las condiciones dignas de labor amparadas constitucionalmente (cf. art. 14 bis, CN; 40, incs.
1°, 4° y 7°, CPRN).
… Conforme surge del correcto análisis de los elementos fáctico-jurídicos del caso, se extrae
que la jornada concreta del actor era insalubre y así debió ser computada; de suerte que
propiciaré habilitar también los créditos correspondientes a las diferencias de haberes y
resarcitorias en razón de esta categorización horaria, no respetada por la principal respecto del
actor.
3.4. Acerca del cese dispuesto sin expresión de causa por la demandada, advierto que aun
cuando dijo al contestar el reclamo que la desvinculación se debió a la organización del sector
depurador, en definitiva no lo probó, con menoscabo de su defensa frente al despido represalia
invocado. Y observo además que no correspondía admitir conjeturas atenuantes de la
gravedad de tal despido (puede cotejarse en este aspecto la versión de fs. 274 y la refutación
de fs. 276/277) toda vez que ello no resultaba respaldado por las constancias de autos,
afectaba la congruencia con la traba litigiosa y contrariaba la expresa previsión del art. 243 de
la LCT.
En efecto, nada dijo la demandada sobre un despido motivado en un deficiente desempeño de
Gonzalo respecto de la metodología de trabajo de la nueva planta, ni sobre un estado de salud
precario que le impidiera realizar trabajo nocturno rotativo. Y suponer estas motivaciones es
transgredir el principio de congruencia con la versión de la traba de la litis y vulnerar la defensa
en juicio del actor.
Por tanto, si la empleadora nada dijo al despedir y lo aducido luego al contestar la demanda no
resultó demostrado, en un contexto de reclamo del actor por insalubridad ambiental que motivó
la intervención del órgano competente en sede de la demandada, no se advierte otra
explicación plausible de que el despido dispuesto tan sólo a pocos días de ese evento y sin
expresión alguna de causa se trató en realidad de un despido represalia (cf. art. 9 y acordes de
la LCT) con la antijuridicidad extraordinaria que el mismo conlleva en el Derecho del Trabajo.
Entiendo entonces que el resarcimiento por daño moral resulta de plausible recepción en el
caso, dado que la ruptura -reitero- sobrevino a poco de realizada a instancia de Gonzalo la
inspección de la planta depuradora por la delegación zonal de la Secretaría de Trabajo y pese
a que no carecía de idoneidad técnica para su tarea ni presentaba antecedentes disciplinarios
en su contra (v. fs. 41/44, 103, 137, 181/182 y 275).
El daño derivado del despido represalia configura un ilícito extracontractual cuyas
consecuencias producen una agresión de índole moral que no se encuentra contemplada en
los límites de la tarifa legal (cf. C.S.J.N., 17-12-96, S.c.P.F.A. , en D.T.1997, pág. 1779; ver
también Dictamen del Procurador General del Trabajo y voto en disidencia de De la Fuente en
C.N.A.T., Sala I, 9-6-95, L.M.A.c.S.A.S. , en TySS 1995, pág. 891) y que debe por tanto
repararse al margen de la misma (cfr. "VILLEGAS", STJRNS3, Se 110/10; expte. 24.294/10).
A fin de perfeccionar ahora la jurisdicción positiva asumida prefiero optar a continuación por
propiciar al Acuerdo una cuantía concreta.
En este sentido, no desconozco la seria dificultad que implica "cuantificar" un daño "moral",
pero entiendo que por seria que se presente, no debe obstar la justicia distributiva ni dejar
impune un ilícito sin compensación alguna a la víctima. De aquí también el carácter
representativo o hasta simbólico, a veces, del resarcimiento de una lesión moral, tal vez por
resultar la más abstracta de las lesiones, pero no por eso menos real y dolorosa.
Por ello … Propicio por ende cuantificar el daño moral sufrido por el actor en el veinte por
ciento (20%) del valor de las indemnizaciones por despido y preaviso omitido que le
correspondan según la liquidación a efectuarse en la instancia de origen.
En consecuencia, habrán de admitirse las diferencias salariales y resarcitorias a que hubiere
lugar conforme a derecho, según liquidación a efectuarse en la instancia de origen, de acuerdo
con la categoría siete del art. 91 del CCT 362/03, de "encargado técnico de servicios varios";
conforme a un régimen de jornadas insalubres -de seis horas- y, asimismo, por resarcimiento
por daño moral en razón del despido represalia dispuesto por la demandada, cuantificándolo en
el 20% del valor de las indemnizaciones por despido y preaviso omitido que le correspondan
FALLO. TEXTO COMPLETO:
///MA, 9 de noviembre de 2015.
Reunidos en Acuerdo los señores Jueces del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de
Río Negro, doctores Liliana L. PICCININI, Sergio M. BAROTTO, Ricardo A. APCARIÁN,
Adriana C. ZARATIEGUI y Enrique J. MANSILLA, con la presencia de la señora Secretaria,
doctora Stella Maris GOMEZ DIONISIO, para pronunciar sentencia en los autos caratulados:
GONZALO, MIGUÉL ÁNGEL C/ LLAO LLAO RESORTS S.A. S/ SUMARIO M 578/08 S/
INAPLICABILIDAD DE LEY (Expte Nº 25.818/12-STJ), elevados por la Cámara del Trabajo de
la IIIa. Circunscripción Judicial, con asiento de funciones en la ciudad de San Carlos de
Bariloche, con el fin de resolver el recurso de inaplicabilidad de ley interpuesto a fs. 285/291vta.
por el actor, deliberaron sobre la temática del fallo a dictar, de lo que da fe la Actuaria. Se
transcriben a continuación los votos emitidos, conforme al orden de sorteo previamente
practicado, respecto de las siguientes:
CUESTIONES
1ra.- ¿Es fundado el recurso?
2da.- ¿Qué pronunciamiento corresponde?
VOTACIÓN
A la primera cuestión, la señora Jueza, doctora Liliana L. PICCININI, dijo:
1. Alcance del recurso:
1.1. Llegan las presentes actuaciones a mi voto a raíz del recurso de inaplicabilidad de ley
interpuesto por el actor, Miguel Ángel Gonzalo, a fs. 285/291vta.; desestimado por el tribunal de
grado a fs. 298/300 y declarado formalmente admisible por este Cuerpo al hacer lugar a su
queja (fs. 308/309).
1.2. En sustento de su pretensión recursiva, el actor plantea sus agravios inculpando al a quo
de transgredir -según versión del voto en mayoría- los principios de razonabilidad y de
congruencia, con desatención de las exigencias del art. 200 de la Constitución de la Provincia
de Río Negro y de los arts. 34, inc.4 y 163, incs. 5 y 6 del CPCCm.
Expresa en tal sentido que por absurdo formal se incurrió en desvío lógico normativo y por
absurdo material no se cumplió con la debida motivación del fallo, con prescindencia de las
normas aplicables y en franca violación de su garantía constitucional de defensa en juicio; en
razón de la parcialidad asumida a favor de la demandada.
1.3. En lo atinente a la categoría laboral pretendida (jefe técnico), a fs. 286 vlta./ 287vlta. critica
que se desatendió su desempeño calificado, respaldado por los testimonios producidos en
autos, que entiende tergiversados por el a quo no obstante el correlato que guardaban con sus
manuscritos con órdenes operativas dirigidas a otros trabajadores del proceso sanitario de
aguas servidas del hotel -también soslayados arbitrariamente en dicho voto- y refuta a
continuación la valoración de las testimoniales estimando que ha sido parcial, en su perjuicio.
1.4. Acerca de la índole insalubre de las tareas, impugna -fs. 287 vlta./289vlta.- que se
desestimara su existencia, con el sólo pretexto de la falta de previa declaración por la autoridad
de aplicación prevista en el art. 200 LCT. Aporta en su favor jurisprudencia del Máximo Tribunal
sobre insalubridad, en pos del respeto al deber jurisdiccional de valorar la verdad jurídica;
aduna también versiones testimoniales que dieran cuenta de la concreta falta de elementos de
seguridad e higiene, como máscaras de protección respiratoria y filtros de aire eficientes.
Acusa, por último, incongruencia del fallo con la versión defensiva de la misma demandada.
1.5. En torno de la ruptura dispuesta sin expresión de causa por la empleadora, sostiene que
se trató en definitiva, más allá de ciertas conjeturas infundadas del voto mayoritario, de una
auténtica represalia, arbitrada a poco de haber solicitado al ente administrativo competente,
una inspección sanitaria de su lugar de trabajo. Reivindica así su pretensión de ser
indemnizado específicamente por daño moral.
1.6. En razón de lo expuesto, es decir, de la insuficiencia jurídica del fallo por arbitrariedad,
violación normativa y contradicción con su propia jurisprudencia en materia de despidorepresalia, peticiona que se haga lugar al recurso, se revoque el fallo y se habilite su demanda
conforme fue incoada.
2. La sentencia recurrida:
2.1. Tras efectuar una reseña -fs. 270/272- de la traba litigiosa, el votante en primer término -al
que adhirió el segundo- declaró que las principales pretensiones económicas del reclamo se
hallaban ligadas a la determinación de la categoría laboral de Gonzalo y a la extensión de su
jornada, según se tratara de tareas insalubres o no; y procedió a continuación al análisis
respectivo -fs. 272/273-.
2.2. Consideró que al invocar el actor categoría de "técnico de planta" y la aplicación del C.C.T.
362/03, su pretensión se refería a la de "encargado técnico de servicios varios" de dicho
convenio, que implicaba "tareas que correspondan a su oficio, pudiendo cubrir más de una
especialidad de acuerdo a las necesidades de cada establecimiento".
No obstante, con independencia de la denominación de las tareas realizadas por Gonzalo, ante
la falta de poder de decisión autónoma y de jefatura en relación con otros dependientes de
jerarquía inferior, el a quo concluyó que se encontraba correctamente encuadrado por la
principal, como oficial de servicios varios -v. fs. 272/273 y 271-.
2.3. Estimó además, respecto de la reducción de la jornada laboral, por tareas o condiciones de
insalubridad, que el art. 200 LCT resultaba claro al establecer como requisito la previa
declaración de insalubridad por la autoridad de aplicación, con fundamento en dictámenes
médicos de rigor científico, sin perjuicio de requerirse intimación anterior al empleador, para la
adecuación de las condiciones de higiene del ambiente laboral.
Dijo además, teniendo en cuenta la inspección ocular llevada a cabo por el Tribunal en la
planta depuradora, que cabía distinguir entre tareas insalubres e incómodas, penosas o
desagradables, añadiendo que probablemente el tránsito -no permanente- por determinados
sectores de la planta, donde el olor no pudo ser definitivamente eliminado, no resultaba
suficiente para tener por insalubres las tareas. Menos aun -tal como expresara- con aptitud
para provocar los problemas circulatorios en las extremidades inferiores del actor, quien las
atribuyera a extensas jornadas de pie en dicho ambiente.
2.4. En cuanto al despido-represalia invocado por el actor, estimó el sentenciante -fs. 273/274que si bien pudo deberse a la inspección solicitada por Gonzalo a la delegación de trabajo, sin
duda también debió ser sopesado por la empleadora al disponerlo que aquél tomara decisiones
incorrectas e inconsultas sobre el funcionamiento de la planta, sumado a que su estado de
salud al final de la relación le impidiera realizar trabajo nocturno, alterando así de alguna
manera los turnos rotativos del sector.
2.5. Como corolario, propuso entonces el rechazo de la demanda en todas sus partes, con
costas al vencido.
3. Análisis y solución del caso:
3.1. Del análisis efectuado en autos respecto de los agravios en confronte con las
consideraciones de la sentencia, adelanto que propiciaré el progreso de las pretensiones del
recurso.
3.2. En efecto, en atención a la categoría laboral pretendida observo que no puede
desatenderse la mayor capacitación concreta y funcional que tenía el actor respecto de la
categoría reconocida y registrada por la principal. La que no podía ser soslayada sin más por la
circunstancia de no tener el actor subordinados directos, no sólo porque los tres operarios
trabajaban en turnos rotativos, sino también porque se trataba de un proceso automatizado (cf.
fs. 273) que requería de cierta especialidad técnica indispensable para ser controlado y
dirigido, tanto más teniendo en cuenta que ni el Gerente de infraestructuras -Ingeniero Isla- ni
el Jefe de mantenimiento -Zlab- permanecían en la planta depuradora para aquellos cometidos,
que excedían claramente los límites de calificación funcional del mero "oficial de oficios varios"
registrado por la demandada (v. recibos de haberes glosados en autos, a fs. 16 y 17/19).
Ello no ha sido adecuadamente ponderado, ni en lo fáctico ni en lo jurídico, toda vez que la
categoría siete del art. 91 del CCT 362/03, de "encargado técnico de servicios varios", no prevé
-como supuso el a quo- personal subordinado alguno, ya que dicha categoría se divide así sólo
a efectos de determinar el salario básico convencional (cf. art. 91, citado).
Además, no fueron ponderados los manuscritos con directivas técnicas puntuales, invocados
por el actor y aportados por la misma demandada, los cuales daban pormenorizada cuenta de
las tareas técnicas específicas llevadas a cabo por el actor turnante en la planta depuradora.
Respecto de los extremos que surgían de dichas piezas probatorias, nada expresó el juzgador
(v. fs. 116, 116 vlta., 117, 117 vlta., 118 vlta., 119/119 vlta., 120 vlta., 121vlta., 122, 122 vlta.,
124 vlta., 125 vlta., 126 y 126 vlta., 127, 127 vlta./128, 129, 129 vlta/130, 130, 130 vlta., 131
vlta. y 136).
Finalmente, en el voto mayoritario no se valoraron los certificados acompañados por el actor,
que dieran cuenta de su calidad de perito constructor (fs.20/vlta.), de su capacitación técnica
como profesional en electrónica (fs. 21/vlta.), post grado de estructuras antisísmicas (fs. 22),
técnico mecánico (fs. 23/24vlta.) y su certificado de técnico de planta, expedido a la sazón por
la misma empleadora (fs. 25/27).
De lo hasta aquí analizado se colige que -efectivamente- el fallo adolece de rigor técnico
jurídico al asentar afirmaciones relativas a recaudos no establecidos por la CCT /// ///-3- 362/03
(art. 91). Como también deviene palmario que no se ha valorado la prueba a la luz de la sana
crítica racional.
3.3. En cuanto a la calificación de insalubridad de las tareas, tal como ya lo he referenciado, el
a quo de modo apriorístico sostuvo que ellas requerían de la declaración previa de autoridad
competente prevista en el art. 200 LCT. Así su existencia fue desestimada, sosteniendo que la
planta depuradora era modelo y que la persistencia de ciertos olores, que no pudieron
removerse, no causó la afección de várices del actor Y ya en este enfoque no puedo sino
advertir una falta de congruencia con el objeto fáctico implicado en la pretensión, ajeno a
reclamos por contingencias de salud.
En efecto, no reclamó el actor por afección física, sino por tarea insalubre en orden a la jornada
laboral correspondiente, de seis horas límite. Y se trataba de una cuestión concreta a verificar,
en atención no sólo a lo alegado por las partes (v. fs. 260 vlta./263 y 265 y ss.) sino también en
virtud del principio de primacía de la realidad que rige en materia laboral (cfr. arts. 23, 14, 13,
entre otros, LCT), ello obviamente por encima del precepto formal del art. 200 de la LCT.
Tal como ya lo entendiera el Máximo Tribunal de la Nación en su precedente "APPELHANS",
sentando en materia análoga de trabajo insalubre, al orientar toda decisión judicial en virtud de
la verdad jurídica objetivamente comprobada. Expresando claramente que la preeminencia
que acuerda el fallo apelado al aspecto formal de la cuestión en debate, desatendiendo la
verdad jurídica objetivamente comprobada, vulnera la exigencia del adecuado servicio
de justicia que es presupuesto de la garantía contenida en el artículo 18 de la
Constitución Nacional.
Criterio que la CSJN ciertamente retomó con posterioridad -con fecha 24/11/83- en la causa
"Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor" (Fallos: 305:2040) al criticar la
decisión anterior, expresando -considerandos 5° y 6°- que "admitido por el juzgador que sus
facultades revisoras de lo decidido en el campo administrativo encomendadas por el art. 200
cit., operan exclusivamente cuando se trata de una , bien pronto se repara en que, con base en
esa distinción, termínase reduciendo la actividad jurisdiccional de marras, sin ninguna otra
razón que no sea una exégesis ad literam "; de suerte que "no procede sino conferir a la norma
en análisis (art. 200 cit.) un contenido necesariamente amplio y, por ende, abarcador del
supuesto analizado, o sea: aquel en que el acto administrativo desconoce la existencia de
condiciones de trabajo insalubres".
En esta inteligencia -se advirtió- "debe dejarse sin efecto el fallo que decidió que el art. 200, 4°
párr. del régimen de contrato de trabajo (t.o. -ADLA, XXXVI-B, 1175-) limita el recurso que
consagra a toda declaración de insalubridad o la que deniegue dejarla sin efecto de manera
que no están comprendidas aquellas otras que no hacen lugar al pedido de declaración de
insalubridad, criterio que reduce la actividad jurisdiccional, sin ninguna otra razón que no sea
una exégesis literal, a los únicos casos en los que están afectados valores de sólo una de las
partes de la relación de trabajo, el empleador, y en los que estarían en juego derechos de
directo contenido patrimonial, los cuales, por mayor que sea la garantía que deban recibir, no
pueden igualarse con los relacionados con la salud del hombre trabajador, dada su superior
naturaleza, de cuya excelencia deriva que su protección requiera un ejercicio ponderado de la
virtud cardinal de la justicia" (cf. Mario S. Fera, CSJN, Máximos Precedentes, Derecho Laboral,
Tomo I, LA LEY, Bs. As., 2013; pág. 579).
Y al fundamentar su decisión la Corte Suprema quiso dejar en claro que "es regla hermenéutica
de las leyes atender a la armonía que ellas deben guardar con el orden jurídico restante y con
las garantías de la Constitución, y que en casos no expresamente contemplados ha de
preferirse la inteligencia que favorece y no la que dificulte aquella armonía y los fines
perseguidos legislativamente. Por ello, no es siempre método recomendable el atenerse
estrictamente a las palabras de la ley, ya que el espíritu que las nutre es lo que debe rastrearse
en procura de una aplicación racional, que avente el riesgo de un formalismo paralizante;
debiéndose buscar en todo tiempo una valiosa interpretación de lo que las normas,
jurídicamente, han querido mandar, de suerte que la admisión de soluciones notoriamente
disvaliosas, pudiéndose arbitrar otras de mérito opuesto, no resulta compatible con el fin común
de la tarea legislativa como de la judicial" (Fallo cit.).
Se trata de un criterio jurisprudencial ratificado más recientemente -con fecha 15/12/09- por la
misma CSJN, en autos "ROSSANO c/ ANSeS", aun cuando existía en este caso un informe
verificador administrativo en contra de la declaración de insalubridad. Un criterio, además, en
cierto sentido recogido en su momento por este Cuerpo, al admitir (cf. STJRNSL, "GIANINI",
Se. 34/97) que el procedimiento declarativo del art. 200 de la LCT no importa desconocer
judicialmente la eventual existencia de emprendimientos que desarrollen tareas que de hecho
pudieran parecer insalubres.
Por consiguiente, el reconocimiento judicial de un ambiente laboral insalubre, como realidad
concretamente comprobada en un proceso determinado, es tarea judicial que no encuentra
óbice ni se halla supeditada a la existencia de la previa declaración por parte de un ente
administrativo. Tengo en cuenta, además, que el dispositivo legal en cuestión no establece a
partir de qué circunstancia pueda motorizarse dicha declaración, más allá de una eventual
constatación oficiosa de la autoridad de aplicación; dejando así librada la suerte del trabajador
a la buena disposición o diligencia de dicha autoridad administrativa, con posible menoscabo
de las condiciones dignas de labor amparadas constitucionalmente (cf. art. 14 bis, CN; 40, incs.
1°, 4° y 7°, CPRN).
Conforme advierto se imponía en el caso un examen adecuado y razonable de las constancias
obrantes en autos. No bastaba con vincular la cuestión de insalubridad sólo con … (v. gr., al
momento de la inspección directa del tribunal de grado; v. fs. 262 vlta., 265vlta. y 273, ante
último párrafo); como tampoco resultaba adecuado en el caso, asociar la emanación de dicho
olor a la dolencia (várices) que no integraba la causa petendi. Esto último en claro desvío de la
congruencia.
A ello se suma, nuevamente en este aspecto, la ausencia de debida valoración de extremos
probados. Así, la falta de máscara de protección respiratoria y la idoneidad o no de los filtros de
gases de la planta depuradora subterránea, cuyo alto costo de mantenimiento pudo haber
incidido en un insuficiente recambio, según señalara el actor y no fuera refutado
probatoriamente por la accionada, en virtud de la carga dinámica de las pruebas (cfr. fs.
104/108; 265 vlta. y 262).
Circunstancias aquéllas a ponderar en relación con la implicancia de los informes glosados en
autos sobre las medidas de precaución laboral indispensables en la planta respecto de ciertas
sustancias químicas nocivas usadas en el proceso depurador para tratar los densos
concentrados de aguas cloacales, de por sí obviamente perjudiciales para la salud (v. fs. 30,
35, 39, 40 y 107/108; asimismo, v. fs. 8, 9).
Conforme surge del correcto análisis de los elementos fáctico-jurídicos del caso, se
extrae que la jornada concreta del actor era insalubre y así debió ser computada; de
suerte que propiciaré habilitar también los créditos correspondientes a las diferencias de
haberes y resarcitorias en razón de esta categorización horaria, no respetada por la
principal respecto del actor.
3.4. Acerca del cese dispuesto sin expresión de causa por la demandada, advierto que aun
cuando dijo al contestar el reclamo que la desvinculación se debió a la organización del sector
depurador, en definitiva no lo probó, con menoscabo de su defensa frente al despido represalia
invocado. Y observo además que no correspondía admitir conjeturas atenuantes de la
gravedad de tal despido (puede cotejarse en este aspecto la versión de fs. 274 y la refutación
de fs. 276/277) toda vez que ello no resultaba respaldado por las constancias de autos,
afectaba la congruencia con la traba litigiosa y contrariaba la expresa previsión del art. 243 de
la LCT.
En efecto, nada dijo la demandada sobre un despido motivado en un deficiente desempeño de
Gonzalo respecto de la metodología de trabajo de la nueva planta, ni sobre un estado de salud
precario que le impidiera realizar trabajo nocturno rotativo. Y suponer estas motivaciones es
transgredir el principio de congruencia con la versión de la traba de la litis y vulnerar la defensa
en juicio del actor.
Por tanto, si la empleadora nada dijo al despedir y lo aducido luego al contestar la demanda no
resultó demostrado, en un contexto de reclamo del actor por insalubridad ambiental que motivó
la intervención del órgano competente en sede de la demandada, no se advierte otra
explicación plausible de que el despido dispuesto tan sólo a pocos días de ese evento y sin
expresión alguna de causa se trató en realidad de un despido represalia (cf. art. 9 y acordes de
la LCT) con la antijuridicidad extraordinaria que el mismo conlleva en el Derecho del Trabajo.
Entiendo entonces que el resarcimiento por daño moral resulta de plausible recepción en el
caso, dado que la ruptura -reitero- sobrevino a poco de realizada a instancia de Gonzalo la
inspección de la planta depuradora por la delegación zonal de la Secretaría de Trabajo y pese
a que no carecía de idoneidad técnica para su tarea ni presentaba antecedentes disciplinarios
en su contra (v. fs. 41/44, 103, 137, 181/182 y 275).
El daño derivado del despido represalia configura un ilícito extracontractual cuyas
consecuencias producen una agresión de índole moral que no se encuentra contemplada en
los límites de la tarifa legal (cf. C.S.J.N., 17-12-96, S.c.P.F.A. , en D.T.1997, pág. 1779; ver
también Dictamen del Procurador General del Trabajo y voto en disidencia de De la Fuente en
C.N.A.T., Sala I, 9-6-95, L.M.A.c.S.A.S. , en TySS 1995, pág. 891) y que debe por tanto
repararse al margen de la misma (cfr. "VILLEGAS", STJRNS3, Se 110/10; expte. 24.294/10).
A fin de perfeccionar ahora la jurisdicción positiva asumida prefiero optar a continuación por
propiciar al Acuerdo una cuantía concreta.
En este sentido, no desconozco la seria dificultad que implica "cuantificar" un daño "moral",
pero entiendo que por seria que se presente, no debe obstar la justicia distributiva ni dejar
impune un ilícito sin compensación alguna a la víctima. De aquí también el carácter
representativo o hasta simbólico, a veces, del resarcimiento de una lesión moral, tal vez por
resultar la más abstracta de las lesiones, pero no por eso menos real y dolorosa.
Por ello y no obstante la dificultad de traducir lo debido inmaterial, en términos monetarios,
propongo asumiré la cuantificación del caso en examen atendiendo a las circunstancias de
persona, edad, profesión y tipo de daño sufrido, apartándome en principio en mi ponderación
de cualquier tabulación a priori, en la medida que la persona humana, en su dignidad y afectos,
no puede en sí pesarse ni medirse como se hace con las cosas; y es por eso preferible que el
juicio prudente del juez dé en cada caso lo debido -lo justo concreto- también según la prueba
producida y debidamente valorada -como lo ha sido en esta instancia-, de suerte que no se
transforme su juicio en una mera solución mecánica.
Propicio por ende cuantificar el daño moral sufrido por el actor en el veinte por ciento (20%) del
valor de las indemnizaciones por despido y preaviso omitido que le correspondan según la
liquidación a efectuarse en la instancia de origen.
4. Conclusión:
Al primer interrogante propuesto en la deliberación corresponde entonces, a la luz de las
consideraciones efectuadas, responder positivamente.
El recurso ha de prosperar en tanto se evidencia el déficit del acto sentencial, que en orden a la
ausencia de debida y fundada motivación de los extremos probados, como también el desvío
interpretativo de la normativa a aplicar, se ha tornado en obra jurisdiccional con vicio de
absurdidad. -ASÍ VOTO-.
A la misma cuestión los señores Jueces, doctores Sergio M. BAROTTO, Ricardo A. APCARIÁN
y Adriana C. ZARATIEGUI , dijeron:
I. En primer lugar, expresamos nuestra adhesión general al voto propuesto al acuerdo en
cuanto ha fundado y motivado en lo sustancial debatido la solución jurisdiccional positiva para
esta instancia extraordinaria respecto de los temas traídos a la misma. Entre ellos, se ha
analizado con carácter previo, para anular el fallo en crisis, la trasgresión del principio de
razonabilidad por incursión en absurdos formales y materiales.
II. No obstante, consideramos oportuno señalar -en tanto en el voto referido se ha mencionado
apartamiento del fallo de las reglas de la sana crítica racional-, que el sistema de "apreciación
en conciencia", aplicable a los procesos laborales, no autoriza al juez a omitir el análisis de la
prueba que tenga aptitud potencial para cambiar el resultado aparente del litigio; menos aún
para prescindir, sin dar fundamentos razonados y suficientes, del texto legal vigente,
incumpliendo así el imperativo establecido en el art. 53, inc. 2) de la Ley P N° 1504; esto último,
con su insoslayable incidencia sobre la valoración de la prueba producida en el proceso.
Advertimos además -conforme ha señalado con acierto Hitters- que, si bien para la valoración
de la prueba tanto las reglas de la sana crítica (Art. 384 del CPCCm) como la apreciación en
conciencia (art. 44 inc. D) de la ley 11.653) confluyen en el sistema valorativo de la persuasión
racional, lo cierto es que existiendo sobre este tópico previsión expresa en el ordenamiento
adjetivo laboral, resulta impropio recurrir a la aplicación supletoria del rito civil y comercial, no
obstante que en puridad de verdad ambos métodos no varían en su esencia (v. Baños, Heberto
Amilcar, La apreciación de la prueba en el proceso laboral. El juicio en conciencia, Buenos
Aires, Arayu. 1954). Y, sentado ello, cabe reiterar que en el fuero laboral -al prevalecer la
apreciación en conciencia- los magistrados están autorizados a seleccionar y jerarquizar las
fuentes y medios probatorios, pudiendo preferir unos elementos a otros, sin que su opinión
pueda revisarse en la instancia extraordinaria, si no se demuestra la existencia de absurdo (cfr.
Hitters, su voto en Acuerdo 2078, SCBA 14-11-2007).
Pero incluso bajo tales pautas, y sin llegar a coartar el libre convencimiento del juez, resulta
exigible un mínimo respeto a los imperativos suministrados por la lógica, la experiencia y la
razón. Es decir que el magistrado no queda exento de expresar en la sentencia los
fundamentos de hecho y derecho que sostienen su decisión; y en modo alguno la "apreciación
en conciencia" que consagra el art. 53, inc. 1) de la Ley P N° 1504 lo habilita para fallar
sosteniendo su decisión únicamente en sus impresiones, caprichos o mera arbitrariedad.
En ese sentido, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires ha decidido que "la
prescindencia de pruebas que pudieron ser decisivas, alejando la posibilidad de llegar a la
verdad material, constituye uno de los supuestos típicos de `arbitrariedad´, pues si bien los
jueces del fuero tienen gran amplitud para valorar en conciencia la prueba que se les somete a
su consideración y aun seleccionarla, ello no implica que puedan desconocerse los elementos
de juicios necesarios e indispensables que en cada caso adquieren particular significación"
(SCBA, L 34593 S, 24.09.1985, "Reina, Obispo Daniel c/ Agencia de Investigaciones Privada
Rupol y otros s/ Despido" AyS 1985 II, 790).
Asimismo se ha esclarecido que "la regla de la apreciación `en conciencia´ no brinda amparo al
desacierto grave y notorio, ni en rigor habilita el desarrollo de una libertad de convicción
sustentada en presupuestos representativos de arbitrariedad lesiva de las garantías
inmanentes al debido proceso" (SCBA, L 85715 S, 09.05.2007, "Martínez, Hilda c/ Fisco de la
Provincia de Buenos Aires s/ Enfermedad accidente").
De tal suerte, el control o revisión de la decisión, en el área de los hechos y la prueba, cuando como en el caso- se trata de un tribunal colegiado de instancia única, estará a cargo
eventualmente de la Casación, a la luz de la d.d.a. . Esto es, condicionada a aquella valoración
que por la gravedad o intensidad de los vicios o desinterpretaciones se muestra como
frustrante y ello habilita a enmendar los e.i. . (cfr. Morello, Ibíd.).
III. En tercer lugar, en relación a la insalubridad debatida, puntualizamos que ella pudo
determinarse en concreto en el caso de autos más allá de que la planta depuradora instalada
por la demandada ostentara características modelo; en tanto no se pusieron en práctica
medidas accesorias indispensables de mantenimiento que aseguraran inocuidad en las tareas
allí implicadas, sea por falta de provisión de máscaras respiratorias idóneas, sea por falta de
recambio del material filtrante purificador del aire respirable o, en fin, por falta de aseo
específico de la indumentaria laboral usada en la depuración por el actor, extremos todos no
demostrados por la interesada. ASI VOTAMOS.
A la misma cuestión el señor Juez doctor Enrique J. MANSILLA, dijo:
Atento a la coincidencia de los votos precedentes, ME ABSTENGO de emitir opinión.
A la segunda cuestión, la señora Jueza, doctora Liliana L. PICCININI, dijo:
Por las razones expresadas al tratar la primera cuestión, propongo al Acuerdo hacer lugar al
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto por el actor a fs.285/291vta.,
declarar la nulidad de la sentencia de Cámara de fs. 270/277 y atento a las circunstancias del
caso, asumir en esta instancia la jurisdicción positiva fin de evitar mayor dilación procesal en
perjuicio de sus créditos alimentarios, de preferente tutela constitucional (cf. art. 14 bis, C.N.;
40 CPRN), receptando al efecto las pretensiones del reclamo en esta etapa (cfr. "EPULLAN ,
STJRNS3, Se. 2/15).
En consecuencia, habrán de admitirse las diferencias salariales y resarcitorias a que hubiere
lugar conforme a derecho, según liquidación a efectuarse en la instancia de origen, de acuerdo
con la categoría siete del art. 91 del CCT 362/03, de "encargado técnico de servicios varios";
conforme a un régimen de jornadas insalubres -de seis horas- y, asimismo, por resarcimiento
por daño moral en razón del despido represalia dispuesto por la demandada, cuantificándolo en
el 20% del valor de las indemnizaciones por despido y preaviso omitido que le correspondan
según la liquidación a efectuarse en la instancia de origen. Propongo también imponer las
costas de ambas instancias a cargo de la demandada vencida (cf. art. 68, 296 y 279, CPCCm).
Al respecto, remitida la causa a la instancia de origen, propicio que se readecuen los
honorarios de grado al resultado del pleito que aquí se postula y al monto del juicio que resulte
en concreto de la liquidación futura aludida (cf. arts. 6, 7, 8, 9 y ccdtes. de la Ley de Aranceles
G Nº 2212). Finalmente, por su actuación ante esta Alzada extraordinaria, propongo se regulen
los honorarios de la doctora Irene DA SILVA EVORA, en representación letrada de la parte
actora y los correspondientes a la doctora Alejandra AUTELITANO, en representación letrada
de la demandada, respectivamente en el 30% y 25% de lo que les corresponda en la instancia
de origen, los que deberán ser abonados dentro del plazo de diez (10) días (arts. 15 y ccdtes.
de la Ley G Nº 2212). ASÍ VOTO.
A la misma cuestión los señores Jueces, doctores Sergio M. BAROTTO, Ricardo A. APCARIÁN
y Adriana C. ZARATIEGUI , dijeron:
ADHERIMOS a la solución propuesta en el voto que antecede.
A la misma cuestión el señor Juez doctor Enrique J. MANSILLA, dijo:
ME ABSTENGO de emitir opinión (art. 39 L.O.). ///
///-7- Por ello,
EL SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE LA PROVINCIA
R E S U E L V E:
Primero: Hacer lugar al recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, interpuesto por la parte
actora a fs. 285/291vlta.; declarar la nulidad de la sentencia del tribunal de grado de fs. 270/277
y atento a las circunstancias del caso, asumir en esta instancia la jurisdicción positiva y hacer
lugar al reclamo de Miguel Ángel GONZALO contra la demandada LLAO LLAO RESORTS S.A.
en lo que ha sido materia de agravios y recurso, conforme a lo determinado precedentemente y
a la liquidación a efectuar en la instancia de grado con sujeción a ello (arts. 296 y ccdtes. del
CPCCm. y 56, 57 y ccdtes. de la Ley P Nº 1504).
Segundo: Imponer las costas de ambas instancias a cargo de la demandada vencida (cf. art.
68, 296 y 279, CPCCm).
Tercero: Disponer que el Tribunal de origen proceda a readecuar los honorarios de grado, de
acuerdo con su desempeño profesional, resultado obtenido en el pleito y monto del juicio
resultante (cf. arts. 6, 7, 8, 9 y acordes de la Ley de Aranceles, G Nº 2212).
Cuarto: Regular los honorarios profesionales -por su actuación en esta vía- correspondientes a
la doctora Irene DA SILVA EVORA, por su representación letrada de la parte actora y los de la
doctora Alejandra AUTELITANO, por su representación letrada de la demandada,
respectivamente en el 30% y 25% de lo que les corresponda en la instancia de origen, los que
deberán ser abonados oportunamente, dentro del plazo de diez (10) días (arts. 15 y ccdtes. de
la Ley G Nº 2212). Cúmplase con la ley 869 y notifíquese a la Caja Forense.
Quinto: Registrar, notificar y oportunamente devolver.
Firmantes:
PICCININI -1º voto-; BAROTTO -2º voto-; APCARIÁN -3º voto-; ZARATIEGUI -4º voto- y
MANSILLA -5º voto (en abstención)GOMEZ DIONISIO -Secretaria STJPROTOCOLIZACION
Tomo: II
Sentencia: 97
Folio Nº: 339 a 345
Secretaría Nº: 3
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